Torreón Letargo (Archivo V)
+13
Evanna
Dal
Daninokuni
Leonart
Yber
Kanyum
Giniroryu
Red
Aes
Muffie
Seth
Aliera W
Rocavarancolia Rol
17 participantes
- Rocavarancolia Rol
Torreón Letargo (Archivo V)
05/08/13, 03:54 am
Recuerdo del primer mensaje :
Este torreón de cuatro plantas está completamente cubierto de enredaderas, por lo que en un inicio es un poco complicado encontrar la puerta, algo más pequeña que en los otros torreones. El puente levadizo suele estar bajado, y da a una franja de tierra que rodea la parte delantera del torreón. Los capullos de las flores, que solo se abren con la Luna Roja, despiden al anochecer una fragancia que atonta y adormece a quien la huele. En el patio tiene suelo de tierra y también está repleto de plantas, en su mayoría secas o raquíticas. En el centro hay una estatua de una ninfa atravesada por cientos de estacas.
- Ver mensajes anteriores (click aquí):
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
23/09/15, 09:47 pm
Sekk ignoró el tono seco del xolnita, lo que denotaba su falta de interés en lo que le acababa de contar. Habría apostado a que ni siquiera recordaba la cara de la libense.
—Creas o no en ella es la única razón de que sigas vivo —sentenció—. Puede que no te haya devuelto la mano o el ojo, pero sin duda ha evitado que murieras desangrado o que perdieras por completo la movilidad de tu pierna… —lo dejó estar, sin embargo, sin ganas de debatir sobre aquel tema. Ya lo vería con el ojo que le quedaba llegado el momento.
El rumbo de la conversación cambió a otros derroteros, aún más sombríos de lo que cabría esperar. El intara se inclinó para examinar de cerca lo que le enseñaba su compatriota, el tono oscuro que habían adquirido sus uñas.
—El oscurecimiento de las uñas puede tener varias razones, y muy pocas son mortales —comentó el chico, devolviéndole la mirada con seriedad—. Puede ser alguna infección micótica o bacteriana, una enfermedad de la piel o falta de oxígeno. Vale que también puede ser necrosis, pero me da la impresión de que está demasiado localizada, y la muerte del tejido va acompañada de inflamación y dolor. ¿Te molestan acaso? —preguntó, apretando la punta de un dedo con suavidad antes de volver a la ventana. Casi sonaba como su madre—. No, dudo que te estés muriendo Roaxen…
Permaneció pensativo unos instantes, la mirada perdida más allá de la ventana. Llevaba tiempo dándole vueltas a algo que les habían dicho los macieleros, algo sobre los cambios. Esa advertencia, la revelación de dama Poda y retazos de información que había sacado de su libro le hacían sospechar que lo que le ocurría al pelimorado era una señal de otra cosa. Él mismo tenía desde hacía semanas taquicardias aleatorias, y estaba bastante seguro de que su corazón estaba bien.
—Mi teoría es que estas cambiando y que lo de las uñas solo es un síntoma —sentenció, centrando de nuevo su atención en el xolnita—. Todos lo estamos haciendo. La Luna Roja se acerca, Roaxen, y por muy disparatado que suene su llegada nos influirá de alguna forma. No soy una persona crédula, de verdad, y he buscado pruebas que refutan esta teoría sin descanso, pero no he encontrado ninguna. —concluyó con una sonrisa apagada en la que no había rastro de alegría. También era una persona razonable y prefería aceptar lo que se les venía encima.
—Creas o no en ella es la única razón de que sigas vivo —sentenció—. Puede que no te haya devuelto la mano o el ojo, pero sin duda ha evitado que murieras desangrado o que perdieras por completo la movilidad de tu pierna… —lo dejó estar, sin embargo, sin ganas de debatir sobre aquel tema. Ya lo vería con el ojo que le quedaba llegado el momento.
El rumbo de la conversación cambió a otros derroteros, aún más sombríos de lo que cabría esperar. El intara se inclinó para examinar de cerca lo que le enseñaba su compatriota, el tono oscuro que habían adquirido sus uñas.
—El oscurecimiento de las uñas puede tener varias razones, y muy pocas son mortales —comentó el chico, devolviéndole la mirada con seriedad—. Puede ser alguna infección micótica o bacteriana, una enfermedad de la piel o falta de oxígeno. Vale que también puede ser necrosis, pero me da la impresión de que está demasiado localizada, y la muerte del tejido va acompañada de inflamación y dolor. ¿Te molestan acaso? —preguntó, apretando la punta de un dedo con suavidad antes de volver a la ventana. Casi sonaba como su madre—. No, dudo que te estés muriendo Roaxen…
Permaneció pensativo unos instantes, la mirada perdida más allá de la ventana. Llevaba tiempo dándole vueltas a algo que les habían dicho los macieleros, algo sobre los cambios. Esa advertencia, la revelación de dama Poda y retazos de información que había sacado de su libro le hacían sospechar que lo que le ocurría al pelimorado era una señal de otra cosa. Él mismo tenía desde hacía semanas taquicardias aleatorias, y estaba bastante seguro de que su corazón estaba bien.
—Mi teoría es que estas cambiando y que lo de las uñas solo es un síntoma —sentenció, centrando de nuevo su atención en el xolnita—. Todos lo estamos haciendo. La Luna Roja se acerca, Roaxen, y por muy disparatado que suene su llegada nos influirá de alguna forma. No soy una persona crédula, de verdad, y he buscado pruebas que refutan esta teoría sin descanso, pero no he encontrado ninguna. —concluyó con una sonrisa apagada en la que no había rastro de alegría. También era una persona razonable y prefería aceptar lo que se les venía encima.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
23/09/15, 11:05 pm
???
Sacudió su cabeza en negación cuando el intara propuso otras teorias, menos agresivas.
-"No puedes sino esperar lo peor, y estar preparado."-citó de La Leyenda de Ultramar.-He visto necrosis antes y siempre empieza así. Creo que estoy casi convencido de que se trata de algo del sistema circulatorio, tiene sentido: Pobre alimentación, estres constante, inhalación de sustancias nocivas... Sin contar que aqui en este planeta alienigena estamos expuestos a todo tipo de germenes, ácaros y viruses. Solo sabemos que no sabemos nada. Y que todas mis uñas estan adquiriendo un color más oscuro cada dia que pasa.-
Dio un pequeño respingo cuando el intara le cogió los dedos. Todavia no se acostumbraba a que alguien le tocara tan fácilmente.
-N-No... doler no duelen, pero en mi estado no puedo pasar sentencia aún. Me encuentro muy debil y no se si la ausencia de sensibilidad en mis digitos se debe a mi debilidad o si forma parte de la razón por la cual mis uñas se oscurecen con el tiempo.-
Finalmente, el intara recurrio a intentar venderle lo de la Luna.
-Pamplinas.-ladró.-Será que no has buscado donde yo, pues está muy claro. No solo es altamente improbable sino que lo que pasa durante la Luna Roja en esta ciudad es lo siguiente: Asi salia representado en el libro, en mitad de ritos mágicos, historias de heroes y monstruos y grabados en los que salian bañandose en una horrible luz rojiza. Mi apuesta es que el ciclo de la luna hace que las criaturas que se esconden bajo las ruinas moren la superficie. Salian muchas otras personas o "cosechados" enfrentandose a los monstros de la ciudad o huyendo junto a ellos, todo esto, mientra la Luna se alzaba rampante en el cielo y ninguno se "transformó".-se encogió de hombros.
Suspiró una vez y su ojo fue a dar con el suelo.
-Necesito que me hagas una serie de favores, si no te es molestia.-preguntó, aunque habia cierto toque de arrogancia en su voz, era obvio que el xolnita estaba haciendo un esfuerzo considerable por no sonar exigente o inqusitivo con su pedido.-Lo que necesito es que saques de debajo del escritorio de mi cuarto el libro, junto con el hacha más grande y afilada que tenga la armeria y avisar a Irianna si puede traerme ella la cena, pues tengo una propuesta para ella.-
Dicho esto se tumbo, con un quejido sordo mientras los latigazos de dolor volvian y, lentamente el ulterano se agarraba del muñon con fuerza, debajo de las sábanas. Con la mano temblante, se buscó en la chaqueta y extrajo la fotografia. La parte de arriba estaba manchada de sangre seca, pero todavia se podia apreciar la mayoria de esta. Con los digitos, acariciaba la imagen del feto suavemente, las comisuras de sus labios torciendose con algo de cariño al formar una sonrisa.
Se giró hacia Sekkeh una ultima vez más, con la voz languideciente, habló.
-Puedo contar contigo, ¿verdad, Sekkeh? ¿Puedo confiarte un secreto?-
Sacudió su cabeza en negación cuando el intara propuso otras teorias, menos agresivas.
-"No puedes sino esperar lo peor, y estar preparado."-citó de La Leyenda de Ultramar.-He visto necrosis antes y siempre empieza así. Creo que estoy casi convencido de que se trata de algo del sistema circulatorio, tiene sentido: Pobre alimentación, estres constante, inhalación de sustancias nocivas... Sin contar que aqui en este planeta alienigena estamos expuestos a todo tipo de germenes, ácaros y viruses. Solo sabemos que no sabemos nada. Y que todas mis uñas estan adquiriendo un color más oscuro cada dia que pasa.-
Dio un pequeño respingo cuando el intara le cogió los dedos. Todavia no se acostumbraba a que alguien le tocara tan fácilmente.
-N-No... doler no duelen, pero en mi estado no puedo pasar sentencia aún. Me encuentro muy debil y no se si la ausencia de sensibilidad en mis digitos se debe a mi debilidad o si forma parte de la razón por la cual mis uñas se oscurecen con el tiempo.-
Finalmente, el intara recurrio a intentar venderle lo de la Luna.
-Pamplinas.-ladró.-Será que no has buscado donde yo, pues está muy claro. No solo es altamente improbable sino que lo que pasa durante la Luna Roja en esta ciudad es lo siguiente: Asi salia representado en el libro, en mitad de ritos mágicos, historias de heroes y monstruos y grabados en los que salian bañandose en una horrible luz rojiza. Mi apuesta es que el ciclo de la luna hace que las criaturas que se esconden bajo las ruinas moren la superficie. Salian muchas otras personas o "cosechados" enfrentandose a los monstros de la ciudad o huyendo junto a ellos, todo esto, mientra la Luna se alzaba rampante en el cielo y ninguno se "transformó".-se encogió de hombros.
Suspiró una vez y su ojo fue a dar con el suelo.
-Necesito que me hagas una serie de favores, si no te es molestia.-preguntó, aunque habia cierto toque de arrogancia en su voz, era obvio que el xolnita estaba haciendo un esfuerzo considerable por no sonar exigente o inqusitivo con su pedido.-Lo que necesito es que saques de debajo del escritorio de mi cuarto el libro, junto con el hacha más grande y afilada que tenga la armeria y avisar a Irianna si puede traerme ella la cena, pues tengo una propuesta para ella.-
Dicho esto se tumbo, con un quejido sordo mientras los latigazos de dolor volvian y, lentamente el ulterano se agarraba del muñon con fuerza, debajo de las sábanas. Con la mano temblante, se buscó en la chaqueta y extrajo la fotografia. La parte de arriba estaba manchada de sangre seca, pero todavia se podia apreciar la mayoria de esta. Con los digitos, acariciaba la imagen del feto suavemente, las comisuras de sus labios torciendose con algo de cariño al formar una sonrisa.
Se giró hacia Sekkeh una ultima vez más, con la voz languideciente, habló.
-Puedo contar contigo, ¿verdad, Sekkeh? ¿Puedo confiarte un secreto?-
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
24/09/15, 09:42 am
Roaxen se negó a escuchar su teoría de la Luna, pero en aquella ocasión se dignó a explicarse citando su propio libro, algo que sorprendió al intara dado la tendencia de su compatriota a ponerse histérico cada vez que se sacaba el tema. Sekk, por su parte, se limitó a mantener aquella tenue sonrisa sin rebatirle nada, no tenía ganas de discutir con él y le preocupaba ligeramente que aquello pudiera afectar a su ya de por si deteriorado estado. Tampoco le había quitado de la cabeza la idea de que se estaba muriendo, pero el tiempo terminaría convenciéndole.
—Deberías dormir un poco —comentó cuando concluyó su discurso, pero el xolnita aun tenía algo que decir—. Está bien, te traeré esas cosas y avisare a Irianna. —accedió. Si le hubiera pedido un hacha dos días atrás no se la habría traído, pero ahora dudaba que el capellán fuera capaz de levantarla. Ya no era una amenaza para nadie, o eso quería creer el marinero, pero él mismo se encargaría de detenerle si intentaba hacerle daño a alguien.
El pelimorado se dejó caer sobre la cama de espaldas a él, pero por su postura el chico adivinó que se había sacado algo de la chaqueta y estaba observándolo con fijeza. Sekk recogió la bandeja para irse, y ya estaba a punto de salir por la puerta cuando el xolnita volvió a hablar.
—Claro que puedes contar conmigo, Roaxen —respondió con extrañeza—. ¿De que se trata? —preguntó, soltando el picaporte de la puerta y brindándole toda su atención.
