Torreón Sendar
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Rocavarancolia Rol
15 participantes
- Rocavarancolia Rol
Torreón Sendar
19/09/12, 10:54 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Ya antes de la Batalla de Rocavarancolia éste era uno de los mayores torreones de la ciudad. Quedó destruido por un explosivo que le arrancó sus cuatro plantas superiores, dejando tan sólo dos, aunque más tarde se reformó convirtiéndose en un torreón de cuatro plantas. Su base es circular y está protegido por un foso frente a la puerta, mientras que en la parte trasera hay un risco de varios metros de profundidad.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
Tiene un patio empedrado muy pequeño acoplado a la parte trasera, con sitio para que una o dos personas entrenen. Una estatua pegada al muro representa una figura envuelta en túnicas cuya nariz y barbilla sobresalen de entre los pliegues. Alguien le pintó un bigote ridículo y una perilla garabateada con carbocillo mezclado con grasa.
La planta baja es un salón circular dividido en una gran sala central con cocina y salón y tres dormitorios pequeños que la rodean. Las escaleras, que están tras una puerta, llevan al resto de plantas del torreón. En el sótano hay una armería con mazmorras, en la primera planta hay cinco habitaciones medianas y dos baños, y en la segunda hay tres dormitorios grandes. La última planta no contiene nada salvo unas escaleras que llevan a la azotea, delimitada por un muro simple de escasa altura.
- Recetario integral de Persilia Sukaldaria:
- RECETARIO INTEGRAL DE PERSILIA SUKALDARIA
Libro de unas 150 páginas encuadernado en cuero. El título está escrito con letras cursivas y enrevesadas y un poco de relieve que ocupan toda la cubierta, donde no hay ninguna ilustración. En la parte trasera hay una sinopsis escrita en un recuadro decorado.
Sinopsis
¿Aburrido de cocinar siempre lo mismo? Adéntrate en mi recetario integral, donde he volcado años de experimentación combinando las delicias de todos los mundos conocidos. Entrantes, picoteo, postres y todo tipo de platos tradicionales con una vuelta de tuerca… ¡las mezclas de sabores nunca vistas conquistarán tu paladar y el de tus comensales!
Más de 100 increíbles recetas.
¡Incluye un anexo de venenos que se camuflarán perfectamente en tus platos y un grimorio de cocina con los hechizos imprescindibles para cualquier chef!
Anexo
LOS VENENOS MÁS DISCRETOS
Tanto si quieres provocar una diarrea como si tienes más interés en matar a comensales indeseados (…) este anexo imprescindible en cualquier recetario que se precie (…).
(La página está rota y, el resto de este anexo, arrancado).
GRIMORIO DE COCINA DE PERSILIA SUKALDARIA
Todo cocinero debe dominar estos hechizos, a los que he hecho referencia a lo largo del recetario. Descubre conmigo cómo realizarlos si todavía no los conocías.- Leyenda de colores y niveles:
- Mago
Brujo alto
Brujo bajo
• ¿Tienes carnes difíciles de cortar y despiezar? Prueba con el hechizo de corte.- Instrucciones:
- Corte: invoca un diminuto filo invisible de ondas que hace un corte en la superficie señalada. Hay muchas variaciones de este hechizo que, a altos niveles, permiten hacer cortes enormes o en profundidad. Un brujo bajo suele ser capaz de hacer rasguños en carne desprotegida o tallar madera. Un brujo medio podría cortar madera, arañar metal o hacer cortes superficiales en carne desprotegida. Mientras que un cosechado nivel mago podría hacer arañazos más profundos en el metal o tajos sobre carne.
Como hechizo físico que es, sus efectos dependen de la dureza y resistencia del material objetivo.
Lanzamiento a ojo, los gestos de la mano delimitando la dirección de los cortes. Conjuración rápida.
• ¡Con el hechizo de homogeneización no vuelvas a dejarte los brazos batiendo!- Instrucciones:
- Hechizo de homogeneización (*): hechizo que acelera la homogeneización de un líquido, suele aparecer un pequeño torbellino. En su defecto, implica que el líquido dé vueltas.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• No encontrarás nada más rápido para encender el fuego que esto: hechizo de invocar llamas.- Instrucciones:
- Invocar llamas (**): Un brujo bajo puede hacer algunos chispazos y llamas de vela (*). Un brujo alto puede invocar llamas ligeramente más grandes que las de vela que, si es hábil o controla bien el hechizo, puede manejar con las manos sin que le quemen (**). Un mago puede encender hogueras pequeñas en poco tiempo e invocar fuegos de antorcha (***).
Importante: Estas llamas no pueden arrojarse como proyectiles ya que necesitan sustentarse o bien en la magia de quien las invoca o bien en un combustible (madera, grasa...) y si se alejan demasiado del invocador y carecen de combustible, se apagan. Sin embargo pueden usarse como arma de corta distancia.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida.
• También es importante conocer estas soluciones para medir la temperatura, la concentración de sal, la presión dentro de la olla, la densidad de un líquido o el tiempo hasta que esté listo tu plato:- Instrucciones:
- Hechizos medidores de magnitudes sencillas: forman una pequeña esfera fantasma que cambia de color según la intensidad de la magnitud a medir. Son diferentes variedades de un mismo hechizo que permiten medir la temperatura, la presión, la densidad de un material, el tiempo (para lo que hacen falta conocimientos adicionales y nivel de brujo alto para configurar el medidor), o la concentración de un determinado soluto (posible a niveles a partir de brujo alto).
Si una esfera no está configurada, ésta tenderá a habituarse a la cantidad de magnitud a la que esté expuesta y la establecerá como su nuevo punto de equilibrio, asociándola con el color intermedio.
Lanzamiento por voluntad. Conjuración rápida-media.
• La solución más rápida para calentar o enfriar tus platos rápidamente es, sin duda, el hechizo térmico.- Instrucciones:
- Térmico: aumenta o disminuye notablemente la temperatura de un objeto de tamaño pequeño (*). Con práctica pueden limitarse esos cambios a una dirección controlada por el mago (chorros de calor, [**]). Puede anclarse a una sala concreta, creando una cámara frigorífica (***): no obstante es necesario repetir varias veces el hechizo si se quiere usar una habitación como congelador ya que este hechizo supone solamente un descenso térmico. Van de fuera a dentro.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida-media.
• ¿Quieres catar la comida solo con el aroma? ¿Estás en otra habitación y necesitas saber que no se te esté pasando la comida? El hechizo de amplificación sensorial del olfato es un aliado imprescindible.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial olfativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores nasales. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• O, si quieres disfrutar de la comida como nunca, prueba esta otra variante: el hechizo de amplificación sensorial del gusto.- Instrucciones:
- Amplificación sensorial gustativa:(**) magnifica los impulsos que llegan al cerebro por parte de receptores del gusto. Los nervios se vuelven hipersensibles a la transmisión de percepciones, pero ello no significa que éstas lleguen más rápido.
• ¿Te ha quedado muy aguada la comida? ¿Has echado demasiada agua a esa sopa? No te preocupes, ¡hay solución! ¡El hechizo de drenaje!- Instrucciones:
- Hechizo de drenaje: deseca superficies húmedas, evaporándolas o más comúnmente trasladando dicha humedad a otro recipiente deseado succionándola. Es un hechizo simple en su formulación pero con amplia variabilidad de potencia: puede secar desde un dedal de agua a un lago según la energía que aportes. (disponible a cosechados hasta el límite de sus fuerzas).
Lanzamiento por área. Conjuración rápida.
• ¿El aspecto de tu comida no es el que esperabas? ¿Quieres un resultado digno de reyes? Emplata como un profesional con el moldeado de materia orgánica.- Instrucciones:
- Moldear materia orgánica (**): el hechizo reblandece la materia al contacto con la piel del usuario, dejándola así por un tiempo. Sin embargo no altera su naturaleza, lo que moldees seguirá siendo lo que era aunque cambie de forma.
Lanzamiento por contacto, a ojo en el caso de hechiceros más experimentados. Conjuración rápida-media.
• Si el anterior era una maravilla infravalorada, este es una verdadera joya infravalorada. ¡Olvídate de desastres y queda bien siempre con tus invitados con el Nudo de Cerática!- Instrucciones:
- Nudo de Cerática (*): ¿harto de que se le desmoronen los sándwiches de más de dos pisos? ¿Cansado de que, al cortar una tarta, la mitad de la nata que la rellena se salga por los lados? ¡No se preocupe más! El Nudo de Cerática tiene la solución. Con este simple hechizo, podrá hacer una hamburguesa de diez pisos, luego cortarla en rodajas perfectas, ¡y hacerse un bocadillo de hamburguesa! El Nudo de Cerática lo mantiene todo en su sitio perfectamente. ¿Los sanjacobos le estallan llenándole el plato de queso? ¿Teme morder un taco por miedo a llenarse el regazo de salsa picante? ¡Se acabó, gracias al Nudo de Cerática! ¡No me puedo creer que no sea una variación del hechizo tapón!
El Nudo de Cerática se anula al cortar rodajas o mordiscos lo suficientemente finos, o con los ácidos gástricos. Cuesta más cuanto más endeble, complejo y líquido sea su sándwich.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
• ¿A tu comida le falta esa chispa de color que hace que se coma con los ojos? ¿O quieres darle un toque exótico? Si no tienes colorantes alimentarios a mano, el hechizo de cambio de color será tu mejor aliado.- Instrucciones:
- Cambio de color: hechizo que sirve para colorear materia. No se limita a aplicar una capa de color externa o modificar el color de la superficie, sino que cambia el propio color que posee un material, dejando una pequeña huella mágica reconocible mediante hechizos específicos. Se puede graduar: aplicar colores diferentes (en todos los sentidos), hacerlo uniforme, solo en cierta parte del material, etc.
- Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
- Los cosechados nivel mago pueden modificar completamente el tono (aunque todavía quedará algún matiz del antiguo). Con esfuerzo puede aprender a aplicar leves matices y gradaciones no muy extremas. Necesitan (*****) para objetos grandes.
- A partir del nivel moderado bajo se pueden aplicar colores y gradaciones sin límite en cualquier objeto, costando más energía y concentración cuanto mayor sea el tamaño de la cosa en cuestión y cuandos más colores y matices quieran usarse.
Lanzamiento a ojo. Conjuración media a larga (dependiendo de las cláusulas que tenga). - Los brujos altos pueden cambiar el matiz del color original, manteniéndolo uniforme y sin controlar los matices y gradaciones que surjan de la mezcla entre el nuevo tono y el antiguo. Cuesta (***) para objetos pequeños y (****) para objetos medianos.
• ¿Le falta aroma a tu plato? ¿O tienes algún ingrediente que ocultar a tus comensales? Mejora o altera las propiedades organolépticas de la comida con el hechizo de olor falso.- Instrucciones:
- Hechizo de olor falso (*): El hechicero que lo realice puede hacer que aquello que toque desprenda un olor que tiene que ser muy familiar para aquel que realiza el hechizo. El coste aumenta a medida que aumenta el área afectada por el hechizo. El olor se va de golpe a los tres días. Más convincente será el engaño cuanto con más detalle lo recuerde el mago, aunque hay que tener en cuenta que el olor resultante puede verse afectado por la subjetividad del que realice el hechizo, al basarse en sus recuerdos al fin y al cabo.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
• ¿Harto de que se te derramen líquidos en la cocina? Hechiza tus recipientes con la maravilla infravalorada que es el hechizo tapón.- Instrucciones:
- Hechizo tapón (*): hechizo que impide que un líquido se derrame de su recipiente.
Lanzamiento por área, aplicado generalmente a la boca del recipiente. Conjuración muy rápida.
• ¿Tienes las manos de mantequilla? Literal, o figuradamente. ¡Endurece tus tarros de cristal con la protección contra ruptura!- Instrucciones:
- Protección contra ruptura (**): aplicado a objetos frágiles, evita que se rompan con tanta facilidad. A más resistencia que se quiera incrementar y mayor la superficie del objeto encantado, más energía requiere.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración rápida-media.
• ¿Te has manchado cocinando? El hechizo de limpieza de ropas es la solución.- Instrucciones:
- Limpieza de ropas (**): elimina manchas, arrugas y limpia en general las prendas de ropa que desee el mago (es un agregado de varios hechizos unificados en uno solo).
Lanzamiento por anclaje. Conjuración muy rápida.
• O también, si sueles quemarte cocinando (a ti, o tus pertenencias), también tienes solución con el hechizo ignífugo.- Instrucciones:
- Hechizo ignífugo (**): encanta prendas de ropa, personas u objetos para que sean inmunes a fuego normal.
Lanzamiento por anclaje. Conjuración media.
- Grimorio para principiantes de Platero:
- Barrera de inercia:
- -Barrera de inercia: (***) de nombre engañoso (no es una barrera en absoluto) en el área delimitada impide que cualquier objeto o persona desprotegidos sean levantados del suelo, y que los atrae irremediablemente hacia el suelo si ya están en el aire. No obstante, también impide cualquier acción voluntaria que implique levantar ambos pies del suelo a la vez, como saltar o emprender el vuelo (se puede correr pero con más torpeza). Si se invoca mientras el objetivo está en el aire, al caer lo hará infaliblemente pies por delante.
Físico. Lanzamiento por área. No es inversible, lo que quiere decir que incluso el lanzador, si está en el área delimitada, se verá afectado. Conjuración media.
- Campo de fuerza:
- -Campo de fuerza (** el espacio para una persona, una campana grande ***, el espacio equivalente a una habitación ****): en forma de media esfera (con una especificación puede formar una esfera completa) bloquea proyectiles de tamaño considerable como si éstos hubieran chocado ante una barrera invisible, en un radio variable según la destreza del mago.
Físico. Inversible. Lanzamiento por área. Conjuración rápida-media.
- Curación nívea:
- -Curación nívea: (****) (utilizable cerca de la Luna Roja). Combate venenos que cursan con fiebre y repara quemaduras; actúa a modo de incentivo para que el organismo siga funcionando y reparándose a sí mismo. Evita que la sangre se coagule y que los órganos se colapsen, además de ejercer un efecto refrescante sobre el organismo en general. No obstante no puede mantener indefinidamente con vida a un moribundo: el organismo depende cada vez más de ese impulso artificial y usarlo en demasía puede provocar que si se le deja a solas empeore considerablemente.
Lanzamiento por área: se hace un barrido con la mano que abarca al área quemada o a la persona envenenada. Es necesario que se aplique sucesivas veces y con regularidad, del mismo modo que se debe renovar una cataplasma o emplasto.
Conjuración media-larga.
- Desvío:
- -Desvío (**, pero variable a más según la potencia de lo desviado): Interfiere en la trayectoria de un hechizo que ya haya sido lanzado. Requiere gestos intuitivos para desviar el encantamiento en una dirección u otra. Siempre requiere menos energía que bloquearlo o disolverlo, pero también reflejos. Si el hechizo es demasiado potente, probablemente no se podrá desviar lo suficiente o hacerlo requerirá demasiada energía. (El coste orientativo indicado arriba es el que ofrecerán unos hechizos ofensivos de potencia moderada en términos de cosechado: se han obviado los más débiles porque normalmente ésos no suelen constituir una verdadera amenaza, y los que les sean lanzados con verdaderas intenciones de daño les costarán más) Si se desvía a demasiada poca distancia el coste será prácticamente el mismo que el de bloquearlo: si se hace a distancia cercana pero prudencial (la típica en duelos de magia) una unidad menos, si se tiene cuidado de poner distancia de unos cuantos metros llegará a dos unidades menos.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.
- Hechizo de impacto:
- -Hechizo de impacto: potente golpe mágico que actúa como una bola de demolición (***). Puede gradarse hacia abajo para actuar a modo de empujón de moderado (*) a potente (**).
Lanzamiento por disparo de alcance largo. Conjuración media.
- Levitación:
- -Levitación: un hechizo exigente mentalmente, cansa más de lo acostumbrado. Cuando una persona levita lo más normal es caminar sobre el aire; uno puede dejarse arrastrar simplemente por el hechizo sin moverse, pero la sensación de indefensión es mayor.
Lanzamiento a ojo. Conjuración rápida.- Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Brujos altos: Un baúl con poca práctica, una persona (***) con práctica.
- Magos: Una persona con algo de práctica, objetos muy pesados (****)con mucha práctica.
Si el objeto que levantado es un puñado de botones (los cuales entran en la categoría de objeto ligero) contarían como un solo asterisco. Lo que cuesta más es la concentración necesaria para mantener tantos objetos distintos en el aire a la vez. - Brujos bajos: objetos ligeros (por ejemplo una manzana)(*) con poca práctica, un baúl (**) con práctica.
- Parálisis:
- -Parálisis (***): envuelve al objetivo en un aura azulada al lanzarlo. Sus efectos duran cerca de una hora si se aplica a una única persona. Inmoviliza por completo, y su coste aumenta proporcionalmente a lo voluminoso del objetivo.
Lanzamiento por disparo de alcance corto, por contacto o por área a varios objetivos. Conjuración media.
- Traspaso de energía:
- -Traspaso de energía: no un hechizo en sí, aunque necesita de un chispazo de magia para arrancar. No obstante la energía puede tomarse de alguien no mágico (los efectos se detallan en el post de Sistema de magia). El proceso es perceptible para ambas partes y puede gradarse a voluntad: no obstante si el traspaso de energía es excesivo por parte de la parte emisora y ésta se desmaya o pierde el conocimiento, el enlace entre ambas personas se rompe y el traspaso se interrumpe. Es el mecanismo de funcionamiento de muchos amuletos.
Lanzamiento por contacto. Conjuración muy rápida.
Notas:
-Este grimorio también contiene varios de los hechizos que también venían en el libro de cocina (corte, térmico...).
-También pueden aprender de él cómo anclar hechizos.
-A lo largo de los meses se irán traduciendo más hechizos y añadiéndolos a esta lista.
- Ver mensajes archivados:
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Torreón Sendar
31/07/23, 05:08 pm
«Vaya, si resulta que Ethan muerde y todo», pensó con cierto humor al oírle aquella respuesta que no iba cargada de lo que hasta entonces le había parecido un acto tan falso como el que ella misma estaba haciendo. Solo podía darle la razón al chaval en que era obvio que se veía que no estaba bien, y es que él sabría hasta donde podía llegar. Igual que ella sabía que con las piernas así poco iba a moverse, sobre todo para que las heridas no se abrieran. Se miró las piernas, llenas de vendas, y frunció los labios. Era, como diría Connor y ella no se habría atrevido a formular en voz alta aunque su madre estuviera a mundos de distancia, una puta mierda.
Ahora que no tenía espinas en las piernas las retiró de la silla, volviendo a quedar sentada y apoyada contra el respaldo, y observó con curiosidad a la chica que Connor había traído como si fuera un saco. La verdad era que el chico podía haber tenido más cuidado, viendo que la otra parecía bastante débil, pero al menos no tenía heridas que pudiera ver. No sabría calcular cuantos años tendría, pero parecía joven. No iba a acercarse a ella por no agobiar más (o esa iba a ser su excusa, convivir con otro humano era algo que se le antojaba poco agradable), pero le dedicó una de esas sonrisas amables que eran más falsas que un lib triangular para ver si no se asustaba mucho de la expresión fría que era su cara de manera normal. Ya se presentaría más adelante, cuando la otra estuviera mejor o no tuviera encima a medio torreón, pero estudió aquel pelo negro recogido en una trenza que le resultaba familiar. Era agradable que fuera una chica, lo era aún más que no pareciera una campesina de los valles. Y sobre todo lo era que, a pesar de estar tan débil, tuviera tan claro lo que quería hacer.
Ahora que las preguntas a las que podía responder se habían acabado de la cocina empezaron a llegar voces, al principio muy fuera de contexto, que terminaron por cobrar sentido con las palabras de Serena. No es que a Kalna le importasen los dos niños o que llorasen (especialmente el gritón, que el otro chiquillo parecía muy educado) porque el mundo era un lugar cruel y cuanto antes lo supieran mejor, pero es que la que estaba diciéndoles aquello era Serena. La misma Serena que casi les mata hacía no tanto. Se tensó en la silla de manera casi imperceptible, mientras la mitad que no estaba con Aria se iba con los niños y empezaban a llevárselos de allí.
—No sé quién te crees para llamar carga a nadie —dijo en un tono gélido, con una expresión seria y las pupilas echas dos finas líneas. Una lástima que posiblemente Serena no llegase a entender del todo aquella expresión y lo que significaba. —. Pero precisamente a ti te tuve que cargar yo ayer, y hoy casi matas a Connor por ir tirando la lanza sin saber usarla y cuando estábamos delante.
Seguía mirando a Serena fijamente, tratando de entrever en su reacción si de alguna manera pensaba que tendría su apoyo en eso. Claro que no, primero de todo porque no era precisamente nadie para llamar carga a nadie y segundo porque se había metido en el follón ella sola por no saber callarse lo que pensaba. Le dedicó una mirada, todavía con las pupilas afiladísimas, que quería transmitir un “ya hablaremos más tarde a solas”.
»Y ya he dicho que tiene que haber más gente ahí fuera, yo al menos sé de dos. ¿Le tienes miedo a lo que te pueda hacer una chiquilla que casi ni se sostiene en pie?
Ahora que no tenía espinas en las piernas las retiró de la silla, volviendo a quedar sentada y apoyada contra el respaldo, y observó con curiosidad a la chica que Connor había traído como si fuera un saco. La verdad era que el chico podía haber tenido más cuidado, viendo que la otra parecía bastante débil, pero al menos no tenía heridas que pudiera ver. No sabría calcular cuantos años tendría, pero parecía joven. No iba a acercarse a ella por no agobiar más (o esa iba a ser su excusa, convivir con otro humano era algo que se le antojaba poco agradable), pero le dedicó una de esas sonrisas amables que eran más falsas que un lib triangular para ver si no se asustaba mucho de la expresión fría que era su cara de manera normal. Ya se presentaría más adelante, cuando la otra estuviera mejor o no tuviera encima a medio torreón, pero estudió aquel pelo negro recogido en una trenza que le resultaba familiar. Era agradable que fuera una chica, lo era aún más que no pareciera una campesina de los valles. Y sobre todo lo era que, a pesar de estar tan débil, tuviera tan claro lo que quería hacer.
Ahora que las preguntas a las que podía responder se habían acabado de la cocina empezaron a llegar voces, al principio muy fuera de contexto, que terminaron por cobrar sentido con las palabras de Serena. No es que a Kalna le importasen los dos niños o que llorasen (especialmente el gritón, que el otro chiquillo parecía muy educado) porque el mundo era un lugar cruel y cuanto antes lo supieran mejor, pero es que la que estaba diciéndoles aquello era Serena. La misma Serena que casi les mata hacía no tanto. Se tensó en la silla de manera casi imperceptible, mientras la mitad que no estaba con Aria se iba con los niños y empezaban a llevárselos de allí.
—No sé quién te crees para llamar carga a nadie —dijo en un tono gélido, con una expresión seria y las pupilas echas dos finas líneas. Una lástima que posiblemente Serena no llegase a entender del todo aquella expresión y lo que significaba. —. Pero precisamente a ti te tuve que cargar yo ayer, y hoy casi matas a Connor por ir tirando la lanza sin saber usarla y cuando estábamos delante.
Seguía mirando a Serena fijamente, tratando de entrever en su reacción si de alguna manera pensaba que tendría su apoyo en eso. Claro que no, primero de todo porque no era precisamente nadie para llamar carga a nadie y segundo porque se había metido en el follón ella sola por no saber callarse lo que pensaba. Le dedicó una mirada, todavía con las pupilas afiladísimas, que quería transmitir un “ya hablaremos más tarde a solas”.
»Y ya he dicho que tiene que haber más gente ahí fuera, yo al menos sé de dos. ¿Le tienes miedo a lo que te pueda hacer una chiquilla que casi ni se sostiene en pie?
