Torreón Maciel (Archivo II)

Recuerdo del primer mensaje :

Llegue al torreon seguido de Hannah que extrañamente parecia preocupada por mi, pero eso ya daba igual esto era ridiculo, estaba encerrado en una pesadilla de la que no podia despertar, asi que ¿Que mas daba si me mataban o no? Asi despertaria no? JAJAJAJAJAJJAJAJA
-Asi que este es el torreon......
Entre dentro de este, estaba en un estado bastante malo, no queria imaginarme que habia pasado ahi y menos lo que iba pasar, pero que mas daba total esto era ridiculo, no podia estar pasando...o si?
-HAANNAH! Lo hemos encontrado-dije

Asiento a Hannah con amabilidad y le pongo una mano en el hombro, pero la retiro rápidamente pues no sé si para los humanos el contacto físico es algo tan normal como para nosotros. Son tan contrarios a nosotros, que prefiero estudiarlos primero desde la distancia antes que meter la pata por asumir que algún comportamiento habitual en mí lo es también en ellos.

-Eh... voy dentro, que cómo me decías al principio, seguro que hay muchas cosas que hacer-digo tranquilamente, girándome y dirigiéndome al interior.

Una vez dentro, me quedo pensativo... Han hablado de limpiar, pero no sé exactamente el qué. La habitación apenas tiene un poco de polvo sobre los muebles, pero lo que es suciedad tampoco veo nada. Aspiro hondo y percibo un olor peculiar. Como tampoco sé muy bien qué hacer, sigo el rastro por los pasillos de desniveles hasta uno de los últimos pisos y compruebo que hay un enorme esqueleto al final, lleno de unas especies de nidos, con unos pájaros que no parecían muy simpáticos. No conozco mucho de este mundo, pero la impresión que da, por el tamaño del boquete es que el ser al que perteneció el esqueleto... <<¿Intentó colarse por el ai...>> Los chillidos de los pajarracos frena mis elucubraciones en seco y me hace dar media vuelta de forma precavida. Decido bajar a donde está el resto del grupo para informarles.

-Esto... chicos-digo en voz alta para llamar su atención-. Tenemos un problema anidando en el último piso. Hay un esqueleto de un bicho enorme anidado por unos pájaros que no parecen muy pacíficos...

Contemplo a Giz bajar con un rictus de profunda preocupación, dirigida a los inquilinos que ocupan el último piso. ¿Pájaros? No será para tanto. Excepto si son territoriales y agresivos, eso sería problemático. Y la convivencia pacífica la descarto rotundamente. Finalmente decido echar yo mismo un vistazo a la situación para elaborar un análisis en profundidad.

-Seguro que podemos solucionarlo.-digo, mientras comienzo a ascender por las escaleras de caracol.-Solo necesitamos pensar...

No necesito cruzar por completo la altura del suelo del último piso para notar como varios pares de ojos se clavan en mí, y de forma muy hostil. Muy, muy hostil. Ligeramente agresiva. No es una sensación agradable, así que bajo las escaleras lentamente mientras mantengo las miradas. Alcanzo a los demás cuando ya las he pedido de vista a todas. El efecto que ha causado sobre mí esa visión debe ser bastante perceptible.

-Eso... Eso no son pájaros. ESO no son pájaros.-remarco considerablemente la palabra "eso". Es la mejor definición que me viene a la mente.-Los pájaros no tienen esas pintas tan inquietantes. Es como una extraña mezcla de...

Me veo obligado a callarme, porque estoy empezando a hablar demasiado rápido y de forma incomprensible. Sea lo que sea eso, no es normal, parece peligroso y seguramente lo es. Sopeso durante unos instantes encerrarnos en el sótano hasta que vuelva la gente que sabe usar armas y pensemos qué hacer entre todos. Podría empezar por calmarme un poco y dejar de agarrar la lanza como si me hubieran pegado a ella con pegamento de contacto. Sí, será lo mejor.

Cuando por fin he conseguido serenarme y poner las ideas en orden, veo que Alphonse baja bastante nervioso, aferrando el palo ese con pincho de hierro como si le fuese la vida en ello. Parece que la impresión que han causado esos seres en él es mayor que la que me han causado a mí antes...

