Torreón Letargo (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Llegamos a las afueras del torreón, que esta completamente cubierto de enredadera, a primera vista no se ve la puerta, así que me pongo a buscarla ...
-Ayudarme por favor - les pido a Elliot y a Gael - ...
Comienzo a golpear con la punta del bate suavemente sobre las enredaderas, esperando oír algo que no sea la madera golpeando contra la piedra bajo de las enredaderas ...

Bueno, al fin el dolor ha remitido. Ha sido todo tan... repentino. La Luna Roja, esa es la primera memoria que tengo de la noche; más allá de eso, dolor. Parece ser que esta produce algún cambio en mi cuerpo, pero lo único que he podido percibir hasta ahora son éste insoportable mal en los omóplatos y un escozor de origen indefinido por todo mi cuerpo.
Abro los ojos, y veo... Nada. Algo me tapa la cara, como si fuera una manta. ¿Alguien ha venido? ¿Alguien me ha tapado? ¿Me han visto en éste deplorable estado...? Extiendo mi brazo y levanto aquello que me tapa -percatándome, extrañado, que éste no parece el tacto de ninguna manta, sino el de una especie de membrana viscosa-, desvelando de nuevo la habitación en la que estoy. Existe una diferencia, aunque no sustancial, notoria, y es que las paredes están manchadas de sangre. ¿Mi sangre? Me siento y observo mi cuerpo, buscando alguna herida causante de ese mal.
Aunque lo que veo no es eso, no por ello mi espanto es menor. Aparte del deplorable estado de la parte superior de mis ropas -totalmente inutilizables, además de pringosas por la sangre-, veo como mi piel, que siempre fue blanca debido a mis orígenes, se ha oscurecido hasta alcanzar un color gris oscuro. ¿Qué representa que es ésto? Me intento levantar, pero un insospechado peso en la espalda me hace caer de nuevo. Lo intento de nuevo, ésta vez con éxito. Ésto que me cuelga de la espalda son... ¿alas? ¿Ésto era lo que me tapaba antes, lo que ha causado que la habitación se llenara de sangre? No lo entiendo...
Pruebo a mover las alas. No me cuesta demasiado, el movimiento es natural, como si toda la vida hubiera tenido alas en la espalda. A lo que no estoy acostumbrada es a este peso extra en la espalda, aunque en el tiempo que he estado aquí me he vuelto más fuerte de lo que he sido nunca.
Un impulso repentino de curiosidad me asalta. Si son alas... se supone que puedo volar con ellas, ¿no? Me asomo a una ventana y las despliego. Estoy en el tercer piso, tal vez debería...
<<Vuela>>, me ordena una voz.
Y, entonces, con un grito de júbilo, salto.

Y caigo.
Me levanto, no ha sido una caída abrupta, pues las alas me han permitido planear. Aún así, el aterrizaje ha sido un poco brusco y he terminado, literalmente, besando el suelo. Parece que voy a necesitar un tiempecito para dominar esto de volar... y aterrizar.
Armado de determinación, me alzo de nuevo, pocos metros, pero consigo mantenerme. No cejaré hasta que consiga mantenerme en el aire todo lo que quiera.

Me despierto muy agitada. He tenido una horrible pesadilla… Parece que, finalmente, los malos sueños han acabado por venir también a por mí. Me incorporo, asustada, y empiezo a llorar en silencio. Me abstraigo de todo lo que me rodea por un instante y me dejo llevar, sin que me importen ya las apariencias.
Un momento, ¿qué estoy haciendo? Me llevo las manos a las mejillas húmedas con asombro. Hacía tanto tiempo que no lloraba… Casi desde que murieron mis padres, hace ya años. No doy crédito a lo que sucede, pero finalmente acabo dándome una explicación.
<<Es por todo lo que ha sucedido desde que estamos aquí>>, pienso, aunque no muy convencida. <<No podía guardármelo todo durante tanto tiempo. Seguro que es eso>>.
Niego con la cabeza y me levanto, dispuesta a afrontar un nuevo día. Sin embargo, me siento extraña de algún modo. No sé exactamente la razón, pero es como… Si estuviera cambiando. No sabría explicarlo con claridad. Cuando me asomo a la ventana de la habitación lo comprendo todo.
La Luna Roja ha salido por fin.
Retrocedo un par de pasos. Sabía que estaba cerca, pero… Quizás haya estado demasiado ausente últimamente y por eso apenas me he percatado del paso del tiempo. La magia me ha tenido demasiado distraída, demasiado alejada de mis compañeros. Ahora que lo pienso… ¿En qué se habrán transformado? ¿En qué me he convertido yo?
Miro a mi alrededor, confundida. Lo único que sé por el momento es que, por alguna razón, me siento… ¿molesta?... al estar rodeada de objetos sin vida. No sé cómo explicarlo. Es como si sintiera la necesidad de otorgársela… Y algo me dice que soy capaz de ello.
Aturdida, salgo de la habitación y bajo las escaleras. Quizás me venga bien tomar el aire… Así podré aclarar mis ideas. En cuanto llego a la planta baja, me marcho del torreón.

