Torreón Maciel (Archivo II)
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HurzaComeojos
Soñador
Yber
Vlad
Giniroryu
Alicia
Shylver
Martalar
Caillech
Sevent
14 participantes
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- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidadPersonajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Torreón Maciel (Archivo II)
05/11/11, 11:42 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Llegue al torreon seguido de Hannah que extrañamente parecia preocupada por mi, pero eso ya daba igual esto era ridiculo, estaba encerrado en una pesadilla de la que no podia despertar, asi que ¿Que mas daba si me mataban o no? Asi despertaria no? JAJAJAJAJAJJAJAJA
-Asi que este es el torreon......
Entre dentro de este, estaba en un estado bastante malo, no queria imaginarme que habia pasado ahi y menos lo que iba pasar, pero que mas daba total esto era ridiculo, no podia estar pasando...o si?
-HAANNAH! Lo hemos encontrado-dije
Llegue al torreon seguido de Hannah que extrañamente parecia preocupada por mi, pero eso ya daba igual esto era ridiculo, estaba encerrado en una pesadilla de la que no podia despertar, asi que ¿Que mas daba si me mataban o no? Asi despertaria no? JAJAJAJAJAJJAJAJA
-Asi que este es el torreon......
Entre dentro de este, estaba en un estado bastante malo, no queria imaginarme que habia pasado ahi y menos lo que iba pasar, pero que mas daba total esto era ridiculo, no podia estar pasando...o si?
-HAANNAH! Lo hemos encontrado-dije
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Shylver
Ficha de cosechado
Nombre: Akasha
Especie: Ochroria
Habilidades: «Agilidad, Motivación, Carisma»
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 03:18 pm
Me quedo jadeando en una esquina mientras escucho la conversación. No debería haber venido corriendo, no estoy hecho para el esfuerzo físico prolongado. Me sostengo sobre la vara, que parece ser para lo único que me ha servido hasta ahora. Le estoy cogiendo cariño. ¿Y ese comportamiento que se traen? Pues bien empezamos. A este paso no vamos a durar más de una semana. Con suerte.
-Pues yo... opino...-me permito unos segundos de pausa para toser y coger aire, en ese orden.-...que podríamos haber seguido...-respiro hondo. Se me está secando la garganta.-...a la bañera. Al menos, hasta que la perdiésemos de vista o nos alejásemos demasiado. Esta torre no es que sea discreta, precisamente. Destaca bastante. Creo que podríamos haber vuelto sin mucha dificultad. Y con tiempo, pues aun es pronto.-Toso un poco más, pero con menos intensidad.-Claro que con la impresión inicial de ver un lugar tan... entero, por así decirlo, es normal que la primera cosa que pasase por su cabeza fuera detenerse a explorarlo. Al menos para nosotros los humanos de la Tierra.-añado, dando a entender con una mirada a quien iban dirigidas las palabras.-Será cosa de las distintas naturalezas, así como de nuestros lugares de origen. ¿Erais de un desierto, me pareció escuchar? En un lugar así, no es raro que la comida sea más importante que un techo sobre tu cabeza.-razono, con tal de calmar un poco la creciente hostilidad del ambiente. Hago un último esfuerzo.- Instinto racial.-finalizo con unas palabras casi inaudibles.
Espero que lo que acabo de decir sirva para traer de nuevo la paz a nuestra alianza forzada. No me gustaría haber desperdiciado tantas energías.
Me golpeo ligeramente el pecho con la mano libre como si quisiera dar impulso a mis pulmones. Al final opto por sentarme en el suelo a recuperar fuerzas. Las ratas sirvieron para detener un poco el hambre... Agh, las ratas. Todavía tengo ese extraño sabor en la boca...
-Pues yo... opino...-me permito unos segundos de pausa para toser y coger aire, en ese orden.-...que podríamos haber seguido...-respiro hondo. Se me está secando la garganta.-...a la bañera. Al menos, hasta que la perdiésemos de vista o nos alejásemos demasiado. Esta torre no es que sea discreta, precisamente. Destaca bastante. Creo que podríamos haber vuelto sin mucha dificultad. Y con tiempo, pues aun es pronto.-Toso un poco más, pero con menos intensidad.-Claro que con la impresión inicial de ver un lugar tan... entero, por así decirlo, es normal que la primera cosa que pasase por su cabeza fuera detenerse a explorarlo. Al menos para nosotros los humanos de la Tierra.-añado, dando a entender con una mirada a quien iban dirigidas las palabras.-Será cosa de las distintas naturalezas, así como de nuestros lugares de origen. ¿Erais de un desierto, me pareció escuchar? En un lugar así, no es raro que la comida sea más importante que un techo sobre tu cabeza.-razono, con tal de calmar un poco la creciente hostilidad del ambiente. Hago un último esfuerzo.- Instinto racial.-finalizo con unas palabras casi inaudibles.
Espero que lo que acabo de decir sirva para traer de nuevo la paz a nuestra alianza forzada. No me gustaría haber desperdiciado tantas energías.
Me golpeo ligeramente el pecho con la mano libre como si quisiera dar impulso a mis pulmones. Al final opto por sentarme en el suelo a recuperar fuerzas. Las ratas sirvieron para detener un poco el hambre... Agh, las ratas. Todavía tengo ese extraño sabor en la boca...
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 03:23 pm
La vida del nómada no era fácil. Su tribu no era violento, pero tampoco del todo pacifico. Solo solían atacar por defensa propia, para poder sobrevivir ante los peligros que acechaban entre la arena. No solían atacar si no eran atacados primero o si el sujeto era un peligro para su seguridad. Pero este ser... no me sentía amenazada, ciertamente no tenía ni garras ni dientes afilados y mucho menos una cola que utilizar en mi contra. Su anatomía no era como la mía propia, preparada para defenderse gracias a mis armas naturales y mis escamas. No, ellos eran distintos a nosotros y no parecían gran amenaza, aún. Pero aún así... La lengua de ese ser con bultos era venenosa y no podía mantenerlo dentro de su boca por más de medio segundo. Y por una vez en mi vida deseé hacerla callar de forma violenta, me estaba enfadando de verdad, y eso no era bueno, nada bueno.
Di unos cuantos pasos hasta que mi sombra la cubrió por completo de forma amenazadora.
- Pequeñín, no quieras tentar a tu suerte. Hoy no estoy de humor. Me han engañado al decirme que me traerían al lugar al que realmente pertenezco y no me dará la espalda, un lugar de una hermoso nunca vista, para después aparecer junto a una raza de lo más peculiar en una ciudad destruida – los señalé como si eso pudiera explicarlo todo -. Y ahora te suguiero que te alejes de mi y que guardes tu lengua ponzoñosa en alguna parte, no tengo ganas de hacer realidad nada más aparecer en esta ciudad una de las profecías de aquellos dos seres. Pero si me empujas tendré que hacerlo - mi mirada era de esas que era imposible de no apartar la mirada, daba verdadero miedo. Pronto me alejé de ella para tranquilizarme mientras me dirigía a los demás – Quien desee conseguir la comida de las bañeras que levante la mano e iré con aquellos valientes a por ellos. Tengo esperiencia más que suficiente en estas cosas, como ha dicho vuestro compañero he nacido y vivido en el desierto y he aprendido mucho, os aseguro que aún queda bastantes horas hasta que la noche se nos caiga encima, a diferencia de lo que diga la de los bultos. Pero si decidís que no... - me encogí de hombros – solo espero que os gusten las cucarachas y demás a la brasa.
Di unos cuantos pasos hasta que mi sombra la cubrió por completo de forma amenazadora.
- Pequeñín, no quieras tentar a tu suerte. Hoy no estoy de humor. Me han engañado al decirme que me traerían al lugar al que realmente pertenezco y no me dará la espalda, un lugar de una hermoso nunca vista, para después aparecer junto a una raza de lo más peculiar en una ciudad destruida – los señalé como si eso pudiera explicarlo todo -. Y ahora te suguiero que te alejes de mi y que guardes tu lengua ponzoñosa en alguna parte, no tengo ganas de hacer realidad nada más aparecer en esta ciudad una de las profecías de aquellos dos seres. Pero si me empujas tendré que hacerlo - mi mirada era de esas que era imposible de no apartar la mirada, daba verdadero miedo. Pronto me alejé de ella para tranquilizarme mientras me dirigía a los demás – Quien desee conseguir la comida de las bañeras que levante la mano e iré con aquellos valientes a por ellos. Tengo esperiencia más que suficiente en estas cosas, como ha dicho vuestro compañero he nacido y vivido en el desierto y he aprendido mucho, os aseguro que aún queda bastantes horas hasta que la noche se nos caiga encima, a diferencia de lo que diga la de los bultos. Pero si decidís que no... - me encogí de hombros – solo espero que os gusten las cucarachas y demás a la brasa.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 03:38 pm
Yo...yo....lo sabia...Hannah tenia razon, pero...yo siempre habia dicho lo que pensaba lo que sentia, todos mis secretos...y desde ese entonces....me di cuenta de que no debia decirlos, que nunca debia de haberlo dicho, nunca...si daba mi opinion se reian de mi, siempre , siempre que abria mi corazon pasaba....por eso es mejor sentarse callado y mirar sin molestar a nadie ni molestar, era lo mejor...pero en el fondo queria...queria decirlo todo como antes...pero no podia....ya no....
