Luna Alta

-Ya veo. Tuvo que ser raro, imagino.- respondió sin saber bien que decir en cuanto a las plumas de la chica. Adam seguramente podría confirmarle si era tan desagradable como se podía imaginar que te salieran plumas por el cuerpo. El pelaje no se le hacía raro, ¿pero el cálamo de las plumas? Le daba escalofríos de pensar cómo sería.

Erknest se centró más en la otra parte de la conversación, lo alejaba más de pensar en cambios de la Luna. Además, ayudar y animar se le daba mucho mejor. O eso quería pensar. -¡Ah, entiendo! Pues justo tienes lo que hace falta para marcar la diferencia.- comenzó con sus formas para levantar el ánimo después de seguir con la mirada la roca que había pateado la francesa. -Si ya tienes la voluntad para ayudar a la gente, ya es un paso importante. Solo queda encontrar la forma concreta en la que puedas. No hace falta ser un héroe para hacer el bien...- A pesar de lo exagerado que podía llegar a sonar, aquello lo decía con genuina convicción. Lo único que no calculó el kamaitachi fue la última frase que se había juntado con los demás pensamientos. Todavía estaba ahí, y no parecía que fuera a irse en un tiempo.

La mano que había levantado para dar peso a sus palabras empezó a cerrarse y a bajar, mientras que las facciones alegres se fueron ensombreciendo. -Tampoco es como si se pudiera ser un héroe de todos modos- dijo cabizbajo sin mirarla. Cada vez que salían a flote todos esos recuerdos recientes se repetía lo que le dijeron Chromsa y Adam tras lo ocurrido, pero aún así muchas veces no era suficiente para frenar aquello.

Amira no estaba segura de que Erknest entendiera sus motivos para no querer ser una heroína. Quería ayudar a la gente porque era lo correcto y lo justo, no por recibir gloria ni reconocimiento. En la Tierra había querido luchar contra un sistema injusto, y en Rocavarancolia… en Rocavarancolia ese sistema podía no existir como tal, pero eso no hacía que fuera un mundo justo. No se podía ayudar en la criba, dejaban morir a gente. Traían a niños engañados. Era todo horrible, y ella no quería ser parte de eso. Por eso quería ayudar, no por aparecer en algún futuro libro de historia como alguien importante.

El cambio de actitud de Erknest estaba siendo obvio, y aunque Amira no había preguntado los detalles de lo que había pasado para que acabase en Serpentaria, podía suponer que no era bueno. Aquello era Rocavarancolia, al fin y al cabo.
—¿Por qué no iban a existir? Quiero decir… lo hacen, por eso los conocemos y sabemos lo que hicieron. Si no ni sabríamos que han existido.

No quería decir mucho más. Aquel parecía un tema delicado, y quería tener tacto para ver por dónde tirar en la conversación. Ojalá estuvieran Adam o Chromsa, seguro que sabían llevar aquello mejor que ella.

El empedrado gris medio agrietado de la calle no es que fuera muy bonito, pero Erknest era a lo único que quería ver ahora mismo. No tenía fuerzas para mirar a la francesa a la cara, ni tampoco las habría tenido aunque ya tuviera más trato con ella de antes. Los pensamientos intrusivos se arremolinaban en su cabeza e intentaban traer imágenes que quería olvidar, tanto de su vida en La Tierra como en la ciudad.

Cuando Amira habló, el chico sintió la punzada de aquellas palabras sin alzar sus ojos. Lo había exagerado por su pesimismo, claro. Solo se refería a él mismo, pero eso ella no lo sabía. -A ver, sí- comenzó a responder tímidamente, todavía con una palpable preocupación. -Hay héroes, pero son personas capaces de hacer grandes cosas por el bien del mundo, de afrontar la adversidad como si nada y no tener miedo.- La emoción al expresar lo que entendía cómo "héroe" le animó a mirarla para decir la verdad más dura: -Yo... no soy capaz de...-

Se estaba esforzando para sacar aquello, justo como se había propuesto, pero se le hacía un nudo en la garganta solo de crear la frase en su mente. Con la respiración entrecortada y una expresión algo angustiada apartó la vista a su lado, dando con el muro a medio derruir que delimitaba el patio donde tenía su zurrón. -Pe-Perdón, me hace falta...- se disculpó dirigiéndose hasta él y dejándose caer hasta sentarse en el suelo, apoyando la espalda en los ladrillos del muro. Se concentró en respirar para intentar calmarse. Ignoraba lo que había pensado la valkyria, pero también deseaba que Chromsa o Adam estuvieran allí para ayudarle.

