Barrio Gigante

Todo empezaba a volverse rutinario poco a poco, cosas como observar que sus armas y armaduras estuviesen en buen estado, colocarse bien la armadura, salir cada día... incluso el olor de la torre pútrida empezaba a ser nada más que una familiar esencia. Aquel día había estado a punto de llevarse con él una lanza en vez de su espada, pero le resultaba incómoda, pesada, decidió que la usaría en otra ocasión, cuando supiera manejarla mejor y estuviese más acostumbrado a andar con ella. En cambio sí que llevaba una cesta con suministros varios, barritas, agua y comida ya hecha en general.

Esperaba con esta salida volver a rellenar un buen trozo del mapa aunque este propósito se le olvidó por completo en cuanto vislumbró el primero de aquellos edificios. Sus ojos se perdieron por las enormes estructuras que tenia ante él, captando cada detalle e imaginando como sería sin aquella estampa ruinosa que imperaba a lo largo y ancho de la ciudad.

Los rencores eran inútiles ahora mismo, estaban ahí con un objetivo común y si quería llegar a rey tendría que aprender a simpatizar y unir a la gente.

-A no ser que puedas ver a través del suelo no creo que lo topes así. Una torre subterránea o con un sótano que se extienda en profundidad  es lo único que encajaría si quisieras darle sentido al nombre Mon. -Aparte de la comodidad, quería probar si el uso de un diminutivo y el tratar un tema que ella quisiese acortaría distancias y si de paso podía hacer algo por su hermano mejor, aunque solo como último recurso.

-Por mi daría primero una vuelta y luego me adentraría en alguno que destacase pero como queráis, tenemos todo el día por delante. En todo caso si cosas de este tamaño a proporción siguen viviendo por aquí lo mejor será ir con cuidado, es decir, como siempre. <<Siempre que no te pongas a vacilarle a alguien que obviamente te puede matar sin esfuerzo, claro está.>>

Eriel miró al resto y luego dirigió su atención a Barael. Su hermano acababa de decir lo que él había pensado hacía tan sólo unos segundos.

-Sal de mi mente hermano - le reprochó.- Yo había pensado eso mismo, sólo te me has adelantado a decirlo - explicó.- Tiene sentido, una torre puede ser alta y baja a la vez sólo si es alta hacia abajo. Pero seguimos sin saber dónde puede ubicarse. Lo fácil sería preguntarle a un habitante pero... - no completó la frase, sólo se encogió de hombros.

Miró a su alrededor y seleccionó una casa, no parecía estar tan destrozada como el resto y se dirigió a ella. La puerta estaba entreabierta y podían pasar por allí.

-¿Venís? - le preguntó al resto. Echó un vistazo dentro y se encontró con cosas que debía haber en todas las casas pero a tamaño gigante.

"Como mi hermano piense en llevarse un libro estamos apañados, a ver quién lo carga."

El belga clavó su atención aún más en los edificios, intentando imaginar los creadores de tales obras, que en su opinión, eran obras de arte que toda persona debería visitar alguna vez. El barrio era enorme y el muchacho se descubrió sintiéndose como una  hormiga a la que podrían pisar en cualquier momento, le resultaba algo divertido que fueran tan pequeños en proporción con todo lo que les rodeaba. En seguida recordó a su grupo de amigos y advirtió echándole una ojeada de nuevo al lugar que fliparían con la ciudad. Amber se desmayaría, de eso estaba seguro, y Dekka...Dekka ya no estaría allí, seguramente ya estaría investigando alguna de las casas.

Como si la energía de la chica le diese fuerzas desde Bélgica el muchacho despertó de sus pensamientos y siguió a Eriel hasta una casa (o más bien casota) para internarse segundos más tardes en ella, atravesó el umbral de la puerta y enseguida se llevó las manos a la cabeza.
-Ciudad de milagros y portentos- recordó las palabras que usó Doce para convencerle de abandonar su pueblo natal- ya lo creo- aquel sitio se extendía a lo grande y ancho como si no tuviera límites- esto es épico -recalcó-muy épico, ¿Qué clase de truños tiene que soltar esa gente cuando caga?.

