Primer sueño de Surásara

25/01/14, 09:47 pm

Recuerdo del primer mensaje :

El sol apenas había empezado a asomar en el horizonte y el campamento militar se encontraba completamente en silencio aquella madrugada. Todos dormían en sus respectivas tiendas, dispuestas de forma que las de los letarguinos se encontraban frente a las de los macieleros.

Surásara fue la primera en despertar, como de costumbre, y se preparó su desayuno mientras pensaba de qué manera haría que los lirones que eran sus compañeros abandonasen la comodidad de sus camas y se preparasen para entrenar.

Tras dar un par de bocados a su comida, no obstante, la ulterana se detuvo, notando un extraño sabor férreo en la boca. La cosechada no tuvo tiempo de preguntarse si se había equivocado con algún condimento o si aquellas raciones se encontraban en mal estado, cuando escuchó un grito.
—¡Está muerto! ¡Tapad el cadáver ahora mismo!

Las exigencias de Korasihanna fueron seguidas por más exclamaciones procedentes del resto de letarguinos y después de los macieleros que no dejaban lugar a dudas acerca de qué se iba a encontrar Surásara. Si la ulterana hubiese llevado la cuenta de las voces que oía, habría sabido cuál era la única que faltaba. No obstante, no tenía que ir muy lejos para comprobar lo que había sucedido.

Fuera, todos los cosechados estaban apilados alrededor de la entrada a la tienda contigua a la de Surásara. La de Álvaro. Su cadáver yacía sobre un charco de sangre en el suelo.

29/01/14, 07:54 pm

A primera vista parece que no ha pasado nada en la noche así que voy despertando a los letarguinos primero, hasta que llego a la tienda de Kora. Veo un desgarrón en la tienda y me temo lo peor. Mis temores se cumplen al ver a la daeliciana muerta de la misma forma que el humano el día antes. La gente se congrega y pronto me doy cuenta de que falta alguien.

Corro a la tienda de Dhelian y entro como una exhalación para ver la misma escena. Interiormente estallo en insultos contra los rebeldes, oigo el tumulto de afuera y salgo para poner orden.

-¡Basta!,- alzo mi voz por encima del resto haciendo que se callen,- Os estáis comportando exactamente como el rebelde quiere, y si caéis en ello os acabareis matando unos a otros ahorrándole trabajo a él. Ahora disolveos hasta la comida.- ordeno.

Cuando se van dejo los cuerpos en la misma tienda y me doy un baño. El resto de tiempo hasta la noche lo ocupo en otro quehaceres, pero en la cena propongo algo al resto. Atarles las manos, si aceptan el nudo que haré no se puede deshacer sin romperlo, y si alguien amanece con ello roto es que es el culpable.

Acepten o se nieguen permaneceré despierta esta noche, y para ello cojo una chincheta y cuando sienta sueño me pinchare con ella para despejarme.

29/01/14, 08:45 pm

Todos se callaron cuando Surásara habló, pero continuaron lanzándose miradas de desconfianza hasta que volvieron a sus tiendas.
Aunque muchos a regañadientes, casi todo el campamento aceptó la propuesta de Surásara. La única excepción fue Xalkoth, que se negó en rotundo a que le privasen de su libertad aunque fuese de forma parcial como aquella y no hubo forma de convencerlo de lo contrario.

Llegó la noche y la ulterana volvió a montar guardia en las sombras. Como la noche anterior, durante horas no sucedió nada en absoluto. Pero cuando Surásara ya creía que el asesino no podía hacer nada debido a las ataduras, un sonido la alertó de que algo se movía en las proximidades.
La cosechada no tuvo tiempo de investigar de qué se trataba, pues alguien apareció detrás suyo repentinamente, como una sombra. Con un cuchillo entre los dientes y las manos atadas, Keiriarei apareció en su campo de visión en cuanto se hubo dado la vuelta.

Pero, cualquier movimiento que fuese a realizar Surásara quedó impedido por completo. Con el ojo de la otra ulterana muy abierto, pareciendo oscuro en la penumbra como aquellos de la escoria rebelde, como último recuerdo antes de perder completamente la consciencia, la cosechada no supo nada más de los sucesos de aquella noche.

Surásara probablemente ya se esperaba el fuerte sabor en la lengua aquella mañana en su tienda. Pero esta vez era una mezcla extraña de sabores, aunque se distinguía claramente el sabor ferroso que había notado la primera mañana, y su intensidad le provocaba náuseas. En cuanto saliese a comprobar lo que había sucedido lo vería: todos los letarguinos habían sido asesinados siguiendo el mismo patrón de las noches anteriores.

