Gradas

Yoel no había tenido más remedio que acompañar a Zmey al torneo y ayudarle a cargar con su material. No iban a dejarle usar sus armas, pero se había empeñado en llevárselas igualmente. Por lo menos le había reservado un sitio especial en las gradas, y Yoel estaba secretamente emocionado con la perspectiva de ver al piromante sufrir alguna que otra paliza. De camino a su sitio se cruzó por casualidad con unos tipos de algún local de la ciudad llamado la Casa de los Dulces o algo por el estilo, que le habían propuesto un trabajillo como sustituto de un empleado que había sido aplastado accidentalmente por uno de los participantes. Yoel aceptó con gusto, quería comprarse cosas y Zmey no quería pagárselas.

Le dieron una gorra, un delantal, y una bandeja llena de comida.

-¡Bocadillos de lengua, grillos con caramelo, fruta escarchada, ojos de caribú!- gritaba entre las gradas, ofreciendo su mercancía- ¡También tengo palomitas de colores, que no sé lo que es pero huele putamente bien!

-Eh, chaval, dame un cucurucho de ojos por aquí.

-En seguida, señora- respondió Yoel, con su sonrisa más educada, intentando por todos los medios no quedarse mirando el escote de la súcubo que le había pedido los ojos.

Giz estaba hablando con el resto de cuchitrileros tranquilamente, cuando el olor a palomitas lo hipnotizó. Dirigió la mirada al lugar de procedencia de aquel delicioso aroma  y no dudó ni un instante en llamar al vendedor.

—¡Ey, chico!—alzó una mano para llamar su atención—¡Palomitas de colores por aquí!—cuando el chico llegó a su lado añadió—. ¿Tienes galletas, magdalenas o algo dulce que no tenga nada más raro que el chocolate?—Giz no tenía problemas con ese tipo de ingredientes, pero se había acostumbrado otro tipo de alimentos—. Por cierto, ¿qué eres?—no preguntaba por informarse, sino por saber si debía arrancarle un pelo antes de que se fuera.

Gael estaba de buen humor y divirtiéndose. El barullo alrededor lo animaba por algún motivo. Cuando la voz empezó a anunciar comida ni se giró, al escuchar las "delicias" que anunciaba. Pero las palomitas eran diferentes, y al pedirlas Giz, él aprovechó la coyuntura.
—¡Un día es un día! Otras por aquí —dijo después del pedido de Giz. Después se rio cuando el Goliat dejó salir su vena de glotón—. Oye, Giz ¿seguro que no os equivocasteis tras la cosecha y Gula eres tú?
Se apartó riendo, esperando una mirada de reproche por parte del goliat, mientras hurgaba en los bolsillos buscando su monedero.

-Creo que tengo unas galletas gigantes con pepitas de chocolate, si no se me han acabado...- comentó mirando en los compartimentos hechizados de su bandeja. Sacó un par de galletas del tamaño de una mano, de color tostado con trozos de chocolate con leche y se las ofreció al goliat, después preparó dos cucuruchos de palomitas- Y soy sinhadre. El psicópata de mi pareja participa en el torneo, y como no quiere comprarme cosas que necesito, aprovecho que no mira para sacarme unas perras.

Les dijo cuanto era todo y contó las monedas con cuidado antes de guardarlas en el bolsillo de su delantal. Aun no se manejaba con el dinero de la ciudad, pero no pensaba dejar que le timasen. Fue entonces cuando se fijó en Tania, sentada cerca del grupo. Un gigantón la tapaba y por eso no la vio antes. Le chistó para llamar su atención y le saludó con un gesto, sonriéndole.

-¿Tienes sangre?-
Si pudieramos resumir mi vida actual probablemente la palabra "aburrida" se sobraba. Era probable que mi tendencia a mantener mis relaciones con otros a un nivel nulo influyera, pero de eso no me daba cuenta. 

Había visto el puesto, y también a Yoel. Apenas lo conocía de vista pero era una cara conocida, así que al final me había animado a comprar. 
-Oh, hola- Dije a todos cuando me di cuenta de que estaban allí.

