Torre Serpentaria

Alec continuó buscando por las estanterías mientras estaba atento al resto. Las conversaciones giraban en torno a las transformaciones del resto de personas y por los nombres de las mismas Alec no podía evitar poner los ojos en blanco.

-Parece que tenemos la mitad de las cosas míticas - murmuró vagando entre las estanterías.

Kolja le llevó un libro y miró entre sus páginas, otra vez nada. Apenas referencias a en lo que se había convertido, historias confusas más leyenda que historia real. Negando con la cabeza lo dejó en un hueco que encontró.

-Nada - comentó acercándose a donde estaba el resto.- Sólo cosas escritas de forma poética acerca de terremotos con forma humana, pero eso no me sirve de nada. Tendré que buscar información en otra parte, quizá en la biblioteca pueda encontrar algo. Me acercaré de tarde y de paso llevo los libros que tenemos que devolver - dijo.

Kahlo ya estaba allí y parecía bastante contenta después de su conversación con el mecánico de brazos, cosa que alegró al nuevo tremor. Frotándose la cicatriz de la cara se sentó con cuidado en una de las sillas, que debía estar encantada porque no se partió bajo su peso.

-Bien, si necesitas ayuda con algo no tienes más que pedirlo, ya lo sabes - le dijo a la chica antes de dirigir su ojo sano al resto de sus compañeros.

La respuesta positiva de Kolja hizo que Adam se tranquilizase, quizás hablarían más tarde para solucionar sus diferencias.

—¡Vale! —devolvió a Kolja con una sincera sonrisa y asintiendo un poco.

Parecía que las cosas estaban saliendo bien en lo que iba de día. La Luna Roja los habrá cambiado pero no dejaban de ser sus amigos. Miró a todos sus compañeros y luego a la luz roja que emanaba el cielo a través de los ventanales. En silenció observó el papel que Luci le obsequió, mientras se acercaba al libro que contenía su verdadero yo. Echó un rápido vistazo a la página. Sonrió al colocar el trozo para marcar el lugar y cerró el libro de nuevo, suspirando y mirando hacia arriba, admirando la luz roja que lo ayudó a entender de verdad lo que siempre fue en realidad.

Por otro lado, Kahlo hizo su aparición al subir las escaleras. Sus noticias fueron muy buenas, pues aparentemente con quien estuvo hablando le dio esperanzas para recuperar su brazo perdido y debido a la ilusión con la que habló Kahlo, Adam se alegró mucho por ella.

—Me alegro por ti, de veras —añadió con una sonrisa y siendo honesto con sus pensamientos. Buscaba ser lo más agradable posible para no amargarle el momento con lo que ya arrastraban, solo quería recalcar que estaba feliz de que ella le saliese bien su charla con Krono. Para ser sincero, Adam no guardaba nada de rencor en la varmana, ni siquiera por el inmenso tortazo que recibió de ella pues el ruso consideró que se lo merecía.

Enseñó su antebrazo poblado de plumas blancas, moviéndolas un poco al contraer y extender los dedos.

—Yo soy un pegaso, Kahlo. Puedo cambiar de cuerpos cuando yo quiera y siendo mi “yo” caballo, si me tocan, aparentemente da como una sensación de éxtasis— cada vez que repetía lo que era, Adam estaba mas contento con ello—. Y si, somos bastantes los que tenemos alas —añadió a lo que Lethe dijo.

Kolja, por su parte, comentó lo que leyó acerca de una costumbre de los nuevos transformados en cambiarse el nombre.

—Sí... Sería raro —respondió a Lethe, no sin antes decir lo que pensaba—. Quizás es una forma de dejar atrás lo que éramos y empezar de nuevo, con lo que ahora somos— la idea le gustaba—. Puede que sea algo radical pero yo lo haría— admitió.

Asintió a Chromsa con una amplia sonrisa. Aunque ya supieran como era por Krono y Reira tendió en recto el panfleto explicativo para que vieran el modelo de ejemplo.