(Sigue en la Cicatriz de Arax).

Después de cenar por el territorio de las hienas devorándome a una de ellas, decido volver al torreón Letargo, debido a que la sensación que he tenido comiéndome a la hiena, que no me ha gustado nada. Me ha gustado comer una hiena... He disfrutado notando la carne cruda recorrer mi cuerpo y sentía como mi instinto me apoderaba...
No podía soportar tener la mentalidad de una bestia y no la que tenía antes y pensé que ya era hora de intentar cambiar eso y vencer mis temores.
Atravesé toda el área Noreste en pocos minutos gracias a mi carrera, me gustaba la sensación de correr libremente y no poder ser atrapado por nada ni nadie, me gustaba sentirme poderoso pero no quería ser una bestia y, recapacitando, pensé que eso podía tener solución. Podía tener la brutalidad, la agilidad y la estrategia de un tigre y combinarlo con la lógica y la técnica de Jau. Podía si me esforzaba...

Cuando llegué a la puerta del torreón, dudé por un segundo si había alguien, pero cuando me acerqué a la puerta no olfateé olor de nadie cercano, y decidí entrar.
Me dirigí a la sala de entrenamiento y tras horas de malas sensaciones, descubrí que la forma más efectiva para volver de forma humanoide, eran los recuerdos. Los recuerdos despertaban mi lado racional y aplacaban a mi otro yo bestial.
Me obligué a acordarme de cosas que tenía escondidas, sueños, recuerdos maravillosos y pesadillas espantosas... Recordé mi paso por la Tierra y mi paso por Rocavarancolia... RECORDÉ TODO.
Las primeras veces conseguía cambiar mis patas a piernas y brazos, pero lo más doloroso era la columna, cuando iba irguiéndose de forma horizontal... Me transformaba hasta conseguir ponerme de pie, pero a los pocos minutos me desplomaba y volvía a ser un gran tigre sin darme apenas cuenta. Al rato, con el paso de las horas, conseguí dominar un poco mis pensamientos más positivos y marcarlos como meta para la salida de mi racionalidad. Era una lucha continua entra la lógica humana y la libertad salvaje. Pero una lucha que se podía librar...
Pasé muchas horas desplomándome y transformándome, y estaba muy cansado, pero el estómago lleno me ayudaba a tener más ánimos. Conseguí transformarme de manera que, tenía piernas y brazos, pero también cola. El bello corporal había desaparecido en algunas zonas, pero en el rostro aún quedaba bastante.
<<Eso se puede afeitar>> Pensé con ánimo.
Después, decidí darme unas cuantas vueltas por la habitación, en forma humana. Estaba muy contento de los progresos. Ya podía andar como humano, aunque en ocasiones me encorvaba un poco, cuando olía algo moverse, pero tras pensar algún recuerdo me erguía con más facilidad...
Decidí más tarde poner aprueba mi agilidad felina, y me puse a andar con las manos haciendo un pino. Cada vez me encontraba más contento.
Por último, cansado, me senté en una esquina y me quedé pensativo, pensando de los progresos y de lo que pasa a mi alrededor y de como estaría en unos días... También me pregunté por mis compañeros....
<<¿Qué será de ellos...? ¿Qué serán ellos...?>>
Me quedé reflexionando en esa habitación, en esa esquina... Y por último, me quedo dormido.

