Torre Serpentaria

``'-.,_,.-'``'-.,_,.='``'-.,_,.-'``'-.,_,.='``

Sekk habia estado recibiendo varios mensajes durante la semana. Al principio habia más espacio entre ellos y hasta eran repetidos, pero poco a poco, con el paso de los días, habian cambiado. En cuanto a quien se los mandaba, habia poca o ninguna duda en quien podría sospechar. Una obsesiva atención sobre él, y una voz que le susurraba al oido sin que la persona que hablaba estuviera ahí. Una sombra paralela que le seguia por la calle, acechando y comentandole. Lo que en un principio sonaba un aburrimiento obsesivo desmedido, pronto parecia tornarse más y más corrupto. La desesperación se marcaba en las palabras elegidas, en las exigencias de los mensajes. En un principio habian sido bastante correctos, alguna puya, alguna provocación, nada fuera de lo habitual en el responsable quien parecia simplemente provocarle a enfurecer. Pero pronto cambiaron, eran invitaciones, a un lugar. La direccion ya la sabria de memoria, como cuando repetian un anuncio una y otra vez en la radio. Tan solo, que no podría desconectar estos mensajes tan fácilmente.
Luego, cambiaron incluso más. Habia cierta pleitesia tintada de desesperación, un rogar que era ajeno al remitente. Quizás otro de sus trucos, pretendia provocarle en persona. Si acaso le quedaba alguna duda y esperaba más, descubriria cuan bajo podría llegar el remitente a solicitar una cita en aquella dirección. La Espina Negra, lo habia llamado, aunque a mitad de la semana ya no la mencionaba y en los últimos días, el mensaje constante que recibia era una humillación abierta de alguién sin más opciones.

♚ Auxilium ♚ escribió:Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
[...]

Sekk había intentado con todas sus fuerzas ignorar los insistentes mensajes que no paraba de recibir desde hacía una semana, pero el tono de los mismos, cada vez más patético, no le ayudaba en absoluto. Al principio había pensado que era una de las estratagemas del cizaña (pues la identidad de su autor no era difícil de discernir) para hacerle estallar y que destrozara todo a su alrededor, pues las palabras que empleaba y las pequeñas puyas parecían indicar eso, pero a medida que pasaban los días se tenía que esforzar más y más por autoconvencerse de ello. «¿Estará en problemas de verdad?» se preguntaba a menudo, odiandose a si mismo por dedicarle sus pensamientos al xolnita. Una parte de él dudaba que no pudiera salir solo de cualquier lío en el que estuviera metido, a fin de cuentas sabía defenderse solo y la Luna le había dado bastantes herramientas para protegerse de los líos que era propenso a causar, pero otra no dejaba de pincharle sobre lo frágil que podía ser su excompañero de cosecha en realidad.

El berserker recordaba bastante bien como había cambiado para bien el pelimorado hacia el final de su cosecha y en el fondo creía que una parte de ese Roaxen seguía oculta bajo varias capas de aquel carácter odioso del que ahora hacía gala, pues él mismo era un buen ejemplo de lo que aquella luz roja le podía hacer al carácter de las personas, pero nunca lo había dicho en voz alta.
—¡Bastante tengo con lo mío, joder! —estalló al final, destrozando el muñeco de entrenamiento con el que estaba practicando de un puñetazo cuando su tren de pensamientos descarriló. Su fuerza de voluntad era mucho más férrea que hacía unos meses, sin embargo, y su pequeña rabieta solo quedó en eso, pero visto que no podía seguir así recurrió a su último recurso: Irianna.

