Torreón Maciel (Archivo II)
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HurzaComeojos
Soñador
Yber
Vlad
Giniroryu
Alicia
Shylver
Martalar
Caillech
Sevent
14 participantes
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidadPersonajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Torreón Maciel (Archivo II)
05/11/11, 11:42 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Llegue al torreon seguido de Hannah que extrañamente parecia preocupada por mi, pero eso ya daba igual esto era ridiculo, estaba encerrado en una pesadilla de la que no podia despertar, asi que ¿Que mas daba si me mataban o no? Asi despertaria no? JAJAJAJAJAJJAJAJA
-Asi que este es el torreon......
Entre dentro de este, estaba en un estado bastante malo, no queria imaginarme que habia pasado ahi y menos lo que iba pasar, pero que mas daba total esto era ridiculo, no podia estar pasando...o si?
-HAANNAH! Lo hemos encontrado-dije
Llegue al torreon seguido de Hannah que extrañamente parecia preocupada por mi, pero eso ya daba igual esto era ridiculo, estaba encerrado en una pesadilla de la que no podia despertar, asi que ¿Que mas daba si me mataban o no? Asi despertaria no? JAJAJAJAJAJJAJAJA
-Asi que este es el torreon......
Entre dentro de este, estaba en un estado bastante malo, no queria imaginarme que habia pasado ahi y menos lo que iba pasar, pero que mas daba total esto era ridiculo, no podia estar pasando...o si?
-HAANNAH! Lo hemos encontrado-dije
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
18/12/11, 05:35 pm
Vlad observó las escenas de tensión que se desarrollaron en el hall, estoico. No pareció inmutarse ante los reproches que los recién llegados le hacían por haber dejado al ranta suelto y por haber permitido vivir allí a Toima. Él tenía sus razones, aunque no pudiera exponerlas en voz alta. Pero su atención queda desviada hacia las explicaciones que la recién llegada, Mània, le da a Mark sobre la magia. Él también había quedado fascinado secretamente por el milagro que había realizado Giz con el cuchillo del káiser, aunque, cómo de costumbre, ni su gesto, ni su rostro ni su postura lo revelaban.
Pensó unos instantes en las posibilidades que se abrían ante ellos. Magia. Magia real. Cómo aquella era la mente de Vlad, ninguna de las posibilidades que se le ocurrían se nombrarán a continuación para no herir la sensibilidad del lector.
Pero los hechizos deberían esperar por el momento. Tenía entuertos que aclarar. Se sentía en cierto modo responsable del torreón, pues parecía que era lo único que separaba a Alphonse, Mark y Hannah de Sezk y Toima, pues si acaecía algún altercado, será él el responsable y ningún otro; pues el decidió dejar libre a uno y permitir vivir en la torre al otro.
Subió las escaleras en dirección al estudio con intención de dirigirse a los recién llegados que suponía que se habrían reunido allí con Alphonse, pues parecía que aquel muchacho rara vez salía de aquella habitación.
En las escaleras encontró a Toima y a Sezk, que acababan de terminar una conversación, y el sentido paranoico de Vlad le gritaba al oído de su mente que aquello no podía conllevar nada bueno. Aun así, el káiser se acababa de tomar una pastilla, con lo cual supuso que sería más receptivo a sus palabras. Tanto mejor, pensó, porque debo hablar con los dos.
Abordó a la pareja antes de que se separaran en la escalera.
-Caballeros- comenzó a decir, en un tono educado aunque severo, pero nada violento. Sabía que era un momento delicado y no debía resultarles violento a ambos, pero tampoco débil. Se mantuvo en la fina línea que separaba ambas cosas mientras hablaba, haciendo gala de toda su habilidad lingüística.- Debo hablar con ustedes a cerca de su comportamiento para con los invitados. Es evidente, señor Toima, que no comparte mi concepción de la cortesía, y no tengo nada que objetar al respecto. Aun así, debo decirle que no debe usted dirigirse a nuestros aliados (porque eso es lo que son) de manera tan despectiva. Por mucho que nuestros puntos de vista en cuanto al buen hacer de las relaciones públicas sean distintos, debe comprender que llamarlos “corderos listos para la matanza” es considerado una increpación, por mucho que usted tenga razón o no. Así que le ruego que a partir de ahora sea considerado para con ellos para que puedan ver lo útil que puede resultar usted para nuestra supervivencia.
En cuanto a usted, señor Sezk, me temo que está comenzando a infligir las normas que decidió aceptar cuando le permitimos estar en libertad por este torreón. No queremos problemas, así que sus comentarios despectivos se los puede usted guardar para sus adentros, le guste o no. Tenga en cuenta que está usted en la cuerda floja, y el hecho de reincidir en su mal hacer para con los demás miembros de su especie o los integrantes del otro torreón puede redundar en la ejecución del castigo que acordamos en el pacto. Por tanto déjeme aclararle un par de cosas para que pueda evitar tan desagradable hecho: No se dirija de forma despectiva a nuestros invitados. Si eso conlleva no dirigirles la palabra, sea. Las mazmorras no son su territorio, cómo no lo es ninguna parte de este torreón, pues es propiedad del conjunto del grupo. Con lo cual, no tiene usted ningún derecho de veto al paso sobre ellas. No haga uso pues de tal privilegio, que no posee. No queremos violencia en este lugar, señor. Le recomiendo seguir al pie de la letra estas instrucciones para con el bien de su integridad física y del buen hacer en el torreón. Que tengan buena noche, caballeros.
Tras lo que consideró un sermón correcto y completo, el conde se retiró, subiendo las escaleras.
Cuando al fin estuvo en la puerta del estudio, que encontró abierta, halló a Alphonse, Alicia y Giz discutiendo acerca de asuntos mágicos, que a él ciertamente le interesaban. Escuchó la conversación desde el quicio de la puerta, sin llamar la atención a los muchachos sobre su presencia, escuchando su debate. Cuando consideró que había escuchado suficiente, dio unos toques con los nudillos en la madera del quicio, haciendo ademán de pedir permiso de entrada.
-Disculpen, caballeros, que les interrumpa su más que interesante conversación, pero debo interrumpirla durante unos instantes para dar las explicaciones que considero oportunas y necesarias sobre las condiciones del torreón tras su marcha. Veo que el señor Blanc les ha puesto al día en unos mínimos sobre la sucesión de los acontecimientos, pero me veo obligado a explicarlas en profundidad.
Preparándose para su discurso, cerró la puerta tras de si y se acercó a la mesa en la que estaban reunidos.
-Comprendan que, tras su partida, nuestro grupo quedó muy reducido. Nos vimos sin un inestimable apoyo que representaba la presencia del señor Giz y de la señorita Caillech para guiarnos en busca de comida en la ciudad. No nos quedó otra que dejar libre a Sezk para que cumpliera esta función, bajo la promesa de que no se excedería en su comportamiento, so pena de expulsión o muerte, lo que fuera más adecuado para la situación, dando preferencia a esto último. Pero el problema se presentaba claro. Siendo yo el único del torreón que hace uso fluido del combate, quedábamos bajo la amenaza de que el ranta intentara rebelarse contra nosotros. Fue entonces cuando apareció el señor Toima. Se me ocurrió que, si poníamos al káiser del lado del torreón, prometiéndole comida a cambio de sus servicios como combatiente, podríamos intimidar a Sezk para evitar que a este se le ocurriera recurrir a comportamientos violentos. Ahora temo que se puedan poner de acuerdo contra nosotros, aunque a Toima es posible que le interese más la comida que ponerse del lado de un pobre diablo con el que no sacará ningún beneficio. Pero es un riesgo que debíamos correr, a mi entender. Tras la ida de Caillech, en Maciel nuestra capacidad de defensa quedó muy reducida. Si somos atacados por alguna criatura del exterior, yo sólo no puedo defender este lugar. En cambio, con esos dos ahí fuera, tenemos posibilidades. Les ruego que comprendan mi posición y perdonen el comportamiento desquiciado de los dos enfermos, a los que ya he reprochado su conducta.
Y, por otra parte, su conversación sobre la magia es tremendamente interesante, pero creo que es ya tarde para ella. Mañana quizás podrían los recién llegados explicar a nuestro grupo sus descubrimientos en una “clase”. Por el momento, veo prudente que nos retiremos a descansar. Giz, le ruego que transmita esta información a la señorita Caillech, si no es molestia. Buenas noches, caballeros.
Tras esto, salió de la habitación en dirección al vestíbulo, dónde Mánia se hallaba sentada en un sillón. La observó durante unos segundos, percatándose de su extraña forma de vestir. Destacaban las orejas de gato que portaba en la cabeza. Hacían sentirse incómodo al conde. Vlad tenía cierta… llamémoslo “predilección” por los felinos. Puesto que no había podido desarrollar de forma normal su sexualidad, no tenía muy claro a qué atenerse en aquella situación. Ciertamente el aspecto de aquella señorita le resultaba… ¿cautivador, inquietante? No tenía muy claro cual era la expresión correcta. Aun así, hizo acopio de su ya famosa frialdad y cortesía y se acercó a ella.
-Señorita,-comenzó a decir en tono educado y suave, procurando no enfadarla, pues presuponía que no coincidían en procedencia de mundos; aunque sí notaba que estaba acostumbrada a tratar a la misma gente que él. Con lo cual, procuró ser correcto con ella.- Quizá esté usted cansada por su viaje y desee dormir. En tal caso, me gustaría enseñarle las habitaciones del torreón donde puede descansar. No sería adecuado que se echara a dormir en este sillón. Si lo considera oportuno, sígame, por favor.
Subió las escaleras y dejó abierta uno de los habitáculos, cerca del suyo, donde podría descansar ella.
-Si requiere algo por la noche, no dude en llamarme. Esa es mi habitación.- le dijo, señalándola.
Sin más preámbulos, se fue a dormir, agotado. Sabía que de algún modo había ofendido anteriormente a la muchacha en el llamado choque de culturas, y a Vladimir no le gustaba en absoluto la idea de ofender a una dama. Y, para colmo, estaba todo el trajín de Sezk, Toima y los habitantes del ahora llamado torreón Letargo, con él en medio.
Cerró la puerta, dejó sus armas a mano y se echó en la cama, con el cuchillo bien agarrado bajo la almohada, boca arriba, para volver a sumirse en aquella ligera vigilia que él consideraba sueño. Alerta.
Pensó unos instantes en las posibilidades que se abrían ante ellos. Magia. Magia real. Cómo aquella era la mente de Vlad, ninguna de las posibilidades que se le ocurrían se nombrarán a continuación para no herir la sensibilidad del lector.
Pero los hechizos deberían esperar por el momento. Tenía entuertos que aclarar. Se sentía en cierto modo responsable del torreón, pues parecía que era lo único que separaba a Alphonse, Mark y Hannah de Sezk y Toima, pues si acaecía algún altercado, será él el responsable y ningún otro; pues el decidió dejar libre a uno y permitir vivir en la torre al otro.
Subió las escaleras en dirección al estudio con intención de dirigirse a los recién llegados que suponía que se habrían reunido allí con Alphonse, pues parecía que aquel muchacho rara vez salía de aquella habitación.
En las escaleras encontró a Toima y a Sezk, que acababan de terminar una conversación, y el sentido paranoico de Vlad le gritaba al oído de su mente que aquello no podía conllevar nada bueno. Aun así, el káiser se acababa de tomar una pastilla, con lo cual supuso que sería más receptivo a sus palabras. Tanto mejor, pensó, porque debo hablar con los dos.
Abordó a la pareja antes de que se separaran en la escalera.
-Caballeros- comenzó a decir, en un tono educado aunque severo, pero nada violento. Sabía que era un momento delicado y no debía resultarles violento a ambos, pero tampoco débil. Se mantuvo en la fina línea que separaba ambas cosas mientras hablaba, haciendo gala de toda su habilidad lingüística.- Debo hablar con ustedes a cerca de su comportamiento para con los invitados. Es evidente, señor Toima, que no comparte mi concepción de la cortesía, y no tengo nada que objetar al respecto. Aun así, debo decirle que no debe usted dirigirse a nuestros aliados (porque eso es lo que son) de manera tan despectiva. Por mucho que nuestros puntos de vista en cuanto al buen hacer de las relaciones públicas sean distintos, debe comprender que llamarlos “corderos listos para la matanza” es considerado una increpación, por mucho que usted tenga razón o no. Así que le ruego que a partir de ahora sea considerado para con ellos para que puedan ver lo útil que puede resultar usted para nuestra supervivencia.
En cuanto a usted, señor Sezk, me temo que está comenzando a infligir las normas que decidió aceptar cuando le permitimos estar en libertad por este torreón. No queremos problemas, así que sus comentarios despectivos se los puede usted guardar para sus adentros, le guste o no. Tenga en cuenta que está usted en la cuerda floja, y el hecho de reincidir en su mal hacer para con los demás miembros de su especie o los integrantes del otro torreón puede redundar en la ejecución del castigo que acordamos en el pacto. Por tanto déjeme aclararle un par de cosas para que pueda evitar tan desagradable hecho: No se dirija de forma despectiva a nuestros invitados. Si eso conlleva no dirigirles la palabra, sea. Las mazmorras no son su territorio, cómo no lo es ninguna parte de este torreón, pues es propiedad del conjunto del grupo. Con lo cual, no tiene usted ningún derecho de veto al paso sobre ellas. No haga uso pues de tal privilegio, que no posee. No queremos violencia en este lugar, señor. Le recomiendo seguir al pie de la letra estas instrucciones para con el bien de su integridad física y del buen hacer en el torreón. Que tengan buena noche, caballeros.
Tras lo que consideró un sermón correcto y completo, el conde se retiró, subiendo las escaleras.
Cuando al fin estuvo en la puerta del estudio, que encontró abierta, halló a Alphonse, Alicia y Giz discutiendo acerca de asuntos mágicos, que a él ciertamente le interesaban. Escuchó la conversación desde el quicio de la puerta, sin llamar la atención a los muchachos sobre su presencia, escuchando su debate. Cuando consideró que había escuchado suficiente, dio unos toques con los nudillos en la madera del quicio, haciendo ademán de pedir permiso de entrada.
