Burdel de Dama Espasmo (Archivo II)

Recuerdo del primer mensaje :

Gritos, una manzana, una persona moribunda... Las ideas y los sucesos se me agolpan en la cabeza, que me empieza a doler de la tensión del momento. Caín dice algo y me parece entender la palabra tablas. ¿Las necesitarán para curarlo? Y sin decir ni mu, corro hasta la habitación y traigo varias tablillas para que cojan la que más les cuadre. Las suelto en el suelo y retrocedo aterrado por la imagen. Siento un ligero picor en los ojos pero contengo las ganas de echarme a llorar como un idiota.

Cain se levanta de un salto y recoge a Bonnie, recostándola en un gran almohadón. Cuando se ha asegurado de que está acomodada, va en busca de todos la carne, y la mete en el improvisado congelador. Habría que rebajar un poco el hechizo para poder meter la fruta y la verdura, pero por ahora les iba perfecto.
-Gracias- susurra, a pesar de que seguramente Bonnie no pudiera oírle

-De... de nada. -Digo yo con esfuerzo. Me levanto a duras penas del suelo, y me siento en el sillón.
-Bueno... Aquí tenéis una nevera. -Digo yo, con una sonrisa cansada y triunfal en los labios.

Ahora mismo estoy concentrada en un único pensamiento... Puedo hacer magia... ¿Seré una bruja? ¡UNA BRUJA! O no... mejor una maga... Con esos gorritos en punta... Oh, ¡qué chulada!

me fijo en la escena de magia antes de bajar a las termas allí me sumerjo en el agua y cierro los ojos, me quito el sudor y estoy apoyado en una roca hasta que mi mente se queda en blanco

Por fin una noche en la que he podido dormir tranquila, sin dolores ni gases...nada de nada. Hoy seguía teniendo ese malestar en el estómago pero ya era menos doloroso que los días anteriores.
Me levanto de la cama y me pongo el vestido, el sudor no me había dejado en paz, pero ya no me molestaba tanto. Salgo de mi habitación y bajo al salón donde estan Bonnie, Kaila y Cain. Me siento en un puf:
-Hola.- Pongo las piernas una sobre la otra al estilo indio.

-Tenemos nevera- anunció Cain que repasaba por millonésima vez el libro de hechizos para averiguar en qué se había equivocado él para no conseguirlo. <<Tal vez simplemente ella tenga más poder que yo...>> pensó, pero no iba a rendirse hasta estar seguro al cien por cien. - Qué tal va tu barriga?

Miro fijamente la escena de magia. Ahora tenemos una nevera. Me quedo otra vez empanada. Al cabo de un rato, llega Erika.
-Hola, Erika. ¿Qué tal?

-Va mejor, aunque me sigue doliendo un poco.- Me froto la tripa.- ¡Vaya nevera!, este sitio me va gustando cada vez más, ¿Como la habeis conseguido?- Me acerco a la nueva nevera, sin duda era un buen trabajo. Abro la puerta y miro en el interior, que ya esta lleno de comida, se estaba tan fresquito.

-Con un hechizo... Bueno, y con muchos cristalitos... -Digo yo, un poco roja.

-Caín, ¿te importa que me lleve el libro de magia esta noche a mi habitación? Me gustaría intentar hacer algunos hechizos básicos... O apuntármelos o algo... Ya sabes, por si las moscas...

Me había levantado de la cama a media tarde, algo que no acabo de entender, ya que creí haberme quedado dormido en el comedor después de jugar un rato con Cain. Al principio creí que había sido un sueño todo, pero conforme me despejaba, los recuerdos me confirmaban lo contrario y las mejillas, coloreadas, me delataron.Al poco, subí al cuarto del otro día pero no para leer el libro que encontré, sino para seguir con el diccionario.

Ahora, una hora o dos después, estoy sentado en el suelo del balcón, con las piernas colgando entre los barrotes de este, mirando a la plaza y observando cómo los animales parecían haberse concentrado en las últimas casas, las más lejanas al burdel. De vez en cuando sale algún colaespina hacia las cestas que hay tiradas, supongo que las de hoy, y hace el intento de coger algo, pero por lo que sea, desiste y vuelve a pasar. Hasta que otro colaespina vuelve a intentarlo sin éxito al rato... <<Deben de ser un poco tontos, los bichos estos...>> pienso al no conseguir entender su conducta. Sobretodo en lo de alejarse del burdel.