Noel observó divertido a Giz y Gael comprando dulces y negó con la cabeza sin dejar de sonreír, de brazos cruzados.
—Os vais a poner como trasgos a este ritmo y vamos a tener que volver a la carpintería en el cuchitril para ensanchar las puertas.

Dirigió una breve mirada de curiosidad al sinhadre que vendía las palomitas y el resto de "alimentos apetitosos" porque parecía conocer a Tania, pero entonces recordó una conversación que había mantenido con la nublina en el cuchitril hacía un tiempo y supo con quién estaban hablando.

Poco después se acercó Pablo y Noel sonrió para sus adentros. El chupasangres novato le resultaba altamente divertido desde que se había dado cuenta de que recelaba tanto de él.
—Buen combate contra el enredado de los cro... —se detuvo a media frase aunque sin perder la expresión divertida, dándose cuenta de que el vampiro no entendería la referencia y era mejor no seguir por ahí—. En fin, que has luchado bien, pero yo hubiera puesto un poco más de sufrimiento en esa pelea.
Le dirigió una mirada rápida a Pablo antes de desviar deliberadamente su atención a otra cosa y comenzó a preguntarse cuándo le tocaría. No tuvo que esperar mucho.

El draco intercambió una mirada con Giz cuando los llamaron a ambos para enfrentarse en duelo mágico. Se puso de pie enseguida y se acercó a Wen para recuperar su gabardina. En el resto de categorías se la quitaría, pero en aquella no le supondría un estorbo y afirmó que "si los hechiceros suelen ir con sus túnicas, yo llevaré mi gabardina de cuero".

Mientras se preparaban para bajar a la arena, Noel se acercó al goliat para decirle algo. Ya se había puesto serio, preparándose para lo que tocaba.
—Escucha, Giz. Me gustaría dejarte claro que no quiero que tengas reparos porque tu contricante sea yo. Yo no pienso ponerte la victoria en bandeja, sino que me aseguraré de ser un perdedor digno. Así que ni se te ocurra contenerte.
Y tras dirigirle una leve sonrisa al asreniano, el draco volvió a descender a la arena en un corto y rápido planeo.

El chico (y la pinta de la comida) había convencido a Giz para que comprar un cono de palomitas y un par de galletas enormes. Al ver que solo era un esclavo no insistió más, le pagó y se despidió de él cuando se fue. Su actitud con el vampiro fue parecida, lo saludó con un gesto de la mano y le dio la enhorabuena de forma vaga mientras se comía las palomitas. El goliat no estaba demasiado nervioso por el torneo, aunque sí impaciente por conocer a su contrincante.

El megáfono mágico lo llamó por fin y su adversario resultó ser ni más ni menos que Noel. Ambos intercambiaron miradas y se prepararon para bajar. Giz le dio las palomitas y una galleta que todavía le sobraba a Gael.

—Os lo podéis comer—les dijo en un tono serio. El asreniano estaba empezando a mentalizarse de lo que tocaba. Noel se le acercó mientras se alisaba un poco el poncho antes de bajar y le dijo algo parecido a lo que Giz había pensado decirle a él.

Sin embargo, antes de que el asreniano pudiera responder, Noel ya había bajado volando a la arena. Él hizo lo propio por las escaleras, para no gastar magia antes del combate, y aprovechó el tiempo de espera en la arena para responder.

—Lo mismo digo, Noel. A por todas—dicho esto, Giz se concentró en el palacio mental que eran sus conocimientos mágicos y trató de ignorar al público. No se sentía cómodo pensando en toda esa gente pendiente de ellos.

Nia, Toima y Tania

Entre los descansos de los encuentros, Nia encendia su pipa y procedia a leer un fajo de papeles con pinta de periodico, sin llegar a socializar mucho, salvo por el hecho de dar la enorabuena a los que vencieron y sus condonlencias a los perdedores de sus alrededores, así como ofrecer su asistencia médica a ambos, sin importar el desenlace de cada evento.