Jace era un buen amigo, pero tratar aquel tema con él no era buena idea porque eran igual de temperamentales, así que el intara había decidido confiar en el buen juicio y la serenidad de la nebulomante. De poco sirvió, sin embargo, pues aunque la bruja trató de disuadirle por todos los medios la conversación solo sirvió para que el rubio decidiera que no podía dejar en la estacada al gilipollas de Roaxen solo por ser gilipollas.
—Estaré bien, de verdad —trató de tranquilizar a su amiga cuando se separaron en la puerta de la torre Serpentaria (ella había quedado con alguien en la taberna)—, si algo sale mal me iré de allí y le partiré las piernas si intenta evitarlo —aseguró con una sonrisa cansada—. Te llamaré en cuanto acabe, ¿de acuerdo? —prometió mientras se alejaba calle abajo, despidiéndose con la mano de la idrina antes de arrebujarse en su chaqueta y poner rumbo a la dirección que recordaba de los primeros mensajes.

Continúa en La Espina Negra.

Neil le sonrió a Naeleth cuando esta le dijo que podían terminar por el día. El aurva estaba profundamente agradecido con la bruja por estar ayudándole con el dominio. Al principio cuando le había solicitado ayuda, Neil había pensando que simplemente le daría algunas directrices, pero le estaba ayudando más de lo que se esperaba.

El brujo cerró contento el cuaderno de cuero en el que había estado cogiendo notas satisfecho con su trabajo del día y se lo colgó del cinturón, acariciando este con cierta nostalgia. Llevaba algún tiempo reflexionando sobre como cada vez estaba más en paz con la idea de quedarse en Rocavarancolia y no volver a Sinhdro y no solo por Adru, quien claramente estaba encantada con la ciudad, sino por iniciativa propia. La realidad era que ya no sufría aquella situación como sí lo había hecho al principio. Aunque también era cierto que todavía le entristecía pensar en sus padres y en cómo estarían sufriendo la desaparición de su edeel y la suya.

Enrollando la cadena entre sus dedos con nerviosismo se dispuso a exponerle sus dudas a Naeleth, pensando que quizás ella al llevar más tiempo en la ciudad podría tranquilizar sus inquietudes.

- Naeleth, no quiero ser entrometido y entenderé si no quieres contestarme, pero quería saber si todavía echas de menos tu mundo de origen- comenzó a preguntar tímidamente-. Es que yo cada vez lo echo menos de menos, ¿sabes? Ya casi no pienso en Sinhdro ni en volver y no sé. ¿Es eso malo? ¿Está mal que lo olvide tan fácilmente? Todavía echo de menos a mis padres, pero sobre todo me siento triste por cómo estarán sufriendo nuestra pérdida. Ni es que quiera volver con ellos o no hacerlo. Aunque tampoco es que sea una opción ni quiero que lo sea. No es que ya no les quiera, pero no entenderían lo que ahora somos, sobre todo porque ya no somos los mismos. Ellos no podrían venir tampoco ni nosotros volver. ¿Está mal que esté de acuerdo con eso? ¿Que me parezca bien? No sé. Se siente un poco mal estar tan bien con todo cuando ellos deben estar sufriendo tanto.

La bruja giró su rostro hacia Neil cuando empezó a hablar y esperó pacientemente a que terminase. El chico parecía algo nervioso por como se expresaba y lo mucho que había dicho de golpe. Naeleth adoptó actitud pensativa cuando acabó, antes de responderle.
—En realidad creo que tu experiencia es bastante universal entre los transformados —le aseguró—. A fin de cuentas la Luna saca nuestro auténtico ser y no podríamos ser felices si no fuese así. Echo de menos a mi familia a veces, pero no volvería a irme a Nubla por nada del mundo. Aquí he dejado de ser la niña débil que era antes.

Hizo una pausa y prosiguió mientras daba algunos pasos por la habitación.
—La situación de los mundos en los que no se eliminan los recuerdos sobre los cosechados y no saben de la existencia de Rocavarancolia es bastante trágica...
La bruja del hielo se detuvo y elevó de pronto un rostro reflexivo hacia Neil.
>>Si pudieras evitar que sufrieran, ¿lo harías sin importar lo que eso signifique? Porque yo... Podría hacerlo.
Quiso dejarle digerir las palabras, si el propio aurva no se daba cuenta de lo que estaba proponiendo se lo diría.

