Torreón Letargo (Archivo II)
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Elliot
Martalar
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Lops
Vlad
Administración
Rocavarancolia Rol
Yber
Giniroryu
Sevent
Alicia
Caillech
17 participantes
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Torreón Letargo (Archivo II)
09/11/11, 08:05 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Oía pasos detras de mi, pero en ningún momento miré atras para comprobar si eran los humanos o el ser quien me perseguía. Tampoco me quité la mano de la nariz, el intenso hedor me habría frenado al instante. Hacer cualquiera de las dos cosas solo haría que perdiera unos valiosos segundos que podrían ser la diferencia entre mi vida o mi muerte a manos de aquel apestoso ser. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Solo la imagen de él comiendo mi cuerpo inerte me ponía enferma. Esa era, en definitiva, la peor final para alguien como yo, terminar anclada a alguien como eso. No había ni peor muerte ni peor destino, estaba segura. Era un destino que no le esperaba ni a mi peor enemigo, ni siquiera a un Ranta.
Mientras corría más de una vez maldecí a mi suerte. No podía haber sido un ser que no poseyera olor, no debía ser el engendro que peor olía de toda la ciudad quien nos debía de perseguir. Las estrellas no debían de estar muy contentas conmigo para hacerme tal cosa. Ciertamente, no era de su agrado. Eso era algo que había descubierto hace mucho tiempo, el mismo día que me expulsaron de la tribu por un crimen que no era mío.
A mitad del recorrido mis pulmones empezaron a pedirme más aire de la que le facilitaba por la mordaza que tenía por mano alrededor de ellos. Debía encontrar un lugar pronto donde el aire fuera minimamente respirable o perder al engendro de vista, sino no sabía lo que podría llegar a pasar. Y lo cierto era que prefería no pensar en ello. Esas imagenes o pensamientos no me ayudarían en nada a salir de esta. No me servían de nada más que para ponerme peor y como tal los expulsé de mi mente, encerrándolos bajo llabe en algún rincón oscuro de la que no pudiera salir.
Nadie puede describir, entonces, mi dicha y alegría cuando vi como se alzaba una torre no a muchos metros de mí. ¡Si!, grité para mis adentros, esa debía ser la otra torre de la que nos habían hablado aquella pareja, la torre que nos mantendría a salvo. Debía llegar allí a toda costa, no podría aguantar mucho más de la forma que estaba.
Reuní todas las fuerzas que aún tenía y los empleé para alargar aún más las zancadas. Mientras más cerca veía la torre más esfuerzo hacía yo para acortar aún más la distancia hasta que desapareció dicha distancia. Entré como una exalación, de la misma forma que había entrado en la otra torre, aunque esta vez no me impulsaba el enfado sino las ganas de sobrevivir. Nada más transpasar el umbral di una gran bocanada de aire mientras me quitaba la mano de la cara.
- Si, esto es otra cosa - dije mientras me hacía con cuanto aire podía almacenar mis pulmones, parecía que quisiera succionarlo. Ciertamente, no deseaba pasar por aquella esperiencia jamás. Ya podía aprender muchas cosas que no pensaba pasar por semejante dolor sensorial nuevamente. - Por, Nasandra, esto duele... - me doilían la nariz. Me volvía a llevar las manos a esta con la esperanza de que así disminuyese el dolor punzante. Hasta ahora no me había permitido sentir nada, pero en estos momentos me venía la factura por haber pasado tanto tiempo con aquel ser de olor tan penetrante.
Oía pasos detras de mi, pero en ningún momento miré atras para comprobar si eran los humanos o el ser quien me perseguía. Tampoco me quité la mano de la nariz, el intenso hedor me habría frenado al instante. Hacer cualquiera de las dos cosas solo haría que perdiera unos valiosos segundos que podrían ser la diferencia entre mi vida o mi muerte a manos de aquel apestoso ser. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Solo la imagen de él comiendo mi cuerpo inerte me ponía enferma. Esa era, en definitiva, la peor final para alguien como yo, terminar anclada a alguien como eso. No había ni peor muerte ni peor destino, estaba segura. Era un destino que no le esperaba ni a mi peor enemigo, ni siquiera a un Ranta.
Mientras corría más de una vez maldecí a mi suerte. No podía haber sido un ser que no poseyera olor, no debía ser el engendro que peor olía de toda la ciudad quien nos debía de perseguir. Las estrellas no debían de estar muy contentas conmigo para hacerme tal cosa. Ciertamente, no era de su agrado. Eso era algo que había descubierto hace mucho tiempo, el mismo día que me expulsaron de la tribu por un crimen que no era mío.
A mitad del recorrido mis pulmones empezaron a pedirme más aire de la que le facilitaba por la mordaza que tenía por mano alrededor de ellos. Debía encontrar un lugar pronto donde el aire fuera minimamente respirable o perder al engendro de vista, sino no sabía lo que podría llegar a pasar. Y lo cierto era que prefería no pensar en ello. Esas imagenes o pensamientos no me ayudarían en nada a salir de esta. No me servían de nada más que para ponerme peor y como tal los expulsé de mi mente, encerrándolos bajo llabe en algún rincón oscuro de la que no pudiera salir.
Nadie puede describir, entonces, mi dicha y alegría cuando vi como se alzaba una torre no a muchos metros de mí. ¡Si!, grité para mis adentros, esa debía ser la otra torre de la que nos habían hablado aquella pareja, la torre que nos mantendría a salvo. Debía llegar allí a toda costa, no podría aguantar mucho más de la forma que estaba.
Reuní todas las fuerzas que aún tenía y los empleé para alargar aún más las zancadas. Mientras más cerca veía la torre más esfuerzo hacía yo para acortar aún más la distancia hasta que desapareció dicha distancia. Entré como una exalación, de la misma forma que había entrado en la otra torre, aunque esta vez no me impulsaba el enfado sino las ganas de sobrevivir. Nada más transpasar el umbral di una gran bocanada de aire mientras me quitaba la mano de la cara.
- Si, esto es otra cosa - dije mientras me hacía con cuanto aire podía almacenar mis pulmones, parecía que quisiera succionarlo. Ciertamente, no deseaba pasar por aquella esperiencia jamás. Ya podía aprender muchas cosas que no pensaba pasar por semejante dolor sensorial nuevamente. - Por, Nasandra, esto duele... - me doilían la nariz. Me volvía a llevar las manos a esta con la esperanza de que así disminuyese el dolor punzante. Hasta ahora no me había permitido sentir nada, pero en estos momentos me venía la factura por haber pasado tanto tiempo con aquel ser de olor tan penetrante.
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 12:46 am
Había estado alerta, alerta de los posibles peligros que podrían sorprendernos desde las sombras, pues estaba visto que les gustaba nuestro olor y deseaban descubrir si sabemos tan bien como olemos realmente. Esta ciudad es así y así es en como soy nada más poner un pie de nuestro Torreón o de cualquier sitio que considere seguro. Estoy atenta, prepara, muchos dirían que un tanto paranoica y todo, pero poco me importa lo que los demás puedan pensar de ellos. Ya me habían llamado y tachado de cosas peores y más hirientes, y esto no estraba en ninguna de esas categorias por asomo. Cualquier cosa que me mantuviese viva, ya sea la paranoia como mi instinto eran bienvenidos. Todo sea por vivir un día más. Todo sea por no morir. Todo sea por demostrar que soy alguien que no se rinde ante la adversidad. Bien lo había demostrado en muchas ocasiones y más que le quería demostrar a esta ciudad de monstruos.
El camino hacia el torre fue rápida, antes de darme cuenta ya me encontraba entre esas cuatro paredes de piedra sintiendome más tranquila, menos tensa. Si me hubiese dicho hace años que un edificio así, aparte que no me creería su existencia, me pudiese ofrecer esta sensación me habría reido del que me o decía. En cambio, ahora sentía que uno de los pocos sitios de esta ciudad donde pueda estar viva, donde me siento aceptada por extraño que se me haga aún esa idea.
Junto con Giz dejé las provisiones que habíamos logrado reunir en nuestro recorrido por la ciudad en donde los humanos preparaban su comida y, como lo hizo el también, cogí algo para llevarme a la boca. Después de una caminata así nunca viene mal llevar algo a la boca, los nervios por haber oler el paso de seres que ni tan siquiera sabría decir lo que son o si son nuestros enemigos puede despertar el apetito de cualquiera. Así pues estaba comiendo cuando Giz dijo aquello de que iba a practicar magia y que si queríamos nosotros tambien podríamos practicar en su uso. Mágia. Aún sentía ese sentimiento en mi interior. Aún me encontraba enfadada y decepcionada, en igual manera y cantidad, por mi inutilidad. Estaba visto que no me deseaba, que debía limitarme a las armas, porque la magia no me veía digna de ella.
A pesar de ello, pensaba seguir intentando, solo que no delante de los demás. Ya había sido bastante humillante fracasar delante de los demás antes como para repetir aquello. Pensaba demostrarle a la magia que se equivocaba, que yo era merecedora de su favor, pero cuando nadie mirase.
Me dirigí a mis armas al hombro, los cuales había traido del otro torreón, y el libro rojo en la mano, al libro que me mostraría el arte de las armas, el arte de vencer a mis adversarios. Si al final descubría que la magia no entraba en razón por lo menos tendría a mis armas para defender mi vida. Así pues, con ellos en mano me dirigí a un cuarto que recordaba haber visto en la anterior ocasión, una que parecía espaciosa y había unas cuantas armas, y de la que hasta entonces ni me acordaba con la intención de entrenar, con la intención de mejorar. Entré y empecé a ojear las ojas a la par que ponía nombre a las armas. Hacha, Mazo, Florete, Arco, Escudo... Había muchas y debía aprender de todas.
Saqué mi espada de su funda, coloqué un cilindro de madera de mi altura y ahí empezó el entrenamiento. Yo dandole estocadas con la mayor precisión y agilidad posible en los puntos vitales que podría tener mi adversario mientras pensaba en posibles entrenamientos que podría empezar a practicar para escapar de un ataque mágico. Ya había visto esa llama que hizo brotar Giz en su mano y si, con un poco más de entrenamiento, llegaba a conseguir toda una bola de fuego que fuese capaz de lanzar yo quería ser capaz de hacer algo para defenderme. O practicaba mis reflejos y velocidad, cosa que aún estaba pensando en como hacer para lograrlo, o conseguí una de las armas mágicas que el libro mostraba. No había otra.
- Lo conseguiré, conseguiré superar a la mágia, lo juro por mis almas - juré mientras le daba una fuerte estocada donde debería de haber estado la cabeza de mi adversario mientras cortaba la madera. Miré fijamente el cacho de tronco del suelo - No importa cuanto cueste y que deba pagar para ello, nada ni nadie volverá a dañarme jamás. No si yo puedo impedirlo - me dije a mi misma mientras volvía a la carga con fuerzas renovadas. Lo conseguiría, debía hacerlo, mi supervivencia dependía de ello.
El camino hacia el torre fue rápida, antes de darme cuenta ya me encontraba entre esas cuatro paredes de piedra sintiendome más tranquila, menos tensa. Si me hubiese dicho hace años que un edificio así, aparte que no me creería su existencia, me pudiese ofrecer esta sensación me habría reido del que me o decía. En cambio, ahora sentía que uno de los pocos sitios de esta ciudad donde pueda estar viva, donde me siento aceptada por extraño que se me haga aún esa idea.
