Torreón Letargo (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Llegamos a las afueras del torreón, que esta completamente cubierto de enredadera, a primera vista no se ve la puerta, así que me pongo a buscarla ...
-Ayudarme por favor - les pido a Elliot y a Gael - ...
Comienzo a golpear con la punta del bate suavemente sobre las enredaderas, esperando oír algo que no sea la madera golpeando contra la piedra bajo de las enredaderas ...

Al lograr conducir a todos fuera de los subterráneos de la ciudad me sentí eufórico como nunca antes. Habíamos podido salir todos con vida, aunque agotados. Todos se empezaron a marchar al poco rato, Vacuum el primero, por los aires. Me pregunté a dónde iría pero enseguida supuse que al burdel, o bueno, a buscar a Ellior, y a Cain. Yo me quedé solo, autoaislándome. Me alejé un par de metros más del suelo y comencé a avanzar sin rumbo fijo, que pronto se convirtió en el único camino que siempre había recorrido: el de vuelta a casa. La que había sido mi casa durante los últimos meses, tan largos y tan breves al mismo tiempo.

Llego a Letargo avanzando despacio. Cruzo el muro levito a ras de suelo sintiendo las hierbas altas acariciando mis pies. Me inclino sobre el suelo, viendo cómo los hierbajos se estaban haciendo un sitio importante entre las hiebas cultivadas. A mi pesar floto también hacia las dos tumbas encabezadas por piedras. Nadie les había prestado atención en días, y posiblemente de aquí en adelante nadie volvería a hacerlo. No habíamos llegado a poner una piedra para Dean, aunque su cuerpo ya no esté aquí... pero ya tanto da. La mejor forma de honrarlos es no olvidarlos mientras vivamos. Ellos nunca han podido vivir para ver la Luna Roja, pero visto de otra forma, así siempre los recordaremos como los niños que fueron, niños que aún podrían volver a casa si querían porque todavía no eran monstruos ni criaturas de cuento. Pero por otro lado... es algo que se han perdido. Algo que todos nos hemos tomado de forma diferente. Por ejemplo lo de Elliot debe de ser muy traumático... todavía no he hablado con ella, pero me preocupa y no sé cómo está. Vacuum está diferente, parece más serio que nunca. Pero Nia y yo nos lo hemos tomado mejor. Me siento bien con mi nueva forma, y después de los entrenamientos me doy cuenta de que he cambiado más todavía de lo que creía. Bueno, está claro que ya no soy Gael.

Doy la espalda a las tumbas y me acerco a la pared cubierta de hiedras buscando la puerta del torreón. Rozo la piedra con las yemas de los dedos, apartando la planta hasta que doy con la puerta y la abro. Dentro todo parece casi como lo hemos dejado, pero más cubierto de polvo. Aun así hay señales de haber gente viviendo aquí... al fin y al cabo no vi a todos nuestros compañeros en los entrenamientos. La puerta de la armería está entreabierta, hay una cazuela volcada en el suelo, y cestas vacías sobre la mesa y apiladas en un rincón. Subo las escaleras rozando las paredes, como tratando de memorizar su textura. Tal vez este ya no sea nuestro hogar ahora. Estamos cambiados, más divididos, y ya no somos simples cosechados. Ahora tenemos que hacer algo por Rocavarancolia, o eso se supone. Y lo peor es que no sé por qué debería serle leal a un reino que nos recolectó como a frutas y nos dejó morir como al ganado. ¿Qué otra cosa podría hacer si no? De momento me conviene aprender todo lo que me enseñen, habrá que centrarse en sobrevivir.

Al subir veo algunas camas ocupadas, pero no me acerco a ver de quienes se trata, si están descansando será mejor dejarlos. Yo mismo necesito descansar, pero no allí, no en mi vieja cama. En la sala que usábamos para entrenar me sigue esperando mi manta hechizada, que sigue hecha un ovillo en una esquina. La recojo y subo a la terraza a sacudirla, sin poder reprimir un estornudo por todo el polvo que le cae. Me envuelvo en ella allí mismo y me quedo mirando la ciudad mientras dejo caer mi cabeza poco a poco. Los ojos se me cierran y me quedo dormido enseguida. Han sido demasiadas emociones en el último entrenamiento, y necesito descansar en un lugar tranquilo de todo ello.

