Barrio Gigante

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- Echo en falta ahora a la ardilla y al chalado. Aqui se sentirían como en casa. Todo a su tamaño.- susurró Nero, retrasandose con Ri a admirar la portada de un edificio cuya entrada era casi tan grande como su antigua casa en Sinhdro. Lara y Cio tenían una conversación unos pasos más allá, y la chica aprovechó la falsa intimidad para mirarlo con desdén.
- A ti esta casa se te quedaría pequeña me parece.
-¿Deseandome grandezas, Ri?
- Hablando de tu ego, simplemente.

Nero arrugó la nariz, pero no fue por su respuesta. Un olor nauseabundo hizo toser a Ri. La causa avanzaba, implacable, hacia ellos.
- Mira! Cuando ya pensabas que esta ciudad no podía tener más mierda.
No tanto por miedo como por asco, Nero hecho  a correr, deseando que el aire que chocaba contra su cara alejase el de putrefacción. Pero Lara se retrasó para atacar al escarabajo.
"Si, librate del escarabajo, que es precisamente lo que apesta.  Y de paso, dejale un par de palillos para limpiarse  después de comernos. Asombroso que la magia caiga en manos como estás."

-¡Lara haz algo util!- Al menos no tenía que arrastrar a Cio. Tiró de Ri y se pegó a la ordesa. Xalk la quería arrastrar, pero suponía que el plan seguía siendo huir. Habló apresurado- Escuchad, corramos hacia una de las casas. Si prendemos fuego a lo que arrastra tendríamos alguna oportunidad de hacer daño real. Pero primero deberiamos estar a cubierto, por si las moscas. No hay tiempo de irse a ninguna otra parte.

Descubrir la huella no pareció traer muy buena suerte al grupo, pero no fue precisamente algo que concordase con ella lo que se acercó metiendo ruido y un olor nauseabundo. Ese “algo” le quitó el record de insecto más grande a Xalk, porque le sacaba bastante al clinger. No le había llevado la contraria a Lara cuando los puso a correr, pero la curiosidad podía más que nada y necesitaba girarse para ver qué los seguía. Fue consciente del momento en que Lara desistió de alcanzarlos y se rezagó. Cío frenó su carrera en seco y fue tras ella. No fue el único en retroceder, pero mientras avanzaba en dirección al peligro sintió tanto la adrenalina como la gilipollez recorriendo sus venas a partes iguales.
―¡Lara, no intentes…! ¡Flechas no! ―trató de decir al verla tensar el arco. La alcanzó cuando soltó la cuerda―. No vas a hacer nada si no le das en puntos vitales ―terminó apresuradamente. ¿Cómo iba a acertarle a esos puntos si la mayoría del insecto estaba detrás de la pelota de mierda?―. ¡Vamos, corre!
Tanto él como Xalk querían tirar de ella, pero Nero parecía tener una idea y la escuchó. Seguía teniendo reticencia a entrar en las casas, pero a lo mejor les daba una oportunidad si lo espantaban. Lo malo era que, siendo las puertas y ventanas tan grandes, el insecto podía seguirlos.
―El caso es que arda a la primera ―respondió, mientras se ponían en movimiento hacia la casa más cercana. Por mucho que emitiese efluvios apestosos, parecía ser tierra en su mayor parte―. Yo no tengo ninguno, pero ¿vosotros tenéis algún cachivache explosivo de los de Archi? ―preguntó―, si se lo atamos a una de las flechas… Lara, ¿serías capaz de volver a acertar un tiro?
Si aquellas casas fueran normales podría hacer el tiro desde la ventana, pero iban a tener serios problemas para asomarse a estas. Debían actuar enseguida y el insecto les pisaba los talones.

Tras un tirón múltiple que la arrastró hacia atrás, Lara quedó confusa unos instantes y, para cuando quiso responder a Nero, no tuvo tiempo. <<¿Cómo que hacer algo útil? ¡Haz TÚ algo útil, espabilado!>>. El insecto no le había dado tiempo a convertir esos pensamientos en palabras, pues había decidido que aquel era un buen momento para poner la mierda en descenso por la calle, obligando a los macieleros a resguardarse de aquel balón enorme bajo el arco de una de esas enormes puertas cerradas. Lara no perdió al escarabajo de vista en un solo momento. <<Vas a ser nuestro trofeo>> había decidido.  La idea de Cío era mejor que la de Nero, sobretodo después de ver cómo se había deshecho el animal de su estiércol, pero Lara creía saber una manera mejor de alzarse con la victoria, ya que dudaba ser capaz de acertar una flecha con lastre.

