Torre Serpentaria

Atol

El helión sabía de sobra que aquel día llegarían los novatos. No importaba cuántos fueran. La noche anterior se acostó temprano y el día de su incorporación amaneció bastante temprano para preparar desayunos y pociones reconstituyentes, tanto para los nuevos como para los que habían estado de fiesta la noche anterior. Él mismo, de hecho, festejó a su manera. Pasó toda la noche de la Luna Roja fuera, buscando pelea en el Desierto y las montañas.

Lo que no se esperaba era ver a Seon por allí. ¿Cuánto hacía? Suficiente como para tratarle como a una habitante de Serpentaria más, pero demasiado como para mirarle con el cariño que una vez le mereció. Lo cierto era que desde hacía mucho trataba a casi todos de esa manera, prácticamente. No tenía tiempo para estrechar lazos con nadie más allá del colegueo que tenía, por ejemplo, con DL. Y no le hacía falta, o no quería.

Cuando Gahna apareció para dar la bienvenida, el helión ya estaba vestido y el salón olía a tostadas, bollos, productos típicos de desayuno de algunos mundos y sus correspondientes bebidas calientes (junto a las pociones con etiquetas de "poción reconstituyente"). Se echó en un sillón a esperar mientras leía algo que le había recomendado la onycemante sobre un "herrero de los dioses de la Tierra". Solo llevaba unos pantalones anchos, marrones.

Al poco rato apareció la bruja en cuestión. Era temprano para alguien que había salido de fiesta y había vuelto... hacía unas horas. Atol la observó con cierta diversión: iba en pijama, toda despeinada y con una cara de sueño que daban ganas de obligarle a volver a la cama. Pero debía haber olido el aroma que salía de la cocina, porque aunque en principio sus pasos indicaban que iba a asearse, bajó primero a por una de las pociones. Su "buenos días" fue tan propio de un muerto viviente que al helión le dio la risa. No volvió a bajar, cosa que le llamó la curiosidad a Atol, pero siguió a lo suyo. Quizá aquello se explicara con el hecho de que había cogido dos pociones, pero no le incumbía. Se encogió de hombros y no le dio más importancia.

Enredo se le unió poco después y le invitó a sentarse y picar algo si quería. Básicamente le dijo que se sintiera como en casa. Había sido la suya, así que podía sonar ridículo, pero estaba en su papel de "recibir novatos con elegancia" y sencillamente se le escapó.

Dejaban atrás muchas historias. Historias de sufrimiento y dolor de diversos tipos, pero también de pequeñas satisfacciones y buenos momentos. La idrina abandonó Letargo tal y como entro, con el libro de magia que había sacado de la biblioteca como único añadido, segura de que, a pesar de que la lacustre estaba preparada para iniciar una nueva etapa en su vida, no podría evitar sentir cierta añoranza cuando rememorase aquellos muros cubiertos de enredaderas que habían sido su hogar durante tantos meses. Pero un nuevo capítulo, con las líneas aún en blanco, estaba por llegar, y eso la intrigaba demasiado como para no querer llegar a él. La niebla permanente a su alrededor se le antojaba una metáfora que representaba aquel futuro infierno: difuso, pero lleno de muchas posibilidades.

Por suerte para el grupo una de aquellas posibilidades consistía en que Irianna no podía perderse en la niebla, pues tal y como ya se esperaba a aquellas alturas, el fenómeno los acompañó durante todo el trayecto. No se trataba de que toda la ciudad estuviese envuelta en niebla, la lacustre se hacía una idea aproximada de donde terminaba aquel banco. Una vez más fue ella quien guió al grupo en dirección al primer refugio que habían querido visitar: la Torre Serpentaria. Y gracias a su nuevo don también fue quien les comunicó con evidente alivio que podía sentir a la mayoría del grupo de Maciel una vez se acercaron lo suficiente como para que la neblina cubriese los alrededores del refugio. Había alguien, no obstante, que le era completamente desconocido.

Tal vez se hubiera planteado si podía tratarse de alguien que hubiese cambiado tanto que resultaba irreconocible, a fin de cuentas había sido una sorpresa agradable comprobar que Devoss y Varsai podían regresar a su forma original pero hasta hacía unas cuantas horas habían sido un tigre y un leopardo respectivamente, pero gracias a su percepción en el interior de la niebla sabía que no era así. A medida que se acercaban, la idrina fue posando la vista sobre aquellos que entraban en su campo de visión: Eara, Hal y Kirés no parecían cambiados en absoluto, tal y como le había sucedido a ella misma, pero le costó reconocer a Samika, a pesar de que tenía la seguridad de que se trataba de la humana, entre sus imponentes alas de murciélago y los rasgos que había adquirido desde la última vez que la vio. No estaba segura de si la novedad más impactante en Ayne se trataba de su falta de ojos, sustituida por aquel brillo siniestro, o por el hecho de que su piel transparentaba dejando ver con claridad el esqueleto que había bajo ella y sus músculos. Se obligó a seguir observando al resto: Ergot ahora parecía alguna clase de avispa gigante, pero era imposible no reconocer al pequeño repoblador. Y Twixy’s… No sabría decir qué había exactamente de diferente en ella, pero por algún motivo la belleza de la frivy le causó una impresión que le dificultó el apartar la vista de aquel hermoso rostro que atraía su mirada por mucho que el hecho en sí le resultase inquietante.