—Deberías dormir un poco —comentó cuando concluyó su discurso, pero el xolnita aun tenía algo que decir—. Está bien, te traeré esas cosas y avisare a Irianna. —accedió. Si le hubiera pedido un hacha dos días atrás no se la habría traído, pero ahora dudaba que el capellán fuera capaz de levantarla. Ya no era una amenaza para nadie, o eso quería creer el marinero, pero él mismo se encargaría de detenerle si intentaba hacerle daño a alguien.
El pelimorado se dejó caer sobre la cama de espaldas a él, pero por su postura el chico adivinó que se había sacado algo de la chaqueta y estaba observándolo con fijeza. Sekk recogió la bandeja para irse, y ya estaba a punto de salir por la puerta cuando el xolnita volvió a hablar.
—Claro que puedes contar conmigo, Roaxen —respondió con extrañeza—. ¿De que se trata? —preguntó, soltando el picaporte de la puerta y brindándole toda su atención.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
24/09/15, 11:04 pm
???
-Lo mas seguro es que mi hijo haya nacido ya.-declaró con cierto orgullo positivo.
A Sekkeh la noticia le tomó por sorpresa, pero no tardo en felicitarle y bromear con él sobre el tema, cosa que agradeció ampliamente, porque habia sido la única cosa "normal" que habia disfrutado desde su estancia en rocavarancolia.
Se despidio del intara y se echó una siesta, cuando se levanto, ya era la tarde avanzada y pronto seria la cena, y Sekkeh habia cumplido su palabra y le había traido los objetos. Cogio el hacha lo primero y con una serie de ingeniosas palancas a ambos sentidos arrancó la cabeza del cuello del arma, quedandose con un baston de cadera bastante útil para ayudarse a andar. Desde aquel momento, el sonido de la barra de hierro siempre precedia al de su cojeo.
Aquella noche vino Irianna con la cena, de nuevo, Sekkeh no le había fallado. Le propuso que esta le enseñara magia, pero la idrina se mostró algo reticente y acabó por no confirmarle si lo haria o no. El xolnita no entendia que reparo podría tener la chica contra él, tan obstinada que estaba con demostrar su existencia, pero no asoció su reticencia con desconfianza provocada por su historial, pues pensó que, al haberse disculpado, aquello habia quedado atrás.
Y asi que fue que todos se fueron a dormir, El ulterano forzado por la situación pues no deseaba dormir en el mismo cuarto en el que tanta gente con sentimientos negativos hacia él lo hacia. Eso y que estaba Sigrun.
-Lo mas seguro es que mi hijo haya nacido ya.-declaró con cierto orgullo positivo.
A Sekkeh la noticia le tomó por sorpresa, pero no tardo en felicitarle y bromear con él sobre el tema, cosa que agradeció ampliamente, porque habia sido la única cosa "normal" que habia disfrutado desde su estancia en rocavarancolia.
Se despidio del intara y se echó una siesta, cuando se levanto, ya era la tarde avanzada y pronto seria la cena, y Sekkeh habia cumplido su palabra y le había traido los objetos. Cogio el hacha lo primero y con una serie de ingeniosas palancas a ambos sentidos arrancó la cabeza del cuello del arma, quedandose con un baston de cadera bastante útil para ayudarse a andar. Desde aquel momento, el sonido de la barra de hierro siempre precedia al de su cojeo.
Aquella noche vino Irianna con la cena, de nuevo, Sekkeh no le había fallado. Le propuso que esta le enseñara magia, pero la idrina se mostró algo reticente y acabó por no confirmarle si lo haria o no. El xolnita no entendia que reparo podría tener la chica contra él, tan obstinada que estaba con demostrar su existencia, pero no asoció su reticencia con desconfianza provocada por su historial, pues pensó que, al haberse disculpado, aquello habia quedado atrás.
Y asi que fue que todos se fueron a dormir, El ulterano forzado por la situación pues no deseaba dormir en el mismo cuarto en el que tanta gente con sentimientos negativos hacia él lo hacia. Eso y que estaba Sigrun.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
24/09/15, 11:11 pm
Vorela recibió una visita a altas horas de la madrugada esa noche, cuando todos dormían.
Primero habían sido insectos molestos. Luego animales pequeños, como pájaros y algún murciélago flamígero. De una forma que había tomado primero por casualidad y a la que luego había prestado atención consciente, caían muertos si lo deseaba con la suficiente intensidad. Se vio experimentando con ello, a tientas, con fascinación. No se acababa, no se desvanecía. Aquel don, porque no le cabía en la cabeza otorgarle otro nombre.
Y con el tiempo la pregunta inevitable, obsesiva, enfermiza. ¿Funcionaría con seres más grandes?
¿Funcionaría con alguno de sus compañeros?
Un par de ojos estaban fijos en Vorela desde la penumbra. Ojos entrecerrados, intentando convocar la sensación que otras veces había funcionado de una forma que su propietario no era capaz de comprender del todo.
Fue un breve movimiento de labios, al principio, como si la libense acabara de probar en sueños algo desagradable. Un ceño fruncido, un gesto torcido. Luego un intento de tos que no llegó a cobrar voz. La libense se convulsionó, se llevó las manos a la garganta. Intentó gritar pero se vio incapaz.
Murió en silencio escasos minutos después.
Sigrún se deslizó en silencio de vuelta al otro dormitorio. Había averiguado lo que quería.
Primero habían sido insectos molestos. Luego animales pequeños, como pájaros y algún murciélago flamígero. De una forma que había tomado primero por casualidad y a la que luego había prestado atención consciente, caían muertos si lo deseaba con la suficiente intensidad. Se vio experimentando con ello, a tientas, con fascinación. No se acababa, no se desvanecía. Aquel don, porque no le cabía en la cabeza otorgarle otro nombre.
Y con el tiempo la pregunta inevitable, obsesiva, enfermiza. ¿Funcionaría con seres más grandes?
¿Funcionaría con alguno de sus compañeros?
Un par de ojos estaban fijos en Vorela desde la penumbra. Ojos entrecerrados, intentando convocar la sensación que otras veces había funcionado de una forma que su propietario no era capaz de comprender del todo.
Fue un breve movimiento de labios, al principio, como si la libense acabara de probar en sueños algo desagradable. Un ceño fruncido, un gesto torcido. Luego un intento de tos que no llegó a cobrar voz. La libense se convulsionó, se llevó las manos a la garganta. Intentó gritar pero se vio incapaz.
Murió en silencio escasos minutos después.
Sigrún se deslizó en silencio de vuelta al otro dormitorio. Había averiguado lo que quería.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
24/09/15, 11:33 pm
Con la ayuda de Ruth, Irianna pudo darse por fin un baño. Tuvo que ser en agua fría, pero se sentía tan sucia e incómoda aquella mañana que no dudó en meterse de golpe en la bañera a pesar de que después se pasó los primeros minutos temblando de frío hasta que se acostumbró. La temperatura del agua le hizo darse un baño mucho más rápido de lo que le hubiese gustado. Por otra parte, tal vez era mejor así, ya que de ese modo no tendría tanto tiempo para permanecer largos minutos atormentándose con todo lo que había sucedido en menos de doce horas.
Para la hora de cenar había recuperado buena parte de sus energías, tras haber descansado buena pare de la tarde en su cama, y bajó para preparar la cena junto al intara, quien le comunicó que al parecer Roaxen había solicitado que fuese ella misma quien le subiese la cena para volver a hablar con ella en privado. La idrina le agradeció el mensaje y confirmó que así lo haría, aunque suspiró mentalmente preguntándose si el xolnita también se había recuperado lo suficiente como para tener ganas de discutir.
La petición que le hizo, no obstante, la cogió por sorpresa. De entre todo lo que podría haberle dicho y tras haber mostrado tal grado de escepticismo al respecto, lo último que se esperaba es que le pidiese ayuda para intentar hacer magia. La idrina le dio largas, explicándole cosas como que a lo mejor no estaba capacitado para llevarla a cabo como sucedía con muchos otros y que incluso si no era así la gran mayoría de hechizos le estarían vetados debido a la falta de una de sus manos. Finalizó la conversación con un “lo pensaré”, pues no quería darle una respuesta afirmativa tan pronto.
El día siguiente no les trajo mejor fortuna que el anterior. Lo primero que supieron nada más levantarse es que Vorela había fallecido durante la noche. Se la encontraron en su cama, inmóvil y tras tratar de despertarla incluso recurriendo al hechizo vigorizante, comprobaron que no tenía pulso. Un nuevo golpe emocional que encajar, una nueva víctima de la crueldad de la que hacía gala la ciudad. Decidieron que lo mejor sería deshacerse de su cadáver en la cicatriz, aunque la lacustre envolvió primero a la libense con una sábana. No quería tener que ver el rostro de la chica mientras caía para reunirse con los incontables huesos que se amontonaban en el fondo de la grieta, y mucho menos verla desaparecer bajo aquellos repulsivos gusanos.
Una vez de vuelta al torreón, la lacustre quiso distraer su mente con algo. Todavía tenían que recuperar las sillas, ahora que ya conocían su paradero y trató de elevarse con el hechizo de levitación sobre el muro del torreón para empezar a recuperarlas de ese modo utilizando el mismo sortilegio. Falló. La lacustre repitió cuidadosamente los pasos, notó como la chispa de energía se prendía, lista para usar el hechizo… Pero era incapaz de elevarse a sí misma. Le pidió a Sigrún que lo intentase él y, aunque el chico no se negó, la lacustre no pudo evitar fijarse en su expresión. El albino no parecía afectado en lo más mínimo por la muerte de la libense y había algo en sus gestos… La lacustre no sabía cómo interpretarlos, pero cada vez estaba más segura de que el humano ocultaba algo. El albino sí fue capaz de llevar a cabo lo que ella no pudo, y comenzó a subir las primeras sillas. La lacustre quiso probar una cosa y, una vez Sigrún hubo rescatado varias sillas, las utilizó para poder asomarse al muro sin necesidad de magia e intentó ayudar al humano a recuperar las que faltaban. Funcionó. Por algún motivo, era capaz de hacer levitar las sillas, pero no a sí misma. Una vez terminaron, la idrina decidió no realizar más magia durante aquel día: tal vez el sobreesfuerzo de la noche anterior le seguía pasando factura.
Con el tiempo comprobó que no era así. Hechizos que antes era capaz de realizar comenzaron a fallar. Pronto se dio cuenta de que había dejado de poder utilizar aquellos que solo Sigrún y ella habían sido capaces, y únicamente podía hacer los mismos que Ruth y Kimbra. Este hecho la desconcertó tanto como la frustró, pues aquello significaba que par ciertas cosas dependerían por completo del albino. Y Sigrún cada día le inspiraba menos confianza.
Roaxen, en cambio, y aunque lentamente, parecía que hacía algunos esfuerzos por mejorar su comportamiento. Empezó incluso a compartir la mesa con ellos, cosa que no había hecho nunca en el transcurso de cuatro largos meses. Y como de todas formas con una sola mano no iba a poder hacer gran cosa, finalmente aceptó prestarle su ayuda para intentar realizar algunos hechizos con los que tuviese alguna posibilidad. Resultó que el xolnita también era apto para la magia, y la idrina se preguntó si se trataba de alguna especie de ironía el hecho de que a personas en perfectas condiciones como Sekkeh, Jace o Rasqa les estuviese vetado el uso de la hechicería mientras que los tullidos que no podían sacarle apenas partido sí disponían del don. De todos modos, en el caso del capellán era preferible que su repertorio fuese limitado, no podía evitar no fiarse por completo de él a pesar de todo.
Un nuevo encuentro con el grupo de Maciel les trajo más malas noticias. El humano llamado Emmit había sido convertido en un árbol. La lacustre tenía dificultades tratando de decidir si el hecho más sorprendente era aquel o que la responsable, según decían, había sido una trampa puesta por nada menos que dama Poda. La anciana había respondido a sus preguntas de forma bastante amistosa cuando coincidieron con ella en el cementerio, pero el crudo relato que los compañeros del otro torreón les habían ofrecido parecía querer hacer hincapié en el hecho de que no había nada de lo que realmente se pudiesen fiar en las calles de Rocavarancolia. La lacustre ofreció sus condolencias y creyó que tendría que volver a hacerlo cuando los macieleros detallaron un nuevo encuentro con un habitante de la ciudad. Una criatura que parecía sacada de alguna historia de terror, a juzgar por la descripción que habían dado del ser. No obstante, la criatura parecía haberse limitado a hablarles de forma críptica, igual que lo había hecho la bruja en su momento, e intercambiaron la información que conocían sobre la llegada de la Luna Roja. Faltaban menos de tres meses para el día señalado.
Pasase lo que pasase, permanecería cerca de sus compañeros, con los que había logrado adquirir mayor confianza, incluso con los chicos. Había dejado de llamar al intara Sekkeh Reikayame a petición suya, un día que el ulterano le aseguró que tan solo con la primera parte de su nombre estaba bien. Dado lo que el propio chico le había contado hacía ya varios meses, la idrina se preguntó si tal vez el intara la consideraba su amiga y, aunque al principio le produjo cierto conflicto sin demasiado fundamento, acabó acostumbrándose. Kimbra y Varsai seguían siendo sus mejores amigas del torreón, no obstante, aunque trató de entablar más conversación también con Ruth ya que la chica, aunque en ocasiones había logrado sacarla de sus casillas, había demostrado varias veces que era una buena persona. Intentó algo parecido también con Jace y Devoss, con escaso éxito, pero lo cierto era que tenía más trato con Rasqa que con ellos. El parqio había demostrado tener una cara cruel a lo largo de aquellos siete meses, pero a pesar de todo ayudaba siempre que se lo pedían y su único blanco parecía ser Roaxen, por lo cual no se creía en posición de poder juzgarlo o tratar de impedírselo.