—¡Rápido, el explosivo! —gritó tan deprisa como le permitía la lengua. La ordesa era, en esos momentos, todo un manojo de adrenalina efervescente, si es que eso era algo que existiera. Ri le tendió el objeto y Lara pronunció igual de rápido el conjuro para de levitación sobre él. Las cosquillas en los dedos dieron paso a un artilugio de madera flotante que la madre se encargó de guíar a la cabeza del pelotero. <<Explota. Explota. Explota>> rezaba. Y creía hacer bien, pues el insecto avanzaba rápido hacia ellos.

Ri le pasó el aparato de forma mecánica. El pulso le latía en la garganta, y estaba descolorida. El olor la mareaba. Nero barajó las opciones a toda velocidad, pero resolvió que correr era lo primero. Cogería la primera bocalle y así hasta saberse fuera de la vista del escarabajo. Grande o no, no confiaba mucho en su inteligencia, y desde luego no en su olfato. Si lo despistaban, no los seguiría. "Corred" dijo, quizás de forma inecesaria. A Ri sin embargo pareció que la orden la despejaba un poco. Y ella era, de todos, la corredora más rápida. Bajó como una bala ayudada por la cuesta abajo. Cuando pudo, se metió en el primer hueco estrecho que vio y esperó al resto, con la respiración jadeante.

Lara hizo algo aún mejor que usar la puntería, pero Cío no tenía tiempo para reprocharse haber olvidado las posibilidades de la magia.
―Yo llevo uno de intangibilidad por si hace falta ―dijo rápidamente al grupo mientras Lara usaba la levitación. No les había dado tiempo a poner en común qué tenían para organizarse mejor.

La explosión sonó, pero tuvo consecuencias inesperadas en el edificio en el que se estaban escondiendo. Mientras cayeron los escombros todo fue muy confuso y la polvareda se le metía en los ojos. Si había salido enteros, era gracias a las protecciones que llevaban encima. El enorme insecto parecía haber quedado del revés, pero aún se movía, y no eran espasmos, estaba tratando de levantarse. No hizo falta pensar en absoluto para echar a correr lejos de allí. Con una mano aferró el brazo de Lara para que no volviera a quedarse atrás y doblaron la primera esquina que encontraron buscando salir de allí cuanto antes. Al echar a correr Cío notó molestias en una rodilla y un hombro, pero trató de ignorarlas hasta que, al menos, pudieran permitirse descansar de verdad.

―Larguémonos de este barrio… el mapa… ―dijo jadeando, en cuanto estuvieron todos en el mismo hueco que Ri―. No nos perderemos si seguimos… por… ―Encendió la pantalla holográfica del ordenador, aún tenía abierta una de las imágenes del mapa, la que correspondía a aquella zona―. Todo recto y a la izquierda donde las casas parecen más juntas… más pequeñas. Da al sitio por donde hemos llegado.
No quería detenerse en más cháchara, así que en cuanto terminó de hablar hizo ademán de volver a echar a correr en la dirección que había indicado.

Desde luego, el resultado distaba de ser el deseado por la ordesa. Las protecciones de Archi la habían salvado de más de un hueso roto, al desprenderse parte del edificio de rebote, pero no la libraron de un largo corte en la cara y, tras un paso en falso, otro más pequeño en la base del pie, cerca del talón. Lara maldijo varias veces, y buscó salir de la nube de polvo que se había formado. <<No me jodas... Por toda la descendencia de los 710, ¿solo le hemos puesto bocabajo?>>. Lara no quería irse dejándolo vivo, pero un tirón del brazo la arrastró en el sentido contrario a sus intenciones.

―¡Casi lo teníamos! ―gritó a Cío, que era quien tiraba de ella. Las zancadas del irrense la obligaban a mover las piernas más rápido de lo que Lara creía ser capaz. Sorprendentemente no se cayó (tropezar si tropezó varias veces), pero la herida del talón cada vez le dolía más―. No me lo puedo creer... ¡Cio! ¡Tio, me estás haciendo daño! ¡Haz el favor de soltarme y explicarme por qué estamos huyendo como putos monos acojonados! Casi lo teníamos...

El irrense no la soltó hasta que la ordesa no cedió y admitió que no iba a darse la vuelta hacia el escarabajo, para matarlo con sus propias manos. Una parte de Lara entendía los motivos de Cío para no haberse fiado hasta entonces, pero sin duda no se trataba de la parte insana, que imperaba en su mente desde hacía ya tiempo.

