Luna Alta

"No te preocupes, no me ofende ni nada. De hecho es mono, me pregunto que cara pondría si me restregase contra él" Varsai se echó a reír risueña.

"Me alegro que sean de tu gusto" comentó refiriéndose a los dulces. El olor del té llenó sus fosas nasales cuando el chico le acercó la cajita de latón. "Sí, éste está bien".

La licántropa observó al joven salir por la puerta en busca de una fuente esbozando una sonrisa. En cierto modo a Varsai le recordaba un poco a sí misma cuando llegó a la ciudad.

"Pues quería preguntarte por la capital. He visto mapas y leído cosas de la ciudad pero me gustaría algo de primera mano de alguien que ha vivido allí" explicó. "No sé cómo reaccionará la gente ante mí, ni con qué forma debería presentarme".

"Yo he traído algo de ropa mía para ver si puedo adaptarla y que parezca libense".

Varsai no lo dijo pero en realidad no quería que Mánia le ofreciese ropa, prefería usar lo que tenía, quizá por orgullo felino. Podía ser autosuficiente a pesar de ser una novata de la última Luna.

El sirviente trajo la bandeja, colocó las tartaletas de forma bastante bien presentada, sirvió el té y Mánia lo largó con viento fresco, pidiéndole que cerrase la puerta de la salita.
La bruja se recolocó en su asiento y cruzó las piernas. Atendía a las palabras de Varsai pero había algo en su mirada que denotaba que no estaba muy convencida.

-Verás, hay dos formas de visitar Libo: De incógnito, pasando desapercibida entre la gente o evitando las ciudades; o como habitante de Rocavarancolia. Puedo asesorarte para ambos casos, pero si quieres ir como habitante de Rocavarancolia y poder presentarte con tu forma en Libo tienes que presentarte ante la Reina Madre y, sobre todo, tienes que guardar las apariencias. Eres literalmente la personificación de una deidad de mi cultura de origen y esa es la fachada que debes mantener porque esa es la fachada que conviene a Rocavarancolia, ¿entiendes?

Cogió una tartaleta y le dió un buen mordisco. Masticó despacio para darle tiempo a la licántropa para que asimilase la información antes de preguntar:

-Así que, ¿cómo quieres hacerlo?

Varsai comió una tartaleta y se relamió mientras consideraba las palabras de la bruja. Bebió un trago de té antes de responder.

"Puestos a visitar Libo hagámoslo a lo grande. Démosle buena imagen a la ciudad".

Compuso una sonrisa felina y la cola se movió tras ella de forma rítmica.

"Enséñame" pidió.

Mánia dio una palmada y sonrió satisfecha por la respuesta de Varsai.

-¡Perfecto! Pues vamos a ver qué tenemos.

Fue hacia la mesa donde estaban expuestos los vestidos y complementos y rebuscó entre las cosas mientras hablaba.

-Por suerte tu pelo ya es de uno de los colores ceremoniales, pero creo que los rojos no te quedarían bien así que nos vamos a limitar a las gamas de morado y al negro. Esto es para exteriores -le pasó una gruesa capa con forro de piel y capucha que se cerraba con un broche dorado. -Puedo dejarte otra más llamativa si quieres para los bailes. Para la cabeza... veamos. No necesitas orejas ceremoniales, ya tienes las tuyas, pero estos adornos te quedarán geniales. Además son de pinza así que no tienes que hacerte ningún agujero -Le pasó unos adornos de hijo púrpura trenzado con oro y enormes perlas negras haciendo de peso. También le probó una corona de cráneos pintados antes de descartarla y ponerle otra con un diseño menos agresivo.

Los vestidos que le fue enseñando eran todos de seda vaporosa y corte muy sencillo, prácticamente túnicas que iban luego ceñidas con complejos corpiños de cuero y metales preciosos.

-¿Quieres probarte alguno o prefieres llevártelos y probártelos por tu cuenta? -preguntó.

Varsai ensanchó su sonrisa al ver la satisfacción de Mánia, parecía realmente contenta de que hubiera elegido esa opción, supuso que eso aumentaría también el prestigio de la embajadora de algún modo.

Atendió a las palabras de la bruja sobre trajes ceremoniales y orejas. Los propios apéndices de la licántropa se movieron al oír que se ponían cosas así para rituales. Sentía mucha curiosidad por ver uno de aquellos.