Neil se tranquilizó con las palabras de Naeleth. Le había angustiado bastante pensar que no estaba siendo justo con su mundo de origen. Por un momento incluso había pensado que lo correcto sería rechazar su magia y su dominio para volver a Sinhdro, pero no había visto que nadie compartiera esa idea y por supuesto jamás haría nada que significara separarse de Adru.

- Bueno, no lo se. Quiero decir, ¿qué es sin importar lo que signifique? No significaría alejarme de mi edeel, ¿verdad?- preguntó con duda. Realmente quería que sus padres dejaran de sufrir, pero aparentemente era más egoísta de lo que había pensado porque no lo quería a cualquier precio.

Naeleth negó con la cabeza componiendo una leve sonrisa.
—Claro que no. Lo que quiero decir es... Puedo hacer que os olviden. Hay mundos como Ulterania, La Tierra y otros en los que el cosechador tiene que borrar todo rastro del cosechado por seguridad. No se hace en Sinhdro para ahorrar el gasto mágico porque no lo consideran necesario. No lo es para Rocavarancolia, pero para los familiares y amigos de los cosechados... Es terrible. Yo puedo hacer eso a una escala más pequeña que los cosechadores: puedo acceder a la mente de vuestros familiares y borrar sus recuerdos sobre vosotros. Sería... como si nunca hubieseis existido. Y no se puede sufrir por lo que se desconoce.
Miró a Neil inquisitiva. ¿Qué pensaría el aurva de aquella propuesta?

- Oh - exclamó suavemente cuando Naeleth le explicó lo que estaba ofreciendo.

Una vez planteado, al aurva no le sorprendió que eso fuera posible e incluso una práctica común en esos mundos en los que no se borraba el rastro de los cosechados. Ciertamente, era la mejor solución que podría encontrar porque como bien había dicho la bruja, no se puede sufrir por lo que se desconoce, así que si sus padres los olvidaban no sufrirían la perdida de Adru y de él. Y eso era precisamente lo que había deseado, pero no podía evitar entristecerse por la cruda realidad. Para que no sufrieran tendrían que olvidarles. Sus padres los olvidarían por completo, pero ellos seguirían recordándolos. Aquella realidad era bastante triste.

- Entonces... Tú podrías, ¿hacerles olvidar? ¿Y no recordarían nada de nosotros? ¿Ni que tuvieron una hija edeel? ¿Todas las experiencias? ¿Todas las vivencias y conversaciones? ¿Los cumpleaños, los regalos, las cenas, las comidas, los juegos, los trabajos... todo?

Estaba claro que Neil había comprendido la magnitud de su propuesta, tal y como había sido su intención al planteársela poco a poco.
—Eso es —respondió cuando el aurva terminó de hablar—. No recordarían ni lo bueno ni lo malo. Todo eso lo perderían. Pero dejarían de sufrir. Adru y tú tenéis que decidir qué preferís. Yo puedo hacerlo, no tenéis que pagarme por esta vez, es un ofrecimiento de amiga —añadió sonriendo.

- Antes que nada, muchísimas gracias por el ofrecimiento. Es algo que seguramente lleva muchísimo gasto mágico y significaría mucho que hicieras eso por nosotros - comenzó agradeciendo Neil-. Pero, ¿te importaría si lo consulto primero con Adru antes de decirte nuestra decisión? No me gustaría adelantarme. Creo que mi edeel comparte mi angustia sobre el sufrimiento de nuestros padres, pero querría que me diera su opinión antes de aceptar definitivamente.

El brujo no creía que Adru se negara, pero, de la misma manera que a él le dolía un poco la idea de que le olvidaran, a su edeel podría no gustarle y al fin y al cabo eran mucho más padres suyos que de Neil. Tenía que ser el gamusino quien tomara la decisión definitiva.

Despidiéndose de Naeleth, el brujo puso rumbo a la sede reflexionando sobre el borrado de memoria y cómo se lo iba a plantear a su edeel.