Después de salir del subterráneo, vago por la ciudad, sin ningún destino concreto, pensando en todo lo que he hecho desde mi transformación... Estar solo, luchando contra mí mismo. Y ahora que he conseguido vences esa batalla en mi interior, no se que hacer...
<<¿Se acordará de mi alguien? ¿Me verán como una amenaza?>> pensaba incómodo.

A lo lejos veo el Torreón Letargo, ese edificio lleno de vegetación y enredaderas que tanto conocía. Mi cabeza se inunda de más recuerdos...
Me entran unos nervios que no recordaba tener, como si tuviera que volver a presentarme y conocer a la gente... He cambiado pero sigo siendo el mismo, pero tengo miedo a que los demás no me vean como era antes.
Acelero inconscientemente el trote porque quiero volver a pisar ese torreón y quiero volver a ver a la gente.

Sin darme cuenta, me encuentro en frente del torreón, buscando el pomo por las enredaderas. Le doy un zarpazo a las enredaderas cuando localizo el pomo y abro la puerta.
Cuando entro por al puerta y respiro ese olor tan familiar me vuelven los nervios.
Troto con delicadeza, paseando lentamente por el torreón, observando cualquier cambio que pudiera tener desde mi última salida. Subo las escaleras, y veo gente ocupando camas. Decido no entrar en esa habitación porque mis pisadas son demasiado pesadas y no quiero despertar a nadie y que lo primero que vean sea a un tigre.
Decido acercarme a la sala de entrenamiento, puesto que allí nadie dormía.
Para mi sorpresa, si había alguien. Alguien bastante conocido. Era el pequeño y cambiado Gael.
Al principio me paro, indeciso, pero luego decido darme un pequeño paseo por esa sala, intentando no despertar a Gael, admirando la sala y recordando tantísimas horas de entrenamiento...

Doy vueltas inquieto en el aire, la manta empieza a sobrarme. Si me cubro con ella es porque tal vez así me siento más confortable, pero creo que no me hacía falta en absoluto. Mientras sigo todavía con la pereza de no querer destaparme y regresar al mundo real a hacer todavía no sé lo qué, alguien sube las escaleras con un sigilo digno de un felino. Abro un ojo para observar al intruso y descubro que no es otro que Jau, que me me toma por dormido y revisa la sala. Tal vez esté reencontrándose con sus recuerdos, me alegra saber que ha logrado por fin controlarse, como pude comprobar en las clases. Aparto la manta y la dejo caer al suelo, irguiéndome con cautela para no asustarlo.
-¿Jau? ¿Eres tú? -Me acerco a él con parsimonia-. Me alegro de verte. ¿Cómo ha ido todo por los entrenamientos? ¿Tienes idea de qué van a hacer con nosotros ahora?
Miro su reacción, inconscientemente preocupado por su autocontrol. Me preocupé por él cuando le dije que se fuese del torreón, pero estaba claro que iba a estar bien con sus nuevas habilidades. Finalmente le sonrío brevemente inclinando la cabeza, con alivio y despreocupación.

