Fase 1, Ronda 8: Giz vs Zmey

Dos hienas salieron al ruedo tras Giz. No eran de las más grandes que tenía. Una le llegaba por debajo de la cintura y la otra la superaba por poco. La menor tenía una cresta azul y motas de colores por el cuerpo; la mayor era negra, con cercos verde fosforito alrededor de los ojos y un par de alas de mariposa atrofiadas a la espalda. Ambas nacieron durante el tiempo que el genemago había experimentado con los genes de hado infernal de Vac y las llamaba las hienas payasas por su aspecto tan poco serio. Lo más cómico de todo era que a veces parecían reirse de verdad, con sus gruñidos característicos.

En la muñeca derecha, finalmente, Giz tenía enroscado a su tercer miembro del pelotón: una escolopendra pequeñita a modo de pulsera. El insecto compartía los genes de la cabra y se mantenía invisible a la vista de todos salvo cierto argos. Además, gracias a esos mismos genes, resultaría una fuente extra de magia para Giz durante todo el combate. Sin embargo no era esa su única función.

Giz permaneció a la espera del piromante, al cual saludó con un simple gesto de manos y un "Buena suerte" bastante serio.

En cuanto sonó el gong, Giz lanzó un hechizo de impacto moderado hacia Zmey. Aquella fue su primera orden y, en cuanto nació el hechizo, las hienas payasas se lanzaron contra el sinhadre con zarpas venenosas y mandíbulas por delante. Acto seguido, lanzaría un hechizo ignífugo sobre él y la escolopendra.

Zmey se había enterado con muy poco margen de tiempo de que podían llevarse ''mascotas'' a los combates, siempre y cuando estuvieran relacionados con la especialidad del participante. Era imposible no haber oido hablar de Giz el genemago, sobretodo porque muchos de sus compañeros de cosecha se habían buscado trabajo para pagarle carisimos encargos. El mismo Zmey había fantaseado con la idea de pedirle un dragón, pero se había quedado en eso, una fantasía.

Devolvió el saludo del goliat en forma de leve inclinación de cabeza y se puso en guardia, ligeramente más atento a los movimientos de las hienas que al del genemago. Recibió el hechizo de impacto con uno de bloqueo, y de pronto tenía a las hienas encima. Se valió de dos llamaradas para impulsarse hacia atrás y esquivar el ataque de las bestias, y fue en ese movimiento cuando se dio cuenta de que eran ignífugos. << Como no.>>

Se hizo levitar tratando de ponerse fuera del alcance de los animales, sin fiarse de si podían volar o no, y se puso algunas protecciones básicas rápidamente, para después lanzar una llamarada oscura contra Giz.

Las hienas aullaron enfurecidas ante el ataque del piromante y lanzaron dentelladas al aire, frustradas al ver que su objetivo se escapaba volando. Lo seguirían desde el suelo a la espera de que aterrizara para hincar en él sus dientes ponzoñosos.

Giz, por su parte, había acabado de conjurar el hechizo ignífugo con tan mala suerte que las primeras llamas que le lanzó el piromante eran justamente de las que no podía repeler. Desvió la llamarada oscura a duras penas contra el suelo y no perdió el tiempo. Aprovechó que las hienas le marcaban el lugar sobre el que flotaba Zmey para delimitar una barrera de inercia de forma precisa en torno a ellas. Para que no le ocurriera como con Noel, había pagado con energía extra un diámetro más ancho para la barrera.

Al tiempo que Zmey cayera y las hienas le atacaran, el goliat cubriría con un sortilegio de defensa a sus animales, comenzando por las payasas. Él sería el último, si no había contratiempos.

<< Mierdamierdamierda>>

Le dio tiempo a usar un hechizo de protección que detuviera las dentelladas de las hienas, y pudo parar la caida de forma que no se le partiesen las piernas al dar con el suelo. Convocó un hechizo de para dispersión para debilitar la barrera, y desenganchó las kusarigama para rodear el cuello de una de las hienas con la cadena y lanzarla lejos de sí. Con la otra usó las cuchillas para defenderse de las dentelladas, aprovechándose de que ambos veían sus movimientos igual de limitados, y fue retrocediendo hasta que dio con el límite de la barrera.

La hiena que el piromante había lanzado lejos necesitó un par de segundos para recuperar el aliento, mientras que la segunda le lanzaba amagos de mordiscos y arañazos a Zmey, tratando de evitar las cuchillas. En cuanto este abandonó el limite de la barrera de inercia, un hechizo de impacto chocó contra él. Esta vez Giz no lo había moderado en absoluto. El impacto se trataba de un recordatorio para la hiena que se había quedado atrás, pero también estaba destinado a romper las defensas físicas del piromante para que las payasas pudieran hacerle daño.

Al tiempo que la hiena rezagada se abalanzaba de nuevo contra el piromante, Giz realizó su siguiente movimiento: un hechizo de atracción dirigido a la kusarigama de Zmey. Incluso aunque el piromante aferrara el arma con fuerza, el tirón mágico le impediría defenderse con ella y lo dejaría a merced de las hienas. Si quería librarse a tiempo de los mordiscos (y el veneno paralizante), no le quedaría más remedio que soltarla y, en cuanto lo hiciera, Giz continuaría encadenando tantos impactos mágicos como Zmey le permitiera. El goliat no estaba dispuesto a dejarle tregua.