Volviendo de la biblioteca veo el torreón a lo lejos. Me miro a mí mismo y descubro que la ropa no son más que jirones chamuscados. Está prácticamente inservible, y es incómoda. Me dirijo de nuevo al torreón, silencioso de nuevo, lo cual me parecía una mala señal. Atravesé las paredes haciéndome intangible para no perder tiempo, y busqué ropa en los arcones. Saqué un nuevo pantalón negro y una camiseta grisácea en no muy buen estado e iba a ponérmelos, a pesar de que sabía que acabarían por quemarse también. Pero una idea me cruza por la cabeza y suelto la ropa y salgo en busca del libro de magia, que seguía todavía sobre una cama. Busco un hechizo que recordaba haber visto antes pero al que no le había encontrado utilidad entonces. Volver algo ignífugo, volver algo ignífugo... Tal vez no sea lo suficientemente fuerte, pero de momento servirá. Doy por fin con él, y lo leo ávidamente para tratar de memorizarlo, una y otra vez, hasta que creo sabérmelo. Me acerco de nuevo a la ropa que dejé en el suelo y le lanzo el hechizo antes de que se me olvide. Después me cambio la puesta por esa, deseando que dé resultado. Ya no puedo perder más tiempo en el torreón. Como levito en el aire ni siquiera me molesto en ponerme zapatos. Después salgo de allí como he entrado y ya fuera vuelvo a danzar por los aires, sintiéndome libre. Y entonces mi mirada se encuentra con las dos tumbas del patio. Me paro a mirarlas, sintiendo cómo las llamas se intensifican de pronto. No, ¿en qué estoy pensando? Ulises murió hace demasiado tiempo. No, ¡Ulises era mi amigo! Niego fuertemente con la cabeza hasta que las llamas se disipan un poco, y me alejo de allí rápidamente, tratando de olvidar los pensamientos que había tenido al ver las tumbas, esa ansia de comprobar cuál era mi magia. Huyo sin dirección, solo manteniendo la mirada fija en la luna. La Luna nos cambia, es ahora mi presente. Ya no soy el que fui, ¿o tal vez todavía sí?

(Continúa en los Acantilados).

Tras un rato andando aleatoriamente, como movido por una fuerza superior a mí (o tal vez simplemente me he embobado tanto en la luna, que no me he dado cuenta de para donde he ido), acabo llegando a las puertas de un torreón que está cubierto de enredaderas. Juraría que aquí vive más gente, pero mi intención no es encontrar a otros cosechados, de hecho no estoy muy seguro ni de qué intenciones traigo.

Un olor inunda mis fosas nasales y mis pies avanzan solos hasta la enredadera. Era un olor raro, no se parecía a ninguno que hubiera olido antes... <<¿Huele a felicidad?>> Descarto esto inmediatamente, pues me parece una tontería, y paso mi mano sobre una de las flores de enredadera. <<Son tan bonitas...>> nunca me había fijado en lo hermosas que podían ser unas simples flores, ni cualquier tipo de planta o árbol en general, y eso me apena... Me siento como si hubiera estado ciego y no hubiera visto todo lo que había habido siempre ante mis ojos. <<Y pensar que he cortado y tallado tantas ramas... ¿Les habrá dolido?>>

Noto como los ojos se me humedecen y pronto veo una lágrima caer al suelo. No entiendo por qué me ha dado este ataque de pena, pero acabo llorando más y más, al tiempo que trato de alejarme del sitio, para esconderme. Sin embargo, llega un momento en el que algo me impide avanzar. Mis propios pies. Tengo las zapatillas rotas y de ellas salen varias raíces que se encuentran arraigadas en la tierra. Trato de tirar, pero no puedo, al contrario, parece que se afianzan más en el terreno. Mi piel deja de brillar por la zona de las piernas, al tiempo que se endurece y arruga, retorciéndose como si no hubiera huesos ni músculos en su interior...

Al fin, ¡lo he logrado! Si bien aún no acabo de dominar el vuelo a la perfección, al menos consigo alzarme y aterrizar sin problemas. El resto, con el tiempo conseguiré dominarlo.
Subo a la cima del torreón, ahí me pongo de pie encima del almenar y salto.

Y vuelo. Consigo, con unas alas que cada vez domino mejor, permanecer en el aire. Vago un poco por aquí y por allá, observando la ciudad desde un punto de vista hasta ahora desconocido para mí. Ascendiendo y descendiendo, aunque con suavidad y precaución del que aún no se encuentra seguro de lo que hace -aunque creo que es algo más psicológico que físico-. La piel me escuece más que antes, pero el frío aire de la noche rocavarancoliense, junto con mi euforia, logran que casi no lo note.

(¡Me piro pa los acantilados!)

