Torreón Maciel (Archivo II)
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HurzaComeojos
Soñador
Yber
Vlad
Giniroryu
Alicia
Shylver
Martalar
Caillech
Sevent
14 participantes
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidadPersonajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Torreón Maciel (Archivo II)
05/11/11, 11:42 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Llegue al torreon seguido de Hannah que extrañamente parecia preocupada por mi, pero eso ya daba igual esto era ridiculo, estaba encerrado en una pesadilla de la que no podia despertar, asi que ¿Que mas daba si me mataban o no? Asi despertaria no? JAJAJAJAJAJJAJAJA
-Asi que este es el torreon......
Entre dentro de este, estaba en un estado bastante malo, no queria imaginarme que habia pasado ahi y menos lo que iba pasar, pero que mas daba total esto era ridiculo, no podia estar pasando...o si?
-HAANNAH! Lo hemos encontrado-dije
Llegue al torreon seguido de Hannah que extrañamente parecia preocupada por mi, pero eso ya daba igual esto era ridiculo, estaba encerrado en una pesadilla de la que no podia despertar, asi que ¿Que mas daba si me mataban o no? Asi despertaria no? JAJAJAJAJAJJAJAJA
-Asi que este es el torreon......
Entre dentro de este, estaba en un estado bastante malo, no queria imaginarme que habia pasado ahi y menos lo que iba pasar, pero que mas daba total esto era ridiculo, no podia estar pasando...o si?
-HAANNAH! Lo hemos encontrado-dije
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- HurzaComeojos
Ficha de cosechado
Nombre: Kromen Pietro (antes, Sezk)
Especie:
Habilidades: Salto, memoria y agilidad.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
26/11/11, 09:42 pm
Mediodía. La luz se desparramaba por las pequeñas ventanas de las mazmorras. Un rato después de que Vladimir saliese, Noel había entrado. Me caía bien el chico, parecía simpático. Una rata pasó a mi lado. Rápidamente, extendí el brazo y la atrapé. La cogí de la cola y me la llevé a la boca.
-Podéis estar muy buenas, pero ni en broma engañáis al hambre. Ni vosotras ni las cucarachas.
Cogí una piedra de las más afiladas del suelo.
-A falta de cuchillo, ésta es la mejor solución.
Me la clavé lentamente en el brazo. Hasta ese punto podía soportarlo. El dolor corría por mis venas como si de sangre se tratase. Claro que, el dolor combinado con el hambre es un asco. Me la fui clavando más y más a cada segundo que pasaba. Es sólo dolor. Una sensación física, como el cansancio, el sueño, el hambre. Me sentía un poco sólo, así que la dejé salir.
Deja de pensar en el hambre y en la comida, maldita sea. Que te está entrando más hambre de la que ya tienes. Y por si lo habías olvidado, si tu sientes hambre, yo me también me resiento.
Un poco más y mi brazo comenzaría a sangrar. Por allí no veía nada con lo que pudiese cortarme la hemorragia, así que tiré la piedra a un lado. Se había quedado una herida muy fea. No tenía nada que hacer, así que me puse a pegarle a la pared. Un golpe. Otro. Otro más. Mis nudillos se estaban quedando en carne viva. Me recordó a lo que hacía un compañero ranta mío, Pail. Golpeaba las rocas que encontrábamos en el desierto. Al final los nudillos se le quedaron en carne viva, comenzó sangrar, y, como no había vendas a mano, se desangró. Fue una de las muerte más patéticas que he presenciado nunca.
¿Estás pensando acaso en el suicidio por desangre? Por que si es eso, vas a quedar aún más patético de lo que ya eres. Ya veo a Vladimir encima de tu cadáver, tirándolo a los pajarito de arriba.
¿Me siento solo y así me ayudas?
Nadie te garantizó que fuese a ser amable.
Anda, vete.
Sentí cómo se removía y se escondía. Por lo menos esa vez me hizo caso. El hambre aumentaba a cada momento, así que intenté llamar a los demás, a ver si se animaban a traerme algo de comer. Aunque seguramente Vladimir les diría que no, supongo que una muerte por inanición es más cómoda que mancharse de sangre.
-¡¡¡Que alguien me traiga algo de comer, por favor!!! ¡¡Os advierto que el olor de mi cadáver no será muy agradable cuando me muera de hambre!!
Ahora sólo queda esperar a ver si alguien me trae un trocito de carne al menos. Si no muero de hambre antes, claro.
-Podéis estar muy buenas, pero ni en broma engañáis al hambre. Ni vosotras ni las cucarachas.
Cogí una piedra de las más afiladas del suelo.
-A falta de cuchillo, ésta es la mejor solución.
Me la clavé lentamente en el brazo. Hasta ese punto podía soportarlo. El dolor corría por mis venas como si de sangre se tratase. Claro que, el dolor combinado con el hambre es un asco. Me la fui clavando más y más a cada segundo que pasaba. Es sólo dolor. Una sensación física, como el cansancio, el sueño, el hambre. Me sentía un poco sólo, así que la dejé salir.
Deja de pensar en el hambre y en la comida, maldita sea. Que te está entrando más hambre de la que ya tienes. Y por si lo habías olvidado, si tu sientes hambre, yo me también me resiento.
Un poco más y mi brazo comenzaría a sangrar. Por allí no veía nada con lo que pudiese cortarme la hemorragia, así que tiré la piedra a un lado. Se había quedado una herida muy fea. No tenía nada que hacer, así que me puse a pegarle a la pared. Un golpe. Otro. Otro más. Mis nudillos se estaban quedando en carne viva. Me recordó a lo que hacía un compañero ranta mío, Pail. Golpeaba las rocas que encontrábamos en el desierto. Al final los nudillos se le quedaron en carne viva, comenzó sangrar, y, como no había vendas a mano, se desangró. Fue una de las muerte más patéticas que he presenciado nunca.
¿Estás pensando acaso en el suicidio por desangre? Por que si es eso, vas a quedar aún más patético de lo que ya eres. Ya veo a Vladimir encima de tu cadáver, tirándolo a los pajarito de arriba.
¿Me siento solo y así me ayudas?
Nadie te garantizó que fuese a ser amable.
Anda, vete.
Sentí cómo se removía y se escondía. Por lo menos esa vez me hizo caso. El hambre aumentaba a cada momento, así que intenté llamar a los demás, a ver si se animaban a traerme algo de comer. Aunque seguramente Vladimir les diría que no, supongo que una muerte por inanición es más cómoda que mancharse de sangre.
-¡¡¡Que alguien me traiga algo de comer, por favor!!! ¡¡Os advierto que el olor de mi cadáver no será muy agradable cuando me muera de hambre!!
Ahora sólo queda esperar a ver si alguien me trae un trocito de carne al menos. Si no muero de hambre antes, claro.
- Martalar
Ficha de cosechado
Nombre: Hannah Lahey
Especie:
Habilidades: Vista de lince, automotivación y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
27/11/11, 12:02 am
Sigo a Alphonse, notando como Mark me sigue a mí. Parece un perrito faldero... Aunque, claro, bien mirado, se podría decir que yo soy el perrito faldero de Alphonse. Me acuerdo del sueño de Mark, que escuché en parte. ¿Un perro, yo? Me cago en...
Con estos pensamientos en mente, me alejo un poco de el chico cuando comienza a hablar sobre los cristales.
Su forma tranquila y objetiva de hablar, como si explicase algo científicamente comprobado ya, me recuerda a las clases del colegio. Por ello, la situación que me resulta tan familiar me hace sentirme relajada, en paz conmigo misma desde que llegué aquí.
Sin embargo, no dejo que mis rasgos se suavicen ni un instante. Cojo uno de los cristales y comienzo a experimentar, con saliva, con agua... Cualquer cosa con tal de entretenerme e intentar no pensar más en esa sesación tan extraña que siento.
Finalmente, oigo un grito de Mark, que se corta con uno de los cristales y, al momento, este empieza a brillar.
- Todos los tontos tienen suerte -digo, poniendo los ojos en blanco teatralmente.
Tras un rato rebuscando en un libro, estoy a punto de cerrarlo, y la voz de Mark me sobresalta. Me vuelvo con tanta violencia que mi codo pasa a apenas unos centímetros de su rostro. No recordaba que estuviera tan cerca. Tengo que pensar durante unos instantes para lograr procesar lo que me está preguntando.
- Nada -respondo finalmente.
Y, ante esa segunda pregunta, sonrío irónicamente.
- No lo sé, ahora no tengo ni idea de las ganas que tendré en un rato de que me coman los monstruos. De todas formas, si finalmente voy, recuérdame que me lleve un sobrecito de ketchup... Quizás les parezca demasado sosa - Vuelvo a sonreír.
Vaya, al fin vuelvo a ser yo.
Finalmente, bastante satisfecha conmigo misma, aunque sin exteriorizarlo, desciendo a la planta baja.
Allí, oigo los gritos de Sezk, desde el sótano. Así que la mascota quiere comida...
Me acerco a donde está la cesta, y agarro un trozo de carne que hay al fondo y una pieza de fruta. Finalmente, bajo al sótano, tanteando las escaleras a ciegas con la intención de evitar una mala caída.
Cuando mis ojos se acostumbran a la luz, me acerco a su celda. Lo veo acurrucado al final y, sin prisas, muestro ambas piezas de comida.
- ¿Carne o fruta? ... Bah, da igual. -Diciendo esto, lanzo ambas al interior.- Que te aproveche.
Finalmente, subo con lentitud por las escaleras, y vuelvo a donde están Alphonse y Mark.
Aunque ni ellos ni Sezk lo sepan, en realidad agradezco a este último que haya conseguido esa paz relativa en el torreón... Bah, supongo, adaptando el dicho popular, que no hay bicho nuevo que por fuga de los lagartos no venga.
Con estos pensamientos en mente, me alejo un poco de el chico cuando comienza a hablar sobre los cristales.
Su forma tranquila y objetiva de hablar, como si explicase algo científicamente comprobado ya, me recuerda a las clases del colegio. Por ello, la situación que me resulta tan familiar me hace sentirme relajada, en paz conmigo misma desde que llegué aquí.
Sin embargo, no dejo que mis rasgos se suavicen ni un instante. Cojo uno de los cristales y comienzo a experimentar, con saliva, con agua... Cualquer cosa con tal de entretenerme e intentar no pensar más en esa sesación tan extraña que siento.
Finalmente, oigo un grito de Mark, que se corta con uno de los cristales y, al momento, este empieza a brillar.
- Todos los tontos tienen suerte -digo, poniendo los ojos en blanco teatralmente.
Tras un rato rebuscando en un libro, estoy a punto de cerrarlo, y la voz de Mark me sobresalta. Me vuelvo con tanta violencia que mi codo pasa a apenas unos centímetros de su rostro. No recordaba que estuviera tan cerca. Tengo que pensar durante unos instantes para lograr procesar lo que me está preguntando.
- Nada -respondo finalmente.
Y, ante esa segunda pregunta, sonrío irónicamente.
- No lo sé, ahora no tengo ni idea de las ganas que tendré en un rato de que me coman los monstruos. De todas formas, si finalmente voy, recuérdame que me lleve un sobrecito de ketchup... Quizás les parezca demasado sosa - Vuelvo a sonreír.
Vaya, al fin vuelvo a ser yo.
Finalmente, bastante satisfecha conmigo misma, aunque sin exteriorizarlo, desciendo a la planta baja.
Allí, oigo los gritos de Sezk, desde el sótano. Así que la mascota quiere comida...
Me acerco a donde está la cesta, y agarro un trozo de carne que hay al fondo y una pieza de fruta. Finalmente, bajo al sótano, tanteando las escaleras a ciegas con la intención de evitar una mala caída.
Cuando mis ojos se acostumbran a la luz, me acerco a su celda. Lo veo acurrucado al final y, sin prisas, muestro ambas piezas de comida.
- ¿Carne o fruta? ... Bah, da igual. -Diciendo esto, lanzo ambas al interior.- Que te aproveche.
Finalmente, subo con lentitud por las escaleras, y vuelvo a donde están Alphonse y Mark.
Aunque ni ellos ni Sezk lo sepan, en realidad agradezco a este último que haya conseguido esa paz relativa en el torreón... Bah, supongo, adaptando el dicho popular, que no hay bicho nuevo que por fuga de los lagartos no venga.
- Shylver
Ficha de cosechado
Nombre: Akasha
Especie: Ochroria
Habilidades: «Agilidad, Motivación, Carisma»
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
27/11/11, 12:49 am
Bajo el cubo, lleno el cubo, subo el cubo. Parecía más difícil a primera vista, dado que no había visto un pozo en mi vida. En persona, quiero decir. No solía salir mucho de mi casa, ni mucho menos de la ciudad. En fin, con el agua en el cubo, lo transporto al estudio. Desde el patio veo una leve luz salir por la ventana. ¿He encendido alguna vela antes de ir a por agua? Creo que no. Lo sabría. Esa luz parece ser una buena señal en relación a nuestra investigación.
Y, efectivamente, cuando llego al estudio y dejo el cubo en el suelo compruebo que se trata de un cristal encendido por Mark.
¡Buen trabajo!-le digo. Parece ser que por el cristal corren un par de gotas de sangre.-Entonces supongo que ya no será necesario el cubo, ¿no? Definitivamente es cosa de la sangre. Lo comprobaré por mi mismo.
