Barrio de los Mil Dioses

De repente abrí los ojos y me alcé de golpe mientras tomaba aire casi con desesperación. Fue un despertar muy brusco, y a punto estuve de caerme del sofá, porque estaba en un sofá.
“¿Pero qué? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo... y por qué?”

Confusión total, así podría describir mi estado. No sabía dónde estaba ni como había llegado hasta allí.
“A ver piensa. ¿Qué es lo último que recuerdo? Ah si, los vomi... Ugh que asco ¿Y luego qué paso? Joder no me acuerdo. Ah, ¿y cuándo ha sido la última vez que bebí algo? Tengo sed. Mucha”

Todavía en un estado hiperactivo eché varios vistazos a mi alrededor tratando de buscar cualquier cosa para beber, pero me di cuenta enseguida que no veía nada bien. Era como si me acabara de deslumbrar con algo y solo veía puntitos que molestaban y me impedían distinguir bien las cosas. Parpadeé varias veces sin que sirviera de nada.
“Genial, encima cegato ¿Hay algo que no me haya pasado aún? Solo me falta morirme. En fin prioricemos. Primero sacio mi sed, luego me centro en lo demás ¿Dónde hay agua?”

Con algo de torpeza me levanté pero me movía algo más rápido delo que esperaba y casi me caigo de morros. “Joder. Creo que la propia torpeza se queda corta a mi lado” 
Los actos de torpeza se repitieron un par de veces hasta que por fin al cuarto tropezón ¿o era el quinto? Da igual, al final conseguí estabilizarme más o menos y me puse a buscar por todas partes cualquier cosa líquida. Ya me daba igual que no me encontrara en Letargo o que lo que encontrara fuera agua u otra cosa. Solo quería beber.
Rebusqué por todas partes hasta que por fin decidí abrir el armario. De la sorpresa me caí de culo.  ¿Pero qué coño?”

Dentro había un... algo. No sabía que podía ser, parecía humano... un poco y encima mi falta de vista no ayudaba. En cualquier caso no pude pensar mucho más porque en ese mismo momento la criatura me iba pareciendo  cada vez más... ¿apetitosa?. De alguna forma mi instinto me estaba diciendo que la solución a mi sed estaba ahí delante.
“No entiendo nada, yo no veo agua ni nada que se le...” y por fin me di cuenta del tipo de líquido que me pedía mi cuerpo.

“Ah no. ¡NO! definitivamente no. No voy a hacer eso no voy a...” En ese momento mi subconsciente, cansado ya de tonterías decidió apagar la parte racional de mi mente y tomar las riendas. Sin ningún tipo de control y con un ansia desmedida me arrojé sobre aquel ser, clavé mis colmillos en su cuello y comencé a beber con avidez el líquido que salía de su interior.

Tap despertó todavía dentro de los pantalones y tardó sus segundos en ubicarse. La mujer tenía razón y Pablo había despertado. <<No estaba muerto..>>. La noticia alivió al repoblador de alguna manera. Al menos hasta que vio el cadáver sobre el que el gigante estaba reclinado y se sintió manchado de sangre. <<Pablo ya no es normal tampoco>> pensó asustado. En realidad, probablemente ninguno de sus compañeros lo fuera ya. Escuchó como la mujer le llamaba vampiro e imaginó que era para Pablo lo mismo que poltergeist para él.

Cuando le acercaron el conejo, Tap no dudó ni un instante en que quería mudarse de los pantalones; Pablo le intimidaba un poco. <<Entro y salgo de objetos...>> recordó las palabras que le había dicho la mujer en sueños. Centró su atención en el conejo y, antes de lo que esperaba, sintió como se zambullía dentro. Los primeros segundos, el viejo peluche se quedó de pie, pero en cuanto Tap hizo ademán de moverse, se cayó de boca. Las extremidades del conejo, orejas incluidas, se agitaron aleatoriamente mientras Tap intentaba aprender a moverse. <<Joder, con la silla y el pantalón parecía más fácil>>.

Necesitó varios minutos para levantarse, ajeno a lo que pasaba en la habitación, pero cuando por fin lo consiguió, lo hizo con cierta estabilidad. Las piernas del peluche eran cortas, pero le sostenían con cierta decencia. Hecho esto, intentó dar su primer paso. Volvió a caer de boca.