-Pero es probable que nos mande a enjabonar madera, por decirlo agradable. -Dijo completando la frase de su hermano.

Lejos de escucharle Eriel escogió una casa en buen estado y se dispuso a adentrarse por lo que como buen hermano mayor no demoró un segundo en aparecer detrás de él. Miró a Tay con su cara inexpresiva habitual, con la diferencia de una ceja alzada que indicaba una contra-pregunta. "¿Qué tipo de pregunta es esa?"

-Se ve tan normal como el resto de las que entramos, ya sabéis, ignorando el hecho de que haría falta que te subieras tu a Lorenzo para que pudiésemos alcanzar la silla. -Dijo refiriéndose a Tay. -Podríamos intentar escalar a la mesa para tener mejor visión, aunque sería mejor que Sinceridad entrase... pero lo dudo.

A pesar de haber dicho que era normal él seguía absorbiéndolo con la mirada. <<¿Qué tipo de arboles tuvieron que usar para la silla?, ¿y para los cubiertos?, ¿cuánto metal hizo falta? Las preguntas eran muchas, pero entonces recordaba las historias de mundos enteros sumidos a sus pies y todo cobraba sentido. Tenían un acceso a recursos enorme, nada de esto debía ser sorpresa.

Las moras no le interesaban demasiado, a saber si estarían en condición de ser comidas, era mucho esfuerzo para simplemente subir a una mesa de cocina. Se dispuso a andar alrededor pero todo le superaba en altura demasiado como para ver algo que no estuviera viendo ya así que se acabó por asomar en la parte baja de las escaleras para observar que hubiera.

Mónica escuchó de fondo a los dos nublinos, asintiendo con la cabeza pero para nada convencida de su razonamiento, y dejando pasar el uso del diminutivo que sólo su familia podía usar… por una vez.

-Sin embargo creo que Doce Punto no se refería a algo así cuando me lo contó. Sonaba a torre normal, pero con nombre raro. Como si le pongo a un plato de pescado el nombre de “PasadoFresco”… esta gente tiene un sentido del humor un tanto curioso- desvarió distraída, dejando de prestar atención a lo que sus compañeros hacían o decían. Se adentró en la casa unos pasos por detrás de ellos y se detuvo junto a una silla a la que miró divertida.

-¿Sabéis? Se parece a unos postes de escalada que ponían en un parque cerca de mi casa. A Jonás se le daba genial trepar por esas cosas- comentó con una sonrisa mientras acariciaba la madera con una mano para después limpiársela con algo de asquito en sus pantalones al recordar que nadie limpia nunca las patas de las sillas, y echando mano de la cantidad más pequeña posible de su gel antibacteriano. Mientras lo guardaba de nuevo y se restregaba las manos llenando la estancia de olor a alcohol pegó un par de botes para ver si lograba ampliar su campo de visión y después se unió a Roño para seguir curioseando.

Los motes:

El chico miró a su alrededor y captó todo lo que le parecía interesante. Le interesaban las moras pero aquello estaba demasiado alto y él no era precisamente el más alto.

No tardó en localizar las escaleras sin embargo. <<Arriba deben estar las habitaciones. Yo creo que puedo subir por aquí>> pensó, <<Me pregunto si habrá alguien viviendo aquí, si es así vamos a meternos en problemas, pero el daño ya está hecho así que...>>.

-¿Subimos a ver que hay? - preguntó dirigiéndose sobretodo a su hermano pero la invitación era extensible a todos.

Tayron esbozó una mueca burlona cuando Barael lo miró de la forma que solía hacerlo, no supo descifrar exactamente si el muchacho quiso transmitirle algo con su silencio o no pero de todas formas siempre le divertía las expresiones de incertidumbre que generaban sus ocurrencias.

En cuanto se internó un poco más el cosechado se percató de que la oscuridad engullía algunas partes de lo que parecía ser el comedor y no se veía todo lo bien que se podría. Lástima, ya le gustaría que estuviese más iluminado para contemplarlo todo mejor.
-Pues no nos vendría mal la ayuda de Jonás en estos momentos- respondió de espaldas refiriéndose a Mónica- porque me parece bien la idea de subirse allí arriba, tal vez Barael lleve razón y tengamos más visión desde lo alto. ¿Qué me decís?.