El cielo nocturno cumplió con lo prometido y cada noche se llenaba de más y más cuerpos celestes. La idrina, en ocasiones, subía a la azotea durante la noche y pasaba largo tiempo observando a los astros brillar, con la ocasional intromisión en su campo de visión de los murciélagos flamígeros. Según transcurrían los días, las semanas, los meses… su inquietud aumentaba. La incertidumbre era probablemente peor que la llegada del cambio, y la idrina, conforme avanzaba el tiempo, deseaba que el día señalado llegase de una vez por todas y ocurriese lo que tuviera que suceder.
Para la hora de cenar había recuperado buena parte de sus energías, tras haber descansado buena pare de la tarde en su cama, y bajó para preparar la cena junto al intara, quien le comunicó que al parecer Roaxen había solicitado que fuese ella misma quien le subiese la cena para volver a hablar con ella en privado. La idrina le agradeció el mensaje y confirmó que así lo haría, aunque suspiró mentalmente preguntándose si el xolnita también se había recuperado lo suficiente como para tener ganas de discutir.
La petición que le hizo, no obstante, la cogió por sorpresa. De entre todo lo que podría haberle dicho y tras haber mostrado tal grado de escepticismo al respecto, lo último que se esperaba es que le pidiese ayuda para intentar hacer magia. La idrina le dio largas, explicándole cosas como que a lo mejor no estaba capacitado para llevarla a cabo como sucedía con muchos otros y que incluso si no era así la gran mayoría de hechizos le estarían vetados debido a la falta de una de sus manos. Finalizó la conversación con un “lo pensaré”, pues no quería darle una respuesta afirmativa tan pronto.
El día siguiente no les trajo mejor fortuna que el anterior. Lo primero que supieron nada más levantarse es que Vorela había fallecido durante la noche. Se la encontraron en su cama, inmóvil y tras tratar de despertarla incluso recurriendo al hechizo vigorizante, comprobaron que no tenía pulso. Un nuevo golpe emocional que encajar, una nueva víctima de la crueldad de la que hacía gala la ciudad. Decidieron que lo mejor sería deshacerse de su cadáver en la cicatriz, aunque la lacustre envolvió primero a la libense con una sábana. No quería tener que ver el rostro de la chica mientras caía para reunirse con los incontables huesos que se amontonaban en el fondo de la grieta, y mucho menos verla desaparecer bajo aquellos repulsivos gusanos.
Una vez de vuelta al torreón, la lacustre quiso distraer su mente con algo. Todavía tenían que recuperar las sillas, ahora que ya conocían su paradero y trató de elevarse con el hechizo de levitación sobre el muro del torreón para empezar a recuperarlas de ese modo utilizando el mismo sortilegio. Falló. La lacustre repitió cuidadosamente los pasos, notó como la chispa de energía se prendía, lista para usar el hechizo… Pero era incapaz de elevarse a sí misma. Le pidió a Sigrún que lo intentase él y, aunque el chico no se negó, la lacustre no pudo evitar fijarse en su expresión. El albino no parecía afectado en lo más mínimo por la muerte de la libense y había algo en sus gestos… La lacustre no sabía cómo interpretarlos, pero cada vez estaba más segura de que el humano ocultaba algo. El albino sí fue capaz de llevar a cabo lo que ella no pudo, y comenzó a subir las primeras sillas. La lacustre quiso probar una cosa y, una vez Sigrún hubo rescatado varias sillas, las utilizó para poder asomarse al muro sin necesidad de magia e intentó ayudar al humano a recuperar las que faltaban. Funcionó. Por algún motivo, era capaz de hacer levitar las sillas, pero no a sí misma. Una vez terminaron, la idrina decidió no realizar más magia durante aquel día: tal vez el sobreesfuerzo de la noche anterior le seguía pasando factura.
Con el tiempo comprobó que no era así. Hechizos que antes era capaz de realizar comenzaron a fallar. Pronto se dio cuenta de que había dejado de poder utilizar aquellos que solo Sigrún y ella habían sido capaces, y únicamente podía hacer los mismos que Ruth y Kimbra. Este hecho la desconcertó tanto como la frustró, pues aquello significaba que par ciertas cosas dependerían por completo del albino. Y Sigrún cada día le inspiraba menos confianza.
Roaxen, en cambio, y aunque lentamente, parecía que hacía algunos esfuerzos por mejorar su comportamiento. Empezó incluso a compartir la mesa con ellos, cosa que no había hecho nunca en el transcurso de cuatro largos meses. Y como de todas formas con una sola mano no iba a poder hacer gran cosa, finalmente aceptó prestarle su ayuda para intentar realizar algunos hechizos con los que tuviese alguna posibilidad. Resultó que el xolnita también era apto para la magia, y la idrina se preguntó si se trataba de alguna especie de ironía el hecho de que a personas en perfectas condiciones como Sekkeh, Jace o Rasqa les estuviese vetado el uso de la hechicería mientras que los tullidos que no podían sacarle apenas partido sí disponían del don. De todos modos, en el caso del capellán era preferible que su repertorio fuese limitado, no podía evitar no fiarse por completo de él a pesar de todo.
Un nuevo encuentro con el grupo de Maciel les trajo más malas noticias. El humano llamado Emmit había sido convertido en un árbol. La lacustre tenía dificultades tratando de decidir si el hecho más sorprendente era aquel o que la responsable, según decían, había sido una trampa puesta por nada menos que dama Poda. La anciana había respondido a sus preguntas de forma bastante amistosa cuando coincidieron con ella en el cementerio, pero el crudo relato que los compañeros del otro torreón les habían ofrecido parecía querer hacer hincapié en el hecho de que no había nada de lo que realmente se pudiesen fiar en las calles de Rocavarancolia. La lacustre ofreció sus condolencias y creyó que tendría que volver a hacerlo cuando los macieleros detallaron un nuevo encuentro con un habitante de la ciudad. Una criatura que parecía sacada de alguna historia de terror, a juzgar por la descripción que habían dado del ser. No obstante, la criatura parecía haberse limitado a hablarles de forma críptica, igual que lo había hecho la bruja en su momento, e intercambiaron la información que conocían sobre la llegada de la Luna Roja. Faltaban menos de tres meses para el día señalado.
Pasase lo que pasase, permanecería cerca de sus compañeros, con los que había logrado adquirir mayor confianza, incluso con los chicos. Había dejado de llamar al intara Sekkeh Reikayame a petición suya, un día que el ulterano le aseguró que tan solo con la primera parte de su nombre estaba bien. Dado lo que el propio chico le había contado hacía ya varios meses, la idrina se preguntó si tal vez el intara la consideraba su amiga y, aunque al principio le produjo cierto conflicto sin demasiado fundamento, acabó acostumbrándose. Kimbra y Varsai seguían siendo sus mejores amigas del torreón, no obstante, aunque trató de entablar más conversación también con Ruth ya que la chica, aunque en ocasiones había logrado sacarla de sus casillas, había demostrado varias veces que era una buena persona. Intentó algo parecido también con Jace y Devoss, con escaso éxito, pero lo cierto era que tenía más trato con Rasqa que con ellos. El parqio había demostrado tener una cara cruel a lo largo de aquellos siete meses, pero a pesar de todo ayudaba siempre que se lo pedían y su único blanco parecía ser Roaxen, por lo cual no se creía en posición de poder juzgarlo o tratar de impedírselo.
El cielo nocturno cumplió con lo prometido y cada noche se llenaba de más y más cuerpos celestes. La idrina, en ocasiones, subía a la azotea durante la noche y pasaba largo tiempo observando a los astros brillar, con la ocasional intromisión en su campo de visión de los murciélagos flamígeros. Según transcurrían los días, las semanas, los meses… su inquietud aumentaba. La incertidumbre era probablemente peor que la llegada del cambio, y la idrina, conforme avanzaba el tiempo, deseaba que el día señalado llegase de una vez por todas y ocurriese lo que tuviera que suceder.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 12:09 am
Jace no dejaba de imaginarse el acontecimiento de la Luna Roja del que todos hablaban como una luna con nariz respingona y cara de haber tomado demasiado speed. Fuese un cambio en ellos o el fin del mundo, trataba de darle un poco de imaginación y humor al tema. Aunque lo cierto es que sus últimos meses no habían sido precisamente una alegría.
Exceptuando entrenamientos con Ruth y Devoss, y otras horas puntuales de socializar, Jace había estado especialmente distante. Iba a las salidas, pero no se sentía demasiado útil, por lo que llegados a un punto decidió estancarse en el torreón y hacer lo mejor posible sus veces de entrenador, saco de golpear o compañero de batalla de desarmes. Incluso había aprendido a ayudar en la cocina. Que Roaxen hubiera perdido un ojo y una mano le había impactado muchísimo más de lo que le habría gustado admitir, y era uno de los principales motivos por los que no salía del torreón, más cuando era estrictamente necesario.
Por suerte, a los que podía llamar compañeros, e incluso amigos, no parecía molestarles aquello. De una forma u otra, conseguían que Jace conservase el payaso que llevó encima el primer día que pisó Rocavarancolia, aunque con Sekkeh, el más cercano a él, diese a ver lo verdaderamente cansado que estaba. Le sentaba mal que el ulterano tuviera que tragarse todas sus penas y ataques de desánimo, pero tampoco quería dejar de desahogarse y confesarse con él. A diferencia de un principio, sus compañeros de torreón habían dejado de recordarle progresivamente a sus amigos en la Tierra, para ser los contrarios los pasados a segundo plano. Justo como su novia.
Le era más fácil olvidar su existencia una vez asumido que ellos le habían olvidado primero.
El verdadero problema llegó con la muerte de Vorela, momento en el que Jace dejó de sentirse seguro en lo que había sido su casa durante tanto tiempo.
De haber tenido alcohol a mano, seguramente se habría emborrachado durante las noches en un rincón a escondidas y quien sabe, quizás muerto de un coma etílico. Un cáncer pulmonar tampoco era una opción viable ahora que no le quedaban cigarrillos, detalle que le ponía de un fuerte mal humor que el pobre intara tenía que aguantar, y en contadas ocasiones incluso Rasqa y Devoss.
El neoyorquino juraba haber pasado ya por la etapa de pre-adolescente rebelde con arranques de ira, pero parecía que el Jace de quince años que tiraba a patadas los muebles en casa de su madre a lágrima viva le hacía visitas al actual sin avisar, y todo incrementado por no tener un cigarro que llevarse a la boca.
Por suerte, encontraba como forma de despejarse el seguir adaptando todas las canciones que recordaba a su “nuevo” idioma hasta que rimasen por completo diciendo casi lo mismo que las originales en inglés, además de la enorme paciencia del intara y sus formas de sacarle siempre una sonrisa después de una riña. Le apenaba no poder ofrecerle más que fumar, sobre todo por lo divertidas que eran sus caras cada vez que se atragantaba.
El resto de sus compañeros experimentaba cambios, ya fueran síntomas de "enfermedad" o detalles fugaces en el apartado mágico que él no entendía. El americano, sin embargo, no notaba nada distinto a parte de que su pelo ya era completamente rubio y que los tatuajes que debió haberse re-entintado hacía meses ahora se veían sucios. Sumado, claro, a su urgente mono de tabaco y “post-adolescencia”, pero dudaba que su humor volátil tuviera que ver con la proximidad de la Luna, sino más bien causa de todo lo sucedido durante los últimos meses. Incluso llegó a preocuparle la teoría descabezada de que Roaxen y él fuesen a intercambiar personalidades al notar como el de pelo lila se volvía sutilmente menos arisco.
Tras todo eso y habiendo sobrevivido de una pieza, le daba igual que le crecieran antenas o cuernos en la planta de los pies, o incluso el despertarse siendo un pepino de mar o un árbol, como relataban los de Maciel. Ya había asumido que iba a tener que vivir o morir en Rocavarancolia, y honestamente, no le molestaba la idea.
Al menos ver el cielo cargado de estrellas hacía que quedarse despierto por las noches resultase más ameno, y aunque no intercambiase muchas palabras con Irianna cada vez que se la encontraba en la azotea, conseguía sentirse uno más; menos solo.
Exceptuando entrenamientos con Ruth y Devoss, y otras horas puntuales de socializar, Jace había estado especialmente distante. Iba a las salidas, pero no se sentía demasiado útil, por lo que llegados a un punto decidió estancarse en el torreón y hacer lo mejor posible sus veces de entrenador, saco de golpear o compañero de batalla de desarmes. Incluso había aprendido a ayudar en la cocina. Que Roaxen hubiera perdido un ojo y una mano le había impactado muchísimo más de lo que le habría gustado admitir, y era uno de los principales motivos por los que no salía del torreón, más cuando era estrictamente necesario.