-Disculpen, caballeros, que les interrumpa su más que interesante conversación, pero debo interrumpirla durante unos instantes para dar las explicaciones que considero oportunas y necesarias sobre las condiciones del torreón tras su marcha. Veo que el señor Blanc les ha puesto al día en unos mínimos sobre la sucesión de los acontecimientos, pero me veo obligado a explicarlas en profundidad.
Preparándose para su discurso, cerró la puerta tras de si y se acercó a la mesa en la que estaban reunidos.
-Comprendan que, tras su partida, nuestro grupo quedó muy reducido. Nos vimos sin un inestimable apoyo que representaba la presencia del señor Giz y de la señorita Caillech para guiarnos en busca de comida en la ciudad. No nos quedó otra que dejar libre a Sezk para que cumpliera esta función, bajo la promesa de que no se excedería en su comportamiento, so pena de expulsión o muerte, lo que fuera más adecuado para la situación, dando preferencia a esto último. Pero el problema se presentaba claro. Siendo yo el único del torreón que hace uso fluido del combate, quedábamos bajo la amenaza de que el ranta intentara rebelarse contra nosotros. Fue entonces cuando apareció el señor Toima. Se me ocurrió que, si poníamos al káiser del lado del torreón, prometiéndole comida a cambio de sus servicios como combatiente, podríamos intimidar a Sezk para evitar que a este se le ocurriera recurrir a comportamientos violentos. Ahora temo que se puedan poner de acuerdo contra nosotros, aunque a Toima es posible que le interese más la comida que ponerse del lado de un pobre diablo con el que no sacará ningún beneficio. Pero es un riesgo que debíamos correr, a mi entender. Tras la ida de Caillech, en Maciel nuestra capacidad de defensa quedó muy reducida. Si somos atacados por alguna criatura del exterior, yo sólo no puedo defender este lugar. En cambio, con esos dos ahí fuera, tenemos posibilidades. Les ruego que comprendan mi posición y perdonen el comportamiento desquiciado de los dos enfermos, a los que ya he reprochado su conducta.
Y, por otra parte, su conversación sobre la magia es tremendamente interesante, pero creo que es ya tarde para ella. Mañana quizás podrían los recién llegados explicar a nuestro grupo sus descubrimientos en una “clase”. Por el momento, veo prudente que nos retiremos a descansar. Giz, le ruego que transmita esta información a la señorita Caillech, si no es molestia. Buenas noches, caballeros.
Tras esto, salió de la habitación en dirección al vestíbulo, dónde Mánia se hallaba sentada en un sillón. La observó durante unos segundos, percatándose de su extraña forma de vestir. Destacaban las orejas de gato que portaba en la cabeza. Hacían sentirse incómodo al conde. Vlad tenía cierta… llamémoslo “predilección” por los felinos. Puesto que no había podido desarrollar de forma normal su sexualidad, no tenía muy claro a qué atenerse en aquella situación. Ciertamente el aspecto de aquella señorita le resultaba… ¿cautivador, inquietante? No tenía muy claro cual era la expresión correcta. Aun así, hizo acopio de su ya famosa frialdad y cortesía y se acercó a ella.
-Señorita,-comenzó a decir en tono educado y suave, procurando no enfadarla, pues presuponía que no coincidían en procedencia de mundos; aunque sí notaba que estaba acostumbrada a tratar a la misma gente que él. Con lo cual, procuró ser correcto con ella.- Quizá esté usted cansada por su viaje y desee dormir. En tal caso, me gustaría enseñarle las habitaciones del torreón donde puede descansar. No sería adecuado que se echara a dormir en este sillón. Si lo considera oportuno, sígame, por favor.
Subió las escaleras y dejó abierta uno de los habitáculos, cerca del suyo, donde podría descansar ella.
-Si requiere algo por la noche, no dude en llamarme. Esa es mi habitación.- le dijo, señalándola.
Sin más preámbulos, se fue a dormir, agotado. Sabía que de algún modo había ofendido anteriormente a la muchacha en el llamado choque de culturas, y a Vladimir no le gustaba en absoluto la idea de ofender a una dama. Y, para colmo, estaba todo el trajín de Sezk, Toima y los habitantes del ahora llamado torreón Letargo, con él en medio.
Cerró la puerta, dejó sus armas a mano y se echó en la cama, con el cuchillo bien agarrado bajo la almohada, boca arriba, para volver a sumirse en aquella ligera vigilia que él consideraba sueño. Alerta.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
18/12/11, 06:16 pm
Mánia se había quedado sola. El chico sumiso que al parecer se llamaba Mark se había ido a dormir, pidiéndole que le dejase su libro al día siguiente, cosa que a la andrógina no le importaba realmente, le gustaba eso de hacer de profesora, le hacía sentirse importante. Todos los demás estaban arriba, habían ido subiendo uno tras otro detrás de Giz y no había vuelto a saber de ellos, claro que tampoco había mostrado ningún interés, de hecho acababa de darse cuenta. Tan solo quedó el hombre que tanto le había parecido un habitante de su mundo, que no tardo en subir también. Para alivio de la andrógina, tanto el chico del pelo blanco como el lagarto impertinente estaban ya lejos.
Ahora que no tenía nadie a su lado ni ninguna distracción que la apartase de los hechos fue cuando pensó de forma frían en lo que acababa de pasar. A pesar de la agresividad que había demostrado encarándose al extraño lagarto, sus palabras no habían caído en saco roto. Mánia no conocía a ninguno como para saber si serían capaces de cumplir su amenaza (ella, como mínimo, pondría todo su empeño en ello) pero no pensaba dejarles demostrarlo. Sabía era pequeña y no muy fuerte, además que todo eso del combate era nuevo para ella, pero también sabía que hasta el mosquito más minúsculo puede tumbar a un gigante si lleva la enfermedad adecuada. << Veamos cual es la enfermedad adecuada para ellos...>> pensó pasando las páginas del libro que aún tenía sobre el regazo.
El hechizo de paralización ya lo conocía, y aunque había tenido oportunidad de practicarlo se sabía el conjuro de memoria... más o menos... Lo repasó de nuevo varias veces pronunciándolo con labios mudos hasta que se aseguró de que se lo sabía bien. Buscó con la mirada algo que pudiese servirle para probarlo, pero no había rastro de ningun animalillo ni insecto al que hechizar. Pasó las páginas con desgana, pensando en qué hechizos podrían servirle en una pelea, muchos de ellos estaban fuera de sus posibilidades.
Pensaba en esto cuando de pronto el hombre alto apareció frente a ella, sorprendiéndola. Le hablaba en un tono aterciopelado que de alguna forma lograba poner a Mánia nerviosa. Había algo... siniestro en aquel tipo, algo que le recordaba horriblemente a la duquesa de Vitech, y que por alguna razón ocultaba. Le ofreció una habitación, y Mánia se sintió extraña por el trato delicado que estaba recibiendo, pues a pesar de cuánto le había costado, se estaba desacostumbrando al trato que recibía en casa. Ladeó la cabeza a modo de agradecimiento y se metió rapidamente en la habitación.
La cama estaba fría, toda la habitación estaba fría, y no había el más mínimo resquicio de luz, por lo que Mánia se encontró mirando a la nada, al vacío. Trató de dormirse, pues realmente estaba cansada, pero solo dio vueltas y vueltas en la cama. Por su cabeza pasaban hechizos y hechizos, párrafos del libro rojo de Cail, las palabras del lagarto, las de Noel, el emfado de Giz. Se puso a pensar en Giz, y en cosas que solía hacer en el torreón, y se vio a sí misma buscando algúna pista que le revelase un punto débil.
-¡Mánia estás loca, loca de atar!- se dijo saltando de la cama y saliendo de la habitación.
Buscó a los demás por los pasillos, ahsta dar con ellos, con ella, con Alicia. Se acercó a la chica con paso primero vacilante y luego más decidido y le susurró al oído:
-El... el lagarto ese sin cola dijo que me cortaría las manos y... no es que tenga miedo ni nada pero... ¿podrías dormir conmigo esta noche? ...¿Porfa?
Ahora que no tenía nadie a su lado ni ninguna distracción que la apartase de los hechos fue cuando pensó de forma frían en lo que acababa de pasar. A pesar de la agresividad que había demostrado encarándose al extraño lagarto, sus palabras no habían caído en saco roto. Mánia no conocía a ninguno como para saber si serían capaces de cumplir su amenaza (ella, como mínimo, pondría todo su empeño en ello) pero no pensaba dejarles demostrarlo. Sabía era pequeña y no muy fuerte, además que todo eso del combate era nuevo para ella, pero también sabía que hasta el mosquito más minúsculo puede tumbar a un gigante si lleva la enfermedad adecuada. << Veamos cual es la enfermedad adecuada para ellos...>> pensó pasando las páginas del libro que aún tenía sobre el regazo.
El hechizo de paralización ya lo conocía, y aunque había tenido oportunidad de practicarlo se sabía el conjuro de memoria... más o menos... Lo repasó de nuevo varias veces pronunciándolo con labios mudos hasta que se aseguró de que se lo sabía bien. Buscó con la mirada algo que pudiese servirle para probarlo, pero no había rastro de ningun animalillo ni insecto al que hechizar. Pasó las páginas con desgana, pensando en qué hechizos podrían servirle en una pelea, muchos de ellos estaban fuera de sus posibilidades.
Pensaba en esto cuando de pronto el hombre alto apareció frente a ella, sorprendiéndola. Le hablaba en un tono aterciopelado que de alguna forma lograba poner a Mánia nerviosa. Había algo... siniestro en aquel tipo, algo que le recordaba horriblemente a la duquesa de Vitech, y que por alguna razón ocultaba. Le ofreció una habitación, y Mánia se sintió extraña por el trato delicado que estaba recibiendo, pues a pesar de cuánto le había costado, se estaba desacostumbrando al trato que recibía en casa. Ladeó la cabeza a modo de agradecimiento y se metió rapidamente en la habitación.
La cama estaba fría, toda la habitación estaba fría, y no había el más mínimo resquicio de luz, por lo que Mánia se encontró mirando a la nada, al vacío. Trató de dormirse, pues realmente estaba cansada, pero solo dio vueltas y vueltas en la cama. Por su cabeza pasaban hechizos y hechizos, párrafos del libro rojo de Cail, las palabras del lagarto, las de Noel, el emfado de Giz. Se puso a pensar en Giz, y en cosas que solía hacer en el torreón, y se vio a sí misma buscando algúna pista que le revelase un punto débil.
-¡Mánia estás loca, loca de atar!- se dijo saltando de la cama y saliendo de la habitación.
Buscó a los demás por los pasillos, ahsta dar con ellos, con ella, con Alicia. Se acercó a la chica con paso primero vacilante y luego más decidido y le susurró al oído:
-El... el lagarto ese sin cola dijo que me cortaría las manos y... no es que tenga miedo ni nada pero... ¿podrías dormir conmigo esta noche? ...¿Porfa?
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
18/12/11, 07:30 pm
La planta alta pronto estuvo ocupada tambien por Noel, e incluso por Hannah, quien saludó con indiferencia. La charla de magia había obrado su cometido y Alicia estaba relajada. Así que se permitió olvidar que no estaba en Dinamarca hablando con sus amigos, y habló sin preocupaciones.
- Vaya, Hannah, comprendo que a Noel no le echarás de menos,- miró de reojo al chico, con una sonrisa ladeada que daba a entender que estaba bromeando.- pero no quieras colarme que no nos has echado en falta. Tus nuevas compañías se rien mucho, pero les falta nuestro carisma.
No perdió la sonrisa mientras habló,- una sonrisa que mas que alegre parecía sarcástica- y aunque bromeaba, no habló con tono de chiste, Alicia era demasiado seria para eso.
Vlad apareció muy poco después, o quizás llevaba ya un rato alli. No lo había oido llegar. Ya había cumplido con lo de relajarse un poco con los demás, pero Vlad no era la clase de personas con las que se bromea. Podría decirse que Alicia consideraba su relación "estrictamente profesional", por llamarlo de algún modo. Su interés en él radicaba en que le era útil, y aunque siniestro, tenía la cabeza puesta en su sitio, y se fiaba de su opinión. Escuchó seriamente su explicación. Y porque lo comprendió perfectamente. no dijo nada. En cualquier caso, le dejaba preocupada. el Kaiser y Sezk podían servirse el uno al otro de amenaza, pero no parecía que eso fuera a funcionar. Tenían una personalidad tan parecida -egocentrica y desequilibrada- que o bien se mataban el uno al otro durante una discusión o se aliaban y Alicia no quería ni pensar en esa posibilidad.
Al final, decidieron posponer aquella explicación para el día siguiente. Antes de que Vlad se fuese, le detuvo un segundo con suavidad.
- Espero que no se olvide de nuestros entrenamientos, señor Vlad. Mañana me gustaría comprobar si sigo muriendo tan a menudo como en nuestro último encuentro.
bah, probablemente así sea. Y si en otro momento puede corregirme la postura al tirar con arco, mejor todavía. Siento tenerle pendiente de estas cosas, pero por ahora es el único profesor posible. El pelo-blanco parece muy interesado en cuchillos, pero preferiría clavarme uno en el pie a entrenar con él. Así que si no le importa... bueno, era solo eso. Buenas noches.
Alicia siempre le hablaba con tono frío y práctico a Vlad. Aunque estaba segura de que eso le resultaba a él más comodo que si ella hubiera intentado ser dulce y simpática. De hecho, ni siquiera su comentario sobre Toima era broma.
Se disponía a irse a dormir; incluso se había cambiado de ropa, (por mera costumbre, aunque el concepto de pijama alli no tuviera mucho sentido), cuando llegó Mánia. Le susurró al oido y Alicia sonrió. Tenía miedo, o al menos, se sentía intranquila. Ella también se había quedado algo preocupada por el tema, aunque no daba mayor importancia a la amenaza de Sezk. Aun así le dijo con seriedad a Mánia.