Junto con Giz dejé las provisiones que habíamos logrado reunir en nuestro recorrido por la ciudad en donde los humanos preparaban su comida y, como lo hizo el también, cogí algo para llevarme a la boca. Después de una caminata así nunca viene mal llevar algo a la boca, los nervios por haber oler el paso de seres que ni tan siquiera sabría decir lo que son o si son nuestros enemigos puede despertar el apetito de cualquiera. Así pues estaba comiendo cuando Giz dijo aquello de que iba a practicar magia y que si queríamos nosotros tambien podríamos practicar en su uso. Mágia. Aún sentía ese sentimiento en mi interior. Aún me encontraba enfadada y decepcionada, en igual manera y cantidad, por mi inutilidad. Estaba visto que no me deseaba, que debía limitarme a las armas, porque la magia no me veía digna de ella.
A pesar de ello, pensaba seguir intentando, solo que no delante de los demás. Ya había sido bastante humillante fracasar delante de los demás antes como para repetir aquello. Pensaba demostrarle a la magia que se equivocaba, que yo era merecedora de su favor, pero cuando nadie mirase.
Me dirigí a mis armas al hombro, los cuales había traido del otro torreón, y el libro rojo en la mano, al libro que me mostraría el arte de las armas, el arte de vencer a mis adversarios. Si al final descubría que la magia no entraba en razón por lo menos tendría a mis armas para defender mi vida. Así pues, con ellos en mano me dirigí a un cuarto que recordaba haber visto en la anterior ocasión, una que parecía espaciosa y había unas cuantas armas, y de la que hasta entonces ni me acordaba con la intención de entrenar, con la intención de mejorar. Entré y empecé a ojear las ojas a la par que ponía nombre a las armas. Hacha, Mazo, Florete, Arco, Escudo... Había muchas y debía aprender de todas.
Saqué mi espada de su funda, coloqué un cilindro de madera de mi altura y ahí empezó el entrenamiento. Yo dandole estocadas con la mayor precisión y agilidad posible en los puntos vitales que podría tener mi adversario mientras pensaba en posibles entrenamientos que podría empezar a practicar para escapar de un ataque mágico. Ya había visto esa llama que hizo brotar Giz en su mano y si, con un poco más de entrenamiento, llegaba a conseguir toda una bola de fuego que fuese capaz de lanzar yo quería ser capaz de hacer algo para defenderme. O practicaba mis reflejos y velocidad, cosa que aún estaba pensando en como hacer para lograrlo, o conseguí una de las armas mágicas que el libro mostraba. No había otra.
- Lo conseguiré, conseguiré superar a la mágia, lo juro por mis almas - juré mientras le daba una fuerte estocada donde debería de haber estado la cabeza de mi adversario mientras cortaba la madera. Miré fijamente el cacho de tronco del suelo - No importa cuanto cueste y que deba pagar para ello, nada ni nadie volverá a dañarme jamás. No si yo puedo impedirlo - me dije a mi misma mientras volvía a la carga con fuerzas renovadas. Lo conseguiría, debía hacerlo, mi supervivencia dependía de ello.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 01:43 am
Mánia llegó al torreón bostezando. Le dolían los pies ligeramente, seguramente por las viejas botas que calzaba. Se las quitó y las dejó tiradas por el suelo para luego correr hacia las cestas, encaramándose a la mesa donde las habían dejado para inspeccionar su contenido. Evitó la cesta del queso y clavó sus ojillos violeta en la carne, que debido al hambre se le antojaba deliciosa... tan rojita y jugosa.
-Carne... -dijo en un susurro depredador mientras se relamía. Quería comer carne y la habría comido cruda incluso de no ser por Ethan que sacó un trozo de la cesta y lo cortó en filetes para hacerlos de cena. Mánia salió al patio mientras esperaba a que los filetes estuviesen listos, vio el pozo y recordó cómo el chico moreno había sacado agua de allí, así que se acercó y se encaramó al borde. Necesitó un rato para averiguar cómo funcionaba la polea y eso le hizo sentirse muy poco lista, pero cuando logró sacar un cubo lleno de agua sonrió triunfante. Miró su propio reflejo, su maquillaje arruinado, sustituido por el nuevo hecho con las frutas rojas del cual apenas quedaba ya nada. Se lavó la cara y las manos a conciencia y luego corrió de vuelta al comedor. Comió con ansia, enmascarada con exquisitos modales que resultaban chocantes con su habitual comportamiento revoltoso, pero a ella le habían enseñado a comer así, y estaba muy orgullosa de mostrar sus conocimientos, y en parte de sentirse algo menos tonda por la pifiada del pozo... Cuando acabó de comer, siguió a los lagartos arriba, se quedó embobada mirando a Cail entrenar; su furia y decisión en cada golpe, la agresividad y concentración de su gesto... Mánia buscó otro tronco como el que ella usaba y trató de imitarla, pero Caillech llevaba una espada y ella un par de garras de acero, por lo que evidentemente los movimientos no eran los mismos. El libro... descansaba no muy lejos de ella, el mismo libro rojo que le había resultado tan interesante. Necesitó quitarse una de las garras para poder hojearlo y buscar algún detalle de sus propias armas, alguna forma de usarlas. No encontró demasiado, por no decir nada que le fuese de mucha utilidad, pero si encontró algo que le serviría... Tenía que aprender a parar golpes. Mánia miró a Cail de reojo que seguía entrenando, ni en mil vidas reconocería que la idea de enfrentarse a ella en un combate le daba miedo... un poquito... Necesitaba a alguien de su tamaño... Ocultó las garras bajo las mangas de su jersey y buscó al chico moreno por el torreón, cuando dió con él le dedicó una extraña sonrisa y ordenó:
-Pégame- Simple y conciso, pero de nuevo no parecía ser suficiente- Necesito entrenar, así que pégame- aclaró. Noel no era exactamente de su tamaño, pero a ella le valía, pues tamboco tenía demasiadas ganas de enfrentarse al otro lagarto...
-Carne... -dijo en un susurro depredador mientras se relamía. Quería comer carne y la habría comido cruda incluso de no ser por Ethan que sacó un trozo de la cesta y lo cortó en filetes para hacerlos de cena. Mánia salió al patio mientras esperaba a que los filetes estuviesen listos, vio el pozo y recordó cómo el chico moreno había sacado agua de allí, así que se acercó y se encaramó al borde. Necesitó un rato para averiguar cómo funcionaba la polea y eso le hizo sentirse muy poco lista, pero cuando logró sacar un cubo lleno de agua sonrió triunfante. Miró su propio reflejo, su maquillaje arruinado, sustituido por el nuevo hecho con las frutas rojas del cual apenas quedaba ya nada. Se lavó la cara y las manos a conciencia y luego corrió de vuelta al comedor. Comió con ansia, enmascarada con exquisitos modales que resultaban chocantes con su habitual comportamiento revoltoso, pero a ella le habían enseñado a comer así, y estaba muy orgullosa de mostrar sus conocimientos, y en parte de sentirse algo menos tonda por la pifiada del pozo... Cuando acabó de comer, siguió a los lagartos arriba, se quedó embobada mirando a Cail entrenar; su furia y decisión en cada golpe, la agresividad y concentración de su gesto... Mánia buscó otro tronco como el que ella usaba y trató de imitarla, pero Caillech llevaba una espada y ella un par de garras de acero, por lo que evidentemente los movimientos no eran los mismos. El libro... descansaba no muy lejos de ella, el mismo libro rojo que le había resultado tan interesante. Necesitó quitarse una de las garras para poder hojearlo y buscar algún detalle de sus propias armas, alguna forma de usarlas. No encontró demasiado, por no decir nada que le fuese de mucha utilidad, pero si encontró algo que le serviría... Tenía que aprender a parar golpes. Mánia miró a Cail de reojo que seguía entrenando, ni en mil vidas reconocería que la idea de enfrentarse a ella en un combate le daba miedo... un poquito... Necesitaba a alguien de su tamaño... Ocultó las garras bajo las mangas de su jersey y buscó al chico moreno por el torreón, cuando dió con él le dedicó una extraña sonrisa y ordenó:
-Pégame- Simple y conciso, pero de nuevo no parecía ser suficiente- Necesito entrenar, así que pégame- aclaró. Noel no era exactamente de su tamaño, pero a ella le valía, pues tamboco tenía demasiadas ganas de enfrentarse al otro lagarto...
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 03:18 am
Siguiendo a Giz llegamos a un un lugar lleno de escombros y edificios ruinosos. Mire hacia donde mire no veo más que devastación y los restos de lo que en el pasado pudo haber sido una ciudad magnífica. Observo lo que hacen Giz y Cai, pues parecen notar algo en el ambiente que a mí se me escapa. Cail da uno de sus habituales discursos sobre la cautela que deberíamos seguir, aunque no hace falta que lo diga.
-No temas, Cai, yo no me pienso quedar aquí un segundo más de lo necesario -digo mientras comienzo a abrir de nuevo el libro de Firkenbalderdachen-. Veamos... este sitio tiene que ser... -recorro con el dedo el mapa hasta encontrar nuestra ubicación actual-. Barrio Derruído, así se llama. Sin duda hicieron gala de originalidad al ponerle nombre -finalizo cerrando el libro de golpe con una mano y con una sonrisa irónica en el rostro.
No tardamos en encontrar la comida y sin demora la cargamos entre todos. Regresamos al torreón sin ningún incidente que nos retrase.
-----------------------------------------------------------------
Regresamos a Letargo y comunicamos a Ethan nuestro breve periplo por la ciudad en busca de comida. Yo pongo especial énfasis en los descomunales gusanos que vimos en la cicatriz de Arax. Me estremezco ligeramente al recordar una vez más aquel depósito del horror en donde se amontonan lo que antaño fueron quién sabe cuántas vidas.
-¡Eran gigantescos, descomunales! -digo abriendo los brazos en un ademán exagerado-. Bueno, quizás no tanto, pero muy grandes para tratarse de gusanos en cualquier caso. Y con unos dientes que ya les gustaría a algunos tigres.
Continúo relatando nuestra pequeña excursión en busca de alimentos gesticulando hata que Ethan decide ponerse a cocinar. Giz dice que va a seguir estudiando magia. Me lo pienso unos instantes y finalmente decido seguir a Giz. La verdad es que ahora mismo estaba mucho más interesado en la magia que en la cocina, para qué negarlo. Subí tras Giz y me puse con él a intentar desentrañar sus misterios. Observamos detenidamente lo que parecía ser un hechizo de curación. Sin duda resultaría muy útil si lográsemos realizarlo. Nuevamente vuelvo a intentar realizar los movimientos que describe el libro para realizar el hechizo. Una y otra vez. Pero no sucede nada. La desazón se apodera de mí al igual que esta mañana. Noto que con cada nuevo intento empiezo a frustarme más. Debo calmarme, no quiero que Giz me vea así.
-Giz, no sé cómo es posible que te salga tan bien porque yo... -me interrumpo cuando Mánia se acerca a mí con una enigmática petición. Dirijo mi mirada hacia ella-. ¿Que te pegue? Querrás decir que quieres practicar conmigo -entecierro ligeramente los ojos, la forma de expresarse de Mánia todavía me resultaba peculiar-. Está bien, no me vendrá mal, la verdad.
Dejé la frase inconclusa pues lo que de verdad quería decir era que no me vendría mal para desahogarme. Había dejado mis armas abajo, por lo que decidí buscar otro arma en la sala. No tardé en fijarme en un par de cimitarras gemelas que estaban apoyadas contra la pared. Desenvainé una. Era sencilla, de un sólo filo ligeramente curvo en la punta y lo suficiente corta y ligera como para que yo pudiese manejarla. Ya que estaban allí en lugar de la armería sin duda habían sido usadas hace relativamente poco tiempo. Me gustaron y decidí que cambiaría una de ellas por la que había estado usando hasta el momento. No me sentía capacitado ni mucho menos para utilizar dos espadas a la vez, pues parecía que aquellas dos espadas estaban hechas para usarse al unísono. Sin embargo, recordé, no debería utilizar armas reales para entrenar, especialmente con mi nula habilidad. Así que escogí un palo de madera ligeramente tallado para que se asemejase a una espada y me coloqué enfrente de Mánia.