Kimbra no tardó en encontrar a sus amigos en la sala de la torre. La demonio no había tardado en deducir que uno de ellos sería la persona más adecuada para llevar a cabo el trabajo que les iba a encomendar, confiando en su eficacia y diligencia. La engendro se había sorprendido a sí misma sintiéndose algo ansiosa desde que el plan había comenzado a formarse en su mente. Había sabido que esa necesidad era una posibilidad en un futuro próximo, dado todo lo que había leído sobre su transformación, pero no pensó que la simple idea viniera acompañada de un placer burbujeante en su interior, solo comparable a cuando sus garras removían las vísceras de un cadáver, aunque todavía lejos del placer que sentía cuando dichas vísceras estaban todavía calientes y palpitantes.

Con determinación, Kimbra se plantó delante de sus amigos llevando en su mano un fardo de cuero que contenía, entre otras herramientas, un puñado de limas de distinto gramaje.

- Vengo a haceros una petición - comenzó -. Tengo la intención de limar mis dientes hasta que se asemejen a los de Ámarok. He intentado hacer el trabajo yo misma, pero me resulta bastante complicado y aparatoso. He pensado que quizás pudierais ayudarme.

En realidad, la demonio también había buscado en el mercado quien pudiera hacerle el trabajo, pero, aunque los precios era algo que podía permitirse, prefirió guardarse sus ahorros e invertirlos en su creciente investigación sobre la doma.

En el mismo momento en el que extendió el fardo a sus amigos, se oyeron unas pequeñas garras bajando a la carrera por las escaleras y no tardó en aparecer a través de la puerta un colaespina de color gris atigrado con cara furiosa y enseñando los dientes. Kimbra giró la cabeza en su dirección y sus ojos parpadearon en rojo haciendo que el animal se quedara quieto. A la krabelinense no le había resultado difícil aprender a poner en tensión su cuerpo de forma deliberada para que sus ojos se volvieran rojos a placer. Al fin y al cabo, generaciones de Hijos de Luna kepryna que habían elegido kerlax como montura habían entrenado a esas mismas bestias a no erizar el pelaje de sus lomos cuando se sentían amenazados si estaban siendo montados por sus dueños para evitar herirle. Engañar a su mecanismo de defensa vestigial tensionando su cuerpo y haciéndole creer que hay peligro para que se active y enrojezca sus ojos había sido más que sencillo y había comenzado a usarlo como señal no verbal en el entrenamiento. Por el momento, estaba funcionando bastante bien con el colaespina, ya que era con él con quien estaba probando y experimentando con los distintos tipos de doma y las variadas técnicas que estaba aprendiendo y creando, puesto que Ámarok era ya tan dócil a sus enseñanzas que cualquier cosa nueva que le quisiera mostrar no requeriría más de una conversación unilateral para que se asentara en su mente.

El colaespina, todavía carente de trabajo y de disciplina, no toleró estarse quieto mucho tiempo y avanzó hacia su dueña con un pequeño trote mucho menos amenazante que la carrera anterior, pero todavía chillando con cierta irritación. Con agilidad, trepó por la pierna y la espalda de la engendro hasta posar sus patas delanteras en su hombro manteniéndose sujeto gracias al apoyo de sus patas traseras en su espalda y comenzó a bufar en dirección al berserker y el dullahan.

- Ya basta - ordenó tajante la demonio y el animalito gimió angustiado por el regaño y se deslizó hasta el suelo de nuevo enroscándose en las piernas de su dueña y mirando a los desconocidos desde detrás de sus botas-. Posiblemente seáis los primeros no animales aparte de mi con los que tiene contacto. Por ahora no le gustan mucho las personas, pero va a tener que acostumbrarse.