Por suerte, a los que podía llamar compañeros, e incluso amigos, no parecía molestarles aquello. De una forma u otra, conseguían que Jace conservase el payaso que llevó encima el primer día que pisó Rocavarancolia, aunque con Sekkeh, el más cercano a él, diese a ver lo verdaderamente cansado que estaba. Le sentaba mal que el ulterano tuviera que tragarse todas sus penas y ataques de desánimo, pero tampoco quería dejar de desahogarse y confesarse con él. A diferencia de un principio, sus compañeros de torreón habían dejado de recordarle progresivamente a sus amigos en la Tierra, para ser los contrarios los pasados a segundo plano. Justo como su novia.
Le era más fácil olvidar su existencia una vez asumido que ellos le habían olvidado primero.
El verdadero problema llegó con la muerte de Vorela, momento en el que Jace dejó de sentirse seguro en lo que había sido su casa durante tanto tiempo.
De haber tenido alcohol a mano, seguramente se habría emborrachado durante las noches en un rincón a escondidas y quien sabe, quizás muerto de un coma etílico. Un cáncer pulmonar tampoco era una opción viable ahora que no le quedaban cigarrillos, detalle que le ponía de un fuerte mal humor que el pobre intara tenía que aguantar, y en contadas ocasiones incluso Rasqa y Devoss.
El neoyorquino juraba haber pasado ya por la etapa de pre-adolescente rebelde con arranques de ira, pero parecía que el Jace de quince años que tiraba a patadas los muebles en casa de su madre a lágrima viva le hacía visitas al actual sin avisar, y todo incrementado por no tener un cigarro que llevarse a la boca.
Por suerte, encontraba como forma de despejarse el seguir adaptando todas las canciones que recordaba a su “nuevo” idioma hasta que rimasen por completo diciendo casi lo mismo que las originales en inglés, además de la enorme paciencia del intara y sus formas de sacarle siempre una sonrisa después de una riña. Le apenaba no poder ofrecerle más que fumar, sobre todo por lo divertidas que eran sus caras cada vez que se atragantaba.
El resto de sus compañeros experimentaba cambios, ya fueran síntomas de "enfermedad" o detalles fugaces en el apartado mágico que él no entendía. El americano, sin embargo, no notaba nada distinto a parte de que su pelo ya era completamente rubio y que los tatuajes que debió haberse re-entintado hacía meses ahora se veían sucios. Sumado, claro, a su urgente mono de tabaco y “post-adolescencia”, pero dudaba que su humor volátil tuviera que ver con la proximidad de la Luna, sino más bien causa de todo lo sucedido durante los últimos meses. Incluso llegó a preocuparle la teoría descabezada de que Roaxen y él fuesen a intercambiar personalidades al notar como el de pelo lila se volvía sutilmente menos arisco.
Tras todo eso y habiendo sobrevivido de una pieza, le daba igual que le crecieran antenas o cuernos en la planta de los pies, o incluso el despertarse siendo un pepino de mar o un árbol, como relataban los de Maciel. Ya había asumido que iba a tener que vivir o morir en Rocavarancolia, y honestamente, no le molestaba la idea.
Al menos ver el cielo cargado de estrellas hacía que quedarse despierto por las noches resultase más ameno, y aunque no intercambiase muchas palabras con Irianna cada vez que se la encontraba en la azotea, conseguía sentirse uno más; menos solo.
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 12:30 am
Tras varios minutos mirando el cuerpo de la libense sobre la mesa decido por fin actuar y es cuando acabo ayudando a Irianna con los cubos, en un acto de hacer algo y de no forzar la condición física de la idrina, ambas andamos secas, así que no podemos hacerlos levitar cada vez que subimos y bajamos. Esa noche permanezco en silencio, con la mirada pérdida en las piernas de Vorela, observando con semblante sombrío como la chica se va estabilizando algo, aún así, sigue en un estado fatal que si bien no es por Sigrún, podría andar peor de lo que ya está. Antes de dormir salgo a la azotea a despejarme, a pensar y reflexionar, fijando la vista en el cielo y viendo como la Emisaria brilla desde lo alto, anunciado silenciosamente la llegada de la Luna y quizás algo más.
Aquella fue la última noche de Vorela, una caída más, víctima de la crueldad de la ciudad, al amanecer se descubrió que debió de fallecer durante la madrugada o quien sabe, igual fue minutos antes de que llegáramos. Para mi sorpresa reaccioné con la única acción de asentir con la cabeza y un desgarro amargo en el pecho, no por una profunda tristeza hacia ella, en absoluto, sino por rabia, furia, la ciudad se ha estado alimentado de nosotros todo este tiempo, pero no ha sido la única, si bien ella lo hace con cadáveres, yo lo hago con rabia, con decepción, con rencor. No me cogió con sorpresa, lo encajé bien, ha sido la única muerta con la que más o menos lo he sobrellevado, aún así no me desprendo de las emociones, con varias punzadas en la garganta escribo su nombre en la pared al lado del de Ziack. >>No será el último que se lea en estas paredes, no estamos a salvo, Tarde, siempre llegamos tarde, en dos ocasiones.<<
Pasa el tiempo, meses, tres para ser exactos. Si bien hasta ahora me he mantenido al margen de la Luna a la hora de entablar una conversación no ocurre lo mismo en mi cabeza, los astros, las estrellas que van a apareciendo en el cielo conforme se acerca el final de la cosecha, todo aquello me graba en la mente que no estamos tan lejos como creíamos, no lo negaría, no se me ha pasado rápido ni por asomo, últimamente me siento agobiada, no deprimida, pero sí frustrada, no hay vez que me vaya a dormir sin pensar en lo que les dijo aquel monstruo a Maciel acerca de la Luna Roja, sin pensar en Dama Poda, en Doce, en las casas, en los dos muertos, en Emmit que ahora es un árbol, en las hienas, y sobre todo en cómo me afectará una vez pase la transformación. De modo que intento mantener mi personalidad, autoconvenciéndome de que todo va a ir bien, pero no logro mantenerlo a raya y ni mucho menos disimular las muecas de asco que me provocan las charlas sobre la Luna.
No soy la única que en cierto modo cambia aunque sea mínimamente su comportamiento, capto de inmediato el acercamiento de Irianna y hago lo mismo con ella y con todo el Torreón, intentando conectar con aquellos con los que no lo había hecho tanto antes, excepto con Roaxen, con el que no cruzo palabra y no le quito ojo de encima, por lo demás son entrenamientos tanto físicos con Devoss y Jace como mágicos. Aún así el xolnita no ocupa del todo mis pensamientos negativos, en parte lo hace Sigrún, el cual me transmite una sensación de inquietud desde que descubrí en sus ojos la frialdad con la que miraba el cuerpo sin vida de la libense.
Con todo ello nos encontramos cerca, no solo de la potente luz roja que nos cubrirá algún día, sino unos de otros, al fin y al cabo estamos uniendo más lazos de los que creía, ya no somos los desconocidos del primer día. >>Hay que conseguirlo, todos juntos, si no podemos caer.<<
Aquella fue la última noche de Vorela, una caída más, víctima de la crueldad de la ciudad, al amanecer se descubrió que debió de fallecer durante la madrugada o quien sabe, igual fue minutos antes de que llegáramos. Para mi sorpresa reaccioné con la única acción de asentir con la cabeza y un desgarro amargo en el pecho, no por una profunda tristeza hacia ella, en absoluto, sino por rabia, furia, la ciudad se ha estado alimentado de nosotros todo este tiempo, pero no ha sido la única, si bien ella lo hace con cadáveres, yo lo hago con rabia, con decepción, con rencor. No me cogió con sorpresa, lo encajé bien, ha sido la única muerta con la que más o menos lo he sobrellevado, aún así no me desprendo de las emociones, con varias punzadas en la garganta escribo su nombre en la pared al lado del de Ziack. >>No será el último que se lea en estas paredes, no estamos a salvo, Tarde, siempre llegamos tarde, en dos ocasiones.<<
Pasa el tiempo, meses, tres para ser exactos. Si bien hasta ahora me he mantenido al margen de la Luna a la hora de entablar una conversación no ocurre lo mismo en mi cabeza, los astros, las estrellas que van a apareciendo en el cielo conforme se acerca el final de la cosecha, todo aquello me graba en la mente que no estamos tan lejos como creíamos, no lo negaría, no se me ha pasado rápido ni por asomo, últimamente me siento agobiada, no deprimida, pero sí frustrada, no hay vez que me vaya a dormir sin pensar en lo que les dijo aquel monstruo a Maciel acerca de la Luna Roja, sin pensar en Dama Poda, en Doce, en las casas, en los dos muertos, en Emmit que ahora es un árbol, en las hienas, y sobre todo en cómo me afectará una vez pase la transformación. De modo que intento mantener mi personalidad, autoconvenciéndome de que todo va a ir bien, pero no logro mantenerlo a raya y ni mucho menos disimular las muecas de asco que me provocan las charlas sobre la Luna.
No soy la única que en cierto modo cambia aunque sea mínimamente su comportamiento, capto de inmediato el acercamiento de Irianna y hago lo mismo con ella y con todo el Torreón, intentando conectar con aquellos con los que no lo había hecho tanto antes, excepto con Roaxen, con el que no cruzo palabra y no le quito ojo de encima, por lo demás son entrenamientos tanto físicos con Devoss y Jace como mágicos. Aún así el xolnita no ocupa del todo mis pensamientos negativos, en parte lo hace Sigrún, el cual me transmite una sensación de inquietud desde que descubrí en sus ojos la frialdad con la que miraba el cuerpo sin vida de la libense.
Con todo ello nos encontramos cerca, no solo de la potente luz roja que nos cubrirá algún día, sino unos de otros, al fin y al cabo estamos uniendo más lazos de los que creía, ya no somos los desconocidos del primer día. >>Hay que conseguirlo, todos juntos, si no podemos caer.<<
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 01:03 am
Nuestra fuerza unida puede contra la de la criatura, salvándola de ser comida por lo que sea que vive detrás de esos barrotes. Asiento a la orden de la varmana y cojo algunas cestas. Llegamos a Letargo donde Sigrún le cura las heridas, quedándome yo más tranquilo. La ciudad no siempre puede ganar. Aún así esta siempre se guarda un as sobre la manga, todos nos vamos a dormir y por la mañana nos encontramos a la libense muerta. Mi rabia es mayúscula. ¿Cómo demonios ha muerto? ¿Es que nada nos va a salir bien? Pero no todo mi enfado es por su muerte, parte es por la indiferencia que muestra el albino produciéndome cierta desconfianza.
El tiempo pasa, la Luna cada vez está más cerca, todos empezamos a tener “síntomas” que me hacen sospechar que los crea el gran astro rojo. Los entrenamientos continúan, practicando alguna que otra vez con Jace. En alguna que otra ocasión la israelita ha llegado a regañarme por mi nerviosismo con los ejercicios, cosa que atribuyo al hecho de que falta muy poco para el funesto día. También volvemos a encontrarnos con Maciel, enterándonos así de la desgracia de Emmit infligida por Dama Poda , al oír esto no puedo evitar decirles a mis compañeros con la mirada:<<Os lo dije>>. Intento socializar más con ellos, pero no con los resultados esperados. Pues con toda la tensión acumulada solo puedo pensar en el día en que dejemos de ser personas. <<Y pasemos a ser monstruos>>
A parte de entrenar, mi otro objetivo es vigilar a Roaxen, que coma con nosotros no cambia mis pensamientos hacia él. Y también echarle de vez en cuando un ojo al albino, pues desde lo de Vorela no me infunde confianza. Todo lo demás se basa en pensar qué será de nosotros cuando el cielo sea invadido por la Luna Roja, cuando su sola influencia haga que nuestros cuerpos muten, dejaremos de ser humanos, parqios, ulteranos... que más da. Todos acabaremos siendo lo mismo, ciudadanos de Rocavarancolia. Aún así sé que somos diferentes, no nos volveremos crueles y despiadados como ellos. Estoy seguro, ya nos volvamos gloriosos o monstruosos.
El tiempo pasa, la Luna cada vez está más cerca, todos empezamos a tener “síntomas” que me hacen sospechar que los crea el gran astro rojo. Los entrenamientos continúan, practicando alguna que otra vez con Jace. En alguna que otra ocasión la israelita ha llegado a regañarme por mi nerviosismo con los ejercicios, cosa que atribuyo al hecho de que falta muy poco para el funesto día. También volvemos a encontrarnos con Maciel, enterándonos así de la desgracia de Emmit infligida por Dama Poda , al oír esto no puedo evitar decirles a mis compañeros con la mirada:<<Os lo dije>>. Intento socializar más con ellos, pero no con los resultados esperados. Pues con toda la tensión acumulada solo puedo pensar en el día en que dejemos de ser personas. <<Y pasemos a ser monstruos>>
A parte de entrenar, mi otro objetivo es vigilar a Roaxen, que coma con nosotros no cambia mis pensamientos hacia él. Y también echarle de vez en cuando un ojo al albino, pues desde lo de Vorela no me infunde confianza. Todo lo demás se basa en pensar qué será de nosotros cuando el cielo sea invadido por la Luna Roja, cuando su sola influencia haga que nuestros cuerpos muten, dejaremos de ser humanos, parqios, ulteranos... que más da. Todos acabaremos siendo lo mismo, ciudadanos de Rocavarancolia. Aún así sé que somos diferentes, no nos volveremos crueles y despiadados como ellos. Estoy seguro, ya nos volvamos gloriosos o monstruosos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 01:07 am
Sekk se quedó sin palabras ante la noticia que le reveló Roaxen y, no sabiendo muy bien cómo reaccionar, tardo unos segundo en felicitarle adecuadamente. Aquella no era la situación más idónea para enterarse de algo así, pero sin duda era una buena noticia.
