Torreón Letargo (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Llegamos a las afueras del torreón, que esta completamente cubierto de enredadera, a primera vista no se ve la puerta, así que me pongo a buscarla ...
-Ayudarme por favor - les pido a Elliot y a Gael - ...
Comienzo a golpear con la punta del bate suavemente sobre las enredaderas, esperando oír algo que no sea la madera golpeando contra la piedra bajo de las enredaderas ...

Nia miró otra vez a Gael.
-¿Traumatico? No...exactamente. Dolia mucho. Más que cuando se te rompe un brazo. Al principio me sorprendi enormemente pero poco a poco estoy acostumbrandome...Y...-Nia tragó saliva.-Puede que esta forma no esté tan mal...me gusta...¿soy rara por ello?-dijo Nia, con los ojos suplicantes llenos de miedo e incertidumbre.
Nia apartó la mirada. Le lloraban los ojos y se los frotó con las manos. Le costaba mantener la mirada con Gael, no queria que él pensaba que no le queria ver. No era eso. Queria hasta abrazarle pero...no con esas llamas. Se podria hacer daño. Nia volvio a mirar a los ojos del chico.
-¿Agua? Si...intente usar ese artilugio inutil que llamais bañera...Pero ¡no tiene agua!-Nia hace un puchero.-Quiero ir al río...-admite.

la nube de humo se detiene un momento delante de nosotros, pero tras un instante se cuela a nuestro lado y se pierde en el horizonte. Miro a Kaila desconcertado, y veo que ella tampoco tiene idea de lo que acaba de suceder. Quizas era uno de mis compañeros, de mis amigos...o solo era otro de los seres que pueblan esta ciudad de locura. Nos adelantamos y entramos en el torreon. Solo he dado unos pocos pasos cuando el dolor se intensifica y me hace caer de rodillas entre gritos. Kaila hace ademan de acercarse, pero niego con la cabeza para disuadirla.

Escucho a Nia atentamente y sonrío complacido.
-No, no creo que seas rara por ello. Somos lo que la Luna quiso... no, antes de la Luna ya sabíamos lo que debíamos ser.
Me sorprende ver que tiene los ojos húmedos, a pesar de lo que ha dicho. Tiene miedo, eso es lo que veo. No sabe qué hacer, y rehuye mi mirada. ¿Se asustará de mí o de sí misma? Cuando empieza a hablar otra vez parece más repuesta, más como la Nia de siempre.
-Para usar la bañera hay que subir los cubos de agua -explico riendo-. ¿Quieres ir al río? Te acompañaría... si escampa. -Aguzo el oído y me doy cuenta de que la lluvia parece calmarse por ahora-. Tal vez ya pueda salir. Tengo miedo de que pase algo... no sé lo que soy -explico con franqueza-, ni qué pasa con estas llamas. Debería andarme con cuidado. ¿Vamos?
Tomo la delantera y levito hacia las escaleras, bajándolas sin llegar a rozarlas. Cuando llegamos a la planza baja, nos encontramos a dos personas allí... o mejor dicho, a una chica y alguien que tal vez estaba a media transformación, quejándose de dolor. Reconozco a la chica del burdel, y el otro también debe de ser de allí. Me detengo sin saber qué hacer. Realmente, ¿para qué pienso en hacer algo? Es inútil.
-¿Estáis bien? -les pregunto de todos modos, flotando alrededor de la chica. No me doy cuenta de que tal vez he llegado demasiado bruscamente, pero de todas formas, y a juzgar por el aspecto del otro, no se van a asustar por unas pocas llamas o tentáculos.