Por su parte, Toima pegaba un bote con cada cuchitrilero que volvia y le soltaba un gran abrazo, elogiandoles y resalzando todo aquello que le podria haber gustado más o menos haberles visto, pero en general, con un buen humor. Quizás por las dos botellas de vino vacias que habia en su asiento. Tania por su parte, tenia una sonrisa educada, pero algo nerviosa. No se terminaba de acostumbrar de ver a tanta gente de la ciudad congregada y, por lo tanto, no se sentia cómoda. No desde lo del incidente de su compatriota.
No fue sinó cuando Yoel la saludó que se alarmó más de lo que podria venir siendo normal y le devolvió un aparatoso saludo con la mano. Para cuando se dió cuenta, dos ojos de Toima andaban clavados sobre ella, entre la maraña de su ropa boqueteada. Como dos rubies amenazantes, los ojos del ulterano permanecian sobre ella y, por la expresión de la cara del ulterano, aquello no podia significar nada bueno. Por supuesto, tambien Yoel tenia más de un ojo inquisitivo encima. Toima no dijo nada por el momento y se alejó del grupo de cuchitrileros, con una pequeña despedida.
-No se como podeis comer esa mierda dulce.-comentó con un tono jocoso.-Voy a echar un meo. Tania tambien.-dijo entonces, girando la cabeza hacia la nublina que soltó un respingo tan confundido como alarmado, pero los ojos del ulterano estaban clavados sobre ella. Queria hablar a solas y, por dentro entró en profundo pánico. ¿Solo por eso sabia que se habia visto con los novatos? ¿Iba a regañarla? ¿Iba a castigarla?
-¡A-Ah! S-Si... Ahora volvemos...-

Conocia al ulterano como la que mejor, pero sus sinsentidos siempre se centraban entorno a su paranoia, sobretodo con los novatos. No podia estar tan segura, de hacerlo, el ulterano la estaria denigrando a la misma clase que toda la ciudad le frotaba por la cara y, aquello, le haria odiar desde lo más profundo al albino, pues le consideraba su amigo, no su amo. Pero si llegase a aquel punto, lo aceptaria, tragaria con aquello y, ella, corresponderia con sus sentimientos hacia él.
Con una mezcla de duda y miedo, siguió al enorme ulterano, pisando su sombra. Su expresión estaba tan seria y ambos mantuvieron el silencio todo el trayecto. Toima habia buscado un sitio bastante apartado para un momento en privado con la ulterana, justo detrás de las gradas, donde nadie les veria o escucharia hablar.
La nublina tenia las manos en las caderas y sus dedos tamborileaban nerviosamente. El ulterano le estaba dando la espalda y estaba apoyado en la pared, respirando fuertemente por la nariz.
-¿Quién era ese tio con cara de agilipollado que te saludaba tan alegremente?-musitó, con cierto odio marcado en sus palabras.

La nublina suspiró, sus temores confirmandose. No habia sentido en ocultarle al ulterano nada una vez que estaba sobre la pista de sus paranoias. Suspirando, le reveló la verdad.
-Es un conocido. Mejor dicho, alguien con quien puedo simpatizar. Tiene una relación parecida a la nuestra con uno de los nuevos transformados.-ladeó la cabeza, con cierto aire desafiante.-¿Es eso un problema?-

Toima ignoró su pregunta abiertamente con otra.
-Cuentame más. ¿Es un espia? ¿Te ha preguntado sobre nosotros? ¿Cuantos somos? ¿Como luchamos? ¿Les has dicho que no tenemos ni un duro?-

-La verdad es que solo me invitaron a comer.-respondió la nublina, cruzándose de brazos.

El ulterano pegó un bote, girándose, le lanzó una miriada de miradas alarmadas.
-¿¡A COMER DICES!?-exclamó incrédulo.-¿Y aceptaste, sin más?-añadio, con un gallo.

-Pues si. Me parecieron bastante amables y, la verdad, preparó una comida exótica bastante rica y curiosa.-sigió respondiendo desafiante la nublina. A cada palabra, el ulterano se retorcia, como si una fuerza invisible le golpease con un duro bate.-Es más, dije que la próxima vez les invitaria a comer al cuchitril.-

Aquello fue demasiado para el albino que cayó al suelo de rodillas. Batiendo el suelo con su puño izquierdo con rabia mientras musitaba repetidas veces "¡Joder!" La nublina comenzaba a cansarse del acto del albino. Fue directa al grano.
-¿Es un problema que me vea con los "peligrosos" novatos?-dijo, tan desafiante como al principio.