—Cuando acabe todo esto podrás ir a buscar a tu hijo. Yo mismo te ayudare si precisas de otra mano —se permitió bromear, despidiéndose a continuación para dejarle descansar. El intara regresó algo más tarde, con los objetos que el capellán le había pedido bajo el brazo, pero el susodicho dormitaba, así que se los dejó junto a la cama y se fue sin decir nada. Invirtió el resto del día en leer en el salón, y cuando llegó la hora de preparar la cena se reunió con Irianna, que había estado dormitando toda la tarde, y aprovechó el momento para informarle de la petición del xolnita.
A la mañana siguiente el amanecer sorprendió al intara durmiendo, algo bastante inusual dado su perpetuo insomnio, pero el bienestar del descanso le duró bastante poco. Vorela había muerto durante la noche, en silencio, y cuando quisieron percatarse ya era demasiado tarde. Aquel nuevo revés dejó destrozado al ulterano y durante días fue incapaz de mantener una conversación coherente con nadie. No había apartado la mirada cuando el cuerpo de la libense había caído en la cicatriz, ni siquiera cuando los gusanos dieron buena cuenta de el, y aquella escena le había perturbado sobremanera. Las pesadillas le acosaron un tiempo, pero al final acabaron remitiendo, y con sin ellas su estado anímico se repuso poco a poco.
Los meses siguientes se le pasaron a Sekk muy rápido, pues aunque la llegada de la Luna Roja parecía aún lejana la relación con los compañeros que le quedaban le hacía perder la noción del tiempo. Siempre estaba ocupado con una u otra persona, ya fuera conversando o haciendo alguna tarea, y cuando estaba solo sus pensamientos le hacían compañía. Su insomnio fue a menos durante aquellas semanas y poco a poco el ulterano fue recuperando horas de sueño, lo que le devolvió parte de su buen humor.
Los encuentros con los vecinos de Maciel supusieron más malas noticias para ambos torreones, pues aquella ciudad se empeñaba en recordarles donde estaban cada vez que lograban un pequeño respiro, y enterarse que aquella amable anciana había convertido a uno de los macieleros en un árbol le sentó como una puñalada en el estómago. ¿Tendrían al final Ruth y Devoss razón? ¿No había nadie de fiar en toda aquella ciudad? Sekk no podía asegurarlo, pero empezaba a creer que no. La confianza con sus compañeros de torreón, por otra parte, mejoró aún más al tener que afrontar juntos todo aquello, o al menos con la mayoría de ellos. El rubio no era idrino como Irianna, pero Sigrún no terminaba de inspirarle confianza, y había algo en el albino que no terminaba de gustarle.
Jace era quizás con el que tenía más confianza, pues había llegado a ser una suerte de hermano, el gran amigo que nunca había tenido. De cara a la galería el humano seguía tan payaso como siempre, pero cuando estaban solos se le notaba lo cansado y harto que estaba de aquella ciudad, lo que empeoraba su humor día a día. Quedarse sin tabaco fue quizás lo que peor le sentó, y Sekk pasó de escuchar penas a aguantar rabietas que degeneraban en discusiones. Al intara le frustraba verle así, por eso se encendía cuando el americano le alzaba la voz. Aquellas rabietas, no obstante, apenas duraban minutos, y al final siempre se reconciliaban. Era un proceso lento, pero poco a poco el ulterano iba sacando a su amigo del pozo anímico en el que se había metido, y aquello le hacía sentirse bien consigo.
También mejoró su relación con Rasqa, pues pasaba muchas horas con el parqio conversando sobre los temas más diversos. Siempre tenían historias o anécdotas que contarse en las horas que pasaban en la azotea, y cuando no había tema de conversación el rubio le leía pasajes de algunos de los libros que pululaban por el torreón. El joven reptil era un compañero agradable, al menos a ojos del intara, y siempre que podía pasaba un rato con él, por eso empezó a acompañarle junto a Kimbra en sus cacerías ocasionales.
Con la krabeliense seguía cuidando el huerto y entrenando, pero también mantenía interesantes debates sobre cualquier cosa. Le fascinaba el punto de vista que la muchacha tenía para algunas cosas y se divertía bastante tratando de adivinar cuál sería su respuesta a una pregunta concreta, pero apreciaba mucho aquellos ratos con ella y la buscaba incluso cuando no estaban cuidando de la plantación. Algo similar le pasaba con Irianna, y por ese motivo un día la convenció para que le llamara simplemente Sekkeh. Se le hacía raro escuchar su nombre completo, pues ella era prácticamente la única que lo usaba a aquellas alturas, y dado que la consideraba una buena amiga no lo creía necesario.
El cambio que experimentó Roaxen fue quizás de lo más llamativo de aquellos meses, exceptuando quizás el creciente número de estrellas que iluminaban el firmamento, pues que se les uniera en las comidas fue todo un acontecimiento. Seguía siendo algo arisco y según con quien tratara se mostraba más o menos tolerante, pero era un gran avance, y en el fondo el intara lo agradecía. Era agradable poder conversar tranquilamente con él de vez en cuando, sobre su hijo, Ulterania o cualquier otro tema, e incluso le sorprendió averiguar que el xolnita había empezado a practicar magia. Se estaba convirtiendo poco a poco en un compañero más.
La mañana del día señalado Sekk se levantó muy temprano y bajó a darse un baño de agua fría. Apenas remoloneo en la bañera, y cuando terminó fue a por comida a la cocina. Subió a la azotea algo más tarde. Se había puesto un jersey grueso para protegerse de la gélida brisa que soplaba allí arriba, pero apenas la acusó cuando se sentó en las alemenas.
—Hoy va a llover —comentó en voz baja, observando el cielo matutino con atención. Había vivido toda su vida en el mar y podía sentir aquellas cosas. Amenazaba tormenta.
—Cuando acabe todo esto podrás ir a buscar a tu hijo. Yo mismo te ayudare si precisas de otra mano —se permitió bromear, despidiéndose a continuación para dejarle descansar. El intara regresó algo más tarde, con los objetos que el capellán le había pedido bajo el brazo, pero el susodicho dormitaba, así que se los dejó junto a la cama y se fue sin decir nada. Invirtió el resto del día en leer en el salón, y cuando llegó la hora de preparar la cena se reunió con Irianna, que había estado dormitando toda la tarde, y aprovechó el momento para informarle de la petición del xolnita.
--------------------
A la mañana siguiente el amanecer sorprendió al intara durmiendo, algo bastante inusual dado su perpetuo insomnio, pero el bienestar del descanso le duró bastante poco. Vorela había muerto durante la noche, en silencio, y cuando quisieron percatarse ya era demasiado tarde. Aquel nuevo revés dejó destrozado al ulterano y durante días fue incapaz de mantener una conversación coherente con nadie. No había apartado la mirada cuando el cuerpo de la libense había caído en la cicatriz, ni siquiera cuando los gusanos dieron buena cuenta de el, y aquella escena le había perturbado sobremanera. Las pesadillas le acosaron un tiempo, pero al final acabaron remitiendo, y con sin ellas su estado anímico se repuso poco a poco.
Los meses siguientes se le pasaron a Sekk muy rápido, pues aunque la llegada de la Luna Roja parecía aún lejana la relación con los compañeros que le quedaban le hacía perder la noción del tiempo. Siempre estaba ocupado con una u otra persona, ya fuera conversando o haciendo alguna tarea, y cuando estaba solo sus pensamientos le hacían compañía. Su insomnio fue a menos durante aquellas semanas y poco a poco el ulterano fue recuperando horas de sueño, lo que le devolvió parte de su buen humor.
Los encuentros con los vecinos de Maciel supusieron más malas noticias para ambos torreones, pues aquella ciudad se empeñaba en recordarles donde estaban cada vez que lograban un pequeño respiro, y enterarse que aquella amable anciana había convertido a uno de los macieleros en un árbol le sentó como una puñalada en el estómago. ¿Tendrían al final Ruth y Devoss razón? ¿No había nadie de fiar en toda aquella ciudad? Sekk no podía asegurarlo, pero empezaba a creer que no. La confianza con sus compañeros de torreón, por otra parte, mejoró aún más al tener que afrontar juntos todo aquello, o al menos con la mayoría de ellos. El rubio no era idrino como Irianna, pero Sigrún no terminaba de inspirarle confianza, y había algo en el albino que no terminaba de gustarle.
Jace era quizás con el que tenía más confianza, pues había llegado a ser una suerte de hermano, el gran amigo que nunca había tenido. De cara a la galería el humano seguía tan payaso como siempre, pero cuando estaban solos se le notaba lo cansado y harto que estaba de aquella ciudad, lo que empeoraba su humor día a día. Quedarse sin tabaco fue quizás lo que peor le sentó, y Sekk pasó de escuchar penas a aguantar rabietas que degeneraban en discusiones. Al intara le frustraba verle así, por eso se encendía cuando el americano le alzaba la voz. Aquellas rabietas, no obstante, apenas duraban minutos, y al final siempre se reconciliaban. Era un proceso lento, pero poco a poco el ulterano iba sacando a su amigo del pozo anímico en el que se había metido, y aquello le hacía sentirse bien consigo.
También mejoró su relación con Rasqa, pues pasaba muchas horas con el parqio conversando sobre los temas más diversos. Siempre tenían historias o anécdotas que contarse en las horas que pasaban en la azotea, y cuando no había tema de conversación el rubio le leía pasajes de algunos de los libros que pululaban por el torreón. El joven reptil era un compañero agradable, al menos a ojos del intara, y siempre que podía pasaba un rato con él, por eso empezó a acompañarle junto a Kimbra en sus cacerías ocasionales.
Con la krabeliense seguía cuidando el huerto y entrenando, pero también mantenía interesantes debates sobre cualquier cosa. Le fascinaba el punto de vista que la muchacha tenía para algunas cosas y se divertía bastante tratando de adivinar cuál sería su respuesta a una pregunta concreta, pero apreciaba mucho aquellos ratos con ella y la buscaba incluso cuando no estaban cuidando de la plantación. Algo similar le pasaba con Irianna, y por ese motivo un día la convenció para que le llamara simplemente Sekkeh. Se le hacía raro escuchar su nombre completo, pues ella era prácticamente la única que lo usaba a aquellas alturas, y dado que la consideraba una buena amiga no lo creía necesario.
El cambio que experimentó Roaxen fue quizás de lo más llamativo de aquellos meses, exceptuando quizás el creciente número de estrellas que iluminaban el firmamento, pues que se les uniera en las comidas fue todo un acontecimiento. Seguía siendo algo arisco y según con quien tratara se mostraba más o menos tolerante, pero era un gran avance, y en el fondo el intara lo agradecía. Era agradable poder conversar tranquilamente con él de vez en cuando, sobre su hijo, Ulterania o cualquier otro tema, e incluso le sorprendió averiguar que el xolnita había empezado a practicar magia. Se estaba convirtiendo poco a poco en un compañero más.
--------------------
La mañana del día señalado Sekk se levantó muy temprano y bajó a darse un baño de agua fría. Apenas remoloneo en la bañera, y cuando terminó fue a por comida a la cocina. Subió a la azotea algo más tarde. Se había puesto un jersey grueso para protegerse de la gélida brisa que soplaba allí arriba, pero apenas la acusó cuando se sentó en las alemenas.
—Hoy va a llover —comentó en voz baja, observando el cielo matutino con atención. Había vivido toda su vida en el mar y podía sentir aquellas cosas. Amenazaba tormenta.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 01:12 am
Varsai se fue a dormir temprano aquella noche, la niña se sentía cansada pero satisfecha de haber ayudado a salvar a una compañera de las garras de la muerte. A la mañana siguiente se le vino el mundo encima cuando vio a Vorela muerta en su cama, rompió a llorar como la niña pequeña que era. Se sentía impotente, desesperada y tenía miedo, un miedo que se estaba ganando un hueco en su cuerpo poco a poco pero de manera inexorable.
El tiempo fue pasando, sus entrenamientos con el arco y cuerpo a cuerpo seguían su curso, mejoró por supuesto pero algunas veces tenía su mente puesta en otras cosas.
La ciudad y lo que moraba en ella había constatado ser letal y Varsai quería volverse todo lo mortal que pudiese si quería sobrevivir allí. Eso no quitaba que más de una vez terminase llorando a escondidas cuando las cosas la superaban, no era fuerte ni valiente, sólo quería que sus amigos y ella sobreviviesen a la ciudad, eso era todo.
Siguió dibujando y terminando su proyecto que los representaba a todos felices como si fuese una fotografía. Una de las alegrías que tuvo durante esos meses fue cuando Irianna le devolvió su cascabel porque ya no era necesario. Desde ese momento, y cada vez que la asaltaban malos pensamientos, Varsai golpeaba el cascabel cuyo sonido lograba sacar de su mente aquellos pensamientos y traer a su familia. Familia que cada vez más estaba siendo aumentada, ahora junto a sus hermanos veía a Sekkeh, Irianna, Kimbra, Rasqa, a Devoss y a Ruth, Jace aún estaba un poco borroso y a Roaxen no se le veía por ningún lado.