Nia sonrio cálidamente cuando Gael le dijo que no era rara. Eso la alivio mucho y suspiríó en paz. Le cuenta el funcionamiento de la bañera y Nia ladea la cabeza.
-¿Y no seria mejor ir a un lago, rio o al mar mismo a lavarse?-pregunta extrañada.
-¡Bien! ¡Vayamos al río!-Nia normalmente daria de saltos y se pondria a correr alrededor de Gael de pura felicidad. Ahora ya no. No podria correr más. Y moverse con los tentaculos aun era cansado.
Bajan por las escaleras, Gael levitando y Nia descolgandose por la barandilla. Se daba cuenta de que mejoraba por momentos con el uso de sus tentaculos. Estaba tan ilusionada con la idea de que iba a ir al río junto a Gael que casi se choca con el enorme monstruo que habia en la entrada. Dos cuernos tenia en la frente, un tamaño más del doble que el de Nia, chispeando y lo peor de todo...con cara de dragón. Nia pegó un chillidito de miedo y corrio hasta ponerse tras Gael e intentó agarrar su brazó en cuanto Nia puso la mano sobre el chico notó dos cosas la primera que estaba algo etereo y apenas habia sentido el contacto con el chico. La segunda es que se habia quemado las llemas. Nia se lamentó y rápidamente apartó la mano en un reflejo. Si se habia hecho alguna herida, la regeneración ya la habia solucionado. Aun asi, habia conseguido llamar la atención de Gael. Nia apunta a Skull y dice:
-¡UN DRAGÓN!-

Observo atentamente al muchacho, analizando sus cambios. Parece sufrir intensos dolores. Ambos están demsiado ocupados para prestarnos atención en ese momento. Nia entonces me agarra el brazo y lo suelta rápidamente, asustada. Parpadeo, confuso, al ver sus dedos ligeramente marcados en mi brazo, como si fuese algo moldeable. También me doy cuenta de que mi contacto la ha quemado. ¿Mucho? Yo no siento calor excesivo, pero debe de ser algo normal para mi nuevo organismo. Pienso con un poco más de lentitud que la normal mientras veo la situación tan extraña que está teniendo lugar. Nia grita que hay un dragón, el chicho se retuerce, la muchacha no sabe qué hacer. Me acerco a Nia y le hago un gesto con el brazo para que me siga.
-Vámonos, aquí no hay nada que podamos hacer. Lo que vaya a ser, será.
Vuelvo a echar un vistazo a mi brazo, parece que va retomando su forma. Tal vez fueron alucinaciones mías. Me dirijo a la puerta de entrada y la atravieso. Cuando Nia me sigue y estamos los dos fuera, le pregunto preocupado:
-¿Quemo demasiado? ¿Crees que puedo prender fuego a las cosas?
Miro mi ropa, y me doy cuenta entonces de que empieza a tener agujeros chamuscados. Las primeras llamas no habían causado ese efecto, pero ahora que estaba cubierto de ellas la cosa cambiaba. Acabaría por quedarme sin ropa, y tendría que buscar una forma de solucionar ese problema. Y también me gustaría verme en un espejo, tengo miedo de lo que voy a encontrar, pero quiero verlo.
Intento dejar de pensar en todo lo que me preocupa y sigo haciéndole señas a Nia para que me siga. Ella avanza mucho más lento que yo y no paro de agitarme a su alrededor por no estar parado. Avanzamos lentamente por las calles de la ciudad, bañadas todavía en esa luz rojiza, bajo esa Luna enorme e hipnótica.

(Sigue en el Río).

-¡Estais bien?-Oigo que dice una voz. Levanto la vista y veo a un chico flotando, envuelto en llamas. A su lado se encuentra una pequeña, rodeada de tentaculos. Deben de ser los compañeros de Elliot y Vacuum. Ellos tambien se han transformado con la luna, observo, aliviado en parte de no ser el unico. La chica da un grito, cree que soy un dragon. Intento sacarla de su error, pero un nuevo espasmo me recorre y me impide hablar. Los muchachos pasan a nuestro lado y salen. Kaila se queda a mi lado, mirandome con expresion preocupada. Intento decirle que estoy bien, pero el dolor da otra sacudida y me lo impide. Tengo que encontrar una manera de frenarlo un poco, de evitar que sea tan intenso...