La hija de lunas había querido comenzar a entrenar el contacto con otras personas en él esa misma mañana, abriendo la puerta de su habitación y levantando los hechizos de insonorización y aromas falsos para que el colaespina pudiera comenzar a reconocer los sonidos y olores de la torre y empezara a explorar por su cuenta. Aparentemente, había sido bastante abrumador para él, ya que lo primero que había hecho había sido esconderse entre las protectoras patas de Ámarok a quien claramente reconocía como el líder de su manada o, al menos, segundo al mando, si las respuestas hacia ella eran esclarecedoras. Kimbra había sospechado que, a diferencia de cuando cazaba en la plaza con todo un grupo de su especie respaldándole, en ese momento, saciado de alimento y en inferioridad numérica, veía a las personas de la torre como una amenaza a la que no valía la pena enfrentarse siempre que no atacaran a su manada, y no con la curiosidad animal que ella había esperado. Dada la situación actual, parecía que finalmente había sentido a su manada amenazada y había reaccionado en consecuencia. Kimbra suspiró resignada. No era lo que ella había esperado y mucho menos querido, pero podía trabajar con ello.

Sekk tamborileó con los dedos sobre la mesa mientras observaba con ojos inquisitivos la nube de humo que era el rostro de su amigo. Llevaban un rato jugando al póker, un juego de la Tierra que el dullahan había tenido a bien enseñarle, pero el berserker no había tardado mucho en averiguar que enfrentarse a alguien sin cara era un auténtico coñazo. Tenía que guiarse por los gestos corporales del americano para saber que tan buena o mala era su mano y aunque creía conocerle bastante bien lo cierto era que su inexperiencia en el juego no le ayudaba en nada.

La repentina aparición de Kimbra en el salón les distrajo momentáneamente del mutuo escrutinio al que se estaban sometiendo. La demonio rakshasa parecía tener una petición que hacerles y el intara, dado que su última mano era una mierda, se sintió aliviado por tener una excusa para lanzar sus cartas boca abajo y dar por finalizada la partida.
—¿Quieres que te ayudemos a llimarte los dientes? —inquirió tras las palabras de la krabeliense, no sabiendo si extrañarse o no mientras intercambiaba una mirada con Jace (??). La Luna Roja había acentuado las ya de por sí peculiares rarezas de su amiga y afilarse la piñata no era una solicitud tan descabellada viniendo de ella, pero aún así el ulterano dudaba.

Sekk se rascó la nuca pensativo, frunciendo el ceño ligeramente mientras reflexionaba sobre lo que implicaba una modificación corporal de aquel tipo sobre una persona con una dentadura como la de Kimbra. La rakshasa, mientras tanto, dejó un fardo pesado sobre la mesa que presumiblemente contenía las herramientas necesarias para el trabajo, pero antes de poder decir nada al respecto una rata erizada de púas apareció correteando desde las escaleras con cara de pocos amigos.

El berserker, tenso como la cuerda de un violín ante la repentina interrupción, observó la escena en silencio, relajándose poco a poco a medida que comprendía que la hija de las lunas lo tenía bajo control y que aquel bicho no era una amenaza.
—Si que se le nota el aislamiento, si —rió por lo bajo, agachándose para verlo mejor mientras le dedicaba una sonrisa de tiburón—. ¿Donde lo encontraste, Kim? Creía que los colaespinas siempre se movían en manada… —se interesó con genuina curiosidad, enderezandose de nuevo para atender a la respuesta.

La mano de Jace era una puta pena, pero bien podía estar partiéndose en su cara que el ulterano no lo sabría. De vez en cuando soltaba una maldición mental "sin querer" para confundirle o bien guardaba el más absoluto silencio. Jugar a cualquier juego de mesa sin tener que preocuparse por lo que delatara su cara hacía que los piques fueran más divertidos. El dullahan deshizo la pose de sobrado que había adquirido recostado contra el sofá y dejó su mano a la vista en la mesa cuando Kimbra bajó por ayuda: tenía una mísera pareja de 2.
La petición de la krabelinense podría haberle extrañado más de no ser porque venía de ella y la conocía lo suficiente. Le devolvió la mirada a Sekk aunque este no tuviera manera de saberlo.