Y después estaba la mujer dragón, probablemente ciudadana de la ciudad y que no costaba deducir que debía de estar allí para darles alguna clase de indicación. O al menos eso esperaba, porque ya habían tenido demasiados acertijos e incertidumbre durante el transcurso de aquellos largos siete meses.
—Buenos días a todos, me alegro de veros —saludó de forma generalizada para el grupo de Maciel—. Lo siento si la niebla es una molestia, al parecer es cosa mía pero no sé cómo evitar esto —hizo un gesto con el que pretendía abarcar la condensación a su alrededor seguido de uno de disculpa.
Se había percatado de la falta de al menos una persona en aquel grupo y se le hizo un nudo en la garganta cuando se preguntó si alguno de ellos también había sufrido el mismo destino que Sigrún la noche anterior. Pero tal vez se habían dirigido directamente al otro refugio por lo que de momento prefería no mencionar nada al respecto. De todas formas probablemente aquel tampoco fuese el mejor momento para hablar sobre la suerte del islandés.

Kimbra dejó el torreón sin mucho problema. Se llevaba sus posesiones, había recogido los últimos frutos del huerto y sus compañeros más allegados iban con ella. Que tuviera que dejar el lugar y todo lo que ahí había encontrado carecía de importancia para la krabelinense siempre que lo anteriormente normado la acompañara. Lo que sí que la había molestado de alguna manera había sido tener que dejar atrás las armas. Esperaba hacerse próximamente con nuevas o carecería de herramientas para cazar. Además, debía aprender a manejar sus nuevas garras y reaprender a usar el armamento de nuevo o realmente no podría volver a practicar la caza y necesitaba de utensilios para llevar a cabo la práctica. Kimbra esperaba que, puesto que ya era considerada como ciudadana de Rocavarancolia, dama Diurna no se descubriera como una mentirosa y eventualmente ella pudiera volver a Krabelin a recuperar a Ámarok.

Kimbra siguió a Irianna, consciente de que ella, al ser capaz de percibir a través de la niebla, podría predecir posibles ataques, por lo que no se encontraba alerta, aunque no podía evitar olfatear el ambiente de vez en cuando, percatándose de un aumento en dicha capacidad.

Al llegar al destino pactado la engendro se congratuló al ver al grupo de maciel en la puerta del refugio, con menos cambios de forma proporcional que los que su grupo había sufrido, pero siendo estos significativos a nivel individual en los afectados. La Hija de Lunas saludó con un asentamiento de cabeza controlando el contrapeso de los cuernos, y quedó callada mirando a la mujer que parecía estar esperándolos, la cual bien podría ser un hibrido entre un Kievek y un humano. La mujer repitió para ellos lo que acababa de comunicarles a sus compañeros y Kimbra se giró hacia Irianna.

- ¿Debo considerar por su palabras que este refugio es el idóneo para cumplir mi necesidad de adquisición de conocimiento?

Varsai siguió al grupo por las calles y entre la niebla. Echaría de menos el torreón pero parecía que les daban refugios nuevos. La niña aún no tenía muy claro a cual de los dos iría, no dejó de preguntarse cómo serían esos lugares hasta que llegaron al primero, la torre Serpentaria.

La licántropa se acercó al grupo de Maciel y los saludó apreciando sus cambios. Kirés, Eara y Hal no tenían ningún cambio apreciable, Ayne no tenía ojos y su piel se transparentaba revelando su esqueleto, Varsai no se sorprendió mucho, total a Jace se le había caído la cabeza. Ergot parecía un insecto gigante y Twix estaba guapísima. La más cambiada era sin ninguna duda Samika, se había convertido en algo parecido a un murciélago.

Cuando la mujer les explicó la forma de entrar a la torre la niña tomó una decisión. Ella iría al otro refugio, de todas formas según el mapa estaban cerca y, si aprendía a manejarse con lo de cambiar de forma, no tardaría más que unos minutos en ir y venir.

"Yo no quiero registrarme aquí, pero quiero ver el interior. ¿Puede alguien dejarme entrar o como va la cosa?" le escribió a la mujer dragón.