- Si Sezk te toca una sola uña, le quitaré escama por escama con un hierro al rojo vivo.- lo dijo suave, y se sorprendió por la violencia implicita de sus palabras, y también de su propia determinación de cumplir aquella promesa dicha con tanta ligereza. A cualquier niña probablemente aquello no le hubiera dejado tranquila, pero por lo poco que sabía de Mánia, ella lo daría como algo lógico y normal. Decía que la Cicatriz era bonita... hay que ver.- pero claro, puedes dormir conmigo. Aqui refresca de noche, dormir juntos es agradable.
Se llevó a Mánia hasta los dormitorios, y abrazada a la niña, como había abrazado tantas noches a su gato, se quedó dormida entre el burruño de mantas. Tranquilizada por la respiración de Mánia y el sonido de sus latidos.
- Vaya, Hannah, comprendo que a Noel no le echarás de menos,- miró de reojo al chico, con una sonrisa ladeada que daba a entender que estaba bromeando.- pero no quieras colarme que no nos has echado en falta. Tus nuevas compañías se rien mucho, pero les falta nuestro carisma.
No perdió la sonrisa mientras habló,- una sonrisa que mas que alegre parecía sarcástica- y aunque bromeaba, no habló con tono de chiste, Alicia era demasiado seria para eso.
Vlad apareció muy poco después, o quizás llevaba ya un rato alli. No lo había oido llegar. Ya había cumplido con lo de relajarse un poco con los demás, pero Vlad no era la clase de personas con las que se bromea. Podría decirse que Alicia consideraba su relación "estrictamente profesional", por llamarlo de algún modo. Su interés en él radicaba en que le era útil, y aunque siniestro, tenía la cabeza puesta en su sitio, y se fiaba de su opinión. Escuchó seriamente su explicación. Y porque lo comprendió perfectamente. no dijo nada. En cualquier caso, le dejaba preocupada. el Kaiser y Sezk podían servirse el uno al otro de amenaza, pero no parecía que eso fuera a funcionar. Tenían una personalidad tan parecida -egocentrica y desequilibrada- que o bien se mataban el uno al otro durante una discusión o se aliaban y Alicia no quería ni pensar en esa posibilidad.
Al final, decidieron posponer aquella explicación para el día siguiente. Antes de que Vlad se fuese, le detuvo un segundo con suavidad.
- Espero que no se olvide de nuestros entrenamientos, señor Vlad. Mañana me gustaría comprobar si sigo muriendo tan a menudo como en nuestro último encuentro.
bah, probablemente así sea. Y si en otro momento puede corregirme la postura al tirar con arco, mejor todavía. Siento tenerle pendiente de estas cosas, pero por ahora es el único profesor posible. El pelo-blanco parece muy interesado en cuchillos, pero preferiría clavarme uno en el pie a entrenar con él. Así que si no le importa... bueno, era solo eso. Buenas noches.
Alicia siempre le hablaba con tono frío y práctico a Vlad. Aunque estaba segura de que eso le resultaba a él más comodo que si ella hubiera intentado ser dulce y simpática. De hecho, ni siquiera su comentario sobre Toima era broma.
Se disponía a irse a dormir; incluso se había cambiado de ropa, (por mera costumbre, aunque el concepto de pijama alli no tuviera mucho sentido), cuando llegó Mánia. Le susurró al oido y Alicia sonrió. Tenía miedo, o al menos, se sentía intranquila. Ella también se había quedado algo preocupada por el tema, aunque no daba mayor importancia a la amenaza de Sezk. Aun así le dijo con seriedad a Mánia.
- Si Sezk te toca una sola uña, le quitaré escama por escama con un hierro al rojo vivo.- lo dijo suave, y se sorprendió por la violencia implicita de sus palabras, y también de su propia determinación de cumplir aquella promesa dicha con tanta ligereza. A cualquier niña probablemente aquello no le hubiera dejado tranquila, pero por lo poco que sabía de Mánia, ella lo daría como algo lógico y normal. Decía que la Cicatriz era bonita... hay que ver.- pero claro, puedes dormir conmigo. Aqui refresca de noche, dormir juntos es agradable.
Se llevó a Mánia hasta los dormitorios, y abrazada a la niña, como había abrazado tantas noches a su gato, se quedó dormida entre el burruño de mantas. Tranquilizada por la respiración de Mánia y el sonido de sus latidos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
18/12/11, 07:55 pm
Mientras hablábamos con Alphonse, Hannah se unió a nosotros sin decir nada. La miré un instante con indiferencia, no me apetecía discutir con ella nada más llegar, ya habíamos tenido suficiente "fiesta" por ahora. Alicia bromeó acerca de nosotros y le devolví la sonrisa cuando me miró explícitamente para hacerme saber que era una broma. No se tenía que preocupar, aunque no hubiese sido una broma no podía importarme menos.
-Yo también estoy seguro de eso, Alicia -lo dije con una amplía sonrisa en la cara.
Hannah me odiaba, Vlad no parecía sentir especial interés por prácticamente nadie, Mánia aunque ya pasaba menos de mí tampoco es que me dirigiese mucho la palabra... pero no me importaba, en general me llevaba bien con todos. Se podía decir que me sentía a gusto con mis compañeros, especialmente desde que nos habíamos mudado de torreón. Aún así me alegraba de volver a verlos, incluso me alegraba de ver a Vladimir o a Sezk, así como a Hannah. El nuevo aún me daba que pensar, su actitud hacia nosotros había sido de arrogancia absoluta. Y no me gustaban los arrogantes. Sin embargo, cuando nos mudamos de la planta superior al estudio, apareció Vladimir, de pronto y sin avisar. Nos explicó más a fondo que Alphonse la situación en Maciel. Así que "el señor kaiser" necesitaba tomar pastillas para contener esa personalidad suya... bien, quizás sólo padeciese alguna enfermedad mental, pero los locos son peligrosos. << No hay más que ver a Sezk. >> Estuve a punto preguntar acerca del loco, estaba claro que venía de algún planeta desconocido para nosotros, pero la conversación se desvió hacia la magia y se estaba haciendo tarde. Poco a poco todos se fueron despidiendo para irse a dormir. Mañana seguramente sería otro día agotador más, por lo que no tardé en dirigirme a mi antiguo cuarto el cual apenas había utilizado más que un par de días. Me hubiese gustado practicar magia un rato antes de dormir, pero el único libro del torreón lo tenía Mánia... no estaba muy por la labor de ir a pedírselo. Me quité la ropa para no dormir con ella puesta y busqué en la habitación una simple túnica para no pasar frío. Practiqué de memoria los hechizos que se me habían grabado el día anterior. El de curación, el de las llamas, el de impulso... No obtuve ningún resultado, por supuesto, pero si no los recordaba mal ya los sabía de memoria. Mientras intentaba recordar el hechizo de levitación el sueño poco a poco se fue apoderando de mí.
-Yo también estoy seguro de eso, Alicia -lo dije con una amplía sonrisa en la cara.
Hannah me odiaba, Vlad no parecía sentir especial interés por prácticamente nadie, Mánia aunque ya pasaba menos de mí tampoco es que me dirigiese mucho la palabra... pero no me importaba, en general me llevaba bien con todos. Se podía decir que me sentía a gusto con mis compañeros, especialmente desde que nos habíamos mudado de torreón. Aún así me alegraba de volver a verlos, incluso me alegraba de ver a Vladimir o a Sezk, así como a Hannah. El nuevo aún me daba que pensar, su actitud hacia nosotros había sido de arrogancia absoluta. Y no me gustaban los arrogantes. Sin embargo, cuando nos mudamos de la planta superior al estudio, apareció Vladimir, de pronto y sin avisar. Nos explicó más a fondo que Alphonse la situación en Maciel. Así que "el señor kaiser" necesitaba tomar pastillas para contener esa personalidad suya... bien, quizás sólo padeciese alguna enfermedad mental, pero los locos son peligrosos. << No hay más que ver a Sezk. >> Estuve a punto preguntar acerca del loco, estaba claro que venía de algún planeta desconocido para nosotros, pero la conversación se desvió hacia la magia y se estaba haciendo tarde. Poco a poco todos se fueron despidiendo para irse a dormir. Mañana seguramente sería otro día agotador más, por lo que no tardé en dirigirme a mi antiguo cuarto el cual apenas había utilizado más que un par de días. Me hubiese gustado practicar magia un rato antes de dormir, pero el único libro del torreón lo tenía Mánia... no estaba muy por la labor de ir a pedírselo. Me quité la ropa para no dormir con ella puesta y busqué en la habitación una simple túnica para no pasar frío. Practiqué de memoria los hechizos que se me habían grabado el día anterior. El de curación, el de las llamas, el de impulso... No obtuve ningún resultado, por supuesto, pero si no los recordaba mal ya los sabía de memoria. Mientras intentaba recordar el hechizo de levitación el sueño poco a poco se fue apoderando de mí.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
18/12/11, 09:54 pm
El inconfundible olor a conde me alerta de que se ha añadido alguien más a la conversación, sin embargo no doy muestras de haberlo notado, pues lo que habíamos estado explicando bien le interesaba también a Vlad. De hecho, pronto se une oficialmente y nos da unos motivos, bastante discutibles en mi opinión, por los que ha dejado que el lagarto y el blandito húmedo locos anden por el torreón como lagarto por el desierto. Aunque me cuesta horrores, consigo no cuestionar sus decisiones.
Tras dicha explicación, nos obliga de forma amable a dejar la práctica de los hechizos para mañana. A mí no me habría importado pasar la noche despierto ni mucho menos, pero de nuevo vuelvo a concienciarme de que este sitio ya no es mi torreón y hay que respetar las decisiones de nuestros anfitriones. Me levanto, sacudiéndome el poncho, que se me ha arrugado de estar sentado, y me despido de ellos. Inconscientemente, acabo saliendo al patio y sentándome a los pies de la estatua. Prefiero pasar la noche al aire libre, aunque eche de menos toda la vegetación del otro torreón, que ayudaba a olvidar todas estas paredes de piedra que nos rodean constantemente. Aplico el hechizo térmico sobre el poncho, para mantener una temperatura suave, y me recuesto hasta caer rendido al sueño.
---Amanece, que no es poco----
Me despierto con los primeros rayos de sol. Hacía días que no dormía tanto, porque la emoción y las ganas de ensayar con el libro de hechizos me habían vuelto irrespetuoso con mis horas de sueño. Entro dentro a por alguna pieza pequeña de comida, para que no mi hambre no repercuta demasiado en sus provisiones, y vuelvo al patio. Hoy partimos de nuevo hasta Letargo y pasaremos por la cicatriz, por lo que decido ensayar el hechizo de levitación.
Comienzo lanzando piedras hacia arriba, tratando de hacerlas levitar antes de que caigan, pues las cestas son más pesadas que una piedra y así compenso con la gravedad la diferencia. La primera vez que realizo el hechizo, la piedra comienza a subir después de haber tocado el suelo. Ocurre lo mismo la segunda vez. A la tercera intentona, consigo que la piedra se alce antes de rozarlo. Unos intentos más tarde, consigo frenar la piedra con facilidad justo poco después de que comience a caer. Tras un rato siguiendo el mismo patrón, acabo por añadirle una variante nueva para matar el aburrimiento: impulsar la piedra hacia adelante nada más hacerla levitar. La decisión de utilizar el hechizo de impulso se debe en parte al vergonzoso espectáculo de ayer con Kaiser; la próxima vez el hechizo alcanzará la fuerza necesaria para placar una posible amenaza con él.
Tras dicha explicación, nos obliga de forma amable a dejar la práctica de los hechizos para mañana. A mí no me habría importado pasar la noche despierto ni mucho menos, pero de nuevo vuelvo a concienciarme de que este sitio ya no es mi torreón y hay que respetar las decisiones de nuestros anfitriones. Me levanto, sacudiéndome el poncho, que se me ha arrugado de estar sentado, y me despido de ellos. Inconscientemente, acabo saliendo al patio y sentándome a los pies de la estatua. Prefiero pasar la noche al aire libre, aunque eche de menos toda la vegetación del otro torreón, que ayudaba a olvidar todas estas paredes de piedra que nos rodean constantemente. Aplico el hechizo térmico sobre el poncho, para mantener una temperatura suave, y me recuesto hasta caer rendido al sueño.
---Amanece, que no es poco----
Me despierto con los primeros rayos de sol. Hacía días que no dormía tanto, porque la emoción y las ganas de ensayar con el libro de hechizos me habían vuelto irrespetuoso con mis horas de sueño. Entro dentro a por alguna pieza pequeña de comida, para que no mi hambre no repercuta demasiado en sus provisiones, y vuelvo al patio. Hoy partimos de nuevo hasta Letargo y pasaremos por la cicatriz, por lo que decido ensayar el hechizo de levitación.
Comienzo lanzando piedras hacia arriba, tratando de hacerlas levitar antes de que caigan, pues las cestas son más pesadas que una piedra y así compenso con la gravedad la diferencia. La primera vez que realizo el hechizo, la piedra comienza a subir después de haber tocado el suelo. Ocurre lo mismo la segunda vez. A la tercera intentona, consigo que la piedra se alce antes de rozarlo. Unos intentos más tarde, consigo frenar la piedra con facilidad justo poco después de que comience a caer. Tras un rato siguiendo el mismo patrón, acabo por añadirle una variante nueva para matar el aburrimiento: impulsar la piedra hacia adelante nada más hacerla levitar. La decisión de utilizar el hechizo de impulso se debe en parte al vergonzoso espectáculo de ayer con Kaiser; la próxima vez el hechizo alcanzará la fuerza necesaria para placar una posible amenaza con él.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Personajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
18/12/11, 11:20 pm
-NOOOOOO-grité tras despertarme de la pesadilla que acababa de tener
¿Qué habia sido eso?Menuda pesadilla, habia tenido, creo q nunca la olvidaría...pero la ultima parte de esta me iba a dar mucho que pensar...yo no era asi, pero eso habia sido un sueño, entonces eso lo habia pensado yo....¿Y si era verdad? ¿Y si en realidad era así?un crio egoísta que odia a todo el mundo...
