Fase 1, Ronda 6: Zmey vs dama Umbría

Zmey trataba de controlar su respiración. Conocía el nombre de dama Umbría de oídas, posiblemente la hubiese visto de refilón cerca de la explanada de los portales, pero no tenía un aspecto demasiado llamativo. No sabía nada de su transformación, pero por las uñas que tenía podía imaginárselo. Algo como Atol, podría ser, o también podría ser una bruja y llevase esas uñas horribles como él sus ojos. Nunca se sabe, pero no las perdería de vista.

Cuando dio inicio al combate, lo primero que hizo fue herirse los pulgares con los colmillos, y empezó a dibujarse runas protectoras en los brazos desnudos. Tenía soltura, había estudiado runas desde que era un cosechado, y le sería más sencillo recargarlas que volver a conjurar todas sus protecciones. Iba descalzo. Hundió los pies en la arena y murmuró un sortilegio, sintiendo el calor en su piel, que le dio valor para hacer su primer ataque; un hechizo sombrío.

Era como Atol. Así que tenía que buscar la forma de descargar esas uñas. Sus ojos sinhadres podían ver más o menos en la oscuridad, por lo que se aprovechó un poco del conjuro de tiniebla para preparar su ataque, en un segundo desenterró los pies de la arena, agradeciendo el consejo de Shizel de practicar hechizos térmicos. Había creado un par de bloques de vidrio alrededor de sus pies, que partió en esquirlas y lanzó contra sun contrincante con una sencilla combinación de levitación e impulso. Quería ver como se defendía.

Disipó el conjuro de tiniebla con un hechizo y probó con uno de aturdimiento tras la segunda tanda de esquirlas, por si lograba traspasar las defensas.

<< Muy bien, Zmey, hora de dejar de hacer el gilipollas...>> pensó, pasándose la lengua por los labios.

Envió las esquirlas que le quedaban bajo tierra y las dejó ahí, no muy lejos de él. Reforzó sus propias protecciones y rodeó a la nix con fuego mágico, aguardando a que su barrera cayese mientras un hechizo de llamarada oscura bailaba en sus labios.

Zmey fue a realizar otro hechizo ofensivo, pero algo le dio mala espina. Fue a salir a la superficie y dio con la barrera. Maldijo mentalmente, y se acordó de toda la familia de dama Umbría. Aún tenía los hechizos de dispersión en las manos. Los usó con la barrera, los recargó, y volvió a usarlos. Se estaba quedando sin aire, y empezaba a marearse. Volvió a abrirse las heridas de los dedos y se dibujó rápidamente un par de runas en las manos; un hechizo de relámplago negro y plata activado por presión para reventar la barrera, y otro activado por sonido que detonó con un chasquido de dedos según salía a la superficie, contra dama Umbría.

Tomó una gran bocanada de aire mientras se hacía tangible de nuevo y se alejaba de la nix. Lo más sensato sería algun hechizo reconstituyente dado el tiempo que había pasado sin respirar, pero primero quería una barrera que le diese un poco de margen para reponerse.

Zmey se miró los brazos y chasqueó la lengua. Usó rápidamente el hechizo vigorizante que su cuerpo pedía a gritos y reforzó sus protecciones. << Muy bien Zmey, cálmate, respira hondo...>> Lo hizo, respiró hondo muy lentamente y convocó un hechizo de niebla mágica. << Voy a matarte, zorra>> Hizo que una ráfaga de aire barriese el terreno que le separaba de dama Umbría para levantar una nube de arena que cegaría a su contrincante lo suficiente para marcar los parámetros de su próximo hechizo. Hizo intangible el suelo bajo dama Umbría y tapó el ''agujero'' que había creado con un hechizo de tapón. No iba a durar mucho, Zmey sabía que la nix podía perfectamente tener varios hechizos dispersores en las uñas, pero le daría tiempo a usar magia aérea para hacer que una gran pala moviese la arena sobre el agujero, como un segundo tapón.

Volvió a respirar hondo. Le quedaba esperar parapetado detrás de sus protecciones. Se quitó la camiseta que llevaba, le prendió fuego con una diminuta llama y dejó que la tela ardiera. No le habían dejado llevar su ropa ignífuga y lo cierto es que le iba a venir bien. Observó impaciente a la nix bajo tierra mientras acariciaba las llamas que devoraban su prenda y sentía como su magia se recuperaba.