Cuando llego al torreón, una sombra me sobrevuela y miro hacia arriba, alarmado. ¡Una criatura alada! Parece un ángel, pero es de negro color... ¿Ángeles en Rocavarancolia? Quizá hace milenios esto existía y algún ciudadano se mudó a la Tierra y propagó a esos seres como mitológicos... Hum...¿A quién le importa? A mí no, solo me importa ahora que no me ataque, pues tiene demasiada forma humanoide, aunque no he podido fijarme en más detalles, maldita sea... En fin, llego al torreón y esta vez no encuentro la puerta, así que miro hacia arriba <<Tocará trepar...Porque no voy a convertirme en humo habiendo gente dentro...>> Algo de sangre huelo, pero no quiero una situación como la de anoche, aunque habría sido divertido cazar algo mejor que un colaespina... ¡Basta! No se caza a la gente. No, nada de eso. Sacudo la cabeza y empiezo a trepar, pero tengo que ir con cuidado y dando algunos saltos de vez en cuando, hasta llegar a la terraza rodeada de almenaras. Una vez de pie, me acerco a la trampilla y temiendo lo peor, olisqueo la planta de abajo: sangre. Y además, reconozco ese olor : Helli. <<Maldita sea... Maldito yo...¿Y ahora?>> Pero también veo unos cuantos amuletos y rápidamente los cojo, para después volver a la terraza, cerrada la trampilla. Miro mi copia de los hechizos y busco uno que me sirva. <<Levitación, no. Fuego, no. Curación, tampoco. ¿Intangibilidad? Se supone que con esto debo ser capaz de atravesar paredes... Será más rápido que recorrerme todo el torreón... Manos a la obra>> Leo y releo las instrucciones y las sigo al pie de la letra mientras sujeto los amuletos y los apreto con fuerza <<Vamos, vamos...>> El primer intento llega a su fin y no ocurre nada. <<De nuevo, 3...2...1...>> Y lo vuelvo a intentar. Cuando acabo, no noto nada raro y miro las instrucciones y luego a la Luna, a la que grito:
-¡Más te vale no haberme convertido en un monstruo sin magia!
Y después doy un paso hacia la almenara, para irme del torreón, pero el pie atraviesa la piedra. Lo miro parpadeando y me giro hacia la trampilla, la cual atravieso totalmente sorprendido. <<Perfecto>> Y bajo corriendo a la planta donde estén los libros, a la que llego al ratillo. Pero cuando voy a coger el de magia, lo atravieso, así que deshago el hechizo y me siento en el suelo para apuntar más hechizos. Pero un capítulo llama mi atención...<<Magia Oscura...¿Magia Oscura? ¿Solo funciona de noche o qué?>> y empiezo a leerlo, pero solo encuentro un hechizo que sea sencillo, pues solo requiere concentración: Ocultamiento en la Sombra. <<¿Solo necesito concentrarme?>> Pero hay notas en la página que hacen mención a que este es un hechizo racial, de unos seres llamados vampiros, pero no dice más de estos "vampiros". <<Hum...La imagen del ser ese se parece a mí, está chorreando sangre...>> Pensativo, cierro el libro y vuelvo a hacerme intangible para subir a la terraza del torreón, dejo los amuletos en la planta de abajo y vuelvo a trepar hacia la calle, mientras pienso en esa raza, los vampiros... ¿Seré un vampiro acaso?
(Sigue en la Taberna)

Me despierto en el mismo rincón que recuerdo haberme sentado, tras tantas horas intentando controlar mis emociones humanas para controlar mi transformación.
Cuando intento incorporarme, me doy cuenta de que soy otra vez un gran tigre.
Pienso en lo que haría siendo humano para transformarme en algo más humano que un animal, pienso en andar y pienso en empuñar un arma, pienso en abrazar... Poco a poco, consigo convertirme en Jau con más facilidad, pero con rasgos de tigre, con cola de tigre, con un cuerpo enorme y musculado, unas manos con uñas como garras, mi rostro consigue verse un poco humano, pero ahora tengo el pelo más largo y me llega por los hombros, de color rubio y negro, dientes normales, excepto por los colmillos que no son como los de los vampiros, pero al sonreír también me sobresalen un poco, son unos colmillos anchos, y unos ojos brillantes como gatos... Me veo en un espejo y no me disgusta ese aspecto, dentro de lo que cabe.
<< Tampoco tengo tanto pelo como pensaba>> Pienso para mi, bromeando.
Me peino un poco mi nueva melena y veo que voy con una camisa echa jirones y unos pantalones desgastados, pero decido no cambiarme, puesto que no me serviría para nada ponerme ropa en mejores condiciones si luego me podría volver a transforma en un tigre.