A medida que me alimentaba mi sed y mis instintos iban apaciguándose poco a poco, y no solo eso, sino que además a cada sorbo que daba era como si me estuviera recargando o algo. Me sentía cada vez más vivo y mi confusión y desorientación iniciales iban desapareciendo poco a poco. Incluso mi vista parecía aclararse.

Cuando escuché la voz a mis espaldas había terminado de beber prácticamente, y me despegué del cuello del pobre desafortunado haciendo un sonido de succión un tanto inquietante.
La voz provenía de una mujer, o al menos pasaría por una mujer normal si no fuera por “detallitos sin importancia” como los cuernos o la cola.

-¿Mis modales? Pues en mi subconsciente o mis instintos desde luego no están, o no lo parece al menos- Contesté con un aspecto pensativo.
-De todas formas si la necesitaras para algo me habrías separado directamente en vez de hablar ¿no? Y tu misma has dicho que es un regalo así que... mi único crimen es el no esperar. Mis disculpas por eso- Acompañé mi última frase de una ligera reverencia.
-Anda. Ya hemos encontrado a mis modales perdidos. Por cierto, ya que era un regalo, gracias. Ha sido todo un detalle por tu parte-

Me giré un momento para ver el cadáver de lo que me había alimentado, pero ver la sangre por todas partes hizo que me volviera la sed de nuevo por lo que tuve que apartar la vista a la fuerza y recurrir a toda mi voluntad para no tirarme sobre ningún charquito.

-¿Por cierto qué hago aquí? ¿A qué se debe este regalo? No es por parecer desagradable pero no suelo creer en los actos desinteresados, y menos en esta ciudad. ¿Y qué es ese peluche que se mueve?-

Acababa de sentarme cuando finalmente me contó quién era el peluche.
“¿Tap? ¿En serio?” Miré al peluche incrédulo por un segundo.  Vale, me he transformado. En cierto modo lo esperaba pero vampiro... no esperaba algo tan... ¿conocido? Pero lo de Tap ya es absolutamente ridículo. ¿Transformarse en peluche? por favor...”

No tuve mucho más tiempo para pensar en ello porque fue entonces cuando me ofreció el trato. Me quedé a cuadros. Sabía que me pediría algo, pero no esperaba que a cambio me ofreciera algo tan... tan bueno.  "¿Cualquier cosa? Joder. No me esperaba algo así ¿Y ahora que pido? No puedo desaprovechar esta oportunidad”

-Hmmm déjame pensar esto un poco-
Tristemente pensar no ayudó. Y cuanto más intentaba concentrarme más aparecía “sangre” como opción para el trato. Y no quería algo que pudiera conseguir por mis propios medios.

-Vale déjame proponerte esto. Si acepto ¿Qué te parece que yo cumpla mi parte del trato y que tú dejes la tuya pendiente? porque ahora mismo no se me ocurre nada que pueda necesitar de verdad, y no quiero desperdiciar la oportunidad. ¿Te parece bien?-

De vez en cuando todavía tenía que reprimir las ganas de darme la vuelta hacia los restos de sangre que quedaban en el armario. Aunque había bebido bastante la sed no se había ido del todo.

Tap agradeció silenciosamente que la mujer lo subiera al sofá y decidió que, ahora que estaba en una buena posición, lo mejor era no moverse. Escuchó la proposición haciendo mutis obligado y enseguida reafirmó la idea anterior de que Pablo no era normal. Era tonto, del tipo de tonto que se cae de un árbol de cincuenta metros y sobrevive a la caída. <<Le están ofreciendo cualquier cosa que pueda pedir...>>. El peluche se llevó los muñones peludos que remataban sus bracillos a la cara.

Sin embargo, cuando intentó pensar qué pediría él en su lugar, se le ocurrían tantas cosas que tampoco podía decidirse. <<A lo mejor no es tan tonto>>. Y volvió a sus propios problemas de poltergeist novato. En un intento por bajar los brazos de nuevo a su sitio, se tapó la cara también con las orejas.

