Barrio de los Mil Dioses

Rasqa continuó acosando a las hienas con poco más que su imagen en las alturas, considerando la situación y alegrándose de la buena puntería tanto de Kimbra como de Irianna. Sin embargo, al ver que el plumoso seguía huyendo de ellos, le dieron ganas de descalabrarlo vivo.

—Como no le ayudemos lo van a tullir aún más—escupió exasperado antes de devolver la atención tomar una decisión estúpida. <<Nosotros tenemos más motivos para romperle las patas>>—. ¡Tened cuidado!—pidió al grupo, que parecía estar lidiando con decencia contra las otras tres.

Y aceleró en el aire tras Ziack y la hiena que se lo quería comer. El parqio desenfundó el cuchillo, descendió hasta situarse más o menos a la altura de la hiena y se cernió sobre ella tal y como había aprendido en las Islas: lanzando una fuerte dentellada al cuello que, en esta ocasión, iría acompañada de un intento de puñalada en el costado. Sabia que a aquella velocidad acabaría rodando, por lo que al saltar, plegaría las alas contra su cuerpo amortiguar daños.

Varsai observó con fastidio como la flecha fallaba e iba a estrellarse contra un muro cercano. Soltó la segunda con esperanzas de acertar esta vez y después se paró a mirar brevemente en derredor mientras sacaba una tercera flecha del carcaj.

Irianna levitaba sobre las hienas y demostró tener mejor puntería que la niña acertando las tres flechas que dirigió a las hienas desde el aire. Kimbra también hizo gala de sus habilidades como cazadora.

La balera vio moverse algo por el rabillo del ojo y dirigió allí su atención para encontrarse con una de las bestias a punto de atacar a Devoss, sin detenerse a pensar mucho Varsai disparó la tercera flecha con intenciones de hacer recular al animal y que no saltase sobre el humano.

1-35: Acierta.
36-100: Falla.

El miembro 'Dal' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

'Dado de 100 caras' : 69, 5

La flecha, como era de esperar para una cazadora experimentada como ella, dio en el blanco, aunque para su disgusto no mató a la hiena, sino que solo la dejó gravemente malherida, gracias también a otro disparo certero de Irianna, dándole a esta la oportunidad de retirarse apresuradamente viendo su muerte cercana. A la engendro le hubiera gustado perseguirla al tratarse de una caza segura, pero en aquel momento no se trataba de conseguir piezas para el abastecimiento, sino de salvar a sus compañeros del ataque de las crías de bestia.

Kimbra evaluó durante algunos segundos el campo de batalla para tomar una decisión sobre su próximo movimiento. Una de las hienas, la que no contaba por el momento con ninguna herida, comenzó a perseguir a Ziack, siendo esta perseguida a su vez por el parqio, por lo que Kimbra la anuló de su objetivo inmediato, al igual que ocurrió con la segunda hiena, al considerar que, dadas sus heridas, podía ser derrotada entre Varsai y Devoss, si el humano conseguía reaccionar a tiempo. Por su parte, la Hija de Lunas se centró en la tercera y última de las hienas.

Cargando una flecha y tensando el arco con rapidez, Kimbra consiguió que su disparo fuera certero y terminara de debilitar a la tercera cría de bestia, para luego abalanzarse sobre ella, machete en mano, con la intención de degollarla de un solo movimiento. El iris de la krabelinense no dejó en ningún momento el color carmesí.

El caos se desató, había empezado la lucha. Todo era confusión, incluso el enderth salio huyendo, perseguido por una de las hienas y el parqio detrás de esta. Las flechas salían disparadas cruzando el aire, algunas se perdían y otras encontraban carne que atravesar. Y yo sin saber que hacer, esta situación se me hace rara, me quedo inmóvil, quizás por miedo, o quizás por lo estúpido que parece que haya hienas en este planeta.

