Torreón Sendar
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Rocavarancolia Rol
15 participantes
- Rocavarancolia Rol
Torreón Sendar
19/09/12, 10:54 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Ya antes de la Batalla de Rocavarancolia éste era uno de los mayores torreones de la ciudad. Quedó destruido por un explosivo que le arrancó sus cuatro plantas superiores, dejando tan sólo dos, aunque más tarde se reformó convirtiéndose en un torreón de cuatro plantas. Su base es circular y está protegido por un foso frente a la puerta, mientras que en la parte trasera hay un risco de varios metros de profundidad.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
- Recetario integral de Persilia Sukaldaria:
- RECETARIO INTEGRAL DE PERSILIA SUKALDARIA
Libro de unas 150 páginas encuadernado en cuero. El título está escrito con letras cursivas y enrevesadas y un poco de relieve que ocupan toda la cubierta, donde no hay ninguna ilustración. En la parte trasera hay una sinopsis escrita en un recuadro decorado.
Sinopsis
¿Aburrido de cocinar siempre lo mismo? Adéntrate en mi recetario integral, donde he volcado años de experimentación combinando las delicias de todos los mundos conocidos. Entrantes, picoteo, postres y todo tipo de platos tradicionales con una vuelta de tuerca… ¡las mezclas de sabores nunca vistas conquistarán tu paladar y el de tus comensales!
Más de 100 increíbles recetas.
¡Incluye un anexo de venenos que se camuflarán perfectamente en tus platos y un grimorio de cocina con los hechizos imprescindibles para cualquier chef!
Anexo
LOS VENENOS MÁS DISCRETOS
Tanto si quieres provocar una diarrea como si tienes más interés en matar a comensales indeseados (…) este anexo imprescindible en cualquier recetario que se precie (…).
(La página está rota y, el resto de este anexo, arrancado).
GRIMORIO DE COCINA DE PERSILIA SUKALDARIA
Todo cocinero debe dominar estos hechizos, a los que he hecho referencia a lo largo del recetario. Descubre conmigo cómo realizarlos si todavía no los conocías.- Leyenda de colores y niveles:
- Mago
Brujo alto
Brujo bajo
• ¿Tienes carnes difíciles de cortar y despiezar? Prueba con el hechizo de corte.- Instrucciones:
- Corte: invoca un diminuto filo invisible de ondas que hace un corte en la superficie señalada. Hay muchas variaciones de este hechizo que, a altos niveles, permiten hacer cortes enormes o en profundidad. Un brujo bajo suele ser capaz de hacer rasguños en carne desprotegida o tallar madera. Un brujo medio podría cortar madera, arañar metal o hacer cortes superficiales en carne desprotegida. Mientras que un cosechado nivel mago podría hacer arañazos más profundos en el metal o tajos sobre carne.
Como hechizo físico que es, sus efectos dependen de la dureza y resistencia del material objetivo.
Lanzamiento a ojo, los gestos de la mano delimitando la dirección de los cortes. Conjuración rápida.
• ¡Con el hechizo de homogeneización no vuelvas a dejarte los brazos batiendo!- Instrucciones:
- Hechizo de homogeneización (*): hechizo que acelera la homogeneización de un líquido, suele aparecer un pequeño torbellino. En su defecto, implica que el líquido dé vueltas.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• No encontrarás nada más rápido para encender el fuego que esto: hechizo de invocar llamas.- Instrucciones:
- Invocar llamas (**): Un brujo bajo puede hacer algunos chispazos y llamas de vela (*). Un brujo alto puede invocar llamas ligeramente más grandes que las de vela que, si es hábil o controla bien el hechizo, puede manejar con las manos sin que le quemen (**). Un mago puede encender hogueras pequeñas en poco tiempo e invocar fuegos de antorcha (***).
Importante: Estas llamas no pueden arrojarse como proyectiles ya que necesitan sustentarse o bien en la magia de quien las invoca o bien en un combustible (madera, grasa...) y si se alejan demasiado del invocador y carecen de combustible, se apagan. Sin embargo pueden usarse como arma de corta distancia.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida.
• También es importante conocer estas soluciones para medir la temperatura, la concentración de sal, la presión dentro de la olla, la densidad de un líquido o el tiempo hasta que esté listo tu plato:- Instrucciones:
- Hechizos medidores de magnitudes sencillas: forman una pequeña esfera fantasma que cambia de color según la intensidad de la magnitud a medir. Son diferentes variedades de un mismo hechizo que permiten medir la temperatura, la presión, la densidad de un material, el tiempo (para lo que hacen falta conocimientos adicionales y nivel de brujo alto para configurar el medidor), o la concentración de un determinado soluto (posible a niveles a partir de brujo alto).
Si una esfera no está configurada, ésta tenderá a habituarse a la cantidad de magnitud a la que esté expuesta y la establecerá como su nuevo punto de equilibrio, asociándola con el color intermedio.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida-media.
• La solución más rápida para calentar o enfriar tus platos rápidamente es, sin duda, el hechizo térmico.- Instrucciones:
- Térmico: aumenta o disminuye notablemente la temperatura de un objeto de tamaño pequeño (*). Con práctica pueden limitarse esos cambios a una dirección controlada por el mago (chorros de calor, [**]). Puede anclarse a una sala concreta, creando una cámara frigorífica (***): no obstante es necesario repetir varias veces el hechizo si se quiere usar una habitación como congelador ya que este hechizo supone solamente un descenso térmico. Van de fuera a dentro.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida-media.
• ¿Quieres catar la comida solo con el aroma? ¿Estás en otra habitación y necesitas saber que no se te esté pasando la comida? El hechizo de amplificación sensorial del olfato es un aliado imprescindible.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial olfativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores nasales. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• O, si quieres disfrutar de la comida como nunca, prueba esta otra variante: el hechizo de amplificación sensorial del gusto.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial gustativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores del gusto. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• ¿Te ha quedado muy aguada la comida? ¿Has echado demasiada agua a esa sopa? No te preocupes, ¡hay solución! ¡El hechizo de drenaje!- Instrucciones:
- Hechizo de drenaje: deseca superficies húmedas, evaporándolas o más comúnmente trasladando dicha humedad a otro recipiente deseado succionándola. Es un hechizo simple en su formulación pero con amplia variabilidad de potencia: puede secar desde un dedal de agua a un lago según la energía que aportes. (disponible a cosechados hasta el límite de sus fuerzas).
Lanzamiento por área. Conjuración rápida.
• ¿El aspecto de tu comida no es el que esperabas? ¿Quieres un resultado digno de reyes? Emplata como un profesional con el moldeado de materia orgánica.- Instrucciones:
- Moldear materia orgánica (**): el hechizo reblandece la materia al contacto con la piel del usuario, dejándola así por un tiempo. Sin embargo no altera su naturaleza, lo que moldees seguirá siendo lo que era aunque cambie de forma.
Lanzamiento por contacto, a ojo en el caso de hechiceros más experimentados. Conjuración rápida-media.
• Si el anterior era una maravilla infravalorada, este es una verdadera joya infravalorada. ¡Olvídate de desastres y queda bien siempre con tus invitados con el Nudo de Cerática!- Instrucciones:
- Nudo de Cerática (*): ¿harto de que se le desmoronen los sándwiches de más de dos pisos? ¿Cansado de que, al cortar una tarta, la mitad de la nata que la rellena se salga por los lados? ¡No se preocupe más! El Nudo de Cerática tiene la solución. Con este simple hechizo, podrá hacer una hamburguesa de diez pisos, luego cortarla en rodajas perfectas, ¡y hacerse un bocadillo de hamburguesa! El Nudo de Cerática lo mantiene todo en su sitio perfectamente. ¿Los sanjacobos le estallan llenándole el plato de queso? ¿Teme morder un taco por miedo a llenarse el regazo de salsa picante? ¡Se acabó, gracias al Nudo de Cerática! ¡No me puedo creer que no sea una variación del hechizo tapón!
El Nudo de Cerática se anula al cortar rodajas o mordiscos lo suficientemente finos, o con los ácidos gástricos. Cuesta más cuanto más endeble, complejo y líquido sea su sándwich.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• ¿A tu comida le falta esa chispa de color que hace que se coma con los ojos? ¿O quieres darle un toque exótico? Si no tienes colorantes alimentarios a mano, el hechizo de cambio de color será tu mejor aliado.- Instrucciones:
- Cambio de color: hechizo que sirve para colorear materia. No se limita a aplicar una capa de color externa o modificar el color de la superficie, sino que cambia el propio color que posee un material, dejando una pequeña huella mágica reconocible mediante hechizos específicos. Se puede graduar: aplicar colores diferentes (en todos los sentidos), hacerlo uniforme, solo en cierta parte del material, etc.
- Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
- Los cosechados nivel mago pueden modificar completamente el tono (aunque todavía quedará algún matiz del antiguo). Con esfuerzo puede aprender a aplicar leves matices y gradaciones no muy extremas. Necesitan (*****) para objetos grandes.
- A partir del nivel moderado bajo se pueden aplicar colores y gradaciones sin límite en cualquier objeto, costando más energía y concentración cuanto mayor sea el tamaño de la cosa en cuestión y cuandos más colores y matices quieran usarse.
Lanzamiento a ojo. Conjuración media a larga (dependiendo de las cláusulas que tenga). - Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
• ¿Le falta aroma a tu plato? ¿O tienes algún ingrediente que ocultar a tus comensales? Mejora o altera las propiedades organolépticas de la comida con el hechizo de olor falso.- Instrucciones:
- Hechizo de olor falso (*): El hechicero que lo realice puede hacer que aquello que toque desprenda un olor que tiene que ser muy familiar para aquel que realiza el hechizo. El coste aumenta a medida que aumenta el área afectada por el hechizo. El olor se va de golpe a los tres días. Más convincente será el engaño cuanto con más detalle lo recuerde el mago, aunque hay que tener en cuenta que el olor resultante puede verse afectado por la subjetividad del que realice el hechizo, al basarse en sus recuerdos al fin y al cabo.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
• ¿Harto de que se te derramen líquidos en la cocina? Hechiza tus recipientes con la maravilla infravalorada que es el hechizo tapón.- Instrucciones:
- Hechizo tapón (*): hechizo que impide que un líquido se derrame de su recipiente.
Lanzamiento por área, aplicado generalmente a la boca del recipiente. Conjuración muy rápida.
• ¿Tienes las manos de mantequilla? Literal, o figuradamente. ¡Endurece tus tarros de cristal con la protección contra ruptura!- Instrucciones:
- Protección contra ruptura (**): aplicado a objetos frágiles, evita que se rompan con tanta facilidad. A más resistencia que se quiera incrementar y mayor la superficie del objeto encantado, más energía requiere.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración rápida-media.
• ¿Te has manchado cocinando? El hechizo de limpieza de ropas es la solución.- Instrucciones:
- Limpieza de ropas (**): elimina manchas, arrugas y limpia en general las prendas de ropa que desee el mago (es un agregado de varios hechizos unificados en uno solo).
Lanzamiento por anclaje. Conjuración muy rápida.
• O también, si sueles quemarte cocinando (a ti, o tus pertenencias), también tienes solución con el hechizo ignífugo.- Instrucciones:
- Hechizo ignífugo (**): encanta prendas de ropa, personas u objetos para que sean inmunes a fuego normal.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
- Grimorio para principiantes de Platero:
- Barrera de inercia:
- -Barrera de inercia: (***) de nombre engañoso (no es una barrera en absoluto) en el área delimitada impide que cualquier objeto o persona desprotegidos sean levantados del suelo, y que los atrae irremediablemente hacia el suelo si ya están en el aire. No obstante, también impide cualquier acción voluntaria que implique levantar ambos pies del suelo a la vez, como saltar o emprender el vuelo (se puede correr pero con más torpeza). Si se invoca mientras el objetivo está en el aire, al caer lo hará infaliblemente pies por delante.
Físico. Lanzamiento por área. No es inversible, lo que quiere decir que incluso el lanzador, si está en el área delimitada, se verá afectado. Conjuración media.
- Campo de fuerza:
- -Campo de fuerza (** el espacio para una persona, una campana grande ***, el espacio equivalente a una habitación ****): en forma de media esfera (con una especificación puede formar una esfera completa) bloquea proyectiles de tamaño considerable como si éstos hubieran chocado ante una barrera invisible, en un radio variable según la destreza del mago.
Físico. Inversible. Lanzamiento por área. Conjuración rápida-media.
- Curación nívea:
- -Curación nívea: (****) (utilizable cerca de la Luna Roja). Combate venenos que cursan con fiebre y repara quemaduras; actúa a modo de incentivo para que el organismo siga funcionando y reparándose a sí mismo. Evita que la sangre se coagule y que los órganos se colapsen, además de ejercer un efecto refrescante sobre el organismo en general. No obstante no puede mantener indefinidamente con vida a un moribundo: el organismo depende cada vez más de ese impulso artificial y usarlo en demasía puede provocar que si se le deja a solas empeore considerablemente.
Lanzamiento por área: se hace un barrido con la mano que abarca al área quemada o a la persona envenenada. Es necesario que se aplique sucesivas veces y con regularidad, del mismo modo que se debe renovar una cataplasma o emplasto.
Conjuración media-larga.
- Desvío:
- -Desvío (**, pero variable a más según la potencia de lo desviado): Interfiere en la trayectoria de un hechizo que ya haya sido lanzado. Requiere gestos intuitivos para desviar el encantamiento en una dirección u otra. Siempre requiere menos energía que bloquearlo o disolverlo, pero también reflejos. Si el hechizo es demasiado potente, probablemente no se podrá desviar lo suficiente o hacerlo requerirá demasiada energía. (El coste orientativo indicado arriba es el que ofrecerán unos hechizos ofensivos de potencia moderada en términos de cosechado: se han obviado los más débiles porque normalmente ésos no suelen constituir una verdadera amenaza, y los que les sean lanzados con verdaderas intenciones de daño les costarán más) Si se desvía a demasiada poca distancia el coste será prácticamente el mismo que el de bloquearlo: si se hace a distancia cercana pero prudencial (la típica en duelos de magia) una unidad menos, si se tiene cuidado de poner distancia de unos cuantos metros llegará a dos unidades menos.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
- Hechizo de impacto:
- -Hechizo de impacto: potente golpe mágico que actúa como una bola de demolición (***). Puede gradarse hacia abajo para actuar a modo de empujón de moderado (*) a potente (**).
Lanzamiento por disparo de alcance largo. Conjuración media.
- Levitación:
- -Levitación: un hechizo exigente mentalmente, cansa más de lo acostumbrado. Cuando una persona levita lo más normal es caminar sobre el aire; uno puede dejarse arrastrar simplemente por el hechizo sin moverse, pero la sensación de indefensión es mayor.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.- Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Brujos altos: Un baúl con poca práctica, una persona (***) con práctica.
- Magos: Una persona con algo de práctica, objetos muy pesados (****)con mucha práctica.
Si el objeto que levantado es un puñado de botones (los cuales entran en la categoría de objeto ligero) contarían como un solo asterisco. Lo que cuesta más es la concentración necesaria para mantener tantos objetos distintos en el aire a la vez. - Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Parálisis:
- -Parálisis (***): envuelve al objetivo en un aura azulada al lanzarlo. Sus efectos duran cerca de una hora si se aplica a una única persona. Inmoviliza por completo, y su coste aumenta proporcionalmente a lo voluminoso del objetivo.
Lanzamiento por disparo de alcance corto, por contacto o por área a varios objetivos. Conjuración media.
- Traspaso de energía:
- -Traspaso de energía: no un hechizo en sí, aunque necesita de un chispazo de magia para arrancar. No obstante la energía puede tomarse de alguien no mágico (los efectos se detallan en el post de Sistema de magia). El proceso es perceptible para ambas partes y puede gradarse a voluntad: no obstante si el traspaso de energía es excesivo por parte de la parte emisora y ésta se desmaya o pierde el conocimiento, el enlace entre ambas personas se rompe y el traspaso se interrumpe. Es el mecanismo de funcionamiento de muchos amuletos.
Lanzamiento por contacto. Conjuración muy rápida.
Notas:
-Este grimorio también contiene varios de los hechizos que también venían en el libro de cocina (corte, térmico...).
-También pueden aprender de él cómo anclar hechizos.
-A lo largo de los meses se irán traduciendo más hechizos y añadiéndolos a esta lista.
- Ver mensajes archivados:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Sendar
28/08/23, 11:16 am
Hasta entonces los muros de aquel torreón resultaron ser un fuerte inexpugnable que separaba al grupo de los peligros acechantes de fuera. Aniol pensó que viajaba a un mundo de fantasía, hadas, y criaturas mágicas en las que poder cabalgar con el viento meciendo su cabello. Puede que todavía fuera así, pero también existían las sombras. Cada esquina de cada calle parecía retorcerse en una garra famélica que se extendía en su dirección. Y no solo eso, ahora las tinieblas atravesaban el cemento y nada los mantenía a salvo.
Ni siquiera algunos de sus compañeros lo mantenían a salvo.
Aquel hueco de la escalera en cambio alejaba cualquier temor como una salvaguarda. Seguía escuchando el ruido de lo terrorífico lamer las murallas de la fortaleza pero ahora se traducía en un rumor más en consonancia con el fluir de un arroyo que otra cosa. Nohlem, Ethan y Damian acababan de conseguir que recuperara la calma y que cesara de interpretar el papel de un superviviente para volver a ser solo un niño que aunque exhausto, sonreía con amplitud y se permitía soñar.
El churumbel se llevó las manos a la boca con diversión ante el desconocimiento del que hizo gala el otro niño. Vale, había fallado en todas las ocasiones. Pero no entendía por qué tenía que confesar que no era ni americano ni vietnamita. Las mejillas de Aniol se inflaron con contención, estaba seguro que si se le escapaba un poco de aire terminaría por ofender a Damian con sus carcajadas.
—Polonia es… —comenzó a explicar con la cara roja como uno de los tomates que su madre compraba en el mercado del pueblo—. Es… un país… ¡Pero me encantaría visitar un barrio italiano! Mi padre dice que los mejores helados del mundo son de allí. Y que sois la… ¿Bota?... de Europa.
Tuvo suerte de que sus demostraciones de geografía no tuvieran que aplicarse al continente Americano o Asiático o desde luego le iría mucho peor averiguando dónde quedaba cada país. Ya se había quedado lo suficiente impactado al comprobar que Ethan era de Inglaterra como para continuar aventurándose. Ahora cobraba mucho sentido su acento tan perfecto cuando trató de comunicarse con él en inglés antes de llegar a la fuente.
Su linaje japonés le maravilló más y fue incapaz de no imaginarse al chico ataviado con el vestido verde de Mulán de estar por casa, por mucho que la princesa disney fuera china en realidad.
—¿Las estrellas? —levantó su cabeza distanciándose de la comodidad que le ofrecía el hombro del muchacho y se acercó a su cara con cautela como queriendo comprobarlo. Por suerte frenó en seco a mitad de camino, siendo consciente de que podría sentirse analizado como un ratoncito blanco de laboratorio. En lo que sí estuvo de acuerdo era en lo bonito de sus ojos y la amabilidad que despedían siempre. No era el único, el elfo poseía todos los rasgos atípicos posibles en su haber. Por un lado su piel tostada surcada de pecas, por otro un cabello anaranjado que nada tenía que ver con la blancura que presentaban los pelirrojos, y para rematar dos esmeraldas brillantes que miraban fijamente como un gato. Ambos serían dos príncipes guapísimos capaces de conquistar a cualquiera de sus hermanas. Bueno, a Nelka no. Nelka estaba enamorada de una tal Megan Fox.
Parecía que sus pulseras de plata les habían encantado a todos. Aniol se encontraba sumido en sus pensamientos imaginando como Nohlem creaba diademas, anillos y pendientes como lo haría un herrero cuando Ethan los sorprendió con algo. Un piercing en forma de bolita azul metálica justo en su lengua. Los ojos color miel del polaco se abrieron de par en par, intentando retener la imagen mental cuando el chico guardó el descubrimiento—. ¡Sí que es chulo! —quiso aclarar, no era la primera vez que veía un adorno de ese tipo pero siempre había sido en una oreja o en las cejas. Aquel lugar en particular era extraño. Tanto como para que también se lo pareciera al varmano, quien mostró la reacción más divertida de todas. El niño rió por lo bajo, apartándose la melena oscura de la cara y llevándose las manos al rostro. Su vena de celestina salió a flote como un salvavidas, demasiado había tardado—. ¡Eso eso! A las chicas debes parecerles un tipo malo. A mis hermanas siempre les gusta el villano de la película —dijo, sin reparar en lo cansino de mencionar a su familia constantemente. Se notaba a leguas lo unido que estaba a todos ellos—. ¡Solo te faltan los tatuajes! —la verdad, no sabía por qué a Nohlem se le había ocurrido preguntar eso, pero ahora él mismo tenía esa curiosidad. Quizá no había sido buena idea hablar de besos. Puede que Ethan tuviera novia allá fuera, esperándolo como una recatada joven japonesa vestida en kimono. O como una joven inglesa que le gustaba montar a caballo y tomar el té acompañándolo con mochis, fuera lo que fuera eso.
