Torre Serpentaria

Pelusa se relajo un poco al saber que esa "maquina de coser" era de fácil uso pues realmente tenía ganas y curiosidad por usarla. Lo de que ahorrase tiempo le era especialmente llamativo, pues aunque ella cosiera y remendase rápido si iba a tener que hace mucha ropa seria de gran ayuda. <<Voy a poder seguir ayudando con los remiendos y demás en la ropa del resto, y tal vez si sobran telas hacer algo con ellas si me da permiso >> pensó Pelusa con ya algunas ideas. No tenía mucha idea de diseño pero estaba segura que aprendería bastante de eso con Dama Isis y pelusa le agradaba aprender cosas nuevas que la mantuvieran ocupada.


Vio a Dama Isis era bastante agradable y de fácil trato. Incluso calmo la inquietud de Rox respecto a su habilidades y respondió a su pregunta sobre los cambiantes. Miro a su compañero al saber que había dos mas aparte de el. Escuchar que uno de esos cambiantes trabajaba en un burdel hizo que alzase una ceja curiosa <<¿Hay burdeles aquí también?>> se pregunto no tan sorprendida como cabía esperar. Era como el primer oficio del mundo o algo así. Pelusa había vivido un tiempo en uno sirviendo así para ella sonaba muy normal. <<Una cambiante en un burdel...ya imagino ya >> no había que ser muy listo para imaginarse que seria bastante cotizada. Pelusa no tendría interés algunos en sexo, pero  sabia unir cabos con facilidad ante lo evidente. <<Bueno al menos si Rox alguna vez quiere tratar con sus semejantes sabe quienes son >> pensó sin darle muchas mas vueltas, pues ella sencillamente solo había sentido curiosidad.

Tras ello se centro en los papeles que puso Dama Isis frente a ambos y lo datos que pedía, empezando a rellenarlo. No dudo en poner la Sede como lugar donde estaban quedándose, incluyendo piso y puerta donde se encontraba. Mas si lo hizo cuando toco poner su transformación y nombre. Miró a Dama Isis por un instante, se mordió el labio inferior antes de decidirse a preguntar lo que se le pasaba por la mente.

-Puedo preguntar, ¿por que el "Dama"? Quiero decir, no conocí a mucha gente pero si he visto que el "dama" parece ser algo un tanto usual entre varios veteranos. ¿Significa algo en especial en Rocavarancolia? - tal vez su cuestión sonaba extraña a esas alturas, si seguramente lo era. Pero no es como si hubiera tenido oportunidad de preguntar eso antes a otras mujeres que poseyeran ese dama aplicado a su nombre. Pelusa se había presentado como Pelusa desde el momento que se había transformado a todo el mundo y no como Pam, no por nada en especial, sino porque Pelusa era el nombre con el que se había bautizado a si misma de pequeña y Pam, pues jamas pronunciaría ese nombre completo ni para si misma, era el que le había puesto su dueño.

Pelusa era su nombre escogido por ella.
Pam era el nombre escogido por su dueño.

Pero ahora ya no era esclava por eso escogió Pelusa como el nombre con el cual se presentaba, incluso si ya no odiaba el Pam era mas bien simbólico. Tampoco era ya mas un mono del queso como tal, así que el Pelusa tal cual le recordaba a eso, haciéndole pensar que seguía siendo solo eso. ¿Cómo podía unir a la Pelusa mona del queso, libre y sin dueño, con la Pelusa Spriggan? Habia estado pensando vagamente en eso durante esos días, pero simplemente no viéndole mucho sentido había decidido quedarse como estaba. Tal vez solo estaba pensando demasiado.

Rox atendió con un brillo en los ojos, dedicándole una breve sonrisa a Pam cuando Dama Isis le explicó sobre la máquina de coser, asintiendo disimuladamente para confirmar aquello que la joven decía. Él no tenía ni idea de costura, pero estaba seguro de que con máquina tenía que ser más fácil que a mano. Cuando la frivy volvió a dirigirse a él su sonrisa se ensanchó, acompañada de un fino rubor al sentir sus expectativas subir. Apretó las revistas entre sus manos; lo primero que haría al volver a Sede sería cambiar como loco.

Siguió los gestos de la chica con interés, con la vista concretamente en los cuestionarios. La parte referente a los cambiantes le hizo alzar cabeza, devolviendo la mirada al rostro de Dama Isis.