29/01/14, 08:56 pm

Vuelvo a despertarme en mi tienda y el sabor de la boca, aunque ya me esperaba algo así, es abrumador y me da ganas de vomitar.

Recuerdo la escena de la noche anterior antes de levantarme como una bala y salir afuera. Al salir la escena me deja sin palabras, todos mis compañeros muertos, tirados por el suelo en un baño de sangre.

La rabia hace que mis manos empiecen a temblar y en todo lo que puedo pensar es en vengar a mis compañeros, y sé exactamente quién tiene la culpa.
Recojo mis armas y me dirijo a la tienda de Keiriarei dispuesta a derramar su sangre de la misma forma que ella ha hecho con mis compañeros, y desde luego no pensaba pararme a tocar en la puerta. Todo tipo de modales se habían esfumado.

29/01/14, 09:26 pm

Keiria retrocedió asustada en cuanto su congénere ulterana irrumpió en su tienda, cayéndose al suelo debido a que aún tenía las manos fuertemente atadas.
—¡Surásara! Estás equivocada... ¡Escúchame!

Mientras tanto, el revuelo había atraído al resto de macieleros hasta la tienda de su compañera.
—¿Te has vuelto loca, Surásara? —dijo Shaco mientras intentaba sujetar a la ulterana de Letargo como podía, haciendo uso de sus brazos.
Pronto más macieleros se sumaron a sujetarla y evitar que hiciese daño a su compañera, tarea bastante difícil debido a que todos seguían maniatados. Tan solo la ayuda de Xalkoth, quien les cortó las ataduras con sus cuchillos les permitió retener a la letarguina.
—Keiriarei todavía tiene las manos fuertemente atadas, es improbable que haya podido perpetrar los asesinatos —anunció Archime desde una esquina en su tono monocorde habitual.

29/01/14, 09:43 pm

Acorralo a la ibolense que pide algo a gritos y supongo que es ayuda por que en realidad no la estoy escuchando, demasiado fija tengo mi mente en una cosa como para atender a otras.
No noto la llegada de los demás hasta que me sujetan.

-¡Soltadme! Ha sido ella, yo la vi. ¡Soltadme! -grito.- Tú los has matado a todos, mereces morir. ¡Monstruo! ¡Asesina!.- intento desembarazarme de la gente que me apresa sin mucho éxito ya que no quiero hacerles daño, ellos no se lo merecen.- Quítate el parche, muéstramelo. Muéstrame lo que de verdad eres. Nada más que una plaga que asola Ulterania, algo que debe ser cortado de raíz. Una rebelde.- bramo esa última palabra como si fuera el insulto más terrible que se me pasara por la cabeza.

29/01/14, 09:54 pm

Los macieleros se esforzaron por retener a Surásara aunque la fuerza de la ulterana les estaba dando bastantes problemas. Keiria tan solo observaba la escena con expresión horrorizada. Cuando la letarguina le dijo que se quitase el parche, Keiria permaneció inmóvil y en silencio unos segundos antes de pedirle a uno de sus compañeros que le desatase las manos.

Una vez libre de sus ataduras, la otra ibolense procedió a retirarse el parche lentamente. La tela se deslizó por su cara descubriendo...
—¿Lo ves? No es una rebelde, no tiene ojo. Es de cajón que uno se pone un parche para tapar una herida como esa —dijo Shaco aflojando ligeramente su agarre sobre Surásara pero permaneciendo alerta.

Efectivamente, el ojo hasta ahora oculto de Keiria era un montón de carne deformada con varias cicatrices sobre la zona.
—¿Te vas a calmar, Surásara? —inquirió Nero mientras también aliviaba la presión que había ejercido para sujetarla—. Tal vez quieras reconsiderar quién pudo ser el culpable...

29/01/14, 10:29 pm

En cuanto Keiriarei se quita el parche y deja al descubierto esa parte de la cara llena de cicatrices me sorprendo. Paro de forcejear y proceso la información con lentitud.

-Yo.... yo..... lo vi, te vi.- digo en voz baja. ¿En qué me he equivocado? ¿Realmente la vi?,- Soltadme por favor,- pido con voz suave. Me sueltan y me pongo en pie, miro a Keiria y desvío la mirada.- Yo...- quiero pedirle disculpas, pero no me salen las palabras. No, necesito estar un tiempo sola y reflexionar sobre lo que ha pasado.

Me encierro en mi tienda y no salgo en todo el día, no como nada y no tengo idea de en que punto me quedo dormida, pero cuando despierto la luz entra a raudales, lo que quiere decir que es día ya avanzado.