Nia estaba cansada. Tantos entrenamientos y tantas clases...Solo quería echarse un sueñecito. Había visto a los otros en los entrenamientos, Gael, Vacuum.... también otros tantos que no reconocía. Sin duda habían cambiado todos. Algunos, incluso su nombre.
-Vaya tontería...-dijo en voz alta.
<<No descartes tan rápido la idea. ¿Quieres volver a ser la Nia débil que siempre dejaban atrás?>>
-No.-
<<Entonces, ¿porque no tiras ese pasado atrás y reniegas de tu nombre?>>
-Pero me gusta mi nombre...Y mi pasado...-
<<Al menos que sea un pseudonimo, para la gente de la que no nos podemos fiar...>>
-¿En que habías pensado?
<<Urticaria. Dama Urticaria. Eso enseñará a nuestros enemigos el aguijón y temblarán antes de atacarnos.>>
Nia se quedó meditabunda, flotando inconscientemente hacia Letargo. Se daba cuenta de que su resistencia mágica había mejorado mucho. Podia levitarse ya ella misma, aunque aun le faltaba encontrar la manera de ir húmeda fuera del agua. Sin quererlo ni comerlo, se encontró a si misma delante de las puertas de Letargo.
-Ups...camino equivocado...Pero ¿y si visitamos a la gente?-
<<Psche. Haz lo que quieras.>>
Nia atravesó el muro y entró en el torreón. Su mirada se paseo por el jardín y las tumbas antes de fijarse en el interior. Parecía más....polvoriento. Sin hacer un ruido, comenzó a recorrerlo, la cocina, la armería, pero no parecía haber nadie así que decidió subir al dormitorio. Ahí, había gente durmiendo, pero no estaba ni Gael ni Vacuum así que no despertó a nadie. Hizo un puchero y se cruzó de brazos.
-¿Qué traman esos chicos? ¿Volverme loca?-
Su mirada se dirigió al suelo y ahí, un hollín característico hizo que una sonrisa agradable se asomara a su cara. Siguió el rastro de hollín hasta la sala de entrenamientos.
Abrió la puerta discretamente y se asomó por el marco. Ahí, estaba Gael, con sus características llamas azules y un tigre enorme que le era familiar...un cosechado, claro está, pero ¿quien?...Nia frunció el ceño. ¿¡JAU!? Saltó ese nombre dentro de la cabeza por instinto. Y ahora parecía más calmado que la última vez. Que alivio. Después de sentirse más tranquila fijó su atención en Gael, se preparó y se impulsó hacia él, con gran esfuerzo, placandole y abrazándole con fuerza.
-¡¡¡Gaeeeeeel!!!-exclamó estrechando al chico para sí. Levantó la cabeza y tras mirar a los ojos al chico le dedico una cálida sonrisa. Luego se entornó hacia el tigre.
-Tu debes de ser Jau, ¿verdad? Has cambiado mucho...-no sabia por donde empezar. Se separó de Gael, algo más colorada y alzo una mano extendida y saludó a ambos.
-¡Hola!-

Al parecer, desperté a Gael, si es que no estaba ya despierto.
Me vio y se acercó a mi. Seguía un poco nervioso, pero la sincera sonrisa y la amable voz de Gael me calmó mucho.
Después entró alguien levitando, y me reconoció... Era Nia.
Me transformé en humano, les miré y sonreí.

- Ho... Hola Gael y Nia. -Tenía la voz un poco ronca.
No recordaba a ver hablado desde mi transformación... Me aclaré la voz un poco.

-Yo también me alegro mucho de verte, pequeñajo. -Le dije a Gael sonriendo mucho. Estaba contento.
-Los entrenamientos han ido genial. -Dije recordando la noche con Gahna.
-No se lo que van ha hacer con nosotros la verdad. Pero tampoco me importa. Ahora podemos con todos. -Le respondí manteniendo la sonrisa.
-Sí, ya controlo más o menos mi transformación y las ganas de comer a personas. -Bromeé.
-Hola Nia. Vaya! Has cambiado pero tu carácter es el mismo.Me alegro. -Le saludé a Nia y le sonreí a ella también.

- Alguna novedad?? -Les pregunté.
- Yo es que he tenido poco contacto hum,ano ultimamente...

Mientras hablaba con Jau vi como Nia aparecía por las escaleras, precipitándose hacia mí en menos de lo que dura un parpadeo. Los dos nos desplazamos en el aire por inercia un par de metros, abrazados. Me río con alegría al verla de nuevo, en los entrenamientos apenas habíamos podido hablar. Cuando le devuelvo una amplia sonrisa ella parece recordar que Jau también estaba allí y se separa un poco. Avergonzado me froto un brazo con la mano contraria y miro al suelo mientras Jau nos pone al día.
-No hay ninguna novedad... que yo sepa. Todos estarán ahora por la ciudad, pero no sé dónde. Vacuum y Elliot tal vez estén en el burdel, los demás no lo sé. Estaría bien salir a buscarlos, quizá...

Entonces nos quedamos en silencio unos instantes. Me acerco a Nia y la cojo de la mano, tirando de ella.
-¿Vamos al río? -No quiero que se seque, sé que necesita el agua-. Jau... ¿vienes? -Pregunto buscando su mirada felina. El niega con la cabeza, me gustaría saber qué está pensando-. De acuerdo... nos vemos, cuídate.
Tiro de Nia hasta la azotea y levito sobre el borde del edificio.
-¿A dónde prefieres ir? ¿Río, acantilados...? -Mientras le ofrezco las alternativas se me acelera un poco el corazón. Parezco estúpido. Ni siquiera le he preguntado todavía cómo ha estado y cómo ha ido todo.