No tardaron en tener que apartarse para dejar paso a Colmillo y Airi, quiénes afirmaban que la criatura se había marchado. Aniol suspiró, dejando que sus redondos hombros descansaran y preguntándose cómo se encontraría el vittya y la sanaí al respecto de todo lo sucedido. Hablarían en otro momento pues el grupo de fuera había regresado. Deslizó su mano hasta agarrar la de Ethan un poco más fuerte de lo que pretendía.
Serena estaba abajo.
Y Connor continuaba arriba. No era valiente como para presenciar un encuentro entre ellos del mismo calibre. Ni por supuesto para que la chica le hablara con tanta frialdad. Eso sí, al menos el pelirosa le había defendido… pero no le consolaba mucho.
Por suerte su oferta no fue solo aceptada sino que encima se unió Nohlem. Y Damian, a quién desde que se había disculpado veía con otros ojos. Se dirigieron hacia una de las habitaciones entre normas de convivencia y mientras el elfito se aseguraba de que no había ocurrido algo malo.
Al final decidieron hacer una especie de cabaña improvisada para dormir todos juntitos y refugiados. El niño ayudó en todo lo posible a arrastrar camas, colchones y somier hasta que fuera cobrando una forma reconfortante. Tenían paredes. Un suelo blandito y cómodo. Sábanas que caían en cascadas para taparles de todos los males y una sonrisa pletórica de ilusión. En una de esas Nohlem apareció dejando tras de sí lo que identificó como un portazo. Pero no quiso preguntarle nada en absoluto.
—¡Ya está! —aplaudió al finalizar la tarea. Estaba nervioso y de vez en cuando resoplaba por el esfuerzo. Su mente ya no estaba allí. En su lugar recreaba a la perfección la cabaña de Hensel y Gretel. Miró a Ethan y Nohlem con agradecimiento antes de hablar—. ¡Tenemos un castillo dentro de un castillo! Damian… ¿Hacemos los honores? —Aniol sacó a Anastasia del bolsillo de su sudadera envuelta en un halo de misterio. No quería que nadie entrara todavía hasta inaugurar el refugio como era debido. Esgrimió la grulla de papel en su mano y con su mirada quiso decirle al italiano que hiciera lo propio con Rambo. Su intención era que giraran las figuritas a la vez a modo de dos llaves gemelas.
Volvió a sonreír.
Ni siquiera algunos de sus compañeros lo mantenían a salvo.
Aquel hueco de la escalera en cambio alejaba cualquier temor como una salvaguarda. Seguía escuchando el ruido de lo terrorífico lamer las murallas de la fortaleza pero ahora se traducía en un rumor más en consonancia con el fluir de un arroyo que otra cosa. Nohlem, Ethan y Damian acababan de conseguir que recuperara la calma y que cesara de interpretar el papel de un superviviente para volver a ser solo un niño que aunque exhausto, sonreía con amplitud y se permitía soñar.
El churumbel se llevó las manos a la boca con diversión ante el desconocimiento del que hizo gala el otro niño. Vale, había fallado en todas las ocasiones. Pero no entendía por qué tenía que confesar que no era ni americano ni vietnamita. Las mejillas de Aniol se inflaron con contención, estaba seguro que si se le escapaba un poco de aire terminaría por ofender a Damian con sus carcajadas.
—Polonia es… —comenzó a explicar con la cara roja como uno de los tomates que su madre compraba en el mercado del pueblo—. Es… un país… ¡Pero me encantaría visitar un barrio italiano! Mi padre dice que los mejores helados del mundo son de allí. Y que sois la… ¿Bota?... de Europa.
Tuvo suerte de que sus demostraciones de geografía no tuvieran que aplicarse al continente Americano o Asiático o desde luego le iría mucho peor averiguando dónde quedaba cada país. Ya se había quedado lo suficiente impactado al comprobar que Ethan era de Inglaterra como para continuar aventurándose. Ahora cobraba mucho sentido su acento tan perfecto cuando trató de comunicarse con él en inglés antes de llegar a la fuente.
Su linaje japonés le maravilló más y fue incapaz de no imaginarse al chico ataviado con el vestido verde de Mulán de estar por casa, por mucho que la princesa disney fuera china en realidad.
—¿Las estrellas? —levantó su cabeza distanciándose de la comodidad que le ofrecía el hombro del muchacho y se acercó a su cara con cautela como queriendo comprobarlo. Por suerte frenó en seco a mitad de camino, siendo consciente de que podría sentirse analizado como un ratoncito blanco de laboratorio. En lo que sí estuvo de acuerdo era en lo bonito de sus ojos y la amabilidad que despedían siempre. No era el único, el elfo poseía todos los rasgos atípicos posibles en su haber. Por un lado su piel tostada surcada de pecas, por otro un cabello anaranjado que nada tenía que ver con la blancura que presentaban los pelirrojos, y para rematar dos esmeraldas brillantes que miraban fijamente como un gato. Ambos serían dos príncipes guapísimos capaces de conquistar a cualquiera de sus hermanas. Bueno, a Nelka no. Nelka estaba enamorada de una tal Megan Fox.
Parecía que sus pulseras de plata les habían encantado a todos. Aniol se encontraba sumido en sus pensamientos imaginando como Nohlem creaba diademas, anillos y pendientes como lo haría un herrero cuando Ethan los sorprendió con algo. Un piercing en forma de bolita azul metálica justo en su lengua. Los ojos color miel del polaco se abrieron de par en par, intentando retener la imagen mental cuando el chico guardó el descubrimiento—. ¡Sí que es chulo! —quiso aclarar, no era la primera vez que veía un adorno de ese tipo pero siempre había sido en una oreja o en las cejas. Aquel lugar en particular era extraño. Tanto como para que también se lo pareciera al varmano, quien mostró la reacción más divertida de todas. El niño rió por lo bajo, apartándose la melena oscura de la cara y llevándose las manos al rostro. Su vena de celestina salió a flote como un salvavidas, demasiado había tardado—. ¡Eso eso! A las chicas debes parecerles un tipo malo. A mis hermanas siempre les gusta el villano de la película —dijo, sin reparar en lo cansino de mencionar a su familia constantemente. Se notaba a leguas lo unido que estaba a todos ellos—. ¡Solo te faltan los tatuajes! —la verdad, no sabía por qué a Nohlem se le había ocurrido preguntar eso, pero ahora él mismo tenía esa curiosidad. Quizá no había sido buena idea hablar de besos. Puede que Ethan tuviera novia allá fuera, esperándolo como una recatada joven japonesa vestida en kimono. O como una joven inglesa que le gustaba montar a caballo y tomar el té acompañándolo con mochis, fuera lo que fuera eso.
No tardaron en tener que apartarse para dejar paso a Colmillo y Airi, quiénes afirmaban que la criatura se había marchado. Aniol suspiró, dejando que sus redondos hombros descansaran y preguntándose cómo se encontraría el vittya y la sanaí al respecto de todo lo sucedido. Hablarían en otro momento pues el grupo de fuera había regresado. Deslizó su mano hasta agarrar la de Ethan un poco más fuerte de lo que pretendía.
Serena estaba abajo.
Y Connor continuaba arriba. No era valiente como para presenciar un encuentro entre ellos del mismo calibre. Ni por supuesto para que la chica le hablara con tanta frialdad. Eso sí, al menos el pelirosa le había defendido… pero no le consolaba mucho.
Por suerte su oferta no fue solo aceptada sino que encima se unió Nohlem. Y Damian, a quién desde que se había disculpado veía con otros ojos. Se dirigieron hacia una de las habitaciones entre normas de convivencia y mientras el elfito se aseguraba de que no había ocurrido algo malo.
Al final decidieron hacer una especie de cabaña improvisada para dormir todos juntitos y refugiados. El niño ayudó en todo lo posible a arrastrar camas, colchones y somier hasta que fuera cobrando una forma reconfortante. Tenían paredes. Un suelo blandito y cómodo. Sábanas que caían en cascadas para taparles de todos los males y una sonrisa pletórica de ilusión. En una de esas Nohlem apareció dejando tras de sí lo que identificó como un portazo. Pero no quiso preguntarle nada en absoluto.
—¡Ya está! —aplaudió al finalizar la tarea. Estaba nervioso y de vez en cuando resoplaba por el esfuerzo. Su mente ya no estaba allí. En su lugar recreaba a la perfección la cabaña de Hensel y Gretel. Miró a Ethan y Nohlem con agradecimiento antes de hablar—. ¡Tenemos un castillo dentro de un castillo! Damian… ¿Hacemos los honores? —Aniol sacó a Anastasia del bolsillo de su sudadera envuelta en un halo de misterio. No quería que nadie entrara todavía hasta inaugurar el refugio como era debido. Esgrimió la grulla de papel en su mano y con su mirada quiso decirle al italiano que hiciera lo propio con Rambo. Su intención era que giraran las figuritas a la vez a modo de dos llaves gemelas.
Volvió a sonreír.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreón Sendar
28/08/23, 12:45 pm
Airi se quedó mirando al mal aspecto de Kalna, aunque se obligó a apartar la mirada para que esta no resultase invasiva. Ante todo, estaba entera, y parte de la sangre que tenía encima aún era de las heridas producidas por los animales con espinas. El resto estaban bien, incluso Serena. Para ser quien había obligado al resto a ponerse en peligro había tenido demasiada suerte. Airi suponía que su regreso era la principal razón por la que varios decidieron no bajar y Szczenyak se perdió de nuevo escaleras arriba tras abrirles el paso, pero por otra parte le resultaba frío aquel recibimiento para los que se habían visto arrastrados por la temeridad de la humana. De haber estado en el lugar indicado y encontrarse bien, Airi también podría haber ido tras Serena. Que apareciese un monstruo a escasos pies del torreón era algo con lo que ni esta habría contado, o no se habría ido como lo hizo.
Le sanaí agradecía al menos la presencia de Rägjynn y Tawar, y por el momento era más importante escuchar su historia. Al parecer habían podido cobijarse en el faro que se veía un poco más adelante desde los pisos altos.
—A nosotros no nos pasó nada —explicó ante las preguntas de Abel y Rick—. Nos asustamos al ver lo que pasaba y nos refugiamos en los pisos de arriba. Vimos al monstruo levantarse e irse después de un rato, y no hemos vuelto a saber nada…
La historia de Kalna le sobrecogió, aunque en cierto modo era un alivio que solo hubiese sido un dedo no podía evitar apretar los dientes al imaginarse el enfrentamiento. Podría haber acabado peor, tal vez mucho peor… Solo la mención del libro pudo apartar su mente de seguir creando escenarios, despertando en elle una enorme curiosidad. Aunque estaba de acuerdo con Tawar en que debían curar primero el dedo de Kalna, tal vez el libro también contuviese la respuesta a eso, así que encontró su excusa para echarle un vistazo cuanto antes.
Se acercó a Abel y alzó las manos hacia el libro.
—¿Podemos verlo? —pidió con suavidad. Su mirada buscó a Rägjynn y le preguntó—: ¿Si aquí se describiese cómo hacer algún tipo de magia curativa crees que serías capaz de...?
Tenía fe en que el mjörní pudiese enfrentarse a aquella manera nueva de canalizar la energía mágica mucho mejor que elle, al conocerla de antemano.
Le sanaí agradecía al menos la presencia de Rägjynn y Tawar, y por el momento era más importante escuchar su historia. Al parecer habían podido cobijarse en el faro que se veía un poco más adelante desde los pisos altos.
—A nosotros no nos pasó nada —explicó ante las preguntas de Abel y Rick—. Nos asustamos al ver lo que pasaba y nos refugiamos en los pisos de arriba. Vimos al monstruo levantarse e irse después de un rato, y no hemos vuelto a saber nada…
La historia de Kalna le sobrecogió, aunque en cierto modo era un alivio que solo hubiese sido un dedo no podía evitar apretar los dientes al imaginarse el enfrentamiento. Podría haber acabado peor, tal vez mucho peor… Solo la mención del libro pudo apartar su mente de seguir creando escenarios, despertando en elle una enorme curiosidad. Aunque estaba de acuerdo con Tawar en que debían curar primero el dedo de Kalna, tal vez el libro también contuviese la respuesta a eso, así que encontró su excusa para echarle un vistazo cuanto antes.
Se acercó a Abel y alzó las manos hacia el libro.
—¿Podemos verlo? —pidió con suavidad. Su mirada buscó a Rägjynn y le preguntó—: ¿Si aquí se describiese cómo hacer algún tipo de magia curativa crees que serías capaz de...?
Tenía fe en que el mjörní pudiese enfrentarse a aquella manera nueva de canalizar la energía mágica mucho mejor que elle, al conocerla de antemano.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Torreón Sendar
28/08/23, 12:48 pm
—Paiis… Okay, ¡Okay, vale! —respondió al final un poco enérgico pero en su cabeza le era raro que Polonia o lo que sea que fuese, se comparase a Italia que, para Damian, era su mundo y le costaba imaginarlo fuera de su burbuja. Aniol estaba un poco rojo pero el italiano le restó importancia de todas formas—. No sé a que te refieres con lo de que somos una bota... ¡P-Pero te digo que me encantan los helados, eso sí! ¡Están que te cagas, probé uno en Florencia de nata y chocolate! ¡Cuando pueda le diré a mi mamá que te compre uno también! —de hecho, de las poquísimas veces que le compraron uno y al chico le supo a gloria, atesoraría ese recuerdo con mucho cariño cuando su madre se lo obsequió dentro del coche.
Ethan también habló de sus orígenes y Damian intentó sumar dos mas dos, sobreentendiendo que el caso de Inglaterra sería el mismo que Polonia, un país. Japón también sonaba a eso y el italiano asentía con los ánimos más subidos por entender a su manera cosas de las que no tenía ni idea.
Cuando mencionó sus ojos que, la verdad tenían una forma que le recordó en su momento a los vietnamitas de las pelis de Rambo. Rasgados y afilados eran curiosos de ver y el rubio, sin poder ocultar su curiosidad o ser más discreto con ello, acercó su mirada a los esféricos con estrellas dentro según lo que explicó su dueño. Realmente eran únicos a su modo y Damian, cuando estuvo satisfecho de mirar, se alejó sonriente.
—¡Me molan tus ojos! —confesó sonriente.
De hecho, muchos en el grupo tienen ojos muy únicos. Damian recordó los de Rag, verdes y únicos por la forma de la cabeza de su amigo. Los de Kalna, cuando hacían eso de estrechar la pupila, eran intensos junto a ese amarillo. Incluso Nohlem los tenía brillantes, como una gema. No pudo evitar mirar de reojo los de Aniol, bastante cálidos.
Les tenía envidia en parte. Tenían en su vista unos colores bastante chulos, como los azules cristalinos de su madre. Damian se miraba muchas veces al espejo en el coche, mirando sus ojos. Negro, vacío, nada de color. Era una cualidad que, según Bianca, heredó de su padre. Fue de las poquísimas cosas que sabía de él y como nadie mencionaba nada al respecto en el circo cuando preguntaba más, él se quedó con el dato solitario no muy satisfecho. Tenían suerte de que él ni siquiera sabía exactamente lo que es tener padre ni tampoco tenía referentes en los que compararse.
—Tenéis colores molones, me gustaría tenerlos como vosotros —admitió señalando a los suyos, grandes, redondos y oscuros.
La profesión del pelirrojo, eso sí, no la llegó a entender del todo. ¿Trabajan con oro? ¿Se refería a los adornos que llevaba Luciano en el cuello? También portaba anillos plateados en sus dedos, ¿Nohlem era el encargado de hacer esas cosas?
—¿Podrías hacerme uno Nohlem? Una pulsera de oro estaría guay, y bien grande —vaya si le gustaba la idea de llevar una de esas, se veía a sí mismo bastante elegante—. ¡Ah! Por favor, claro —dijo al cabo de un rato largo, cayendo en como tenía que pedir las cosas aunque se le hacía un poco cansino repetirlo tanto…
—¡OOOOH! —el circense exclamó muy sorprendido al ver que Ethan tenía un piercing en la lengua—. ¡Ya ves! ¡Ethan es un imán de tías con eso puesto! —dijo como respuesta a Aniol, convencidísimo de lo que dijo—. Buah, tatuajes como los de los brazos de Connor. Esos están de puta madre —y vaya si él los quería también, se veían tan molones y agresivos que seguro se vería duro y bien macho. Se imaginó a si mismo, grande como el de la cresta rosa y ligando de forma idealizada con chicas guapas. Eso le dibujó una sonrisa boba en la cara.
—Emmm… Vale vale, pues perdón por el golpe. No voy a pegar a nadie —“prometió”, no entendiendo la parte de disculparse solo por eso. Solo el golpe. Pero si Ethan no estuviese tan mal de la pata, no le hubiera dolido tanto. Pegó por puro cabreo general y la pagó con Ethan, pero tampoco quería matarlo a golpes. Igualmente se sentía mal, así que se quedó satisfecho con la conclusión de todo y no lo iban a regañar más.
Sobre dormir juntos, el de ojos rasgados y Nohlem aceptaron la petición de ambos chicos. Damián abrió la boca, muy muy feliz por ello y antes de exclamar su buen estado de ánimo el pelirrojo le dejó bien claro que no quería oír gritos en la madrugada.
—¡Bahhhh, si yo no grito tanto! Si soy el primero que quiere dormir, tranquilo —negó con aspavientos notables, convencido de ello y alzando las cejas, asintiendo al final—. Me muero de ganas de estar con vosotros, no haré naaaaaada jurado —levantó el pulgar ante los ahí presentes, guiñando el ojo de buen humor ya que significaba dormir otra vez con Aniol y también con Ethan y Nohlem.
Cuando Ethan se lo llevo de la mano, se preguntó si Nohlem aparecería luego. Esperó que no tardase mucho yendo a ese fregado con la pelirroja. En la habitación ya se pusieron manos a la obra para hacer la base, levantando las camas y distribuyendo los colchones. Ayudo todo lo que pudo con su pequeño cuerpo, no quería quedarse esperando en una esquina ni de coña.
¡Tomaaa, terminado! —Damian se unió a los aplausos, haciéndolos con muchas ganas. Se esforzaron mucho entre todos y estaba orgulloso del castillo, tal y como Aniol lo nombró—. ¡OH, claro! —con una sonrisa sacó de su bolsillo a un Rambo curtido en un millar de batallas. En comparación a Anastasia, Rambo estaba cansado de tanta lucha, convertido en un amasijo sin forma debido a las guerras que Damian provocaba en su contra. Roto, arrugado y moribundo, Rambo se giró tal y como Aniol hizo con Anastasia para abrir las puertas de su fuerte—. ¡Gracias Anastasia, ya tenemos la base militar lista! ¡Agradecemos tus esfuerzos a nuestro país, soldado! —dijo poniendo una voz grave y ronca, meneando a Rambo mientras el propio Damian saludaba con su mano en la frente, como un militar.
Ethan también habló de sus orígenes y Damian intentó sumar dos mas dos, sobreentendiendo que el caso de Inglaterra sería el mismo que Polonia, un país. Japón también sonaba a eso y el italiano asentía con los ánimos más subidos por entender a su manera cosas de las que no tenía ni idea.
Cuando mencionó sus ojos que, la verdad tenían una forma que le recordó en su momento a los vietnamitas de las pelis de Rambo. Rasgados y afilados eran curiosos de ver y el rubio, sin poder ocultar su curiosidad o ser más discreto con ello, acercó su mirada a los esféricos con estrellas dentro según lo que explicó su dueño. Realmente eran únicos a su modo y Damian, cuando estuvo satisfecho de mirar, se alejó sonriente.
—¡Me molan tus ojos! —confesó sonriente.
De hecho, muchos en el grupo tienen ojos muy únicos. Damian recordó los de Rag, verdes y únicos por la forma de la cabeza de su amigo. Los de Kalna, cuando hacían eso de estrechar la pupila, eran intensos junto a ese amarillo. Incluso Nohlem los tenía brillantes, como una gema. No pudo evitar mirar de reojo los de Aniol, bastante cálidos.
Les tenía envidia en parte. Tenían en su vista unos colores bastante chulos, como los azules cristalinos de su madre. Damian se miraba muchas veces al espejo en el coche, mirando sus ojos. Negro, vacío, nada de color. Era una cualidad que, según Bianca, heredó de su padre. Fue de las poquísimas cosas que sabía de él y como nadie mencionaba nada al respecto en el circo cuando preguntaba más, él se quedó con el dato solitario no muy satisfecho. Tenían suerte de que él ni siquiera sabía exactamente lo que es tener padre ni tampoco tenía referentes en los que compararse.
—Tenéis colores molones, me gustaría tenerlos como vosotros —admitió señalando a los suyos, grandes, redondos y oscuros.
La profesión del pelirrojo, eso sí, no la llegó a entender del todo. ¿Trabajan con oro? ¿Se refería a los adornos que llevaba Luciano en el cuello? También portaba anillos plateados en sus dedos, ¿Nohlem era el encargado de hacer esas cosas?