-Alphonse, tranquilízate-le digo en un tono conciliador-. Lo primero que deberías hacer es soltar esa cosa punzante, o podrías herir a alguien sin querer con ese nerviosismo que traes entre manos....-le sonrío, intentando transmitirle la confianza que seguramente mi aspecto poco humano me resta al hablar-. Y sobre esos... "no-pájaros"... no sé, no me parecen demasiado peligrosos. No tienen un aspecto esperanzador, es cierto-<<yo tampoco para ellos>> tal vez en el fondo la razón por la que les intento convencer es más para ganarme su aprensión que por hacer un favor a los propios pájaros-, pero no nos han atacado desde el momento en el que hemos llegado y eso que hemos invadido el lugar donde ubican sus nidos. Somos algo así como unos parásitos...-hago una pausa. Últimamente me estoy excediendo al hablar. Jamás lo había hecho tan de seguido-. Tal vez si les proporcionamos alimento nos traten como invitados y no como invasores. ¿No os parece?

Para llegar a esta conclusión había pensado más en lo que yo mismo haría, pues no es que conozca el comportamiento de los bichos de la azotea, pero tampoco perdemos nada por intentarlo... Total, si nos quisieran echar deberían habernos atacado ya, puesto que además ahora faltan compañeros y el grupo es más vulnerable.

Por fin he llegado al torreón. Entro por el portón y llego hasta un patio enorme con una estatua en el medio.

- ¡Hola! ¡¿Hay alguien en casa!?

Me rio de mi propia ocurrencia. Esta no es nuestra casa. Me manoseo el pelo y me dispongo a subir por una de las escaleras, a ver si encuentro a alguien.

Entonces veo al humano gordito que se retrasó al llegar. Está de espaldas a mí. Le hablo, mientras pongo la mejor sonrisa que puedo.

- Hey.

El chaval se sobresalta y me mira raro. Supongo que está sopesando si devolverme el saludo (si es que a eso se le puede llamar saludo), cuando de repente, sale corriendo corriendo por detrás mio y me deja solo. << Habrá ido a llamar a los demás, seguro. Si es así, será mejor que le siga>>. Salgo por la puerto y sigo su olor, mientras me quito esa asquerosa sonrisa de la cara.

<< Espero que haya más de los mios. No quiero quedarme atrapado entre estos apestosos humanos>>.

Respiro profundamente mientras golpeo de forma intermitente el suelo con el extremo de la lanza, similar a un tamborileo nervioso de dedos. No pasa nada. No pasa naaaada. Puede que me haya precipitado con la impresión. Pensándolo mejor, se parecen a... ¿urracas? Pero aun así, siguen pareciéndome más grandes que un pájaro normal de la tierra. Me pongo muy nervioso frente a grandes aglomeraciones de carroñeros, depredadores y similares. Solo necesito calmarme un poco.
Además, si fueran TAN territoriales ya nos habrían atacado, ¿no? Sí, eso es. Me aferraré a eso de momento. Aun así, tengo la sensación de que tardaré en acostumbrarme a la presencia de nuestros "vecinos de arriba".

-Vale. Vale, perdón. No suelo perder la cabeza de esa forma.-explico a Giz.- Debe ser cosa de que no estoy acostumbrado a tratar con aves.

Doy unos pasos, solo para comprobar que puedo moverme con normalidad y a velocidad constante. Oh, sí, creo que podré bajar las escaleras sin mucho problema.

-2736594.-digo en un tono de voz entre medio y bajo.- 9, 9, 11, 4.-digo ahora, cambiando los números.- 15.-pronuncio en tono más bajo.- 6.-Finalizo con decisión.- Sí, seis.

A la mitad de la bajada, me doy la vuelta y miro hacia la pared, con aspecto de estar concentrado en algo. Muevo imperceptiblemente la vista hacia abajo y me vuelvo, mirando a Giz y a Hannah.

-Bajo al sótano. Tengo que revisar unas cosas.-les aviso, por si me necesitan para algo.- ¿Podríais salir al patio a ver qué le pasa al señor Javier? Me ha parecido oírlo correr. Y juraría haber oído a alguien gritar, pero...-hago una pausa, pensativo. Me ha recordado a lo que Giz nos intentó decir antes de beber del agua de la fuente. Juraría que ha dicho exactamente lo que él dijo. Termino por descartar la idea.- No es nada. ¿Podríais bajar?