Nia se despide Jau con un "adiós" y Gael y ella salen a la azotea. Gael parecía nervioso y Nia lo notó, riendo para si. Entonces le preguntaba a donde quería ir. Nia se acerca a Gael y tira de su brazo izquierdo abrazandole fuerte.
-¿Porque no vamos a la playa?-decia descansando su cabeza sobre el brazo del chico.
-Aunque no se si te puedes dar un baño...-dijo Nia, con un tono de voz más triste.

-¿A la playa? Claro -le respondo con una sonrisa. Entonces ella pregunta si me puedo bañar y me quedo pensativo un momento-. S... Sí, creo... Pero, no sé. No me muero por mojarme, pero se disipa mi poder, o algo así. Espero que no sea un lugar peligroso -añado con preocupación-. Pero vamos allá entonces.

La miro con una sonrisa y me separo de ella volviendo a tirar de su muñeca. Buscando la dirección de los acantilados.
-¿La playa estaba cerca de los acantilados? Guía tú, mejor. ¿Por dónde? -Miro hacia la ciudad que se extiende bajo nuestros pies y ante nuestros ojos, y avanzo esperando sus indicaciones. Pero antes debería... -Ah... Nia... ¿cómo han ido los entrenamientos? ¿Qué tal has estado? S... siento no haber podido hablar contigo apenas. Han sido unos días muy extraños.

(Sigue en Playa de los Naufragios).

-Emm...No parece un sitio peligroso, pero si llegásemos a estar en problemas yo te protegería. He aprendido unos trucos muy interesantes.-dice llevándose el indice a la sien y luego ríe.
Gael dice que guíe ella, así que cogida de su mano van en dirección a la playa. Nia lanzaba un par de miradas rápidas a Gael por el rabillo del ojo. Por alguna razón estaba muy nervioso. Finalmente, es el chico quien rompe el silencio, preguntándole por los entrenamientos.
-No te preocupes. Se te veía muy aplicado aprendiendo cosas.-responde Nia aplastandole los mofletes y luego le cuenta como le fueron los entrenamientos.
-Pueess...-Nia saca la lengua, poniendo una mueca.-Bastante mal. Salvo el de magia...Aprendí un hechizo muy curioso...-
-¿Y tú? ¿Aprendiste mucho?-le pregunta Nia ladeando la cabeza mientras ya estaban llegando.

(Continua en la Playa de los Naufragios)

Tras pasar un rato divertido en la playa, los dos pequeños volvieron al torreón. Nia se llevó un dedo a los labios, pensante cuando Gael le preguntó que hechizo quería aprender.
-Em...No se pero algún día me gustaría pasear por el fondo marino. ¡Es tan bonito! Ahora llego a lugares donde no llegaba antes o no me atrevía a llegar y creo que con magia, hasta tú también te podrías venir...-Nia cogió de la mano al chico.-Tenemos que encontrar algo que te deje meterte en el agua, sin que te mojes... Algún hechizo...Es precioso lo que hay ahí abajo...-le intentó explicar, fallando estrepitosamente.
Finalmente entraron en el torreón y Nia entró en el baño, que iba a ser su cama dentro de poco. Fue y la llenó de agua, volvió a por sal de la cocina y echó en el agua, para sentirse más cómoda. Se estiró y bostezó.

-¿Pasear por el fondo marino? Debe de ser genial. -Sonrío pensando en todo lo que se podría ver bajo el mar-. Se me ocurre una manera de ir contigo, aunque no es muy agradable... Y creo que... bueno, necesitaría el cadáver de un mamífero marino, no estoy seguro de si funciona con peces. Pero así podría acompañarte.

Después de avanzar por las calles durante un tiempo vemos el torreón a lo lejos. Está anocheciendo y hay que llegar lo antes posible. Cuando volvemos todo sigue tan polvoriento como cuando salimos, nada ha cambiado. Nia se mete en el baño tras llenarlo con agua, y yo me acerco a la puerta para darle las buenas noches.
-¿Te vas ya a dormir, no? No hay nada para cenar... qué desastre... -Miro al suelo y me froto el brazo-. Bueno, buenas noches... hasta mañana. -Le dedico una última sonrisa-. Hoy lo he pasado muy bien, gracias.