«En el burdel, ¿eh?» pensó, ocultando una sonrisa traviesa en un gesto torpe, leyendo sin leer el formulario que les acababa de tender la chica. El pequeño rubor que teñía sus mejillas era más de sorpresa que otra cosa. Aquel trabajo tenía mucho sentido, y Rox no tardó en imaginar porqué, asintiendo para si según lo pensaba. Aunque él no lo considerase como trabajo para él (y más bien le causase escalofríos), tenía que admitir que era muy buena idea para un cambiante. «Espero que le paguen bien. Y Dédalo… ¿ese no era el que voló muy cerca del sol y se le derritieron las alas? No, no, ese era su sobrino… o su hijo, no sé.»

—Va, Mephis y Dédalo —murmuró para quedarse con los nombres, preguntándose si alguno sería humano. Mephis sería localizable si tenía un trabajo estable, el otro… Rox sabía en carne propia, aún desde su punto de vista amateur, que encontrar a un cambiante no podría ser sencillo—. Gracias. Está bien eso de que no tengan antecedentes penales, sí —bromeó.

Tampoco le cundía la prisa, claro, sino la curiosidad. No quería presentarse a ningún veterano siendo un simplón que todavía necesitaba un espacio de media hora para recuperar su aspecto de siempre.

Rellenó el cuestionario según leía los apartados. “Nombre: Rox. Transformación: Cambiante. Puesto: dependiente” se detuvo un instante, finalmente añadiendo “modelo” entre paréntesis con una pequeña interrogación al final. Apuntó la localización de su cuarto en la Sede para el contacto y se quedó en blanco al ver el apartado de experiencia, sintiendo el gusanillo del nervio subir de nuevo. Se deshizo de él vendiendo la moto, describiendo su gusto por la moda, su empeño por aprender y su carácter extrovertido, pensando en las veces que había hecho de consejero para señoras aleatorias en tiendas de ropa o para sus propios amigos.

«Y puedo ser tu amante bandido, tan guapo como tú quieras. Y soy un sieso de mierda con los más monstruos de la ciudad y aún tengo problemas controlando mi puta sal» se mordió el labio para evitar una risa. «No, eso mejor no lo pongo.»

Apartó el papel en dirección a Dama Isis en lo que terminó, dirigiendo la vista a Pelusa, sin comprender del todo su pregunta. Al ver que no había rellenado el campo de su nombre, dudó.

—¿Te quieres cambiar el nombre, Pelusa? —ya se había fijado en esa ¿costumbre? de poner “dama” delante de nombres femeninos, y no la comprendía del todo. Desconocía si necesitabas un título o hacer algo para conseguirlo. Dama Isis sonaba bien, pero otros como Dama Espasmo se le antojaban de chiste—. Dama Pelusa… —soltó una risita—. Oye, me gusta como suena.

-Lo de ‘dama’ es simplemente una tradición que hay aquí. Algunas mujeres se lo ponen delante del nombre, pero no es obligatorio ni nada. Yo lo elegí para el mío porque me sonaba, no sé, muy rocavarancolés.

Dama Isis cada vez se sentía más parte de la ciudad que de su mundo de origen y quería reflejarlo en su nombre. Quería formar parte cuanto antes de la sociedad de Rocavarancolia, un engranaje en su resurrección.

-Oh, una cosa más, podéis recibir parte de vuestro sueldo en forma de productos frivys. Ya sabéis, ropa, calzado, productos de higiene personal, tecnología… Anotadlo en el cuestionario antes de dármelo.

Cuando los dos novatos terminaron de rellenar todo lo que había que rellenar recogió los cuestionarios y los miró por encima antes de meterlos en su respectiva carpeta.

-¡Muy bien, pues ya hemos terminado! A tí -señaló a Rox con el bolígrafo -ya te llamaré cuando tenga la colección para la sesión de fotos promocional. Y tú -señaló a Pelusa -puedes empezar pasado mañana a primera hora. Ven a buscarme a esta misma habitación y te enseñaré donde está el taller.

El comentario Rox ante su indecisión con que nombre poner en el formulario hizo que le mirase con suma atención por un instante, sacándola de sus pensamientos y el como en un instante, puso en voz alta su indecisión, en cuanto Dama Isis explico el significada del 'dama' en Rocavarancolia.

<<Dama Pelusa >> saboreo mentalmente el nombre dicho por Rox,  aun le sonaba extraño, no le disgustaba pero estaba aun insegura. No las tenia aun todas consigo incluso si creía que de algún modo tenía que unir todo lo que era ella ahora en un nombre no estaba aun 100% segura de hacerlo, así que simplemente puso pelusa en el formulario y miro a Rox.