Sin mayor espera, tomo uno de los cristales de la caja y lo agarro con fuerza. No la suficiente fuerza como para crear una verdadera herida, pero sí como para que algunos hilillos de sangre se deslicen hasta él. Giro la mano con tal de dejar el cristal sobre la palma, para observar mejor el proceso. Vaya, al contrario de lo que creía, el cristal no es completamente sólido. Su interior parece estar hueco, y en él se halla un diminuta esfera negra. Por otro lado, la sangre, lejos de simplemente resbalar por su superficie, comienza a entrar en su interior. Es como si el cristal que recubre la esfera funcionase a modo de filtro. Es en el momento en el que la sangre llega a la esfera cuando esta comienza a brillar, aprovechando el propio cristal como lente para amplificar el brillo. Sospecho que sin el cristal todo este espectáculo de luces no sería tan espectacular. La luz es cambiante y caprichosa.
-Fascinante.-me limito a susurrar. Es un buen comienzo.
Con la mano libre alcanzo otro de los cristales sin encender de la caja y comparo. Ningún cambio destacable, si exceptuamos la luz que emana el primero. Resuelto el tema del cómo, queda el qué y el cuándo. El cristal se enciende con sangre. ¿Qué es lo que hace que el cristal produzca luz, y cuál es la duración del efecto? Tendré que esperar entonces, y con suerte, la respuesta a la segunda pregunta me dará alguna pista sobre la primera.
Si voy a tener que esperar, prefiero hacerlo cómodo, así que me siento en la silla mientras sigo contemplando la luz del cristal. Juraría que el que llevaba Alicia ayer en la mano brillaba más que los dos que tenemos aquí...
Y, efectivamente, cuando llego al estudio y dejo el cubo en el suelo compruebo que se trata de un cristal encendido por Mark.
¡Buen trabajo!-le digo. Parece ser que por el cristal corren un par de gotas de sangre.-Entonces supongo que ya no será necesario el cubo, ¿no? Definitivamente es cosa de la sangre. Lo comprobaré por mi mismo.
Sin mayor espera, tomo uno de los cristales de la caja y lo agarro con fuerza. No la suficiente fuerza como para crear una verdadera herida, pero sí como para que algunos hilillos de sangre se deslicen hasta él. Giro la mano con tal de dejar el cristal sobre la palma, para observar mejor el proceso. Vaya, al contrario de lo que creía, el cristal no es completamente sólido. Su interior parece estar hueco, y en él se halla un diminuta esfera negra. Por otro lado, la sangre, lejos de simplemente resbalar por su superficie, comienza a entrar en su interior. Es como si el cristal que recubre la esfera funcionase a modo de filtro. Es en el momento en el que la sangre llega a la esfera cuando esta comienza a brillar, aprovechando el propio cristal como lente para amplificar el brillo. Sospecho que sin el cristal todo este espectáculo de luces no sería tan espectacular. La luz es cambiante y caprichosa.
-Fascinante.-me limito a susurrar. Es un buen comienzo.
Con la mano libre alcanzo otro de los cristales sin encender de la caja y comparo. Ningún cambio destacable, si exceptuamos la luz que emana el primero. Resuelto el tema del cómo, queda el qué y el cuándo. El cristal se enciende con sangre. ¿Qué es lo que hace que el cristal produzca luz, y cuál es la duración del efecto? Tendré que esperar entonces, y con suerte, la respuesta a la segunda pregunta me dará alguna pista sobre la primera.
Si voy a tener que esperar, prefiero hacerlo cómodo, así que me siento en la silla mientras sigo contemplando la luz del cristal. Juraría que el que llevaba Alicia ayer en la mano brillaba más que los dos que tenemos aquí...
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
27/11/11, 03:15 pm
Las respuestas sarcasticas de Hannah no eran tan malintencionadas como de costumbre, pero se podia vislumbrar malicia en ellas, esa chica....seguro que le pasaba algo, queria preguntarselo, pero seguramente me recibiria con un grito, y no teniamos ni un minimo de confianza entre nosotros...bueno ahora no era el momento para hablar con ella, deje de mirarla y me concentre en el cristal...
Al momento Alphonse entro por la puerta, me habia felicitado..., sonrei como un tonto, casi nadie me habia felicitado en esta vida, todo lo hacia mal y era un torpe, aunque este logro tambien habia ocurrido por mi torpeza me senria feliz.
-Gracias-murmure-Pero..bueno..es solo una conjetura...pero el cristal puede ser quizas un ser vivo, se alimenta de sangre...como los vampiros..puede sonar ridiculo, pero a ver yo nunca he visto un cristal absorber sangre...a lo mejor solo es un cristal y no esta vivo pero esta claro que necesita sangre para algo y sospecho que ese algo no es solo brillar
Un cristal absorbe sangre no me daba muy buenas vibraciones, esto era Rocavarancolia y podiamos morir, bueno, al menos el cristal nos serviria de lampara...
Alphonse parecia dispuesto a esperar a que el cristal se apagara y cronometrar el tiempo en el que tardaba en apagarse.
-Esto...yo mientras esperamos me voy a ir a emtrenar...recordad que nos dijeron que podriamos morir...y esto esta muy calmado, yo vuando fui al otro torreom vi a un momstruo con mis propios ojos...no me extrañaria que se colaran aqui dentro...asi que quiero estar preparado por si entran...-yo..no quiero que nadie muera, quise añadir, pero no lo hice...-si alguien quiere venirse-dije mirando de reojo a Hannah
Sabia que Alphonse no se iba a venir, estaba enfrascado en la investigacion, y se lo agradecia muchisimo, pero tambien teniamos que prepararnos para batallas venideras, pero en esas batallas...yo...no sere capaz...no, bueno...no debia pensar en ello...
Baje por las escaleras hasta llegar al patio donde cogiendo mi espada comence a dar torpes estocadas al aire, se que mi tecnica asi no mejoraria, pero seguro que mi fuerza si, y asi podria mover la mandoble con mas agilidad
Primero di una estocada de arriba abajo,uego a la derecha, luego a la izquierda, y para acabar hacia el frente, hacia el centro, repeti esta serie de repeticiones hasta que mis brazos quedaron molidos
Una vez acabe subi a ver si ya habian acabado...olia mal estaba claro, aunque por suerte yo pocas veces sudaba y mi olor corporal tampoco erammuy fuerte..aun y asi me separe un poco de ellos para que no lo notaran, luego me tendria que dar una ducha
-¿Ya se ha apagado? ¿habeis descubierto algo?
Al momento Alphonse entro por la puerta, me habia felicitado..., sonrei como un tonto, casi nadie me habia felicitado en esta vida, todo lo hacia mal y era un torpe, aunque este logro tambien habia ocurrido por mi torpeza me senria feliz.
-Gracias-murmure-Pero..bueno..es solo una conjetura...pero el cristal puede ser quizas un ser vivo, se alimenta de sangre...como los vampiros..puede sonar ridiculo, pero a ver yo nunca he visto un cristal absorber sangre...a lo mejor solo es un cristal y no esta vivo pero esta claro que necesita sangre para algo y sospecho que ese algo no es solo brillar
Un cristal absorbe sangre no me daba muy buenas vibraciones, esto era Rocavarancolia y podiamos morir, bueno, al menos el cristal nos serviria de lampara...
Alphonse parecia dispuesto a esperar a que el cristal se apagara y cronometrar el tiempo en el que tardaba en apagarse.
-Esto...yo mientras esperamos me voy a ir a emtrenar...recordad que nos dijeron que podriamos morir...y esto esta muy calmado, yo vuando fui al otro torreom vi a un momstruo con mis propios ojos...no me extrañaria que se colaran aqui dentro...asi que quiero estar preparado por si entran...-yo..no quiero que nadie muera, quise añadir, pero no lo hice...-si alguien quiere venirse-dije mirando de reojo a Hannah
Sabia que Alphonse no se iba a venir, estaba enfrascado en la investigacion, y se lo agradecia muchisimo, pero tambien teniamos que prepararnos para batallas venideras, pero en esas batallas...yo...no sere capaz...no, bueno...no debia pensar en ello...
Baje por las escaleras hasta llegar al patio donde cogiendo mi espada comence a dar torpes estocadas al aire, se que mi tecnica asi no mejoraria, pero seguro que mi fuerza si, y asi podria mover la mandoble con mas agilidad
Primero di una estocada de arriba abajo,uego a la derecha, luego a la izquierda, y para acabar hacia el frente, hacia el centro, repeti esta serie de repeticiones hasta que mis brazos quedaron molidos
Una vez acabe subi a ver si ya habian acabado...olia mal estaba claro, aunque por suerte yo pocas veces sudaba y mi olor corporal tampoco erammuy fuerte..aun y asi me separe un poco de ellos para que no lo notaran, luego me tendria que dar una ducha
-¿Ya se ha apagado? ¿habeis descubierto algo?
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
27/11/11, 04:48 pm
Aquel chico se obligó a arrastrase por la calle. Aquello era la mayor mierda en la que se habia metido en toda su vida. Aquel hombre le habia engañado y no se iba a olvidar se él.. De no ser por las putas ratas de antes...
Cogio un trozo de tela y lo cortó con ayuda de uno de sus cuchillos. Se vendó el brazo y cerró la hemorragia que se habia hecho al escapar. Habia ido de edificio en edificio buscando cosas útiles porque hasta ahora, no habia encontrado nada de comida y tenia que ser previsivo. Una música sonaba en su cabeza, como era costumbre gracias a las pastillas que se habia tomado. El chico ni si quiera sabia que era la música. Simplemente sabia que él era el único que la oia. A lo lejos vio una torre que se alzaba frente a los demças edificios. No estaba en el mejor de los estados pero por lo menos era más decente que los demás edificios que habia visto.
Mientras se acercaba al edificio recordó lo que habia pasado los últimos días. Aquella fuente extraña que le borró su lengua y el significado de su nombre. Las criaturas y sobre todo, alienigenas. Habia seres que no eran Ulteranos como él. Era una ciudad de locos y a él le venia como anillo al dedo. Río con una cacofonía sin saber muy bien porque. Los efectos de la pastilla se estaban llendo lentamente. Atravesó el muro por la entrada y cruzó el patio. La estatua del pajaro le hizo adoptar una mueca ante su grotequidad y llegó a la puerta que no estaba muy asegurada. No le costó mucho forzarla con un cuchillo y la abrío de par en par.
-Mierda.-fue lo unico que dijo entonces puesto que pudo apreciar por muchos detalles como aquel sitio estaba en verdad habitado. Andó con cuidado y atravesó el umbral. Cerró la puerta con sigilo y atravesó la estancia. Observaba todos los detalles. Cada recoveco, cada esquina, cada pared, con el cuchillo en mano y la otra sobre los demás. Llegó a lo que parecia una cocina y, ahí , en unas cestas encontró comida. Llenó los bolsillos de su pantalón y sudadera con todo lo que pudo. Esperaba que nadie se diera cuenta de su presencia ahí o tendria que salir por patas.
EDIT: Quitado el link por incongruencia.
Cogio un trozo de tela y lo cortó con ayuda de uno de sus cuchillos. Se vendó el brazo y cerró la hemorragia que se habia hecho al escapar. Habia ido de edificio en edificio buscando cosas útiles porque hasta ahora, no habia encontrado nada de comida y tenia que ser previsivo. Una música sonaba en su cabeza, como era costumbre gracias a las pastillas que se habia tomado. El chico ni si quiera sabia que era la música. Simplemente sabia que él era el único que la oia. A lo lejos vio una torre que se alzaba frente a los demças edificios. No estaba en el mejor de los estados pero por lo menos era más decente que los demás edificios que habia visto.
Mientras se acercaba al edificio recordó lo que habia pasado los últimos días. Aquella fuente extraña que le borró su lengua y el significado de su nombre. Las criaturas y sobre todo, alienigenas. Habia seres que no eran Ulteranos como él. Era una ciudad de locos y a él le venia como anillo al dedo. Río con una cacofonía sin saber muy bien porque. Los efectos de la pastilla se estaban llendo lentamente. Atravesó el muro por la entrada y cruzó el patio. La estatua del pajaro le hizo adoptar una mueca ante su grotequidad y llegó a la puerta que no estaba muy asegurada. No le costó mucho forzarla con un cuchillo y la abrío de par en par.
-Mierda.-fue lo unico que dijo entonces puesto que pudo apreciar por muchos detalles como aquel sitio estaba en verdad habitado. Andó con cuidado y atravesó el umbral. Cerró la puerta con sigilo y atravesó la estancia. Observaba todos los detalles. Cada recoveco, cada esquina, cada pared, con el cuchillo en mano y la otra sobre los demás. Llegó a lo que parecia una cocina y, ahí , en unas cestas encontró comida. Llenó los bolsillos de su pantalón y sudadera con todo lo que pudo. Esperaba que nadie se diera cuenta de su presencia ahí o tendria que salir por patas.
EDIT: Quitado el link por incongruencia.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
27/11/11, 06:33 pm
Vladimir estaba en la habitación. Llevaba la misma ropa desde que había llegado a Rocavarancolia. Le gustaba aquel traje negro, pero era evidente que no era lo más apropiado. Había traído un cubo de agua para el baño. Se desnudó con tranquilidad y lentitud cuidada. Estaba disfrutando del acto de desprenderse de las vestiduras que, tras tres días, comenzaba a ser molesta. Se quitó la chaqueta y se desató la corbata. Resultaba liberador. Comenzó a desabrocharse la camisa, dejando un largo intervalo de tiempo entre botón y botón. Poco a poco, pudo ver de nuevo su piel bajo la tela. Era enfermizamente blanca. Cuando al fin se la quitó, evitó mirarse el torso. No le traía buenos recuerdos.
Su cuerpo era simple y llanamente músculo y hueso. Nunca había podido permitirse tener grasa. Más hubiera querido tener tiempo de engordar. Las horas de entrenamiento le habían esculpido un cuerpo atlético. Pero eso no era lo más llamativo de su fisonomía.