Cierro la puerta y desaparezco escaleras abajo, hacia la cocina. Por más que rebusco no encuentro ni gota de comida. E ir a por cestas a estas horas... no es solo que no quedase nada ya en ellas, sino que es posible que ya no nos alimenten. Lo único que queda por aquí es la huerta que plantó Vacuum, de la que se podrían sacar algunas cosas comestibles... Pero no sé el qué. Vi a Vac cocinar muchas veces, a mi madre también, pero no tengo ni idea de cómo se hace. Rebusco entre las plantas y veo una hortaliza similar a un pimiento verde, pero de tonos marrones. Lo olisqueo y no me tiene mala pinta. Recojo tres de esos y arranco unas hortalizas enterradas que parecían algún tipo de zanahoria o nabo de color rojo. Recuerdo que no tenían uns abor dulce ni nada parecido, así que además de eso cojo una de las zanahorias amarillentas y regreso adentro con esos ingredientes. Los lavo con agua del pozo y los pelo con un cuchillo que encuentro entre los utensilios de cocina. Después lo paso todo a una olla cortado en lascas y lo hiervo en agua con un hechizo. Cansado de esperar, aumento el calor para que se cueza antes. Cuando parece que ya están más reblandecios les escurro el agua usando la tapa de la olla. Miro las verduras humeantes cuando termino de vaciarla y les veo su aspecto insulso, poco cocido... no hay aceite ni nada para aliñarlo. No reconozco las hierbas aromáticas ni nada para echarle. Aparto un poco para un plato y suspirando me lo llevo a la boca. El sabor era aún peor de lo que esperaba. Estaba ligeramente amargo y dulzón. Eran simplemente verduras hervidas y escogidas casi al azar. No soy capaz de comer demasiado pero me fuerzo a acabar al menos mi plato para recuperar energías.

Cuando termino de mascar de mala gana lavo mi plato y dejo la comida tapada por si alguien está tan desesperado como para comerla. Me avergüenza que alguien lo pruebe pero siempre me quedará decir que yo no he sido. Me escabullo hacia el último piso y recupero mi manta del suelo. Ya son horas de irse a dormir. Me cubro con ella en mi esquina y termino por dormirme con la cabeza llena de imágenes del día de hoy, de los entrenamientos, y de mucho, mucho más atrás. Cosas que ya me parecen lejanas e irreales.