—¡Esta misma semana iré a la clínica para hablar con Krono y su ayudante! Mi brazo será más bonito todavía —le respondió a Kradko en un tono que casi lo hacía parecer un secreto—. No te preocupes —le dijo a Alec de buenas antes de ojear el libro—. Por lo pronto solo necesito ir al mercado. Me gustaría asomarme hoy mismo, eso sí…

Había muchas cosas que hacer y asimilar, no tenía porque hacerlo todo para ayer y de momento tocaban sus transformaciones. Salieron muchos nombres: la suya propia, fauno y brujo, horus, pegaso… Hablando del cual, le sorprendió que Adam le dirigiera la palabra, pero no dijo nada al respecto. No es que le pareciera mal, de hecho le atendió.

—Aparición nocturna… —frunció el ceño. Ella no era un fantasma, ¿por qué ese título? Lethe se adelantó en describirle detalles antes de que los leyera, detalles que le hicieron abrir los ojos como platos. ¡Provocaba el olvido! Eso explicaba el cambio de actitud de Luci por la noche o el extraño lapsus que habían sufrido sus compañeros—. ¿Pero cómo? Yo no he hecho nada…

Y por supuesto en el libro no lo especificaba, como si al propio autor se le hubiera olvidado ponerlo. Lo releyó y miró las ilustraciones en busca de algún detalle, pero nada. No había sentido nada extraño antes de que la gente olvidase cosas, ni veía un patrón cuando había pasado. No supo como tomárselo: por un lado que sus compañeros olvidasen cosas por su culpa era un engorro, por otro tenía mucho potencial de ser controlable. Tampoco sabía lo que era una parálisis del sueño ni como iba ella a provocar cosas así, pero le hizo pensar en aquella vez que Lethe y Kradko soñaron con ella. Tenía que estar relacionado. No lo había entendido entonces y no lo entendía ahora.

—Bueno, hmm… Espero no causaros muchos problemas con esto.
Tendría tiempo para investigarlo. Al menos le gustaba volver a tener cosas que hacer e investigar fuera de la aburrida -y a menudo estresante y peligrosa- vida del secuestrado. Como una niña que quiere ver que regalo sorpresa le ha tocado a sus amigos la granta quería saber del resto, pero antes de que pudiera pasar página Kolja les explicó de una tradición que le interesó.

—Pues a mi sí me gusta —dijo tras la negativa de Lethe—. Para confusos nuestros cambios. Un nombre nuevo…
Siempre sería Kahlo, pero saboreó la posibilidad de tener otro nombre dado por y para ella. Incluso si solo lo usaba como algo artístico había mucho glamour en la idea.

Amira aceptó el papelito de Luci para marcar su transformación, que Kolja había parecido encontrar. Entre toda el relleno que tenía, para hacerla más bonita en parte, o contando historias de valkyrias notables, encontró las cosas que más le interesaban. Lo primero, que no tenía magia. Se le escapó un suspiro de resignación, porque hasta Kolja parecía tener magia tras la Luna, y le hacía mucha ilusión volver a hacer hechizos, pero podría vivir sin ello. Además, por lo que parecía, sus capacidades físicas ahora eran mucho mejores. Tal vez eso explicaba las carreras la noche anterior en las que se cansaba menos y corría más rápido.
—Eh, Kirés, ¿qué significa esto de resistencia a la magia? —preguntó. Era lo único que le causaba dudas, y si podía ayudar a Lethe con su maldición tal vez a ella también.

Kahlo subió también, y mientras la ponían al día de su propia transformación, ella les contaba noticias sobre su brazo. Iba a tener uno como el de Reira y Krono, y suponía que el resto de gente de su mundo.
—¡Me alegro un montón! — le dijo. Hacía mucho que no veía a la varmana de tan buen humor, y le alegraba enormemente pensar que aquella alegría pudiese durar bastante, y más cuando pudiese volver a hacer magia con su brazo nuevo.
Además de sus transformaciones, Kolja encontró información sobre cambiarse de nombre. Había gente que se planteó hacerlo, mientras otra lo consideraba una chorrada, como Lethe. Amira no lo tenía claro, pero oscilaba más hacia lo segundo: en aquel momento era de lo poco que mantenía de la Tierra, de su vida allí, y no quería perderlo, ni encontraba motivos para cambiárselo de buenas a primeras.
—Yo creo que seguiré con mi nombre...

Se mordió el labio cuando se empezaron a hacer planes, como el mercado o la biblioteca. Ella necesitaba algo de tiempo a solas, y no creía que salir en aquel momento fuera algo que le fuera a sentar bien.