Sin darles tiempo a contestar, me precipito hacia el sótano. Tengo que explorar a fondo el torreón.

Miro a Alphonse con curiosidad. No sé si serán los nervios o qué, pero se pone a contar números y luego empieza a soltar una serie de ideas que no parecen estar muy trabajadas.... Al final, acaba bajando al sótano a la carrera. <<A saber lo que se le habrá ocurrido...>>. Lo cierto es que me pica la curiosidad, pero prefiero no entrometerme. Echo un vistazo al lugar, buscando alguna tarea que hacer, cuando un bicho se cuela en mi campo visual. Me agacho rápidamente y lo cojo, sonriendo de oreja a oreja a los que se encuentran en la habitación.

-Los chicos que salieron a por la comida no han vuelto, pero de momento podemos apañarnos con estos bichos-les digo mostrándole el que he cazado y pegándole un bocado a una de sus patas, mientras el insecto agita el resto de articulaciones a la desesperada. Me relamo- Umm... Está tan bueno como los del desierto-les comento, para ver si así se animan a comerlos... Hasta que caigo en que ellos jamás han estado en el desierto y ni siquiera conozco sus costumbres alimenticias. Me rasco la cabeza algo avergonzado y suelto una risita nerviosa-. Esto... bueno... Podéis confiar en mí...-termino de hablar y salgo al patio para airear mi falta de tacto con los blanditos.

Entonces me fijo en algo que no había visto antes. Una enorme estatua de piedra representando uno de los pájaros de arriba, pero a tamaño gigante. Me acerco a ella y paso la mano sobre su superficie. <<Está claro que este lugar es suyo...>> A los pies de la estatua hay un aparato que jamás había visto en mi vida. Tiene una manecilla y un dibujo de una luna roja en la parte superior. <<Que formas de arte tan diferentes de las nuestras>> opino mentalmente al tiempo que me alejo de la estatua y me siento en el suelo, recostado en la pared. Alzo la vista y oteo el cielo, tratando de encontrar sin ningún éxito la nebulosa. <<¿Si muero aquí... >> No soy capaz ni de acabar de construir la pregunta en la cabeza. Hay cosas que es mejor no cuestionarse en momentos así... Acabo cerrando los ojos y dejándome llevar por el sueño. Quedándome ahí en mitad dormido, con los brazos rodeando mis piernas flexionadas, todo bajo el poncho azul.

¿Carroñeros? Arrugo el ceño.
Simplemente, espero que no vengan a por nosotros. Sin embargo, a Alphonse no parece bastarle con eso. Vaya, verle normalmente tan seguro de sí mismo me había hecho olvidar que, al fin y al cabo, también es una persona...
Bajamos tras él. Dice haber escuchado un grito, aunque, quizás sea que estoy quedándome sorda, yo no creo haber oído nada. Sigo a Giz.
Entonces, el ser reptilesco se agacha rápidamente, lo cual resulta curioso debido a su tamaño, y come un insecto tras cazarlo. Arrugo el ceño.
-No, gracias -respondo, ligeramente borde.
Tras eso, me siento en una esquina. Las piernas me duelen de subir y bajar escaleras, lo cual he hecho varias veces. Y eso me lleva a preguntarme cuando volverán los que fueron a por comida.
Bueno, a decir verdad, el torreón está realmente tranquilo sin ellos. Y, gracias a esa tranquilidad, estoy bastante relajada. Quizás, al fin y al cabo, un poco de su ausencia me venga bien. Siempre y cuando vuelvan antes de la noche...

Bajo, hendiendo la penumbra del sótano con mi lanza a modo de bastón de ciego. Tardaré un rato en acostumbrarme a la luminosidad ambiental, pero mientras tanto mejor ir asegurando el camino. La poca luz que llega a mi posición actual entra en el subterráneo por el hueco de las escaleras, y me sirve para distinguir la puerta de la armería, que posiblemente cerrase el último que salió. Si no me equivoco, dentro debería haber una antorcha encendida que usamos hace unas horas para ver el muestrario de armas que nos ofrecía el lugar.