-Sino te importa empiezo ya.
Tras unos instantes de vacilación, realizo una reverencia recordando la única clase que nos había dado el conde antes de que nos mudásemos y comienzo intentando atacar a Mánia con una estocada torpe y desaforada.
-No temas, Cai, yo no me pienso quedar aquí un segundo más de lo necesario -digo mientras comienzo a abrir de nuevo el libro de Firkenbalderdachen-. Veamos... este sitio tiene que ser... -recorro con el dedo el mapa hasta encontrar nuestra ubicación actual-. Barrio Derruído, así se llama. Sin duda hicieron gala de originalidad al ponerle nombre -finalizo cerrando el libro de golpe con una mano y con una sonrisa irónica en el rostro.
No tardamos en encontrar la comida y sin demora la cargamos entre todos. Regresamos al torreón sin ningún incidente que nos retrase.
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Regresamos a Letargo y comunicamos a Ethan nuestro breve periplo por la ciudad en busca de comida. Yo pongo especial énfasis en los descomunales gusanos que vimos en la cicatriz de Arax. Me estremezco ligeramente al recordar una vez más aquel depósito del horror en donde se amontonan lo que antaño fueron quién sabe cuántas vidas.
-¡Eran gigantescos, descomunales! -digo abriendo los brazos en un ademán exagerado-. Bueno, quizás no tanto, pero muy grandes para tratarse de gusanos en cualquier caso. Y con unos dientes que ya les gustaría a algunos tigres.
Continúo relatando nuestra pequeña excursión en busca de alimentos gesticulando hata que Ethan decide ponerse a cocinar. Giz dice que va a seguir estudiando magia. Me lo pienso unos instantes y finalmente decido seguir a Giz. La verdad es que ahora mismo estaba mucho más interesado en la magia que en la cocina, para qué negarlo. Subí tras Giz y me puse con él a intentar desentrañar sus misterios. Observamos detenidamente lo que parecía ser un hechizo de curación. Sin duda resultaría muy útil si lográsemos realizarlo. Nuevamente vuelvo a intentar realizar los movimientos que describe el libro para realizar el hechizo. Una y otra vez. Pero no sucede nada. La desazón se apodera de mí al igual que esta mañana. Noto que con cada nuevo intento empiezo a frustarme más. Debo calmarme, no quiero que Giz me vea así.
-Giz, no sé cómo es posible que te salga tan bien porque yo... -me interrumpo cuando Mánia se acerca a mí con una enigmática petición. Dirijo mi mirada hacia ella-. ¿Que te pegue? Querrás decir que quieres practicar conmigo -entecierro ligeramente los ojos, la forma de expresarse de Mánia todavía me resultaba peculiar-. Está bien, no me vendrá mal, la verdad.
Dejé la frase inconclusa pues lo que de verdad quería decir era que no me vendría mal para desahogarme. Había dejado mis armas abajo, por lo que decidí buscar otro arma en la sala. No tardé en fijarme en un par de cimitarras gemelas que estaban apoyadas contra la pared. Desenvainé una. Era sencilla, de un sólo filo ligeramente curvo en la punta y lo suficiente corta y ligera como para que yo pudiese manejarla. Ya que estaban allí en lugar de la armería sin duda habían sido usadas hace relativamente poco tiempo. Me gustaron y decidí que cambiaría una de ellas por la que había estado usando hasta el momento. No me sentía capacitado ni mucho menos para utilizar dos espadas a la vez, pues parecía que aquellas dos espadas estaban hechas para usarse al unísono. Sin embargo, recordé, no debería utilizar armas reales para entrenar, especialmente con mi nula habilidad. Así que escogí un palo de madera ligeramente tallado para que se asemejase a una espada y me coloqué enfrente de Mánia.
-Sino te importa empiezo ya.
Tras unos instantes de vacilación, realizo una reverencia recordando la única clase que nos había dado el conde antes de que nos mudásemos y comienzo intentando atacar a Mánia con una estocada torpe y desaforada.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 02:17 pm
Increíblemente de nuevo para cualquier persona que no fuese Mánia, Noel accede a su desvergonzada petición sin rechistar y se prepara para el combate. Mánia se limita a esperar ladeando al cabeza a un lado y a otro como un búho. El chico descarta la espada y coge una de madera. Bueno, no le importa realmente, al vez incluso fuese mejor. Mánia se pone en guardia de forma casi imperceptible para el otro chico, y cuando asesta el primer golpe, inseguro y algo torpe, la andrógina despliega las garras y las cruza para interceptarlo. Sonríe, orgullosa de sí misma, y al bajar la guardia no se percata del golpe siguiente, que le acierta en la cabeza
-¡Auch!- se queja, aunque realmente no le haya dolido. Hacía falta más que eso para hacer daño a un habitante de Libo, aun así le había herido el orgullo. Enseña los dientes y bufó, preparando las garras para atacar, pero por suerte para Noel recuerda que estaba aprendiendo a parar golpes, y vuelve a su postura defensiva. - Más fuerte- ordena- Y más rápido- << Y yo no me distraeré otra vez>> piensa con decisión, poniendo por primera vez toda su atención en algo.
Noel parecía realmente estar descargado su ira contra ella, y a Mánia le gustaba. Estaba recuperando algo que llevaba mucho tiempo olvidado; su propio instinto. Los movimientos de ambos eran torpes y carentes de cualquier técnica. Algunas fintas y golpes rozaban la desesperación, pero de alguna forma ambos resistían en combate, y este se iba alargando cada vez más. Mánia iba recordando algunos movimientos de cuando bailaba para Madre, y se valía de ellos casi inconscientemente, pero le costaba la misma vida mantener la concentración en la pelea. Estaba alerta, con todos sus sentidos al máximo, y eso dividía su atención pues los estímulos le venían de todas partes. Un sonido proveniente de algún sitio seguido de un destello le hace girarse y bajar la guardia, y esa distracción casi le cuesta un buen chichón, por suerte logra parar el golpe alzando la garra izquierda... o no tanta suerte. La espada de madera de Noel se queda trabada entre las garras de Mánia y no hay manera de separarlas.
-Joooooo ¡suelta!- se queja moviendo bruscamente la garra tratando de liberarla, consiguiendo únicamente hacer muescas en la madera de la espada.
-¡Auch!- se queja, aunque realmente no le haya dolido. Hacía falta más que eso para hacer daño a un habitante de Libo, aun así le había herido el orgullo. Enseña los dientes y bufó, preparando las garras para atacar, pero por suerte para Noel recuerda que estaba aprendiendo a parar golpes, y vuelve a su postura defensiva. - Más fuerte- ordena- Y más rápido- << Y yo no me distraeré otra vez>> piensa con decisión, poniendo por primera vez toda su atención en algo.
Noel parecía realmente estar descargado su ira contra ella, y a Mánia le gustaba. Estaba recuperando algo que llevaba mucho tiempo olvidado; su propio instinto. Los movimientos de ambos eran torpes y carentes de cualquier técnica. Algunas fintas y golpes rozaban la desesperación, pero de alguna forma ambos resistían en combate, y este se iba alargando cada vez más. Mánia iba recordando algunos movimientos de cuando bailaba para Madre, y se valía de ellos casi inconscientemente, pero le costaba la misma vida mantener la concentración en la pelea. Estaba alerta, con todos sus sentidos al máximo, y eso dividía su atención pues los estímulos le venían de todas partes. Un sonido proveniente de algún sitio seguido de un destello le hace girarse y bajar la guardia, y esa distracción casi le cuesta un buen chichón, por suerte logra parar el golpe alzando la garra izquierda... o no tanta suerte. La espada de madera de Noel se queda trabada entre las garras de Mánia y no hay manera de separarlas.
-Joooooo ¡suelta!- se queja moviendo bruscamente la garra tratando de liberarla, consiguiendo únicamente hacer muescas en la madera de la espada.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 06:28 pm
Al principio no sabía qué arma iba a utilizar Mánia, pero enseguida veo que para defenderse de mi desordenado ataque lo hace con unas garras que había ocultado en sus mangas. Nuestro duelo es una maraña de ataques sin orden ni concierto. La adrenalina se apodera de mí debido a la frustración acumulada por ser incapaz de hacer magia y mis ataques son mucho más agresivos que el día del entrenamiento con el conde. Sin embargo Mánia consigue defenderse de la mayoría, salvo alguno que otro que le acierta en la cabeza. En ese momento no lo pensé debido a mi estado, pero más tarde me daría cuenta que de haber usado un arma real ese golpe podría haber sido fatal. De algún modo Mánia parece disfrutar con nuestro loco combate carente de técnica. La verdad es que yo también comenzaba a cogerle el gusto a esto... al menos como medida contra la frustración. Sin embargo, nuestro combate se ve bruscamente interrumpido cuando una de las garras de Mánia se queda clavada en mi espada de madera. Por más que la mueva no consigo desengancharla y Mánia haciendo movimientos bruscos para intentar lo propio no ayuda.
-¡Eh, no te estreses y para un momento para que podamos desenredarlas! -digo bastante alterado, sus movimientos me están poniendo nervioso.
Entonces, en mi nerviosismo, ralizo yo también un movimiento muy brusco para desembarazarme de la molesta traba con resultado poco agradable. Al tirar bruscamente la espada se suelta, pero también provoca que Mánia se desequilibre hacia delante, su brazo todavía extendido. Sus garras rozan mi cara y cierro los ojos asustado mientras recibo el impacto. Pronto noto como la sangre comienza a correr por mi mejilla y siento un punzante dolor. Un tanto consternado me llevo la mano a la cara y la saco completamente manchada de sangre.
-¿Es muy profundo? -pregunto con un ligero temblor en la voz.
Me reprocho mentalmente que estoy exagerando, si sigo entero y en pie es que no es tan grave, pero no había podido evitar asustarme...
-¡Eh, no te estreses y para un momento para que podamos desenredarlas! -digo bastante alterado, sus movimientos me están poniendo nervioso.
Entonces, en mi nerviosismo, ralizo yo también un movimiento muy brusco para desembarazarme de la molesta traba con resultado poco agradable. Al tirar bruscamente la espada se suelta, pero también provoca que Mánia se desequilibre hacia delante, su brazo todavía extendido. Sus garras rozan mi cara y cierro los ojos asustado mientras recibo el impacto. Pronto noto como la sangre comienza a correr por mi mejilla y siento un punzante dolor. Un tanto consternado me llevo la mano a la cara y la saco completamente manchada de sangre.
-¿Es muy profundo? -pregunto con un ligero temblor en la voz.
Me reprocho mentalmente que estoy exagerando, si sigo entero y en pie es que no es tan grave, pero no había podido evitar asustarme...
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
05/12/11, 08:27 pm
Leo varias veces los hechizos que había para curar heridas tratando de memorizar las instrucciones, pues no quiero que vuelva a pasarme como esta mañana. Está claro que tengo que memorizarlos todos bien para no fallar. Noel sube justo cuando acabo de hacerlo con el curativo. Le presto el libro para que pruebe con él mientras yo hago lo mismo con mi herida. Recito el hechizo curativo acariciando la herida con un dedo, sigue a esto un agradable cosquilleo, y compruebo estupefacto como la herida se cierra lentamente y la piel muerta se encostra y desaparece. Al acabar, siento un ligero agotamiento, pero presupongo que se debe a todo lo ocurrido hoy más que a la magia.