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: Torreón Sendar
31/07/23, 10:03 pm
Lo que pasó después de que Tawar se preguntara por la recién llegada... convirtió en pasto de gusanos a le repobladore. No se esperaba para nada lo que se les vino encima, casi como si la Gigante hubiera escuchado sus pensamientos sobre ella. No dijo mucho, pero le bastó con una palabra para hacerles añicos a les tres. Aniol y Damián reaccionaron cada cual a su manera, como pudieron, y no les culpaba. Tawar no supo hacer más que encogerse sobre sí misme y desaparecer bajo la mata de pelo del joven Gigante. Apenas se le escuchaba respirar, muy flojito incluso en términos repobladores. Intentaba pasar desapercibide, cubriéndose la cabeza con los brazos, tapando los brotes para que no sobresalieran y abrazándose con la cola. Si les había dicho a los chicos que eran una carga... ¿qué sería elle, entonces? Ellos podían ayudar, aunque fuera poco, de muchísimas maneras. Tawar en cambio era diminute y, pese a que no le diera importancia, seguro que venir de una cultura menos avanzada que la del resto podía significar un impedimento a la hora de poder aportar. Flora, ¿por qué? Una carga... Una carga.
Ni siquiera tenía palabras de consuelo para Aniol. Sin darse cuenta, fijarse en cómo estaba su amigo y en lo enfadado que estaba Damian le fue sacando del agujero en el que había caído. ¿Cómo se atrevía a hacerles daño así a los más jóvenes del grupo? O no, quizás no. ¿Qué iba a hacer? Gritar no serviría, podían gritar muchísimo más que elle. Y ni pensar en acercarse a una Gigante que podía aplastarle con un solo gesto si quisiera... aunque con gusto le habría lanzado toda su colección de arañas y los tarros con insectos a la cara si no temiera las consecuencias. Menos mal, sin embargo, que varios del grupo se les acercaron a ver qué había pasado. Les agradeció en silencio que les animaran a alejarse de allí y poco a poco la imagen de Serena se perdió de su vista. No se fijó ni en el ofrecimiento de Abel ni en qué había dicho le Gigante que habían recogido. No dejaba de darle vueltas a lo mismo una y otra vez. Los chicos no eran una carga. ¡Aprenderían y serían de lo mejor del torreón, ganas tenían! «Es más, esa fruta que nos han ofrecido les vendrá muy bien para crecer y ponerse fuertes. Y si Serena no quiere la carne, ¡también para los chicos!». Pero elle no se merecía esos bienes, por mucho que pareciera decirle "cómeme".
Cuando les preguntaron qué había pasado, en un ambiente de calma, Tawar pudo incorporarse, no sin antes darle unos toquecitos cariñosos al chico en la coronilla. Se dispuso a responder a Nohlem, pero lo hizo con un tono neutro en principio.
—Les prohibió coger comida. Se burló de mis bichos. Dijo que no se puede opinar si no salimos a por cestas... y después les dijo que son una... —Y se calló. Le costó encontrar de nuevo esa palabra maldita. Miró a los Gigantes y cogió fuerzas. No quería usarla como la otra, no en el mismo tono. Le temblaba la voz, pero iría cogiendo fuerza a medida que avanzara—. Damian, Aniol, somos una tribu. No sois ninguna carga. Ni ahora ni nunca. Yo sí que puedo serlo, siendo realistas, pero al menos yo puedo sobrevivir a base de bichos, luz y agua sin gastar nada de vuestras cestas si no lo veis bien.
Estaba plenamente convencide de sus últimas palabras, y no creía que pudiera ser perjudicial para nadie. No daba crédito a que une Gigante considerara un problema a otre Gigante, pero sí que le daba la razón a la ley del más fuerte en una ciudad de depredadores que ya les habían hecho bastante daño. Si esos roedores tenían el cuerpo cubierto de espinas, ¿qué más les esperaba ahí fue...?
Una imagen se materializó en su cabeza. Había visto el tamaño de aquellas cosas que tantas heridas les habían causado pero no había terminado de asimilarlo... en sus carnes. Toda la entereza que había mostrado para animar a sus amigues se vino abajo de golpe y su cuerpo le siguió. Se le doblaron las piernas encima de Aniol y se sentó sin darse cuenta en una postura extraña.
—Habéis... ¿habéis visto el tamaño de las púas? —preguntó al aire. No pretendía ofenderles; sabía de sobra que habían tenido tiempo de sobra para fijarse, pero estaba aterrorizade—. Si me clavan una... Si salgo y me acierta una sola...
¿Una carga? No, Serena, no. Solo bastaría una expedición al exterior para librarse de elle... pero ni para abono serviría si le pasaba algo, pues no había ni una sola brizna de tierra fértil en aquel sitio. Ni para proteger al grupo, ni para cuidar a los jóvenes. ¡Y ni siquiera querían comerse los bichos que cazara! Qué rábanos, ¡si incluso había tarros con insectos en las cestas, ¡como si elle no pudiera buscarlos por sí misme! Flora, ¿qué podía aportar en semejante sitio? Estaba muy perdide.
Ni siquiera tenía palabras de consuelo para Aniol. Sin darse cuenta, fijarse en cómo estaba su amigo y en lo enfadado que estaba Damian le fue sacando del agujero en el que había caído. ¿Cómo se atrevía a hacerles daño así a los más jóvenes del grupo? O no, quizás no. ¿Qué iba a hacer? Gritar no serviría, podían gritar muchísimo más que elle. Y ni pensar en acercarse a una Gigante que podía aplastarle con un solo gesto si quisiera... aunque con gusto le habría lanzado toda su colección de arañas y los tarros con insectos a la cara si no temiera las consecuencias. Menos mal, sin embargo, que varios del grupo se les acercaron a ver qué había pasado. Les agradeció en silencio que les animaran a alejarse de allí y poco a poco la imagen de Serena se perdió de su vista. No se fijó ni en el ofrecimiento de Abel ni en qué había dicho le Gigante que habían recogido. No dejaba de darle vueltas a lo mismo una y otra vez. Los chicos no eran una carga. ¡Aprenderían y serían de lo mejor del torreón, ganas tenían! «Es más, esa fruta que nos han ofrecido les vendrá muy bien para crecer y ponerse fuertes. Y si Serena no quiere la carne, ¡también para los chicos!». Pero elle no se merecía esos bienes, por mucho que pareciera decirle "cómeme".
Cuando les preguntaron qué había pasado, en un ambiente de calma, Tawar pudo incorporarse, no sin antes darle unos toquecitos cariñosos al chico en la coronilla. Se dispuso a responder a Nohlem, pero lo hizo con un tono neutro en principio.
—Les prohibió coger comida. Se burló de mis bichos. Dijo que no se puede opinar si no salimos a por cestas... y después les dijo que son una... —Y se calló. Le costó encontrar de nuevo esa palabra maldita. Miró a los Gigantes y cogió fuerzas. No quería usarla como la otra, no en el mismo tono. Le temblaba la voz, pero iría cogiendo fuerza a medida que avanzara—. Damian, Aniol, somos una tribu. No sois ninguna carga. Ni ahora ni nunca. Yo sí que puedo serlo, siendo realistas, pero al menos yo puedo sobrevivir a base de bichos, luz y agua sin gastar nada de vuestras cestas si no lo veis bien.
Estaba plenamente convencide de sus últimas palabras, y no creía que pudiera ser perjudicial para nadie. No daba crédito a que une Gigante considerara un problema a otre Gigante, pero sí que le daba la razón a la ley del más fuerte en una ciudad de depredadores que ya les habían hecho bastante daño. Si esos roedores tenían el cuerpo cubierto de espinas, ¿qué más les esperaba ahí fue...?
Una imagen se materializó en su cabeza. Había visto el tamaño de aquellas cosas que tantas heridas les habían causado pero no había terminado de asimilarlo... en sus carnes. Toda la entereza que había mostrado para animar a sus amigues se vino abajo de golpe y su cuerpo le siguió. Se le doblaron las piernas encima de Aniol y se sentó sin darse cuenta en una postura extraña.
—Habéis... ¿habéis visto el tamaño de las púas? —preguntó al aire. No pretendía ofenderles; sabía de sobra que habían tenido tiempo de sobra para fijarse, pero estaba aterrorizade—. Si me clavan una... Si salgo y me acierta una sola...
¿Una carga? No, Serena, no. Solo bastaría una expedición al exterior para librarse de elle... pero ni para abono serviría si le pasaba algo, pues no había ni una sola brizna de tierra fértil en aquel sitio. Ni para proteger al grupo, ni para cuidar a los jóvenes. ¡Y ni siquiera querían comerse los bichos que cazara! Qué rábanos, ¡si incluso había tarros con insectos en las cestas, ¡como si elle no pudiera buscarlos por sí misme! Flora, ¿qué podía aportar en semejante sitio? Estaba muy perdide.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Torreón Sendar
01/08/23, 11:25 am
Las primeras respuestas de la nueva le dejaron un tanto patidifuso, estaba delirando. Supuso que sería simplemente la imaginación ingenua y extraña de una chavala que estaba exhausta así que tampoco le quiso dar más vueltas. Necesitaba alimentarse y probablemente descansar como el resto de ellos, algo que, vista la situación se volvía una tarea imposible.
Serena volvió a pronunciarse en alto y a diferencia de la primera vez, tras el golpe seco contra la mesa había logrado captar toda su atención. Sus palabras sonaron como un estruendoso eco en su cabeza, tan asombrado por la rudeza de las mismas que se quedó en el sitio tratando de asimilar lo sucedido. No fue hasta que escuchó el primer gimoteo que los engranajes de su mente comenzaron a reactivarse de nuevo. Su vista se giró hacía los niños y si bien los gritos de un Damian ofendido acapararon su asombro, pronto desvió la mirada hacía Aniol, perdido en unas lágrimas que lejos de apagar su fuego interno, lo alimentaban.
El cabreo dio paso entonces a una sonora incertidumbre pues si bien la paciencia hacía la joven pendía de un hilo tan desgastado y frágil como para poderse fragmentar al primer paso mal dado, no le cabía en la cabeza que nadie de allí pudiera ser tan absurdamente desagradable con un par de críos. Por suerte pronto la gente se empezó a movilizar y si bien algunos solo enardecieron su mal humor con un comportamiento que no entendía, otros alimentaban su paciencia para no abarcar el tema desde un punto visceral.
Airi se había explicado muy bien, poco tenía que objetar de las palabras de Nohlem más allá de que pudieran resultar ofensivas (Pero bien que se las había buscado Serena) e increíblemente hasta Kalna coincidía en su opinión, no podría haber hablado mejor. Ahora bien, ignoro por su propio bien las palabras de un Abel que intentaba invisibilizar el problema y decidió dejar de lado a un Rick que estaba yendo a preguntar a la persona menos acorde sobre lo ocurrido.
Ethan seguía junto a Aria, problema que no ayudó cuando Serena vino embalada a darle semejante bienvenida a la joven y si bien su sonrisa se había mantenido fiel, pronto una mueca de incomodidad se hizo tan palpable que si solo mantuvo el gesto amable fue para rogarle un momentito a la chiquilla que tenía en el sofa. Fue un breve gesto, levantando el índice de su mano para que entendiera que enseguida volvía con ella. En cuanto volvió a girarse hacía la pelirroja ya no había ni un solo matiz en su rostro que indicará alegría, estaba tan serio, como cansado y si bien no había tampoco irá, la fría mirada que le dedicó era suficiente para entender que no estaba precisamente de humor.
-Serena, te pregunto seriamente por que ya no entiendo nada de esto. ¿Tú acaso te quieres quedar sola? Porque, sinceramente, estas consiguiendo echarnos a todos a patadas.
Su pregunta retórica a pesar del cabreo era tan sincera como neutra. No había levantado siquiera la voz para referirse a ella. El londinense no tenía costumbre de gritar y por muy agotado que le tuviera el tema no iba a empezar a hacerlo ahora. Ahora bien, tampoco iba a seguir perdonando cada mala conducta de una persona que a sus ojos si quiera se mostraba arrepentida.
>>El niño al que has llamado ¨carga¨ ha hecho un trabajo genial en empatizar e intentar comprender al resto y el ¨incordio¨ al menos tiene la excusa de ser un crío, así que ya me dirás cual es la tuya para actuar así de insufrible. Ni siquiera has sido capaz de pedir unas míseras disculpas al compañero al que casi golpeas con tu lanza como para que vayas juzgando a otros tan a la ligera.
No hizo más caso, mientras Nohlem y Airi subían con los niños él se dirigió a donde estaba organizada la comida para poder partir un poco de pan y regresar con el mismo al salón. Que Serena actuara mal no les metía a todos en el mismo saco y ya que estaba por abandonar el lugar tampoco quería dejar con mal sabor de boca a la nueva. Se agacho levemente hacía Aria para ofrecerle el trozo de comida, ignorando por completo a la que había iniciado el conflicto y autoimpuesto unas normas absurdas en las que nadie estaba de acuerdo.
-Toma anda, necesitas recuperarte un poco. A mi me pillas demasiado cansado para seguir aguantando esto pero nos vemos luego, ¿Si?
Y sin más se dirigió a paso lento hacía las escaleras, empezando a quitarse las púas de mala manera mientras intentaba no caerse al subir las mismas. Hacer varias cosas a la vez estando cojo no es la mejor idea, pero si quería ir con los peques prefería evitarles la incomoda imagen de tener un brazo cubierto por ellas.
Serena volvió a pronunciarse en alto y a diferencia de la primera vez, tras el golpe seco contra la mesa había logrado captar toda su atención. Sus palabras sonaron como un estruendoso eco en su cabeza, tan asombrado por la rudeza de las mismas que se quedó en el sitio tratando de asimilar lo sucedido. No fue hasta que escuchó el primer gimoteo que los engranajes de su mente comenzaron a reactivarse de nuevo. Su vista se giró hacía los niños y si bien los gritos de un Damian ofendido acapararon su asombro, pronto desvió la mirada hacía Aniol, perdido en unas lágrimas que lejos de apagar su fuego interno, lo alimentaban.
El cabreo dio paso entonces a una sonora incertidumbre pues si bien la paciencia hacía la joven pendía de un hilo tan desgastado y frágil como para poderse fragmentar al primer paso mal dado, no le cabía en la cabeza que nadie de allí pudiera ser tan absurdamente desagradable con un par de críos. Por suerte pronto la gente se empezó a movilizar y si bien algunos solo enardecieron su mal humor con un comportamiento que no entendía, otros alimentaban su paciencia para no abarcar el tema desde un punto visceral.
Airi se había explicado muy bien, poco tenía que objetar de las palabras de Nohlem más allá de que pudieran resultar ofensivas (Pero bien que se las había buscado Serena) e increíblemente hasta Kalna coincidía en su opinión, no podría haber hablado mejor. Ahora bien, ignoro por su propio bien las palabras de un Abel que intentaba invisibilizar el problema y decidió dejar de lado a un Rick que estaba yendo a preguntar a la persona menos acorde sobre lo ocurrido.
Ethan seguía junto a Aria, problema que no ayudó cuando Serena vino embalada a darle semejante bienvenida a la joven y si bien su sonrisa se había mantenido fiel, pronto una mueca de incomodidad se hizo tan palpable que si solo mantuvo el gesto amable fue para rogarle un momentito a la chiquilla que tenía en el sofa. Fue un breve gesto, levantando el índice de su mano para que entendiera que enseguida volvía con ella. En cuanto volvió a girarse hacía la pelirroja ya no había ni un solo matiz en su rostro que indicará alegría, estaba tan serio, como cansado y si bien no había tampoco irá, la fría mirada que le dedicó era suficiente para entender que no estaba precisamente de humor.
-Serena, te pregunto seriamente por que ya no entiendo nada de esto. ¿Tú acaso te quieres quedar sola? Porque, sinceramente, estas consiguiendo echarnos a todos a patadas.
Su pregunta retórica a pesar del cabreo era tan sincera como neutra. No había levantado siquiera la voz para referirse a ella. El londinense no tenía costumbre de gritar y por muy agotado que le tuviera el tema no iba a empezar a hacerlo ahora. Ahora bien, tampoco iba a seguir perdonando cada mala conducta de una persona que a sus ojos si quiera se mostraba arrepentida.
>>El niño al que has llamado ¨carga¨ ha hecho un trabajo genial en empatizar e intentar comprender al resto y el ¨incordio¨ al menos tiene la excusa de ser un crío, así que ya me dirás cual es la tuya para actuar así de insufrible. Ni siquiera has sido capaz de pedir unas míseras disculpas al compañero al que casi golpeas con tu lanza como para que vayas juzgando a otros tan a la ligera.
No hizo más caso, mientras Nohlem y Airi subían con los niños él se dirigió a donde estaba organizada la comida para poder partir un poco de pan y regresar con el mismo al salón. Que Serena actuara mal no les metía a todos en el mismo saco y ya que estaba por abandonar el lugar tampoco quería dejar con mal sabor de boca a la nueva. Se agacho levemente hacía Aria para ofrecerle el trozo de comida, ignorando por completo a la que había iniciado el conflicto y autoimpuesto unas normas absurdas en las que nadie estaba de acuerdo.
-Toma anda, necesitas recuperarte un poco. A mi me pillas demasiado cansado para seguir aguantando esto pero nos vemos luego, ¿Si?
Y sin más se dirigió a paso lento hacía las escaleras, empezando a quitarse las púas de mala manera mientras intentaba no caerse al subir las mismas. Hacer varias cosas a la vez estando cojo no es la mejor idea, pero si quería ir con los peques prefería evitarles la incomoda imagen de tener un brazo cubierto por ellas.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Torreón Sendar
01/08/23, 09:44 pm
La nueva pareció mejorar un poco, pues finalmente se presentó como Aria. Su siguiente frase sin embargo, "Vengo a salvar el reino", le hizo suspirar cansado al darse cuenta de que no tenía ni puta idea de dónde estaba, aunque luego no pudo evitar soltar con una sonrisa un "Hmm" divertido con el comentario del cánido. ¿Aquella desconocida todavía creía que le habían contado la verdad? ¿Después de ver la mierda de ciudad en la que estaba? ¿Cómo había sobrevivido sola un día entero? ¿Estaba siquiera sola? A juzgar por las palabras de Kalna había más gente aparte de ellos y la chica nueva, que ya podía haberlo dicho antes, joder.
Connor se limitó a esperar de brazos cruzados mientras sus compañeros iban hablando. El motero tenía planeado hacerle algunas preguntas, obviamente las mismas cuestiones que se podrían estar planteando sus compañeros, pero entonces escuchó los gritos de Damian y a Serena y todo se torció. Otra jodida y puñetera vez. Las palabras de la pelirroja, tan cargadas de crueldad hacia los niños, hicieron que el rostro de Connor se volviera una mezcla explosiva de incredulidad y pura rabia. Que les dijera que eran una carga e incordio despertó la rabia en su interior. Pero lo que más le había afectado era lo que significaban las palabras del italiano. Porque significaban que la chica había intentando prohibirles comer. <<¿QUÉ. COJONES. HAS. DICHO?>> Pensó el motero mientras se incorporaba de la mesa y la miraba, supurando violencia por cada poro de su piel. El ceño fruncido y los ojos clavados en los de ella, su cara deformada por el fuego que ardía en aquel momento en su pecho. Él mismo había sido desagradable con Damian el día anterior, pero lo había hecho por un motivo, para regañarlo por poner las vidas de todos en peligro. Y aún así se había sentido miserable. Pero aquello... era gratuito y cruel. Y le recordaba demasiado al trato que le daban a él en el centro de niños sin hogar.
Aquello le afectaba más de lo que hubiera deseado. Porque por mucho que no lo quisiera reconocer, lo trataba de forma algo más personal. Cuando solo era un crío tuvo que sobrevivir casi un año en las calles, pasando frío, dolor y sobre todo hambre. Era una herida del pasado que sabía que nunca se cerraría del todo, pero ahora, la gilipollas de Serena acababa de abrirla con unas putas tenazas y hurgaba en la herida. Quizás esa era la razón por la que aún no había dicho nada. Estaba atrapado entre los recuerdos del pasado, mientras escuchaba a sus compañeros de fondo. <<¿QUIÉN. COJONES. TE CREES...?>> A Connor le temblaba el puño cerrado de lo enfadado que estaba, mientras su vista se clavaba en la escocesa. Algunos como Rick y a Abel intercedieron de muy mala manera a ojos del motero, alimentando aún más aquella violencia a flor de piel. Por otro lado agradeció en su interior los comentarios de Kalna y Ethan sobre aquella lanza que había estado a punto de matarlo, y también le pareció de bien como hablaron Nohlem, Airi o el propio Damian defendiéndose. Pero Connor no podía hablar. No podía. Porque mientras sus ojos estaban clavados en las lágrimas de Aniol y en la frustración de Damian, él no estaba allí.
Seguía atrapado dentro de su propia mente, en todo aquella tragedia y hambre que pasó cuando solo tenía diez putos años. ¿Y Serena se atrevía a prohibirles comer? NO. No mientras él viviera bajo él mismo techo. Connor estaba al puto límite. No solo los había amenazado el día anterior con dejarlos morir si era necesario (pensamiento que él compartía pero no era tan insoportable como para decirlo en voz alta ), también había estado a punto de matarlo sin querer con la lanza y ahora acosaba a los críos. <<NO. NO EN MI PUÑETERA CARA.>> Los recuerdos de su pasado desaparecieron de su vista, y nada más hacerlo la boca de Connor se movió sola. Explotó.
-¡REPÍTELO! ¡REPÍTE QUE VAS A DEJARLOS SIN COMER, CABRONA DE MIERDA!- Gritó el canadiense con toda la fuerza de su garganta, fuera de sí y golpeando con potencia la mesa con la palma de la mano. Su visión estaba limitada, como si fuera un túnel, y lo único que veía en aquel momento era a Serena. En aquel momento de lo único que tenía ganas era de acercarse a ella y agarrarla del cuello de la camiseta, para hacerle entender más de cerca cómo funcionaban las cosas. Pero por alguna razón se estaba conteniendo, quizás porque no quería asustar a los niños. Aún así estaba a una sola palabra hiriente más hacia los críos para perder el control.- ¡Repite de nuevo que son una puta carga!-. La desafió mientras respiraba pesadamente por la tensión en su cuerpo. De improviso Connor dio dos grandes zancadas para acercarse a ella, y con una mirada de odio volvió a hablar. Sorprendentemente esta vez sin gritos, la voz más baja. Sin rabia desatada, más contenido. Pero de alguna manera llegaría a sonar peor. Porque era el tono que usaba cuando tenía que amenazar para los Wyverns.- Si vuelvo a escuchar alguna de esas mierdas salir por tu puñetera boca...- Connor cerró con fuerza los puños, mientras la observaba con rabia.-... te prometo que la única que no comerá serás tú, joder. Y sólo lo harías cuando a los críos se les olvidara lo puñeteramente gilipollas que eres, ¿entiendes eso, cojones?-Preguntaría asintiendo con la cabeza para dejar más claro el rumbo que tenía que tomar la chica si no quería alargar aquella discusión. No diría nada sobre la acusación a Aria, al fin y al cabo no se fiaba una mierda de ninguna de las dos. Una por ser nueva y la otra por razones obvias.
Connor nunca había tenido problemas personales con nadie, a no ser que afectara negativamente al club o directamente intentaran hacerle daño a él o a sus seres queridos. En la ciudad no había sido una excepción y se había limitado el día anterior a asimilar dónde estaba, intervenir a su brusca manera cuando debía y en conocer un poco más a algunos de ellos. Pero era un cabrón, y aquello no iba a cambiar por que estuviera en otro mundo. Le había salido amenazarla porque era a lo que estaba acostumbrado, porque era el camino fácil y joder, porque sentaba muy bien hacérselo a gilipollas que te caían mal.
En un esfuerzo inhumano Connor lograría alejarse de ella hasta la otra punta del salón, lo más lejos que fuera posible. Escucharía cualquier cosa que dijeran sobre la discusión o a él mismo, pero al canadiense le daría completamente igual a aquellas alturas. Estaba cansado, y una parte de él quería irse de allí. Sobre todo al ver cómo Nohlem se llevaba a los niños arriba, con Tawar en la cabeza de Aniol. Le preocupaban los niños, pero nuevamente él no era el indicado para hablar con ellos. Seguramente después de aquello estarían más asustados, o eso creía él... Por otro lado Ethan le preocupaba (y cabreaba) un poco al verlo subir como podía y quitándose espinas. De momento el motero se quedó abajo, esperando la respuesta de Serena.