—¿Podrías hacerme uno Nohlem? Una pulsera de oro estaría guay, y bien grande —vaya si le gustaba la idea de llevar una de esas, se veía a sí mismo bastante elegante—. ¡Ah! Por favor, claro —dijo al cabo de un rato largo, cayendo en como tenía que pedir las cosas aunque se le hacía un poco cansino repetirlo tanto…
—¡OOOOH! —el circense exclamó muy sorprendido al ver que Ethan tenía un piercing en la lengua—. ¡Ya ves! ¡Ethan es un imán de tías con eso puesto! —dijo como respuesta a Aniol, convencidísimo de lo que dijo—. Buah, tatuajes como los de los brazos de Connor. Esos están de puta madre —y vaya si él los quería también, se veían tan molones y agresivos que seguro se vería duro y bien macho. Se imaginó a si mismo, grande como el de la cresta rosa y ligando de forma idealizada con chicas guapas. Eso le dibujó una sonrisa boba en la cara.
—Emmm… Vale vale, pues perdón por el golpe. No voy a pegar a nadie —“prometió”, no entendiendo la parte de disculparse solo por eso. Solo el golpe. Pero si Ethan no estuviese tan mal de la pata, no le hubiera dolido tanto. Pegó por puro cabreo general y la pagó con Ethan, pero tampoco quería matarlo a golpes. Igualmente se sentía mal, así que se quedó satisfecho con la conclusión de todo y no lo iban a regañar más.
Sobre dormir juntos, el de ojos rasgados y Nohlem aceptaron la petición de ambos chicos. Damián abrió la boca, muy muy feliz por ello y antes de exclamar su buen estado de ánimo el pelirrojo le dejó bien claro que no quería oír gritos en la madrugada.
—¡Bahhhh, si yo no grito tanto! Si soy el primero que quiere dormir, tranquilo —negó con aspavientos notables, convencido de ello y alzando las cejas, asintiendo al final—. Me muero de ganas de estar con vosotros, no haré naaaaaada jurado —levantó el pulgar ante los ahí presentes, guiñando el ojo de buen humor ya que significaba dormir otra vez con Aniol y también con Ethan y Nohlem.
Cuando Ethan se lo llevo de la mano, se preguntó si Nohlem aparecería luego. Esperó que no tardase mucho yendo a ese fregado con la pelirroja. En la habitación ya se pusieron manos a la obra para hacer la base, levantando las camas y distribuyendo los colchones. Ayudo todo lo que pudo con su pequeño cuerpo, no quería quedarse esperando en una esquina ni de coña.
¡Tomaaa, terminado! —Damian se unió a los aplausos, haciéndolos con muchas ganas. Se esforzaron mucho entre todos y estaba orgulloso del castillo, tal y como Aniol lo nombró—. ¡OH, claro! —con una sonrisa sacó de su bolsillo a un Rambo curtido en un millar de batallas. En comparación a Anastasia, Rambo estaba cansado de tanta lucha, convertido en un amasijo sin forma debido a las guerras que Damian provocaba en su contra. Roto, arrugado y moribundo, Rambo se giró tal y como Aniol hizo con Anastasia para abrir las puertas de su fuerte—. ¡Gracias Anastasia, ya tenemos la base militar lista! ¡Agradecemos tus esfuerzos a nuestro país, soldado! —dijo poniendo una voz grave y ronca, meneando a Rambo mientras el propio Damian saludaba con su mano en la frente, como un militar.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Sendar
28/08/23, 09:55 pm
Les dieron relativamente buenas noticias al contarles que la única herida había sido Kalna, y aunque podían impresionar, sus heridas no eran en principio más graves que las que ya se habían hecho antes… Aunque Räg seguía queriendo no pensar en las posibilidades de infecciones al no disponer de medios más adecuados para tratar las lesiones.
Rick resumió lo que había ocurrido, y ellos parecían tan confusos como los que habían visto desde la ventana del comportamiento errático del monstruo. Una parte de él sentía curiosidad por los razones de que aquella criatura que a todas luces podría haberles hecho mucho daño (no había más que ver los mordiscos de la libense y su dedo roto) había decidido simplemente detenerse… e irse. Pero desde luego su curiosidad no era tanta como para que le importase por encima de lo que era de verdad urgente en aquel momento y se quedaría el tema en aquella incógnita irresoluble.
Asintió ante la explicación de Airi a la pregunta de Abel y le dijo a Tawar que si podía ayudarle se lo agradecía mucho, mientras ya había comenzado a tratar las heridas de Kalna con agua y jabón. Al reunir los materiales a su alrededor se dio cuenta de que allí abajo solo estaban ya le repobladore, Airi y él mismo para recibirlos, y le resultó sumamente extraño. Lo que le resultó menos raro fue ver a Serena irse al dormitorio que había usado la noche anterior sin apenas mediar palabra: aquella situación era culpa suya a fin de cuentas, y aunque el mjörní guardaba cierto resentimiento hacia ella por eso, también le inspiraba algo de lástima. No creía que, a pesar de sus palabras tan fuera de lugar, la chica pretendiese llegar tan lejos en un primer lugar y probablemente se estaría sintiendo bastante mal en esos momentos. Había vuelto, a fin de cuentas.
La mención del humano acerca de que habían encontrado algo útil había suscitado curiosidad, pero no la suficiente como para dejar la tarea que tenía entre manos… como si lo hizo la explicación de la propia Kalna de qué se trataba exactamente.
<<Hechizos>>, repitió para sí mismo, deteniéndose con el trapo a medio camino.
>>¡No, en realidad a lo mejor ese libro puede ayudarnos a curarla! —le replicó a Tawar con más énfasis del que pretendía. A continuación se giró hacia Airi, a quien cedió el trapo mientras asentía a su pregunta—. Es posible. Tengo que intentarlo, al menos. ¿Me lo dejáis ver, por favor?
Extendería sus garras hacia quien le tendiese el susodicho libro de hechizos y lo recogería con cierto temblor. ¿Podría ser que finalmente…? Al leer lo que ponía en la portada se desanimó con rapidez: todo indicaba que se trataba de hechizos orientados a la cocina. Era improbable que… No, a lo mejor venía algún remedio por si tenías un percance cocinando, tenía que ser positivo al respecto.
Pero ser positivo no bastaba. Un escaneo rápido a cada página le confirmó que no había hechizos curativos en aquel libro. Hubo algún nombre que le hizo detenerse a leer más en profundidad el efecto descrito, pero no servían para tratar heridas en absoluto... En otras circunstancias se habría alegrado, pues había visto cosas que podían resultar verdaderamente útiles, pero…
—No los hay… Son solo hechizos para emplear en la cocina —anunció con cierto desánimo, dejando el libro sobre la superficie más cercana.
Tenía intención de intentar realizar alguno de aquellos hechizos en otra ocasión, por supuesto, pero por el momento lo que tenía que hacer era seguir atendiendo a las heridas de Kalna, una vez más, sin la ayuda de la magia. El mjörní, después del subidón de adrenalina ante la posibilidad de poder volver a realizar un hechizo, se tuvo que obligar a continuar con la tarea y no dejarse arrastrar por la frustración.
Rick resumió lo que había ocurrido, y ellos parecían tan confusos como los que habían visto desde la ventana del comportamiento errático del monstruo. Una parte de él sentía curiosidad por los razones de que aquella criatura que a todas luces podría haberles hecho mucho daño (no había más que ver los mordiscos de la libense y su dedo roto) había decidido simplemente detenerse… e irse. Pero desde luego su curiosidad no era tanta como para que le importase por encima de lo que era de verdad urgente en aquel momento y se quedaría el tema en aquella incógnita irresoluble.
Asintió ante la explicación de Airi a la pregunta de Abel y le dijo a Tawar que si podía ayudarle se lo agradecía mucho, mientras ya había comenzado a tratar las heridas de Kalna con agua y jabón. Al reunir los materiales a su alrededor se dio cuenta de que allí abajo solo estaban ya le repobladore, Airi y él mismo para recibirlos, y le resultó sumamente extraño. Lo que le resultó menos raro fue ver a Serena irse al dormitorio que había usado la noche anterior sin apenas mediar palabra: aquella situación era culpa suya a fin de cuentas, y aunque el mjörní guardaba cierto resentimiento hacia ella por eso, también le inspiraba algo de lástima. No creía que, a pesar de sus palabras tan fuera de lugar, la chica pretendiese llegar tan lejos en un primer lugar y probablemente se estaría sintiendo bastante mal en esos momentos. Había vuelto, a fin de cuentas.
La mención del humano acerca de que habían encontrado algo útil había suscitado curiosidad, pero no la suficiente como para dejar la tarea que tenía entre manos… como si lo hizo la explicación de la propia Kalna de qué se trataba exactamente.
<<Hechizos>>, repitió para sí mismo, deteniéndose con el trapo a medio camino.
>>¡No, en realidad a lo mejor ese libro puede ayudarnos a curarla! —le replicó a Tawar con más énfasis del que pretendía. A continuación se giró hacia Airi, a quien cedió el trapo mientras asentía a su pregunta—. Es posible. Tengo que intentarlo, al menos. ¿Me lo dejáis ver, por favor?
Extendería sus garras hacia quien le tendiese el susodicho libro de hechizos y lo recogería con cierto temblor. ¿Podría ser que finalmente…? Al leer lo que ponía en la portada se desanimó con rapidez: todo indicaba que se trataba de hechizos orientados a la cocina. Era improbable que… No, a lo mejor venía algún remedio por si tenías un percance cocinando, tenía que ser positivo al respecto.
Pero ser positivo no bastaba. Un escaneo rápido a cada página le confirmó que no había hechizos curativos en aquel libro. Hubo algún nombre que le hizo detenerse a leer más en profundidad el efecto descrito, pero no servían para tratar heridas en absoluto... En otras circunstancias se habría alegrado, pues había visto cosas que podían resultar verdaderamente útiles, pero…
—No los hay… Son solo hechizos para emplear en la cocina —anunció con cierto desánimo, dejando el libro sobre la superficie más cercana.
Tenía intención de intentar realizar alguno de aquellos hechizos en otra ocasión, por supuesto, pero por el momento lo que tenía que hacer era seguir atendiendo a las heridas de Kalna, una vez más, sin la ayuda de la magia. El mjörní, después del subidón de adrenalina ante la posibilidad de poder volver a realizar un hechizo, se tuvo que obligar a continuar con la tarea y no dejarse arrastrar por la frustración.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Torreón Sendar
29/08/23, 07:04 pm
El fuerte había sido entretenido de construir, sobraban colchones, almohadas y sábanas a doquier por lo que tomar prestadas varias para adueñarse de otro cuarto fue tarea fácil. La distracción de ver a los niños jugar sirvió como una tirita temporal, un espacio seguro lejos de una cruda realidad que regresó tan rápido como Nohlem cerró la puerta nada más pasar. Entendiendo lo que parecía ser el inicio de un cabreo por parte del varmano lo dejó estar. No necesitaba escuchar con claridad las voces de la planta baja para notar que no había nerviosismo en ninguna de ellas, aún con las dudas de aquella escapada no resueltas era preferible dejar que el ambiente se calmara. Sonrió orgulloso al ver como usaban sus figuritas a modo de llaves mágicas y él mismo les regalo unos suaves aplausos contagiado por esa inocencia que solo a esas edades podían conservar.
Iban a estar bien.
Necesitaban estar bien.
En ese refugio atemporal donde las barreras eran suaves telas blancas y sus inquilinos dos chiquillos adorables y uno de los pocos jóvenes cuerdos del hogar encontró cierta calma. Una que crecía entre risas y conversaciones tranquilas, alejando de su mente unas sombras que mientras estuvieran allí no podrían pasar. Claro que tenía miedo, claro que había incertidumbre, dudas y alivio. Allí donde vivía el consuelo de saber que sus compañeros estaban a salvo se encontraba también el cabreo de un acto irresponsable, la alegría de que regresaran era carcomida por un resentimiento ante el peligro al que les habían expuesto. Nada grave había pasado, pero aquella excusa no era más que una moneda tirada al azar. Esta vez había caído cara, pero nada les aseguraba viéndola volar que no hubiera sido cruz, y que entonces, la huida de una persona se hubiera convertido en el cementerio de muchas otras. No, no podía perdonar eso, ya no por su vida cuyo aprecio estaba tan desgastado como los músculos de su pierna, si no por la de los que tenía enfrente. Ethan no deseaba la muerte de ningún compañero, si quiera heridas físicas como escarmiento, pero si el capricho de una ponía en peligro las brillantes sonrisas del resto, algo estaba fallando en un intercambio que para empezar, nadie había firmado.
Al menos, estaban a salvo. Por ahora.
Y eso fue lo que su corazón atesoró lo que duró ese encuentro, pues los muros de seda debían apartarse para enfrentar, entre otros asuntos, al hambre. Ethan bajó con ayuda y tras echar un vistazo exhaustivo a los escapistas acabo saludando con una sonrisa más apagada de lo normal. ¨Me alegra ver que estáis bien.¨ Diría sin querer abrir ningún tipo de conversación, pues en esa sinceridad se ocultaban matices variados con los que ahora mismo no querría lidiar.
Con los alimentos previamente separados era fácil iniciar una criba entre lo que conocía, lo que le hacía dudar y aquellos que al menos que alguien identificará públicamente serían apartados por el momento. Ante un horario en el que la tarde empezaba a menguar y la comida iba a mezclarse con una cena temprana decidirá preparar (Si a todos les parece bien) un estofado de carne. Tacos troceados, zanahoria, cebolla, un poco de ajo, tomate y patatas para poder hacer una buena cantidad de comida merecida tras dos días que se habían vuelto eternos. Ethan agradecerá cualquier ayuda y dará las instrucciones necesarias a quien quiera colaborar pero no sepa cómo. Cuando la cena esté lista dejará reposar el dolor de una pierna cuyo descanso es tan circunstancial como las ganas que tenga en ese momento de colaborar, dejando al cargo de sus compañeros el que sirvan los platos.
Cenado, un tanto descansado pero no por ello menos activo se pondrá a limpiar los restos visibles del caos que fue esa mañana. Las manchas de sangre traían recuerdos no bienvenidos y en pos de evitar que pudieran rememorarse transcurrida la noche va a querer dejar el salón impecable. Solo entonces regresará a su nueva habitación a descansar lo que buenamente pueda. Pues cuando la vida real se transforma en una disparatada pesadilla, hasta el sueño más inverosímil se puede volver un anhelo.
Iban a estar bien.
Necesitaban estar bien.
En ese refugio atemporal donde las barreras eran suaves telas blancas y sus inquilinos dos chiquillos adorables y uno de los pocos jóvenes cuerdos del hogar encontró cierta calma. Una que crecía entre risas y conversaciones tranquilas, alejando de su mente unas sombras que mientras estuvieran allí no podrían pasar. Claro que tenía miedo, claro que había incertidumbre, dudas y alivio. Allí donde vivía el consuelo de saber que sus compañeros estaban a salvo se encontraba también el cabreo de un acto irresponsable, la alegría de que regresaran era carcomida por un resentimiento ante el peligro al que les habían expuesto. Nada grave había pasado, pero aquella excusa no era más que una moneda tirada al azar. Esta vez había caído cara, pero nada les aseguraba viéndola volar que no hubiera sido cruz, y que entonces, la huida de una persona se hubiera convertido en el cementerio de muchas otras. No, no podía perdonar eso, ya no por su vida cuyo aprecio estaba tan desgastado como los músculos de su pierna, si no por la de los que tenía enfrente. Ethan no deseaba la muerte de ningún compañero, si quiera heridas físicas como escarmiento, pero si el capricho de una ponía en peligro las brillantes sonrisas del resto, algo estaba fallando en un intercambio que para empezar, nadie había firmado.
Al menos, estaban a salvo. Por ahora.
Y eso fue lo que su corazón atesoró lo que duró ese encuentro, pues los muros de seda debían apartarse para enfrentar, entre otros asuntos, al hambre. Ethan bajó con ayuda y tras echar un vistazo exhaustivo a los escapistas acabo saludando con una sonrisa más apagada de lo normal. ¨Me alegra ver que estáis bien.¨ Diría sin querer abrir ningún tipo de conversación, pues en esa sinceridad se ocultaban matices variados con los que ahora mismo no querría lidiar.
Con los alimentos previamente separados era fácil iniciar una criba entre lo que conocía, lo que le hacía dudar y aquellos que al menos que alguien identificará públicamente serían apartados por el momento. Ante un horario en el que la tarde empezaba a menguar y la comida iba a mezclarse con una cena temprana decidirá preparar (Si a todos les parece bien) un estofado de carne. Tacos troceados, zanahoria, cebolla, un poco de ajo, tomate y patatas para poder hacer una buena cantidad de comida merecida tras dos días que se habían vuelto eternos. Ethan agradecerá cualquier ayuda y dará las instrucciones necesarias a quien quiera colaborar pero no sepa cómo. Cuando la cena esté lista dejará reposar el dolor de una pierna cuyo descanso es tan circunstancial como las ganas que tenga en ese momento de colaborar, dejando al cargo de sus compañeros el que sirvan los platos.
Cenado, un tanto descansado pero no por ello menos activo se pondrá a limpiar los restos visibles del caos que fue esa mañana. Las manchas de sangre traían recuerdos no bienvenidos y en pos de evitar que pudieran rememorarse transcurrida la noche va a querer dejar el salón impecable. Solo entonces regresará a su nueva habitación a descansar lo que buenamente pueda. Pues cuando la vida real se transforma en una disparatada pesadilla, hasta el sueño más inverosímil se puede volver un anhelo.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Personajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Torreón Sendar
29/08/23, 10:23 pm
Nada había en ese libro de magia que pudiese curar a Kalna ni que pudiesen utilizar, ya que, pese a seguir las instrucciones de los hechizos, ni él ni ninguno de sus compañeros consiguió hacer magia. Se habían jugado la vida y la única recompensa que tenía era una vez más la frustración. ¿Les habían mentido sobre ser especiales? ¿La magia no era real? ¿Les habían traído allí solo para ser el pasto de monstruos horrorosos? Miles de teorías terroríficas se cruzaban por su cabeza y Abel se sentía ya ajeno a lo que estaba pasando, como si estuviese teniendo una pesadilla o siendo el espectador de una película terriblemente macabra.
No podía aguantarlo más, su cabeza más que entumecida se sentía anestesiada. Solo quería encerrarse en su cuarto y olvidarse del mundo, solo que no en la habitación de ese torreón. No, Abel quería volver a su habitación de Berlín y volver a soñar con mundos mágicos de los de verdad, en los que la sangre no duele y donde los héroes no tienen miedo. Sin embargo, lo único que le ofrecía Rocavarancolia era una burda imitación de su refugio, una claustrofóbica habitación ruinosa y un puñado de papeles y lápices carcomidos por el tiempo.
El joven se pasaría la tarde escribiendo, transformando las aventuras que habían vivido esos dos días y dándoles un verdadero propósito. En su nueva historia habría derrotado a los colaespinas de un espadazo y, no solo habrían conseguido la comida, sino también un tesoro lleno oro, joyas y armas dignas de la realeza. Le habrían felicitado todos y, al llegar a casa, Serena no habría iniciado ninguna discusión, sino que habría sido la chef principal de una suculenta comida que habría cautivado los corazones de todos los comensales, especialmente el de los niños. Además, justo en medio de la comida habría llegado al torreón una gran maestra de magia y enviada especial del reino, Aria Alasnegras, quien les introduciría en el arte de la magia y les iniciaría con una misión para conseguir su primer grimorio. Para ello, tendrían que dirigirse al faro encantado, también conocido como el hogar de la sombra del Cuervo, un fantasma hecho de oscuridad, custodio de su biblioteca mágica. Kalna y Rick lo conseguirían vencer con facilidad, mientras que Serena y él mismo se harían con los libros y báculos mágicos que allí se encontraban. Una vez estuviesen de vuelta en el torreón, Aria les felicitaría y se convertirían enseguida en jóvenes magos de gran talento.
Así se pasó hasta la hora de cenar, evadiéndose de todo y de todos, fabricando una felicidad tan triste que no lograba impedir que las lágrimas mojaran de vez en cuando el papel sobre el que escribía. De todos modos, la llamada a la cena se sintió como un jarro de agua fría que lo apartaría de sus fantasías, devolviéndolo a la realidad. Casi prefería morirse de hambre que salir de ese cuarto, pero consiguió hacer un esfuerzo y salir a cenar con sus compañeros. La tensión era palpable y sentía la ausencia de Serena como una uno de los factores que más propiciaban ese ambiente. En cuanto pudo salió de allí, no soportaba estar con la gente que había tratado tan mal a su compañera, pero soportaba todavía menos la sensación de que esta le estaba traicionando, huyendo de las circunstancias después de haberla defendido e ido a buscar, dejándolo completamente solo. De hecho, su corazón quedó totalmente herido cuando esta ni siquiera le contestó cuando fue a llevarle la comida.