Antes de mirar sus cambios, la varmana confirmó que pronto tendría un brazo funcional igual que los que ya había visto a Reira y Krono. -Cuanto me alegro. Seguro que te quedará precioso.- le respondió con una sonrisa. Justo después Kahlo mencionó que quería ir al mercado esa tarde y Chromsa añadió: -Si no es molestia me gustaría ir también. Mi parte de fauno hace que esté demasiado atento a cualquier cosa por si puede ser un peligro, así que me haría falta ir controlándolo.- Por supuesto el ochrorio también tenía ganas de ver más zonas de la ciudad y más habitantes, pero controlar aquellos sustos que ya habían ocurrido era necesario si quería vivir más tranquilo.

Después la varmana leyó sus nuevos poderes y Chromsa los observó con curiosidad mientras escuchaba hablar al resto sobre lo que habían encontrado. Al parecer, podía hacer que las personas olvidaran cosas, lo cual podía ser muy útil. Lethe podía volar al igual que Kradko, pero podía lanzar maldiciones o algo así y Adam además del cambio de cuerpo, en su forma de pegaso producía un éxtasis al tocarlo. Eso hizo reflexionar al ochrorio sobre la noche anterior y sus repentinos cambios de humor que tuvo cuando fue a buscar al ruso. -(Ya me parecía que había algo raro)- pensó.

Kolja llegó con una información que le venía perfectamente para preguntar: cambiarse el nombre era algo tradicional en Rocavarancolia. Algunos empezaron a dar su opinión al respecto mientras él pensaba sobre el tema. Desde luego la explicación de Adam tenía mucho sentido, aunque no sabía si ese cambio era obligatorio o no. Empezó a hablar: -Bueno, sí que va a resultar raro al principio, pero no es una idea tan descabellada. Yo... no tengo claro si lo haría. Mi nombre me gusta, no quiero deshacerme de él.- Siguió esta vez dirigiéndose a Kirés: -Aunque... ¿Se puede tener dos nombres a la vez? Quiero decir, algo como un nombre para desconocidos pero manteniendo el mío o algo así.- Esa opción sí la veía más factible, aunque todavía tenía que pensar en si lo haría o no. De momento esperaría a la respuesta del enderth, aunque ahora mismo estaba ocupado probando el poder de Lethe. El ochrorio observó mientras tanto que ocurriría con la herida que tenía en el brazo.

Kolja fue escuchando a las descripciones de lo que eran ahora sus compañeros. Algunas habilidades que le mencionaron le dieron envidia, pero después de pensarlo unos momentos se dio cuenta que a pesar de ese sentimiento no cambiaría con ninguno de ellos, el era lo que era y creía correcto el ser así.

En cuanto a las respuestas a la tradición de cambiarse el nombre que había mencionado no fueron tan positivas, la mayoría de los que se pronunciaron sobre el tema fue para criticarlo.

-Simplemente considero que el nombre de Kolja describe más a la persona que era en la Tierra, no me parece que siga pegando tanto con la que soy ahora. Me parece que al empezar una nueva etapa de mi vida, o esta nueva vida más bien, que es tan diferente de como he sido hasta ahora necesito un nuevo nombre con el que identificarme- explicó su razonamiento.- Si queréis vosotros podéis seguir llamándome Kolja, solo os pediría que en presencia de personas que no sean de nuestro grupo os refiráis a mi por el nuevo nombre que elija.

Miró a Kirés con el ceño fruncido.
—¿De verdad te vas a…? —Pues sí, ya lo había hecho. Negó con la cabeza y suspiró—. Solo te había pedido tu opinión, no que te rajaras el brazo.
Recordaba perfectamente haber hecho algo parecido por Kradko un tiempo atrás, pero no creía que fuera lo mismo. Kirés apenas los conocía.

Clavó la mirada en la herida y frunció mucho el ceño mientras intentaba pensar en… ¿qué? La verdad es que si no fuera porque ya había visto de lo que eran capaces otras personas tocadas por la Luna aquello de una “maldición” le hubiese parecido una absoluta patraña, pero tenía claras dos cosas: no iba a desperdiciar un posible poder y tampoco iba a dejar que el paladín se hubiese hecho un corte para nada.
<<A ver, hmm, herida estúpida. Por merluzos que no te vas a curar. Te estoy mirando con más intensidad que una anguila. ¡Ni se te pase por la cabeza curarte, lucios!>>
Se empezaba a sentir ridícula aunque fuese solo en su mente, pero notó… algo. No sabría describirlo, pero una sensación en sus ojos le hizo dirigir una mirada inquisitiva al enderth, quien procedió a intentar curarse.