Tenía el tronco y los antebrazos cubiertos de cicatrices. Cortes alargados y profundos cruzaban toda su blanca piel, cómo un retorcido tatuaje tribal de dolor marcando su cuerpo. Cada uno era un fallo, un desliz, una lección aprendida a base de palos. La letra con sangre entra, decían. Desde luego tenían razón. No iba a olvidarlas jamás. Aunque no tenía claro si aquello era bueno o una maldición.
Cuando finalmente se desnudó y se introdujo tranquilamente en el agua, fría cómo el hielo, se apresuró a limpiarse a conciencia, celérico. No se sentía cómodo, sobretodo teniendo a otras siete personas en el mismo edificio y sin cerrojo en la puerta.
Tras el rápido baño, tomó la ropa que había encontrado en el torreón. Unos pantalones y una camiseta de lino negro. Se las puso sin mucha dificultad. No estaba acostumbrado al tacto del tejido, pero se acostumbraría rápido. No tenía otra opción.
Consiguió encontrar unas botas altas, de cuero, que le quedaban bien, aunque algo grandes. Igualmente, le gustaba el calzado espacioso. Había unos guantes viejos, sin dedos.
Era ropa bastante vieja, pero le valía de sobra y con aquello se sentía más que satisfecho. Comenzó entonces a atarse los cintos de las armas que había tomado. No sabía cuantas podía cargar encima, pero cuantas más protegido y preparado estaría. Y debía acostumbrarse a andar con ellas encima.
Se ajustó al cinto el estoque y la daga, así cómo las dos hoces de generosas dimensiones. En aquel mismo cinturón se ató el carcaj de saetas para la ballesta. Tras esto, se echó a la espalda dos correas nuevas, con una funda cada una. En una guardó la espada larga y en la otra, la cimitarra.
Aseguró todos los cintos, asegurándose de que estaban ajustados y de que no se caerían. Así, además, minimizaba el sonido que hicieran al moverse.
Tomó la ballesta. Era perfectamente consciente de que no le quedaba sitio en el cuerpo dónde colgarla. Se limitó a mantenerla en la mano, con el dedo cerca del gatillo. No iba cargada, pero tenía la sensación de que tendría que usarla en breves, y quería llevarla a mano. Su paranoia constante quizás lo mantuviera vivo en aquella ciudad.
Salió de la habitación y se dirigió al estudio, dónde los otros estaban investigando el asunto de los cristales. Se encontró con el Señor Blanc sentado, mirando uno de los curiosos artefactos brillantes, ensimismado.
No había tenido tiempo de comprobar ninguno de ellos personalmente. Había oído hablar a los otros desde la habitación. Otra de las razones por las que se había bañado rápidamente. Siempre tenía el oído puesto en su alrededor, y tantas voces en su mismo piso no le tranquilizaban. Aunque le reconfortaba que el mayor peligro fuera que le encontraran desnudo en aquella especie de barreño medieval. Algo había entendido de lo hablado. Sangre. Una piedra que emitía luz al entrar en contacto con la sangre. Fantasioso, inusual. Se atrevería a decir que sobrenatural. ¿Por qué no? No se lo había planteado demasiado desde que había llegado a aquella jodida ciudad. Pero así era.
Gente que aparece en burbujas en el aire. Espantapájaros parlantes, bañeras voladoras, zombies caníbales. No había explicación racional para todo aquello. Cómo todo humano que se encontraba ante algo inexplicable, lo atribuía a algo sobrenatural o desconocido de forma vaga e imprecisa. No se planteaba cual podía ser la fuente de aquellas maravillas. Pero había una palabra en todas las lenguas del hombre para designar aquella fuente, aunque las había olvidado todas.
Tomó uno de los cristales en la mano. Se clavó deliberadamente uno de los puntiagudos vértices en la yema del pulgar. El material transparente absorbió la sangre y comenzó a relucir.
-Magia.- dijo en voz baja pero audible, más para si que para Alphonse, que también estaba embobado con su propia luz. Se mantuvo serio mientras observaba el curioso artefacto.
Se acercó a la mesa y abrió uno de los libros. Observó el galimatías escrito en un alfabeto desconocido.
Vladimir había sido un tipo de letras. De poco le servía ahora que había olvidado todas las lenguas que en su día había entendido. Pero recordaba las estructuras. Ni las palabras ni el significado ni las grafías escritas seguían rondando en su cerebro. Pero al menos, sabía lo que era un complemento directo, una declinación, un silabario, un alfabeto… conceptos ahora abstractos sin una aparente conexión con ninguna realidad. Un esqueleto vacío. Pero quizá aquello le ayudara a descifrar todo aquello.
-Quizás sea simplemente un cambio de alfabeto.- comenzó a decir Vladimir, esta vez sí hablando con Alphonse.- Recuerdo que, por ejemplo, habían conseguido descifrar el alfabeto micénico porque era griego, pero con otra representación gráfica. Es curioso, no recuerdo ni una palabra de griego. Pero centrémonos. Son símbolos unidos y con separaciones. Eso quiere decir que se deben de organizar para formar palabras. Eso nos facilita las cosas, porque quiere decir que no es simbólico, es decir, los signos no representan de por si una palabra. Si así fuera, esto podría resultar un infierno. Aunque los jeroglíficos eran figurativos, simbólicos y fonéticos. Esperemos que no sea así, por nuestro bien. También cabe la posibilidad de que representen fonemas más complejos cómo sílabas. Los silabarios tampoco son moco de pavo. Pero la cosa es que, si es nuestra misma lengua escrita con otros símbolos, sólo debemos buscar una palabra que se repita en el texto, intentar darle una equivalencia fonética a los signos, y… repetir el proceso. Pero tengo la sensación de que esto no es… ¿cómo se diría? ¿Rocavarancolés?
Habló su sentido del fatalismo cósmico. Vlad era un ferviente seguidor de la teoría de Murphy, y es que la había verificado tras largos años de penosa experiencia. Si algo puede salir mal, no sólo saldrá mal sin lugar a dudas; será peor de lo que te esperabas. Por aquella razón había adquirido cierta filosofía vital: Espérate lo peor. Siempre. Lo peor de lo peor. Así, suceda lo que suceda, será una mejor de lo espectado. Y si finalmente sucede lo más nefasto, al menos estarás preparado.
Estaba sumido en una profunda reflexión intelectual, intentando descubrir cómo diablos poder traducir aquel galimatías sin ayuda, cuando sus sentidos, siempre alerta, lo sacaron de un guantazo del profundo pozo de su psique. Alzó de repente la vista del libro para clavarla al frente.
-Nos hemos dejado la puerta abierta.
No esperó reacción de Alphonse. Extrajo una saeta del carcaj, retiró el cerrojo de la ballesta para tensarla, cargó el proyectil en el arma y salió por la puerta para descender por las escaleras.
Ciertamente, el puente estaba bajado y el rastrillo abierto. Maldijo mentalmente para sus adentros y mantuvo la ballesta en ristre mientras analizaba el comedor. Había pisadas en el suelo.
Las siguió para dirigirse a la cocina. Para su sorpresa, allí, llenándose los bolsillos de carne, había un… ¿tipo? Con tentáculos en la cabeza que le llegaban hasta la cintura. No sabía por qué se sorprendía. Al fin y al cabo, en las mazmorras tenía un lagarto humanoide de metro y medio con instintos homicidas.
-Si te mueves te meto esta flecha en la cabeza.
Su voz estaba comedida y tranquila. El tono era frío y distante. Usaba su tono para dar órdenes. Aunque la frase resultaba amenazadora, su tono no era violento. Era indicativo. Simplemente, señalaba una realidad. Lo cual sólo hacía más inquietante la oración. No tendría ningún reparo en perforarle el cerebro si hacía algún movimiento brusco. Aquello era lo que pretendía transmitir.
-Primero, ponga las manos sobre la cabeza. Suelte el cuchillo y apártelo de si de una patada. Todo muy despacio. Y ahora me dirá quién eres, que hace entrando en casa ajena sin avisar y por qué roba nuestra comida. No queremos problemas y no tenemos ningún reparo en ayudarle y darle de comer. Comprenda que desconfiemos. Ahora, por favor, haga lo que le digo para que esta desagradable situación llegue a término.
Puede que estuviera molesto, pero seguía siendo el Conde. No estaba furioso. No era educado sufrir de arranques emocionales tan violentos cómo la furia por un incidente tan irrelevante. Aunque para Vladimir Ibrahimovich una masacre no pasaba de “incidente sin importancia”.
Simple y llanamente, estaba molesto. La situación le resultaba incómoda, y pretendía acabar con ella rápidamente. Aquello era todo. El único problema es que podía solucionarlo hablando o matándolo limpiamente. Su educación le hacía recurrir primero a la palabra, pero también hacía que no le importase solucionarlo con violencia.
Su cuerpo era simple y llanamente músculo y hueso. Nunca había podido permitirse tener grasa. Más hubiera querido tener tiempo de engordar. Las horas de entrenamiento le habían esculpido un cuerpo atlético. Pero eso no era lo más llamativo de su fisonomía.
Tenía el tronco y los antebrazos cubiertos de cicatrices. Cortes alargados y profundos cruzaban toda su blanca piel, cómo un retorcido tatuaje tribal de dolor marcando su cuerpo. Cada uno era un fallo, un desliz, una lección aprendida a base de palos. La letra con sangre entra, decían. Desde luego tenían razón. No iba a olvidarlas jamás. Aunque no tenía claro si aquello era bueno o una maldición.
Cuando finalmente se desnudó y se introdujo tranquilamente en el agua, fría cómo el hielo, se apresuró a limpiarse a conciencia, celérico. No se sentía cómodo, sobretodo teniendo a otras siete personas en el mismo edificio y sin cerrojo en la puerta.
Tras el rápido baño, tomó la ropa que había encontrado en el torreón. Unos pantalones y una camiseta de lino negro. Se las puso sin mucha dificultad. No estaba acostumbrado al tacto del tejido, pero se acostumbraría rápido. No tenía otra opción.
Consiguió encontrar unas botas altas, de cuero, que le quedaban bien, aunque algo grandes. Igualmente, le gustaba el calzado espacioso. Había unos guantes viejos, sin dedos.
Era ropa bastante vieja, pero le valía de sobra y con aquello se sentía más que satisfecho. Comenzó entonces a atarse los cintos de las armas que había tomado. No sabía cuantas podía cargar encima, pero cuantas más protegido y preparado estaría. Y debía acostumbrarse a andar con ellas encima.
Se ajustó al cinto el estoque y la daga, así cómo las dos hoces de generosas dimensiones. En aquel mismo cinturón se ató el carcaj de saetas para la ballesta. Tras esto, se echó a la espalda dos correas nuevas, con una funda cada una. En una guardó la espada larga y en la otra, la cimitarra.
Aseguró todos los cintos, asegurándose de que estaban ajustados y de que no se caerían. Así, además, minimizaba el sonido que hicieran al moverse.
Tomó la ballesta. Era perfectamente consciente de que no le quedaba sitio en el cuerpo dónde colgarla. Se limitó a mantenerla en la mano, con el dedo cerca del gatillo. No iba cargada, pero tenía la sensación de que tendría que usarla en breves, y quería llevarla a mano. Su paranoia constante quizás lo mantuviera vivo en aquella ciudad.
Salió de la habitación y se dirigió al estudio, dónde los otros estaban investigando el asunto de los cristales. Se encontró con el Señor Blanc sentado, mirando uno de los curiosos artefactos brillantes, ensimismado.
No había tenido tiempo de comprobar ninguno de ellos personalmente. Había oído hablar a los otros desde la habitación. Otra de las razones por las que se había bañado rápidamente. Siempre tenía el oído puesto en su alrededor, y tantas voces en su mismo piso no le tranquilizaban. Aunque le reconfortaba que el mayor peligro fuera que le encontraran desnudo en aquella especie de barreño medieval. Algo había entendido de lo hablado. Sangre. Una piedra que emitía luz al entrar en contacto con la sangre. Fantasioso, inusual. Se atrevería a decir que sobrenatural. ¿Por qué no? No se lo había planteado demasiado desde que había llegado a aquella jodida ciudad. Pero así era.
Gente que aparece en burbujas en el aire. Espantapájaros parlantes, bañeras voladoras, zombies caníbales. No había explicación racional para todo aquello. Cómo todo humano que se encontraba ante algo inexplicable, lo atribuía a algo sobrenatural o desconocido de forma vaga e imprecisa. No se planteaba cual podía ser la fuente de aquellas maravillas. Pero había una palabra en todas las lenguas del hombre para designar aquella fuente, aunque las había olvidado todas.
Tomó uno de los cristales en la mano. Se clavó deliberadamente uno de los puntiagudos vértices en la yema del pulgar. El material transparente absorbió la sangre y comenzó a relucir.
-Magia.- dijo en voz baja pero audible, más para si que para Alphonse, que también estaba embobado con su propia luz. Se mantuvo serio mientras observaba el curioso artefacto.
Se acercó a la mesa y abrió uno de los libros. Observó el galimatías escrito en un alfabeto desconocido.
Vladimir había sido un tipo de letras. De poco le servía ahora que había olvidado todas las lenguas que en su día había entendido. Pero recordaba las estructuras. Ni las palabras ni el significado ni las grafías escritas seguían rondando en su cerebro. Pero al menos, sabía lo que era un complemento directo, una declinación, un silabario, un alfabeto… conceptos ahora abstractos sin una aparente conexión con ninguna realidad. Un esqueleto vacío. Pero quizá aquello le ayudara a descifrar todo aquello.
