Fase 1, Ronda 5: Atol vs Tsusu

No tenía ni idea del alcance de poder de Tsusu, ni qué era ni cuántos años llevaba en la ciudad, pero me importaba un bledo. Sabía lo que había cuando me apunté así que ocupé mi puesto con decisión. Lo que también tenía claro era que su pequeño tamaño y sus alas me complicarían las cosas... Pero aguantaría.

—¡Si me ganas, te pediré clases en Serpentaria!—bromeé, pero podía ir en serio.

Como no sabía a qué atenerme, conjuré un primer escudo mágico y luego preparé un hechizo de respaldo para potenciarlo.

El problema era el reducido tamaño de Tsusu, comparado con la diana que yo tendría que parecerle. Y encima, volaba, así que podía descartar los hechizos dirigidos como el relámpago o los lanzazos... Pero mi abanico de hechizos había aumentado desde las pruebas así que intentaría aguantar. Tendrían que ser hechizos de radio... Como explosiones, o la bola de luz. Pero tenía que asegurarme de que el radio le alcanzase y el efecto le afectase. Y ambas cosas de forma amplia a ser posible. O, a las malas, dañarle las alas.

Mis protecciones estaban listas, pero ni de lejos contrarrestarían al relámpago que vi venir al poco de preparar él las suyas. Así que preparé y lancé un hechizo de desvío hacia su siguiente lanzazo justo cuando mi escudo se desmoronaba. Acto seguido, y mientras el lanzazo se perdía, levanté una barrera mística. A continuación, empecé a recargar mis uñas con diligencia.

El lanzazo volvió... Y volvió a rebotar en su barrera. Cuando se acercaba a la mía, bromeé en voz alta:

—¿Cuándo hemos cambiado al tenis?

Pero a la vez disparé una de mis uñas hacia su barrera. Lo siguiente que tendría que resistir era tanto el lanzazo de retorno como una consunción. No paré ahí: conjuré una explosión de luz y al lanzársela, disparé una bola de luz en el gesto final. Sin esperar a ver el resultado, levanté otro escudo mágico.

En cuanto vi la amalgama de hechizos, me alejé de donde estaba sin darle la espalda, caminando hacia atrás a la vez que recargaba varias uñas. Me paré al ver que conjuraba algo contra mí. Reforcé el escudo y aún dibujé otro más en torno a mí cuando las explosiones destrozaron el anterior.

<<A volar, ¿eh? Pues cambio de táctica>> Asenté bien los pies en la arena, aprovechando que para este había elegido ir descalzo. Haría lo que tenía más practicado: cubrir y disparar, lanzazos sobre todo. Acto seguido, conjuré un nuevo escudo y luego le disparé un lanzazo de magia fácilmente evitable. No obstante, a ese disparo le siguió otro, y otro, en apenas segundos. Osea, al lanzazo inicial le siguió otro y luego el final fue una parálisis. Pretendía que o bien se comiera uno de los tres o bien esquivara alguno y se comiera el siguiente, o incluso desarmarle algún hechizo.

El drake no encajaba ningún hechizo ya que o bien los esquivaba o los desviaba contra mí con consecuencias nefastas para el escudo o lo repelían sus defensas. Poco más podría hacer yo que seguir con la misma estrategia... O eso pensaba hasta que algo me rodeó y quedé encerrado. No reconocí el hechizo y ni tan siquiera sabía qué era, así que me mantuve rígido en el interior por si la luz que lo conformaba era dañina. <<¿Pero cómo tiro esto? No puedo estar enjaulado lo que quede de duelo>> Deslicé sobre la arena un pie, rozando con las uñas la pared de luz... y sólo ocurrió eso, el roce. <<Vale, no parece peligrosa...>> Pero no la podía atravesar físicamente. Así que empecé a pensar en cómo salir, olvidando que mi escudo mágico se lo habían comido los ataques del intercambio anterior.

No me dio tiempo a pensar, apenas <<No me fastidies>> A través de esta pude ver el relámpago que el otro me había lanzado, así que ya sabía algo más: aparte de no poder salir sin magia, cualquier hechizo desde fuera, aparentemente, podría alcanzarme. Cosa que hizo casi a la vez que cruzaba los brazos sobre la cara y el pecho.

Salí despedido hacia atrás tras haber visto cómo la esfera se evaporaba tras hacer contacto ambos hechizos. Caí de espaldas contra la arena, con los brazos rígidos por la energía del relámpago, el cual hacía honor a su nombre. Menos mal que Dama Urticaria no había encontrado remedio a mi "enfermedad libense", porque la pinta de las quemaduras de los brazos, hombros y torso no parecían nada indoloras.

<<Pero esto no ha acabado, me quedan los pies hasta que me cure, si me da tiempo>> Tumbado como estaba, me disparé un hechizo de intangibilidad y otro de levitación <<Ocho>> Una vez de pie, empecé a buscar la movilidad de mis brazos. Los necesitaba para curarlos, pues las uñas de las manos estaban un tanto chamuscadas.

El primer lanzazo me pilló haciendo los primeros gestos del hechizo de curación, por lo que rápidamente cambié a uno vigorizante. Hice caso omiso a los tirones musculares y e intenté aprovechar la levitación para esquivar el segundo lanzazo, pero me topé con la barrera de inercia. Por suerte pude quitar la intangibilidad a tiempo de atravesar el suelo y caer a través de este imparable. Volví a levantarme y busqué al drake con la mirada. <<¡Un último esfuerzo!>> Conjuré un escudo mágico y lo encadenaría con todos los hechizos de impacto que me fueran posibles, si me daba tiempo antes de que el otro hiciera su movimiento.