Teníamos trato. Ahora me tocaba ir cumpliendo mi parte. La jeringuilla con pinta de mosquito resultaba un poco inquietante, pero teniendo en cuenta todo lo vivido en la cosecha mas la naturaleza de mi propia trasformación, si me asustara un simple pinchacito para sacarme sangre sería un vampiro bastante patético. Además ni la sentí, así que sin problemas todo. Luego llegó el espejo, aparato curioso que me gustó bastante.
“Me pregunto si podría usarlo para contactar con alguien más”

Una vez fuera y con las amenazas de rigor sobre mantener secretos tocó emprender la marcha hacia Letargo, con el peluche de Tap en la cabeza. “Menuda imagen de postal tenemos que hacer”

Apenas dí un par de paso cuando caí en la cuenta de un detalle bastante importante.
-Vale si... Letargo. Hay que ir a Letargo si... ¿Tú no sabrás hacia donde está verdad?- Pregunté a Tap, esperando una respuesta que nunca llegó.
-Mierda olvidaba que no puedes hablar- “que gozada por cierto. Podría acostumbrarme a que fuera mudo”

Tras caminar un rato sin rumbo de repente noté que algo nos seguía. Desde poco después de empezar a andar había notado un olor familiar, pero no lograba recordar que era. Al poco rato escuché los pasos. Los notaba con claridad, pero cuando me volvía no veía nada. No fue hasta la tercera o la cuarta vez que miré cuando por fin pude ver al causante. Era una hiena, y la razón por la que no la había visto era porque mis oídos me habían engañado. Escuchaba los pasos como si estuvieran bien cerca, pero la hiena se encontraba a una distancia mayor de la que había calculado. “¿Desde cuando oigo tan bien?”
La hiena en cuestión no era muy grande, de hecho era más pequeña que cualquiera que hubiera visto en el anfiteatro.  ¿Una cría quizás?” En cualquier caso sus intenciones eran claras. Buscaba comida, y la había encontrado. “Y yo también” me llegó desde algún lugar de mi subconsciente.

En circunstancias normales habría intentado abatirla con el arco mientras intentaba huir, pero pasaban dos cosas. La primera, que no tenía el arco, y la segunda. Que en contra de  lo que cualquier persona sensata haría yo ahora mismo no quería marcharme. Es más una idea se iba formando en mi mente, y la sed no ayudaba.

-Si me disculpas Tap voy a ocuparme de esto- Dije mientras lo dejaba en el suelo y me encaraba a la hiena. A partir de aquí actué prácticamente por instinto, retrocediendo un poco a medida que se acercaba e intentando dar la sensación de que estaba asustado, actuando como la presa que debería ser. “Vamos ven. Para cuando descubras que la cosa va justo al revés ya será tarde”
La hiena se acercó con cautela al principio, pero al final acabó lanzándose sobre mí con una furia mayor de la que esperaba. De nuevo mis instintos tomaron el control, y antes de que me diera cuenta había saltado hacia un lado esquivando la embestida, agarré el animal por un costado y le asesté un mordisco en el cuello. El animal forcejeó un rato, pero al final se quedó inmóvil.

Con un esfuerzo mucho mayor de lo que creí necesitar conseguí desviar mi atención de mi presa hacia Tap para volver a colocarlo sobre mi cabeza, sin darme cuenta de que lo estaba pringando de sangre en el proceso.
-Bueno ya está. ¿Seguimos? Si hay hienas no debemos de estar lejos del anfiteatro así que ya tengo una idea de hacia donde ir-

Con la hiena en bracos y alimentándome a la vez que caminaba continué el camino. Mientras de vez en cuando observaba la luna algo embobado. Entonces no tenía forma de saberlo, pero mis ojos ahora eran del mismo color que el astro.


Sigue en el Torreón Letargo.

Tap todavía no se sentía demasiado capaz de confiar del todo en Pablo, visto lo que acababa de ocurrir. La forma en la que se alimentaba no le gustaba. Sin embargo... <<¿Qué me va a chupar a mí? ¿El relleno?>>. Ahora era un peluche y Pablo no parecía culinariamente interesado en él. Quizá por eso no le dio demasiada importancia y se dejó coger por el vampiro.

Pablo decidió depositarlo en su cabezón, obviamente porque no tenía ni idea de cuanto costaba agarrarse a él con las manecillas de un peluche. Tap acabó despanzurrándose sobre el pelo de Pablo, cerrando sus brazos sobre su cabeza con fuerza e intentando mantener el equilibrio. <<Estúpido gigante. No podía agarrarme de las orejas...>>. Para aliviar su incapacidad para hablar, Tap fue insultando a Pablo mentalmente por todo el camino. Insultos que aumentaron en número cuando Pablo decidió aparcarlo en mitad de la calle para jugar a cazar hienas.

