Torreón Letargo (Archivo II)
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Elliot
Martalar
Shylver
Leonart
Lops
Vlad
Administración
Rocavarancolia Rol
Yber
Giniroryu
Sevent
Alicia
Caillech
17 participantes
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Torreón Letargo (Archivo II)
09/11/11, 08:05 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Oía pasos detras de mi, pero en ningún momento miré atras para comprobar si eran los humanos o el ser quien me perseguía. Tampoco me quité la mano de la nariz, el intenso hedor me habría frenado al instante. Hacer cualquiera de las dos cosas solo haría que perdiera unos valiosos segundos que podrían ser la diferencia entre mi vida o mi muerte a manos de aquel apestoso ser. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Solo la imagen de él comiendo mi cuerpo inerte me ponía enferma. Esa era, en definitiva, la peor final para alguien como yo, terminar anclada a alguien como eso. No había ni peor muerte ni peor destino, estaba segura. Era un destino que no le esperaba ni a mi peor enemigo, ni siquiera a un Ranta.
Mientras corría más de una vez maldecí a mi suerte. No podía haber sido un ser que no poseyera olor, no debía ser el engendro que peor olía de toda la ciudad quien nos debía de perseguir. Las estrellas no debían de estar muy contentas conmigo para hacerme tal cosa. Ciertamente, no era de su agrado. Eso era algo que había descubierto hace mucho tiempo, el mismo día que me expulsaron de la tribu por un crimen que no era mío.
A mitad del recorrido mis pulmones empezaron a pedirme más aire de la que le facilitaba por la mordaza que tenía por mano alrededor de ellos. Debía encontrar un lugar pronto donde el aire fuera minimamente respirable o perder al engendro de vista, sino no sabía lo que podría llegar a pasar. Y lo cierto era que prefería no pensar en ello. Esas imagenes o pensamientos no me ayudarían en nada a salir de esta. No me servían de nada más que para ponerme peor y como tal los expulsé de mi mente, encerrándolos bajo llabe en algún rincón oscuro de la que no pudiera salir.
Nadie puede describir, entonces, mi dicha y alegría cuando vi como se alzaba una torre no a muchos metros de mí. ¡Si!, grité para mis adentros, esa debía ser la otra torre de la que nos habían hablado aquella pareja, la torre que nos mantendría a salvo. Debía llegar allí a toda costa, no podría aguantar mucho más de la forma que estaba.
Reuní todas las fuerzas que aún tenía y los empleé para alargar aún más las zancadas. Mientras más cerca veía la torre más esfuerzo hacía yo para acortar aún más la distancia hasta que desapareció dicha distancia. Entré como una exalación, de la misma forma que había entrado en la otra torre, aunque esta vez no me impulsaba el enfado sino las ganas de sobrevivir. Nada más transpasar el umbral di una gran bocanada de aire mientras me quitaba la mano de la cara.
- Si, esto es otra cosa - dije mientras me hacía con cuanto aire podía almacenar mis pulmones, parecía que quisiera succionarlo. Ciertamente, no deseaba pasar por aquella esperiencia jamás. Ya podía aprender muchas cosas que no pensaba pasar por semejante dolor sensorial nuevamente. - Por, Nasandra, esto duele... - me doilían la nariz. Me volvía a llevar las manos a esta con la esperanza de que así disminuyese el dolor punzante. Hasta ahora no me había permitido sentir nada, pero en estos momentos me venía la factura por haber pasado tanto tiempo con aquel ser de olor tan penetrante.
Oía pasos detras de mi, pero en ningún momento miré atras para comprobar si eran los humanos o el ser quien me perseguía. Tampoco me quité la mano de la nariz, el intenso hedor me habría frenado al instante. Hacer cualquiera de las dos cosas solo haría que perdiera unos valiosos segundos que podrían ser la diferencia entre mi vida o mi muerte a manos de aquel apestoso ser. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Solo la imagen de él comiendo mi cuerpo inerte me ponía enferma. Esa era, en definitiva, la peor final para alguien como yo, terminar anclada a alguien como eso. No había ni peor muerte ni peor destino, estaba segura. Era un destino que no le esperaba ni a mi peor enemigo, ni siquiera a un Ranta.
Mientras corría más de una vez maldecí a mi suerte. No podía haber sido un ser que no poseyera olor, no debía ser el engendro que peor olía de toda la ciudad quien nos debía de perseguir. Las estrellas no debían de estar muy contentas conmigo para hacerme tal cosa. Ciertamente, no era de su agrado. Eso era algo que había descubierto hace mucho tiempo, el mismo día que me expulsaron de la tribu por un crimen que no era mío.
A mitad del recorrido mis pulmones empezaron a pedirme más aire de la que le facilitaba por la mordaza que tenía por mano alrededor de ellos. Debía encontrar un lugar pronto donde el aire fuera minimamente respirable o perder al engendro de vista, sino no sabía lo que podría llegar a pasar. Y lo cierto era que prefería no pensar en ello. Esas imagenes o pensamientos no me ayudarían en nada a salir de esta. No me servían de nada más que para ponerme peor y como tal los expulsé de mi mente, encerrándolos bajo llabe en algún rincón oscuro de la que no pudiera salir.
Nadie puede describir, entonces, mi dicha y alegría cuando vi como se alzaba una torre no a muchos metros de mí. ¡Si!, grité para mis adentros, esa debía ser la otra torre de la que nos habían hablado aquella pareja, la torre que nos mantendría a salvo. Debía llegar allí a toda costa, no podría aguantar mucho más de la forma que estaba.
Reuní todas las fuerzas que aún tenía y los empleé para alargar aún más las zancadas. Mientras más cerca veía la torre más esfuerzo hacía yo para acortar aún más la distancia hasta que desapareció dicha distancia. Entré como una exalación, de la misma forma que había entrado en la otra torre, aunque esta vez no me impulsaba el enfado sino las ganas de sobrevivir. Nada más transpasar el umbral di una gran bocanada de aire mientras me quitaba la mano de la cara.
- Si, esto es otra cosa - dije mientras me hacía con cuanto aire podía almacenar mis pulmones, parecía que quisiera succionarlo. Ciertamente, no deseaba pasar por aquella esperiencia jamás. Ya podía aprender muchas cosas que no pensaba pasar por semejante dolor sensorial nuevamente. - Por, Nasandra, esto duele... - me doilían la nariz. Me volvía a llevar las manos a esta con la esperanza de que así disminuyese el dolor punzante. Hasta ahora no me había permitido sentir nada, pero en estos momentos me venía la factura por haber pasado tanto tiempo con aquel ser de olor tan penetrante.
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
29/11/11, 06:57 pm
Estaba conversando con Giz cuando vemos que Mánia se acerca a nosotros. Se había puesto unos calcetines en sus pies anteriormente descalzos... Alguien debería decirle que se ponga unos zapatos. Mientras pensaba eso, para mi sorpresa, me habla por primera vez. Cuando manifiesta su deseo de bañarse comencé a hablarle.
-El baño está subiendo las escaleras, tendrás que llevar cubos con ag... -pero sin darme tiempo a terminar de responderle me dice otra cosa, su voz esta vez suena algo angustiada.
<< ¿¿Qué la ayude?? >>, pienso sobresaltándome. Aquella chica no conocía la vergüenza, o eso parecía. Primero andaba medio desnuda si ningún tipo de pudor y ahora me pedía ayuda A MÍ para bañarse. Creo que me he puesto rojo como un tomate y cuando le vuelvo a hablar lo hago mirando al suelo.
-¿Qué... qué dices? Báñate tú sola -alcanzo a decir.
Entonces levanto la mirada y me doy cuenta de algo. Es una chica muy pequeña, no parece tener apenas fuerza. Quizás sólo me pedía ayuda para subir el agua, aunque no sé por qué a mí si no me había hecho ningún caso desde que la vimos por primera vez.
-Yo te puedo ayudar a transportar cubos con agua si quieres, al fin y al cabo dudo que puedas tú sola -suspiro, aún evitando mirar hacia ella y me levanto para llenar un cubo en el pozo.
Refunfuñando por lo bajo hago varios viajes y lleno la bañera de agua.
-Ya te puedes bañar -le digo a Mánia.
-El baño está subiendo las escaleras, tendrás que llevar cubos con ag... -pero sin darme tiempo a terminar de responderle me dice otra cosa, su voz esta vez suena algo angustiada.
<< ¿¿Qué la ayude?? >>, pienso sobresaltándome. Aquella chica no conocía la vergüenza, o eso parecía. Primero andaba medio desnuda si ningún tipo de pudor y ahora me pedía ayuda A MÍ para bañarse. Creo que me he puesto rojo como un tomate y cuando le vuelvo a hablar lo hago mirando al suelo.
-¿Qué... qué dices? Báñate tú sola -alcanzo a decir.
Entonces levanto la mirada y me doy cuenta de algo. Es una chica muy pequeña, no parece tener apenas fuerza. Quizás sólo me pedía ayuda para subir el agua, aunque no sé por qué a mí si no me había hecho ningún caso desde que la vimos por primera vez.
-Yo te puedo ayudar a transportar cubos con agua si quieres, al fin y al cabo dudo que puedas tú sola -suspiro, aún evitando mirar hacia ella y me levanto para llenar un cubo en el pozo.
Refunfuñando por lo bajo hago varios viajes y lleno la bañera de agua.
-Ya te puedes bañar -le digo a Mánia.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
29/11/11, 07:17 pm
Mánia no daba crédito a lo que oía ¿¿Se había negado a bañarle?? ¿¿Se estaba negando a atender a un andrógino?? Frunció el ceño y miró a Noel como si estuviese loco, luego la incredulidad dió paso a la rabia. Estaba a punto de ponerse a gritar cuando vió que el chico iba al pozo y llenaba un cubo con agua. Le siguió el primer trayecto y comprendió que le estaba llenando la bañera. La rabia de Mánia se disipó al instante << Tal vez el chico no se considere digno...>> Aquel pensamiento llenó a la chica de ternura y esperó pacientemente a que Noel acabase de llenar la bañera con una sonrisa dulce en los labios.
-Muy bien- le dijo cuando terminó, a modo de felicitación. Era el único gesto de reconocimiento al que estaba acostumbrada para con los hombres sin rango que no eran mascotas... << Dudo que a este chico le haga gracia que le rasque la pancita...>>
Se acercó al borde de la bañera y rozó el agua con los dedos ¡Estaba helada! Fue a decírselo a Noel, pero ya se había marchado, dejándola sola en el baño. Durante un buen rato no supo que hacer ¿Tenía que calentar ella el agua? ¿Acaso debía bañarse con agua fría? Tal vez fuera eso... Se desnudó y fue a meter un pie en el agua pero... ¡No! No podía, ¡estaba muy fría! Se tapó como pudo y echó a correr por el torreón buscando a su chica de campo, estaba segura de que ella le ayudaría a diferencia de ese ingrato. Llegó hasta Alicia y le tendió la ropa en el mismo gesto que había usado con Noel, más lastimero si cabe.
-Báñame- imploró, sintiendo su dignidad desgarrarse y derramarse por sus mejillas en forma de lágrimas- El agua está fría
-Muy bien- le dijo cuando terminó, a modo de felicitación. Era el único gesto de reconocimiento al que estaba acostumbrada para con los hombres sin rango que no eran mascotas... << Dudo que a este chico le haga gracia que le rasque la pancita...>>
Se acercó al borde de la bañera y rozó el agua con los dedos ¡Estaba helada! Fue a decírselo a Noel, pero ya se había marchado, dejándola sola en el baño. Durante un buen rato no supo que hacer ¿Tenía que calentar ella el agua? ¿Acaso debía bañarse con agua fría? Tal vez fuera eso... Se desnudó y fue a meter un pie en el agua pero... ¡No! No podía, ¡estaba muy fría! Se tapó como pudo y echó a correr por el torreón buscando a su chica de campo, estaba segura de que ella le ayudaría a diferencia de ese ingrato. Llegó hasta Alicia y le tendió la ropa en el mismo gesto que había usado con Noel, más lastimero si cabe.
