Burdel de Dama Espasmo (Archivo II)

Recuerdo del primer mensaje :

Gritos, una manzana, una persona moribunda... Las ideas y los sucesos se me agolpan en la cabeza, que me empieza a doler de la tensión del momento. Caín dice algo y me parece entender la palabra tablas. ¿Las necesitarán para curarlo? Y sin decir ni mu, corro hasta la habitación y traigo varias tablillas para que cojan la que más les cuadre. Las suelto en el suelo y retrocedo aterrado por la imagen. Siento un ligero picor en los ojos pero contengo las ganas de echarme a llorar como un idiota.

-Hola Norou - le saludo cuando aparece - ... pues no se, había ganas de salir del torreón - digo sonriendo al pasar a su lado tras Cain - ...
Entro a la cocina tras Cain y oigo sus comentarios, parece ser que va a hacer "conejo" con arroz amarillo, asiento y me lavo las manos, me arremango y me preparo ...
-Me siento afortunado si - digo sonriendo - ... te ayudare, espero que no me mandes cortar el pan otra vez - digo con voz seria, pero con una sonrisa en la cara - ...
Miro distraído como saca los sacos de arroz y el azafrán, también saca alguna de las hierbas que me pidió, pero no se para que sirven, al lavarme las manos el olor del jazmín se atenúa un poco, pero aun lo noto en la nariz.
-¿Que quieres que haga? - le pregunto - ... ¿y que propiedades tienen esas hierbas? ...

Al terminar de secarme me pongo un vestido limpio. Tal vez si me tomo algo los gases desparezcan y dejo de tirarme eructos. Abro la puerta con cuidado, no quiero ver a nadie en estas condiciones. Salgo al pasillo sin cerrar la puerta por si acaso tengo que volver, a mitad del camino, puedo percibir las voces de varias personas, todas son conocidas aunque algunas menos, seguro que es alguien de otro torreón <<Joder, maldita suerte>> pienso. Vuelvo a mi habitación y cierro la puerta, se me tendrá que ocurrir algo tarde o temprano.

Saludo a los que van llegando con un gesto amable y una sonrisa de oreja a oreja, pero pronto la habitación se llena de más gente de la que puedo soportar... empiezo a sudar y a sentirme mareado. Así que decido subir a los pisos de arriba y tomar un poco el aire.

Entro en una de las habitaciones, de esas que tienen los mayores balcones, y entonces descubro un libro sobre la cama. Está forrado con piel y me pica la curiosidad. Lo cojo y lo llevo hasta el balcón, donde me siento con las rodillas flexionadas hacia arriba para apoyarlo y poder leerlo al aire libre. Abro el libro y me encuentro la... la foto de una mujer en... Se me suben los colores a las mejillas.

Termino de lavarme y me visto el kimono limpio, uno púrpura con pequeñas flores. Calzo las deportivas, me pongo los guantes cuando se secan y el látigo atado a la cintura. Vuelvo al vestíbulo, donde están casi todos.
-Bueno. Mientras se hace la cena...¿Queréis hacer algo?
<<Hay mucha gente...O me adapto o muero...Adaptarse o morir, adaptarse o morir...Pero sigue habiendo mucha gente...Maldita sea. ¿Y si me vistiese como anoche? Se irían todos asustados>> pienso pero me brota una carcajada y rápidamente me llevo una mano a la boca <<Que no pregunten>>

-Elliot*digo girando mis ojos vendados hacia ella* ¿Cómo va tu entrenamiento… pareces cansada os han atacado por el camino?*pregunto preocupado* Ven vamos a sentarnos mientras cocinan, tenemos que hablar sobre cierto asunto…. Le hago un gesto para que me siga y me siento en un sofá, a su espera…escucho a Jack reirse, parece que le ha sentado bien la caza...

Cain se limita a responder con un ''son mágicas'' y empieza a pedirle cosas a Vacuum. En poco tiempo ya tienen todo en el fuego, cocinándose lentamente. AMbos se quedan un poco empanados, viendo como se consume el caldo del arroz. Cain le encarga a Vacuum que ponga la comida en una fuente mientras él va a preparar la mesa para comer.

Vuelvo a perderme en mis pensamientos, pero una palabra se cuela en estos "espada"
-¡Espada!-me vuelvo a llevar las manos a la boca, carraspeo y las aparto.-Espadas...-me giro a la chica que al parecer se llama Elliot y me acerco a ella.-Esto...Las espadas son para nosotros, ¿no? Porque de ser así...¡Gracias!-exclamo un tanto infantil, vuelvo a carraspear.-Ejem...Gracias. Me manejo mejor con una espada, muchas gracias.-luego ladeo la cabeza hacia la cocina.-Parece que la cena está ya lista. ¿Vamos?