Los vestidos eran preciosos, Varsai sacó una imagen mental de Mánia con ellos para más tarde dibujarla. Antes de que la bruja terminase de hablar Varsai ya había apretado la runa que tenía tatuada en el cuello, su ropa desapareció.

"¿Puedo probarme éste?" le preguntó señalando uno que le había llamado la atención. Era de seda negra con algunos adornos morados.

Mánia se echó a reir.

-Muy bien, te ayudaré a vestirte.

Le pasó el vestido por la cabeza y la ayudó a abrocharse las hebillas del corpiño. Luego le puso uno de los tocados que había asegurado le sentarían bien. Se apartó unos pasos para verla mejor y asintió con aprobación.

-Sí, es perfecto.

La seda del vestido era transparente, pero los pliegues disimulaban las formas de Varsai. Mánia hechizó el cristal de una de las vitrinas de la habitación para hacer un espejo y que la licántropa pudiera mirarse.

-Nada mal, ¿eh? Solo quedaría elegir el maquillaje. No te hace falta fingir rasgos felinos como nos hacían a nosotras porque ya los tienes, solo realzarlos... tal vez hacerte algo más fiera.

No quería ofender a Varsai pero aun con su desparpajo su personalidad era tan poco libense, tenían que hacer algo con ello. Había un revistero junto a uno de los sofás y allí una mezcolanza de revistas de Libo, Frivowaldany, la Tierra y otros mundos con prensa de moda. Tomó una de Libo, no al azar, y pasó las páginas hasta que dio con algunas ilustraciones.

-Mira, este estilo te sentaría bien. Es muy clásico.

Varsai sonrió agradecida por la ayuda a la hora de ponerse aquel vestido. Se miró al espejo que le tendía la bruja y ronroneó satisfecha.

"Sí, éste me gusta" le comentó a la embajadora. Al oír hablar de hacerse más feroz Varsai no pudo reprimir una carcajada.

"Si quieres puedo aumentar el tamaño de mis colmillos en esta forma. También puedo dejar mis pupilas felinas. Pero estoy abierta a cualquier sugerencia que tengas, tú eres la experta".

Miró la revista que le tendía Mánia. Ciertamente Varsai nunca había atendido demasiado a la moda, se ponía lo que le gustaba y ya. Pero tenía que dar buena imagen ante la Reina, y eso implicaba vestirse de forma adecuada y aprender los modales adecuados. Por suerte aprendía rápido.

"¿Hay alguna norma de etiqueta que tenga que recordar?"

Lo de mantener los comillos y los ojos felinos le pareció una buena idea y así se lo comunicó a Varsai. Le pidió que le mostrase cómo quedaría.

-Sí, definiticamente es mejor así, tienes un aspecto muy libense -comentó, asintiendo.

Hizo sonar la campanita pero esta vez no vino el sirviente novato sino Vlad, vestido con ropa de su mundo y el pelo recogido en una cola alta.

-Tráeme mis pinturas -ordenó. Vlad era la única persona allí con permiso para buscar entre sus cosas, incluso si eran tan cotidianas como el maquillaje.

En pocos minutos el íncubo estuvo de vuelta con dos enormes cajas de carey e incrustaciones de metales preciosos. Las dejó sobre la mesa y se fue sin decir palabra y sin apartar la vista del suelo, como su ama le tenía dicho. En cuanto cerró la puerta tras de sí Mánia abrió una de las cajas. Allí había un revoltijo de frascos, paletas y pinceles de maquillaje provenientes de al menos cuatro mundos diferentes. Le pidió a Varsai que se quitase el vestido, no fuera a mancharse, y le señaló una bata que había junto a los vestidos por si tampoco quería mancharse su ropa.

-Cuando vivía con la duquesa maquillaba a mis ayudantes de cámara como entretenimiento. También he practicado con Vlad y con Ilol cuando viene de visita, pero de normal solo me maquillo a mi misma.

Incluso entre la realeza lo normal era que cada cual se hiciese su propio maquillaje y delegases solo en ocasiones especiales o al estar impedida por edad o por enfermedad (o por pereza), era como un ritual, un acto de cuidado personal. Palpó el hueco junto a ella en el sofá para indicarle que se sentase.