-Báñame- imploró, sintiendo su dignidad desgarrarse y derramarse por sus mejillas en forma de lágrimas- El agua está fría
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
29/11/11, 07:37 pm
Todos corríamos por nuestras vidas, todos corríamospara llegar a nuestro refugio, el Torreón Letargo. Nadie deseaba morir, como era lógico. Tanto aserenianos como humanos corríamos tan rápido como nos permitían nuestras piernas sin mirar en ningún momento para atras, hacia la serpiente alada. Todos sabíamos que un momento así disminuiría nuestra marcha y nos haría perder unos minutos que podrían ser cruciales para salvar nuestras escamas o nuestro pellejo, según la raza en cuestión. Aunque ni Giz ni yo necesitábamos hacer tal movimiento entorpecedor para estar al tanto de nuestro maltrecho perseguidos alado, solo debíamos afinar bien nuestro sentido del olfato y ello nos diría todo lo que necesitábamos, ya sea si todavía nos perseguia o cuanta ventaja le seguiamos sacando gracias a nuestra velocidad y sus heridas.
Sabía que no nos dejaría en paz, lo había visto en sus ojos la primera y única vez que lo miré a los ojos. Solo fue por unos segundos, pero fui capaz de ver la locura y el hambre voraz que se escondían en su interior de lo intensos que eran. No, nos dejaría en paz a menos que consiguiese merendarse a uno de nosotros como mínimo y dudaba que eso tampoco lo parase. La única solución que teníamos para sobrevivir er... ¿Qué diablos? La serpiente nos había dado la espalda y volvía hacia la biblioteca donde debía haber olido a otra presa. ¿El personaje que nos había dado el libro? ¿Sería ese su próxima victima?
Uno
de los erráticos aleteos levantó una brisa que me trajo el olor
inconfundible de un ser que no era el que nosotros habíamos encontrado. No sabía de que o quien se trataba, pero algo me decía que preferiria no saberlo. Sin darme cuenta me encontré redoblando mis zancadas. Parecía que mi cuerpo deseaba poner la mayor distancia entre aquel nuevo ser y mi escamoso cuerpo, al cual quería por encima de todo, aunque la razón por la que lo hacía no se lo reveló a la mente.
Gracias a nuestra velocidad, corriendo entre calles y callejuelas que antes habíamos pasado en el sentido inverso en nuestra caminata hacia la biblioteca, pronto vimos emerger el torreón. Entré en él como una exhalación y, después de dejar los libros que había rescatado tras haberlos dejado caer Alicia en una de las mesas, me apoyé en una de las paredes. Estaba cansada, le había pedido mucho a mi cuerpo teniendo en cuenta que había estado entrenando muy duramente antes y apenas si había dormido, pero debería de posponer el sueño. Primero quería leer el libro que tenía en la mochila. Lo saqué de su escondite. "Matar es vivir", así se titulaba aquel peculiar y viejo ejemplar rojo, similar a la sangre, el cual había sido escrito por alguien llamado Dama Muerte.
No penseis que lo había escogido porque ya comenzaba a convertirme en una especie de Ranta, eso jamás. No, lo había hecho porque en su interior había ilustraciones de distintos tipos de armas, con sus nombre y algunas anotaciones de como emplearlos adecuadamente. No os voy a engañar, también contenia cosas que hubiese quitado el sueño a cualquiera. Como dibujos muy realistas de cuales eran los mejores puntos para clavarle la espada a alguien para asegurarse de que jamás volvería a molestarte.
Comencé a empaparme en su conocimiento, pero en algún momento debí quedarme dormida tal como estaba porque al despertar me encontré sentada en el suelo con el libro abierto en una imagen de lo más espeluznante. Lo cerré. Salí a nuestro patio/jardin particular donde algunos ya se encontraban, Giz entre ellos. Querí mostrarle lo que había encontrado y preguntarle asi mismo que había descubierto él.
- Buenas, que, ¿algo interesante? - me coloqué a su lado mientras hacía la pregunta -. Yo por lo menos si, este libro, aparte de ser un poco tétrico, tiene algunas cosas que podrían servirnos en nuestros entrenamientos e información sobre armas de lo más extrañas. - había encontrado un apartado en la que se contaba cosas sobre armas con propiedades de lo más extrañas. Espadas que tenían voluntad propia, hachas que congelaban con un tajo a sus oponentes, lanzas con un veneno que no tenía cura... Aunque creía que esa parte era un especie de broma por parte de la escritora. Tenía un sentido de lo más extraño de humor.
Sabía que no nos dejaría en paz, lo había visto en sus ojos la primera y única vez que lo miré a los ojos. Solo fue por unos segundos, pero fui capaz de ver la locura y el hambre voraz que se escondían en su interior de lo intensos que eran. No, nos dejaría en paz a menos que consiguiese merendarse a uno de nosotros como mínimo y dudaba que eso tampoco lo parase. La única solución que teníamos para sobrevivir er... ¿Qué diablos? La serpiente nos había dado la espalda y volvía hacia la biblioteca donde debía haber olido a otra presa. ¿El personaje que nos había dado el libro? ¿Sería ese su próxima victima?
Uno
de los erráticos aleteos levantó una brisa que me trajo el olor
inconfundible de un ser que no era el que nosotros habíamos encontrado. No sabía de que o quien se trataba, pero algo me decía que preferiria no saberlo. Sin darme cuenta me encontré redoblando mis zancadas. Parecía que mi cuerpo deseaba poner la mayor distancia entre aquel nuevo ser y mi escamoso cuerpo, al cual quería por encima de todo, aunque la razón por la que lo hacía no se lo reveló a la mente.
Gracias a nuestra velocidad, corriendo entre calles y callejuelas que antes habíamos pasado en el sentido inverso en nuestra caminata hacia la biblioteca, pronto vimos emerger el torreón. Entré en él como una exhalación y, después de dejar los libros que había rescatado tras haberlos dejado caer Alicia en una de las mesas, me apoyé en una de las paredes. Estaba cansada, le había pedido mucho a mi cuerpo teniendo en cuenta que había estado entrenando muy duramente antes y apenas si había dormido, pero debería de posponer el sueño. Primero quería leer el libro que tenía en la mochila. Lo saqué de su escondite. "Matar es vivir", así se titulaba aquel peculiar y viejo ejemplar rojo, similar a la sangre, el cual había sido escrito por alguien llamado Dama Muerte.
No penseis que lo había escogido porque ya comenzaba a convertirme en una especie de Ranta, eso jamás. No, lo había hecho porque en su interior había ilustraciones de distintos tipos de armas, con sus nombre y algunas anotaciones de como emplearlos adecuadamente. No os voy a engañar, también contenia cosas que hubiese quitado el sueño a cualquiera. Como dibujos muy realistas de cuales eran los mejores puntos para clavarle la espada a alguien para asegurarse de que jamás volvería a molestarte.
Comencé a empaparme en su conocimiento, pero en algún momento debí quedarme dormida tal como estaba porque al despertar me encontré sentada en el suelo con el libro abierto en una imagen de lo más espeluznante. Lo cerré. Salí a nuestro patio/jardin particular donde algunos ya se encontraban, Giz entre ellos. Querí mostrarle lo que había encontrado y preguntarle asi mismo que había descubierto él.
- Buenas, que, ¿algo interesante? - me coloqué a su lado mientras hacía la pregunta -. Yo por lo menos si, este libro, aparte de ser un poco tétrico, tiene algunas cosas que podrían servirnos en nuestros entrenamientos e información sobre armas de lo más extrañas. - había encontrado un apartado en la que se contaba cosas sobre armas con propiedades de lo más extrañas. Espadas que tenían voluntad propia, hachas que congelaban con un tajo a sus oponentes, lanzas con un veneno que no tenía cura... Aunque creía que esa parte era un especie de broma por parte de la escritora. Tenía un sentido de lo más extraño de humor.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
29/11/11, 07:49 pm
Cuando todos corrían, algo había hecho detenerse momentáneamente al grupo. Alicia solo se giró a tiempo de ver a una joven con alas rojas decapitar a su atacante en la puerta de la biblioteca. Ellos se encontraban a varios metros ya del edificio, y no les salpicó la misma sangre que bañó a la ¿persona? ¿criatura? Alicia se había quedado fascinada y horroriza por igual. Su "salvadora" tenía rasgos humanos, pero su piel era negra, cubierta de pequeños puntos brillantes. Como si hubiese arrancado un jirón de noche para vestirlo. Y Tenía alas. En su mente solo se repetía la escena en la que les libraba de la serpiente emplumada con un tajo limpio de estas. ¿que debía entender de aquello? ¿había cambiado la serpiente de rumbo para ir a por la chica? Luego ella se había alejado volando antes de que pudiesen temer por sus vidas, o agradecérselo, o...
Alicia no creía que la joven alada lo hubiese hecho como un gesto caritativo. Había visto su rostro al ejecutar al reptil. Pero aun así, se habían salvado una vez más, y eso era digno de celebrarse. Llegaron a Letargo poco después.
Letargo... la mente de Alicia jugó un rato con el recién descubierto nombre del torreón. Aquel era ahora su hogar. Podría haber decidido tomarlo como “el lugar donde vivía”, y no su “hogar”, pero puesto que se había prometido que iba vivir y no confiaba en la posibilidad de regresar a Dinamarca jamás, estaba decidida a hacer de aquel edificio algo más que un techo con paredes y puertas. Sin embargo, sus compañeros de piso estaban muy lejos de poder sustituir a una familia.
No participó en ninguna conversación aquella tarde, y se dedicó a leer en el dormitorio. Saltaba las líneas de vez en cuando, intentando buscar sólo lo que pudiese ser útil saber de aquellos textos.
Hasta que la luz fue insuficiente, y se echó a dormir.
***
Alicia despertó sin una idea clara de la hora, aunque sí del día. 6 de noviembre. El 15 era su cumpleaños. Antes de bajar, quiso cambiarse de ropa. Se puso la muda que el día anterior le había ofrecido Mánia, y eligió de entre la ropa, un conjunto parecido a los que llevaba la gente que monta caballo. Unos pantalones de cuero oscuro, con los que se sentía extraña (ella no llevaba pantalones tan pegados normalmente, y menos de cuero), pero que resultaban cómodos y flexibles. No se puso las maltratadas zapatillas de deporte. Fue un acto inconsciente, porque ella solía andar descalza por su casa. Se puso una blusa blanca, y se aseguró de llevarse puestos unos guantes en las manos, de cuero también. Porque las yemas de los dedos se le resentían al practicar con el arco. Se recogió el pelo en una trenza y se dispuso a bajar por las escaleras cuando Mánia le dio alcance. Le imploró que la bañase. Durante dos milesimas de segundo Alicia estuvo a punto de negarse en rotundo. No era la criada de nadie. Había ayudado a la chica cuando esta había estado al borde de una hipotermia, pero eran situaciones muy distintas. Desde entonces Mánia había parecido esperar alguna clase de servilismo por parte del resto de habitantes del torreón, y ella solo se habá dedicado a ignorar aquella actitud, hasta aquella petición tan directa. Pero entonces la niña que le recordaba a un gato comenzó a llorar, y aquello descolocó a Alicia. ¿Que hacer en esa situación? A Alicia nunca le había gustado mucho la gente – excepto unos pocos escogidos, cercanos a ella – y por tanto, tampoco era lo suyo tratarla. Y Mánia realmente parecía desvalida y pequeñita cuando lloraba así.
- ¿Tu no puedes hacerlo sola?- preguntó atragantada con la idea. Pero se dio cuenta al mirarle de que era una pregunta estúpida. Suspiro exasperada.- De acuerdo. Te “ayudaré”.
Acompañó a la niña hasta el baño.
- Me temo que el agua está fría y no hay nada que se pueda a hacer. Si quieres estar limpia. Tienes que meterte dentro.- dijo. No la arropó con sus palabras, de manera maternal, pero tampoco fue brusca. Se limitó a exponerle las cosas como eran a la niña. Tranquilamente, y con paciencia.
Mánia se resignó y se quitó lo que le envolvía. Alicia no pudo evitar mirar el cuerpo de la chica. No le echaba más de trece o catorce, pero no le faltaban curvas. Ni pircings. De hecho, parecía haberse agujereado bastante. Tenía dos aros negros en el labio, dos bolitas rojas en las claviculas. Alicia se llevó la mano a la clavicula conteniendo un escalofrío. Hacerse un pircing ahí debía de ser desagradable. Tenía dos aros más en los pezones, y dos pircing más en el ombligo. Mánia metió un pie en la bañera y soltó algo muy parecido a un bufido.