Nia se despidió de Gael y entró en la bañera, anulando el hechizo de levitación. Se sumergió en el agua lentamente. No era igual que el mar, pero era mejor que nada así que intentó relajarse, cerrando los ojos.
Tuvo un sueño corto, y terrible, en él, se veia a si misma excabando, profanando lo que parecia una tumba de nombe ilegible, tras llegar al feretro y abrirlo el cadaver de Harm, con una sonrisa pérfida le saludó. Nia dio un respingo e intentó cerrar el feretro, pero el no muerto era muy fuerte y se abalanzó sobre ella. Un hilillo de baba verde se resbalaba por su descompuesta mandíbula y con la ayuda de las versiones no muertas de Dean, Ulises y Tesla, la reducen, todos con esa misma sonrisa macraba. Nia no puede gritar, se retuerce y patalea todo lo que puede, pero no puede gritar. Finalmente, Harm desencaja su mandíbula y se acerca a la cara de Nia para cerrar con fuerza sobre su craneo...
Nia se despertó de un sobresalto. ¿Que suponía ese sueño? Era imposible que Harm estuviera muerto, y que ella profanase su tumba. Una voz familiar sonó desde la otra esquina de baño.
-¿Ya estás despierta?-dijo Dama Urticaria. Su vestido carmesí remataba en sus piernas. Era Nia, pero no lo era a la vez. No podía ser ella. Ella ya no tenia piernas. Esa era la voz que le había estado molestando. Dama Urticaria continuó hablando.-Has montado un buen follón con el sueñecito...Acepta de una vez su muerte.-
-No está muerto.-respondió infantilmente Nia, que sabia a quien se refería.
-... Acéptalo y toma tu destino por el mango. Deja que los demás se pudran mientras tu sigas viva. Así eres ahora.-
-No soy así.-contestó una vez más, Nia.-Tu eres mala. Me haces pensar cosas malas.-
Dama Urticaria contuvo una risa y se levantó de su asiento, acercándose a Nia.
-¿Que yo "te hago" pensar cosas malas?-
-No te acerques.-dijo Nia retrocediendo en la bañera, derramando agua. Dama Urticaria se puso a alcance de Nia y la tomó entre sus brazos, mojando ese complicado vestido carmesí.
-Tu eres yo. Yo soy tú...-dijo cálidamente.
-Tu no eres como yo.-
-Esta muerto.-dijo la otra.
-No está muerto.-contestó rápidamente Nia.
-Considera tus sentimientos, y di que no lo está.-
-No esta muerto...no...está...muerto...no...-unas lágrimas se asoman al delicado rostro de Nia, resbalándose y vertiéndose al agua. Dama Urticaria la abrazó fuertemente mientras le acariciaba su cabeza, maternalmente.
-Está muerto cariño.-
Nia rompió a llorar. Y lloró y lloró desconsoladamente. Sus lágrimas saladas se mezclaron con el agua de más abajo mientras seguía abrazada a Dama Urticaria. Ella tan solo la consolaba.
-Ahora que lo has aceptado, su muerte, debes dejarle ir. Debe formar parte de tu pasado.-
-Formar...parte de mi pasado...-repitió torpemente Nia, sorbiendo los mocos.
-Bien, ahora ha llegado la hora de que te aceptes a ti misma. Que me aceptes a mi, que soy tu nueva yo. ¿Serás capaz?-
Nia dudó. Dama Urticaria se separó y le tendió la mano, amistosamente.
-¿Me acompañarás todo el camino?-preguntó Nia, tras volver a sorber.
-Todo el camino. Hasta que nos hagamos una.-
Nia, con algo de duda cogió de la mano de su clon y esta a su vez, tiró de ella y como si tuviera piernas, se puso de pie y caminó.

***
Nia jadeaba aceleradamente. ¿Que diablos había sido ese sueño? ¿Porque no se había dado cuenta de que Harm había estado ausente demasiado tiempo? ¡Como podría haber sido tan tonta! Ni si quiera se habían despedido...
Se llevó una mano al pecho. El corazón latía furiosamente. Por algún motivo, Nia se sentía relajada, pero a la vez destrozada. Comenzó a llorar, al recordar a Harm y como siempre se había preocupado de ella.
<<Pero eso es el pasado. Ahora, ya no existe. Todo ese cruel pasado va a ser borrado. Tengo una vida nueva. Ahora soy Dama Urticaria>>
Se frotó la cara con el agua y al mirarse en el reflejo del agua, no vio a una chiquilla Ulterana de diez años. Vio a una adulta, confinada a un cuerpo pequeño. Un cuerpo que aun no había crecido. Pero lo que más le fascinó, fue la mirada, esa mirada, era sin duda, la mirada de Dama Urticaria.

EDIT: Nia trató de tranquilizarse, pero estaba enfurecida consigo misma y a la vez que estaba depresiva. Salio de la bañera haciendo el hechizo de levitación y se secó. Al salir, casi arranca la puerta de sus gozones y se fue a afuera. Necesitaba ver el mar. Así que decidió que por el momento podría reflexionar bien en los acantilados, oyendo las olas romper y oliendo el mar.

(continua en los acantilados)

Me levanté bastante tarde, todavía cansado por una mala noche. El torreón seguía tan silencioso como de costumbre, pero estaba empezando a habituarme a eso. Doblé la manta y la dejé en el suelo antes de bajar a la cocina. Todo sigue igual que la noche anterior. La comida estaba intacta... o bueno, aquello que dudosamente se podría llamar comida. Y no me extraña. Aun así, fría como está, trato de comérmela. No se puede desperdiciar ni gota de comida, y que sepa tan mal es culpa mía.
Subo a los pisos superiores de nuevo en busca de alguien, pero no encuentro sino camas vacías y alguna ocupada con gente durmiendo. Entonces bajo al baño y me detengo ante la puerta, dudoso. Llamo con los nudillos y espero alguna respuesta, pero no la hay.
-¿Nia, estás ahí?
Dudo que siga durmiendo todavía, es bastante tarde. Al no recibir respuesta golpeo la puerta con más fuerza.
-¡Voy a entrar! -advierto.
Abro la puerta lentamenta y asomo la cabeza al interior. Me encuentro un baño completamente vacío. Pero la bañera seguía llena y había gotas de agua deramadas por el suelo. ¿Cuándo se ha ido? Y yo ni me entero...
La busco por todo el torreón sin dar con ella. ¿Habrá vuelto al río, o a la playa? Debería ir a ver si la encuentro. Sé que estará bien en el mar, pero además de un poco de preocupación, me doy cuenta de que no tengo a nadie más con quien hablar. Bajo hasta la cocina y salgo por la puerta del torreón para salir tras ella, camino al mar. Ya no queda mucha luz pero no creo que eso sea un problema.