Abandonaron Letargo, su hogar y refugio durante mucho tiempo. Para el humano ese torreón había sido un oasis, una especie de salvación. Todo lo que le aislara de los monstruos de ahí fuera era un respiro. Y ahora debían dejar atrás todo eso, para emprender una nueva aventura. Salió solo con el libro como única pertenencia, un libro que ni siquiera había utilizado en realidad.

Caminaron hacia lo desconocido, pues no podían ver debido a la niebla. Estaba claro que la niebla estaba relacionada con Irianna, pues ella les guiaba por las peligrosas calles de Rocavarancolia. Sin embargo Devoss no tenía miedo, confiaba plenamente en sus compañeros y en él mismo. Nada podía salir mal, había dejado el dolor atrás entre las habitaciones de Letargo. El humano era consciente de lo que había cambiado... Vino a la ciudad risueño y deseoso de encontrar aventuras y diversión. <<Qué gracioso...>> No obstante ninguna de esas cosas se cumplió como el holandés esperaba, el estrés continuo, los ataques que sufrieron, las muertes, la Luna... Todo eso había hecho del licántropo otra persona muy distinta.

Pero...¿Acaso no era bueno? ¿No era mejor haberse vuelto más frío y duro si gracias a eso podía sobrevivir? Así lo creía él, en un mundo tan peligroso, donde en cada esquina aguardaba un nuevo espanto...una nueva amenaza... ¿No era necesario cambiar? ¿No era obligatorio? Devoss meditaba sobre todas estas cosas cuando por fin llegaron. <<Serpentaria>> Pensó el chico. Otro refugio, la ciudad tenía unos cuantos...

Entre la niebla pudo divisar figuras conocidas. Eran los de Maciel, solo Ayne, Ergot y Samika presentaban cambios físicos. Apartó la vista cuando se dio cuenta de que al anima se le veía el esqueleto. Era una visión espantosa...Estaba claro que Maciel no había tenido más suerte que ellos. Así era de impredecible el astro rojo.- Cuanto tiempo, chicos.- Dijo simplemente. Se dio cuenta de que faltaba gente, pero tampoco tuvo tiempo de preguntar pues algo le hizo girar la cabeza rápidamente.

Era Twixy´s y a pesar de ser igual no podía apartar la mirada, era prácticamente imposible. Solo algo hizo que desviara su atención de la veela, era una mujer...una mujer-dragón. Cuando la desconocida terminó de hablar el licántropo tigre se cruzó de brazos.<<Esto es una completa locura...¿Ahora sí les importamos?>>.

Mientras los Macieleros supervivientes se acercaban a la torre de hechicería con la cúpula acristalada, Ergot no podía parar de pensar en su incierto futuro. No tenía ni idea de que hacer a partir de ahora, estaba perdido. ¿Qué podía hacer? El véspido soldado no lo tenía claro, sólo sabía que quería quedarse con sus compañeros, recuperar la completa movilidad, aprender a controlar sus nuevos atributos y visitar a Emmit cuanto antes. Pero lo que vendría después era una incógnita más oscura que el fondo de un abismo infinito. Por suerte el viaje hasta el torreón no fue lo suficientemente largo como para que sufriese una crisis existencial.

Al  llegar a su nuevo refugio el repoblador y sus compañeros se encontraron con el recibimiento de una criatura que era entre un humano y un rasqa, pero en femenino. El discurso de Ghana les dio la información que necesitaban para habitar en la torre.

Ergot observó como sus compañeros firmaban en el libro, angustiado porque le tocase a él pues no estaba muy seguro de cómo se escribía su propio nombre. Cuando a punto estaba de llegarle el turno, una niebla les rodeo y el grupo de Letargo apareció con ella. Ante las palabras de Irianna, Ergot fue el primero en responder:

-¡Hola! Buenos días. –Observó al extraño nuevo grupo de letargo. Eran ellos pero ya no lo eran del todo, era como ver un reflejo en un espejo deformador: te reconoces pero no eres tú. La mal rollista seguía siendo mal rollista, Devoss parecía más salvaje, Irianna tenía los ojos más claros y un banco de niebla… El repoblador no pudo evitar preguntarse que impresión estarían causando ellos mismos ahora. Pero la explicación de Irianna le hizo cambiar de cauce de pensamiento y tranquilizarla sobre el asunto:

-No molesta nada, por ahora, creo, al menos a mí no… tal vez al resto, pero a mi nada de nada. ¡Así que no te preocupes! Si te sirve de consuelo yo no sé cómo usar mis alas ni cómo escribir mi nombre.- Y como para afirmar más contundentemente esto último, el véspido soldado firmó en el libro dibujando lo que parecía una margarita con un “Errrjod” a su lado.

El pequeño repoblador cayó-saltó del atril al suelo donde recogido su bolsa, la cual había dejado ahí para poder escalar hasta el libro. Esperó a que todos sus compañeros firmasen y entró en la torre con la contraseña mental que le habían otorgado.