Me limite a mirarla...y despues de ello ante la pregunta de la reptil, asenti, y levante la mano, ya habiamos emcontrado refugio, lo inteligente seria ir a conseguir comida ahora, mire de nuevo a Hannah, deberia ir con nosotros
-ya hemos encontrado el refugio, se que no te hace gracia que la expedicion este comandada por ella pero deberiamos ir a conseguir comida ahora...-dije yo
Me limite a mirarla...y despues de ello ante la pregunta de la reptil, asenti, y levante la mano, ya habiamos emcontrado refugio, lo inteligente seria ir a conseguir comida ahora, mire de nuevo a Hannah, deberia ir con nosotros
-ya hemos encontrado el refugio, se que no te hace gracia que la expedicion este comandada por ella pero deberiamos ir a conseguir comida ahora...-dije yo
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 03:45 pm
De repente, con Mark al frente, dejan de seguir a las bañeras y se meten en un torreón. Los gritos de la reptil retumbaron entre las paredes. Y Marta se puso del lado de Mark y respondió cien veces peor de lo que lo había hecho antes. Ultimamente, he tenido que compartir mi opinión mas de lo que lo he hecho en mi vida, pero en casos como este, parece imposible mantenerse al margen. Hannah está furiosa y cree que la idea de Mark ha sido "una brillantez", pero no puedo evitar ponerme del lado de la razón.
- El razonamiento de Hannah es lógico, y comprendo vuestra opinión, de verdad.- digo en tono neutro.- pero siento decir que estoy de acuerdo, con...- ¿ha dicho como se llamaba?- él o ella, no tengo muy claro que es. -le hago una mueca de disculpa al reptil-
>>Era igualmente peligroso entrar en un edificio así de la nada. No sabíais si estaba habitado, o si tendría alimañas dentro. Ni si tendría trampas (en este lugar, no me extrañaría que hasta los edificios pudiesen matarnos). Pienso que fue un poco estúpido, en realidad. Pero discutir después de lo que hemos oído, es absurdo. Quedaos aquí si lo veis mejor. Yo no pienso recriminaros eso, aunque hubiera preferido que fueramos todos juntos. Pero yo voy a acompañarle a por comida. Con suerte, esta noche cenaremos de forma decente, y podremos relajar un poco el ambiente. Estamos en el mismo barco, acostumbraos.
- El razonamiento de Hannah es lógico, y comprendo vuestra opinión, de verdad.- digo en tono neutro.- pero siento decir que estoy de acuerdo, con...- ¿ha dicho como se llamaba?- él o ella, no tengo muy claro que es. -le hago una mueca de disculpa al reptil-
>>Era igualmente peligroso entrar en un edificio así de la nada. No sabíais si estaba habitado, o si tendría alimañas dentro. Ni si tendría trampas (en este lugar, no me extrañaría que hasta los edificios pudiesen matarnos). Pienso que fue un poco estúpido, en realidad. Pero discutir después de lo que hemos oído, es absurdo. Quedaos aquí si lo veis mejor. Yo no pienso recriminaros eso, aunque hubiera preferido que fueramos todos juntos. Pero yo voy a acompañarle a por comida. Con suerte, esta noche cenaremos de forma decente, y podremos relajar un poco el ambiente. Estamos en el mismo barco, acostumbraos.
- Martalar
Ficha de cosechado
Nombre: Hannah Lahey
Especie:
Habilidades: Vista de lince, automotivación y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 04:14 pm
Vaya, así que Alphonse le da la razón... Luego, parece establecer un argumento que apoya también mis motivos. Sin embargo, lo único que dicen esos argumentos, resumiendo, es que se me ha ido la cabeza. Me dan ganas de decirle que se mire a sí mismo, sin aliento, que parece que vaya a caerse de un momento.
Pero clavo mi atención en Caillech. Es mucho más alta que yo, y cuando se acerca, siento un escalofrío que no estoy dispuesta a exteriorizar. No. No estoy dispuesta a admitir que me asusta.
Entonces, habla Alicia, que también se pone de lado de la chica reptil. Vaya, genial. Así que todos del lado de la más fuerte.
No, no estoy dispuesta a ceder tan fácilmente, me da igual que todos estén en contra mía, para variar. Sin embargo, sé que si me quedo luego se quejarán de que no he hecho nada, aunque me moleste en adecentar esta pocilga. Y si intentan llamarme cobarde, lo llevan claro.
Así que me limito a cruzarme de brazos con seriedad, esperando la reacción de los que quedan, aunque casi puedo preveer el resultado final de esa especie de votación.
Pero clavo mi atención en Caillech. Es mucho más alta que yo, y cuando se acerca, siento un escalofrío que no estoy dispuesta a exteriorizar. No. No estoy dispuesta a admitir que me asusta.
Entonces, habla Alicia, que también se pone de lado de la chica reptil. Vaya, genial. Así que todos del lado de la más fuerte.
No, no estoy dispuesta a ceder tan fácilmente, me da igual que todos estén en contra mía, para variar. Sin embargo, sé que si me quedo luego se quejarán de que no he hecho nada, aunque me moleste en adecentar esta pocilga. Y si intentan llamarme cobarde, lo llevan claro.
Así que me limito a cruzarme de brazos con seriedad, esperando la reacción de los que quedan, aunque casi puedo preveer el resultado final de esa especie de votación.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 04:58 pm
Los apresurados pasos de Mark me llevan a seguirle hasta una especie de torre de aspecto imponente. No puedo evitar frenar casi en seco al acercarme. Mi atención se centra en lo alto de la torre donde se divisa una pila de huesos de tamaño descomunal de los cuales cuelgan algunos restos de lo que supongo serían la piel de ser al que pertenecían en vida. ¿De verdad había criaturas de ese tamaño en este lugar? Apenas tengo tiempo para empezar a asustarme cuando oigo voces en el interior y decido dejarlo para más tarde.
Cuando entro, fatigado y jadeante, no me da tiempo si quiera a echar un vistazo a mi alrededor, pues el enorme lagarto que dijo que se había llamado Cai... algo parecía furioso y gritaba desaforadamente intimidando a Mark sobremanera. Su ataque de ira se debía a que no había seguido las bañeras que supuestamente llevaban comida y había buscado refugio como prioridad. También habían llegado ya Alphonse y Hannah, los cuales intervinieron tras los vacilantes tartamudeos de Mark, quien se encontraba visiblemente asustado. Hannah se puso de su parte, gritando a su vez con su particular bordería y mal genio. Yo me puse nervioso porque temía que el lagarto se enfadase aún más y le hiciese daño a ella y posiblemente a los demás. Alphonse habla bastante más conciliador y no puedo evitar estar de acuerdo con lo que dice, aunque también entendía las razones del lagarto. Éramos diferentes, debía comprenderlo. Por suerte cuando habló lo hizo con algo más de calma, supuse que las palabras de Alphonse le habían calmado en parte. Mark interviene de nuevo con más tartamudeos... creo que él lo va a pasar muy mal en esta ciudad, puede que más que el resto y ya es decir bastante teniendo en cuenta el estado de nervios en el que me encontraba yo mismo tras el discurso. El lagarto preguntó quien le acompñaría a buscar de comer y Alicia se muestra de acuerdo en ayudarle. Yo, aún temblando ligeramente, también alzo la mano. Me armo de valor y me adelanto un paso para hacerme notar.
-Yo... bueno, estoy de acuerdo con Alphonse -dada la situación ni siquiera había usado el apelativo que tomaba prestado de Vladimir habitualmente para referirme a él-, no te enfades con Mark -lo digo casi en tono de súplica inconscientemente debido al miedo-. Salgamos a buscar comida al menos unos pocos, estará bien poder comer algo mejor que rata... o eso espero que podamos hacer. Realmente aún falta para que anochezca, o eso creo.
Todo el discurso me había salido con la voz ligeramente más aguda de lo habitual, odiaba parecer tan asustado pero lo cierto es que lo estaba. Tras tragar saliva continúo hablando.
-Quizás... debamos buscar antes algún arma... yo me he dejado mi palo en las mazmorras y este edificio parece bastante diferente a las mazmorras, quizás haya algo útil.
Hannah asiste a nuestra conversación con los brazos cruzados, posiblemente maldiciéndonos internamente. Decidí en este caso no hacer ningún comentario de nuevo pues las cosas no estaban como para echar más leña al fuego.