No tenía del todo claro lo que estaba pasando, pero conocía el hechizo que usó Kirés y sabía que debería haber habido un cambio drástico en la herida y… no lo hubo.
—¿No funciona? ¿Has sentido algo? —Quiso saber.

Aparte de eso, casi todos opinaron acerca del tema del nombre y le extrañó que tantos pensaran en cambiárselo. Ella seguía sin verle utilidad, ni siquiera con los argumentos que dieron algunos. El que menos entendía era el de Kolja: ¿por qué un nombre, que nada más que eran unas letras aleatorias, “no le pegaba” y cuánto de diferente se sentía el humano para afirmar algo así? Es cierto que habían cambiado, pero… La enderth simplemente se encogió de hombros. Cada uno era libre de hacer lo que quisiera y ella ya había dado su opinión. Ahora bien, si alguien se sustituía el nombre que no esperasen que recordara llamarles de otro modo cada vez desde el principio, porque dudaba que fuese capaz de hacerlo. También le parecía un buen quebradero de cabeza tener que usar un nombre distinto delante de otros. Qué ganas de complicarse le vida tenían a veces esos mamíferos.

Kirés:

No tenía completamente claro cuáles iban a ser los efectos de la maldición de Lethe. Podía hacer que la herida sanara más lentamente, que el corte no se cerrara, o que se abriera más. El paladín se decantaba por la tercera, pero al final la ganadora fue la segunda.
El corte limpio que se había hecho kirés era apenas un rasguño, así que tendría que haber desaparecido en segundos, pero ahí seguía.
–Ya tendría que haberse cerrado la herida –respondió a Lethe. –Al parecer tus ojos pueden detener los efectos curativos.
Pidió a la enderth que dejara de centrarse en su herida y volvió a aplicar el hechizo de curación, esta vez con los resultados esperados. Acto seguido se lanzó un sortilegio de limpieza para quitar las manchas de sangre de sus plumas.

Le cayó una pregunta por parte de la chica humana con plumas en las orejas, sobre resistencia mágica. No podía garantizarlo, pero supuso que sería similar a la resistencia de los trasgos.
–Pues… en principio los hechizos te afectarán menos, o no te afectarán en absoluto. Una vez escuché de un trasgo al que sus presas intentaron paralizar con magia, pero en su lugar solo lograron ralentizarlo un poco, y solo durante unos segundos. Imagino que será parecido.

Mientras tanto, el grupo había empezado a discutir el tema de cambiarse el nombre y el brujo le hizo una pregunta.
–No veo por qué no –le dijo, encogiéndose de hombros. –He conocido a gente que hace exactamente eso, a gente que se lo cambió para siempre en cuanto pudo y a otros, como Xalkoth y yo, que conservamos los nuestros.
Desde su punto de vista, el grupo le estaba dando bastante más importancia a lo de los nombres de la que realmente tenía, pero eso no era asunto suyo, y tampoco importaba en realidad.
–Cambiarse el nombre es una tradición de la ciudad, pero nada más –añadió. –No hay ninguna norma escrita. Algunos lo hacen, otros no. Haced lo que tenga sentido para vosotros.


Alyssa:

La dríade había estado centrando su atención en sus cambios, intentando encontrar algo sobre las flores y su aroma por si había algún modo de detenerlos. Entendía que era útil para protegerse, pero no dejaba de ser incómodo respirar ese olor dulce todo el tiempo, pero peor aún era el dejar un rastro de pétalos inacabable. No encontró nada, quizás porque el libro se centraba en otras cosas pero… ¿Qué haría si no pudiera hacer que pararan? La idea de tener que vivir con escobas barriendo su rastro de ahora en adelante no era precisamente una perspectiva de futuro agradable. Tenía que haber algo.

La conversación sobre cambiarse el nombre la sacó de ese tren de pensamiento, y también hizo que su atención se volviera hacia sus compañeros. Le pareció raro al principio: ¿Cambiarse el nombre? ¿Para qué? pero la interpretación de Adam al respecto le hizo volver a pensárselo.
Era verdad, ella misma ya no sabía si terminaba de verse como Alyssa pero… si tuviera que darse una nueva identidad, describirse… tampoco sabía responder a eso.

