Torre Serpentaria

Volví a Serpentaria pensando en todo lo que habíamos hablado. Las onyces se reían de mis comentarios en voz alta sobre lo bonito que sería hacer en mis sueños lo que quisiera. No solo se reían sino que me alertaban con lo problemático de dormir y soñar eternamente, pues nada sería real al despertar (si es que despertaba). Decían que quizá con magia y ayuda de algún soñador se podría hacer algo así, pero obviamente no era un plan de futuro muy agradable. Sí que era tentador, pero lo sería aún más si fuera una simple terrícola sin magia y sin haber salido de la Tierra. Pero aquí, pudiendo hacer maravillas estando despierta, ni loca. Aunque sí que tendría mis sueños. Y quizá podrían mejorar, no solo con los soñadores sino con mi propia magia: ¿podría hacer hechizos en los sueños? <<No he soñado con tanto desde que hago magia...>> Pero para eso tenía que hablar con alguien transformado en eso. <<Y que no se te olvide el misterio del sueño aquel, chica, que te veo venir>>

Eso sí, antes de nada había acordado hablar con Dhelian sobre la conversación de la Bahía en cuanto volviera a casa. Así que me dirigí a su habitación y llamé. Seguramente después de hablar con él buscaría a Seon.

—¿Estás ahí, Dhelian? —y cuando abrió, me expliqué—. Es para contarte lo que he hablado con esta gente sobre mi sueño.

-¿Como te fue? ¿Consiguieron decirte de que iba todo eso de haber soñado con ellos?- pregunto Dhelian tras abrirle interesado en lo que fuera a decir, sentándose de nuevo sobre la cama en posición india. Tras volver del burdel había estado lidiando con loas anillas de las estirges de nuevo dándole forma, o intentándolo. Pensaba volver a este en cuanto pudiera para poder entrenar con Sobras.

Sus estirges pululaban por su  jaula entrando y saliendo por la ventanilla, alimentando a las crías que habían nacido.Tarde o temprano Dhelian iba a necesitar mas espacio, peor por el momento se encargaría que el numero no decreciera, luego vería donde meter tanto pájaro cuando no cupieran mas ahí. Necesitaría tenerlas cerca para poder usarlas, al fin de cuentas.

—Pues no, no aclaramos mucho. Solo que no tenían ni idea del sueño y que no fueron ellos... Pero me contaron que hay gente transformada en soñadores que pueden manipular los sueños de la gente asi que quizá ellos sepan algo. Alguno puede haber sido el artífice, de hecho. Y una soñadora vive aquí: Seon. Luego o mañana iré a hablar con ella.

Al entrar me había quedado en mitad del cuarto mirando al daeliciano, pero al acabar de decir aquello me paré a mirar a las estirges y todo el dormitorio. Más que nada porque había pensado en apoyarme en la pared, pero no lo había hecho por miedo a que estuviera sucia por las estirges. No lo comprobé, tampoco, y, en lugar de moverme de sitio, cambié de tema con una idea en la cabeza.

—Oye, ¿has pensado en adecentar algún edificio en ruinas de la zona y usarlo de pajarera? No necesitan mucho lujo, solo sitio para los nidos, ¿no? Podríamos buscar algún edificio más o menos alto... ¿Cómo van los polluelos? —inquirí mientras me acercaba a algunos.

-Me parece una total invasión a la privacidad, ni soñar tranquilo se va a poder -murmuró  frunciendo un poco el ceño- Si quieres puedo ir contigo esta vez- añadió pues quería también saber si al menos había posibilidades de que no invadiera sus sueños así por las buenas sin permiso.

Con el cambio de tema miro a la bruja, también echando un vistazo al espacio de su dormitorio.

-Lo he pensado si, algún edificio de los que están junto al torreón, para tenerlas cerca en el caso de convocarlas.- respondió Dhelian asintiendo, pues sabia que conforme las estirges fueran naciendo y creciendo cada vez tendría menos espacio y no podía dejarlas eternamente aferradas a los muros del torreón y Maciel estaba demasiado lejos para convocarlas de necesitarlas. Las estirges se movían por toda la ciudad y anidaban en varios lugares, peor teniendo un edificio solo para ellas, igual a una pajarera abierta al menos se aseguraría de tener las a buen recaudo de que las matasen. Un refugio de estirges.