Sea por lo que sea consigo moverme, y no es por un motivo cualquiera. Al principio eran cuatro hienas, pero en mi desconcierto había perdido de vista a una. Entonces escucho los gruñidos del animal , instintivamente me agacho y ruedo sobre el suelo, y así ponerme de cara a mi atacante. Sonrío al ver que esta herida. No voy a dejar que me ataque, los demás están luchando y yo no voy a quedarme paralizado. No debo ser el eslabón débil.

Así que me pongo en posición, no he sobrevivido a un escarabajo gigante para morir por una bestia carroñera. Doy un paso para atrás, para después intentar golpear a la hiena en la cabeza con un movimiento hacia adelante.

El pánico se apodera enseguida de mi, creía que estaba preparada. >>¿Pero era realmente así?<<.
El lugar se vuelve una situación caótica, varias flechas silban y vuelan en diferentes trayectorias, todo sucede tan rápido, que no me da tiempo a fijarme en el origen de la mayoría de ellas, Irianna empieza a levitar, y tan pronto como empieza a ascender su cuerpo lo hace también mi envidia. >>Si tan solo pudiese realizar ese hechizo, proporcionaría mayor ventaja al grupo.<<
Kimbra y Rasqa también luchan, el parquio vuela lanzando dentelladas, y la krabeliense con su arco y su machete.
Un poco más lejos, distingo a Varsai haciendo acto de su habilidad con el disparo.
Devoss y yo permanecemos en guardia, a la espera, hasta que una hiena nos soprende por detrás, fue el holandés quien reacciona a tiempo, yo, solo consigo gritar del susto y caerme al suelo, rasgándome un poco de piel con las piedras. Me incorporo rápidamente, con el corazón en la garganta y las piernas flojeando.
Devoss ataca con su lanza, un rápido movimiento, del que no estoy segura al cien por cien si funcionará, de un salto me pongo a su lado, dispuesta a defenderle si falla.
-No me creo que vaya a decir esto, pero ojalá hubiese venido Roaxen. -susurro lo más bajo posible para mí misma.

Dar con el  pollo no fue demasiado difícil; los calentamientos en el torreón le habían ayudado a aguantar el ritmo y a no cansarse apenas. Sin embargo, haciendo un nuevo alarde de inteligencia, el pájaro huyó de ellos. El grupo lo siguió; si bien no eran los únicos que lo reclamaban. Unas hienas querían asarlo para comer. Sigrún no podía culparlas; él haría lo mismo en su situación. Para él la búsqueda había llegado a su fin, pero sus compañeros aún tenían la esperanza de llevarlo de vuelta al torreón con vida. Sin comentarios.

Las hienas comenzaron a atacar en busca de cena humana. Sigrún se acercó más al grupo e intentó cubrirse las espaldas con ellos. Inmediatamente sacó la daga que había cogido en la armería y repasó los entrenamientos con Roaxen mentalmente.

Kimbra hirió mortalmente a una, que no tardó en retirarse. Otra se decidía entre Rasca e Irianna (que había empezado a levitar), una tercera atacó al Holandés Errante y la última se centró en el pollo, mordiéndole un brazo y llevándose varias plumas en el proceso. Sigrún no pudo evitar un gesto de dolor; no solía empatizar con facilidad, pero decididamente no le gustaría estar en su pellejo.

