Burdel de Dama Espasmo (Archivo II)

Recuerdo del primer mensaje :

Gritos, una manzana, una persona moribunda... Las ideas y los sucesos se me agolpan en la cabeza, que me empieza a doler de la tensión del momento. Caín dice algo y me parece entender la palabra tablas. ¿Las necesitarán para curarlo? Y sin decir ni mu, corro hasta la habitación y traigo varias tablillas para que cojan la que más les cuadre. Las suelto en el suelo y retrocedo aterrado por la imagen. Siento un ligero picor en los ojos pero contengo las ganas de echarme a llorar como un idiota.

Menuda siesta más larga, echaba de menos esto. Sonrio para mis adentros y me quedo sentada en la cama, con la almohada todavía en la mano. Bostezo y me estiro todo lo que puedo, <<Que a gusto pufff>>. Miro la puerta, estaba preparada para salir de nuevo, pero sinceramente no me apetece, quiero quedarme en la habitación, más bien refugiada del exterior...solo por un día.
Antes, cuando vivía en Alemania, me quedaba mucho tiempo en mi habitación, encerrada, leyendo, escuchando música o en el ordenador.
Pero aqui todo es diferente, no se puede hacer nada...¿O si?, miro el baúl algo dudosa, <<¿Por qué no...?>> Voy directa y lo abro, empiezo a sacar ropa como una loca, solo habia visto la milesima parte de las prendas que escondía el baúl, además parecía ser lo único que podía hacer aqui.
Cada prenda que sacaba y que me llamaba la atención, me la probaba.
Había una gran cantidad de ropa y también había que tener en cuenta que a mi, casi todo me llama la atención,lo que queria decir que tenía para rato.

-Y tú tocas bien...- dice Cain poniéndose sus auriculares, pero sin subir aún el volumen- Deberíamos hacer un dúo algún día... Vacuum se queda ensimismado mirando al cielo. Cain sigue distraídamente a un mirciélago con la mirada... desde el ataque de otro día les había cogido asco, fueran del tamaño que fueran- En Catania eran difíciles de ver, a no ser que te fueses al puerto...- comenta. No le gustaba mucho salir de noche.

Salgo de las termas y vuelvo al cuarto de entrenamiento, dejo la espada apoyada en la pared y vuelvo al salón, hacia el montoncito de libros. Cojo el de magia y lo ojeo pasando las páginas, hasta que veo unos gestos con las manos que me suenan. Frunzo el ceño mientras los imito, pero no sucede nada. Frunzo aún más el ceño y sigo intentándolo hasta que me duelen la frente y las manos. Miro las escaleras hacia los dormitorios, pero no sé por qué, estoy cansadísimo, miro a Elliot sonriendo y me echo sobre un montón de cojines. Con los ojos cerrados, una repentina duda me asalta <<¿Qué fue de Norou?>>. Vuelvo a levantarme y cojo un par de mullidos cojines, luego echo a correr escaleras arriba y trepo hasta el tejado por una desvencijada escalera <<Tendremos que repararla o alguien que no sea Norou se matará al intentar subir>> y veo al chico sentado, mirando al cielo y al horizonte, pero no parece percatarse de mi presencia. No me acerco mucho y me siento como cuando él dice que va a meditar. <<Desde aquí se ve la plaza...Con una ballesta podríamos matar a los colaespinas que se acercasen a las bañeras...Hum...>> y me pongo a pensar qué necesito para montar una ballesta y cómo explicárselo a Dirke. . .