A diferencia de su primera noche, y pese a sus esfuerzos por conciliar el sueño cuanto antes, no podía dormir. El miedo contaminaba su mente y lo inmovilizaba contra la pared, incapaz de girarse para no encontrarse al monstruo sombrío esperando a que se durmiese para devorarlo. Al final, su cuerpo reaccionó solo y se levantó; sentía demasiada ansiedad como para seguir tumbado. En Berlín, cuando tenía una noche movida, solía leer para calmarse, pero en esa habitación no había nada parecido a una novela. Al final, se decidió a salir a por el libro de magia, ya que, aunque no podía invocar nada, le podía servir como entretenimiento. Fue así que, tras horas de practicar el hechizo de fuego, sintió una sensación diferente en las yemas de sus dedos, una sensación que se repetía cada vez que volvía a realizar el conjuro. No había llamas ni humo ni ceniza, pero para Abel era suficiente. Era como si una luz se abriese paso en en medio de las tinieblas, como si hubiese algo de verdad en las palabras de su raptora. Como si, pese a todo, pudiese haber algo de esperanza para él en un mundo tan horroroso.
No podía aguantarlo más, su cabeza más que entumecida se sentía anestesiada. Solo quería encerrarse en su cuarto y olvidarse del mundo, solo que no en la habitación de ese torreón. No, Abel quería volver a su habitación de Berlín y volver a soñar con mundos mágicos de los de verdad, en los que la sangre no duele y donde los héroes no tienen miedo. Sin embargo, lo único que le ofrecía Rocavarancolia era una burda imitación de su refugio, una claustrofóbica habitación ruinosa y un puñado de papeles y lápices carcomidos por el tiempo.
El joven se pasaría la tarde escribiendo, transformando las aventuras que habían vivido esos dos días y dándoles un verdadero propósito. En su nueva historia habría derrotado a los colaespinas de un espadazo y, no solo habrían conseguido la comida, sino también un tesoro lleno oro, joyas y armas dignas de la realeza. Le habrían felicitado todos y, al llegar a casa, Serena no habría iniciado ninguna discusión, sino que habría sido la chef principal de una suculenta comida que habría cautivado los corazones de todos los comensales, especialmente el de los niños. Además, justo en medio de la comida habría llegado al torreón una gran maestra de magia y enviada especial del reino, Aria Alasnegras, quien les introduciría en el arte de la magia y les iniciaría con una misión para conseguir su primer grimorio. Para ello, tendrían que dirigirse al faro encantado, también conocido como el hogar de la sombra del Cuervo, un fantasma hecho de oscuridad, custodio de su biblioteca mágica. Kalna y Rick lo conseguirían vencer con facilidad, mientras que Serena y él mismo se harían con los libros y báculos mágicos que allí se encontraban. Una vez estuviesen de vuelta en el torreón, Aria les felicitaría y se convertirían enseguida en jóvenes magos de gran talento.
Así se pasó hasta la hora de cenar, evadiéndose de todo y de todos, fabricando una felicidad tan triste que no lograba impedir que las lágrimas mojaran de vez en cuando el papel sobre el que escribía. De todos modos, la llamada a la cena se sintió como un jarro de agua fría que lo apartaría de sus fantasías, devolviéndolo a la realidad. Casi prefería morirse de hambre que salir de ese cuarto, pero consiguió hacer un esfuerzo y salir a cenar con sus compañeros. La tensión era palpable y sentía la ausencia de Serena como una uno de los factores que más propiciaban ese ambiente. En cuanto pudo salió de allí, no soportaba estar con la gente que había tratado tan mal a su compañera, pero soportaba todavía menos la sensación de que esta le estaba traicionando, huyendo de las circunstancias después de haberla defendido e ido a buscar, dejándolo completamente solo. De hecho, su corazón quedó totalmente herido cuando esta ni siquiera le contestó cuando fue a llevarle la comida.
A diferencia de su primera noche, y pese a sus esfuerzos por conciliar el sueño cuanto antes, no podía dormir. El miedo contaminaba su mente y lo inmovilizaba contra la pared, incapaz de girarse para no encontrarse al monstruo sombrío esperando a que se durmiese para devorarlo. Al final, su cuerpo reaccionó solo y se levantó; sentía demasiada ansiedad como para seguir tumbado. En Berlín, cuando tenía una noche movida, solía leer para calmarse, pero en esa habitación no había nada parecido a una novela. Al final, se decidió a salir a por el libro de magia, ya que, aunque no podía invocar nada, le podía servir como entretenimiento. Fue así que, tras horas de practicar el hechizo de fuego, sintió una sensación diferente en las yemas de sus dedos, una sensación que se repetía cada vez que volvía a realizar el conjuro. No había llamas ni humo ni ceniza, pero para Abel era suficiente. Era como si una luz se abriese paso en en medio de las tinieblas, como si hubiese algo de verdad en las palabras de su raptora. Como si, pese a todo, pudiese haber algo de esperanza para él en un mundo tan horroroso.
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreón Sendar
30/08/23, 01:27 am
Después de tan triunfal apertura del nuevo castillo, Damian estuvo muy contento e ilusionado con el fuerte que, a sus ojos, era enorme, robusto e imponente. Ahí no entraría ningún fantasma seguro ni ninguna rata de mierda, es su territorio y lo reclamaría como tal junto a Aniol. Estrenaría el nuevo establecimiento metiéndose dentro bajo el “techo” hecho de sabanas. Sentiría unos nervios producto de una ilusión gigantesca al ser su primera experiencia con un juego tan bien planificado entre muchos y animaría a Aniol a meterse con él. Estaba muy a gusto entre las camas que hacían de muros, saltando y divirtiéndose. Y encima en compañía de amigos, qué más podía pedir. Si estuviese toda una vida así, no le importaría en absoluto.
Nunca había tenido un amigo, un amigo de verdad. Uno de su edad. El primer día tuvo miedo a lo desconocido, a adentrarse en un terreno lleno de minas donde un paso en falso lo haría perder todo. Eso sintió con Aniol, justo eso. No quería cagarla, eso de verdad le importaba. Quería conocerlo pero, ¿acaso sabía siquiera cómo hacerlo?
No era un adulto. Era como él, de su edad. Sin embargo, al tenerlo cerca últimamente se le iban yendo esos miedos. No lo conocía siquiera de una semana, diantres no pasaron ni tres días. Sin embargo Damian con cada respuesta positiva y cada risa se le antojaba saber más de él, quería jugar y hablar sin parar con el primer niño que ha hablado con el circense en toda su vida.
Y en cuanto pasase un tiempo, cayó en que su estomago seguía gruñendo y falto de comida. Con tanta intensidad de emociones se le olvidó su propia hambre y junto a Ethan que, aunque lo ayudaron, Damian no quería ser menos y lo sujetaba por donde pudo. No servía de nada pero el italiano tenía ilusión por ser de ayuda.
Y al fin bajaron, a ver a… ellos. Los que decidieron salir pitando en lugar de estar refugiados. Todo por culpa de la pelirroja quien no se libró de una mueca de enfado de Damian, no se olvidó del detalle de que se llevó una cesta y esperó, por su bien, que la haya devuelto como mínimo. Abel, Rick, Kalna… Todos tuvieron una actuación lamentable por salir así, sin avisar siquiera cosa que el circense odiaba. Le gustaba estar informado y cuando la gente tira por su cuenta a sus espaldas o hace cosas de las que no está enterado. Ellos decidieron ponerse a favor de la pelirroja, la que lo llamó un puto incordio, buscándola. Damian, en un arranque de inocente frialdad, pensó en que ella bien podría haberse ido y así no daba más el coñazo. Era amargo, nunca antes una persona le generó tanto sentimiento desagradable.
Sin querer saber más del asunto quería evadirse de ello, estando atento a lo que trajeron. Un libro de, ¿cocina? No, ¡era mágico! Damian no pudo evitar querer saciar su curiosidad, asomando la cabeza para ver las páginas. Sabía leer lo justo, así que pudo ver un poco. Aunque no sabía qué hechizos estaba haciendo en concreto imitó los pasos de sus compañeros pero nada funcionaba. De hecho, ninguno lo lograba. ¿El libro era un embustero?
—Pues vaya mierda de libro han traído —musitó para sí, bufando.
Decepcionado, ignoró los fallos para marchar con Aniol y jugar un rato. A veces correteaban teniendo entretenimiento sencillo como el pilla-pilla o algún escondite mientras Ethan estaba preparando la comida. Olía que alimentaba y más de una vez Damian se acercaba al de ojos rasgados para preguntar como iba el papeo, varias veces. Tener la porción de estofado de carne delante le hizo babear mucho y saborear la comida caliente en su boca le hizo echarse para atrás, como si estuviese su cuerpo naturalmente aliviado de tener nutrientes. Estaba maldítamente delicioso, notando como llegaban las energías cada vez que tragaba. Tenía el rocío en sus ojos, emocionado por poder comer y encima en una cantidad decente. No faltaron los elogios a Ethan por sus esfuerzos, señalándolo como “puto amo” o “máquina”.
Con el buche lleno, Damian iba a dirigirse a tener su merecido descanso en la habitación con todos sus nuevos amigos pero Rag y Airi lo detuvieron para convencerlo de tomar un baño. El italiano aun recordaba ese buen trato que Rag tuvo con Aria pero si lo llamó para eso, aceptaría sin dudarlo ya que se sentía importante para su amigo lagarto.
Una vez aseado y con vendas nuevas para sus heridas, Damian se metió en la habitación para poder dormir en condiciones. Durmió quieto, como un lirón y muy a gusto. Tenía la panza llena, un sitio calentito y cómodo, y agradable compañía de muy buenos amigos. ¿Qué más podía pedir? Soñó una cosa de la que se olvidaría en la madrugada siguiente, a su madre sujetándolo en sus brazos muy orgullosa de que él actuara en el circo. Eso le dibujó una enorme sonrisa en el rostro mientras estaba en brazos de Morfeo.
Nunca había tenido un amigo, un amigo de verdad. Uno de su edad. El primer día tuvo miedo a lo desconocido, a adentrarse en un terreno lleno de minas donde un paso en falso lo haría perder todo. Eso sintió con Aniol, justo eso. No quería cagarla, eso de verdad le importaba. Quería conocerlo pero, ¿acaso sabía siquiera cómo hacerlo?
No era un adulto. Era como él, de su edad. Sin embargo, al tenerlo cerca últimamente se le iban yendo esos miedos. No lo conocía siquiera de una semana, diantres no pasaron ni tres días. Sin embargo Damian con cada respuesta positiva y cada risa se le antojaba saber más de él, quería jugar y hablar sin parar con el primer niño que ha hablado con el circense en toda su vida.
Y en cuanto pasase un tiempo, cayó en que su estomago seguía gruñendo y falto de comida. Con tanta intensidad de emociones se le olvidó su propia hambre y junto a Ethan que, aunque lo ayudaron, Damian no quería ser menos y lo sujetaba por donde pudo. No servía de nada pero el italiano tenía ilusión por ser de ayuda.
Y al fin bajaron, a ver a… ellos. Los que decidieron salir pitando en lugar de estar refugiados. Todo por culpa de la pelirroja quien no se libró de una mueca de enfado de Damian, no se olvidó del detalle de que se llevó una cesta y esperó, por su bien, que la haya devuelto como mínimo. Abel, Rick, Kalna… Todos tuvieron una actuación lamentable por salir así, sin avisar siquiera cosa que el circense odiaba. Le gustaba estar informado y cuando la gente tira por su cuenta a sus espaldas o hace cosas de las que no está enterado. Ellos decidieron ponerse a favor de la pelirroja, la que lo llamó un puto incordio, buscándola. Damian, en un arranque de inocente frialdad, pensó en que ella bien podría haberse ido y así no daba más el coñazo. Era amargo, nunca antes una persona le generó tanto sentimiento desagradable.
Sin querer saber más del asunto quería evadirse de ello, estando atento a lo que trajeron. Un libro de, ¿cocina? No, ¡era mágico! Damian no pudo evitar querer saciar su curiosidad, asomando la cabeza para ver las páginas. Sabía leer lo justo, así que pudo ver un poco. Aunque no sabía qué hechizos estaba haciendo en concreto imitó los pasos de sus compañeros pero nada funcionaba. De hecho, ninguno lo lograba. ¿El libro era un embustero?
—Pues vaya mierda de libro han traído —musitó para sí, bufando.
Decepcionado, ignoró los fallos para marchar con Aniol y jugar un rato. A veces correteaban teniendo entretenimiento sencillo como el pilla-pilla o algún escondite mientras Ethan estaba preparando la comida. Olía que alimentaba y más de una vez Damian se acercaba al de ojos rasgados para preguntar como iba el papeo, varias veces. Tener la porción de estofado de carne delante le hizo babear mucho y saborear la comida caliente en su boca le hizo echarse para atrás, como si estuviese su cuerpo naturalmente aliviado de tener nutrientes. Estaba maldítamente delicioso, notando como llegaban las energías cada vez que tragaba. Tenía el rocío en sus ojos, emocionado por poder comer y encima en una cantidad decente. No faltaron los elogios a Ethan por sus esfuerzos, señalándolo como “puto amo” o “máquina”.
Con el buche lleno, Damian iba a dirigirse a tener su merecido descanso en la habitación con todos sus nuevos amigos pero Rag y Airi lo detuvieron para convencerlo de tomar un baño. El italiano aun recordaba ese buen trato que Rag tuvo con Aria pero si lo llamó para eso, aceptaría sin dudarlo ya que se sentía importante para su amigo lagarto.
Una vez aseado y con vendas nuevas para sus heridas, Damian se metió en la habitación para poder dormir en condiciones. Durmió quieto, como un lirón y muy a gusto. Tenía la panza llena, un sitio calentito y cómodo, y agradable compañía de muy buenos amigos. ¿Qué más podía pedir? Soñó una cosa de la que se olvidaría en la madrugada siguiente, a su madre sujetándolo en sus brazos muy orgullosa de que él actuara en el circo. Eso le dibujó una enorme sonrisa en el rostro mientras estaba en brazos de Morfeo.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Torreón Sendar
30/08/23, 09:21 am
Connor siguió con los ojos cerrados y tumbado en la cama, en un intento por descansar un poco la vista. Estaba completamente solo, a excepción de aquella chica inconsciente. Sin embargo Szecheniak no tardaría en aparecer y sentarse en una de las camas de a lado. A pesar de lo reventado que pudiera estar el motero y sus ganas de estar a solas consigo mismo, se descubrió manteniendo otra conversación con aquel cánido. Era curioso, porque por muy distintos que fueran físicamente o por muy separados que pudieran estar sus mundos... A Connor le recordaba a más de un compañero de su banda. Y la verdad es que se sentía bastante cómodo con él. Todo lo acontecido durante el día lo había dejado agotado y derrotado, por mucho que le costara admitirlo. Sobre todo por el jodido terror que había sentido con aquel espectro oscuro y que le había paralizado en mitad de la calle, pero se dio cuenta de que lo sobrellevaba mejor manteniendo aquella charla que solo con sus pensamientos.
Sin embargo el hambre resurgiría con más fuerza, y la conversación se daría por finalizada cuando fuera el momento de bajar. Al hacerlo Connor no pudo evitar mostrar una mirada de desprecio hacia Serena, aunque también guardaba la mala hostia para Abel por haberla defendido de esa manera después de que saliera corriendo. Aquella pelirroja no solo había tratado a los niños como una verdadera cabrona, sino que además se había largado con comida robada obligándole a ir tras ella. Si no hubiera hecho nada de ello nunca se habrían encontrado con aquel puto monstruo. Y nunca habrían pasado por aquel mal rato de cojones. Si, Serena no estaba en la lista de sus personas favoritas precisamente. Más bien en la de gilipollas, dónde no pensaba dirigirse a ella en ningún momento. Por otro lado no tardaría en ver las heridas de Kalna aunque ya tratadas, asumiendo que ese monstruo tenía que haber sido el culpable. También le preguntaría a Rick qué había pasado fuera, algo más interesado en él, dando a entender que si no había bajado antes había sido solo por no ver a la puñetera pelirroja.
El grupo de fuera había traído lo que parecía ser... ¿un libro de magia? Si, aquello podía llegar a resultar interesante de cojones. Pero que Räg o Airi conocieran la magia en sus mundos no significaba que todos pudieran hacerla, y no pudo evitar soltar un bufido divertido al ver como fracasaban algunos en sus intentos. <<Estaba claro, joder.>> Pensaría, sin llegar a plantearse intentarlo siquiera. Aquello solo serviría para hacer el ridículo.
Después de eso, Connor se mantendría callado mientras ayudaba en lo que pudiera. Ya fuera en sacar ingredientes de las cestas o limpiar un poco aquel desastre de salón. El olor de la comida haciéndose provocaba que su estómago rugiera como una mala bestia, pero sumido en sus propios pensamientos como estaba apenas era consciente de ello. La comida fue silenciosa de cojones, y quizás pudiera resultar algo incómoda para algunos. El canadiense por su parte no le dio mucha importancia, mientras comía sin parar con los ojos clavados en aquel plato tan jodidamente bueno. -Joder, el mejor puto estofado de mi puta vida-. Halagaría el motero con la boca aún llena y entendiéndosele más bien poco. Puede que fuera el hambre lo que le diera aquel sabor tan especial a la comida, o puede que realmente fuera el mejor estofado del mundo. Pero a Connor realmente le daba igual mientras pudiera seguir comiendo aquello más veces.
Más tarde y con el estómago saciado, el motero se iría a dormir en la misma habitación de la otra noche. Para descubrir que tanto Ethan como Nohlem no iban a aparecer por allí. Connor los había visto muy cercanos y cómodos con los críos, así que dio por hecho que estarían con ellos seguramente. No le daría muchas vueltas a nada más de lo que había pasado aquel día fuera del torreón. Estaba vivo y con solo unos putos rasguños, y eso era más que suficiente para él. Aquella mañana habían descubierto el verdadero peligro de la ciudad, y aunque el pesimismo de Connor era palpable... en aquel momento solo podía sentir un profundo alivio por haberse librado de tanta mierda. Caería bocarriba en la cama, con las extremidades completamente estiradas cubriendo casi todos los huecos de aquel antiguo colchón. La noche pasada no había dormido una mierda, pero aquello hizo más fácil que ésta vez conciliara el sueño. Connor no tardaría en roncar muy profundo, pero lejos de descansar su mente tenía otros planes para él.
En sus sueños volvía a ser un niño de la calle, huérfano y hambriento. Pero en lugar de esconderse de las autoridades que querían devolverlo al orfanato... ésta vez huía de algo. Mientras una nana sonaba a sus espaldas. El monstruo de sombras lo seguía de cerca. Reptando, cojeando, gritando... y acabaría por atraparle segundos antes de despertarse entre sudores fríos. La luz de aquel sol moribundo iluminaría su agitado rostro, trayendo consigo la promesa de que los peligros no habían hecho más que comenzar.
Sin embargo el hambre resurgiría con más fuerza, y la conversación se daría por finalizada cuando fuera el momento de bajar. Al hacerlo Connor no pudo evitar mostrar una mirada de desprecio hacia Serena, aunque también guardaba la mala hostia para Abel por haberla defendido de esa manera después de que saliera corriendo. Aquella pelirroja no solo había tratado a los niños como una verdadera cabrona, sino que además se había largado con comida robada obligándole a ir tras ella. Si no hubiera hecho nada de ello nunca se habrían encontrado con aquel puto monstruo. Y nunca habrían pasado por aquel mal rato de cojones. Si, Serena no estaba en la lista de sus personas favoritas precisamente. Más bien en la de gilipollas, dónde no pensaba dirigirse a ella en ningún momento. Por otro lado no tardaría en ver las heridas de Kalna aunque ya tratadas, asumiendo que ese monstruo tenía que haber sido el culpable. También le preguntaría a Rick qué había pasado fuera, algo más interesado en él, dando a entender que si no había bajado antes había sido solo por no ver a la puñetera pelirroja.
El grupo de fuera había traído lo que parecía ser... ¿un libro de magia? Si, aquello podía llegar a resultar interesante de cojones. Pero que Räg o Airi conocieran la magia en sus mundos no significaba que todos pudieran hacerla, y no pudo evitar soltar un bufido divertido al ver como fracasaban algunos en sus intentos. <<Estaba claro, joder.>> Pensaría, sin llegar a plantearse intentarlo siquiera. Aquello solo serviría para hacer el ridículo.
Después de eso, Connor se mantendría callado mientras ayudaba en lo que pudiera. Ya fuera en sacar ingredientes de las cestas o limpiar un poco aquel desastre de salón. El olor de la comida haciéndose provocaba que su estómago rugiera como una mala bestia, pero sumido en sus propios pensamientos como estaba apenas era consciente de ello. La comida fue silenciosa de cojones, y quizás pudiera resultar algo incómoda para algunos. El canadiense por su parte no le dio mucha importancia, mientras comía sin parar con los ojos clavados en aquel plato tan jodidamente bueno. -Joder, el mejor puto estofado de mi puta vida-. Halagaría el motero con la boca aún llena y entendiéndosele más bien poco. Puede que fuera el hambre lo que le diera aquel sabor tan especial a la comida, o puede que realmente fuera el mejor estofado del mundo. Pero a Connor realmente le daba igual mientras pudiera seguir comiendo aquello más veces.