El daño no estaba hecho ni mucho menos, estaba por hacerse y Eriel fue terriblemente consciente de ello cuando oyó el sonido de algo surcar el aire así como el desagradable chasquido que le siguió. Con el corazón latiéndole muy rápido en el pecho se giró hacia su hermano esperando que no fuese él, luego se giró hacia Mónica pero antes de llegar a verla el cuerpo sin vida de Nad entró en su campo de visión. No tuvo que oír la amenaza del hombre para ponerse en marcha.

-Nos vamos, ¡ya! - su voz no dejaba lugar a dudas o a contestaciones, si no se iban morirían todos.- Sácala de aquí - le dijo a su hermano refiriéndose a Mónica.

En vez de dirigirse a la salida el nublino fue hasta el cuerpo de la humana, tuvo que reprimir una arcada. <<No pienses, sólo hazlo>> obligó a su cuerpo a moverse, apretó los dientes y cerró los ojos de la niña. Rompió el ástil del virote y extrajo el cuerpo de la chica. La cargó en brazos y una parte de su mente se sorprendió de lo ligera que era. <<Como si estuviera vacía>> fue el pensamiento que cruzó su mente.

A Eriel le daba exactamente igual si el hombre volvía a disparar esta vez en contra suya, no pensaba dejar allí el cuerpo de la niña. Si se hubiera parado a analizar sus pensamientos y sentimientos se habría dado cuenta de se sentía culpable por el destino de la humana. Por suerte no se detuvo a ello, no tenía tiempo.

Barael no vio nada allá arriba, todo le parecía normal, era como cualquier otra casa que hubieran explorado, pero poco a poco se iba fijando en que estaba en mejores condiciones por dentro que la mayoría de las que había visto, no obstante, aquellos detalles despertaban simple curiosidad en él, que quizás hubo magia que la protegió del desgaste fue lo primero que se le pasó por la cabeza. Estaba distraído, cavilando las posibilidades y mirando hacía Tay para atenderle cuando un silbido a su espalda rompió la calma en el ambiente.

En un instante el cuerpo de la pequeña que había decidido acompañarles ese día quedó colgando inerte de una de las patas de la silla a los ojos del nublino. <<Podría ser mi hermano>> -Fue lo primero que cruzó su mente. Su cuerpo de tensó al instante, todos estaban en su campo de visión y ninguno más había sido disparado, su hermano estaba bien y así tenía que seguir.

Volteó la cabeza y allí donde hace un momento no había nada se encontraba un rocavarancolés, preguntarse el cómo o porque no lo había visto quedo fuera de lugar. Lo que salió de su boca no hizo más que cabrearle, pero comprendía perfectamente en qué posición se encontraba.

<<Advertencia mis cojones>> -La mente del nublino ardía.

Su hermano fue el primero en reaccionar y cuando le dijo que se encargara de Mónica entendió porque al voltearse de nuevo y verla en shock delante del cadáver de la pequeña. No tenían tiempo para más, sabía que Tay se encargaría de Dafne o viceversa y confiaba en que Lorenzo actuase con cabeza como de costumbre por lo que se dirigió de frente a Mónica. Ver a su hermano yendo a por el cadáver solo hizo que se enfadara más con el barbudo.

<<Esta la pagarás.>>

En un movimiento simple pero brusco de bajada mínima y subida de vuelta de rodillas Barael cargo a Mónica al hombro derecho como si de un saco o una cría de linac se tratase. El brazo recubierto de metal del nublino impactó en su abdomen sin contemplaciones ejerciendo una buena presión ascendente e infringiendo un doloroso golpe a la muchacha, que soltó un par de improperios como reacción.

-¡Vamos! -Gritó para los que aún estuvieran parados. Procurando que su hermano fuera delante para recibir él el virote si se diera, Barael cargo con Mónica hasta la salida a paso rápido. Su cesta con comida había quedado tirada dentro de la casa.