Noel sin embargo parece no tener tanta suerte como yo y todos sus intentos de utilizar algún hechizo acaban frustrados. Mánia, que debe de haber subido mientras estaba enfrascado en el libro, se acerca a él y le pide ayuda con su entrenamiento.
-No te preocupes, Noel-le digo tratando de quitarle importancia a su, de momento, incompatibilidad con los hechizos-. Seguro que te acaban saliendo-realmente lo pienso.
Mientras ellos se alejan para pelear con espadas de madera, yo sigo hojeando el libro en busca de cosas útiles. Quiero repetir el hechizo de la llama e intentar algún hechizo térmico que he encontrado entre las páginas, pero considero que es mejor dejarlos para luego cuando esté más descansado y haya cargado los cristales que habíamos utilizado hoy. Sin embargo, algo me saca de las páginas del libro. El olor de la sangre unido a la voz de Noel, más temblorosa que de costumbre. Dirijo una mirada hacia ellos preocupado y compruebo que el chico tiene un corte en la mejilla que, aunque no aparenta gravedad, si resulta ser una herida algo escandalosa por la sangre. << Creí que estaban utilizando espadas de madera >> pienso mientras me levanto y me acerco a ambos lo más rápido que puedo.
-No te muevas-le pido a Noel mientras me sitúo a su lado y contemplo la herida-. Creo que puedo encargarme de esto-le explico con un tono de voz tan alegre que cualquiera diría que me ilusiona que resulte herido, cuando realmente es al contrario, lo que me agrada es descubrir que puedo resultar de ayuda al grupo. Coloco la mano cerca de la herida y pronuncio el hechizo con que me había curado el corte. Al ver que la herida de Noel sana, no puedo sino sonreír de satisfacción. Me noto todavía más cansado que antes, pero siento que ha merecido la pena-Tened más cuidado la próxima vez, que en rebanadas no nos servís para nada-bromeo jocosamente antes de echar a caminar hacia el patio.
Había llegado al Torreón con intención de pasarme toda la noche en vela, estudiando el libro, pero ahora mismo lo único que me apetece es echarme a dormir. Entre la carrera que nos habíamos pegado por la tarde, el frío que hace a estas horas y el uso de los hechizos, que resulta obvio que también me agotan, casi me las veo para llegar al patio con los ojos abiertos. << Maldita sangre fría >>. Es el último pensamiento que cruza por mi mente antes de recostarme en la estatua del patio y caer rendido al sueño.
Noel sin embargo parece no tener tanta suerte como yo y todos sus intentos de utilizar algún hechizo acaban frustrados. Mánia, que debe de haber subido mientras estaba enfrascado en el libro, se acerca a él y le pide ayuda con su entrenamiento.
-No te preocupes, Noel-le digo tratando de quitarle importancia a su, de momento, incompatibilidad con los hechizos-. Seguro que te acaban saliendo-realmente lo pienso.
Mientras ellos se alejan para pelear con espadas de madera, yo sigo hojeando el libro en busca de cosas útiles. Quiero repetir el hechizo de la llama e intentar algún hechizo térmico que he encontrado entre las páginas, pero considero que es mejor dejarlos para luego cuando esté más descansado y haya cargado los cristales que habíamos utilizado hoy. Sin embargo, algo me saca de las páginas del libro. El olor de la sangre unido a la voz de Noel, más temblorosa que de costumbre. Dirijo una mirada hacia ellos preocupado y compruebo que el chico tiene un corte en la mejilla que, aunque no aparenta gravedad, si resulta ser una herida algo escandalosa por la sangre. << Creí que estaban utilizando espadas de madera >> pienso mientras me levanto y me acerco a ambos lo más rápido que puedo.
-No te muevas-le pido a Noel mientras me sitúo a su lado y contemplo la herida-. Creo que puedo encargarme de esto-le explico con un tono de voz tan alegre que cualquiera diría que me ilusiona que resulte herido, cuando realmente es al contrario, lo que me agrada es descubrir que puedo resultar de ayuda al grupo. Coloco la mano cerca de la herida y pronuncio el hechizo con que me había curado el corte. Al ver que la herida de Noel sana, no puedo sino sonreír de satisfacción. Me noto todavía más cansado que antes, pero siento que ha merecido la pena-Tened más cuidado la próxima vez, que en rebanadas no nos servís para nada-bromeo jocosamente antes de echar a caminar hacia el patio.
Había llegado al Torreón con intención de pasarme toda la noche en vela, estudiando el libro, pero ahora mismo lo único que me apetece es echarme a dormir. Entre la carrera que nos habíamos pegado por la tarde, el frío que hace a estas horas y el uso de los hechizos, que resulta obvio que también me agotan, casi me las veo para llegar al patio con los ojos abiertos. << Maldita sangre fría >>. Es el último pensamiento que cruza por mi mente antes de recostarme en la estatua del patio y caer rendido al sueño.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
06/12/11, 12:37 am
Mánia no sabe exactamente lo que acaba de ocurrir... Estaba tratando de liberar su garra del palo de Noel y de pronto perdió el equlibro cayendo sobre el chico y arañándole la cara. No supo realmente como reaccionar, el chico temblaba y no supo qué decirle... No era una herida muy profunda, ella misma se las había hecho peores, así que se limitó a ver la sangre caer. Era roja, brillante y bonita... A Mánia le gustaba ese color... No oyó llegar al chico lagarto y su voz la hizo sobresaltarse, pero trató de no dar muestras de ello, aun así sí dio muestras de fascinación cuando el lagarto le curó a Noel la herida con magia.
-¿Tambien se puede hacer eso?- preguntó a nadie en particular.
Agarró la cara de Noel entre sus manos tan fuerte que obligó al chico a poner labios de pez e inspeccionó de cerca el lugar donde había estado el corte. No había nada, ni marcas, ni cicatrices... apenas restos de sangre.
-Es impresionante...- susurró, sin percatarse de lo cerca que tenía la cara de la del chico. Lo soltó sin decir palabra y se giró hacia el lagarto que se marchaba. Frunció el ceño, se llevaba el libro... << Mañana se lo pediré...>> Ya no era cosa de luces bonitas, era algo serio... La magia podía curar heridas y quien sabe que más cosas podría hacer... y Mánia quería comprobar hasta el último hechizo de aquel libro...- Mañana otra vez- le dijo a Noel y bajó hasta el último piso.
Volvió a su sillón junto al horno que guardaba parte del calor a pesar de que ya hacía rato que lo habían apagado. Fue a añadir las garras a su tesoro, y antes de esconderlas le dio un pequeño lametazo a la sangre de Noel. No era mala sangre. Se hizo un ovillo entre las mantas, cubriéndose también con la sudadera de plumas negras y durmiéndose casi al instante. Había sido un día muy completo, había visto y aprendido muchas cosas y estaba segura que al siguiente aprendería muchas más...
-¿Tambien se puede hacer eso?- preguntó a nadie en particular.
Agarró la cara de Noel entre sus manos tan fuerte que obligó al chico a poner labios de pez e inspeccionó de cerca el lugar donde había estado el corte. No había nada, ni marcas, ni cicatrices... apenas restos de sangre.
-Es impresionante...- susurró, sin percatarse de lo cerca que tenía la cara de la del chico. Lo soltó sin decir palabra y se giró hacia el lagarto que se marchaba. Frunció el ceño, se llevaba el libro... << Mañana se lo pediré...>> Ya no era cosa de luces bonitas, era algo serio... La magia podía curar heridas y quien sabe que más cosas podría hacer... y Mánia quería comprobar hasta el último hechizo de aquel libro...- Mañana otra vez- le dijo a Noel y bajó hasta el último piso.
Volvió a su sillón junto al horno que guardaba parte del calor a pesar de que ya hacía rato que lo habían apagado. Fue a añadir las garras a su tesoro, y antes de esconderlas le dio un pequeño lametazo a la sangre de Noel. No era mala sangre. Se hizo un ovillo entre las mantas, cubriéndose también con la sudadera de plumas negras y durmiéndose casi al instante. Había sido un día muy completo, había visto y aprendido muchas cosas y estaba segura que al siguiente aprendería muchas más...
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)
Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
06/12/11, 09:33 am
Para cuando decido dar por finalizada mi entrenamiento personal, pues la madera se encuentra inservible para ese entonces y para lo único que podríamos emplearlo sería para quemarlo por que más no, ya ha caido la noche en esta ciudad. Aún así no estoy contenta, pues aún no soy lo suficientemente fuerte como para hacerle frente a la mágia, no soy suficiente mente hábil para vencer a los monstruos, no soy suficientemente fuerte... Debo practicar más.
Para ese entonces ya se me había ocurrido una manera de entrenar contra la mágia. Y no, no pensaba ponerme en la linea de fuego de Giz y pedirle que me tire bolas de fuego. Uno porque aún no tiene la suficiente práctica para no achicharrarme viva, cosa que no me agradaría que me sucediese. Y dos, porque existían formas más seguras de hacer. ¿Cuales? Era bien simple y puede que gracias a su simplez fuese tan útil. Solo necesitaría un buen monton de piedras y a un ayudante. Pensaba ponerme en medio del patio o en esta habitación y pedirle a alguien que me tirase piedras para que yo pudiera esquivarlas. Así conseguiría mejorar mis reflejos y mi aglidad para esquivarlos cuando llegase el momento de hacerlo. Era una idea mágnifica, aunque este mal decirlo yo misma.
Además, no era en eso en lo único que pensé mientras entrenaba. Momentos antes encontré lo que después sabría que eran clavos y pensé que sería bueno de llevarlos encima. Serían muy útiles en una huida, tiras al suelo y el enemigo los pisa consiguiendose hacer daño en la palma de los pies haciendole retrasar y ganar tiempo. Así pues, los metí en una bolsita improvisada por mi misma y me lo puse al cinto.
Para cuando baje ya casi todos estaban dormidos o preparados para hacerlo. De modo que, utilicé ese momento para coger el libro y entrenar sin que nadie me mirase para lograr unicamente fracaso tras fracaso. Enfadada entré en la habitación que había nombrado mía y me dispuse a dormir. Mañana empezaría a entrenar y conseguiría ser mejor que la mágia, vaya que si.
Para ese entonces ya se me había ocurrido una manera de entrenar contra la mágia. Y no, no pensaba ponerme en la linea de fuego de Giz y pedirle que me tire bolas de fuego. Uno porque aún no tiene la suficiente práctica para no achicharrarme viva, cosa que no me agradaría que me sucediese. Y dos, porque existían formas más seguras de hacer. ¿Cuales? Era bien simple y puede que gracias a su simplez fuese tan útil. Solo necesitaría un buen monton de piedras y a un ayudante. Pensaba ponerme en medio del patio o en esta habitación y pedirle a alguien que me tirase piedras para que yo pudiera esquivarlas. Así conseguiría mejorar mis reflejos y mi aglidad para esquivarlos cuando llegase el momento de hacerlo. Era una idea mágnifica, aunque este mal decirlo yo misma.
Además, no era en eso en lo único que pensé mientras entrenaba. Momentos antes encontré lo que después sabría que eran clavos y pensé que sería bueno de llevarlos encima. Serían muy útiles en una huida, tiras al suelo y el enemigo los pisa consiguiendose hacer daño en la palma de los pies haciendole retrasar y ganar tiempo. Así pues, los metí en una bolsita improvisada por mi misma y me lo puse al cinto.