-Me gusta pero....creo que aun tengo que pensar un poco en ello para decidirsme. Sonara un poco raro pero, eso del nombre si es importante para mi. Pero gracias Rox, me ha sido de mucha ayuda- susurro suavemente la niña rellenando el formulario también con los nuevos detalles añadidos por Dama Isis. Eso de poseer ropa de su mundo, calzado o productos de higiene le aprecia algo necesario y un buen añadido a su salario. El dinero era importante,  porque con el podrían pagar el brazo de Rena, aunque protestase, así como la pierna de Eitne. Pero teniendo en cuenta las dificultades técnicas que poseía a la hora de buscar ropa de su talla o calzado, especialmente calzado le venia estupendamente bien.

Ademas si con eso podía conseguir telas o productos de higiene o cosas necesarias para ella o sus amigos lo aceptaba y estaba segura de que Rox también lo haría. Una vez lo hizo le entrego el formulario de vuelta a Dama Isis y asintió cuando dijo que ella empezaría al día siguiente, Rox tendría que esperar un poco mas.

-De acuerdo, pasado mañana entonces estaré aquí- dijo la niña que como siempre era sutil y casi inexpresiva, pero cuyos ojos lavandas surcados de negro brillaba na ligeramente como emoción y ganas de trabajar. Estaba acostumbrada a trabajar y dado que por el momento no podía ser muy útil de otras formas porque ni defenderse, ni magia podía hacer, quería hacer por lo menos eso.

La explicación al “dama” fue más simple aún, aunque la explicación del porqué personal al “dama” de la frivy le provocó un pequeño «uuf» mental. Ni de coña metería un extra en su nombre solo por sonar más rocavarancolés.

—Tranqui, te entiendo —respondió a Pelusa—. Es algo muy personal y, en fin. Ya sabes —se encogió ligeramente de hombros con una media sonrisa, dejándolo ahí de forma que solo la mona pudiera pillarlo. Él había dejado de ser Roxanne hace mucho, igual que Adru había recortado su nombre hace menos. Aquel tema estaba lejos de serle desconocido. Le sorprendió que le diera las gracias porque no creía haber hecho nada, a lo que le sonrió y guiñó un ojo con sutileza—. No hay que darlas.

Dama Isis mencionó esa otra forma de pago parcial, así que el cambiante rectificó el movimiento de entregarle el papel para volver a mirar el formulario. Rox, a diferencia de la mona, no pensaba en ese momento en compartir ni en productos de higiene, en su mente se había encendido la necesidad de un capricho que la ciudad le había privado y eso era todo lo que ocupaba ahora sus pensamientos. Zapatos deportivos. Una sonrisa trataba de asomar en sus labios, resultando en una mueca contenida al imaginarse con nuevas zapatillas de formas y colores estridentes. Sus adidas estaban bien, pero hace tiempo habían dejado de ser totalmente blancas, las bandas negras empezaron a rasparse a mitad de cosecha, la suela era demasiado plana y como las usase mucho más se quebrarían por mil sitios. Además echaba de menos la variedad. En lo que se le pasó el ensimismamiento y hubo anotado que aceptaba recibir dichas cosas, pensó en Rena. A la irrense le vendría bien un tinte nuevo, así que se aseguraría de pedírselo a su jefa llegado el momento.

—¡De acuerdo! —respondió con energía, poniéndose firme como un soldadito de plomo—. ¡Estaré pendiente!

Las ganas que tenía de trabajar eran inmensas, aún con el corte que le daría los primeros días, no solo por el trabajo en sí, sino por lo raro y atraido que se sentía hacia su jefa. No podía esperar por llegar a la Sede y contárselo a los demás. Pasaría todo el camino de vuelta emocionado, bromeando y sin callar con Pelusa.

«Rox, cambiante y modelo profesional ¡Ja! Voy a necesitar un nombre artístico y todo.»

Alice

Desde antes de toda la Pesadilla y después de la fiesta de la Bahía, la bruja no paraba apenas. Dedicaba un día semanal a salir de cacería con sus onyces, como ocio y descanso, pero también para atraer a más de ellas a sus filas. El resto del tiempo era para estudiar y aprender nuevos hechizos, así como investigar sobre la ciudad y, en especial, sobre su arquitectura. También hizo trabajo de campo en el Mercado, evaluando cómo estaban aspectos como la demanda y los precios del negocio que se traía entre manos. Quería clientes y usar a sus onyces abarataba bastante el coste y también reducía el tiempo de la faena, pero podía igualarla a un encargo sin onyces argumentando que debía darles alguna motivación o lo que fuera. Pero tampoco mucho.