El día señalado la niña apenas durmió, estaba hecha un manojo de nervios.
El tiempo fue pasando, sus entrenamientos con el arco y cuerpo a cuerpo seguían su curso, mejoró por supuesto pero algunas veces tenía su mente puesta en otras cosas.
La ciudad y lo que moraba en ella había constatado ser letal y Varsai quería volverse todo lo mortal que pudiese si quería sobrevivir allí. Eso no quitaba que más de una vez terminase llorando a escondidas cuando las cosas la superaban, no era fuerte ni valiente, sólo quería que sus amigos y ella sobreviviesen a la ciudad, eso era todo.
Siguió dibujando y terminando su proyecto que los representaba a todos felices como si fuese una fotografía. Una de las alegrías que tuvo durante esos meses fue cuando Irianna le devolvió su cascabel porque ya no era necesario. Desde ese momento, y cada vez que la asaltaban malos pensamientos, Varsai golpeaba el cascabel cuyo sonido lograba sacar de su mente aquellos pensamientos y traer a su familia. Familia que cada vez más estaba siendo aumentada, ahora junto a sus hermanos veía a Sekkeh, Irianna, Kimbra, Rasqa, a Devoss y a Ruth, Jace aún estaba un poco borroso y a Roaxen no se le veía por ningún lado.
El día señalado la niña apenas durmió, estaba hecha un manojo de nervios.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 02:37 am
Para Rasqa, la muerte de Vorela fue como ver de llover o incluso más aburrido. En la ciudad la gente no dejaba de palmarla, pero llevaban cuatro meses sin que una sola gota de agua les cayera encima. Como además los libenses no sentían dolor, a Rasqa le costaba saber si realmente la habían matado las heridas, algún tipo de veneno que pudiera tener el ser hambriento de la casa o incluso algún dolor interno que todos ignoraran.
Los meses siguientes, fueron para Rasqa probablemente los más emocionantes de toda la criba. Roaxen había dejado de ser un problema para él, tullido como estaba, y Rasqa había vuelto las tornas, lanzando comentarios mordaces de vuelta a donde debían estar o compartiendo la hora de la comida con el resto, colocándose en el suelo tras el ulterano. Llegó a compartir su curiosidad por la carne de ulterano con él, en alguna ocasión. Ya sabía que Roaxen lo odiaba y su presencia le provocaba un asco especista e irracional, así que decidió disfrutar también de ese aspecto.
Así como afianzaba su relación de odio con Roaxen, también lo hizo con su amistad para con el resto de sus compañeros. Al parqio se le antojó divertido invitar a Kimbra a sus cacerías y no se arrepintió, los días que salían a cazar nunca eran días aburridos. Con el tiempo, Sekkeh se acabó uniendo y convirtieron estas salidas en una suerte de competición. Medirse con ellos dos garantizaba al parqio un cierto nivel y las veces que ganaba se henchía de orgullo. Hubo ocasiones en las que salieron malparados, pero Rasqa le veía el lado bueno a cada herida. Vorela había muerto por no sentir el dolor, él seguía vivo.
Lo sorprendente para el parqio fue descubrir que dentro del torreón tampoco se aburría, además de sus intercambios con Roaxen, Rasqa estaba encontrando en la mayoría de miembros de la manada a amigos de confianza y grandes pilares para una buena convivencia (tal y como él la entendía). Las siestas espontáneas que solía tomarse entraron poco a poco en extinción y fueron sustituidas por actividades más amenas. Sekkeh era su preferido a la hora de compartir historias, seguido de Jace. No era raro verle junto al buen ulterano por las noches, escuchándole con atención mientras Sekke leía en voz alta viejas leyendas de la ciudad.
La generosidad de Irianna y la bondad de Varsai las hacían débiles a ojos del parqio, pero la idrina había demostrado que además de ser generosa, tenía una gran templanza, y Varsai era para él como una niña pequeña. Ambas se habían ganado el respeto del parqio y eran sus preferidas para mantener conversaciones más relajadas. Kimbra entraría poco a poco dentro de este grupo también, una vez que Rasqa empezó a entender mejor cómo actuaba y cómo debía hablarle. Los humanos le resultaban algo más distantes, probablemente porque se tenían entre ellos y eran afines. Pero, de alguna manera, sentía que les unía el odio por el ulterano.
El tiempo pasaba irremediablemente y con él, los nervios y la expectación del parqio crecían. Rasqa deseaba como pocas cosas la llegada de la Luna Roja. Quería verla. Quería sobrevivirla y adquirir el poder que le habían prometido. Las nuevas estrellas lo encendían por dentro, veía en ella a los viejos dioses y, de alguna manera, sabía que ellos le veían a él. Y quería estar a la altura.
---
El día de la Luna, Rasqa despertó con luces en los ojos. Acostumbrado ya a ellas, pestañeó varias veces hasta que desaparecieron o se acostumbró. El parqio bostezó y se desperezó tranquilamente en la cama. Una vez se sintió despejado, bajó a la cocina, se agenció un par de filetes de carne cruda y salió al patio. Con su desayuno en la boca, emprendió el vuelo y subió hasta la azotea con Sekkeh.
—¿Impaciente? —preguntó curioso.
Aquella mañana no habría vuelos, ni caza. Quería llegar descansado a la noche, quería que la luna lo recibiera en el mejor estado posible.
Los meses siguientes, fueron para Rasqa probablemente los más emocionantes de toda la criba. Roaxen había dejado de ser un problema para él, tullido como estaba, y Rasqa había vuelto las tornas, lanzando comentarios mordaces de vuelta a donde debían estar o compartiendo la hora de la comida con el resto, colocándose en el suelo tras el ulterano. Llegó a compartir su curiosidad por la carne de ulterano con él, en alguna ocasión. Ya sabía que Roaxen lo odiaba y su presencia le provocaba un asco especista e irracional, así que decidió disfrutar también de ese aspecto.
Así como afianzaba su relación de odio con Roaxen, también lo hizo con su amistad para con el resto de sus compañeros. Al parqio se le antojó divertido invitar a Kimbra a sus cacerías y no se arrepintió, los días que salían a cazar nunca eran días aburridos. Con el tiempo, Sekkeh se acabó uniendo y convirtieron estas salidas en una suerte de competición. Medirse con ellos dos garantizaba al parqio un cierto nivel y las veces que ganaba se henchía de orgullo. Hubo ocasiones en las que salieron malparados, pero Rasqa le veía el lado bueno a cada herida. Vorela había muerto por no sentir el dolor, él seguía vivo.
Lo sorprendente para el parqio fue descubrir que dentro del torreón tampoco se aburría, además de sus intercambios con Roaxen, Rasqa estaba encontrando en la mayoría de miembros de la manada a amigos de confianza y grandes pilares para una buena convivencia (tal y como él la entendía). Las siestas espontáneas que solía tomarse entraron poco a poco en extinción y fueron sustituidas por actividades más amenas. Sekkeh era su preferido a la hora de compartir historias, seguido de Jace. No era raro verle junto al buen ulterano por las noches, escuchándole con atención mientras Sekke leía en voz alta viejas leyendas de la ciudad.
La generosidad de Irianna y la bondad de Varsai las hacían débiles a ojos del parqio, pero la idrina había demostrado que además de ser generosa, tenía una gran templanza, y Varsai era para él como una niña pequeña. Ambas se habían ganado el respeto del parqio y eran sus preferidas para mantener conversaciones más relajadas. Kimbra entraría poco a poco dentro de este grupo también, una vez que Rasqa empezó a entender mejor cómo actuaba y cómo debía hablarle. Los humanos le resultaban algo más distantes, probablemente porque se tenían entre ellos y eran afines. Pero, de alguna manera, sentía que les unía el odio por el ulterano.
El tiempo pasaba irremediablemente y con él, los nervios y la expectación del parqio crecían. Rasqa deseaba como pocas cosas la llegada de la Luna Roja. Quería verla. Quería sobrevivirla y adquirir el poder que le habían prometido. Las nuevas estrellas lo encendían por dentro, veía en ella a los viejos dioses y, de alguna manera, sabía que ellos le veían a él. Y quería estar a la altura.
---
El día de la Luna, Rasqa despertó con luces en los ojos. Acostumbrado ya a ellas, pestañeó varias veces hasta que desaparecieron o se acostumbró. El parqio bostezó y se desperezó tranquilamente en la cama. Una vez se sintió despejado, bajó a la cocina, se agenció un par de filetes de carne cruda y salió al patio. Con su desayuno en la boca, emprendió el vuelo y subió hasta la azotea con Sekkeh.
—¿Impaciente? —preguntó curioso.
Aquella mañana no habría vuelos, ni caza. Quería llegar descansado a la noche, quería que la luna lo recibiera en el mejor estado posible.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 09:21 am
???
Algo sospechoso ocurrió aquella noche, aunque solo se dio cuenta de que lo era el día siguiente cuando el cadaver de Vorela se dio a la luz. Insomne por el dolor, el xolnita habia llegado a ver a Sigrun saliendo a altas horas de la noche del dormitorio para volver al rato. el ulterano no queria estar en aquel dormitorio, pero por su debilidad, se veia todavia forzado a la cama. Sobretodo ahora que Sigrun era su primer sospechoso.
Se levantó y, con ayuda del bastón anduvo hacia el cadaver con intención de examinarlo. No habia más marcas de violencia que las que aquel monstruo que la atacó. Queriendo tirar de alguna clave o alguna pista, el ulterano estuvo examinando el cadaver algun tiempo sin pruebas directas que incriminasen al humano, y, sin embargo, al demostrar que podia andar un pequeño trecho, se habia auto incluido en la lista de sospechosos y, como era obvio, algunos sospecharon de el, aunque muchos lo pensaron una muerte natural. No podia ser así, cuadraba mucho mejor que Sigrún, al ser de Los Otros, hubiera saciado su instinto asesino con Vorela.
Ambos eran jugadores, y las demas personas, inferiores, eran sus peones y ambos los comandaban a placer y se entretenian cuando tejian sus complicadas telarañas, lo habia sabido desde aquel primer contacto que tuvo con el, entrenandole en usos básicos de armas blancas. Desde aquel momento en adelante, el xolnita habia tenido especial cuidado de no relacionarse demasiado con el albino. Podrian ser iguales, hasta en una medida, pero al menos lo que el buscaba no acababa con todos muertos en un callejón y riendo como un maniatico.
Y asi pasaron tres tensos meses. La aversión general por su persona no habia contraido, si acaso, se habia reforzado, puede que por que pensasen que habia sido el quien habia matado a Vorela o si acaso, la naturaleza odiosa en el corazón de los xenos fue lo que les empujó a aquello.
Aun así, el ulterano mantenia el perfil bajo, sin llamar demasiado la atención, y solo llegaba a contestar a sus hirientes comentarios cuando el limite se sobrepasaba, normalmente siendo Rasqa el culpable.
Procuró compartir vida con los demás en la medida de lo posible, compartiendo comidas, paseos y demás, pero una vez salio de estar atado a la cama, no volvio a esta, por alejarse de Sigrun y la suciedad.
Con quien más se relacionó fue con Sekkeh Reikayame, con quien ya habia cementado un tipo raro de amistad en la que el ulterano confiaba en el y asi lo creia reciproco, pero que todavia le guardaba secretos. Hablaban bastante, de diferentes temas, pero nunca le habló de sus miedos con Sigrun o de como su estado empeoraba a cada dia que pasaba, esta vez cuando los dientes empezaron a molestarle. La personalidad areaccionaria del intara podria llegar a matarle y el xolnita consideró más de una vez la situación que si Sigrun le estuviera atacando a el, si le ayudaria o no.
Otra sorpesa más grata fue Irianna, quien se convenció a si misma para enseñarle magia. No tuvo mayor reacción que una risa en tos cuando por fin logró lanzar su primer hechizo, tras superar la ardua barrera que supuso el solo tener una mano, pero, de nuevo, seguia siendo un genio y el ulterano sabia que podia tirar a más, pero resultaba dolorosamente obvio para el capellán que la idrina se mostraba reticente de que aprendiera hechizos más avanzados, sobretodo los que podian ser usados ofensivamente.
Algo insultado, el ulterano no decia nada, pero tomaba nota mental de los pasos que leia en el libro. La postura de la idrina era, como poco, paranoica. No solo fisicamente ya no estaba apto para dar ninguna guerra sino que además, no habia ningun hechizo peor que un virote en la frente y no le habian quitado la ballesta por ello.
Todo habia seguido lo normal. O todo lo normal que se podria decir. Una noche entrada, el ulterano se habia quedado en su estudio despierto mientras practicaba el hechizo de superficie reflectante y asi que consiguió percatarse de algo terrible que le estaba pasando: cerca del mentón le habian aparecido unos pelillos casi inapreciables al ojo de un color lila claro. Y aquello solo significaba una cosa.
Todo aquello en lo que habia creido, en lo que habia luchado, en lo que habia sido galardonado, lo habia hecho como un mutante. Por fin entendió tantas cosas de su padre, sus hermanos y de su familia. Por fin entendió que era el Loto Blanco y para que servia. Y aun asi, no lo considero justo. No queria ser un mutante. No queria ser el resultado de una imprudente noche calenturienta en la que algún emperador del pasado habia dejado preñada a una ramera con su vástago bastardo y, por algún motivo, no lo habia eliminado.