(Sigue en los Acantilados).

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Guío a Nia en silencio de vuelta al torreón. Todavía llevo el brazo sobre su hombro, tratando de confortarla. No paro de darle vueltas a demasiadas cosas. Esto es demasiado para ella, y además... ni siquiera hay un cuerpo que enterrar, pero eso no lo es todo... hay que hacer algo en su honor, algo donde Nia pueda recordarlo y llorarlo. Cuando llegamos al torreón reparo inevitablemente en las dos piedras que coronan las tumbas de nuestros dos amigos. Me separo de Nia y me acerco a ambas. A su lado faltaba un recordatorio para Dean... y el de Harm. Busco unas piedras de tamaño similar y las coloco haciéndolas levitar al lado de las anteriores. Me acerco de nuevo a Nia y la guío de la mano hasta los pequeños homenajes.
-Tesla, Ulises, Dean... y Harm -susurro señalando cada una de las piedras-. Hemos perdido a muchos amigos desde que llegamos aquí... Supimos pronto que la ciudad era cruel pero no sabíamos cuánto podría llegar a serlo. -La miro a los ojos, tratando de infundirle ánimo y la tomo de una mano-. Cuando veamos a Vac le preguntaremos si puede personalizar estas tumbas. Pero recuerda que el mejor homenaje es el que le haces tú recordándolo.
La abrazo una vez más, breve pero intensamente y entro en el torreón, dejándola sola si es lo que le apetece en este momento. Una vez dentro recuerdo el mismo dilema de la noche anterior, no hay nada para comer. Derrotado, cojo simplemente un vaso de agia y me siento en una silla, dándole vueltas a todo lo que acaba de pasar. Me siento idiota por no saber cómo actuar nunca.

Nia agradeció el gesto de Gael. De verdad se estaba esforzando para insuflarla ánimos, cosa que le alegraba por dentro y le hacia su carga menos pesada.
-Gracias...Gael-salieron las palabras como si el sonido de una pequeña brisa se tratara. La mirada de Nia recorría las tumbas de una en una. Horrorizada de recordar como murió cada uno. Negó con la cabeza. Tuvo la impresión de que Harm murió por otros motivos que desconocía. Nia le dio vueltas y vueltas a la cabeza. No se sentía con ánimos como para hacer nada y comenzaba a tener sueño. Se acercó a Gael y le dio un fuerte beso en la mejilla a lo que añadió, con lágrimas en los ojos:
-Eres muy bueno conmigo...-y entonces sonrió levemente.-Me gustaría dormir hoy contigo...-admitió.-No quiero pasar la noche sola...y menos hoy...¿puedo?-
Serenidad, al fin. La tristeza quedaba, dentro de ella.

Nia no tarda demasiado en aparecer, o al menos a mí no me ha parecido demasiado tiempo. Pero la verdad es que es tarde ya, y no sé ni por dónde se ha ido el día. Me planta un beso en la mejilla y lo recibo con aturdimiento. ¿Bueno yo? No he hecho nada útil... ni ahora ni en toda mi vida, a decir verdad.
-Claro, vamos... -le digo mientras me levanto de la silla-. Siento que no haya nada para comer... -Me callo al instante, dudo que tenga hambre, si ni yo la tengo.
Subimos las escaleras, ella delante y yo detrás y le digo que se meta en la bañera, que todavía tiene al gua de ayer. Subo a por la manta que dejé doblada en la cuarta planta y bajo otra vez ya envuelto en ella. Me acomodo en el aire al lado de la bañera donde está Nia y le dirijo una mirada que trato que sea alentadora.
-Buenas noches... que descanses -murmuro.
Cierro los ojos y espero a que el sueño me lleve. Pero tarda, y no poco. Escucho a Nia revolverse en al gua hasta el último momento, seguramente ella vaya a tener una noche aún peor, pero necesita dormir. En algún momento antes de quedar dormido me acerqué más a la bañera, para tratar de recordarle que estoy aquí con ella. Aunque creo que el resplandor azulado que hay en la habitación es suficiente para reconocer la presencia de cualquiera de los dos. Cuando ya mi cabeza no puede dar más vueltas a todo me rindo al sueño y me quedo dormido.