Antes de que pueda reaccionar Cain se echa a llorar, el corazón se me encoje y de pronto sus brazos me rodean, ¿no me tiene miedo?, le rodeo con mis brazos y entierro la nariz en su pelo, aspirando su aroma, disfrutando de su contacto, mi transformación no parece tan horrible si el la acepta, si no me repudia, dice algo y empieza a hablar, de Elliot, de Jack, de si mismo. Verle así me deprime, me oprime el corazón y mis ojos se humedecen, le limpio las lágrimas con los labios, tratando de no asustarle con mi rostro, le miro a los ojos y me pierdo en su color dorado ...
-No te preocupes - consigo decir - ... seguro que has cambiado en algún sentido, seguro que esos círculos sirven para algo, no llores, ya veras como todo se arregla, y no necesitas al Estigma, nos tienes a nosotros, creo que Elliot esta viva, antes vi a una figura salir del torreón, y ahora que recuerdo, no tenia cabeza, e iba medio desnuda - digo con trabajo, cada vez me suelto mas con la lengua, pero sigue costando mucho - ... y si te duele yo te reconfortare como pueda, no eres un inútil, nunca digas eso ... me tienes a mi, me tendrás siempre, aunque parezca un monstruo, me tendrás siempre, siempre ... - le estrecho con fuerza, y acerco mi boca tímidamente a la suya, junto mis nuevos labios con los suyos y saboreo su boca, pero cuando nuestras lenguas se encuentran me aparto, no quiero asustarle mas con la largura de mi lengua - ... perdona, vamos a buscar a Elliot, sígueme - digo tirando de su mano, avanzando pegado a él - ...

Continúa en la Taberna del Mago Tuerto.

Cain se va calmando poco a poco. El nuevo calor de Vacuum era reconfortante, el seguir teniéndolo cerca, que no se haya marchado a pesar de la Luna Roja. Mira con curiosidad los nuevos ojos de Vacuum, eran tan... curiosos. Se queda mirándolos un rato, ensimismado, hasta que el griego le limpia las lágrimas. Apoya la cabeza en su pecho mientras le escucha hablar, mientras se empapa de sus palabras, de sus voz pausada, familiar incluso al serle tan difícil vocalizar. Entonces escucha lo de Elliot
-Qué?? sin cabeza??- Una transformación... no podía ser, era imposible... <<Pero Vacuum tiene alas...>> Tenía que verlo con sus propios ojos, tenía que ver que Elliot no estaba muerta. El corazón se le acelera y quiso tirar de Vacuum para correr a donde quiera que hubiese ido la chica... pero le estrecha y le besa... Era como si hubiesen pasado siglos desde la última vez que sintió sus labios. Sabían algo distinto... se sentían distintos... por eso no dudó en explorar esa nueva boca a fondo, desgraciadamente, Vacuum rompe el beso cuando sus lenguas se encuentran, haciendo que Cain suelte un extraño quejido <<Es larguísima!>> se sorprende, y sonríe divertido. Quería volver a pobar esa lengua, y sobretodo quería que la nueva Elliot la probase. Vacuum le tiró dle brazo y juntos fueron en busca de la pelirroja.

(sigue en la taberna del Mago Tuerto)

Me he quedado embobado... al coger el escudo se deshizo en una pasta de cobre liquido y me puse a jugar con ella. No había estado así de feliz desde hacia mucho tiempo, me sentía completo, como si de verdad todo el sufrimiento de los últimos meses por fin hubiese merecido la pena. Estuve jugando con el cobre durante un buen rato como si fuera plastilina, haciendo formas con él. Cubos, esferas... era taaan entretenido. Después empeza a probar cosas diferentes, pense, "A lo mejor lo puedo solidificar ora vez..." y de repente se solidifico de nuevo, en forma de chicle aplastado por un zapato. "Que divertido es esto!"

Después lo vuelvo a licuar y al hacer una esfera se me cae al suelo, no llego a cogerlo pero al intentarlo el cobre empieza a flotar en el aire. "Guau! Puedo hacer de todo!" Intento moverlo con la mente, sin tocarlo pero al principio no lo consigo. Al cabo de un ratito sin embargo empieza a moverse a mi alrededor, tomando formas extrañas. Intento cogerlo y redondearlo pero no se deja y empieza a seguirme.

Embobado como estaba no me he dado cuenta de que ha llegado más gente al torreón hasta que de repente oigo unos gritos arriba. "Claro! No me acordaba, los demás también se estarán transformando... yo he tenido suerte y no me ha dolido, pero a lo mejor a ellos..." De repente recuerdo a Elliot sin cabeza o a Jack desmayado y pienso en lo que pueden estar pasando todos los demás ahora. "No se quien grita, pero voy a ir a ayudarle."