Cuando entro, fatigado y jadeante, no me da tiempo si quiera a echar un vistazo a mi alrededor, pues el enorme lagarto que dijo que se había llamado Cai... algo parecía furioso y gritaba desaforadamente intimidando a Mark sobremanera. Su ataque de ira se debía a que no había seguido las bañeras que supuestamente llevaban comida y había buscado refugio como prioridad. También habían llegado ya Alphonse y Hannah, los cuales intervinieron tras los vacilantes tartamudeos de Mark, quien se encontraba visiblemente asustado. Hannah se puso de su parte, gritando a su vez con su particular bordería y mal genio. Yo me puse nervioso porque temía que el lagarto se enfadase aún más y le hiciese daño a ella y posiblemente a los demás. Alphonse habla bastante más conciliador y no puedo evitar estar de acuerdo con lo que dice, aunque también entendía las razones del lagarto. Éramos diferentes, debía comprenderlo. Por suerte cuando habló lo hizo con algo más de calma, supuse que las palabras de Alphonse le habían calmado en parte. Mark interviene de nuevo con más tartamudeos... creo que él lo va a pasar muy mal en esta ciudad, puede que más que el resto y ya es decir bastante teniendo en cuenta el estado de nervios en el que me encontraba yo mismo tras el discurso. El lagarto preguntó quien le acompñaría a buscar de comer y Alicia se muestra de acuerdo en ayudarle. Yo, aún temblando ligeramente, también alzo la mano. Me armo de valor y me adelanto un paso para hacerme notar.
-Yo... bueno, estoy de acuerdo con Alphonse -dada la situación ni siquiera había usado el apelativo que tomaba prestado de Vladimir habitualmente para referirme a él-, no te enfades con Mark -lo digo casi en tono de súplica inconscientemente debido al miedo-. Salgamos a buscar comida al menos unos pocos, estará bien poder comer algo mejor que rata... o eso espero que podamos hacer. Realmente aún falta para que anochezca, o eso creo.
Todo el discurso me había salido con la voz ligeramente más aguda de lo habitual, odiaba parecer tan asustado pero lo cierto es que lo estaba. Tras tragar saliva continúo hablando.
-Quizás... debamos buscar antes algún arma... yo me he dejado mi palo en las mazmorras y este edificio parece bastante diferente a las mazmorras, quizás haya algo útil.
Hannah asiste a nuestra conversación con los brazos cruzados, posiblemente maldiciéndonos internamente. Decidí en este caso no hacer ningún comentario de nuevo pues las cosas no estaban como para echar más leña al fuego.
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 05:16 pm
Sonreí. Parecía que sus compañeros tenían más sentido común que su compañero gritón con bultos. Comenzaban a ver la lógica de mi sugerencia y la poca cabeza que habían demostrado los demás al darle la espalda a la comida y entrar en un torreón, como había dicho el otro ser con bultos, que bien podría haber sido una gigantesca trampa y nos habían dirigido a ello de lleno por su incosciencia. Puede que hubieran tenido suerte, pero eso no le quitaba importancia a lo que habían hecho. Ahora si que empezaba a sentirme bien, mi humor empezaba a mejorar. Le dediqué una sonrisa complacida a la de la lengua larga como diciendo: "lagartos uno, tú cero".
Me volví hacia todos los demás.
- Puede que os de miedo o que no os agrade. No me importa. Solo debeis saber que yo tengo más experiencia en este ámbito de lo que vosotros podáis tener, me respaldan años y años consiguiendo alimentos en los lugares más inhóspitos del desierto. Las cosas os iran mejor si yo sigo rondando por aqui - entonces me volví hacia al ser que tan lógicamente había explicado todo ante sus compañeros. ¿Cómo que no sabían mi sexo? Estaba muy claro, ¿no? - Soy una hembra como es lógico y mi compañero es un macho. Es fácil de saberlo para alguien que no es de nuestras tierras desérticas. No hay más que ver pequeñas cosas: nuestra altura, nuestra voz... Las hermbras somos más altas y tenemos una voz más aguda en comparación con los machos de nuestra tribu, entre otras cosas. Además siendo nosotros solo dos, no es que sea complicado diferenciarnos. Creo yo que seriais capaces de saber quien es quien. Lo dificil, en cambio, es diferenciaros a vosotros, ¿es que no teneis sexo en vuestro mundo? ¿Es eso? - les pregunté, debo admitir que me intrigaba recibir más información, nunca venía de más, siempre estaba ansiosa de lograr más. Pero pronto agité la cabeza para centrarme en la misión, en lo que realmente importaba - Bien, centremonos, un grupo puede venir conmigo a coger todo lo que pueda servir de arma para después salir. Los que se queden pueden preparar el torrén, explorarlo, limpiarlo y demás para nuestra llegada con los víveres. Eso nos adelantara un poco de trabajo.
Me volví hacia todos los demás.
- Puede que os de miedo o que no os agrade. No me importa. Solo debeis saber que yo tengo más experiencia en este ámbito de lo que vosotros podáis tener, me respaldan años y años consiguiendo alimentos en los lugares más inhóspitos del desierto. Las cosas os iran mejor si yo sigo rondando por aqui - entonces me volví hacia al ser que tan lógicamente había explicado todo ante sus compañeros. ¿Cómo que no sabían mi sexo? Estaba muy claro, ¿no? - Soy una hembra como es lógico y mi compañero es un macho. Es fácil de saberlo para alguien que no es de nuestras tierras desérticas. No hay más que ver pequeñas cosas: nuestra altura, nuestra voz... Las hermbras somos más altas y tenemos una voz más aguda en comparación con los machos de nuestra tribu, entre otras cosas. Además siendo nosotros solo dos, no es que sea complicado diferenciarnos. Creo yo que seriais capaces de saber quien es quien. Lo dificil, en cambio, es diferenciaros a vosotros, ¿es que no teneis sexo en vuestro mundo? ¿Es eso? - les pregunté, debo admitir que me intrigaba recibir más información, nunca venía de más, siempre estaba ansiosa de lograr más. Pero pronto agité la cabeza para centrarme en la misión, en lo que realmente importaba - Bien, centremonos, un grupo puede venir conmigo a coger todo lo que pueda servir de arma para después salir. Los que se queden pueden preparar el torrén, explorarlo, limpiarlo y demás para nuestra llegada con los víveres. Eso nos adelantara un poco de trabajo.
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- Martalar
Ficha de cosechado
Nombre: Hannah Lahey
Especie:
Habilidades: Vista de lince, automotivación y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 05:52 pm
Lo que se pinta entonces en su rostro reptilesto es... ¿una sonrisa?
Siento como la sangre me hierve en las venas. Noel también le da la razón. Sin embargo, él lo hace con una pizca de temor en la mirada, mirándonos alternativamente a Caillech, a mí y al resto del mundo. ¿Conmovedor? La idea de que tema por mí me parece absurda. Al fin y al cabo, no deja pasar oportunidad para restregarme lo superior que le considera. Le daría igual que me matase, ¿no?
Entonces, la Caillech vuelve a hablar. La humildad no es su fuerte, por lo visto. ¿Qué narices es esto? ¿"La dictadura de los lagartos, parte 1"? Pues muy bien. Aunque no sea ahora, le demostraré que no es así.
Oh, vaya, qué amable. Ahora incluso nos ofrece la opción de quedarnos. ¿Qué? ¿La lagarta se ha enternecido?
-Me quedo -replico, deslizando mi mirada sobre los demás, con la intención de averiguar lo que piensan.
En cualquier caso, ¿que más me da?
Siento como la sangre me hierve en las venas. Noel también le da la razón. Sin embargo, él lo hace con una pizca de temor en la mirada, mirándonos alternativamente a Caillech, a mí y al resto del mundo. ¿Conmovedor? La idea de que tema por mí me parece absurda. Al fin y al cabo, no deja pasar oportunidad para restregarme lo superior que le considera. Le daría igual que me matase, ¿no?
Entonces, la Caillech vuelve a hablar. La humildad no es su fuerte, por lo visto. ¿Qué narices es esto? ¿"La dictadura de los lagartos, parte 1"? Pues muy bien. Aunque no sea ahora, le demostraré que no es así.
Oh, vaya, qué amable. Ahora incluso nos ofrece la opción de quedarnos. ¿Qué? ¿La lagarta se ha enternecido?
-Me quedo -replico, deslizando mi mirada sobre los demás, con la intención de averiguar lo que piensan.
En cualquier caso, ¿que más me da?
El descenso hecho de desesperaciones y sin logros realiza un nuevo despertar que es un reverso de la desesperación.
Por lo que no podemos lograr, lo que se niega al amor, lo que hemos perdido en la anticipación... sigue un descenso, infinito e indestructible.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 06:13 pm
Noel tiembla bastante al contestar. Pero también da la razón a Cail. Solo Hannah sigue empecinada en quedarse, y se nota que lo hace por orgullo mas que por otra cosa. Tratar con ella parece bastante dificil, parece creer que si no pensamos como ella es porque estamos en su contra. Suspiro y le miro preocupada. Nos mira tozuda de brazos cruzados.
Vacilo pensando en si Karina le mostraría alguna clase de apoyo, como tocarle el hombro o decirle algo apaciguador. En esas cosas yo no tengo ni idea, y ella siempre sabía que hacer.Me muerdo el labio y decido explorar el lugar en busca de algo que pueda usar de arma, algo mejor que un palo si tengo suerte.
El torreón en el que hemos entrado tiene un pinta tan tenebrosa como el resto de la ciudad. El corredor de entrada esta lleno de pintadas, y hay huesos en el suelo del patio. Dentro, son habitaciones y pasillos de piedra azulada. Noel y yo acabamos frente a unas escaleras que descienden y se adentran en la penumbra.