Toima se detuvo entonces. Aun de rodillas, el enorme ulterano le llegaba más alla de la cadera a la chica y, tras vacilar unos segundos gateó hacia la nublina lentamente, haciendo que esta retrocediera lentamente ante el bizarro gateo del enorme albino delante de él. Finalmente, el chico le dió alcance y cerró sus manos con fuerza sobre la falda de la chica.
-¡E-Eh! ¡O-Oye! ¿Qué estás haciendo? ¡Me estas asustando!-musitó la chica por debajo de su aliento, intentando liberarse del terrible agarre del ulterano, pero, antes de que se diera encuenta, le tenia encima, abarcando sus pequeños hombros con sus pálidas manazas. Fue entonces cuando se dió cuenta que sus múltiples ojos estaban o llorosos o en pleno lagrimeo. Entonces, esbozó una mueca confusa, mientras al ulterano le temblaba el labio mientras peleaba por hablar.
-N...No me dejes solo t-tú tambien...-musitó más tímidamente que lo que la nublina le habia oido en su vida. En su cara, un ligero rubor se habia apoderado, mezcla de la timidez y soledad con lo que ya habia bebido aquel día, que no era poco. Una larga vela comenzó a asomarse por la narizota del ulterano. Este sorbió ruidosamente, mientas más y más lágrimas se desprendian de sus ojos.
-¿¡Q-Qué!?-exclamó, la nublina, tan confusa como asustada, pues le era imposible liberarse del ulterano.
-N...No te vayas tambien... Con tu s-superamigo... como hizo Noel... N-No me dejes solo...-logró añadir antes de hundir su cabeza en el pecho de la nublina y comenzar a sollozar ruidosamente, como el enorme niño borracho que era en esos momentos. La nublina se quedó paralizada. Entendia muy pocas cosas del ulterano y, sin duda, siempre tendria que estar abierta a sorpresas. Se le habia notado más huraño desde que lo de Noel con Wen se hizo oficial, para sorpresa de muchos y, confusión para el ulterano.
La fugaz idea de que el enorme ulterano sintiese por el draco lo mismo que ella sentia por su hermano mayor cruzó su cabeza, pero pronto descartó la idea como estúpida, pues ¡estaban hablando de Toima! ¡El mismo Toima que a la semana de conocerla le preguntó donde tenia ella el "pito"! Aquello no era posible, pero, sin embargo, reaccionó. Cerró sus brazos entorno a la enorme cabeza del ulterano, mientras este sollozaba ruidosamente, con largos llantos. Acarició su cabeza tiernamente, susurrandole "Ya paso... Ya paso..." todo lo tiernamente que podia. A decir verdad, no sabia como podia haberse asustado tanto con el ulterano. Cierto que era algo imprevisible en ocasiones, pero en general se comportaba como un crio que habia crecido demasiado por fuera y demasiado poco por dentro. Suspiró.
-No me voy a ir de tu lado, tranquilo.-le susurró, inclinadnose levemente para que sus cabezas coincidiesen. El ulterano habló casi entre gargaras de sus lágrimas, mientras dos largas y densas velas surgian de sus fosas nasales. Entre palabras, sorbia, pero era inútil, pues volvian a asomarse.
-P-Pero... Tu superamigo y...-
-No es mi "superamigo", no te preocupes. No tenemos la misma relación que tienen Noel y Wen.-
El ulterano tenia entonces los ojos muy abierto, aun temblándole el labio con duda.-Y, hablando de esos dos. Sabes que Noel no te ha dejado, ¿verdad? Es de las pocas personas que te aguantan durante más de cinco minutos, para encima dormir bajo el mismo techo que tú. Eres el primero que deberias saberlo, le conoces de antes que yo, ¿no?-
El enorme ulterano comenzó a asentir torpemente, mientras se enjugaba sus ojos de lágrimas.
-Bien, ¿puedes ponerte de pie?-

El ulterano musitó un tímido "Si." mientras la nublina le ayudaba a levantarse.
-Esta bien. Ahora, vamos a subir ahí arriba, y vamos a hablar con Noel de esto, para que te sientas más cómodo y seguro de lo que te digo.-