Connor se limitó a esperar de brazos cruzados mientras sus compañeros iban hablando. El motero tenía planeado hacerle algunas preguntas, obviamente las mismas cuestiones que se podrían estar planteando sus compañeros, pero entonces escuchó los gritos de Damian y a Serena y todo se torció. Otra jodida y puñetera vez. Las palabras de la pelirroja, tan cargadas de crueldad hacia los niños, hicieron que el rostro de Connor se volviera una mezcla explosiva de incredulidad y pura rabia. Que les dijera que eran una carga e incordio despertó la rabia en su interior. Pero lo que más le había afectado era lo que significaban las palabras del italiano. Porque significaban que la chica había intentando prohibirles comer. <<¿QUÉ. COJONES. HAS. DICHO?>> Pensó el motero mientras se incorporaba de la mesa y la miraba, supurando violencia por cada poro de su piel. El ceño fruncido y los ojos clavados en los de ella, su cara deformada por el fuego que ardía en aquel momento en su pecho. Él mismo había sido desagradable con Damian el día anterior, pero lo había hecho por un motivo, para regañarlo por poner las vidas de todos en peligro. Y aún así se había sentido miserable. Pero aquello... era gratuito y cruel. Y le recordaba demasiado al trato que le daban a él en el centro de niños sin hogar.
Aquello le afectaba más de lo que hubiera deseado. Porque por mucho que no lo quisiera reconocer, lo trataba de forma algo más personal. Cuando solo era un crío tuvo que sobrevivir casi un año en las calles, pasando frío, dolor y sobre todo hambre. Era una herida del pasado que sabía que nunca se cerraría del todo, pero ahora, la gilipollas de Serena acababa de abrirla con unas putas tenazas y hurgaba en la herida. Quizás esa era la razón por la que aún no había dicho nada. Estaba atrapado entre los recuerdos del pasado, mientras escuchaba a sus compañeros de fondo. <<¿QUIÉN. COJONES. TE CREES...?>> A Connor le temblaba el puño cerrado de lo enfadado que estaba, mientras su vista se clavaba en la escocesa. Algunos como Rick y a Abel intercedieron de muy mala manera a ojos del motero, alimentando aún más aquella violencia a flor de piel. Por otro lado agradeció en su interior los comentarios de Kalna y Ethan sobre aquella lanza que había estado a punto de matarlo, y también le pareció de bien como hablaron Nohlem, Airi o el propio Damian defendiéndose. Pero Connor no podía hablar. No podía. Porque mientras sus ojos estaban clavados en las lágrimas de Aniol y en la frustración de Damian, él no estaba allí.
Seguía atrapado dentro de su propia mente, en todo aquella tragedia y hambre que pasó cuando solo tenía diez putos años. ¿Y Serena se atrevía a prohibirles comer? NO. No mientras él viviera bajo él mismo techo. Connor estaba al puto límite. No solo los había amenazado el día anterior con dejarlos morir si era necesario (pensamiento que él compartía pero no era tan insoportable como para decirlo en voz alta ), también había estado a punto de matarlo sin querer con la lanza y ahora acosaba a los críos. <<NO. NO EN MI PUÑETERA CARA.>> Los recuerdos de su pasado desaparecieron de su vista, y nada más hacerlo la boca de Connor se movió sola. Explotó.
-¡REPÍTELO! ¡REPÍTE QUE VAS A DEJARLOS SIN COMER, CABRONA DE MIERDA!- Gritó el canadiense con toda la fuerza de su garganta, fuera de sí y golpeando con potencia la mesa con la palma de la mano. Su visión estaba limitada, como si fuera un túnel, y lo único que veía en aquel momento era a Serena. En aquel momento de lo único que tenía ganas era de acercarse a ella y agarrarla del cuello de la camiseta, para hacerle entender más de cerca cómo funcionaban las cosas. Pero por alguna razón se estaba conteniendo, quizás porque no quería asustar a los niños. Aún así estaba a una sola palabra hiriente más hacia los críos para perder el control.- ¡Repite de nuevo que son una puta carga!-. La desafió mientras respiraba pesadamente por la tensión en su cuerpo. De improviso Connor dio dos grandes zancadas para acercarse a ella, y con una mirada de odio volvió a hablar. Sorprendentemente esta vez sin gritos, la voz más baja. Sin rabia desatada, más contenido. Pero de alguna manera llegaría a sonar peor. Porque era el tono que usaba cuando tenía que amenazar para los Wyverns.- Si vuelvo a escuchar alguna de esas mierdas salir por tu puñetera boca...- Connor cerró con fuerza los puños, mientras la observaba con rabia.-... te prometo que la única que no comerá serás tú, joder. Y sólo lo harías cuando a los críos se les olvidara lo puñeteramente gilipollas que eres, ¿entiendes eso, cojones?-Preguntaría asintiendo con la cabeza para dejar más claro el rumbo que tenía que tomar la chica si no quería alargar aquella discusión. No diría nada sobre la acusación a Aria, al fin y al cabo no se fiaba una mierda de ninguna de las dos. Una por ser nueva y la otra por razones obvias.
Connor nunca había tenido problemas personales con nadie, a no ser que afectara negativamente al club o directamente intentaran hacerle daño a él o a sus seres queridos. En la ciudad no había sido una excepción y se había limitado el día anterior a asimilar dónde estaba, intervenir a su brusca manera cuando debía y en conocer un poco más a algunos de ellos. Pero era un cabrón, y aquello no iba a cambiar por que estuviera en otro mundo. Le había salido amenazarla porque era a lo que estaba acostumbrado, porque era el camino fácil y joder, porque sentaba muy bien hacérselo a gilipollas que te caían mal.
En un esfuerzo inhumano Connor lograría alejarse de ella hasta la otra punta del salón, lo más lejos que fuera posible. Escucharía cualquier cosa que dijeran sobre la discusión o a él mismo, pero al canadiense le daría completamente igual a aquellas alturas. Estaba cansado, y una parte de él quería irse de allí. Sobre todo al ver cómo Nohlem se llevaba a los niños arriba, con Tawar en la cabeza de Aniol. Le preocupaban los niños, pero nuevamente él no era el indicado para hablar con ellos. Seguramente después de aquello estarían más asustados, o eso creía él... Por otro lado Ethan le preocupaba (y cabreaba) un poco al verlo subir como podía y quitándose espinas. De momento el motero se quedó abajo, esperando la respuesta de Serena.
- Liebre
Ficha de cosechado
Nombre: Aria
Especie: Humana
Habilidades: Olfato fino, intuición, dibujo
Re: Torreón Sendar
02/08/23, 02:20 pm
La sensación del agua fresca recorriendo su garganta sedienta le hizo dimensionar el calor que su cuerpo estaba produciendo, pero por suerte le ayudó a mantener su consciencia y no desvanecerse.
Pero hay cosas peores que la inconciencia, al poco de terminar su vaso lo descubrió… Un ¿Dragón? ¡Sí!, un dragón antropomórfico morado le estaba hablando… <<Jo… Estoy muy mal, odio alucinar… ¿será una persona real? Mejor lo confirmo>> Aria fingió que no escuchaba a la criatura –o por lo menos lo intentaba, pues no lograba salir del asombro de estar viendo la alucinación que su febril mente le estaba provocando– Y una vez que el lagarto acabó, la joven extendió su mano para tocarlo – prefería parecer una maldita desquiciada tocando el aire, que estar hablándole a fantasías de su cabeza – Al sentir el contacto de las frías escamas de esa criatura, Aria no logró evitar cierta incomodidad, el contraste entre sus temperaturas le preocupó importantemente, pero no tanto como el hecho mismo de sentir las escamas de la criatura – E-estoy bien…– y como demostración a esa mentira flagrante le accede un fuerte ataque de tos. – Conforme logró recuperarse y aun mirando al draconido, se levantó un poco la manga de su rebeca para mostrar un fuerte moretón violáceo – Creo, creo que me extrajeron…– no alcanzó a completar su frase, pues una chica bastante linda de cabello color fuego apareció en medio y empezó a reclamarle su ausencia << No entiendo por qué luce molesta… ¿Será que me estaban buscando? Tiene sentido… Akeyo les pidió que me buscaran. Eh, pero por qué está molesta. Les ahorré el esfuerzo de buscarme entre estas ruinas. ¿Será que lo hacen en contra de su voluntad? Tal vez por eso el pandillero me trató así de brusco >> Aria le buscó con la mirada al motero y le encontró mirando con el ceño fruñido a la pelirroja, aunque juraría que unos segundos antes le había sonreído<< No… Creo que está molesto con ella ¿Por qué será? ¿Será por mí? >>
Distraída en sus cavilaciones, Aria olvidó responder las acusaciones de la pelirroja que se mezclaron a sus oídos con ruidos de fondo y algunos gritos. Aun aturdida por todo lo que ocurría a su alrededor, un joven - que se presentó a sí mismo como Rick– la saludaba, tenía modales muy correctos y parecía controlar muy bien toda la situación, se le notaba experimentado y muy resolutivo – Eh, no, no puede ser Señor Rick, verá, Akeyo me habló de Roca-Rocavarancolia como un reino de milagros y protrentos – su error se acentuó con un pequeño acceso de tos –llegamos acá para evadir a nuestros perseguidores. Akeyo me escondió en…- No estaba segura dónde la había escondido, pero pareció importarle poco a Rick toda esta situación, pues sin llegar a despedirse se alejó de la conversación. << ¿Habré dicho algo malo? >>
Toda la conversación le había representado un esfuerzo importante a la joven, deseaba poder tomarse una pastilla y recibir un paño fresco en su cabeza, tomar una sopa y descansar. Este día había sido muy largo, casi parecía haber vivido dos días de continuo.
Pero sus sorpresas no acababan, conforme abría sus ojos se topa con la visión de un Neko Ikemen que la miraba con sus profundos ojos verdes abiertos en toda su extensión << ¡¿QUÉEEE?! N-no puede ser… ¿Por qué hay un neko boy? Q-qué clase de fantasía morbosa se supone estoy recreando… Es muy guapo…>> Después de verla atentamente, el Ikemen se alejó de ella y se dirigió a la otra chica. <<¿Por qué todos parecen hablarle a la pelirroja? ¿Será la líder del lugar? O… No, no… Es la fiebre Aria, es la fiebre>> La joven dejó volar su imaginación pensando que había acabado en alguna especie de reino anime extraño y todos los chicos en realidad pertenecían al harem inverso de la pelirroja… <<Sentido tiene… Es la única mujer en este grupo, y además es muy guapa, todos parecen reclamarle atención y tal vez por eso me trató tan violentamente… Tal vez cree que vengo a intentar quitarle a sus chicos>> Aria se quedó explorando esa línea de pensamiento, absorta en su imaginación, apagó sus sentidos lo que le impidió escuchar la voz de otra chica o el conflicto que se estaba llevando a pasos de donde ella se encontraba.
Fue el chico majo, quien la trajo de vuelta al mundo, cuando con un ligero gesto y una encantadora sonrisa le pidió un momento y ella solo pudo ver como giraba para hablar también con la pelirroja… Era obvio, todos parecían muy atentos con esa muchacha y tenía muchísimo sentido, era guapa, tenía un increíble sentido de la moda, se notaba que había escogido la ropa con sumo cuidado para resaltar su nívea piel y su cabellera fuego, incluso Aria se reconocía atraída a la joven… Fue nuevamente este chico quien la hizo volver al torreón, pues de repente apareció con comida para ella. Su panza reaccionó a la imagen de ese pedazo de pan que el chico le ofrecía y no pudo evitar la sonrisa cargada de felicidad al ver comida. <<¡Es muy majo! Qué atento, me trajo comida>> y sin dudarlo aceptó el ofrecimiento del joven, aunque sus palabras la hicieron detener el pan a mitad de camino… <<¿Aguantando? ¿Significa esto que estoy estorbando? ¿La pelirroja le habrá dicho algo sobre mí? ¿Me estaba defendiendo frente a ella? No quería molestarlo>> Aria se quedó sentada viendo como el chico se alejaba y sintiéndose miserable, dejó el pan un momento en la mesa.
Miro al draconido, pues era la única persona que la había tratado bien y parecía aún interesado en ella y le preguntó – Räg, ¿estoy molestándoles? Crees que pueda...– No alcanzo a darle voz a todos sus pensamientos, pues de repente el motero se incorporó hecho una furia y golpeando la mesa Ella solo podía ver como el motero empezó a gritar sobre dejar sin comer << ¿Será por mi culpa? ¿Deben moderar sus comidas porque estoy yo? >> pensó con ojos llorosos la joven. Luego saltó hacia la pelirroja y le gritó una cantidad de improperios bastante excesivos <<¿Qué se supone que le pasa a ese animal? >> Aria sentía crecer un poderoso enojo en su interior. Una cosa es que permitiera que la vapuleara a ella y otra muy diferente es que empiece a gritarle a mujeres, en casa siempre le enseñaron que quien grita nunca tiene la razón. Pero la verdad la violencia que desprendía ese chico era suficiente hasta para intimidar piedras y ella no se sentía muy animada a decirle nada al motero.
Reuniendo el poco valor que podía tener y aprovechando que el pandillero no la miraba, se incorporó del sofá -pudo sentir un fuerte mareo al hacerlo- y caminando muy despacio levantó el pan y dijo — Po-por favor. N-no gasten su comida en mí. Si les causo muchos inconvenientes, prometo irme mañana, tomen— decía mientras extendía el pan hacía la chica pelirroja, era su culpa que le hubieran gritado así y pensaba redimirse, aunque el hambre la devorara por dentro
Pero hay cosas peores que la inconciencia, al poco de terminar su vaso lo descubrió… Un ¿Dragón? ¡Sí!, un dragón antropomórfico morado le estaba hablando… <<Jo… Estoy muy mal, odio alucinar… ¿será una persona real? Mejor lo confirmo>> Aria fingió que no escuchaba a la criatura –o por lo menos lo intentaba, pues no lograba salir del asombro de estar viendo la alucinación que su febril mente le estaba provocando– Y una vez que el lagarto acabó, la joven extendió su mano para tocarlo – prefería parecer una maldita desquiciada tocando el aire, que estar hablándole a fantasías de su cabeza – Al sentir el contacto de las frías escamas de esa criatura, Aria no logró evitar cierta incomodidad, el contraste entre sus temperaturas le preocupó importantemente, pero no tanto como el hecho mismo de sentir las escamas de la criatura – E-estoy bien…– y como demostración a esa mentira flagrante le accede un fuerte ataque de tos. – Conforme logró recuperarse y aun mirando al draconido, se levantó un poco la manga de su rebeca para mostrar un fuerte moretón violáceo – Creo, creo que me extrajeron…– no alcanzó a completar su frase, pues una chica bastante linda de cabello color fuego apareció en medio y empezó a reclamarle su ausencia << No entiendo por qué luce molesta… ¿Será que me estaban buscando? Tiene sentido… Akeyo les pidió que me buscaran. Eh, pero por qué está molesta. Les ahorré el esfuerzo de buscarme entre estas ruinas. ¿Será que lo hacen en contra de su voluntad? Tal vez por eso el pandillero me trató así de brusco >> Aria le buscó con la mirada al motero y le encontró mirando con el ceño fruñido a la pelirroja, aunque juraría que unos segundos antes le había sonreído<< No… Creo que está molesto con ella ¿Por qué será? ¿Será por mí? >>
Distraída en sus cavilaciones, Aria olvidó responder las acusaciones de la pelirroja que se mezclaron a sus oídos con ruidos de fondo y algunos gritos. Aun aturdida por todo lo que ocurría a su alrededor, un joven - que se presentó a sí mismo como Rick– la saludaba, tenía modales muy correctos y parecía controlar muy bien toda la situación, se le notaba experimentado y muy resolutivo – Eh, no, no puede ser Señor Rick, verá, Akeyo me habló de Roca-Rocavarancolia como un reino de milagros y protrentos – su error se acentuó con un pequeño acceso de tos –llegamos acá para evadir a nuestros perseguidores. Akeyo me escondió en…- No estaba segura dónde la había escondido, pero pareció importarle poco a Rick toda esta situación, pues sin llegar a despedirse se alejó de la conversación. << ¿Habré dicho algo malo? >>
Toda la conversación le había representado un esfuerzo importante a la joven, deseaba poder tomarse una pastilla y recibir un paño fresco en su cabeza, tomar una sopa y descansar. Este día había sido muy largo, casi parecía haber vivido dos días de continuo.
Pero sus sorpresas no acababan, conforme abría sus ojos se topa con la visión de un Neko Ikemen que la miraba con sus profundos ojos verdes abiertos en toda su extensión << ¡¿QUÉEEE?! N-no puede ser… ¿Por qué hay un neko boy? Q-qué clase de fantasía morbosa se supone estoy recreando… Es muy guapo…>> Después de verla atentamente, el Ikemen se alejó de ella y se dirigió a la otra chica. <<¿Por qué todos parecen hablarle a la pelirroja? ¿Será la líder del lugar? O… No, no… Es la fiebre Aria, es la fiebre>> La joven dejó volar su imaginación pensando que había acabado en alguna especie de reino anime extraño y todos los chicos en realidad pertenecían al harem inverso de la pelirroja… <<Sentido tiene… Es la única mujer en este grupo, y además es muy guapa, todos parecen reclamarle atención y tal vez por eso me trató tan violentamente… Tal vez cree que vengo a intentar quitarle a sus chicos>> Aria se quedó explorando esa línea de pensamiento, absorta en su imaginación, apagó sus sentidos lo que le impidió escuchar la voz de otra chica o el conflicto que se estaba llevando a pasos de donde ella se encontraba.
Fue el chico majo, quien la trajo de vuelta al mundo, cuando con un ligero gesto y una encantadora sonrisa le pidió un momento y ella solo pudo ver como giraba para hablar también con la pelirroja… Era obvio, todos parecían muy atentos con esa muchacha y tenía muchísimo sentido, era guapa, tenía un increíble sentido de la moda, se notaba que había escogido la ropa con sumo cuidado para resaltar su nívea piel y su cabellera fuego, incluso Aria se reconocía atraída a la joven… Fue nuevamente este chico quien la hizo volver al torreón, pues de repente apareció con comida para ella. Su panza reaccionó a la imagen de ese pedazo de pan que el chico le ofrecía y no pudo evitar la sonrisa cargada de felicidad al ver comida. <<¡Es muy majo! Qué atento, me trajo comida>> y sin dudarlo aceptó el ofrecimiento del joven, aunque sus palabras la hicieron detener el pan a mitad de camino… <<¿Aguantando? ¿Significa esto que estoy estorbando? ¿La pelirroja le habrá dicho algo sobre mí? ¿Me estaba defendiendo frente a ella? No quería molestarlo>> Aria se quedó sentada viendo como el chico se alejaba y sintiéndose miserable, dejó el pan un momento en la mesa.
Miro al draconido, pues era la única persona que la había tratado bien y parecía aún interesado en ella y le preguntó – Räg, ¿estoy molestándoles? Crees que pueda...– No alcanzo a darle voz a todos sus pensamientos, pues de repente el motero se incorporó hecho una furia y golpeando la mesa Ella solo podía ver como el motero empezó a gritar sobre dejar sin comer << ¿Será por mi culpa? ¿Deben moderar sus comidas porque estoy yo? >> pensó con ojos llorosos la joven. Luego saltó hacia la pelirroja y le gritó una cantidad de improperios bastante excesivos <<¿Qué se supone que le pasa a ese animal? >> Aria sentía crecer un poderoso enojo en su interior. Una cosa es que permitiera que la vapuleara a ella y otra muy diferente es que empiece a gritarle a mujeres, en casa siempre le enseñaron que quien grita nunca tiene la razón. Pero la verdad la violencia que desprendía ese chico era suficiente hasta para intimidar piedras y ella no se sentía muy animada a decirle nada al motero.
Reuniendo el poco valor que podía tener y aprovechando que el pandillero no la miraba, se incorporó del sofá -pudo sentir un fuerte mareo al hacerlo- y caminando muy despacio levantó el pan y dijo — Po-por favor. N-no gasten su comida en mí. Si les causo muchos inconvenientes, prometo irme mañana, tomen— decía mientras extendía el pan hacía la chica pelirroja, era su culpa que le hubieran gritado así y pensaba redimirse, aunque el hambre la devorara por dentro
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Sendar
03/08/23, 11:45 am
Colmillo estaba flipando. De un momento a otro se había liado la de Kiel y todo había empezado por las palabras de Serena. "¿Por amor de Korén, esta humana no puede estarse callada?"
Si bien el zawodny se había mantenido apartado de la nueva para no asustarla, tampoco había estado lo suficientemente cerca de la cocina para ver cómo organizaban la comida, pero sí había escuchado toda la conversación. Al principio, las palabras de Serena le generaron confusión y tristeza. El hecho de que pensara que salir a por la comida le daba más derecho sobre ella que nadie hablaba de una vida de soledad o una educación egoísta para el vittya. Ahora eran una comunidad, una tribu como la había llamado Aniol, y eso significaba que todos trabajaban para todos y aportaban al grupo lo que pudieran sin que eso significara que tenían más derechos que los demás solo por hacer un trabajo determinado.
Aunque ya solo esas palabras habían erizado el pelo de Szczenyak, las siguientes le hicieron enseñarle los dientes con las orejas hacia atrás. No se iba a mentir a sí mismo y decirse que no pensaba igual que Serena sobre Damian siendo un incordio, pero el que hubiera incluido a Aniol en la forma despectiva en la que los llamó una carga hizo que su sangre se enervara. "¿Cómo se atreve? ¡El cachorro ha hecho más por el estado de ánimo de todos que toda la comida que ella pudiera traer!" pensó enfadado.
Colmillo vibraba de rabia por el llanto de Aniol, incapaz de decir y hacer nada más allá de mirar a Serena con cabreo. No llevaban ahí ni dos días y ella ya había decidido quién importaba y quién no. Y ni siquiera había barrido para su especie, aparentemente. "¿Y aún tiene el valor de dudar de la nueva? Ahora mismo me fio más de ella que de ti" pensó, sin querer echar más leña al fuego diciéndolo en voz alta, ya que todos parecían bastante de acuerdo con sus propios pensamientos, si se tomaban en cuenta las palabras de Airi, Nohlem, Kalna e Ethan.
Cuando Nohlem subió con los niños y con Tawar, la postura de Colmillo se relajó un poco, dejando de enseñar los dientes, pero todavía con las orejas hacia atrás. Aunque las víctimas ya no estaban ahí, la amenaza seguía y por ello no podía evitar que la tensión se mantuviera en todo su cuerpo.
Por un momento, casi esperó que aquello fuera todo, que los que quedaban en la planta baja ignorarían a Serena y se dedicarían a ver qué coño le pasaba en la cabeza a la chica nueva, o en general, porque parecía que se iba a dar la vuelta sobre sí misma de todo lo que tosía ("Oh, joder, ¿si me contagio de una enfermedad extraterrestre, moriré?"), pero las cosas no siempre eran así de "fáciles". Connor, que parecía especialmente afectado por lo que acababa de pasar, comenzó a gritar a Serena, reclamándole sus palabras y amenazándola con agresividad. Si bien Colmillo podía entender la reacción, aunque un poco desmesurada y desproporcionada a su entender, tampoco quería que la situación escalara a más y menos con una persona delante que, si bien parecía inofensiva, bien podía ser una amenaza que estuviera esperando una gran pelea entre ellos para hacer algo. "Improbable, pero los humanos se ven jodidamente agresivos, seguro que tienen en su mundo el mismo tipo de conflictos de los que Kalna habló".
-Connor -le llamó cuando este se alejó a la otra punta del salón, siguiéndole-. Vamos fuera, no vale la pena -intentó calmar poniéndole una mano suavemente en el hombro para que no lo percibiera como una amenaza.