Más tarde y con el estómago saciado, el motero se iría a dormir en la misma habitación de la otra noche. Para descubrir que tanto Ethan como Nohlem no iban a aparecer por allí. Connor los había visto muy cercanos y cómodos con los críos, así que dio por hecho que estarían con ellos seguramente. No le daría muchas vueltas a nada más de lo que había pasado aquel día fuera del torreón. Estaba vivo y con solo unos putos rasguños, y eso era más que suficiente para él. Aquella mañana habían descubierto el verdadero peligro de la ciudad, y aunque el pesimismo de Connor era palpable... en aquel momento solo podía sentir un profundo alivio por haberse librado de tanta mierda. Caería bocarriba en la cama, con las extremidades completamente estiradas cubriendo casi todos los huecos de aquel antiguo colchón. La noche pasada no había dormido una mierda, pero aquello hizo más fácil que ésta vez conciliara el sueño. Connor no tardaría en roncar muy profundo, pero lejos de descansar su mente tenía otros planes para él.
En sus sueños volvía a ser un niño de la calle, huérfano y hambriento. Pero en lugar de esconderse de las autoridades que querían devolverlo al orfanato... ésta vez huía de algo. Mientras una nana sonaba a sus espaldas. El monstruo de sombras lo seguía de cerca. Reptando, cojeando, gritando... y acabaría por atraparle segundos antes de despertarse entre sudores fríos. La luz de aquel sol moribundo iluminaría su agitado rostro, trayendo consigo la promesa de que los peligros no habían hecho más que comenzar.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Sendar
30/08/23, 02:10 pm
El fuerte de colchones no impidió que ocupara espacio en la habitación su aire taciturno. Hubo un esfuerzo por minimizar su carácter cuando vio a los niños, ido a pique al sentir la interrogación invisible que era la petición que le había hecho el mayor al bajar. Había pedido noticias y eso tendrían. Llenó su pecho de aire y miró al suelo al contarles, sin particular énfasis, que estaban bien. Les dijo lo que había oído en palabras escuetas: Kalna tenía un dedo roto y algunos "rasguños", que se habían escondido en un faro y poco más, queriendo quitarle importancia no solo porque los pequeños no necesitan detalles de las heridas sino porque en su enfado no merecían que gastase más saliva. Se alegraba de que estuvieran sanos y salvos, claro, pero más le alegraría no tener que encontrar tal consuelo en primer lugar.
Nohlem no halló las ganas de hablar que hubiera tenido antes, no en el cuarto, menos aún en la sala común. Ayudó en la cocina aunque él de comida no supiera más que catar lo que ya estaba preparado, queriendo estar a la altura los más dispuestos, como Räg o Ethan, que aún teniendo el doble de motivos por los que estar más agotados que él seguían esforzándose por otros. Al menos esa era su visión más idílica de los hechos. La más sincera era la desgana de no ver las horas pasar si no tenía otra cosa que hacer, y la más realista aquella que cuidaba con mimo el calor de un enfado que cada vez exageraba más en su mente. Estar cerca (o al menos en la misma planta) de aquellos a quienes ahora titulaba culpables mantenía activa su mente ociosa y punzantes sus pupilas, y es que por mucha distancia que separase su historia de la de su madre, seguía siendo hijo suyo. En esos momentos en el pecho de Nohlem no había hueco para tanta empatía. Menos aún para los llantos de una banshee.
Mantuvo mutis durante la cena, (o merienda con aires de grandeza, como lo quisieran llamar) sin dificultades. Las comidas en silencio eran el pan de cada día en su casa, y cientos de ellas eran tan tensas como esa. Aquel no era terreno desconocido, si acaso, espantosamente familiar. Se limitó a agradecer y comentar el buen sabor de esta cuando no pudo luchar contra la sonrisa que se dibujó en su rostro al probar por fin bocado, posiblemente la mejor experiencia que había tenido en unos días tan eternos como el fluir de los mares de plata. Con hambre las cosas sabían mejor, incluso si el regusto de las ascuas de su enfado amargaba el final. Y porque Serena no estaba presente, sino seguro todo sabría a ceniza.
De las camas malas a dormir en colchones en el suelo no había tanta bajada como pensaba, aunque quizás estaba tan cansado que cualquier superficie mullida, por muy atestada que estuviera, se le antojaba maravillosa. Muy atrás quedaba su cuarto y su cama matrimonial en la que bien cabían cuatro adultos. Dormiría apretujado con Aniol, Damian e Ethan, y es que incluso si sus paredes no eran más que telas viejas y un poco más allá, los ladrillos del torreón, ahí escondidos entre mantas como un niño pequeño perseguido por los terrores de la noche, se alegraba porque entre ellos no hubiera hueco libre para ningún fantasma.
Nohlem no halló las ganas de hablar que hubiera tenido antes, no en el cuarto, menos aún en la sala común. Ayudó en la cocina aunque él de comida no supiera más que catar lo que ya estaba preparado, queriendo estar a la altura los más dispuestos, como Räg o Ethan, que aún teniendo el doble de motivos por los que estar más agotados que él seguían esforzándose por otros. Al menos esa era su visión más idílica de los hechos. La más sincera era la desgana de no ver las horas pasar si no tenía otra cosa que hacer, y la más realista aquella que cuidaba con mimo el calor de un enfado que cada vez exageraba más en su mente. Estar cerca (o al menos en la misma planta) de aquellos a quienes ahora titulaba culpables mantenía activa su mente ociosa y punzantes sus pupilas, y es que por mucha distancia que separase su historia de la de su madre, seguía siendo hijo suyo. En esos momentos en el pecho de Nohlem no había hueco para tanta empatía. Menos aún para los llantos de una banshee.
Mantuvo mutis durante la cena, (o merienda con aires de grandeza, como lo quisieran llamar) sin dificultades. Las comidas en silencio eran el pan de cada día en su casa, y cientos de ellas eran tan tensas como esa. Aquel no era terreno desconocido, si acaso, espantosamente familiar. Se limitó a agradecer y comentar el buen sabor de esta cuando no pudo luchar contra la sonrisa que se dibujó en su rostro al probar por fin bocado, posiblemente la mejor experiencia que había tenido en unos días tan eternos como el fluir de los mares de plata. Con hambre las cosas sabían mejor, incluso si el regusto de las ascuas de su enfado amargaba el final. Y porque Serena no estaba presente, sino seguro todo sabría a ceniza.
De las camas malas a dormir en colchones en el suelo no había tanta bajada como pensaba, aunque quizás estaba tan cansado que cualquier superficie mullida, por muy atestada que estuviera, se le antojaba maravillosa. Muy atrás quedaba su cuarto y su cama matrimonial en la que bien cabían cuatro adultos. Dormiría apretujado con Aniol, Damian e Ethan, y es que incluso si sus paredes no eran más que telas viejas y un poco más allá, los ladrillos del torreón, ahí escondidos entre mantas como un niño pequeño perseguido por los terrores de la noche, se alegraba porque entre ellos no hubiera hueco libre para ningún fantasma.
- ♪♫♬:
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreón Sendar
30/08/23, 05:18 pm
Cierto era que todavía no sabía como funcionaban las pupilas de Nohlem, pero no hacía falta saberlo para notar lo fría que fue la mirada que le devolvió antes de subir. Rick entreabrió la boca muy confundido sin quitarle el ojo de encima hasta que se perdió por la escalera. No entendía que acababa de pasar. ¿Estaba pasando algo por alto que pudiera haberle molestado? No lo tenía claro, pero el peso de la situación se le hacía más pesado por momentos.
La respuesta que les dio Airi le dejaba tranquilo después de toda la tensión por el monstruo, pero enrarecía aún más el recibimiento. No les había pasado nada, ¿entonces por qué algunos...? -(Serena)- pensó sin demasiada dificultad. Era la respuesta lógica, aunque justo que fuera aquello era lo que menos sentido daba a lo que estaba pasando. Estaba seguro de que todo el mundo estaba enfadado y con razón con la escocesa, pero aún así allí estaba la mayoría, preocupándose de lo que pudiera haberles pasado fuera. ¿Por qué el resto, con los que había compartido habitación incluso, no habían bajado? ¿Por qué esa mirada glacial de Nohlem a él? A los niños no iba a recriminarles nada y Connor... después de lo que había pasado en la discusión tal vez fuera lo mejor que se hubiera quedado arriba. ¿Pero Ethan y el varmano? Ya desde el día anterior los había visto como buena gente y en especial el británico había demostrado en muchas ocasiones que buscaba que el grupo estuviera bien. ¿Por qué de repente ese vacío a ellos cuatro? -(Podríamos estar muertos...)- pensó amargamente, buscando centrarse de nuevo en la conversación sobre el grimorio para alejar aquello.
Estuvo atento a lo que dijera el mjörní sobre los hechizos que había en el libro, pero los resultados no fueron los más esperanzadores. -Ya veo... Al menos nos servirán para la comida.- comentó con un deje de desgana por culpa de todos sus pensamientos anteriores. Seguían como hasta ahora, solo que con el poder de hacer mejores platos, si tenían suerte y no eran complicados los hechizos. Al menos con tanta ayuda seguramente encontrarían algo con lo que Kalna pudiera terminar de curarse el dedo.
Después de dejar las armas en el sótano, hecho polvo tanto física como mentalmente, Rick tomó asiento en uno de los sillones del salón para descansar. Ahora mismo lo único que quería era tranquilidad. Los que quedaban por bajar aparecieron en algún momento, y ya entonces notó que algo seguía sin ir bien. La noche anterior le había venido bien para conocer a algunos de sus compañeros y con eso en mente podía notar que las palabras de Ethan tenía un tinte sutil pero que dolía al chico. No por ello iba a ignorarlo y asintió con una levísima sonrisa a modo de agradecimiento. Solamente Connor pareció preocuparse por lo que había pasado y, cuando le preguntó, Rick le resumió los hechos como había hecho con el resto del grupo. Aquello lo tranquilizó un poco.
La comida fue, fácilmente, uno de los momentos más incómodos en la vida del neoyorquino. Echó una mano a preparar la mesa para todo el mundo, pero el ambiente cargado y que ya había bastantes ayudando con la comida hicieron que se limitara en eso. Ya con el plato de estofado delante, la ausencia de Serena aunque la entendía no podía evitar preocuparle. Y aunque la chica no estaba allí, el ambiente era igual de tenso que si lo hubiera estado. Un silencio enorme que solo se interrumpía de vez en cuando con algún halago a los cocineros. Sí, iban a tener que arreglar muchas cosas allí. Aunque Rick no habló mucho, no pudo negar un cumplido una pizca animado: -Está muy rico, os ha quedado bien.- Después de prácticamente dos días sin comer, aquello le sabía a gloria. Aún con todas las dificultades, al menos tenían algo para llenar el estómago los días siguientes.
El resto del día, agotado y sin querer molestar mucho al resto, ayudó a buscar algo para las heridas de la libense y echaría un rápido vistazo al libro de cocina. Había visto a alguno de sus compañeros probar por su cuenta sin mucho éxito, así que de momento no terminó de encontrar la motivación para intentarlo también. Pero tenía curiosidad por los efectos que pudieran realizar. No se paró en todos, pero se fijó en algunos que le parecieron curiosos. Estaba el de las llamas que ya había comentado Abel, pero había otros para limpiar la ropa, cambiar la temperatura de objetos o ampliar algunos sentidos. -Interesante- diría para sí mismo ojeando los conjuros. Las instrucciones no parecían tan complejas, aunque con algo tan desconocido como la magia consideró mejor que les enseñara antes Räg o Airi los detalles para hacerla.
Sin mucho más que hacer, Rick volvió a la habitación de la noche anterior. Solo el motero estaba allí, claro. Se puso el pijama y se acostó en la profunda oscuridad de la noche de Rocavarancolia. Estaba cansado, mucho después del caos que había sido el día. Pero mientras Connor roncaba y soñaba, Rick tardó en conciliar el sueño de nuevo. Estaba preocupado, sí, pero esta vez no era el motivo principal para el insomnio. Mirando a lo que seguramente sería el techo si se pudiera ver algo, el neoyorquino pensaba y analizaba. En su mente se acumulaba toda la información que tenían desde que habían llegado allí, cada detalle de las bestias que les habían atacado. -(Si queremos sobrevivir necesitamos estar preparados. Necesitamos planes para evitar que vuelva a pasar nada.)-
La respuesta que les dio Airi le dejaba tranquilo después de toda la tensión por el monstruo, pero enrarecía aún más el recibimiento. No les había pasado nada, ¿entonces por qué algunos...? -(Serena)- pensó sin demasiada dificultad. Era la respuesta lógica, aunque justo que fuera aquello era lo que menos sentido daba a lo que estaba pasando. Estaba seguro de que todo el mundo estaba enfadado y con razón con la escocesa, pero aún así allí estaba la mayoría, preocupándose de lo que pudiera haberles pasado fuera. ¿Por qué el resto, con los que había compartido habitación incluso, no habían bajado? ¿Por qué esa mirada glacial de Nohlem a él? A los niños no iba a recriminarles nada y Connor... después de lo que había pasado en la discusión tal vez fuera lo mejor que se hubiera quedado arriba. ¿Pero Ethan y el varmano? Ya desde el día anterior los había visto como buena gente y en especial el británico había demostrado en muchas ocasiones que buscaba que el grupo estuviera bien. ¿Por qué de repente ese vacío a ellos cuatro? -(Podríamos estar muertos...)- pensó amargamente, buscando centrarse de nuevo en la conversación sobre el grimorio para alejar aquello.
Estuvo atento a lo que dijera el mjörní sobre los hechizos que había en el libro, pero los resultados no fueron los más esperanzadores. -Ya veo... Al menos nos servirán para la comida.- comentó con un deje de desgana por culpa de todos sus pensamientos anteriores. Seguían como hasta ahora, solo que con el poder de hacer mejores platos, si tenían suerte y no eran complicados los hechizos. Al menos con tanta ayuda seguramente encontrarían algo con lo que Kalna pudiera terminar de curarse el dedo.
Después de dejar las armas en el sótano, hecho polvo tanto física como mentalmente, Rick tomó asiento en uno de los sillones del salón para descansar. Ahora mismo lo único que quería era tranquilidad. Los que quedaban por bajar aparecieron en algún momento, y ya entonces notó que algo seguía sin ir bien. La noche anterior le había venido bien para conocer a algunos de sus compañeros y con eso en mente podía notar que las palabras de Ethan tenía un tinte sutil pero que dolía al chico. No por ello iba a ignorarlo y asintió con una levísima sonrisa a modo de agradecimiento. Solamente Connor pareció preocuparse por lo que había pasado y, cuando le preguntó, Rick le resumió los hechos como había hecho con el resto del grupo. Aquello lo tranquilizó un poco.
La comida fue, fácilmente, uno de los momentos más incómodos en la vida del neoyorquino. Echó una mano a preparar la mesa para todo el mundo, pero el ambiente cargado y que ya había bastantes ayudando con la comida hicieron que se limitara en eso. Ya con el plato de estofado delante, la ausencia de Serena aunque la entendía no podía evitar preocuparle. Y aunque la chica no estaba allí, el ambiente era igual de tenso que si lo hubiera estado. Un silencio enorme que solo se interrumpía de vez en cuando con algún halago a los cocineros. Sí, iban a tener que arreglar muchas cosas allí. Aunque Rick no habló mucho, no pudo negar un cumplido una pizca animado: -Está muy rico, os ha quedado bien.- Después de prácticamente dos días sin comer, aquello le sabía a gloria. Aún con todas las dificultades, al menos tenían algo para llenar el estómago los días siguientes.
El resto del día, agotado y sin querer molestar mucho al resto, ayudó a buscar algo para las heridas de la libense y echaría un rápido vistazo al libro de cocina. Había visto a alguno de sus compañeros probar por su cuenta sin mucho éxito, así que de momento no terminó de encontrar la motivación para intentarlo también. Pero tenía curiosidad por los efectos que pudieran realizar. No se paró en todos, pero se fijó en algunos que le parecieron curiosos. Estaba el de las llamas que ya había comentado Abel, pero había otros para limpiar la ropa, cambiar la temperatura de objetos o ampliar algunos sentidos. -Interesante- diría para sí mismo ojeando los conjuros. Las instrucciones no parecían tan complejas, aunque con algo tan desconocido como la magia consideró mejor que les enseñara antes Räg o Airi los detalles para hacerla.
Sin mucho más que hacer, Rick volvió a la habitación de la noche anterior. Solo el motero estaba allí, claro. Se puso el pijama y se acostó en la profunda oscuridad de la noche de Rocavarancolia. Estaba cansado, mucho después del caos que había sido el día. Pero mientras Connor roncaba y soñaba, Rick tardó en conciliar el sueño de nuevo. Estaba preocupado, sí, pero esta vez no era el motivo principal para el insomnio. Mirando a lo que seguramente sería el techo si se pudiera ver algo, el neoyorquino pensaba y analizaba. En su mente se acumulaba toda la información que tenían desde que habían llegado allí, cada detalle de las bestias que les habían atacado. -(Si queremos sobrevivir necesitamos estar preparados. Necesitamos planes para evitar que vuelva a pasar nada.)-
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Sendar
30/08/23, 06:57 pm
A pesar de su intención de no molestar, para Connor no pasó desapercibida su llegada. Hablaron durante un largo rato cómodamente y, aunque Colmillo había subido con la intención de huir y calmar su alma practicando el oficio de su nana en soledad, se encontró a sí mismo disfrutando de la conversación y de la compañía. Las cartas le hacían rememorar a su nana, pero, al igual que al hablar de su familia con Kalna la noche anterior, compartir ese conocimiento con otra persona le hacían sentir conectado más conectado a todos ellos, como si no importara a qué distancia se encontraran unos de otros, siempre estuvieran a su lado.
Hablar de ellos le recordaba que existieron, que todavía existen en algún lugar del universo. Y que, al igual que él, todavía le recordaban.
La conversación permitió que sus ánimos se calmaran de alguna manera, lo que vino acompañado de una mayor consciencia de su cuerpo y, por supuesto, de su hambre. Por suerte, pareció coincidir con el momento en el que el grueso del grupo había decidido poner manos a la obra en la cocina, por lo que Szczenyak no tardó en bajar las cestas que anteriormente había subido por precaución y ofrecer su ayuda en todo lo que fuera posible. Aunque no era habitual que sus tareas en la caravana implicaran cocinar, de vez en cuando se le pedía ayuda para cortar, pelar o preparar alimentos crudos, lo que hacía siguiendo minuciosamente las instrucciones de sus mayores, pero con la suficiente rapidez como para que no fuera una molestia en el trabajo.
Aunque el vittya estaba totalmente concentrado en el trabajo, no pudo evitar sentir la tensión en el ambiente y su pelo se erizó un poco en consecuencia. Un poco confuso por ello, teniendo en cuenta que ni Serena ni Aria se encontraban en la habitación, pero sin querer avivar ningún fuego ni encender nuevos, Colmillo se dedicó a intercambiar algunas palabras con aquellos que también trabajaban en la comida, pero en seguida se dio cuenta de que era incapaz de fingir una alegría que no sentía y, por lo tanto, no era el más indicado para aligerar el ambiente.
Al principio tuvo la fantasía de que aquella tensión en el ambiente se aligeraría una vez todos estuvieran sentados y alimentados, acallando todas esas tripas que no tenía ningún problema en oir sonar, incluso cuando la suya propia sonaba más fuerte en sus oídos, pero pronto se vio que eso no iba a pasar.
Fue, sin lugar a dudas, la comida más triste que jamás había tenido Colmillo. Y no por el estofado, el cual estaba francamente rico y más teniendo en cuenta lo hambrientos que todos estaban. Sino por la tensión y el silencio. El ensordecedor silencio. El vittya no recordaba una comida más silenciosa en su vida. Ni siquiera cuando murió su yaya, el momento más triste en su memoria de la historia de su familia, la mesa estuvo tan callada.
Ni siquiera los halagos a la comida, a los que Colmillo se añadió, hicieron algo por cubrir ese silencio. Aquello, más que la propia tensión del ambiente, era lo que más estaba afectando al zawodny. Si seguían así, en completo silencio, ¿volvería a escuchar la nana del monstruo? Sin nada que se lo impidiera, ¿sería capaz de escucharla a calles de distancia?
Casi suspiró de alivio cuando la comida terminó y el grupo se dispersó.
Él, por su parte, decidió entretenerse limpiando la vajilla, mientras escuchaba los intentos de magia que sus compañeros hacían con el libro que parecían haber encontrado en la escapada. Si bien la magia le generaba mucha curiosidad, Colmillo consideró que ya había tenido suficientes emociones el día como para además plantearse la posibilidad de convertirse en una especie de Vid'ma y los sentimientos que la simple idea le generaba, por lo que decidió que aquello sería un problema para el próximo día.
Si bien su hora de sueño solía ser más tarde, la noche sin dormir del día anterior no tardó en pasarle factura y, decidido a no dormir de nuevo en el sofá, buscó la habitación que parecía más habitada y preguntó a sus integrantes, que resultaron ser Airi, Räg y Tawar, si podía dormir con ellos.