Cuando a Tay le ofrecieron ir a Rocavarancolia se imaginó una buena historia, y para él toda buena historia conllevaba algo de peligro y acción. Aceptó, no era de los que se demoraban mucho para responder, se aferró a lo que llevaba esperando toda la vida sin pensar en las consecuencias. Enseguida se dio cuenta de que no todo era divertido y agradable, fuera de su burbuja de seguridad y felicidad pasaban cosas malas, tan malas que podrían afectar a alguien como él. Ir a Rocavarancolia sería la mejor y la peor decisón a la vez que podría haber tomado. Las consecuencias llegaban, para un muchacho como él siempre venían muy tarde, pero lo hacían, sin  duda.

Su última pregunta se quedó en el aire, con un terrible peso sordo, a penas alzó las cejas al ver el silencio a su alrededor cuando escuchó un sonido leve y certero, primero algo que cortaba al aire tan rápido que se sobresaltó cuando escuchó el segundo ruido, uno más seco y feo, horrorosamente rudo.
No se volvió en seguida, sino que tardó dos segundos en darse la vuelta lentamente hasta toparse con los ojos almendra de Nad mirar al vacío. Naturalmente que el chico supo al instante que la pequeña niña carecía de vida, no hacía falta observar su última expresión de sorpresa para ver el virote que le sobresalía de la frente. Su cuerpo yacía desmadejado como si la ciudad la hubiera convertido en una muñeca rota, Tay pensó que allí tirada se veía mucho más su vulnerabilidad, la muerte resalta la inocencia.

Se agazapó en el suelo como primer instinto, y su segundo fue correr, pero se quedó quieto ignorando la presión en el pecho que le animaba a que saliera de allí lo más rápido posible. Solo alguien podría hacerle ignorar su sentido común de supervivencia, Dafne. La buscó con velocidad hasta darse cuenta de que la tenía más cerca de lo que pensaba, una vez se acercó la tomó por la muñeca y sin pararse a pedir su opinión salió disparado hacia la salida. Mientras avanzaba en una carrera extraña (pues casi lo hacía en cuclillas) se detuvo solo para mirar el cadáver de la belga, en ese preciso instante habría obligado a la noruega a seguir adelante mientras el volvía a por la niña, pero al ver a Eriel adelantarse continuó su camino.

No había tiempo para lamentarse, pero Tay ya estaba maldiciéndose mentalmente, le habría encantado hacer frente al peligro con su lanza, ser el héroe, pero una vez alguien caía de esa manera se daba cuenta de que había mucho en juego. Sobre todo ahora que aquella voz de hombre había demostrado que estaba en un nivel muy superior a ellos, su vida ganaba en la balanza, tendría que evitar sus ganas de volverse y clavar la cabeza de ese hombre en una pica cuando estuviese seguro de que no moriría en el intento.

-¡Sí, subamos! ¿Alguno tiene guan…- la alegre contestación de Mónica a la invitación de T-fichas se vio cortada ante el sonido silbante de un proyectil cruzando el aire y clavándose en algo con un desagradable sonido parecido a la caída y rotura de una sandía en el suelo.

La chica se dio la vuelta como a cámara lenta, esperando que nadie hubiera salido herido y con el corazón latiendo a toda velocidad. No había sido así. Para Mónica el tiempo se ralentizó cuando vio el cuerpecillo de Zana semidesplomado, sujeto sólo por el virote que le atravesaba la frente: no era la primera vez que la madrileña veía la muerte, pero era la primera vez que la veía de ese modo. Era medianamente consciente de los gritos que se estaban pegando, una voz desconocida, las voces de los demás… pero el pitido de sus oídos le impedía escuchar lo que se estaba diciendo. Dio un paso hacia la niña: llevaba un tiempo ignorándola, no a propósito, sino que no había podido soportar la nostalgia de otra persona junto a la suya, por lo que había tratado de evitarla en lo más posible aunque la pequeña seguía buscándola por las noches, a la hora de dormir. Una especie de sollozo ahogado salió de su garganta mientras estiraba la mano hacia ella, como tratando estúpidamente de reanimarla de ese modo.

En ese momento algo duro se clavó en su estómago y la chica se vio elevada y cargada al hombro de uno de los nublinos. El mundo se puso en marcha de nuevo y la chica soltó un un par de imprecaciones bastante fuertes mientras se retorcía como una lombriz tratando de salir de allí, viendo por el rabillo del ojo cómo Cenizo recogía el cuerpo de la niña y cómo se ponían en marcha para irse de allí.