Colmillo, sabiendo que ni aunque lo intentara conseguiría empujar a la fuerza a Connor en la dirección que quería, esperó a que este aceptara sus palabras para guiarlo hacia el patio.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguasPersonajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Sendar
03/08/23, 01:15 pm
Apenas había empezado a decir algo la chica nueva, quien parecía curiosa por sus escamas, cuando escuchó una serie de cosas que le hicieron girarse hacia la cocina rápidamente, con la venda de quien estaba atendiendo sin terminar de colocar bien. Serena sonaba muy molesta y aunque alcanzó a escuchar buena parte de lo que les decía a los niños y Tawar, el mjörní se quedó congelado el tiempo suficiente para que todo empezase a estallar a su alrededor sin que tuviese tiempo de reaccionar.
Rägjynn no comprendía nada. No entendía por qué Serena había dicho aquellas cosas tan crueles a le repobladore y los niños. Sí entendía que Damian estuviese enfadado, pero no que gritase de aquella forma con tantos insultos, aunque lo cierto es que creía conocerlo lo suficiente ya como para que no le hubiese provocado el mismo efecto de no ser por la conjunción con toda la situación. Tampoco sabía por qué Serena había dado golpes con un trozo de carne en la encimera, demostrando un enfado muy desmedido. La conversación previa al arrebato solo la había escuchado a medias y ya entonces no le estaba gustando el cariz que tomaba el asunto, pero no podía comprender aquellas reacciones desmedidas. Podría apreciar el intento de Abel por calmar el ambiente, pero en realidad no creía que aquello pudiese olvidarse sin más. Lo único que le resultó familiar de todo aquello fue el llanto de Aniol, pues si él estuviese en su lugar probablemente también habría, como mínimo, sentido ganas de llorar.
Por suerte después llegaron palabras razonables que sí encajaban más con lo que él pensaba. Airi defendió a los niños sin dudar un segundo y Nohlem la apoyó enseguida para proponer hablar con ellos en otro cuarto. El mjörní se hubiera sentido tentado de pedir si podía ir con ellos, sobre todo pensando en que Damian estaba ahí. Llegó a dedicarle una mirada que no sabía si le devolvería al niño mientras también intervenía Ethan. Él no sabía qué añadir ya: realmente lo que él mismo podría haber dicho ya estaba dicho, y no creía tener sentido seguir machacando a Serena por muy mal que hubiese actuado. Kalna le había dedicado también palabras muy duras y Rick ya le había preguntado, además…
Pero cuando parecía que hasta que la humana pelirroja volviese a hablar ya había terminado la situación, todavía faltaba Connor. Cuando el enorme humano de cresta rosa empezó a gritar, el mjörní se hizo muy pequeño en su sitio y permaneció inmóvil al lado de Aria. En ese momento el instinto casi le pedía salir corriendo de allí, o quizás abrazarse a alguien. No se pegó más a Aria porque literalmente acababa de conocerla, pero el miedo era palpable en su rostro congestionado y su cuerpo en tensión. Por segunda vez en el mismo día, si sus globos oculares no estallaron fue por casualidad. Probablemente porque no era muy propenso a que ocurriera, si a fin de cuentas tan solo hacía escasos días que había sucedido por primera vez en quince años.
Completamente bloqueado, solo estaba pensando que por suerte no había armas al alcance de la mano de Connor en ese momento cuando la voz de Aria dirigiéndose a él lo sacó de su trance.
—¿Eh? ¡No! —se encogió un poco al oírse a sí mismo alzar algo más la voz de lo que pretendía, pues quería pasar lo más desapercibido posible—. No eres ninguna molestia —. La chica parecía estar malinterpretando la situación, cosa que tampoco le extrañaba teniendo en cuenta que parecía estar al borde de la inconsciencia en cualquier momento. Aquella tos no tenía buena pinta tampoco.
Se levantó con ella del sofá. De algún modo, intentar ayudar a Aria le ayudaba a él: era lo único de lo que se veía capaz de hacer en ese momento.
>>No, no, Aria —se puso delante de ella—. Hay comida más que de sobra para todos. Por favor, come ese trozo de pan, estás débil… Y después comeremos todos muchas más cosas: hay mucha comida en las cestas que trajimos —le aseguró.
La intervención de Szczenyak casi le pareció un milagro de la Sanación: el cánido era muy valiente para acercarse a Connor y sugerirle salir con él fuera en ese momento. Pero hasta que no escuchase la respuesta del humano seguiría en tensión, pues en ese instante temía que la tomase también con Szczenyak. Ayer Rick le había explicado que el comportamiento de Damian no era lo normal entre los humanos, pero empezaba a pensar que estaba más extendido de lo que le había dado a entender… Y en formas bastante peores. No sabía cómos sería su mundo, pero si Kalna y su espada le habían dado miedo, ahora el que la libense supiese manejar armas reales había pasado a un segundo plano.
Rägjynn no comprendía nada. No entendía por qué Serena había dicho aquellas cosas tan crueles a le repobladore y los niños. Sí entendía que Damian estuviese enfadado, pero no que gritase de aquella forma con tantos insultos, aunque lo cierto es que creía conocerlo lo suficiente ya como para que no le hubiese provocado el mismo efecto de no ser por la conjunción con toda la situación. Tampoco sabía por qué Serena había dado golpes con un trozo de carne en la encimera, demostrando un enfado muy desmedido. La conversación previa al arrebato solo la había escuchado a medias y ya entonces no le estaba gustando el cariz que tomaba el asunto, pero no podía comprender aquellas reacciones desmedidas. Podría apreciar el intento de Abel por calmar el ambiente, pero en realidad no creía que aquello pudiese olvidarse sin más. Lo único que le resultó familiar de todo aquello fue el llanto de Aniol, pues si él estuviese en su lugar probablemente también habría, como mínimo, sentido ganas de llorar.
Por suerte después llegaron palabras razonables que sí encajaban más con lo que él pensaba. Airi defendió a los niños sin dudar un segundo y Nohlem la apoyó enseguida para proponer hablar con ellos en otro cuarto. El mjörní se hubiera sentido tentado de pedir si podía ir con ellos, sobre todo pensando en que Damian estaba ahí. Llegó a dedicarle una mirada que no sabía si le devolvería al niño mientras también intervenía Ethan. Él no sabía qué añadir ya: realmente lo que él mismo podría haber dicho ya estaba dicho, y no creía tener sentido seguir machacando a Serena por muy mal que hubiese actuado. Kalna le había dedicado también palabras muy duras y Rick ya le había preguntado, además…
Pero cuando parecía que hasta que la humana pelirroja volviese a hablar ya había terminado la situación, todavía faltaba Connor. Cuando el enorme humano de cresta rosa empezó a gritar, el mjörní se hizo muy pequeño en su sitio y permaneció inmóvil al lado de Aria. En ese momento el instinto casi le pedía salir corriendo de allí, o quizás abrazarse a alguien. No se pegó más a Aria porque literalmente acababa de conocerla, pero el miedo era palpable en su rostro congestionado y su cuerpo en tensión. Por segunda vez en el mismo día, si sus globos oculares no estallaron fue por casualidad. Probablemente porque no era muy propenso a que ocurriera, si a fin de cuentas tan solo hacía escasos días que había sucedido por primera vez en quince años.
Completamente bloqueado, solo estaba pensando que por suerte no había armas al alcance de la mano de Connor en ese momento cuando la voz de Aria dirigiéndose a él lo sacó de su trance.
—¿Eh? ¡No! —se encogió un poco al oírse a sí mismo alzar algo más la voz de lo que pretendía, pues quería pasar lo más desapercibido posible—. No eres ninguna molestia —. La chica parecía estar malinterpretando la situación, cosa que tampoco le extrañaba teniendo en cuenta que parecía estar al borde de la inconsciencia en cualquier momento. Aquella tos no tenía buena pinta tampoco.
Se levantó con ella del sofá. De algún modo, intentar ayudar a Aria le ayudaba a él: era lo único de lo que se veía capaz de hacer en ese momento.
>>No, no, Aria —se puso delante de ella—. Hay comida más que de sobra para todos. Por favor, come ese trozo de pan, estás débil… Y después comeremos todos muchas más cosas: hay mucha comida en las cestas que trajimos —le aseguró.
La intervención de Szczenyak casi le pareció un milagro de la Sanación: el cánido era muy valiente para acercarse a Connor y sugerirle salir con él fuera en ese momento. Pero hasta que no escuchase la respuesta del humano seguiría en tensión, pues en ese instante temía que la tomase también con Szczenyak. Ayer Rick le había explicado que el comportamiento de Damian no era lo normal entre los humanos, pero empezaba a pensar que estaba más extendido de lo que le había dado a entender… Y en formas bastante peores. No sabía cómos sería su mundo, pero si Kalna y su espada le habían dado miedo, ahora el que la libense supiese manejar armas reales había pasado a un segundo plano.
- Trish
Ficha de cosechado
Nombre: Serena
Especie: Humana
Habilidades: Astucia, agilidad y habilidad manualPersonajes : Serena: humana (1,60 cm)
Unidades mágicas : 5/5
Re: Torreón Sendar
03/08/23, 06:36 pm
El mundo entero pareció estallar en cuestión de segundos. Su cuerpo no conseguía reaccionar a las órdenes que el cerebro se encargaba de gritarle: huye, huye, HUYE. Las palabras flotaban en su mente, consiguiendo que los gritos de Damian pasaran a un segundo plano, pero interiorizando aún así cada uno de los insultos que le estaba dirigiendo. Sus dudas se disiparon al instante: efectivamente, era imposible que alguien no se hubiera enterado todavía de la discusión.
Serena agradeció que los primeros compañeros en acercarse a la cocina no le recriminaran nada directamente. Con un poco de suerte serían capaces de ver que no había podido decir nada tan grave como para merecer la reacción de Damian. Sin embargo, estaba segura de que los berridos del niño habrían creado una bomba a punto de estallar; incluso podía confundir sus propios latidos con el tic tac previo a la explosión que estaba a punto de producirse. Y, de hecho, un par de segundos bastaron para que todo comenzara a desmoronarse.
Nohlem fue el primero en abrir paso a un sinfín de humillaciones, seguido de Kalna y Tawar. ¿Qué estaba pasando? De los ojos de Serena habían comenzado a caer las primeras lágrimas, y aunque notaba que sus piernas habían comenzado a temblar, no podía hacer nada para evitarlo. ¿Realmente merecía todos aquellos insultos y desprecios? Giró sobre sí misma en busca de unos ojos cómplices; no esperaba que nadie la defendiera, pero deseaba encontrar un poco de consuelo y la oportunidad de poder explicarse. Si únicamente supieran que había intentado alejar a los niños de la visión de la sangre y heridas seguro que no reaccionarían así. Pero su mirada chocó con la de Ethan, que también parecía estar involucrado en la misión de hacerle pensar que era un ser humano despreciable. No era capaz de enfocar la mirada y continuó buscando algo a lo que aferrarse, frotándose los ojos por si se trataba de una pesadilla, hasta que chocó con el odio que desprendían los ojos de Connor. Quería convencerse a ella misma de que era capaz de no llorar, seguro que si pensaba en su casa y en la mirada de su familia podría ocultar sus sentimientos. Recordó la sensación de libertad, mezclada con la postura amenazante y violenta de Connor, y tan solo pudo imaginarse a ella misma corriendo lejos de allí.
Serena retrocedió intentando no tropezar con sus propios pasos, mientras Connor seguía amenazando con que volviera a repetir sus palabras. ¿Por qué nadie intentaba poner un poco de sentido común? ¿Tan mal había estado advertir a unos niños de que no cogieran comida hasta que estuvieran todos? Los recuerdos se mezclaban en su mente, tratando de encontrar el punto en el que todo había estallado, pero estaba segura de que los primeros desprecios habían venido de parte de aquellos críos y no de ella.
Se alejó del salón mientras las amenazas continuaban resonando en su cabeza, tratando de encontrar la puerta de su habitación entre las lágrimas que caían por su cara. No estaba preparada para contestar a ninguno de sus compañeros, no cuando nadie le había preguntado lo que había pasado o el porqué de sus palabras, sino que se habían limitado a sentenciar su comportamiento. Entendió entonces que no tenía sentido encerrarse en esa habitación, que ni siquiera era suya, y alejó la mano del pomo de la puerta. Subió las escaleras como si alguien la estuviera dirigiendo hasta que alcanzó la salida y, sin apenas darse cuenta, sus manos se posaron sobre el mecanismo del puente hasta que éste bajó del todo. Observó durante unos instantes el exterior y el corazón se le encogió en el pecho. No quería salir sola, por supuesto, pero sentía que corría más peligro dentro del torreón que en las calles de Rocavarancolia.
Se alejó de la entrada y trató de tranquilizarse. No podía salir al exterior después de todo lo que había visto, al menos no sin asegurarse de que podría sobrevivir aunque fuera un día. Se acercó de puntillas hasta el salón y se aseguró de que nadie fuera a darse cuenta de sus movimientos. Aprovechó que Szczenyak estaba conduciendo a Connor hacia el patio y se acercó a la cocina, intentando que la visión borrosa que le producían sus lágrimas no le jugara una mala pasada y se apresuró en coger una cesta con carne, queso, pan y leche. Corrió entonces hacia la salida, sin mirar hacia atrás, y cruzó el puente sosteniendo la cesta entre sus manos.
Continuó llorando a cada paso que daba; no quería alejarse de la seguridad del torreón ni, siendo sincera, de la tranquilidad que el grupo ofrecía, pero le habían dejado claro que no era bienvenida. Los insultos continuaban resonando en su cabeza, haciéndole sentir cada vez más insignificante. Tan solo cuando levantó la vista y se limpió las lágrimas del rostro pudo ver una luz a lo lejos que, al parecer, venía de un antiguo faro.
Continuó caminando y únicamente cuando se aseguró de estar lo suficientemente lejos del torreón se permitió parar. Entonces, gritó hasta que su propia garganta le obligó a parar.
Continúa en el faro.
Serena agradeció que los primeros compañeros en acercarse a la cocina no le recriminaran nada directamente. Con un poco de suerte serían capaces de ver que no había podido decir nada tan grave como para merecer la reacción de Damian. Sin embargo, estaba segura de que los berridos del niño habrían creado una bomba a punto de estallar; incluso podía confundir sus propios latidos con el tic tac previo a la explosión que estaba a punto de producirse. Y, de hecho, un par de segundos bastaron para que todo comenzara a desmoronarse.
Nohlem fue el primero en abrir paso a un sinfín de humillaciones, seguido de Kalna y Tawar. ¿Qué estaba pasando? De los ojos de Serena habían comenzado a caer las primeras lágrimas, y aunque notaba que sus piernas habían comenzado a temblar, no podía hacer nada para evitarlo. ¿Realmente merecía todos aquellos insultos y desprecios? Giró sobre sí misma en busca de unos ojos cómplices; no esperaba que nadie la defendiera, pero deseaba encontrar un poco de consuelo y la oportunidad de poder explicarse. Si únicamente supieran que había intentado alejar a los niños de la visión de la sangre y heridas seguro que no reaccionarían así. Pero su mirada chocó con la de Ethan, que también parecía estar involucrado en la misión de hacerle pensar que era un ser humano despreciable. No era capaz de enfocar la mirada y continuó buscando algo a lo que aferrarse, frotándose los ojos por si se trataba de una pesadilla, hasta que chocó con el odio que desprendían los ojos de Connor. Quería convencerse a ella misma de que era capaz de no llorar, seguro que si pensaba en su casa y en la mirada de su familia podría ocultar sus sentimientos. Recordó la sensación de libertad, mezclada con la postura amenazante y violenta de Connor, y tan solo pudo imaginarse a ella misma corriendo lejos de allí.
Serena retrocedió intentando no tropezar con sus propios pasos, mientras Connor seguía amenazando con que volviera a repetir sus palabras. ¿Por qué nadie intentaba poner un poco de sentido común? ¿Tan mal había estado advertir a unos niños de que no cogieran comida hasta que estuvieran todos? Los recuerdos se mezclaban en su mente, tratando de encontrar el punto en el que todo había estallado, pero estaba segura de que los primeros desprecios habían venido de parte de aquellos críos y no de ella.
Se alejó del salón mientras las amenazas continuaban resonando en su cabeza, tratando de encontrar la puerta de su habitación entre las lágrimas que caían por su cara. No estaba preparada para contestar a ninguno de sus compañeros, no cuando nadie le había preguntado lo que había pasado o el porqué de sus palabras, sino que se habían limitado a sentenciar su comportamiento. Entendió entonces que no tenía sentido encerrarse en esa habitación, que ni siquiera era suya, y alejó la mano del pomo de la puerta. Subió las escaleras como si alguien la estuviera dirigiendo hasta que alcanzó la salida y, sin apenas darse cuenta, sus manos se posaron sobre el mecanismo del puente hasta que éste bajó del todo. Observó durante unos instantes el exterior y el corazón se le encogió en el pecho. No quería salir sola, por supuesto, pero sentía que corría más peligro dentro del torreón que en las calles de Rocavarancolia.
Se alejó de la entrada y trató de tranquilizarse. No podía salir al exterior después de todo lo que había visto, al menos no sin asegurarse de que podría sobrevivir aunque fuera un día. Se acercó de puntillas hasta el salón y se aseguró de que nadie fuera a darse cuenta de sus movimientos. Aprovechó que Szczenyak estaba conduciendo a Connor hacia el patio y se acercó a la cocina, intentando que la visión borrosa que le producían sus lágrimas no le jugara una mala pasada y se apresuró en coger una cesta con carne, queso, pan y leche. Corrió entonces hacia la salida, sin mirar hacia atrás, y cruzó el puente sosteniendo la cesta entre sus manos.
Continuó llorando a cada paso que daba; no quería alejarse de la seguridad del torreón ni, siendo sincera, de la tranquilidad que el grupo ofrecía, pero le habían dejado claro que no era bienvenida. Los insultos continuaban resonando en su cabeza, haciéndole sentir cada vez más insignificante. Tan solo cuando levantó la vista y se limpió las lágrimas del rostro pudo ver una luz a lo lejos que, al parecer, venía de un antiguo faro.
Continuó caminando y únicamente cuando se aseguró de estar lo suficientemente lejos del torreón se permitió parar. Entonces, gritó hasta que su propia garganta le obligó a parar.
Continúa en el faro.
No existen los finales felices; son espejismos. No te cuentan que siempre, al final, todos mueren.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Sendar
03/08/23, 11:35 pm
Si tuviera un superpoder los ojos de Aniol habrían derretido la cara de Rick en un instante.
¿Cómo que no pasaba nada? ¿Acaso había escuchado algo de lo que había ocurrido? ¿Y por qué le preguntaba a Serena sobre lo que había pasado en lugar de a ellos? Seguro que porque no eran más que dos críos asustados… ¿No? Todos le veían como alguien pequeño y débil. Lo era, al fin y al cabo. Pero desde luego no era estúpido. Y no necesitaba ninguna consolación fácil, por lo que la mano del chico en su brazo comenzaba a picar. La manera en la que Abel dijo que debían olvidarse de aquello sin más no solo picó. Ardía.
No fue hasta que Airi llegó hasta ellos que el llanto del pequeño se redobló, percibiendo como lugar seguro al sanaí y su defensa. El polaco aprovechó para cobijarse en sus palabras. Nadie era una carga. Sonaba hermoso al salir de su boca, no como de la de Serena, que vomitaba bilis y parecía querer ir de villana disney. Ojalá Úrsula le robara la voz, así al menos se callaría un rato y dejaría de ser tan cruel.
El elfito también confrontó a la joven. Y no solo eso, se acercó a su altura tocándole la muñeca. Si bien su respuesta fue menos elaborada que la de Airi hubo algo en su tono de voz cortante que le hizo sentir mejor. No se demoró más en su respuesta y pasó a asentir con la cabeza casi con desesperación. Necesitaba escapar de allí y poder alejarse de tanto caos y ruido, pues cada vez más compañeros pasaban a ponerse de su lado. El churumbel se alejó de la escena con rapidez, extrañado por el rapapolvo de Kalna. Todavía no había hablado con ella por el miedo que le inspiraba y porque le había pegado a Damian. Al principio pensó que si realmente había hecho algo tan malo la libense no dudaría en pegarle también. Pero en su lugar se manifestó con un tono tan gélido como el del Polo Norte. Estaba claro, no deseaba estar en la piel de Serena por nada del mundo.
Los gritos de Connor fueron demasiado, elevando la situación hasta la estratosfera. Su miedo se hizo palpable de maneras insospechadas como sudar por todas partes mientras subía unas escaleras que no tenían final. Cuando llegaron a una de las habitaciones cerró la puerta tras de sí, con el pecho bajando y subiendo con urgencia en lo que parecía un amago de ataque de ansiedad.
Volvió a echarse a llorar. Enterrando la cara entre sus manos por la impotente que se sentía. Solo valía para eso, para moquear. Puede que Serena tuviera razón, era una boca más que alimentar y no aportaba nada de valor. Las líneas entre lo real y lo imaginario se diluían con rapidez. ¿De verdad era Narnia? ¿De verdad el Señor Santa le esperaba en un castillo? ¿O sólo estaba en la mayor pesadilla de todas jamás soñada?
—Serena... nos advirtió de malas maneras sobre que si tocábamos algo nos quedaríamos sin comer —comenzó, levantando el rostro con los ojos enrojecidos. Miró a Nohlem, luego a Airi y por último a Damián, para que corroborase lo que acababa de decir. El cosquilleo de Tawar en su pelo le hacía sentir más cómodo, pero no fue capaz de ayudar al repoblador con sus propios miedos, ni siquiera quería imaginar qué es lo que ocurriría si una de esas espinas atravesaba su cuerpo diminuto. El niño prosiguió mirando especialmente al varmano, pues era quien se había interesado anteriormente de manera más directa—. Me sentí mal porque... yo solo quería cocinar algo rico para todos... —la garganta lo traicionaba y los gritos del motero provocaron que por un segundo se tapara los oídos antes de coger fuerzas y seguir con su breve historia. Quería que le creyeran. A excepción de Ethan y Räg allí estaba la gente en la que más confiaba—. Solo le dije que no era mi madre porque... no lo es. Me gusta haceros caso, pero no me gusta que la voz de otra persona más mayor que yo suene por encima... de la mía.
Respiró, percibiendo como el jaleo de abajo parecía tener un silencio que no auguraba nada bueno.
—Además... se burló de la comida de Ta... —algo le interrumpió, y con ello también su llanto. El rostro del niño mostró una mueca confundida mientras sus párpados y mejillas parecían hinchados e irritados por tanta frustración. Lo que se antojaba como silencio fue tomando forma de un pequeño traqueteo. Al principio parecían imaginaciones suyas pero el ruido resonó de manera clara a través de los muros. Alguien estaba manipulando el puente levadizo—. ¿Qué...? —el niño se aferró a Nohlem, la persona a la que identificaba como más fuerte, aunque no sabia si la más valiente—. ¿Qué está pasando? Nohlem... ¿Estará Ethan bien? —el joven le había defendido, pero nunca llegó a subir con ellos. Estaba preocupado por lo que fuera que estuviera ocurriendo y además todavía no había podido hablar con él.
Alguien gritó el nombre de la escocesa abajo. La comida preparada por Abel yacía inmóvil sobre una de las camas. No, nada les iba a salir bien aquel día.
¿Cómo que no pasaba nada? ¿Acaso había escuchado algo de lo que había ocurrido? ¿Y por qué le preguntaba a Serena sobre lo que había pasado en lugar de a ellos? Seguro que porque no eran más que dos críos asustados… ¿No? Todos le veían como alguien pequeño y débil. Lo era, al fin y al cabo. Pero desde luego no era estúpido. Y no necesitaba ninguna consolación fácil, por lo que la mano del chico en su brazo comenzaba a picar. La manera en la que Abel dijo que debían olvidarse de aquello sin más no solo picó. Ardía.
No fue hasta que Airi llegó hasta ellos que el llanto del pequeño se redobló, percibiendo como lugar seguro al sanaí y su defensa. El polaco aprovechó para cobijarse en sus palabras. Nadie era una carga. Sonaba hermoso al salir de su boca, no como de la de Serena, que vomitaba bilis y parecía querer ir de villana disney. Ojalá Úrsula le robara la voz, así al menos se callaría un rato y dejaría de ser tan cruel.