Sigue en el Torreón Maciel.

Si Tesón hubiera despertado en aquella zona de la ciudad habría creído que su tamaño se había visto reducido por algún hechizo. Pero no había despertado allí sino que había visto los enormes edificios desde bien lejos, por lo que sabía que no había habido magia alguna de por medio. Quizá para construirlos. O quizá para agrandar a la gente que viviera allí. <<Siempre y cuando la gente que viva aquí no sea gigante ya de por sí...>> pensó mientras tragaba saliva. No por el miedo que habría sentido ante algo de tantísimos metros de estar vivo... sino por el miedo que sentía ahora al poder atravesar a alguna criatura tan grande y quedarse encerrado. O peor: ver el horrible interior de tamaño engendro. Pero sin embargo no era ni ese detalle ni la posibilidad de que hubiera criaturas tan grandes lo que le preocupaba. Por el camino, desde que había llegado y en el poco rato que llevaba allí, había observado las escombreras que se salpicaban por la zona. Si no se equivocaba, creía que allí había habido muchas decenas de edificios aún más altos que los que quedaban en pie. Torres, quizá. Pero torres inmensas. Torres que algo, alguien inmenso o con hechizos devastadores había derribado hacía tiempo. Lo que le preocupaba era quién, por la Voz, tendría la capacidad de hacer algo así. Y pensando en eso mismo cayó en la cuenta de que prácticamente todo lo que conocía de la ciudad estaba en el mismo estado ruinoso.

—¿Qué demonios ha pasado aquí? —se preguntó en voz alta con una expresión que le había oído a Lemus.

Descendió hasta casi dos metros por encima del suelo y siguió deambulando a esa altura. Llegó hasta uno de los lugares en que suponía se habría erigido tiempo atrás uno de esos torreones y dio varias vueltas por el lugar. <<¿Por qué construir tantas torres aquí? ¿Y tan grandes? ¿Acaso aquí tenían miles y miles de cosechados como mis compañeros? Lo que sea que pasó fue hace mucho... solo hay escombros, apenas hay restos de otra cosa... Aunque también es cierto que si quedara algo que ayudara a identificar qué pasó yo por ser extranjero no lo vería...>> Pero una cosa sí que tenía clara. A Hal le gustaría ver un sitio así, pues le daría preguntas de sobra para investigar sobre la historia del lugar. <<¿Pero será peligroso traerles?>>

Solo había una forma para aclarar esa duda: explorar durante un rato. Total, tenía todo el tiempo del mundo. <<Hasta que me aburra al menos>>

No se esperaba la repentina voz de alguien cerca por lo que dio un respingo y luego miró al origen de la voz. Parecía humana, como Lemus, solo que quizá hembra. No importaba, realmente. Lo que sí era destacable era su aspecto... Era como el roquense. ¿Fantasma habían dicho los de Maciel? Era la primera "criatura" que conocía en ese estado, por lo que pasó de la sorpresa a la curiosidad en milésimas de segundo.

—Oh, ¡hola! Soy Tesón... Y eh... sí, estaba explorando... Puedo hacer lo que quiera ahora, no como en la cosecha que podía morir de mil formas. Y... ¿Quién eres? ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿Conoces toda la ciudad? ¿Cuánto tiempo dura esto?¿Hay algo que pueda matarnos "otra vez"? ¿Podemos... —y ahí se paró. Se detuvo porque se acababa de fijar en lo que estaba haciendo. Tragó saliva y se disculpó—. Perdón, es... es todo nuevo. Llevo así apenas unas horas.

¿Qué era un cachorro? ¿Por qué tenía que decirle qué cosas no podría hacer jamás y amargarle el día? La miró serio, perdiendo toda la emoción a cada palabra que oía. No iba a arruinarle ni el día ni la vida, si es lo que pretendía. Era plenamente consciente de muchas cosas que ahora le serían imposibles, pero si tenía la eternidad por delante prefería no amargarse por ello. Se adaptaría a su nuevo estado y sobreviviría. <<Nada de perder la cabeza como dice>>

—Entiendo... Bueno, eso de que no puedan matarnos es bueno. Puedo vengarme de los que me odiaban sin que puedan hacerme nada... Más que bueno, de hecho... Y oh, gracias, pero no es necesario que se preocupe por mí, tengo esto —se toqueteó la cabeza con un dedo varias veces— bastante bien amueblado para que todo eso que dice no ocurra jamás. En el peor de los casos, cuando ocurra será como morir de viejo en mi cama así que tampoco me preocupo tanto.