Amira se sentó cerca de Erknest, dejando algo de espacio entre ambos. No sabía si se sentiría demasiado agobiado si se sentaba a su lado, y mucho menos si el contacto físico era algo que le fuera a hacer sentir peor, así que decidió dejarle la decisión de acercarse a él, si es que quería. «Así que es eso…». Entonces el problema no era más que de cómo el se percibía, y además desde una perspectiva injusta para él mismo.

Le miró unos breves segundos antes de mirar a su pegaso, sin querer incomodarle más de la cuenta. Quería decirle que eso era una completa gilipollez, pero igual sonaba demasiado brusco y la idea era hacerle sentir mejor, no machacarle aún más.
—Erknest… —suspiró —. Todo el mundo tiene miedo. Es imposible no tenerlo. Lo importante es… es hacer las cosas aunque te den miedo, es seguir luchando aunque haya cosas que salgan mal.
Enfrentarse a los miedos no era fácil, y nadie podía culpar a otra persona de que tardase en hacerlo, o de que le llevase más o menos tiempo. Precisamente todas las obras que iban del viaje del héroe iban precisamente de superar obstáculos, ¿no?

»No hay nada de heroico en tenerlo todo solucionado desde el principio, o en que todo sea fácil.
Volvió a mirarle, esperando que al menos eso le hubiera ayudado en algo. No esperaba que fuera a hacer mágicamente de tener esos pensamientos sobre sí mismos, porque no se solucionaban de la noche a la mañana, pero igual al menos suponían un incentivo a seguir hablando.

El intento de caballero inspiraba y exhalaba llevando como podía un ritmo pausado, sin demasiado éxito en realidad. Tan concentrado estaba que no procesó que Amira se había sentado cerca hasta que empezó a hablar. La miró, atendiendo a sus argumentos, al menos hasta que ella lo miró también. De los nervios y la vergüenza apartó la mirada rápidamente. Una cosa es que estuviera planteando sincerarse, pero otra bien distinta era mostrarse más vulnerable aún. No podía negar que lo que estaba diciendo tenía sentido.

-Tienes razón. Pero...- Vale. Toma aire, échalo. Repite. Miró a la nada, consiguiendo exponer su duda con algo de dificultad: -¿Cómo se puede levantar uno cuando el error es demasiado fuerte? No hay día que no intente enfrentarme al miedo pero...- Apretó los puños, haciendo fuerza para terminar de poner en contexto a la chica. -En mi última misión, juré proteger a alguien... Todo iba bien, pero hace unos días... Yo...- Estaba conteniendo las ganas de echarse a llorar allí mismo, no quería recordar todo lo que había pasado en esa cale. -No pude hacer nada y... mu-murió-

Que difícil estaba siendo empezar a sanar. Pero se lo había propuesto y, por primera vez, quería conseguir algo. Además, le estaba cayendo bien la valkyria.

Amira apartó la mirada de nuevo, sin querer atosigarle. Aquel parecía ser un tema delicado, y quería darle todo el espacio que necesitase. Cuando por fin se sinceró vio que no solo era delicado, sino que además era muy reciente. Era normal que estuviera tan sensible. Estaba segura de que había hecho todo lo que había podido, pero tampoco había estado ahí para comprobarlo, y sabía bien lo que era no poder hacer nada.