Vacilo pensando en si Karina le mostraría alguna clase de apoyo, como tocarle el hombro o decirle algo apaciguador. En esas cosas yo no tengo ni idea, y ella siempre sabía que hacer.Me muerdo el labio y decido explorar el lugar en busca de algo que pueda usar de arma, algo mejor que un palo si tengo suerte.
El torreón en el que hemos entrado tiene un pinta tan tenebrosa como el resto de la ciudad. El corredor de entrada esta lleno de pintadas, y hay huesos en el suelo del patio. Dentro, son habitaciones y pasillos de piedra azulada. Noel y yo acabamos frente a unas escaleras que descienden y se adentran en la penumbra.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 07:28 pm
Alicia está de acuerdo en buscr algún arma antes de salir y nos ponemos de acuerdo para explorar el sótano juntos, no tiene pinta de ser muy acogedor y por lo tanto es mejor que bajemos al menos dos.
Alphonse es de los pocos que parece mantener la cordura en estos momentos por lo que me dirijo a él.
-Oye... ¿qué tal si tú y alguien más explorais otras plantas un poco? Sólo un vistazo rápido para buscar algún arma.
Dicho esto acompaño a Alicia a las profundidades del sótano del edificio. Espero que no haya nada peligroso ahí abajo, ya he tenido suficiente por hoy.
Nos adentramos en la planta más baja del edificio con cautela. Las escaleras crujen a nuestro paso. Pronto alcanzamos el piso inferior el cual está completamente en penumbra. Apenas alcanzamos a ver nada con la tenúe luz que alcanza el sótano desde el primer piso.
-¡Ah! -digo de pronto mientras me llevo la mano al bolsillo de la chaqueta-. Me metí la caja de fósforos de Deianira en el bolsillo inconscientemente. Volvamos arriba a ver si encontramos algo que nos sirva de iluminación.
Echo a correr escaleras arriba y regreso al primer piso.
-Está demasiado oscuro ahí abajo, tengo que encontrar algo con lo que iluminarnos.
Dirijo la mirada a la habitación y a simple vista no encuentro nada útil. Hay algunos muebles en estado cuestionable por toda la habitación así que decido buscar en ellos. Casi me da algo cuando de uno sale repentinamente una rata, aunque algo más pequeñas que las que habíamos cenado la noche anterior, al abrir una puerta.
-¡Qué susto, joder! -no puedo evitar maldecir en voz alta-. Menos mal que sólo era cena en potencia -comento ya con más despreocupación.
Sin embargo parece que no sólo he tenido mala suerte, pues donde estaba la rata también encuentro algo interesante.
-Bueno, asustarme ha tenido su recompensa, aquí hay una lámpara de vela.
Era una lámpara cuadrangular de cristal con una vela dentro. Se podía acceder a la vela a través de una puertecita. La abro y saco un fósforo. Me cuesta un poco encenderla pues la mecha está medio gastada, pero por fin comienza a arder. Aparto la lámpara de mí estirando el brazo para evitar el calor que me golpea de repente. Saludo a mis compañeros a lo militar con una sonrisa y vuelvo a bajar lo más rápido que puedo las escaleras del sótano.
Ahora sí podemos ver ligeramente lo que oculta la oscuridad. No puedo reprimir una exclamación cuando veo que la sala está llena de armas.
-¡Vaya! -exclamo visiblemente sorprendido-. Yo esperaba poder encontrar algo, pero esto supera mis espectavivas. ¡Chicos, hemos encontrado un arsenal! -digo elevando la voz para que me escuchen los que están arriba.
Hay armas por todas partes: tiradas en el suelo, apoyadas contra la pared, colgadas de soportes de todo tipo... En la estancia prácticamente no hay otra cosa. Armas enormes, pequeñas, espadas, cimitarras, hachas, lanzas... Todo un buffet libre de armamento. Observo las hachas con los ojos brillantes, siempre me habían gustado, al igual que las espadas largas. Sin embargo soy consciente de mi fuerza y de mi nula habilidad en el manejo de armas. Cerca de mí, en el suelo, hay un cuchillo largo que no parece estar en demasiado mal estado como compruebo al deslizarlo fuera de su funda.
-Creo que esto me servirá por ahora -le digo a Alicia.
Me cuelgo la funda del cinturón y regreso al primer piso. Apago la lámpara con un soplido y la dejo en el suelo en una esquina.
-Yo estoy listo... o todo lo listo que se puede estar, ¿salimos a buscar nuestra cena?
(Sigue en el Barrio de los Callejones sin Salida)
Alphonse es de los pocos que parece mantener la cordura en estos momentos por lo que me dirijo a él.
-Oye... ¿qué tal si tú y alguien más explorais otras plantas un poco? Sólo un vistazo rápido para buscar algún arma.
Dicho esto acompaño a Alicia a las profundidades del sótano del edificio. Espero que no haya nada peligroso ahí abajo, ya he tenido suficiente por hoy.
Nos adentramos en la planta más baja del edificio con cautela. Las escaleras crujen a nuestro paso. Pronto alcanzamos el piso inferior el cual está completamente en penumbra. Apenas alcanzamos a ver nada con la tenúe luz que alcanza el sótano desde el primer piso.
-¡Ah! -digo de pronto mientras me llevo la mano al bolsillo de la chaqueta-. Me metí la caja de fósforos de Deianira en el bolsillo inconscientemente. Volvamos arriba a ver si encontramos algo que nos sirva de iluminación.
Echo a correr escaleras arriba y regreso al primer piso.
-Está demasiado oscuro ahí abajo, tengo que encontrar algo con lo que iluminarnos.
Dirijo la mirada a la habitación y a simple vista no encuentro nada útil. Hay algunos muebles en estado cuestionable por toda la habitación así que decido buscar en ellos. Casi me da algo cuando de uno sale repentinamente una rata, aunque algo más pequeñas que las que habíamos cenado la noche anterior, al abrir una puerta.
-¡Qué susto, joder! -no puedo evitar maldecir en voz alta-. Menos mal que sólo era cena en potencia -comento ya con más despreocupación.
Sin embargo parece que no sólo he tenido mala suerte, pues donde estaba la rata también encuentro algo interesante.
-Bueno, asustarme ha tenido su recompensa, aquí hay una lámpara de vela.
Era una lámpara cuadrangular de cristal con una vela dentro. Se podía acceder a la vela a través de una puertecita. La abro y saco un fósforo. Me cuesta un poco encenderla pues la mecha está medio gastada, pero por fin comienza a arder. Aparto la lámpara de mí estirando el brazo para evitar el calor que me golpea de repente. Saludo a mis compañeros a lo militar con una sonrisa y vuelvo a bajar lo más rápido que puedo las escaleras del sótano.
Ahora sí podemos ver ligeramente lo que oculta la oscuridad. No puedo reprimir una exclamación cuando veo que la sala está llena de armas.
-¡Vaya! -exclamo visiblemente sorprendido-. Yo esperaba poder encontrar algo, pero esto supera mis espectavivas. ¡Chicos, hemos encontrado un arsenal! -digo elevando la voz para que me escuchen los que están arriba.
Hay armas por todas partes: tiradas en el suelo, apoyadas contra la pared, colgadas de soportes de todo tipo... En la estancia prácticamente no hay otra cosa. Armas enormes, pequeñas, espadas, cimitarras, hachas, lanzas... Todo un buffet libre de armamento. Observo las hachas con los ojos brillantes, siempre me habían gustado, al igual que las espadas largas. Sin embargo soy consciente de mi fuerza y de mi nula habilidad en el manejo de armas. Cerca de mí, en el suelo, hay un cuchillo largo que no parece estar en demasiado mal estado como compruebo al deslizarlo fuera de su funda.
-Creo que esto me servirá por ahora -le digo a Alicia.
Me cuelgo la funda del cinturón y regreso al primer piso. Apago la lámpara con un soplido y la dejo en el suelo en una esquina.
-Yo estoy listo... o todo lo listo que se puede estar, ¿salimos a buscar nuestra cena?
(Sigue en el Barrio de los Callejones sin Salida)
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 08:12 pm
Comenzamos la busqueda de cualquier objeto que nos pudiera valer para nuestro próxima misión. Saqué mi daga de piedra, mi fiel daga, de su escondrijo y camine con ella en mano con la guardia alta y olfateando el aire. No me gustaría que algún desconocido ser saltase encima de mi y me despedazase nada más empezar toda esta locura. No, debía sobrevivir cuanto más, esa era mi mayor prioridad.
Pronto uno de aquellos seres, los mismos que aún no me habían mostrado como diferenciarlos pese a que yo si, suguirió que deberíamos separarnos para buscar más armas que pudieran servirnos. No discutí, no veía razón cuando veía la lógica que guardaban esas palabras. Lo mejor sería separarnos para agilitar un poco más las cosas. De modo que, me dirigí a la planta de arriba con unos de esos seres sin escamas siguiendome. Subimos una escalera de caracol bastante larga, pero pronto nos encontramos en la siguiente planta. Habitaciones, eso era lo que encontramos. Camas y camastros, ropas y edredones, cepillos y espejos, pero por mi parte no encontré nada útil, a no ser que una familia de cucarachas y unos cuantos ratones se tuvieran en cuenta. Si algo salía mal, yo por lo menos no dudaría en zampármelos.