-Quizás sea simplemente un cambio de alfabeto.- comenzó a decir Vladimir, esta vez sí hablando con Alphonse.- Recuerdo que, por ejemplo, habían conseguido descifrar el alfabeto micénico porque era griego, pero con otra representación gráfica. Es curioso, no recuerdo ni una palabra de griego. Pero centrémonos. Son símbolos unidos y con separaciones. Eso quiere decir que se deben de organizar para formar palabras. Eso nos facilita las cosas, porque quiere decir que no es simbólico, es decir, los signos no representan de por si una palabra. Si así fuera, esto podría resultar un infierno. Aunque los jeroglíficos eran figurativos, simbólicos y fonéticos. Esperemos que no sea así, por nuestro bien. También cabe la posibilidad de que representen fonemas más complejos cómo sílabas. Los silabarios tampoco son moco de pavo. Pero la cosa es que, si es nuestra misma lengua escrita con otros símbolos, sólo debemos buscar una palabra que se repita en el texto, intentar darle una equivalencia fonética a los signos, y… repetir el proceso. Pero tengo la sensación de que esto no es… ¿cómo se diría? ¿Rocavarancolés?
Habló su sentido del fatalismo cósmico. Vlad era un ferviente seguidor de la teoría de Murphy, y es que la había verificado tras largos años de penosa experiencia. Si algo puede salir mal, no sólo saldrá mal sin lugar a dudas; será peor de lo que te esperabas. Por aquella razón había adquirido cierta filosofía vital: Espérate lo peor. Siempre. Lo peor de lo peor. Así, suceda lo que suceda, será una mejor de lo espectado. Y si finalmente sucede lo más nefasto, al menos estarás preparado.
Estaba sumido en una profunda reflexión intelectual, intentando descubrir cómo diablos poder traducir aquel galimatías sin ayuda, cuando sus sentidos, siempre alerta, lo sacaron de un guantazo del profundo pozo de su psique. Alzó de repente la vista del libro para clavarla al frente.
-Nos hemos dejado la puerta abierta.
No esperó reacción de Alphonse. Extrajo una saeta del carcaj, retiró el cerrojo de la ballesta para tensarla, cargó el proyectil en el arma y salió por la puerta para descender por las escaleras.
Ciertamente, el puente estaba bajado y el rastrillo abierto. Maldijo mentalmente para sus adentros y mantuvo la ballesta en ristre mientras analizaba el comedor. Había pisadas en el suelo.
Las siguió para dirigirse a la cocina. Para su sorpresa, allí, llenándose los bolsillos de carne, había un… ¿tipo? Con tentáculos en la cabeza que le llegaban hasta la cintura. No sabía por qué se sorprendía. Al fin y al cabo, en las mazmorras tenía un lagarto humanoide de metro y medio con instintos homicidas.
-Si te mueves te meto esta flecha en la cabeza.
Su voz estaba comedida y tranquila. El tono era frío y distante. Usaba su tono para dar órdenes. Aunque la frase resultaba amenazadora, su tono no era violento. Era indicativo. Simplemente, señalaba una realidad. Lo cual sólo hacía más inquietante la oración. No tendría ningún reparo en perforarle el cerebro si hacía algún movimiento brusco. Aquello era lo que pretendía transmitir.
-Primero, ponga las manos sobre la cabeza. Suelte el cuchillo y apártelo de si de una patada. Todo muy despacio. Y ahora me dirá quién eres, que hace entrando en casa ajena sin avisar y por qué roba nuestra comida. No queremos problemas y no tenemos ningún reparo en ayudarle y darle de comer. Comprenda que desconfiemos. Ahora, por favor, haga lo que le digo para que esta desagradable situación llegue a término.
Puede que estuviera molesto, pero seguía siendo el Conde. No estaba furioso. No era educado sufrir de arranques emocionales tan violentos cómo la furia por un incidente tan irrelevante. Aunque para Vladimir Ibrahimovich una masacre no pasaba de “incidente sin importancia”.
Simple y llanamente, estaba molesto. La situación le resultaba incómoda, y pretendía acabar con ella rápidamente. Aquello era todo. El único problema es que podía solucionarlo hablando o matándolo limpiamente. Su educación le hacía recurrir primero a la palabra, pero también hacía que no le importase solucionarlo con violencia.
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
27/11/11, 06:57 pm
Toima se paró de pronto al escuchar una voz a su espalda. Dejó de guardar comida y se giró lentamente. Sus ojos se abrieron desmedidamente al comprobar que era un alienigena, de esos que tenian el pelo corto e inservible. Relajó la postura.
¿Desde cuando hay tipos como yo asentados en casas?
Una sonrisa socarrona y torcida se asomó a su rostro al comprobar lo amenazante que resultaba tener a aquel chico con el arma apuntandole. Podia notar como una hoja se colocaba en su cuello. Los efectos del farmaco habian pasado y ya la música apaciguadora quedó como un recuerdo, un eco en la mente de Toima.
-Que miedo...está armado.-dijo mientras levantaba las manos lentamente y relajado.-Esto es excitante. Ambos podriamos matarnos el uno al otro a esta distancia y sin embargo no lo hacemos.-río brevemente con una cacofonía. La delgada y pálida piel del cuello de aquel chico parecia a ojos de Toima la mejor diana que se podia pedir.
-Nadie me dice lo que debo o no debo hacer.-un movimiento rápido de Toima lanzó el cuchillo por encima de la cabeza de Vlad para clavarlo en un mueble .- Primero, preguntas: ¿qué haceis aqui, chavales como yo? ¿Como es que teneis comida? Ah y por favor, baja el arma tú tambien...-
¿Porqué el era el único que habia tenido que sobrevivir solo, cazando su propia comida? Mire por donde lo mire esta situación es una mierda.
¿Desde cuando hay tipos como yo asentados en casas?
Una sonrisa socarrona y torcida se asomó a su rostro al comprobar lo amenazante que resultaba tener a aquel chico con el arma apuntandole. Podia notar como una hoja se colocaba en su cuello. Los efectos del farmaco habian pasado y ya la música apaciguadora quedó como un recuerdo, un eco en la mente de Toima.
-Que miedo...está armado.-dijo mientras levantaba las manos lentamente y relajado.-Esto es excitante. Ambos podriamos matarnos el uno al otro a esta distancia y sin embargo no lo hacemos.-río brevemente con una cacofonía. La delgada y pálida piel del cuello de aquel chico parecia a ojos de Toima la mejor diana que se podia pedir.
-Nadie me dice lo que debo o no debo hacer.-un movimiento rápido de Toima lanzó el cuchillo por encima de la cabeza de Vlad para clavarlo en un mueble .- Primero, preguntas: ¿qué haceis aqui, chavales como yo? ¿Como es que teneis comida? Ah y por favor, baja el arma tú tambien...-
¿Porqué el era el único que habia tenido que sobrevivir solo, cazando su propia comida? Mire por donde lo mire esta situación es una mierda.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Personajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
27/11/11, 07:34 pm
De repente Vlad entro en la habitacion y copiando la conducta de Alphonse apreto el cristal hasta hacerse sangre, luego de eso descubrio un libro de magia en otro idioma o algo parecido..
Sin previo aviso se movio para irse a comprobar la puerta, yo lo segui, al parecer,como el decia la puerta estaba abierta.
Nos movimos hacia la cocina, alli un hominido tentaculoso parecia esperarnos comiendose nuestra comida,¿Un monstruo?No, parecia humano en parte, incluso mas que Cail y Giz..
De repente Vlad alzo su arma para disparar
-Vlad, no, espera!creo que no sabia que estabamos aqui
Quizas era como nosotros, simplemente buscaba comida, seguramente no sabria que estabamos aqui, no habia que precipitarse
Entonces el pulpo-humano hablo amenazando a Vlad con un cuchillo, y preguntandonos cosas, fui yo el que contesto, creo que estabamos en la misma situacion y no era culpa de el no saber que estabamos aqui, teniamos que mantener una buena relacion con el o si no seguro que nos atacaria, ademas el no era nuestro enemigo.
-Yo..-antes de ponerme nervioso respire, tenia que tener seguridad-Bueno, nosotros hemos sido traidos aqui por un hombrecillo, se llamaba Doce Puntos, nose engaño, muchos de nosotros, bueno, al menos yo, no queremos estar aqui, la comida la traimos yo, Vlad y un grupo de gente que se encuentra en otra edificacion de Rocavarancolia, si lo que quieres saber es donde hay mas comida te lo dire, se encuentra en cestas repartidas por la ciudad.
-Vlad, por favor...no creo que sea peligroso y creo que esta en nuestra misma situaciom, de verdad calmate...tenemos que hablar bien con el...no quiero que esto acabe mal...
Sin previo aviso se movio para irse a comprobar la puerta, yo lo segui, al parecer,como el decia la puerta estaba abierta.
Nos movimos hacia la cocina, alli un hominido tentaculoso parecia esperarnos comiendose nuestra comida,¿Un monstruo?No, parecia humano en parte, incluso mas que Cail y Giz..
De repente Vlad alzo su arma para disparar
-Vlad, no, espera!creo que no sabia que estabamos aqui
Quizas era como nosotros, simplemente buscaba comida, seguramente no sabria que estabamos aqui, no habia que precipitarse
Entonces el pulpo-humano hablo amenazando a Vlad con un cuchillo, y preguntandonos cosas, fui yo el que contesto, creo que estabamos en la misma situacion y no era culpa de el no saber que estabamos aqui, teniamos que mantener una buena relacion con el o si no seguro que nos atacaria, ademas el no era nuestro enemigo.
-Yo..-antes de ponerme nervioso respire, tenia que tener seguridad-Bueno, nosotros hemos sido traidos aqui por un hombrecillo, se llamaba Doce Puntos, nose engaño, muchos de nosotros, bueno, al menos yo, no queremos estar aqui, la comida la traimos yo, Vlad y un grupo de gente que se encuentra en otra edificacion de Rocavarancolia, si lo que quieres saber es donde hay mas comida te lo dire, se encuentra en cestas repartidas por la ciudad.
-Vlad, por favor...no creo que sea peligroso y creo que esta en nuestra misma situaciom, de verdad calmate...tenemos que hablar bien con el...no quiero que esto acabe mal...
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Shylver
Ficha de cosechado
Nombre: Akasha
Especie: Ochroria
Habilidades: «Agilidad, Motivación, Carisma»
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
27/11/11, 08:21 pm
-Magia.-dice Vladimir, que acaba de entrar en la sala, después de repetir el proceso que he realizado hace unos minutos para encender el cristal.
Magia. Así lo dijo también Alicia antes de irse, no muy convencida.
Mi cristal, segundos después, deja de brillar junto con el de Mark. Es cierto que podría tratarse de una reacción química, y que fuese en el momento en el que se apagasen cuando se acaban los reactivos. Pero no tiene ningún sentido. En ese caso, y comparando los tiempos de iluminación, ¿por qué el mío ha durado menos? Si fuese una reacción química y teniendo en cuenta que han absorbido la misma cantidad de sangre, deberían haber durado lo mismo, y por tanto el mío debería haberse apagado mucho después. Aun sabiendo que existen reacciones químicas que desprenden luz y calor, las combustiones, sin ir más lejos, esto no me cuadra. Nuestra sangre es igual a todos los efectos, y me he asegurado de que las cantidades aplicadas fueran las mismas.
Magia.
-Magia, ¿eh?-me pregunto a mí mismo.
Muy bien, vale, supongamos que es magia. Aun así, siendo objetos de supuesto origen sobrenatural, he pensado demasiado en el tema durante toda mi vida como para saber que siguen requiriendo una fuente de energía. Esa me la sé: sangre. Pero eso querría decir que la sangre posee algún tipo de energía de por sí. En ese caso... si lo aplico a lo que acaba de pasar, cada individuo puede aportar una distinta intensidad, a juzgar por la duración de la luz de los cristales. Para el ojo inexperto y la mente no ejercitada, podría parecer a primera vista que mi cristal ha recibido menos energía y ha durado por tanto menos, pero si utilizamos un símil de cualquier tipo, ya sea eléctrico, hidráulico, o, por qué no, químico...
Mi cristal ha brillado con más intensidad que el de Mark, y ha durado menos, lo que quiere decir que mi cristal ha trabajado a más velocidad que el suyo, supliendo ese exceso de potencia con una menor duración... Pero entonces, eso querría decir que se gastan más rápido, se funden, o...
-¡Agh! ¡Esto es un maldito lío!-grito al fin. No hay quien se organice con tanta información que procesar. ¡Me voy a volver loco!- ¿Es eso? ¿Se funden, se queman? ¿Así sin más? ¡No tiene sentido! Dudo mucho que con semejante producción de cristales dejasen pasar algo tan simple como esto. No, no es que se fundan. No puede ser eso. Una bengala dura mas que uno de estos cristales, y estoy seguro de que tienen formas más útiles de iluminar. Porque si esto fuese para iluminar, duraría mucho, mucho más, no unos escasos minutos. Esto no está hecho para iluminar, ni tampoco para dar calor, así que debe de haber algo que se me esté pasando por alto...
Antes de que pueda retomar el razonamiento, e incluso de que pueda intentar rescatar algunos de los datos que se han quedado revoloteando en mi mente, Vlad abre la puerta del estudio y se dirige rápidamente y con la ballesta preparada al piso de abajo, seguido por Mark. Adiós a mi línea de pensamientos, pero qué más dará. No me estaba llevando a ningún sitio. Sigo yo también a Vlad escaleras abajo.