Para cuando baje ya casi todos estaban dormidos o preparados para hacerlo. De modo que, utilicé ese momento para coger el libro y entrenar sin que nadie me mirase para lograr unicamente fracaso tras fracaso. Enfadada entré en la habitación que había nombrado mía y me dispuse a dormir. Mañana empezaría a entrenar y conseguiría ser mejor que la mágia, vaya que si.
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
06/12/11, 05:24 pm
Los pies de Alicia se había mojado por las salpicaduras en el suelo del baño, y al pisar el suelo terroso del patio notó el barro pegarse a los dedos, pero no le importó. Mánia parecía haber ignorado la parte en la que Alicia había tratado de explicarle que no veían del mismo sitio, porque les preguntó al resto por su procedencia. Con un leve suspiro impaciente, les dejó el trabajo de contestarle a los demás y fue preparando una flecha en el arco. No podía practicar esgrima porque había sido incapaz de pedirle a nadie que pelease con ella, así que se estaba esforzando con el arco. Había cogido una madera pequeña para usarla de diana el día anterior, para asegurarse de la precisión de sus disparos y justo cuando aflojaba la presión de sus dedos en la cuerda, alegrándose del tacto de los guantes de cuero, escuchó algo que le hizo soltar el arco enseguida, y darse la vuelta para escuchar.
Giz hablaba del libro que había leído, uno bastante más interesante que el tomo de Rocavarancolia que ella había estado leyendo, y que desvelaba por fin el secreto de los cristales-linterna. El asombro de Alicia creció según escuchaba, y más al ver la llama surgir de la nada en los dedos de Giz. Cail y Noel probaron también sin ningún resultado.
Noel y Ethan comenzaron a explicarle unas cuantas cosas de la Tierra a Mánia, y Alicia incluso contribuyó alguna vez, pero en general ya había dado explicaciones suficientes para un largo tiempo. En la biblioteca tan solo le había faltado dibujarle un mapa a Cail, y ya hubiese sido una clase de Sociales en toda regla. Por eso se limitó a escuchar a Noel, que fue quien condujo la explicación. Mánia les habló de Libo, de su mundo. Como esperaba, había vivido entre la nobleza, y aquello explicaba su comportamiento. En algún momento se llamó a si misma andrógino. Antes de que Alicia pudiese reflexionar sobre sus palabras, propusieron ir por las bañeras. Encogiendose de hombros, fue a buscar un cuchillo largo. Se le daba mal cualquier arma, pero se sentía más segura manejando aquello que un arco.
La busca de la otra bañera, con Mánia y los lagartos al frente, se alargó porque la segunda bañera caía dentro de la Cicatriz de Arax. En la Cicatriz resultó que vivían unos desagradables gusanos gigantes que aparecieron al caer la comida. Alicia dio dos pasos atrás ante esa escena, y decidida más que nunca no caer, ni bajar a aquel sitio del demonio. Después de encontrar la bañera, en un barrio de escombros y casas en ruinas, regresaron, por una vez sin incidentes ni monstruos de los que huir a la carrera. «Raptan niños, te encuentras con bichos repugnantes como te descuides, y cuidan sus edificios que da asco. El regente de esta ciudad se cubrió de gloria, vamos» pensó cínica mientras caminaba de regreso.
A la vuelta Noel vuelve a relatar su excursión con el habitual buen humor de siempre. Alicia ya estaba tranquilizandose, lo notaba. Su estado de ánimo cada vez cambiaba con menos brusquedad. Se comportaba de manera natural y sonreía incluso un poco al hablarle a los demás. Aunque todavía se giraba la pulsera de madera algo distraída durante las conversaciones.
Después de comer subieron a practicar al último piso. Ahora entrenaban allí porque la vegetación del patio no dejaba mucho espacio. Alicia se sentó en una esquina de la habitación, (en vez de buscar un lugar solitario), con el libro de magia y unos pocos cristales cargados en la mano. Los primeros intentos fueron un fracaso, pero era porque se le trababan las palabras. Al poco, una llama chisporroteó en sus dedos, y luego se apagó como si la hubiesen soplado. Animada, Alicia usó un segundo puñado de cristales y creó otra llama, esta vez sin complicaciones, pero que se apagó antes que la otra. Ya no le quedaban cristales cargados, y se resignó a abandonar sus experimentos. Noel entonces luchaba con un palo pegando a Mánia. Fue lo primero que vio al alzar la vista, y al principio quedó un poco descolocada, pero enseguida comprendió que Mánia estaba entrenando, y de hecho no se la apañaba mal para parar los golpes, excepto uno que le acertó en la cabeza. Cuando su entrenamiento se vio interrumpido porque el palo de él se quedo atascado en las garras de metal de ella, Alicia se rió sin mala intención, ni burla, e incluso, le sonrió a ambos. Luego se incorporó y se puso con el arco.
Aquella noche durmió sin sueños de ninguna clase.
----
Por la mañana, muy temprano, se atrevió a coger la espada y lanzar estocadas al aire, a solas en la sala de entrenamiento. Probaba a imaginar un contrincante, sin mucho éxito. A pesar de lo absurdo de golpear el aire, le servía para descargar tensiones, y acostumbrarse a la espada (de hierro de verdad, no un palo como otras veces) en su mano.
Giz hablaba del libro que había leído, uno bastante más interesante que el tomo de Rocavarancolia que ella había estado leyendo, y que desvelaba por fin el secreto de los cristales-linterna. El asombro de Alicia creció según escuchaba, y más al ver la llama surgir de la nada en los dedos de Giz. Cail y Noel probaron también sin ningún resultado.
Noel y Ethan comenzaron a explicarle unas cuantas cosas de la Tierra a Mánia, y Alicia incluso contribuyó alguna vez, pero en general ya había dado explicaciones suficientes para un largo tiempo. En la biblioteca tan solo le había faltado dibujarle un mapa a Cail, y ya hubiese sido una clase de Sociales en toda regla. Por eso se limitó a escuchar a Noel, que fue quien condujo la explicación. Mánia les habló de Libo, de su mundo. Como esperaba, había vivido entre la nobleza, y aquello explicaba su comportamiento. En algún momento se llamó a si misma andrógino. Antes de que Alicia pudiese reflexionar sobre sus palabras, propusieron ir por las bañeras. Encogiendose de hombros, fue a buscar un cuchillo largo. Se le daba mal cualquier arma, pero se sentía más segura manejando aquello que un arco.
La busca de la otra bañera, con Mánia y los lagartos al frente, se alargó porque la segunda bañera caía dentro de la Cicatriz de Arax. En la Cicatriz resultó que vivían unos desagradables gusanos gigantes que aparecieron al caer la comida. Alicia dio dos pasos atrás ante esa escena, y decidida más que nunca no caer, ni bajar a aquel sitio del demonio. Después de encontrar la bañera, en un barrio de escombros y casas en ruinas, regresaron, por una vez sin incidentes ni monstruos de los que huir a la carrera. «Raptan niños, te encuentras con bichos repugnantes como te descuides, y cuidan sus edificios que da asco. El regente de esta ciudad se cubrió de gloria, vamos» pensó cínica mientras caminaba de regreso.
A la vuelta Noel vuelve a relatar su excursión con el habitual buen humor de siempre. Alicia ya estaba tranquilizandose, lo notaba. Su estado de ánimo cada vez cambiaba con menos brusquedad. Se comportaba de manera natural y sonreía incluso un poco al hablarle a los demás. Aunque todavía se giraba la pulsera de madera algo distraída durante las conversaciones.
Después de comer subieron a practicar al último piso. Ahora entrenaban allí porque la vegetación del patio no dejaba mucho espacio. Alicia se sentó en una esquina de la habitación, (en vez de buscar un lugar solitario), con el libro de magia y unos pocos cristales cargados en la mano. Los primeros intentos fueron un fracaso, pero era porque se le trababan las palabras. Al poco, una llama chisporroteó en sus dedos, y luego se apagó como si la hubiesen soplado. Animada, Alicia usó un segundo puñado de cristales y creó otra llama, esta vez sin complicaciones, pero que se apagó antes que la otra. Ya no le quedaban cristales cargados, y se resignó a abandonar sus experimentos. Noel entonces luchaba con un palo pegando a Mánia. Fue lo primero que vio al alzar la vista, y al principio quedó un poco descolocada, pero enseguida comprendió que Mánia estaba entrenando, y de hecho no se la apañaba mal para parar los golpes, excepto uno que le acertó en la cabeza. Cuando su entrenamiento se vio interrumpido porque el palo de él se quedo atascado en las garras de metal de ella, Alicia se rió sin mala intención, ni burla, e incluso, le sonrió a ambos. Luego se incorporó y se puso con el arco.
Aquella noche durmió sin sueños de ninguna clase.
----
Por la mañana, muy temprano, se atrevió a coger la espada y lanzar estocadas al aire, a solas en la sala de entrenamiento. Probaba a imaginar un contrincante, sin mucho éxito. A pesar de lo absurdo de golpear el aire, le servía para descargar tensiones, y acostumbrarse a la espada (de hierro de verdad, no un palo como otras veces) en su mano.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
06/12/11, 05:58 pm
Asombrado noto como Giz realiza el hechizo que estaba practicando sobre mi mejilla. Al principio lanzo una breve exclamación porque el dolor se intensificó, pero poco a poco fue desapareciendo. Cuando termina, Giz parece encantado, me llevo la mano limpia a la cara y no noto nada. Ni sangre, ni rastro de los arañazos.
-Es increíble, Giz, muchas gracias... -comienzo a decir.
Pero entonces Mánia, sin previo aviso, me coge de la cara con brusquedad para inspeccionar el lugar donde tenía la herida, igualmente fascinada por la eficacia del hechizo. Intento quejarme pero me está aplastando los labios y no se me entiende nada. << Si dejase de actuar de esta manera sería mejor para mis nervios.>> Por fin me suelta sin decirme una sola palabra ni hacer caso de mi ceño fruncido. Se dirige a la puerta para irse y lo único que dice es que mañana quiere volver a entrenar conmigo, con su habitual brevedad y sequedad. ¿Qué habría hecho yo para que las mujeres me tratasen así? Bueno, aún no tenía claro del todo si Mánia se podía considerar como una mujer o qué, pero como lo parecía en todos los aspectos decidí que pensaría en ella como tal. Excepto Cai, con la cual me llevaba bien desde el principio, una me gritaba, otra me daba órdenes y otra ni siquiera me hablaba.... Alicia. Hasta hace un momento estaba aquí, en una esquina. Parecía haber recuperado un poco la confianza con nosotros, aunque seguía sin hablarme directamente, y le había visto de reojo realizar un hechizo. Así que ella y Giz podían hacer magia pero los demás de momento no habíamos logrado nada y a todos nos frustraba sobremanera por lo que se podía adivinar en nuestras reacciones. Me estaba vovliendo a desanimar al pensar en el tema por lo que decidí centrarme en lo esencial. Yo había decidido hablar con Alicia hoy, pero aún no había tenido ocasión y con todo el revuelo del entrenamiento y mi herida se me habían pasado bastante las ganas. Tampoco sabía a donde había ido ahora. Decidí dejarlo para el día siguiente. Fui a lavarme las manos y la cara de la sangre que se me había quedado ya casi reseca y me cambié de ropa. Ethan ya había preparado la comida así que le acompañé mientras algunos cenábamos algo. Nada más terminar subí al segundo piso, me acosté en la cama que había elegido y, debido al cansancio acumulado, no tardé en conciliar el sueño.