Tanteo el suelo, comprobando que no hay ningún obstáculo bajo que me haga tropezar aparatosamente y dejarme los dientes en el suelo. Por lo que observo, ahora ligeramente más nítido, hay dos puertas más en este cruce de caminos. Ambas cerradas, pero no bloqueadas.

Me decido a abrir una puerta aleatoria, dejando paso a una sala ligeramente más baja que el resto del sótano, con un par de escalones a la entrada, y con una nueva fuente de luz: una pequeña, alargada y estrecha ventana situada casi en el techo de la extraña habitación semicircular, que a juzgar por su posición, vista desde el exterior debe encontrarse en la base del torreón, quizá a unos centímetros del suelo. Contemplo los barrotes metálicos, el pobre mobiliario -por no decir nulo- y las paredes de piedra, que forman sombras varias al recibir la luz en ángulo y dirección forzados por la abertura. Finalmente, consigo reconocer lo que parece ser una celda. No se parece en nada a las celdas de las mazmorras, pues eran habitaciones individuales y separadas de los pasillos. Estas, en cambio, se parecen más a las celdas de cárcel que he visto en películas y series, entradas en la pared bloqueadas por barrotes metálicos gastados y viejos, con una puerta que no se diferencia mucho de ellos. Cuento tres celdas, y supongo que está bien tener constancia de su existencia.

Al darme la vuelta me percato de cierto brillo metálico que proviene de una especie de clavo que hay en la pared, al lado de la puerta. Son cuatro llaves, una más grande que las otras tres. Tras unas cuantas comprobaciones, descubro que las llaves pequeñas son las llaves de las celdas, y la grande, la de la puerta metálica reforzada que sirve de entrada a las mazmorras. Dudo entre dejarlas donde estaban o guardarlas, pero termino colgándolas del gancho de nuevo.

Salgo de la pequeña prisión que tenemos bajo el torreón. La mitad del sótano es una armería, la otra mitad una mazmorra. Pero, ¿y la última puerta? No es tan imponente como la de las mazmorras, ni tan "limpia" como la de la armería. Al contrario, parece una simple puerta de madera, manchada de lo que parece ser algún tipo de sustancia oscura. Tal sustancia, tras una rápida comprobación -bastante arriesgada por mi parte, ¿y si hubiera sido algún tipo de sustancia venenosa o corrosiva?- se me revela como una mezcla de aceite y grasa. Posiblemente, pienso, sea el origen del olor que llevo notando desde que me he puesto a dar vueltas aquí abajo. La puerta cede bastante bien y sin ruido.

Aparece tras ella una sala alargada pero estrecha, y completamente oscura. Una cosa es acostumbrarse a la penumbra, y otra muy distinta ver en la oscuridad. Retrocedo hasta la armería, extraigo la antorcha, no sin dificultad, de su soporte, y la coloco en un nuevo soporte que encuentro en la sala estrecha, cambiándola por la antorcha apagada que ya se encontraba allí. Lo que veo me maravilla al instante, y si no hubiera tenido la lanza agarrada con las dos manos ya se me habría caído al suelo.

Un complejo sistema de cuerdas, poleas, engranajes, placas circulares y palancas. Una maravilla, para la tecnología que había calculado para los habitantes de Rocavarancolia. Pero aun así, hay algo que no me cuadra. Una mitad de los mecanismos no es igual a la otra, y eso se debe, tras examinarla con detenimiento, a que gran parte de las cadenas, cuerdas y cintas de esa mitad se han salido de su sitio, por no hablar de dos o tres pares de ruedas dentadas en el suelo, algunas en un estado bastante lamentable, y algunos ejes doblados. También, recorriendo la sala con forma de media luna, encuentro que una pequeña porción de techo ha caído al suelo, dejando a la vista la piedra burda sobre la que está edificado el torreón, y un poco de tierra. Alcanzo a ver arriba, a lo lejos, una muy tenue luz que debe provenir del exterior, de donde viene la cadena que cuelga sobre el suelo.