«Bueeeeno... Yo le limo el pico a Pollo» comentó. «Se le pone jodidamente largo a veces, peroooo no sé si es lo mismo que meterse con la boca de una persona.»
Había hecho cosas muy raras a lo largo de su vida, pero limarle los dientes a una amiga todavía no estaba en su lista. Examinó sin vergüenza el paquete de herramientas que había dejado, pero la bajada del colaespina le interrumpió con las manos en una lima que se apresuró en soltar para señalar a Sekk.

«Cómetelo a él primero» si el berserker le miraba mal se encogería de hombros. «¿Qué? Tú estás más bueno.»
El animal era otra ¿mascota? (no sabía muy bien como clasificarlos) de Kimbra, y aunque hubiese bromeado antes y ahora observase como le escalaba por encima cual reptil, lo cierto es que su humo se había solidificado a punto de formar su kukri, una de sus armas vinculadas, en caso de tener que cargarse al bicho ese. Agradecía que no fuera el caso.

«¿No querrás que le limemos los dientes a Ratatouille también, no?» rio, atento a la criatura.

- Sí- contestó a la pregunta de Sekk-. Si no os veis capaces u os negáis por cualquier razón, podáis exponerla o no, lo entenderé. He barajado otras posibilidades y puedo acceder a ellas de ser necesario. Mi predisposición a pedíroslo a vosotros primero se debe a que me sentiría más cómoda si sois vosotros los que lo lleváis a cabo. Pero, como he dicho, no estáis obligados- expuso con tranquilidad.

La demonio esperaba que aceptaran porque no mentía al decir que su comodidad era un factor importante para ella en el proceso, pero no por encima de la de sus amigos, por lo que si no estaban de acuerdo seleccionaría alguna de las otras alternativas que había a su disposición.

- No estoy familiarizada con la dureza del pico de la especie concreta de Pollo, pero posiblemente sea un proceso similar. Probablemente el ángulo de alguno de los dientes sea lo que mas complicación pueda dar.

La krabelinense miró de reojo al colaespina que seguía enredado entre sus piernas claramente deseando sisear a los desconocidos pero no atreviéndose a ganarse otra reprimenda.

- Lo cacé en la plaza donde suelen habitar. Esa que está cerca del mercado y suele ser un punto de recogida de cestas de cosechados. Necesitaba a un animal de sus características para practicar las distintas técnicas de doma que estoy aprendiendo y creando y me pareció el más adecuado. Todavía es un poco arisco en el trato, pero está respondiendo bastante bien al proceso-. Al ver la actitud de Jace ante el animal, Kimbra se obligó a aclarar-. No le tenéis por qué tener miedo. En si situación en este momento no puede haceros daño. Puedo bloquearlo con la suficiente rapidez si se os lanza y todas las mañanas le extraigo las púas más gruesas para evitar accidentes. Es una medida de seguridad, pero también lo estoy guardando para estudiar su utilidad alquímica, si es que la tiene. Probablemente lo consulte con Eara o Irianna o se los ofrezca directamente. Sé que tienen cierto conocimiento base de alquimia. No es como si tuvieran algún tipo de veneno que pudiera usar yo misma, aunque la recarga sería tan mínima que no valdría la pena. Además, no estoy tan inclinada a los venenos como a otros fluidos... pican.

Kimbra se cohibió un poco ante la admisión, pero se distrajo rápidamente para recoger al animal del suelo y forzarle a que abriera la boca, estudiándola con interés. Hasta que Jace no había preguntado, no se había planteado aplicar modificaciones corporales a sus bestias, aunque en todo caso sería algo que haría ella misma.

- No, creo que él está bien por el momento- contestó tras el corto estudio, dejando al animal sobre la mesa e ignorando el nombre que le había dado el humano, pensando que sería el nombre técnico de una especie similar terrestre. El colaespina, al verse tan cerca de los desconocidos, corrió de nuevo a esconderse tras las piernas de su dueña, bufándoles de nuevo pero callando al instante ante la mirada enrojecida de la demonio.