Aprovechó el momento para salir del peluche, dentro del cual se estaba agobiando, y se dedicó a meterse dentro de piedrecillas para arrastrarlas por el suelo. Le estaba empezando a coger el gusto a invadir objetos, le hacía sentir extraña y agradablemente bien, radiante y lleno de energía. Antes de que Pablo volviera con una hiena en brazos, el repoblador consiguió hacer saltar un par de chinillas sin saber muy bien cómo. Tap le dedicó un suspiro mental al gigante antes de volver a meterse en el conejo y dejarse coger. <<En menudos pantalones fui a meterme...>>. El morro del conejo se arrugó de manera inconsciente al mismo tiempo que Tap se asqueaba de que le estuvieran pringando de savia de hiena. <<Luego me vas a limpiar tú, capullo>>. El resto del camino, lo pasó golpeando con los pies del peluche a Pablo en la cabeza, con la esperanza vana de que el gigante se diera cuanta de lo mala idea que era llegar con la hiena al panal y para transmitirle su descontento, en líneas generales.


Se deja llevar hasta el Torreón Letargo.

Varsai junto al resto del grupo siguió a Rasqa cuando éste divisó a Ziack. La niña aceleró el paso pero no se separó demasiado del grueso del grupo. Llevaba el arco en una mano por si acaso los atacaba alguna bestia de la ciudad, todavía no confiaba demasiado en sus habilidades de tiro pero esperaba ser de utilidad.

La varmana vio ella misma al enderth girar una esquina y por una vez deseó poder hablar para darle un grito y que los esperase, pero lo único que la niña sabía hacer era silbar como le había enseñado su hermano Gralo, podía emitir un silbido fuerte pero no estaba segura de si eso atraería algún monstruo por lo que decidió no hacerlo.

No obstante corrió tras el pájaro sin separarse mucho de Irianna.

La idrina casi no podía creer que hubiesen dado con él tan pronto, pero el alivio no le duró demasiado. En cuanto Ziack echó a correr huyendo de ellos, Irianna lo llamó mientras ella misma iniciaba una carrera en su dirección.
—¡Regresa! ¡Es peligroso que vagues solo por la ciudad!
El enderth hizo caso omiso a sus advertencias y a las de cualquier otro y continuó escapando de ellos como si se tratasen de sus carceleros. <<¿Es así cómo nos ve? Tal vez debí haberle preguntado en alguna ocasión qué le preocupaba…>> se lamentó la chica mientras se mordía el labio tanto por el nerviosismo como por el esfuerzo. Su resistencia había aumentado un poco desde su llegada a Rocavarancolia, pero para cuando alcanzaron aquel área desconocida ya comenzaba a faltarle el aire.

Al enderth parecía sucederle lo mismo y se había detenido a recuperar el aliento cerca de un gran edificio de piedra circular.
—Ziack, espera… No te vayas, no queremos hacerte daño. —Se sentía extraña diciéndole aquello a alguien quien ni siquiera habría imaginado hasta aquel instante que podría pensar eso de ellos.
El enderth había comenzado a recular hacia atrás hasta que chilló e inició una nueva carrera que finalizó en un muro. La idrina no tardó en oír lo que había provocado aquella acción de Ziack: cuatro animales de tamaño medio y que no tenían aspecto de ser precisamente amistosos se acercaban a ellos a paso ligero. Entre gruñidos, emitían un sonido extraño que se parecía escalofriantemente a una risa.
>>Ziack, tenemos que huir, ven con nosotros.

Había sido un último intento a la desesperada de hacer recapacitar al enderth mientras, con el corazón latiéndole a mil por hora, Irianna empuñaba su arco y lo tensaba con una primera flecha. Las manos le temblaban al efectuar el disparo, pero apuntó de todas formas a la criatura que encabezaba aquel grupo de alimañas, tratando de apuntar a una de sus patas. <<Que salga bien, por favor>>. Soltó la cuerda.