Mi mente empieza a trabajar en distintas hipótesis sobre la mitad destrozada. Es como si alguien, o algo, hubiera lanzado el puente hacia abajo bruscamente. Pero si fuera así, ¿no debería estar todo el sistema reventado? No, es como si hubieran tirado... muy fuerte... de la cadena izquierda, llevándose por delante todos esos componentes. ¿Pero cómo?

-Rocavarancolia, la ciudad de los milagros.-digo en voz alta, respondiéndome a mí mismo.

Antes de que pueda pensar en otra cosa, ya he apoyado la lanza contra la pared y me dirijo, con una mezcla de interés y curiosidad al amasijo de cadenas que tengo frente a mí.

La luz me golpea la cara y me saca de mi ensoñación obligándome a abrir los ojos. Apenas había dormido bien en toda la noche, he tenido demasiadas cosas . Entre ello, el hecho de que los compañeros no hayan vuelto de su viaje a por comida y el que Caillech esté con ellos. Es una Ranta y por lo tanto no me debo fiar. Debería haberles acompañado para no quitarle el ojo... Definitivamente, cuando vuelvan <<Si es que no se los ha comido o les ha engañado y abandonado>>... Hablaré con ella. Mientras estuvo en la tribu no tuve ningún problema con ella, ni parecía ser lo que era... pero está claro que, como en todos sitios, las apariencias engañan.

Me pongo en pie, sacudo un poco el poncho para quitar el polvo que pudiera haber cogido por apoyarme contra la pared y paso al interior. Allí compruebo que la mayoría no parecen haber pegado ojo, al menos de los que mejor recuerdo, porque a algunos compañeros casi ni los conozco. La hembra que me explicó lo de los pechos estaba en un rincón, sentada y cavilando. Al igual que otros pocos, que se encontraban desperdigados por la planta baja. No veo a Alphonse por ningún sitio e imagino que seguirá por ahí abajo, haciendo a saber el qué... <<En fin, cada loco con su tema...>>

-Buenos días-saludo a los de la planta baja-. Parece que no habéis descansado muy bien...-me quedo atascado, no sé qué decirles así que paso a darles la información que les podría interesar-. Los chicos que se fueron ayer no han vuelto, ni con comida ni sin ella... Deberíamos pensar en salir a buscarlos o algo. ¿No creéis?-la ciudad es peligrosa, eso está claro, pero si vamos en grupo, incluso puede que nos siente bien el rato que pasemos fuera.

Parpadeo con lentitud. ¿Ya ha amanecido? Vaya, sí que lo ha hecho pronto. O debería suponer que se me ha pasado muy rápido la noche...
Vuelvo a parpadear para despejarme. Recuerdo haber dado varias cabezadas a lo largo de la noche, pero apenas soy capaz de distinguir qué ha sido un sueño y qué ha sucedido realmente. Bah, supongo que es la incomodidad de la postura.
Pero hay algo que me hace pensar que también es el hecho de comenzar a plantearme si el resto de compañeros están muertos.
Debo tener unas ojeras horribles, y probablemente el resto de mi cara no sea para menos. Por suerte, no he visto ningun espejo hasta el momento.
Giz llega entonces, y parece bastante animado. ¿Él sí que ha dormido?
- No mucho - contesto. Tengo bastante hambre, pero eso es algo que jamás admitiría. Escucho con atención su idea.
- ¿Y si vuelven y nos los cruzamos? No tenemos ni idea de a dónde han ido. Esto no es un pasillo: probablemente haya miles de formas de llegar al mismo sitio.
- Pero bueno, quizás incluso encontremos comida. El único problema es qué hacer si ellos regresan -no me atrevo a mencionar que quizás no regresen nunca-, y , al no encontrarnos, vuelvan a salir. Si hay por aquí algo en lo que escribir, quizás podríamos dejar algún tipo de mensaje...
Ahora, que me siento tan débil, toda muestra de hostilidad o bordería que pudiera haber tenido el día anterior ha desaparecido. Bah, cuando recupere fuerzas ya tendré tiempo de gritar bastante.