-Tengo pensado aumentar su numero y aquí no hay suficiente espacio, me vendría genial la ayuda. Aunque también ando aun liado con las anillas...pero creo eso me llevara mas tiempo -respondió Dhelian pues era que tendría que ir viendo también. Sus cosas por hacer crecían por momentos, pero le agradaba estar ocupado. Sonrió por su pregunta de los polluelos, levantándose de la cama para entrar a la pajarera. La pareja de estirge que tenia los polluelos mas cercana le grazno, pero Dhelian las ignoro, formulando una orden no oral para que ni se le ocurriera picarle, cogiendo uno de los pequeños y medio desplumados polluelos para enseñárselo a Alice- Los pobres son feos con ganas, pero se están acostumbrando a mi desde que salieron del huevo, así que espero sean menos desobedientes que sus padres. 

"Sigue soñando" grazno una estirge sobre una de las ramas.

—Puedes contar conmigo para hacer lo que sea, ¿eh? Que por eso lo decía. Y, oye, serán feos para nosotros, pero para tus estirges tiene que ser de lo más guapo que haya, que para eso es su cría —le respondí con una sonrisa al ver al polluelo—. ¿Si te ven nada más nacer también se acostumbran antes? Qué guay.

Luego fui a sentarme en el borde de la cama, con los brazos extendidos y apoyados hacia atrás y la cabeza colgando hacia atrás brevemente. Miraba al techo, pero realmente veía otra cosa. Ese también en mi frase anterior tenía un sentido terrícola. Devolví la cabeza a su posición más "normal" y busqué al daeliciano con la mirada.

—¡Te cambio el dominio! —exclamé de golpe y luego lo aclaré—. Echo de menos criar a mis bichos en Australia... o sea, en mi mundo. Tenemos que ir en cuanto podamos, de verdad, que os va a encantar. Y te ofrecería ayudarte con tus polluelos... Pero no creo que os convenga... Mejor no, que son tus bichos y contigo y su familia tienen de sobra —añadí mientras negaba con la cabeza, pensativa.

Y después recogí los brazos y me dejé caer de espaldas.

—Ah, oye, lo de los soñadores no me lo contaron como si se colaran en tu cabeza así como así... De hecho no parecían pensar que los que ellos conocen me hicieran tener aquel sueño. Melodes y Seon. Al otro me dijeron que lo podía buscar en la Bodega o algo así.

"Son feos" afirmo una estirge con una agudo graznido. Serias sus crías, pero sin esas vistosas plumas negras eran feos hasta para esas orgullosas aves, aunque eso no implicaba que no fueran a protegerles con garras y pico. Dhelian parpadeo al escuchar ese graznido y soltó una risa.

-Me vendría genial la ayuda para buscar un buen lugar, tus onyces pueden también asegurarse que sea un buen lugar sin trampas y esas cosas- respondió agradeciendo la ayuda de la onycemante-Supongo que es como todo, si lo crías desde bebes se acostumbran antes- añadió encogiéndose un poco de hombros porque nunca había tenido mascota en Daelicia. Miro a esta acomodarse en su cama, mientras el devolvió el pollito a su nido, girándose cuando esta volvió a hablarle, confundiéndole un poco. En términos prácticos el dominio de Alice era mucho mas moldeable que el suyo y menos sucio, para que mentir.

-Estoy deseando ir, seguro que es genial y me encantaría ver a esos cuervos de los que me hablaste -dijo sabiendo de esas aves que eran tan similares a las estirges. Las palabras de Alice extrañandole un poco, le hicieron pensar en la posibilidad de recibir su ayuda como niñera pajaril- No creo que haya problemas, aunque seria mejor que solo cogieras los pollos que yo te pase, que son muy protectores. Pero creo que así se acostumbrarían ti y a tus onyces mas fácilmente. -respondió sonriendo un poco, viendo la jaula y como una de las estirges salia de esta, Hugin, para subirse sobre la cama. Desde allí miró con sus penetrantes ojos negros a Alice como si al evaluara antes de aletear hasta el cabezal de la cama y posarse allí lejos de de la jaula- Tal vez así también seas capaz de diferenciarlas, sus personalidades son bastante curiosas -añadió con una risa por el comportamiento de la estirge. Si esta fuese humana, habría rodado los ojos.

Prestó atención a las siguientes palabras de la chica sentadose en la cama, acariciando debajo del pico de la estirge que se quedo quieta como si fuera una figurilla. Acostumbrada a las repentinas atenciones del pollo gris.