Por primera vez desde la salida de la luna roja, salgo de esa habitación andando como una persona humana, ando con dureza pero con un poco de torpeza, pero ando con seguridad... Después salgo del torreón, contemplando como la luna roja, que brilla con la proximidad de la luz del día...
<<Ya queda poco para que amanezca>> Pienso.
Después me convierto en tigre tan solo agudizando un poco el olfato y pensando en la sangre de los animales indefensos... Me resulta más fácil transformarme en tigre, puesto que mi instinto es muy poderoso. Ya no me duele tanto transformarme en hombre-tigre o en tigre completo, y eso me alegra.
Después, decido sentirme otra vez libre y echar a correr como si de una carrera se tratase, sintiendo como la velocidad de la carrera provoca que el viento acaricie mi pelaje...

(Creo que me dirijo a la plaza de los petrificados, pero ya será mañana.)

Desperté después de otra noche tranquila. Nadie había intentado saber nada de mi en los últimos días, y yo seguía en el último piso y más oscuro del Torreón, pensando y planeando.
Me había fabricado una capa negra y me había agenciado una máscara: blanca, con una sonrisa amplia, un bigote y una perilla. En el armario de la ropa encontré un sombrero. Poniéndome todo casi no se me reconocía.
Cogí el libro de Magia que cogí hace tiempo de la Biblioteca y salí de camino a ésta. Me resulto muy fácil pasar por el vestíbulo sin ser visto y deslizarme por la puerta principal.

(CONTINUA EN LA BIBLIOTECA MÁGICA)

Ni yo mismo podía creerme lo que me había pasado, cualquiera que anduviera por el torreón y me buscara, como mucho encontraría un árbol de ramas lánguidas colgando hacia abajo, dejándose mecer por el viento. <<¡Soy un árbol!>> me repetí varias veces antes de calmarme y tratar de pensar con claridad. Si algo sabía, es que no tenía ni idea de cómo me había transformado, pero estaba claro que era yo. Sentía todo desde la raíz hasta la copa.

Mientras me mantuve, pude percibir en varias ocasiones ese olor procedente de las enredaderas, que había etiquetado como de felicidad antes y que pasó a uno más... triste al salir el sol, no podría explicar el por qué de mi razonamiento, pero es lo que me pareció que significaba, además tenía sentido, ya que al salir el sol, las flores se cerraron. Era como si las enredaderas trataran de comunicarse conmigo. De hecho, sentía cómo también emanaban diferentes aromas de mí mismo, conforme mis emociones cambiaban. Parecía como un intento de comunicación por fragancias, a pesar de que no fui capaz de descifrarlas... Era todo demasiado confuso. Pude ver a varias personas entrar y salir del edificio, pero a ninguno le pareció extraño que un sauce apareciera de repente.

...

Conforme el día avanzaba, mi cuerpo había ido retornando a su sitio. Las hojas se replegaron y las ramas fueron menguando, dejando entrever mi pelo rubio y el resto de rasgos faciales. Mi piel se fue reblandeciendo. desplegando las arrugas de la corteza y volviendo a su color rosáceo. Sin embargo, tardé horas en volver a ser tal y como era antes de transformarme en el árbol.

...

Y es que a pesar de que empecé a cambiar siendo de día, el proceso no ha acabado hasta ahora mismo, con el cielo cubierto de estrellas. Mi piel vuelve a resplandecer verde, sin embargo, no es lo que más me preocupa. Lo peor es que mi ropa está en el suelo hecha jirones. Mis pantalones, mis calzoncillos, mi camisa... todo. Me cubro como puedo con mis vergüenzas con las manos y me acerco al edificio. Sin embargo...
-¿Dónde narices está la puerta?-pregunto en voz alta, algo irritado después de buscar la puerta sin mucha suerte, ya que parecía estar bien escondida entre las enredaderas-. ¿Hay alguien ahí?-pregunto alzando la voz, rezando mentalmente para que me oigan. Noto como el perfume que despide la enredadera cambia, pero no logro saber por qué.