En el camino de regreso al torreón Alicia y yo paramos en la fuente para recoger agua en los recipientes que habíamos encontrado en el edificio donde habíamos pasado la noche. Caillech y el resto volvieron a adentrarse en la laberíntica maraña de calles donde habíamos encontrado comida la tarde anterior para ver si ya habían llegado nuestras provisiones de hoy.
Alicia y yo llegamos antes que ellos, pero no debía faltar mucho para que apareciesen. El camino de vuelta trasncurrió sin incidentes, al menos para Alicia y para mí. Cuando ya divisábamos el torreón en la distancia me empecé a preguntar cuál sería la reacción de los que se habían quedado en el torreón al vernos. ¿Creerían que habíamos muerto? ¿Habrían cenado algo esta noche? Hablando de eso, ¿qué hora sería? Miré hacia el cielo en busca de alguna pista. Suponía que no demasiado tarde, calculaba que no nos habíamos puesto a dormir muy tarde la noche anterior, estábamos agotados. Debía ser media mañana, quizás... No es que tuviera mucho conocimiento sobre estos temas, pero por la posición del sol no podía ser muy tarde.
Según nos acercamos al torreón y cruzamos el puente que hay sobre el foso empiezo a apretar más el paso, todo lo que el peso de la vasija con agua me permite. Me planto frente a la puerta del torreón y dejo la vasija en el suelo para poder abrir la puerta. Recojo de nuevo la vasija y Alicia y yo entramos.
-¡Buenos días! -Saludo alegremente para quien esté escuchando-. Quizás creisteis que os libraríais de cinco bocas que alimentar pero todavía no tendréis esa suerte. Ayer tuvimos un encuentro de alto nivel. Fue tan emocionante que casi vomitamos hasta la primera papilla. Literalmente.
Dejo la vasija en donde considero que no estorba hasta encontrar un mejor sitio.
-Mark, Caillech y nuestro estimado conde deben estar a punto de llegar con el desayuno -añado mientras me dejo caer en una silla.

Llegue al Torreon con nueva comida añadida a la que ya teniamos recogida del extraño barrio en el que Caillech, el conde Dracula y yo habiamos ido a recogerla...
Me sentia melamcolico, hacia dos dias que no veia este sitio, pero por alguna razon me sentia seguro de estar aqui.
Al entrar pude ver tanto a Alicia como a Noel, los cuales habian traido agua saludando a la gente del torreon

-Hola a todos-saludé, esta vez con mas seguridad

Cogi la comida que habia traido y se la enseñe, una vez alli les enseñe la comida que habiamos traido

-No se si deberiamos cocinarla o algo-dije yo señalando la asquerosa comida

No mencione que Cail habia comido, era lo mejor para todos no decirlo.....aun y asi reparti la comida en porciones iguales, yo tenia ganas ya de comer no se los demas...

Todos sabíamos lo importante que era el agua para poder sobrevivir, asi como la comida, pero si fuesemos todos juntos a por ambas cosas tardaríamos más en llegar a la seguridad que representaba la torre y los otros tendrían que esperar más para conseguir lo que traíamos para ellos. Asi pues, decidimos con unanimidad separar nuestro grupo en dos. Alicia y Noel irian a por agua, mientras que los tres restantes volveríamos al sitio de ayer a por comida.

No tardamos mucho en llegar y encontrar la bañera con su peculiar piloto con paja. Cogimos cuanto pudimos llevar encima sin entorpecernos la marcha antes de dirigirnos al punto de encuentro, la torre. En ningún momento hacia nuestra meta nos encontramos con aquel asqueroso ser o algo parecido. Fue una marcha bastante tranquila, sin ningún incidente que reportar. Mejor, no deseaba volver a oler nada semejante en mi vida. Bastante de mal humor estaba ya por el vívido sueño que había tenido aquel día.

Vale, es cierto que siempre lo había tenido, pero de alguna forma este había sido distinto, más real, más... aterrador. Un sentimiento que odiaba admitir que sentía.

Vi como la figura de Alicia y Noel entrando en el torreón cuando pude vislumbrar el torreón al final. Con paso tranquilo entré tras Mark, no estaba con ganas para nada. Dejé en una parte la comida mientras me apollaba en una pared con las manos en jarra y con la mente en alguna otra parte mientras ellos repartían la comida de forma justa.