Si quieres ir a verlo, déjame ir contigo. Solo por si acaso -pidió Dhelian mirándole, no es que dudara que las onyces fuesen a protegerla incluso mejor que el, pero ya que era alguien que trataba con sueños, quería de paso preguntarle sobre el suyo. Le resultaba extraño haber soñado con aves blanca, símbolos de muerte en Daelicia y comer a sus compañeros, y se transformara luego en lo que se transformó.

Cuando el chico habló y se sentó también en la cama, le escuché y ladeé la cabeza en su dirección para responderle. Había tenido la idea repentina de ayudarle y luego según hablaba la había descartado, pero si creía que era viable, ¿quién mejor que él para decirlo? Así que asentí antes de decirle:

—Pueees vale, si lo ves bien me apunto. No había pensado en lo de acostumbrarse a mí y mis onyces desde jóvenes.

La idea era buena, ¿no? Si nuestros bichos no se llevaban bien, adiós al trabajo en equipo. Mis onyces iban y venían, las estirges morían y nacían otras, así que el proceso de acostumbrarse sería constante. Mejor empezar desde cero, sí.

Pero cuando Dhelian dijo lo de acompañarme, caí en algo: no le había contado toda la conversación.

—Claro, vente si quieres. Y... Oye, esta gente de la bahía... Bueno. Dijeron que también conocían gente que había tenido sueños durante la cosecha un poco raritos y que lo comentarían con los soñadores que conocían.

No recordaba si él había tenido alguno y me lo había contado, pero también sabía que lo de los sueños podía ser bastante privado. Así pues, lo que dije lo hice con intención de dejarle caer que, si se daba el caso, podría comentar sus propios sueños, y que yo no le iba a preguntar directamente. También pensé en que podría comentarlo con los demás si nos enterábamos de algo interesante al hablar con Seon o Melodes.

—Este asunto de los sueños y los soñadores cotillas... ¡Vamos a jugar a los detectives! Seguro que lo hacen para robarnos magia o puntos de vida... O para tener información y vendérsela a algún capo criminal. ¡Tú serás Watson! —bromeé y le palmeé la rodilla—. Vamos a resolver este caso, ¿vale?

Ya me veía con mi pipa de mago y el gorrito de Holmes. Dudaba de que hubiera detectives mágicos en la ciudad o siquiera policía... Pero no importaba: aquello era un "juego" sin más ánimo que hacer divertido el asunto de los sueños. Había dicho en broma lo de robar cosas a través de manipular sueños, pues no lo habían dicho en ningún momento los tres de la bahía, ¿pero y si sí que sucedía algo así? <<En Origen le roban información uno mediante sueños, ¿no? En esta ciudad vete a saber de qué son capaces. Aunque poco puedes robar a un cosechado... En todo caso lo contrario: puedes meterle miedo y divertirte un rato...>> A saber. Solo tenía clara dos cosas: que lo mío no había sido una pesadilla y que no sabía nada más.

Conseguir que las estirge sno vieran como enemigas a las onyces era un buen paso para el trabajo en equipo,  a las adultas aun les costaba pero obedecían por el. Suponga que las crías desconfiarían porque estaba en su naturaleza, pero estarían mas accesibles a cooperar bajo su dominio.

-¿Sueños raros?- pregunto mirándola con suspicacia, pues ciertamente el había tenido uno extraño que se habría tomado como simple pesadilla si los símbolos vistos en el sueño no fuesen tan obvios tras transformarse. No le importo contárselo- Tuve uno también, varios realmente pero este fue el mas simbólico para mi. Aves blancas. El blanco es el color de la muerte en Daelicia y las aves blancas serian un mal presagio. ¿No dijiste que los cuervos, las aves similares a las estirges, eran algo así también?- pregunto a la humana para que entendiera a donde quería llegar y la extraña conexión que podía verse allí- En ese sueño, también había un extraño juego de canibalismo, donde nos comíamos entre nosotros. -añadió con normalidad, no resultandole tan grotesco lo del canibalismo, aunque si lo de soñar comerse a sus compañeros- Si juntamos todo eso parece una simple pesadilla, pero luego ves en lo que me transforme y te hace dudar ¿verdad? ¿O es solo imaginaciones mías?- pregunto queriéndose asegurar que no era tan solo cosa suya al buscar misterios donde no los había. Tal vez estaba pensado demasiado y no fuese nada, pero no estaba de mas asegurarse un poco, no es como si perdiera nada.