No obstante, esa era la teoría, estudiar para dedicarse a la reconstrucción. En la práctica, probaba sus nuevos hechizos (tanto mantenimiento como defensa básica) en combinación con sus sombras. ¿Y dónde? En ruinas que habían olvidado ya su forma original y que podía moldear a su antojo, probando estilos y materiales. Además, había pensado en ganar más experiencia, hacerse ver o engordar su "currículum" con encargos a su círculo de amistades, entre quienes había quienes necesitaban adecentar un lugar donde vivir o montar su negocio, o ambas. Incluso ella misma podría levantar su propio refugio o un "local" desde donde gestionar los encargos (más profesional), pero se había acomodado a su habitación en Serpentaria y no le corría prisa de momento.

Paralelamente, no sabía cómo afectaría algo así a las cosechas venideras. En la suya no les había quedado más remedio que ir al torreón como refugio, ¿pero qué habrían hecho si en lugar de ruinas se hubieran topado con multitud de edificios decentes? ¿Debía hechizarlos para ocultar su estado real a los cosechados? Una cosa era reformar edificios "gubernamentales" y otra bien distinta repararlos aquí y allá. Los cosechados tendrían algo más en que pensar si veían que Rocavarancolia ya no era una ciudad arruinada, por descontado. Por eso mismo pensó en pedir audiencia al Consejo, mas no hizo falta. Preguntando e investigando aquí y allá tuvo clara la respuesta. Además, se sentía tonta, porque la había experimentado ella misma en su cosecha: los barrios de los refugios solían estar más en ruinas que otras zonas de la ciudad. Tenía sentido.

Así pues, con todos sus planes, sus hechizos, su "estudio de mercado" y sus objetivos claros, y sus onyces cada vez más acostumbradas a lo nuevo, solo le quedaba empezar de verdad. Se puso de plazo hasta la cosecha para seguir preparándose. Y hablaría con sus amistades y habitantes de Serpentaria en primer lugar para embarcarse en un encargo real, no una práctica. Sería lo próximo que haría de su lista de tareas. O la penúltima, porque la última quizá sería ponerle un nombre a su empresa. Lo que tenía claro era presentarse como Dama Onyx.

Tenía otra idea en mente para hacerla entre tanto, pero no se decidía.

Adrune

Corrió hasta el otro refugio dejando una estela de remanencias tras de sí. Cuando llegó frente a la puerta de la torre jadeaba ligeramente: pese a sus nuevas capacidades y a sus entrenamientos había ido considerablemente rápido. Cualquier momento era bueno para realizar una carrera, según él. Llamó a la puerta, sin acordarse de la contraseña a pesar de que Neil se la había dicho, aunque de todos modos no tenía necesidad de entrar. Tras esperar unos segundos la puerta se abrió, y le recibió una chica de pelo blanco que le resultaba familiar.


Irianna

Se encontraba cerca de la entrada cuando llamaron a la puerta, por lo que la nebulomante se encargó de abrirla. Frente a ella se encontraba la sinhadre del grupo de neotransformados a la que había visto en el salón del trono. Esperaba que en aquella ocasión no tuviesen que tratar un tema igual de deprimente y esbozó una sonrisa.
—¿En qué te puedo ayudar? Creo que tus amigos no han venido por aquí hoy.


Adrune

—¡Hola! Oh, no, no es eso. En realidad buscaba a Naeleth… Espera, ¿tú sabes quién soy?  —Frunció el ceño pensativo durante un breve instante hasta que su rostro se iluminó finalmente con el reconocimiento—. ¡Ya sé! Tú eres aquella bruja que nos trajo a… a Ina —su tono decayó cada vez más según hablaba hasta que desvió la vista al suelo con aire triste. Sacudió la cabeza y volvió a mirar a la chica, esforzándose por devolverle la sonrisa—. Bueno, no hablemos de eso ahora.


Irianna

Inevitablemente el tema salió a la luz, pero la edeel se recompuso con una facilidad pasmosa. Irianna había notado que el ánimo de su lenguaje corporal había disminuido, pero lo disimulaba increíblemente bien y no parecía que lo estuviese haciendo a propósito siquiera.
—Lo siento… Me refiero a ambas cosas —puntualizó—. Vi salir a Naeleth hace un rato, supongo que no volverá hasta más tarde —le explicó.