—Yo… Nosotros tampoco pudimos hacer nada cuando mataron a una compañera —suspiró. Aún podía ver su cabeza estallar cuando le dio la piedra —No sé si te lo han contado Adam y Chromsa, pero nos atacó otro cosechado y…
Lo dejó allí, sin saber cómo seguir. Quería empatizar con él, pero tampoco necesitaba que soltase todo el trauma que había supuesto aquello.

»Supongo que al final solo importa hacer lo que podamos y seguir adelante. En algún momento seremos más fuertes para evitar que pasen esas cosas.
Sabía bien que era mentira, y que la muerte era inevitable, pero quería creerse sus propias palabras. Necesitaba creer que existía una posibilidad de ser capaz de proteger a los que quería.

Erknest no la miró, pero atendió a lo que empezaba a contar. Recordaba que alguna vez había escuchado a sus amigos hablar de Qirra, aunque por apuro nunca llegó a preguntar por los detalles. Si a él le había dolido la muerte de Sagaz, no quería ni imaginar cómo debieron sentirse cuando había sido alguien con quien habían convivido durante meses. -(No es justo)- pensó. De momento el kamaitachi se limitó a decir cabizbajo: -Lo...Lo siento mucho- Poco iba a a cambiar eso el hecho de que su compañera no sobreviviera, pero al menos quería transmitirle algo de apoyo.

Con un poquito de valor, miró en dirección a la francesa por unos instantes. En su soledad, Erknest había pensado bastantes veces que no había nadie en el mundo que pudiera entenderle o que tuviera sus mismos problemas, pero justo en aquel momento aunque no fuera exactamente igual sentía cercanía con las preocupaciones de Amira. -Eso quiero pensar, con esfuerzo seguro que puede conseguirse- sonrió fugazmente. Intentaba ser optimista en la medida de lo posible, pero su cabeza le jugaba malas pasadas con frecuencia. Lo creía de verdad, pero las dudas le hacían mucho daño para terminar de creérselo. -Aunque cuesta mucho seguir algunas veces, la verdad.- terminó.

Después de unos segundos de sopesarlo, preguntó tímido: -¿Al menos... conseguisteis pararlo o...?- Sigue por ahí. Eso era lo otro que completaba la frase, pero solo de pensar que Masacre todavía andaba por la ciudad le ponía los pelos de punta.

Asintió ante las palabras de Erknest, sin saber muy bien que responder. ¿Le daba las gracias por decirle que lo sentía? «Demasiado estúpido». Al menos tenía la sensación de que lo decía de verdad y no solo por rellenar un silencio incómodo, y eso mejoraba un poco la situación. Seguía evitando la mirada del kamaitachi, aunque esta vez era porque era ella la que se sentía vulnerable de pronto. Que estuvieran en Luna Alta precisamente enfangaba aún más sus pensamientos con recuerdos más vívidos de lo que era normales.

Asintió ante las palabras optimistas de Erknest. Ella misma las compartía y quería demostrar que era algo posible, al menos a cierta medida. Aunque costase, no iba a haber llegado hasta ahí para rendirse ahora. Tenía que aprender muchas cosas todavía para llegar a empezar a sacarle provecho a su transformación, y al menos ese era un camino por el que tirar.

La pregunta era obvia, pero eso no ayudó a que la recibiera mejor. El corazón se le saltó un latido y bajó aún más la mirada antes de responder.
—Le matamos. Fue… Salimos muy heridos todos, pero conseguimos matarle —sí, había sido ella la que había dado el golp definitivo, pero también estaban otros luchando contra él, y tenía claro que el hechizo de Lethe, aquel que la había dejado agotada, era lo que les había permitido hacerlo —. Supongo que en cierto modo conseguimos justicia.
O al menos una versión retorcida de esta, pero viendo que en Rocavarancolia las cosas no eran especialmente justas tampoco había muchas más opciones de castigar a Setenta y siete por lo que había hecho.

Amira tuvo suerte hasta entonces de que, al estar mirando ambos en direcciones distintas, Erknest no notara que el tema le empezaba a incomodar. Lo que llegó a ver fue el movimiento de cabeza que confirmaba que compartían esa aspiración. Era bonito ver que no era el único que pensaba algo así, salvando las distancias en cuanto a los objetivos que tenían.