El elfito también confrontó a la joven. Y no solo eso, se acercó a su altura tocándole la muñeca. Si bien su respuesta fue menos elaborada que la de Airi hubo algo en su tono de voz cortante que le hizo sentir mejor. No se demoró más en su respuesta y pasó a asentir con la cabeza casi con desesperación. Necesitaba escapar de allí y poder alejarse de tanto caos y ruido, pues cada vez más compañeros pasaban a ponerse de su lado. El churumbel se alejó de la escena con rapidez, extrañado por el rapapolvo de Kalna. Todavía no había hablado con ella por el miedo que le inspiraba y porque le había pegado a Damian. Al principio pensó que si realmente había hecho algo tan malo la libense no dudaría en pegarle también. Pero en su lugar se manifestó con un tono tan gélido como el del Polo Norte. Estaba claro, no deseaba estar en la piel de Serena por nada del mundo.
Los gritos de Connor fueron demasiado, elevando la situación hasta la estratosfera. Su miedo se hizo palpable de maneras insospechadas como sudar por todas partes mientras subía unas escaleras que no tenían final. Cuando llegaron a una de las habitaciones cerró la puerta tras de sí, con el pecho bajando y subiendo con urgencia en lo que parecía un amago de ataque de ansiedad.
Volvió a echarse a llorar. Enterrando la cara entre sus manos por la impotente que se sentía. Solo valía para eso, para moquear. Puede que Serena tuviera razón, era una boca más que alimentar y no aportaba nada de valor. Las líneas entre lo real y lo imaginario se diluían con rapidez. ¿De verdad era Narnia? ¿De verdad el Señor Santa le esperaba en un castillo? ¿O sólo estaba en la mayor pesadilla de todas jamás soñada?
—Serena... nos advirtió de malas maneras sobre que si tocábamos algo nos quedaríamos sin comer —comenzó, levantando el rostro con los ojos enrojecidos. Miró a Nohlem, luego a Airi y por último a Damián, para que corroborase lo que acababa de decir. El cosquilleo de Tawar en su pelo le hacía sentir más cómodo, pero no fue capaz de ayudar al repoblador con sus propios miedos, ni siquiera quería imaginar qué es lo que ocurriría si una de esas espinas atravesaba su cuerpo diminuto. El niño prosiguió mirando especialmente al varmano, pues era quien se había interesado anteriormente de manera más directa—. Me sentí mal porque... yo solo quería cocinar algo rico para todos... —la garganta lo traicionaba y los gritos del motero provocaron que por un segundo se tapara los oídos antes de coger fuerzas y seguir con su breve historia. Quería que le creyeran. A excepción de Ethan y Räg allí estaba la gente en la que más confiaba—. Solo le dije que no era mi madre porque... no lo es. Me gusta haceros caso, pero no me gusta que la voz de otra persona más mayor que yo suene por encima... de la mía.
Respiró, percibiendo como el jaleo de abajo parecía tener un silencio que no auguraba nada bueno.
—Además... se burló de la comida de Ta... —algo le interrumpió, y con ello también su llanto. El rostro del niño mostró una mueca confundida mientras sus párpados y mejillas parecían hinchados e irritados por tanta frustración. Lo que se antojaba como silencio fue tomando forma de un pequeño traqueteo. Al principio parecían imaginaciones suyas pero el ruido resonó de manera clara a través de los muros. Alguien estaba manipulando el puente levadizo—. ¿Qué...? —el niño se aferró a Nohlem, la persona a la que identificaba como más fuerte, aunque no sabia si la más valiente—. ¿Qué está pasando? Nohlem... ¿Estará Ethan bien? —el joven le había defendido, pero nunca llegó a subir con ellos. Estaba preocupado por lo que fuera que estuviera ocurriendo y además todavía no había podido hablar con él.
Alguien gritó el nombre de la escocesa abajo. La comida preparada por Abel yacía inmóvil sobre una de las camas. No, nada les iba a salir bien aquel día.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carismaPersonajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreón Sendar
03/08/23, 11:40 pm
Damian no tardó en darle una explicación a voces. Los comentarios de Serena no era algo que desconociera precisamente, ya la mayoría se había llevado alguno, pero no encontraba razón ninguna para decirle eso a los niños y menos aún en aquella situación tan complicada. Tawar también completó el suceso, terminando de darle la mayoría de detalles. El pobre estaba tan afectado como Aniol y el italiano. -Ya veo...- se cruzó de brazos serio pensando en lo que le habían contado. -Podéis estar seguros de que no sois ninguna carga. Siempre hay algo que se puede hacer- intentó calmarlos, aunque los tres no iban a tranquilizarse solo con eso seguramente.
De nuevo miró a la escocesa, dándole la oportunidad para que se explicase y poder solucionarse así las cosas entre todos. Era un alivio ver que Airi pensaba de forma similar a él. -Estoy totalmente de acuerdo, hay formas mucho mejores de solucionar los problemas de un grupo- asintió a las palabras de le sanaí, no llegando a percibir el matiz de lo último. Agradecía también los intentos de calmar el ambiente de Abel, que había improvisado una comida para los niños, pero al neoyorquino no le parecieron las palabras más acertadas. Conflictos como aquellos tenían que hablarse antes de que fueran a peor, por el bien de la convivencia.
El resto del grupo comenzó a dar su opinión de los actos de la chica, que por supuesto no era nada favorable. Nadie podía estarlo, aunque no hubiera sido su intención. Rick no podía rebatir a ninguno, pues tenían razón. Los niños estaban haciendo lo que podían cuando en primer lugar ni siquiera tendrían que estar en un sitio tan peligroso y el comportamiento de Serena no solía ser el mejor para la cooperación ni el trato básico mínimo en ocasiones. Ahora bien, aunque estaba de acuerdo con la seriedad y lo claro de los argumentos de Nohlem, Kalna y Ethan, en cuanto la chica empezó a llorar su expresión neutra se relajó un poco para reflejar algo de preocupación. -(¿Se...Se están pasando, verdad?)- se preguntó mirando a todo el mundo mientras seguía la conversación. No podía culpar a nadie del enfado, ¿pero no había otra forma de hablarlo que no requiriera ciertas pullas? Al menos agradeció la idea del varmano de alejar a los niños de la discusión llevándolos arriba. Más lo agradecería con lo que estaba a punto de pasar.
El golpe en la mesa y los alaridos de rabia de Connor no los vio venir, rompiendo al instante la posición en la que estaba el neoyorquino que se giró para ver como el motero se acercaba con furia. -¡Eh, eh!- se quejó adelantándose un paso y gesticulando con los brazos para pedirle que se controlara. Podía haberle caído bien Connor la noche anterior, pero bajo ningún concepto iba a permitir que la discusión se acalorara más. Para su suerte bajó el volumen y se paró, pero el tono era igual de amenazador que antes. Tremendamente preocupado, pero manteniendo la compostura volvió a intentar pararlo cuando parecía que terminó de hablar: -Ya está bien, Connor. Le ha quedado más que claro. Por favor.- En el momento ni siquiera se había parado a pensar en la posibilidad de llevarse un puñetazo por lo que estaba intentando, aunque de milagro no pasó y el canadiense decidió que ya había sido suficiente.
No fue como a Rick le hubiera gustado, pero la discusión se había terminado. Varios empezaban a dispersarse y Serena simplemente se marchó dirección a una de las habitaciones llorando sin decir nada. El neoyorquino estaba abrumado, sin tener claro que podía hacer para mejorar las cosas. El cansancio por las heridas tampoco ayudaba y el hambre menos aún. Fue entonces cuando captó las disculpas de Aria. -(Mierda, me fui antes de que respondiera. Lo siento por la fiesta de bienvenida)- pensó algo culpable mientras se acercaba para enmendar los errores. Se sentó en uno de los sillones cercanos, acomodándose y entrando en la conversación: -Justo como dice Rägjynn, hay comida suficiente y te hace falta recuperar fuerzas. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, no hay ningún problema, de verdad.- La chica, ya aparte del malestar con el que había llegado, parecía enferma con toda las toses que había escuchado de ella. No le habría parecido bien dejarla marcharse sola cuando allí estaban a salvo, menos aún se lo parecía en su estado. El neoyorquino se llevó la mano buena a la nuca, no sabiendo muy bien como retomar el tema. -Perdona por haberme ido y, bueno... Todo lo de ahora.- comenzó con un tono bajo y cansado. Han sido dos días difíciles y todavía estamos muy confusos con todo lo que está pasando. Además lo del ataque no ha ayudado mucho, así que... Hacemos lo que podemos- Empezaba a dudar si sería suficiente para sobrevivir allí.
Su intención era seguir con la pregunta que le había hecho al principio a la chica, pero el sonido del puente hizo que se pusiera en alerta sin dar crédito. Una intuición fatalista apareció en su cabeza, dejándolo en el sitio del miedo a que esa posibilidad pudiera ser real. Pero y tanto que lo era. -No me jodas que...- empezó a decir para sí mismo mientras sus piernas se anticipaban a lo que iba a hacer. Antes de que pudiera reaccionar y levantarse a evitarlo, la escocesa ya estaba camino al exterior con cesta en mano y sin mirar atrás mientras sollozaba. -¡Serena, espera!- la llamó con todas sus fuerzas ya de pie. No dudó en recoger el sable que había dejado en el salón al entrar y empezar a correr en su dirección. -¡Voy a buscarla!- avisó sin pararse a mirar si alguien le seguía o no.
Esperaba alcanzarla antes de que acabaran encontrándose de nuevo con los colaespinas o algo peor. Sobrevivir allí fuera, solo, era un suicidio. Aún con todos sus errores, Serena no se merecía morir así. Seguía siendo parte del grupo y Rick se negaba a dejar a nadie atrás. -(Después de todo tal vez sí que nos hagan falta las normas de convivencia ya)- se le cruzó por la mente durante su carrera.
De nuevo miró a la escocesa, dándole la oportunidad para que se explicase y poder solucionarse así las cosas entre todos. Era un alivio ver que Airi pensaba de forma similar a él. -Estoy totalmente de acuerdo, hay formas mucho mejores de solucionar los problemas de un grupo- asintió a las palabras de le sanaí, no llegando a percibir el matiz de lo último. Agradecía también los intentos de calmar el ambiente de Abel, que había improvisado una comida para los niños, pero al neoyorquino no le parecieron las palabras más acertadas. Conflictos como aquellos tenían que hablarse antes de que fueran a peor, por el bien de la convivencia.
El resto del grupo comenzó a dar su opinión de los actos de la chica, que por supuesto no era nada favorable. Nadie podía estarlo, aunque no hubiera sido su intención. Rick no podía rebatir a ninguno, pues tenían razón. Los niños estaban haciendo lo que podían cuando en primer lugar ni siquiera tendrían que estar en un sitio tan peligroso y el comportamiento de Serena no solía ser el mejor para la cooperación ni el trato básico mínimo en ocasiones. Ahora bien, aunque estaba de acuerdo con la seriedad y lo claro de los argumentos de Nohlem, Kalna y Ethan, en cuanto la chica empezó a llorar su expresión neutra se relajó un poco para reflejar algo de preocupación. -(¿Se...Se están pasando, verdad?)- se preguntó mirando a todo el mundo mientras seguía la conversación. No podía culpar a nadie del enfado, ¿pero no había otra forma de hablarlo que no requiriera ciertas pullas? Al menos agradeció la idea del varmano de alejar a los niños de la discusión llevándolos arriba. Más lo agradecería con lo que estaba a punto de pasar.
El golpe en la mesa y los alaridos de rabia de Connor no los vio venir, rompiendo al instante la posición en la que estaba el neoyorquino que se giró para ver como el motero se acercaba con furia. -¡Eh, eh!- se quejó adelantándose un paso y gesticulando con los brazos para pedirle que se controlara. Podía haberle caído bien Connor la noche anterior, pero bajo ningún concepto iba a permitir que la discusión se acalorara más. Para su suerte bajó el volumen y se paró, pero el tono era igual de amenazador que antes. Tremendamente preocupado, pero manteniendo la compostura volvió a intentar pararlo cuando parecía que terminó de hablar: -Ya está bien, Connor. Le ha quedado más que claro. Por favor.- En el momento ni siquiera se había parado a pensar en la posibilidad de llevarse un puñetazo por lo que estaba intentando, aunque de milagro no pasó y el canadiense decidió que ya había sido suficiente.
No fue como a Rick le hubiera gustado, pero la discusión se había terminado. Varios empezaban a dispersarse y Serena simplemente se marchó dirección a una de las habitaciones llorando sin decir nada. El neoyorquino estaba abrumado, sin tener claro que podía hacer para mejorar las cosas. El cansancio por las heridas tampoco ayudaba y el hambre menos aún. Fue entonces cuando captó las disculpas de Aria. -(Mierda, me fui antes de que respondiera. Lo siento por la fiesta de bienvenida)- pensó algo culpable mientras se acercaba para enmendar los errores. Se sentó en uno de los sillones cercanos, acomodándose y entrando en la conversación: -Justo como dice Rägjynn, hay comida suficiente y te hace falta recuperar fuerzas. Puedes quedarte todo el tiempo que quieras, no hay ningún problema, de verdad.- La chica, ya aparte del malestar con el que había llegado, parecía enferma con toda las toses que había escuchado de ella. No le habría parecido bien dejarla marcharse sola cuando allí estaban a salvo, menos aún se lo parecía en su estado. El neoyorquino se llevó la mano buena a la nuca, no sabiendo muy bien como retomar el tema. -Perdona por haberme ido y, bueno... Todo lo de ahora.- comenzó con un tono bajo y cansado. Han sido dos días difíciles y todavía estamos muy confusos con todo lo que está pasando. Además lo del ataque no ha ayudado mucho, así que... Hacemos lo que podemos- Empezaba a dudar si sería suficiente para sobrevivir allí.
Su intención era seguir con la pregunta que le había hecho al principio a la chica, pero el sonido del puente hizo que se pusiera en alerta sin dar crédito. Una intuición fatalista apareció en su cabeza, dejándolo en el sitio del miedo a que esa posibilidad pudiera ser real. Pero y tanto que lo era. -No me jodas que...- empezó a decir para sí mismo mientras sus piernas se anticipaban a lo que iba a hacer. Antes de que pudiera reaccionar y levantarse a evitarlo, la escocesa ya estaba camino al exterior con cesta en mano y sin mirar atrás mientras sollozaba. -¡Serena, espera!- la llamó con todas sus fuerzas ya de pie. No dudó en recoger el sable que había dejado en el salón al entrar y empezar a correr en su dirección. -¡Voy a buscarla!- avisó sin pararse a mirar si alguien le seguía o no.
Esperaba alcanzarla antes de que acabaran encontrándose de nuevo con los colaespinas o algo peor. Sobrevivir allí fuera, solo, era un suicidio. Aún con todos sus errores, Serena no se merecía morir así. Seguía siendo parte del grupo y Rick se negaba a dejar a nadie atrás. -(Después de todo tal vez sí que nos hagan falta las normas de convivencia ya)- se le cruzó por la mente durante su carrera.
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidadPersonajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreón Sendar
04/08/23, 07:05 pm
De todas las cosas que han pasado desde que Akeyo lo llevó a Rocavarancolia, esa discusión fue de lejos lo que más alteró al italiano. Notaba un desagradable peso en el pecho así cono un ancla tirando del enorme nudo de su garganta. No quería llorar y hacía un esfuerzo titánico para ello, creyendo que es un signo de debilidad. “No quiero llorar, no soy un niño pequeño”, se repetía una y otra vez.
Abel, aquel tío demasiado largo, empezó a intervenir pidiendo calma a la malhechora y, de paso, tirando material de cocina al suelo. Damian no pudo evitar dedicar alguna que otra mirada de cabreo rebotada al español, en esos momento no tenía ninguna paciencia y cualquier estímulo lo enervaba mucho. Lo peor de todo es que seguían evitándolo, esta vez con la mirada. Abel no lo miraba, ¿por qué no lo miraba?
El agobio hubiera seguido aumentando exponencialmente de no ser porque Airi, la chica que a él tan bien le caía, mandó silencio pero de una forma suave. Cuando la sanaí miró a Damian, el chico gachó la mirada mostrándose un poco más triste, no quería cagarla y haría caso a ella. Asintió levemente conforme Airi decía verdades a Serena, la de los cuernos comprendía la situación y no pudo agradecer más.
Por desgracia, Damian estaba tan centrado solo en lo que le rodeaba cerca de él y en Serena que no llegó a encontrar con la mirada a Rag. Lo echaba de menos pero su ansiedad brotaba tanto que no era capaz de alzar la mirada siquiera.
Otro que saltó en contra fue el chico pelirrojo con orejazas. No entendió lo de la medicación pero sonaba a insulto por lo que lo dejó estar, era lo que la pelirroja de mierda merecía en aquél momento. El de morro de gato se acerco a él y a Aniol y, de nuevo, éste último recibía más atención que él. No conocía de mucho a ese tío pero aun así, quemaba por dentro esa sensación de inferioridad que tragaba y tragaba.
—No quiero estar con Serena, voy contigo —dijo en un hilo de voz al zanahorio, también para ir junto a Aniol. No quería estar solo con esa tipa tan desagradable.
No se había fijado en la comida que Abel traía, agarrando lo que le pertenecía de Abel con cierto desagrado pues todo lo interpretaba como mal, incluso un gesto amable como de dar comida. Tan solo quería comer con todos… Con Rag… ¿Rag? El chico se dio cuenta. Rag, Rag lo arreglaría todo, ¿verdad? Mientras subía por las escaleras lo alcanzó a ver pero… con la nueva chica. No lo escucho de decir nada a Serena, ¿no saltó a defenderlo a él? Unos celos amargos lo impulsaron a no detenerse y seguir.
Varios también saltaron y Kalna y, sobre todo Connor, fueron una sorpresa para Damian. La mujer fuerte fue lo último que vio antes de perder toda vista de lo que sucedía abajo. En cambio, al pelirrosa se le escuchaba desde la habitación hasta cuando cerraron la puerta. Nunca había escuchado a un hombre gritar de forma tan intensa e, inconscientemente, en su cuerpo saltaban alarmas de miedo.
Aniol lloraba de vuelta y Damian no lo culpaba para nada. En otras circunstancias le diría de callarse o aguantar las lágrimas, que parecía una niña. Pero él mismo no fue la excepción, apartando la mirada y limpiándose las lágrimas “discretamente” ante los otros dos. El moreno empezó a explicar la situación y cuando lo miró a él, asintió muchísimo con la congoja que se seguía aguantando enrojeciendo su rostro.
—Me dijo que yo soy un incordio. Ella sí que es un puto incordio… Sus muertos… —dijo mezclando rabia, coraje y tristeza—. Yo estoy igual, Aniol. Nos tratan como niños… ¡No somos niños, coño! —contestó a Aniol con impotencia, dando la razón completamente.
De pronto, cortando toda conversación, Damian pudo oír junto al resto el sonido que oyó antes de salir a por comida. Era inconfundible, demasiado reconocible como para que fuese casualidad. Alguien estaba bajando el puente y el italiano no pudo evitar acercarse a las escaleras, asomando su cabeza.
Gritaban el nombre de Serena. ¿Qué estaba pasando? ¿Adonde estaba yendo Rick? Volteó su cabeza a el resto, con los ojos como platos y confundido como nunca.
Abel, aquel tío demasiado largo, empezó a intervenir pidiendo calma a la malhechora y, de paso, tirando material de cocina al suelo. Damian no pudo evitar dedicar alguna que otra mirada de cabreo rebotada al español, en esos momento no tenía ninguna paciencia y cualquier estímulo lo enervaba mucho. Lo peor de todo es que seguían evitándolo, esta vez con la mirada. Abel no lo miraba, ¿por qué no lo miraba?
El agobio hubiera seguido aumentando exponencialmente de no ser porque Airi, la chica que a él tan bien le caía, mandó silencio pero de una forma suave. Cuando la sanaí miró a Damian, el chico gachó la mirada mostrándose un poco más triste, no quería cagarla y haría caso a ella. Asintió levemente conforme Airi decía verdades a Serena, la de los cuernos comprendía la situación y no pudo agradecer más.
Por desgracia, Damian estaba tan centrado solo en lo que le rodeaba cerca de él y en Serena que no llegó a encontrar con la mirada a Rag. Lo echaba de menos pero su ansiedad brotaba tanto que no era capaz de alzar la mirada siquiera.
Otro que saltó en contra fue el chico pelirrojo con orejazas. No entendió lo de la medicación pero sonaba a insulto por lo que lo dejó estar, era lo que la pelirroja de mierda merecía en aquél momento. El de morro de gato se acerco a él y a Aniol y, de nuevo, éste último recibía más atención que él. No conocía de mucho a ese tío pero aun así, quemaba por dentro esa sensación de inferioridad que tragaba y tragaba.
—No quiero estar con Serena, voy contigo —dijo en un hilo de voz al zanahorio, también para ir junto a Aniol. No quería estar solo con esa tipa tan desagradable.
No se había fijado en la comida que Abel traía, agarrando lo que le pertenecía de Abel con cierto desagrado pues todo lo interpretaba como mal, incluso un gesto amable como de dar comida. Tan solo quería comer con todos… Con Rag… ¿Rag? El chico se dio cuenta. Rag, Rag lo arreglaría todo, ¿verdad? Mientras subía por las escaleras lo alcanzó a ver pero… con la nueva chica. No lo escucho de decir nada a Serena, ¿no saltó a defenderlo a él? Unos celos amargos lo impulsaron a no detenerse y seguir.
Varios también saltaron y Kalna y, sobre todo Connor, fueron una sorpresa para Damian. La mujer fuerte fue lo último que vio antes de perder toda vista de lo que sucedía abajo. En cambio, al pelirrosa se le escuchaba desde la habitación hasta cuando cerraron la puerta. Nunca había escuchado a un hombre gritar de forma tan intensa e, inconscientemente, en su cuerpo saltaban alarmas de miedo.
Aniol lloraba de vuelta y Damian no lo culpaba para nada. En otras circunstancias le diría de callarse o aguantar las lágrimas, que parecía una niña. Pero él mismo no fue la excepción, apartando la mirada y limpiándose las lágrimas “discretamente” ante los otros dos. El moreno empezó a explicar la situación y cuando lo miró a él, asintió muchísimo con la congoja que se seguía aguantando enrojeciendo su rostro.
—Me dijo que yo soy un incordio. Ella sí que es un puto incordio… Sus muertos… —dijo mezclando rabia, coraje y tristeza—. Yo estoy igual, Aniol. Nos tratan como niños… ¡No somos niños, coño! —contestó a Aniol con impotencia, dando la razón completamente.
De pronto, cortando toda conversación, Damian pudo oír junto al resto el sonido que oyó antes de salir a por comida. Era inconfundible, demasiado reconocible como para que fuese casualidad. Alguien estaba bajando el puente y el italiano no pudo evitar acercarse a las escaleras, asomando su cabeza.
Gritaban el nombre de Serena. ¿Qué estaba pasando? ¿Adonde estaba yendo Rick? Volteó su cabeza a el resto, con los ojos como platos y confundido como nunca.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidadPersonajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: Torreón Sendar
04/08/23, 07:50 pm
Cuando Airi se acercó a ayudar con los niños no solo fue amable y respetuose con lo que tenía que decir, sino que las palabras de Airi lograron tocar el corazón de Abel, quien literalmente había sentido que no pertenecía a ningún lado durante toda su vida. Le reconfortó mucho escucharlo e instantáneamente se alegró de tener como compañere a alguien como Airi.
Sin embargo, la felicidad del chico duró poco, puesto que Nohlem llegó para arruinar los actos de conciliación que Airi y Abel estaban llevando a cabo, ya que, desde la perspectiva de Abel, este hizo todo lo contrario y se dedicó a echar leña al fuego y a meter cizaña. Con cada insulto que le soltaba a Serena sentía que la mala imagen que ya tenía del chico empeoraba todavía más.