Adrune

Sus orejas de conejo se cayeron de nuevo al escuchar la mala noticia, ya que esperaba poder hablar con ella ese mismo día pero no iba a poder ser.
—Vaya, yo quería darle una sorpresa a Neil… Aunque… —dio un par de vueltas en círculo con un brazo bajo la barbilla en aire pensativo—. A lo mejor hay alguien más especializado en el asunto. ¿Hay algún brujo de abejas, o al menos plantas viviendo aquí?


Irianna

La idrina observó curiosa los movimientos de la sinhadre y estaba a punto de preguntarle si quería que le diese algún recado a la nublina de su parte cuando le hizo otra pregunta.
—Pues… no, ahora mismo no hay nadie con ese tipo de transformación aquí, aunque la verdad es que yo trabajo en una plantación. A lo mejor te puedo ayudar —ofreció.


Adrune

Se le iluminaron los ojos ante la respuesta de la bruja: parecía que al final sí que había tenido suerte.
—¿De verdad? ¡Eso es genial! Verás…
Procedió a explicarle el problema que tenía Neil con su dominio, las abejas, y la negativa de sus compañeros mayores a que las mantuviese en el interior de la Sede.
>>Y había pensado que a lo mejor Naeleth, como sabe muchas cosas y hechizos, podía conocer una forma segura de que Neil pudiese tener a sus abejas con la aprobación de los mayores. ¡Pero si tú eres especialista en plantas tanto mejor!


Irianna

Escuchó con atención la situación que le describía la edeel, conteniendo alguna que otra risa al imaginarse el percal que se hubiese podido formar cuando la descubrieron a ella, su edeel y los niños pequeños volviendo de una excursión nocturna no autorizada.
—Bueno, yo no diría que soy una experta, pero es verdad que trabajo con ellas a fin de cuentas. De todas formas lo que quieres hacer no debería de ser demasiado difícil con algunos hechizos básicos. Pero para el cuidado de las plantas y las abejas en sí… ¿Sabes qué? Tengo una amiga que es muy aficionada a las plantas y creo que le encantaría ayudarte. Además es sinhadre como tú. ¿Quieres que vaya a buscarla?


Adrune

El gamusino no podía esperar mejor respuesta por parte de la idrina y no tardó en asentir enérgicamente.
—¡Sí, por favor!

Eara estaba en su cuarto leyendo un libro cuando escuchó llamar a la puerta. Ayne se había marchado a Varmania no hacía mucho, y la puerta no se abrió después de los golpes, así que claramente era otra persona.
—¡Voy! —avisó, mientras se levantaba.

Al otro lado estaba Irianna. Eara le sonrió mientras la saludaba. Al parecer había una sinhadre de la última remesa de transformados que necesitaba ayuda en un tema relacionado con plantas y abejas. A Eara le sorprendió poder ser de ayuda a un transformado, pero precisamente eso la animó mucho. Los recién transformados no le inspiraban temor, todavía tenían demasiado fresco el haber sido personas corrientes.

Parecía una edeel, si es que su transformación no le había alterado el color de ojos. Tenía aspecto energético, y unas orejas adorables y cuernos en la cabeza. Eara no tenía ni idea de qué se podía tratar su cambio, pero desde luego no daba mala espina.
—Hola, ¡encantada! Yo me llamo Eara —la saludó con una sonrisa—. No soy una transformada como vosotras, pero si os puedo ayudar en lo que sea estaré encantada de hacerlo.

Adrune

El edeel esperó impacientemente, dando varios paseos inquietos en la cercanía de la puerta de la torre, a que volviese la idrina con su amiga. Cuando oyó la puerta volver a abrirse se colocó a su lado con gran velocidad y esbozó una gran sonrisa al ver aparecer a las dos chicas, acompañada de un alzamiento repentino de orejas. La sinhadre que acompañaba a la bruja era una aurva que tenía pecas como él mismo.
—¡Hola! Yo soy Adru, el gamusino. ¿No eres una transformada? Vaya —dijo con expresión de ligera sorpresa—. ¿Cómo es que estás aquí, entonces? —Preguntó con curiosidad.
Al gamusino no se le pasaba por la cabeza que existiese la posibilidad de que o el aurva o el edeel pudiesen no transformarse. Esperó la respuesta balanceándose ligeramente en sus propios talones y las manos entrelazadas en la espalda.