1-10: acierto
11-30: acierta pero no en la pata
30-100: meeec :]

El miembro 'Giniroryu' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

'Dado de 100 caras' : 61

Rasqa había contemplado la escena desde el aire, calibrando la situación. Aquellos bichos eran casi de su tamaño y los ruidos que emitían le inquietaban demasiado. No se fiaba de aterrizar, pero tampoco quería dejar vendidos a sus compañeros. Que Ziack huyera de ellos no decía nada bueno de él y Rasqa valoraba más al conjunto que formaban quienes le buscaban que al propio pichón fugitivo, con el que apenas había hablado. En todo momento, el parqio había sabido que para él lo importante era la salida, no Ziack.

La flecha de Irianna fue el detonante que necesitó para saber que la situación no era favorable para los suyos y Rasqa hizo lo que mejor sabía: hacer un poco de bulto. Descendió unos metros y comenzó a volar en círculos sobre las hienas, cual ave carroñera, con las alas extendidas y una de sus patas delanteras aferradas a la daga que llevaba al costado gracias a un cinturón ligero.

El reptil cogió aire y rugió con fuerza, esperando que aquello les acobardara. Si las cosas empeoraban, Rasqa estaba listo para lanzarse puñal en garra contra aquellas bestias. Ya había cazado mamíferos en las islas y el parqio se creía capaz de abatir en solitario a uno de ellos.

Entonces apareció un problema más en este extraño mes y medio. Cuatro hienas. Bastante furiosas y gruñendo ( o riendo). Instintivamente doy un salto hacia atrás, para alejarme de su posición. -¡Joder, hienas! Este sitio tiene cada vez menos lógica.- Mi confusión llega a su limite ¿Es que aquí nada tiene sentido?

Rápidamente una flecha silba por el aire, por desgracia la idrina no acierta al animal, pero es lo que necesitábamos, una señal. Debido a su movimiento salgo de mi ensimismamiento y me pongo a la defensiva. Mientras, Rasqa vuela alrededor de las hienas, estaba rugiéndoles, no les estaba atacando, pero estaba claro que lo haría sin problemas.

Agarro fuertemente la lanza, hasta que los nudillos se me vuelven blancos. No pienso quedarme tampoco de brazos cruzados, si una de ellas se abalanza sobre alguien debo estar preparado. Intento tranquilizarme...pero claro, ¡¿ Quién puede conseguirlo en tales circunstancias?!

Enseguida noto que me arden los pulmones, paro y jadeó un poco doblándome por la mitad y apoyando las palmas de las manos sobre las rodillas. >>Mierda, me estoy oxidando<<.
Enseguida pillo el juego que hay que seguir para atraer al enderth, realmente no encaja con lo que siento por dentro, que son unas ganas impresionantes de chillarles a Ziack, pero, si no actuamos de forma tranquilizadora, solo provocaremos que vuelva a reaccionar con miedo, y puede que esta vez, le perdamos de vista.

A lo lejos distingo algo nuevo, cuatro sombras, bestias, animales, peligro. >>¡Hay que correr pero ya¡<<.
-Un momento...-digo clavando la vista en las fieras que emiten pequeños quejidos, parecidos a risas, quizás divirtiéndose al pensar lo sabrosos que estaremos cuando nos hinquen el bocado.- esas...¿Son hienas? ¿Osea, hienas aquí? -pregunto con alarma en la voz, en dirección hacia Sigrún y Devoss, pues desconozco y dudo que se den esa clase de animales en los otros mundos.
Maldición, lo que nos faltaba.
Comienzo a perder los nervios y vuelven a sudarme las manos.
Me adelanto para volver a llamar al enderth, esta vez casi como una orden, debía notar que estaba hablando totalmente en serio.
-¡Ziack, esto no es un juego, vuelve aquí¡ -grito lo suficientemente bajo para intentar llamar su atención, y no la de las hienas.- después si quieres hablamos que ha pasado, pero vuelve -repito ahora más calmada.

Me sitúo al lado del holandés y trago saliva, venga, que el entrenamiento con Jace haya servido de algo. Alzo las dos manos con las dagas preparadas. No debo dudar.
-¡Hay que estar preparados¡.
Veo como una flecha de Irianna se pierde en la distancia y rezó para toque la carne, pero el tiro es errado. No importa, seguro que a la siguiente acierta.
Si las mantenemos a raya mientras esperamos a que Ziack vuelve, puede que lo consigamos