La soledad ya había hecho mella en él lo suficiente en los últimos dos días como para permitirse levantarse en mitad del sueño y verse completamente solo.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistenciaPersonajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Torreón Sendar
30/08/23, 08:19 pm
Erre que erre con los hechizos... hasta que por fin le explicaron qué era. ¿Magia? ¿Una energía o fuerza capaz de hacer cosas siguiendo unos cánticos o gestos? ¡Eso eran dones de toda la vida! ¡Dones, pero dicho de otra manera! ¡Dones de la Flora! ¡Dones... en aquella ciudad gris desprovista de bosques! ¿Pero para cocinar? Qué rábanos... Podían serles útiles, claro, pero... ¿Serían sus Gigantes capaces de obrar el milagro de los dones? Tawar no, eso estaba claro (o al menos elle lo tenía clarísimo), así que iría a lo suyo y poco después volvería del sótano con su cacho de madera para entutorar el dedo de Kalna.
En efecto, el libro de dones sirvió de poco, como comprobó Räg. Tawar no le dio importancia, le costaba creer que hubiera Dotades no repobladores que hubieran confeccionado un listado de dones y que funcionarán en mans de Gigantes. Así que después de curar a la libense, le repobladore vagó por el torreón hasta que llegó la hora de cenar. Seguía con el cuerpo agarrotado por el miedo de horas atrás y solo quería relajarse y distraerse sin hacer nada. Y al final de la tarde, con la barriga llena de frutas e insectos, se retiró a uno de los dormitorios. Arrastró una de esas prendas que usaban para vestir hasta una mesita de noche y se hizo su propio nido blandito con ella. Le gustó ver la estructura que habían hecho para dormir con los más jóvenes, pero se lamentó porque algo así podía ser peligroso para elle y no se acercó. No se dormiría sino que cerraría los ojos para relajarse del todo y después poder descansar bien y sin pesadillas. Ojalá.
En efecto, el libro de dones sirvió de poco, como comprobó Räg. Tawar no le dio importancia, le costaba creer que hubiera Dotades no repobladores que hubieran confeccionado un listado de dones y que funcionarán en mans de Gigantes. Así que después de curar a la libense, le repobladore vagó por el torreón hasta que llegó la hora de cenar. Seguía con el cuerpo agarrotado por el miedo de horas atrás y solo quería relajarse y distraerse sin hacer nada. Y al final de la tarde, con la barriga llena de frutas e insectos, se retiró a uno de los dormitorios. Arrastró una de esas prendas que usaban para vestir hasta una mesita de noche y se hizo su propio nido blandito con ella. Le gustó ver la estructura que habían hecho para dormir con los más jóvenes, pero se lamentó porque algo así podía ser peligroso para elle y no se acercó. No se dormiría sino que cerraría los ojos para relajarse del todo y después poder descansar bien y sin pesadillas. Ojalá.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Torreón Sendar
31/08/23, 10:42 am
Dejó que Rägjynn y Tawar curasen sus heridas sin decir nada, perdida en sus pensamientos. Quería haber hablado con Serena, pero esta se había encerrado en el cuarto, y a más pensaba en su actitud más le enfadaba toda ella. Era como un niño pequeño, sin razonar, sin querer afrontar consecuencias. Iba a tener que hacerlo antes o después, claramente, pero no veía que retrasarlo fuera una opción.
La cena le recordó demasiado a su casa. Los silencios tensos eran la norma entre ella y su hermana muchas veces, y cuando su Madre hablaba era con hechos a los que no hacía falta responder. Comer en silencio era algo tan normal que casi no parecía que estuviera con un montón de lo que eran prácticamente desconocidos en otro mundo. De hecho, si cruzaba de casualidad la mirada con la de Nohlem, podía hasta fingir que era su hermana ofendida por algún comentario que ella misma hubiera hecho. Incluso la comida sabía a casa. Era mucho menos lujosa que la que habrían hecho sus cocineros, pero los guisos eran una comida normal en Libo, y aunque alguno de los ingredientes fuera totalmente nuevo para ella, no estaba nada mal.
Tras la comida se fue pronto al cuarto, ignorando por ahora el libro de magia. No iba a irse a ningún lado, y lo más útil sería que los que ya sabían algo les enseñaran a leer las instrucciones antes de probar a hacer nada. Lo más probable era que no funcionara sin saber hacerlo bien, de todas maneras. La cama seguía siendo igual de incómoda que la noche anterior, pero el cansancio acumulado hizo que aquel día se durmiera mucho más fácilmente.
La cena le recordó demasiado a su casa. Los silencios tensos eran la norma entre ella y su hermana muchas veces, y cuando su Madre hablaba era con hechos a los que no hacía falta responder. Comer en silencio era algo tan normal que casi no parecía que estuviera con un montón de lo que eran prácticamente desconocidos en otro mundo. De hecho, si cruzaba de casualidad la mirada con la de Nohlem, podía hasta fingir que era su hermana ofendida por algún comentario que ella misma hubiera hecho. Incluso la comida sabía a casa. Era mucho menos lujosa que la que habrían hecho sus cocineros, pero los guisos eran una comida normal en Libo, y aunque alguno de los ingredientes fuera totalmente nuevo para ella, no estaba nada mal.
Tras la comida se fue pronto al cuarto, ignorando por ahora el libro de magia. No iba a irse a ningún lado, y lo más útil sería que los que ya sabían algo les enseñaran a leer las instrucciones antes de probar a hacer nada. Lo más probable era que no funcionara sin saber hacerlo bien, de todas maneras. La cama seguía siendo igual de incómoda que la noche anterior, pero el cansancio acumulado hizo que aquel día se durmiera mucho más fácilmente.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Sendar
31/08/23, 01:13 pm
El ambiente era extraño. Al mjörní lo único que no le extrañaba de todo aquello era que estuviesen enfadados con Serena, pues él también lo estaba y le había molestado de nuevo el que la chica se hubiese encerrado como si fuese una niña pequeña en lugar de pedir disculpas por su comportamiento tan cuestionable. Lo demás… No lo entendía. La tensión que se palpaba en el ambiente le ponía demasiado incómodo, pero no quería simplemente quitarse del medio. Cuando Ethan se ofreció a cocinar, él a su vez se ofreció a ayudar en lo que pudiera. La cocina no era su punto fuerte y quería saber qué tipo de dieta tenían sus compañeros, ya que al parecer para la mayoría los insectos no formaban parte de esta e incluso alguno había expresado un desagrado considerable hacia ellos. Un par de preguntas le confirmaron que así era: casi ningún humano o libense comía insectos y para los allí presentes parecía comparable a comer algo asqueroso. Aunque resultase raro para un mjörní, siendo estos la base de su dieta, sabía que no todos los animales comían insectos, así que tampoco le pareció algo descabellado. Solo se preguntaba por qué les resultaban tan desagradables.
Le hubiese gustado hacer muchas más preguntas, pero estando la tensión que si se golpeaba el aire con un hilo vibraría, no se atrevió a hacer demasiadas. Aun así se quedó con cierta información valiosa sobre las dietas de los humanos en particular, ya que estaba cocinando Ethan, pero también había hecho pregunta a otros presentes al respecto.
Y el momento de sentarse a comer… el plato desprendía un aroma realmente agradable, Rägjynn salivaba con anticipación y su estómago protestaba todavía más fuerte… Pero el contraste con el ambiente lo hacía resultar muy extraño. Aquella también fue la comida más incómoda de su vida para el mjörní, acostumbrado a comer con mucha gente en un gran comedor junto a los otros huérfanos, rodeado de charlas ligeras o acerca de las clases… El casi perpetuo silencio a pesar de estar rodeado de gente parecía irreal. Podría decir que de otro mundo, pero eso era cierto al fin y al cabo. Sabía que además no se debía precisamente a ningún tipo de diferencia cultural. Bueno, tal vez en parte sí, si pensaba en la causa. No se atrevía a preguntar nada e iba a tener que dejar de pensar en ello por el momento, porque no llegaba a ninguna conclusión.
A pesar de todo, la comida estaba deliciosa incluso si no había ningún tipo de proteína de insecto en ella. Alguna vez había comido un plato similar, pero era muy infrecuente que sus comidas no llevasen ningún insecto en absoluto. Por supuesto se sumó a los comentarios positivos hacia el sabor de esta, intentando ser lo más agradable posible sin que pareciese que lo hacía por compromiso, porque el ambiente que había le hacía ser demasiado autoconsciente de lo que hacía o decía. Una parte de él hubiese querido comer rápido e irse en busca de otra tarea que hacer: estaba muy hambriento y ahora que todos estaban a salvo el nudo en el estómago había desaparecido en buena medida, pero sabía que no era buena idea después de llevar tantas horas sin comer nada.
Una vez la gente empezó a dispersarse, el mjörní ayudó a recoger la mesa y lavar los utensilios de cocina. Al ver a Damian levantarse de la mesa para irse, cruzó una mirada con Airi y entre ambos lo detuvieron: el niño necesitaba bañarse de nuevo y así se lo dijeron, porque aparte de la suciedad tenía varias heridas que vendría bien lavarlas mejor. Una vez con la positiva de Damian, lo siguiente que haría sería preguntar a Rick, Abel y Kalna si les importaba si le echaba un vistazo al libro de hechizos. No iba a intentar hacer ninguno: con el cansancio que tenía acumulado sabía que si efectivamente le salía alguno podía ser muy peligroso para su salud, pero al menos quería comprobar hasta qué punto se parecía la magia de Rocavarancolia a la de Mjörne y empezar a comprender la teoría.
Antes de eso, no obstante, tocaba volver a bañar a Damian. Airi dijo que se quería bañar primero, por lo que le avisaron para aprovechar su agua en cuanto le chique hubiese terminado. El niño se dejó sin problema como el día anterior, pero se le notaba raro. No le parecía extraño, ya que había sido uno de los principales afectados por el arrebato de Serena y sin duda fue un baño mucho más incómodo que el de la noche anterior.
Una vez terminasen con Damian, Rägjynn también decidió lavarse a sí mismo (aunque todavía no necesitase meterse en el barreño) y su ropa, poniéndose de nuevo un camisón para dormir una vez limpio. Se lamentaría de los agujeros que se habían producido sobre todo en las mangas de su haori, aunque había alguno más. De hecho aún tuvo que quitar alguna espina que no había visto hasta ese momento y que no se le había clavado ni a él ni a nadie de milagro. Las recogió y dejó en una esquina cerca de la puerta de fuera, con la intención de tirarlas al foso en cuanto fuese posible para que nadie se hiciese daño con ellas. Tras poner sus ropas a secar observó los agujeros con tristeza: no quería que el atuendo que le había regalado Skjë se estropease de aquella forma y lamentaba no saber remendar aquello sin el uso de magia… una vez más. Por el momento tan solo decidió que las guardaría cuidadosamente y no las volvería a usar para salir fuera. Tendría que buscar bien al día siguiente ropa que pudiese usar de entre la que había en los arcones y tal vez en algún momento preguntar si alguien sabía cómo coser.
Mientras empezaba a ojear el libro de hechizos de cocina se le ocurrió algo, pues a pesar de que habían comido hacía unas horas su estómago seguía protestando. Sería una lástima que se echasen a perder todos los insectos que venían en las cestas, por lo que preguntó a Airi y Tawar, quienes sabía que también los comían y en ese momento sentía que con elles si podía tratar de forma normal, si se apuntaban a un pequeño tentempié nocturno, explicándoles su razonamiento al respecto. Mientras les tres comían y Räg ojeaba los hechizos, Airi se mostró interesade por la teoría de aquel tipo de magia. El mjörní también tenía curiosidad por cómo sería lo que conocía le chique para resultarle tan extraño lo que para él era tan familiar. Así pues, acordaron que al día siguiente hablarían al respecto. Aquel día ya había sido muy largo y a pesar de sus intenciones, Rägjynn apenas logró leer un par de páginas antes de sentir cómo el cansancio empezaba a hacer verdadera mella en él.
Se fue a dormir dejando el libro en una mesita del cuarto y con una sensación muy amarga. Se sentía frustrado e inútil a partes iguales: no había podido hacer nada para mediar en ninguna discusión porque no comprendía muy bien cómo habían reaccionado la mayoría de los involucrados, y a pesar de tener un libro de magia ahí mismo (el cual observaba entre pesados parpadeos), seguía sin poder emplearla para curar heridas, y estaba por ver si para… algo. Si no fuera por lo exhausto que estaba, aquella habría sido otra noche sin dormir, pero el cuerpo tenía un límite y el mjörní en esa ocasión concilió el sueño casi de inmediato. Por lo menos en el cuarto estaban Airi y Szczenyak, con quienes se sentía completamente cómodo y ayudó a no pensar mucho en el mal ambiente del día. Volvería a tener sueños agitados de los que no recordaría nada a la mañana siguiente.
Le hubiese gustado hacer muchas más preguntas, pero estando la tensión que si se golpeaba el aire con un hilo vibraría, no se atrevió a hacer demasiadas. Aun así se quedó con cierta información valiosa sobre las dietas de los humanos en particular, ya que estaba cocinando Ethan, pero también había hecho pregunta a otros presentes al respecto.
Y el momento de sentarse a comer… el plato desprendía un aroma realmente agradable, Rägjynn salivaba con anticipación y su estómago protestaba todavía más fuerte… Pero el contraste con el ambiente lo hacía resultar muy extraño. Aquella también fue la comida más incómoda de su vida para el mjörní, acostumbrado a comer con mucha gente en un gran comedor junto a los otros huérfanos, rodeado de charlas ligeras o acerca de las clases… El casi perpetuo silencio a pesar de estar rodeado de gente parecía irreal. Podría decir que de otro mundo, pero eso era cierto al fin y al cabo. Sabía que además no se debía precisamente a ningún tipo de diferencia cultural. Bueno, tal vez en parte sí, si pensaba en la causa. No se atrevía a preguntar nada e iba a tener que dejar de pensar en ello por el momento, porque no llegaba a ninguna conclusión.
A pesar de todo, la comida estaba deliciosa incluso si no había ningún tipo de proteína de insecto en ella. Alguna vez había comido un plato similar, pero era muy infrecuente que sus comidas no llevasen ningún insecto en absoluto. Por supuesto se sumó a los comentarios positivos hacia el sabor de esta, intentando ser lo más agradable posible sin que pareciese que lo hacía por compromiso, porque el ambiente que había le hacía ser demasiado autoconsciente de lo que hacía o decía. Una parte de él hubiese querido comer rápido e irse en busca de otra tarea que hacer: estaba muy hambriento y ahora que todos estaban a salvo el nudo en el estómago había desaparecido en buena medida, pero sabía que no era buena idea después de llevar tantas horas sin comer nada.
Una vez la gente empezó a dispersarse, el mjörní ayudó a recoger la mesa y lavar los utensilios de cocina. Al ver a Damian levantarse de la mesa para irse, cruzó una mirada con Airi y entre ambos lo detuvieron: el niño necesitaba bañarse de nuevo y así se lo dijeron, porque aparte de la suciedad tenía varias heridas que vendría bien lavarlas mejor. Una vez con la positiva de Damian, lo siguiente que haría sería preguntar a Rick, Abel y Kalna si les importaba si le echaba un vistazo al libro de hechizos. No iba a intentar hacer ninguno: con el cansancio que tenía acumulado sabía que si efectivamente le salía alguno podía ser muy peligroso para su salud, pero al menos quería comprobar hasta qué punto se parecía la magia de Rocavarancolia a la de Mjörne y empezar a comprender la teoría.
Antes de eso, no obstante, tocaba volver a bañar a Damian. Airi dijo que se quería bañar primero, por lo que le avisaron para aprovechar su agua en cuanto le chique hubiese terminado. El niño se dejó sin problema como el día anterior, pero se le notaba raro. No le parecía extraño, ya que había sido uno de los principales afectados por el arrebato de Serena y sin duda fue un baño mucho más incómodo que el de la noche anterior.
Una vez terminasen con Damian, Rägjynn también decidió lavarse a sí mismo (aunque todavía no necesitase meterse en el barreño) y su ropa, poniéndose de nuevo un camisón para dormir una vez limpio. Se lamentaría de los agujeros que se habían producido sobre todo en las mangas de su haori, aunque había alguno más. De hecho aún tuvo que quitar alguna espina que no había visto hasta ese momento y que no se le había clavado ni a él ni a nadie de milagro. Las recogió y dejó en una esquina cerca de la puerta de fuera, con la intención de tirarlas al foso en cuanto fuese posible para que nadie se hiciese daño con ellas. Tras poner sus ropas a secar observó los agujeros con tristeza: no quería que el atuendo que le había regalado Skjë se estropease de aquella forma y lamentaba no saber remendar aquello sin el uso de magia… una vez más. Por el momento tan solo decidió que las guardaría cuidadosamente y no las volvería a usar para salir fuera. Tendría que buscar bien al día siguiente ropa que pudiese usar de entre la que había en los arcones y tal vez en algún momento preguntar si alguien sabía cómo coser.
Mientras empezaba a ojear el libro de hechizos de cocina se le ocurrió algo, pues a pesar de que habían comido hacía unas horas su estómago seguía protestando. Sería una lástima que se echasen a perder todos los insectos que venían en las cestas, por lo que preguntó a Airi y Tawar, quienes sabía que también los comían y en ese momento sentía que con elles si podía tratar de forma normal, si se apuntaban a un pequeño tentempié nocturno, explicándoles su razonamiento al respecto. Mientras les tres comían y Räg ojeaba los hechizos, Airi se mostró interesade por la teoría de aquel tipo de magia. El mjörní también tenía curiosidad por cómo sería lo que conocía le chique para resultarle tan extraño lo que para él era tan familiar. Así pues, acordaron que al día siguiente hablarían al respecto. Aquel día ya había sido muy largo y a pesar de sus intenciones, Rägjynn apenas logró leer un par de páginas antes de sentir cómo el cansancio empezaba a hacer verdadera mella en él.
Se fue a dormir dejando el libro en una mesita del cuarto y con una sensación muy amarga. Se sentía frustrado e inútil a partes iguales: no había podido hacer nada para mediar en ninguna discusión porque no comprendía muy bien cómo habían reaccionado la mayoría de los involucrados, y a pesar de tener un libro de magia ahí mismo (el cual observaba entre pesados parpadeos), seguía sin poder emplearla para curar heridas, y estaba por ver si para… algo. Si no fuera por lo exhausto que estaba, aquella habría sido otra noche sin dormir, pero el cuerpo tenía un límite y el mjörní en esa ocasión concilió el sueño casi de inmediato. Por lo menos en el cuarto estaban Airi y Szczenyak, con quienes se sentía completamente cómodo y ayudó a no pensar mucho en el mal ambiente del día. Volvería a tener sueños agitados de los que no recordaría nada a la mañana siguiente.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Sendar
31/08/23, 01:42 pm
Damian le siguió el juego al instante. Puede que no cesara de repetir lo mucho que deseaba ser un hombre, pero a la hora de la verdad se mostraba tal y como era, solo un niño. Aquello agradó a Aniol que acompañado de risas y algún que otro salto no podía estar más contento por poder tener alguien de su edad a su lado con quien mostrarse mucho más infantil. Aún así, la presencia de Ethan y Nohlem fue reparadora para el pequeño pues en esos instantes necesitaba personas a su alrededor. Quizá para ellos se trataba de un respiro pero sin saberlo aguantaban las paredes de aquel frágil castillo que era Aniol.
El consuelo se transformó en otra cosa cuando bajaron las escaleras al encuentro de comer algo rico. Se alegró de ver que Serena se había recluido en su habitación, un gesto que el polaco traducía como darle la razón de que la pelirroja era muy inmadura. Su ausencia no evitó que los alimentos aunque deliciosos, le supieron amargos. El silencio resultó abrumador para alguien como él que acostumbraba a estar en la mesa con sus seis hermanas y sus padres provocando el mayor escándalo posible. Además la barriga le dolía un poco a cada bocado y tuvo que parar varias veces para que el estofado no le sentara mal. No fue hasta más tarde que recuperó la fruta que Abel había troceado que comió con más ahínco y energías renovadas.
Tras asegurarse de que los recién llegados estaban más o menos bien decidió aislarse con el italiano para jugar un rato y permitir que aquel embotamiento de haber llorado tanto lo abandonara poco a poco. Al caer la noche ni siquiera tuvo remordimientos por no haber intentado practicar un hechizo. Aquel día fue fatídico y en caso de no conseguirlo sumaría una decepción más en su lista. En su lugar estrenó el fuerte charlando sobre cosas cotidianas hasta que cayó dormido profundamente sobre el pecho de Ethan. Estar tan apretadito solo ayudó a sentirse lo suficientemente cómodo como para que no le diera vergüenza adoptar una postura fetal.
El consuelo se transformó en otra cosa cuando bajaron las escaleras al encuentro de comer algo rico. Se alegró de ver que Serena se había recluido en su habitación, un gesto que el polaco traducía como darle la razón de que la pelirroja era muy inmadura. Su ausencia no evitó que los alimentos aunque deliciosos, le supieron amargos. El silencio resultó abrumador para alguien como él que acostumbraba a estar en la mesa con sus seis hermanas y sus padres provocando el mayor escándalo posible. Además la barriga le dolía un poco a cada bocado y tuvo que parar varias veces para que el estofado no le sentara mal. No fue hasta más tarde que recuperó la fruta que Abel había troceado que comió con más ahínco y energías renovadas.