Una vez fuera eché una última mirada atrás, viendo el torreón alzándose, recortado con la densa niebla que rodea a la idrina, aún desde mi posición se pueden ver algunas de las enredaderas y las ventanas de los dormitorios, nos había dado cobijo, jamás olvidaré el lugar donde pasé mi primer año, ya empiezo a preguntarme quienes serán los desdichados que acabarán en él este año, de que mundos vendrán  los engañados y a los que les regalarán promesas anhelantes, algo sé seguro, y es que en el momento en el que sales de esos muros debes concienciarte de que puede ser la última vez que los veas.

Ojalá haga su función tan bien como lo hizo con nosotros, nos mantuvo vivos a la mayoría, salir es peligroso, ahora, en cambio no lo parece tanto bajo esta forma demoniaca. Las calles son las mismas pero bañadas con la luz roja de la luna se ven totalmente diferentes, no bonitas, pero sí especiales, llenas de esencia, al igual que nosotros, no tengo miedo de caminar por ellas, y es un gran punto a favor, ojalá todo vaya mejor que antes, ojalá consiga adaptarme a mi cuerpo lo mejor posible, tanto físicamente como de forma mental, veamos que nos depara la ciudad ahora que hemos pasado por el aro de fuego.

Nada más empezar el trayecto empiezo a chasquear la lengua al estar desacostumbrada a andar descalza por mis nuevos pies, ahora en forma de garras de reptil, es una sensación extraña, de vez en cuando muevo las uñas y palpo el suelo, inconscientemente muevo la cola a los lados, visiblemente nerviosa al ver aparecer nuestro destino al frente. Al fin hemos llegado.

Y con Serpentaria también viene Maciel, me quito un peso de encima al ver que la mayoría está bien, y abro los ojos impresionada al ver los cambios de algunos de mis compañeros, Samika, ahora con grandes alas de murciélago en la espalda, Ayne también está muy cambiado, se le ve el interior del cuerpo como si fuese transparente, Ergot también está allí, sin poder revolotear por no haberse adaptado a las alas que tiene, luce un gran aguijón de insecto, cuando mi mirada se posa en Twixy´s ladeo la cabeza confundida, no tiene nada de especial...salvo que en realidad sí, tengo que reunir un poco de fuerzas para apartar la vista y observar con una sonrisa al resto de macieleros.
-Me alegro de que nos hayamos encontrado- les digo sacando mi lado más amigable, aquel que ha ido saliendo fue avanzando la cosecha.

Con atención atiendo a la mujer dragón, y siento una punzada en el pecho cuando nos llamas ciudadanos, el desprecio por lo que ahora somos no dura mucho cuando nos explica los lujos de ser pertenecientes a Rocavarancolia, agua corriente, habitaciones para nosotros solos, y sobre todo y lo más importante, despensa llena, nada de arriesgar el pellejo para conseguir comida. Algo de civilización no esta mal en absoluto.

-Yo tampoco- digo en cambio, secundando a la nueva licántropo- quiero ver más – mucho más, no descarto la idea, pero voy a mantenerla en un segundo plano, así que espero cruzada de brazos, sin ni siquiera mirar cuando una lengua de fuego prende en mi pelo, ahora que el cabello ya se ha secado del todo.

Mientras caminaban por la ciudad en busca de su nuevo hogar, Sekk había intentando ejecutar alguno de los hechizos que había memorizado durante la cosecha, esperando en una vana ilusión que la Luna le hubiera otorgado la capacidad de emplear magia. La presencia de la niebla que seguía a Irianna a todas partes le inspiraba la suficiente seguridad como para no prestar atención a lo que le rodeaba mientras tanto, pero al no obtener ningún resultado volvió a la realidad y empezó a fijarse en la parte de la ciudad por la que avanzaban. La bruma apenas le permitía distinguir las formas de los edificios, lo que le daba al ambiente un aspecto irreal, pero al berserker no le molestaba: le recordaba a la calima de su hogar y a las horas que perdía buscando figuras en la misma.

Confirmar que los macieleros se encontraban bien resultó un alivio, aunque al ulterano no se le pasó por alto que había dos ausencias en su grupo. ¿Acaso habían tenido algún percance similar al suyo con Sigrún? Pensar en ello volvió a ensombrecer la expresión del rubio, y eso, sumado a la falta de visibilidad, le impidió fijarse demasiado en los cambios de sus compañeros. La veela si que consiguió atrapar su mirada, sin embargo, pero Sekk logró quitarse de encima la extraña sensación de fascinación que empezó a embargarle con una sacudida de cabeza.
—Yo también me alegro de veros de nuevo —añadió algo confuso a los comentarios generales, dedicándoles una media sonrisa. No entendía lo que acababa de ocurrir.