Con la parte de la transformación resuelta, sabiendo que iba a tener que pasar por la biblioteca para completar la información que le faltaba, se centró en la conversación que estaba teniendo lugar sobre la tradición de la ciudad. El joven meditó su respuesta unos segundo antes de hablar.

-Creo que entiendo esa tradición, Alec... Alasdair Craig - comenzó a decir, diciendo en voz alta y por primera vez su nombre completo en el tiempo en que llevaba en la ciudad,- no es... esto - se señaló a sí mismo.- No es un tremor, solo es un chico normal de Escocia, granjero, hermano, hijo. No es alguien capaz de provocar terremotos, solo alguien que querría volver a su casa con su familia.

>>Pero seamos realistas, no puedo volver a casa con estas pintas. El nombre de Alec ya no pega con mi nuevo aspecto - dijo resolutivo.- ¡Pero! También es verdad que no querría dejar de ser el Alec que siempre he sido y siento cierto miedo de que la Luna me cambie aún más. ¿Y si me convierto en algo como Setenta y Siete? - ese momento eligió su voz para temblar, revelando que aquel temor era mayor de lo que expresaba en voz alta.- Quizá lo más adecuado sea un sobrenombre, un apodo. Algo por lo que me conozcan en la ciudad pero para vosotros quiero seguir siendo Alec, durante el tiempo que pueda.

Agachó la mirada y se calló todavía pensativo acerca de aquella costumbre. Se preguntó si el cambio de nombre no sería también una forma de protegerse o proteger a las personas que querían ocultando quienes eran tras una máscara.

Sorprendentemente una decente mayoría decidió que querían cambiarse el nombre y la curiosidad no tardo en aparecer. Adam miró a los de opinión positiva, intrigado por los posibles nombres que podrían salir y, de hecho, el suyo propio también tendría que pensarlo.

Por encima escuchó que Kahlo iba a acercarse a un mercado hoy, un sitio que se sobreentiende hay gente, mucha. El ochrorio, para sorpresa de Adam, decidió acompañar a la varmana y comprendió sus motivos pero, ¿no era algo peligroso que fueran solos ellos dos? Estuvo a punto de ofrecerse a ir cuando el pegaso atendió a Alec. El escocés nombró a Setenta y Siete y Adam se estremeció. No lo culpó por mencionarlo así de pronto ya que Alec tampoco pareció librarse de aquellos temores. Lo que pasó aquel día fue una tragedia enorme.

Ese recuerdo lo decidió. Adam se acercó a Kahlo y su pareja, más cerca del último.

—Chicos, ¿os importa que vaya yo también? Para ser honesto, me da algo de miedo que marchéis solos —en mitad de su ofrecimiento el pegaso agarro a Chromsa fuerte de la mano, dedicando a Kahlo una mirada que gritaba “por favor”, esperaba que la varmana diese una respuesta positiva—. Intentaré averiguar más sobre lo que provoca mi “transformación”, así no os daré problemas por si cambio de cuerpo sin querer. A-además me interesaría visitar ese mercado, por curiosidad— dijo siendo consciente que los pegasos son algo más que caballos con alas en Rocavarancolia.

Kahlo no encontró mucha información en el libro sobre el efecto que provocaba en los demás. Ahora que lo decía, en la suya tampoco había demasiados detalles, pero el disgusto le había hecho pasarlo por alto.

-No te preocupes, seguro que hay una forma de que lo controles -le dijo para tranquilizarla. Podía ser un efecto molesto, cierto, pero supuso que podrían arreglarse ahora que sabían lo que era y de dónde venía.

Su intento de escaquearse de tener que explicar su transformación fue un éxito. La conversación siguió su curso y pasaron a hablar de salir a hacer un par de excursiones: el mercado y la biblioteca. Por un lado Luci sentía que debía acompañar a sus amigos, que no era buena idea separar al grupo; por otro lado estaba agotado. Habían ocurrido demasiadas cosas en una sola mañana y una vez resueltas las incógnitas más urgentes su cuerpo estaba empezando a apagarse. Necesitaba una siesta o caería redondo a mitad de camino. Bostezó ostentosamente.