-No..no, no puede ser, no puede ser verdad-murmuré
Tras quitarme esas ideas de la cabeza me hacia el piso de abajo, Mània aún no se había levantado, por lo que practicaría magia poco antes de que llegara, por muy mal que me supiera y por muchas ganas que tuviera de practicar magia, ahora mi prioridad era entrenar, Toima me lo había dicho, para sobrevivir debía entrenar, así que a eso fui, me dirigí al patio a donde comencé a hacer distintos tipos de ejercicios, comencé haciendo flexiones, cuando me canse de hacerlas comencé a hacer ejercicios de saltos con la espada, dando estocadas en el aire cada vez que saltaba, luego de eso me dediqué a hacer lo que dijo Toima, practique dando volteretas hasta que acabe agotado, por último me dedique a darle estocadas a un enemigo invisible con mi espada
Luego de eso me fui a bañar, despues de limpiarme de todo el sudor y la suciedad que habia acumulado me cambie y me adecenté lo más que pude
Una vez estuve en la splanta baja del torreón comencé a practicar el hechizo de impulso con uno de los cristales que cogí del estudio, lo practique sobre una pequeña piedra que había cogido del patio.Tras repetirlo 3 veces conseguí que me saliera correctamente, y pude fácilmente moverla a mi antojo...
Luego de eso intente practicar con el hechizo de invocación ígnea, al principio la llama que conseguí crear fue pequeña pero al menos no se desvanecía, poco a poco conseguí crear una más grande, hasta que el hechizo pareció salirme bien
Luego de eso seguí practicando hasta que Mània llegara con su libro o hasta que alguien llegara para mantener alguna conversación, quería al menos hablar un poco con mis compañeros del otro torreón, les habia hechado de menos...
Me di cuenta de que Giz se encontraba alli, practicando tambien magia, asi que me acerque a hablar con el
-Hola...ayer Mania me enseño a usar unos cuantos hechizos, solo se levitar objetos e invocar fuego asi que...me preguntaba si, me podrias enseñar algunos mas, por favor...
¿Qué habia sido eso?Menuda pesadilla, habia tenido, creo q nunca la olvidaría...pero la ultima parte de esta me iba a dar mucho que pensar...yo no era asi, pero eso habia sido un sueño, entonces eso lo habia pensado yo....¿Y si era verdad? ¿Y si en realidad era así?un crio egoísta que odia a todo el mundo...
-No..no, no puede ser, no puede ser verdad-murmuré
Tras quitarme esas ideas de la cabeza me hacia el piso de abajo, Mània aún no se había levantado, por lo que practicaría magia poco antes de que llegara, por muy mal que me supiera y por muchas ganas que tuviera de practicar magia, ahora mi prioridad era entrenar, Toima me lo había dicho, para sobrevivir debía entrenar, así que a eso fui, me dirigí al patio a donde comencé a hacer distintos tipos de ejercicios, comencé haciendo flexiones, cuando me canse de hacerlas comencé a hacer ejercicios de saltos con la espada, dando estocadas en el aire cada vez que saltaba, luego de eso me dediqué a hacer lo que dijo Toima, practique dando volteretas hasta que acabe agotado, por último me dedique a darle estocadas a un enemigo invisible con mi espada
Luego de eso me fui a bañar, despues de limpiarme de todo el sudor y la suciedad que habia acumulado me cambie y me adecenté lo más que pude
Una vez estuve en la splanta baja del torreón comencé a practicar el hechizo de impulso con uno de los cristales que cogí del estudio, lo practique sobre una pequeña piedra que había cogido del patio.Tras repetirlo 3 veces conseguí que me saliera correctamente, y pude fácilmente moverla a mi antojo...
Luego de eso intente practicar con el hechizo de invocación ígnea, al principio la llama que conseguí crear fue pequeña pero al menos no se desvanecía, poco a poco conseguí crear una más grande, hasta que el hechizo pareció salirme bien
Luego de eso seguí practicando hasta que Mània llegara con su libro o hasta que alguien llegara para mantener alguna conversación, quería al menos hablar un poco con mis compañeros del otro torreón, les habia hechado de menos...
Me di cuenta de que Giz se encontraba alli, practicando tambien magia, asi que me acerque a hablar con el
-Hola...ayer Mania me enseño a usar unos cuantos hechizos, solo se levitar objetos e invocar fuego asi que...me preguntaba si, me podrias enseñar algunos mas, por favor...
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Shylver
Ficha de cosechado
Nombre: Akasha
Especie: Ochroria
Habilidades: «Agilidad, Motivación, Carisma»
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
19/12/11, 03:39 pm
En cuanto Vlad lo menciona, me doy cuenta de que es cierto, es tarde para andarse con clases de magia y tengo que reajustar mis horarios. Nada de quedarse despierto hasta las tantas sin una razón de peso. Y a ser posible, dormir en una cama. La gente se empieza a marchar del estudio y a dirigirse a sus habitaciones asignadas, excepto Giz que parece que tiene la idea de dormir en el patio. Extrañas manías tenemos todos. Realmente no hace mucho frío por la noche.
Siguiendo el ejemplo de los demás, me dirijo a la cama que suelo frecuentar y dejo hacer al cansancio mental que llevo acumulando todo el día de tanto pensar en los cristales. Por suerte para mí, los visitantes me resolverán mis dudas al día siguiente. Espero que no suceda nada extraño durante la noche...
---
Agh, la luz del sol... Cada mañana me pregunto por qué he ido a elegir la cama que está justo bajo la ventana. Y precisamente la ventana que da al sol por la mañana. Supongo que será una forma de mi subconsciente de levantarme a una hora determinada, pero a saber. No estoy en condiciones de rebuscar motivos ahí dentro, y menos al no estar en plenas facultades. Siguiendo la rutina, me levanto, dejo la cama medianamente hecha, bajo las escaleras y entro en el estudio. El estudio. Bonito y tranquilo lugar. De no ser porque escucho voces lejanas por la ventana, procedentes del patio. Ah, es verdad, teníamos invitados. Me acerco con parsimonia a la ventana para contemplar a Giz moviendo piedras sin tocarlas, y más tarde a Mark con él. Hablando de Mark, juraría que le he oido gritar mientras estaba tumbado en la cama. Que pena que a estas horas no rinda. Me golpeo con ligereza la cara un par de veces para estimularme, a ver si se me pasa el sueño, mientras comienzo a pensar en el sistema de lanzamiento de hechizos.
Estaba en lo cierto, componente somático y componente oral. Por suerte para mí, ahora tengo a quien me enseñe cuáles son los gestos y las palabras adecuadas. Aunque seguro que con un texto teórico tampoco habría sido mucho más problemático. Más lento, sí, más problemático, no. En un gesto que no sé muy bien si es cosa mía o que mi cuerpo actua por libre porque estoy más ausente que aquí, imito los gestos que vi ayer realizar a Giz en el último piso antes de aparecer. Muevo la mano así, la giro así, y extiendo la palma hacia delante... y nada. ¿Tenía algún tipo de versos asociados? Creo que no. Entonces qué... Ah, por supuesto. La energía. Tenía una caja llena de cristales cargados en aquella estantería. Tomo uno de ellos y repito el gesto. Nada, a parte de lo que me ha parecido una especie de... cosquilleo en la palma de la mano. Habrá sido casualidad. Quizás es que no puedo hacer magia, así sin más. Pero, pero, hay algo que estoy pasando por alto. Giz no estaba creando una llama. Estaba moviéndola. Puede ser por eso por lo que no noto ningún cambio. Me meto un par de puñados de cristales en los bolsillos y bajo a la armería, donde tal y como siempre ha estado, se encuentra una antorcha en un soporte de la pared.
Sin mover la antorcha de su sitio, tomo un cristal nuevo del bolsillo, pues temo que el anterior se haya agotado sin ningún resultado por mi parte, y repito lentamente los gestos. Poco a poco, asegurándome que se asemejan a los que vi hacer a Giz ayer en el tejado. Supongo que serán gestos exactos, o al menos hasta que uno se lleve bien con la ejecución de sus habilidades. El estilo libre puede esperar.
En cuanto termino de hacer cada uno de los movimientos, siento otra vez el cosquilleo inquietante, pero sigo sin ver ningún resultado. Plan B, concentración. Repito una vez más con un nuevo cristal, dejando en el otro bolsillo los cristales que supongo gastados. Y esta vez, concentración. Si soy por algo conocido, es por la concentración que puedo ponerle a algo. Y ahora, llama de antorcha, gira en espiral.
-Es... está...-digo en voz alta, aunque para mí mismo.-espiral...
No puede ser. Pero es. La puerta está cerrada, no entra corriente por ningún sitio, ¡incluso estoy conteniendo la respiración! En cuanto pierdo el hilo de pensamiento las llamas recobran su forma original. Otra vez, ahora una esfera. Y una esfera llameante se muestra ante mis ojos incrédulos. No tarda en desaparecer, posiblemente debido a que cada vez que lo veo, me pierdo en posibles causas alternativas. Una última vez, esta vez...
Un fractal. Un maldito fractal. De un maldito cubo acabo de sacar un fractal. No se puede describir de forma convencional, como todos los fractales, pero estoy seguro de lo que veo. El fractal, formado por pequeños cubos unidos en una secuencia regular, es especialmente fugaz, más incluso que las formas anteriores. Por lo visto, cosas más complejas requieren de más energía por mi parte. ¡Pero qué más da! ¡He hecho magia! ¿Dónde está Giz?
Salgo corriendo de la armería, sin cerrar la puerta, y obviamente sin llevarme la antorcha -cosa muy incómoda de llevar de un lado a otro y con una punta que quema, que no hace más que añadir puntos a su peligrosidad- hasta llegar al patio. Y ahí están Giz y Mark, como he visto hace unos minutos. Llego extenuado por la carrera a velocidad máxima que acabo de realizar y me siento frente a la estatua.
-Puedo hacerlo, Giz, ¡puedo hacerlo!-le digo sin darle tiempo a reaccionar.-¡He dado forma a una llama! ¡Como lo que hiciste anoche! ¡Es...!
Es fascinante, sin duda. Sonrío mirando al suelo y pensando en mis cosas. Debe ser mi imaginación, pero me siento un poco más poderoso. Pues claro que sí, ¡puedo hacer magia!
Siguiendo el ejemplo de los demás, me dirijo a la cama que suelo frecuentar y dejo hacer al cansancio mental que llevo acumulando todo el día de tanto pensar en los cristales. Por suerte para mí, los visitantes me resolverán mis dudas al día siguiente. Espero que no suceda nada extraño durante la noche...
---
Agh, la luz del sol... Cada mañana me pregunto por qué he ido a elegir la cama que está justo bajo la ventana. Y precisamente la ventana que da al sol por la mañana. Supongo que será una forma de mi subconsciente de levantarme a una hora determinada, pero a saber. No estoy en condiciones de rebuscar motivos ahí dentro, y menos al no estar en plenas facultades. Siguiendo la rutina, me levanto, dejo la cama medianamente hecha, bajo las escaleras y entro en el estudio. El estudio. Bonito y tranquilo lugar. De no ser porque escucho voces lejanas por la ventana, procedentes del patio. Ah, es verdad, teníamos invitados. Me acerco con parsimonia a la ventana para contemplar a Giz moviendo piedras sin tocarlas, y más tarde a Mark con él. Hablando de Mark, juraría que le he oido gritar mientras estaba tumbado en la cama. Que pena que a estas horas no rinda. Me golpeo con ligereza la cara un par de veces para estimularme, a ver si se me pasa el sueño, mientras comienzo a pensar en el sistema de lanzamiento de hechizos.
Estaba en lo cierto, componente somático y componente oral. Por suerte para mí, ahora tengo a quien me enseñe cuáles son los gestos y las palabras adecuadas. Aunque seguro que con un texto teórico tampoco habría sido mucho más problemático. Más lento, sí, más problemático, no. En un gesto que no sé muy bien si es cosa mía o que mi cuerpo actua por libre porque estoy más ausente que aquí, imito los gestos que vi ayer realizar a Giz en el último piso antes de aparecer. Muevo la mano así, la giro así, y extiendo la palma hacia delante... y nada. ¿Tenía algún tipo de versos asociados? Creo que no. Entonces qué... Ah, por supuesto. La energía. Tenía una caja llena de cristales cargados en aquella estantería. Tomo uno de ellos y repito el gesto. Nada, a parte de lo que me ha parecido una especie de... cosquilleo en la palma de la mano. Habrá sido casualidad. Quizás es que no puedo hacer magia, así sin más. Pero, pero, hay algo que estoy pasando por alto. Giz no estaba creando una llama. Estaba moviéndola. Puede ser por eso por lo que no noto ningún cambio. Me meto un par de puñados de cristales en los bolsillos y bajo a la armería, donde tal y como siempre ha estado, se encuentra una antorcha en un soporte de la pared.
Sin mover la antorcha de su sitio, tomo un cristal nuevo del bolsillo, pues temo que el anterior se haya agotado sin ningún resultado por mi parte, y repito lentamente los gestos. Poco a poco, asegurándome que se asemejan a los que vi hacer a Giz ayer en el tejado. Supongo que serán gestos exactos, o al menos hasta que uno se lleve bien con la ejecución de sus habilidades. El estilo libre puede esperar.
En cuanto termino de hacer cada uno de los movimientos, siento otra vez el cosquilleo inquietante, pero sigo sin ver ningún resultado. Plan B, concentración. Repito una vez más con un nuevo cristal, dejando en el otro bolsillo los cristales que supongo gastados. Y esta vez, concentración. Si soy por algo conocido, es por la concentración que puedo ponerle a algo. Y ahora, llama de antorcha, gira en espiral.
-Es... está...-digo en voz alta, aunque para mí mismo.-espiral...
No puede ser. Pero es. La puerta está cerrada, no entra corriente por ningún sitio, ¡incluso estoy conteniendo la respiración! En cuanto pierdo el hilo de pensamiento las llamas recobran su forma original. Otra vez, ahora una esfera. Y una esfera llameante se muestra ante mis ojos incrédulos. No tarda en desaparecer, posiblemente debido a que cada vez que lo veo, me pierdo en posibles causas alternativas. Una última vez, esta vez...