Sonrió ante la ilusión del humana sobre descubrir aquel misterio, no perdían nada por probar y desde luego daría un matiz diferente a todo lo que creyeron en la cosecha.

-No se quien es Watson, pero me apunto a lo de investigar -añadió con buen humor a pesar de todo- Luego informemos a los demás de lo que nos enteremos, sea importante o no, tal vez saquen también algo en claro si es que llegaron a soñar algo raro. Es una pequeña aventura detectivesca en la ciudad de los milagros y los horrores, puede ocurrir cualquier cosa -añadió con una risa animada, aun sabiendo que en ese lugar 'cualquier cosa' era algo literal. Pero vivir asustado y sin intentar indagar en todo lo que esa ciudad les mostraba, no era una opción.

Es demasiado fácil olvidarse a uno mismo cuando no existe el tiempo.  Al principio Seon yació en la nada. Ni siquiera tenía consciencia de si misma en el vacío que había creado para si. Pero las voces volvieron y no callaban ni mientras dormía. Fingía en sus creaciones un reflejo de los amigos preocupados. Solo Pandora estaba en silencio. Al principio.

No hablaba con nadie, no quería ver a nadie. Alguien la forzó fuera de su sueño porque Seon olvidaba comer y moverse y sus muñecas estaban demasiado finas. Puso en marcha lo necesario para volver a sumergirse en la cama. Lo insensible de la negrura la ahogó un día. Y por el cielo pasaron sol y noche cada vez más rápido mientras Seon se rompía y se escarbaba en el pecho. Los dedos le sangraban de arracarse pedazos de sí, pero del agujero ya salía arena. Arena suficiente para crear un desierto.
Gritó a solas, sin saber que en su cuarto su cuerpo le raspaba las cuerdas vocales y todo el torreón oía a veces su chillido de angustia.
Lloró y se descuidó y luego se recompuso de nuevo en el silencio de sus palacios ficticios.  Había dias que eran tan grandes que apenas llegaba a las patas de la silla. Otros atrevesaba limpiamente a sus creaciones. Hasta las mentiras tenían más cuerpo que ella.
Brina le traía té caliente y Karim se dejaba abrazar hasta quedarse sin aire. Aza era una manta de humo.

El regreso al trabajo trajo a Pandora. Pandora le hablaba con la voz de Alder. Y Seon fue cediendo a sus propuestas, olvidando que ella las había inventado una vez para negarse. La luz resultaba cálida. En su insensibilidad, Seon no sentía que sus dedos se derritieran aunque imaginara cada detalle de la escena. El suelo hervía de lava y ella se deshacía para descubrir otra piel debajo de la suya. Seon se hizo hueso y luego carne y luego pluma y luego aire.
Pandora la tentaba y la hacía sentir mal pero al menos Seon empezaba a visitar otros planos que no eran el suyo.
También en el mundo de fuera se hizo más fuerte. Volvió a comer con la gente.

Había momentos como estrellas fugaces. Se tumbaba a verlos y se los señalaba a Brina en el agua flotante.

Una Luna Roja después el pelo de Seon le había crecido hasta la cintura y los huesos todavía se le marcaban en las caderas y los hombros.  Hacía siete años de su Unión.
Se trenzó el pelo y fue a buscar flores frescas para él. Llevaba ropa vaporosa, de color de noche. Luego se volvía amarillenta, como si amaneciera en sus pies. Compraba aquellas cosas porque ¿para qué quería el dinero? Lo acumulaba de forma tonta.
-Va a llegar gente nueva y no sabes ni quienes son- se riñó. Se imaginaba a si misma más joven a su lado. Casi podía verse. Aza revoloteó sobre su cabeza. Es lo que haría de tratarse de un sueño.
- Puede que lleguen mañana o pasado - pensó con voz de Brina y sonrió pequeño.

Había bastante información acerca de los refugios, y no costó decidirse por uno al que dirigirse en grupo. Que fuesen todos juntos hacía la mudanza un poco menos mala, pero era obvio que a nadie le gustaba la idea de abandonar el torreón. Los sinhadres se limitaron a ponerse su propia ropa y con eso ya estuvieron listos para marcharse. Eara incluso rescató el coletero que ya no utilizaba; era heredado de Hela y no quería perderlo. No había nada en especial que echar de menos en el torreón, pero se sentía como estar dejando atrás sus propias cosas. De hecho, cuando pisaron la calle, se sintieron en cierto modo desvalidos. Eara especialmente. No había hecho un viaje largo por la ciudad desde su primer día de estancia, y se veía tan desprotegida como de costumbre. Parte de sus compañeros, con sus mutaciones aún recientes, parecían incluso más desvalidos que antes.