-Claro que no. En el tercer piso hay pergaminos y creo que tengo algo de tinta, puedes hacerte apuntes...- dijo Cain- Bueno, voy a ver si hago la cena... - Fue a la cocina y se encontró de nuevo con el dilema... qué hacía? Se estaba empezando a aburrir y a quedarse sin ideas. Cogió algo de carne de algún ave, algunas verduras y hierbabuena e hizo un caldo. Si hubiese tenido aceite habría hecho picatostes, pero tuvo que aguantarse sin ellos. Sirvió un cuencos para los que estaban en el salón, dejó el suyo ahí y subió un momento a por el pergamino y algo de tinta.

Me quedo pensando en un rincón sobre lo que soy capaz de hacer. Vale, esto es imposible... ¿Cómo voy a ser capaz de hacer magia? ¡Yo! Hay veces que ni tengo fuerzas para ser yo misma...

También estoy experimentando ciertos cambios en mi comportamiento. Por ejemplo, antes, en Irlanda, tenía muy muy pocos amigos... Ahora parece que pueda abrirme más con la gente... Me siento un poco distinta.

Miro cómo Cain nos trae unos cuencos con sopa, y me siento a comer. También veo como sube por las escaleras y desaparece de mi vista en el segundo piso.

Empiezo a beber el caldo que ha preparado Cain, estaba bastante bueno. Me quedo mirando la nevera, quien hubiera hecho el hechizo había hecho un buen trabajo.
A medida que me tomo el caldo me empieza a dolerme la tripa, pongo mala cara y aparto el plato. Me había tomado casi todo el caldo, asi que no habia sobrado mucho. Me siento de nuevo en el puf y observo a las demás, daba por hecho que si me encontraba mal tendría que subir de nuevo a mi habitación por los gases.

El estómago me ruge y me hace volver a la realidad. Me incorporo, cojo el diccionario y bajo a la cocina para buscar algo de comer. Sin embargo, antes de llegar me llega un olor a agrio... Alzo el sobaco y me huelo con poco disimulo. <<Puajj... antes necesito un baño. Urgente>> pienso con la cara descolocada en un gesto de asco al tiempo que me redirijo hacia las termas.

Casi me la pego contra la puerta debido a la velocidad. Paro justo a tiempo y llamo
-¡Somos Jack y Norou! ¡Servicio nocturno de comida!-digo a modo de broma.
Norou espera, callado, mirando a los colaespinas fíjamente, como amenazándoles. Pero estos no se acercan al burdel, quizá aquello de Caín o por miedo a mi compañero. Por si acaso chasqueo el látigo contra el suelo, varias colaespinas se retraen y otras chillan retándonos, pero ninguno de los bandos se mueve del sitio, en un duelo de miradas, chillidos y chasquidos, esperando a que alguien abra la puerta. <<Vamos, vamos, ¿dónde estáis? Abrid la maldita puerta>> pienso impaciente, a pesar de que no corremos peligro aquí, a esta distancia...

Cain abre la puerta con los auriculares colgados del cuello y sonando. Tiene unas ojeras verdosas bajo los ojos dorados, el kimono caído y cara de mala leche.
-Os parecen estas horas de llegar?- pregunta, pero les deja pasar.
La mayoría ya se había acostado, algunos simplemente leían o se habían quedado dormidos en los cojines.

Caín nos abre y se nota que está algo molesto. Normal, es tardísimo, pero tenía cosas que hacer.
-No, no es una hora aceptable, pero hemos ido a por las cestas en el camino de vuelta y había botellas de aceite, además de que Norou, como puedes ver, se ha desnudado los ojos y yo, aunque no se note, he empuñado por primera vez una espada. Así que por nosotros dos, la hora está justificada. Pero cierto, no son horas, disculpas. Siento haberte sacado de la cama si estabas acostado.-digo, disculpándome de corazón, pero de corazón también he soltado el discurso.
Luego Norou y yo llevamos las cestas a la cocina y empiezo a notar los arañazos en el brazo derecho mientras descargo la poca comida que han dejado las asquerosas ratas y las botellas de aceite. En el fregadero, con agua me limpio la sangre y las heridas y luego me las cubriré con algo.

-Estaba leyendo... Desinféctalas con esto- dice Cain dçandole un bote de algo- Estoy cansado y no pienso gastar magia en esa mariconada...- Echa un vistazo a lo que trae Jack... Era eso aceite?? Coge una botella y la abre. La huele, ¡¡era aceite!!- Tenéis hambre?- no espera respuesta, corre a buscar una sartén y corta pan en taquitos para hacer picatostes. En poco tiempo ya había calentado la sopa y llevado dos cuencos humeantes con los picatostes flotando.