Fue cuando el pelirrojo se acercó a los niños y empezó a hablar que pudo ser consciente de la extensión de su arrogancia. La superioridad moral con la que sutilmente reprochó las acciones de Abel fue de lo más hipócrita, ya que, tras hablar de la importancia del diálogo, decidió subir a las habitaciones con los niños, sin dejar que Serena contestase a sus insultos. De hecho, Ethan hizo algo similar, si bien sus palabras no fueron tan duras, sí que eran bastante hirientes y, además, tampoco permitió que Serena tuviese espacio para replicar. Mientras que las palabras de Nohlem nada más hicieron que confirmar su hipótesis inicial sobre su terrible personalidad, a Abel le decepcionó bastante la actitud de Ethan, quien previamente le había parecido un chico amable y sensato. Al menos Kalna, quien también decidió humillar a Serena sin compasión, tuvo el valor de enfrentar a la pelirroja sin retirarse, aunque esto no disculpaba las barbaridades que salían por su boca.
Por desgracia, ocurrió lo más inesperado y terrorífico posible, Connor también decidió meterse en el conflicto haciendo uso de una violencia tan desagradable como innecesaria. Los ojos de Abel ya habían comenzado a humedecerse con los primeros insultos dirigidos a la chica, pero, cuando vio el miedo reflejarse en los ojos de Serena ante la agresividad de Connor, rompió a llorar.
No podía creer lo que estaba pasando, todos estaban hundiendo a la chica sin darle la oportunidad de replicar ni de defenderse, intimidandola en grupo. Era cierto que la actitud de Serena había sido muy desacertada, pero nada de lo que estaban haciendo estaba justificado ni tenía utilidad alguna. El joven empatizaba con Serena, no solo por el vínculo que había comenzado a formarse entre los dos, sino por la extrema soledad que esta debía sentir en esos momentos, algo que él mismo había sentido toda la vida. ¿Alguien se había preguntado las verdaderas razones de su antipatía? No, no había visto a nadie acercarse a ella ni mucho menos intentar comprenderla de verdad. De hecho, ahora estaban haciendo justo lo contrario. Por tanto, no podía perdonar a la gente que le estaba haciendo sentir así, puesto que se veía reflejado a él mismo en ella, una persona cerrada en sí misma, incapaz de relacionarse y a la que nadie le había tendido la mano.
Abel lo sentía todo a la vez: una profunda tristeza, mucho miedo y más que nada enfado. Además, ahora tenía claro que Connor era un monstruo, el traidor, y, en caso que no lo fuese, estaba seguro de lo extremadamente peligroso que era, por lo que quería alejarse de él lo máximo posible. De hecho, fue cuando vio a Serena salir llorando del torreón con una cesta que Abel se dio realmente cuenta de la gravedad de lo que había pasado. No la culpó por el comportamiento, ya que él también habría escapado con comida si una mala bestia como Connor lo hubiese enfrentado de esa forma. Al contrario, su corazón se partió al ver como desaparecía por el portón.
Tan alterado como estaba, su cuerpo actuaba sin pedirle permiso a su mente. Rojo como un tomate y lleno de mocos y lágrimas, se dirigió hacia los que estaban en el salón en un tono precipitado y nervioso, a veces casi tan agudo como un chillido:
- ¡Lo... lo... que acabáis de... de hacer entre... todos... es mucho peor de... de... lo que ha hecho ella!
Tras vomitar todas esas palabras, notó a una chica de cabellos oscuros, quien parecía haber sido bienvenida al torreón sin que él se diese cuenta. Ahora, entre Connor y la desconocida, el torreón le parecía mucho menos seguro que antes, además de que no concebía la posibilidad de dejar que Serena marchase de allí de esa forma.
No sin antes dedicarle una mirada de terror a la nueva chica, siguió los pasos de Rick, quien había salido en busca de Serena, casi sin pensar en el peligro hasta
Sin embargo, la felicidad del chico duró poco, puesto que Nohlem llegó para arruinar los actos de conciliación que Airi y Abel estaban llevando a cabo, ya que, desde la perspectiva de Abel, este hizo todo lo contrario y se dedicó a echar leña al fuego y a meter cizaña. Con cada insulto que le soltaba a Serena sentía que la mala imagen que ya tenía del chico empeoraba todavía más.
Fue cuando el pelirrojo se acercó a los niños y empezó a hablar que pudo ser consciente de la extensión de su arrogancia. La superioridad moral con la que sutilmente reprochó las acciones de Abel fue de lo más hipócrita, ya que, tras hablar de la importancia del diálogo, decidió subir a las habitaciones con los niños, sin dejar que Serena contestase a sus insultos. De hecho, Ethan hizo algo similar, si bien sus palabras no fueron tan duras, sí que eran bastante hirientes y, además, tampoco permitió que Serena tuviese espacio para replicar. Mientras que las palabras de Nohlem nada más hicieron que confirmar su hipótesis inicial sobre su terrible personalidad, a Abel le decepcionó bastante la actitud de Ethan, quien previamente le había parecido un chico amable y sensato. Al menos Kalna, quien también decidió humillar a Serena sin compasión, tuvo el valor de enfrentar a la pelirroja sin retirarse, aunque esto no disculpaba las barbaridades que salían por su boca.
Por desgracia, ocurrió lo más inesperado y terrorífico posible, Connor también decidió meterse en el conflicto haciendo uso de una violencia tan desagradable como innecesaria. Los ojos de Abel ya habían comenzado a humedecerse con los primeros insultos dirigidos a la chica, pero, cuando vio el miedo reflejarse en los ojos de Serena ante la agresividad de Connor, rompió a llorar.
No podía creer lo que estaba pasando, todos estaban hundiendo a la chica sin darle la oportunidad de replicar ni de defenderse, intimidandola en grupo. Era cierto que la actitud de Serena había sido muy desacertada, pero nada de lo que estaban haciendo estaba justificado ni tenía utilidad alguna. El joven empatizaba con Serena, no solo por el vínculo que había comenzado a formarse entre los dos, sino por la extrema soledad que esta debía sentir en esos momentos, algo que él mismo había sentido toda la vida. ¿Alguien se había preguntado las verdaderas razones de su antipatía? No, no había visto a nadie acercarse a ella ni mucho menos intentar comprenderla de verdad. De hecho, ahora estaban haciendo justo lo contrario. Por tanto, no podía perdonar a la gente que le estaba haciendo sentir así, puesto que se veía reflejado a él mismo en ella, una persona cerrada en sí misma, incapaz de relacionarse y a la que nadie le había tendido la mano.
Abel lo sentía todo a la vez: una profunda tristeza, mucho miedo y más que nada enfado. Además, ahora tenía claro que Connor era un monstruo, el traidor, y, en caso que no lo fuese, estaba seguro de lo extremadamente peligroso que era, por lo que quería alejarse de él lo máximo posible. De hecho, fue cuando vio a Serena salir llorando del torreón con una cesta que Abel se dio realmente cuenta de la gravedad de lo que había pasado. No la culpó por el comportamiento, ya que él también habría escapado con comida si una mala bestia como Connor lo hubiese enfrentado de esa forma. Al contrario, su corazón se partió al ver como desaparecía por el portón.
Tan alterado como estaba, su cuerpo actuaba sin pedirle permiso a su mente. Rojo como un tomate y lleno de mocos y lágrimas, se dirigió hacia los que estaban en el salón en un tono precipitado y nervioso, a veces casi tan agudo como un chillido:
- ¡Lo... lo... que acabáis de... de hacer entre... todos... es mucho peor de... de... lo que ha hecho ella!
Tras vomitar todas esas palabras, notó a una chica de cabellos oscuros, quien parecía haber sido bienvenida al torreón sin que él se diese cuenta. Ahora, entre Connor y la desconocida, el torreón le parecía mucho menos seguro que antes, además de que no concebía la posibilidad de dejar que Serena marchase de allí de esa forma.
No sin antes dedicarle una mirada de terror a la nueva chica, siguió los pasos de Rick, quien había salido en busca de Serena, casi sin pensar en el peligro hasta
que se encontró justo fuera del torreón. Ahí Abel se quedó parado, totalmente paralizado durante unos instantes, más consciente de lo que estaba haciendo y con la reciente memoria de las ratas espinosas clavada en la mente. Había salido por impulso, casi sin pensar, dejandose el escudo, su mayor protección, pero por suerte seguía llevando la espada y la daga encima suyo. Pensó en volver, pero la posibilidad de encontrarse a un Connor iracundo le parecía más real que encontrarse con cualquier otro monstruo. Incluso valoró la posibilidad de quedarse justo afuera del torreón, esperar a que las cosas se calmasen y dejar que Rick, quien seguro era mucho más eficiente que él, se encargase de todo, pero la imagen de Serena llorando mientras corría no paraba aparecer en su mente. Además, las heridas de Rick no parecían una tontería, ¿Y si les pasaba algo a los dos? Al final, los recuerdos de los gestos amables de Rick y de la tonta promesa que le hizo a Serena fueron el empujón que necesitó para volver a correr disparado en busca de su compañera. De esta manera, siguió la sombra de Rick, que se alargaba con cada paso que daban hacia la tenebrosa luz del faro.
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Torreón Sendar
04/08/23, 11:15 pm
A las críticas a Serena se unió Ethan, aunque Kalna ni se molestó en apartar la mirada de la chica, viendo cómo empezaban a caerle lágrimas de los ojos. Le resultaba algo extraño, pues ella apenas recordaba la última vez que había llorado, ni los motivos para ello. Era aún una cría, aunque tampoco se veía capaz de recordar cuántos años tenía. Lo que sí le venía a la mente cuando invocaba ese recuerdo, sin embargo, era la colleja de su Madre tras el “ahora vas a llorar con motivos” y lo muy claro que le había dejado que llorar era de chicos y que ella estaba por encima de eso, que no podía expresar esa debilidad. Nunca. ¿A las humanas no les enseñaban esas cosas?
Connor fue después, explotando en unos gritos a los que Kalna no estaba acostumbrada. La violencia nunca le había sido ajena, pero aquel tono en una discusión era algo más desconocido. «Hombres, siempre tan emocionales». Perdía toda la razón con aquella actitud, y era otro ejemplo perfecto de por qué los hombres no podían usar armas: aquel descontrol emocional podía haber acabado con heridos, o algo peor, en algo que simplemente podía hablarse como personas. Si no sabían controlar lo que sentían, ¿cómo esperaban controlar las armas? No esperaba nada de los humanos, y aún así se las ingeniaba para decepcionarse un poco más cada vez.
Szczenyak y Rick trataron de calmar algo a Connor tras el arrebato, algo que esperaba que sucediera, porque la pelirroja no dejaba de llorar y empezó a marcharse. Dudó respecto a si seguirla y hablar con ella a solas, porque quería hablar con ella algunas cosas en privado, pero decidió dejarlo estar. Ya tendrían tiempo. Por otro lado estaba la chica nueva, que parecía asustada por todo el follón que se había montado. «No, desde luego a las humanas no les enseñan a no demostrar debilidad». Igual podía culpar a las pocas fuerzas con las que se la veía de aquello, porque estaba claro por cómo se movía que el estado en el que estaba era aún más deplorable que el que tenían todos tras día y medio sin comer. No es que tuviera palabras de consuelo ni nada para ella, así que dejó que Räg y Rick se las dijeran.
Simplemente se quedó en la silla, en silencio, observando. No tenía nada que decir, y la mayoría estaban ocupados arriba con los niños, o en otras conversaciones, y agradecía el momento “a solas” en cierta manera. Era agotador fingir ser comprensiva todo el rato. El sonido del puente la sacó de sus pensamientos, y sus pupilas se afilaron nuevamente. Su primer instinto fue alargar la mano hacia la espada que estaba en el suelo al lado de la silla, pero lo descartó rápidamente: tenía que haber sido alguno de sus compañeros, y poco podía luchar en aquel salón sin herir a nadie más. No, no era una opción.
Serena no tardó en salir corriendo, llevándose una cesta, y Kalna puso los ojos en blanco. No aguantaba que le dijeran lo que había hecho mal, se llevaba la comida que tanto les había costado conseguir y salía sola al peligro. «Por los Grandes Felinos, esta chica es tonta». Tras ella fueron Rick y Abel, y ella no tardó más de un par de segundos en levantarse de la silla y escanear el salón en busca de algo. La espada no era demasiado útil contra los colaespina, pero Abel se había dejado el escudo, por lo que lo cogió rápidamente, así como la partesana que Ethan había dejado en la entrada. Su arma favorita había sido siempre la espada, pero necesitaba algo para cubrirse, así que aquello era lo mejor para lo que sabía que había allí fuera.
E, ignorando por completo aquello que había dicho hacía un rato sobre no correr con armas, echó a correr. Las heridas de las piernas molestaban, pero el dolor no era tanto como podría haberlo sido, ya sin espinas que molestasen. Igual alguna volvía a abrirse por la carrera, pero eso ya sería un problema futuro. Ahora tenía una prioridad, que era hacer que volvieran al torreón y dejasen de hacer el idiota para que les atacasen más bichos. Y si tantas ganas tenían de morir ahí fuera, al menos que Serena les devolviera la comida.
Sigue en el Barrio de los Mil Dioses
Connor fue después, explotando en unos gritos a los que Kalna no estaba acostumbrada. La violencia nunca le había sido ajena, pero aquel tono en una discusión era algo más desconocido. «Hombres, siempre tan emocionales». Perdía toda la razón con aquella actitud, y era otro ejemplo perfecto de por qué los hombres no podían usar armas: aquel descontrol emocional podía haber acabado con heridos, o algo peor, en algo que simplemente podía hablarse como personas. Si no sabían controlar lo que sentían, ¿cómo esperaban controlar las armas? No esperaba nada de los humanos, y aún así se las ingeniaba para decepcionarse un poco más cada vez.
Szczenyak y Rick trataron de calmar algo a Connor tras el arrebato, algo que esperaba que sucediera, porque la pelirroja no dejaba de llorar y empezó a marcharse. Dudó respecto a si seguirla y hablar con ella a solas, porque quería hablar con ella algunas cosas en privado, pero decidió dejarlo estar. Ya tendrían tiempo. Por otro lado estaba la chica nueva, que parecía asustada por todo el follón que se había montado. «No, desde luego a las humanas no les enseñan a no demostrar debilidad». Igual podía culpar a las pocas fuerzas con las que se la veía de aquello, porque estaba claro por cómo se movía que el estado en el que estaba era aún más deplorable que el que tenían todos tras día y medio sin comer. No es que tuviera palabras de consuelo ni nada para ella, así que dejó que Räg y Rick se las dijeran.
Simplemente se quedó en la silla, en silencio, observando. No tenía nada que decir, y la mayoría estaban ocupados arriba con los niños, o en otras conversaciones, y agradecía el momento “a solas” en cierta manera. Era agotador fingir ser comprensiva todo el rato. El sonido del puente la sacó de sus pensamientos, y sus pupilas se afilaron nuevamente. Su primer instinto fue alargar la mano hacia la espada que estaba en el suelo al lado de la silla, pero lo descartó rápidamente: tenía que haber sido alguno de sus compañeros, y poco podía luchar en aquel salón sin herir a nadie más. No, no era una opción.
Serena no tardó en salir corriendo, llevándose una cesta, y Kalna puso los ojos en blanco. No aguantaba que le dijeran lo que había hecho mal, se llevaba la comida que tanto les había costado conseguir y salía sola al peligro. «Por los Grandes Felinos, esta chica es tonta». Tras ella fueron Rick y Abel, y ella no tardó más de un par de segundos en levantarse de la silla y escanear el salón en busca de algo. La espada no era demasiado útil contra los colaespina, pero Abel se había dejado el escudo, por lo que lo cogió rápidamente, así como la partesana que Ethan había dejado en la entrada. Su arma favorita había sido siempre la espada, pero necesitaba algo para cubrirse, así que aquello era lo mejor para lo que sabía que había allí fuera.
E, ignorando por completo aquello que había dicho hacía un rato sobre no correr con armas, echó a correr. Las heridas de las piernas molestaban, pero el dolor no era tanto como podría haberlo sido, ya sin espinas que molestasen. Igual alguna volvía a abrirse por la carrera, pero eso ya sería un problema futuro. Ahora tenía una prioridad, que era hacer que volvieran al torreón y dejasen de hacer el idiota para que les atacasen más bichos. Y si tantas ganas tenían de morir ahí fuera, al menos que Serena les devolviera la comida.
Sigue en el Barrio de los Mil Dioses
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Torreón Sendar
05/08/23, 12:30 pm
Subir las escaleras era tarea complicada cuando apoyar un pie resultaba imposible, Ethan lo sabía y aún así le pareció entretenido sumarse una dificultad extra, quitarse púas. No fue muy efectivo pues ni seguía avanzando, ni llegaba a las que estaban más ocultas tras su espalda. Allí, en mitad del paso estrecho fue cuando escuchó los primeros gritos. Su piel se erizó casi al momento, helada al reconocer el origen de los mismos. Mierda, el londinense se había ido por cansancio dando por cerrada una situación que no lo estaba, olvidándose de que en esa escena precisamente uno de los más afectados era a su vez uno de los más viscerales.
No conocía lo suficiente a Connor y había sido lo suficientemente estúpido como para que la niebla de una necesitada amistad le hubiera cegado parcialmente la vista. Tan pronto la discusión cesó consiguió por fin llegar a la planta baja. Asomó la cabeza con tanta intriga que el ver al resto actuar con cierta normalidad logró rebajar su nerviosismo actual. Menos mal, temía mientras bajaba que a las amenazas le hubiera seguido algún golpe, pues si bien Serena había actuado mal no era justificación para que se actuará peor sobre ella.
Ahora la joven marchaba llorando y el cánido se andaba alejando junto con Connor, esperaba que al menos un poco de aire lograra calmar unas asperezas que más adelante tendrían que hablar. Joder, el pelirrosa daba miedo, siempre lo había dado pero ahora se sentía estúpido por haberle regalado un voto de confianza ciego. Los momentos de lucidez y colegueo se veían disipados ante la actitud tan horrible que acababa de presenciar y si bien no podía ignorar que le guardaba cierto cariño, el miedo era un limitante lo suficientemente poderoso como para formar una barrera entre ambos.
Ethan se había quedado apoyado en el marco de la puerta que daba a la segunda planta, incapaz de regresar al salón, pero incapaz de irse ante la preocupación de que el canadiense quisiera volver con más guerra. Estaba cansado, ya no solo por su maltrecha forma física, si no por el agotamiento emocional que era procesar todo ello. Siquiera había tenido un minuto para lidiar con las ratas espinosas y ahora tenía a una nueva hablando de no se que movidas que no lograba discernir, el ruido estruendoso del puente bajando, al que creía su amigo actuando como un gilipollas, a Serena yéndose sin haber dicho una sola palabra a la cocina, al resto en un silencio horrendamente tenso… Espera, ¿Cómo que el puente estaba bajando?
La secuencia de imágenes que lo siguió fue tan absurda, caótica y rápida que el joven solo pudo verse atrapado en un perpetuo pestañeo. Serena había huido, Rick la había seguido, Abel la había seguido, Kalna la había seguido, Connor y Colmillo la habían seguido. El quejido lastimero que soltó a continuación sirvió para soltar parte de su agobio mientras se dirigía a la salida con una pesadumbre inhumana.
No podía creérselo. Habría entendido que la joven quisiera huir nada más recibir los gritos, pero no fue así. La pelirroja se había escapado a completa conciencia, con una cesta de comida a la que ella no había ayudado de ninguna manera y realzando el problema que tenían con su constante egoísmo. Ethan ya no sabía si estaba cabreado, frustrado, preocupado, asustado o si simplemente era una mezcla tan bruta de sentimientos negativos que cual estuviera más presente en ese momento no era más que una tirada aleatoria de dados. Todos tenían un tope humano y el suyo hacía tanto que se había traspasado que se encontraba en un terreno emocional tan peligroso como incierto.
Avanzó hacía la entrada, parando antes de salir para girarse hacía Räg. La gente del salón se había esfumado en cuestión de segundos y lo que menos quería era que el lagarto pudiera pensar que se quedaba solo allí con la recién llegada.
-No me voy a ir, veré si puedo ver algo desde la entrada. Igualmente habría que avisar a los de arriba, si no vuelven habrá que subir el puente.
Su tono era amable pues a Räg nunca iba a tratarle con bordería, pero sus palabras cargaban el matiz frío de una realidad dura. Serena se había escapado aún a sabiendas de los peligros exteriores y por más que le pesara todos los que la habían seguido estaban en su derecho de escoger ponerse o no en ese riesgo. Ahora bien, la actitud tan inmadura de la joven huyendo en vez de lidiar con sus consecuencias era suya y solo suya. Gracias a eso ahora tenían a la mitad de su grupo tratando de ayudar a una persona que no se lo merecía y si bien Ethan no quería que les ocurriera nada a ninguno de ellos tampoco era tan estúpido como para pasar por alto lo que estaba causando la misma persona una y otra vez.
Otro suspiro cargado y estaba dejando el puente atrás. Acercándose al centro de la calle para ver la espalda de sus compañeros en plena persecución. Rezaba para que no tuvieran incidentes pero si bien quería velar por su salud, también quería velar por los del interior del torreón. Subir el puente era la opción adecuada, ya esperarían atentos a su regreso.
O eso es lo que debería de haber ocurrido en una situación normal. Nada de aquel lugar era normal y si bien lo estaban aprendiendo a pasos agigantados nada les había preparado para lo que estaba por suceder.
Una masa negra. Eso fue lo primero que llegó a discernir. Una masa negra y poco compacta que iba ganando una forma desagradable a sus ojos. Desde esa distancia apenas entendía que demonios era esa cosa, ahora bien Connor estaba llegando a su altura y había presenciado tres cosas: 1.Se había parado abruptamente 2.La figura le sacaba tamaño. 3.Estaba en mitad del grupo.
Tragó saliva con tanta dificultad que sintió el gesto doloroso y si bien empezó a temblar invadido por una sensación tan agobiante que se confundía por mareo sus piernas no se movieron. Abrió la boca para hablar pero nada salió de ella en un pánico momentáneo donde su cuerpo le exigía tomar todo el aire que pudiera. No necesitaba estar más cerca para notar el terror de aquella monstruosidad, pues fuera lo que fuera ya no era una rata con pinchos, era… era una aberración, como las de las películas, como aquellas que cazaban humanos y los devoraban vivos en las series de terror. Era un ser ficticio, solo que ya no lo era.
Se quedo inmóvil, petrificado entre edificios en ruinas y adoquines mal puestos. Observando con horror y una morbosidad hipnotizante como avanzaba esa criatura hacía sus compañeros. Apenas fueron unos segundos pero se sintieron como horas, congelado en ese lapso de tiempo hasta que logró romper la capa de escarcha que se acumulaba en sus articulaciones. Ethan no consiguió apartar la vista de aquel ser, pero al menos a la siguiente que tomó aire, si consiguió que su garganta se pudiera desgarrar en una orden desesperada.
-¡¡¡SUBAN EL PUENTE, YA!!!
No sabía si le harían caso, no sabía si serviría de algo, no sabía si con esa acción estaba decidiendo el final de los demás. Solo sabía que el pelirrosa y el cánido estaban a ese lado y que al menos ellos aún tenían una esperanza. Atrapado entre la indecisión de volver a la seguridad del torreón o seguir allí, observando como un conejo asustado en mitad de una carretera de fogonazos. Decidió esperar.
Joder, no podía irse. No quería apartar la mirada del problema, no quería volver a desaparecer tras una cortina negra para que alguna persona le avisará después de que habían muerto. El nudo que se hizo en su interior y el miedo a decir nada en dirección a aquel ser le impidió alertar a sus dos amigos para que empezarán a correr, pero con suerte en cuanto se girarán verían la urgencia en los gestos del londinense para que fueran cuanto antes. Aspavientos indicando que por amor de dios ya podían ser lo más rápidos que habían sido nunca.
Porque sí, Connor sería una mala bestia y Eschecheniak un coyote alíen, pero el cariño que les había pillado aún extraño, exaltado por la situación y complicado, no era falso. No pedía mucho, solo que al menos ellos pudieran regresar de vuelta al torreón porque su cabeza no daba ahora mismo para plantearse en aquella vorágine que estaba pasando con el resto del grupo.