Asi es como era. Roaxen Tenvrai era una mentira. No era de sangre noble. No era limpio ni puro. Con mucha paciencia y esmero se arrancó los pelillos y se encerró en su cuarto durante casi una semana, volviendo a su vieja rutina de solo salir a por comida. Largó a todo el que intentó disuadirle mientras obsesivamente se miraba la cara en busca de más vello facial que arrancar. Cuando decidió salir de su reclusa, lo hizo como si no habia pasado nada y sin ningun pelillo a la vista. Y puede que asi hubiese sido, fruto de una terrible pesadilla en la que se habia vuelto alguien con la sangre sucia, pero notablemente mejoró su trato con Kimbra, a quien saludaba cordialmente como hacia con Irianna o Sekkeh. No dijo ni pio de lo que habia pasado y solo se refirió a ello en retrospectiva como “Un pequeño acceso de locura que todos debemos tener alguna vez”.
Tres meses daban material para mucho, pero lo mejor era decir que el ulterano estaba trabajando por concienciar a los demás de que podrian evitar la luna si permanecian escondidos de su luz, porque asi ilustraba el libro que solo los monstruos salian a las calles.
Aquel día coleó al intara quien se asomó y al notar la humedad, mencionó que iba a llover. Roaxen suspiró con una sonrisa. Jamas habia llovido en aquella ciudad, sin contar que el clima no era para nada normal pero...
-Por raro que parezca, estoy de acuerdo con el, mis heridas estan empezando a doler más de lo habitual, lo cual se pueda deber a que la humedad esta aumentando.-
Le soltó un cordial codazo en en hombro al intara y se dirigió a la cocina para saciar un pequeño antojo que siempre se tomaba para paliar un poco su dolor.
Algo sospechoso ocurrió aquella noche, aunque solo se dio cuenta de que lo era el día siguiente cuando el cadaver de Vorela se dio a la luz. Insomne por el dolor, el xolnita habia llegado a ver a Sigrun saliendo a altas horas de la noche del dormitorio para volver al rato. el ulterano no queria estar en aquel dormitorio, pero por su debilidad, se veia todavia forzado a la cama. Sobretodo ahora que Sigrun era su primer sospechoso.
Se levantó y, con ayuda del bastón anduvo hacia el cadaver con intención de examinarlo. No habia más marcas de violencia que las que aquel monstruo que la atacó. Queriendo tirar de alguna clave o alguna pista, el ulterano estuvo examinando el cadaver algun tiempo sin pruebas directas que incriminasen al humano, y, sin embargo, al demostrar que podia andar un pequeño trecho, se habia auto incluido en la lista de sospechosos y, como era obvio, algunos sospecharon de el, aunque muchos lo pensaron una muerte natural. No podia ser así, cuadraba mucho mejor que Sigrún, al ser de Los Otros, hubiera saciado su instinto asesino con Vorela.
Ambos eran jugadores, y las demas personas, inferiores, eran sus peones y ambos los comandaban a placer y se entretenian cuando tejian sus complicadas telarañas, lo habia sabido desde aquel primer contacto que tuvo con el, entrenandole en usos básicos de armas blancas. Desde aquel momento en adelante, el xolnita habia tenido especial cuidado de no relacionarse demasiado con el albino. Podrian ser iguales, hasta en una medida, pero al menos lo que el buscaba no acababa con todos muertos en un callejón y riendo como un maniatico.
Y asi pasaron tres tensos meses. La aversión general por su persona no habia contraido, si acaso, se habia reforzado, puede que por que pensasen que habia sido el quien habia matado a Vorela o si acaso, la naturaleza odiosa en el corazón de los xenos fue lo que les empujó a aquello.
Aun así, el ulterano mantenia el perfil bajo, sin llamar demasiado la atención, y solo llegaba a contestar a sus hirientes comentarios cuando el limite se sobrepasaba, normalmente siendo Rasqa el culpable.
Procuró compartir vida con los demás en la medida de lo posible, compartiendo comidas, paseos y demás, pero una vez salio de estar atado a la cama, no volvio a esta, por alejarse de Sigrun y la suciedad.
Con quien más se relacionó fue con Sekkeh Reikayame, con quien ya habia cementado un tipo raro de amistad en la que el ulterano confiaba en el y asi lo creia reciproco, pero que todavia le guardaba secretos. Hablaban bastante, de diferentes temas, pero nunca le habló de sus miedos con Sigrun o de como su estado empeoraba a cada dia que pasaba, esta vez cuando los dientes empezaron a molestarle. La personalidad areaccionaria del intara podria llegar a matarle y el xolnita consideró más de una vez la situación que si Sigrun le estuviera atacando a el, si le ayudaria o no.
Otra sorpesa más grata fue Irianna, quien se convenció a si misma para enseñarle magia. No tuvo mayor reacción que una risa en tos cuando por fin logró lanzar su primer hechizo, tras superar la ardua barrera que supuso el solo tener una mano, pero, de nuevo, seguia siendo un genio y el ulterano sabia que podia tirar a más, pero resultaba dolorosamente obvio para el capellán que la idrina se mostraba reticente de que aprendiera hechizos más avanzados, sobretodo los que podian ser usados ofensivamente.
Algo insultado, el ulterano no decia nada, pero tomaba nota mental de los pasos que leia en el libro. La postura de la idrina era, como poco, paranoica. No solo fisicamente ya no estaba apto para dar ninguna guerra sino que además, no habia ningun hechizo peor que un virote en la frente y no le habian quitado la ballesta por ello.
Todo habia seguido lo normal. O todo lo normal que se podria decir. Una noche entrada, el ulterano se habia quedado en su estudio despierto mientras practicaba el hechizo de superficie reflectante y asi que consiguió percatarse de algo terrible que le estaba pasando: cerca del mentón le habian aparecido unos pelillos casi inapreciables al ojo de un color lila claro. Y aquello solo significaba una cosa.
Todo aquello en lo que habia creido, en lo que habia luchado, en lo que habia sido galardonado, lo habia hecho como un mutante. Por fin entendió tantas cosas de su padre, sus hermanos y de su familia. Por fin entendió que era el Loto Blanco y para que servia. Y aun asi, no lo considero justo. No queria ser un mutante. No queria ser el resultado de una imprudente noche calenturienta en la que algún emperador del pasado habia dejado preñada a una ramera con su vástago bastardo y, por algún motivo, no lo habia eliminado.
Asi es como era. Roaxen Tenvrai era una mentira. No era de sangre noble. No era limpio ni puro. Con mucha paciencia y esmero se arrancó los pelillos y se encerró en su cuarto durante casi una semana, volviendo a su vieja rutina de solo salir a por comida. Largó a todo el que intentó disuadirle mientras obsesivamente se miraba la cara en busca de más vello facial que arrancar. Cuando decidió salir de su reclusa, lo hizo como si no habia pasado nada y sin ningun pelillo a la vista. Y puede que asi hubiese sido, fruto de una terrible pesadilla en la que se habia vuelto alguien con la sangre sucia, pero notablemente mejoró su trato con Kimbra, a quien saludaba cordialmente como hacia con Irianna o Sekkeh. No dijo ni pio de lo que habia pasado y solo se refirió a ello en retrospectiva como “Un pequeño acceso de locura que todos debemos tener alguna vez”.
Tres meses daban material para mucho, pero lo mejor era decir que el ulterano estaba trabajando por concienciar a los demás de que podrian evitar la luna si permanecian escondidos de su luz, porque asi ilustraba el libro que solo los monstruos salian a las calles.
Aquel día coleó al intara quien se asomó y al notar la humedad, mencionó que iba a llover. Roaxen suspiró con una sonrisa. Jamas habia llovido en aquella ciudad, sin contar que el clima no era para nada normal pero...
-Por raro que parezca, estoy de acuerdo con el, mis heridas estan empezando a doler más de lo habitual, lo cual se pueda deber a que la humedad esta aumentando.-
Le soltó un cordial codazo en en hombro al intara y se dirigió a la cocina para saciar un pequeño antojo que siempre se tomaba para paliar un poco su dolor.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 11:18 am
En el momento en que consiguieron liberar a la libense del monstruo que devoraba su piernas, no perdieron tiempo en hacerse con los suministros y retornar rápidamente. Al llegar al torreón, la krabelinense ayudó en todo aquello en lo que la requirieron, pero, al igual que la noche anterior, sus capacidades resultaban insuficientes para llevar a cabo el tratamiento requerido y otro individuo con mayor habilidad en el uso de la energía superior fue el que llevó a cabo dicho tratamiento. Cuando el proceso terminó y ante la falta de ocupación, Kimbra se dispuso a retomar su rutina diaria comenzando con su alimentación.
La Hija de Lunas cocinó tranquilamente junto a Sekkeh, con el que mantuvo una agradable conversación, tan comunes en sus horas de cuidado del huerto desde que Kimbra había asimilado el hecho de que tenía permitido comentar y dar su opinión sobre distintas situaciones o hechos sin restricciones. La engendro se dispuso a comer tan pronto tuvo terminada la comida y el ulterano se despidió de ella deseándole una buena comida y llamándola “Kim”. Aquel hecho desconcertó a la krabelinense. Kimbra ya había vivido una situación similar durante uno de sus primeros encuentros con Ekatechs donde había pasado de llamarla 6514, su cifra, a llamarla simplemente Seis. El kepryno le había explicado que se trataba de un cambio en la denominación que indicaba familiaridad y amistad, lo que implicaba que el interlocutor consideraba que se tenía una cierta confianza más allá de la formalidad del mero conocido. Kimbra entonces sospechó que Sekkeh había comenzado a considerar que su relación había avanzado de alguna manera, por lo que se había producido ese cambio en la nomenclatura. Kimbra dedicó el resto del día a calibrar mentalmente todas sus interacciones y relaciones mantenidas con los habitantes del torreón, analizando cuales de ellas podrían considerarse estrechas y cuáles no. También reflexionó sobre cuáles de esas relaciones requerirían de un cambio en la forma de nombrarse. Finalmente concluyó que Irianna, Varsai, Sekkeh y Rasqa serían, en distintos grados, los que habrían alcanzado ese nivel de confianza en sus relaciones con ella misma, pero que ninguno de sus nombres, excepto el de Sekkeh, podían llegar a acortarse satisfactoriamente, por lo que solo planeó solicitar el permiso para acortar su nombre de esa manera al ulterano, ya que no se veía capaz de llevar a cabo dicho cambio sin permiso previo.
La noche pasó sin contratiempos y la noticia de la muerte de Vorela al día siguiente sorprendió especialmente a Kimbra, pues el estado en el que había visto a la libense la noche anterior no daba muestras de ser exactamente terminal, sino simplemente estable. Kimbra entonces se preguntó si acaso aquel ser que la atacó le inyectó algún tipo de veneno o virus y quiso experimentar con sus restos, pero se contuvo de sugerir dicho procedimiento, pues tenía entendido que podía afectar la sensibilidad de alguno de los integrantes del torreón y dado que a nivel real ya no podía hacer nada para salvar la vida de Vorela, simplemente se limitaba a un acto movido por la curiosidad más que útil en sí mismo.
Tras aquellos sucesos, el tiempo volvió a su estado normal, sucediéndose los días de forma tranquila. Kimbra solía ocupar su tiempo como de costumbre, con los cuidados al huerto, las clases de lectura y escritura, el estudio de la energía superior y las clases de arco y caza, además de al cultivo de las relaciones, ya que había descubierto en las interacciones personales un tipo de satisfacción diferente al conseguido gracias al cumplimiento de las responsabilidades.
El gran cambio en su rutina llegó de la mano de Rasqa, quien había comenzado a salir al exterior a cazar y le había propuesto a la krabelinense acompañarle, así como a Sekkeh. Kimbra había accedido al instante, pues a pesar de que intentaba completar sus días con el máximo número de actividades, el hecho de llevar tanto tiempo sin ejercer su oficio de cazadora hacía en ella constante la sensación de mantenerse sedentaria. Las cacerías se hicieron eventos esperados fervientemente por la krabelinense, ya que se podría considerar que la caza se presentaba como su actividad favorita dentro de todas las englobadas en su rutina diaria. A este hecho además se le fue añadido un plus cuando Rasqa sugirió convertirlo en una competición, palabra que se le tuvo que ser explicada a la engendro ya que esta desconocía el concepto, pero que aceptó de buen grado, ya que, según había asimilado, podía resultar como un fuerte incentivo para que la caza fuera más eficiente y dinámica.
Al mantener el contacto con los habitantes del otro torreón, pudieron disponer de algo de información a mayores de la que disponían a priori, como que el tiempo exacto en el que tardaría en llegar la Luna Roja, las señales que avisarían de su llegada, como la aparición de más estrellas, y el hecho de que dama Poda, y posiblemente otros habitantes de la ciudad, se dedicaban a colocar trampas por la zona, información que fue descubierta al caer uno de los humanos de su torreón en una de ellas, convirtiéndose este en árbol. Aunque fue un hecho desconcertante para Kimbra, no acabó de ver el drama que todos encontraban en él, pues a su entender aquel ser seguía vivo y únicamente había sufrido cambios prematuramente, ya que se esperaba que el resto de ellos los sufriera cuando la Luna Roja apareciera.