-Si, estaría genial un buen dúo - afirmo - ...
Le observo con una sonrisa, veo que mira distraído por la ventana, un gesto de rechazo surca su cara, sigo su mirada y veo un murciélago de fuego ... recuerdo los bichos que hay congelados en el salón y lo entiendo, debe a ver cogido asco a todo tipo de murciélagos, me pongo en medio de su campo de visión, deslizándome por el alfeizar de la ventana ...
-¿Es bonito Catania? - le pregunto con una mirada brillante - ... aunque es una pena que no pudieras ver las estrellas, bueno ... la verdad es que yo tenia que ir hasta la Acrópolis, pero era un recorrido que hacia a menudo, para alejarme de casa ... me encantaba encaramarme a aquellos patrimonios de la humanidad intocables y sentir el viento en la cara ... eso y mi guitarra me alejaban del mundo, fue en uno de esos momentos cuando apareció el tipo que me trajo aquí ... al final resulto que me aleje demasiado del mundo - digo con una sonrisa extraña - ...
Mientras espero su respuesta tarareo la canción recién escrita ...

Unos pensamientos han llevado a otros, y al final, ha acabado en mi mano el reloj averiado que me mandó arreglar mi padre la noche que me trajeron aquí. Desde que llegué no me ha dado tiempo (o yo no he querido que me diera) a pensar en ellos. Pero ahora... ahora que me paro a reflexionar me doy verdaderamente cuenta de cuánto los echo de menos. A papá, a mamá, a los abuelos... A todos. Casi podría decir que incluso echo de menos al taller, a los relojes... y por supuesto, a la capacidad de comunicarme hablando.

Me seco las lágrimas, que me caen a pulso y se me cuelan por la boca y la nariz, y me pongo en pie. Dirijo una última mirada al cielo desestrellado y bajo al salón, tratando de no parecer sobrepasado por lo que ocurre (Algo difícil, por los surcos que han dejado las lágrimas en la cara). Veo a la chica mayor del torreón, la que parece tener más caracter, pero no me siento muy con ganas de saludar, así que me siento a leer en una de las esquinas, en el suelo.

Mientras me pregunto que estarán haciendo los demás, mis pasos sin rumbo definidos me llevan hacia el salón.
Recuerdo la última vez que estuve allí. Justo antes de perder la consciencia. Agh, me siento realmente una inútil.
Entonces, sentado en una esquina leyendo, veo a un chico rubio. Me acerco a él.
- ¿Qué lees?- pregunto, esbozando una débil sonrisa.

Mientras estoy leyendo una página, bastante aburrida por cierto, sobre las conjugaciones verbales, aparece la chica que entró hace unas semanas o así con sangre por la cara. La saludo un poco con la cabeza y le devuelvo la sonrisa con esfuerzo. Me dice que qué leo, o eso creo entender. Abro la boca para dar explicaciones...
-Ehh...-pero al final veo más sencillo cederle el libro para que lo compruebe ella misma-. Esto.

Había estado toda la mañana probándome ropa, al final me quedé con un kimono verde con detalles plateados y me quedé mirando el cielo. Necesitaba pensar...

Oigo a alguien bajando escaleras y decido ir al salón. Allí estan Dirke, Elliot (dormida en los cojines) y otra chica, la que se desmalló nada más llegar, ¿cómo se llamaba? Martalar, creo. Me acerco a Dirke. Está leyendo el diccionario, y parece que ha estado llorando.
-Dirke, ¿estás bien?- le pregunto, preocupada.

-Bonita... sí, es muy bonita- dice haciendo esfuerzos por recordar. Las imágenes de la ciudad en la que se crió se mezclaban con las de Rocavarancolia- De niño estaba siempre encerrado en casa, pero en cuanto me fui a vivir con mi primo salía a diario. Hay muchísimos palacios, momumentos, iglesias... Nunca entraba en las iglesias, claro, pero me encantaba verlas de fuera, debo tener cientos de cuadernos llenos de bocetos... -mientras hablaba iba recordando, las horas que había pasado en la calle, los largos paseos en busca de un sitio tranquilo para dibujar, las carreras para volver a casa a tiempo para despedir a Crixo...

- Ah...- es lo único que acabo murmurando.
Me siento a su lado y, sin embargo, no digo nada más, puesto que se le nota bastante concentrado en su lectura.
Entonces, entra otra chica y me percato de la presencia de una más, todo de golpe. La chica habla con Dirke, y le pregunta algo. Entonces, me doy cuenta de que el chico no tiene muy buen aspecto. Vaya, que imbécil he sido. Y yo preguntando por cosas tan banales como su lectura por el simple hecho de poder hablar al fin con alguien...
Así que me limito a escuchar en silencio.