Irianna

La idrina dejó que se presentasen, tomando nota también del nombre y transformación de la chica.
—Yo soy Irianna la nebulomante, por cierto —añadió, dándose cuenta de que muy probablemente Adru no recordase su presentación de aquel día.
Cuando el gamusino dirigió aquella pregunta a su amiga, la idrina dirigió una mirada disimulada a Eara, preguntándose cómo le había sentado una pregunta tan directa como aquella al respecto de un tema un tanto controvertido para ella. Podía notar con claridad que Adru no tenía ninguna mala intención detrás de aquella pregunta, la edeel era como un libro abierto para ella, pero le preocupaba un poco la indiscreción.

«¿El gamusino?» pensó Eara al escuchar la presentación de la edeel. «¿Qué significará? ¿Es la transformación?». No era la única sorprendida, porque su ausencia de transformación también le había llamado la atención a su congénere. Eara se había imaginado que el aurva de Adru no se había transformado, pero ahora dudaba si había ido a la ciudad siquiera. Pensó que podía ser un tema delicado y le dio apuro preguntar, así que habló de su caso primero, para que Adru pudiese decidir si quería explicar el suyo o no.
—El cosechador nos trajo a ambos, pero solo se transformó mi edeel. Se llama Ayne, pero ahora mismo no está y no os puedo presentar. Decidí quedarme aquí con él y mis amigos de la criba porque no quería volver sola a Sinhdro. —Al decir aquello no pudo evitar dirigir su mirada un momento a Irianna, porque era algo que había hablado muchas veces con ella, a la vez que era una de las razones por las que tampoco quería volver. Le resultó extraño lo fácil que era de explicar cuando se le contaba a desconocidos.

Adrune

Su cara de sorpresa resultaba evidente para cualquiera, aunque no transmitía más que curiosidad genuina. Se llevó una mano a la barbilla y miró hacia otro lado, pensativa.
—No se me había ocurrido que eso pudiera pasar… —Si aurva y edeel formaban parte de un todo… ¿cómo era posible, al fin y al cabo?—. Bueno, eso no es importante. Me gustaría conocer a tu edeel en otra ocasión, pero tú al menos hoy podrás conocer a Neil. A mi aurva, quiero decir —le dijo con entusiasmo, tratando de no pensar demasiado en qué significaba el hecho de que Eara no se hubiera transformado.

La idrina se presentó también y el gamusino asintió en su dirección.
—¿Nebulomante? Quiere decir que eres bruja de la niebla, ¿no? Guau, tiene que ser bonito. Me gustaría saber qué puedes hacer con la niebla, Neil puede hacer cosas muy guays con la cera. ¿Vamos hacia la sede? O bueno… Si no estáis ocupadas ahora, claro —añadió rascándose la nuca y dándose cuenta en el último momento de que no les había preguntado por su disponibilidad.


Irianna

La idrina sonrió ante la conversación que se desarrolló sin ningún problema. Resultaba curioso como desde su perspectiva y la de su amiga lo extraño era que se hubieran transformado aurva y edeel mientras que para Adru parecía ser todo lo contrario. Desde luego su caso era una coincidencia, pero podía comprender que para ella no fuese así dadas sus creencias sinhadres.
—Sí, la niebla es mi elemento —proporcionó énfasis a su afirmación dejando salir algunos jirones de su cuerpo—. Se pueden hacer más cosas de las que parece con ella a simple vista, la verdad. Pues… Yo no estaba haciendo nada importante ahora mismo. ¿Tú que dices, Eara?

Eara sonrió cuando Adru mencionó a su aurva. «Así que se transformaron ambos… me alegro por ellos». A la aurva le había pasado un poco lo contrario, y es que no se le había pasado esa posibilidad por la cabeza. Las probabilidades le parecían bajas, pero había sido una tontería descartarlo.
—Hay más parejas en nuestra situación que en la vuestra, pero es normal que no se te pasase por la cabeza —le dijo—. Ya os presentaré a Ayne la próxima vez —añadió incluyendo ahora a su aurva.

Mientras hablaba con Irianna sobreentendió que Neil también era un brujo. Le alivió saber que ninguno tenía transformaciones peligrosas, aunque sabía que no debía pensar así. Se acababan de transformar y si la edeel parecía buena persona el aurva también lo sería seguramente.