Eara se acercó inconscientemente a Ayne al caminar por las calles, y pudo ver cómo este se debatía un momento antes de volver a dejar espacio entre ellos. Al final optó por ir de lado de Samika, ayudándola si hacía falta. Necesitaba la cercanía de alguien para compensar su falta de costumbre a la hora de vagar por las calles.

Alcanzaron la torre después de un buen paseo.
—¿Nunca pasamos por aquí antes? Estoy seguro de que muy cerca al menos sí… —murmuraba el sinhadre, que había estado echando cuentas desde que había visto el mapa. Aquel sitio había estado delante de sus narices todo el tiempo, y no era fácil de pasar por alto. Aparte de estar en buen estado, era una torre grande, alta, más que suficiente para el propósito que ahora sabían que tenía. Eara, sin embargo, la veía tan grande que no le parecía muy acogedora. El tiempo diría si podía serlo.
—¿Quién nos recibirá? —preguntó. Había una figura en pie al lado de la puerta que parecía estar esperándoles.

Gahna aguardaba de brazos cruzados en el marco de la puerta de Serpentaria. Tamborileaba con las garras sobre el brazo, en un gesto impaciente. Odiaba tener que encargarse de los recibimientos, sobretodo en la parte en la que tenía que estar toda la tarde allí parada como un pasmarote a que los novatos se dignaran a presentarse. Pero por fin había llegado alguien, y por suerte era un grupo grande.

Twixy's dio un gritito cuando vio a la mujer dragón atravesándolos con la mirada. Su la expresión de su cara daba la impresión de que iba a ponerse a gritarles en cualquier momento. De forma inconsciente se pegó a Samika y Eara. Pero la mujer no les regañó ni les escupió fuego, simplemente relajó la postura y empezó a hablar, dando un par de pasos hacia ellos.

-Bienvenidos, nuevos ciudadanos. A partir de ahora sois parte de la ciudad, y Rocavarancolia siempre premia a aquellos que se demuestran dignos. Estais en Serpentaria, torre de hechicería, casa de magos y brujos. Aquí no os faltará de nada; las despensas siempre estarán llenas, tendreis acceso a agua corriente, habitaciones individuales si lo deseais y, por supuesto, la biblioteca de la torre.- Señaló la cúpula de cristal- Allú encontrareis un surtido de libros mucho más avanzados y especializados que los que os ofrece la Biblioteca que ya conoceis. Pero la torre tiene medidas de seguridad contra los intrusos, y necesitaréis una contraseña para entrar. Aquellos que querais vivir en Serpentaria tendreis que inscribiros en el libro de huéspedes y la contraseña os será dada por vía telepática.

Un atril junto a la puerta de la torre sostenía un grueso libro de páginas amarillentas. Una estilográfica flotaba junto él. Twixy's no dudó un segundo, se giró para avisar con la mirada a sus compañeros de lo que iba a hacer y firmó en la página aún en blanco con letra recargada y cursi.

Lo sentía por sus compañeros, pero se estaba muriendo de sueño. No sabia si era por la hora o simplemente por no haber pegado ojo en toda la noche, pero Samika se perdió buenamente parte del camino entre cabezada y cabezada, apenas pudiendo ya con su cuerpo y agradeciendo infinitamente la cercanía de Eara o ya habría caído a plomo mas de una vez.

Cuando llegaron al refugio, alguien les esperaba en al entrada, una figura imponente a ojos de la humana y que, tras acercarse, logro apenas identificar con una especie de reptil bípedo. <<Ya estoy curada de espantos>> pensó tan soñolienta, que aunque pasara por allí un autobús rosa chillón conducido por canarios y con ruedas con forma de donuts de chocolate, no le sorprendería.