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Me levanté bastante temprano, aunque vi que ya había quien estaba despierto, como por ejemplo Alicia. Bajé a la cocina y comí un breve desayuno de la comida que nos había sobrado del día anterior. Salí al patio con cautela y comprobé que Giz aún seguía durmiendo. Sonreí y volví a entrar, no quería despertarlo. Bostezante y estirándome subí a la habitación de nuevo y pensé en que hacer. Entonces escuché ruido en la sala de entrenamiento. ¿Estaría ahí Caillech? Ella entrenaba mucho, más que el resto probablemente... Además también quería echarle un vistazo a aquel libro que había traído. Subí las escaleras hasta el último piso despacio porque todavía había gente durmiendo.
-¡Buenos días! -dije al entrar sin ver quien estaba allí.
La persona que estaba allí entrenando se giró al escucharme. Alicia, ni más ni menos. Durante un instante nos vimos sometidos a un silencio incómodo. Me llevé la mano al pelo en un gesto nervioso. Bueno, ya había decidido ayer que hablaría con ella, no podía echarme atrás.
-Esto... Hola, Alicia -empecé con torpeza-. Mira... sé que me has estado evitando por lo del otro día, la última noche que pasamos en Maciel. Y yo al principio también lo hacía. Pero creo que deberíamos arreglar este asunto -en cuanto empecé a hablar lo hice seguido y con más confianza. Por mi parte no te tienes que preocupar, en serio. Yo sé que debes estar avergonzada por lo que pasó, pero te aseguro que no tienes por qué. Si necesitas hablar de algo... bueno, yo no creo que sea el más indicado, pero puedo escucharte si lo necesitas... O algo.
Cuando termino la miro brevemente a los ojos y después miro hacia el suelo con timidez esperando su respuesta. No se me daban nada bien estas cosas.
-Es increíble, Giz, muchas gracias... -comienzo a decir.
Pero entonces Mánia, sin previo aviso, me coge de la cara con brusquedad para inspeccionar el lugar donde tenía la herida, igualmente fascinada por la eficacia del hechizo. Intento quejarme pero me está aplastando los labios y no se me entiende nada. << Si dejase de actuar de esta manera sería mejor para mis nervios.>> Por fin me suelta sin decirme una sola palabra ni hacer caso de mi ceño fruncido. Se dirige a la puerta para irse y lo único que dice es que mañana quiere volver a entrenar conmigo, con su habitual brevedad y sequedad. ¿Qué habría hecho yo para que las mujeres me tratasen así? Bueno, aún no tenía claro del todo si Mánia se podía considerar como una mujer o qué, pero como lo parecía en todos los aspectos decidí que pensaría en ella como tal. Excepto Cai, con la cual me llevaba bien desde el principio, una me gritaba, otra me daba órdenes y otra ni siquiera me hablaba.... Alicia. Hasta hace un momento estaba aquí, en una esquina. Parecía haber recuperado un poco la confianza con nosotros, aunque seguía sin hablarme directamente, y le había visto de reojo realizar un hechizo. Así que ella y Giz podían hacer magia pero los demás de momento no habíamos logrado nada y a todos nos frustraba sobremanera por lo que se podía adivinar en nuestras reacciones. Me estaba vovliendo a desanimar al pensar en el tema por lo que decidí centrarme en lo esencial. Yo había decidido hablar con Alicia hoy, pero aún no había tenido ocasión y con todo el revuelo del entrenamiento y mi herida se me habían pasado bastante las ganas. Tampoco sabía a donde había ido ahora. Decidí dejarlo para el día siguiente. Fui a lavarme las manos y la cara de la sangre que se me había quedado ya casi reseca y me cambié de ropa. Ethan ya había preparado la comida así que le acompañé mientras algunos cenábamos algo. Nada más terminar subí al segundo piso, me acosté en la cama que había elegido y, debido al cansancio acumulado, no tardé en conciliar el sueño.
----------
Me levanté bastante temprano, aunque vi que ya había quien estaba despierto, como por ejemplo Alicia. Bajé a la cocina y comí un breve desayuno de la comida que nos había sobrado del día anterior. Salí al patio con cautela y comprobé que Giz aún seguía durmiendo. Sonreí y volví a entrar, no quería despertarlo. Bostezante y estirándome subí a la habitación de nuevo y pensé en que hacer. Entonces escuché ruido en la sala de entrenamiento. ¿Estaría ahí Caillech? Ella entrenaba mucho, más que el resto probablemente... Además también quería echarle un vistazo a aquel libro que había traído. Subí las escaleras hasta el último piso despacio porque todavía había gente durmiendo.
-¡Buenos días! -dije al entrar sin ver quien estaba allí.
La persona que estaba allí entrenando se giró al escucharme. Alicia, ni más ni menos. Durante un instante nos vimos sometidos a un silencio incómodo. Me llevé la mano al pelo en un gesto nervioso. Bueno, ya había decidido ayer que hablaría con ella, no podía echarme atrás.
-Esto... Hola, Alicia -empecé con torpeza-. Mira... sé que me has estado evitando por lo del otro día, la última noche que pasamos en Maciel. Y yo al principio también lo hacía. Pero creo que deberíamos arreglar este asunto -en cuanto empecé a hablar lo hice seguido y con más confianza. Por mi parte no te tienes que preocupar, en serio. Yo sé que debes estar avergonzada por lo que pasó, pero te aseguro que no tienes por qué. Si necesitas hablar de algo... bueno, yo no creo que sea el más indicado, pero puedo escucharte si lo necesitas... O algo.
Cuando termino la miro brevemente a los ojos y después miro hacia el suelo con timidez esperando su respuesta. No se me daban nada bien estas cosas.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
06/12/11, 10:18 pm
Alicia estaba practicando cuando escuchó una voz saludar. Se envaró al darse cuenta de que era Noel, y de que estaban a solas. Pero relajó su postura un poco, aunque no supo muy bien que decir. Tras unos segundos de silencio incomodo, Noel comenzó a hablar. Alicia no habia esperado una reacción tan directa, y mientras las mejillas y las orejas se le enrojecían, hizo una especie de gemido atragantado. la espada se resbaló un poco de la mano con la sorpresa, pero no llegó a soltarla; solo colgaba ligeramente de su brazo.
- Yo... no...- ¿pero que vas a negar Alicia?- estaba, estoy regular de los nervios desde que llegue aqui. yo nunca, jamás...- te estás justificando, patético pensó, pero pronto habló con más seriedad- Yo no había llorado desde que era una niña, y desde luego, tirarme encima de un desconocido a mojarle el hombro con las lágrimas.... lo siento, de verás. Simplemente prefería evitar el tema. No es cuestión de vergüenza... no en parte, es que soy así. Y, eso, disculpa- apretó un poco los labios en su última disculpa.- y olvidemoslo para siempre, por favor.
intentó mostrarle una sonrisa amistosa. Quiso decir algo que le quitara la tensión al momento, pero no tenía nada con que dar conversación al chico, y se limitó a proponer.
- ¿quieres prácticar esgrima conmigo? llevaba mucho sin oponente
- Yo... no...- ¿pero que vas a negar Alicia?- estaba, estoy regular de los nervios desde que llegue aqui. yo nunca, jamás...- te estás justificando, patético pensó, pero pronto habló con más seriedad- Yo no había llorado desde que era una niña, y desde luego, tirarme encima de un desconocido a mojarle el hombro con las lágrimas.... lo siento, de verás. Simplemente prefería evitar el tema. No es cuestión de vergüenza... no en parte, es que soy así. Y, eso, disculpa- apretó un poco los labios en su última disculpa.- y olvidemoslo para siempre, por favor.
intentó mostrarle una sonrisa amistosa. Quiso decir algo que le quitara la tensión al momento, pero no tenía nada con que dar conversación al chico, y se limitó a proponer.
- ¿quieres prácticar esgrima conmigo? llevaba mucho sin oponente
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
06/12/11, 10:48 pm
La reacción de Alicia fue más o menos la que esperaba, cada vez me daba más cuenta de que no era una persona que se abriese a los demás. En absoluto, además.
-No te preocupes, fue un mal momento y ya está... Todos estábamos bastante alterados, a parte -bien, no tanto como ella, pensé, pero cada uno es cada uno-. No preguntaré más si no quieres hablar de ello. Asunto olvidado -le sonrío a la vez que ella hace lo mismo.
No me gustaba inmiscuírme en la vida de los demás, aunque no podía negar que sentía cierta curiosidad como me sucedía con casi todo. Finalmente me propone practicar con ella. No entraba mucho en mis planes ponerme ahora a practicar, además probablemente Mánia me lo pediría luego, o eso dijo ayer, pero acabábamos de "reconciliarnos" así que acepté.
-De acuerdo -cogí mi espada de madera e hice una reverencia-. Cuando quieras.
Comenzamos a combatir, yo con mi habitual torpeza. Estaba claro que a ella se le daba un poco mejor que a mí, o eso creía. No sabía si yo estaba mejorando algo o lo hacía tan mal como la primera vez, pero eso no iba a impedir que siguera entrenándome. Al igual que no impediría que no pudiese hacer magia. Esta noche lo volvería a intentar, decidí mientras esquivaba un ataque directo. El pensamiento me dio la energía que me faltaba por estar recién levantado y mis golpes se volvieron un poco más enérgicos.
-No te preocupes, fue un mal momento y ya está... Todos estábamos bastante alterados, a parte -bien, no tanto como ella, pensé, pero cada uno es cada uno-. No preguntaré más si no quieres hablar de ello. Asunto olvidado -le sonrío a la vez que ella hace lo mismo.
No me gustaba inmiscuírme en la vida de los demás, aunque no podía negar que sentía cierta curiosidad como me sucedía con casi todo. Finalmente me propone practicar con ella. No entraba mucho en mis planes ponerme ahora a practicar, además probablemente Mánia me lo pediría luego, o eso dijo ayer, pero acabábamos de "reconciliarnos" así que acepté.
-De acuerdo -cogí mi espada de madera e hice una reverencia-. Cuando quieras.
Comenzamos a combatir, yo con mi habitual torpeza. Estaba claro que a ella se le daba un poco mejor que a mí, o eso creía. No sabía si yo estaba mejorando algo o lo hacía tan mal como la primera vez, pero eso no iba a impedir que siguera entrenándome. Al igual que no impediría que no pudiese hacer magia. Esta noche lo volvería a intentar, decidí mientras esquivaba un ataque directo. El pensamiento me dio la energía que me faltaba por estar recién levantado y mis golpes se volvieron un poco más enérgicos.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
06/12/11, 11:08 pm
El entrenamiento con Noel no se parecía mucho a practicar con Vlad. y Alicia no se dejó llevar demasiado, porque con Giz había tenido la sensación de que sus golpes no le iban a hacer daño, y con Vlad, la certeza de que no iba a acertar ninguno.
Sudó igualmente, y cuando terminó jadeaba un poco.
- Me voy abajo a desayunar. Puedes venir, si quieres charlar. Aunque supongo que ya has adivinado que no voy a "abrir mi corazón" y a contarte con pelos y señales mi vida, creo que podré hacer un esfuerzo y decir alguna cosa. Vivimos todos juntos, en algún momento, tendremos que empezar a conocernos.
Quien sabe, quizás hasta a llamarnos amigos.
Sudó igualmente, y cuando terminó jadeaba un poco.
- Me voy abajo a desayunar. Puedes venir, si quieres charlar. Aunque supongo que ya has adivinado que no voy a "abrir mi corazón" y a contarte con pelos y señales mi vida, creo que podré hacer un esfuerzo y decir alguna cosa. Vivimos todos juntos, en algún momento, tendremos que empezar a conocernos.
Quien sabe, quizás hasta a llamarnos amigos.
