Torre Serpentaria

- Sí- contestó a la pregunta de Sekk-. Si no os veis capaces u os negáis por cualquier razón, podáis exponerla o no, lo entenderé. He barajado otras posibilidades y puedo acceder a ellas de ser necesario. Mi predisposición a pedíroslo a vosotros primero se debe a que me sentiría más cómoda si sois vosotros los que lo lleváis a cabo. Pero, como he dicho, no estáis obligados- expuso con tranquilidad.

La demonio esperaba que aceptaran porque no mentía al decir que su comodidad era un factor importante para ella en el proceso, pero no por encima de la de sus amigos, por lo que si no estaban de acuerdo seleccionaría alguna de las otras alternativas que había a su disposición.

- No estoy familiarizada con la dureza del pico de la especie concreta de Pollo, pero posiblemente sea un proceso similar. Probablemente el ángulo de alguno de los dientes sea lo que mas complicación pueda dar.

La krabelinense miró de reojo al colaespina que seguía enredado entre sus piernas claramente deseando sisear a los desconocidos pero no atreviéndose a ganarse otra reprimenda.

- Lo cacé en la plaza donde suelen habitar. Esa que está cerca del mercado y suele ser un punto de recogida de cestas de cosechados. Necesitaba a un animal de sus características para practicar las distintas técnicas de doma que estoy aprendiendo y creando y me pareció el más adecuado. Todavía es un poco arisco en el trato, pero está respondiendo bastante bien al proceso-. Al ver la actitud de Jace ante el animal, Kimbra se obligó a aclarar-. No le tenéis por qué tener miedo. En si situación en este momento no puede haceros daño. Puedo bloquearlo con la suficiente rapidez si se os lanza y todas las mañanas le extraigo las púas más gruesas para evitar accidentes. Es una medida de seguridad, pero también lo estoy guardando para estudiar su utilidad alquímica, si es que la tiene. Probablemente lo consulte con Eara o Irianna o se los ofrezca directamente. Sé que tienen cierto conocimiento base de alquimia. No es como si tuvieran algún tipo de veneno que pudiera usar yo misma, aunque la recarga sería tan mínima que no valdría la pena. Además, no estoy tan inclinada a los venenos como a otros fluidos... pican.

Kimbra se cohibió un poco ante la admisión, pero se distrajo rápidamente para recoger al animal del suelo y forzarle a que abriera la boca, estudiándola con interés. Hasta que Jace no había preguntado, no se había planteado aplicar modificaciones corporales a sus bestias, aunque en todo caso sería algo que haría ella misma.

- No, creo que él está bien por el momento- contestó tras el corto estudio, dejando al animal sobre la mesa e ignorando el nombre que le había dado el humano, pensando que sería el nombre técnico de una especie similar terrestre. El colaespina, al verse tan cerca de los desconocidos, corrió de nuevo a esconderse tras las piernas de su dueña, bufándoles de nuevo pero callando al instante ante la mirada enrojecida de la demonio.

Sekk fulminó a Jace con la mirada cuando este le ofreció a él primero como aperitivo, limitándose a soltar un bufido en respuesta mientras ignoraba el supuesto piropo que le dedicó a continuación para justificarse. La pareja de doses que el otro había desechado hacía apenas unos instantes tras mantener una fachada de sobrado durante toda la partida podría haber sido más insultante si la mano del berserker no hubiera sido aún peor.

La voz de la krabeliense le devolvió a la realidad de forma abrupta, centrándole de nuevo en el tema que les ocupaba, y ante sus afirmaciones el intara creyó que la demonio había malinterpretado un poco su pregunta. Antes de poder decir nada, sin embargo, se volvió al colaespina y el ulterano escuchó con atención todo lo que tenía que decir al respecto. Lo del veneno le hizo especial gracia, pues ver a su amiga cohibida por algo era ciertamente inaudito, pero no comentó nada al respecto y se limitó a sonreír mientras la hija de las lunas le revisaba los dientes al roedor erizado.
—¿No tiene nombre? —preguntó en cierto momento, alcanzando la lima que había soltado el americano para echarle un vistazo mientras observaba de reojo los movimientos del animal.