Mientras ya me estaba haciendo a la idea de que no encontraríamos nada de valor aqui arriba oí la voz de uno de ellos (había decido ponerles a todo el sexo masculino hasta que supiera más de ellos, por lo que sabía podían no tener sexo en su tierra). Según decían habían encontrado armas. No tardé en descubrir que dicha afirmación era verdadera. Había muchas armas y, aunque yo no supiese gran cosa de ellas pues mi pueblo era pacífico y no dicho a su creación, supe que eran auténticas y de buena calidad nada más verlos. Mis dedos recorrieron los filos de cada uno de ellos, los cuales estaban hechos de un material desconocido para mí, sopesando cual sería para mí la mejor elección.
Por fin me puse al cinto una daga encrustada en joyas de filo zigzagueante y una espada corta de aspecto majestuoso, casí mágico en su belleza única, y filo curvo como algunos que había visto en algunas pinturas antiguas de mi tierra natal. Así si, ahora me sentía mejor, más preparada, más dispuesta a enfrentarme al mundo. Cualquiera se siente mejor con armas en mano, hasta una reptil que posee armas naturales.
Subimos arriba nuevamente donde ya esperaban algunos de ellos y con una sonrisa reptil les contesté mientras hacía girar mi daga con maestría en la mano derecha.
- Si, vayamos a por las bañeras, pequeñines, yo puedo indicaros el camino. El rastro aún no se abrá enfriado y podré oler por donde se ha ido sin ningún dificultad - les contesté cogiendo en una mano mi daga de siempre, la daga de piedra que yo misma había creado, y en la otra la nueva daga. Ahora si que podía ir a por las bañeras... Empecé a irme de allí a buen ritmo, dando por hecho que ellos me seguiría, pues no tenían otra forma de encontrar su preciada comida. Yo podía sobrevivir durante mucho tiempo viva sin comida, gracias a mi metabolismo reptil, pero dudaba que ellos si. No parecían de esos. De modo que, si deseaban sobrevivir me necesitaban, a mi, a la mejor rastreadora que tenían, estaba segura.
(Sigue en Callejones sin Salida)
Pronto uno de aquellos seres, los mismos que aún no me habían mostrado como diferenciarlos pese a que yo si, suguirió que deberíamos separarnos para buscar más armas que pudieran servirnos. No discutí, no veía razón cuando veía la lógica que guardaban esas palabras. Lo mejor sería separarnos para agilitar un poco más las cosas. De modo que, me dirigí a la planta de arriba con unos de esos seres sin escamas siguiendome. Subimos una escalera de caracol bastante larga, pero pronto nos encontramos en la siguiente planta. Habitaciones, eso era lo que encontramos. Camas y camastros, ropas y edredones, cepillos y espejos, pero por mi parte no encontré nada útil, a no ser que una familia de cucarachas y unos cuantos ratones se tuvieran en cuenta. Si algo salía mal, yo por lo menos no dudaría en zampármelos.
Mientras ya me estaba haciendo a la idea de que no encontraríamos nada de valor aqui arriba oí la voz de uno de ellos (había decido ponerles a todo el sexo masculino hasta que supiera más de ellos, por lo que sabía podían no tener sexo en su tierra). Según decían habían encontrado armas. No tardé en descubrir que dicha afirmación era verdadera. Había muchas armas y, aunque yo no supiese gran cosa de ellas pues mi pueblo era pacífico y no dicho a su creación, supe que eran auténticas y de buena calidad nada más verlos. Mis dedos recorrieron los filos de cada uno de ellos, los cuales estaban hechos de un material desconocido para mí, sopesando cual sería para mí la mejor elección.
Por fin me puse al cinto una daga encrustada en joyas de filo zigzagueante y una espada corta de aspecto majestuoso, casí mágico en su belleza única, y filo curvo como algunos que había visto en algunas pinturas antiguas de mi tierra natal. Así si, ahora me sentía mejor, más preparada, más dispuesta a enfrentarme al mundo. Cualquiera se siente mejor con armas en mano, hasta una reptil que posee armas naturales.
Subimos arriba nuevamente donde ya esperaban algunos de ellos y con una sonrisa reptil les contesté mientras hacía girar mi daga con maestría en la mano derecha.
- Si, vayamos a por las bañeras, pequeñines, yo puedo indicaros el camino. El rastro aún no se abrá enfriado y podré oler por donde se ha ido sin ningún dificultad - les contesté cogiendo en una mano mi daga de siempre, la daga de piedra que yo misma había creado, y en la otra la nueva daga. Ahora si que podía ir a por las bañeras... Empecé a irme de allí a buen ritmo, dando por hecho que ellos me seguiría, pues no tenían otra forma de encontrar su preciada comida. Yo podía sobrevivir durante mucho tiempo viva sin comida, gracias a mi metabolismo reptil, pero dudaba que ellos si. No parecían de esos. De modo que, si deseaban sobrevivir me necesitaban, a mi, a la mejor rastreadora que tenían, estaba segura.
(Sigue en Callejones sin Salida)
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 08:15 pm
Silbé de admiración. Aquel sótano estaba repleto de armas. Espadas y cuchillos, arcos, ballestas, mazas... La vela hacía brillar el metal con luz amarillenta. Miré cada arma con detenimiento. Sopesé las espadas; las largas pesaban demasiado como para poder usarlas bien. y miré de soslayo el arco, pues desde siempre había querido aprender a usarlo. Pero lo cierto es que mi puntería daba asco.
En realidad tenía que descartarlo casi todo. Acaricié la hoja de un par de espadas.
- Es una pena.- susurré.- pero llevar esto supongo que sería estúpido ¿no? No tengo fuerza como para utilizarla con rapidez, y todo lo que sé de esgrima es - de pelear con espadas de goma-espuma contra mis primos pequeños, pensé entre divertida y triste, pero lo resumí en:- nada.
Agarré un cuchillo largo y fino. Una aguja en comparación con otras armas que se exhibían en el sótano.
Algun día, me prometí. Después de todo, había dicho que sobreviviría ¿no? pues iba a tener tiempo de practicar.
Noel también había escogido un cuchillo, aunque le había visto mirar de reojo las hachas. Solo Cail había elegido una arma algo más digna. Una bonita espada curva. Subí detrás de ellos mirando fijamente los escalones para no tropezar, apretando con fuerza el mango del cuchillo, como si temiese que algo fuera a salir de la oscuridad a atacarnos a pesar de que todo lo que había en la escalera era un desagradable olor a viejo.
En realidad tenía que descartarlo casi todo. Acaricié la hoja de un par de espadas.
- Es una pena.- susurré.- pero llevar esto supongo que sería estúpido ¿no? No tengo fuerza como para utilizarla con rapidez, y todo lo que sé de esgrima es - de pelear con espadas de goma-espuma contra mis primos pequeños, pensé entre divertida y triste, pero lo resumí en:- nada.
Agarré un cuchillo largo y fino. Una aguja en comparación con otras armas que se exhibían en el sótano.
Algun día, me prometí. Después de todo, había dicho que sobreviviría ¿no? pues iba a tener tiempo de practicar.
Noel también había escogido un cuchillo, aunque le había visto mirar de reojo las hachas. Solo Cail había elegido una arma algo más digna. Una bonita espada curva. Subí detrás de ellos mirando fijamente los escalones para no tropezar, apretando con fuerza el mango del cuchillo, como si temiese que algo fuera a salir de la oscuridad a atacarnos a pesar de que todo lo que había en la escalera era un desagradable olor a viejo.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 08:51 pm
Vladimir entró por la puerta del torreón justo a tiempo para poder escuchar la conversación entre el reptil y la señorita Lahey, que, cómo no, degeneró en una discusión casi nada más iniciarse. Se mantuvo apoyado contra una de las no muy seguras paredes, atendiendo a los burdos signos de desprecio poco o nada disimulados que se intercambiaban fieramente ambas damiselas. Las miraba con curiosidad desganada y frío desprecio, cómo el que le arranca las alas a una mosca sólo para ver qué pasa. Le resultaba vagamente entretenido contemplar una muestra de odio tan apasionado cómo primitivo. Aunque las hubiera cambiado gustosamente por un buen libro, que resultaba, si bien menos realista y directo, mucho más poético.
Al rato, hastiado ya del primitivo duelo entre el mamífero y el reptil, se separó de la pared y se acercó al grupo. Cuando estuvo entre ambas mujeres, se encaró a Caillech, con buen cuidado de no darle la espalda a Hannah, tanto por cortesía cómo por precaución. Miró directamente al reptil a los ojos, sin gesto desafiante en su mirada, pero con el mismo deje de desprecio desganado y convicción de superioridad. Aunque Vlad era especialmente alto, tenía que alzar la vista para poder mirar a la muchacha. A la mayoría de las personas de entre el común de los mortales les costaría mantener ese aire altivo ante un ser dotado de una cola prensil, garras, colmillos y diez centímetros de ventaja sobre él. Pero para al Conde Ibrahimovich no. No es que le hubieran enseñado que él era superior. Le habían hecho saberlo. Lo tenía más claro que el resultado de 2+2. Ese era el férreo axioma en el que sustentaba todos sus conocimientos sobre la vida. Y, por mucho que se estuviera tambaleando dicho pilar, seguía siendo un axioma, leñe.