- Entra.- dijo Alicia con la misma tranquilidad, pero dando claramente una orden. La chica terminó de meterse en el agua fría. Cogió el jabón y comenzó por los pies, porque debía de ser lo más sucio. Mánia llevaba andando descalza bastante. Limpio con suavidad, porque se dio cuenta de que tenía varias heriditas y habló mientras.- Mira bien lo que tienes que hacer, porque no creo que te bañe más veces, Mánia. Yo no soy la doncella de nadie. Y aquí no siempre va a haber alguien dispuesto a concederte un capricho.
No habló con dureza, sino como si le hablase del tiempo. Únicamente, era paciente porque intuía que Mánia no estaba acostumbrada a que nadie le dijese ese tipo de cosas. Después de un rato de silncio, durante el cual se dedicó a seguir enjabonandole, le preguntó:
- ¿Puedo preguntarte de donde vienes? Tienes una manera de vestir... extraña.
Quizás ya esperaba una respuesta como la que recibió y no se sorprendió mucho. Le escuchó hablar y le aclaró, si es que no era obvio ya, que no venían del mismo sitio.
La terminó de lavar e incluso le ayudó a secarse. Cuando terminó de hacer todo lo que la niña le pidió, murmuró un corto “de nada”. Y con un gesto de cabeza, bajó para poder entrenar.
Alicia no creía que la joven alada lo hubiese hecho como un gesto caritativo. Había visto su rostro al ejecutar al reptil. Pero aun así, se habían salvado una vez más, y eso era digno de celebrarse. Llegaron a Letargo poco después.
Letargo... la mente de Alicia jugó un rato con el recién descubierto nombre del torreón. Aquel era ahora su hogar. Podría haber decidido tomarlo como “el lugar donde vivía”, y no su “hogar”, pero puesto que se había prometido que iba vivir y no confiaba en la posibilidad de regresar a Dinamarca jamás, estaba decidida a hacer de aquel edificio algo más que un techo con paredes y puertas. Sin embargo, sus compañeros de piso estaban muy lejos de poder sustituir a una familia.
No participó en ninguna conversación aquella tarde, y se dedicó a leer en el dormitorio. Saltaba las líneas de vez en cuando, intentando buscar sólo lo que pudiese ser útil saber de aquellos textos.
Hasta que la luz fue insuficiente, y se echó a dormir.
***
Alicia despertó sin una idea clara de la hora, aunque sí del día. 6 de noviembre. El 15 era su cumpleaños. Antes de bajar, quiso cambiarse de ropa. Se puso la muda que el día anterior le había ofrecido Mánia, y eligió de entre la ropa, un conjunto parecido a los que llevaba la gente que monta caballo. Unos pantalones de cuero oscuro, con los que se sentía extraña (ella no llevaba pantalones tan pegados normalmente, y menos de cuero), pero que resultaban cómodos y flexibles. No se puso las maltratadas zapatillas de deporte. Fue un acto inconsciente, porque ella solía andar descalza por su casa. Se puso una blusa blanca, y se aseguró de llevarse puestos unos guantes en las manos, de cuero también. Porque las yemas de los dedos se le resentían al practicar con el arco. Se recogió el pelo en una trenza y se dispuso a bajar por las escaleras cuando Mánia le dio alcance. Le imploró que la bañase. Durante dos milesimas de segundo Alicia estuvo a punto de negarse en rotundo. No era la criada de nadie. Había ayudado a la chica cuando esta había estado al borde de una hipotermia, pero eran situaciones muy distintas. Desde entonces Mánia había parecido esperar alguna clase de servilismo por parte del resto de habitantes del torreón, y ella solo se habá dedicado a ignorar aquella actitud, hasta aquella petición tan directa. Pero entonces la niña que le recordaba a un gato comenzó a llorar, y aquello descolocó a Alicia. ¿Que hacer en esa situación? A Alicia nunca le había gustado mucho la gente – excepto unos pocos escogidos, cercanos a ella – y por tanto, tampoco era lo suyo tratarla. Y Mánia realmente parecía desvalida y pequeñita cuando lloraba así.
- ¿Tu no puedes hacerlo sola?- preguntó atragantada con la idea. Pero se dio cuenta al mirarle de que era una pregunta estúpida. Suspiro exasperada.- De acuerdo. Te “ayudaré”.
Acompañó a la niña hasta el baño.
- Me temo que el agua está fría y no hay nada que se pueda a hacer. Si quieres estar limpia. Tienes que meterte dentro.- dijo. No la arropó con sus palabras, de manera maternal, pero tampoco fue brusca. Se limitó a exponerle las cosas como eran a la niña. Tranquilamente, y con paciencia.
Mánia se resignó y se quitó lo que le envolvía. Alicia no pudo evitar mirar el cuerpo de la chica. No le echaba más de trece o catorce, pero no le faltaban curvas. Ni pircings. De hecho, parecía haberse agujereado bastante. Tenía dos aros negros en el labio, dos bolitas rojas en las claviculas. Alicia se llevó la mano a la clavicula conteniendo un escalofrío. Hacerse un pircing ahí debía de ser desagradable. Tenía dos aros más en los pezones, y dos pircing más en el ombligo. Mánia metió un pie en la bañera y soltó algo muy parecido a un bufido.
- Entra.- dijo Alicia con la misma tranquilidad, pero dando claramente una orden. La chica terminó de meterse en el agua fría. Cogió el jabón y comenzó por los pies, porque debía de ser lo más sucio. Mánia llevaba andando descalza bastante. Limpio con suavidad, porque se dio cuenta de que tenía varias heriditas y habló mientras.- Mira bien lo que tienes que hacer, porque no creo que te bañe más veces, Mánia. Yo no soy la doncella de nadie. Y aquí no siempre va a haber alguien dispuesto a concederte un capricho.
No habló con dureza, sino como si le hablase del tiempo. Únicamente, era paciente porque intuía que Mánia no estaba acostumbrada a que nadie le dijese ese tipo de cosas. Después de un rato de silncio, durante el cual se dedicó a seguir enjabonandole, le preguntó:
- ¿Puedo preguntarte de donde vienes? Tienes una manera de vestir... extraña.
Quizás ya esperaba una respuesta como la que recibió y no se sorprendió mucho. Le escuchó hablar y le aclaró, si es que no era obvio ya, que no venían del mismo sitio.
La terminó de lavar e incluso le ayudó a secarse. Cuando terminó de hacer todo lo que la niña le pidió, murmuró un corto “de nada”. Y con un gesto de cabeza, bajó para poder entrenar.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
29/11/11, 09:44 pm
Mánia se mordió el labio y durante un momento pensó seriamente en huir y pasar del baño, pero tenía que estar presentable, tenía que estar limpia... Cuando Alicia por fin terminó con su helada tortura Mánia corrió a envolverse con una toalla áspera que en nada se parecía a las toallas suaves y esponjosas que tenía en el castillo. Se vistió con la lencería que había elegido, un conjunto de encaje negro con transparencias y se puso encima un jersey de color rojo sangre que le iba bastante grande y dejaba sus hombros al descubierto al igual que las clavículas perforadas y se cubrió las piernas hasta los muslos con unos calcetines grises de lana gruesa que aunque picaban un poco eran calentitos y cómodos. Adornó sus tobillos con sus pulseras de cascabeles y se recolocaba las orejas de oro cuando Alicia le hizo una pregunta.
-¿Cómo que de dónde soy? -preguntó alzando una ceja como si la chica hubiese dicho una estupidez - Soy de Libo, evidentemente. Soy una andrógina propiedad de la duquesa de Zhandre, ¿es que no sabes ni eso, chica de campo?- pero la chica se marchó.
Mánia la siguió tintineando por las escaleras hasta llegar al patio, donde seguía el chico lagarto con su libro. Se le había unido la guerrera y efectivamente allí estaba Alicia. Bufó, no quería molestarla realmente, pero no entendía la pregunta que le había hecho... Entonces una lucecita se encendió en su cabeza. ¿Y si aquella gente no era de su mundo? Miró a los lagartos, no se parecían en nada a ningún habitante de Libo... Ninguno que ella haya visto, pero Libo era grande y ella no había salido demasiado de su castillo, por lo cual nunca había descartado la posibilidad,... << Lo mejor será asegurarse...>> Se acercó a los lagartos y ladeando la cabeza les preguntó:
-Er... vosotros... sois de Libo, ¿verdad?
-¿Cómo que de dónde soy? -preguntó alzando una ceja como si la chica hubiese dicho una estupidez - Soy de Libo, evidentemente. Soy una andrógina propiedad de la duquesa de Zhandre, ¿es que no sabes ni eso, chica de campo?- pero la chica se marchó.
Mánia la siguió tintineando por las escaleras hasta llegar al patio, donde seguía el chico lagarto con su libro. Se le había unido la guerrera y efectivamente allí estaba Alicia. Bufó, no quería molestarla realmente, pero no entendía la pregunta que le había hecho... Entonces una lucecita se encendió en su cabeza. ¿Y si aquella gente no era de su mundo? Miró a los lagartos, no se parecían en nada a ningún habitante de Libo... Ninguno que ella haya visto, pero Libo era grande y ella no había salido demasiado de su castillo, por lo cual nunca había descartado la posibilidad,... << Lo mejor será asegurarse...>> Se acercó a los lagartos y ladeando la cabeza les preguntó:
-Er... vosotros... sois de Libo, ¿verdad?
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
29/11/11, 10:38 pm
Oigo murmullos a mi alrededor y me levanto con poca gracia del suelo, apoyándome en la base de la estatua. Me siento allí durante unos instantes hasta que mi mente se aclara y veo que está todo el mundo congregado en el patio. No debí haberme dormido tan tarde. << Debo de estar dando la imagen de un holgazán... >> Me digo consternado.
-Yo... no sé como he podido dormir hasta tan tarde-no sé si es que a ser un patio cerrado el sol no incide durante mucho tiempo o que al estar tan cansado no había conseguido despertarme con eso, pero lo cierto es que me avergüenza solo pensarlo. << Jamás me habría pasado en el desierto >> Niego con la cabeza-. Lo siento.
Primero Noel y luego Cai se me acercan para preguntar por el libro. En ese momento se me agolpa toda la información que leí anoche en la memoria. La magia, los cristales... Este era un buen momento para probar si lo que contaba el libro es cierto.<< O para hacer el ridículo >> Sin embargo, esa no era una opción. Lo que decía el libro era tan increíble que ya me había echo a la idea de que solo podía ser cierto. Tras eso Mánia se acerca para preguntarnos si somos de Libo.
-Lo siento, Mánia, pero no sé qué es Libo. Cai y yo-señalo a la asreniana-somos de Asrena, un sitio lleno de seres como nosotros, con escamas. Vostotros sois los primeros seres blanditos que vemos-le explico a la chica antes de responder a Noel y Cai-.Veréis-les digo con un ligero deje nervioso en la voz-. Estuve leyendo hasta tarde y creo que ya sé para qué sirven los cristales. Su función no es iluminar-desato la bolsa del cinto y los esparzo todos sobre la base de la estatua-. Todos estos los cargué anoche-les muestro el pequeño corte en la palma y continúo-. Según esto, cuando lucen es porque están cargando algún tipo de energía que no acabo de entender, dejan de iluminarse cuando están completamente cargados. Según el libro, con ellos podemos hacer trucos de magia, hechizos, cosas alucin...-respiro hondo, pues creo me empiezo a sobreexcitar con la idea y trato de recuperar la compostura. Coloco el libro con cuidado al lado de los cristales,pues las manos me tiemblan de la emoción, y lo voy repasando hasta dar con una de las primeras páginas donde daban instrucciones para realizar uno de los más sencillos. << ¿En qué rincón de la ciudad perdí mi serenidad? >> Ni me reconozco.
Una vez que localizo el que quería, uno para invocar llamas, cojo en una mano tantos cristales como puedo y con la otra sigo las instrucciones del hechizo, gestual y vocalmente. No ocurre nada. Noto como la vergüenza se apodera de nuevo de mí, por mi estrepitoso fracaso, pero me niego a equivocarme. Releo bien los pasos en el libro y con una cabezonería atípica, vuelvo a intentarlo. Aprieto aún más los cristales en la mano y trato de suavizar los gestos para que resulten más naturales. Al acabar,noto algo parecido a un calambre entre los dedos y en mi mano libre aparece una llama durante unos segundos antes volatilizarse.