Irianna apenas tuvo tiempo de alegrarse por haber acertado tres disparos seguidos. Todo sucedió demasiado rápido y era imposible reaccionar a todo lo que sucedía al mismo tiempo. Por suerte, mientras ella trataba de ayudar a Devoss, Rasqa decidió tomar como objetivo la hiena que todavía intentaba atacar a Ziack. Cuando comprobó que su flecha había llegado tarde, aunque por suerte no la de Varsai, y quiso acercarse levitando rápidamente. Su soltura con el hechizo, que estaba muy lejos de ser perfecto, sumado al gasto energético provocaron que la lacustre se viese de pronto reclamada por la gravedad, habiendo perdido por completo el control del sortilegio de levitación. Con un grito, la idrina se precipitó hacia el suelo y, aunque fue con los pies por delante, se torció el pie derecho y acabó cayéndose de lado. El pie le dolía, pero no tuvo tiempo de lamentarse por ello cuando la hiena que había atacado a Devoss, ya considerablemente malherida, decidió que la chica se había convertido en una presa más fácil y se giró hacia ella, gruñéndole. Se notaba que el animal, tras recibir dos flechazos, no estaba precisamente en sus mejores condiciones, e Irianna, movida más por el pánico que por arrojo, sacó rápidamente su daga y la movió torpemente en dirección a la hiena justo cuando esta se lanzaba sobre ella. La idrina recibió un zarpazo en un brazo al tiempo que su arma se clavaba en el pecho del animal, quien debido a ello se retiró, ya demasiado herida como para considerar continuar y que inició finalmente la retirada tratando de alcanzar a aquella que ya las había abandonado hacía un buen rato.

Irianna trató de levantarse, con la respiración agitada y el pulso acelerado, tambaleándose y suprimiendo un quejido de dolor. No podía pararse a examinar el pie en aquellos instantes, aunque no parecía ser demasiado grave ya que podía mantener el equilibro y el dolor que sintió al realizar unos pasos de prueba era soportable.
—¿Estáis todos bien? —preguntó mientras miraba a su alrededor— Ziack… ¿Por qué sigue huyendo de nosotros? ¡Ziack, vuelve!
Había visto al enderth, ya libre de la hiena que le perseguía, alejándose cada vez más de ellos y no se lo pensó ni un instante a pesar de su estado. Tenía que alcanzarlo antes de que lo volviesen a perder de vista.

Rasqa se levantó del suelo excitado por haber logrado deshacerse de la hiena. Le dolía ligeramente el ala izquierda pero no era la primera vez que se la golpeaba en una caída (o aterrizaje) y sabía que no le impediría volar. Además, la emoción del momento lo había cegado por completo. Antes de prestar atención a sus compañeros, rugió a la hiena que huía de él.

—¡WOAH! ¿Habéis visto lo que he hecho? —gritó entonces con cierto orgullo y ganas de presumir. El parqio dio un par de saltos enérgicos antes de caer en que se había olvidado de algo importante — ¿Vosotros estáis bien?

Una vez viese que no habían sufrido daños irreparables, volvería a ofrecerse para buscar de nuevo al Enderth y, en esta ocasión, si volvían a perseguirle las hienas, dejaría que estas disfrutaran de ave cruda.

Sigue en el Puente del Abismo.

No salio como planeaba. Inmediatamente siento un gran dolor. No habia sido lo suficiente rápido, cosa que aprovechó la hiena. Arrancándome carne a la altura de la ceja derecha. No puedo reprimir un grito de dolor. Por suerte la flecha de Irianna hizo que la hiena huyera. Junto con las otras.

Me quedo sentado, maldiciendo a la maldita hiena una y otra vez,con una mano puesta en la herida.
-Yo no muy bien que digamos, Rasqa. Malditas carroñeras.- Le respondo al parqio. Lo peor de todo aparte del dolor es lo estúpido que me siento, ya que la mayoría no han salido heridos.. Destrozo una parte de la camiseta para hacerme un vendaje, tal y como me enseño mi padre en una de sus lecciones.

Me doy cuenta de otra cosa, el maldito Ziack estaba huyendo otra vez. Toda esta pelea ha sido para nada. ¿Solo ha servido para que tengamos que perseguirlo de nuevo?

-Pájaro estúpido, ya verás cuando te pille.- Mascullo en voz baja mientras me incorporo.- ¿ Y ahora que hacemos? ¿Seguimos intentando cogerle?