Subo corriendo las escaleras y el cobre me sigue. En el portal me encuentro a un chico que suelta unos gritos horribles, pero lo peor no es eso... "Es la primera vez que puedo ver la electricidad en estado puro..." Esta sufriendo mucho así que intento un hechizo de curación para ayudarle, tengo que tocarle para que haga efecto pero la bola de cobre se interpone en mi camino y al tocar al chaval se carga de energía. "Mierda, es verdad... si le hubiera tocado a lo mejor estaría muerto..." El cobre se queda flotando en el aire soltando chispas pero al poco el chico las vuelve a absorber...

-No se que hacer contigo... Voy a intentar un hechizo de curación sin tocarte, a ver si puedo ayudarte a calmar el dolor...

El hechizo funciona aunque no todo lo bien que me gustaría y el chico consigue incorporarse un poco.

-¿Estás mejor?

Veo a un chico correr hacia mi y antes de que pueda evitarlo, estira su brazo para tocarme. Algo que no alcanzo a distinguir se interpone en camino y lo aparta, salvandole de una dolorosa muerte. Comienza a desprender chispas, pero al momento mi cuerpo las vuelve a absorver. El dolor me recorre de arriba abajo, pero ante unas palabras del chico disminuye ligeramente y me consigo incorporar. Miro por primera vez al muchacho a los ojos. Tiene el pelo cobrizo y me mira preocupado. No le reconozco, pero me ha ayudado sin pensarlo, por lo que se ha ganado mi simpatia.
-Gracias.-le digo con sinceridad.-¿Quien eres?

-Soy Nikolas, me alegro de que estes mejor. Habría que buscar una manera de ayudarte... por mucha magia que use no creo que vaya a dejar de dolerte. Es como si toda la electricidad se estuviera juntando en ti... Debe ser la Luna...

Tengo el acto reflejo de tenderle la mano pero la retiro recordando lo que me podría pasar si le toco. No se me ocurre nada mejor para ayudarle y noto de nuevo la llamada de la Luna. "Quiero salir..." De repente me doy cuenta de que al lado hay una chica que tampoco conozco. La saludo, pero el deseo de salir es más fuerte que yo...

-Podemos intentar encontrar a alguien que pueda ayudarte... Además, tu no notas como la Luna te llama? Necesito salir a verla otra vez...

Salgo a la calle de nuevo acompañado por el chico, "Por cierto, no le he preguntado el nombre...".

-Como te llamas?.-Pregunto mientras abro el porton y la luz roja inunda la estancia. El resplandor nos cubre mientras salimos. Repito el hechizo de curación esta vez con más aplomo que antes y por alguna razón parece funcionar. La bola de cobre sigue girando a mi alrdedor mientras nos adentramos en las profundidades de la Rocavarancolia nocturna buscando a más gente...

Continua en el camino hacia el Burdel. En algun punto

Llego al torreón de forma lo más veloz que puedo, noto como las llamas pierden fuerza por donde el aire me golpea con más fuerza por mi avance, concentrándose en mi espalda. La brisa me desagrada y me hace sentir expuesto. Poder reducir mi velocidad y entrar en el torreón me alivia por un momento, cuando las llamas se recuperan y noto su calidez nuevamente. Apoyo las manos en las paredes de piedra mientras asciendo por las escaleras, su tacto es más frío de lo que lo recuerdo. Piso tras piso me voy fijando en que el torreón está más vacío que nunca. Esta noche bañada de luz roja es un punto de inflexión muy importante en nuestras vidas. Todos estamos aprendiendo a caminar en solitario. Por mi parte, pienso que ya era hora.
Busco en el escritorio y en las habitaciones el libro, pero no lo encuentro. Por último voy al salón y lo encuentro allí, el libro con diferentes bestias y animales que había cogido Elliot. Aunque era cierto lo que recordaba de que no se podía entender lo que allí ponía, como se veía en la portada. Acerco la mano tímidamente a las tapas y las rozo, apartándome rápidamente. El libro no se había resentido por el contacto, pero eso no significa nada. Alargo la mano de nuevo y mantengo el contacto más tiempo, comprobando que por ahora solo queda la marca oscura que dejan las llamas allá donde tocan. Abro el libro sobre una mesa y paso las hojas sin prologar el contacto con ellas, hasta que las he visto todas. Allí no hay nada que me interese, probablemente ni siqueira tuviera que ver con transformaciones de cosechados. Pero tal vez sí pueda encontrar algo al respecto en la biblioteca, en otro libro. Sin pensarlo un instante abandono el bestiario abierto por la última página y salgo del torreón. Los nervios consiguen volverme hiperactivo esta noche. No sé a dónde ir ni qué hacer, porque tampoco tengo claro todavía cuáles son mis posibilidades. Pero al menos sé que ya no tengo miedo, ya no.