-Lo siento mucho, chicos, pero creo que no podré acompañaros. Necesito echarme un rato -dijo. Así también podría darse un tiempo para asimilar algunas cosas. -No os importa, ¿verdad?

Si sus amigos no estaban muy convencidos de que se quedara haría el esfuerzo, claro. Aunque no se sintió culpable por usar su cara de sueño y ojitos de cordero para tener su aprobación.

Kolja y Alec se justificaron con una respuesta más profunda de lo que esperaba. Para ella sería algo artístico sin más, pero respetaba que para otros hubiera motivaciones más poéticas. Eso sí, la mención del lagarto le hizo fruncir el ceño.
—Setenta y Siete ya era un monstruo antes de la luna —respondió con seriedad—. Aquí nadie se le parece ni se le va a parecer nunca.

Le alegró que Chromsa quisiera ir y le sorprendió que Adam también se uniera. Claro que era por estar con el otro, pensó al ver como le sujetaba la mano, pero mientras no molestase ni la hicieran sentir una sujeta-velas… De todas formas ella iba a vender sus cosas y punto. Simplemente asintió. Ya era un logro que Adam no le hiciera el vacío, y otro más grande aún que la varmana no se lo hiciera a él.

—Claro —tampoco era quien para decirle que no, además, ir solo dos no era buena idea. No es como si por tener cuatro poderes incontrolables fuesen inmunes a los peligros que seguía ofreciendo Rocavarancolia—. Cuantos más seamos mejor.
El recuerdo de Adam cargando con ella hasta el palacete le rascó el fondo de la consciencia. Quizás hubieran tenido sus roces, pero el chico era de confianza. Solo esperaba no tener que repetir ninguna situación como aquella.

El sonido del bostezo de Luci le hizo mirar en su dirección. Quería preguntarle por su transformación pues era de los pocos que no la había dicho estando ella presente, pero ya lo haría luego, cuando no estuviera tan muerto de sueño. Le sonrió, estrujándole brevemente en un abrazo de un solo brazo.
—Claro que no, descansa. ¿Has elegido ya habitación? —le preguntó.
Echó un último vistazo al libro y otro a sus compañeros en un “¿vamos?” silencioso, dirección a las escaleras.
—Antes de ir podríamos cocinar algo, cocinar de verdad —sonrió con una pizca extra de ilusión, dirigiéndose en especial a sus acompañantes al mercado—. Y así descansamos y nos adecentamos antes de salir.

La explicación de Kirés sonaba lógica, y aunque no sabía lo que era un trasgo, sonaba poderoso y aterrador. La verdad es que era algo con lo que contar, y no solo por si la atacaban: suponía que ser resistente a la magia era un arma de doble filo, y que los hechizos de sus aliados también podrían tener ese efecto. Adiós a volar con la levitación, o a curarse con magia de manera fácil y rápida. Marcó la página en el libro con el papel que le había dado Luci, por si más adelante querían leer más poderlo tener localizado.

«Tus muertos», no pudo evitar pensar cuando Alec mencionó a Setenta y Siete. ¿Es que acaso no tenía ninguna otra comparación? Él había sido un monstruo desde antes de que la Luna saliera, y no quería saber en qué podía haberlo transformado esta. Ella misma había dudado de si matarlo la había dejado a su altura, pero cuando supo de todas las atrocidades que había hecho a sus excompañeros de torreón aquellas dudas dejaron de volver poco a poco. Kahlo le dijo que nadie iba a ser como él, y Amira pensaba lo mismo.
—Dudo mucho que la Luna esta pueda convertirte de golpe en un piscópata, Alec — dijo con seriedad.

No tardaron en concretar planes, aunque Luci parecía preferir quedarse y descansar. Amira se disculpó de no ir, alegando que no quería pasearse por media ciudad con un caballo al que todavía no conocía demasiado ni sabía como evitar que le fuera dando coces a la gente. No era mentira, pero tampoco toda la verdad: necesitaba algo de tiempo a solas, pero prefería no mencionar aquello.

Hicieron algo de comer, que le supo a gloria. Aquella cocina era una maravilla comparada con la del torreón. La comida sabía hasta mejor, simplemente por el hecho de comerla allí. Todos aquellos lujos eran algo que en la Tierra había supuesto, y que ahora se le antojaban algo casi superfluo, poco necesario. Mientras sus compañeros se preparaban para irse, aprovechó a apuntar su nombre en el libro. Parecía que la mayoría iban a quedarse allí, y no quería vivir sola en la Sede.