Siguieron luchando, Kimbra, con su gran habilidad, hiere a una de las hienas de forma brutal, e Irianna prosigue acertando con sus flechas. Algunas de las fieras empiezan a retirarse, asustadas por las buenas tácticas de combate de algunos de los de Letargo. >>De algunos<<.
Sin embargo, yo solo aprieto las dagas con mi pecho, siento el frío del acero, y pensando en que haría Imre en esos momentos.
Miedo, esa es la palabra, te paraliza. >>Pero...¿Por qué?, creía que estaba preparada para luchar por mis amigos, y de hecho hace diez minutos creía estar mentalizada para acabar con cualquier cosa que se interpusiera en mi camino, aun así...<<
Cuando de una vez por todas, el deseo de pelear elimina al pánico totalmente, la hiena que deseaba con ansias la cabeza de Devoss casi consigue su propósito. No me dio tiempo a advertirle porque todo ocurrió en décimas de segundos, el mordisco es fuerte y veo como una pequeña franja de sangre surge en la frente de Devoss, por suerte el corte es superficial, pero por los pelos.
-¡Vete¡- le grito al animal, acercándome a la vez al Holandés- ¡Venga, Largo¡.

Huyen, se esparcen como si nada, todo gracias a los que tuvieron lo que hay que tener.
Pero que débil.
Pero que estúpida, y tonta, y además cobarde.
Estoy enfadada, no con nadie en particular, sino conmigo misma, y con Ziack. >>¿Por qué no he sabido reaccionar igual que cuando Armonía atacó a Varsai?.<<
-Le han dado a Devoss, nada grave.- le respondo con cabeza gacha a Irianna y Rasqa.
>>Pero podría, si ha sido leve, no se debe a que yo haya hecho algo para parar el ataque.<<

Mis ganas de cagarme en todo no disminuyen, rebosan cuando el enderth vuelve a huir, otra vez, no sé si en otra dirección o no.
Escucho la pregunta de Devoss con interés, no sé lo que el resto va a decir, pero en estas circunstancias no voy a dejar que volvamos a encontrarnos cara a cara con la muerte. La próxima vez, puede que nos gane el pulso.
-Ah, no no no no no. Ni de coña.- digo seria.- Mirad, yo no sé que le pasa, ¿Vale?, nadie lo sabe, y hemos salido a buscarle, es decir, lo hemos intentado, de verdad que sí, acabamos de luchar no solo por nosotros, sino por él. Y acaba de irse de nuevo, yo también tengo ganas de que se solucione esto, pero, no quiero volver a arriesgarnos por el simple hecho de que les demos miedo, o yo que sé.- Hago un parón y continuo hablando. -Yo me volvería- finalizo, quizás, decepcionándome también a mi mísma.
>>El ha escogido, y yo también<<

Sigue en Puente del Abismo

Varsai respiró algo más tranquila cuando vio salir huyendo a la última hiena. Miró a sus compañeros cuando Rasqa preguntó si estaban bien, observó las heridas de sus compañeros y se alegró al comprobar que no eran muy graves, aunque sí parecían aparatosas.

"No podemos dejarlo atrás" escribió a Ruth con el ceño fruncido y una vez se hubo echado el arco al hombro. Se empezó a mover en la misma dirección que Ziack y le escribió a Irianna.

"¿No puedes limitar sus movimientos mágicamente?"

Sigue en El puente del Abismo

La hiena fue degollada satisfactoriamente y, con la intención de conseguir una nueva pieza de caza, la krabelinense se giró en busca de su nueva presa solo para comprobar que estas habían huido. En cuanto se percató de ello se dedicó a preparar su nueva pieza de caza para poder transportarla hasta el refugio. Normalmente, Kimbra se ayudaría de Ámarok para transportar las presas y de todo el material que en las alforjas del mismo habría para ocultar su olor evitando así la llegada de carroñeros, pero en aquel momento solo disponía de su propia vestimenta y de ella misma para llevar a cabo dicha misión.