-Respecto a la etiqueta no hay demasiada diferencia con cóo te comportarías con el rey de aquí. Claro que si la fastidias no acabas asesinado si no que yo me veré obligada a desmemorizar a todo el salón del trono -se echó a reír -Y posiblemente no te dejen volver a Libo. Pero después puedo enseñarte las reverencias básicas y saludos. De los modales en la mesa puedes olvidarte, eres un Gran Felino, no tienes ni que usar cubiertos si no quieres. Si tienes dudas puedes preguntarme por telepatía y yo te iré dando indicaciones.

Empezó poniéndole una base de maquillaje alquímica para protegerle la piel. Tenía la revista abierta a su lado como referencia.

Varsai le dirigió una sonrisa felina, colmillos incluidos, cuando la libense dio su aprobación a los cambios hechos por la licántropa.

Volcó su atención en un pastelito y su taza de té cuando Vlad entró en la sala. La chica prefería no mirar al íncubo siquiera, había algo en él que la ponía nerviosa. Ni siquiera cuando visitaba a Jau en el burdel se sentía así. Quizá fuera por el aura que Varsai sabía que podía ejercer si quería.

Se relajó un poco cuando éste se fue una vez dejó las pinturas en la sala. Se acercó a Mánia y se sentó donde le indicaba tras quitarse el vestido y ponerse la bata.

"Lo cierto es que nunca había necesitado maquillaje. En casa nunca lo usé y tampoco pensaba que fuera a usarlo en la ciudad" le comentó riendo. Varsai se dejó acariciar por los pinceles de la libense tratando fuertemente de no reírse por las cosquillas.

"Sí, quiero que me enseñes esas reverencias. Tengo que aprender a distinguir a la gente por rangos para saber dirigirme a ellos. Tampoco tengo claro quiénes estarían por debajo de mi posición social, o si tengo una siquiera." le dijo algo preocupada. "No quiero cagarla, Mánia, y menos después de todo lo que estás haciendo para ayudarme a ir".

Se rió mentalmente cuando mencionó lo de comer.

"¿Puedo comer en forma animal entonces?" preguntó. Varsai estaba más que acostumbrada a ello, aunque no solía hacerlo delante de la gente. Imaginarse haciéndolo delante de la nobleza de un mundo le producía cierta diversión.

-Yo no me imagino sin maquillaje -comentó Mánia -Durante mi criba me hice mis propias pinturas y me siento rara con la cara lavada. En Libo hay alguna gente que incluso se tatúa los ojos para llevar el maquillaje siempre.

Se le hacía raro decir que lo ''necesitaba'' pero lo tenía tan interiorizado que era incapaz de imaginarse sin él. Con gestos diestros pintaba sobre el rostro de Varsai alternando productos.

-Oh, distinguir a los plebeyos es fácil, solo la nobleza y la realeza puede llevar oro. Solo la Reina Madre puede estar a tu altura así que realmente solo con ella debes tener cuidado. Y ningún hombre puede mirarte a los ojos salvo el hijo de la reina, y eso es algo relativamente reciente.

Lo cierto es que el príncipe había abierto mucho camino a los hombres en Libo y Mánia no sabía cómo sentirse al respecto. En Rocavarancolia se había acostumbrado a la igualdad de género pero se le hacía rara de ver en su propio mundo, como si no cuadrase del todo.

-Vale, ya está -dijo. Sacó de la segunda caja un espejito de mano para que Varsai pudiese mirarse. Era un maquillaje potente pero sencillo, inspirado en antiguas pinturas clásicas más que en tendencias modernas. -¿Te gusta?

"Eso ya me parece excesivo" dijo sin omitir el tono de sorpresa. Tatuarse para que pareciera maquillaje le parecía una frivolidad, claro que también era ahorrar tiempo.

"¿Debo llamarla majestad? ¿O hay otro título más adecuado? Dudo poder llamarla por el nombre como entre nosotras." comentó en tono de broma aunque desde luego sería gracioso tutear a una reina. "Por favor, no me digas que si algún hombre me mirase a los ojos lo ejecutaríais o algo así. Porque entonces me callaré si pillo a alguno mirándome".

"¿Cómo es el hijo de la reina? ¿Buen chico?" preguntó curiosa. Igual con un poco de suerte sería de su edad y podría hablar con él de forma normal.

Varsai miró con curiosidad el espejo que le tendía la bruja. Se encontró rara, no estaba acostumbrada a llevar maquillaje y desde luego no algo como aquello.