Y de nuevo palabras que no escuchaba y que Eara, pobre de ella, tuvo que hacerle llegar por escrito y cuya información general capto muy a cachos. Un edificio para personas que usaban magia. Samika se miro a si misma, nunca pudo usar magia durante la cosecha ¿podría usarla ahora?. No tenía idea, aunque cierta ilusión de que eso fuese posible le hizo despertarse un poco, lo suficiente para acercarse al libro, tras Twixy's, para firmar entrecerrando profundamente los ojos para asegurarse de estar escribiendo correctamente. El tirón del brazo no ayudaba consiguiendo que al final su letra, por lo general pequeña y redondeada, pareciera un churro mal pario.

-Me tenéis hasta las nar....el hocico- murmuro mirando a sus alas como si atuvieran traicionándola al no dejarle mover los brazos con libertad. Al parecer iba a llevarle un poco mas el hacerlo sin darse tirones repentinos. Bostezo, pegando inmediatamente un respingo de sorpresa al escuchar la contraseña del lugar en su cabeza. Se pellizco las mejillas para no dejarse vencer por el sueño, pues se veía muy capaz de quedarse dormida de pie.

Espero a que sus compañeros pusieran sus nombres en el libro, para a continuación pronunciar la contraseña y adentrarse dentro del edificio en el que vivirían a partir de ahora, con un poco de incomodidad de quienes vivirían tras aquellos muros.

Atol

El helión sabía de sobra que aquel día llegarían los novatos. No importaba cuántos fueran. La noche anterior se acostó temprano y el día de su incorporación amaneció bastante temprano para preparar desayunos y pociones reconstituyentes, tanto para los nuevos como para los que habían estado de fiesta la noche anterior. Él mismo, de hecho, festejó a su manera. Pasó toda la noche de la Luna Roja fuera, buscando pelea en el Desierto y las montañas.

Lo que no se esperaba era ver a Seon por allí. ¿Cuánto hacía? Suficiente como para tratarle como a una habitante de Serpentaria más, pero demasiado como para mirarle con el cariño que una vez le mereció. Lo cierto era que desde hacía mucho trataba a casi todos de esa manera, prácticamente. No tenía tiempo para estrechar lazos con nadie más allá del colegueo que tenía, por ejemplo, con DL. Y no le hacía falta, o no quería.

Cuando Gahna apareció para dar la bienvenida, el helión ya estaba vestido y el salón olía a tostadas, bollos, productos típicos de desayuno de algunos mundos y sus correspondientes bebidas calientes (junto a las pociones con etiquetas de "poción reconstituyente"). Se echó en un sillón a esperar mientras leía algo que le había recomendado la onycemante sobre un "herrero de los dioses de la Tierra". Solo llevaba unos pantalones anchos, marrones.

Al poco rato apareció la bruja en cuestión. Era temprano para alguien que había salido de fiesta y había vuelto... hacía unas horas. Atol la observó con cierta diversión: iba en pijama, toda despeinada y con una cara de sueño que daban ganas de obligarle a volver a la cama. Pero debía haber olido el aroma que salía de la cocina, porque aunque en principio sus pasos indicaban que iba a asearse, bajó primero a por una de las pociones. Su "buenos días" fue tan propio de un muerto viviente que al helión le dio la risa. No volvió a bajar, cosa que le llamó la curiosidad a Atol, pero siguió a lo suyo. Quizá aquello se explicara con el hecho de que había cogido dos pociones, pero no le incumbía. Se encogió de hombros y no le dio más importancia.

Enredo se le unió poco después y le invitó a sentarse y picar algo si quería. Básicamente le dijo que se sintiera como en casa. Había sido la suya, así que podía sonar ridículo, pero estaba en su papel de "recibir novatos con elegancia" y sencillamente se le escapó.

Dejaban atrás muchas historias. Historias de sufrimiento y dolor de diversos tipos, pero también de pequeñas satisfacciones y buenos momentos. La idrina abandonó Letargo tal y como entro, con el libro de magia que había sacado de la biblioteca como único añadido, segura de que, a pesar de que la lacustre estaba preparada para iniciar una nueva etapa en su vida, no podría evitar sentir cierta añoranza cuando rememorase aquellos muros cubiertos de enredaderas que habían sido su hogar durante tantos meses. Pero un nuevo capítulo, con las líneas aún en blanco, estaba por llegar, y eso la intrigaba demasiado como para no querer llegar a él. La niebla permanente a su alrededor se le antojaba una metáfora que representaba aquel futuro infierno: difuso, pero lleno de muchas posibilidades.