Cuando la mujer dragón repitió su discurso el ulterano le dedicó toda su atención, planteandose seriamente si debía quedarse en aquel refugio o ir a ver el siguiente. Prefería mantenerse junto a sus amigos, pero quizás debía ser pragmatico.
—Yo tengo una pregunta, si no os importa —dijo en voz alta, acercándose a la hechicera y mirándola fijamente a los ojos. El berserker, a pesar de que Gahna le intimidaba, supo mantener la compostura sin apartarle la mirada—. ¿Aquí pueden controlarme si vuelvo a perder la razón como ocurrió anoche? No quiero volver a hacerle daño a nadie sin ser consciente de ello, pero estoy bastante seguro de que volvera a pasar si no hay nadie para detenerme. —planteó de forma que solo ella le escuchó.

Rasqa no volvió a tocar el suelo hasta que no llegaron, la sensación de ligereza que le había invadido con el cambio lunar le invitaba a surcar el cielo y hacer cabriolas. Cuando se entusiasmaba su espalda se encendía sola y Rasqa iba dejando una estela de humo con la que jugó hasta que llegaron al punto de destino.

Una vez aterrizó, su mirada se posó primero en Twix. Rasqa no tenía mucha relación con los macieleros, pero los recordaba de antes. La muchacha no parecía haber cambiado mucho y, aún así, a Rasqa le parecía increiblemente más bella ahora. Necesitó varios segundos para vencer el embelesamiento y examinar al resto de cosechados. El bichillo le hizo gracia y le despertó tanta curiosidad como lo hicieron Samika y Ayne. El resto parecían haber cambiado por dentro como Irianna y dificultaba mucho apreciar la huella de la luna en ellos.

Sin embargo, quien más llamó su atención de todos fue la mujer dragón que les habló. Rasqa no supo si se había presentado, pero no podía quitar la vista de ella. La sentía cercana en cuanto a raza, más de lo que sentía a ninguno de sus amigos o el resto de cosechados. Tenía escamas, ala, cola... Era tan dragón como él. Rasqa no habló y se dedicó a observarla sin una sutileza que desconocía que fuera necesaria en esos casos.

Si era obligatorio apuntarse para poder entrar, Rasqa tendría que quedarse fuera, pues era la Sede la que más le llamaba la atención.

Nuevos transformados llegaron, y Gahna tuvo que repetir a grandes rasgos la información. Tardó un poco en percatarse de la presencia de Varsai, entre la niebla que estaba empezando a llenarlo todo y lo pequeña que era, pero cuando lo hizo leyó con atención lo que preguntaba.

-Cualquiera de los presentes puede decirte la contraseña para que puedas entrar. Y los que no podeis hablar podeis simplemente mantener en vuestra mente la contraseña y concentraros en ella mientras cruzais la puerta.

Reconoció al berseker. Había dado un pequeño espectáculo la noche de la Luna, y parecía que ese desliz le había afectado bastante.

-Las consecuencias de tu transformación son cosa tuya, no eres el único que puede perder el control y si lo que temes es hacer daño a los tuyos tendras que aprender a manejarte tú- respondió.- Pero si lo que quieres saber es si podrás encontrar alguna forma de conseguirlo aquí la respuesta es sí. Tanto aquí como en la Sede de los Taumaturgos.


Twixy's notó nuevas miradas y al girarse vio un banco de niebla lleno de letarguinos. Saludó con la mano y miró por encima los cambios de unos y otros, que tampoco podía distinguir muy bien, salvo a Rasqa que había venido volandoy que ahora tenía pinchos por todas partes por alguna razón. Pero la torre la estaba llamando, junto con un olor a bollos recién hechos. Entró pensando fuertemente en la contraseña, como había dicho la mujer dragón, ya que pensó que si era una contraseña y debía ser secreta, era mucho más seguro si no la decía en voz alta.

El interior era acogedor, y aunque tenía el mismo aire viejuno que el resto de la ciudad había signos claros de que alguien vivía allí. Siguió el olor de la comida y se encontró una cocina con una mesa repleta. Registró todas los armarios y despensas, todo lleno, todo limpio. A Eara y a Samika les iba a encantar cocinar allí. Continuó hasta dar con un salón y allí vio... gente. Desconocidos que supuso serían inquilinos.

-Holis- dijo, y en un intento de ser encantadora probablemente casi tira a los dos pobres al suelo.

Jace se pasó el camino replanteándose seriamente si rechazar la bolsa de onyces que le habían ofrecido en la taberna había sido buena idea. Iba cargado de cosas, y su cabeza no era precisamente ligera. Jamás se había preguntado cuanto podía pesar esta sola, y tampoco es que se hubiese visto descubriéndolo hasta entonces.
Después de Letargo, Serpentaria parecía una especie de mansión lujosa allí en lo que había visto de Rocavarancolia. No le costaría acostumbrarse a vivir en un sitio con muebles reconfortantes, y se moría por entrar para ver si verdaderamente estaba mejor que su viejo torreón. La presencia de los macieleros en la entrada de la torre le hizo emocionarse, más que nada por curiosidad de saber que les habría tocado a ellos en la versión body-horror de la Navidad.