- Si, lo mismo - dije a modo de saludo mientras cogía la mitad de la parte que me habían dado, aún estaba dándole vueltas al sueño y eso y el hecho de haber comido ayer no es que me diese mucha hambre.

Me vuelvo. Vaya, he oído voces. Aunque quizás sea solo un espejismo provocado por el hambre, que hace que me duela la barriga.
Entonces, vuelvo a oírlo. ¿Son realmente Alicia, Mark y Noel? Vaya, nunca pensé que pudiera alegrarme de oír a este último, pero así es.
Corro hacia ellos. Reprimo una sonrisa para mantener esa estampa seria y borde que tengo habitualmente. No, aún no estoy dispuesta a desprenderme de esa coraza. Demasiado pronto para enseñar otro lado de mí que no sea el que ya he mostrado.
Apresuradamente, Noel realiza un breve resumen de todo lo sucedido. ¿Desayuno? Eso vuelve realmente bien.
Quiero decir algo y sin embargo, de mi boca solo sale un murmullo:
- Ah...
Ahora noto también la boca seca. No me había dado cuenta hasta ahora. De cualquier forma, me encojo de hombros tras un nuevo comentario de Noel.
- Buah, cinco bocas más, cinco bocas menos... ¿Qué más dará? -No menciono que estábamos a punto de salir a buscarles. Tampoco muestro especial alegría.
A pesar de eso, me pregunto si habrán notado en el tono de mi voz esa pequeña faceta amable que espero hacer desaparecer en cuanto coma un poco y consiga unas horas de sueño.

Poco después de nuestra llegada, Mark aparece seguido de Caillech y Vlad. Habían encontrado más comida por lo que parecía. Hannah salió a recibirnos para mi sorpresa sin gritarnos. ¿Estaría preocupada por nosotros de verdad? Bueno, a mí ella no me caía muy bien que digamos pero no quisiera que le ocurriese nada malo a ninguno de mis compañeros.

-Bien, cuando estemos todos podemos empezar a comer... Aunque algunas cosas hay que cocinarlas. También hemos traído agua de la fuente.
Cuando dije esto me di cuenta de lo seca que tenía la garganta. Había bebido de camino en la propia fuente pero la experiencia de ayer me había dejado muy sediento. Me levanto y bebo un poco del agua que habíamos traído. Me seco la boca con la manga de mi chaqueta y continúo hablando.
-No sé si pensasteis que habíamos huído con la comida a otro país, o quizás deba decir a otro mundo, pero la verdad es que nos hubiera encantado regresar anoche. Sin embargo, cuando gracias al todopoderoso olfato de Caillech -la señalo con un gesto teatral e imito ligeramente el tono que solía emplear Vladimir en sus pomposos discursos- encontramos la preciada comida, la cual gracias a dios no son gusanos putrefactos o algo parecido como decían los espantapájaros... tuvimos que llevar a cabo una hazaña heroica. Heroica y no apta para gente con poco estómago. Nos vimos asaltados por una especie de zombi obeso que debía tener tanta hambre como nosotros y que a juzgar por su olor debía de acabar de salir del basurero del mismísimo infierno, por aquello del olor del azufre, o algo semejante.
Nosotros, como buenos valientes, echamos a correr por las laberínticas calles de esta encantadora ciudad. Hasta que llegamos a una especie de brecha gigantesca en el suelo -hago una pausa al recordar el horror que pudimos contemplar allí y me estremezco ligeramente-. Era una fosa llena de huesos y restos putrefactos de cadáveres -digo con tono sombrío. Pero vuelvo a recuperar el tono despreocupando para continúar relatando nuestra fascinante aventura con fingida solemnidad, cambiando de la primera persona la tercera-. Pero los héroes, intrépidos como eran, la cruzaron gracias a una inestable pasarela de madera en cuestionable buen estado de conservación esperando que el engendro no se atreviese a seguirlos por allí, al fin y al cabo pesaba demasiado... El heroico conde -realizo otro gesto para señalar a Vladimir- en toda su heroicidad trató de abatir a la bestia con una flecha... pero su puntería no estaba afinada, o quizás fue culpa del arco, pero lo cierto es que falló -no pude reprimir una risita tras lo que acababa de decir-. Lo que ocurrió a continuación revolverá el estómago de nuestros intrépidos héroes durante semanas, posiblemente. El engendro comenzó a expulsar lo que debían ser sus entrañas y las entrañas de todos los seres que había deglutido hasta ese momento por su aspecto... y especialmente olor. Ahora era ligero cual pluma y nuestros valientes héroes decidieron volver a echar a correr cual alma que lleva el diablo. Dieron con un torreón muy similar a este -digo mirando alrededor- y allí consiguieron dar esquinazo a su higiénico perseguidor -finalizo mi improvisada narración teatral con una breve reverencia-. El resto es historia, pasamos la noche allí porque era tarde y temíamos encontrarnos de nuevo con nuestro putrefacto amigo si salíamos. Todo muy normal -termino de hablar con un leve encogimiento de hombros fingiendo despreocupación.