Soy totalmente consciente de que ahora debería decir algo, pero el asombro me lo impide. Por una parte siento unas ganas enormes de probar el resto de encantamientos que aparecen en el libro, pero por otra me siento como si hubiese vuelto a despertarme, tras hacer lo de la llama me había quedado ligeramente aturdido. Al final tan solo consigo mirar a mis compañeros con los ojos abiertos de par en par y una sonrisa de oreja a oreja y soltar un enclenque "¿Habéis visto eso?".
-Yo... no sé como he podido dormir hasta tan tarde-no sé si es que a ser un patio cerrado el sol no incide durante mucho tiempo o que al estar tan cansado no había conseguido despertarme con eso, pero lo cierto es que me avergüenza solo pensarlo. << Jamás me habría pasado en el desierto >> Niego con la cabeza-. Lo siento.
Primero Noel y luego Cai se me acercan para preguntar por el libro. En ese momento se me agolpa toda la información que leí anoche en la memoria. La magia, los cristales... Este era un buen momento para probar si lo que contaba el libro es cierto.<< O para hacer el ridículo >> Sin embargo, esa no era una opción. Lo que decía el libro era tan increíble que ya me había echo a la idea de que solo podía ser cierto. Tras eso Mánia se acerca para preguntarnos si somos de Libo.
-Lo siento, Mánia, pero no sé qué es Libo. Cai y yo-señalo a la asreniana-somos de Asrena, un sitio lleno de seres como nosotros, con escamas. Vostotros sois los primeros seres blanditos que vemos-le explico a la chica antes de responder a Noel y Cai-.Veréis-les digo con un ligero deje nervioso en la voz-. Estuve leyendo hasta tarde y creo que ya sé para qué sirven los cristales. Su función no es iluminar-desato la bolsa del cinto y los esparzo todos sobre la base de la estatua-. Todos estos los cargué anoche-les muestro el pequeño corte en la palma y continúo-. Según esto, cuando lucen es porque están cargando algún tipo de energía que no acabo de entender, dejan de iluminarse cuando están completamente cargados. Según el libro, con ellos podemos hacer trucos de magia, hechizos, cosas alucin...-respiro hondo, pues creo me empiezo a sobreexcitar con la idea y trato de recuperar la compostura. Coloco el libro con cuidado al lado de los cristales,pues las manos me tiemblan de la emoción, y lo voy repasando hasta dar con una de las primeras páginas donde daban instrucciones para realizar uno de los más sencillos. << ¿En qué rincón de la ciudad perdí mi serenidad? >> Ni me reconozco.
Una vez que localizo el que quería, uno para invocar llamas, cojo en una mano tantos cristales como puedo y con la otra sigo las instrucciones del hechizo, gestual y vocalmente. No ocurre nada. Noto como la vergüenza se apodera de nuevo de mí, por mi estrepitoso fracaso, pero me niego a equivocarme. Releo bien los pasos en el libro y con una cabezonería atípica, vuelvo a intentarlo. Aprieto aún más los cristales en la mano y trato de suavizar los gestos para que resulten más naturales. Al acabar,noto algo parecido a un calambre entre los dedos y en mi mano libre aparece una llama durante unos segundos antes volatilizarse.
Soy totalmente consciente de que ahora debería decir algo, pero el asombro me lo impide. Por una parte siento unas ganas enormes de probar el resto de encantamientos que aparecen en el libro, pero por otra me siento como si hubiese vuelto a despertarme, tras hacer lo de la llama me había quedado ligeramente aturdido. Al final tan solo consigo mirar a mis compañeros con los ojos abiertos de par en par y una sonrisa de oreja a oreja y soltar un enclenque "¿Habéis visto eso?".
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
30/11/11, 06:54 am
Veo aparecer a Mánia, más limpia de lo que estaba supuese que se había bañado, y oigo la pregunta de la pequeña, el cual se dirigía hacia nosotros. Ya había supuesto yo que no era humana, no por su apariencia tan humana, sino por su forma de comportarse tan peculiar y su olor. Ella también había sido traido de otro planeta llamado Libo, un planeta del que no había sabido nada hasta este día, pero eso tampoco debería de sorprenderme. Al fin y al cabo, tampoco había conocido a ningún humano antes de venir aquí y mira. Me preguntaba si habría más mundos del cual desconocíamos, del cual no sabíamos de su existencia. Nuestra ignorancia era grande en esas cosas.
Giz le contó que no, que no eramos de Libo, sino de Asrena.
- Como ha dicho mi compañero somos de Asrena si, un planeta desertico. Y, los demas que viven en este torreón, así como los que dejamos en el otro torreón que se encuentra al otro lado de la cicatriz, tampoco son de tu planeta. Son humanos, de un mundo llamado tierra. Por lo que sabemos eres la única de tu planeta en este mundo - añadí.
Casi a la par, Giz comienza a relatarnos su descubrimiento. ¿Que las piedras no estaban hechos solo para iluminar? Lo había supuesto, pero ¿que ayudaban a hacer mágia? Eso era una locura. De todos sabido es que la magia no existe, que no es más que un cuento que se narra al amparo del fuego en las noches más frías. Vi como intentaba hacer uno de los hechizos que en el libro aparecía, fracaso tras fracaso. Estaba a punto de decirle que parase, que era inutil, que el libro que había encontrado era una broma de alguno de los extraños seres que vivían en él. Pero entonces apareció una llama en un mano, pronto desapareció, pero era ineglable que lo había logrado.
La magia existía, pensé asombrada. En este mundo de locura donde habitaban seres de lo más peculiares existía la magia.
- Dejame probarlo - le pedi a Giz mientras le cogía el libro y empezaba a intertar hacer el mismo hechizo que él. Lo intenté mil y una vez, sin ningún resultado. No importaba cuanto intetase o cuan bien lo hiciese, no lo conseguía. Probé con un hechizo de levitación y otra que decía ser para dar calor, con iguales resultados. Nada. Nada salía. Miré a los demás confundida - ¿Por qué? He hecho todo lo que decía este dichoso libro paso por paso como lo has hecho tu y no ha pasado nada. ¿Por qué?
No entendía, porque la magia respondía a Giz y no a mi, es que no me veía apta para él. ¿Tenía algo que le repugnaba de mi y por eso no quería aparecer a mi llamada o era por algo más? No era justo. Yo quería ser capaz de hacer magia como Giz, eso me podría haber dado una ventaja sobre los seres que deseaban ponernos en su cena, pero no. Parecía que la mágia no respondía a mi llamada. No era justo...
Giz le contó que no, que no eramos de Libo, sino de Asrena.
- Como ha dicho mi compañero somos de Asrena si, un planeta desertico. Y, los demas que viven en este torreón, así como los que dejamos en el otro torreón que se encuentra al otro lado de la cicatriz, tampoco son de tu planeta. Son humanos, de un mundo llamado tierra. Por lo que sabemos eres la única de tu planeta en este mundo - añadí.
Casi a la par, Giz comienza a relatarnos su descubrimiento. ¿Que las piedras no estaban hechos solo para iluminar? Lo había supuesto, pero ¿que ayudaban a hacer mágia? Eso era una locura. De todos sabido es que la magia no existe, que no es más que un cuento que se narra al amparo del fuego en las noches más frías. Vi como intentaba hacer uno de los hechizos que en el libro aparecía, fracaso tras fracaso. Estaba a punto de decirle que parase, que era inutil, que el libro que había encontrado era una broma de alguno de los extraños seres que vivían en él. Pero entonces apareció una llama en un mano, pronto desapareció, pero era ineglable que lo había logrado.
La magia existía, pensé asombrada. En este mundo de locura donde habitaban seres de lo más peculiares existía la magia.
- Dejame probarlo - le pedi a Giz mientras le cogía el libro y empezaba a intertar hacer el mismo hechizo que él. Lo intenté mil y una vez, sin ningún resultado. No importaba cuanto intetase o cuan bien lo hiciese, no lo conseguía. Probé con un hechizo de levitación y otra que decía ser para dar calor, con iguales resultados. Nada. Nada salía. Miré a los demás confundida - ¿Por qué? He hecho todo lo que decía este dichoso libro paso por paso como lo has hecho tu y no ha pasado nada. ¿Por qué?
No entendía, porque la magia respondía a Giz y no a mi, es que no me veía apta para él. ¿Tenía algo que le repugnaba de mi y por eso no quería aparecer a mi llamada o era por algo más? No era justo. Yo quería ser capaz de hacer magia como Giz, eso me podría haber dado una ventaja sobre los seres que deseaban ponernos en su cena, pero no. Parecía que la mágia no respondía a mi llamada. No era justo...
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
30/11/11, 04:02 pm
Giz iba a empezar a hablarnos del libro que estaba leyendo cuando bajaron Mánia, seguida de una Alicia con expresión indescifrable. La chica se nos acerca y le pregunta a Cai y Giz si son de Libo. ¿Libo, qué es eso? ¿Otro mundo? Probablemente, ya había considerado la posibilidad de que aquella chica tan extraña no fuese humana... o no humana en el sentido de que no era terrestre porque su aspecto era humano. Giz le respondió y yo estaba a punto de decirle que nosotros éramos de la Tierra pero Cai se me adelantó.
-Es como dice Cai; Alicia, Ethan y yo somos de la Tierra, por lo que quizás deberíamos poner en común cómo son nuestros mundos y así poder tener una mejor idea de con quién estamos viviendo -añado.
Ahora que sabía que Mánia no era de la Tierra comprendía mejor su comportamiento. No sabíamos nada de momento acerca de Libo, pero era lógico que no se comportase como era de esperar. Aún así esperaba que cambiase su actitud respecto a algunas cosas...
Giz entonces prosigue explicándonos sus descubrimientos de ayer. Atiendo a su explicación visiblemente interesado y se me iluminan los ojos cuando habla de hacer magia. En Rocavarancolia estaba claro que era posible. Siguiendo las indicaciones del libro, realiza los pasos necesarios para crear supuestamente un hechizo. No ocurre nada. Vuelve a intentarlo, esta vez parece más concentrado, y entonces ocurre. Fue tan solo durante una fracción de segundo pero sucedió. Aparecieron unas llamas en la punta de los dedos de Giz. No puedo contener una exclamación de asombro.
-¡Increíble, Giz! ¡Has hecho magia! -me levanto del suelo de la emoción.
Estaba a punto de decir que quería probarlo, pero Cai se me adelanta nuevamente. Ella lo intenta varias veces y no ocurre nada. Le pido el libro y me lo tiende, decepcionada. Siguiendo indicaciones del libro y de Giz lo intento. No pasa nada, aunque ya suponía que a la primera no lo iba a conseguir, al fin y al cabo Giz había estado leyendo el libro por la noche. Lo intento más veces tratando de concentrarme más y de poner más empeño, pero sigue sin suceder nada. Desilusionado le devuelvo el libro a Giz.
-Giz, debes de tener un don o algo así, ya me contarás cual es tu secreto. Cai, a nosotros no nos quiere.
Intentaba bromear como de costumbre pero seguramente se me notaba que estaba alicaído por el resultado. Pero si Giz lo había logrado es que era posible. No me iba a rendir hasta conseguir algo. Después de esto nos enfrascamos en una conversación sobre nuestros respectivos mundos. Entre Alicia, Ethan y yo contamos a Mánia las cosas básicas que ya habíamos dicho a Cai y Giz.
-Preguntad si queréis saber algo más, pero ahora también os toca a vosotros hablar de vuestros respectivos mundos.
Sentía genuina curiosidad por el mundo de Mánia, Libo. Me resultaba extraño un mundo habitado por seres de apariencia totalmente humana pero con una sociedad muy diferente a la nuestra. Y también quería saber más detalles acerca de Arsena, aún no nos habían hablado demasiado de sus costumbres.
-Es como dice Cai; Alicia, Ethan y yo somos de la Tierra, por lo que quizás deberíamos poner en común cómo son nuestros mundos y así poder tener una mejor idea de con quién estamos viviendo -añado.
Ahora que sabía que Mánia no era de la Tierra comprendía mejor su comportamiento. No sabíamos nada de momento acerca de Libo, pero era lógico que no se comportase como era de esperar. Aún así esperaba que cambiase su actitud respecto a algunas cosas...