Tal como había explicado Kirés, al parecer Lethe había hecho imposible que su herida se curara con solo mirarla. -Anda, que interesante- dijo cuando terminó la explicación el enderth. Después siguió respondiendo a las preguntas del grupo hasta que llegó a la que le había hecho el ochrorio. -Entiendo. Muchas gracias.- contestó al veterano mientras pensaba en las implicaciones de aquello. Todavía no lo tenía claro si lo haría, pero si podía dejar su verdadero nombre presente y utilizar otro para quien no tuviera confianza tal vez se lo pensaría. Seguramente no sería por un motivo tan importante como habían argumentado Kolja o Alec (o mejor dicho Alasdair. Nunca se le habría ocurrido que el nombre del escocés fuera un diminutivo), pero la idea no le parecía mala en absoluto...

Y entonces el escocés mencionó a Setenta y Siete. Después de unos meses no se esperaba que volviera a salir ese nombre, aunque desde luego no había olvidado todo lo que había causado incluso indirectamente. Se unió a las palabras de Kahlo y Amira intentando transmitirle un poco de positividad: -Exacto. Con o sin cambios, el Alec que conocemos nunca va a parecerse a ese maldito lagarto. Estoy seguro de ello.-

La petición de Adam le pilló un tanto desprevenido teniendo en cuenta de que, si ya había sido distante con el grupo ultimamente, con Kahlo había sido de la que más se había alejado. Tal vez fue la mano que le tomó, la mirada a la varmana o las intenciones que quería ver en sus palabras teniendo en cuenta lo que había pasado con Kolja, pero no pudo mirar también a Kahlo rogándole por que le dejara ir con ellos. La respuesta le sacó una cálida sonrisa que compartió tanto con ella como con su pareja antes de decirle: -Te puedo ayudar a buscar si quieres. Seguro que algo encontramos allí.-

En cuanto vieron que Luci estaba muy cansado, decidieron comer algo antes de hacer las salidas propuestas. Antes de bajar al comedor, el ochrorio cayó en la cuenta gracias a Kahlo que todavía no tenía una habitación, así que se dispuso a elegir la suya. En cuanto encontró la de Adam, se metió sin pensarlo en la habitación que estaba a su lado tras comprobar que no tenía dueño. Era una habitación pequeña pero acogedora, similar a las otras que había visto de camino a la planta superior. Dejó sus cosas en la cama y salió teniendo la sensación casi asegurada de que un taburete se había movido ante sus ojos. Al salir vio como en la placa de la puerta ahora aparecía su nombre y, sonriendo, bajó finalmente. -(Dulce nuevo hogar)- pensó animado.

La comida sabía distinta, mucho mejor que cualquiera que habían hecho en Silente. Entre eso y que tenía hambre, no tardó demasiado en acabar su plato. Después de que todos terminaran de comer, se preparó para la salida con bastante rapidez y esperó al resto. Tenía muchas ganas de explorar la ciudad ahora que tenían menos riesgos.

Kolja viendo que no había más replicas y tras las palabras del hombre pájaro dejó estar el tema de los nombres, por lo menos de momento, de todas formas no iba a cambiárselo en ese momento, necesitaba tiempo para pensar en uno.

Observó los efectos de la nueva capacidad de Lethe, lo de esa "maldición", era realmente curioso y definitivamente útil en una pelea, no pudo evitar preguntarse si funcionaría sobre heridas más grandes o con más de una.

Después la conversación empezó a derivar a los planes para el resto del día.

-Yo me voy a quedar también aquí, creo que descansaré un poco, o quizás le echaré otro vistazo a las estanterías, ahora que tengo magia me gustaría aprovecharla- intervino.

Ignoró completamente el tema de 77, ya eran suficientes los que habían respondido y prefería no pensar en ese lagarto asesino.

Bajó con el resto a comer, quería empezar a disfrutar de las instalaciones de su nuevo hogar cuento antes. Quizás lo siguiente que haría sería darse una buena ducha caliente.