-¡¿Qué has hecho?!- gritó a todo volumen hacia la voz del propietario de la casa, del asesino de Zana. No, no Zana. Nad. Se merecía que la llamara por su nombre, al menos esta vez. -¡No! ¡Era una niña! ¡Era sólo una niña! ¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Quiero matar a ese hijo de puta!- se revolvió con más fuerza sobre el hombro de Roño, quien ignoraba sus imprecaciones, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Roño no la puso en el suelo, sin embargo, sino que siguió cargando con ella mientras gritaba y pataleaba.

Los motes:

Lorenzo

No esperabase mucha cosa de aquel sitio, tan solo tratabase de almenas diseñadas por algún ingeniero enajenado, posiblemente ingles, que tanto ansiaba la fama que decidiosela labrar con malgasto y rareces varias que tan solo estorbarian a las gentes de la zona. No estaba muy en pos de hallanar morada, mas dirigiose con los demás a dentro, pues poco podria aburrirse con semejante panda de rapaces.
—Cuidado donde piseis.-avisoles.-Non me gusta el estado de esta hacienda...—

Mas ay, las palabras dolieronle por siempre en el pecho. No eran ellos, los nenos, quienes non tuvieron cuidado. Distraido, el diestro llegó a decimas de segundo de presenciar la tragedia. La ternura con la que la carne de la niña concavó hacia dentro, la brutalidad con la que el virote forzó su entrada concavandole el cráneo, la brutalidad con la que quedó compugnada cual macabro poster a la madera, dejole desalmado, desvanecido y a la vez, lleno de sed de sangre.

Comenzo a hiperventilarse, paralizado en el sitio por la escena. Ahondaba en un gruñido mientras girábase a enfocar a quien habia osado el disparo a tan inocente cordero. Miedo, sangre y adrenalina arrebujabase mientras la su voz tronaba, como la de un monstruo, justificabase por tal acto ignomio y aborrecible. Jaleaba asi mientras desenvainaba a Extranjera. Ahondaba en su pecho la sed de venganza de ajuste. Sentia el diestro que la pequeña Nad non podria ir al cielo en paz si aquel bastardo, aquel diablo que eligiola como su presa en vez de por ejemplo a el.
Oia los chillidos de los demás llamandose a retirarse, en pos de non sufrir tal destino brutal. Dejo caer la vaina al suelo con desgana. Los pies pegados al suelo mientras Mónica chillaba y pataleaba mientras arrastrabanla afuera si tal de sus emociones arrastrasenla a una tumba prematura. Picole el bigote e, instintivamente, rascoselo con la mano libre. Disasociando la situación, se habia puesto a caminar, pero a la dirección opuesta.

Fue y examinó con alma en pena como el joven eriel cargó con el diminuto cadaver de la niña en sus brazos y ya habiase echado a correr, escaleras arriba.
—¡El hombre, ignorado a Dios ha! ¡Ya que la ira de Dios revelase contra toda impiedad e injusticia de los hombres!—salmodió iracundo, subiendo las escaleras de tres en tres.

Si recargabase el arma, esperaria al último segundo para la argucia de la destreza burda y asi arrojarle el sombrero de ala complicandole el blanco a la vez que reduciria su figura, en pos de ganar los últimos metros que le separaban para endiñarle una estocada de fondo con Extranjera.

La propuesta de Eriel, resonó en la cabeza de la Noruega <<Entrar en ese edificio sin saber lo que puede haber...no me da buena espina<<, aunque lo pensó no quiso decirlo, no quería parecer una niña pequeña con miedo a entrar en sitios oscuros,de todos modos iban en grupo <<Nada, malo puede pasar>>, dijo ella engañándose así misma ya que no estaba muy convencida de lo que decía, puesto que en sus pensamientos más internos pervivía presentimientos no muy buenos. Intentó olvidarse de aquello y seguir adelante como una buena aventurera.