Un fractal. Un maldito fractal. De un maldito cubo acabo de sacar un fractal. No se puede describir de forma convencional, como todos los fractales, pero estoy seguro de lo que veo. El fractal, formado por pequeños cubos unidos en una secuencia regular, es especialmente fugaz, más incluso que las formas anteriores. Por lo visto, cosas más complejas requieren de más energía por mi parte. ¡Pero qué más da! ¡He hecho magia! ¿Dónde está Giz?
Salgo corriendo de la armería, sin cerrar la puerta, y obviamente sin llevarme la antorcha -cosa muy incómoda de llevar de un lado a otro y con una punta que quema, que no hace más que añadir puntos a su peligrosidad- hasta llegar al patio. Y ahí están Giz y Mark, como he visto hace unos minutos. Llego extenuado por la carrera a velocidad máxima que acabo de realizar y me siento frente a la estatua.
-Puedo hacerlo, Giz, ¡puedo hacerlo!-le digo sin darle tiempo a reaccionar.-¡He dado forma a una llama! ¡Como lo que hiciste anoche! ¡Es...!
Es fascinante, sin duda. Sonrío mirando al suelo y pensando en mis cosas. Debe ser mi imaginación, pero me siento un poco más poderoso. Pues claro que sí, ¡puedo hacer magia!
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
19/12/11, 04:23 pm
Me despierto cuando el sol ya está algo alto en el cielo, ¿qué hora será? A veces desearía tener un reloj en este condenado mundo, no poder saber nunca que ahora es me resultaba frustrante. Al principio me extrañé por encontrarme solo en una habitación tan pequeña. Ah, claro, Maciel, hoy dormimos fuera de "casa". Me desperece y me vestí. Mientras me ponía la chaqueta miré por la ventana y en el patio vi a Giz, Mark y un Alphonse muy emocionado. Sin duda estarían hablando de magia y probablemente practicándola. Me interesaba el tema, no solo porque yo seguía insistiendo en hacer magia a pesar de mis nulos resultados, sino porque quería comprobar si había más gente que no podía hacer magia. Bajé apresuradamente las escaleras y me reuní con ellos en el patio sin reparar en nada más.
-Buenos días, aprendices de mago -los saludo sonriente.
Observo atentamente al extasiado Alphonse hacer magia. Bueno, él también podía... ¿que sería del resto?
-Mark, ¿tú también puedes hacer magia? -tras preguntar eso me dirigí a Alphonse, pues era algo que me rondaba la cabeza-. Ni yo ni Cail podemos hacer magia, al menos de momento, pero todos los demás lo han conseguido en mayor o menor grado. Me gustaría saber por qué ocurre esto, quizás a ti te interese averiguarlo también.
Me senté con ellos para intentar realizar algún hechizo. Le mostré a Alphonse como era imposible para mí a pesar de hacer los pasos correctamente.
-Buenos días, aprendices de mago -los saludo sonriente.
Observo atentamente al extasiado Alphonse hacer magia. Bueno, él también podía... ¿que sería del resto?
-Mark, ¿tú también puedes hacer magia? -tras preguntar eso me dirigí a Alphonse, pues era algo que me rondaba la cabeza-. Ni yo ni Cail podemos hacer magia, al menos de momento, pero todos los demás lo han conseguido en mayor o menor grado. Me gustaría saber por qué ocurre esto, quizás a ti te interese averiguarlo también.
Me senté con ellos para intentar realizar algún hechizo. Le mostré a Alphonse como era imposible para mí a pesar de hacer los pasos correctamente.
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
19/12/11, 04:50 pm
Otra noche más con la misma pesadilla modificada. No grito, no jadeo, ni gimo. De mi boca no sale ningún sonido del horror que cada noche estoy ccondenada a soñar. Noche si y noche también. El único signo de mi agitación son mis ojos abiertos como platos y mis manos que al parecer habían agarrado demasiado duramente las armas que los tengo adoloridos, pero cuando salga de esta habitación todo eso desaparecerá, me digo a mi misma. No puedo permitirme mostrar ningún signo que esos dos locos podrían ver como debilidad, sería como pintarme una diana en la cabeza y ponerme en su linea de disparo.
Dejo por un momento las armas en el suelo, aunque cerca por si alguno de esos dos dementes se les ocurriese entrar de sopetón aqui para matarme, y cierro los ojos para que la calma entre en mi. Cojo aire y lo tiro. Repito ese proceso hasta que siento que vuelvo a ser yo misma, la misma Caillech que vivia en el desierto y que actuaba tan tranquilamente con la calma de la brisa de verano en momentos duros, la misma Caillech que no he sido durante mucho tiempo. Tenía olvidado el bien que hace la meditación en mi. Debería de hacer esto más amenudo, ciertamente.
Vuelvo a armarme y ponerme mi mochila al hombro antes de abrir la puerta para enfrentarme a lo que aquel día podría depararme. Olfateo el aire, un ábito en mi, descubriendo así que los demás se encuentran en el patio, el lugar al que pensaba a ir a entrenar un poco. Mi habitación era demasiado pequeña para entrenar como debía ser. Al poner un pie allí descubro lo que estaban haciendo los dos humanos y Giz, magia. El Mirie Kitade les estaba enseñando los hechizos más básicos, los que yo ni siquiera puedo invocar, me dice una voz en mi cabeza, una voz similar al de Sezk. Inspiro, espiro, inspiro... Y, con cada expiración, siento que mi mal humor por mi fracaso se aleja y en su lugar, con cada inspiración, siento como la lógica viene a mi. Una lógica que me murmura que es lo justo, que si quieren hacer frente a aquellos seres que acechan en las sombras, tanto dentro como fuera del torreón, no solo pueden limitarse a mejorar sus dominio de las armas sino también el de la magia. Además, si mi teoria respecto a porque yo no podía emplear la magia era cierto, aquellos dos locos tampoco lo podrían hacer y eso sería un buen punto a su favor por si se les ocurría la loca idea de unir sus fuerzas para revelarse contra los demás. Si, era lo lógico que entrenasen, mi mente de superviviente me decía eso y debía de tener razón, jamás había estado equivocada.
No los miro con reproche, envidia u odio por haber conseguido dominar la magia. Me limito a irme a otra esquina, guardar mis armas en su lugar, cogo unas piedras pesadas y me las ato a mis muñecas, cintura y piernas para mejorar mi fuerza y velocidad a la hora de luchar. Levanto las manos en una pose ofensiva cuando ya termino, lista para una lucha imaginaria. Me precipito hacia delante con la barbilla baja y lanzo un golpe cruzado seguido de una patada lateral con la izquierda todas mis fuerzas donde debería de hacer su abdomen. Sigo practicando golpes y patadas sin ton ni son, volviendolos cada vez más precisos, convirtiendolos cada vez más letales. Me volvería más fuerte y más veloz, lo juraba. No por ver realizada una venganza ni por aplastar bajo mis pies a alguien, sino para poder valerme por mi misma sin la ayuda de nadie nuevamente.
Por mi vida que lo conseguiría, y aunque fuera lo último que hiciese, yo cumpliría esa promesa hecha a mi misma...
Dejo por un momento las armas en el suelo, aunque cerca por si alguno de esos dos dementes se les ocurriese entrar de sopetón aqui para matarme, y cierro los ojos para que la calma entre en mi. Cojo aire y lo tiro. Repito ese proceso hasta que siento que vuelvo a ser yo misma, la misma Caillech que vivia en el desierto y que actuaba tan tranquilamente con la calma de la brisa de verano en momentos duros, la misma Caillech que no he sido durante mucho tiempo. Tenía olvidado el bien que hace la meditación en mi. Debería de hacer esto más amenudo, ciertamente.
Vuelvo a armarme y ponerme mi mochila al hombro antes de abrir la puerta para enfrentarme a lo que aquel día podría depararme. Olfateo el aire, un ábito en mi, descubriendo así que los demás se encuentran en el patio, el lugar al que pensaba a ir a entrenar un poco. Mi habitación era demasiado pequeña para entrenar como debía ser. Al poner un pie allí descubro lo que estaban haciendo los dos humanos y Giz, magia. El Mirie Kitade les estaba enseñando los hechizos más básicos, los que yo ni siquiera puedo invocar, me dice una voz en mi cabeza, una voz similar al de Sezk. Inspiro, espiro, inspiro... Y, con cada expiración, siento que mi mal humor por mi fracaso se aleja y en su lugar, con cada inspiración, siento como la lógica viene a mi. Una lógica que me murmura que es lo justo, que si quieren hacer frente a aquellos seres que acechan en las sombras, tanto dentro como fuera del torreón, no solo pueden limitarse a mejorar sus dominio de las armas sino también el de la magia. Además, si mi teoria respecto a porque yo no podía emplear la magia era cierto, aquellos dos locos tampoco lo podrían hacer y eso sería un buen punto a su favor por si se les ocurría la loca idea de unir sus fuerzas para revelarse contra los demás. Si, era lo lógico que entrenasen, mi mente de superviviente me decía eso y debía de tener razón, jamás había estado equivocada.
No los miro con reproche, envidia u odio por haber conseguido dominar la magia. Me limito a irme a otra esquina, guardar mis armas en su lugar, cogo unas piedras pesadas y me las ato a mis muñecas, cintura y piernas para mejorar mi fuerza y velocidad a la hora de luchar. Levanto las manos en una pose ofensiva cuando ya termino, lista para una lucha imaginaria. Me precipito hacia delante con la barbilla baja y lanzo un golpe cruzado seguido de una patada lateral con la izquierda todas mis fuerzas donde debería de hacer su abdomen. Sigo practicando golpes y patadas sin ton ni son, volviendolos cada vez más precisos, convirtiendolos cada vez más letales. Me volvería más fuerte y más veloz, lo juraba. No por ver realizada una venganza ni por aplastar bajo mis pies a alguien, sino para poder valerme por mi misma sin la ayuda de nadie nuevamente.
Por mi vida que lo conseguiría, y aunque fuera lo último que hiciese, yo cumpliría esa promesa hecha a mi misma...
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
19/12/11, 05:19 pm
Mánia estaba a gusto, acurrucada y calentita, creyó estar de vuelta en casa, en su cama, con sus peluches. Alguien le abrazaba y Mánia se revolvió apretándose más contra ese alguien que olía tan bien, hundiendo la cabeza en... Abrió los ojos. Alicia estaba con ella, recordaba vagamente haberle pedido dormir juntas. Hacía mucho tiempo que no dormía tan bien, sin frío ni pesadillas... Alicia era realmente cómoda. Sonrió para sí y se zafó de los brazos de la chica tratando de no despertarla, tenía hambre y su estómago se quejaba escandalosamente. Se puso los botines y las orejas de oro, cogió el libro y bajó a la planta baja.
No había desayuno preparado, aunque en realidad tampoco pensaba encontrarlo. Buscó en las cestas algo de comer que no estuviese asqueroso crudo y se decantó por unas frutas acuosas con cuyo jugo empapó algunos trozos de pan... Podría estar peor... Encontró los frutos rojos que había encontrado en el fondo de la bañera el otro día y se pintó los labios con ellos, lástima que no tuviese ningún espejo al alcance...
Paseó por la planta baja curioseando todos los rincones sin atreverse demasiado a abrir cajones y armarios. Se asomó a la escalera que daba a las mazmorras y enseñó los dientes a la oscuridad, como si pudiese ver al lagarto entre las sombras. Al acercarse a la puerta dle patio oyó voces, una de ellas realmente alterada, pero no reconocía a su dueño.
Echó un vistazo fuer a uno de los chicos que les habían recibido cuando llegaron, hablando con Giz y Noel. Caillech estaba en una esquina haciendo algo que escapaba a su entendimiento y también estaba el chico sumiso, sudoroso y agotado, tal vez estuviera entrenando... Recordó lo que le había dicho la noche anterior y salió amagando un saludo, pero en cuando puso un pie fuer a de la sombra del torreón, el sol dio de pleno sobre el oro de sus orejas arrancándole destellos. Varios graznidos se oyeron en las alturas, obligando a Mánia a mirar hacia arriba. Sobre el gigantesco esqueleto, decenas de pájaros negros le miraban con ojillos ávidos, fijos en el brillo de sus joyas. Mánia corrió de nuevo dentro del edificio, sujetando con una mano el grueso libro de hechizos y tapándose las orejas con la otra. La forma en que esos bichos la miraban le había asustado de verdad. << No pienso salir ahí fuera nunca>> pensó << Si ese quiere aprender magia, que entre a buscarme...>>
Volvió al sillón donde estuvo el día anterior y se encaramó a él de la misma forma, poniendo el libro sobre su regazo y abriéndolo por una página al azar se puso a leer.
No había desayuno preparado, aunque en realidad tampoco pensaba encontrarlo. Buscó en las cestas algo de comer que no estuviese asqueroso crudo y se decantó por unas frutas acuosas con cuyo jugo empapó algunos trozos de pan... Podría estar peor... Encontró los frutos rojos que había encontrado en el fondo de la bañera el otro día y se pintó los labios con ellos, lástima que no tuviese ningún espejo al alcance...
Paseó por la planta baja curioseando todos los rincones sin atreverse demasiado a abrir cajones y armarios. Se asomó a la escalera que daba a las mazmorras y enseñó los dientes a la oscuridad, como si pudiese ver al lagarto entre las sombras. Al acercarse a la puerta dle patio oyó voces, una de ellas realmente alterada, pero no reconocía a su dueño.
