Fase 3, Ronda 2: Atol vs Giz

Claro que lo esquivó, y claro que el segundo no le hizo nada. Rápidamente volví a protegerme con un escudo mágico y entonces recibí un hechizo de inyección por la espalda. <<Jodidos invisibles traicioneros...>> Una cosa tenía clara: tenía que aprender, si era posible, a conjurar hechizos con una mano o a recargar uñas mientras disparase otras. Necesitaba ser más rápido con la magia. Así, ahora podría llenar la Arena de hechizos de área como explosiones y alguno acertaría...

Ahora, por supuesto, no sabía. Así que reparé la barrera física y luego conjuré y lancé, en direcciones aleatorias, varias bolas de luz a las que añadí una cláusula de explosión cronometrada. Algunas explotarían antes que otras.

Giz se alzó en el aire para evitar las bolas de luz, alcanzando el máximo de altura que les permitían. Le costaba creer que al helión no se le hubiera ocurrido otra cosa que atacar a ciegas, sin salir siquiera de la nueva barrera de inercia. <<Espero que le apetezca repetir>>. Pensó al tiempo que conjuraba una nueva red de relámpagos a los pies del helión.

En esta ocasión no le iba a dejar escapar de la barrera con tanta facilidad como la anterior. Si trataba de salir como antes, andando, Giz convocaría una racha de viento y la dirigiría en bucle contra él para frenar aún más sus movimientos y maximizar los daños. Si por el contrario decidía hacerse intangible y salir bajo tierra, el goliat lo recibiría en la supericie con otra barrera de inercia para que Skarog no se aburriera.

Sabía de buena mano que los heliones no eran rápidos de por sí.

No solo no acertó ninguna sino que incluso volvió a recluirme como antes. Me olí la misma estratagema así que volví a intentar salir mientras cargaba más uñas, pero una ráfaga de viento me lo impedía. <<Si él se hace invisible, yo intangible>> gruñí mentalmente. Si no había honor en esta ciudad, no lo tendría yo.

No obstante, no iba a ponerle en bandeja que me enterrara, así que primero me lancé el hechizo de levitación (su barrera de inercia me impidió separarme del suelo) y luego me hice intangible. El viento me arrastró mínimamente al principio y luego me atravesó como si nada, así que pude salir. Mientras, dos hechizos de curación salieron de dos uñas de los pies, chocando con el pie opuesto. Inmediatamente después, convoqué una barrera mística potenciada y disparé dos uñas (dos hechizos de rastreo) contra esta para que rebotasen cargados <<De poco servirá si vuelve a bloquearlos. Pero de poco sirve también gastar magia a ciegas. Maldita invisibilidad>> Luego me puse detrás de la cortina, aunque serviría más bien de poco con el maldito levitando. Si me daba tiempo, volvería a cubrirme con un escudo mágico.

Mientras Atol salía de la siguiente barrera de inercia y cargaba sus uñas, Giz había tenido tiempo de reforzar un poco más sus ya no tan endebles defensas mixtas y lanzarse un hechizo de dispersión reforzado, advertido por los escasos residuos mágicos que desprendían los hechizos de rastreo que se había guardado Skarog en las uñas. El gasto mágico que estaba realizando el helión estaba alimentando su gola, que no tardó en avisarle de su torpe hechizo de levitación, la siguiente intangibilidad y la posteriór barrera mística, por si no era lo suficientemente clara a la vista. Estando desde arriba, aquello no le daría mucho problema.

Al tiempo que Skarog disparaba los hechizos sobre su propia barrera, Giz disparó a su cabeza un hechizo de desmayo. De llegar después que la barrera mágica o en caso de que fuera desviado, Giz le devolvería la jugada de las bolas de luz. Apuntando al objetivo en su caso, sin embargo.

La idea era ponerme a cubierto tras la cortina y levantar de nuevo barreras mágicas y físicas. Tendría que haberlo hecho antes y haberme evitado lo que fuera que me alcanzó directo a la cabeza. Por la naturaleza de sus efectos, habría pensado que era un hechizo de desmayo, pero ya era demasiado tarde como para pensar o siquiera reaccionar contra ello. Solo me dio tiempo a pensar ¿y ahora qué?

Giz convocó una burbuja de silencio alrededor del helión durmiente para que no se despertara antes de tiempo y, con paciencia, fue tejiendo hechizos: el primero fue uno de tinieblas sobre los ojos del helión y a continuación una superposición de varios campos de fuerza inversos en el siguiente orden, de dentro a fuera: físico, mágico, físico, mágico y físico. Todos esféricos y con cláusulas para impedir hechizos orgánicos.

Volvió de vuelta al suelo, deshizo la invisibilidad y atrajo su poncho hacia sí mismo. Una vez vestido de nuevo, disolvió la burbuja de silencio y lanzó una explosión sobre la barrera física externa, dejándola a un toque de romperse. Si había calculado bien, el estruendo debía despertar al helión durmiente.

Mientras Skarog despertaba, el goliat se sentó en el aire y adornó la zona circundante de aquella prisión improvisada con guirnaldas de fuego mágico que serpenteaban en espiral y cambiaban de color. Si por casualidad el helión encontraba algún hueco por el que lanzarle algún ataque, Giz utilizaría aquel adorno como ofensa o, directamente, desviaría el hechizo.

Algo me sacó de mi inconsciencia. Me costó volver en mí por lo cómodo que estaba sobre la arena... ¿Arena? ¿Qué? Cuando recordé qué había pasado, me levanté con rapidez. Esta vez no había un barril destrozado sino que estaba en mitad del Torneo. Y quedaba poco tiempo de duelo... <<¡Giz! Maldita sea, qué humillante...>>

Más humillante fue comprobar qué había a mi alrededor. Primero porque no veía nada más que una neblina negra que intenté quitar con un flash de luz mágica pero no pude. No sabía quitarla y no quería perder el tiempo, así que probé a contrarrestar lo que tuviera encima como pudiera. La niebla mágica sí que me permitió ver...

Pero qué demonios tenía a mi alrededor... ¿Por qué no me había dejado inconsciente sin más? ¿Qué demonios pretendía? ¿Que me matase a hacer hechizos sin parar? Había varias capas de campos de fuerza y creía entrever algunos también mágicos. <<Puedo atacarlo desde fuera... O mejor, a él>> Raudo, conjuré un cántico de orden acogiendo en este los pedruscos de la Arena. Con estos golpearía lo que me cubría, pero a su vez algunos los dirigiría contra Giz. Quedaba poco combate pero no me iba a quedar de brazos cruzados.

Giz avivó las llamas del fuego mágico en cuanto la gola percibió el primer hechizo, una luz mágica fallida en su propósito de barrer las tinieblas sobre el ojo de Skarog. Aprovechó que había reforzado varias veces sus defensas y permitió que las primeras rocas le golpearan. Mientras, continuó dando forma al fuego de tal manera que las guirnaldas se convirtieron en una sola serpiente con las fauces abiertas y atravesó desde fuera las múltiples defensas para impactar sobre el helión.

Sin embargo, el final del duelo llegó antes que el dragón a su meta.

—Al final se me vio, ¿no? —preguntó Giz con gesto divertido, acercándose al lugar en el que estaba helión. Llevaba con ganas de decirle eso desde que lo había dejado tendido y no pudo esperar.