-¡Hala! este lugar es fantástico, parecía más peligroso pero por lo que veo es seguro, aunque algo oscuro, claro-Diciendo esto último con voz un poco temblorosa debido al "débil" miedo que sentía en su interior.

Todo parecía ir de maravilla, la oscuridad parecía no ser un obstáculo y mucho menos no parecía esconder peligro alguno.

-Oye... que se supone que...-quería terminar pero no pudo una voz ronca y despavorida hizo eco en las paredes de aquel edificio, haciendo que todo temblase, pero antes de eso se escuchó un pequeño grito procedente de alguien...
Bajó con los demás sin pronunciar palabras temiendo a que fuese lo que fuera que hubo pronunciado tales palabras de gran amenaza no le hiciese daño ni a ella ni a Tay principalmente.

-¿¡Qué leches pasa, joder!?- exclamó mientras Tay la socorría cogiéndola de la muñeca e intentándola arrastrar al exterior.

Bajando vio algo, no se lo podía creer ni ella ni los demás... El cuerpo sin vida de una de sus compañeros.

-Nad...-Pronunció tristemente y aterrorizada...-No puede ser, me cago en...¿Quién era la mierda esa que hablaba?, ¿Qué derecho tiene de matarla?-de mientras por las mejillas de la noruega corrían unas lágrimas ligeras que arrastraban furia y dolor, por la pérdida de su amiga.

En aquella ciudad la paz y la tranquilidad acabó en aquellos momentos para Dafne, a partir de ahora todo se enfrentaría en una guerra, no todo sería igual, todos vivirían con el miedo en la sangre al ver tal instante.

-Tay, vayamos a casa por favor... No quiero ver eso- masculló mientras se escondía entre su hombro soltando algunas lágrimas, continuó diciendo -Si no hubiese sido por ti que me cogiste del brazo ahora mismo estaría así también joder, quería ser fuerte y valiente, pero tristemente la ciudad esta, no está hecha para mí...

El muchacho arrastraba a la noruega hacia fuera con el corazón latiéndole fuerte en el pecho pidiendo a gritos salir, sentía una extraña sensación que le martilleaba en la cabeza, Tay era consciente de casi todo lo que pasaba a su alrededor y a la vez no, sabía lo que pasaba pero lo escuchaba todo en un segundo plano, como si no estuviese allí. Sentía sus manos sudosas agarrar con fuerza las de Dafne, de fondo oía a Mónica gritar y a la noruega que le preguntaba que pasaba. Él, como un zombi, avanzaba con la imagen del rostro de Nad atacándole, sus ojos sin vida eran dos luceros de muerte que le observaban desde el rincón mas oscuro de su cabeza.

Llegaron a la salida o al menos eso fue lo que el belga creía, se permitió respirar mientras contemplaba con ojos empañados el cuerpo de la belga. No fue hasta que Dafne apoyó su cabeza contra sus hombros que reaccionó para estabilizarla, sin saber siquiera si él estaba bien.
-Eh...eh...vamos mírame, escucha- notaba la garganta seca y resentida a pesar de que no había gritado en ningún momento, aún con nervios y un fuerte instinto para seguir corriendo se detuvo una vez creyó que estaba a salvo. Escuchó a la muchacha hablar asustada y con manos temblorosas le apartó un mechón pegajoso de la frente para poder mirarla a los ojos, levantó su barbilla para que también ella hiciera lo mismo- estás bien, estoy bien, mantén la calma- le dijo en un tono que ni siquiera él supo interpretar, era tan difícil mostrarse tranquilizador cuando ni siquiera él mismo parecía procesar la muerta de la chiquilla...- si no hubiese sido por mí y mis ganas de entrar en alguna casa no habría pasado esto- le dijo sin parar de levantar la cabeza, aún creía que no podían detenerse, si por él fuera seguirían sin parar a Maciel pero solo le bastó una ojeada para comprender que faltaba Lorenzo, el español tendría que haberse retrasado. Como si el destino le respondiese un estruendo rompió el sonido de la calle vacía- ¿Habéis oído?- preguntó en voz alta con un leve temblor al hablar, tenía que admitirlo, estaba acojonado y en aquel momento todo lo que desconocía como aquel ruido lo asociaba a malas noticias.