Después de preguntar, el caballero ladeó la cabeza poco a poco para ver a la valkyria dar su respuesta. El que agachara la cabeza ya auguraba que lo que iba a decir no era bueno. La cara del kamaitachi se ensombreció y acabó por apartar la vista para darle algo más de "intimidad" -(Justicia)- aquella palabra se repitió en su mente una y otra vez, sin tener claro qué decir. -Ya veo...- comentó para rellenar el silencio mientras buscaba algo mejor.

Se acercó las piernas al pecho, apoyando los brazos encima. Después de unos segundos de silencio, que se le hicieron muy tensos, habló: -Supongo... Si no había otra opción, aunque fuera difícil...- Suspiró. Le estaba costando ordenar lo que pensaba. -Al menos ya no hará más daño.- Se sentía un poco imbécil por no encontrar el discurso adecuado para decirle que había sido por un bien mayor, pero... Los héroes era buenos, ¿pero en casos así lo seguían siendo? ¿Qué pensaban? ¿Era un último recurso?

Sin algo que sacar en claro, invito a la francesa al debate por si quería dar su opinión: -En las historias los buenos siempre vencen a los malos, pero no se suele dar peso a lo que les pasa luego. A veces simplemente los encarcelan o algo así, pero... Nadie habla de lo que sienten cuando tienen que pararlo definitivamente.-

Si hubiera podido haber hecho algo contra Masacre, ¿tendría que haber llegado al punto de matarlo para pararlo? ¿Habría existido otra forma? Erknest no se veía con las fuerzas para dar un golpe de gracia, e ignoraba que la persona que tenía a su lado había tenido que hacerlo.

Amira agradeció mentalmente que Erknest rellenara el silencio con cualquier cosa genérica, sin saber cómo seguir la conversación. Con Adam había más confianza, y había podido hablar con soltura de cómo se había sentido al no tener que explicar demasiado una situación que le era más familiar. Pero con el kamaitachi no había esa familiaridad, y tener que explicar los detalles era algo que le costaba; no solo por el recuerdo, sino porque no le parecía justo cargar a un desconocido con los detalles de algo horrible.
—No fuimos los únicos a los que… —respiró hondo, mientras asentía. Ya no podía hacerle más daño a nadie—. El primer día ya estaba matando gente en la plaza. Tenía que hacerse.

Era algo de lo que se había autoconvencido poco a poco desde que había pasado, y le había llevado bastantes días llegar a la conclusión de que había sido no ya la mejor opción, sino prácticamente la única que había habido. Huir no había sido una posibilidad, porque estaba claro que físicamente era superior a todos ellos, y solo habría supuesto que murieran sin hacer nada
—La verdad es que en el momento no piensas nada. Solo…solo tenía miedo y quería sobrevivir. Pero luego solo podía sentirme culpable, ¿sabes? No podía dejar de pensar que no era mejor que él, porque le había matado
Las circunstancias ni los motivos habían sido los mismos, pero a veces aquel pensamiento volvía a ella de manera intrusiva para recordarle que siempre tendría las manos manchadas de sangre.

El Caballero Ciervo habría traído una exagerada positividad y sabría qué responder a una pobre conciudadana con un tema bastante difícil. Es lo que habría pasado tan solo unos días atrás, pero ahora Erknest actuaba como el chico que realmente era (o al menos estaba en ello) y no tenía ni la más remota idea de qué hacer. Quería animarla, claro, tanto como quería convencerse a sí mismo de que todo saldría bien. ¿Pero cómo? Por lo que contaba la francesa quedaba más que claro que ese "cosechado" era un monstruo, pero la duda de antes estaba ahí.