-Saludos, señorita. Témome que no he tenido el placer de que nos presentaran. Permítame que tome la iniciativa. Soy el Conde Vladimir Ibrahimovich Tepes, procedente de Rumanía, región de la Tierra. –dijo con tono seguro y perfectamente correcto. Estaba un poco cansado de repetir la misma frase una y otra vez, pero tenía la esperanza de no tener que hacerlo en un futuro reciente. Seguidamente la tomó de la mano escamosa con delicadeza y la besó con cuidado, procurando hacerle comprender con sus refinados ademanes que aquel era un gesto respetuoso de cortesía, aún por el deje desapasionado de su mirada. Tras esta rápida sucesión de movimientos estilísticos que había convertido en mecánicos por su repetición, volvió a mirarle a los ojos, y continuó hablando.
-Ruégole que termine cuanto antes con esta infructuosa discusión, pues, en mi opinión, hay demasiadas tareas que realizar cómo para derrochar nuestro precioso tiempo en discursos sin fundamento. Mire el lado positivo, señorita, tenemos dónde resguardarnos. Ahora podremos ir en busca del tan preciado sustento. No se sulfure tanto por la tardanza que pueda degenerar este pequeño descanso en nuestra empresa en la búsqueda de los víveres pues, si no me equivoco, su metabolismo reptiliano no debe de exigirle consumir comida más que un par de veces a la semana. Nosotros, en cambio, tenemos cómo costumbre saludable comer tres veces por día. Así que, cómo será capaz de deducir, no pretendemos demorarnos más de lo estrictamente necesario en nuestra búsqueda. Así que le sugiero que abandonen las dos sus diferencias hasta que demos por terminada nuestra tarea inmediata, que no es si no apresurarnos en encontrar las bañeras voladoras.
El breve discurso fue articulado con la educación inmaculada que le era acostumbrada al Conde. Era imposible reprocharle ni una de sus palabras por su encadenación, pues habían sido todas cuidadosamente escogidas para ser suaves cómo el terciopelo, al igual que el tono. Aunque este último tenía cierto deje peculiar, aunque no por ello menos característico para aquellos que hubieran tenido el “placer” de oírlo hablar anteriormente. Era ese tono que convertía el discurso en un mero envoltorio bonito en el que ocultar el imperativo severo que le estaba lanzando con refinada educación a la señorita. El mensaje que realmente tenía proyectado enviar era mucho más simple: No perdáis el tiempo con gilipolleces fútiles, cerrad el pico y moved el culo. Pero para el conde aquello era tremendamente descortés y vulgar. Además, prefería decirlo de forma más refinada y gastar saliva extra que soltar el torrente de barbaridades de sopetón y arriesgarse a convertirse en la cena de aquel ser que la naturaleza había dotado de una mayor capacidad depredadora.
Vlad estaba acostumbrado a tratar con fieras. Por lo general con un rifle y a una distancia prudencial, pero no era la primera vez que se encaraba a una bestia a los ojos. No le asustaba ni le inquietaba, pero tampoco era idiota.
-Si me disculpan, señoritas, iré a ver si obtengo equipamiento adecuado para nuestra tarea.
Sin demorarse un segundo más, se dio la vuelta y se apresuró a descender de forma elegante y segura las escaleras.
Cuando al fin llegó al arsenal, una parte de sí dio las gracias al cielo con todas sus fuerzas. Y eso lo sorprendió enormemente, porque era ateo. Al menos para sus adentros. Se le daba bien guardar las apariencias delante del cura, de sus padres, de los conocidos… Era un verdadero alivio poder prescindir de todo aquel birlibirloque inútil ahora.
Volviendo al tema de las armas, se apresuró a tomar un estoque y echárselo al cinto, junto con una daga de parada. Lo desenvainó con desenvoltura y se colocó en la posición de combate que le habían enseñado a tomar en esgrima, comprobando la calidad del acero, el punto de equilibrio a los cuatro dedos de la guarnición, y examinando el arma en general con ojo experto. Una vez satisfecho, la envainó y prosiguió su búsqueda.
Intentó inútilmente encontrar una ballesta, que era lo más parecido a un rifle que esperaba encontrar por aquellos lares. Para su decepción, todo esfuerzo fue infructuoso. Al parecer, las ballestas habían sido tecnología punta allá por la Edad Media. Y por Rocavarancolia todo tipo de tecnología denominada “puntera” era absolutamente arcana para los habitantes. Sólo había que echar un vistazo al panorama para descubrirlo. Muy a su pesar, tomó un arco compuesto y un carcaj. Había tirado pocas veces con arco y, aunque tenía su excelente puntería de su parte, le llevaba tiempo preparar el tiro y cerciorarse de que iba a dar en el blanco. No se sentía seguro con aquel chisme. Pero, en fin, no había otra cosa.
Se puso el arco y el carcaj a la espalda, el estoque y la daga al cinto y ascendió de nuevo a la superficie, preparado, dentro de lo que cabía esperar, para enfrentarse a lo que fuera que les esperara fuera.
Se apoyó contra el marco del portón, esperando a que todos estuvieran preparados. Tenía la sensación de que no iba a ser un paseo por el parque.
Cuando la señorita reptiliana estuvo dispuesta a guiarlas, se le quedó mirando a la espera de que saliera para seguirle.
Al rato, hastiado ya del primitivo duelo entre el mamífero y el reptil, se separó de la pared y se acercó al grupo. Cuando estuvo entre ambas mujeres, se encaró a Caillech, con buen cuidado de no darle la espalda a Hannah, tanto por cortesía cómo por precaución. Miró directamente al reptil a los ojos, sin gesto desafiante en su mirada, pero con el mismo deje de desprecio desganado y convicción de superioridad. Aunque Vlad era especialmente alto, tenía que alzar la vista para poder mirar a la muchacha. A la mayoría de las personas de entre el común de los mortales les costaría mantener ese aire altivo ante un ser dotado de una cola prensil, garras, colmillos y diez centímetros de ventaja sobre él. Pero para al Conde Ibrahimovich no. No es que le hubieran enseñado que él era superior. Le habían hecho saberlo. Lo tenía más claro que el resultado de 2+2. Ese era el férreo axioma en el que sustentaba todos sus conocimientos sobre la vida. Y, por mucho que se estuviera tambaleando dicho pilar, seguía siendo un axioma, leñe.
-Saludos, señorita. Témome que no he tenido el placer de que nos presentaran. Permítame que tome la iniciativa. Soy el Conde Vladimir Ibrahimovich Tepes, procedente de Rumanía, región de la Tierra. –dijo con tono seguro y perfectamente correcto. Estaba un poco cansado de repetir la misma frase una y otra vez, pero tenía la esperanza de no tener que hacerlo en un futuro reciente. Seguidamente la tomó de la mano escamosa con delicadeza y la besó con cuidado, procurando hacerle comprender con sus refinados ademanes que aquel era un gesto respetuoso de cortesía, aún por el deje desapasionado de su mirada. Tras esta rápida sucesión de movimientos estilísticos que había convertido en mecánicos por su repetición, volvió a mirarle a los ojos, y continuó hablando.
-Ruégole que termine cuanto antes con esta infructuosa discusión, pues, en mi opinión, hay demasiadas tareas que realizar cómo para derrochar nuestro precioso tiempo en discursos sin fundamento. Mire el lado positivo, señorita, tenemos dónde resguardarnos. Ahora podremos ir en busca del tan preciado sustento. No se sulfure tanto por la tardanza que pueda degenerar este pequeño descanso en nuestra empresa en la búsqueda de los víveres pues, si no me equivoco, su metabolismo reptiliano no debe de exigirle consumir comida más que un par de veces a la semana. Nosotros, en cambio, tenemos cómo costumbre saludable comer tres veces por día. Así que, cómo será capaz de deducir, no pretendemos demorarnos más de lo estrictamente necesario en nuestra búsqueda. Así que le sugiero que abandonen las dos sus diferencias hasta que demos por terminada nuestra tarea inmediata, que no es si no apresurarnos en encontrar las bañeras voladoras.
El breve discurso fue articulado con la educación inmaculada que le era acostumbrada al Conde. Era imposible reprocharle ni una de sus palabras por su encadenación, pues habían sido todas cuidadosamente escogidas para ser suaves cómo el terciopelo, al igual que el tono. Aunque este último tenía cierto deje peculiar, aunque no por ello menos característico para aquellos que hubieran tenido el “placer” de oírlo hablar anteriormente. Era ese tono que convertía el discurso en un mero envoltorio bonito en el que ocultar el imperativo severo que le estaba lanzando con refinada educación a la señorita. El mensaje que realmente tenía proyectado enviar era mucho más simple: No perdáis el tiempo con gilipolleces fútiles, cerrad el pico y moved el culo. Pero para el conde aquello era tremendamente descortés y vulgar. Además, prefería decirlo de forma más refinada y gastar saliva extra que soltar el torrente de barbaridades de sopetón y arriesgarse a convertirse en la cena de aquel ser que la naturaleza había dotado de una mayor capacidad depredadora.