29/01/14, 11:01 pm

La mañana le trajo a Surásara un sabor todavía más intenso que el del día anterior. Nuevamente el sabor férreo predominaba sobre el resto y la ulterana sufrió varias arcadas mientras se despertaba.

El campamento se hallaba sumido en el más absoluto silencio. El único sonido distinguible era el del viento, que hacía ondear las telas rajadas de las tiendas. La ulterana no tuvo que comprobar las tiendas de los macieleros para saber qué había pasado. Habían muerto todos durante la noche.

¿Todos? La tienda de Keiriarei parecía intacta... Y fue entonces cuando la vio. La otra ulterana salió de una de las tiendas de Maciel, con el cuchillo que le había visto anoche entre las manos y con algunas gotas de sangre salpicando su ropa y su rostro. Cuando vio a Surásara, corrió asustada al interior de su tienda.

29/01/14, 11:19 pm

El sabor en la boca fue el peor de los últimos días. Por qué tengo este sabor en al boca cada vez que me despierto es un misterio, pero que mal me sienta. Espera, ¿por qué no hay ruido fuera? Ya deberían estar todos levantados, por favor, que no sea lo que pienso.

Con un mal presentimiento me levanto y salgo. Sospechas confirmadas, los de maciel también están muertos, ¿habré sido yo? ¿seré sonámbula acaso? No, un sonámbulo no podría matar en sueños, ¿o si?

Todas estas preguntas me rondan la cabeza hasta que veo a Keiriarei salir de una de las tiendas con un cuchillo ensangrentado. Los rescoldos de la ira de ayer se avivan, mi furia excede todo límite y soltando un grito entro tras la ibolense a su tienda. Le quito el cuchillo y la agarro por el cuello.

-¿Por qué? Dímelo.- chillo apretando con fuerza, pero cuando veo que no puede respirar aflojo. No quiero que muera antes de tiempo, y ese tiempo incluye mucho sufrimiento.- Sabía que eras tú, lo sabía. No te habían hecho nada y los has matado, debería haberte matado ayer. Si lo hubiera hecho ellos seguirían vivos. Todo es tu culpa.- vuelvo a sentir el sabor a hierro en la boca.- Seguro que hasta el mal sabor de boca que tengo es culpa tuya también. Vamos habla, no me hagas perder el tiempo.- si la chica no planeaba contarme las cosas la ataría y torturaría hasta sacarle la información.

30/01/14, 12:19 am

Keiriarei miró a Surásara con el rostro congestionado por el miedo mientras la otra ulterana la amenazaba con el cuchillo.
—¡Yo no he hecho nada! ¡Has sido tú! Te vi la otra noche pero no dije nada porque... —La voz de la otra ibolense se quebró y del único ojo de Keiria comenzaron a derramarse lágrimas—. ¿En qué te has convertido, Surásara? En cuanto escuchaste a escondidas la conversación entre Álvaro y Kora acerca del rebelde... Tú... Estás obsesionada...

La voz de Keiria había ido cambiando a medida que hablaba y, aunque muy lentamente, también sus rasgos. Al mismo tiempo, a la letarguina comenzaron a asaltarle recuerdos que parecía haber olvidado. Recordó cuando oyó por casualidad como Álvaro afirmaba que creía que había un rebelde entre ellos. La rabia exacerbada que sintió en aquel momento... Su mente había reprimido todo aquello inconscientemente.

Surásara se había quedado momentáneamente traspuesta mientras todos aquellos recuerdos le sobrevenían y solo cuando la chica a la que estaba amenazando con el cuchillo hizo un movimiento brusco para clavárselo más profundamente en la garganta volvió a la realidad.

La otra ulterana ya no era Keiriarei. La chica, con el cuchillo clavado en la garganta solo lloraba y la miraba aterrorizada. El rostro de su hermana clavó sus ojos en los suyos con intensidad antes de exhalar su último suspiro.
En ese momento Surásara levantó la vista hacia un espejo que había en la tienda, enfrente suyo. Los ojos oscuros que mostraban su reflejo se clavaron en ella de forma penetrante, incluso dolorosa. La imagen que le devolvía el espejo tenía sus misma cara, sus mismos rasgos... salvo por el color. La imagen de una rebelde. La Surásara del espejo enseñó sus afilados dientes curvando su boca en una sonrisa desquiciada y sádica mientras el espejo comenzaba a quebrarse en mil pedazos.

La última imagen que vio Surásara antes de perder la consciencia para siempre fue a sí misma con su hermana muerta en sus brazos y el sabor inequívoco de sangre ulterana en su lengua.

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