Aterrado y dando gracias mentalmente de que no pasara algo parecido a aquello cuando llegó a la ciudad, de momento siguió escuchando con más atención si se podía la reflexión de Amira. Solo con lo que decía podía sentir el peso con el que cargaba y, bueno, no lo había preguntado a pesar de haber querido hacerlo pero acababa de confirmarle que fue ella misma. Erknest estaba procesando a toda velocidad alguna forma de ayudar. Aunque tal vez para estas cosas lo que hiciera falta fuera justo lo contrario.

Dejando de lado la vergüencilla que había tenido desde que se sentaron, el kamaitachi se movió un poco más cerca de donde estaba la valkyria. El héroe le habría puesto la mano en el hombro, pero él dudó mucho y no llegó a hacerlo. Lo que sí hizo, aún costándole, fue empezar a decir de forma pausada: -En-Entiendo... (En realidad no, no me he visto en la situación y tiene que ser horrible. Es más bien que entiendo que te sientas así, supongo) Pero... No eres como él, ni de lejos.- Los nervios le podían bastante, así que trató de explicarse un poco más aprisa y con más gesticulación con las manos: -Qu-quiero decir, era un villano totalmente que no iba a parar de hacer daño a los demás. Tú no pareces alguien así. Y, aunque hayas tenido que hacer eso, imagino que no fue la primera opción y aparte no es que quisieras. Eso es una diferencia muy importante, creo. ¿No?-

Amira le estaba dando vueltas a demasiadas cosas como para notar que Erknest se había acercado a ella, pero tampoco era algo que le molestase. La conversación no era fácil, y que en vez de un lugar más conocido, como Serpentaria, fuera en unas ruinas (y precisamente en el sitio en el que había pasado todo) no lo hacía mejor.

Escuchó sus palabras sin interrumpir, mirándole por primera vez en un rato. No iba a culparle por estar nervioso, porque ella tampoco hubiera sabido qué decir estando al otro lado de la conversación. Aquello se lo había dicho a sí misma muchas veces. Que solo había esa opción, que era la solución, que Setenta y siete no tenía manera alguna de redención. Pero era distinto oírlo de otra persona, como si todo aquello no hubieran sido solo excusas para sentirse mejor y fueran algo que se veía desde fuera, algo real.
—Eso…eso quiero creer. Que al final fue porque no quedaba otra.

Tampoco era que hubiera sacado el tema buscando consuelo. Solo quería decirle que al final no siempre las cosas salían bien, y que no siempre se podía hacer todo lo que se quería.
» Pero por eso no puedes culparte eternamente de lo que no pudiste hacer. Las cosas pasan, y hacemos lo que podemos, y a veces no es lo que hubiéramos querido… Y no por ello somos peores personas.
Amira no esperaba que se dejase de sentir mal de un día para otro. A ella le había llevado tiempo, y aún no se había ido del todo, pero esperaba que al menos aquella conversación le estuviera sirviendo de algo. No sabía cómo se habían producido los acontecimientos en el caso de Erknest, pero tenía bastante claro que no había sido su culpa, y que no merecía vivir eternamente bajo esta.

Erknest esperaba haber mejorado la situación con aquellas palabras, atento a la reacción de Amira para comprobar su efecto. La respuesta que llegó... No sabía como interpretarla. Pensaban lo mismo, pero no vio ningún cambio en la francesa. ¿No había sido suficiente? ¿O es que necesitaba tiempo? Él, a pesar de todo lo que le habían apoyado, todavía pensaba en lo ocurrido. No sería raro que le pasara lo mismo a ella, pero aún así... Si podía quería ayudar, pero no sabía...

Cabizbajo, lo siguiente que dijo la valkyria le abrió un poco más los ojos tanto literal como metafóricamente, sacándole de esa duda. Tal vez no era la respuesta que habría querido escuchar, pero sabía que era la verdad. Ambos habían pasado por una situación en la que no querían estar y habían sufrido las consecuencias. Amira había tenido que dar un golpe de gracia a un monstruo, él había intentado detener a otro. Ni se acercó siquiera a darle un tajo con las cuchillas, pero se había plantado frente a él aun temblándole las piernas. Había jurado proteger a Sagaz y, aunque tuviera miedo, estaba dispuesto a cumplir su palabra. Era lo único a lo que podía agarrarse para pensar que hizo algo, aunque solo hubiera sido retrasar levemente la muerte de su protegido.