Vlad estaba acostumbrado a tratar con fieras. Por lo general con un rifle y a una distancia prudencial, pero no era la primera vez que se encaraba a una bestia a los ojos. No le asustaba ni le inquietaba, pero tampoco era idiota.
-Si me disculpan, señoritas, iré a ver si obtengo equipamiento adecuado para nuestra tarea.
Sin demorarse un segundo más, se dio la vuelta y se apresuró a descender de forma elegante y segura las escaleras.
Cuando al fin llegó al arsenal, una parte de sí dio las gracias al cielo con todas sus fuerzas. Y eso lo sorprendió enormemente, porque era ateo. Al menos para sus adentros. Se le daba bien guardar las apariencias delante del cura, de sus padres, de los conocidos… Era un verdadero alivio poder prescindir de todo aquel birlibirloque inútil ahora.
Volviendo al tema de las armas, se apresuró a tomar un estoque y echárselo al cinto, junto con una daga de parada. Lo desenvainó con desenvoltura y se colocó en la posición de combate que le habían enseñado a tomar en esgrima, comprobando la calidad del acero, el punto de equilibrio a los cuatro dedos de la guarnición, y examinando el arma en general con ojo experto. Una vez satisfecho, la envainó y prosiguió su búsqueda.
Intentó inútilmente encontrar una ballesta, que era lo más parecido a un rifle que esperaba encontrar por aquellos lares. Para su decepción, todo esfuerzo fue infructuoso. Al parecer, las ballestas habían sido tecnología punta allá por la Edad Media. Y por Rocavarancolia todo tipo de tecnología denominada “puntera” era absolutamente arcana para los habitantes. Sólo había que echar un vistazo al panorama para descubrirlo. Muy a su pesar, tomó un arco compuesto y un carcaj. Había tirado pocas veces con arco y, aunque tenía su excelente puntería de su parte, le llevaba tiempo preparar el tiro y cerciorarse de que iba a dar en el blanco. No se sentía seguro con aquel chisme. Pero, en fin, no había otra cosa.
Se puso el arco y el carcaj a la espalda, el estoque y la daga al cinto y ascendió de nuevo a la superficie, preparado, dentro de lo que cabía esperar, para enfrentarse a lo que fuera que les esperara fuera.
Se apoyó contra el marco del portón, esperando a que todos estuvieran preparados. Tenía la sensación de que no iba a ser un paseo por el parque.
Cuando la señorita reptiliana estuvo dispuesta a guiarlas, se le quedó mirando a la espera de que saliera para seguirle.
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Personajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 09:13 pm
Una vez mas calmado, me dirigi a ver que hacian los demas, habia quedado en ridiculo delante de los demás, aunque eso no era nada nuevo...
Noel parecia haber encontrado armas, fui a verlas, todos ya se habian abastecido, por mi parte cogi algo parecido a una daga de tamaño medio-grande
Una vez hice eso me dirigi hacia donde estaban todos y los segui a donde estaban las bañeras
(Sigue donde vayais y siento lo del minipost, me tngo q ir a cenar el proximo lo hare mas grande TAT )
Noel parecia haber encontrado armas, fui a verlas, todos ya se habian abastecido, por mi parte cogi algo parecido a una daga de tamaño medio-grande
Una vez hice eso me dirigi hacia donde estaban todos y los segui a donde estaban las bañeras
(Sigue donde vayais y siento lo del minipost, me tngo q ir a cenar el proximo lo hare mas grande TAT )
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Shylver
Ficha de cosechado
Nombre: Akasha
Especie: Ochroria
Habilidades: «Agilidad, Motivación, Carisma»
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
06/11/11, 09:57 pm
Me levanto con un poco más de energía, he aprovechado el tiempo que ha tardado Vladimir en presentarse otra vez para descansar un poco más. Tengo que limitarme un poco, no puedo ponerme a correr como un loco sin saber a donde voy. Lo recordaré para próximas situaciones.
Alcanzo a Caillech cuando va a subir las escaleras y le sigo. Un análisis superficial de los pisos superiores revela absolutamente nada. Unos cuantos muebles viejos y ropa usada, a lo sumo. Y algunos objetos de poca importancia. Esto sería un aceptable lugar para vivir si estuviera un poco mejor dispuesto, cosa de la que nos encargaremos más tarde, cuando tengamos algo que llevarnos a la boca.
Caillech parece oír algo, algo así como a Noel gritando lo que a primera impresión me parecen incoherencias, pero una vez escucho con atención resulta ser la noticia de un hallazgo excepcional. Corro tras ella cuando baja apresuradamente las escaleras para comprobarlo. Me cruzo con Vladimir por el camino, y le cedo el paso, tras lo cual bajo yo.
Accedo a la sala cuyas paredes están cubiertas de armas. Y el suelo y parte del techo. Es una selección increíble, mucho más real que la imagen mental que me había ido haciendo por el camino. La belleza de algunas piezas concretas me distrae del conjunto unos instantes, hasta que decido que no soy digno de llevarlas. Y con eso quiero decir que no podría ni levantarlas. Creo que ni siquiera arrastrarlas con dificultad por el suelo. Necesito algo ligero, y de cuyo uso tenga al menos una ligera idea. Debe ser por esa lista de motivos por lo que mis pasos me llevan sin darme yo mucha cuenta hacia un soporte de aspecto alargado, como el arma que lo ocupa.
Es una lanza. Una lanza plateada, simple, con algunos ornamentos sobre la base de la punta y el extremo contrario. Me atrevo a levantarla. No pesa demasiado, un poco más que mi actual palo. La termino de extraer del soporte, dejando mi vara en su lugar, no vaya a ser que se enfade el arsenal por dejar un hueco libre.
Pues me ha gustado, es elegante, ligera y de largo alcance, y en situaciones como la de antes me sirve para apoyarme. Creo que me la quedo.
Resuelto el tema de la defensa personal, al menos de momento decido permanecer en el torreón. Quizá luego encuentre algún tipo de armadura para complementar. Ya hay gente en busca de las bañeras, y de poco voy a servir si no aguanto el cruzar un par de calles. Tampoco es que me haya recuperado mucho. Seré más útil si me quedo e intento limpiar esto un poco. O colocarlo. O iluminarlo. Tendré que tratar el tema con Hannah, aunque no me haga mucha gracia la idea, viendo lo irascible que está últimamente. De momento, subo a la planta baja y espero a que la gente termine lo que tenga que hacer.
Alcanzo a Caillech cuando va a subir las escaleras y le sigo. Un análisis superficial de los pisos superiores revela absolutamente nada. Unos cuantos muebles viejos y ropa usada, a lo sumo. Y algunos objetos de poca importancia. Esto sería un aceptable lugar para vivir si estuviera un poco mejor dispuesto, cosa de la que nos encargaremos más tarde, cuando tengamos algo que llevarnos a la boca.
Caillech parece oír algo, algo así como a Noel gritando lo que a primera impresión me parecen incoherencias, pero una vez escucho con atención resulta ser la noticia de un hallazgo excepcional. Corro tras ella cuando baja apresuradamente las escaleras para comprobarlo. Me cruzo con Vladimir por el camino, y le cedo el paso, tras lo cual bajo yo.
Accedo a la sala cuyas paredes están cubiertas de armas. Y el suelo y parte del techo. Es una selección increíble, mucho más real que la imagen mental que me había ido haciendo por el camino. La belleza de algunas piezas concretas me distrae del conjunto unos instantes, hasta que decido que no soy digno de llevarlas. Y con eso quiero decir que no podría ni levantarlas. Creo que ni siquiera arrastrarlas con dificultad por el suelo. Necesito algo ligero, y de cuyo uso tenga al menos una ligera idea. Debe ser por esa lista de motivos por lo que mis pasos me llevan sin darme yo mucha cuenta hacia un soporte de aspecto alargado, como el arma que lo ocupa.
Es una lanza. Una lanza plateada, simple, con algunos ornamentos sobre la base de la punta y el extremo contrario. Me atrevo a levantarla. No pesa demasiado, un poco más que mi actual palo. La termino de extraer del soporte, dejando mi vara en su lugar, no vaya a ser que se enfade el arsenal por dejar un hueco libre.
Pues me ha gustado, es elegante, ligera y de largo alcance, y en situaciones como la de antes me sirve para apoyarme. Creo que me la quedo.
Resuelto el tema de la defensa personal, al menos de momento decido permanecer en el torreón. Quizá luego encuentre algún tipo de armadura para complementar. Ya hay gente en busca de las bañeras, y de poco voy a servir si no aguanto el cruzar un par de calles. Tampoco es que me haya recuperado mucho. Seré más útil si me quedo e intento limpiar esto un poco. O colocarlo. O iluminarlo. Tendré que tratar el tema con Hannah, aunque no me haga mucha gracia la idea, viendo lo irascible que está últimamente. De momento, subo a la planta baja y espero a que la gente termine lo que tenga que hacer.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
07/11/11, 10:21 am
Después de escuchar el discurso en silencio, decidí seguir al grupo, a pesar de que la presencia de Caillech me disgustara. Según lo que habían dicho esos tipos que parecían haber nacido de entre las plantas, este lugar no era lo que se conoce como un sitio acogedor y no soy lo suficientemente estúpido como para quedarme a solas. <<En buen momento firmé…>>.