La niebla y su vista de 360º hacían que visualizar perfectamente a todos fuera algo un tanto costoso, mas a pesar de los cambios físicos supo decir quien era quien. Las primeras impresiones de la transformación de cada uno fueron enviadas sin piedad, al no poder controlar como era debido su nueva forma de pensar en voz alta. Por suerte, tras haber visto las de su torreón, las de algunos veteranos en la taberna y haber asimilado la suya, los comentarios no fueron más allá del "que alas más chulas", "ahora este es un bicho planta", "cómo mola tu esqueleto" o "Twixy's está más buenorra de lo normal".

La mujer dragón dio su explicación, pero lo cierto es que a Jace no le importaba a donde ir. Quería mantenerse cerca de su grupo por la costumbre, pero sobre todo asegurarse de que el berseker no cometía ninguna salvajada más. Poco a poco, algunos macieleros fueron entrando, pero el dullahan se mantuvo a la espera de que los de Letargo decidieran a donde iría cada uno. Quería saber quienes se quedaban.

«A mi me da igual que me muerda un perro que una perra.»—comentó, encogiéndose de hombros de forma exagerada para que se notase el gesto—. «Me llama más la Sede, pero sé que tengo que aprender algo de magia primero para invocar mis armas. Creo... creo que me conviene quedarme aquí.»

A pesar de que no le hiciera falta para verles, se giró al resto para dar sensación expectante, dándole la espalda a la torre.

De cerca la figura pasó a convertirse en una mujer con rasgos reptilianos. Podía ser extraño, pero estaban ya curados de espanto y ese pequeño detalle era lo de menos. Resaltaba más la evidente impaciencia y mal talante con que los miraba. Al menos, cuando empezó a describir la torre a sus espaldas, todo empezó a sonar un poco mejor. Aquella torre servía para desarrollar la capacidad mágica, tenía comodidades, y era segura. Si podían confiar en las palabras de la mujer, allí estarían bastante mejor que en el torreón.

Ayne, por lo poco que sabía del otro refugio –que era para guerreros– ya pudo decidir donde quería estar. No hacer magia había sido su gran frustración, y tener que matarse a entrenar, la segunda. Todo en su justa dosis. Parecía que los demás también querían quedarse en Serpentaria, incluida Eara, que no deseaba separarse de nadie. Cuando les llegó el turno, ambos firmaron el libro de la entrada.

Cuando se disponían a entrar, sin embargo, apareció el extraño banco de niebla a lo lejos. Entre la bruma podían verse varias figuras que se empezaron a hacer más nítidas cuando ya estaban tan cerca que la niebla engulló la torre. Los letarguinos habían llegado, y lo primero que hicieron los sinhadres, cada uno por su lado, fue contarlos. Faltaban dos, como en su grupo, pero al ver a Rasqa entre ellos, ahora cubierto de pinchos, dedujeron que el pregón y aquellas ausencias no debían estar relacionadas. Tal vez solo se habían ido al otro refugio o por su cuenta, pero después de lo que le había pasado a Lemus no era tan fácil creer en aquello.

Respecto a los cambios que habían sufrido, pasaba un poco como en su propio grupo: unos eran chocantes, o tremendamente chocantes «la cabeza… ¿cómo puede seguir vivo?», y otros eran inapreciables. Aparte de la decapitación de Jace, Kimbra, Rasqa y Ruth tenían cambios más que apreciables; otros, como los ojos de Irianna o las musculaturas aumentadas ocultas bajo la ropa, requerían fijarse más.

En circunstancias normales habrían querido averiguar todo lo posible sobre los letarguinos, qué habilidades habían ganado, qué pasaba con los ausentes… Pero había una cohibición extraña entre ambos grupos, aparte del agotamiento. Eara pensaba que lo mejor sería entrar cuanto antes al refugio, asentarse, y luego hablar. Ayne no tenía ganas de aquella parte, sin embargo.

Siguieron a Twixy’s cuando entró. Saber que no eran los únicos habitantes hacía que fuese un tanto incómodo colarse allí dentro, como si invadiesen una casa ajena. Por si fuese poco, una comitiva los esperaba en el salón. Ayne, que iba rezagado, sintió la tentación de aprovechar ese hecho para desaparecer y saltarse el protocolo, pero al final resopló y se quedó dónde estaba. Eara se dedicó a examinar a quienes los esperaban. Al menos parecían bien intencionados. Entre ellos había una sinhadre, aurva, y no pudo evitar detener su mirada más tiempo en ella.
—Gracias por acogernos —dijo con una pequeña inclinación de cabeza. Sabía que no eran sus anfitriones, pero no dejaban de estar aceptándolos en su propia casa.