Recordó entonces el último libro que había leído antes de ser cosechado. Lo pidió por casualidad creyendo que sería otra historia fantástica, pero cuando lo terminó se sintió demasiado identificado con la protagonista, salvando las distancias de los problemas de cada uno. El mensaje le recordaba a las conclusiones que estaban teniendo allí, las que quería pensar le animaron a aceptar la invitación para ir a Rocavarancolia. Con una sonrisa nostálgica, el caballero dijo: -Al final, hay algunos gigantes a los que no se puede vencer. Pero enfrentarse a ellos es la forma de salir adelante, ¿no?- Con aquella pregunta volvió a mirarla.

Estaba recuperando la llama de la esperanza. Se levantó y continuó sincerándose: -Yo... quiero ser un ejemplo para los que lo pasan mal. Quiero ayudar, dejarles claro que las cosas irán a mejor, que hay justicia y bondad en el mundo.- Miró al horizonte, con la sonrisa un poco más amplia y una aspiración clara.

-Quiero ser la esperanza para los que no saben seguir adelante y están solos. Para evitar que pasen por lo mismo que yo. Para que sepan que somos más fuertes de lo que creemos

Se mordió el labio con nerviosismo, esperando que al menos todo aquello hubiera servido de algo. Le daba igual tener que explicar algo que seguía doliendo, y pasarlo algo mal, si con todo eso al menos podía hacer que Erknest se diera cuenta de que no había hecho nada mal y que no merecía torturarse por ello eternamente. A ella le costaba, pero había mejorado bastante desde el principio.

Sus ojos se iluminaron un poco cuando empezó a hablar. Aquello era justo lo que pretendía, que se diera cuenta de que al final importaban las acciones más que los resultados. Ya tendrían tiempo de mejorar, y estaba claro que no les iba a salir todo bien a la primera, pero el tener una actitud correcta era un primer paso.
—Eso es —sonrió.

Su sonrisa se amplió un poco más a medida que Erknest seguía con el discurso. Vale, lo último sonaba ya demasiado rimbombante para ella, y bastante exagerado, pero compartía el sentimiento. El mundo podía ser horrible, pero había cosas buenas en él. Ella misma quería hacer las cosas porque eran lo correcto, y no tendría ningún sentido hacer lo correcto si el mundo fuera un lugar injusto y malo por naturaleza.
—Seguro que podrás hacer todo eso —le dijo. No se incluía a sí misma, porque su perspectiva era demasiado distinta y mucho menos ostentosa, pero no por ello el sentimiento era menos sincero.

No era la primera vez que se recordaba el por qué aspiraba a ser un héroe, y probablemente no sería la última. Pero esta vez fue la primera que sintió verdaderamente genuina. No es que hubiera mentido en las anteriores, pero nunca había sido honesto consigo mismo. Gracias a la ayuda de sus dos amigos y la charla con Amira, por fin podía sincerarse y verbalizar los motivos de verdad que siempre había llevado. La sombra de los días anteriores estaba lejos de marcharse... pero con aquello daba un paso para dejarla atrás.

Las cálidas palabras de la francesa le recordaron que no estaba solo, mirándola de nuevo con una ligera sonrisa renovada. -Eso espero- contestó asintiendo. Se quedó en silencio, entreabriendo la boca un par de veces sin saber cómo seguir. Al final, se rascó la nuca y dijo algo tímido: -Esto... Me cuesta mucho abrirme. Realmente hasta hace unos días ni siquiera había hablado en serio con Chromsa y Adam, pero con todo lo que ha pasado me gustaría cambiar. Aunque haya sido de casualidad, me alegro que nos hayamos encontrado.- Con un rubor y una sonrisilla, terminó: -Muchas gracias, de verdad.-