Llegamos al torreón mucho tiempo después, con la noche ya cerrada y los ánimos por los suelos debido al cansancio. Entramos todos juntos y en la puerta encontramos un ser que de entrada no se puede identificar con facilidad. Parece un árbol pero no lo es, y además se mueve y habla. Está tratando de entrar, pero no parece agresivo.
-¿Hola? -pregunto acercándome a él con curiosidad-. ¿Quién... quién eres?
Entorno los ojos y lo miro fijamente en la oscuridad. Dice ser Dirke, y eso me sorprende enormemente. Miro a los demás para ver sus reacciones, y a él de nuevo. No me esperaba un cambio tan drástico, pero no hay de qué sorprenderse, todos hemos sufrido cambios sorprendentes.
Busco la puerta del torreón y la abro, invitando a pasar a Dirke y a todos los demás. Algunos buscan comida, y otros se van directamente a cama. Yo acompaño a Nia al baño y la hago descender sobre la bañera.
-Espérame aquí, voy a subir tantos barreños de agua como pueda.
Empiezo la tarea, haciendo levitar dos barreños en cada viaje, hasta que la bañera terminó llena.
-Buenas noches Nia... si necesitas algo... -en ese momento recuerdo que tenía un asunto pendiente con ella, pero tal vez no era el momento, no, sin duda no lo era. Estábamos todos exhaustos, solo podíamos pensar en dormir, descansar para comenzar una nueva vida-. Yo... me voy a dormir. Hasta mañana.
La dejo sola en el baño y subo las escaleras sonrojado. En la habitación mi vieja cama está vacía, deshecha todavía, y la miro sin saber qué hacer. Si paso toda la noche sobre ella podría acabar ardiendo como mi ropa, ¿y si provocase un incendio? Floto pensativo a su alrededor. La manta se quedó en la azotea, no creo que nadie haya ido a por ella. Subo en su búsqueda y al encontrarla arrugada me asaltan los recuerdos de ese día. Suspiro. Quién hubiera dicho que en solo unas horas las cosas iban a cambiar tan drásticamente. Estoy contento, eufórico, y a la vez melancólico y triste. Recojo la manta y bajo hasta el cuarto piso, que se encuentra vacío. Es una sala llena de malos recuerdos ahora, pero es mejor que nada. Se me ocurre la idea de hechizarla de igual forma que mi ropa, y entonces me cubro con ella, doblando el brazo bajo mi cabeza a modo de almohada. A pesar de que la cabeza está dando vueltas a todos los asuntos que me preocupan ahora no tardo en quedarme dormido. El cansancio era mayor que ninguna otra cosa, después de una larga noche y un largo día de vagar, experimentar, sentir, sufrir, temer...

Aun sentía el filo de las cuchillas en el cuello, había estado muy cerca de la muerte ... o no, no lo se, al parecer no quería matarme, pero sus palabras eran extrañas, no se como interpretarlas. Necesito dormir, mañana pensare mejor y aclarare mis ideas. Yip va apoyado en mi hombro, nos hemos ido de la plaza después de que la mujer desapareciera. Le sobra soberbia, mi mirada oscurecida recorre el torreón ... estoy enfadado, no me ha gustado este encuentro, ni sus palabras ... mierda, no dejare que se lleve al chico, le devolveré la cordura a Yip, no se como, pero lo haré. Cuando me acerque al chico le roce la cara con las alas y se adormeció ... quizá respirara algo de polvo, ahora apenas suelta algún murmullo, esta casi dormido. Con su brazo por encima de los hombros y mi brazo sujetándole por la cintura entro en el torreón, oscuro y silencioso, subo a la tercera planta y dejo a Yip en su cama, donde se termina de quedar dormido. Lo arropo y me acerco a mi cama, en ella esta Elliot, dormida, o eso deduzco por el subir y bajar de su pecho, la niebla que sale de su cuello fluctúa de forma pausada e hipnótica, su cabeza descansa a su lado. Me siento a su lado y la lleno los hombros y el cuello de besos, lo debe de estar pasando mal, pero ella es fuerte ... lo superare, y nosotros la ayudaremos, estoy apunto de echarme a dormir a su lado, pero necesito pensar, rozo la niebla con los labios de forma imperceptible, dándole un beso fugaz, y con un último roce me subo a la azotea. En la cuarta planta veo a Gael dormido. Las llamas azules que le cubre no parece que le quemen la ropa ni la manta que lo envuelve, sonrío y llego a la azotea. Allí me siento entre las almenas, con el viento de la noche acariciándome la cara, la Luna sigue brillando en el cielo ... ¿donde estará Cain?. No lo se, ni se a que se refería la mujer de la plaza de los petrificados ... son tantas cosas, tantos cambios en tan poco tiempo ... necesito dormir, pero no soy capaz de levantarme, la Luna es demasiado hermosa, demasiado hipnótica, por un segundo se refleja completamente en mis ojos, antes de que el parpadeo previo al sueño me asalte. Los ojos se cierran pesadamente mientras me acurruco bajo la capa, la capucha oculta mi cara y la bufanda me protege del frío. No tardo mucho en hundirme en las brumas del sueño ...