Aquel dato en particular le interesaba, pues no referirse al colaespina por un mote aunque fuera se le antojaba extraño, pero antes de irse por las ramas con aquello volvió a la petición original de Kimbra.
—En cuanto a lo de los dientes… no es que me de especial reparo ayudarte ni nada. Lo que me preocupa es el tema de usar limas, la verdad… ¿no hay algún método menos abrasivo? —inquirió dubitativo—. A los ulteranos los dientes nos crecen muy rápido, pero por lo que tengo entendido no es así en otros mundos vinculados. Vuestras dentaduras están hechas para durar mucho tiempo, ¿no? ¿Limartelos así no te destrozara el esmalte? —preguntó, ladeando la cabeza—. ¿Y si tocamos el nervio por error? Eso tiene que doler un huevo... —opinó con una mueca.

A Jace se le escapó alguna que otra risita por la seriedad habitual de Kimbra, quitándole importancia a su petición formal con un gesto de mano.
«Va mujer, no te rayes. A mi no me da cosa y al Mister Hulk aquí fijo que tampoco.»

En realidad Jace no tenía ni pajolera idea de dentistas y tampoco es que fuera un tema que ahora le preocupase. Desde que no tenía cabeza las caries habían pasado a preocuparle tanto como le preocupaba la inflación de la bolsa peruana. Se reclinó para ver mejor al colaspina, riéndose de nuevo al ver que Kimbra le revisaba los dientes en serio al animal.

«Oye, yo creo que Ratatouille es un nombre polludo» volvió a echarse para atrás con el bufido del mismo. «O a lo mejor algo con más gancho, como Malaspulgas. ¡No porque las tenga!, no me malinterpretes» rio. No necesitaba que Kimbra se pusiera a desparasitarlo ahí delante. «... Porque no tiene, ¿no?»

Sekk tenía un poco más de cabeza que el americano (no solo literalmente) y puso sobre la mesa cosas que él no habría tenido en cuenta ni de coña estando solo. Estiró las piernas mientras se rascaba el cuello de la camiseta, pensativo.

«Ostia, eeeeso es verdad. A Pollo el pico le sigue creciendo cada poco, es como las uñas, asi que si no se lo limo mucho no hay problema. A veces no hace ni falta, lo gasta él solito. No es la misma movida» se encogió de hombros con aire divertido cuando Sekk le metió en el mismo saco, señalándose el humo como un tonto. «Eh, yo ya no tengo piños. Pero sí, esa mierda duele. ¿Y si usas magia? A ver, si no tocamos nada jodido lo mismo no pasa nada. Si te lanzas un hechizo de curación o algo, ¿no se regenará el esmalte? No soy un experto, ojo.»
Jace soltaba ideas, aunque al igual que con el tema de salud dental, su experiencia con magia era escasa.

Kimbra frunció el ceño mirando al colaespina cuando Sekk preguntó si el bicho tenía nombre, no habiéndose planteado la posibilidad hasta ahora.

- No, no lo tiene. No había pensado en ello, en realidad. Exceptuando a Ámarok, no he tenido una bestia el tiempo suficiente, ni aquí ni en mi tiempo anterior a Rocavarancolia, como para nombrarlo como compañero. En un principio, el colaespina iba a ser un mero experimento, pero es un animal bastante curioso con una dinámica interesante, así que hay una posibilidad de que lo mantenga más tiempo del pensando en un principio así que supongo que sería conveniente buscarle algún nombre-. Kimbra miró fijamente al bicho mientras se replanteaba los nombres que había aportado Jace-. No sé lo que es un "ratatouille" y tampoco estoy segura de qué tendría que ver el carácter de sus pulgas con él, pero la verdad es que prefiero esas opciones a tener que pensar un nombre yo misma. No estoy segura de poder dar con el adecuado. Si tenéis alguna preferencia, podéis elegirlo vosotros. Y no, no tiene ningún parásito. Su salud es excelente.