Echó un vistazo fuer a uno de los chicos que les habían recibido cuando llegaron, hablando con Giz y Noel. Caillech estaba en una esquina haciendo algo que escapaba a su entendimiento y también estaba el chico sumiso, sudoroso y agotado, tal vez estuviera entrenando... Recordó lo que le había dicho la noche anterior y salió amagando un saludo, pero en cuando puso un pie fuer a de la sombra del torreón, el sol dio de pleno sobre el oro de sus orejas arrancándole destellos. Varios graznidos se oyeron en las alturas, obligando a Mánia a mirar hacia arriba. Sobre el gigantesco esqueleto, decenas de pájaros negros le miraban con ojillos ávidos, fijos en el brillo de sus joyas. Mánia corrió de nuevo dentro del edificio, sujetando con una mano el grueso libro de hechizos y tapándose las orejas con la otra. La forma en que esos bichos la miraban le había asustado de verdad. << No pienso salir ahí fuera nunca>> pensó << Si ese quiere aprender magia, que entre a buscarme...>>
Volvió al sillón donde estuvo el día anterior y se encaramó a él de la misma forma, poniendo el libro sobre su regazo y abriéndolo por una página al azar se puso a leer.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
19/12/11, 07:17 pm
Toima se arrastro entonces a la cama dada su presentacion por acabada. Se desnudo y entro en las frias sabanas del camastro. Pronto, el sueÑo cayo sobre el.
Que manos mas pequeñas-fue lo unico que pudo pensar al reconocerse en su cuerpo de seis años. Dos soldados le estanan arrastrando de espaldas hacia algun lugar. Por aquel entonces no estaba acostumbrado a que le arrastrasen. Le dejaron en un patio de entrenamiento que le trajo muchos recuerdos. Dolorosos recuerdos.. Aquel simple patio de entrenamiento estaba custodiado por otros cuatro guardias, elegidos a dedo por su propio parde. Toima penso que estaban ahí para asegurarse de que no hiciera daño al personaje con el que le tocase entrenar. A su joven edad, se habia desecho de una larga lista de alumnos y profesores. Craso error que pudo Toima comprobar cuando aquel colosal ser se planto frente a el. Su cuerbo era un mapa de cicatrices, algunad hechas en las guerras y otras en los complejos reclusorios en los que habia estado antes, pues, en materia de profesores en el arte de matar, escogio su padre al mas ladino. Toima sabia que este no iba a caer facilmente. Elviejo dijo poco durante la clase. Se presento como Unabara y a continuacion, robandole el rifle a uno de los soldados, folpeo tan fuerte en la joven corva de Toima que el hueso se quebro y salio por delante, partido. En el poco tienpo que los guardias le arrebataron, reduciendole con mucha dificultad, Unabara se cebo con la cara del niño, partiendole el tabique, una ceja y varios dientes. Sin duda, esa primera clase le sirvio a Toima como la que mas. Primero aprendio lo que era el verdadero dolor fisico, pues sufrio como nunca mientras le trasladaron al hospital. Y segundo, aprendio que tipo de persona era aquel viejo y que no iba a caer. Los ojos del anciano ardian en llamas siempre que sus miradas coincidian. Era, sin duda, un dragon rojo, anciano pero dragon despues de todo.
Toima se levanto con la respiracion agitada y sudando.
-Porque carajo habre soñado eso?-dijo mientras se llevaba las manos a la cabeza. Quiso distraerse, y para ello, paso a sus ejercicios cuanto antes, Salio de la cama y bajo por las escaleras hasta descolgarse por el saliente y comenzar a levantar su cuerpo, aumentando el ritmo poco a poco. Cuanto mas pensaba en lo que habia soñado mas furioso se ponia y mas se centraba en hacer los ejercicios bien. En la prisa de la situacion, ni se habia vestido si quiera.
Que manos mas pequeñas-fue lo unico que pudo pensar al reconocerse en su cuerpo de seis años. Dos soldados le estanan arrastrando de espaldas hacia algun lugar. Por aquel entonces no estaba acostumbrado a que le arrastrasen. Le dejaron en un patio de entrenamiento que le trajo muchos recuerdos. Dolorosos recuerdos.. Aquel simple patio de entrenamiento estaba custodiado por otros cuatro guardias, elegidos a dedo por su propio parde. Toima penso que estaban ahí para asegurarse de que no hiciera daño al personaje con el que le tocase entrenar. A su joven edad, se habia desecho de una larga lista de alumnos y profesores. Craso error que pudo Toima comprobar cuando aquel colosal ser se planto frente a el. Su cuerbo era un mapa de cicatrices, algunad hechas en las guerras y otras en los complejos reclusorios en los que habia estado antes, pues, en materia de profesores en el arte de matar, escogio su padre al mas ladino. Toima sabia que este no iba a caer facilmente. Elviejo dijo poco durante la clase. Se presento como Unabara y a continuacion, robandole el rifle a uno de los soldados, folpeo tan fuerte en la joven corva de Toima que el hueso se quebro y salio por delante, partido. En el poco tienpo que los guardias le arrebataron, reduciendole con mucha dificultad, Unabara se cebo con la cara del niño, partiendole el tabique, una ceja y varios dientes. Sin duda, esa primera clase le sirvio a Toima como la que mas. Primero aprendio lo que era el verdadero dolor fisico, pues sufrio como nunca mientras le trasladaron al hospital. Y segundo, aprendio que tipo de persona era aquel viejo y que no iba a caer. Los ojos del anciano ardian en llamas siempre que sus miradas coincidian. Era, sin duda, un dragon rojo, anciano pero dragon despues de todo.
Toima se levanto con la respiracion agitada y sudando.
-Porque carajo habre soñado eso?-dijo mientras se llevaba las manos a la cabeza. Quiso distraerse, y para ello, paso a sus ejercicios cuanto antes, Salio de la cama y bajo por las escaleras hasta descolgarse por el saliente y comenzar a levantar su cuerpo, aumentando el ritmo poco a poco. Cuanto mas pensaba en lo que habia soñado mas furioso se ponia y mas se centraba en hacer los ejercicios bien. En la prisa de la situacion, ni se habia vestido si quiera.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Martalar
Ficha de cosechado
Nombre: Hannah Lahey
Especie:
Habilidades: Vista de lince, automotivación y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
19/12/11, 07:22 pm
Al final, la salida se prospondrá a mañana.
En fin. Supongo que tienen razón: ya es demasiado tarde como para salir y podría resultar peligroso. Sin embargo, a pesar de que tengo interés en la magia, no me acerco a los que ya practican. Mejor cuanto menos gente haya.
Voy al estudio, separándome del resto y volviendo al lugar en el que dormía antes de que me despertasen. Vaya, me va a costar conciliar el sueño.
Así que, tras hacer tiempo ojeando algunos de los libros en los que Alphonse y Mark mostraban tanto interés, agarro uno de los cristales que han quedado por allí. Sin dudarlo, me lo clavo en la palma de la mano, y al instante se ilumina.
Entonces, vuelvo al rincón del que me he apropiado, con el cristal iluminando aún. Lo observo fijamente, con fascinación. Realmente, en estos momentos soy capaz de creer en que algo así pueda hacer magia.
Y el cristal apagándose es lo último que veo antes de que mis ojos se cierren al fin.
***
Abro los ojos. Hoy, por suerte, no recuerdo haber soñado nada sobre el accidente. Hoy, al menos por una noche, he escapado del desconcierto.
Extiendo los dedos, que mantengo cerrados alrededor del cristal. Sobre la palma de mi mano, hay una leve línea rojiza. Eso me recuerda mi propósito de hacer magia.
En el patio hay más gente de la que me gustaría. Ignorándoles, cojo una pieza de fruta y la saboreo con lentitud, sintiendo como mi hambre se aplaca lentamente.
Después de ello, me doy un baño para limpiar la suciedad de estos días. Froto mi piel hasta volver a hacerla clara y desenredo mi pelo. Entonces, tras volver a vestirme, vuelvo al piso de abajo y desemboco en el jardín.
Alphonse parece eufórico, y Noel le felicita. Observo los gestos que realizan, prestando especial atención. Entonces, volviéndome de forma que ninguno de ellos pueda verme, comienzo a gesticular de la misma forma. Noto un cosquilleo que nace en mi interior, extendiéndose por todas las partes de mi cuerpo, hasta desembocar en mis dedos. Entonces... Nada.
Ese cosquilleo se desvanece por completo. ¿Qué he hecho mal? Lo intento de nuevo, apretando el cristal de manera que noto que me hace daño. Nuevamente ese cosquilleo... Y nuevamente desaparece.
Un nuevo intento me sirve para comprobar que no soy capaz de hacer nada más que eso. Mierda. ¡¿Por qué no me sale?!
Me acerco a donde están los demás, y arrojo el cristal al suelo.
-¡No funciona! -digo, enfadada como una niña pequeña.
Me siento tan frustrada que me resulta indiferente que Noel esté presente.
En fin. Supongo que tienen razón: ya es demasiado tarde como para salir y podría resultar peligroso. Sin embargo, a pesar de que tengo interés en la magia, no me acerco a los que ya practican. Mejor cuanto menos gente haya.
Voy al estudio, separándome del resto y volviendo al lugar en el que dormía antes de que me despertasen. Vaya, me va a costar conciliar el sueño.
Así que, tras hacer tiempo ojeando algunos de los libros en los que Alphonse y Mark mostraban tanto interés, agarro uno de los cristales que han quedado por allí. Sin dudarlo, me lo clavo en la palma de la mano, y al instante se ilumina.
Entonces, vuelvo al rincón del que me he apropiado, con el cristal iluminando aún. Lo observo fijamente, con fascinación. Realmente, en estos momentos soy capaz de creer en que algo así pueda hacer magia.
Y el cristal apagándose es lo último que veo antes de que mis ojos se cierren al fin.
***
Abro los ojos. Hoy, por suerte, no recuerdo haber soñado nada sobre el accidente. Hoy, al menos por una noche, he escapado del desconcierto.
Extiendo los dedos, que mantengo cerrados alrededor del cristal. Sobre la palma de mi mano, hay una leve línea rojiza. Eso me recuerda mi propósito de hacer magia.
En el patio hay más gente de la que me gustaría. Ignorándoles, cojo una pieza de fruta y la saboreo con lentitud, sintiendo como mi hambre se aplaca lentamente.
Después de ello, me doy un baño para limpiar la suciedad de estos días. Froto mi piel hasta volver a hacerla clara y desenredo mi pelo. Entonces, tras volver a vestirme, vuelvo al piso de abajo y desemboco en el jardín.
Alphonse parece eufórico, y Noel le felicita. Observo los gestos que realizan, prestando especial atención. Entonces, volviéndome de forma que ninguno de ellos pueda verme, comienzo a gesticular de la misma forma. Noto un cosquilleo que nace en mi interior, extendiéndose por todas las partes de mi cuerpo, hasta desembocar en mis dedos. Entonces... Nada.
Ese cosquilleo se desvanece por completo. ¿Qué he hecho mal? Lo intento de nuevo, apretando el cristal de manera que noto que me hace daño. Nuevamente ese cosquilleo... Y nuevamente desaparece.
Un nuevo intento me sirve para comprobar que no soy capaz de hacer nada más que eso. Mierda. ¡¿Por qué no me sale?!
Me acerco a donde están los demás, y arrojo el cristal al suelo.
-¡No funciona! -digo, enfadada como una niña pequeña.
Me siento tan frustrada que me resulta indiferente que Noel esté presente.
El descenso hecho de desesperaciones y sin logros realiza un nuevo despertar que es un reverso de la desesperación.
Por lo que no podemos lograr, lo que se niega al amor, lo que hemos perdido en la anticipación... sigue un descenso, infinito e indestructible.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
19/12/11, 08:44 pm
Vlad se despertó, mientras sus ojos eran atacados por la luz del sol que entraba por la ventana, agrediendo a su persona y destruyendo su sueño. Maldición, pensó al instante. Me he dormido.
No recordaba haber dormido de verdad en bastante tiempo, y la verdad es que su cuerpo lo agradecía. Las tensiones acumuladas de los días anteriores le habían hecho mella. Pero aquello no era explicación. Toda su maldita vida había vivido bajo presión, y precisamente por eso no dormía. En cierto modo, aun por los monstruos psicópatas que rondaban su hogar por la noche, se sentía más seguro que en casa. Los monstruos no eran nada nuevo. De hecho, sus padres encajaban a la perfección el aquella descripción. Supuso que el hecho de convivir con otra gente que padecía sus mismos males era un cierto alivio. Se enderezó y se frotó la cara con fuerza. Error. No podía confiar tampoco en ellos. No debía olvidarlo, o bajaría la guardia y acabaría con algo frío y afilado clavado en la espalda.
Se levantó raudo y se puso todas las armas encima con sus correspondientes cinturones de cuero. Salió despedido por la puerta. Tenía compromisos y cosas que hacer. Había quedado con Alicia para entrenar. Si cumplir con aquello conllevaba perder la clase de magia, que así fuera. Luego le pediría al señor Blanc que se la diera a él. Por la cara de ilusión extrema que tenía cuando Giz mostraba sus hechizos la noche anterior, seguramente hubiera memorizado y contabilizado cada una de las respiraciones que había tomado el muchacho-reptil.
Iba a llamar a la puerta de Alicia cuando un sonido le llamó la atención desde las escaleras. Eran los resoplidos característicos de quien hace ejercicio físico duramente.
Se asomó por el hueco de las escaleras y se encontró a un Toima desnudo dándolo todo en el entrenamiento.
-Señor Toima.-dijo con voz aterciopelada y agradable, aunque con un tono imperativo oculto, aunque irreprochable.- Me parece magnífico que se mantenga en forma y a punto en un mundo hostil como es el nuestro, pero le agradecería que lo hiciera vestido. Ya sabe, hay señoritas en el torreón y puede resultarles violento contemplar su desnudez, que por muy atlética que sea, sigue siendo desnudez. Ruégole vaya a vestirse para continuar su entrenamiento más tarde.
Tras decir esto, llamó a la puerta de Alicia con delicadeza. Sin abrir ni entrar, dijo:
-Señorita, espero que sepa disculpar mi terrible retraso, pero creo que es momento de dar comienzo el entrenamiento. Le espero en el patio, baje cuando esté lista.
Pasó cómo un rayo altivo por las escaleras y el piso de abajo. Justo cuando iba a atravesar el umbral que accedía al patio, se encontró con Mània aferrada a su libro de hechizos, y parecía temer salir al exterior. Se acercó a ella con cuidado de no alterarla.