Nada más llegar al torreón, compruebo que mi compañera de raza ya había tenido tiempo de discutir con los tipos blandos y descamados. Su altura, su tono de voz… no parecía ayudarle en su discurso. Los chicos, en general, la miraban más asustados que realmente convencidos de sus palabras. Todos excepto el pequeño gruñón con bultos en la zona del pecho, que parecía ser el único que no hablaba desde el miedo, sino desde la ira. <<Tendré que hablar con ella…>>. Pues está claro que nosotros éramos minoría. Somos dos contra un buen puñado y no sé ella, pero yo si muero, quiero que sea porque la ciudad no me ha considerado lo suficientemente bueno para ella y no porque mis compañeros han decidido hacerse un abrigo con mi piel mientras dormía acabando de un tajo con el miedo que les impone un ser que desconocen.
Cuando la mayoría de ellos se alejan del edificio dispuestos a encontrar comida, decido entrar a inspeccionar. Lo primero que me sorprende es la estructura del edificio en sí, jamás había visto algo así. En la tribu vivíamos prácticamente en cuevas u otros sitios de origen natural y no sentimos nunca la necesidad de edificar de la misma manera que aquí. Lo segundo que me sorprendió era que dentro del lugar había varias plantas, unidas entre sí por unos pasillos cuyo suelo daba pequeños saltos con desniveles para unir entre sí cada una de las partes. La decoración parecía de madera en su mayoría, aunque también pude ver varios objetos aparentemente artesanales del mismo material frío que me encontré en las mazmorras. <<Necesito aprender más sobre este lugar…>> pienso fascinado. La forma en la que había evolucionado Rocavarancolia era totalmente distinta de la de Asrena.
Acabé bajando a una de las plantas inferiores y descubrí una sala lleno de lo que parecían armas. El aspecto era similar a las pequeñas dagas utilizábamos en la Asrena para trabajar la piel y otras tareas, pero eran del mismo material frío al tacto y con un filo muchísimo mayor. <<¿Qué serán? ¿Dagones? Porque daga… usar ese termino para estos utensilios se me queda chico>>. Tras eso pasé la mano por una enorme maza y me fijé en unos arcos de madera curvados con los extremos unidos por una cuerda. Al principio me recordaron a algún tipo de instrumento, pero pronto descarté la idea, pues con una sola cuerda no se pueden crear sonidos suficientes. Finalmente decidí no agenciarme nada y salí de nuevo fuera, al patio. Me senté en el suelo, apoyado a la pared para esperar tranquilamente al resto del grupo, cuando vi que un insecto parecido a una cucaracha, pero de menor tamaño, pasaba por mi lado. Lo pillé rápidamente de una de sus patitas dispuesto a comérmelo para saciar un poco el hambre, pero al final acabé soltándolo. <<Esto no es el desierto, Giz>> me dije a mí mismo <<Antes de probar algo, asegúrate de que es comestible>>. Solté al insecto y dejé que se alejara.
Nada más llegar al torreón, compruebo que mi compañera de raza ya había tenido tiempo de discutir con los tipos blandos y descamados. Su altura, su tono de voz… no parecía ayudarle en su discurso. Los chicos, en general, la miraban más asustados que realmente convencidos de sus palabras. Todos excepto el pequeño gruñón con bultos en la zona del pecho, que parecía ser el único que no hablaba desde el miedo, sino desde la ira. <<Tendré que hablar con ella…>>. Pues está claro que nosotros éramos minoría. Somos dos contra un buen puñado y no sé ella, pero yo si muero, quiero que sea porque la ciudad no me ha considerado lo suficientemente bueno para ella y no porque mis compañeros han decidido hacerse un abrigo con mi piel mientras dormía acabando de un tajo con el miedo que les impone un ser que desconocen.
Cuando la mayoría de ellos se alejan del edificio dispuestos a encontrar comida, decido entrar a inspeccionar. Lo primero que me sorprende es la estructura del edificio en sí, jamás había visto algo así. En la tribu vivíamos prácticamente en cuevas u otros sitios de origen natural y no sentimos nunca la necesidad de edificar de la misma manera que aquí. Lo segundo que me sorprendió era que dentro del lugar había varias plantas, unidas entre sí por unos pasillos cuyo suelo daba pequeños saltos con desniveles para unir entre sí cada una de las partes. La decoración parecía de madera en su mayoría, aunque también pude ver varios objetos aparentemente artesanales del mismo material frío que me encontré en las mazmorras. <<Necesito aprender más sobre este lugar…>> pienso fascinado. La forma en la que había evolucionado Rocavarancolia era totalmente distinta de la de Asrena.
Acabé bajando a una de las plantas inferiores y descubrí una sala lleno de lo que parecían armas. El aspecto era similar a las pequeñas dagas utilizábamos en la Asrena para trabajar la piel y otras tareas, pero eran del mismo material frío al tacto y con un filo muchísimo mayor. <<¿Qué serán? ¿Dagones? Porque daga… usar ese termino para estos utensilios se me queda chico>>. Tras eso pasé la mano por una enorme maza y me fijé en unos arcos de madera curvados con los extremos unidos por una cuerda. Al principio me recordaron a algún tipo de instrumento, pero pronto descarté la idea, pues con una sola cuerda no se pueden crear sonidos suficientes. Finalmente decidí no agenciarme nada y salí de nuevo fuera, al patio. Me senté en el suelo, apoyado a la pared para esperar tranquilamente al resto del grupo, cuando vi que un insecto parecido a una cucaracha, pero de menor tamaño, pasaba por mi lado. Lo pillé rápidamente de una de sus patitas dispuesto a comérmelo para saciar un poco el hambre, pero al final acabé soltándolo. <<Esto no es el desierto, Giz>> me dije a mí mismo <<Antes de probar algo, asegúrate de que es comestible>>. Solté al insecto y dejé que se alejara.
- Martalar
Ficha de cosechado
Nombre: Hannah Lahey
Especie:
Habilidades: Vista de lince, automotivación y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
07/11/11, 05:06 pm
Noel hace una llamada. Por lo visto, han encontrado armas. Todos se equipan y preparan salir. Yo, en cambio, me quedo, tal y como he dicho. A pesar de ello, bajo al sótano. Vaya, nunca había visto tantas armas juntas... Agarro un arco bastante grande, y trato de tensar la cuerda, en vano. Finalmente, escojo uno más pequeño, a juego con su carcaj con varias flechas. Sin embargo, no me atrevo a probarlo todavía, y sé que no lo haré hasta que no haya nadie en un kilómetro a la rotonda, puesto que podría cargarme a alguien, si es que la flecha no se vuelve contra mí misma, lo cual, siendo yo, no me resulta tan increíble. Pero lo tengo claro. No quiero un arma más directa, puesto que, a pesar de que mis pullas sí que lo son, preferiría no tener que acercarme mucho en una pelea real. De cualquier forma, si tengo tiempo siempre puedo aprender a usar algunas de esas espadas. Y algo me dice que voy a tener mucho tiempo...
Al parecer, algunos de mis compañeros también prefieren quedarse. Mejor. Aunque no lo admitiría nunca, me siento más tranquila con alguien que se quede conmigo en el torreón que, por cierto, va a necesitar una buena limpieza.
Por lo que he podido comprobar, a pesar de su deplorable estado alguna vez fue habitado. Solo que lo que antes pudieron ser cosas útiles para otros niños -la idea de que otras personas como nosotros hayan vivido lo mismo un tiempo antes y, sobre todo, si me planteo que no somos los primeros aún me resulta escalofriante- son ahora simples trastos tirados por en medio, que lo único que hacen es molestar.
Llego a la planta baja, en la que Alphonse espera, pensativo. Tampoco digo nada al llegar. Probablemente todos hayan sacado las mismas conclusiones que yo. No somos los primeros en llegar aquí, y quizás no seamos los últimos.
Al parecer, algunos de mis compañeros también prefieren quedarse. Mejor. Aunque no lo admitiría nunca, me siento más tranquila con alguien que se quede conmigo en el torreón que, por cierto, va a necesitar una buena limpieza.
Por lo que he podido comprobar, a pesar de su deplorable estado alguna vez fue habitado. Solo que lo que antes pudieron ser cosas útiles para otros niños -la idea de que otras personas como nosotros hayan vivido lo mismo un tiempo antes y, sobre todo, si me planteo que no somos los primeros aún me resulta escalofriante- son ahora simples trastos tirados por en medio, que lo único que hacen es molestar.
Llego a la planta baja, en la que Alphonse espera, pensativo. Tampoco digo nada al llegar. Probablemente todos hayan sacado las mismas conclusiones que yo. No somos los primeros en llegar aquí, y quizás no seamos los últimos.
El descenso hecho de desesperaciones y sin logros realiza un nuevo despertar que es un reverso de la desesperación.
Por lo que no podemos lograr, lo que se niega al amor, lo que hemos perdido en la anticipación... sigue un descenso, infinito e indestructible.
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