Independientemente de las razones por las que había cazado al colaespina no pretendía mantenerlo enfermo o sin preocuparse por su salud, por lo que su alimentación y cuidados eran óptimos.

- He investigado sobre el proceso y por lo que he podido leer el limado sería el método más eficiente y sencillo. Además, he dado con una receta alquímica lo suficientemente sencilla como para que yo pueda hacerla a pesar de mis limitados conocimientos alquímicos que ayuda a mantener el esmalte de los dientes y fortalecerlos. Según tengo entendido, es un brebaje muy popular entre los individuos que realizan este tipo de prácticas y totalmente inocuo- explicó, entendiendo la preocupación de sus amigos pero asegurándoles que no había peligro alguno-. Y respecto al dolor, tenía pensado el uso de un hechizo anestésico que me permita evitar posibles molestias o dolores. En realidad no creo que sea necesario, pero así evitaré algún tipo de movimiento involuntario o sobresalto si pasa cualquier cosa.

A Sekk se le escapó un bufido divertido cuando la demonio rakshasa se tomó de forma literal el apodo que el dullahan le había puesto al colaespina, escondiendo la sonrisa tras el dorso de su mano por mera educación. A aquellas alturas de la vida el intara estaba más que acostumbrado a las salidas de Kimbra, pero no podía evitar que de vez en cuando le pillaran por sorpresa y con la guardia baja.
—Yo creo que Ratatouille le va genial —opinó entremedias, jugueteando con la lima entre los dedos—. Si no me equivoco es un plato de verduras al horno de la Tierra, pero sonar suena bien y dudo que a nadie le importe ese detalle. —aclaró con una sonrisa divertida.

En cuanto a lo de los dientes la krabeliense parecía tenerlo muy claro y no se echó para atrás tras su argumento. Ya había pensado en lo del esmalte y decía tener algún potingue alquímico que solucionaría ese detalle, así que las objeciones que pudiera tener el rubio se habían disipado en el aire.
—Lo del hechizo anestésico suena genial, si —comentó, echando un vistazo al salón vacío mientras se ponía en pie—. ¿Dónde vas a querer hacerlo? —preguntó con tono de resolución. Cuanto antes se pusieran con ello antes se lo quitarían de encima—. Dudo que aparezca nadie por aquí en un rato y aquel sofá parece un buen sitio. —comentó, señalando un lateral de salón con la lima que aún tenía en la mano.

El berserker seguía creyendo que un hechizo de moldear materia orgánica era mucho más rápido y seguro, pero tampoco iba a insistir si la hija de las lunas prefería el método abrasivo. La única decisión que podía tomar en aquel asunto era la de ayudar o no a la morena, y Sekk no era de los que dejaban tirados a sus amigos.

A Jace no se le notaba la risa tanto como a Sekk, pues era toda mental, pero por la forma en la que el aire escapaba de sus pulmones, su humo saliendo a soplidos y los movimientos esporádicos de su pecho el dullahan se delataba. Kimbra era un poco como el grandullón de Guardianes de la Galaxia y le encantaba.

«Ratatouille es un nombre maravilloso» acordó tras Sekk. Habría puesto cara de ofendido cuando el rubio le explicó el significado real, pero se limitó a hablarle en privado. «¡Tío pero no se lo digas! ... Espera, ¿entonces ratatouille no es como se dice rata en francés?»
Sekk y Kimbra podrían escuchar un pensamiento en el fondo de su cabeza que repetiría con verdadera confusión "pero si era una peli de dibujitos" mientras aclaraban como proceder a la operación. El americano conectó de nuevo al recuperarse del descubrimiento.
«De la magia te tienes que encargar tú. Y sobre Ratatouille...» señaló al animal. No sabía si Kimbra se iba a quedar con el nombre, pero para él ya había empezado a llamarse así oficialmente. «¿No se pondrá nervioso si nos ve trasteándote la boca? Que no quiero que me muerda, la verdad.»