O al menos es lo que hubiera querido, pero la inseguridad era una cosa que siempre andaba molestando. Un pelín nervioso, terminó de verdad: -Y perdona por haberte dado la vara con todos mis problemas, tampoco quería molestar en realidad...-

Se levantó de los escombros mientras le miraba, algo más animada. Aquellas cosas siempre costaba hablarlas, y la sensación de vulnerabilidad era extraña con desconocidos, pero había merecido la pena viendo el ligero cambio de actitud de Erknest. Hizo un gesto con la mano como quitándole importancia a sus palabras, dando a entender que no había sido ninguna molestia.
—No me tienes que pedir perdón. Las cosas viene bien hablarlas —aquello iba también por ella. Quitando la última conversación con Adam, a Setenta y siete apenas le había vuelto a mencionar, y mucho menos lo que le había provocado. Lo de seguir los consejos que daba era una asignatura pendiente, desde luego —. Y no molestas para nada.

Sonrió con sinceridad. No había sido algo planeado ni de lejos, pero tampoco se arrepentía de haberse parado a hablar con él.
» Y si necesitas cualquier cosa estoy en Serpentaria, ya sabes.
Se despidió con la mano, dirigiéndose de vuelta a la torre con su pegaso.

El caballero pudo relajarse en cuanto la valkyria le hizo saber que no tenía problema con aquella charla imprevista. Estando de acuerdo con lo que pensaba, sonrió con ilusión renovada tanto por eso como por lo siguiente que dijo. -Gracias. Y lo mismo digo, al menos de momento hasta que vuelva a mi casa- respondió animadamente. No había hablado todavía con Chromsa y Adam cuanto iba a quedarse en Serpentaria, aunque Erknest tenía claro que, teniendo su "guarida de la justicia" (tenía que buscarle un nombre urgentemente), no era demasiado justo que se quedara mucho tiempo en el torreón. No podía negar que le estaba viniendo bien tener a sus amigos cerca, y ahora que estaba intentando mejorar tal vez era el momento de conocer a gente nueva. Amira le había caído muy bien, así que probablemente la buscaría para charlar de nuevo de algún tema menos profundo. Y había más gente aún por Serpentaria, de hecho tal vez podría intentar acercarse a cierta chica con la que quería hablar desde el día que conoció al pegaso y al fauno... -(¡Bu-Bueno, poco a poco!)-

Amira se despidió, a lo que el kamaitachi hizo lo mismo agitando una de las manos. Mientras veía como desaparecía de la calle, respiro contento por la casualidad tan buena que había sido aquel encuentro. Tal vez no había practicado su vuelo todo lo que le hubiera gustado, pero no podía quejarse cuando el cambio había sido mejor. Entro al patio de la casa a medio derruir y tomó su zurrón del suelo, dispuesto a marcharse. Al levantarlo, se fijó en un detalle en el que no había caído cuando llegó. Se acercó un poco más a la entrada, con los ojos entrecerrados y la boca ligeramente entreabierta intentando buscar explicación a lo que parecía ver. Cerca de la puerta, en la pared interior de lo que en algún momento fue el pasillo de entrada, había unos dibujos en distintos colores y tamaños de libélulas. No solo le llamaba la atención el significado que pudiera tener eso allí, sino que le recordaban mucho a los graffitis que había visto en La Tierra, parecían haberse hecho de forma muy parecida. Extrañado, miró al interior de la casa ya desde el marco de la puerta. Había alguna pintada más y un nombre... -¿Dragonfly?- repitió sin tener muy claro qué o quien era.

Como el kamaitachi no se fiaba del todo de que pudiera haber alguien dentro, decidió alejarse aún con dudas al respecto. No era la primera vez que había algo raro entre las ruinas, pero nunca algo de ese estilo. ¿Sabrían algo Fárladann o la gente del mercado? Por preguntar no perdía nada. Además, le apetecía pasear un poco más.

-Tal vez las cosas no hayan ido bien, pero... seguiré adelante. Por Rocavarancolia. Por mis amigos. Por mí.- Con aquella declaración al aire, el caballero siguió su camino.