Tras asegurarse de que los recién llegados estaban más o menos bien decidió aislarse con el italiano para jugar un rato y permitir que aquel embotamiento de haber llorado tanto lo abandonara poco a poco. Al caer la noche ni siquiera tuvo remordimientos por no haber intentado practicar un hechizo. Aquel día fue fatídico y en caso de no conseguirlo sumaría una decepción más en su lista. En su lugar estrenó el fuerte charlando sobre cosas cotidianas hasta que cayó dormido profundamente sobre el pecho de Ethan. Estar tan apretadito solo ayudó a sentirse lo suficientemente cómodo como para que no le diera vergüenza adoptar una postura fetal.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Sendar
01/09/23, 01:07 am
La pérdida de las comodidades de una vida llena de lujos no se hacía fácil con el tiempo, más bien más notoria. No tener electricidad ni agua corriente, bañarse con cubos de agua que con suerte estaba templada después de largos minutos al fuego, las bajas temperaturas fuera día o noche, la humedad del ladrillo, llevar ropa sosa en el mejor de los casos… Dicho mal y pronto, era una absoluta mierda. Echaba de menos la radio, el color que brindaban las plantas a su casa, el sonido amortiguado de la moqueta bajo sus pies, mirarse a un espejo, la luz de un sol candente… Porque por tener ese mundo no tenía ni lunas ni estrellas.
Como era de esperar la tensión tardó en abandonarle los consecuentes días. Serena se negaba a salir de su habitación, y si le preguntaban a Nohlem era la idea más sensata que había tenido la chica hasta entonces, considerando que no tenía la madurez suficiente para lidiar con los problemas que ella misma había causado. Si no quería mejorar, que menos que tampoco molestara con su presencia. No la conocía de nada ni motivos tenía para preocuparse por ella si, tal como seguía demostrando, ella no lo hacía por los demás.
Tras tamaños jarros de agua fría -literales y metafóricos-, tal como se había jurado a las puertas de la muerte el joven fue más proactivo con las tareas del torreón. Odiaba particularmente mojarse las manos pero le tenía demasiado aprecio a su ropa para no encargarse de ella, así que siguiendo consejos e indicaciones hizo la colada por primera vez en su vida. Quitarse los anillos y dejar de sentir los dedos por el agua helada valía la pena si así no veía su traje tenerse en pie por la mugre. Tampoco le importó lavar lo que tuviera el resto, mojado el gato que importaba empaparlo más. Aunque no fuera particularmente bueno en nada llevaba mejor el ayudar en cocina y trabajar en seco, pero por supuesto salir de su burbuja de privilegios no sería cuestión de unos pocos días. Una mezcla de presión de grupo, no tener otra cosa mejor en la que quemar el tiempo y el peso con el que caía su consciencia eran buen incentivo, aunque su capacidad de concentración era la que había sido toda su vida y eso no cambiaría, pues aún con toda su buena fe sabía que esos trabajos le pertenecían a un sirviente, no a él.
Por el contrario algo que hacía con gusto y sí se le daba bien era el tiro con arco, lo que fue su único pasatiempo más allá de relacionarse con aquellos con los que no estaba de malas. Schecheniak (no había manera de quedarse con su nombre) y Airi fueron sus principales acompañantes, y estuvo igual de interesado por aprender a manejar la ballesta con el lobo (al cual le hizo mucha ilusión ser llamado así) como de hacer de profesor para ellos. Muy distinto fue el caso de Rick, ya que en cuanto le vio aparecer con la intención de ser enseñado Nohlem recogió sus cosas y marchó sin decir nada. Como si el carácter distante del varmano no fuera suficiente indicativo de que no quería hablar con él.
Esa fue posiblemente la peor parte de la semana. Nohlem venía de una familia con poder, demasiado, donde las relaciones se tejían con tela de araña. Con el grosor suficiente esta podría parar un tren a toda velocidad, y sin embargo quebrarla con una mano era francamente sencillo. Las relaciones para alguien de su status eran tan importantes como superfluas, y es que si un hombre te ofendía y dejaba de beneficiarte, no hablabas con él para arreglar las cosas: lo reemplazabas. Su familia era orgullosa y el perdón era algo que concedían, no que buscaban. De ahí que el granta gestionase su molestia de una de las dos formas que le habían enseñado en casa: ignorando la existencia de aquellos que no merecían su atención. La otra opción era la pasivo-agresividad, así que hasta estaba siendo clemente. Sus acciones eran aún más notables cuando con la mayoría estaba de buen humor, y es que el vacío pesaba más al aparecer después de una sonrisa que no te estaba siendo dedicada.
Pero claro, Nohlem no era ni su madre ni su hermana. Si bien se sabía con toda la razón del mundo (y obviamente habían sido unos cabeza hueca), no era fácil mantener el malestar coexistiendo a toda hora con aquellos que lo provocaron en primer lugar. Que decir que fueran reemplazables, más bien estaban horriblemente limitados. Así pues Nohlem fue rebajando sus niveles de hostilidad hacia aquellos que no eran Serena, especialmente cuando Ethan se dispuso a hablar con Connor. Exceptuando la principal culpable ninguno le había caído mal y, Santos, que alivio era no tensarse como un arco cada vez que alguno entraba donde él estuviera. Las redencillas se solventaron como las heridas leves, con tiempo y reposo, por lo que para finales de semana aún sin haber hablado explícitamente sobre ello (y mejor, porque el varmano podía ser extremadamente mordaz), Nohlem recuperó el relacionarse con todos. Todos menos Serena y Abel. La primera por lo obvio, el segundo porque apenas se dejaba ver y parecía tener una relación demasiado estrecha con la pelirroja, algo que le hacía arrugar el morro. Además el varmano no era tonto, y para falsos él tenía ganado el oro. Intuía que no caía bien al humano.
Con quienes sí estuvo muy a gusto fueron Ethan y los niños. El primero se había convertido en una suerte de voz de la razón y compañero de penas, algo inevitable cuando los dos opinaban parecido respecto a lo sucedido y compartían habitación y "cama" (colchones en el piso) incluso cuando los pequeños no les acompañaban, y los segundos… Bueno. Eran niños. El varmano tenía algo de experiencia con su primo menor y realmente le gustaban los niños, contar y escuchar historias, jugar con ellos, aprender de ese tal Santa Claus… pero Santos, es verdad que tenían bastante más energía que él. Aún así no le importaba acabar con la cabeza hecha un bombo y con su potentísima batería social totalmente agotada con tal de que no se sintieran una carga en ningún momento. Además era un debilucho, pero la inquietud de Damian le recordaba a una versión mucho más joven de sí mismo y ante eso no podía quejarse. Volver al cuarto con Rick y Connor fue cosa de los últimos días, cuando el silencio dejó de ser incómodo de verdad, pero puede que el granta empezase a preferir dormir con Damian pegado al cogote antes que con un Connor irascible por falta de tabaco.
Por lo demás la semana pasó sin pena ni gloria. Se apuntó a las clases de artes marciales de Räg y ni siquiera su flexibilidad varmana le salvó de morder el polvo, una experiencia que no quiso repetir. Las clases de Kalna fueron menos intento aún, la paliza que le había dado su hermana años atrás con un florete aún vivía libre de impuestos en su cabeza, y las armas que tenían (así empezaran con palos) era bastante más espeluznantes que un estoque blandito como para tontear con ellas. No le dedicó más de una sola vuelta al libro de magia no-mágica y evitó a toda costa la habitación donde dormía Aria, la chica enferma, fuera a ser contagioso lo que tuviese. También se apuntó a la salida a por comida puesto que, aunque ya bastante era con lo que había visto desde la seguridad del torreón, tampoco había experimentado la ciudad como tal y no sería justo que se la jugasen siempre los mismos. En parte pesaba el morbo, pero sobre todo el miedo a que alguien se quejara de su cobardía.
No tenía ningún semanario como Aniol pero se sumó a apuntar el paso de los días con papel y lápiz, por saber cuan lejos estaban de los 420 que tenían que cumplir. No era lo más alentador, no cuando la primera semana había sido casi más difícil que la totalidad de sus 17 años, pero más desesperante sería no tener medida alguna.
Nohlem despertó jurando haber oído su nombre en la radio. Una mujer presentaba una canción junto con otro locutor, pero su conversación no era más que un murmullo sin significado que se vio pronto reemplazado por un dueto a violín y piano que transmitía la calma que sigue a la hora del almuerzo. El diván no era tan cómodo como su cama, pero que los Santos afirmasen como de bien había caído rendido.
El cantar de las cigarras y la luz tenue que se colaba por las rendijas de la celosía hacían difícil discernir que hora era (¿mañana? ¿tarde?) pero a Nohlem tampoco le preocupaba averiguarlo. Se quedó ahí, con un codo apoyado en el diván a medio levantar, observando la bonita combinación de colores que ofrecían los lomos de los libros de la biblioteca. Solo se incorporó cuando el crujir de la madera se acentuó en su dirección, instándole a guardar una mejor postura.
—Oh. ¿Molesto?
Su padre había entrado prácticamente a hurtadillas y por sus ojos muy abiertos era obvio que no esperaba encontrarle ahí. Llevaba su saxofón consigo.
—No.
—Jaja, bien, ¡bien! —su alegría era más bigote que sonrisa, aunque se le notaba alicaído. Como siempre, en realidad. Cerró detrás suya—. Tu madre me ha echado del salón. Así que subo a hacer ruido a la biblioteca. Buen sitio, ¿eh? Uno toca y el otro duerme. Pero nadie lee.
Nohlem le sonrió, deslizando una risa entre sus dientes mientras miraba abajo, a sus zapatos. Culpable.
—Estaba cansado.
—¿De qué, muchacho?
¿De qué? No lo sabía. Había estado haciendo algo agotador, pero no se le venía a la mente con exactitud el qué. No sería tan agotador entonces. Se encogió de hombros.
—Bueno, a mi también me cansa existir a veces. Y más con el carácter de tu madre por casa.
El hombre se rió suavemente, su hijo no supo si hacerlo. Sabía que no debía, asi que se limitó a sonreír. El mayor hizo una escala para comprobar que el instrumento estaba afinado y apagó la radio para repetirlo con mejor oído.
—¿Y qué tal con el chico de cocina?
Nohlem se puso recto en el sitio, su respiración se realentizó y sus ojos se abrieron de par en par, reacciones que trató de disimular tan rápido como empezó a experimentarlas. Tuvo margen, ya que su padre le daba la espalda.
—¿Hm? ¿Qué chico?
—El de cocina —un "tuut" agudo salió de su saxofón al tiempo que se giraba sin prisa a él. Sus ojos no se despegaban del instrumento—. El jovencito que es como de tu edad, que tiene el pelo así rizado, largo como por aquí...
—No sé —Olvan, 18 años, tenía tres lunares en el hombro que formaban un triangulo perfecto—. No sé de quien me habla, padre.
—¿No? —le miró—. Válgame, yo te hacía más listo. Es bastante guapo. Me recuerda a una crossandra. ¿No te recuerda a una crossandra?
Y con total casualidad tocó una melodía ante un Nohlem cuyo pecho se removía en inquietudes. Entre ellas una felicidad dudosa al no saber si aquello era una trampa. Conocía a su padre, pero pillarle tan suelto no era lo habitual. Mucho menos que hablasen de esas cosas, al menos cuando involucraban a gente de clases sociales más bajas.
—Bueno, sí. No está mal. Es simpático.
La canción se vio interrumpida por una risita victoriosa del mayor.
—¿Simpático? Ah, no, muy mal. Yo a tu edad ya habría actuado. Si me dices que no lo has hecho estaré bastante decepcionado, pero no creo que me equivoque. ¿Me equivoco, Nohlem?
—Eh... no. No señor.
—¡Si ya sabía yo! —se rió—. ¿Y con Rick qué tal? ¿Habéis hecho las paces? Tiene unos ojos preciosos. Sabes, la primera vez que yo vi unos ojos asi fue en mi viaje a Montevivo. Era un hombre con la piel tan oscura que parecía azul marino, no te exagero. Después veías sus ojos... impresionante. Uno gris y otro azul. Tu madre y yo nos quedamos maravillados. El hombre más atractivo que he visto nunca, sinceramente.
—Vaya —contestó con una risita y un ligero rubor, aprovechando lo metido que estaba en la historia para no contestar a su pregunta—. Así cuesta elegir un ojo al que mirar.
—Pero de tus amiguitos Connor no me gusta, ese no —continuó—. Serena tampoco —le miró con los ojos bien abiertos—. Hazme caso, Serena no. Kalna me recuerda a... —dejó la frase al aire, pero ambos sabían la respuesta—. Ethan sí. Ese chico tiene el consentimiento de tu padre.
Nohlem se rió con ánimo, y le habría contestado de no ser por la lágrima que cruzó su rostro. No el "suyo" sino el real. La humedad le hizo ser consciente de la almohada, del peso de Aniol a un lado del colchón y del camino que abría una segunda lágrima por su mejilla hasta mojar su morro; consciente entonces de que su padre le había estado hablando de gente que no conocía. Se aferró a aquella ilusión, luchando por mantener los ojos cerrados y quedarse en la biblioteca. La voz de su hermana en algún punto inconexo de su mente, tan nítida como si nunca la hubiera olvidado, fue lo último que pudo arañar.
Esa mañana Nohlem despertó dos veces.
Como era de esperar la tensión tardó en abandonarle los consecuentes días. Serena se negaba a salir de su habitación, y si le preguntaban a Nohlem era la idea más sensata que había tenido la chica hasta entonces, considerando que no tenía la madurez suficiente para lidiar con los problemas que ella misma había causado. Si no quería mejorar, que menos que tampoco molestara con su presencia. No la conocía de nada ni motivos tenía para preocuparse por ella si, tal como seguía demostrando, ella no lo hacía por los demás.
Tras tamaños jarros de agua fría -literales y metafóricos-, tal como se había jurado a las puertas de la muerte el joven fue más proactivo con las tareas del torreón. Odiaba particularmente mojarse las manos pero le tenía demasiado aprecio a su ropa para no encargarse de ella, así que siguiendo consejos e indicaciones hizo la colada por primera vez en su vida. Quitarse los anillos y dejar de sentir los dedos por el agua helada valía la pena si así no veía su traje tenerse en pie por la mugre. Tampoco le importó lavar lo que tuviera el resto, mojado el gato que importaba empaparlo más. Aunque no fuera particularmente bueno en nada llevaba mejor el ayudar en cocina y trabajar en seco, pero por supuesto salir de su burbuja de privilegios no sería cuestión de unos pocos días. Una mezcla de presión de grupo, no tener otra cosa mejor en la que quemar el tiempo y el peso con el que caía su consciencia eran buen incentivo, aunque su capacidad de concentración era la que había sido toda su vida y eso no cambiaría, pues aún con toda su buena fe sabía que esos trabajos le pertenecían a un sirviente, no a él.
Por el contrario algo que hacía con gusto y sí se le daba bien era el tiro con arco, lo que fue su único pasatiempo más allá de relacionarse con aquellos con los que no estaba de malas. Schecheniak (no había manera de quedarse con su nombre) y Airi fueron sus principales acompañantes, y estuvo igual de interesado por aprender a manejar la ballesta con el lobo (al cual le hizo mucha ilusión ser llamado así) como de hacer de profesor para ellos. Muy distinto fue el caso de Rick, ya que en cuanto le vio aparecer con la intención de ser enseñado Nohlem recogió sus cosas y marchó sin decir nada. Como si el carácter distante del varmano no fuera suficiente indicativo de que no quería hablar con él.
Esa fue posiblemente la peor parte de la semana. Nohlem venía de una familia con poder, demasiado, donde las relaciones se tejían con tela de araña. Con el grosor suficiente esta podría parar un tren a toda velocidad, y sin embargo quebrarla con una mano era francamente sencillo. Las relaciones para alguien de su status eran tan importantes como superfluas, y es que si un hombre te ofendía y dejaba de beneficiarte, no hablabas con él para arreglar las cosas: lo reemplazabas. Su familia era orgullosa y el perdón era algo que concedían, no que buscaban. De ahí que el granta gestionase su molestia de una de las dos formas que le habían enseñado en casa: ignorando la existencia de aquellos que no merecían su atención. La otra opción era la pasivo-agresividad, así que hasta estaba siendo clemente. Sus acciones eran aún más notables cuando con la mayoría estaba de buen humor, y es que el vacío pesaba más al aparecer después de una sonrisa que no te estaba siendo dedicada.
Pero claro, Nohlem no era ni su madre ni su hermana. Si bien se sabía con toda la razón del mundo (y obviamente habían sido unos cabeza hueca), no era fácil mantener el malestar coexistiendo a toda hora con aquellos que lo provocaron en primer lugar. Que decir que fueran reemplazables, más bien estaban horriblemente limitados. Así pues Nohlem fue rebajando sus niveles de hostilidad hacia aquellos que no eran Serena, especialmente cuando Ethan se dispuso a hablar con Connor. Exceptuando la principal culpable ninguno le había caído mal y, Santos, que alivio era no tensarse como un arco cada vez que alguno entraba donde él estuviera. Las redencillas se solventaron como las heridas leves, con tiempo y reposo, por lo que para finales de semana aún sin haber hablado explícitamente sobre ello (y mejor, porque el varmano podía ser extremadamente mordaz), Nohlem recuperó el relacionarse con todos. Todos menos Serena y Abel. La primera por lo obvio, el segundo porque apenas se dejaba ver y parecía tener una relación demasiado estrecha con la pelirroja, algo que le hacía arrugar el morro. Además el varmano no era tonto, y para falsos él tenía ganado el oro. Intuía que no caía bien al humano.
Con quienes sí estuvo muy a gusto fueron Ethan y los niños. El primero se había convertido en una suerte de voz de la razón y compañero de penas, algo inevitable cuando los dos opinaban parecido respecto a lo sucedido y compartían habitación y "cama" (colchones en el piso) incluso cuando los pequeños no les acompañaban, y los segundos… Bueno. Eran niños. El varmano tenía algo de experiencia con su primo menor y realmente le gustaban los niños, contar y escuchar historias, jugar con ellos, aprender de ese tal Santa Claus… pero Santos, es verdad que tenían bastante más energía que él. Aún así no le importaba acabar con la cabeza hecha un bombo y con su potentísima batería social totalmente agotada con tal de que no se sintieran una carga en ningún momento. Además era un debilucho, pero la inquietud de Damian le recordaba a una versión mucho más joven de sí mismo y ante eso no podía quejarse. Volver al cuarto con Rick y Connor fue cosa de los últimos días, cuando el silencio dejó de ser incómodo de verdad, pero puede que el granta empezase a preferir dormir con Damian pegado al cogote antes que con un Connor irascible por falta de tabaco.
Por lo demás la semana pasó sin pena ni gloria. Se apuntó a las clases de artes marciales de Räg y ni siquiera su flexibilidad varmana le salvó de morder el polvo, una experiencia que no quiso repetir. Las clases de Kalna fueron menos intento aún, la paliza que le había dado su hermana años atrás con un florete aún vivía libre de impuestos en su cabeza, y las armas que tenían (así empezaran con palos) era bastante más espeluznantes que un estoque blandito como para tontear con ellas. No le dedicó más de una sola vuelta al libro de magia no-mágica y evitó a toda costa la habitación donde dormía Aria, la chica enferma, fuera a ser contagioso lo que tuviese. También se apuntó a la salida a por comida puesto que, aunque ya bastante era con lo que había visto desde la seguridad del torreón, tampoco había experimentado la ciudad como tal y no sería justo que se la jugasen siempre los mismos. En parte pesaba el morbo, pero sobre todo el miedo a que alguien se quejara de su cobardía.
No tenía ningún semanario como Aniol pero se sumó a apuntar el paso de los días con papel y lápiz, por saber cuan lejos estaban de los 420 que tenían que cumplir. No era lo más alentador, no cuando la primera semana había sido casi más difícil que la totalidad de sus 17 años, pero más desesperante sería no tener medida alguna.
—
Nohlem despertó jurando haber oído su nombre en la radio. Una mujer presentaba una canción junto con otro locutor, pero su conversación no era más que un murmullo sin significado que se vio pronto reemplazado por un dueto a violín y piano que transmitía la calma que sigue a la hora del almuerzo. El diván no era tan cómodo como su cama, pero que los Santos afirmasen como de bien había caído rendido.
El cantar de las cigarras y la luz tenue que se colaba por las rendijas de la celosía hacían difícil discernir que hora era (¿mañana? ¿tarde?) pero a Nohlem tampoco le preocupaba averiguarlo. Se quedó ahí, con un codo apoyado en el diván a medio levantar, observando la bonita combinación de colores que ofrecían los lomos de los libros de la biblioteca. Solo se incorporó cuando el crujir de la madera se acentuó en su dirección, instándole a guardar una mejor postura.
—Oh. ¿Molesto?