Sekk ya había cogido la lima y no creía que hicieran falta dos personas trabajando a la vez -por no decir lo incómodo que sería-, pero aún así se quedaría a mirar y ayudar si podía. En realidad tenía hasta ganas de hacerlo: no todo el mundo podía decir que le había limado los dientes a un colega.
«No seas bruto y le vayas a limar la mandíbula entera, eh. Si eso haz tú lo gordo y me dejas a mi los detalles. ¿Tienes el mejunje ese ya listo, Kimbra?»
Jace seguiría pacientemente a ambos allí donde hubiera más comodidad y luz para empezar la operación lima.

Kimbra frunció el ceño ante la explicación de Sekk del significado de ratatouille, no entendiendo por qué Jace lo había sugerido al no encontrar relación aparente, aunque el propio Jace pareció dudar sobre dicha explicación haciendo ver que él creía que se trataba de la traducción de "rata" a otro idioma, la engendro por fin entendió la sugerencia. La demonio pensó que posiblemente Sekk se había confundido y realmente significaba la traducción de "rata", ya que tendría más lógica que Jace conociera el origen de la palabra mejor que el ulterano puesto que se trataba de algo de su mundo de origen.

-Estoy de acuerdo con el nombre. Y en caso de que la pronunciación pueda resultar compleja o engorrosa, siempre se puede acortar a Rata.

Ciertamente el nombre le había gustado, pero no estaba segura de estar pronunciando correctamente la parte final de la palabra.

Kimbra asintió a Sekk cuando le indicó que el sofá parecía un buen lugar y le siguió hasta ahí sentándose donde pensó que sería cómodo para ella a la vez que le facilitaría el trabajo a sus amigos.

-No si sabe lo que le conviene -le contestó a Jace mirando significativamente a Ratatoulle, que se había posicionado de nuevo tras sus piernas una vez su dueña se hubo sentado-. Sabe perfectamente que le estoy permitiendo quedarse aquí con la condición de no interrumpir ni molestar, ¿verdad? -increpó levantando una ceja en su dirección, a lo que el colaespina contestó gimiendo y encogiéndose un poco sobre sí mismo, sabiendo que su comportamiento hasta el momento no había sido el correcto.

Kimbra sacó de uno de los saquitos que tenía colgados del cinturón un vial con un líquido morado en su interior y lo dejó sobre la mesa, respondiendo así a la pregunta de Jace de si tenía el mejunje preparado. Sin necesidad de ninguna preparación más y tras lanzarse el hechizo anestésico, asintió hacia Sekk y abrió la boca.

Sekk rió por lo bajo cuando la voz del dullahan resonó en su cabeza echándole en cara que le contara de dónde venía el nombre a la krabeliense, pero cuando el americano dejó claro que ni siquiera él sabía el significado original del apodo que había sugerido el berserker no pudo evitar poner los ojos en blanco.
—Rata, claro. —cedió con un encogimiento de hombros, poco dispuesto a discutir aquella tontería cuando los otros dos parecían a gusto con la conclusión a la que habían llegado.

El comentario de fondo sobre la película de dibujos animados hizo que esbozara una sonrisa extrañada, pues estaba muy verde en temas de cultura humana, pero apartó su curiosidad a un lado cuando la demonio rakshasa se puso en marcha y la siguió hasta el sillón que había elegido.
«Espero que esto vaya bien…» pensó para sí, buscando un taburete libre con la mirada mientras Jace expresaba en voz alta sus propias inquietudes.

La hija de las lunas ya había preparado el mejunje para el esmalte, así que una preocupación menos, y por suerte para ambos chicos la morena les confirmó que Ratatouille se estaría quieto. Ver como el roedor se encogía ante la mirada de su dueña le dió un poco de pena, pero ese comportamiento dejaba más que claro que lo que había dicho Kimbra era cierto.
—Tendré cuidado, si—le replicó a su amigo cuando este le dijo que no se pasara de bruto, rotando los hombros para liberar tensión mientras tomaba asiento y la “paciente” se autoaplicaba el hechizo anestésico—. ¿Lista? —preguntó inclinándose hacia su amiga lima en ristre. La boca abierta de la hija de las lunas fue su única respuesta y, pocos segundos después, el desagradable sonido de fricción que producía el metal contra los dientes inundó el salón.