Sus compañeros empezaron lentamente a entrar al edificio, captando mas figuras que la de sus amigos adentrándose y que supuso debían tratarse de la gente de Maciel. Suspiro aliviada no captando aun cambios en ellos pues estaban fuera de su rango, como tampoco ninguna palabra de lo que decían. ¿Cuanto mas duraba aquello? Era lo que realmente le interesaba saber. El olor a comida fue lo siguiente que notó, aparte de las figuras ya residentes del lugar; e inquieta, saludó a acercándose un poco mas a Eara y Twixy's inconscientemente. Aunque bueno, si Twixy's les afectaba también a ellos como al grupo poca atención le pondrían a ella.

Lo primero que se le ocurrió decir era, al menos para ella, lo mas factible antes de nada.

-Encantada de conocerles. Y solo por evitar explicación posteriores si me decís algo: No escucho -añadió Samika prefiriendo ir al grano, terminando su frase con un bostezo que apenas si pudo cubrir con la mano. El olor a comida le invitaba a comer de nuevo, pero no tanto como lo haría un sillón, o una cama, o simplemente una pared donde apoyarse. No podía dormirse en ese momento, de ninguna forma.

El sonido de un batir de alas llego desde las escaleras y los allí reunidos pudieron ver a una estirge sobrevolando el salón, antes de posarse en en el espalda de una de las sillas junto a la mesa, cerca de los viales de poción para la resaca. El pájaro recorrió con sus ojos a los recién llegados hasta que llegó a la única ave del grupo. Las plumas del lomo se erizaron y el ave le grazno amenazadora en un tono agudo, siendo lo único que evitaba que se lanzara contra el, la orden de su brujo de no distraerse en  su pedido.

El pájaro aun así no despego sus ojos de Kires en ningún momento, agarrando uno de los viales con su pata, para luego alzar de nuevo el vuelo y desaparecer por el mismo lugar por el que había venido.

La idrina sonrió a Ergot y le respondió a Kimbra que creía que así era, tras haber escuchado la explicación de la mujer dragón. La idrina también pensaba que aquel refugio parecía el más indicado para ella, pero si la hija de lunas se hubiera decidido por el otro, Irianna la habría acompañado a pesar de ello. Así pues, se inscribió en la Torre Serpentaria y procedió a entrar pronunciando la contraseña también de forma mental al haberle sido revelado a Jace que era posible hacerlo de ese modo.

La niebla, como cabía esperar, entró con ella al edificio y la lacustre comenzó a avergonzarse al comprobar que todavía había más gente allí a la que debía pedir disculpas por ello. Al parecer los habitantes de aquella torre les habían preparado un banquete de bienvenida, y entre ellos reconoció al desconocido que se había llevado a Jace la noche anterior. La idrina decidió acercarse primero a él, metiendo una mano en su bolsillo para sacar los frascos que habían permanecido allí desde la noche anterior.
—Te los devuelvo, al final no necesitamos usarlos —le dijo tendiéndoselos—. Gracias por tu ayuda. Y… Encantada, soy Irianna —se dirigió entonces hacia los demás, observando las particularidades de cada uno de forma fugaz para evitar ser maleducada—. Soy la causante de que haya niebla aquí dentro pero no sé cómo solucionarlo, lamento mucho las molestias —añadió con una leve sonrisa cansada y elaborando un gesto de disculpa.

Seon había pasado la noche en vela, sabiendo que de dormirse quizás no se despertara a tiempo. No había dicho a nadie la contraseña de Alder para despertarla y no siempre se acordaba de recargar las runas que regulaban sus horarios. Con la llegada del amanecer, otros se le unieron a la espera. Atol estaba, como siempre, preparado y dispuesto como un buen anfitrión. Seon se tomó una de las pociones reconstituyentes, brindando por los nuevos compañeros de torreón que estaban al llegar.

Seon agitó las manos hacia los recien llegados. Reparó primero en la chica alta, frivy. Era dificil no seguir con los ojos cada curva de su cuerpo. La miró a los ojos con atención, vagamente fascinada por encontrar algo tan bonito. La había empezado a dibujar mentalmente.  La distrajeron en seguida otros saludos y a todos respondió con una sonrisa amplia y preguntó nombres cuando faltaron. Devolvió también la mirada a la pareja sinhadre. Por un momento, verlos fue casi doloroso. Por ellos sintió una felicidad agridulce. Y era mucha gente, muchos nombres que no había espiado ese año, oculta en los pliegues de un sueño.