Nota: en los torreones hay cocinas, que alguien diga que la encontrasteis mientras limpiabais y eso.

¿Que estaba pasando? ¿Delirios provocados por el hambre? Estaba ahi, Hannah, pero estaba amable, incluso se alegraba de vernos, no me lo podia creer, una Hannah calmada...era imposible. Me pellizque para comprobar si no era un sueño, no, no lo era, pero supongo que esta calma no duraria mucho, asi que por ahora solamente la saludaria amablemente como los demas
El discurso de Noel de nuestras hazañas me hizo reir bastante sobre todo cuando hizo una imitacion que parecia bastante trabajada de nuestro Lord, el conde.
Despues de comer la comida que era comestible me sumergi entre los pasillos del torreon a limpiar nuevamente, esta tarea nunca se me habia dado bien pero si nadie lo hacia, en fin....
Limpiando encontre algo parecido a una cocina, desde donde estaba baje por las escaleras y les dije a todos

-He encontrado una cocina....parece que podemos usarla-despues de una pausa dije-¿Quien de aqui sabe cocinar?
Evidentemente si querian comida vomitiba cocinaria yo, pero si no.....casi mejor que cocine otra persona

No puedo hacer sino aplaudir tras la historia que cuenta el chico moreno, cuyo nombre no consigo recordar. Si lo que decían era cierto y había ese tipo de monstruosidades en la ciudad, tal vez lo de salir no sea tan seguro, ni siquiera en grupo. Procuro que mi cara no refleje ningún tipo de preocupación y esbozo una sonrisa. Sonrisa que desaparece en cuanto veo a Cail. Definitivamente tengo que aclarar un par de cosas con ella antes de nada.

-Bueno, pues... ¡pongámonos manos a la obra con la comida!-les digo intentando sonar animado, para quitarle hierro al hecho de que estemos en un sitio donde corremos un peligro constante-. Yo no sé cómo soléis cocinar las cosas, así que, si no os importa, prefiero dejaos la labor a vosotros, para que comáis a gusto-entonces recuerdo lo de los pájaros y me agacho a coger algo de carne cruda de las cestas-. Esto si no os importa, os lo robaré para alimentar a nuestros anfitriones... Un momento, ¿vosotros sabéis algo de los...?-no acabo la pregunta, pues la respuesta es demasiado clara-. Resulta que en el último piso tenemos un nido de unos seres parecidos a pájaros, de apariencia algo inhóspita, y ya que hemos invadido su hábitat, habíamos pensado en probar a darles de comer, para... Ganarnos su confianza o intentarlo al menos...-por el tono de voz, se nota que ni a mí acaba de convencerme esto, pero tampoco hay muchas opciones más-. Bueno, id cocinando, que mientras voy a alimentarlos-añado apresuradamente, intentando no hablar de más. Pues realmente la razón por la que quiero llevarles la comida no es tanto la de alimentar a los pájaros, sino otra.

Y tras levantarme, avanzo hasta las escaleras, no sin antes dirigir a Caillech un gesto con la cabeza para que me siga. Si es realmente consciente de la situación en la que estamos, sabrá que no le queda otra opción que seguirme hasta el último piso para hablar conmigo. Conozco su pasado, soy consciente de lo que hizo y no olvidaré su traición, pero quizá mientras estemos fuera de Asrena lo mejor sea llevarnos bien.