Giz entonces prosigue explicándonos sus descubrimientos de ayer. Atiendo a su explicación visiblemente interesado y se me iluminan los ojos cuando habla de hacer magia. En Rocavarancolia estaba claro que era posible. Siguiendo las indicaciones del libro, realiza los pasos necesarios para crear supuestamente un hechizo. No ocurre nada. Vuelve a intentarlo, esta vez parece más concentrado, y entonces ocurre. Fue tan solo durante una fracción de segundo pero sucedió. Aparecieron unas llamas en la punta de los dedos de Giz. No puedo contener una exclamación de asombro.
-¡Increíble, Giz! ¡Has hecho magia! -me levanto del suelo de la emoción.
Estaba a punto de decir que quería probarlo, pero Cai se me adelanta nuevamente. Ella lo intenta varias veces y no ocurre nada. Le pido el libro y me lo tiende, decepcionada. Siguiendo indicaciones del libro y de Giz lo intento. No pasa nada, aunque ya suponía que a la primera no lo iba a conseguir, al fin y al cabo Giz había estado leyendo el libro por la noche. Lo intento más veces tratando de concentrarme más y de poner más empeño, pero sigue sin suceder nada. Desilusionado le devuelvo el libro a Giz.
-Giz, debes de tener un don o algo así, ya me contarás cual es tu secreto. Cai, a nosotros no nos quiere.
Intentaba bromear como de costumbre pero seguramente se me notaba que estaba alicaído por el resultado. Pero si Giz lo había logrado es que era posible. No me iba a rendir hasta conseguir algo. Después de esto nos enfrascamos en una conversación sobre nuestros respectivos mundos. Entre Alicia, Ethan y yo contamos a Mánia las cosas básicas que ya habíamos dicho a Cai y Giz.
-Preguntad si queréis saber algo más, pero ahora también os toca a vosotros hablar de vuestros respectivos mundos.
Sentía genuina curiosidad por el mundo de Mánia, Libo. Me resultaba extraño un mundo habitado por seres de apariencia totalmente humana pero con una sociedad muy diferente a la nuestra. Y también quería saber más detalles acerca de Arsena, aún no nos habían hablado demasiado de sus costumbres.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
30/11/11, 04:51 pm
Mánia escuchó la explicación del chico lagarto... Asrena, ese era el nombre de su mundo. ¿y todos allí serían tan feos y escamosos como ellos? Mánia pensó en que todo sonaba como a cuento... como las historias que solía leer cuando era más pequeña. El mundo de los otros, los que eran tan parecidos a ella, se llamaba Tierra... Cientos de preguntas llenaron la mente de Mánia, preguntas sobre aquel mundo, sobre cómo eran en qué se diferenciaban de ellos, en qué se parecían...Pero algo la distrajo, una una lucecita en las manos del chico lagarto.
-¡Yo quiero hacer lucecitas!- pidió. Aquella luz había parecido una llama pequeñita, como de vela...- ¡Quiero hacer magia!- Porque eso había sido magia, ¿no? Magia de verdad, como los milagros de los Grandes Gatos y la historias que Madre le contaba sobre las Brujas Antiguas... Pero la guerrera se le adelantó... Mánia soltó un bufido y volvió su atención a los ''terrícolas'' que habían empezado a hablarle sobre su mundo. Se le antojaba un lugar enorme, tenía que ser enorme... Contuvo su curiosidad y admiración y empezó a hablar de su propio mundo- Libo es una tierra de montañas y acantilados... Donde yo vivía el tiempo era frío y lluvioso y casi nunca salía el sol y... No sé demasiado, porque he vivido siempre en el castillo de Madre, la duquesa de Zhandre, la Mater que gobernaba mi región. Allí... nosotros los andróginos somos especiales...- Mánia se había dado cuenta de que para aquellos seres los andróginos no tenían nada de milagrosos. Nadie iba a adorarla ni a consentirla como hacían en su mundo...- Solo vi la Capital una vez... era tan preciosa, oscura como la roca negra de la montaña pero llena de luces y gemas y etales preciosos y...- Mánia se avergonzó de sí misma. No solo había dejado de ser un ser sagrado sino que además era incapaz de transmitir la grandeza de su propio mundo a esas personas. Era la única habitante de Libo en la ciudad... Miró el libro de reojo y se imaginó como las Brujas Antiguas de las que Madre le había hablado. Cuando la cosecharon le habían dicho que era especial y ella pensaba que había sido por su transformación, pero tal vez fuese más especial de lo que ella pensaba... -Déjame- le dijo a Giz y pasea los ojos entre los diferentes hechizos. Quería el de fuego, el mismo que había usado él... Siguió las instrucciones, imitando los gestos y las palabras que antes había pronunciado el chico lagarto y... nada. No ocurrió nada, ni en esa ocasión ni en las veces siguientes. La ilusión de Mánia se hizo pedazo y frustrada tiró el libro- ¡No!- le gritó, como si el objet tuviese la culpa de su fracaso- ¡Libro idiota!- salió corriendo de vuelta al interior del torreón, incapaz de afrontar el hecho de que realmente no tenía nada de especial. Con el orgullo herido le dio una patada a un mueble con tal violencia que incluso a un lagarto le habría hecho daño. Mánia sabía que pronto le saldría un moratón, pero le dio igual, rodó por el suelo y gritó de impotencia. Realmente, Mánia no estaba acostumbrada a hacer nada, y por lo tanto nada había que se le diese bien, y la idea de que algo no le saliese a la primera habiéndose considerado un ser especial, la destrozaba. A su pequeño melodrama se le añadía el hecho de que un hombre la había superado, un hombre nada menos << Y con el pelo azul>> añadió mentalmente, enfadada. En medio de sus pataletas descubrió uno de los libros que habían traído de la biblioteca; era rojo y bonito... Una morbosa curiosidad se apoderó de ella cuando lo abrió por la primera página, y poco a poco su humor fue cambiando... No tardó en emerger en su rostro una despiadada sonrisa.
-¡Yo quiero hacer lucecitas!- pidió. Aquella luz había parecido una llama pequeñita, como de vela...- ¡Quiero hacer magia!- Porque eso había sido magia, ¿no? Magia de verdad, como los milagros de los Grandes Gatos y la historias que Madre le contaba sobre las Brujas Antiguas... Pero la guerrera se le adelantó... Mánia soltó un bufido y volvió su atención a los ''terrícolas'' que habían empezado a hablarle sobre su mundo. Se le antojaba un lugar enorme, tenía que ser enorme... Contuvo su curiosidad y admiración y empezó a hablar de su propio mundo- Libo es una tierra de montañas y acantilados... Donde yo vivía el tiempo era frío y lluvioso y casi nunca salía el sol y... No sé demasiado, porque he vivido siempre en el castillo de Madre, la duquesa de Zhandre, la Mater que gobernaba mi región. Allí... nosotros los andróginos somos especiales...- Mánia se había dado cuenta de que para aquellos seres los andróginos no tenían nada de milagrosos. Nadie iba a adorarla ni a consentirla como hacían en su mundo...- Solo vi la Capital una vez... era tan preciosa, oscura como la roca negra de la montaña pero llena de luces y gemas y etales preciosos y...- Mánia se avergonzó de sí misma. No solo había dejado de ser un ser sagrado sino que además era incapaz de transmitir la grandeza de su propio mundo a esas personas. Era la única habitante de Libo en la ciudad... Miró el libro de reojo y se imaginó como las Brujas Antiguas de las que Madre le había hablado. Cuando la cosecharon le habían dicho que era especial y ella pensaba que había sido por su transformación, pero tal vez fuese más especial de lo que ella pensaba... -Déjame- le dijo a Giz y pasea los ojos entre los diferentes hechizos. Quería el de fuego, el mismo que había usado él... Siguió las instrucciones, imitando los gestos y las palabras que antes había pronunciado el chico lagarto y... nada. No ocurrió nada, ni en esa ocasión ni en las veces siguientes. La ilusión de Mánia se hizo pedazo y frustrada tiró el libro- ¡No!- le gritó, como si el objet tuviese la culpa de su fracaso- ¡Libro idiota!- salió corriendo de vuelta al interior del torreón, incapaz de afrontar el hecho de que realmente no tenía nada de especial. Con el orgullo herido le dio una patada a un mueble con tal violencia que incluso a un lagarto le habría hecho daño. Mánia sabía que pronto le saldría un moratón, pero le dio igual, rodó por el suelo y gritó de impotencia. Realmente, Mánia no estaba acostumbrada a hacer nada, y por lo tanto nada había que se le diese bien, y la idea de que algo no le saliese a la primera habiéndose considerado un ser especial, la destrozaba. A su pequeño melodrama se le añadía el hecho de que un hombre la había superado, un hombre nada menos << Y con el pelo azul>> añadió mentalmente, enfadada. En medio de sus pataletas descubrió uno de los libros que habían traído de la biblioteca; era rojo y bonito... Una morbosa curiosidad se apoderó de ella cuando lo abrió por la primera página, y poco a poco su humor fue cambiando... No tardó en emerger en su rostro una despiadada sonrisa.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
30/11/11, 10:21 pm
Alicia estaba leyendo el libro de Giz. Aquella mañana tras haber bañado a Mánia, había bajado a prácticar como venía siendo costumbre. No podía practicar esgrima porque había sido incapaz de pedirle a nadie que pelease con ella, así que se estaba esforzando con el arco. Había cogido una madera pequeña para usarla de diana el día anterior, para asegurarse de la precisión de sus disparos y justo cuando aflojaba la presión de sus dedos en la cuerda, alegrándose del tacto de los guantes de cuero, había escuchado algo que le había hecho soltar el arco enseguida, y darse la vuelta para escuchar.
Giz les había explicado sus hallazgos, con el libro que ahora Alicia estudiaba con atención. Les había hablado de magia, y había encontrado por fin respuesta a la utilidad de aquellos cristalitos sádicos. Incluso había conseguido crear una pequeña llama de la nada. Lo había hecho, sí, aunque también era cierto que él había sido el único en conseguirlo. Noel y Cail habían probado sin resultados. Y Mánia, que primero había descubierto que no venían del mismo sitio, y que les había explicado cosas de su propio mundo, Libo - dejando a Alicia intrigada-, y luego lo había intentado también pero al no conseguir nada, le había dado algo parecido a una pataleta y se había ido. Alicia le había pedido entonces el libro a Giz, y se había subido al dormitorio para leer en la cama. Llevaba allí desde entonces.
No había practicado, pero en realidad, no le importaba. Estaba demasiado absorbida por la lectura, y tenía agujetas de entrenamientos anteriores en los brazos. Noel le había dicho que había cristales cargados y ella se los había llevado también arriba. Todavía no había intentado nada cuando le sonaron las tripas, recordandole que llevaba mucho sin comer.
Alicia dejo el libro junto a los cristales, y bajó a hablar con los demás.
- Quizá va siendo hora de que vayamos por la bañera. Y tiene que ser una distinta de la de los callejones, porque esa es de los que estan en Maciel.
Giz les había explicado sus hallazgos, con el libro que ahora Alicia estudiaba con atención. Les había hablado de magia, y había encontrado por fin respuesta a la utilidad de aquellos cristalitos sádicos. Incluso había conseguido crear una pequeña llama de la nada. Lo había hecho, sí, aunque también era cierto que él había sido el único en conseguirlo. Noel y Cail habían probado sin resultados. Y Mánia, que primero había descubierto que no venían del mismo sitio, y que les había explicado cosas de su propio mundo, Libo - dejando a Alicia intrigada-, y luego lo había intentado también pero al no conseguir nada, le había dado algo parecido a una pataleta y se había ido. Alicia le había pedido entonces el libro a Giz, y se había subido al dormitorio para leer en la cama. Llevaba allí desde entonces.
No había practicado, pero en realidad, no le importaba. Estaba demasiado absorbida por la lectura, y tenía agujetas de entrenamientos anteriores en los brazos. Noel le había dicho que había cristales cargados y ella se los había llevado también arriba. Todavía no había intentado nada cuando le sonaron las tripas, recordandole que llevaba mucho sin comer.
Alicia dejo el libro junto a los cristales, y bajó a hablar con los demás.