Y normalmente no habría indagado en cierto tema, pero como tenían la eternidad entera a sus pies, podía curiosear todo lo que Dama Serena (que, por cierto, al fin un deseo coherente) le permitiera. Así que hizo su pregunta:

—¿Y por qué, si me permite la curiosidad, iban a querer llegar a ese extremo con usted, Dama Serena?

No solo podía dedicarse a satisfacer su curiosidad sino también a recuperar cierta costumbre roquense de comunicarse respetuosamente. Algo totalmente negado a herejes, por supuesto. Sin embargo, la fantasma le superaba quizá en siglos de edad y como estaba muerta, la cuestión de la religión quedaba relegada a la dimensión irrelevante, por lo que le trataría con decoro.

Lo que Dama Serena le dijo sobre que el tiempo le pondría a prueba solo hizo que el roquense pensara en ello con más ahínco. No iba a ser un fantasma demente más del montón. O eso creía.

La siguió hasta una torre en la que creyó ver las huellas del fuego en la piedra y automáticamente pensó en los hechizos de fuego que había visto poco después de aprender magia. Eso lo iba a echar de menos, pero se regodeaba en que ni Hal ni ninguno de esos herejes serían capaces de tener tanto poder como para destruir las torres del lugar en que estaban. Quizá él lo hubiera sido, pero pensar en eso ahora no merecía la pena así que pasó del asunto rápidamente. Siguió a la fantasma más allá y la observó curioso cuando se "sentó". Le chocó el gesto. Que él lo hiciera por costumbre era comprensible, pero alguien que llevaba tanto tiempo como decía... ¿Por qué lo haría? <<Quizá no se quitó la costumbre o ha mentido y lleva poco tiempo como fantasma...>> No le imitó sino que se le quedó mirando de pie, y esperó a que hablara pues parecía a punto de decir algo. Y lo hizo.

Tesón escuchó todo lo que le estuvo explicando con atención. No le hizo ninguna gracia que no pudiera "intervenir", pudieran o no matarle por hacerlo. ¿Por qué no podían considerarle una alimaña y dejarle matar lentamente a los macieleros? La idea era decidir él mismo si merecían su odio o su colaboración, no que un Consejo que acababa de conocer se lo impusiera. Y, de paso, ¿por qué iba a ser un ciudadano más si no podía hacer otra cosa más que explorar? Le cabreó todo lo que dijo. ¡Para colmo no podía volver a su mundo!

—¿Y entonces qué esperan que haga? Que vague eternamente huyendo de esa locura que dices? Si soy un ciudadano más, algo de valor tendré. No puedo hacer esto y lo otro porque si no me harán daño, ¿pero qué puedo hacer entonces? Preferiría que me consideraran una alimaña, a ellas nadie las "castiga" —le espetó, malhumorado.

También escuchó lo otro, y aunque ya había perdido la curiosidad que le empujó a preguntar aquello, respondió pues tenía interés en otro detalle:

—Pues menuda faena...—masculló y a continuación se sentó a la altura de la fantasma, pero levitando en el aire—. Perdón por mi exabrupto anterior... esto no está saliendo como planeaba. ¿Y qué ha hecho en todo este tiempo? Al menos conozco a una fantasma, ¿a quién mejor preguntarle? Alguna utilidad tenemos que tener, si podemos atravesar paredes y gente y no podemos morir... ¿no?

Seguía creyendo en la tarea sagrada que la Voz le había dado. Quizá aún tenía esperanza y sí que podía llevarla a cabo. Aunque no tenía ni idea del cómo, lo importante era que ahora era un fantasma y tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo.

Dama Serena alzó una ceja ante la rabieta del roquense. ¿Aún no se había dado cuenta de donde estaba?

-Las cosas no siempre salen como planeamos. De hecho rara vez salen como planeamos. Al Consejo le importa bien poco lo que hagas o dejes de hacer mientras cumplas la Ley de No Intervención. Y bueno, que no puedas intearctuar de la misma forma con tus compañeros no significa que no puedas hacerlo... en cierto modo. O conocer al resto de ciudadanos.

A la ex consejera casi se le escapó un suspiro hastiado. No tenía ganas de narrarle su vida a un novato.

-Fui miembro del Consejo bastante tiempo, colaborando en el resurgir de nuestra ciudad. No tengo por qué contarte nada más.- respondió secamente- Y ahora, si no tienes ninguna otra pregunta, debería irme.

No tenía nada más que decir. Aguardó con bien disimulada impaciencia la respuesta de Tesón.