Gracias Gael-dijo Nia con una sonrisa. El chico fue a por agua. Nia se acomodo en la bañera y recordo que Gael aun no le habia respondido. Nia trago saliva. Se lo recordaba o no? Nia se sumio en un debate interno sobre si el chico la queria o no. No habia dicho que si. Pero tampoco habia demostrado lo contrario. Se mordio el labio y decicio esperar a ver cuando recordaria y, si nunca recordaba, eso le valdria de respuesta. Nia pataleo de los nervios.
-Ah Gael tonto!-dijo Nia con un puchero como si estuviera a su alrededor y empezo a practicar como se lo podria dejar caer...justo cuando el chico entro al cuarto y ella se puso roja como un tomate y mas tensa que una cuerda extendida. Gael fue dejando el agua en la bañera. Nia lo agradecio. Aunque no era agua de mar se sentia bien el contacto. Se dio cuenta de que, aunque no tuviera que meterse periodicamente en el agua, aun preferiria estar en ella. Gael le pregunto si necesitaba algo mas y Nia se volvio a poner roja.
-N-n-no...Estoy bien. G-g-gracias por todo Gael.-Murmuro al final cuando el chico salio del cuarto. Toda la tension acumalda en Nia se libero y la chica se sumergio bajo el agua haciendo burbujas.
Mañana practicaria magia y visitaria a todo el mundo del torreon. Los parpados de Nia fueron pesandola mas y mas hasta que se quedo sumida otra vez en un sueño sin pesadillas.

Cuando desperto, no habia nadie a su alrededor como era obvio
Salio de la bañera con la ayuda de sus tentaculos y lentamente aunque bastante mas rapido que la primer vez, fue hacia el salon. Alli estaba su querido libro. Nia lo abrazo con fuerza como si se tratara de una mascota que no habia visto en mucho tiempo. Luego encontro uno de los libros de magia. Nia sabia que no tenia tiempo que perder. Ya volveria a su amada lectura una vez que hubiera dominado todos y cada uno de los hechizos que venian en el. Lo abrio. Al principio no era muy complicado. Salia un (humano) levitando una piedra enorme sobre su cabeza.
<<Este el primero!>>Penso Nia y cogio algunos amuletos cargados que habia por ahí tirados y se concentro y siguio los pasos que indicaba el libro. Pronto hacia que uno de sus cuchillos se zarandease, pero aun no conseguia despegar. Nia no cejo en su esfuerzo y se puso un pasador en el pelo, llevandoselo hacia atras y, poniendo una cara de esfuerzo, volvio a la practica, dispuesta a aprender costara el esfuerzo que le costara.
(Saludos desde la clase de economia xD Tengo un compañero liando un porro a mi lado que os saluda xD puede que esta tarde no me pueda meter y queria al menos dejar Nia con algo. No os olvideis de saludarla si pasais por el salon. Las medusas nunca olvidan!...o eran los elefantes? XDD)

Poco a poco recupero la consciencia tras el largo sueño. Parpadeo confuso, me imagino mi cara ojerosa después de tantas horas sin dormir... Y entonces recuerdo que la cara en la que debo pensar no es como la que imagino ahora. Estaría tiznada, cubierta de llamas azules. Retiro la manta y compruebo que no se ha quemado, como tampoco ha hecho la ropa. Algo más que mi aspecto ha cambiado. Pero todavía no me conozco lo suficiente. Es como... como conocer a madias a alguien, solo que ese alguien eres tú mismo. Confunde. Y asusta.
Doblo la manta y la dejo a un lado. No quiero perderla y tener que encantar otra. Lo primero que hago es subir a la azotea, para ver de nuevo la ciudad, con la Luna vigilante, oculta tras la luz del día. Sin embargo allí encuentro a alguien, que en un primer momento no reconozco. Está envuelto en una capa, y con una capucha puesta. Me acerco a la figura con cautela, no tenía ni idea de quién podía ser. En la espalda tenía algo abultando, y pensé en las alas de Adara, aunque menos voluminoso. Levité hasta su lado y lo rodeé para ver su cara. Abrí la boca emitiendo una exclamación al reconocer a Vacuum. Pero no era como siempre, su cara había cambiado... Como había predicho aquella bestia con la que se topó. Tenía una especie de cuernos en la frente, orejas puntiagudas, su color de piel había cambiado... Pero era él, y su bufanda lo confirmaba. Dormía plácidamente, pero parece que lo he despertado. Me lamento por ello y farfullo una disculpa por lo bajo. Cruzo las piernas en el aire y levito frente a él, llameando con intensidad.
-Vac... -No sé qué decirle-. Me alegra verte a salvo. He estado toda la noche buscándoos. ¿Están todos bien? -Pregunto hablando lentamente. Tengo miedo de las respuestas que pueda darme, o... ¿y si también ha cambiado por dentro? Intento no asustarme cuando me mira, sus ojos han cambiado también, pero no veo malicia en ellos. Por su mirada espero que me diga que no ha pasado nada a nadie... si están todos bien... cambiados, pero bien, estaré por fin tranquilo.
Las demás cosas que le hubiera dicho se me atascan en la garganta. Lo primero es lo primero, ya hablaremos sobre lo que somos ahora. Todavía recordaba sus palabras, lo de servir a aquella criatura llamada Ewa, la locura... Me tenso en el aire, esperando su respuesta. Y también esperando no asustarlo con mi aspecto.