-Señorita- le dijo en tono suave y cortés, pues sabía que resultaba inquietante para mucha gente, y no consideraba útil para aquella situación poner a la muchacha más nerviosa de lo que ya estaba.- Pretendo ayudar a la señorita Alicia a entrenar en combate. Cuando termine con su entrenamiento, me preguntaba si tendría a bien ayudarme con… ya sabe, la magia. Se lo agradecería enormemente. Perdone si le resulto brusco, pero llevo algo de prisa. Cuando acabe el entrenamiento vendré a saber su decisión al respecto. Si necesita cualquier cosa, no dude en acudir a mí. Ahora, con su permiso, señorita…
Y sin perder más tiempo, dio media vuelta y fue al patio, recuperando la compostura, aunque no la prisa. No varió su porte altivo ni su expresión decidida y fría, sin dejar de andar a grandes zancadas al lugar dónde suponía que debía darle clase a Alicia.
Mientras ella bajaba, observó las prácticas mágicas de los demás y escuchó a Giz hablar con atención. Era curioso que algunos estuvieran intentando practicar sin libro de referencia ni maestro [INDIRECTA, INDIRECTA…ejem, ejem…]. Supuso que, con lo que ya sabía, de la noche anterior y lo que consiguiese fijar en aquellos instantes, le permitiría invertir el tiempo justo en el aprendizaje mágico que le impartiría la recién llegada Mània (si ella lo tenía a bien, evidentemente). Consideraba que el tiempo era oro en aquel mundo donde su vida peligraba a cada instante.
Cuando Alicia descendió al fin, se levantó de la vértebra en la que se había sentado y se le acercó.
-Señorita, presupongo que habrá practicado desde la última clase que le impartí.-comenzó a decir el conde, mientras tomaba dos varas que había en el patio desde los últimos entrenamientos.- Aunque tengo la sensación de que han relegado la práctica de combate a un segundo plano desde que descubrieron sus habilidades mágicas. Cosa comprensible, desde luego, pero espero que no dejen de practicar. Usaremos palos, cómo la última vez.
Practicaron durante una hora, aproximadamente. Aunque Vlad seguía manteniendo la hegemonía en el combate, Alicia mostraba cierta mejor con respecto a su último entrenamiento.
Después de lo que había visto hacer a Toima con Mark, estaba dispuesto a practicar hasta con Hannah, con tal de que aquel psicópata no pusiera un dedo encima a una dama. Eso le metería en un combate que no tenía la certeza de poder ganar, pero que no podría evitar. No tenía la más mínima gana de combatir con Toima, al menos no en ese momento. Tenía la extraña sensación de que, si lo hacía, Sezk se uniría al albino para darle la paliza de su vida. Y había recibido buenas palizas, de eso estaba seguro. Con lo cual, quizás de aquella no saliera. Su único consuelo es que caería cómo un caballero. Lo cual explica que estuviera desanimado, porque no era un consuelo muy allá, que digamos.
Pero, de cara a la galería, se mostraba seguro y frío cómo siempre. Encerrando sus cavilaciones bajo una máscara de hielo sin expresión. No podía permitir que ellos se enteraran de que sospechaba, o podían tomar la delantera. Aunque no tenía pruebas para demostrar que estaban compinchados, su paranoia le gritaba al oído que se guardara las espaldas y que se comprara un paraguas, porque iba a llover mierda.
Cuando el entrenamiento hubo finalizado, Vlad abandonó el patio sin esperar demasiado y fue en busca de Mània. Debía aprender algo de magia. Quizás aquello le ayudara en ese futuro tan negro que se mostraba ante él.
-¿Se ha decidido ya, señorita?
No recordaba haber dormido de verdad en bastante tiempo, y la verdad es que su cuerpo lo agradecía. Las tensiones acumuladas de los días anteriores le habían hecho mella. Pero aquello no era explicación. Toda su maldita vida había vivido bajo presión, y precisamente por eso no dormía. En cierto modo, aun por los monstruos psicópatas que rondaban su hogar por la noche, se sentía más seguro que en casa. Los monstruos no eran nada nuevo. De hecho, sus padres encajaban a la perfección el aquella descripción. Supuso que el hecho de convivir con otra gente que padecía sus mismos males era un cierto alivio. Se enderezó y se frotó la cara con fuerza. Error. No podía confiar tampoco en ellos. No debía olvidarlo, o bajaría la guardia y acabaría con algo frío y afilado clavado en la espalda.
Se levantó raudo y se puso todas las armas encima con sus correspondientes cinturones de cuero. Salió despedido por la puerta. Tenía compromisos y cosas que hacer. Había quedado con Alicia para entrenar. Si cumplir con aquello conllevaba perder la clase de magia, que así fuera. Luego le pediría al señor Blanc que se la diera a él. Por la cara de ilusión extrema que tenía cuando Giz mostraba sus hechizos la noche anterior, seguramente hubiera memorizado y contabilizado cada una de las respiraciones que había tomado el muchacho-reptil.
Iba a llamar a la puerta de Alicia cuando un sonido le llamó la atención desde las escaleras. Eran los resoplidos característicos de quien hace ejercicio físico duramente.
Se asomó por el hueco de las escaleras y se encontró a un Toima desnudo dándolo todo en el entrenamiento.
-Señor Toima.-dijo con voz aterciopelada y agradable, aunque con un tono imperativo oculto, aunque irreprochable.- Me parece magnífico que se mantenga en forma y a punto en un mundo hostil como es el nuestro, pero le agradecería que lo hiciera vestido. Ya sabe, hay señoritas en el torreón y puede resultarles violento contemplar su desnudez, que por muy atlética que sea, sigue siendo desnudez. Ruégole vaya a vestirse para continuar su entrenamiento más tarde.
Tras decir esto, llamó a la puerta de Alicia con delicadeza. Sin abrir ni entrar, dijo:
-Señorita, espero que sepa disculpar mi terrible retraso, pero creo que es momento de dar comienzo el entrenamiento. Le espero en el patio, baje cuando esté lista.
Pasó cómo un rayo altivo por las escaleras y el piso de abajo. Justo cuando iba a atravesar el umbral que accedía al patio, se encontró con Mània aferrada a su libro de hechizos, y parecía temer salir al exterior. Se acercó a ella con cuidado de no alterarla.
-Señorita- le dijo en tono suave y cortés, pues sabía que resultaba inquietante para mucha gente, y no consideraba útil para aquella situación poner a la muchacha más nerviosa de lo que ya estaba.- Pretendo ayudar a la señorita Alicia a entrenar en combate. Cuando termine con su entrenamiento, me preguntaba si tendría a bien ayudarme con… ya sabe, la magia. Se lo agradecería enormemente. Perdone si le resulto brusco, pero llevo algo de prisa. Cuando acabe el entrenamiento vendré a saber su decisión al respecto. Si necesita cualquier cosa, no dude en acudir a mí. Ahora, con su permiso, señorita…
Y sin perder más tiempo, dio media vuelta y fue al patio, recuperando la compostura, aunque no la prisa. No varió su porte altivo ni su expresión decidida y fría, sin dejar de andar a grandes zancadas al lugar dónde suponía que debía darle clase a Alicia.
Mientras ella bajaba, observó las prácticas mágicas de los demás y escuchó a Giz hablar con atención. Era curioso que algunos estuvieran intentando practicar sin libro de referencia ni maestro [INDIRECTA, INDIRECTA…ejem, ejem…]. Supuso que, con lo que ya sabía, de la noche anterior y lo que consiguiese fijar en aquellos instantes, le permitiría invertir el tiempo justo en el aprendizaje mágico que le impartiría la recién llegada Mània (si ella lo tenía a bien, evidentemente). Consideraba que el tiempo era oro en aquel mundo donde su vida peligraba a cada instante.
Cuando Alicia descendió al fin, se levantó de la vértebra en la que se había sentado y se le acercó.
-Señorita, presupongo que habrá practicado desde la última clase que le impartí.-comenzó a decir el conde, mientras tomaba dos varas que había en el patio desde los últimos entrenamientos.- Aunque tengo la sensación de que han relegado la práctica de combate a un segundo plano desde que descubrieron sus habilidades mágicas. Cosa comprensible, desde luego, pero espero que no dejen de practicar. Usaremos palos, cómo la última vez.
Practicaron durante una hora, aproximadamente. Aunque Vlad seguía manteniendo la hegemonía en el combate, Alicia mostraba cierta mejor con respecto a su último entrenamiento.
Después de lo que había visto hacer a Toima con Mark, estaba dispuesto a practicar hasta con Hannah, con tal de que aquel psicópata no pusiera un dedo encima a una dama. Eso le metería en un combate que no tenía la certeza de poder ganar, pero que no podría evitar. No tenía la más mínima gana de combatir con Toima, al menos no en ese momento. Tenía la extraña sensación de que, si lo hacía, Sezk se uniría al albino para darle la paliza de su vida. Y había recibido buenas palizas, de eso estaba seguro. Con lo cual, quizás de aquella no saliera. Su único consuelo es que caería cómo un caballero. Lo cual explica que estuviera desanimado, porque no era un consuelo muy allá, que digamos.
Pero, de cara a la galería, se mostraba seguro y frío cómo siempre. Encerrando sus cavilaciones bajo una máscara de hielo sin expresión. No podía permitir que ellos se enteraran de que sospechaba, o podían tomar la delantera. Aunque no tenía pruebas para demostrar que estaban compinchados, su paranoia le gritaba al oído que se guardara las espaldas y que se comprara un paraguas, porque iba a llover mierda.
Cuando el entrenamiento hubo finalizado, Vlad abandonó el patio sin esperar demasiado y fue en busca de Mània. Debía aprender algo de magia. Quizás aquello le ayudara en ese futuro tan negro que se mostraba ante él.
-¿Se ha decidido ya, señorita?
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
19/12/11, 10:07 pm
Mánia leia cabeza abajo en el sillón, sujetando el libro sobre su cabeza con manos temblorosas. Prácticamente se había leído todos los hechizos que venían, saltándose los que ya conocía del otro libro de magia y trataba de aprender alguno nuevo. Quería haber probado el de presión, pero lo único que se le ocurría para practicar aparte de algún bicho eran las frutas de las cestas... pero no podía dejar a la gente del torreón sin fruta así que decidió esperar a llegar a ''casa'' para probarlo. En su lugar, usó sobre sí misma uno de olor falso, valiéndose del recuerdo de su perfume preferido, un regalo de Madre. Lo usaba casi a diario, por lo tanto lo conocía muy bien, y así disimulaba un poco la peste a sangre coagulada que se le había pegado.
Así estaba, sentada al revés en el sillón cuando el presunto conde llegó a ella con una petición. Se sentó correctamente cuanto antes, cerrando el libro, dejando un dedo entre las páginas que había estado leyendo, y escuchó atentamente. Quería que le enseñase magia, quería que fuese su profesora... Mánia se hinchó de orgullo al ver que otra persona le pedía ayuda.
-Con mucho gusto le enseñaré- le respondió imitando el tono del conde más por diversión que por otra cosa, ya que jamás se le habría ocurrido hablar con un hombre de forma tan educada.
Cuando Vlad se fue, Mánia se tomó muy en serio su papel de profesora. Antes había visto al chico peliblanco pasar de largo, y eso le hizo recordar su plan. Saltó del sillón y buscó por los rincones de la planta baja, sobretodo por las zonas cercanas a la puerta. Encontró una araña de tamaño considerable y la atrapó, envolviéndola en la tela de sus mangas por si picaba. La puso en la mesa y tuvo que darle caza varias veces porque n había forma de que se mantuviese en la mesa. Al final la mantuvo suspendida en el aire con el hechizo de levitación y cuando la tuvo revolviéndose inútilmente frente a ella, usó el de paralización. La araña quedó inmovil al instante, con las patas crispadas como en un rictus grotesco. Le dio vueltas en el aire para admirar su obra y sonrió. Perfecto.
Cuando el conde volvió ya lo tenía todo preparado, le tendió varios talismanes cargados, quedándose algunos para ella (siempre llevaba muchos encima) y puso el libro de forma que él pudiese verlos.
-He marcado los hechizos más fáciles... al menos los que a mi me parecieron más fáciles. El hechizo de fuego es el que están haciendo todos, y se hace solo con signos- le señaló los diagramas de manos haciendo los gestos necesarios para crear fuego y los imitó con soltura- Yo solo puedo hacer llamas pequeñitas, pero a mi me valen. Si no te sale a la primera no pasa nada, con algunos hay que practicar mucho...- tenía muchas ideas en las que usar ese hechizo. A continuación le enseñó los hechizos térmicos, remarcando el de frío, el de curación y el de paralización que acababa de aprender. Los había elegido expresamente con una intención, pero dudaba si explicarle esa intención a su ''alumno''.
-Hmmm... Los chicos esos raros... el del pelo blanco y el lagarto sin cola...-dudaba si hacer la pregunta, pero quería asegurarse- ¿Están enfermos? Quiero decir, de la cabeza... No me gustan mucho, de hecho ayer tenía ganas de rebanar al lagarto pero Madre siempre decía que hay que ser comprensivos con los enfermos...- miró a Vlad ladeando la cabeza, aguardando la respuesta.
Así estaba, sentada al revés en el sillón cuando el presunto conde llegó a ella con una petición. Se sentó correctamente cuanto antes, cerrando el libro, dejando un dedo entre las páginas que había estado leyendo, y escuchó atentamente. Quería que le enseñase magia, quería que fuese su profesora... Mánia se hinchó de orgullo al ver que otra persona le pedía ayuda.
-Con mucho gusto le enseñaré- le respondió imitando el tono del conde más por diversión que por otra cosa, ya que jamás se le habría ocurrido hablar con un hombre de forma tan educada.
Cuando Vlad se fue, Mánia se tomó muy en serio su papel de profesora. Antes había visto al chico peliblanco pasar de largo, y eso le hizo recordar su plan. Saltó del sillón y buscó por los rincones de la planta baja, sobretodo por las zonas cercanas a la puerta. Encontró una araña de tamaño considerable y la atrapó, envolviéndola en la tela de sus mangas por si picaba. La puso en la mesa y tuvo que darle caza varias veces porque n había forma de que se mantuviese en la mesa. Al final la mantuvo suspendida en el aire con el hechizo de levitación y cuando la tuvo revolviéndose inútilmente frente a ella, usó el de paralización. La araña quedó inmovil al instante, con las patas crispadas como en un rictus grotesco. Le dio vueltas en el aire para admirar su obra y sonrió. Perfecto.