Oh, vaya. Un nuevo ser. Otro de esos pobres chicos a los que los rocavarancolenses han traído aquí. Es extraño que haya podido sobrevivir solo si el equipo de abastecimiento de la otra noche casi no lo cuenta. Eso me dice que no hay que tomarle a broma. O es muy bueno en lo suyo, o esta muy loco para haber podido permanecer vivo él solo estos tres días. A juzgar por su comportamiento, tiene mucha confianza en si mismo. ¿O es arrogancia? Es interesante como ambas pueden confundirse. También detecto cierto matiz de agresividad en su postura frente a nosotros.
Mark le facilita sin pensárselo dos veces varias frases de valiosa información. No alcanzo a entender por qué, pero ese gesto de amabilidad suyo se me antoja temerario y falto de sentido. Quizás la palabra sea inoportuno, o incluso peligroso.
-Eh, eh. ¿Qué es eso de ir revelando datos importantes a gente armada marcadamente hostil?-le digo a Mark en voz baja.- Además de hábil en el uso de cuchillos arrojadizos.-añado tras ver el movimiento parabólico del cuchillo sobre la cabeza de Vlad.- Creo que eres demasiado buena persona.
Magia. Así lo dijo también Alicia antes de irse, no muy convencida.
Mi cristal, segundos después, deja de brillar junto con el de Mark. Es cierto que podría tratarse de una reacción química, y que fuese en el momento en el que se apagasen cuando se acaban los reactivos. Pero no tiene ningún sentido. En ese caso, y comparando los tiempos de iluminación, ¿por qué el mío ha durado menos? Si fuese una reacción química y teniendo en cuenta que han absorbido la misma cantidad de sangre, deberían haber durado lo mismo, y por tanto el mío debería haberse apagado mucho después. Aun sabiendo que existen reacciones químicas que desprenden luz y calor, las combustiones, sin ir más lejos, esto no me cuadra. Nuestra sangre es igual a todos los efectos, y me he asegurado de que las cantidades aplicadas fueran las mismas.
Magia.
-Magia, ¿eh?-me pregunto a mí mismo.
Muy bien, vale, supongamos que es magia. Aun así, siendo objetos de supuesto origen sobrenatural, he pensado demasiado en el tema durante toda mi vida como para saber que siguen requiriendo una fuente de energía. Esa me la sé: sangre. Pero eso querría decir que la sangre posee algún tipo de energía de por sí. En ese caso... si lo aplico a lo que acaba de pasar, cada individuo puede aportar una distinta intensidad, a juzgar por la duración de la luz de los cristales. Para el ojo inexperto y la mente no ejercitada, podría parecer a primera vista que mi cristal ha recibido menos energía y ha durado por tanto menos, pero si utilizamos un símil de cualquier tipo, ya sea eléctrico, hidráulico, o, por qué no, químico...
Mi cristal ha brillado con más intensidad que el de Mark, y ha durado menos, lo que quiere decir que mi cristal ha trabajado a más velocidad que el suyo, supliendo ese exceso de potencia con una menor duración... Pero entonces, eso querría decir que se gastan más rápido, se funden, o...
-¡Agh! ¡Esto es un maldito lío!-grito al fin. No hay quien se organice con tanta información que procesar. ¡Me voy a volver loco!- ¿Es eso? ¿Se funden, se queman? ¿Así sin más? ¡No tiene sentido! Dudo mucho que con semejante producción de cristales dejasen pasar algo tan simple como esto. No, no es que se fundan. No puede ser eso. Una bengala dura mas que uno de estos cristales, y estoy seguro de que tienen formas más útiles de iluminar. Porque si esto fuese para iluminar, duraría mucho, mucho más, no unos escasos minutos. Esto no está hecho para iluminar, ni tampoco para dar calor, así que debe de haber algo que se me esté pasando por alto...
Antes de que pueda retomar el razonamiento, e incluso de que pueda intentar rescatar algunos de los datos que se han quedado revoloteando en mi mente, Vlad abre la puerta del estudio y se dirige rápidamente y con la ballesta preparada al piso de abajo, seguido por Mark. Adiós a mi línea de pensamientos, pero qué más dará. No me estaba llevando a ningún sitio. Sigo yo también a Vlad escaleras abajo.
Oh, vaya. Un nuevo ser. Otro de esos pobres chicos a los que los rocavarancolenses han traído aquí. Es extraño que haya podido sobrevivir solo si el equipo de abastecimiento de la otra noche casi no lo cuenta. Eso me dice que no hay que tomarle a broma. O es muy bueno en lo suyo, o esta muy loco para haber podido permanecer vivo él solo estos tres días. A juzgar por su comportamiento, tiene mucha confianza en si mismo. ¿O es arrogancia? Es interesante como ambas pueden confundirse. También detecto cierto matiz de agresividad en su postura frente a nosotros.
Mark le facilita sin pensárselo dos veces varias frases de valiosa información. No alcanzo a entender por qué, pero ese gesto de amabilidad suyo se me antoja temerario y falto de sentido. Quizás la palabra sea inoportuno, o incluso peligroso.
-Eh, eh. ¿Qué es eso de ir revelando datos importantes a gente armada marcadamente hostil?-le digo a Mark en voz baja.- Además de hábil en el uso de cuchillos arrojadizos.-añado tras ver el movimiento parabólico del cuchillo sobre la cabeza de Vlad.- Creo que eres demasiado buena persona.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
28/11/11, 07:58 pm
Aquel tipo, que al girarse había mostrado aquella dentadura suya doble tan poco tranquilizadora, sobre todo si la lucía en una sonrisa esquizoide, no parecía comprender que Vlad no tenía demasiado reparo en atravesarle el cerebro con la saeta cómo a un pincho moruno si no colaboraba. Pero se le puso chulo. No era que no estuviera acostumbrado a que le desafiaran, aunque normalmente lo hacían de forma mental y sutil y, sobre todo, con mucha más educación
Estaba a punto de ponerse más desagradable. Iba a decirle al recién llegado que le daba igual que nadie le hubiera dicho nunca lo que debía o no debía hacer, porque no recordaba que nadie le hubiera pedido su opinión al respecto. Le iba a espetar fríamente que se metiera sus preguntas por el orificio que más gustase y contestara a las suyas, que para eso era él el que tenía el arma letal en las manos, enfilada a su entrecejo. Iba a ponerlo en su sitio con una educación y una frialdad que hubieran congelado un volcán en erupción. Iba a usar su tono de cuchillo de terciopelo más afilado y escalofriante que podía usar. Iba a hincárselo en el cerebro a través de los oídos e iba a removerlo hasta criogenizar sus neuronas con su daga de palabra.
Iba ha hacer aquello y mucho más. Su repertorio de habilidades era muy amplio en cuanto a expresión oral. Pero entonces llegó Mark y, cómo un pánfilo, le contestó a todas sus preguntas cómo si fuera una orden. Parecía que le estaba contestando a una amable viejecita en vez de a un monstruo desequilibrado.
Puso los ojos en blanco durante una milésima de segundo, exasperado. ¿Qué coño le pasaba a la gente a su alrededor? Se comportaban cómo críos y se enfurruñaban por conversaciones infantiles, cómo si estuvieran en el instituto en vez de en una ciudad llena de monstruos antropófagos. Y luego estaba el hecho de que la gente de su alrededor tuviera mayores posibilidades que la media de los seres pensantes de resultar ser desequilibrados violentos, homicidas en potencia.
Era cómo si una virulenta plaga de gilipollez galopante estuviera azotando aquella maldita ciudad.
No es que Vlad estuviera en contra de los enfermos mentales. De hecho, tenía por seguro que la mayor parte de sus compañeros (por no decir todos) estarían de acuerdo en afirmar que el conde no tenía ningún derecho de criticar las conductas psicóticas. No, no era eso.
Lo que de veras reventaba a Ibrahimovich era la falta de educación.
Desde luego, el ser que se les había plantado enfrente no tenía ni la más remota idea de en qué consistía la cortesía; excepto quizá que era un sustantivo abstracto, llano de ocho letras y tres sílabas.
Y eso molestaba a Vladimir. Era casi imposible enfurecerlo. Pero aquellas cosas le molestaban ciertamente. Por una conducta cómo aquella le había partido la cara a un lagarto. Claro, que Sezk medía metro y medio y no era especialmente fuerte. Contra aquél ser podía tener un combate bastante igualado. Y desconociendo su fuerza o sus habilidades, cabía la posibilidad de que no venciera.
No estaba ni asustado ni envalentonado. Era frío y práctico. Hay quien hubiera dicho que pragmático.
Se planteó durante unos instantes la posibilidad de matarlo de un disparo allí mismo y olvidarse del tema. Incluso era posible que fuera comestible. No podía considerarse canibalismo, claro. Estaba seguro de que no tenían los mismos genes. No podía ser más perjudicial que comerse un plato grande de calamares en su tinta.
Pero no tenía ni la más remota intención de darles motivos a sus compañeros para desconfiar de él. Más, claro. Era evidente que recelaban de un tipo cómo él, sobre todo cuando se ponía hasta arriba de armas y apaleaba a un compañero, por muchas razones que tuviera para hacerlo. Cargarse a un recién llegado sin contemplaciones no mejoraría las cosas.
Iba a comenzar a hablar con él para aclarar su estado de inferioridad en aquel momento y hacerle dialogar para salir del altercado caunto antes cuándo, sin previo aviso, el bicho ignora la orden de Vladimir de dejar el arma en el suelo lentamente y lo lanza a pocos centímetros de la cabeza del Conde.
Es evidente que era un gesto violento de desafío. Intentaba darles miedo. Intentaba demostrar que él era quién mandaba allí. Pretendía tomar las riendas de aquella situación. En la mente de Vlad el camino a seguir estuvo muy claro.
-Dije que nada de movimientos bruscos.- dijo con voz seca y fría. No había odio en ella, sólo la estoicidad y la maquinal exactitud afirmativa de una roca.
Desvió ligeramente el ángulo al que apuntaba y sin pensárselo dos veces disparó.
La saeta voló presta en el aire de la cocina, cruzando el espacio que la separaba de su objetivo, clavándose en la pared que estaba tras el recién llegado, haciéndole un pequeño corte en la mejilla.
Había sido un disparo calculado. El mensaje era claro. No tenía reparo en cumplir lo que prometía. Si no lo había matado allí mismo era porque tenía que hablar con él antes. Era un golpe para ponerlo en su sitio. Nadie le faltaba el respeto al Conde Vladimir Ibrahimovich Tepes.
Sin demorarse, le pasó la ballesta descargada a Alphonse para que la sujetara con la mano derecha mientras que con la izquierda extraía la larga cimitarra que colgaba de la funda de su espalda. El sonido de la afilada y reluciente hoja siseó por el silencio de toda la estancia hasta que la tuvo desenfundada. No pretendía quedarse desarmado ante aquél tipo. Quería decirle con aquel gesto que no tendría reparos en volver a atacar si se ponía violento, y que esta vez no fallaría.
-No creo recordar que le pidiéramos su opinión acerca de las órdenes, caballero. No está en disposición de hacer preguntas. Así que conteste las preguntas anteriormente formuladas sin añadir valoraciones personales ni ningún tipo de comentario mientras las responde en riguroso orden.- La voz de Vlad era cómo una losa cayendo sobre la cabeza de los oyentes. Ya no había envoltorio bonito en su tono. Era una orden simple y llana, aunque formulada con palabras correctas. No estaban escondidas entre falsas sugerencias. Puede que le hubieran enseñado a convencer, sí. Pero no habían olvidado enseñarle a mandar. Desde luego no era nada que apeteciese tomarse a broma. Continuó su intervención con las preguntas:
-¿Quién es usted, por qué ha entrado en nuestro hogar sin avisar y por qué roba nuestra comida?
Estaba a punto de ponerse más desagradable. Iba a decirle al recién llegado que le daba igual que nadie le hubiera dicho nunca lo que debía o no debía hacer, porque no recordaba que nadie le hubiera pedido su opinión al respecto. Le iba a espetar fríamente que se metiera sus preguntas por el orificio que más gustase y contestara a las suyas, que para eso era él el que tenía el arma letal en las manos, enfilada a su entrecejo. Iba a ponerlo en su sitio con una educación y una frialdad que hubieran congelado un volcán en erupción. Iba a usar su tono de cuchillo de terciopelo más afilado y escalofriante que podía usar. Iba a hincárselo en el cerebro a través de los oídos e iba a removerlo hasta criogenizar sus neuronas con su daga de palabra.
Iba ha hacer aquello y mucho más. Su repertorio de habilidades era muy amplio en cuanto a expresión oral. Pero entonces llegó Mark y, cómo un pánfilo, le contestó a todas sus preguntas cómo si fuera una orden. Parecía que le estaba contestando a una amable viejecita en vez de a un monstruo desequilibrado.
Puso los ojos en blanco durante una milésima de segundo, exasperado. ¿Qué coño le pasaba a la gente a su alrededor? Se comportaban cómo críos y se enfurruñaban por conversaciones infantiles, cómo si estuvieran en el instituto en vez de en una ciudad llena de monstruos antropófagos. Y luego estaba el hecho de que la gente de su alrededor tuviera mayores posibilidades que la media de los seres pensantes de resultar ser desequilibrados violentos, homicidas en potencia.
Era cómo si una virulenta plaga de gilipollez galopante estuviera azotando aquella maldita ciudad.
No es que Vlad estuviera en contra de los enfermos mentales. De hecho, tenía por seguro que la mayor parte de sus compañeros (por no decir todos) estarían de acuerdo en afirmar que el conde no tenía ningún derecho de criticar las conductas psicóticas. No, no era eso.