(Sigue en la Biblioteca Mágica).

Bueno, al fin el dolor ha remitido. Ha sido todo tan... repentino. La Luna Roja, esa es la primera memoria que tengo de la noche; más allá de eso, dolor. Parece ser que esta produce algún cambio en mi cuerpo, pero lo único que he podido percibir hasta ahora son éste insoportable mal en los omóplatos y un escozor de origen indefinido por todo mi cuerpo.
Abro los ojos, y veo... Nada. Algo me tapa la cara, como si fuera una manta. ¿Alguien ha venido? ¿Alguien me ha tapado? ¿Me han visto en éste deplorable estado...? Extiendo mi brazo y levanto aquello que me tapa -percatándome, extrañado, que éste no parece el tacto de ninguna manta, sino el de una especie de membrana viscosa-, desvelando de nuevo la habitación en la que estoy. Existe una diferencia, aunque no sustancial, notoria, y es que las paredes están manchadas de sangre. ¿Mi sangre? Me siento y observo mi cuerpo, buscando alguna herida causante de ese mal.
Aunque lo que veo no es eso, no por ello mi espanto es menor. Aparte del deplorable estado de la parte superior de mis ropas -totalmente inutilizables, además de pringosas por la sangre-, veo como mi piel, que siempre fue blanca debido a mis orígenes, se ha oscurecido hasta alcanzar un color gris oscuro. ¿Qué representa que es ésto? Me intento levantar, pero un insospechado peso en la espalda me hace caer de nuevo. Lo intento de nuevo, ésta vez con éxito. Ésto que me cuelga de la espalda son... ¿alas? ¿Ésto era lo que me tapaba antes, lo que ha causado que la habitación se llenara de sangre? No lo entiendo...
Pruebo a mover las alas. No me cuesta demasiado, el movimiento es natural, como si toda la vida hubiera tenido alas en la espalda. A lo que no estoy acostumbrada es a este peso extra en la espalda, aunque en el tiempo que he estado aquí me he vuelto más fuerte de lo que he sido nunca.
Un impulso repentino de curiosidad me asalta. Si son alas... se supone que puedo volar con ellas, ¿no? Me asomo a una ventana y las despliego. Estoy en el tercer piso, tal vez debería...
<<Vuela>>, me ordena una voz.
Y, entonces, con un grito de júbilo, salto.

Y caigo.
Me levanto, no ha sido una caída abrupta, pues las alas me han permitido planear. Aún así, el aterrizaje ha sido un poco brusco y he terminado, literalmente, besando el suelo. Parece que voy a necesitar un tiempecito para dominar esto de volar... y aterrizar.
Armado de determinación, me alzo de nuevo, pocos metros, pero consigo mantenerme. No cejaré hasta que consiga mantenerme en el aire todo lo que quiera.