«Casi me da penita» añadió tras las amenazas de Kimbra al colaespina. Si al final el bicho se llamaba "Rata" ya sería el segundo animal al que le ponía un nombre tan básico como Perro para un perro. De algún modo eso le enorgullecía «Es Míster Ratatouille para ti, disculpa» le reprochó a Sekk..

Jace agarró el frasquito morado que dejó la krabelinense para acercárselo al humo y verlo mejor, agitándolo en el bote, sin dejar de prestar atención al inicio de la operación. Se sentó en el posabrazos de un sillón donde se viera bien, encogiendo los hombros por el ruido que provocaban los dientes al serrarlos con metal. No creía que le fuera a dar dentera, pero así fue, y es que era suficiente como para que hasta un dentista arrugase la cara. Entre Sekk y Kimbra pronto empezó a frotar una nube de polvo blanco, deshechos de su dentadura, y en cuanto se le acostumbró el oído al crujir se atrevió a acercarse más, asomando el humo a la escena. El dullahan rompería el silencio verbal dando pequeños comandos y recomendaciones como "lima ahí" o "te falta ese hueco", pero si el rubio le tendía la lima para que siguiera él (como había indicado que quería) la rechazaría con un gesto.
«Quita, que yo fijo la cago. Ya lo estás haciendo tú de puta madre.»

Al final actuó más de ayudante que otra cosa, apartando el exceso de polvo cuando se hacía molesto o yendo a por vasos de agua y un bol donde la chica pudiera escupir.

Kimbra se quedó completamente quieta mientras se llevaba a cabo todo el proceso, percibiendo únicamente un murmullo de sensaciones en la boca, una vibración que se extendía por todo el cuerpo y el sonido y el olor del limado. Confiaba plenamente en que Sekk sabría qué tipo de apariencia querría conseguir y por lo tanto le limara los dientes en consecuencia.

Cuando Sekk le indicó que había terminado, Kimbra anuló el hechizo anestésico de su boca dejándole una sensación rara e incómoda que la demonio supuso que se pasaría con el tiempo y la costumbre. Antes de comprobar los resultados, agradeció con un gesto el ofrecimiento de Jace del agua y el bol e hizo gárgaras con ellos hasta que el sabor del polvo de diente desapareciera de su boca y luego recogió la poción para el cuidado del esmalte haciendo también gárgaras con ella, pero bebiendo luego lo poco del líquido que no había quedado impregnado en sus dientes y su boca, ya que había leído que aquello aumentaba su efectividad.

Una vez hubo terminado con los enjuagues, eligió la pared más cercana y lanzó en ella el hechizo reflectante para poder apreciar mejor el resultado.

Ratatouille, que se había mantenido a los pies de su dueña y que había pasado todo el proceso produciendo un ronroneo sordo de fondo, molesto por los sonidos y olores pero sin querer salir de la habitación y perder de vista a su dueña, se subió a su hombro mientras esta se miraba al espejo, soltando un chillido corto, complacido de alguna manera de que su dueña se viera satisfecha.

-Debo agradeceros -expresó mientras seguía mirando sus dientes puntiagudos-. Es exactamente como había visualizado -comentó pasando la lengua por encima de todos los dientes para notar cuan afilados estaban para luego forzar una amplia sonrisa para poder verlos mejor en conjunto.

Satisfecha con el resultado, se giró en dirección a sus dos amigos para que ellos también pudieran apreciarlo una vez finalizado y luego limpió todo lo que habían ensuciado con un par de hechizos.

Sekk echó en falta algo con lo que taparse nariz y boca en cuanto el polvo de dientes empezó a flotar por aire: esnifar a su amiga no entraba en su top de mejores planes para pasar la tarde, pero ya era tarde para buscarse una mascarilla. Ahora que había empezado el berserker se resistía a hacer una pausa, pues quería quitarse aquella turbia tarea de encima cuanto antes, así que hizo de tripas corazón y se aplicó a fondo a pesar del penetrante sonido que taladraba sus tímpanos.