Cuando el conde volvió ya lo tenía todo preparado, le tendió varios talismanes cargados, quedándose algunos para ella (siempre llevaba muchos encima) y puso el libro de forma que él pudiese verlos.
-He marcado los hechizos más fáciles... al menos los que a mi me parecieron más fáciles. El hechizo de fuego es el que están haciendo todos, y se hace solo con signos- le señaló los diagramas de manos haciendo los gestos necesarios para crear fuego y los imitó con soltura- Yo solo puedo hacer llamas pequeñitas, pero a mi me valen. Si no te sale a la primera no pasa nada, con algunos hay que practicar mucho...- tenía muchas ideas en las que usar ese hechizo. A continuación le enseñó los hechizos térmicos, remarcando el de frío, el de curación y el de paralización que acababa de aprender. Los había elegido expresamente con una intención, pero dudaba si explicarle esa intención a su ''alumno''.
-Hmmm... Los chicos esos raros... el del pelo blanco y el lagarto sin cola...-dudaba si hacer la pregunta, pero quería asegurarse- ¿Están enfermos? Quiero decir, de la cabeza... No me gustan mucho, de hecho ayer tenía ganas de rebanar al lagarto pero Madre siempre decía que hay que ser comprensivos con los enfermos...- miró a Vlad ladeando la cabeza, aguardando la respuesta.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Personajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
19/12/11, 11:00 pm
Al poco de hacer la pregunta llegó Alphonse, que parecia tambien entusiasmado por la idea de hacer magia, empezó practicando un hechizo de invocación de llamas, al principió falló en la realización, pero luego consiguió realizarlo correctamente, creó una llama bastante decente, al menos mejor que las que hacia yo era
-Anda!te ha salido muy bien!Felicidades-dije yo sonriendo
Luego de eso llegó Noel, el cual segun decia no era capaz de hacer magia, y Cail parecía que tampoco, que raro....casi todos a los que había visto hacian magia, seguro que le faltaba practicar un poco más, además Noel era muy trabajador, seguro que si se esforzaba lo conseguiria
-No te preocupes Noel, seguro que si practicas un poco más lo conseguirás-dije yo alegremente
Luego de eso pense que lo mejor sería buscar a Mània para que nos enseñara tanto a Alphonse como a mi, y ya de paso ayudar a Noel a que hiciera magia.Di con ella en la planta baja hablando con Vlad, me sabía mal molestarles, pero creia que debíamos aprender algo más de magia antes de que nos fueramos, y la chica era muy buena profesora, no sería ningún problema aprenderlo en poco tiempo
-Hola....esto...siento interrumpiros, pero Mània, me preguntaba si podrias enseñarnos magia a mi y a Alphonse?y tambien a Noel , pero no sabemos si puede realizarla...-dije-si puedes, claro...
No quería agobiarla, seguro que ella querría hacer muchas cosas además de esto...asi que fuera cual fuera la respuesta daba igual, si deciia que no entrenaria por mi cuenta...
-Anda!te ha salido muy bien!Felicidades-dije yo sonriendo
Luego de eso llegó Noel, el cual segun decia no era capaz de hacer magia, y Cail parecía que tampoco, que raro....casi todos a los que había visto hacian magia, seguro que le faltaba practicar un poco más, además Noel era muy trabajador, seguro que si se esforzaba lo conseguiria
-No te preocupes Noel, seguro que si practicas un poco más lo conseguirás-dije yo alegremente
Luego de eso pense que lo mejor sería buscar a Mània para que nos enseñara tanto a Alphonse como a mi, y ya de paso ayudar a Noel a que hiciera magia.Di con ella en la planta baja hablando con Vlad, me sabía mal molestarles, pero creia que debíamos aprender algo más de magia antes de que nos fueramos, y la chica era muy buena profesora, no sería ningún problema aprenderlo en poco tiempo
-Hola....esto...siento interrumpiros, pero Mània, me preguntaba si podrias enseñarnos magia a mi y a Alphonse?y tambien a Noel , pero no sabemos si puede realizarla...-dije-si puedes, claro...
No quería agobiarla, seguro que ella querría hacer muchas cosas además de esto...asi que fuera cual fuera la respuesta daba igual, si deciia que no entrenaria por mi cuenta...
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
20/12/11, 12:03 am
El sol caía por la ventana y le daba en los párpados, pero Alicia se aferraba al sueño. No se despertó por la luz, ni cuando el bulto calentito que era Mánia se le escurrió de entre los brazos. Se balanceaba en la fina línea del sueño y la somnolencia y de vez en cuando percibía vagamente cosas como el tacto de las sábanas. Escuchó llamar a la puerta, y eso le importó muy poco, pero el tono plano de Vlad la espabiló más que un cubo de agua fría. Levantada como por un resorte, gateó hasta el borde de la cama y se vistió con algo cómodo. Se apartó el pelo de la cara. La gomilla. Se le había caído del pelo por la noche y su trenza estaba completamente deshecha. Rebuscó en el colchón hasta dar con ella a toda velocidad y se recogió sin mucho cuidado el pelo en una coleta. De repente se quedó completamente parada. Aquellas prisas era como volver a ir al instituto. Se rió suavemente en la soledad de la habitación, que estaba vacía. « Se han despertado todos... Dios mio, ¿cuanto he dormido?» Aunque Vlad no le iba a dar un parte de retraso, Alicia se dejó de chistes internos y bajó.
Vlad le esperaba efectivamente en el patio, preparado. Giz estaba practicando magia con unos cuantos. El conde estaba equivocado. No había tocado la magia tanto como el resto. No se le daba mal, y era consciente de que si de verdad tenía alguna clase de talento debería de estar desarrollandolo todo lo posible. Otra cosa que añadir a la lista.
- Buenos días, señor conde. Sigo sin tener ganas de usar armas con filo, aunque no dude que es usted muy cuidadoso.
Le hablaba siempre más formal que al resto. Le divertía hacerlo y, a la vez, sentía cierto respeto por él. Es difícil no sentir respeto por alguien capaz de manejar un arma. Y de matar con ella.
El entrenamiento fue tan intenso como la primera vez, pero se sentía frustrada. No era cuestión de concentración; ponía todos sus sentidos mientras peleaba. Si a aquello se le podía llamar pelear. Se sentía torpe e insegura. Se sentía débil, y aquello era lo que más le molestaba. Alicia solo estaba siendo demasiado exigente consigo misma, había mejorado ligeramente desde el principio, y no podía esperar más progreso que aquel en ese poco tiempo, pero no era consciente de esto. Ella solo veía lo que había, lo que tendría que haber para ser bueno, y el balance se le quedaba corto.
El entrenamiento tuvo un efecto contrario al que había tenido las otras veces. En vez de descargar tensiones, se puso de un humor negro.
Era curioso que una noche tan buena fuera precedida de una mañana tan mala.
«Nunca tendría que haber abandonado la cama». E inmediatamente se contestó: «No, ni la de Dinamarca tampoco. Mira donde estas y piensa un poco, porque parece que evitas el tema desde que llegaste.» Alicia sacudió la cabeza y se fue a preparar un baño.
Cuando regresó estaba un poco más despejada. «Dijiste que olvidarías todo» . Se acercó al grupo que practicaba magia.
-¿llego tarde para el entrenamiento? ¿o teneis otros planes? Por cierto, lo he pensado... cuando vayamos a volver a Letargo... podeis venir y acompañarnos hasta la biblioteca, así la encontraís seguro.
Vlad le esperaba efectivamente en el patio, preparado. Giz estaba practicando magia con unos cuantos. El conde estaba equivocado. No había tocado la magia tanto como el resto. No se le daba mal, y era consciente de que si de verdad tenía alguna clase de talento debería de estar desarrollandolo todo lo posible. Otra cosa que añadir a la lista.
- Buenos días, señor conde. Sigo sin tener ganas de usar armas con filo, aunque no dude que es usted muy cuidadoso.
Le hablaba siempre más formal que al resto. Le divertía hacerlo y, a la vez, sentía cierto respeto por él. Es difícil no sentir respeto por alguien capaz de manejar un arma. Y de matar con ella.
El entrenamiento fue tan intenso como la primera vez, pero se sentía frustrada. No era cuestión de concentración; ponía todos sus sentidos mientras peleaba. Si a aquello se le podía llamar pelear. Se sentía torpe e insegura. Se sentía débil, y aquello era lo que más le molestaba. Alicia solo estaba siendo demasiado exigente consigo misma, había mejorado ligeramente desde el principio, y no podía esperar más progreso que aquel en ese poco tiempo, pero no era consciente de esto. Ella solo veía lo que había, lo que tendría que haber para ser bueno, y el balance se le quedaba corto.
El entrenamiento tuvo un efecto contrario al que había tenido las otras veces. En vez de descargar tensiones, se puso de un humor negro.
Era curioso que una noche tan buena fuera precedida de una mañana tan mala.
«Nunca tendría que haber abandonado la cama». E inmediatamente se contestó: «No, ni la de Dinamarca tampoco. Mira donde estas y piensa un poco, porque parece que evitas el tema desde que llegaste.» Alicia sacudió la cabeza y se fue a preparar un baño.
Cuando regresó estaba un poco más despejada. «Dijiste que olvidarías todo» . Se acercó al grupo que practicaba magia.
-¿llego tarde para el entrenamiento? ¿o teneis otros planes? Por cierto, lo he pensado... cuando vayamos a volver a Letargo... podeis venir y acompañarnos hasta la biblioteca, así la encontraís seguro.
-
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo II)
20/12/11, 01:15 am
Alicia y el conde aparecieron para entrenar mientras nosotros seguíamos enfrasccados en una conversación sobre magia. Me había parecido ver fugazmente a Mánia en la puerta del patio, pero ya no la veía por ningún sitio. ¿Valdría la pena entrar a pedirle el libro? No me dio tiempo a pensar en ello pues Hannah también se había acercado a nosotros y pudimos ver como intentaba hacer magia. Para mi satisfacción sin ningún éxito. De todos modos eso confirmaba que Caillech y yo no éramos los únicos que no podíamos, al menos por ahora. Estaba seguro de que tenía que haber una razón para ello, pues Rocavarancolia parecía un lugar lleno de magia y no creía que fuese simple casualidad que algunos no pudiésemos hacerla. O quizás simplemente me negaba a creer que era un inútil para la magia. Decidí no picar a Hannah con el tema, al fin y al cabo yo mismo tampoco conseguía nada.
-Mira, Cai, ella tampoco puede hacer magia -dije mirando hacia Hannah-. Estoy seguro de que hay algún motivo por el que algunos no podemos. De todas formas soy demasiado cabezota como para dejarlo, así que lo seguiré intentando hasta que me sangren los ojos y las páginas de los libros se deshagan en mis manos -anuncio mi determinación con expresión solemne y sonriendo ampliamente-. De todos modos la magia no lo es todo, yo creo que hay quien ni siquiera la necesita, yo es que soy un negado con las armas pero no es el caso de cierta guerrera impresionante -esto útimo lo digo mirando a Caillech sonriente.
Aunque en realidad no me sentía tan animado al respecto de no poder hacer magia, solté ese pequeño pero apasionado discurso por ver si conseguía algún efecto en Cai. Pero sí era cierto la parte de que no cejaría en mi empeño de intentar hacer magia, no era ninguna mentira. Pensaba seguir estudiando magia sin descanso.
Alicia y Vladimir terminaron de entrenar y ella se acerca a nosotros comentando algo que yo ya había dicho la noche anterior.
-Sí, se lo dije ayer a Alphonse. Venid todos los que queráis, pero una cosa... -se me acababa de ocurrir algo mientras hablaba pero vacilé un poco en decirlo- Sé que a algunos nos gustará la idea, pero deberíamos llevar a Sezk con nosotros. Os será muy útil su olfato para recordar las calles por las que pasaremos hasta llegar a la biblioteca para cuando queráis volver por vuestra cuenta, el camino es largo y no conviene perderse.
Finalicé el comentario mirando alternativamente a Cail y Giz con expresión de disculpa, casi como si me arrepintiese de lo que acababa de decir, pero verdaderamente creía que era importante para nuestros compañeros de Maciel.
-Mira, Cai, ella tampoco puede hacer magia -dije mirando hacia Hannah-. Estoy seguro de que hay algún motivo por el que algunos no podemos. De todas formas soy demasiado cabezota como para dejarlo, así que lo seguiré intentando hasta que me sangren los ojos y las páginas de los libros se deshagan en mis manos -anuncio mi determinación con expresión solemne y sonriendo ampliamente-. De todos modos la magia no lo es todo, yo creo que hay quien ni siquiera la necesita, yo es que soy un negado con las armas pero no es el caso de cierta guerrera impresionante -esto útimo lo digo mirando a Caillech sonriente.
Aunque en realidad no me sentía tan animado al respecto de no poder hacer magia, solté ese pequeño pero apasionado discurso por ver si conseguía algún efecto en Cai. Pero sí era cierto la parte de que no cejaría en mi empeño de intentar hacer magia, no era ninguna mentira. Pensaba seguir estudiando magia sin descanso.
Alicia y Vladimir terminaron de entrenar y ella se acerca a nosotros comentando algo que yo ya había dicho la noche anterior.
-Sí, se lo dije ayer a Alphonse. Venid todos los que queráis, pero una cosa... -se me acababa de ocurrir algo mientras hablaba pero vacilé un poco en decirlo- Sé que a algunos nos gustará la idea, pero deberíamos llevar a Sezk con nosotros. Os será muy útil su olfato para recordar las calles por las que pasaremos hasta llegar a la biblioteca para cuando queráis volver por vuestra cuenta, el camino es largo y no conviene perderse.
Finalicé el comentario mirando alternativamente a Cail y Giz con expresión de disculpa, casi como si me arrepintiese de lo que acababa de decir, pero verdaderamente creía que era importante para nuestros compañeros de Maciel.
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