-¿una pelea pequeñita?*se me escapa una carcajada*Ninguna pelea es pequeñita, todas son grandiosas….¿la venda? Realmente me ha sido de mucha utilidad, ahora veo cosas que los ojos no me dejaban ver… podría quitármela ya pero… no sé*me rasco la cabeza* ¿Has traído espadas? Qué bien las armas que tenemos en el burdel son demasiado pesadas para manos inexpertas, muchas gracias *digo francamente* Veras no he podido evitar oleros a los de letargo, quisiera saber si allí hay vegetación, la echo tanto de menos….*digo bajado la cabeza* a la pregunta de Jack: -No me apetece comer mucho… me siento raro… ¿pero quién dice que no a una cena en familia?

Salgo de mi empanamiento habitual y hago lo que me dice Cain, coloco la comida en una fuente, y voy tras Cain, que ya ha puesto la mesa, dejo la fuente en el centro y vuelvo a la cocina a limpiar un poco, recojo lo mayor y vuelvo con el pan que había en una de las cestas, lo reparto por la mesa y me siento para cenar ...
Tarareo un poco, con la mirada perdida, esperando a los demás ...

Subo al fin del sótano. Maldición, estas manchas no van a desaparecer del karategui, pero ya no importa... Supongo que estoy en mi derecho de pedir otras ropas.

Cuando subo, veo que la sala ha sido invadida por una multitud. ¿Pero de dónde se supone que ha salido tanta gente? Me acerco a un niño que parece apartado del resto, dispuesto a conocerle... Espero que no se asuste con mis ropas manchadas de sangre.

-Buenas, chico. Me llamo Adara, ¿y tú? -me presento con una sonrisa sincera y agachada hasta su altura.

Asiento contento ante lo de que las armas son nuestras y me acerco a la cocina
-Hola de nuevo, maestros cocineros.-digo de broma y sonriendo <<¿Qué fue de mi frío? Maldita sea...>>. Me coloco junto a una silla pero no me sentaré hasta que todos se sienten. Me arremango las mangas y les hago varios dobleces para que no se me caigan.-Colaespina cortesía de Norou.-anuncio al ver la carne, alegre, pero confuso. No suelo estar así de alegre, de social con la gente...

-¡Uh! -exclamo con sorpresa cuando se me acerca una chica llena de sangre-. Perdona, me has asustado.
Intento no mirarle mucho la ropa, tampoco quiero que se sienta despreciada por eso. Al fin y al cabo parece que estan haciendo de comer con esos animales.
Ahora que lo pienso, me suena que es la chica que vi alguna vez por el torreón, pero no me había acercado nunca a hablar con ella.
-Yo soy Gael -digo agachando un poco la cabeza con timidez-. ¿Vives aquí ahora?

Cain se sentó a comer también, despacio, en silencio. Miraba las espadas de vez en cuando pero no decía nada, tenía algo preparado... La carne tenía un toque agridulce y se alegraba de haber conseguido el sabor esperado. Quería empezar a probar recetas nuevas, parecía una chorrada, pero la buena comida ayudaba a olvidar los horrores que tenían que afrontar todos los días, era su pequeña alegría diaria... Las hierbas empezaron a hacer su efecto y provocaron una agradable sensación de bienestar, de relajación. La piel vibraba y un cosquilleo se extendía por los labios y la nuca.

Me siento a cenar, hambriento por todos los sucesos del día. Doy un bocado tímido a la carne y lo paladeo <<¡Agridulce!>> Suelto el tenedor y me paso el brazo por los ojos rápidamente, luego lo vuelvo a coger y sigo pinchando del plato. Comienzo a sentirme bastante bien, aunque no sé si es por los recuerdos de cuando estaba con mi madre o si por la cena.
-Está...deli...delicioso, Caín.-consigo decir, mientras sigo comiendo con los ojos cerrados, intentando que no me venzan los recuerdos.

-¡Qué chiquillo más bonito! -digo con efusividad no fingida-. No vivo aquí, sino en el torreón Letargo. Tan sólo he venido a conocer a los habitantes de este burdel y, ya de paso, a ayudar con la cena -le acaricio la cabeza de forma tranquilizadora, pues parece nervioso conmigo. Seguro que es la ropa.

Veo que la cena está lista, así que me pongo de pié y se lo señalo al niño.

-¿No tienes hambre, Gael? Venga, vamos a cenar, que eso huele que alimenta.