Tal como comentó Chromsa, ciertamente no había nada que les impidiera simplemente tener dos nombres. Kolja y Alec así parecían quererlo de hecho. Y, aunque pudiera costarle al principio, prometió que acabaría usando el nombre que decidiera cada uno.

La clinger observó con incomodidad el pequeño experimento que Kirés ofreció a Lethe. Le pareció muy raro que alguien quisiera herirse para experimentar algo que le podía perjudicar aún más que la herida en sí. Pero, para ser sincera, le resultaba aún más raro que una capacidad como la descrita en el libro existiera. Pero, a pesar de lo que la inocente niña pudiera esperar, la experiencia le demostró que tal capacidad sin duda existía. Aquello le perturbó ligeramente.

Para distraerse un poco, atendió a lo que el resto comentaba. Unos cuantos parecían tener ganas de salir, pero ella claramente no estaba entre ellos. Entre lo poco que durmió las noches anteriores y el trajín de los últimos días, lo que más necesitaba en aquel momento era tomarse un respiro y relajarse.

Aunque todo fuera dicho, una buena comida no le iba a ir nada mal. Se unió al resto al menos para eso. Y la verdad es que fue un gran acierto. No solo disfrutó de la comida, sino que pudo apreciar mejor las comodidades de la nueva torre. Como buena dryfense que era, no era especialmente exigente en cuanto a comodidades se trataba, pero hasta ella supo apreciar la diferencia entre aquel lugar y el torreón que habían dejado atrás. Claramente suponía una mejoría.

Su poder funcionaba. Una pequeña sensación de satisfacción en su interior que tan solo se transmitió como un breve sonido de curiosidad fue su reacción a las palabras de Kirés. Dejó de mirar su herida enseguida en cuanto se lo pidió, comprobando además que desde ese momento el hechizo volvía a funcionar con normalidad. No se le había ocurrido antes, ¿pero qué pasaba si su poder fuese permanente? Al menos Kirés se había hecho una herida muy pequeña y no sería nada serio, pero la idea le provocó vértigo de pronto.
—Gracias por la ayuda —le dijo finalmente, decidiendo no reprocharle el que se hubiese herido tan alegremente.

No tuvo mucho tiempo de pensar en profundidad acerca de su nuevo poder, que a priori no le parecía excesivamente útil porque no pensaba meterse en peleas pero parecía que no iba a usarlo tampoco por accidente por lo que no importaba mucho, porque las conversaciones a su alrededor se llevaron toda su atención. Especialmente la indeseada mención a cierto lagarto psicópata por parte de Alec, que le hizo poner los ojos en blanco mientras sus compañeros con más tacto le explicaban por qué estaba siendo un merluzo sin lógica.

Le resultó muy interesante la explicación que el enderth le dio a Amira acerca de su recién descubierta resistencia mágica y, aunque le pareció más útil que su propio poder, en realidad podía tener también unas cuantas pegas. Si la chica se hería de gravedad… ¿les costaría mucho poder curarla con magia? Prefería ni pensarlo en ese momento, ni tampoco provocarle preocupaciones innecesarias en ese momento a la valkyria, que probablemente ya se habría dado cuenta por sí misma de todas formas.

Poco después abandonaron la planta superior para elegir cuartos, para lo cual Lethe tan solo esperó a que Kradko escogiese una habitación y entró en la contigua a la suya a la izquierda. No tenía nada que dejar allí en ese momento, pues los libros de la biblioteca seguían en la planta baja y planeaba llevarlos ese mismo día. Solo entró en la que ahora sería su habitación, le echó un vistazo rápido y salió. Al parecer eso había bastado para que el pomo se volviese rojo y su nombre apareciese en una placa como las demás. ¿Aquel edificio podía leer sus pensamientos o intenciones?

Kirés se despidió de ellos en ese instante, aunque la horus tomó nota de dónde quedaba su habitación por si necesitaba preguntarle algo. No es que planease molestarle con mucha frecuencia, pero ya que se había ofrecido a ayudarles y era el único otro enderth que conocía sentía cierta predisposición a mantenerse en contacto con él.

Aunque no se había pronunciado al respecto hasta ese instante, mientras ayudaba a algunos a preparar algo de comer expresó su intención respecto a qué hacer esa tarde.
—Si no os importa os acompañaré a ese mercado, pero me gustaría pasar por la biblioteca a devolver los libros. Solo sería un momento — dijo.