Jace, por su parte, se dedicó a darle algunas indicaciones mientras remoloneaba a su alrededor, declinando su oferta de seguir con el limado cuando el ulterano se ofreció a pasarle el testigo en un momento dado.
—¿Te da dentera o qué? —le preguntó con una sonrisa socarrona, disimulando al mismo tiempo los escalofríos que él mismo sentía: si el intara tuviera vello corporal en aquel momento el de los brazos estaría erizado.

Por miedo a tragar polvo el rubio no volvió a abrir la boca durante el resto de la operación, trabajando en los dientes de la krabeliense con mucho cuidado, y solo cuando consideró que el resultado era el indicado se permitió una breve frase mientras retrocedía un par de pasos para dejarle espacio a su amiga.
—Espero que te guste… —comentó con una mueca, sacudiéndose la camisa mientras Kimbra procedía a enjuagarse la boca con la solución alquímica.

Afortunadamente sí que habían hecho un buen trabajo, pues mientras se miraba en aquel espejo improvisado la muchacha no tardó en darles las gracias, y cuando se giró para que admiraran su nueva dentadura al rubio se le escapó una risita.
—No se si se parecerá a la de Amarok, pero por ulterana te aseguro que pasa. —comentó, estirándose en el sitio para desentumecer los hombros.

Sekk tenía la impresión de estar cubierto hasta las cejas de aquel polvo blanco, pues el olor no abandonaba su nariz, y cuando más pensaba en ello más ganas tenía de darse una ducha.

El humo de Jace se arremolinaba como una cobra encantada, presa del repelús pero cautivado por la curiosidad y el extraño morbo de ver aquello.

«Dentera me da verte a ti el careto» respondería a Sekk con poca violencia, sin poder negar del todo que, efectivamente, era incapaz de hacerlo por eso. El americano se quedó mirando a Kimbra hacer gárgaras a una distancia prudencial, como si solo de verla le doliesen a él los dientes, aún tan despegados de su cuerpo. Para no pensar en el dolor fantasma que le provocaba aquello y mientras la demonio se viese en el espejo, aprovechó para sacudirle el pelo al ulterano, levantando una pequeña nube de esmalte y dentina.
«Tienes caspa.»

>>«¿A ver?» se separó de Sekk para acercarse a Kimbra y apreciar mejor el resultado final. «Ya ves» confirmó tras el berserker, señalándole posteriormente con el pulgar. «Ah, no, no, las gracias para él, que yo al final no he hecho nada. El mérito es suyo. Ha quedado guapo y todo, tú. Siniestro pero guapo.»

Kimbra se complació con a aprobación de sus amigos y procedió a limpiar tanto las superficies y el suelo, como las herramientas y en general todo el polvo de diente que había caído sobre Sekk y un poco sobre Jace con unos cuantos hechizos de limpieza.

-Creo que "siniestro pero guapo" define el resultado esperado -comentó cuando Jace le dijo su opinión, satisfecha con haber cumplido esa expectativa.

Una vez todo estuvo limpio, Kimbra guardó de nuevo las herramientas y se sentó en uno de los sillones dejando que Ratatouille se sentara en su regazo y comenzó a acariciarlo inconscientemente mientras les preguntaba a sus amigos sobre sus últimos entrenamientos.

Viene de aqui

No tardó demasiado en llegar frente a las puertas de Serpentaria cargando consigo la bola con los bollitos de nuez. No tenía muy claro a cuanta gente encontraría, si Eara, Ayne o Irianna estarían, si podría robar algo de tiempo a Isis que estaba a mil con la boutique. Aun así, la evaki, que ya conocía la contraseña no dudo en entrar al recinto con una sonrisa en los labios. Esperando encontrarse con suerte, alguno de sus amigos ya fuese en la cocina o en el salón, sino pasaría a buscarlos puerta por puerta si era necesario.