Adru les preguntó si no estaban ocupadas para acompañarla a la sede. Todavía tenía tiempo por delante hasta volver al Macetero, así que no le resultaba un problema.
—Puedo ir, hasta la noche estoy libre —respondió. Le hacía ilusión poder conocer a los neotransformados de la sede—. Dadme un momento para dejarle una nota de dónde estoy a Ayne y ya estoy lista —pidió, mientras empezaba a alejarse escaleras arriba.

Sigue en la sede de los Taumaturgos.

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Sekk habia estado recibiendo varios mensajes durante la semana. Al principio habia más espacio entre ellos y hasta eran repetidos, pero poco a poco, con el paso de los días, habian cambiado. En cuanto a quien se los mandaba, habia poca o ninguna duda en quien podría sospechar. Una obsesiva atención sobre él, y una voz que le susurraba al oido sin que la persona que hablaba estuviera ahí. Una sombra paralela que le seguia por la calle, acechando y comentandole. Lo que en un principio sonaba un aburrimiento obsesivo desmedido, pronto parecia tornarse más y más corrupto. La desesperación se marcaba en las palabras elegidas, en las exigencias de los mensajes. En un principio habian sido bastante correctos, alguna puya, alguna provocación, nada fuera de lo habitual en el responsable quien parecia simplemente provocarle a enfurecer. Pero pronto cambiaron, eran invitaciones, a un lugar. La direccion ya la sabria de memoria, como cuando repetian un anuncio una y otra vez en la radio. Tan solo, que no podría desconectar estos mensajes tan fácilmente.
Luego, cambiaron incluso más. Habia cierta pleitesia tintada de desesperación, un rogar que era ajeno al remitente. Quizás otro de sus trucos, pretendia provocarle en persona. Si acaso le quedaba alguna duda y esperaba más, descubriria cuan bajo podría llegar el remitente a solicitar una cita en aquella dirección. La Espina Negra, lo habia llamado, aunque a mitad de la semana ya no la mencionaba y en los últimos días, el mensaje constante que recibia era una humillación abierta de alguién sin más opciones.

♚ Auxilium ♚ escribió:Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
Ven. Te lo ruego. Eres mi última esperanza.
[...]

Sekk había intentado con todas sus fuerzas ignorar los insistentes mensajes que no paraba de recibir desde hacía una semana, pero el tono de los mismos, cada vez más patético, no le ayudaba en absoluto. Al principio había pensado que era una de las estratagemas del cizaña (pues la identidad de su autor no era difícil de discernir) para hacerle estallar y que destrozara todo a su alrededor, pues las palabras que empleaba y las pequeñas puyas parecían indicar eso, pero a medida que pasaban los días se tenía que esforzar más y más por autoconvencerse de ello. «¿Estará en problemas de verdad?» se preguntaba a menudo, odiandose a si mismo por dedicarle sus pensamientos al xolnita. Una parte de él dudaba que no pudiera salir solo de cualquier lío en el que estuviera metido, a fin de cuentas sabía defenderse solo y la Luna le había dado bastantes herramientas para protegerse de los líos que era propenso a causar, pero otra no dejaba de pincharle sobre lo frágil que podía ser su excompañero de cosecha en realidad.

El berserker recordaba bastante bien como había cambiado para bien el pelimorado hacia el final de su cosecha y en el fondo creía que una parte de ese Roaxen seguía oculta bajo varias capas de aquel carácter odioso del que ahora hacía gala, pues él mismo era un buen ejemplo de lo que aquella luz roja le podía hacer al carácter de las personas, pero nunca lo había dicho en voz alta.
—¡Bastante tengo con lo mío, joder! —estalló al final, destrozando el muñeco de entrenamiento con el que estaba practicando de un puñetazo cuando su tren de pensamientos descarriló. Su fuerza de voluntad era mucho más férrea que hacía unos meses, sin embargo, y su pequeña rabieta solo quedó en eso, pero visto que no podía seguir así recurrió a su último recurso: Irianna.

Jace era un buen amigo, pero tratar aquel tema con él no era buena idea porque eran igual de temperamentales, así que el intara había decidido confiar en el buen juicio y la serenidad de la nebulomante. De poco sirvió, sin embargo, pues aunque la bruja trató de disuadirle por todos los medios la conversación solo sirvió para que el rubio decidiera que no podía dejar en la estacada al gilipollas de Roaxen solo por ser gilipollas.
—Estaré bien, de verdad —trató de tranquilizar a su amiga cuando se separaron en la puerta de la torre Serpentaria (ella había quedado con alguien en la taberna)—, si algo sale mal me iré de allí y le partiré las piernas si intenta evitarlo —aseguró con una sonrisa cansada—. Te llamaré en cuanto acabe, ¿de acuerdo? —prometió mientras se alejaba calle abajo, despidiéndose con la mano de la idrina antes de arrebujarse en su chaqueta y poner rumbo a la dirección que recordaba de los primeros mensajes.