-
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
07/12/11, 10:17 am
Otro de mis sueños. Otro sueño igual y distinto que todas las anteriores, os dire por que, había mágia. En él, después de ser desterrada, otra vez, que Sezk me hiciera la propuesta de unirme a los Ranta, nuevamente, y me encontrase con los demás personas que se encuentran en este extraño mundo junto a mi, aparecía Sezk y, aunque al principio empieza a utilizar las armas con las cuales demuestro cierta ventaja sobre él (parece que incluso podría vencerlo de un momento a otro), derrepente hace alarde de su magia. Estaba indefensa, ni sabía mágia ni había entrenado para esquivarlos ni había conseguido ningún arma mágica que sirviese a ese propósito. Me veía intentando apartarme de la traiectoria de las bolas de fuego, me veía intentando apartar de su traiectoria la bola con mi espada, la cual se derritía en mis manos dejandome más indefensa aún, pues mis otras armas no dudan en seguir su mismo camino al de poco rato. Las bolas me pasaban a milimetros de distancia, más de una vez habían impactado en mi esas bolas de fuego, aunque el dolor había sido mínimo, pero este último... No había sido capaz de apartarme a tiempo por culpa de una duna que tenía justo detras impidiendome retroceder y el fuego había impactado en el centro de mi ser. Pronto todo mi mundo fue fuego, calor y un dolor indescriptible mientras oía la risa del Ranta en algún lugar que no alcanzaba a ver.
- Y pensar que nada de esto hubiese pasado si me hubieses aceptado... - si cara apareció en mi campo de visión eclipsando todo lo que no fuera él - No eres rival para la magia, no eres rival para nadie, no eres rival para el desierto... Muere con dolor desterrada Mirie Kitade...
Desperté sobresaltada, jadeante y con un grito en mi lengua bífida. Aún sentía el dolor y la impotencia, y os puedo asegurar que ninguno de ellos es agradable de esperimentar.
Salí de mi habitación hacia abajo para pedirle a alguien que me ayudase en mi particular entrenamiento, aquel que debía utilizar piedras que yo debería de esquivar. Hoy era un buen día para eso después de haber tenido ese sueño, estaba motivada. Al pasar por la cocina me encontré a Noel y Alicia charlando, a lo que únicamente pensé, estarán en época de apareamiento. Si, soy rara para tener esos pensamientos, pero no se me puede pedir mucho después de tener un mal sueño como ese.
Nada más salir encuentro a uno de los humanos cuidado del jardín y del huerto, regandolos con agua y quitandoles las malas hierbas, tal y como me explicó cuando le pregunté que qué había. Supuse que podría hacer un descanso para ayudarme. Recogí unas cuantas piedras de las grander y se las puse en las manos mientras me alejaba un poco para tener tiempo para maniobrarme y prepararme.
- Empieza, humano, estoy preparada - le dije haciendole un gesto para que procediera.
Solo fue hacerlo y ya tenía unas cuantas piedras volando hacia mi. Así empezó una sucesión de golpes y pequeñas victorias. Puede que alguien más hubiese estado viendo mi peculiar entrenamiento, pero de tal concentrada que estaba para no recibir más golpes que no sabría decirte. Lo que puedo deciros como terminó el entrenamiento. Había conseguido esquivar los últimos tres proyectiles que iban dirijidos a mi, uno de ellos gracias a mi cola, y puede que se me subiese un poco ese hecho, un hecho que os juro que pagué. Y es que, tan contenta había estado por eso que había perdido de vista la cuarta piedra que iba en mi dirección. Para cuando de mi cuenta ya era tarde para hacer nada, me había dado en la cabeza haciendome tropezar y caer al suelo.
No me faltaba nada más. Primero había sido la cola y la espalda, las cuales seguían molestando, y ahora era esto. En definitiva, la suerte no estaba de mi parte, eso seguro.
Vi aparecer la cara de Ethan, el cual parecía muy preocupado por lo ocurrido, preguntandome que qué tal me encontraba.
- Tranquilo estoy bien - digo mientras intento levantarme ayudandome con una mano pues la otra está sobre la herida, a lo que el cuerpo responde con un mareo que me quita las ideas de volver a intentarlo hasta que pase un poco esa sensación. Ethan me sigue mirando con la misma cara preocupada y culpable - De verdad que estoy bien, aunque mejor hubiese estado si no hubiese estado distraida. Todo esto es mi culpa, humano, no la tuya. Yo fui la quien ideó esto, la que te puso al cargo y la que hizo esa estupidez de mirar a las musarañas mientras entrenábamos. Ni se te ocurra pensar lo...- un mareo, maldita fuera - lo contrario, ¿estamos, Ethan?
- Y pensar que nada de esto hubiese pasado si me hubieses aceptado... - si cara apareció en mi campo de visión eclipsando todo lo que no fuera él - No eres rival para la magia, no eres rival para nadie, no eres rival para el desierto... Muere con dolor desterrada Mirie Kitade...
Desperté sobresaltada, jadeante y con un grito en mi lengua bífida. Aún sentía el dolor y la impotencia, y os puedo asegurar que ninguno de ellos es agradable de esperimentar.
Salí de mi habitación hacia abajo para pedirle a alguien que me ayudase en mi particular entrenamiento, aquel que debía utilizar piedras que yo debería de esquivar. Hoy era un buen día para eso después de haber tenido ese sueño, estaba motivada. Al pasar por la cocina me encontré a Noel y Alicia charlando, a lo que únicamente pensé, estarán en época de apareamiento. Si, soy rara para tener esos pensamientos, pero no se me puede pedir mucho después de tener un mal sueño como ese.
Nada más salir encuentro a uno de los humanos cuidado del jardín y del huerto, regandolos con agua y quitandoles las malas hierbas, tal y como me explicó cuando le pregunté que qué había. Supuse que podría hacer un descanso para ayudarme. Recogí unas cuantas piedras de las grander y se las puse en las manos mientras me alejaba un poco para tener tiempo para maniobrarme y prepararme.
- Empieza, humano, estoy preparada - le dije haciendole un gesto para que procediera.
Solo fue hacerlo y ya tenía unas cuantas piedras volando hacia mi. Así empezó una sucesión de golpes y pequeñas victorias. Puede que alguien más hubiese estado viendo mi peculiar entrenamiento, pero de tal concentrada que estaba para no recibir más golpes que no sabría decirte. Lo que puedo deciros como terminó el entrenamiento. Había conseguido esquivar los últimos tres proyectiles que iban dirijidos a mi, uno de ellos gracias a mi cola, y puede que se me subiese un poco ese hecho, un hecho que os juro que pagué. Y es que, tan contenta había estado por eso que había perdido de vista la cuarta piedra que iba en mi dirección. Para cuando de mi cuenta ya era tarde para hacer nada, me había dado en la cabeza haciendome tropezar y caer al suelo.
No me faltaba nada más. Primero había sido la cola y la espalda, las cuales seguían molestando, y ahora era esto. En definitiva, la suerte no estaba de mi parte, eso seguro.
Vi aparecer la cara de Ethan, el cual parecía muy preocupado por lo ocurrido, preguntandome que qué tal me encontraba.
- Tranquilo estoy bien - digo mientras intento levantarme ayudandome con una mano pues la otra está sobre la herida, a lo que el cuerpo responde con un mareo que me quita las ideas de volver a intentarlo hasta que pase un poco esa sensación. Ethan me sigue mirando con la misma cara preocupada y culpable - De verdad que estoy bien, aunque mejor hubiese estado si no hubiese estado distraida. Todo esto es mi culpa, humano, no la tuya. Yo fui la quien ideó esto, la que te puso al cargo y la que hizo esa estupidez de mirar a las musarañas mientras entrenábamos. Ni se te ocurra pensar lo...- un mareo, maldita fuera - lo contrario, ¿estamos, Ethan?
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 12:12 am
Mánia se levantó demasiado tarde. Se había perdido el desayuno y seguramente el almuerzo tambien. Se estiró saliendo de su cuevita de plumas y mantas y saltó al frío suelo haciendo crujir sus huesos. Tenía hambre, así que buscó algo de comer, un poco de una fruta jugosa y dulce y cuando acabó se había pringado de tal forma que tuvo que cambiarse de ropa. Subió a una de las plantas superiores, a la habitación donde encontró el baul la primera vez, y buscó ropa limpia. Encontró un blusón ''largo'' y se lo puso dejando el jersey tirado por el suelo, sin caer en la cuenta de que debía lavarlo para poder ponérselo de nuevo.
Una vez ''vestida'' y desayunada, sacó sus garritas de su escondite y buscó a Noel para entrenar de nuevo con él. Dio con él, pero ya estaba entrenando con algien... con la chica de campo << Espera, si no es de Libo tal vez no sea de campo...>> Como fuera, estaba entrenando con Noel... Bufó y soltó un zarpazo contra el marco de una muerta, dejando una marca y se dispuso a bajarde nuevo cuando... El lagarto había dejado su libro de magia allí, a disposición de todo el mundo << Perfecto>> pensó con una sonrisa. Cogió el libro y echó a correr a su refugio, a ocultarse entre las mantas para poder leer tranquila.
Al principio fue pasando las hojas a toda velocidad pero poco a poco se fue parando en los hechizos que más le llamaban la atencion. Llegó a uno de levitación... y según iba leyendo su emoción iba en aumento. Leyó con cuidado las instrucciones... Ahora que nadie podía verla fracasar, se sentía con más confianza. Nadie podría echarle en cara sus errores si no los veían... ¿verdad? Con algo de nerviosismo pronunció el hechizo, sosteniendo entre sus manos la calavera roja que había sido regalo de Madre, pero nada ocurrió. Bufó, y volvió a repasar los pasos más detenidamente. Recordó al leerlo de nuevo que el lagarto había usado una fuente de energía... los cristales brillantes. Ella no tenía mas que un cristal en ese momento, pero guardaba aun los colgantes de gemas que había encontrado en la armería, brillaban al tocarlas, así que Mánia dedujo que serían como los cristales. Se colgó un medallón del cuello y repitió el hechizo. En un principio, la calavera tembló entre los dedos de Mánia, y poco a poco empezó a elevarse en el aire hasta alcanzar la altura de sus ojos violetas.
-¡¡Estoy haciendo magia!!!- gritó la andrógina fuera de sí, de forma que su concentración se rompió y la calavera cayó en su regazo, pero no le importó, echó a correr con el libro en brazos, resbalando por culpa de sus calcetines y casi cayéndose en un par de ocasiones- ¡Puedo hacer magia! Puedo hacer mágia! -siguió gritando con los ojos brillosos y una sonrisa casi dolorosa en los labios
Una vez ''vestida'' y desayunada, sacó sus garritas de su escondite y buscó a Noel para entrenar de nuevo con él. Dio con él, pero ya estaba entrenando con algien... con la chica de campo << Espera, si no es de Libo tal vez no sea de campo...>> Como fuera, estaba entrenando con Noel... Bufó y soltó un zarpazo contra el marco de una muerta, dejando una marca y se dispuso a bajarde nuevo cuando... El lagarto había dejado su libro de magia allí, a disposición de todo el mundo << Perfecto>> pensó con una sonrisa. Cogió el libro y echó a correr a su refugio, a ocultarse entre las mantas para poder leer tranquila.
Al principio fue pasando las hojas a toda velocidad pero poco a poco se fue parando en los hechizos que más le llamaban la atencion. Llegó a uno de levitación... y según iba leyendo su emoción iba en aumento. Leyó con cuidado las instrucciones... Ahora que nadie podía verla fracasar, se sentía con más confianza. Nadie podría echarle en cara sus errores si no los veían... ¿verdad? Con algo de nerviosismo pronunció el hechizo, sosteniendo entre sus manos la calavera roja que había sido regalo de Madre, pero nada ocurrió. Bufó, y volvió a repasar los pasos más detenidamente. Recordó al leerlo de nuevo que el lagarto había usado una fuente de energía... los cristales brillantes. Ella no tenía mas que un cristal en ese momento, pero guardaba aun los colgantes de gemas que había encontrado en la armería, brillaban al tocarlas, así que Mánia dedujo que serían como los cristales. Se colgó un medallón del cuello y repitió el hechizo. En un principio, la calavera tembló entre los dedos de Mánia, y poco a poco empezó a elevarse en el aire hasta alcanzar la altura de sus ojos violetas.