"Estoy diferente, pero no sé si decir bien o mal. No estoy acostumbrada." se excusó y le dirigió una sonrisa tímida. "En esto te dejo llevar la voz cantante Mánia. Pero una cosa, ¿no se estropeará si cambio de forma?"

-Con majestad es suficiente -respondió Mánia -Y sí, es posible que ejecuten a un hombre si le mira a los ojos, o algún castigo peor. Si quieres disimular yo no te detendré, es tu decisión.

La bruja había aprendido a aceptar las escalas morales tan variadas que había entre los habitantes de Rocavarancolia, siempre y cuando no chocasen con sus propios intereses, y perdonarle la vida a un descarado no le suponía ninguna molestia.

Se echó a reir cuando oyó la forma en la que se refirió al príncipe.

-¿Un buen chico? Bueno, es un hombre brillante, un erudito, y es recatado y obediente; la Reina Madre está orgullosa de él.

La última pregunta de Varsai la descolocó totalmente. Se quedó mirándola, sin pestañear. No había pensado en ello, y desde luego era muy inapropiado que al cambiar de forma apareciese con un maquillaje desastroso. Se llevó un dedo a los labios.

-Te haré un hechizo ilusorio, así no tendremos que preocuparnos por el maquillaje. Pero me gusta como ha quedado este así que...

Fue a la vitrina que había convertido en espejo, la abrió y sacó una polaroid. Le pidió a Varsai que se quedase quieta y le hizo una foto. La pequeña instantánea se imprimió y Mánia la sacó y la agitó en el aire.

-Me la quedo como recuerdo y como referencia para tu hechizo ilusorio.

Varsai asintió a las palabras de la bruja según ésta iba hablando.

"¿Qué hay peor? ¿Tortura?" preguntó en parte curiosa en parte horrorizada.

El hecho de que el príncipe fuese mayor llenó a la licántropa de pesar.

"Esperaba que fuese un poco de mi edad. Habría estado bien tener a alguien con quien hablar. Pero supongo que habrá otras chicas ¿no?" expresó a la bruja un poco titubeante.

Se rió cuando la pregunta que había hecho descolocó a Mánia. Ciertamente ambas habían dado por hecho el maquillaje pero podía ser peliagudo.

"Una foto, hacía mucho que no veía una. Siempre quise una cámara pero me gusta más pintar. Las fotos son un poco impersonales aunque reflejen mejor la realidad." le comentó a la libense mientras miraba la fotografía. "Una pintura tiene más... sentimiento del artista, me parece más especial.".

"Bueno, ahora que tenemos solucionado lo del "maquillaje"... ¿pasamos a las reverencias?" preguntó deseosa de empezar.

A Mánia se le escapó una sonrisa torcida.

-¿Tanto tiempo en Rocavarancolia y no sabes todas las cosas que hay que son peores que la muerte?

Debía reconocer que Libo no podía superar a Rocavarancolia en creatividad, por eso le sorprendía aún más que Varsai le hiciera esa pregunta.

Se sintió un poco mal por su decepción cuando le dijo que el príncipe era un hombre maduro y se apresuró a arreglarlo:

-No te preocupes, están las sobrinas de la Reina Madre, creo que hay alguna más cercana a nuestra edad. Y por supuesto los otros andróginos que son deidades vivientes como serías tú, podrás relacionarte de igual a igual -le aseguró.

Mánia llevaba tiempo sin ver al resto de andróginos salvo Ilol, podía aprovechar para ponerse al día. Podrían hacer una fiesta nocturna con dulces.

-Oh, ¿te gusta mi cámara? -preguntó con una gran sonrisa. La alzó para que Varsai pudiera verla mejor. -Me la regaló Vlad, la trajo de su mundo. Tienen modelos más modernos pero a mi me gustaba esta.

Había versiones mágicas de las cámaras de fotos pero a Mánia le fascinaba la tecnología tanto como la magia. Tuvo la oportunidad de visitar la Tierra en una ocasión antes de que los nombraran cosechadores a ella y a Vlad y quedó enamorada. Ya solo podía conseguir cosas de alli en el mercado.

-Lo de las reverencias es sencillo cuando tienes un rango tan alto. El saludo normal es un asentimiento de cabeza y parpadeo lento -Le hizo una demostración -Las reverencias a personas de alto rango son más pronunciadas y en presencia de la Reina Madre tienes que tocar el suelo con la frente. Bueno, nosotras no, podemos hacer el saludo normal. Creo que no hay nada más que debas saber... -se quedó pensando -Ah, no mires fijamente a nadie a los ojos mucho rato. Nunca. Es señal de desafío, alguien podría creer que te ha ofendido.