Después de vaciar por completo el baúl me doy cuenta de lo rápido que se ha pasado el tiempo. Me apetece salir un rato fuera y ver a los demás, así que meto toda la ropa de nuevo en el baúl a peloton, tal y como entra asi se queda <<Soy un autentico desorden>>.
Cuando dejo todo colocado salgo de mi habitación y voy escaleras abajo. Oigo las voces de dos chicas en el salón, una la reconozco en seguida es la de Kaila, pero la otra me resulta menos familiar. Cuando alcanzo a ver a los dos chicas no me fijo en Kaila, si no en la otra muchacha. Era aquella que se desmayo y que no se ha vuelto a saber de ella, ¿Cómo se llamaba?, Marta...¡Martalar! Me acerco a ella totalmente sonriente:
-¡Vaya has despertado!, ¿Qué tal estas?
También me fijo en Dirke, que no había hablado, ni en Elliot que estaba dormida.

- Mucho mejor, gracias a vosotros- respondo a la chica que me ha hablado, siendo consciente de que la que estaba tumbada se ha incorporado un poco.- Pero me he perdido muchas cosas, por lo visto... ¿Podrías hacerme un pequeño resumen?

Kaila me pregunta que cómo estoy y niego con la cabeza. En un primer momento había pensado en decirle que bien, para ahorrar explicaciones, pero por la razón que sea, mi subconsciente me juega una mala pasada y responde por mí.
-Familia... de menos-le explico, recuperando mi cara la expresión de tristeza de antes de entrar al salón-. Y miedo... ciudad...-no consigo enlazar las palabras con ninguna que recuerde. No me gusta mucho hablar de esto delante de tanta gente, pero en estos momentos no podía guardarlo más.

Veo como llega Erika y la chica del torreón se pone de pie, pero no saludo como debería haber hecho.

-¿Un resumen?, Pueees, a ver, hay una biblioteca a la que fuimos a coger algunos libros que nos interesaban, recibimos visitas constantes de gente de otros torreones como habrás podido apreciar.- Me quedo pensando en más cosas.- Para los alimentos y todo eso, vamos a recoger unas cestas que caen en determinados lugares y que van llenas de comida, también te recuerdo que algunos de nosotros podemos practicar magia, yo no lo he probado, pero Cain y Bonnie son buenos en eso- No se que mas contarle, creo que he resumido todo.- ¡Ah, por cierto!, ni se te ocurra subir a la tercera planta, es una prohibicion no una sugerencia.- Me pongo seria totalmente.

Llega Erika.
-Buenas noches, Erika.- saludo
Escucho a Drike. Creo que echa de menos a su familia y que tiene miedo a la ciudad... Le pasa lo mismo que a mi. Todavía no me he acostumbrado a vivir sin mis padres o sin mi tía, pero murieron, y no es momento de ponerse a recordar el pasado y llorar...Como estoy haciendo ahora.
-Me pasa lo mismo que a tí.- le digo a Dirke mientras le abrazo.

Nia se levanta. A saber porque habia dormido tanto. Tras desperezarse. Decide salir del cuarto. Aun no sabia lo que habia sido de aquellos dos. Y Harm dijo que tendria que esperar para saber la respuesta. Sale de la habitacion, aun abrazada a su cojin de terciopelo rojo. Oye ruido escaleras abajo y baja, en silencio. En el salón, distinge a varias personas: Elliot, Erika <<asi que ella ha debido de comerse a jack...>>razonó. y por ultimo a un chico y a una chica que no conocia. Se acerca en silencio a ellos y se presenta.
-¡Hola! ¡Mi nombre es Nia! ¿Como os llamais?-aun parecia algo dormida; no habia dormido muy bien.