Otro suceso que desconcertó de sobremanera a Kimbra durante aquel tiempo fue el cambio de actitud de Roaxen hacia ella. La krabelinense se había comportado de forma indiferente respecto a todos los cambios sufridos en la rutina del ulterano y al no ser considerado ya un elemento potencialmente peligroso, Kimbra había dejado de vigilarlo a cada momento, pero cuando este comenzó a saludarla de forma cordial, la engendro comenzó a sospechar de sus intenciones, pues dicha actitud no cuadraba con el análisis de personalidad que la Hija de Lunas le había realizado a lo largo del tiempo. No obstante, no mostró su desconcierto y desconfianza y se limitó a mantenerse alerta en su presencia.
Cuando llegó el día señalado para la salida de la Luna, Kimbra pudo percibir cierta tensión e inquietud en el ambiente desde la misma mañana, pero se limitó a cumplir con su rutina diaria, añadiendo a su alimentación algo más de cantidad, consciente de que seguramente el cambio sufrido podría agotar sus energías rápidamente y necesitaría de mayor resistencia para soportarlo. Kimbra también podía sentir su propio nerviosismo bulléndole, inquieta por tener por fin todo el conocimiento prometido y la posibilidad, largamente esperada, de poder volver a Krabelin a reencontrarse con Ámarok.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 02:48 pm
Sekk, centrado como estaba en el cielo, no vio acercarse a Roaxen, por lo que el ligero codazo del xolnita le sobresaltó sobremanera. El intara se giró con brusquedad, dispuesto a soltarle un puñetazo al susodicho, pero su arranque de ira murió tan rápido como había empezado.
—¿Qué... ? —murmuró ligeramente confuso, pero el capellán ya no podía oírle—. Buenos días —saludó a Rasqa cuando le vio aparecer con un par de filetes en la boca, apenas unos segundos después de que su compatriota se perdiera escaleras abajo—. Quizas la palabra mas adecuada es resignado, pero no sabría decirte. ¿Como lo llevas tu? —preguntó a su vez.
Conversó con el parqio un rato, pero a medida que los minutos transcurrían el ulterano empezó a sentir un sofoco bastante impropio del tiempo que hacía. En un momento dado, cuando ya no pudo soportar mas el calor, el chico se quitó el jersey con tirones bruscos y lo arrojo al suelo con el ceño fruncido, como si la prenda le hubiera ofendido de alguna manera.
—Creo que necesito beber un poco de agua —masculló segundos después, tratando de modular su tono de voz para no reflejar su creciente enfado—. Ahora vuelvo —aclaró con una sonrisa tensa, enfilando las escaleras en dos zancadas.
No sabía que le estaba pasando, pero a cada paso que daba su calor iba en aumento, y para cuando llegó a la planta baja su expresión no invitaba a la conversación. Su piel ardía como si tuviera fiebre y le dolían todos los músculos, pero a pesar de todo no parecía estar indispuesto. Le dedicó un gruñido a Roaxen cuando se cruzó con él y se llenó un vaso de agua sin mediar palabra, dando buena cuenta de el con avidez. El intara no pensaba con claridad, pues de haberlo hecho le habría alarmado lo que le estaba ocurriendo, y ni siquiera recordaba a que había bajado. Apenas tardó unos segundos en acabarse todo el agua de la cocina.
—¡Maldita sea! —maldijo en voz alta, arrojando violentamente el vaso contra el suelo antes de salir al patio sin prestar atención a lo que tenía alrededor.
En cuanto llegó al pozo Sekk arrojó el cubo al fondo sin miramientos, para darse cuenta al instante de que ni siquiera había llegado a atarlo con la cuerda. Se quedó inmóvil unos instantes, tratando de asimilar su propia estupidez, y cuando por fin recuperó la capacidad de movimiento gritó de pura frustración antes de dejarse los nudillos contra el pedestal de aquella estatua tan grotesca que dominaba el patio. «¡¿Quién puñetas puso esta puta mierda aquí?!» pensó para sí, maldiciendo al degenerado escultor y al gilipollas que le había comprado semejante basura con toda su alma.
El rubio regresó al interior del torreón poco después, con los puños fuertemente cerrados y el rostro retorcido en una expresión iracunda. Buscaba a alguien al que adjudicar las culpas, y Roaxen fue el afortunado por ser él único presente.
—¿Has sido tu el que ha dejado el cubo desatado? —le preguntó con un gruñido, manteniendo el suficiente autocontrol para no saltarle encima—. Porque te aseguro que yo no he sido, ¡Y TAMPOCO PIENSO BAJAR A BUSCARLO! —terminó bramando, justo antes de mandar una silla al otro lado del salón de una patada. La sangre que se escurría de sus nudillos humeaba al gotear sobre el suelo.
—¿Qué... ? —murmuró ligeramente confuso, pero el capellán ya no podía oírle—. Buenos días —saludó a Rasqa cuando le vio aparecer con un par de filetes en la boca, apenas unos segundos después de que su compatriota se perdiera escaleras abajo—. Quizas la palabra mas adecuada es resignado, pero no sabría decirte. ¿Como lo llevas tu? —preguntó a su vez.
Conversó con el parqio un rato, pero a medida que los minutos transcurrían el ulterano empezó a sentir un sofoco bastante impropio del tiempo que hacía. En un momento dado, cuando ya no pudo soportar mas el calor, el chico se quitó el jersey con tirones bruscos y lo arrojo al suelo con el ceño fruncido, como si la prenda le hubiera ofendido de alguna manera.
—Creo que necesito beber un poco de agua —masculló segundos después, tratando de modular su tono de voz para no reflejar su creciente enfado—. Ahora vuelvo —aclaró con una sonrisa tensa, enfilando las escaleras en dos zancadas.
No sabía que le estaba pasando, pero a cada paso que daba su calor iba en aumento, y para cuando llegó a la planta baja su expresión no invitaba a la conversación. Su piel ardía como si tuviera fiebre y le dolían todos los músculos, pero a pesar de todo no parecía estar indispuesto. Le dedicó un gruñido a Roaxen cuando se cruzó con él y se llenó un vaso de agua sin mediar palabra, dando buena cuenta de el con avidez. El intara no pensaba con claridad, pues de haberlo hecho le habría alarmado lo que le estaba ocurriendo, y ni siquiera recordaba a que había bajado. Apenas tardó unos segundos en acabarse todo el agua de la cocina.
—¡Maldita sea! —maldijo en voz alta, arrojando violentamente el vaso contra el suelo antes de salir al patio sin prestar atención a lo que tenía alrededor.
En cuanto llegó al pozo Sekk arrojó el cubo al fondo sin miramientos, para darse cuenta al instante de que ni siquiera había llegado a atarlo con la cuerda. Se quedó inmóvil unos instantes, tratando de asimilar su propia estupidez, y cuando por fin recuperó la capacidad de movimiento gritó de pura frustración antes de dejarse los nudillos contra el pedestal de aquella estatua tan grotesca que dominaba el patio. «¡¿Quién puñetas puso esta puta mierda aquí?!» pensó para sí, maldiciendo al degenerado escultor y al gilipollas que le había comprado semejante basura con toda su alma.
El rubio regresó al interior del torreón poco después, con los puños fuertemente cerrados y el rostro retorcido en una expresión iracunda. Buscaba a alguien al que adjudicar las culpas, y Roaxen fue el afortunado por ser él único presente.
—¿Has sido tu el que ha dejado el cubo desatado? —le preguntó con un gruñido, manteniendo el suficiente autocontrol para no saltarle encima—. Porque te aseguro que yo no he sido, ¡Y TAMPOCO PIENSO BAJAR A BUSCARLO! —terminó bramando, justo antes de mandar una silla al otro lado del salón de una patada. La sangre que se escurría de sus nudillos humeaba al gotear sobre el suelo.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 04:42 pm
???
Bebiendo de un te caliente, el xolnita escuchó los pesados pasos del intara así como sus gruñidos y farfullos. Parecia notablemente enfadado y aquella era la primera vez que le veia así. Con su ojo espiando todo lo que podia, le vio beberse todo el agua y luego salir, a lo que suponia que era el pozo, para volver al rato casi más cabreado que antes, aparentemente hacia el.
Le estaba echando la culpa de no haber atado el cubo del pozo, cuando ni el se encargaba de aquello ni lo habia hecho nunca. Dio un sorbo un poco lento de su te y le contestó.
-Primero de todo, cálmate.-dijo, o más bien ordenó, con su único ojo mirandole con algo de confusión.-Segundo, yo no he hecho tal cosa porque no es mi obligación ya que no me encargo de ello, por eso de que es un tanto dificil atar un nudo con una sola mano y el pelo, ¿no crees?-
Fue entonces cuando vio la sangre, hasta ahora oculta por su posicionamiento.
-Sekkeh... ¿te has herido con algo?-preguntó.-Ven, dejame que te lo mire...-dijo mientras alargaba su mano para coger la suya, con las palabras del hechizo de sanación en la punta de los labios, pero se detuvo en seco, su taza cayendo al suelo y quebrandose enpedazos, pero el ulterano estaba completamente sorprendido. Su vista comenzaba a nublarse con manchas negruzcas.
-O-oh... oh no.... ¡Por las barbas de... ¡Tengo algo en el ojo! ¡Me está pasando algo en el ojo!-exclamó, asustado mientras intentaba guiarse con las manos y sacudiendo la cabeza muy desorientado.
Llego a resbalarse dos veces antes de encontrar la pared y empezar a casi sollozar.
-¿¡Que diablos está pasando!?-
Lentamente se deslizo por la pared hasta el suelo, donde empezó a denotar el dolor de la rabadilla.
Bebiendo de un te caliente, el xolnita escuchó los pesados pasos del intara así como sus gruñidos y farfullos. Parecia notablemente enfadado y aquella era la primera vez que le veia así. Con su ojo espiando todo lo que podia, le vio beberse todo el agua y luego salir, a lo que suponia que era el pozo, para volver al rato casi más cabreado que antes, aparentemente hacia el.
Le estaba echando la culpa de no haber atado el cubo del pozo, cuando ni el se encargaba de aquello ni lo habia hecho nunca. Dio un sorbo un poco lento de su te y le contestó.
-Primero de todo, cálmate.-dijo, o más bien ordenó, con su único ojo mirandole con algo de confusión.-Segundo, yo no he hecho tal cosa porque no es mi obligación ya que no me encargo de ello, por eso de que es un tanto dificil atar un nudo con una sola mano y el pelo, ¿no crees?-
Fue entonces cuando vio la sangre, hasta ahora oculta por su posicionamiento.
-Sekkeh... ¿te has herido con algo?-preguntó.-Ven, dejame que te lo mire...-dijo mientras alargaba su mano para coger la suya, con las palabras del hechizo de sanación en la punta de los labios, pero se detuvo en seco, su taza cayendo al suelo y quebrandose enpedazos, pero el ulterano estaba completamente sorprendido. Su vista comenzaba a nublarse con manchas negruzcas.
-O-oh... oh no.... ¡Por las barbas de... ¡Tengo algo en el ojo! ¡Me está pasando algo en el ojo!-exclamó, asustado mientras intentaba guiarse con las manos y sacudiendo la cabeza muy desorientado.
Llego a resbalarse dos veces antes de encontrar la pared y empezar a casi sollozar.
-¿¡Que diablos está pasando!?-
Lentamente se deslizo por la pared hasta el suelo, donde empezó a denotar el dolor de la rabadilla.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Torreón Letargo (Archivo V)
25/09/15, 04:55 pm
Varsai se levantó aquel día cansada, había dormido poco y estaba nerviosa. Bajó a la cocina para comer algo y luego volvió a subir para cambiarse la ropa del pijama.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que algo iba mal, su brazo estaba recubierto por una pelambrera blanca. Al principio se quedó paralizada, no sabía muy bien que era aquello y acercó una mano para comprobarlo, el pelo era suave y al parecer le pertenecía, cosa que comprobó cuando tiró de ello.
Cuando se dio cuenta la niña estaba hiperventilando, ¿en qué fantasmas se estaba convirtiendo?
Se subió a la cama de Irianna y la sacudió para despertarla, la niña estaba al borde de la histeria y cuando la idrina se despejó medianamente Varsai se señaló el brazo con ademanes nerviosos. Su mirada transmitía ansiedad y miedo.
Fuera del torreón Enredo se había sentado en un edificio cercano y contemplaba el refugio y el cielo esperando por la señal que le permitiese intervenir. Wyck estaba dormido en su regazo, el panda se había aburrido del inmovilismo del brujo.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que algo iba mal, su brazo estaba recubierto por una pelambrera blanca. Al principio se quedó paralizada, no sabía muy bien que era aquello y acercó una mano para comprobarlo, el pelo era suave y al parecer le pertenecía, cosa que comprobó cuando tiró de ello.
Cuando se dio cuenta la niña estaba hiperventilando, ¿en qué fantasmas se estaba convirtiendo?
Se subió a la cama de Irianna y la sacudió para despertarla, la niña estaba al borde de la histeria y cuando la idrina se despejó medianamente Varsai se señaló el brazo con ademanes nerviosos. Su mirada transmitía ansiedad y miedo.
Fuera del torreón Enredo se había sentado en un edificio cercano y contemplaba el refugio y el cielo esperando por la señal que le permitiese intervenir. Wyck estaba dormido en su regazo, el panda se había aburrido del inmovilismo del brujo.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.