- Yo soy Seon- dijo, suave, sin preocuparse de si todos la oirían-. Si no nos hemos conocido antes podemos conocernos ahora. Soy oniromante, o bruja de sueños. Estoy aqui desde hace dos lunas, como Skarog y Enredo.

Enredo y Varsai:

La niña pidió la contraseña a alguno de sus compañeros que sí habían firmado y entró con el resto. La niebla no le dejó ver bien el interior pero el olor a comida se hacía palpable y la niña se dirigió al lugar del que salía el olor. Allí se encontró con una chica sinhadre, un chico que no sabía como ubicar y al que los había ayudado la noche anterior. Saludó al brujo con la mano asegurándose de que la viese.

Enredo sonrió al ver a los novatos sanos y a salvo, le devolvió el saludo a la que debía de ser la chica leopardo alegrándose de que hubiese vuelto a su forma habitual. Su atención la llamó la chica frivy que había entrado, tenía un magnetismo natural y al chico no le costó averiguar qué tipo de transformación tenía. También observó al resto y sus cambios más de cerca.

Se sorprendió de que la idrina le devolviese los frascos.

-Vaya, me alegra que no tuvierais que usarlos - le dijo con una sonrisa.- Te honra el que me los devuelvas, pero si lo que te preocupaba era que me lo cobrase de alguna forma no te preocupes, esa nunca fue mi intención - le aseguró guardando los frasquitos.

La licántropa se acercó al brujo y le escribió algo en la libreta que Irianna también pudo leer. "¿No puedes hacer nada con la audición de Samika?" A la niña le extrañaba que le pasara algo en los oídos, sus últimas noticias eran de ceguera no de sordera, ¿sería cosa de la transformación?

-Me temo que no puedo - al brujo le bastó sólo una mirada para saber a quién se refería la niña.- Su problema no es de oído, es que no capta bien las cosas y con eso no puedo hacer nada. No te preocupes, se terminará acostumbrando y volverá a oír como siempre. Lo único que se me ocurre es que le retransmita la conversación por telepatía si queréis - ofreció a los presentes.

-Respecto a ti - dijo volviéndose hacia Irianna.- Creo que sé cómo echarte una mano con la niebla si estás dispuesta a hacer el intento claro - le ofreció.- Es algo por completo indoloro por si te preocupa.

-No me he presentado al resto perdonad. Mi nombre es Enredo, brujo de las enredaderas y médico, resido en el barrio Luna Alta - se presentó. Miró a los de Maciel y dijo.- Los de Letargo me conocieron anoche, también quise ir a Maciel a ayudaros pero cuando llegué ya estábais durmiendo así que no quise molestaros.

Atol

Cuando la gente empezó a entrar, el helión dejó el libro en el brazo del sofá y se levantó para recibirles. Sin embargo, duró muy poco de pie por culpa de la presencia de la frivy y, por descontado, su sonrisa y su forma de saludar. No había sentido nada similar por nadie en su vida y cayó al sofá de la abrumación que le embargó de forma tan repentina.

—Joder, qué guapa... —soltó casi sin pensar en un murmullo, pero luego reparó en su error y se reincorporó de un salto mientras deseaba que nadie le hubiera entendido—. ¡Bienvenidos! Sentíos como en casa. El desayuno es vuestro y hay habitaciones de sobra para que elijáis las vuestras. Cualquier duda, podréis preguntarnos. No te preocupes por la niebla, de verdad, que es normal tener dificultades los primeros días —dijo a toda velocidad y volvió a sentarse, pero cayó en dos cosas—. Ah, llamadme Skarog.

Con la primera cosa aclarada, se dispuso a hacer la segunda: arrancó una hoja de una libreta suya que llevaba encima y transcribió a la carrera todo lo que había dicho. Luego se la entregó a Samika con un hechizo de levitación. También miró a la estirge con desconfianza cuando miró de forma tan rara al novato, pero por suerte el pajarraco se fue y el libense se tranquilizó en el sofá.

Mucho rato antes...
Alice

Cuando Alice ya hubo ido al baño y cogido las pociones, la bruja volvió al cuarto en silencio. Se iba riendo mentalmente por su aparición estelar en el salón con su aspecto de bruja despeinada, en pijama, con resaca, pero al menos lo había hecho mucho antes de que los novatos llegaran. ¡Menudo espectáculo habría sido pillarles abajo! No le preocupaba, vamos. Y menos aún el hecho de que el helión le hubiera visto y, quizás, alucinado.

Abrió con cuidado la puerta y cerró a su espalda. El cuarto estaba de lo más raro pues no había ni rastro de las onyces. Las sombras estaban, sí, pero escondidas a la vista, ocultas en rincones en sombra, entre los muebles y donde pudieran. La bruja caminó de puntillas, dejó las pociones en la mesita de noche, se tomó la suya y subió un poco la persiana antes de dirigirse a la cama.