-¡¡Estoy haciendo magia!!!- gritó la andrógina fuera de sí, de forma que su concentración se rompió y la calavera cayó en su regazo, pero no le importó, echó a correr con el libro en brazos, resbalando por culpa de sus calcetines y casi cayéndose en un par de ocasiones- ¡Puedo hacer magia! Puedo hacer mágia! -siguió gritando con los ojos brillosos y una sonrisa casi dolorosa en los labios
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 01:38 am
Me levanto consciente de que es más tarde que temprano y no por instinto propio, sino por el ruido de piedras golpeando el suelo. Ayer apenas había hecho aparecer una llama durante unos segundos y curado dos heridas, pero, junto con la carrera que me había pegado yendo a por la comida, acabé molido. Me incorporo y descubro al chico callado cuyo nombre todavía desconozco lanzando piedras a Cai. Y por lo visto, ella parece estar de acuerdo en lo de que la lapiden. << ¿Están entrenando? >> Si es así, me parece un entrenamiento un poco bestia, pero no soy quien para decir nada. Al principio, la lagarta recibe alguna pedrada, pero pronto entra en una suerte de racha y esquiva varias de ellas. Esto parece darle confianza, pero pronto un cantazo en la cabeza se la quita. Me acerco hacia ella lo más rápido que puedo, teniendo en cuenta mi atontamiento matutino, y la reprendo con la mirada.
-¿Estás loca? ¡No puedes andar pidiéndole a la gente que te tire piedras!- le espeto antes de echarle un vistazo a la cabeza de la Asreniana como si nada-. No veo ninguna herida...-le informo en tono apático. Me molesta que Cai actúe así... y me molesta aún más no estar seguro sobre si los hechizos que aprendí ayer curaban el dolor si no hay herida. El enfado me impide recordar con claridad y eso me frustra. Resoplo-. Trae la cabeza, anda-doblo las rodillas para ponerme a su altura, acerco mi mano a la zona donde Cail había sido golpeada por la piedra y pronuncio el hechizo. Vuelvo a sentir ese ligero cosquilleo en la mano, lo que quiere decir que lo he efectuado con éxito, pero no me paro a comprobar si funciona con las contusiones de Caillech y me dirijo al interior sin decir palabra.
Lo primero que hace mi cuerpo casi instintivamente es acercarse al aparato que da calor, cerca de donde duerme Mánia. Una vez tengo el cuerpo a punto, camino hacia la cocina para robar algo de comer. Hoy sí que tengo hambre y no podría conformarme con unas cucarachas mal cogidas. Pesco unas piezas de fruta y me las como casi sin saborearlas para subir arriba. Al entrar en la sala de entrenamientos, escucho a Mánia gritar de alegría y veo que algo se sostiene en el aire.
-¡Increíble!-le digo a Mánia con visible alegría, olvidándome de saludar a los que entrenan al fondo-. ¡Tú también puedes hacer magia!-mi enfado por lo de Cai desaparece casi de repente. Esto me alegra y me alivia a partes iguales, porque la responsabilidad del posible uso de los hechizos se reparte y no recae solo sobre mí-. Felicidades-le digo sonriente antes de sentarme a su lado y extender los cristales descargados por el suelo.
Me clavo una uña en la palma de mi mano derecha y dejo caer la sangre sobre los cristales. Cuando todos están irradiando luz por la carga, repito el hechizo para curarme la mano. Es el que mejor me he aprendido y me alegro de que sea así. Aunque hoy tenía pensado hacer que mi poncho irradiara calor, o al menos intentarlo, y repetir el de las llamas hasta conseguir estabilizarla y que no desaparezca sin más.
-¿Estás loca? ¡No puedes andar pidiéndole a la gente que te tire piedras!- le espeto antes de echarle un vistazo a la cabeza de la Asreniana como si nada-. No veo ninguna herida...-le informo en tono apático. Me molesta que Cai actúe así... y me molesta aún más no estar seguro sobre si los hechizos que aprendí ayer curaban el dolor si no hay herida. El enfado me impide recordar con claridad y eso me frustra. Resoplo-. Trae la cabeza, anda-doblo las rodillas para ponerme a su altura, acerco mi mano a la zona donde Cail había sido golpeada por la piedra y pronuncio el hechizo. Vuelvo a sentir ese ligero cosquilleo en la mano, lo que quiere decir que lo he efectuado con éxito, pero no me paro a comprobar si funciona con las contusiones de Caillech y me dirijo al interior sin decir palabra.
Lo primero que hace mi cuerpo casi instintivamente es acercarse al aparato que da calor, cerca de donde duerme Mánia. Una vez tengo el cuerpo a punto, camino hacia la cocina para robar algo de comer. Hoy sí que tengo hambre y no podría conformarme con unas cucarachas mal cogidas. Pesco unas piezas de fruta y me las como casi sin saborearlas para subir arriba. Al entrar en la sala de entrenamientos, escucho a Mánia gritar de alegría y veo que algo se sostiene en el aire.
-¡Increíble!-le digo a Mánia con visible alegría, olvidándome de saludar a los que entrenan al fondo-. ¡Tú también puedes hacer magia!-mi enfado por lo de Cai desaparece casi de repente. Esto me alegra y me alivia a partes iguales, porque la responsabilidad del posible uso de los hechizos se reparte y no recae solo sobre mí-. Felicidades-le digo sonriente antes de sentarme a su lado y extender los cristales descargados por el suelo.
Me clavo una uña en la palma de mi mano derecha y dejo caer la sangre sobre los cristales. Cuando todos están irradiando luz por la carga, repito el hechizo para curarme la mano. Es el que mejor me he aprendido y me alegro de que sea así. Aunque hoy tenía pensado hacer que mi poncho irradiara calor, o al menos intentarlo, y repetir el de las llamas hasta conseguir estabilizarla y que no desaparezca sin más.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Caillech
Ficha de cosechado
Nombre: Dama Gula, antes conocida como Caillech (Cail o Cai)
Especie:
Habilidades: Conocimiento de técnicas de supervivencia, olfato muy fino y agilidad (cosas indispensables para una nómada)Personajes : Caillech: Suele tener mal caracter y un humor peor, normalmente a causa del hambre que la irrita. Es muy impulsiba y a veces se deja de llevar por sus impulsos sin pensar. Aun así si consigues su amistad la tendrás para siempre, cosa que pocos son los afortunados que logran.
Alexandra: es una buena amiga, siempre que puedas tratar con su gran pereza y su extraña fascinación hacia la sangre.
Re: Torreón Letargo (Archivo II)
08/12/11, 01:18 pm
Y allí estaba Giz. El Asreniano que mejor corazón tenía y que se encontrara aqui, si tenemos en cuenta que los otros dos que nos encontramos en esta ciudad somos Sezk, un demente Ranta, y yo, una Mirie Kitade que poco le queda de ello, no es dificil de comprender por qué. Al principio me mira sorprendido, no entendiendo por qué le he permitido al humano que me lanzase pierdras, y no de las pequeñas además. Pero él no lo entiende, nunca lo entendirá mis ansias de sobrevivir, mis ganas de ser capaz de seguir adelante, mi incapacidad para afrontar un rechazo. Él jamás ha vivido eso y no puede entender lo que me mueve a hacer tal cosa.
Aún así, se acerca a mi y tras hecharme una bronca que no me afecta en lo más mínimo en el estado que me encuentro en esos momentos. Hasta llego a ver dos Giz en un momento, el momento en el que se acerca a mi a curarme, antes de parpadear repetidas veces para volver a ver a un único Asreniano que pretendía curarme utilizando la mágia, una magia que no quiere tener nada conmigo.
- No... aleja la mágia de mi... No... - pero lo digo tan bajo que no soy capaz ni yo de entenderme y mucho menos él, quien practica un hechizo de sanación en mi. Al instante empiezo a sentir una extraño picor en la cabeza que aleja ese estraño sentimiento de mareo. Pronto me vuelvo a sentir yo misma. La Caillech dispuesta a hacer lo que sea para vencer a la mágia o hacerle ver que yo valgo la pena.
Giz sigue enfadado conmigo, pues cree que es una estupidez lo que acababa de hacer. Y, no se porque, pero entro detras de él con la clara intención de explicarme ante él.
- Giz, espera - le digo detras de él - No es lo que parecía, era solo un entrenamiento para ampliar mis reflejos y mi agilidad para esquivar los ataques mágicos o prollectiles lejanos. Aunque puede que tengas razón en eso de que es peligroso, pensaré en utilizar algo que dañe men... - entonces oigo a Mánia gritar de pura felicidad y siento como se me cae el mundo encima. No puedo creerlo. Aprieto los dientes fuertemente y cierro los puños enfadada. Ella tambien es capaz de hacer magia y yo no.
Salgo corriendo a la habitación de los entrenamientos y empiezo a darle golpes al primer intrumento que encuentro, otro cilindro de madera.
- ¿Por qué? ¿Por qué? - eso era lo único que se oía entre golpe y golpe en aquella habitación. - ¿Que hecho yo para merecer todo esto?
Aún así, se acerca a mi y tras hecharme una bronca que no me afecta en lo más mínimo en el estado que me encuentro en esos momentos. Hasta llego a ver dos Giz en un momento, el momento en el que se acerca a mi a curarme, antes de parpadear repetidas veces para volver a ver a un único Asreniano que pretendía curarme utilizando la mágia, una magia que no quiere tener nada conmigo.
- No... aleja la mágia de mi... No... - pero lo digo tan bajo que no soy capaz ni yo de entenderme y mucho menos él, quien practica un hechizo de sanación en mi. Al instante empiezo a sentir una extraño picor en la cabeza que aleja ese estraño sentimiento de mareo. Pronto me vuelvo a sentir yo misma. La Caillech dispuesta a hacer lo que sea para vencer a la mágia o hacerle ver que yo valgo la pena.
Giz sigue enfadado conmigo, pues cree que es una estupidez lo que acababa de hacer. Y, no se porque, pero entro detras de él con la clara intención de explicarme ante él.
- Giz, espera - le digo detras de él - No es lo que parecía, era solo un entrenamiento para ampliar mis reflejos y mi agilidad para esquivar los ataques mágicos o prollectiles lejanos. Aunque puede que tengas razón en eso de que es peligroso, pensaré en utilizar algo que dañe men... - entonces oigo a Mánia gritar de pura felicidad y siento como se me cae el mundo encima. No puedo creerlo. Aprieto los dientes fuertemente y cierro los puños enfadada. Ella tambien es capaz de hacer magia y yo no.
Salgo corriendo a la habitación de los entrenamientos y empiezo a darle golpes al primer intrumento que encuentro, otro cilindro de madera.
- ¿Por qué? ¿Por qué? - eso era lo único que se oía entre golpe y golpe en aquella habitación. - ¿Que hecho yo para merecer todo esto?
Al principio lloré,
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
pero tiempo después
el hambre y el dolor me hizo cambiar
teniendo que matar y de carne alimentar.
Si tu olor golpea mi nariz, siento tu carne
y así el hambre aflora.
No, nolo puedo evitar, no creas que esta mal
es que yo soy asi
pues el pasado he de olvidar
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