Fase 2, Ronda 2: Atol vs dama Umbría

Mi llamarada fue detenida, pero su escudo no quedó intacto tras esto. Casi estaba pensando en acercarme al agujero cuando un penetrante silbido salió de este. No dolió, al contrario de lo que había imaginado, pero la molestia quedaba ahí. Una cosa era la música fuerte y grave que escuchaba en casa y otra esto tan agudo. En lugar de taparme los oídos, abrí la boca lo máximo que pude hasta que se pasara.

No me quedé quieto mientras tanto, pues disparar sólo requería apuntar. Era un nuevo campo de fuerza, circular grabado con la cláusula de inversión y con un perímetro que rodeara al agujero un par de metros, tanto por arriba como por abajo, tanto a lo ancho como a lo largo. Pretendía negarle la salida en forma intangible con dicha esfera y, si podía y ella lo intentaba, encerrarla bajo la arena. Por tanto, el siguiente disparo fue una barrera de inercia con el mismo perímetro para negarle cualquier salida del agujero levitando. No podía saber si serviría sin acercarme, pero prefería tener espacio.

Dama Umbría tanteó tentativamente la cúpula que la aprisionaba antes de que la inercia la devolviese al suelo. Aunque desde luego era una molestia añadida la nix no había planeado salir del agujero aún, de modo que prefirió terminar su tarea rápidamente antes de que el helión se oliese algo raro. Sin embargo tendría que librarse antes de aquel campo de fuerza inverso tan molesto, por lo que decidió no malgastar recursos: dio dos palmadas y convocó un cúmulo de nubes a las que hizo llover absorbiendo agua del ambiente: era una forma que no gastaba mucha magia ni que requería su atención de desgastarlo. Esperaría el tiempo imprescindible a que cayera recargando sus uñas.

Si todo salía bien el siguiente hechizo de abrasión que lanzase la nix, una vez caído el campo, finalizaría el pequeño túnel, cuyo otro extremo daba al brillo nacarado del campo de fuerza del helión: éste había sido precavido al dibujarlo bajo tierra. La nix procuraría impactarlo desde allí con hechizos físicos, para que Atol no pudiese saber de dónde le venían los golpes y cogerle desprevenido para cuando su campo de fuerza cayera.


El encuentro de Shizel ya había terminado, y el skrýmir sabía que esperar quietecito a que diesen los resultados le iba a convertir en un manojo de nervios. Ver a otra persona en plena refriega le ayudaría a distraerse, y además había coincidido con el combate de Skarog.

Consideraciones de compañerismo aparte, le interesaba asistir dado que no había podido ver en acción las posibilidades de las uñas del libense en un duelo. Lo que no se había esperado es que la oponente del helión guardase los mismos ases bajo la manga, o mejor dicho, en la mano. El idrino no era de los que se desgañitaban a gritar, pero silbaba admirado al ver la velocidad a la que intercambiaban balizas.

¿Estaba tonto? Podía usar la niebla mágica, y eso fue lo que hice al ver las nubes sobre el campo de fuerza: no tenía sentido que siguiera allí abajo por muchas uñas que recargase. Esto sin embargo no me aclaró qué demonios hacía Dama Umbría bajo tierra cavando ese pequeño túnel. La pega era que era una línea recta perfecta bajo mis pies, por lo que no auguraba nada bueno. Así que decidí pasar a la ofensiva con rapidez.

Una uña apuntando en diagonal hacia donde la niebla mágica ubicaba a Umbría, el dedo siguiente listo para disparar. La primera disparó un hechizo de inyección en diagonal, la mitad de ancho de un vaso, creando un túnel directo hacia los pies de Umbría a través de la arena. Al siguiente segundo de haber disparado, otra uña disparó una llamarada bastante cargada a través del túnel, a tiempo de notar el primer impacto en mi campo de fuerza. Con energía de las uñas de los pies mantuve la llamarada un poco más.

Repelió la llamarada pero mantuve el cauce para tirar su defensa. Poco después, sus ataques contra el campo de fuerza lo tiraron, así que corté la llamarada. En ese momento vi a mi contrincante levitar hacia arriba <<Qué manía con volar>>

Con ella arriba, yo era un blanco fácil, por lo que por precaución conjuré una barrera mística dibujando el rectángulo frente a mí con ambas manos y, casi al final del proceso de esta, disparé un hechizo sombrío contra Umbría.

Había consumido uñas del pie para la llamarada, pero había dejado una intacta. No era muy amigo de ese hechizo, pero había que reconocer que era útil, así que lo había guardado desde el principio. Podía aguantar lanzazos y contraatacar, como ya se había visto contra Tsusu, pero ¿pedruscos? Podía soportar quemaduras, pero eso podía fácilmente dejarme inconsciente con un mal golpe o romperme algo. Así que disparé dos hechizos: intangibilidad contra mi talón izquierdo, atrasando el pie derecho; y una barrera de inercia contra ella con la mano. En cuanto cayera, un hechizo de petrificación limitado a la zona alrededor de sus pies con la intención de que si, al caer, le había caído arena encima de estos, atraparla.