Me despierto muy agitada. He tenido una horrible pesadilla… Parece que, finalmente, los malos sueños han acabado por venir también a por mí. Me incorporo, asustada, y empiezo a llorar en silencio. Me abstraigo de todo lo que me rodea por un instante y me dejo llevar, sin que me importen ya las apariencias.
Un momento, ¿qué estoy haciendo? Me llevo las manos a las mejillas húmedas con asombro. Hacía tanto tiempo que no lloraba… Casi desde que murieron mis padres, hace ya años. No doy crédito a lo que sucede, pero finalmente acabo dándome una explicación.
<<Es por todo lo que ha sucedido desde que estamos aquí>>, pienso, aunque no muy convencida. <<No podía guardármelo todo durante tanto tiempo. Seguro que es eso>>.
Niego con la cabeza y me levanto, dispuesta a afrontar un nuevo día. Sin embargo, me siento extraña de algún modo. No sé exactamente la razón, pero es como… Si estuviera cambiando. No sabría explicarlo con claridad. Cuando me asomo a la ventana de la habitación lo comprendo todo.
La Luna Roja ha salido por fin.
Retrocedo un par de pasos. Sabía que estaba cerca, pero… Quizás haya estado demasiado ausente últimamente y por eso apenas me he percatado del paso del tiempo. La magia me ha tenido demasiado distraída, demasiado alejada de mis compañeros. Ahora que lo pienso… ¿En qué se habrán transformado? ¿En qué me he convertido yo?
Miro a mi alrededor, confundida. Lo único que sé por el momento es que, por alguna razón, me siento… ¿molesta?... al estar rodeada de objetos sin vida. No sé cómo explicarlo. Es como si sintiera la necesidad de otorgársela… Y algo me dice que soy capaz de ello.
Aturdida, salgo de la habitación y bajo las escaleras. Quizás me venga bien tomar el aire… Así podré aclarar mis ideas. En cuanto llego a la planta baja, me marcho del torreón.

(Sigue en la Cicatriz de Arax).

Después de cenar por el territorio de las hienas devorándome a una de ellas, decido volver al torreón Letargo, debido a que la sensación que he tenido comiéndome a la hiena, que no me ha gustado nada. Me ha gustado comer una hiena... He disfrutado notando la carne cruda recorrer mi cuerpo y sentía como mi instinto me apoderaba...
No podía soportar tener la mentalidad de una bestia y no la que tenía antes y pensé que ya era hora de intentar cambiar eso y vencer mis temores.
Atravesé toda el área Noreste en pocos minutos gracias a mi carrera, me gustaba la sensación de correr libremente y no poder ser atrapado por nada ni nadie, me gustaba sentirme poderoso pero no quería ser una bestia y, recapacitando, pensé que eso podía tener solución. Podía tener la brutalidad, la agilidad y la estrategia de un tigre y combinarlo con la lógica y la técnica de Jau. Podía si me esforzaba...

Cuando llegué a la puerta del torreón, dudé por un segundo si había alguien, pero cuando me acerqué a la puerta no olfateé olor de nadie cercano, y decidí entrar.
Me dirigí a la sala de entrenamiento y tras horas de malas sensaciones, descubrí que la forma más efectiva para volver de forma humanoide, eran los recuerdos. Los recuerdos despertaban mi lado racional y aplacaban a mi otro yo bestial.
Me obligué a acordarme de cosas que tenía escondidas, sueños, recuerdos maravillosos y pesadillas espantosas... Recordé mi paso por la Tierra y mi paso por Rocavarancolia... RECORDÉ TODO.
Las primeras veces conseguía cambiar mis patas a piernas y brazos, pero lo más doloroso era la columna, cuando iba irguiéndose de forma horizontal... Me transformaba hasta conseguir ponerme de pie, pero a los pocos minutos me desplomaba y volvía a ser un gran tigre sin darme apenas cuenta. Al rato, con el paso de las horas, conseguí dominar un poco mis pensamientos más positivos y marcarlos como meta para la salida de mi racionalidad. Era una lucha continua entra la lógica humana y la libertad salvaje. Pero una lucha que se podía librar...
Pasé muchas horas desplomándome y transformándome, y estaba muy cansado, pero el estómago lleno me ayudaba a tener más ánimos. Conseguí transformarme de manera que, tenía piernas y brazos, pero también cola. El bello corporal había desaparecido en algunas zonas, pero en el rostro aún quedaba bastante.
<<Eso se puede afeitar>> Pensé con ánimo.
Después, decidí darme unas cuantas vueltas por la habitación, en forma humana. Estaba muy contento de los progresos. Ya podía andar como humano, aunque en ocasiones me encorvaba un poco, cuando olía algo moverse, pero tras pensar algún recuerdo me erguía con más facilidad...
Decidí más tarde poner aprueba mi agilidad felina, y me puse a andar con las manos haciendo un pino. Cada vez me encontraba más contento.
Por último, cansado, me senté en una esquina y me quedé pensativo, pensando de los progresos y de lo que pasa a mi alrededor y de como estaría en unos días... También me pregunté por mis compañeros....
<<¿Qué será de ellos...? ¿Qué serán ellos...?>>
Me quedé reflexionando en esa habitación, en esa esquina... Y por último, me quedo dormido.