- Quizá va siendo hora de que vayamos por la bañera. Y tiene que ser una distinta de la de los callejones, porque esa es de los que estan en Maciel.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
30/11/11, 11:14 pm
Hacía mucho tiempo que Mánia no disfrutaba tanto con un libro. Incluso con la facilidad que tenía la chica para distraerse, no había apartado la vista de su lectura ni un segundo, y su curiosidad espoleaba su sed de conocimientos, haciéndole pasar las hojas cada vez con mayor rapidez. Los detalles que le resultaban más interesantes se grababan a fuego en su mente, hasta que la visión de tantas armas le impulsó a comprobar una cosa. Cerró el libro marcando la página por donde se había quedado y bajó al sótano. Era el único sitio de todo el torreón que no había explorado a fondo, ya que estab oscuro, sucio y seguramente lleno de bichos, pero había visto bajar a sus compañeros y lo más importante; los había visto subir con armas en las manos. Bajó a saltitos haciendo tintinear sus tobilleras y tanteó en la oscuridad hasta dar con la puerta de la armería. En un principio tuvo la idea de sacar el cristal que le había quitado a Giz y clavárselo en la mano para encenderlo otra vez, pero el cristal no estuvo por la labor... Por suerte para ella en la armería había suficiente claridad como para ver dónde pisaba... y distinguir entre el montón de armas que habían aparecido frente a ella. Se ayudó del libro para elegir bien, pero todas las que había o eran demasiado pesadas para que pudiese siquiera levantarlas o requerían de una destreza de la que ella evidentemente carecía. Cuando ya iba a darse por vencido encontró un baul lleno de joyas; la mayoría feas o viejas, pero joyas al fin y al cabo. Mánia cogió algunos colgantes y se los puso, y para su alegría la mayoría se encendieron. Envuelta en su felicidad pasajera hizo su segundo descubrimiento: una caja de madera pulida, no más grande que un maletín, llena de polvo y arañazos. Al abrirla, Mánia se encontró con un par de garras de acero. No eran demasiado llamativas ni muy pesadas, y al probárselas Mánia se dio cuenta de que eran bastante cómodas de llevar, además, las mangas de su jerséy eran lo bastante grandes como para ocultarlas por completo. Con una sonrisa en el rostro, los amuletos en el cuello y el libro rojo bajo el brazo, subió las escaleras de nuevo haciendo sonar sus cascabeles para mostrarles su nuevo descubrimiento a los otros. Además, había decidido que le pediría a la guerrera que le enseñase a pelear.
Cuando llegó al patio los vio a todos reunidos en el mismo sitio de antes, y conforme se iba acercando pudo oir parte de la conversación. Decian algo de bañeras, tal vez sobre lo desagradable que eran los baños fríos o...
-¡Yo las vi!- dijo de pronto metiéndose en la conversación de un salto. Había recordado la tarde que había pasado en la azotea.- El chico de los ojos verdes y yo, las vimos, eran bañeras que cantaban. Tres, ¡¡y volaban!!- apuntó, aun sin poder explicarse cómo había podido olvidar algo así; bañeras voladoras y cantarinas... No había escuchado muy bien sobre qué cantaban, pero a los demás pareció bastarles la descripción.
Rápidamente se dispersaron y se prepararon para la marcha. Mánia subió a ponerse unos botines viejos de piel que eran bastante feos, pero evitarían que se destrozase más los pies. Bajó de nuevo y esperó en la puerta a que todos estuviesen listos, despues de dejar el libro rojo de vuelta a su sitio y secretamente emocionada por poder ser de utilidad. El chico de los ojos verdes se quedaría en el torreón, vigilando, mientras los demás emprenderían la marcha en busca de comida, con Mánia y Giz a la cabeza.
Sigue en la Cicatriz de Arax.
Cuando llegó al patio los vio a todos reunidos en el mismo sitio de antes, y conforme se iba acercando pudo oir parte de la conversación. Decian algo de bañeras, tal vez sobre lo desagradable que eran los baños fríos o...
-¡Yo las vi!- dijo de pronto metiéndose en la conversación de un salto. Había recordado la tarde que había pasado en la azotea.- El chico de los ojos verdes y yo, las vimos, eran bañeras que cantaban. Tres, ¡¡y volaban!!- apuntó, aun sin poder explicarse cómo había podido olvidar algo así; bañeras voladoras y cantarinas... No había escuchado muy bien sobre qué cantaban, pero a los demás pareció bastarles la descripción.
Rápidamente se dispersaron y se prepararon para la marcha. Mánia subió a ponerse unos botines viejos de piel que eran bastante feos, pero evitarían que se destrozase más los pies. Bajó de nuevo y esperó en la puerta a que todos estuviesen listos, despues de dejar el libro rojo de vuelta a su sitio y secretamente emocionada por poder ser de utilidad. El chico de los ojos verdes se quedaría en el torreón, vigilando, mientras los demás emprenderían la marcha en busca de comida, con Mánia y Giz a la cabeza.
Sigue en la Cicatriz de Arax.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
04/12/11, 10:51 pm
Tras recoger las únicas provisiones que habíamos encontrado a tiempo en nuestra excursión para encontrar comida, decidimos retomar el camino hasta el Torreón Letargo. Esta vez el camino de vuelta se vuelve mucho más corto, ya que entre el olfato de Cai y mío, y el mapa que trae Noel consigo descubrimos un camino más rápido para llegar el torreón, ahorrándonos volver a cruzar la cicatriz de huesos. Y eso es algo que aprecio profundamente, pues el sitio no me gusta en absoluto. << La de almas que se habrán perdido entre esos restos de batalla >> Además, de momento las provisiones que caen en mitad no podemos alcanzarlas. << Ya tengo un nuevo propósito >> Si puedo hacer que aparezca una llama, seguro que podré hacer algún hechizo de los del libro para atraer las cestas antes de que los gusanos las despedacen.
Cuando llegamos al torreón, el cielo ya ha comenzado a oscurecerse. La escasez de luz típica de estas horas da una imagen de la ciudad mucho más peligrosa que de día. Cada rincón agazapado entre las sombras parece esconder todo tipo de amenazas dispuestas a saltar contra nosotros. Puede que sea eso, o que mi mente empieza a desvariar fruto del miedo, pero igualmente la única sensación que desprende el lugar es la de peligro. Sensación que desaparece nada más entrar por la puerta del torreón. La temperatura del interior está algo más caldeada gracias al aparato que habían encendido un día o dos atrás, lo cual es de agradecer.
-¡Hemos vuelto!-aviso a los que se habían quedado- De una pieza y con comida-añado luego jocoso, ahora que me siento seguro en Letargo no me importa bromear.
Dicho esto, dejo la cesta que había llevado desde el barrio en ruinas en la zona donde suelen hacerse la comida los blanditos, rebusco entre ellas algo que llevarme a la boca, concretamente unas piezas de fruta, y olfateo el aire en busca de un olor en concreto.
-Voy a buscar el libro de magia para seguir estudiándolo-aviso a todo el mundo-. Lo subiré al piso superior, que es espacioso y no corremos el riesgo de incendiar las plantas, los muebles o dañar a ningún compañero. Si queréis probar suerte estará a vuestra entera disposición allí, que el libro es de todos-añado después, pues mi intención no es la de acapararlo ni mucho menos. O al menos no la de acapararlo en solitario.
Echo a andar siguiendo el rastro del libro, el cual encuentro sobre una cama en uno de los pisos superiores, y subo hasta el último de todos. Allí comienzo a hojear el libro y pronto hay algo que llama mi atención: "Hechizos sanadores". Me miro la palma de la mano, que todavía tenía el corte que me abrí para cargar los cristales, e inmediatamente ya sé como proseguir. << No pararé hasta que consiga curármela >>. Dormir no entra hoy en mis planes.
Cuando llegamos al torreón, el cielo ya ha comenzado a oscurecerse. La escasez de luz típica de estas horas da una imagen de la ciudad mucho más peligrosa que de día. Cada rincón agazapado entre las sombras parece esconder todo tipo de amenazas dispuestas a saltar contra nosotros. Puede que sea eso, o que mi mente empieza a desvariar fruto del miedo, pero igualmente la única sensación que desprende el lugar es la de peligro. Sensación que desaparece nada más entrar por la puerta del torreón. La temperatura del interior está algo más caldeada gracias al aparato que habían encendido un día o dos atrás, lo cual es de agradecer.
-¡Hemos vuelto!-aviso a los que se habían quedado- De una pieza y con comida-añado luego jocoso, ahora que me siento seguro en Letargo no me importa bromear.
Dicho esto, dejo la cesta que había llevado desde el barrio en ruinas en la zona donde suelen hacerse la comida los blanditos, rebusco entre ellas algo que llevarme a la boca, concretamente unas piezas de fruta, y olfateo el aire en busca de un olor en concreto.
-Voy a buscar el libro de magia para seguir estudiándolo-aviso a todo el mundo-. Lo subiré al piso superior, que es espacioso y no corremos el riesgo de incendiar las plantas, los muebles o dañar a ningún compañero. Si queréis probar suerte estará a vuestra entera disposición allí, que el libro es de todos-añado después, pues mi intención no es la de acapararlo ni mucho menos. O al menos no la de acapararlo en solitario.
Echo a andar siguiendo el rastro del libro, el cual encuentro sobre una cama en uno de los pisos superiores, y subo hasta el último de todos. Allí comienzo a hojear el libro y pronto hay algo que llama mi atención: "Hechizos sanadores". Me miro la palma de la mano, que todavía tenía el corte que me abrí para cargar los cristales, e inmediatamente ya sé como proseguir. << No pararé hasta que consiga curármela >>. Dormir no entra hoy en mis planes.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 12:46 am
Había estado alerta, alerta de los posibles peligros que podrían sorprendernos desde las sombras, pues estaba visto que les gustaba nuestro olor y deseaban descubrir si sabemos tan bien como olemos realmente. Esta ciudad es así y así es en como soy nada más poner un pie de nuestro Torreón o de cualquier sitio que considere seguro. Estoy atenta, prepara, muchos dirían que un tanto paranoica y todo, pero poco me importa lo que los demás puedan pensar de ellos. Ya me habían llamado y tachado de cosas peores y más hirientes, y esto no estraba en ninguna de esas categorias por asomo. Cualquier cosa que me mantuviese viva, ya sea la paranoia como mi instinto eran bienvenidos. Todo sea por vivir un día más. Todo sea por no morir. Todo sea por demostrar que soy alguien que no se rinde ante la adversidad. Bien lo había demostrado en muchas ocasiones y más que le quería demostrar a esta ciudad de monstruos.
El camino hacia el torre fue rápida, antes de darme cuenta ya me encontraba entre esas cuatro paredes de piedra sintiendome más tranquila, menos tensa. Si me hubiese dicho hace años que un edificio así, aparte que no me creería su existencia, me pudiese ofrecer esta sensación me habría reido del que me o decía. En cambio, ahora sentía que uno de los pocos sitios de esta ciudad donde pueda estar viva, donde me siento aceptada por extraño que se me haga aún esa idea.
Junto con Giz dejé las provisiones que habíamos logrado reunir en nuestro recorrido por la ciudad en donde los humanos preparaban su comida y, como lo hizo el también, cogí algo para llevarme a la boca. Después de una caminata así nunca viene mal llevar algo a la boca, los nervios por haber oler el paso de seres que ni tan siquiera sabría decir lo que son o si son nuestros enemigos puede despertar el apetito de cualquiera. Así pues estaba comiendo cuando Giz dijo aquello de que iba a practicar magia y que si queríamos nosotros tambien podríamos practicar en su uso. Mágia. Aún sentía ese sentimiento en mi interior. Aún me encontraba enfadada y decepcionada, en igual manera y cantidad, por mi inutilidad. Estaba visto que no me deseaba, que debía limitarme a las armas, porque la magia no me veía digna de ella.
A pesar de ello, pensaba seguir intentando, solo que no delante de los demás. Ya había sido bastante humillante fracasar delante de los demás antes como para repetir aquello. Pensaba demostrarle a la magia que se equivocaba, que yo era merecedora de su favor, pero cuando nadie mirase.
Me dirigí a mis armas al hombro, los cuales había traido del otro torreón, y el libro rojo en la mano, al libro que me mostraría el arte de las armas, el arte de vencer a mis adversarios. Si al final descubría que la magia no entraba en razón por lo menos tendría a mis armas para defender mi vida. Así pues, con ellos en mano me dirigí a un cuarto que recordaba haber visto en la anterior ocasión, una que parecía espaciosa y había unas cuantas armas, y de la que hasta entonces ni me acordaba con la intención de entrenar, con la intención de mejorar. Entré y empecé a ojear las ojas a la par que ponía nombre a las armas. Hacha, Mazo, Florete, Arco, Escudo... Había muchas y debía aprender de todas.