Su padre había entrado prácticamente a hurtadillas y por sus ojos muy abiertos era obvio que no esperaba encontrarle ahí. Llevaba su saxofón consigo.
—No.
—Jaja, bien, ¡bien! —su alegría era más bigote que sonrisa, aunque se le notaba alicaído. Como siempre, en realidad. Cerró detrás suya—. Tu madre me ha echado del salón. Así que subo a hacer ruido a la biblioteca. Buen sitio, ¿eh? Uno toca y el otro duerme. Pero nadie lee.
Nohlem le sonrió, deslizando una risa entre sus dientes mientras miraba abajo, a sus zapatos. Culpable.
—Estaba cansado.
—¿De qué, muchacho?
¿De qué? No lo sabía. Había estado haciendo algo agotador, pero no se le venía a la mente con exactitud el qué. No sería tan agotador entonces. Se encogió de hombros.
—Bueno, a mi también me cansa existir a veces. Y más con el carácter de tu madre por casa.
El hombre se rió suavemente, su hijo no supo si hacerlo. Sabía que no debía, asi que se limitó a sonreír. El mayor hizo una escala para comprobar que el instrumento estaba afinado y apagó la radio para repetirlo con mejor oído.
—¿Y qué tal con el chico de cocina?
Nohlem se puso recto en el sitio, su respiración se realentizó y sus ojos se abrieron de par en par, reacciones que trató de disimular tan rápido como empezó a experimentarlas. Tuvo margen, ya que su padre le daba la espalda.
—¿Hm? ¿Qué chico?
—El de cocina —un "tuut" agudo salió de su saxofón al tiempo que se giraba sin prisa a él. Sus ojos no se despegaban del instrumento—. El jovencito que es como de tu edad, que tiene el pelo así rizado, largo como por aquí...
—No sé —Olvan, 18 años, tenía tres lunares en el hombro que formaban un triangulo perfecto—. No sé de quien me habla, padre.
—¿No? —le miró—. Válgame, yo te hacía más listo. Es bastante guapo. Me recuerda a una crossandra. ¿No te recuerda a una crossandra?
Y con total casualidad tocó una melodía ante un Nohlem cuyo pecho se removía en inquietudes. Entre ellas una felicidad dudosa al no saber si aquello era una trampa. Conocía a su padre, pero pillarle tan suelto no era lo habitual. Mucho menos que hablasen de esas cosas, al menos cuando involucraban a gente de clases sociales más bajas.
—Bueno, sí. No está mal. Es simpático.
La canción se vio interrumpida por una risita victoriosa del mayor.
—¿Simpático? Ah, no, muy mal. Yo a tu edad ya habría actuado. Si me dices que no lo has hecho estaré bastante decepcionado, pero no creo que me equivoque. ¿Me equivoco, Nohlem?
—Eh... no. No señor.
—¡Si ya sabía yo! —se rió—. ¿Y con Rick qué tal? ¿Habéis hecho las paces? Tiene unos ojos preciosos. Sabes, la primera vez que yo vi unos ojos asi fue en mi viaje a Montevivo. Era un hombre con la piel tan oscura que parecía azul marino, no te exagero. Después veías sus ojos... impresionante. Uno gris y otro azul. Tu madre y yo nos quedamos maravillados. El hombre más atractivo que he visto nunca, sinceramente.
—Vaya —contestó con una risita y un ligero rubor, aprovechando lo metido que estaba en la historia para no contestar a su pregunta—. Así cuesta elegir un ojo al que mirar.
—Pero de tus amiguitos Connor no me gusta, ese no —continuó—. Serena tampoco —le miró con los ojos bien abiertos—. Hazme caso, Serena no. Kalna me recuerda a... —dejó la frase al aire, pero ambos sabían la respuesta—. Ethan sí. Ese chico tiene el consentimiento de tu padre.
Nohlem se rió con ánimo, y le habría contestado de no ser por la lágrima que cruzó su rostro. No el "suyo" sino el real. La humedad le hizo ser consciente de la almohada, del peso de Aniol a un lado del colchón y del camino que abría una segunda lágrima por su mejilla hasta mojar su morro; consciente entonces de que su padre le había estado hablando de gente que no conocía. Se aferró a aquella ilusión, luchando por mantener los ojos cerrados y quedarse en la biblioteca. La voz de su hermana en algún punto inconexo de su mente, tan nítida como si nunca la hubiera olvidado, fue lo último que pudo arañar.
Esa mañana Nohlem despertó dos veces.
- ♪♫♬:
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Sendar
01/09/23, 11:11 am
A las horas le sucedieron los días, y a los días una semana. Lo que en principio identificó como una situación temporal se estaba alargando lo suficiente como para pensar que aquello no se trataba de ninguna broma. A veces la idea de haber caído en un mundo de fantasía paralelo cobraba fuerza en su mente quizás para convencerse así mismo de que no estaba generando ningún tipo de dolor a la gente que más amaba. Si se trataba de algo como las Crónicas de Narnia solo le bastaría un instante para regresar a su ciudad natal como si nada hubiera pasado.
Otras veces… en cambio… un cariz mucho más realista y maduro comenzaba a anidar ciertos recovecos y le susurraba una verdad tan terrible que si se detenía demasiado en ella le provocaba náuseas: la corazonada de que era un niño desaparecido. Robado. Raptado. Niños como los de la tele, con sus sonrisas de infante en una foto a blanco y negro que ya amenazaba a sus padres con la promesa de que no volverían a ver jamás a sus criaturas. Sus hermanas debían estar devastadas, al cerrar los ojos con pesar se las imaginaba batiendo las calles y el bosque ayudadas de policías, perros de búsqueda y sus prendas favoritas para localizarle. Seguro que Cometa también le estaba buscando y rasgaba la puerta de su habitación con tristeza para que saliera a jugar.
Nelka estaría ocupándose de todo. Era la mayor y tenía la manía de cargar con el peso de los problemas en su espalda. La echaba mucho de menos, sobre todo la manera en que siempre parecía tener una respuesta adecuada para él. Las echaba de menos a todas. Estar rodeado de tantas personas en el torreón era un efecto placebo, a veces lograba calmarse tras un efecto reparador pero no era lo mismo. Si sus hermanas estuvieran allí… todo sería diferente. Añoraba a Jassia y cómo trenzaba su cabello con mimo mientras discutían lo mono que era el hijo del carnicero. Anhelaba ver películas Disney con Crina y Larisa, o jugar a hacer muñecos de nieve con Luiza, incluso que Tabitha se metiera tanto con él por lo blandengue que resultaba a veces.
Pero a quien más extrañó fue a sus padres. Su madre trataría de manejar la situación con la entereza que la caracterizaba para más tarde refugiarse en sus cartas y sus posos de té intentando no aceptar los designios del destino. Pasaría noches en vela tocando su bombo con el lamento de que el nuevo churumbel en la familia jamás llegaría a conocerle. Sin embargo su padre… Oh… su padre. Detenerse demasiado en él causaba que sus ojos color miel se aguaran como una mañana de rocío y lo dibujara cerrando el negocio por faltarle uno de sus mayores tesoros. A su lado las cosas parecían menos importantes, más vivas y honestas. Ni siquiera la experiencia de Rocavarancolia podría evitar apagar la sonrisa del pequeño cuando el hombre lo levantaba con sus brazos fuertes para recibirle cuando llegaba de la escuela, o que los temores de su corazón se mitigaran cuando besaba sus mejillas con su espesa barba haciéndole cosquillas.
Pero ninguno de ellos estaba allí.
Absolutamente ninguno.
Aquel hecho era tan poderoso que en ocasiones su mente titilaba cual estrella, como una tele a la que no le llegaba la señal y estaba a punto de fundirse en negro. ¿Cuánto eran siete días? Siete días era lo que tardaba una nevada generosa en cubrir el tejado y su jardín de un blanco hermoso. Cada siete días visitaba la carnicería en pos de encontrarse con Michal para preguntarle si quería salir con él a jugar a las bodas y los casamientos con el resto de niñas del vecindario. En menos de siete días un tallito podía brotar de uno de los envases de yogur que formaba parte de las tareas de su colegio.
Cuatro días. Cinco. Seis. Siete días. ¿Cuánto se tardaba en olvidar a un amigo? ¿A un hermano? ¿A un hijo?
Se negaba a encontrar una respuesta. Así que no tuvo más remedio que hacer todo lo posible por distraerse. Y por suerte encontró motivos de sobra para hacerlo en algunos de sus compañeros. Ayudar a las tareas del hogar no le resultó difícil, especialmente compartir ratos en la cocina imaginando múltiples combinaciones de los alimentos que portaban las cestas. Se apuntó a las clases de Räg sin recrearse mucho, lo que creyó erróneamente como un juego resultó ser un arte marcial con disciplina así que tuvo que tomárselo más en serio los días siguientes. Le gustaba. Le emocionaba sentirse útil y por eso su compañía se basó en Ethan y Damian. El primero siempre le hacía sentir que todo marchaba bien, que no era un estorbo. Empezó a hallar consuelo en sus ojos oscuros y rasgados cuando algo de aquella ciudad ruinosa le daba miedo. Y le buscó en la oscuridad de la noche para refugiarse de esa negrura abrasadora y ese silencio permanente que parecían augurar malos presagios. Damian fue todo un descubrimiento. Debajo de esa máscara revoltosa y caótica se alojaba un buen corazón. Era molesto y chillón. Sí. Y Räg y Airi tenían que ir detrás de él varias veces para que se duchara. Pero el italiano hacía de sus días cada vez uno nuevo y distinto, quebrando la monotonía con la fuerza de su energía deslumbrante. Además, nunca se había encontrado con alguien que se conformara con tan poco, la única presencia del polaco a su alrededor parecía hacerle feliz.
No como Serena. A quien evitó a toda costa. El pequeño olvidó pronto las rencillas que pudiera tener con Abel o Rick. Connor seguía inspirando miedo, así que se alejó de él, pero al menos no le odiaba. Incluso Kalna se acercó y le pidió que le hiciera trenzas en el pelo. Pero Serena… no se disculpó. Y se refugió en su habitación como una princesa mártir recluida en su torre. Normalmente no tenía problemas en arreglar las cosas con las personas con las que creía haber actuado mal, pero temía encontrarse a una bruja gélida y cruel en su lugar. Era como Elsa en la parte de la película en la que arrojaba un gigante de hielo a sus propios amigos.
La magia tampoco parecía real en un mundo repleto de ella. O al menos no estaba destinada para ser usada por el grupo. El niño lo intentó, como la mayoría. Pero solo sintió un no se qué, que qué sé yo morir en la punta de los dedos, como una palabra a punto de pronunciarse. No le desanimó demasiado por la sencilla razón de desestimar ese viejo libro como una blasfemia a la magia de la que sería capaz de realizar el Señor Santa, a quien presentó a todo el que tuviera ocasión. Pero por más que hubiera tenido oportunidad de decepcionarse, el pequeño recibió algo que le hizo matar el tiempo en sus horas más bajas.
Una nota. O bueno, un cuento. Varios de esos días independientemente de en qué habitación despertara recibió una nota a su nombre. El niño la abrió con recelo pero al ir viendo su contenido no pudo evitar engancharse. Contenía una historia fragmentada a capítulos titulada “Tristán y la Princesa Cebolla”. Un relato adecuado para su edad y bien escrito que deleitó sus ojos con esperanza de recibir una nueva parte al día siguiente.
Y así sucesivamente entre pinto y valdemoro, con el nuevo objetivo de descubrir la identidad del escritor misterioso, logró mantener la mayor parte de su estabilidad mental a flote para ver amanecer el nuevo día que aconteció.
El suspiro de Aniol fue eclipsado por el pecho de Ethan cuando un movimiento a su alrededor consiguió arrancarle de los brazos de Morfeo. Se levantó con lentitud sin querer despertar al medio japonés y parpadeó repetidas veces para salir de su aletargamiento. Las sábanas que hacían de cortinas opacaban la mayor parte de luz que entraba por las ventanas pero aún así supo a ciencia cierta que un nuevo día los recibía a todos. La ilusión de esperar a que Ethan se despertara para saber qué nuevo animalito de papel le haría hoy era poderosa. Pero algo a su alrededor iba mal.
Nohlem yacía a su lado, y sus ojos despedían sendas lágrimas por su rostro surcado de pecas. No parecía un llanto desatado, pero no por eso le pareció menos afligido. Tragó saliva, torciendo la boca hacia un lado por la sensación que le creaba ver al varmano en ese estado. El elfito era una de las personas que poco a poco habían ido cobrando más importancia para él casi sin darse cuenta. No solo había mostrado más interés que los demás con respecto a la Navidad y la llegada del Señor Santa colmándolos de regalos. También se le daba muy bien hacerles reír a él y Damián, creando que ambos estuvieran siempre tan suya de él cuando se aburrían.
—Nohlem… —musitó, con la voz tomada de haber estado durmiendo tan profundamente. Su mano se acercó con timidez hasta acariciar la muñeca del chico en un gesto de profesaba afecto, pero no avasallamiento—. ¿Estas mal? ¿Te pusiste triste?
Otras veces… en cambio… un cariz mucho más realista y maduro comenzaba a anidar ciertos recovecos y le susurraba una verdad tan terrible que si se detenía demasiado en ella le provocaba náuseas: la corazonada de que era un niño desaparecido. Robado. Raptado. Niños como los de la tele, con sus sonrisas de infante en una foto a blanco y negro que ya amenazaba a sus padres con la promesa de que no volverían a ver jamás a sus criaturas. Sus hermanas debían estar devastadas, al cerrar los ojos con pesar se las imaginaba batiendo las calles y el bosque ayudadas de policías, perros de búsqueda y sus prendas favoritas para localizarle. Seguro que Cometa también le estaba buscando y rasgaba la puerta de su habitación con tristeza para que saliera a jugar.
Nelka estaría ocupándose de todo. Era la mayor y tenía la manía de cargar con el peso de los problemas en su espalda. La echaba mucho de menos, sobre todo la manera en que siempre parecía tener una respuesta adecuada para él. Las echaba de menos a todas. Estar rodeado de tantas personas en el torreón era un efecto placebo, a veces lograba calmarse tras un efecto reparador pero no era lo mismo. Si sus hermanas estuvieran allí… todo sería diferente. Añoraba a Jassia y cómo trenzaba su cabello con mimo mientras discutían lo mono que era el hijo del carnicero. Anhelaba ver películas Disney con Crina y Larisa, o jugar a hacer muñecos de nieve con Luiza, incluso que Tabitha se metiera tanto con él por lo blandengue que resultaba a veces.
Pero a quien más extrañó fue a sus padres. Su madre trataría de manejar la situación con la entereza que la caracterizaba para más tarde refugiarse en sus cartas y sus posos de té intentando no aceptar los designios del destino. Pasaría noches en vela tocando su bombo con el lamento de que el nuevo churumbel en la familia jamás llegaría a conocerle. Sin embargo su padre… Oh… su padre. Detenerse demasiado en él causaba que sus ojos color miel se aguaran como una mañana de rocío y lo dibujara cerrando el negocio por faltarle uno de sus mayores tesoros. A su lado las cosas parecían menos importantes, más vivas y honestas. Ni siquiera la experiencia de Rocavarancolia podría evitar apagar la sonrisa del pequeño cuando el hombre lo levantaba con sus brazos fuertes para recibirle cuando llegaba de la escuela, o que los temores de su corazón se mitigaran cuando besaba sus mejillas con su espesa barba haciéndole cosquillas.
Pero ninguno de ellos estaba allí.
Absolutamente ninguno.
Aquel hecho era tan poderoso que en ocasiones su mente titilaba cual estrella, como una tele a la que no le llegaba la señal y estaba a punto de fundirse en negro. ¿Cuánto eran siete días? Siete días era lo que tardaba una nevada generosa en cubrir el tejado y su jardín de un blanco hermoso. Cada siete días visitaba la carnicería en pos de encontrarse con Michal para preguntarle si quería salir con él a jugar a las bodas y los casamientos con el resto de niñas del vecindario. En menos de siete días un tallito podía brotar de uno de los envases de yogur que formaba parte de las tareas de su colegio.
Cuatro días. Cinco. Seis. Siete días. ¿Cuánto se tardaba en olvidar a un amigo? ¿A un hermano? ¿A un hijo?
Se negaba a encontrar una respuesta. Así que no tuvo más remedio que hacer todo lo posible por distraerse. Y por suerte encontró motivos de sobra para hacerlo en algunos de sus compañeros. Ayudar a las tareas del hogar no le resultó difícil, especialmente compartir ratos en la cocina imaginando múltiples combinaciones de los alimentos que portaban las cestas. Se apuntó a las clases de Räg sin recrearse mucho, lo que creyó erróneamente como un juego resultó ser un arte marcial con disciplina así que tuvo que tomárselo más en serio los días siguientes. Le gustaba. Le emocionaba sentirse útil y por eso su compañía se basó en Ethan y Damian. El primero siempre le hacía sentir que todo marchaba bien, que no era un estorbo. Empezó a hallar consuelo en sus ojos oscuros y rasgados cuando algo de aquella ciudad ruinosa le daba miedo. Y le buscó en la oscuridad de la noche para refugiarse de esa negrura abrasadora y ese silencio permanente que parecían augurar malos presagios. Damian fue todo un descubrimiento. Debajo de esa máscara revoltosa y caótica se alojaba un buen corazón. Era molesto y chillón. Sí. Y Räg y Airi tenían que ir detrás de él varias veces para que se duchara. Pero el italiano hacía de sus días cada vez uno nuevo y distinto, quebrando la monotonía con la fuerza de su energía deslumbrante. Además, nunca se había encontrado con alguien que se conformara con tan poco, la única presencia del polaco a su alrededor parecía hacerle feliz.
No como Serena. A quien evitó a toda costa. El pequeño olvidó pronto las rencillas que pudiera tener con Abel o Rick. Connor seguía inspirando miedo, así que se alejó de él, pero al menos no le odiaba. Incluso Kalna se acercó y le pidió que le hiciera trenzas en el pelo. Pero Serena… no se disculpó. Y se refugió en su habitación como una princesa mártir recluida en su torre. Normalmente no tenía problemas en arreglar las cosas con las personas con las que creía haber actuado mal, pero temía encontrarse a una bruja gélida y cruel en su lugar. Era como Elsa en la parte de la película en la que arrojaba un gigante de hielo a sus propios amigos.
La magia tampoco parecía real en un mundo repleto de ella. O al menos no estaba destinada para ser usada por el grupo. El niño lo intentó, como la mayoría. Pero solo sintió un no se qué, que qué sé yo morir en la punta de los dedos, como una palabra a punto de pronunciarse. No le desanimó demasiado por la sencilla razón de desestimar ese viejo libro como una blasfemia a la magia de la que sería capaz de realizar el Señor Santa, a quien presentó a todo el que tuviera ocasión. Pero por más que hubiera tenido oportunidad de decepcionarse, el pequeño recibió algo que le hizo matar el tiempo en sus horas más bajas.
Una nota. O bueno, un cuento. Varios de esos días independientemente de en qué habitación despertara recibió una nota a su nombre. El niño la abrió con recelo pero al ir viendo su contenido no pudo evitar engancharse. Contenía una historia fragmentada a capítulos titulada “Tristán y la Princesa Cebolla”. Un relato adecuado para su edad y bien escrito que deleitó sus ojos con esperanza de recibir una nueva parte al día siguiente.
Y así sucesivamente entre pinto y valdemoro, con el nuevo objetivo de descubrir la identidad del escritor misterioso, logró mantener la mayor parte de su estabilidad mental a flote para ver amanecer el nuevo día que aconteció.
—
El suspiro de Aniol fue eclipsado por el pecho de Ethan cuando un movimiento a su alrededor consiguió arrancarle de los brazos de Morfeo. Se levantó con lentitud sin querer despertar al medio japonés y parpadeó repetidas veces para salir de su aletargamiento. Las sábanas que hacían de cortinas opacaban la mayor parte de luz que entraba por las ventanas pero aún así supo a ciencia cierta que un nuevo día los recibía a todos. La ilusión de esperar a que Ethan se despertara para saber qué nuevo animalito de papel le haría hoy era poderosa. Pero algo a su alrededor iba mal.
Nohlem yacía a su lado, y sus ojos despedían sendas lágrimas por su rostro surcado de pecas. No parecía un llanto desatado, pero no por eso le pareció menos afligido. Tragó saliva, torciendo la boca hacia un lado por la sensación que le creaba ver al varmano en ese estado. El elfito era una de las personas que poco a poco habían ido cobrando más importancia para él casi sin darse cuenta. No solo había mostrado más interés que los demás con respecto a la Navidad y la llegada del Señor Santa colmándolos de regalos. También se le daba muy bien hacerles reír a él y Damián, creando que ambos estuvieran siempre tan suya de él cuando se aburrían.
—Nohlem… —musitó, con la voz tomada de haber estado durmiendo tan profundamente. Su mano se acercó con timidez hasta acariciar la muñeca del chico en un gesto de profesaba afecto, pero no avasallamiento—. ¿Estas mal? ¿Te pusiste triste?
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
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