No conocía demasiado al piromante, aunque se hubiera encontrado alguna vez con él, pero de todas formas estaba claro que sus ánimos iban a ir dirigidos a Giz, si bien no tenía absolutamente nada contra el sinhadre. Sabía que las creaciones del goliat podían ser temibles, y estaba ansioso por ver cómo se desarrollaba el combate.
—¡Lo tienes, Giz! ¡Sigue así! ¡Las golas mandan! —Y se echó a reir—. ¡Conviértelo en un horno para galletas!

El draco observaba atentamente los sucesivos combates de aquella categoría que era la única en la que todavía no había participado hasta el momento y cada vez que decían un nombre esperaba con expectación por si el segundo era el suyo. No obstante al último que habían llamado era al goliat, por lo que el sueco pudo distraerse observando atentamente el combate y animando al asreniano.
—¡No te preocupes, Giz, si pierden tus hienas la culpa será de Vac! —exclamó Noel haciendo alusión a lo que había dicho su hermano sobre "sus representates" cuando el sinhadre lanzó una hiena por los aires—. En este torneo hay demasiados humos, ¿no te parece? —le preguntó a Gael tras su aportación en tono jocoso mientras dirigía una mirada de reojo a Jack.

Zmey se llevó el hechizo de impacto en la espalda, pues había estado mirando a la hiena para evitar sus mordiscos. Apretó los dientes por el dolor, y tratando de mantener la compostura, antes de que su barrera cayese del todo, se valió de un hechizo de impulso para alzarse lejos del punto de mira de Giz, y de las fauces de la hiena. La espalda le ardía, y para colmo había perdido su kusarigama por el camino, gracias a un hechizo del genemago. Invocó un escudo físico rápido que pudiese parar los hechizos de Giz que no pudiese esquivar y se puso en movimiento. Creía poder reconocer la barrera de inercia si Giz la invocaba de nuevo, por lo que eligió la estrategia de atacar desde distintas direcciones, con lanzazos mágicos que eran los más rápidos de convocar, y cambiando de posición para no ser un blanco fácil. Uusó un hechizo de vuelo para moverse por la arena, a distintas alturas por si el hechizo se rompía y acababa abriéndose la cabeza contra el suelo. Con suerte la distancia le daría cierto margen de acción.

Sin moverse del sitio, Giz paró la ofensiva y dejó al brujo jugar con los lanzazos de magia. Comenzó a convocar uno de los hechizos que había aprendido especialmente para el torneo. Las hienas alzaron la cabeza y corrieron hacia él en cuanto la primera sílaba les llegó al oído. Las defensas del goliat se comieron el primer lanzazo y se rompieron al segundo, mientras este continuaba impertérrito con su ensalmo. Las hienas se acercaron al goliat justo antes de que este finalizara y una barrera elemental respaldada los rodeara tanto a él como a sus animales, en formación defensiva.

Entonces, Giz ignoró la ofensiva del brujo y abrió la gola. La escolopendra reconoció aquel gesto como la orden que la sacaba de su letargo y trepó por su brazo. Salió del cuello del poncho, todavía camuflada, y pasó de largo la gorguera para encaramarse a la nuca del asreniano, donde comenzó la emisión de magia. Mientras tanto, Giz había lanzado un pulso magnético al aire y escasos segundos después invocó una buena nube sobre el campo. El pulso magnético la hizo ennegrecer, cargándola de electricidad.

No había podido hacerlo contra Noel y no había querido hacerlo contra Yrio. Pero Giz estaba empezando a cansarse de portarse bien con su contrincante por ser novato. En el momento en que el muchacho volviera a mover ficha, dirigiría hacia él un hechizo pararrayos para tirar abajo sus defensas mágicas.

Zmey se detuvo en seco en cuanto vio el cielo ponerse negro. No hacía falta ser un lumbreras para imaginar lo que vendría a continuación. Dejó de atacar, hundió los pies en la arena y concentró su magia en crear una barrera con la esperanza de que fuese suficiente para detener el rayo. No se le ocurría otra forma de salir al paso. << Esta ciudad me odia>> pensó con una sonrisa trastornada, cerrando los ojos tras acabar de parapetarse bajo su barrera para que no le cegase la luz.

Al ver que el piromante optó por protegerse, Giz descartó el relámpago como siguiente movimiento. No sabía si el chico sabia lo suficiente o había tenido suerte, pero había escogido las defensas adecuadas para escudarse. En su lugar, lo que hizo el asreniano fue condensar una segunda nube a ras del suelo, cubriendo por completo el lugar en que se había atrincherado el chico.

Y entonces sí, dirigió el hechizo pararrayos sobre Zmey para romperle las defensas, aprovechando la nueva nube para añadir potencia a la descarga y disminuír su coste mágico. Si lo había hecho bien, los calambres llegarían al piromante desde diferentes direcciones.