Volviendo de la biblioteca veo el torreón a lo lejos. Me miro a mí mismo y descubro que la ropa no son más que jirones chamuscados. Está prácticamente inservible, y es incómoda. Me dirijo de nuevo al torreón, silencioso de nuevo, lo cual me parecía una mala señal. Atravesé las paredes haciéndome intangible para no perder tiempo, y busqué ropa en los arcones. Saqué un nuevo pantalón negro y una camiseta grisácea en no muy buen estado e iba a ponérmelos, a pesar de que sabía que acabarían por quemarse también. Pero una idea me cruza por la cabeza y suelto la ropa y salgo en busca del libro de magia, que seguía todavía sobre una cama. Busco un hechizo que recordaba haber visto antes pero al que no le había encontrado utilidad entonces. Volver algo ignífugo, volver algo ignífugo... Tal vez no sea lo suficientemente fuerte, pero de momento servirá. Doy por fin con él, y lo leo ávidamente para tratar de memorizarlo, una y otra vez, hasta que creo sabérmelo. Me acerco de nuevo a la ropa que dejé en el suelo y le lanzo el hechizo antes de que se me olvide. Después me cambio la puesta por esa, deseando que dé resultado. Ya no puedo perder más tiempo en el torreón. Como levito en el aire ni siquiera me molesto en ponerme zapatos. Después salgo de allí como he entrado y ya fuera vuelvo a danzar por los aires, sintiéndome libre. Y entonces mi mirada se encuentra con las dos tumbas del patio. Me paro a mirarlas, sintiendo cómo las llamas se intensifican de pronto. No, ¿en qué estoy pensando? Ulises murió hace demasiado tiempo. No, ¡Ulises era mi amigo! Niego fuertemente con la cabeza hasta que las llamas se disipan un poco, y me alejo de allí rápidamente, tratando de olvidar los pensamientos que había tenido al ver las tumbas, esa ansia de comprobar cuál era mi magia. Huyo sin dirección, solo manteniendo la mirada fija en la luna. La Luna nos cambia, es ahora mi presente. Ya no soy el que fui, ¿o tal vez todavía sí?

(Continúa en los Acantilados).

Tras un rato andando aleatoriamente, como movido por una fuerza superior a mí (o tal vez simplemente me he embobado tanto en la luna, que no me he dado cuenta de para donde he ido), acabo llegando a las puertas de un torreón que está cubierto de enredaderas. Juraría que aquí vive más gente, pero mi intención no es encontrar a otros cosechados, de hecho no estoy muy seguro ni de qué intenciones traigo.

Un olor inunda mis fosas nasales y mis pies avanzan solos hasta la enredadera. Era un olor raro, no se parecía a ninguno que hubiera olido antes... <<¿Huele a felicidad?>> Descarto esto inmediatamente, pues me parece una tontería, y paso mi mano sobre una de las flores de enredadera. <<Son tan bonitas...>> nunca me había fijado en lo hermosas que podían ser unas simples flores, ni cualquier tipo de planta o árbol en general, y eso me apena... Me siento como si hubiera estado ciego y no hubiera visto todo lo que había habido siempre ante mis ojos. <<Y pensar que he cortado y tallado tantas ramas... ¿Les habrá dolido?>>

Noto como los ojos se me humedecen y pronto veo una lágrima caer al suelo. No entiendo por qué me ha dado este ataque de pena, pero acabo llorando más y más, al tiempo que trato de alejarme del sitio, para esconderme. Sin embargo, llega un momento en el que algo me impide avanzar. Mis propios pies. Tengo las zapatillas rotas y de ellas salen varias raíces que se encuentran arraigadas en la tierra. Trato de tirar, pero no puedo, al contrario, parece que se afianzan más en el terreno. Mi piel deja de brillar por la zona de las piernas, al tiempo que se endurece y arruga, retorciéndose como si no hubiera huesos ni músculos en su interior...