Sekk fulminó a Jace con la mirada cuando este le ofreció a él primero como aperitivo, limitándose a soltar un bufido en respuesta mientras ignoraba el supuesto piropo que le dedicó a continuación para justificarse. La pareja de doses que el otro había desechado hacía apenas unos instantes tras mantener una fachada de sobrado durante toda la partida podría haber sido más insultante si la mano del berserker no hubiera sido aún peor.

La voz de la krabeliense le devolvió a la realidad de forma abrupta, centrándole de nuevo en el tema que les ocupaba, y ante sus afirmaciones el intara creyó que la demonio había malinterpretado un poco su pregunta. Antes de poder decir nada, sin embargo, se volvió al colaespina y el ulterano escuchó con atención todo lo que tenía que decir al respecto. Lo del veneno le hizo especial gracia, pues ver a su amiga cohibida por algo era ciertamente inaudito, pero no comentó nada al respecto y se limitó a sonreír mientras la hija de las lunas le revisaba los dientes al roedor erizado.
—¿No tiene nombre? —preguntó en cierto momento, alcanzando la lima que había soltado el americano para echarle un vistazo mientras observaba de reojo los movimientos del animal.

Aquel dato en particular le interesaba, pues no referirse al colaespina por un mote aunque fuera se le antojaba extraño, pero antes de irse por las ramas con aquello volvió a la petición original de Kimbra.
—En cuanto a lo de los dientes… no es que me de especial reparo ayudarte ni nada. Lo que me preocupa es el tema de usar limas, la verdad… ¿no hay algún método menos abrasivo? —inquirió dubitativo—. A los ulteranos los dientes nos crecen muy rápido, pero por lo que tengo entendido no es así en otros mundos vinculados. Vuestras dentaduras están hechas para durar mucho tiempo, ¿no? ¿Limartelos así no te destrozara el esmalte? —preguntó, ladeando la cabeza—. ¿Y si tocamos el nervio por error? Eso tiene que doler un huevo... —opinó con una mueca.

A Jace se le escapó alguna que otra risita por la seriedad habitual de Kimbra, quitándole importancia a su petición formal con un gesto de mano.
«Va mujer, no te rayes. A mi no me da cosa y al Mister Hulk aquí fijo que tampoco.»

En realidad Jace no tenía ni pajolera idea de dentistas y tampoco es que fuera un tema que ahora le preocupase. Desde que no tenía cabeza las caries habían pasado a preocuparle tanto como le preocupaba la inflación de la bolsa peruana. Se reclinó para ver mejor al colaspina, riéndose de nuevo al ver que Kimbra le revisaba los dientes en serio al animal.

«Oye, yo creo que Ratatouille es un nombre polludo» volvió a echarse para atrás con el bufido del mismo. «O a lo mejor algo con más gancho, como Malaspulgas. ¡No porque las tenga!, no me malinterpretes» rio. No necesitaba que Kimbra se pusiera a desparasitarlo ahí delante. «... Porque no tiene, ¿no?»

Sekk tenía un poco más de cabeza que el americano (no solo literalmente) y puso sobre la mesa cosas que él no habría tenido en cuenta ni de coña estando solo. Estiró las piernas mientras se rascaba el cuello de la camiseta, pensativo.

«Ostia, eeeeso es verdad. A Pollo el pico le sigue creciendo cada poco, es como las uñas, asi que si no se lo limo mucho no hay problema. A veces no hace ni falta, lo gasta él solito. No es la misma movida» se encogió de hombros con aire divertido cuando Sekk le metió en el mismo saco, señalándose el humo como un tonto. «Eh, yo ya no tengo piños. Pero sí, esa mierda duele. ¿Y si usas magia? A ver, si no tocamos nada jodido lo mismo no pasa nada. Si te lanzas un hechizo de curación o algo, ¿no se regenará el esmalte? No soy un experto, ojo.»
Jace soltaba ideas, aunque al igual que con el tema de salud dental, su experiencia con magia era escasa.

