Fase 1, Ronda 2: Koval vs Kromen Pietro

A pesar del esfuerzo y de que sus hechizos habían sido mayormente desviados, Gael se permitió una sonrisa fugaz. Mientras la gárgola luchaba por tirar abajo el campo de fuerza que rodeaba al fuego fatuo, conjuró otro similar alrededor de Kromen, pero invertido, de modo que esta vez no tuviera adónde huir al conjurar él la malla ácida. De conseguir el objetivo de encerrarlo en aquella jaula invisible, volaría hasta situarse sobre él para lanzar la malla desde arriba, abandonando lo que quedaba del campo de fuerza en el que se había estado escudando.

Aquello que escupió sobresaltó a Gael al verlo impactar contra el campo de fuerza, y agradeció conocer esa habilidad de la gárgola en aquella situación y no en otra más desventajosa para sí mismo. Viendo que era inútil lo que hacía, aprovechó a levantar de nuevo un campo de fuerza reforzado anclado en sí mismo mientras Kromen hiciese caer lo que quedaba de su encierro mágico. Ahora tenía muy claro que la defensa física era la vital en aquel combate.
Dejó de limitarse a sostenerse en el aire y empezó a volar trazando círculos sobre la arena, esperando el próximo movimiento de su oponente. No tenía ni idea de quién volaba más rápido, pero tampoco importaba. Solo trataba de ganar tiempo y de buscar un buen ángulo de tiro desde el que probar cuánto efecto tenía sobre una gárgola un lanzazo de magia.

«No puede ser… quiero una gárgola para la colección, en serio». Un poco retorcido, pero cierto. Tal vez era buena idea preguntarle a Giz si tenía genes de gárgola para hacerle algo a medida, pero al pensarlo mejor se dio cuenta de que tardaría lo suyo en reunir con qué pagarle.

Independientemente de la admiración repentina por aquella piel, no olvidaba que estaba pasando por algunos apuros. Incluso hechizos de bastante nivel no lo mellaban hasta el punto de frenarlo, y ahora lo tenía golpeando sus defensas con pedazos de aquella sustancia solidificada, tratando de sujetarle a pesar de la barrera que tenía a su alrededor. Sin pensárselo demasiado conjuró un hechizo de impulso con la potencia reforzada que dirigió al abdomen de la gárgola, deseando que aquello le dificultase el vuelo y sabiendo que, como mínimo, se lo quitaría de encima. Siguió de largo en su vuelo pero hizo un quiebro para volver al mismo lugar ganando altura, acercándose a la gárgola. Desenvainó la daga y buscó atacar a un punto débil. El primero en que pensó fueron los ojos. La otra mano permanecía libre por si fuese necesario reforzar su principal protección.

Casi se sorprendió de encontrar carne que cortar, fuese lo que fuese de lo que estaba hecha. El tajo horizontal pretendía cegarlo, pero no resultaba fácil hacer un corte limpio con el vaivén del vuelo. En un momento fue lanzado lejos y, aunque trató de estabilizar la caída con las alas, terminó en el suelo al igual que la gárgola. En un momento una piedra estaba golpeando un lateral de su barrera, y al mirar hacia la gárgola vio que la había obligado a cerrar un ojo. Guardó la daga de nuevo, echando un vistazo rápido al tiempo de que disponía, y se dispuso a terminar aquello con magia. Comenzó a caminar hacia la gárgola murmurando y moviendo las manos, ocultas por el momento tras sus alas plegadas. Su intención al buscar el enfrentamiento directo era tenerlo cerca, especialmente si volvía a ir a golpear sus defensas. Trataría de acertarle con el hechizo de desmayo que estaba preparando. El de aturdimiento no había tenido ningún efecto, pero esperaba que aquel sí lograra al menos dejarlo fuera de combate. Lo había reforzado para ello, en cuestión de potencia la gárgola parecía necesitar una “dosis de elefante”.