Lo que de veras reventaba a Ibrahimovich era la falta de educación.
Desde luego, el ser que se les había plantado enfrente no tenía ni la más remota idea de en qué consistía la cortesía; excepto quizá que era un sustantivo abstracto, llano de ocho letras y tres sílabas.
Y eso molestaba a Vladimir. Era casi imposible enfurecerlo. Pero aquellas cosas le molestaban ciertamente. Por una conducta cómo aquella le había partido la cara a un lagarto. Claro, que Sezk medía metro y medio y no era especialmente fuerte. Contra aquél ser podía tener un combate bastante igualado. Y desconociendo su fuerza o sus habilidades, cabía la posibilidad de que no venciera.
No estaba ni asustado ni envalentonado. Era frío y práctico. Hay quien hubiera dicho que pragmático.
Se planteó durante unos instantes la posibilidad de matarlo de un disparo allí mismo y olvidarse del tema. Incluso era posible que fuera comestible. No podía considerarse canibalismo, claro. Estaba seguro de que no tenían los mismos genes. No podía ser más perjudicial que comerse un plato grande de calamares en su tinta.
Pero no tenía ni la más remota intención de darles motivos a sus compañeros para desconfiar de él. Más, claro. Era evidente que recelaban de un tipo cómo él, sobre todo cuando se ponía hasta arriba de armas y apaleaba a un compañero, por muchas razones que tuviera para hacerlo. Cargarse a un recién llegado sin contemplaciones no mejoraría las cosas.
Iba a comenzar a hablar con él para aclarar su estado de inferioridad en aquel momento y hacerle dialogar para salir del altercado caunto antes cuándo, sin previo aviso, el bicho ignora la orden de Vladimir de dejar el arma en el suelo lentamente y lo lanza a pocos centímetros de la cabeza del Conde.
Es evidente que era un gesto violento de desafío. Intentaba darles miedo. Intentaba demostrar que él era quién mandaba allí. Pretendía tomar las riendas de aquella situación. En la mente de Vlad el camino a seguir estuvo muy claro.
-Dije que nada de movimientos bruscos.- dijo con voz seca y fría. No había odio en ella, sólo la estoicidad y la maquinal exactitud afirmativa de una roca.
Desvió ligeramente el ángulo al que apuntaba y sin pensárselo dos veces disparó.
La saeta voló presta en el aire de la cocina, cruzando el espacio que la separaba de su objetivo, clavándose en la pared que estaba tras el recién llegado, haciéndole un pequeño corte en la mejilla.
Había sido un disparo calculado. El mensaje era claro. No tenía reparo en cumplir lo que prometía. Si no lo había matado allí mismo era porque tenía que hablar con él antes. Era un golpe para ponerlo en su sitio. Nadie le faltaba el respeto al Conde Vladimir Ibrahimovich Tepes.
Sin demorarse, le pasó la ballesta descargada a Alphonse para que la sujetara con la mano derecha mientras que con la izquierda extraía la larga cimitarra que colgaba de la funda de su espalda. El sonido de la afilada y reluciente hoja siseó por el silencio de toda la estancia hasta que la tuvo desenfundada. No pretendía quedarse desarmado ante aquél tipo. Quería decirle con aquel gesto que no tendría reparos en volver a atacar si se ponía violento, y que esta vez no fallaría.
-No creo recordar que le pidiéramos su opinión acerca de las órdenes, caballero. No está en disposición de hacer preguntas. Así que conteste las preguntas anteriormente formuladas sin añadir valoraciones personales ni ningún tipo de comentario mientras las responde en riguroso orden.- La voz de Vlad era cómo una losa cayendo sobre la cabeza de los oyentes. Ya no había envoltorio bonito en su tono. Era una orden simple y llana, aunque formulada con palabras correctas. No estaban escondidas entre falsas sugerencias. Puede que le hubieran enseñado a convencer, sí. Pero no habían olvidado enseñarle a mandar. Desde luego no era nada que apeteciese tomarse a broma. Continuó su intervención con las preguntas:
-¿Quién es usted, por qué ha entrado en nuestro hogar sin avisar y por qué roba nuestra comida?
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
28/11/11, 08:40 pm
Toima contuvo una risa de impaciencia al ver como el chico que se situaba delante de él no se inmutaba ante los actos fruto de su delirio y, como si se tratase de uno de sus profesores le intentó lecturizar. Una sonrisa macabramente desmedida se asomó en el rostro de Toima cuando escuchó el mecanismo del arma en funcionamiento y la saeta silbar por el aire. Su corazón palpitaba en el pecho, con ansias de salir, echar a correr y abalanzarse contra el disparo, como quien saludaba a un viejo amigo pero no fue así. Sintio el mordisco del acero al pasar por una de sus mejillas lo que le hizo torcer el gesto y apartar la mirada. Se llevó una mano a la herida y compróbó como sus dedos estaban impregnados de una sangre oscura casi marrón, con tonalidades verdosas. Contempló su propia sangre como un niño que habia visto algo maravilloso y sin saber porque se echó a reir, con los brazos abiertos y doblando la espalda, tanto, que parecia que iba a caerse en cualquier momento. La risa se fue frenando al rato hasta que cada carcajada se alargaba tanto que dejaba de tener significado y solo era un sonido atascado en su garganta. Se estiró y se limpio la sangre que ya le caia por la barbilla para parar al suelo. Con una sonrisa desmedida y llena de felicidad, odio y diversión habló.
-Me podrias haber matado. Y no lo has hecho ¿porque?-se revolvio el pelo.-¿porqué?-rio brevemente con una cacofonía.-Bueno da igual. Tienes las agallas y no por eso voy a manchar tu vestidito de tu sangre.-dijo mientras mostrabala la increible colección de cuchillos que traia encima y los ponia sobre una mesa, ordenados por tamaño y peso. Los retocaba compulsivamente, como obseso, para que quedaran paralelos. Se volvio a desordenar el pelo albino.
-¿Quieres hablar? Esta bien...Hablemos.-sacó un frasco repleto de pildoras color agua marina y tomó una. Exhaló como si fuera lo más refrescante de este mundo y se sentó en el suelo, abrazado a sus pies y balanceandose, como un niño pequeño. Una música sonaba en su cabeza y eso le hacia sentir más relajado. Se iban suprimiendo las ansias de aplastarle la garganta al chico de la ballesta o de mutilar al que habia intercedido por él. No. Ahora todo era calma.
-Está bien ¿qué iba a hacer yo? ¡Ah! ¡Es verdad!: Hablar.-carraspeó un poco y su tono se fue tranquilizando a medida que la pastilla hacia total efecto sobre él.
-Yo...soy una leyenda. Un Kaiser. Un guerrero de élite. ¿Que hago aquí?-río brevemente con una cacofonía.-Al parecer lo mismo que vosotros. Intentar sobrevivir. ¿Seguro que no quieres matarme?-dijo mientras le asesinaba con la mirada.-Supongo que no o ya me habrias destripado delante de tus amigos. Se que eres capaz de hacerlo. Tus ojos me lo dicen.-se tamborileo los labios un rato, como pensativo y volvio a hablar.-Conrespecto a lo de la comida...la devolveré sin rechistar si, como tu compañero ese ha dicho me decis donde está la comida, o ¡mejor!, os ayudaré si tambien me ofreceis una cama aquí. No se duerme muy bien en camastros viejos ¿sabeis?-continuó hablando.-¿Qué puedo ofrecer? Lo unico que un soldado sabe hacer: Muerte. Muerte a los que se nos opongan. Con cuchillos especificamente. Me gustan los cuchillos. Soy muy bueno con ellos.-dijo casi en un susurro.
-Entonces ¿hay trato?-
-Me podrias haber matado. Y no lo has hecho ¿porque?-se revolvio el pelo.-¿porqué?-rio brevemente con una cacofonía.-Bueno da igual. Tienes las agallas y no por eso voy a manchar tu vestidito de tu sangre.-dijo mientras mostrabala la increible colección de cuchillos que traia encima y los ponia sobre una mesa, ordenados por tamaño y peso. Los retocaba compulsivamente, como obseso, para que quedaran paralelos. Se volvio a desordenar el pelo albino.
-¿Quieres hablar? Esta bien...Hablemos.-sacó un frasco repleto de pildoras color agua marina y tomó una. Exhaló como si fuera lo más refrescante de este mundo y se sentó en el suelo, abrazado a sus pies y balanceandose, como un niño pequeño. Una música sonaba en su cabeza y eso le hacia sentir más relajado. Se iban suprimiendo las ansias de aplastarle la garganta al chico de la ballesta o de mutilar al que habia intercedido por él. No. Ahora todo era calma.
-Está bien ¿qué iba a hacer yo? ¡Ah! ¡Es verdad!: Hablar.-carraspeó un poco y su tono se fue tranquilizando a medida que la pastilla hacia total efecto sobre él.
-Yo...soy una leyenda. Un Kaiser. Un guerrero de élite. ¿Que hago aquí?-río brevemente con una cacofonía.-Al parecer lo mismo que vosotros. Intentar sobrevivir. ¿Seguro que no quieres matarme?-dijo mientras le asesinaba con la mirada.-Supongo que no o ya me habrias destripado delante de tus amigos. Se que eres capaz de hacerlo. Tus ojos me lo dicen.-se tamborileo los labios un rato, como pensativo y volvio a hablar.-Conrespecto a lo de la comida...la devolveré sin rechistar si, como tu compañero ese ha dicho me decis donde está la comida, o ¡mejor!, os ayudaré si tambien me ofreceis una cama aquí. No se duerme muy bien en camastros viejos ¿sabeis?-continuó hablando.-¿Qué puedo ofrecer? Lo unico que un soldado sabe hacer: Muerte. Muerte a los que se nos opongan. Con cuchillos especificamente. Me gustan los cuchillos. Soy muy bueno con ellos.-dijo casi en un susurro.
-Entonces ¿hay trato?-
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- HurzaComeojos
Ficha de cosechado
Nombre: Kromen Pietro (antes, Sezk)
Especie:
Habilidades: Salto, memoria y agilidad.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
28/11/11, 09:24 pm
¡Comida! Me abalancé hacia la pieza de fruta y la carne y las devoré en un instante. Luego me tumbé en el suelo e intenté dormir, pero me fue imposible. Maldita sea, estar inactivo no era lo mío. Decidido. Iba a salir. Así adelantaría un poco mi muerte. Cogí una piedra del suelo, la más grande que vi. Me levanté y la estampé contra la cerradura. Una y otra vez. la cerradura cedió, deformada, y abrí la puerta de una patada. Libre al fin.
Lo siguiente de lo que fui consciente fue que había jaleo en el patio. Sonreí. A lo mejor si subía antes, antes me quitarían un peso de los hombros...
Fui a la armería y me dirigía a donde estaban las lanzas. Cogí dos, las más largas y con la punta más larga y afilada y las hice girar en mi mano. Me quité el pañuelo verde de mi cabeza y me até las dos lanzas a la espalda con él. Luego vislumbré una cosa que me hizo reír de pura satisfacción. Mi cuchillo. Tirado allí, en una esquina. Me abalancé sobre él y lo acaricié. Era como una parte de mi alma. ¿Cómo podría haber sobrevivido sin él? Lo agarré fuerte y me lo llevé conmigo. Sonreía de satisfacción pura. Subí las escaleras y me encontré con una insólita escena. Un ser de tentáculos por pelo estaba sonriendo como un demente a Alphonse, Vladimir y Mark. Vaya, qué divertido. A lo mejor lo encerraban conmigo en las mazmorras. La estancia sería más divertida que la anterior, eso seguro.
-Señores, señores, cálmense. Por favor, dejemos este ambiente de hostilidad total y pasemos a ser más hospitalarios. Ese ser sólo quiere alojamiento.
Vislumbré su mirada durante un momento. La mirada de un loco que se esconde bajo un rostro pétreo y socarrón. Un loco más, cómo no.
-Ah, por cierto, si os preguntáis como he salido de las mazmorras, ha sido gracias a la señorita de Alphonse. la carne y la fruta juntas dan una energía que no os imagináis.
Vaya, así que cuchillos. Muy bien. Puede que sea divertido intentar que me den una paliza, a lo mejor entre Vladimir y el tío ése me medio matan. Pero bueno, con ella era poco probable que me dejaran medio muerto.
Sale de una vez. Te estás descojonando ahí dentro.
Vaya, vaya. Ahora te vienes arrastrando a mí para que te de poder.
Qué lista eres.
Sentí como me invadía la fuerza poco a poco. La fuerza y la locura. Pero esa vez no me iba a dejar controlar. No, señor.
Esta vez no me vas a echar, ¿no?
Ya veremos. Primero observemos si hay pelea. Luego, si hay puede que salgas de verdad.
Me apoyé en una columna y observé. puede que la lucha comenzase pronto.
Lo siguiente de lo que fui consciente fue que había jaleo en el patio. Sonreí. A lo mejor si subía antes, antes me quitarían un peso de los hombros...
Fui a la armería y me dirigía a donde estaban las lanzas. Cogí dos, las más largas y con la punta más larga y afilada y las hice girar en mi mano. Me quité el pañuelo verde de mi cabeza y me até las dos lanzas a la espalda con él. Luego vislumbré una cosa que me hizo reír de pura satisfacción. Mi cuchillo. Tirado allí, en una esquina. Me abalancé sobre él y lo acaricié. Era como una parte de mi alma. ¿Cómo podría haber sobrevivido sin él? Lo agarré fuerte y me lo llevé conmigo. Sonreía de satisfacción pura. Subí las escaleras y me encontré con una insólita escena. Un ser de tentáculos por pelo estaba sonriendo como un demente a Alphonse, Vladimir y Mark. Vaya, qué divertido. A lo mejor lo encerraban conmigo en las mazmorras. La estancia sería más divertida que la anterior, eso seguro.