Saqué mi espada de su funda, coloqué un cilindro de madera de mi altura y ahí empezó el entrenamiento. Yo dandole estocadas con la mayor precisión y agilidad posible en los puntos vitales que podría tener mi adversario mientras pensaba en posibles entrenamientos que podría empezar a practicar para escapar de un ataque mágico. Ya había visto esa llama que hizo brotar Giz en su mano y si, con un poco más de entrenamiento, llegaba a conseguir toda una bola de fuego que fuese capaz de lanzar yo quería ser capaz de hacer algo para defenderme. O practicaba mis reflejos y velocidad, cosa que aún estaba pensando en como hacer para lograrlo, o conseguí una de las armas mágicas que el libro mostraba. No había otra.
- Lo conseguiré, conseguiré superar a la mágia, lo juro por mis almas - juré mientras le daba una fuerte estocada donde debería de haber estado la cabeza de mi adversario mientras cortaba la madera. Miré fijamente el cacho de tronco del suelo - No importa cuanto cueste y que deba pagar para ello, nada ni nadie volverá a dañarme jamás. No si yo puedo impedirlo - me dije a mi misma mientras volvía a la carga con fuerzas renovadas. Lo conseguiría, debía hacerlo, mi supervivencia dependía de ello.
El camino hacia el torre fue rápida, antes de darme cuenta ya me encontraba entre esas cuatro paredes de piedra sintiendome más tranquila, menos tensa. Si me hubiese dicho hace años que un edificio así, aparte que no me creería su existencia, me pudiese ofrecer esta sensación me habría reido del que me o decía. En cambio, ahora sentía que uno de los pocos sitios de esta ciudad donde pueda estar viva, donde me siento aceptada por extraño que se me haga aún esa idea.
Junto con Giz dejé las provisiones que habíamos logrado reunir en nuestro recorrido por la ciudad en donde los humanos preparaban su comida y, como lo hizo el también, cogí algo para llevarme a la boca. Después de una caminata así nunca viene mal llevar algo a la boca, los nervios por haber oler el paso de seres que ni tan siquiera sabría decir lo que son o si son nuestros enemigos puede despertar el apetito de cualquiera. Así pues estaba comiendo cuando Giz dijo aquello de que iba a practicar magia y que si queríamos nosotros tambien podríamos practicar en su uso. Mágia. Aún sentía ese sentimiento en mi interior. Aún me encontraba enfadada y decepcionada, en igual manera y cantidad, por mi inutilidad. Estaba visto que no me deseaba, que debía limitarme a las armas, porque la magia no me veía digna de ella.
A pesar de ello, pensaba seguir intentando, solo que no delante de los demás. Ya había sido bastante humillante fracasar delante de los demás antes como para repetir aquello. Pensaba demostrarle a la magia que se equivocaba, que yo era merecedora de su favor, pero cuando nadie mirase.
Me dirigí a mis armas al hombro, los cuales había traido del otro torreón, y el libro rojo en la mano, al libro que me mostraría el arte de las armas, el arte de vencer a mis adversarios. Si al final descubría que la magia no entraba en razón por lo menos tendría a mis armas para defender mi vida. Así pues, con ellos en mano me dirigí a un cuarto que recordaba haber visto en la anterior ocasión, una que parecía espaciosa y había unas cuantas armas, y de la que hasta entonces ni me acordaba con la intención de entrenar, con la intención de mejorar. Entré y empecé a ojear las ojas a la par que ponía nombre a las armas. Hacha, Mazo, Florete, Arco, Escudo... Había muchas y debía aprender de todas.
Saqué mi espada de su funda, coloqué un cilindro de madera de mi altura y ahí empezó el entrenamiento. Yo dandole estocadas con la mayor precisión y agilidad posible en los puntos vitales que podría tener mi adversario mientras pensaba en posibles entrenamientos que podría empezar a practicar para escapar de un ataque mágico. Ya había visto esa llama que hizo brotar Giz en su mano y si, con un poco más de entrenamiento, llegaba a conseguir toda una bola de fuego que fuese capaz de lanzar yo quería ser capaz de hacer algo para defenderme. O practicaba mis reflejos y velocidad, cosa que aún estaba pensando en como hacer para lograrlo, o conseguí una de las armas mágicas que el libro mostraba. No había otra.
- Lo conseguiré, conseguiré superar a la mágia, lo juro por mis almas - juré mientras le daba una fuerte estocada donde debería de haber estado la cabeza de mi adversario mientras cortaba la madera. Miré fijamente el cacho de tronco del suelo - No importa cuanto cueste y que deba pagar para ello, nada ni nadie volverá a dañarme jamás. No si yo puedo impedirlo - me dije a mi misma mientras volvía a la carga con fuerzas renovadas. Lo conseguiría, debía hacerlo, mi supervivencia dependía de ello.
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 01:43 am
Mánia llegó al torreón bostezando. Le dolían los pies ligeramente, seguramente por las viejas botas que calzaba. Se las quitó y las dejó tiradas por el suelo para luego correr hacia las cestas, encaramándose a la mesa donde las habían dejado para inspeccionar su contenido. Evitó la cesta del queso y clavó sus ojillos violeta en la carne, que debido al hambre se le antojaba deliciosa... tan rojita y jugosa.
-Carne... -dijo en un susurro depredador mientras se relamía. Quería comer carne y la habría comido cruda incluso de no ser por Ethan que sacó un trozo de la cesta y lo cortó en filetes para hacerlos de cena. Mánia salió al patio mientras esperaba a que los filetes estuviesen listos, vio el pozo y recordó cómo el chico moreno había sacado agua de allí, así que se acercó y se encaramó al borde. Necesitó un rato para averiguar cómo funcionaba la polea y eso le hizo sentirse muy poco lista, pero cuando logró sacar un cubo lleno de agua sonrió triunfante. Miró su propio reflejo, su maquillaje arruinado, sustituido por el nuevo hecho con las frutas rojas del cual apenas quedaba ya nada. Se lavó la cara y las manos a conciencia y luego corrió de vuelta al comedor. Comió con ansia, enmascarada con exquisitos modales que resultaban chocantes con su habitual comportamiento revoltoso, pero a ella le habían enseñado a comer así, y estaba muy orgullosa de mostrar sus conocimientos, y en parte de sentirse algo menos tonda por la pifiada del pozo... Cuando acabó de comer, siguió a los lagartos arriba, se quedó embobada mirando a Cail entrenar; su furia y decisión en cada golpe, la agresividad y concentración de su gesto... Mánia buscó otro tronco como el que ella usaba y trató de imitarla, pero Caillech llevaba una espada y ella un par de garras de acero, por lo que evidentemente los movimientos no eran los mismos. El libro... descansaba no muy lejos de ella, el mismo libro rojo que le había resultado tan interesante. Necesitó quitarse una de las garras para poder hojearlo y buscar algún detalle de sus propias armas, alguna forma de usarlas. No encontró demasiado, por no decir nada que le fuese de mucha utilidad, pero si encontró algo que le serviría... Tenía que aprender a parar golpes. Mánia miró a Cail de reojo que seguía entrenando, ni en mil vidas reconocería que la idea de enfrentarse a ella en un combate le daba miedo... un poquito... Necesitaba a alguien de su tamaño... Ocultó las garras bajo las mangas de su jersey y buscó al chico moreno por el torreón, cuando dió con él le dedicó una extraña sonrisa y ordenó:
-Pégame- Simple y conciso, pero de nuevo no parecía ser suficiente- Necesito entrenar, así que pégame- aclaró. Noel no era exactamente de su tamaño, pero a ella le valía, pues tamboco tenía demasiadas ganas de enfrentarse al otro lagarto...
-Carne... -dijo en un susurro depredador mientras se relamía. Quería comer carne y la habría comido cruda incluso de no ser por Ethan que sacó un trozo de la cesta y lo cortó en filetes para hacerlos de cena. Mánia salió al patio mientras esperaba a que los filetes estuviesen listos, vio el pozo y recordó cómo el chico moreno había sacado agua de allí, así que se acercó y se encaramó al borde. Necesitó un rato para averiguar cómo funcionaba la polea y eso le hizo sentirse muy poco lista, pero cuando logró sacar un cubo lleno de agua sonrió triunfante. Miró su propio reflejo, su maquillaje arruinado, sustituido por el nuevo hecho con las frutas rojas del cual apenas quedaba ya nada. Se lavó la cara y las manos a conciencia y luego corrió de vuelta al comedor. Comió con ansia, enmascarada con exquisitos modales que resultaban chocantes con su habitual comportamiento revoltoso, pero a ella le habían enseñado a comer así, y estaba muy orgullosa de mostrar sus conocimientos, y en parte de sentirse algo menos tonda por la pifiada del pozo... Cuando acabó de comer, siguió a los lagartos arriba, se quedó embobada mirando a Cail entrenar; su furia y decisión en cada golpe, la agresividad y concentración de su gesto... Mánia buscó otro tronco como el que ella usaba y trató de imitarla, pero Caillech llevaba una espada y ella un par de garras de acero, por lo que evidentemente los movimientos no eran los mismos. El libro... descansaba no muy lejos de ella, el mismo libro rojo que le había resultado tan interesante. Necesitó quitarse una de las garras para poder hojearlo y buscar algún detalle de sus propias armas, alguna forma de usarlas. No encontró demasiado, por no decir nada que le fuese de mucha utilidad, pero si encontró algo que le serviría... Tenía que aprender a parar golpes. Mánia miró a Cail de reojo que seguía entrenando, ni en mil vidas reconocería que la idea de enfrentarse a ella en un combate le daba miedo... un poquito... Necesitaba a alguien de su tamaño... Ocultó las garras bajo las mangas de su jersey y buscó al chico moreno por el torreón, cuando dió con él le dedicó una extraña sonrisa y ordenó:
-Pégame- Simple y conciso, pero de nuevo no parecía ser suficiente- Necesito entrenar, así que pégame- aclaró. Noel no era exactamente de su tamaño, pero a ella le valía, pues tamboco tenía demasiadas ganas de enfrentarse al otro lagarto...
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 03:18 am
Siguiendo a Giz llegamos a un un lugar lleno de escombros y edificios ruinosos. Mire hacia donde mire no veo más que devastación y los restos de lo que en el pasado pudo haber sido una ciudad magnífica. Observo lo que hacen Giz y Cai, pues parecen notar algo en el ambiente que a mí se me escapa. Cail da uno de sus habituales discursos sobre la cautela que deberíamos seguir, aunque no hace falta que lo diga.
-No temas, Cai, yo no me pienso quedar aquí un segundo más de lo necesario -digo mientras comienzo a abrir de nuevo el libro de Firkenbalderdachen-. Veamos... este sitio tiene que ser... -recorro con el dedo el mapa hasta encontrar nuestra ubicación actual-. Barrio Derruído, así se llama. Sin duda hicieron gala de originalidad al ponerle nombre -finalizo cerrando el libro de golpe con una mano y con una sonrisa irónica en el rostro.
No tardamos en encontrar la comida y sin demora la cargamos entre todos. Regresamos al torreón sin ningún incidente que nos retrase.
-----------------------------------------------------------------
Regresamos a Letargo y comunicamos a Ethan nuestro breve periplo por la ciudad en busca de comida. Yo pongo especial énfasis en los descomunales gusanos que vimos en la cicatriz de Arax. Me estremezco ligeramente al recordar una vez más aquel depósito del horror en donde se amontonan lo que antaño fueron quién sabe cuántas vidas.
-¡Eran gigantescos, descomunales! -digo abriendo los brazos en un ademán exagerado-. Bueno, quizás no tanto, pero muy grandes para tratarse de gusanos en cualquier caso. Y con unos dientes que ya les gustaría a algunos tigres.
Continúo relatando nuestra pequeña excursión en busca de alimentos gesticulando hata que Ethan decide ponerse a cocinar. Giz dice que va a seguir estudiando magia. Me lo pienso unos instantes y finalmente decido seguir a Giz. La verdad es que ahora mismo estaba mucho más interesado en la magia que en la cocina, para qué negarlo. Subí tras Giz y me puse con él a intentar desentrañar sus misterios. Observamos detenidamente lo que parecía ser un hechizo de curación. Sin duda resultaría muy útil si lográsemos realizarlo. Nuevamente vuelvo a intentar realizar los movimientos que describe el libro para realizar el hechizo. Una y otra vez. Pero no sucede nada. La desazón se apodera de mí al igual que esta mañana. Noto que con cada nuevo intento empiezo a frustarme más. Debo calmarme, no quiero que Giz me vea así.