"Sí, si que las sé... pero trato de evitar esos temas en la medida que puedo. No me gusta hablar de ello, no con la gente que tuve en la cosecha" se excusó pensando en Roaxen y en la noche de su Luna.

Varsai se alegró al escuchar que habría más gente de su edad con la que poder hablar, si la única persona que le podría hablar hubiera sido Mánia la licántropa se había sentido decepcionada. Era bueno escuchar lo contrario. Las orejas de la leoparda se movieron acorde a su estado de ánimo.

"Es bonita sí" le dijo a la bruja en respuesta a su pregunta sobre la cámara. "Aunque tenía entendido que la tecnología no funcionaba muy bien aquí en la ciudad" inquirió con curiosidad.

"Pues sí que es sencillo" comentó cuando la libense le explicó el funcionamiento de las reverencias. La licántropa se terminó el té y charló con la embajadora un rato.

Antes de irse volvió a mirar a la mujer y preguntó: "¿Una última cosa que deba tener en cuenta antes de nuestro viaje?"

-Hay trucos para que funcione -respondió Mánia al comentario de Varsai sobre la tecnología.

Se quedó pensativa, repasó mentalmente todos los preparativos necesarios para el viaje y qué debía saber Varsai. Realmente mientras estuviera con ella todo iría bien, si surgían problemas podía solucionarlos en el momento y tenía un par de trucos bajo la manga para las emergencias.

-Creo que está todo. Vamos a acabarnos los dulces. ¿Quieres otro té?

Terminaron de merendar con tranquilidad, charlando de cosas superficiales. Mánia resolvió algunas dudas menores durante la conversación pero la mayor parte del tiempo intentaba hablar de cualquier otra cosa divertida. Llegó la hora de que Varsai se marchara y ella misma la acompañó a la puerta. Le gustaba tener visitas, aunque no lo reconociera tan a menudo como debería. Esperaba que esa incursión a Libo fuese divertida.

Trama de los sueños:

Mánia fue arrancada de su sueño de forma violenta. Sintió cómo el sudor le empapaba el cuerpo y le pegaba el camisón a la piel, luego la torre de sombra inundó su mente.
Chilló, como no había chillado en años, y se incorporó en la cama buscando a tientas algo a lo que agarrarse. Su dormitorio estaba vacío y en silencio, las cortinas del dosel estaban corridas y ella estaba limpia y seca. Se palmó el pecho y notó el corazón acelerado.

-¡Vlad! -gritó. El íncubo no solía alejarse mucho de su lado cuando dormía salvo que tuviera asuntos importantes, y siempre avisaba cuando iba a estar fuera de casa. Mánia gateó por el colchón para asomarse fuera de las cortinas; ni una nota en la mesilla de noche, ni un mensaje grabado en la figurita hechizada que le había regalado. Aquello era muy raro.

Tiró de la cuerda junto al cabecero para llamar a sus criados, pero pasaron los segundos y ni siquiera oía sus pasos en los pisos inferiores. Saltó fuera de la cama. Todo en su habitación parecía en orden: habían recogido el desastre de papeles y notas que había dejado la noche anterior, se habían llevado la taza de infusión y sustituído por una copa de agua como hacían todas las noches y su aguamanil estaba dispuesto para que pudiese lavarse la cara nada más despertarse. Se asomó a la ventana. El jardín estaba igual de vacío y fuera no se oía ni el graznido de las estirges. Mánia sabía que algo estaba muy mal. Salió del dormitorio.

-¡Vlad! ¿Dónde estás? ¿Por qué no me responde nadie?

Los pasillos estaban impolutos, sin embargo no había señales de ninguno de los criados ni del íncubo. Registró toda la casa y nada. Volvió a su cuarto para buscar el dispositivo que usaba para comunicarse con Vlad a distancia pero tampoco funcionó. Su angustia se iba haciendo más y más grande. El silencio la envolvía y la asfixiaba.

No se vistió, ni siquiera se maquilló, salió en camisón del palacete y dio la vuelta al jardín en un último intento por encontrar a sus sirvientes, luego, viendo que no servía de nada, se echó a las calles de la ciudad.