No conocía lo suficiente a Connor y había sido lo suficientemente estúpido como para que la niebla de una necesitada amistad le hubiera cegado parcialmente la vista. Tan pronto la discusión cesó consiguió por fin llegar a la planta baja. Asomó la cabeza con tanta intriga que el ver al resto actuar con cierta normalidad logró rebajar su nerviosismo actual. Menos mal, temía mientras bajaba que a las amenazas le hubiera seguido algún golpe, pues si bien Serena había actuado mal no era justificación para que se actuará peor sobre ella.
Ahora la joven marchaba llorando y el cánido se andaba alejando junto con Connor, esperaba que al menos un poco de aire lograra calmar unas asperezas que más adelante tendrían que hablar. Joder, el pelirrosa daba miedo, siempre lo había dado pero ahora se sentía estúpido por haberle regalado un voto de confianza ciego. Los momentos de lucidez y colegueo se veían disipados ante la actitud tan horrible que acababa de presenciar y si bien no podía ignorar que le guardaba cierto cariño, el miedo era un limitante lo suficientemente poderoso como para formar una barrera entre ambos.
Ethan se había quedado apoyado en el marco de la puerta que daba a la segunda planta, incapaz de regresar al salón, pero incapaz de irse ante la preocupación de que el canadiense quisiera volver con más guerra. Estaba cansado, ya no solo por su maltrecha forma física, si no por el agotamiento emocional que era procesar todo ello. Siquiera había tenido un minuto para lidiar con las ratas espinosas y ahora tenía a una nueva hablando de no se que movidas que no lograba discernir, el ruido estruendoso del puente bajando, al que creía su amigo actuando como un gilipollas, a Serena yéndose sin haber dicho una sola palabra a la cocina, al resto en un silencio horrendamente tenso… Espera, ¿Cómo que el puente estaba bajando?
La secuencia de imágenes que lo siguió fue tan absurda, caótica y rápida que el joven solo pudo verse atrapado en un perpetuo pestañeo. Serena había huido, Rick la había seguido, Abel la había seguido, Kalna la había seguido, Connor y Colmillo la habían seguido. El quejido lastimero que soltó a continuación sirvió para soltar parte de su agobio mientras se dirigía a la salida con una pesadumbre inhumana.
No podía creérselo. Habría entendido que la joven quisiera huir nada más recibir los gritos, pero no fue así. La pelirroja se había escapado a completa conciencia, con una cesta de comida a la que ella no había ayudado de ninguna manera y realzando el problema que tenían con su constante egoísmo. Ethan ya no sabía si estaba cabreado, frustrado, preocupado, asustado o si simplemente era una mezcla tan bruta de sentimientos negativos que cual estuviera más presente en ese momento no era más que una tirada aleatoria de dados. Todos tenían un tope humano y el suyo hacía tanto que se había traspasado que se encontraba en un terreno emocional tan peligroso como incierto.
Avanzó hacía la entrada, parando antes de salir para girarse hacía Räg. La gente del salón se había esfumado en cuestión de segundos y lo que menos quería era que el lagarto pudiera pensar que se quedaba solo allí con la recién llegada.
-No me voy a ir, veré si puedo ver algo desde la entrada. Igualmente habría que avisar a los de arriba, si no vuelven habrá que subir el puente.
Su tono era amable pues a Räg nunca iba a tratarle con bordería, pero sus palabras cargaban el matiz frío de una realidad dura. Serena se había escapado aún a sabiendas de los peligros exteriores y por más que le pesara todos los que la habían seguido estaban en su derecho de escoger ponerse o no en ese riesgo. Ahora bien, la actitud tan inmadura de la joven huyendo en vez de lidiar con sus consecuencias era suya y solo suya. Gracias a eso ahora tenían a la mitad de su grupo tratando de ayudar a una persona que no se lo merecía y si bien Ethan no quería que les ocurriera nada a ninguno de ellos tampoco era tan estúpido como para pasar por alto lo que estaba causando la misma persona una y otra vez.
Otro suspiro cargado y estaba dejando el puente atrás. Acercándose al centro de la calle para ver la espalda de sus compañeros en plena persecución. Rezaba para que no tuvieran incidentes pero si bien quería velar por su salud, también quería velar por los del interior del torreón. Subir el puente era la opción adecuada, ya esperarían atentos a su regreso.
O eso es lo que debería de haber ocurrido en una situación normal. Nada de aquel lugar era normal y si bien lo estaban aprendiendo a pasos agigantados nada les había preparado para lo que estaba por suceder.
Una masa negra. Eso fue lo primero que llegó a discernir. Una masa negra y poco compacta que iba ganando una forma desagradable a sus ojos. Desde esa distancia apenas entendía que demonios era esa cosa, ahora bien Connor estaba llegando a su altura y había presenciado tres cosas: 1.Se había parado abruptamente 2.La figura le sacaba tamaño. 3.Estaba en mitad del grupo.
Tragó saliva con tanta dificultad que sintió el gesto doloroso y si bien empezó a temblar invadido por una sensación tan agobiante que se confundía por mareo sus piernas no se movieron. Abrió la boca para hablar pero nada salió de ella en un pánico momentáneo donde su cuerpo le exigía tomar todo el aire que pudiera. No necesitaba estar más cerca para notar el terror de aquella monstruosidad, pues fuera lo que fuera ya no era una rata con pinchos, era… era una aberración, como las de las películas, como aquellas que cazaban humanos y los devoraban vivos en las series de terror. Era un ser ficticio, solo que ya no lo era.
Se quedo inmóvil, petrificado entre edificios en ruinas y adoquines mal puestos. Observando con horror y una morbosidad hipnotizante como avanzaba esa criatura hacía sus compañeros. Apenas fueron unos segundos pero se sintieron como horas, congelado en ese lapso de tiempo hasta que logró romper la capa de escarcha que se acumulaba en sus articulaciones. Ethan no consiguió apartar la vista de aquel ser, pero al menos a la siguiente que tomó aire, si consiguió que su garganta se pudiera desgarrar en una orden desesperada.
-¡¡¡SUBAN EL PUENTE, YA!!!
No sabía si le harían caso, no sabía si serviría de algo, no sabía si con esa acción estaba decidiendo el final de los demás. Solo sabía que el pelirrosa y el cánido estaban a ese lado y que al menos ellos aún tenían una esperanza. Atrapado entre la indecisión de volver a la seguridad del torreón o seguir allí, observando como un conejo asustado en mitad de una carretera de fogonazos. Decidió esperar.
Joder, no podía irse. No quería apartar la mirada del problema, no quería volver a desaparecer tras una cortina negra para que alguna persona le avisará después de que habían muerto. El nudo que se hizo en su interior y el miedo a decir nada en dirección a aquel ser le impidió alertar a sus dos amigos para que empezarán a correr, pero con suerte en cuanto se girarán verían la urgencia en los gestos del londinense para que fueran cuanto antes. Aspavientos indicando que por amor de dios ya podían ser lo más rápidos que habían sido nunca.
Porque sí, Connor sería una mala bestia y Eschecheniak un coyote alíen, pero el cariño que les había pillado aún extraño, exaltado por la situación y complicado, no era falso. No pedía mucho, solo que al menos ellos pudieran regresar de vuelta al torreón porque su cabeza no daba ahora mismo para plantearse en aquella vorágine que estaba pasando con el resto del grupo.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Sendar
05/08/23, 01:38 pm
Airi creía que, si conducían aquella disputa con cuidado, podrían conseguir rápido explicaciones de qué había sucedido y una disculpa por parte de Serena por haber empezado aquello con los niños y Tawar. Le sanaí no lo veía complicado, y sin embargo se equivocó muchísimo. Lo que creía que sería una conversación seria pronto se convirtió en reproches, malas palabras e incluso llegaron los gritos y la violencia, aunque eso no sería hasta que estuviese subiendo las escaleras tras Nohlem.
Airi era consciente de que Serena había hecho cosas mal, pero al parecer aquello no era lo único ese día. No sabía a qué venía lo de la lanza, pero no era el momento de hacer preguntas. Había aceptado seguir a Nohlem porque se había aferrado a los niños y ahora no quería dejar de ser su apoyo, pero sentía auténtica preocupación por lo que ocurriría abajo si seguían discutiendo. Buscó la mirada de Rägjynn antes de perderse escaleras arriba, confiando en él como un pilar de racionalidad, pero no tuvo claro si este le devolvió la mirada o si pensaba lo mismo que elle. Al menos le tranquilizaba solo saber que el mjörní estaría allí, porque la reacción de Connor le estaba poniendo el vello de punta. Solo por eso ya era mejor sacar a los niños de allí… y ojalá también apartase alguien a la recién llegada.
En la calma del cuarto era más fácil respirar, pero la tensión acumulada en el cuerpo de Airi no se liberó, porque todavía no habían solucionado absolutamente nada. Lo primero era dejar que se explicasen los afectados, así que se quedó delante de ellos, controlando la expresión de su cara para transmitir calma a pesar de su seriedad.
El primero en hablar fue Tawar, quien dejó a Airi sin palabras con su admisión. ¿Cómo podía considerarse una carga, con ese tamaño? Se aseguraría de sacarle esa idea de la cabeza llevase el tiempo que llevase, pero no podía evitar sentirse une hipócrita. Que precisamente elle le dijese a todo el mundo que no era una carga parecía ser intencional, como buscando imponer su punto de vista para beneficiarse. Visto en perspectiva, nunca había sido tanto una carga como ahora mismo, lo que le hizo sentir punzadas de malestar en el estómago.
—No vamos a dejar que te ocurra nada, Tawar… No tienes que demostrar nada —logró decir. Imaginar al pequeño atravesado era lo último que necesitaba. El peso de lo que acababa de ocurrir, lo que se les venía encima… ¿Tendrían que pelear así por cada pieza de comida? Aquello no tenía nada que ver con cazar gacelas.
Aniol y Damian hablaron después. Por lo que se veía, Serena había tenido malas palabras para todos, ¿pero qué la había llevado a ser tan borde? ¿La escasez de comida? No importaba. Tendrían que hablar entre todos sobre cómo racionar lo que había, ella no tenía que tomar decisiones por su cuenta, y mucho menos hablar así a niños que solo tenían hambre. Aunque, de nuevo, Airi tampoco tenía la seguridad de estar en la misma página que el resto de sus compañeros. Los dos últimos días habían parecido semanas, pero no podía negar que no sabía nada del resto o sus culturas.
—No os preocupéis por lo que pudiera decir. Eso es lo que piensa ella. O a lo mejor ni eso, y solo está enfadada porque estamos en esta situación… No importa, aunque fuese así, no tenía ninguna razón para portarse mal con vosotros —empezó a decir. No podía evitar pensar en las razones de Serena. En realidad quería hablar con ella, preguntarle cómo esperaba que fuese la convivencia con esa actitud… Si había algo que hacer para que Serena no fuese una paria en aquella tribu, lo intentaría, aunque al final el resultado dependería enteramente de la chica.
Airi querría seguir hablando. Tenía muchas cosas que decir, solo no sabía muy bien por dónde empezar. Todas las palabras murieron en su garganta cuando, igual que el resto, pudo oír el mecanismo del puente activándose. «Espíritus… ¿no la estarán…?». Por un momento se imaginó cómo echaban a Serena del torreón. Oír que se gritaba el nombre de la chica ayudó a imaginar otros escenarios, pero no resolvía nada.
—¿Qué está pasando? —musitó—. ¿Voy… voy a ver? —La pregunta era una afirmación, pero su incertidumbre se trasladó al tono de sus palabras. Aferró el pomo de la puerta, pero el grito de Ethan alcanzó sus oídos, petrificándole en el sitio.
Airi era consciente de que Serena había hecho cosas mal, pero al parecer aquello no era lo único ese día. No sabía a qué venía lo de la lanza, pero no era el momento de hacer preguntas. Había aceptado seguir a Nohlem porque se había aferrado a los niños y ahora no quería dejar de ser su apoyo, pero sentía auténtica preocupación por lo que ocurriría abajo si seguían discutiendo. Buscó la mirada de Rägjynn antes de perderse escaleras arriba, confiando en él como un pilar de racionalidad, pero no tuvo claro si este le devolvió la mirada o si pensaba lo mismo que elle. Al menos le tranquilizaba solo saber que el mjörní estaría allí, porque la reacción de Connor le estaba poniendo el vello de punta. Solo por eso ya era mejor sacar a los niños de allí… y ojalá también apartase alguien a la recién llegada.
En la calma del cuarto era más fácil respirar, pero la tensión acumulada en el cuerpo de Airi no se liberó, porque todavía no habían solucionado absolutamente nada. Lo primero era dejar que se explicasen los afectados, así que se quedó delante de ellos, controlando la expresión de su cara para transmitir calma a pesar de su seriedad.
El primero en hablar fue Tawar, quien dejó a Airi sin palabras con su admisión. ¿Cómo podía considerarse una carga, con ese tamaño? Se aseguraría de sacarle esa idea de la cabeza llevase el tiempo que llevase, pero no podía evitar sentirse une hipócrita. Que precisamente elle le dijese a todo el mundo que no era una carga parecía ser intencional, como buscando imponer su punto de vista para beneficiarse. Visto en perspectiva, nunca había sido tanto una carga como ahora mismo, lo que le hizo sentir punzadas de malestar en el estómago.
—No vamos a dejar que te ocurra nada, Tawar… No tienes que demostrar nada —logró decir. Imaginar al pequeño atravesado era lo último que necesitaba. El peso de lo que acababa de ocurrir, lo que se les venía encima… ¿Tendrían que pelear así por cada pieza de comida? Aquello no tenía nada que ver con cazar gacelas.
Aniol y Damian hablaron después. Por lo que se veía, Serena había tenido malas palabras para todos, ¿pero qué la había llevado a ser tan borde? ¿La escasez de comida? No importaba. Tendrían que hablar entre todos sobre cómo racionar lo que había, ella no tenía que tomar decisiones por su cuenta, y mucho menos hablar así a niños que solo tenían hambre. Aunque, de nuevo, Airi tampoco tenía la seguridad de estar en la misma página que el resto de sus compañeros. Los dos últimos días habían parecido semanas, pero no podía negar que no sabía nada del resto o sus culturas.
—No os preocupéis por lo que pudiera decir. Eso es lo que piensa ella. O a lo mejor ni eso, y solo está enfadada porque estamos en esta situación… No importa, aunque fuese así, no tenía ninguna razón para portarse mal con vosotros —empezó a decir. No podía evitar pensar en las razones de Serena. En realidad quería hablar con ella, preguntarle cómo esperaba que fuese la convivencia con esa actitud… Si había algo que hacer para que Serena no fuese una paria en aquella tribu, lo intentaría, aunque al final el resultado dependería enteramente de la chica.
Airi querría seguir hablando. Tenía muchas cosas que decir, solo no sabía muy bien por dónde empezar. Todas las palabras murieron en su garganta cuando, igual que el resto, pudo oír el mecanismo del puente activándose. «Espíritus… ¿no la estarán…?». Por un momento se imaginó cómo echaban a Serena del torreón. Oír que se gritaba el nombre de la chica ayudó a imaginar otros escenarios, pero no resolvía nada.
—¿Qué está pasando? —musitó—. ¿Voy… voy a ver? —La pregunta era una afirmación, pero su incertidumbre se trasladó al tono de sus palabras. Aferró el pomo de la puerta, pero el grito de Ethan alcanzó sus oídos, petrificándole en el sitio.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Sendar
05/08/23, 08:17 pm
Desastre. La única manera de describir aquello era como un desastre. Igual que Airi Nohlem desconocía los percances que habían tenido con Serena durante esa salida, y aunque en otra situación aquella exposición de sus errores le habría valido una mofa mientras subía, las palabras que le propinó Connor consiguieron que su única respuesta fuera animar a los niños a subir más rápido. Si pensaba que lo peor era que los pequeños recibiesen el veneno de Serena es porque no contaba con el odio que el mayor guardaba. Que la tierra se lo tragase, que sus ojos ciegos le guiasen al necrolimbo, no quería estar ahí. “La mata”, pensó, “la mata.”
Lo sentía por aquellos que dejaban abajo, en especial por la pobre nueva, pero si empezaban a rodar cabezas que a ellos los pillase con una buena barricada de por medio. La noche anterior había tenido sus momentos, pero mal hablado, faltoso y todo Connor le había caído bien. Era como si hubiera forjado contacto con un hombre de la mafia y eso, en aquel entonces, le había resultado hilarante. Ahora tenía la certeza de que se movía por esos círculos y lejos de divertirle le aterraba más que las ratas gigantes que les hubieran atacado fuera. Por eso Nohlem cerró tras de sí.
Se apoyó en la puerta más segundos de los que deberían haber sido normales, respirando por la boca y entredientes para contener los suspiros de agobio que con tanta insistencia reclamaban aire. Más allá del cuarto con su hermana cuando no levantaban dos palmos del suelo o una noche de cama con algún que otro chico o chica linda, Nohlem nunca había compartido nada, y de repente no solo era una habitación: era una casa, era un año de su vida. Un año con gente irascible e intratable, con la responsabilidad de cuidar de otros de menor tamaño y edad, otras 13 criaturas, completos desconocidos en un mundo en ruinas que haría de la selva más profunda de su mundo una bonita portada de revista. ¿Cómo se las iban a apañar? ¿Qué iban a hacer, si ni con dos niños llorando sabía que pie mover primero?
Les escuchó a pesar de que sus orejas viraban hacia atrás en busca de más gritos en el tren descarrilado que acababan de abandonar. Lo que contaban actuaba como aislante, uno que reavivaba la rabia que le había dado la actitud de Serena y blanqueaba, al menos temporalmente, la de Connor. Se apartó de la madera que los alejaba de la discordia y tomó aire. Bendite fuera Airi, porque si elle no hablaba primero a saber cuanto habría tardado su voz en arrancar.
—No, no… Hay comida para todos —dijo con una convicción que ni de coña era suya—. Tú consumes incluso menos, no hay motivo alguno para hacer eso Tawar.
La mirada rota por la pena que le dedicó Aniol le hizo sentir pequeño, desesperanzado e inútil, y de nuevo daba las gracias a le sanaí porque sus palabras eran la guía que le ayudaba a no quedarse en blanco ante algo que le superaba.
—Quizás haya sido eso, sí —secundó—. Pero tal como dice Airi no justifica que os haya hablado así. Nadie tiene derecho a hablaros así, ni yo, ni Airi ni mucho menos ella. Habéis hecho muy bien en defenderos —se inclinó de nuevo delante de ellos, limpiando las lágrimas de Aniol con una mano para después estrujarle un hombro de Damian de manera amistosa. Le había visto secarse el rostro, y entre el gesto apresurado y sus palabras quedaba claro que el trato que tenía que darle a él era un pelín distinto. O eso suponía…—. No hay nada de malo en ser niños. Ojalá yo volviera a ser uno —le sonrió con las fuerzas que le quedaban, que eran pocas, manchadas de amargura—. Es mucho peor llegar a adulto y no saber actuar como uno. Como Serena.
“Como yo”. Santos, que perdido se sentía. Se reinclinó con un suspiro. Lo mejor sería que se calmasen un rato, que hablaran y se distrayeran. Luego podrían cocinar juntos, llenar el estómago y el espíritu. Él no sabía cocinar pero qué carajo. Claro que la idea en idea se quedaría, no ya solo porque abajo la tensión pudiera cortarse con un cuchillo y seguramente así fuese para lo que quedaba de día, sino por la serie de ruidos que se sucedieron. Primero el puente, después el jaleo. Nohlem rodeó a Aniol con el brazo libre, mirando en dirección a la puerta tan tenso como la cuerda de un violín, con las pupilas redondas del susto y los oídos atentos a cualquier señal. No podía mover los ojos a otro lado.
—No- No lo sé —respondió con un hilo de voz, con inquietud contagiada tras unos segundos que se le antojaron eternos—. ¿A lo mejor han encontrado a alguien nue-
El grito de Ethan fue una respuesta poética a la preocupación del pequeño por él, e incluso Airi que se había ofrecido antes se quedó congelade in situ. La cuerda que le sostenía reventó, incapaz de aguantar una sensación más, roto por un miedo que le obligaba a moverse. Así fuera hacia la muerte, tenía que salir de su estupor o el terror le consumiría. Puestos a morir por algo que no fuera por su propia inaptitud o un paro. Y si era rápido, mejor.
—Voy. Ya vengo, ¿vale? Quedaos aquí —sus palabras salieron a trompicones, por poco pisándose unas a otras. No era una orden real, ni siquiera una sugerencia, solo frases por defecto que su cerebro hiló como adecuadas para una situación como esa. ¿Qué tipo de situación era exactamente? Ni idea.
Bajó a toda prisa con la impresión de que había demasiada luz a su alrededor. Tenía las pupilas tan dilatadas que físicamente dolía. Quería insultar sin ton ni son, recuperar su idioma para hacerlo, buscar refugio en la sonoridad de las palabras malsonantes tal y como las conocía, mas tenía que conformarse con no caer por las escaleras y rezar con sílabas nuevas. El salón estaba mortalmente vacío. De un vistazo dio con Räg, con la chica nueva y… con la puerta abierta de par en par. “Mierda. Mierda, mierda, mierda joder”. No se paró a preguntar que había pasado, salió tras la luz, ojos entornados debido al “exceso” de esta y se colocó unos pocos pasos atrás de Ethan. Le temblaba el pulso y ni siquiera podía decir porqué, pero el grito le había helado los músculos más que todos los chasqueos de lengua de su madre.
—¿Qué-…
Y eso fue todo lo que alcanzó a decir. Entre tanto blanco lo vio, negro, aquella… se hizo el silencio en su cerebro al intentar comprender que estaba viendo. Aquella criatura negra, más grande que Abel o que Connor, y todavía peor, a los insensatos a los que seguía. Otras dos personas iban detrás, pero no las reconoció. Ahora mismo no reconocería ni a su hermana. Solo tenía ojos para… lo que fuera eso, esa amalgama de oscuridad y tentáculos a la que los incautos que habían salido (por alguna razón que escapaba a su comprensión) habían ido a atraer. Cogió a Ethan del brazo y tiró de él. “El puente”. Tragó saliva y tiró con más fuerza hacia dentro, llevándole consigo de vuelta al torreón sin importarle que tuviera que opinar. “El puente”.
No le soltó hasta que estuvo dentro. Tenía los oídos cerrados y se movía con una agilidad que no había experimentado nunca, pura adrenalina. El grito seguía clavado en su tímpano y la silueta en sus ojos, rodeada de un blanco que se hundía como agujas en su sien. Bajó sin oír sus propios pasos y accionó el mecanismo del puente para subirlo, sin pensar hasta entonces en las dos figuras que juraba haber visto dar media vuelta. El sonido del puente le reactivó pero no para mejor, pues pasado el pico de energía comenzaba el descenso. Al volver al salón jadeaba. Se plantó frente la puerta para ver como corrían de vuelta, Connor y Eschen-como se puto llamase. Estaban lo suficientemente cerca para entrar, no debería haber problema con ellos, pero-… ¿y los otros?
“No. No no. Estúpidos. Estúpidos, gilipollas, imbéciles, gilipollas, putos subnormales, gilipollas”. Conocía insultos mucho más elegantes, pero ahora no pensaba otra cosa. Los habían dejado solos. ¿Por qué?
—Qué ha pasado —preguntó un tono que no era nada, ni duda, ni afirmación ni fuerza. Le dolían los ojos, la cabeza, los dientes de tanto apretarlos, todo. Miró a Ethan—. ¿Qué hacías fuera…?
Santos, como le costó decir aquello sin romperse ni añadir mil insultos de por medio. La rabia le arañaba las entrañas. Si su voz no era puro silencio saldría como un grito, estaba seguro de ello.
“¿Qué era eso?”. No. Esa pregunta se quedaría en el tintero, flotando en su cabeza como la mariposa más fea del mundo. Mentar a ese ser suponía aceptarlo como real. No podía hacer eso ahora.