-Giz, no sé cómo es posible que te salga tan bien porque yo... -me interrumpo cuando Mánia se acerca a mí con una enigmática petición. Dirijo mi mirada hacia ella-. ¿Que te pegue? Querrás decir que quieres practicar conmigo -entecierro ligeramente los ojos, la forma de expresarse de Mánia todavía me resultaba peculiar-. Está bien, no me vendrá mal, la verdad.
Dejé la frase inconclusa pues lo que de verdad quería decir era que no me vendría mal para desahogarme. Había dejado mis armas abajo, por lo que decidí buscar otro arma en la sala. No tardé en fijarme en un par de cimitarras gemelas que estaban apoyadas contra la pared. Desenvainé una. Era sencilla, de un sólo filo ligeramente curvo en la punta y lo suficiente corta y ligera como para que yo pudiese manejarla. Ya que estaban allí en lugar de la armería sin duda habían sido usadas hace relativamente poco tiempo. Me gustaron y decidí que cambiaría una de ellas por la que había estado usando hasta el momento. No me sentía capacitado ni mucho menos para utilizar dos espadas a la vez, pues parecía que aquellas dos espadas estaban hechas para usarse al unísono. Sin embargo, recordé, no debería utilizar armas reales para entrenar, especialmente con mi nula habilidad. Así que escogí un palo de madera ligeramente tallado para que se asemejase a una espada y me coloqué enfrente de Mánia.
-Sino te importa empiezo ya.
Tras unos instantes de vacilación, realizo una reverencia recordando la única clase que nos había dado el conde antes de que nos mudásemos y comienzo intentando atacar a Mánia con una estocada torpe y desaforada.
-No temas, Cai, yo no me pienso quedar aquí un segundo más de lo necesario -digo mientras comienzo a abrir de nuevo el libro de Firkenbalderdachen-. Veamos... este sitio tiene que ser... -recorro con el dedo el mapa hasta encontrar nuestra ubicación actual-. Barrio Derruído, así se llama. Sin duda hicieron gala de originalidad al ponerle nombre -finalizo cerrando el libro de golpe con una mano y con una sonrisa irónica en el rostro.
No tardamos en encontrar la comida y sin demora la cargamos entre todos. Regresamos al torreón sin ningún incidente que nos retrase.
-----------------------------------------------------------------
Regresamos a Letargo y comunicamos a Ethan nuestro breve periplo por la ciudad en busca de comida. Yo pongo especial énfasis en los descomunales gusanos que vimos en la cicatriz de Arax. Me estremezco ligeramente al recordar una vez más aquel depósito del horror en donde se amontonan lo que antaño fueron quién sabe cuántas vidas.
-¡Eran gigantescos, descomunales! -digo abriendo los brazos en un ademán exagerado-. Bueno, quizás no tanto, pero muy grandes para tratarse de gusanos en cualquier caso. Y con unos dientes que ya les gustaría a algunos tigres.
Continúo relatando nuestra pequeña excursión en busca de alimentos gesticulando hata que Ethan decide ponerse a cocinar. Giz dice que va a seguir estudiando magia. Me lo pienso unos instantes y finalmente decido seguir a Giz. La verdad es que ahora mismo estaba mucho más interesado en la magia que en la cocina, para qué negarlo. Subí tras Giz y me puse con él a intentar desentrañar sus misterios. Observamos detenidamente lo que parecía ser un hechizo de curación. Sin duda resultaría muy útil si lográsemos realizarlo. Nuevamente vuelvo a intentar realizar los movimientos que describe el libro para realizar el hechizo. Una y otra vez. Pero no sucede nada. La desazón se apodera de mí al igual que esta mañana. Noto que con cada nuevo intento empiezo a frustarme más. Debo calmarme, no quiero que Giz me vea así.
-Giz, no sé cómo es posible que te salga tan bien porque yo... -me interrumpo cuando Mánia se acerca a mí con una enigmática petición. Dirijo mi mirada hacia ella-. ¿Que te pegue? Querrás decir que quieres practicar conmigo -entecierro ligeramente los ojos, la forma de expresarse de Mánia todavía me resultaba peculiar-. Está bien, no me vendrá mal, la verdad.
Dejé la frase inconclusa pues lo que de verdad quería decir era que no me vendría mal para desahogarme. Había dejado mis armas abajo, por lo que decidí buscar otro arma en la sala. No tardé en fijarme en un par de cimitarras gemelas que estaban apoyadas contra la pared. Desenvainé una. Era sencilla, de un sólo filo ligeramente curvo en la punta y lo suficiente corta y ligera como para que yo pudiese manejarla. Ya que estaban allí en lugar de la armería sin duda habían sido usadas hace relativamente poco tiempo. Me gustaron y decidí que cambiaría una de ellas por la que había estado usando hasta el momento. No me sentía capacitado ni mucho menos para utilizar dos espadas a la vez, pues parecía que aquellas dos espadas estaban hechas para usarse al unísono. Sin embargo, recordé, no debería utilizar armas reales para entrenar, especialmente con mi nula habilidad. Así que escogí un palo de madera ligeramente tallado para que se asemejase a una espada y me coloqué enfrente de Mánia.
-Sino te importa empiezo ya.
Tras unos instantes de vacilación, realizo una reverencia recordando la única clase que nos había dado el conde antes de que nos mudásemos y comienzo intentando atacar a Mánia con una estocada torpe y desaforada.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 02:17 pm
Increíblemente de nuevo para cualquier persona que no fuese Mánia, Noel accede a su desvergonzada petición sin rechistar y se prepara para el combate. Mánia se limita a esperar ladeando al cabeza a un lado y a otro como un búho. El chico descarta la espada y coge una de madera. Bueno, no le importa realmente, al vez incluso fuese mejor. Mánia se pone en guardia de forma casi imperceptible para el otro chico, y cuando asesta el primer golpe, inseguro y algo torpe, la andrógina despliega las garras y las cruza para interceptarlo. Sonríe, orgullosa de sí misma, y al bajar la guardia no se percata del golpe siguiente, que le acierta en la cabeza
-¡Auch!- se queja, aunque realmente no le haya dolido. Hacía falta más que eso para hacer daño a un habitante de Libo, aun así le había herido el orgullo. Enseña los dientes y bufó, preparando las garras para atacar, pero por suerte para Noel recuerda que estaba aprendiendo a parar golpes, y vuelve a su postura defensiva. - Más fuerte- ordena- Y más rápido- << Y yo no me distraeré otra vez>> piensa con decisión, poniendo por primera vez toda su atención en algo.
Noel parecía realmente estar descargado su ira contra ella, y a Mánia le gustaba. Estaba recuperando algo que llevaba mucho tiempo olvidado; su propio instinto. Los movimientos de ambos eran torpes y carentes de cualquier técnica. Algunas fintas y golpes rozaban la desesperación, pero de alguna forma ambos resistían en combate, y este se iba alargando cada vez más. Mánia iba recordando algunos movimientos de cuando bailaba para Madre, y se valía de ellos casi inconscientemente, pero le costaba la misma vida mantener la concentración en la pelea. Estaba alerta, con todos sus sentidos al máximo, y eso dividía su atención pues los estímulos le venían de todas partes. Un sonido proveniente de algún sitio seguido de un destello le hace girarse y bajar la guardia, y esa distracción casi le cuesta un buen chichón, por suerte logra parar el golpe alzando la garra izquierda... o no tanta suerte. La espada de madera de Noel se queda trabada entre las garras de Mánia y no hay manera de separarlas.
-Joooooo ¡suelta!- se queja moviendo bruscamente la garra tratando de liberarla, consiguiendo únicamente hacer muescas en la madera de la espada.
-¡Auch!- se queja, aunque realmente no le haya dolido. Hacía falta más que eso para hacer daño a un habitante de Libo, aun así le había herido el orgullo. Enseña los dientes y bufó, preparando las garras para atacar, pero por suerte para Noel recuerda que estaba aprendiendo a parar golpes, y vuelve a su postura defensiva. - Más fuerte- ordena- Y más rápido- << Y yo no me distraeré otra vez>> piensa con decisión, poniendo por primera vez toda su atención en algo.
Noel parecía realmente estar descargado su ira contra ella, y a Mánia le gustaba. Estaba recuperando algo que llevaba mucho tiempo olvidado; su propio instinto. Los movimientos de ambos eran torpes y carentes de cualquier técnica. Algunas fintas y golpes rozaban la desesperación, pero de alguna forma ambos resistían en combate, y este se iba alargando cada vez más. Mánia iba recordando algunos movimientos de cuando bailaba para Madre, y se valía de ellos casi inconscientemente, pero le costaba la misma vida mantener la concentración en la pelea. Estaba alerta, con todos sus sentidos al máximo, y eso dividía su atención pues los estímulos le venían de todas partes. Un sonido proveniente de algún sitio seguido de un destello le hace girarse y bajar la guardia, y esa distracción casi le cuesta un buen chichón, por suerte logra parar el golpe alzando la garra izquierda... o no tanta suerte. La espada de madera de Noel se queda trabada entre las garras de Mánia y no hay manera de separarlas.
-Joooooo ¡suelta!- se queja moviendo bruscamente la garra tratando de liberarla, consiguiendo únicamente hacer muescas en la madera de la espada.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 06:28 pm
Al principio no sabía qué arma iba a utilizar Mánia, pero enseguida veo que para defenderse de mi desordenado ataque lo hace con unas garras que había ocultado en sus mangas. Nuestro duelo es una maraña de ataques sin orden ni concierto. La adrenalina se apodera de mí debido a la frustración acumulada por ser incapaz de hacer magia y mis ataques son mucho más agresivos que el día del entrenamiento con el conde. Sin embargo Mánia consigue defenderse de la mayoría, salvo alguno que otro que le acierta en la cabeza. En ese momento no lo pensé debido a mi estado, pero más tarde me daría cuenta que de haber usado un arma real ese golpe podría haber sido fatal. De algún modo Mánia parece disfrutar con nuestro loco combate carente de técnica. La verdad es que yo también comenzaba a cogerle el gusto a esto... al menos como medida contra la frustración. Sin embargo, nuestro combate se ve bruscamente interrumpido cuando una de las garras de Mánia se queda clavada en mi espada de madera. Por más que la mueva no consigo desengancharla y Mánia haciendo movimientos bruscos para intentar lo propio no ayuda.
-¡Eh, no te estreses y para un momento para que podamos desenredarlas! -digo bastante alterado, sus movimientos me están poniendo nervioso.
Entonces, en mi nerviosismo, ralizo yo también un movimiento muy brusco para desembarazarme de la molesta traba con resultado poco agradable. Al tirar bruscamente la espada se suelta, pero también provoca que Mánia se desequilibre hacia delante, su brazo todavía extendido. Sus garras rozan mi cara y cierro los ojos asustado mientras recibo el impacto. Pronto noto como la sangre comienza a correr por mi mejilla y siento un punzante dolor. Un tanto consternado me llevo la mano a la cara y la saco completamente manchada de sangre.
-¿Es muy profundo? -pregunto con un ligero temblor en la voz.
Me reprocho mentalmente que estoy exagerando, si sigo entero y en pie es que no es tan grave, pero no había podido evitar asustarme...
-¡Eh, no te estreses y para un momento para que podamos desenredarlas! -digo bastante alterado, sus movimientos me están poniendo nervioso.
Entonces, en mi nerviosismo, ralizo yo también un movimiento muy brusco para desembarazarme de la molesta traba con resultado poco agradable. Al tirar bruscamente la espada se suelta, pero también provoca que Mánia se desequilibre hacia delante, su brazo todavía extendido. Sus garras rozan mi cara y cierro los ojos asustado mientras recibo el impacto. Pronto noto como la sangre comienza a correr por mi mejilla y siento un punzante dolor. Un tanto consternado me llevo la mano a la cara y la saco completamente manchada de sangre.
-¿Es muy profundo? -pregunto con un ligero temblor en la voz.
Me reprocho mentalmente que estoy exagerando, si sigo entero y en pie es que no es tan grave, pero no había podido evitar asustarme...
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