El ulterano entonces dirigió una mirada dudosa y avergonzada hacia la nublina, pero no dijo mucho más. La pequeña nublina se enganchó a uno de los gruesos brazos del albino y comenzó a tirar de él para volver a las gradas. De pronto, el albino se dió cuenta y se detuvo en seco.
-Ah. Espera.-dijo liberandose de ella.-Tengo una cosa que hacer.-
La nublina se giró de confusión y fijó su mirada en el ulterano. Sin verguenza ni delicadeza alguna, el ulterano bajó la cremallera del pantalón y extrajo su...
-¿¡P-P-PERO QUE HACES!?-exclamó la nublina, colorándose al instante, retrocediendo de un salto, mientras se tapaba aparatosamente los ojos.
El ulterano tenia la expresión en blanco, preguntandose por la exagerada reaccion de la chica.
-Voy a mear. Justo me entraron ganas cuando os vi. No soy muy bueno inventando escusas, así que ha resultado práctico.-
La nublina soltó entonces una diatriba de reprimenda ciegamente en la dirección del ulterano de la que el chico captó más bien poco y volvió a la grada, roja como un tomate y exclamando todo tipo de injurias hacia el ulterano. El albino se limitó a encogerse de hombros y a vaciar su vejiga.

A los pocos minutos, subió el ulterano tras la chica. Sentada con una expresión furiosa, esperó a que este retomase su asiento.
-Noel está combatiendo.-dijo sin más, haciendo un gesto con la cabeza.
El ulterano saltó de su asiento entonces, a animar a Noel.
-¡Arrancale las piernas! ¡Hazle tragar sus dientes! ¡Sácale los ojos!-se puso a animar, mientras gesticulaba cada gesto con la violencia de los mismos y, no fue entonces que se dió cuenta del adversario. Entrcerrando sus ojos, habló al poco.
-¿Ese... ¿Ese no es Giz?-dijo, con duda.-¿Qué hace ahí abajo?-
-Al parecer les ha tocado el uno contra el otro.-le informó Nia.

El ulterano contestó con un ligero "Oh.", mientras tomaba su asiento y la mirada de pasmo se quedó clavada en su rostro.

Tania parecía nerviosa cuando correspondió al saludo de Yoel, y entonces se fijó en la mole llena de ojos que tenía al lado, y comprendió << La he cagado>>

El vampiro de la Sede le preguntó entonces por la sangre, y Yoel le presentó la variedad de sangre embotellada que llevaba, sin parar de insultarse mentalmente por haber delatado a Tania delante de su... secuestrador. Vendió una botella de sangre, no se fijó en cual, y recibió el dinero con un gracias mientras seguía con la mirada a Tania, a la que el gigantón se estaba llevando lejos. << Mierdamierdamierdamierda>>

-Oye, ¿sabes... si le va a pasar algo a Tania? -le preguntó por lo bajo al tipo luminoso que le había comprado las palomitas, y que parecía estar en el mismo grupo. No se pudo quedar mucho, pues empezaron a llamarle para comprarle mercancía.

Tania regresó, enfadada pero intacta, y Yoel suspiró aliviado por no haberla cagado tanto. Mientras estaba cerca, le hizo con disimulo un gesto de disculpa.

Dirke se había despedido de Adara con un fuerte estrechón de manos y le había pedido perdón por el daño que le había hecho. Acto seguido, abandonó cojeando la arena. Tenía varios cortes por el cuerpo que supuraban sabia, zonas despellejadas y parte de la cara hinchada. El pie se le había ido regenerando desde el principio del combate y aún así lo tenía, como mínimo, esguinzado. Y estaba seguro de que llegó a estar roto en algún punto del combate. Adara había sido una combatiente fiera.

Estaba demasiado cansado como para subir a las gradas y necesitaba nutrirse, por lo que acabó por salir fuera del anfiteatro a costa de perderse un par de combates. Una vez encontró un suelo que le gustó, echó raíces y se transformó en un sauce. <<Bendito sea el sol>> se dijo mientras reposaba.