-Señores, señores, cálmense. Por favor, dejemos este ambiente de hostilidad total y pasemos a ser más hospitalarios. Ese ser sólo quiere alojamiento.
Vislumbré su mirada durante un momento. La mirada de un loco que se esconde bajo un rostro pétreo y socarrón. Un loco más, cómo no.
-Ah, por cierto, si os preguntáis como he salido de las mazmorras, ha sido gracias a la señorita de Alphonse. la carne y la fruta juntas dan una energía que no os imagináis.
Vaya, así que cuchillos. Muy bien. Puede que sea divertido intentar que me den una paliza, a lo mejor entre Vladimir y el tío ése me medio matan. Pero bueno, con ella era poco probable que me dejaran medio muerto.
Sale de una vez. Te estás descojonando ahí dentro.
Vaya, vaya. Ahora te vienes arrastrando a mí para que te de poder.
Qué lista eres.
Sentí como me invadía la fuerza poco a poco. La fuerza y la locura. Pero esa vez no me iba a dejar controlar. No, señor.
Esta vez no me vas a echar, ¿no?
Ya veremos. Primero observemos si hay pelea. Luego, si hay puede que salgas de verdad.
Me apoyé en una columna y observé. puede que la lucha comenzase pronto.
No me saqéis de quicio.... U os mataré y me comeré vuestro páncreas.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Personajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
28/11/11, 10:38 pm
La habia vuelto a pifiar...Vlad y Alphonse estaban enfadados, no debia haber dicho nada, no, no se podia confiar en la gente, nunca se habia podido confiar, y en este mundo tampoco era diferente. Aunque Alphonse me habia llamado buena persona,muchas veces me lo habian dicho, en ninguna de ellas me senti halagado tampoco molesto, sabia que lo decian con buena intencion y no les culpaba por ello de mi sufrimiento al oirlas, porque yo...yo sabia que no era asi, esas palabras resonaban en mis oidos haciendoles sufrir....yo, nunca deberia haber existido, nunca, deberia haber muerto yo en vez de ella....todos, todos ellos, mis compañeros y mi supuestos amigos me lo recordaban cada mañana al entrar al instituto...que no deberia existir, ese era mi pecado, era una molestia para todo el mundo, una piedra en el camino, alguien asi no podia ser buena persona
Despues de darme cuenta de que me habia quedado absorto en mis pensamientos intente sonreir, esperaba que no se hubieran dado cuenta de lo que estaba pensando, el extraño humanoide se tomo una pastilla y nos propuso un trato, a pesar de que no parecia muy cuerdo, la propuesta era valida para mi
-Vlad...Alphonse yo creo que...-me tape la boca con la mano antes de terminar la frase, no debia decir nada
Ellos tenian que tomar la decision, si no les molestaria ...
Como de la nada Sezk el lagarto loco aparecio, vaya, dos locos en un dia...lo veia en sus ojos, no sabia que era,pero me daba miedo, ese reptil me asustaba con creces más que el humano-pulo, aunque no habiamos visto mucho acerca de este ultimo..
No podia articular ni una palabra, Hannah, en un acto de buena voluntad le habia bajado comida al reptil, eso si que no se veia todos los dias, no era culpa suya, la intencion era lo que contaba, y me habia demostrado que en el fondo se preocupaba por los demas, la culpa era mia, debia haber estado atento....
Mire a Vlad y a Alphonse alternadamente, esta vez yo hable, sabia que iba a salir mal, esos dos seres me daban mala espina, aun y asi di un paso hacia al abismo..
-Yo...yo creo que ambos podeis alojaros aqui, por supuesto si colaborais en la busqueda de la comida y en las demas tareas...
Ya estaba, las palabras se escaparon de mis labios buscando auxilio en el aire, y eche un largo y tendido suspido, ya estaba, lo habia hecho mal otra vez...
Despues de darme cuenta de que me habia quedado absorto en mis pensamientos intente sonreir, esperaba que no se hubieran dado cuenta de lo que estaba pensando, el extraño humanoide se tomo una pastilla y nos propuso un trato, a pesar de que no parecia muy cuerdo, la propuesta era valida para mi
-Vlad...Alphonse yo creo que...-me tape la boca con la mano antes de terminar la frase, no debia decir nada
Ellos tenian que tomar la decision, si no les molestaria ...
Como de la nada Sezk el lagarto loco aparecio, vaya, dos locos en un dia...lo veia en sus ojos, no sabia que era,pero me daba miedo, ese reptil me asustaba con creces más que el humano-pulo, aunque no habiamos visto mucho acerca de este ultimo..
No podia articular ni una palabra, Hannah, en un acto de buena voluntad le habia bajado comida al reptil, eso si que no se veia todos los dias, no era culpa suya, la intencion era lo que contaba, y me habia demostrado que en el fondo se preocupaba por los demas, la culpa era mia, debia haber estado atento....
Mire a Vlad y a Alphonse alternadamente, esta vez yo hable, sabia que iba a salir mal, esos dos seres me daban mala espina, aun y asi di un paso hacia al abismo..
-Yo...yo creo que ambos podeis alojaros aqui, por supuesto si colaborais en la busqueda de la comida y en las demas tareas...
Ya estaba, las palabras se escaparon de mis labios buscando auxilio en el aire, y eche un largo y tendido suspido, ya estaba, lo habia hecho mal otra vez...
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Martalar
Ficha de cosechado
Nombre: Hannah Lahey
Especie:
Habilidades: Vista de lince, automotivación y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
29/11/11, 03:44 pm
Nos reunimos todos en la planta baja.
Hay un extraño ser que ha entrado. Entonces, Vlad se adelanta, amenazándole de una forma bastante sutil. Mark interviene, y noto como mis labios se aprietan:
- Muy bien, Mark, cariño -murmuro con ironía-. Ya de paso, cuéntale tu vida entera. No, mejor la de todos. Y si vemos que tal, le haces un esquemita de cómo matarnos, ¿no? La próxima vez, ¡cállate! Y punto.
Tras unos segundos de conversación, el ser ofrece sus servicios como asesino a Vlad, en una conversación que hace que sienta ganas de reírme. Todo esto es ridículo, de locos. Aunque, claro está, él también tiene una pinta ridícula. Y no cabe duda de que está loco.
Al fin y al cabo, ¿quiénes de nosotros no lo estamos? Empiezo a plantearme la realidad de mi propia cordura.
Como para aportar más peso a esos últimos pensamientos, Sezk aparece caminando como si nada, con su cuchillo entre las manos. Genial. Dos bichos raros contra un tipo duro y un grupo de blandengues. Esto va a ser mejor que uno de los videojuegos a los que jugábamos Jamie y yo de vez en cuando.
Cuando Sezk comienza a hablar, tardo un poco en asimilar sus palabras. En realidad, yo soy la única que le ha llevado posible. Sin embargo, lo que más me asombra no es que me eche la culpa de su liberación...
- ¡¿Señorita de Alphonse?! No soy señorita de N A D I E -deletreo, bufando con indignación. Bueno, al menos ha dicho señorita y no señora.
Mark habla y, sin embargo, ni me molesto en contestar.
Finalmente, me adelanto, con el ceño fruncido y los brazos en jarra.
- Mira, mátame si te da la gana. Pero no estoy dispuesta a que me toquen las narices. Aquí o todo el mundo haciendo caso a los principios que intenta decir entre tartamudeos el blandiblú -señalo a Mark-, o se va a armar una gorda.
Hay un extraño ser que ha entrado. Entonces, Vlad se adelanta, amenazándole de una forma bastante sutil. Mark interviene, y noto como mis labios se aprietan:
- Muy bien, Mark, cariño -murmuro con ironía-. Ya de paso, cuéntale tu vida entera. No, mejor la de todos. Y si vemos que tal, le haces un esquemita de cómo matarnos, ¿no? La próxima vez, ¡cállate! Y punto.
Tras unos segundos de conversación, el ser ofrece sus servicios como asesino a Vlad, en una conversación que hace que sienta ganas de reírme. Todo esto es ridículo, de locos. Aunque, claro está, él también tiene una pinta ridícula. Y no cabe duda de que está loco.
Al fin y al cabo, ¿quiénes de nosotros no lo estamos? Empiezo a plantearme la realidad de mi propia cordura.
Como para aportar más peso a esos últimos pensamientos, Sezk aparece caminando como si nada, con su cuchillo entre las manos. Genial. Dos bichos raros contra un tipo duro y un grupo de blandengues. Esto va a ser mejor que uno de los videojuegos a los que jugábamos Jamie y yo de vez en cuando.
Cuando Sezk comienza a hablar, tardo un poco en asimilar sus palabras. En realidad, yo soy la única que le ha llevado posible. Sin embargo, lo que más me asombra no es que me eche la culpa de su liberación...
- ¡¿Señorita de Alphonse?! No soy señorita de N A D I E -deletreo, bufando con indignación. Bueno, al menos ha dicho señorita y no señora.
Mark habla y, sin embargo, ni me molesto en contestar.
Finalmente, me adelanto, con el ceño fruncido y los brazos en jarra.
- Mira, mátame si te da la gana. Pero no estoy dispuesta a que me toquen las narices. Aquí o todo el mundo haciendo caso a los principios que intenta decir entre tartamudeos el blandiblú -señalo a Mark-, o se va a armar una gorda.
El descenso hecho de desesperaciones y sin logros realiza un nuevo despertar que es un reverso de la desesperación.
Por lo que no podemos lograr, lo que se niega al amor, lo que hemos perdido en la anticipación... sigue un descenso, infinito e indestructible.
- Shylver
Ficha de cosechado
Nombre: Akasha
Especie: Ochroria
Habilidades: «Agilidad, Motivación, Carisma»
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
29/11/11, 04:31 pm
El tono irónico de Hannah es como... como... si estuvieras viendo un bonito atardecer al borde de un acantilado. Pero a la vez sabes que algo no está en su sitio. Entonces te das cuenta de esa bomba nuclear que había pasado desapercibida dirigiéndose hacia el suelo. Y entonces es cuando te explota en la cara.
Lo sabía. Este tipo de situaciones no traen nada bueno, nunca. Y menos cuando está Hannah de por medio. Tal y como me temía, las palabras de Sezk han sido un perfecto detonante, y me había prometido a mi mismo alejarme antes de que ocurriese cualquier cosa que pudiésemos lamentar. Pues creo que ya va siendo hora de cumplir mis palabras.
-El caso es que tengo cosas que hacer, porque tenemos un problema técnico entre manos, tengo que repasar los datos, comprobar hipótesis y... si me disculpáis...-digo rápidamente en un susurro.
Doy un pequeño paso hacia atrás. Seguido de otro pequeño paso hacia atrás. Y voy repitiendo el proceso varias veces hasta conseguir alejarme lo suficiente del grupo como para dar media vuelta y dirigirme al torreón como si aquí no hubiera pasado nada, como si acabase de abrir los ojos para descubrir que estoy en el patio sin ningún motivo aparente, y recordando que tengo trabajo que hacer. Claro, porque eso es lo que ha pasado. Yo estaba tranquilamente experimentando en el estudio y he tenido unas ganas irrefrenables de ir a ver los hierbajos del patio. No hay una convención de locos peligrosos fuera del torreón, ni Vlad lleva una cimitarra en la mano, ni Mark está metiendo la pata, ni mucho menos Hannah está preparando mentalmente un plan para no dejar rastro alguno de vida en kilómetros a la redonda. Todo el mundo está en el estudio, esperándome, y Sezk está en el sótano metido en su celda y sin molestar.
Mentalizado, entro en el torreón ignorando cualquier reacción al respecto de los presentes y, sin mayor contemplación, vuelvo tranquilamente al estudio, doy la espalda a la ventana y me siento en la silla a contemplar de nuevo el cristal, intentando retomar lo que fuera que estaba pensando antes de esta absurda y caótica situación. Creo que tenía la clave de todo el problema en la punta de la lengua... Era algo sobre magia...
Lo sabía. Este tipo de situaciones no traen nada bueno, nunca. Y menos cuando está Hannah de por medio. Tal y como me temía, las palabras de Sezk han sido un perfecto detonante, y me había prometido a mi mismo alejarme antes de que ocurriese cualquier cosa que pudiésemos lamentar. Pues creo que ya va siendo hora de cumplir mis palabras.
-El caso es que tengo cosas que hacer, porque tenemos un problema técnico entre manos, tengo que repasar los datos, comprobar hipótesis y... si me disculpáis...-digo rápidamente en un susurro.
Doy un pequeño paso hacia atrás. Seguido de otro pequeño paso hacia atrás. Y voy repitiendo el proceso varias veces hasta conseguir alejarme lo suficiente del grupo como para dar media vuelta y dirigirme al torreón como si aquí no hubiera pasado nada, como si acabase de abrir los ojos para descubrir que estoy en el patio sin ningún motivo aparente, y recordando que tengo trabajo que hacer. Claro, porque eso es lo que ha pasado. Yo estaba tranquilamente experimentando en el estudio y he tenido unas ganas irrefrenables de ir a ver los hierbajos del patio. No hay una convención de locos peligrosos fuera del torreón, ni Vlad lleva una cimitarra en la mano, ni Mark está metiendo la pata, ni mucho menos Hannah está preparando mentalmente un plan para no dejar rastro alguno de vida en kilómetros a la redonda. Todo el mundo está en el estudio, esperándome, y Sezk está en el sótano metido en su celda y sin molestar.