Un rato de descanso mientras tomaban unos dulces, té y charlaban para relajarse no le vendría nada mal a ninguno, ya que sabía que casi todos andaba con alguno de sus proyectos personales, no solo Isis, asique una cosa que abundaba por eso lares, era el estrés.

Apenas atravesó el umbral del torreón se dirigió a la cocina, sino se encontraba a nadie, igual prepararía un servicio de té antes de ir a llamarles para sugerirle relajarse un rato. Daba igual que ya hubiera pasado un largo rato en el burdel junto Tayron, Obel y Cain, pasar un rato con sus amigos nunca estaba de más.

(Sentiros libres de ir llegando sextocosecheros)

Irianna bajaba un rato después de que Samika hubiese entrado en la torre, para llevar algunos utensilios de cocina que había empleado para merendar algo rápido en su cuarto mientras estudiaba. La evaki parecía dirigirse hacia las habitaciones en ese momento.
—¡Hola, Samika! ¿Qué te trae por aquí?
Pronto supo que la humana quería reunirse con ella, aunque no exclusivamente, y le pidió si podía avisar a sus compañeros de la Sede porque, al parecer, quería darles algo. La idrina le pidió que esperase cómodamente sentada en un sillón mientras ella se ocupaba de enviar un mensaje mediante el portal de comunicación que unía ambos refugios y después llamaba a las puertas de Ayne y Eara, dama Isis, Jace, Kimbra, Sekkeh y Kirés.

—¡Todos avisados! —Le comunicó a la evaki al volver junto a ella y dejarse caer en otro sillón mientras esperaban—. Me temo que Kirés no está, pero los demás sí. Esta será la primera vez en mucho tiempo que nos reunamos todos, ¿verdad?

Cuando Isis recibió el aviso de Irianna estaba enterrada en papeles. Llevaba toda la mañana haciendo inventario y se estaba volviendo loca. Incluso con su tablet manipulada era una tarea lenta y engorrosa y ese día más que ningún otro maldecía tanto el atraso tecnológico de Rocavarancolia como su propia inexperiencia. Evidentemente, la invitación fue bien recibida. Apartó los papeles a un lado, dejando la tarea de reorganizarlos para la Isis del futuro, se arregló el pelo y salió de la habitación.

Su proyecto soñado la tenía tan harta que ya le daba igual no estar arreglada para dejarse fuera de su habitación. Llevaba unos shorts deportivos de color rosa pastel con bandas a los lados y un top blanco que era prácticamente una banda de tela. El pelo, del mismo rosa que el pantalón pero con un degradado oscuro hacia las raíces, lo llevaba recogido en un moño alto y tenía hecha la manicura francesa con brillantes. No llevaba zapatos, se había acostumbrado a levitar unos centímetros del suelo para ir a casi cualquier sitio.

Saludó a Samika con dos besos como hacía siempre y se sentó en un sofá que quedaba entre ella e Irianna.

-Me habéis salvado -dijo después de un largo suspiro -Estaba a punto de volverme loca de la total. Nunca montéis ningún negocio que requiera inventario ¡Menuda pesadilla!

Los sinhadres estaban estudiando los planos del restaurante cuando Irianna llamó a la puerta, sin dar demasiadas explicaciones. El eco del pasillo dejaba claro que estaba llamando a todo el mundo para reunirse, así que dejaron lo que tenían entre manos y fueron a la sala común.

Cuando llegaron abajo se encontraron con Samika, Irianna e Isis ya reunidas.
—¡Hola! —saludó Eara sonriendo, al ver que el ambiente no auguraba que se tratase de nada preocupante.
—Buenas —dijo Ayne también, que no tardó en tomar asiento en el reposabrazos de uno de los sofás—. ¿Hay alguna novedad?
No le sorprendía que se reuniesen, varios lo hacían a menudo, pero como habían escuchado que llamaban a todo el mundo se preguntaba si habría sucedido algo.
—¿Preparo syv? —ofreció Eara, que todavía no había tomado asiento.