Nia se despertó, sumergida bajo el agua. Tenia la mano derecha dormida así que se la frotó con la contraria. Se incorporó, y se estrujó el pelo, soltando agua. En seguida, se secó completamente el largo pelo rubio y se quedó mirando a Gael, dormido. Era bastante mono cuando dormía. Nia apoyó sus brazos en el borde de la bañera y siguió contemplando a Gael, en su sueño. No sabia como pero no podía llorar más. Simplemente, había soltado todas las lágrimas que podía. Ahora Nia, se dio cuenta de la fugacidad de la vida, que, alguien como Harm, que había podido escapar de la muerte una vez, no pudo hacerlo otra. Nia no quería que nadie más muriera. No podía imaginarse un mundo en el que su familia, o amigos no estuvieran. Se rizaba un mechón del pelo. No estaba bien. Quizás habría alguna magia para al menos, hablar a Harm. Quería decirle un último adiós...
Nia salio del agua y su piel absorbió la humedad. Gael aun dormía. Nia se acercó a él, silenciosamente y le dio un discreto beso en la frente. Fue a la cocina y comprobó como no había comida. Nia suspiró. Hambre no tenia. Y menos en ese estado pero le parecía mal que los demás no tuvieran nada que comer. Más tarde traería una avalancha de pescado y lo guardaría en la nevera mágica. Nia se rascó la mano. El entumecimiento no desaparecía. Salio al patio y se estiró.
Mirando al horizonte, se quedó sumida en sus pensamientos.

Empiezo a despertarme poco a poco tras notar un roce en la frente. Empecé a tomar conciencia de donde estaba algo confuso por el sueño. Me doy cuenta de que estoy en el baño en cuanto abro los ojos, y entonces recuerdo toda la noche anterior y busco a Nia en la bañera, pero ya no la encuentro. Hago una maraña con la manta y salgo con ella bajo el brazo para dejarla sobre la que solía ser mi cama. Bajo las escaleras rápidamente y me encuentro la cocina también vacía. Se me ocurre entoncesa salir al patio y al asomar la cabeza ya me encuentro con Nia allí, mirando al horizonte sin más. Me acerco a ella con cautela. Seguramente ya escuchó la puerta y sabe que estoy aquí. Me aclaro la voz.
-Hola... ¿qué tal has dormido? -le pregunto con la voz más aguda de lo que querría. Se nota en su cara que todavía no está bien... ni esperaba que lo estuviera. No digo nada más y me quedo a su lado, mirando también el horizonte.
Después de un rato suspiro y, pensando que tal vez le vendría bien despejarse, le propongo salir a por comida.
-Te parece si... ¿vamos a pescar algo? Tal vez podamos ver ese fondo marino que tanto te gusta... o bueno, no... no sé. Pero estaría bien hacerse con algo de comer... -Jugueteo con los dedos mientras miro el suelo-. ¿Te apetece?

Nia se giró al oír a Gael. Su cara tenia una mirada de melancolía, pero ya no estaba llorando.
-No he podido dormir mucho...-el picor en la mano desapareció así que Nia dejó colgando ambos brazos por el costado.
-Vale...En el torreón no hay comida...-dijo Nia, cabizbaja. Al menos saldria con Gael al mar. La idea de explorar el fondo marino le anima un poco y una media sonrisa se asoma en su cara, pero, no importaba lo que hiciera en ese momento, ahora tenia su mente colapsada de sentimientos y dolor. Por lo menos, la idea que propone Gael la iba a ayudar a distraer la mente. Nia coge de la mano a Gael e intenta mantener la sonrisa.
-¿Nos vamos?