Por suerte para el grupo una de aquellas posibilidades consistía en que Irianna no podía perderse en la niebla, pues tal y como ya se esperaba a aquellas alturas, el fenómeno los acompañó durante todo el trayecto. No se trataba de que toda la ciudad estuviese envuelta en niebla, la lacustre se hacía una idea aproximada de donde terminaba aquel banco. Una vez más fue ella quien guió al grupo en dirección al primer refugio que habían querido visitar: la Torre Serpentaria. Y gracias a su nuevo don también fue quien les comunicó con evidente alivio que podía sentir a la mayoría del grupo de Maciel una vez se acercaron lo suficiente como para que la neblina cubriese los alrededores del refugio. Había alguien, no obstante, que le era completamente desconocido.

Tal vez se hubiera planteado si podía tratarse de alguien que hubiese cambiado tanto que resultaba irreconocible, a fin de cuentas había sido una sorpresa agradable comprobar que Devoss y Varsai podían regresar a su forma original pero hasta hacía unas cuantas horas habían sido un tigre y un leopardo respectivamente, pero gracias a su percepción en el interior de la niebla sabía que no era así. A medida que se acercaban, la idrina fue posando la vista sobre aquellos que entraban en su campo de visión: Eara, Hal y Kirés no parecían cambiados en absoluto, tal y como le había sucedido a ella misma, pero le costó reconocer a Samika, a pesar de que tenía la seguridad de que se trataba de la humana, entre sus imponentes alas de murciélago y los rasgos que había adquirido desde la última vez que la vio. No estaba segura de si la novedad más impactante en Ayne se trataba de su falta de ojos, sustituida por aquel brillo siniestro, o por el hecho de que su piel transparentaba dejando ver con claridad el esqueleto que había bajo ella y sus músculos. Se obligó a seguir observando al resto: Ergot ahora parecía alguna clase de avispa gigante, pero era imposible no reconocer al pequeño repoblador. Y Twixy’s… No sabría decir qué había exactamente de diferente en ella, pero por algún motivo la belleza de la frivy le causó una impresión que le dificultó el apartar la vista de aquel hermoso rostro que atraía su mirada por mucho que el hecho en sí le resultase inquietante.

Y después estaba la mujer dragón, probablemente ciudadana de la ciudad y que no costaba deducir que debía de estar allí para darles alguna clase de indicación. O al menos eso esperaba, porque ya habían tenido demasiados acertijos e incertidumbre durante el transcurso de aquellos largos siete meses.
—Buenos días a todos, me alegro de veros —saludó de forma generalizada para el grupo de Maciel—. Lo siento si la niebla es una molestia, al parecer es cosa mía pero no sé cómo evitar esto —hizo un gesto con el que pretendía abarcar la condensación a su alrededor seguido de uno de disculpa.
Se había percatado de la falta de al menos una persona en aquel grupo y se le hizo un nudo en la garganta cuando se preguntó si alguno de ellos también había sufrido el mismo destino que Sigrún la noche anterior. Pero tal vez se habían dirigido directamente al otro refugio por lo que de momento prefería no mencionar nada al respecto. De todas formas probablemente aquel tampoco fuese el mejor momento para hablar sobre la suerte del islandés.

Kimbra dejó el torreón sin mucho problema. Se llevaba sus posesiones, había recogido los últimos frutos del huerto y sus compañeros más allegados iban con ella. Que tuviera que dejar el lugar y todo lo que ahí había encontrado carecía de importancia para la krabelinense siempre que lo anteriormente normado la acompañara. Lo que sí que la había molestado de alguna manera había sido tener que dejar atrás las armas. Esperaba hacerse próximamente con nuevas o carecería de herramientas para cazar. Además, debía aprender a manejar sus nuevas garras y reaprender a usar el armamento de nuevo o realmente no podría volver a practicar la caza y necesitaba de utensilios para llevar a cabo la práctica. Kimbra esperaba que, puesto que ya era considerada como ciudadana de Rocavarancolia, dama Diurna no se descubriera como una mentirosa y eventualmente ella pudiera volver a Krabelin a recuperar a Ámarok.

Kimbra siguió a Irianna, consciente de que ella, al ser capaz de percibir a través de la niebla, podría predecir posibles ataques, por lo que no se encontraba alerta, aunque no podía evitar olfatear el ambiente de vez en cuando, percatándose de un aumento en dicha capacidad.