Lo primero que hizo fue realizar un torniquete sobre la garganta degollada de la bestia con la venda que usaba para cubrir sus ojos y evitar así que el animal siguiera sangrando. A la Hija de Lunas le hubiera gustado partir las flechas que la bestia llevaba clavas consiguiendo que la herida quedara relativamente taponada con la misma flecha, pero que el largo de esta no molestara al ser cargada; pero tuvo que resignarse a dejarlas simplemente clavadas, pues no contaban con muchas flechas en su arsenal y todavía no había dado con ningún material con el que pudiera fabricarlas. Así, la engendro envolvió la pieza de caza en su capa de plumas y se la colgó de ambos hombros, confiando en que la impermeabilidad de esta evitara que el olor llegara a otros carroñeros.

Cuando por fin estuvo preparada para marchar, se percató de que Irianna presentaba cierta molestia en el tobillo, por lo que se acercó con la clara intención de ofrecer su ayuda.

- Irianna, ¿requieres de algún tipo de sustento para caminar?

Ni Devoss ni Ruth parecían tener ganas de seguir persiguiendo a Ziack y, aunque no lo compartía, podía comprender en parte su reticencia. Pero no era propio de ella abandonar a alguien a su suerte de aquella manera, y menos en las condiciones en las que se encontraba el enderth. Negó con la cabeza hacia la humana.
—Si queréis volver nadie os lo va a impedir, pero yo voy a buscarle. Tiene que haber alguna manera de convencerle de que vuelva, es muy peligroso que vague por la ciudad, sobre todo en su estado.
Varsai llegó en ese momento con un mensaje para ella tras haberle escrito otro a Ruth, que por sus gestos sospechaba que la varmana no opinaba de forma diferente a ella misma.

—No conozco todavía ningún hechizo que pueda hacer eso, lo siento —le explicó tras leer su pregunta—. De todos modos... No creo que fuese buena idea, parece que Ziack no se fia de nosotros y no quiero recurrir a algo como eso. Tenemos que… ¿Kimbra?
No había prestado atención a las acciones de la krabelinense, ocupada respondiendo al resto, pero se sorprendió cuando la vio cargar con el animal. Aunque la hija de lunas le hizo una pregunta antes de que pudiese comentar nada al respecto.
>>No, gracias, no es nada —aseguró haciendo un gesto con las manos—. Puedo caminar por mí misma. Pero… ¿vas a llevarte esa criatura contigo? No creo que… Podría portar alguna enfermedad y de todos modos parece muy pesada —le dijo, tratando de disuadirla de que la llevase consigo.

Kimbra miró durante unos segundos el fardo a su espalda y luego volvió a mirar a la idrina. Resultaba obvio para ella que era consciente de la posibilidad de que la carne del animal tuviera algún tipo de enfermedad e indudablemente tenía constancia del peso de la bestia, ya que ella era quien lo llevaba colgado a su espalda. Cierto era que no tenía por costumbre cargar con tal cantidad de peso, pero consideraba que podría arreglárselas siempre y cuando no tardaran mucho en emprender la vuelta al refugio.

- Estoy completamente capacitada tanto para tratar alimentos potencialmente venenosos o contagiosos como para cargar con determinado peso extra durante un periodo de tiempo relativamente corto- explicó.


Sigue en Puente del Abismo.

Ese día había quedado con el parqio para cazar juntos, y aunque no era la primera vez que cazaba si lo era acompañado. Por lo que estaba más ilusionado que de costumbre. El licántropo salió de la Sede con prisas, deseoso de volver a ver a uno de sus compañeros de cosecha  después de haber estado tantos días encerrado en su habitación.

Habían decidido que el lugar sería el territorio de las hienas, por lo que Devoss no podía estar más contento. Últimamente se había convertido en su coto de caza y acostumbraba a pasar mucho por allí. Además, le resultaba bastante divertido e irónico que las hienas( las culpables de uno de sus peores momentos de criba), fueran ahora sus víctimas.

Cuando estuvo cerca de la zona se apoyó en una pared, esperando a que apareciera Rasqa y en tensión por si se le acercaba algún animal o monstruo.