Algo me saca de mi sueño, enfoco la mirada y veo a Gael flotando ante mi. Llamea con fuerza, cubierto de flamas azules, le miro con curiosidad, parece tenso y me mira cauteloso, me a reconocido, pero esta esperando algo. Recuerdo mi encuentro con el adepto de Ewa y mi conversación con el, conversación que revele a Gael ... quizá piense que estoy loco. Mis ojos brillan divertidos, escucho su pregunta y me pongo en pie. Gael esta flotando, pero ahora me doy cuenta que también he crecido algo en altura. Extiendo mi mano y revuelvo su pelo cubierto de llamas, no me doy cuenta de lo que hago hasta que ya tengo la mano sobre el, pero misteriosamente el fuego no me quema ... solo me hace cosquillas. Retiro la mano y hablo.
-No te preocupes Gael, Ewa aun no me ha reclamado, y no tengo intención de que lo haga, al menos voluntariamente - le aclaro con una mirada de determinación - ... pero esa no es la cuestión, tu también has cambiado - comento observado sus flamas y su piel tiznada - ... yo también como puedes ver - digo retirando la capucha, la luz hace destellear los reflejos rojos de mi cabellera negra - ... y Elliot y Cain estan bien, Cain no ha cambiado, al menos físicamente, pero Elliot ... bueno, digamos que ha perdido la cabeza - le comento distraído - ... le va acostar asumirlo del todo, pero con nuestra ayuda supongo que lo logre ...
La luz empieza a molestarme y me calo la capucha de nuevo con una sonrisa dirigida al chico, hago el hechizo de levitación, tengo la impresión de que mi poder mágico ha aumentado, y el resultado del hechizo lo demuestra, me elevo sobre las almenas y quedo de pie en el aire, se siente extraño, es una sensación curiosa que me gusta bastante ... podría volar, pero aun no se hacerlo, el anillo de mi mano esta a rebosar de energía mágica y aun sigue acumulando ... la Luna Roja lo ha recargado bastante, pero parece que tiene mucha capacidad de almacenamiento. Miro a Gael y le sonrío ...
-Voy a ir a la biblioteca un momento - tengo que devolver el herbolario y vere si me puedo llevar algún libro - le digo sacando el libro de plantas de debajo de la capa, le cogí anoche antes de subir - ... ¿vienes? - le pregunto guardándolo de nuevo y encaminando mi paseo aéreo hacia la biblioteca - ...

Continúa en la Biblioteca Mágica.

Vacuum me revuelve el pelo amigablemente, parece el de siempre. Le sonrío ampliamente al ver que lo importante no ha cambiado, y entonces empieza a hablar. Me alegra saber que todavía conserva su libertad, pero cuando me habla de los demás me extraño Cain no ha cambiado por fuera y Elliot... ¿ha perdido la cabeza? ¿A qué se refiere? Se ha vuelto loca, ¿es eso? Y no está con ella... Supongo que se pondrá mejor. Igual ahora no conviene verla. Iba a preguntarle a qué se refiere, pero empieza a despedirse, va a la biblioteca.
-¡Espera Vac! ¡Voy contigo! -respondo sin pensar, empezando a seguirlo por el aire. Recordé a los demás, que también querían ir, pero tal vez sigan dormidos. No importa... volveremos pronto, seguramente. Si hace falta volveré con ellos más tarde.
Alcanzo a Vacuum y doy vueltas a su alrededor, llameando. No quiero perderlo de vista otra vez, ni quedarme solo en la azotea. Yo también tengo muchas consultas que hacer en la biblioteca, y no quiero esperar ni un minuto más. Necesito saber muchas cosas sobre fuegos fatuos... sobre todo lo que pueda. El ansia de saber me llama más que nunca, y ahora ya no tendría que temer el salir solo, o eso creo

(Sigue en la Biblioteca Mágica).