Lo sentía por aquellos que dejaban abajo, en especial por la pobre nueva, pero si empezaban a rodar cabezas que a ellos los pillase con una buena barricada de por medio. La noche anterior había tenido sus momentos, pero mal hablado, faltoso y todo Connor le había caído bien. Era como si hubiera forjado contacto con un hombre de la mafia y eso, en aquel entonces, le había resultado hilarante. Ahora tenía la certeza de que se movía por esos círculos y lejos de divertirle le aterraba más que las ratas gigantes que les hubieran atacado fuera. Por eso Nohlem cerró tras de sí.
Se apoyó en la puerta más segundos de los que deberían haber sido normales, respirando por la boca y entredientes para contener los suspiros de agobio que con tanta insistencia reclamaban aire. Más allá del cuarto con su hermana cuando no levantaban dos palmos del suelo o una noche de cama con algún que otro chico o chica linda, Nohlem nunca había compartido nada, y de repente no solo era una habitación: era una casa, era un año de su vida. Un año con gente irascible e intratable, con la responsabilidad de cuidar de otros de menor tamaño y edad, otras 13 criaturas, completos desconocidos en un mundo en ruinas que haría de la selva más profunda de su mundo una bonita portada de revista. ¿Cómo se las iban a apañar? ¿Qué iban a hacer, si ni con dos niños llorando sabía que pie mover primero?
Les escuchó a pesar de que sus orejas viraban hacia atrás en busca de más gritos en el tren descarrilado que acababan de abandonar. Lo que contaban actuaba como aislante, uno que reavivaba la rabia que le había dado la actitud de Serena y blanqueaba, al menos temporalmente, la de Connor. Se apartó de la madera que los alejaba de la discordia y tomó aire. Bendite fuera Airi, porque si elle no hablaba primero a saber cuanto habría tardado su voz en arrancar.
—No, no… Hay comida para todos —dijo con una convicción que ni de coña era suya—. Tú consumes incluso menos, no hay motivo alguno para hacer eso Tawar.
La mirada rota por la pena que le dedicó Aniol le hizo sentir pequeño, desesperanzado e inútil, y de nuevo daba las gracias a le sanaí porque sus palabras eran la guía que le ayudaba a no quedarse en blanco ante algo que le superaba.
—Quizás haya sido eso, sí —secundó—. Pero tal como dice Airi no justifica que os haya hablado así. Nadie tiene derecho a hablaros así, ni yo, ni Airi ni mucho menos ella. Habéis hecho muy bien en defenderos —se inclinó de nuevo delante de ellos, limpiando las lágrimas de Aniol con una mano para después estrujarle un hombro de Damian de manera amistosa. Le había visto secarse el rostro, y entre el gesto apresurado y sus palabras quedaba claro que el trato que tenía que darle a él era un pelín distinto. O eso suponía…—. No hay nada de malo en ser niños. Ojalá yo volviera a ser uno —le sonrió con las fuerzas que le quedaban, que eran pocas, manchadas de amargura—. Es mucho peor llegar a adulto y no saber actuar como uno. Como Serena.
“Como yo”. Santos, que perdido se sentía. Se reinclinó con un suspiro. Lo mejor sería que se calmasen un rato, que hablaran y se distrayeran. Luego podrían cocinar juntos, llenar el estómago y el espíritu. Él no sabía cocinar pero qué carajo. Claro que la idea en idea se quedaría, no ya solo porque abajo la tensión pudiera cortarse con un cuchillo y seguramente así fuese para lo que quedaba de día, sino por la serie de ruidos que se sucedieron. Primero el puente, después el jaleo. Nohlem rodeó a Aniol con el brazo libre, mirando en dirección a la puerta tan tenso como la cuerda de un violín, con las pupilas redondas del susto y los oídos atentos a cualquier señal. No podía mover los ojos a otro lado.
—No- No lo sé —respondió con un hilo de voz, con inquietud contagiada tras unos segundos que se le antojaron eternos—. ¿A lo mejor han encontrado a alguien nue-
El grito de Ethan fue una respuesta poética a la preocupación del pequeño por él, e incluso Airi que se había ofrecido antes se quedó congelade in situ. La cuerda que le sostenía reventó, incapaz de aguantar una sensación más, roto por un miedo que le obligaba a moverse. Así fuera hacia la muerte, tenía que salir de su estupor o el terror le consumiría. Puestos a morir por algo que no fuera por su propia inaptitud o un paro. Y si era rápido, mejor.
—Voy. Ya vengo, ¿vale? Quedaos aquí —sus palabras salieron a trompicones, por poco pisándose unas a otras. No era una orden real, ni siquiera una sugerencia, solo frases por defecto que su cerebro hiló como adecuadas para una situación como esa. ¿Qué tipo de situación era exactamente? Ni idea.
Bajó a toda prisa con la impresión de que había demasiada luz a su alrededor. Tenía las pupilas tan dilatadas que físicamente dolía. Quería insultar sin ton ni son, recuperar su idioma para hacerlo, buscar refugio en la sonoridad de las palabras malsonantes tal y como las conocía, mas tenía que conformarse con no caer por las escaleras y rezar con sílabas nuevas. El salón estaba mortalmente vacío. De un vistazo dio con Räg, con la chica nueva y… con la puerta abierta de par en par. “Mierda. Mierda, mierda, mierda joder”. No se paró a preguntar que había pasado, salió tras la luz, ojos entornados debido al “exceso” de esta y se colocó unos pocos pasos atrás de Ethan. Le temblaba el pulso y ni siquiera podía decir porqué, pero el grito le había helado los músculos más que todos los chasqueos de lengua de su madre.
—¿Qué-…
Y eso fue todo lo que alcanzó a decir. Entre tanto blanco lo vio, negro, aquella… se hizo el silencio en su cerebro al intentar comprender que estaba viendo. Aquella criatura negra, más grande que Abel o que Connor, y todavía peor, a los insensatos a los que seguía. Otras dos personas iban detrás, pero no las reconoció. Ahora mismo no reconocería ni a su hermana. Solo tenía ojos para… lo que fuera eso, esa amalgama de oscuridad y tentáculos a la que los incautos que habían salido (por alguna razón que escapaba a su comprensión) habían ido a atraer. Cogió a Ethan del brazo y tiró de él. “El puente”. Tragó saliva y tiró con más fuerza hacia dentro, llevándole consigo de vuelta al torreón sin importarle que tuviera que opinar. “El puente”.
No le soltó hasta que estuvo dentro. Tenía los oídos cerrados y se movía con una agilidad que no había experimentado nunca, pura adrenalina. El grito seguía clavado en su tímpano y la silueta en sus ojos, rodeada de un blanco que se hundía como agujas en su sien. Bajó sin oír sus propios pasos y accionó el mecanismo del puente para subirlo, sin pensar hasta entonces en las dos figuras que juraba haber visto dar media vuelta. El sonido del puente le reactivó pero no para mejor, pues pasado el pico de energía comenzaba el descenso. Al volver al salón jadeaba. Se plantó frente la puerta para ver como corrían de vuelta, Connor y Eschen-como se puto llamase. Estaban lo suficientemente cerca para entrar, no debería haber problema con ellos, pero-… ¿y los otros?
“No. No no. Estúpidos. Estúpidos, gilipollas, imbéciles, gilipollas, putos subnormales, gilipollas”. Conocía insultos mucho más elegantes, pero ahora no pensaba otra cosa. Los habían dejado solos. ¿Por qué?
—Qué ha pasado —preguntó un tono que no era nada, ni duda, ni afirmación ni fuerza. Le dolían los ojos, la cabeza, los dientes de tanto apretarlos, todo. Miró a Ethan—. ¿Qué hacías fuera…?
Santos, como le costó decir aquello sin romperse ni añadir mil insultos de por medio. La rabia le arañaba las entrañas. Si su voz no era puro silencio saldría como un grito, estaba seguro de ello.
“¿Qué era eso?”. No. Esa pregunta se quedaría en el tintero, flotando en su cabeza como la mariposa más fea del mundo. Mentar a ese ser suponía aceptarlo como real. No podía hacer eso ahora.
- ♪♫♬:
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Torreón Sendar
05/08/23, 09:01 pm
Connor se quedó con los brazos cruzados y alejado de la pelirroja, pero esperando una respuesta de ella. Su cara seguía deformada por el enfado, pero luego de haberse desfogado ahora se sentía algo más tranquilo. Serena empezó a irse del salón entre lágrimas y Connor solo pudo pensar <<Eso es cojones, vete a tomar por culo>> Contento con que hubiera captado el mensaje, o al menos eso parecía. Justo entonces Szczenyak se acercó a él con intención de calmarlo.
-¿Eh?- Preguntó mientras se giraba al cánido algo confuso y el ceño fruncido. Connor había acumulado tanta ira y después la había descargado con tanta intensidad que empezaba a sentirse casi apagado, como si le costara centrarse en cualquier conversación. Ni siquiera se había fijado en cuáles podrían haber sido las reacciones de sus compañeros a sus amenazas, aunque en ese momento tampoco es que le importara una mierda. -Ah, joder...- Le dijo a su compañero mientras lo seguía al patio, una vez le dio sentido a sus palabras. Connor prefería estar solo, pero era cierto que ya había tenido una charla agradable con el canino y en ese momento solo quería alejarse lo máximo posible de aquella gilipollas. Si, estaría cinco minutos en el patio y luego se iría a su puto cuarto.- ¿Has visto qué pedazo de gilipollas? Joder... Vaya puta mierda de día...- Le dijo al Szcezenyak con un suspiro cansado mientras se sentaba en el pedestal de la estatua. Connor no diría mucho en aquel rato, se limitaría a quedarse en silencio intentando relajarse. Pero aquella mañana trágica solo acababa de comenzar, y de improviso sonó un estridente ruido. Alguien bajaba el puente.- ¿Qué cojones...?- Connor miraría confundido al cánido, y luego se acercaría al salón para ver qué pasaba.
Justo cuando entraba pudo ver la figura de Serena corriendo con una cesta y a Rick gritando que iría detrás de ella. Kalna y Abel también empezaban a unirse a la persecución. Nada más ver cómo aquella jodida imbécil se iba con comida la expresión de Connor cambió, y toda la rabia que había descargado volvió a él como si de una resurrección se tratase. Se había sentido cansado y agotado, pero ahora volvía a tener ganas de amenazarla de nuevo.- ¡VUELVE AQUÍ, JODER!- Gritó mientras empezaba a correr detrás del resto. El motero no sabía cuánta comida se había llevado, pero estaba tan cegado por la ira que ni siquiera pensó mucho en esa cuestión. Serena había insultado a los niños, él la había amenazado con no dejarle comer si volvía a intentar prohibirles algo así, y justo ahora... ¡Se iba con la puta comida! Se acabó. Cruzó la puerta, pero antes de empezar a pasar el puente se frenó y se dio la vuelta. <<¡LA MAZA DE LOS COJONES!>> No pensaba salir allí sin nada a mano para que encima muriera por culpa de Serena, Connor pasó cerca del cánido de vuelta y entró de nuevo. - ¡Joder! ¡Joder!- Diría mientras cogía la maza y luego salía otra vez, con más prisa que antes para intentar recuperar el terreno perdido.
Una vez fuera siguió corriendo con la vista clavada en la espalda de Serena y los demás. No podía creer que estuviera otra vez fuera, pero lejos de toda lógica o razón, en aquel momento el cuerpo de Connor se movía solo. Motivado por recuperar aquella cesta que tanto les había costado conseguir, aunque lo que hiciera Serena le importaba más bien poco. Si quería irse que lo hiciera, pero no pensaba dejar que les robara.
Aquella mañana Connor se había hecho una imagen en la cabeza sobre la ciudad: aunque hubiera que ser precavido siempre, parecía que el verdadero peligro solo rondaba cerca de donde las bañeras descargaban las cestas. Pero estaba equivocado. Mucho. Sin previo aviso una sombra negra atravesó una de las paredes dividiendo al grupo en dos, y Connor se paró en seco casi cayéndose en el intento. Una vez parado pudo ver de qué se trataba. Pudo ver su enorme altura, sus... ojos que los observaban a todos allí. Pudo ver aquel cuerpo esquelético que se dejaba ver a veces, sacado de una pesadilla. Aquel velo negro que lo cubría por completo... El fúnebre canto que le acompañaba. Pudo verlo todo. Pero sobre todo pudo sentir su propio miedo. Porque aquel monstruo era justamente eso: Miedo. Connor dio dos pasos hacia atrás de manera instintiva, con los ojos muy abiertos, mientras veía en silencio cómo uno de sus zarcillos negros se acercaba a la nuca de Kalna. Sin decir nada. Sin poder advertir. Por primera vez desde que fuera un niño, estaba paralizado.
Connor había pasado muchos años en la Tierra amenazando, haciendo daño... Intimidando. Estaba más que acostumbrado a las típicas reacciones de miedo hacia él, como aquellos pobres granjeros hacía ya más de un año: palabras entrecortadas, manos temblorosas, sudores fríos... Y ahora se daba cuenta de que era su turno. Era su turno de sentir todo aquello. Era su turno de ser la víctima asustada. El sudor frío en su cuello, su corazón bombeando de forma frenética, la respiración agitada. No sabía que era esa cosa, pero no era un capullo al que se le pudiera apalizar como en la Tierra. Y tampoco era una rata grande que lanzara espinas. No, era mucho más que eso. Era el Miedo. Connor se habría quedado paralizado así más segundos antes de poder reaccionar, observando cada parte de su cuerpo. Cada paso impredecible que daba, a veces cojeando, a veces encorvado. Pero un grito lejano lo sacó de aquel trance antes de tiempo. Una voz que reconocía como la de Ethan y que decía: "¡SUBAN EL PUENTE, YA!"
-Corre...- Susurró, espoleado por aquella sentencia de quedarse atrapado fuera del torreón. Lo dijo de forma tan baja que solo el cánido a su lado podía escucharlo, pero casi parecía que se lo decía más así mismo que a su compañero. El canadiense dio un paso hacia atrás, sin dejar de observar al monstruo, una gota de sudor perlando su sien izquierda.- Corre...- Diría esta vez más alto. Un sonido metálico sonó en el suelo: se le acababa de resbalar la maza. Porque su mano derecha no paraba de temblar. Armándose de valor reaccionó y dejó de quedarse congelado en el sitio. Dejó el arma allí mismo y se dio la vuelta. -¡Corred! ¡CORRED, JODER!- Le gritaría a Szceniak y a todos mientras empezaba a hacer lo mismo, sin ser consciente de si lo estaría siguiendo o no el canino. Sin saber si detrás suya sus compañeros huían en la dirección contraria o si estaban siendo víctimas de una puta carnicería. Sin importarle nadie más que él mismo. El corazón latía desbocado por el miedo y la adrenalina, mientras movía sus piernas tan rápido como podía y observaba el torreón a lo lejos. Ethan haciendo aspavientos para que volvieran, y Nohlem apareciendo para llevárselo adentro. <<El puente. El puto puente>>. No es que criticara que fueran a subirlo, él haría exactamente lo mismo. Pero debía llegar cuanto antes.
El puente empezó a subir justo cuando Connor llegó, por lo que solo tuvo que dar un pequeño salto para sortear la mínima diferencia de altura. Aún así el motero no paró de correr hasta que no entró dentro y llegó al salón. Teniendo que frenar como buenamente podía para no llevarse por delante sillas y mesa. Connor echaría la cabeza hacia atrás para asegurarse de que no los seguía, mientras poco a poco veía menos al resto de sus compañeros fuera, a medida que el puente se alzaba en el cielo. Cruzaría rápidamente miradas con los que estaban dentro, respirando de forma entrecortada por el esfuerzo que había dado en la carrera, aunque sobre todo se debía por lo que acababa de ver. Por lo que acababa de sentir. ¿En qué puñetero mundo estaba? ¿Qué cojones hacía allí él? ¿Qué era ese... monstruo?
Sin decir ni una palabra y con la mirada algo perdida se dirigió al patio. Necesitaba aire. Ya fuera apoyó ambas manos en el pozo, con la cabeza agachada. A pesar de que al estar apoyado ejercía presión en su mano derecha, ésta seguía temblando. Connor respiraba y exhalaba profundamente, con los ojos cerrados, intentando relajarse con poco éxito. El motero sentía un miedo que nunca había experimentado, y desde luego aquel día había llegado a su límite. Ni siquiera él, con toda la violencia, sangre y muerte que había visto, podía aguantar mucho más aquello. <<Estamos muertos, joder. Vamos a morir todos>>.
-¿Eh?- Preguntó mientras se giraba al cánido algo confuso y el ceño fruncido. Connor había acumulado tanta ira y después la había descargado con tanta intensidad que empezaba a sentirse casi apagado, como si le costara centrarse en cualquier conversación. Ni siquiera se había fijado en cuáles podrían haber sido las reacciones de sus compañeros a sus amenazas, aunque en ese momento tampoco es que le importara una mierda. -Ah, joder...- Le dijo a su compañero mientras lo seguía al patio, una vez le dio sentido a sus palabras. Connor prefería estar solo, pero era cierto que ya había tenido una charla agradable con el canino y en ese momento solo quería alejarse lo máximo posible de aquella gilipollas. Si, estaría cinco minutos en el patio y luego se iría a su puto cuarto.- ¿Has visto qué pedazo de gilipollas? Joder... Vaya puta mierda de día...- Le dijo al Szcezenyak con un suspiro cansado mientras se sentaba en el pedestal de la estatua. Connor no diría mucho en aquel rato, se limitaría a quedarse en silencio intentando relajarse. Pero aquella mañana trágica solo acababa de comenzar, y de improviso sonó un estridente ruido. Alguien bajaba el puente.- ¿Qué cojones...?- Connor miraría confundido al cánido, y luego se acercaría al salón para ver qué pasaba.
Justo cuando entraba pudo ver la figura de Serena corriendo con una cesta y a Rick gritando que iría detrás de ella. Kalna y Abel también empezaban a unirse a la persecución. Nada más ver cómo aquella jodida imbécil se iba con comida la expresión de Connor cambió, y toda la rabia que había descargado volvió a él como si de una resurrección se tratase. Se había sentido cansado y agotado, pero ahora volvía a tener ganas de amenazarla de nuevo.- ¡VUELVE AQUÍ, JODER!- Gritó mientras empezaba a correr detrás del resto. El motero no sabía cuánta comida se había llevado, pero estaba tan cegado por la ira que ni siquiera pensó mucho en esa cuestión. Serena había insultado a los niños, él la había amenazado con no dejarle comer si volvía a intentar prohibirles algo así, y justo ahora... ¡Se iba con la puta comida! Se acabó. Cruzó la puerta, pero antes de empezar a pasar el puente se frenó y se dio la vuelta. <<¡LA MAZA DE LOS COJONES!>> No pensaba salir allí sin nada a mano para que encima muriera por culpa de Serena, Connor pasó cerca del cánido de vuelta y entró de nuevo. - ¡Joder! ¡Joder!- Diría mientras cogía la maza y luego salía otra vez, con más prisa que antes para intentar recuperar el terreno perdido.
Una vez fuera siguió corriendo con la vista clavada en la espalda de Serena y los demás. No podía creer que estuviera otra vez fuera, pero lejos de toda lógica o razón, en aquel momento el cuerpo de Connor se movía solo. Motivado por recuperar aquella cesta que tanto les había costado conseguir, aunque lo que hiciera Serena le importaba más bien poco. Si quería irse que lo hiciera, pero no pensaba dejar que les robara.
Aquella mañana Connor se había hecho una imagen en la cabeza sobre la ciudad: aunque hubiera que ser precavido siempre, parecía que el verdadero peligro solo rondaba cerca de donde las bañeras descargaban las cestas. Pero estaba equivocado. Mucho. Sin previo aviso una sombra negra atravesó una de las paredes dividiendo al grupo en dos, y Connor se paró en seco casi cayéndose en el intento. Una vez parado pudo ver de qué se trataba. Pudo ver su enorme altura, sus... ojos que los observaban a todos allí. Pudo ver aquel cuerpo esquelético que se dejaba ver a veces, sacado de una pesadilla. Aquel velo negro que lo cubría por completo... El fúnebre canto que le acompañaba. Pudo verlo todo. Pero sobre todo pudo sentir su propio miedo. Porque aquel monstruo era justamente eso: Miedo. Connor dio dos pasos hacia atrás de manera instintiva, con los ojos muy abiertos, mientras veía en silencio cómo uno de sus zarcillos negros se acercaba a la nuca de Kalna. Sin decir nada. Sin poder advertir. Por primera vez desde que fuera un niño, estaba paralizado.
Connor había pasado muchos años en la Tierra amenazando, haciendo daño... Intimidando. Estaba más que acostumbrado a las típicas reacciones de miedo hacia él, como aquellos pobres granjeros hacía ya más de un año: palabras entrecortadas, manos temblorosas, sudores fríos... Y ahora se daba cuenta de que era su turno. Era su turno de sentir todo aquello. Era su turno de ser la víctima asustada. El sudor frío en su cuello, su corazón bombeando de forma frenética, la respiración agitada. No sabía que era esa cosa, pero no era un capullo al que se le pudiera apalizar como en la Tierra. Y tampoco era una rata grande que lanzara espinas. No, era mucho más que eso. Era el Miedo. Connor se habría quedado paralizado así más segundos antes de poder reaccionar, observando cada parte de su cuerpo. Cada paso impredecible que daba, a veces cojeando, a veces encorvado. Pero un grito lejano lo sacó de aquel trance antes de tiempo. Una voz que reconocía como la de Ethan y que decía: "¡SUBAN EL PUENTE, YA!"
-Corre...- Susurró, espoleado por aquella sentencia de quedarse atrapado fuera del torreón. Lo dijo de forma tan baja que solo el cánido a su lado podía escucharlo, pero casi parecía que se lo decía más así mismo que a su compañero. El canadiense dio un paso hacia atrás, sin dejar de observar al monstruo, una gota de sudor perlando su sien izquierda.- Corre...- Diría esta vez más alto. Un sonido metálico sonó en el suelo: se le acababa de resbalar la maza. Porque su mano derecha no paraba de temblar. Armándose de valor reaccionó y dejó de quedarse congelado en el sitio. Dejó el arma allí mismo y se dio la vuelta. -¡Corred! ¡CORRED, JODER!- Le gritaría a Szceniak y a todos mientras empezaba a hacer lo mismo, sin ser consciente de si lo estaría siguiendo o no el canino. Sin saber si detrás suya sus compañeros huían en la dirección contraria o si estaban siendo víctimas de una puta carnicería. Sin importarle nadie más que él mismo. El corazón latía desbocado por el miedo y la adrenalina, mientras movía sus piernas tan rápido como podía y observaba el torreón a lo lejos. Ethan haciendo aspavientos para que volvieran, y Nohlem apareciendo para llevárselo adentro. <<El puente. El puto puente>>. No es que criticara que fueran a subirlo, él haría exactamente lo mismo. Pero debía llegar cuanto antes.
El puente empezó a subir justo cuando Connor llegó, por lo que solo tuvo que dar un pequeño salto para sortear la mínima diferencia de altura. Aún así el motero no paró de correr hasta que no entró dentro y llegó al salón. Teniendo que frenar como buenamente podía para no llevarse por delante sillas y mesa. Connor echaría la cabeza hacia atrás para asegurarse de que no los seguía, mientras poco a poco veía menos al resto de sus compañeros fuera, a medida que el puente se alzaba en el cielo. Cruzaría rápidamente miradas con los que estaban dentro, respirando de forma entrecortada por el esfuerzo que había dado en la carrera, aunque sobre todo se debía por lo que acababa de ver. Por lo que acababa de sentir. ¿En qué puñetero mundo estaba? ¿Qué cojones hacía allí él? ¿Qué era ese... monstruo?
Sin decir ni una palabra y con la mirada algo perdida se dirigió al patio. Necesitaba aire. Ya fuera apoyó ambas manos en el pozo, con la cabeza agachada. A pesar de que al estar apoyado ejercía presión en su mano derecha, ésta seguía temblando. Connor respiraba y exhalaba profundamente, con los ojos cerrados, intentando relajarse con poco éxito. El motero sentía un miedo que nunca había experimentado, y desde luego aquel día había llegado a su límite. Ni siquiera él, con toda la violencia, sangre y muerte que había visto, podía aguantar mucho más aquello. <<Estamos muertos, joder. Vamos a morir todos>>.
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