Al llegar al destino pactado la engendro se congratuló al ver al grupo de maciel en la puerta del refugio, con menos cambios de forma proporcional que los que su grupo había sufrido, pero siendo estos significativos a nivel individual en los afectados. La Hija de Lunas saludó con un asentamiento de cabeza controlando el contrapeso de los cuernos, y quedó callada mirando a la mujer que parecía estar esperándolos, la cual bien podría ser un hibrido entre un Kievek y un humano. La mujer repitió para ellos lo que acababa de comunicarles a sus compañeros y Kimbra se giró hacia Irianna.

- ¿Debo considerar por su palabras que este refugio es el idóneo para cumplir mi necesidad de adquisición de conocimiento?

Varsai siguió al grupo por las calles y entre la niebla. Echaría de menos el torreón pero parecía que les daban refugios nuevos. La niña aún no tenía muy claro a cual de los dos iría, no dejó de preguntarse cómo serían esos lugares hasta que llegaron al primero, la torre Serpentaria.

La licántropa se acercó al grupo de Maciel y los saludó apreciando sus cambios. Kirés, Eara y Hal no tenían ningún cambio apreciable, Ayne no tenía ojos y su piel se transparentaba revelando su esqueleto, Varsai no se sorprendió mucho, total a Jace se le había caído la cabeza. Ergot parecía un insecto gigante y Twix estaba guapísima. La más cambiada era sin ninguna duda Samika, se había convertido en algo parecido a un murciélago.

Cuando la mujer les explicó la forma de entrar a la torre la niña tomó una decisión. Ella iría al otro refugio, de todas formas según el mapa estaban cerca y, si aprendía a manejarse con lo de cambiar de forma, no tardaría más que unos minutos en ir y venir.

"Yo no quiero registrarme aquí, pero quiero ver el interior. ¿Puede alguien dejarme entrar o como va la cosa?" le escribió a la mujer dragón.

Abandonaron Letargo, su hogar y refugio durante mucho tiempo. Para el humano ese torreón había sido un oasis, una especie de salvación. Todo lo que le aislara de los monstruos de ahí fuera era un respiro. Y ahora debían dejar atrás todo eso, para emprender una nueva aventura. Salió solo con el libro como única pertenencia, un libro que ni siquiera había utilizado en realidad.

Caminaron hacia lo desconocido, pues no podían ver debido a la niebla. Estaba claro que la niebla estaba relacionada con Irianna, pues ella les guiaba por las peligrosas calles de Rocavarancolia. Sin embargo Devoss no tenía miedo, confiaba plenamente en sus compañeros y en él mismo. Nada podía salir mal, había dejado el dolor atrás entre las habitaciones de Letargo. El humano era consciente de lo que había cambiado... Vino a la ciudad risueño y deseoso de encontrar aventuras y diversión. <<Qué gracioso...>> No obstante ninguna de esas cosas se cumplió como el holandés esperaba, el estrés continuo, los ataques que sufrieron, las muertes, la Luna... Todo eso había hecho del licántropo otra persona muy distinta.

Pero...¿Acaso no era bueno? ¿No era mejor haberse vuelto más frío y duro si gracias a eso podía sobrevivir? Así lo creía él, en un mundo tan peligroso, donde en cada esquina aguardaba un nuevo espanto...una nueva amenaza... ¿No era necesario cambiar? ¿No era obligatorio? Devoss meditaba sobre todas estas cosas cuando por fin llegaron. <<Serpentaria>> Pensó el chico. Otro refugio, la ciudad tenía unos cuantos...

Entre la niebla pudo divisar figuras conocidas. Eran los de Maciel, solo Ayne, Ergot y Samika presentaban cambios físicos. Apartó la vista cuando se dio cuenta de que al anima se le veía el esqueleto. Era una visión espantosa...Estaba claro que Maciel no había tenido más suerte que ellos. Así era de impredecible el astro rojo.- Cuanto tiempo, chicos.- Dijo simplemente. Se dio cuenta de que faltaba gente, pero tampoco tuvo tiempo de preguntar pues algo le hizo girar la cabeza rápidamente.

Era Twixy´s y a pesar de ser igual no podía apartar la mirada, era prácticamente imposible. Solo algo hizo que desviara su atención de la veela, era una mujer...una mujer-dragón. Cuando la desconocida terminó de hablar el licántropo tigre se cruzó de brazos.<<Esto es una completa locura...¿Ahora sí les importamos?>>.