Continúa en La Espina Negra.

Neil le sonrió a Naeleth cuando esta le dijo que podían terminar por el día. El aurva estaba profundamente agradecido con la bruja por estar ayudándole con el dominio. Al principio cuando le había solicitado ayuda, Neil había pensando que simplemente le daría algunas directrices, pero le estaba ayudando más de lo que se esperaba.

El brujo cerró contento el cuaderno de cuero en el que había estado cogiendo notas satisfecho con su trabajo del día y se lo colgó del cinturón, acariciando este con cierta nostalgia. Llevaba algún tiempo reflexionando sobre como cada vez estaba más en paz con la idea de quedarse en Rocavarancolia y no volver a Sinhdro y no solo por Adru, quien claramente estaba encantada con la ciudad, sino por iniciativa propia. La realidad era que ya no sufría aquella situación como sí lo había hecho al principio. Aunque también era cierto que todavía le entristecía pensar en sus padres y en cómo estarían sufriendo la desaparición de su edeel y la suya.

Enrollando la cadena entre sus dedos con nerviosismo se dispuso a exponerle sus dudas a Naeleth, pensando que quizás ella al llevar más tiempo en la ciudad podría tranquilizar sus inquietudes.

- Naeleth, no quiero ser entrometido y entenderé si no quieres contestarme, pero quería saber si todavía echas de menos tu mundo de origen- comenzó a preguntar tímidamente-. Es que yo cada vez lo echo menos de menos, ¿sabes? Ya casi no pienso en Sinhdro ni en volver y no sé. ¿Es eso malo? ¿Está mal que lo olvide tan fácilmente? Todavía echo de menos a mis padres, pero sobre todo me siento triste por cómo estarán sufriendo nuestra pérdida. Ni es que quiera volver con ellos o no hacerlo. Aunque tampoco es que sea una opción ni quiero que lo sea. No es que ya no les quiera, pero no entenderían lo que ahora somos, sobre todo porque ya no somos los mismos. Ellos no podrían venir tampoco ni nosotros volver. ¿Está mal que esté de acuerdo con eso? ¿Que me parezca bien? No sé. Se siente un poco mal estar tan bien con todo cuando ellos deben estar sufriendo tanto.

La bruja giró su rostro hacia Neil cuando empezó a hablar y esperó pacientemente a que terminase. El chico parecía algo nervioso por como se expresaba y lo mucho que había dicho de golpe. Naeleth adoptó actitud pensativa cuando acabó, antes de responderle.
—En realidad creo que tu experiencia es bastante universal entre los transformados —le aseguró—. A fin de cuentas la Luna saca nuestro auténtico ser y no podríamos ser felices si no fuese así. Echo de menos a mi familia a veces, pero no volvería a irme a Nubla por nada del mundo. Aquí he dejado de ser la niña débil que era antes.

Hizo una pausa y prosiguió mientras daba algunos pasos por la habitación.
—La situación de los mundos en los que no se eliminan los recuerdos sobre los cosechados y no saben de la existencia de Rocavarancolia es bastante trágica...
La bruja del hielo se detuvo y elevó de pronto un rostro reflexivo hacia Neil.
>>Si pudieras evitar que sufrieran, ¿lo harías sin importar lo que eso signifique? Porque yo... Podría hacerlo.
Quiso dejarle digerir las palabras, si el propio aurva no se daba cuenta de lo que estaba proponiendo se lo diría.

Neil se tranquilizó con las palabras de Naeleth. Le había angustiado bastante pensar que no estaba siendo justo con su mundo de origen. Por un momento incluso había pensado que lo correcto sería rechazar su magia y su dominio para volver a Sinhdro, pero no había visto que nadie compartiera esa idea y por supuesto jamás haría nada que significara separarse de Adru.

- Bueno, no lo se. Quiero decir, ¿qué es sin importar lo que signifique? No significaría alejarme de mi edeel, ¿verdad?- preguntó con duda. Realmente quería que sus padres dejaran de sufrir, pero aparentemente era más egoísta de lo que había pensado porque no lo quería a cualquier precio.