Kimbra frunció el ceño mirando al colaespina cuando Sekk preguntó si el bicho tenía nombre, no habiéndose planteado la posibilidad hasta ahora.

- No, no lo tiene. No había pensado en ello, en realidad. Exceptuando a Ámarok, no he tenido una bestia el tiempo suficiente, ni aquí ni en mi tiempo anterior a Rocavarancolia, como para nombrarlo como compañero. En un principio, el colaespina iba a ser un mero experimento, pero es un animal bastante curioso con una dinámica interesante, así que hay una posibilidad de que lo mantenga más tiempo del pensando en un principio así que supongo que sería conveniente buscarle algún nombre-. Kimbra miró fijamente al bicho mientras se replanteaba los nombres que había aportado Jace-. No sé lo que es un "ratatouille" y tampoco estoy segura de qué tendría que ver el carácter de sus pulgas con él, pero la verdad es que prefiero esas opciones a tener que pensar un nombre yo misma. No estoy segura de poder dar con el adecuado. Si tenéis alguna preferencia, podéis elegirlo vosotros. Y no, no tiene ningún parásito. Su salud es excelente.

Independientemente de las razones por las que había cazado al colaespina no pretendía mantenerlo enfermo o sin preocuparse por su salud, por lo que su alimentación y cuidados eran óptimos.

- He investigado sobre el proceso y por lo que he podido leer el limado sería el método más eficiente y sencillo. Además, he dado con una receta alquímica lo suficientemente sencilla como para que yo pueda hacerla a pesar de mis limitados conocimientos alquímicos que ayuda a mantener el esmalte de los dientes y fortalecerlos. Según tengo entendido, es un brebaje muy popular entre los individuos que realizan este tipo de prácticas y totalmente inocuo- explicó, entendiendo la preocupación de sus amigos pero asegurándoles que no había peligro alguno-. Y respecto al dolor, tenía pensado el uso de un hechizo anestésico que me permita evitar posibles molestias o dolores. En realidad no creo que sea necesario, pero así evitaré algún tipo de movimiento involuntario o sobresalto si pasa cualquier cosa.

A Sekk se le escapó un bufido divertido cuando la demonio rakshasa se tomó de forma literal el apodo que el dullahan le había puesto al colaespina, escondiendo la sonrisa tras el dorso de su mano por mera educación. A aquellas alturas de la vida el intara estaba más que acostumbrado a las salidas de Kimbra, pero no podía evitar que de vez en cuando le pillaran por sorpresa y con la guardia baja.
—Yo creo que Ratatouille le va genial —opinó entremedias, jugueteando con la lima entre los dedos—. Si no me equivoco es un plato de verduras al horno de la Tierra, pero sonar suena bien y dudo que a nadie le importe ese detalle. —aclaró con una sonrisa divertida.

En cuanto a lo de los dientes la krabeliense parecía tenerlo muy claro y no se echó para atrás tras su argumento. Ya había pensado en lo del esmalte y decía tener algún potingue alquímico que solucionaría ese detalle, así que las objeciones que pudiera tener el rubio se habían disipado en el aire.
—Lo del hechizo anestésico suena genial, si —comentó, echando un vistazo al salón vacío mientras se ponía en pie—. ¿Dónde vas a querer hacerlo? —preguntó con tono de resolución. Cuanto antes se pusieran con ello antes se lo quitarían de encima—. Dudo que aparezca nadie por aquí en un rato y aquel sofá parece un buen sitio. —comentó, señalando un lateral de salón con la lima que aún tenía en la mano.

El berserker seguía creyendo que un hechizo de moldear materia orgánica era mucho más rápido y seguro, pero tampoco iba a insistir si la hija de las lunas prefería el método abrasivo. La única decisión que podía tomar en aquel asunto era la de ayudar o no a la morena, y Sekk no era de los que dejaban tirados a sus amigos.