Mentalizado, entro en el torreón ignorando cualquier reacción al respecto de los presentes y, sin mayor contemplación, vuelvo tranquilamente al estudio, doy la espalda a la ventana y me siento en la silla a contemplar de nuevo el cristal, intentando retomar lo que fuera que estaba pensando antes de esta absurda y caótica situación. Creo que tenía la clave de todo el problema en la punta de la lengua... Era algo sobre magia...
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
29/11/11, 08:44 pm
Vlad expiró lentamente. Aquello empezaba a rozar lo bizarro. Bueno, la verdad es que había atravesado de un puñetazo lo bizarro hace tiempo y había salido por el otro lado. Seguía sin saber por qué se sorprendía.
Se giró hacia el recién llegado. Káiser, decía llamarse. Era curioso, creía recordar que había conocido a alguien con ese mismo nombre, pero no recordaba a quién. En su lengua tenía un significado. O al menos en otra lengua conocida. Pero claro, aquello de sólo recordar un lenguaje de repente le estaba trastocando.
Chorradillas a parte, le tendió la mano para que se levantara.
-Siento que hayamos sido obligados a atravesar esta molesta situación. Permítame presentarme. Soy el Conde Vladimir Ibrahimovich Tepes. Un placer conocerle.- dijo de forma mínimamente apresurada. Habría agregado tonos sugerentes de superioridad y sutiles mensajes de leve desprecio y desdén. Pero el tiempo apremiaba y más valía ir al grano.- Estoy seguro de que nos vendrá bien alguien con sus aptitudes en nuestro grupo. Vamos faltos de personal cualificado en combate y esta ciudad es muy peligrosa.
Cómo ya se había dicho, Vlad era un tipo práctico. Podía intentar matar a aquellas dos criaturas desequilibradas y armadas sedientas de sangre, sí. Pero de intentarlo a conseguirlo había un trecho. Además, no tenía demasiadas ganas de enfrentarse con un tipo más fuerte que él y con una habilidad de combate equiparable si podía evitarlo. No podía ignorar que podía resultar útil al grupo. Estaba acostumbrado a dormir con locos bajo el mismo techo. De ahí que durmiera poco. Y, si Sezk no entraba en razón, más valía tener un apoyo para combatirlo y reducirlo.
Sin demorarse, se giró hacia Sezk, con su típica expresión carente de todo sentimiento, ocultando con aquella estoica máscara todas sus maquinaciones internas. Seguidamente habló con un tono frío, cortés y distante, cómo si todo aquello fuera poco más que una obligación laboral y que no le importara lo más mínimo.
-Oh, señor Sezk, veo que se ha liberado de su celda. Curioso, justo iba a bajar ahora a hablar con usted, pero claro, han surgido ciertos imprevistos, cómo verá. Pretendía ofrecerle lo siguiente. Sabemos que su especie posee un fino olfato que puede resultarnos muy útil para localizar comida, enemigos y otras tantas cosas. Pretendía soltarle a cambio de que nos ayudara en esto y que no volviéramos a ser víctimas de sus desafortunados y repentinos “cambios de humor”. Aunque claro, su comportamiento me está haciendo dudar de que fuera capaz de cumplir su parte del trato.
Por cierto, este es Káiser, un nuevo fichaje de nuestro grupo. Tiene una gran habilidad con los cuchillos, ya lo verá.-comentó con el mismo tono de intrascendencia. Aquello era una clara advertencia. Hasta el más corto de luces sería capaz de discernir el mensaje: estamos en superioridad numérica.
Ah, claro, cómo todo contrato, hay un castigo para el que no cumple su parte. Me temo que, si en algún momento se viese asaltado por una de esas rachas pasajeras de ansias homicidas suyas, me vería en la necesidad de… ¿cómo decirlo? Bueno, recurramos de nuevo al símil de que tendrá un peso menos sobre los hombros. En el sentido más literal de la expresión.
Estaba diciendo todo aquello sin sorna ni cabreo. Lo decía fríamente, sin emociones de por medio. Exponía, sencillamente, los hechos.
Bajo la máscara de hielo que era su expresión, sabía que aquello estaba cogido con alfileres. Aunque hiciera creer al lagarto que llevaban ventaja, aquello no estaba tan claro. Estaba armado y les podía dar mucha caña si se lo planteaba, por mucho que su nuevo amigo el de los cuchillos tuviera mucha leña que repartir también.
Vlad aún sujetaba su cimitarra de forma decidida. Si debía haber sangre, no se iba a quedar atrás. No había pasado desapercibido que Alphonse se había escabullido. Qué valeroso por su parte. Era evidente que si quería que le rescatasen sus compañeros con una heroica intervención, más valía que no esperara aguantando la respiración.
Se giró hacia el recién llegado. Káiser, decía llamarse. Era curioso, creía recordar que había conocido a alguien con ese mismo nombre, pero no recordaba a quién. En su lengua tenía un significado. O al menos en otra lengua conocida. Pero claro, aquello de sólo recordar un lenguaje de repente le estaba trastocando.
Chorradillas a parte, le tendió la mano para que se levantara.
-Siento que hayamos sido obligados a atravesar esta molesta situación. Permítame presentarme. Soy el Conde Vladimir Ibrahimovich Tepes. Un placer conocerle.- dijo de forma mínimamente apresurada. Habría agregado tonos sugerentes de superioridad y sutiles mensajes de leve desprecio y desdén. Pero el tiempo apremiaba y más valía ir al grano.- Estoy seguro de que nos vendrá bien alguien con sus aptitudes en nuestro grupo. Vamos faltos de personal cualificado en combate y esta ciudad es muy peligrosa.
Cómo ya se había dicho, Vlad era un tipo práctico. Podía intentar matar a aquellas dos criaturas desequilibradas y armadas sedientas de sangre, sí. Pero de intentarlo a conseguirlo había un trecho. Además, no tenía demasiadas ganas de enfrentarse con un tipo más fuerte que él y con una habilidad de combate equiparable si podía evitarlo. No podía ignorar que podía resultar útil al grupo. Estaba acostumbrado a dormir con locos bajo el mismo techo. De ahí que durmiera poco. Y, si Sezk no entraba en razón, más valía tener un apoyo para combatirlo y reducirlo.
Sin demorarse, se giró hacia Sezk, con su típica expresión carente de todo sentimiento, ocultando con aquella estoica máscara todas sus maquinaciones internas. Seguidamente habló con un tono frío, cortés y distante, cómo si todo aquello fuera poco más que una obligación laboral y que no le importara lo más mínimo.
-Oh, señor Sezk, veo que se ha liberado de su celda. Curioso, justo iba a bajar ahora a hablar con usted, pero claro, han surgido ciertos imprevistos, cómo verá. Pretendía ofrecerle lo siguiente. Sabemos que su especie posee un fino olfato que puede resultarnos muy útil para localizar comida, enemigos y otras tantas cosas. Pretendía soltarle a cambio de que nos ayudara en esto y que no volviéramos a ser víctimas de sus desafortunados y repentinos “cambios de humor”. Aunque claro, su comportamiento me está haciendo dudar de que fuera capaz de cumplir su parte del trato.
Por cierto, este es Káiser, un nuevo fichaje de nuestro grupo. Tiene una gran habilidad con los cuchillos, ya lo verá.-comentó con el mismo tono de intrascendencia. Aquello era una clara advertencia. Hasta el más corto de luces sería capaz de discernir el mensaje: estamos en superioridad numérica.
Ah, claro, cómo todo contrato, hay un castigo para el que no cumple su parte. Me temo que, si en algún momento se viese asaltado por una de esas rachas pasajeras de ansias homicidas suyas, me vería en la necesidad de… ¿cómo decirlo? Bueno, recurramos de nuevo al símil de que tendrá un peso menos sobre los hombros. En el sentido más literal de la expresión.
Estaba diciendo todo aquello sin sorna ni cabreo. Lo decía fríamente, sin emociones de por medio. Exponía, sencillamente, los hechos.
Bajo la máscara de hielo que era su expresión, sabía que aquello estaba cogido con alfileres. Aunque hiciera creer al lagarto que llevaban ventaja, aquello no estaba tan claro. Estaba armado y les podía dar mucha caña si se lo planteaba, por mucho que su nuevo amigo el de los cuchillos tuviera mucha leña que repartir también.
Vlad aún sujetaba su cimitarra de forma decidida. Si debía haber sangre, no se iba a quedar atrás. No había pasado desapercibido que Alphonse se había escabullido. Qué valeroso por su parte. Era evidente que si quería que le rescatasen sus compañeros con una heroica intervención, más valía que no esperara aguantando la respiración.
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
29/11/11, 09:20 pm
Si bien Toima se dio cuenta del tono que puso el conde, no dio señales de ello. Le tomó la mano y se puso en pie, sacuidiendose el polvo.
-Eres un tipo majo. Con un nombre muy largo, pero majo.-se crujio el cuello. La música en su cabeza le daba la impresion de que no pisaba el suelo y que estaba flotando. Se giró hacia los otros.
-Y vosotros, los pelicortos, ¿cómo os llamais?- Fue guardando los cuchillos uno a uno y es entonces cuando pudieron apreciar la cantidad de sitios que tenia para esconderlos. En un peto interior a la sudadera, habia varios pendantes donde guardaba otra gran colección de ellos. En ligas debajo de la ropa, en fardos que le colgaban por detras del pantalón y en muñequeras oculatas por las mangas. Finos, gruesos, serrados, ligeros. Podia montar una tienda de cuchillos él solo. Quizá lo más extraño de todo eso era que ni sonaban ni se los clavaba al andar. Luego se giró hacia el otro, el que todos parecian tensos al mirar. Sonrio macabramente ¿Escucharia él tambien la música?
Quizas solo lo sepa si le abro la cabeza y nado en sus sesos
Río para si mismo entonces.
-Soy un argumento de fuerza, que divertido.-dijo mientras miraba con curiosisdad al lagarto.Tu, lagartija ¿a que sabes? Nunca he comido lagartija parlante ¿hay más como tú en la ciudad?-
Contando a la mujer mandona, el conde , el lagarto y a él mismo, el resto era como un rebaño a la espera de que los matasen No tenian fuerza, ni poder, ni tampoco personalidad a ojos de Toima. Pasó la mirada por el que habia intercedido por él y se le quedó mirando como si intentase leerle la mente con tan solo la mirada y luego se puso a hablar al grupo reunido.
-Tengo preguntas básicas que necesito resolver si me voy a quedar aquí. La primera, ¿os habeis fijado que este sitio tiene muchas plantas? ¿Habeis explorado todas? Lo segundo, ¿hay algún vigia en la última planta o esas aves negras y siniestras disuaden toda idea de manter un puesto de vigilancia? Y por último, ¿qué sabeis de este lugar, esta...especie de ciudad?-
((OCC: Gente de Maciel, ya que no leemos las descripciones ni nada me tomo la molestia de mostraros un dibujo de como aparenta mi personaje: http://nekoleonart.deviantart.com/#/d4hlmvm
Para que veais que no es ningun chico-pulpo ni nada aprecido. Lleva una coleta larga y hasta que no use el pelo como tentaculos nadie deberia de pensar que es de otra especie. Gracias por leer.))
-Eres un tipo majo. Con un nombre muy largo, pero majo.-se crujio el cuello. La música en su cabeza le daba la impresion de que no pisaba el suelo y que estaba flotando. Se giró hacia los otros.
-Y vosotros, los pelicortos, ¿cómo os llamais?- Fue guardando los cuchillos uno a uno y es entonces cuando pudieron apreciar la cantidad de sitios que tenia para esconderlos. En un peto interior a la sudadera, habia varios pendantes donde guardaba otra gran colección de ellos. En ligas debajo de la ropa, en fardos que le colgaban por detras del pantalón y en muñequeras oculatas por las mangas. Finos, gruesos, serrados, ligeros. Podia montar una tienda de cuchillos él solo. Quizá lo más extraño de todo eso era que ni sonaban ni se los clavaba al andar. Luego se giró hacia el otro, el que todos parecian tensos al mirar. Sonrio macabramente ¿Escucharia él tambien la música?
Quizas solo lo sepa si le abro la cabeza y nado en sus sesos
Río para si mismo entonces.
-Soy un argumento de fuerza, que divertido.-dijo mientras miraba con curiosisdad al lagarto.Tu, lagartija ¿a que sabes? Nunca he comido lagartija parlante ¿hay más como tú en la ciudad?-
Contando a la mujer mandona, el conde , el lagarto y a él mismo, el resto era como un rebaño a la espera de que los matasen No tenian fuerza, ni poder, ni tampoco personalidad a ojos de Toima. Pasó la mirada por el que habia intercedido por él y se le quedó mirando como si intentase leerle la mente con tan solo la mirada y luego se puso a hablar al grupo reunido.
-Tengo preguntas básicas que necesito resolver si me voy a quedar aquí. La primera, ¿os habeis fijado que este sitio tiene muchas plantas? ¿Habeis explorado todas? Lo segundo, ¿hay algún vigia en la última planta o esas aves negras y siniestras disuaden toda idea de manter un puesto de vigilancia? Y por último, ¿qué sabeis de este lugar, esta...especie de ciudad?-
((OCC: Gente de Maciel, ya que no leemos las descripciones ni nada me tomo la molestia de mostraros un dibujo de como aparenta mi personaje: http://nekoleonart.deviantart.com/#/d4hlmvm
Para que veais que no es ningun chico-pulpo ni nada aprecido. Lleva una coleta larga y hasta que no use el pelo como tentaculos nadie deberia de pensar que es de otra especie. Gracias por leer.))
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
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