Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Estaba muy dormido, se sabía sus nombres, recordaba el momento en que se presentó, las miradas de extrañeza de todos mirándolo a él y entre ellos. Pese a recordarlo todo, era incapaz de vislumbrar en su mente los nombres. Estaban, pero como la huella que queda cuando borramos una palabra a lápiz, queda el leve arañazos del carboncillo sobre el papel.

El tono de Ulmara al pronunciar su nombre le dejó claro que si quería que se llevasen bien tendría que mantener la misma pose que mantenía en casa. Nada de hablar sin filtros, tendría que volver a ser el Toni distante, distraído y seguro.

-Perdonad, llevo mal dormir poco- dijo poniéndose recto y acariciándose levemente los ojos. -Pues no se como estéis pero yo no aguanto más, creo que nunca he estado tanto tiempo sin comer, llevo el mismo pijama desde hace dos días y no me gusta perderme nada. No se donde están los demás y no quiero que vuelvan.

Toni puso el tono serio y afable con el que respondía a su padre, igual debería haber respondido con un simple "bien, gracias".

-Deberíamos hacer algo ¿no?- dijo pensando en volver a meterse en la cama- Si van a traer comida tendremos que ver donde guardarla y que aguante lo más posible.

Ulmara llevaba con más calma las dificultades, a juzgar por las cosas que empezó a decir el humano. Todos estaban cansados y hambrientos, era lógico. Por eso no supo por qué decía que no quería que volvieran los demás. ¿Habría entendido mal? Miró a Ulmara mostrando extrañeza al escuchar aquello, pero el chico continuó hablando, proponiendo organizar la cocina para cuando regresasen sus compañeros. Iemai se quedó perpleja con aquella contradicción, pero optó por no hacer preguntas. Tal vez había malinterpretado a qué se refería.

—Bueno… —comenzó, insegura sobre qué responder—. Distraerse ayuda con el hambre, es mejor hacer algo que nada. A mí me ayuda, incluso con lo del brazo. —Dijo aquello último mirando a su compatriota, que había preguntado antes cómo se encontraban. Justo después recogió el trapo del agua y lo escurrió con cuidado, acercándolo a su cuerpo para usar las dos manos.

Ulmara sonrió levemente a Toni y se arrepintió de haberle hablado quizás con demasiada dureza. Ella tampoco estaba acostumbrada a dormir mal,ni a la punzada de hambre que sentía ahora, pero para ella era demasiado importante entenderse con todos. Iba a vivir con ellos, al fin y al cabo, la cercana quería que todo saliera bien. Por eso no entendió muy bien lo siguiente que dijo Toni. ¿No quería que volvieran? No entendía el carril de pensamientos que seguía el humano, el arrepentimiento inicial de Ulmara se esfumó. Dirigió a Iemai una mirada de incomprensión y descubrió que parecía compartir sus dudas.

—Más nos vale a todos que vuelvan —le dijo a Toni. Contuvo una bordería, un “el día que salgas tú, le rezaré a los Dioses para que no te mueras” o un “el día que pueda salir te llevaré conmigo”, y continuó hablando—: Sin magia para conservar la comida, no hay mucho que hacer—. Los armarios de la cocina fueron de las primeras cosas que miraron y limpiaron el día anterior y estaban perfectamente vacíos. Prestó atención a su paisana, al cubo y a cómo se manejaba con el brazo roto, y decidió lo que haría—. Me cambio de ropa y te ayudo, ¿vale? Yo también necesito distraerme.

Ulmara había cogido del baúl unos pantalones bombachos grises, o desteñidos, y una camiseta marrón que parecía limpia, por muy vieja que fuera. Sin decir nada más, se acercó al baño para cambiarse de ropa. Normalmente no le habría dado vergüenza hacerlo delante de nadie, pero ayer entendió que su anatomía podría chocar a otros tanto como la del frivy lo había hecho con Toni (o, en menor medida, con ella).

No tardaría mucho en volver.

- Mmmmmmmmmmmmmn  a ver a ver aveeer….. – Kiki ya no tenia mas cubiertos que poner así que se volvió para ver a su compañera mientras entrecerraba los ojos tratando de recordar los caóticos eventos del día anterior. Se llevo las manos a la sien y masajeo un poco en círculos lentos. - Según yo, me parece raro que no se hayan juntado con alguien más de su mundo si es que lo había entre toda esa gente…aunque siempre puede ser que haya brechas sociales muy grandes en ese mundo y por eso se juntaran entre ellas…pero sin contar aquello parece que lo que sea que busquen de nosotros solo está restringido a su especie en su mundo…

Cerro los ojos y se estiro con calma dándose cuenta de lo cansada que seguía. Con un suave suspiro  se movió un par de pasos y se puso al costado de Fleur. Era relajante poder hablar con alguien después de todo lo que había pasado en tan pocas horas.

-Yo creo que es magia, esencia, o algo de esas cosas que salen en las novelas de ficción. Básicamente no podemos negar la magia después de esto, y no podemos negar que nos tienen en sus manos…tradición…cultivo de nuestro sabor…al menos no nos van a engordar porque no tiene sentido que nos manden a buscar comida…pero solo queda esperar para ver que pase, y mantenernos juntos. Tu tranquila deben de regresar pronto…lo que significa que debo revisar a Imai dentro de un rato también…

Fleur también frenó su trabajo en sacar brillo y adecentar las cosas, no había mucho más que hacer y ahora que andaba más desocupada su mente volvía a cavilar sobre el lagarto gigante y lo que les depararía >>¿Será suficiente para ellos? No puedo... simplemente no hacer nada<<. Pensó en cada uno entrando por el umbral del torreón aunque algunas caras fueran más difusas. Pero respiró calmada cuando Kiki se acercó a su costado y empezó a hablar.
Fleur no estaba del todo de acuerdo con su compañera. La situación fue cáotica, algunos llegaron después y mucha gente comenzó a correr con el primer ataque, la joven francesa casi podría decir con seguridad que había adivinado a otros humanos. O eso le pareció.

Poco después asintió totalmente conforme mientras se secaba las manos lentamente con un paño cualquiera. Sacó su hilillo de voz.
-También lo creo- la secundó- ahora no se puede negar la magia ni los milagros- se preguntó que dirían algunos científicos o la gente que levantaba las cejas cuando descubrían que era interna en un convento de monjas. Pero ella no juzgaba a nadie, rara vez lo hacía. No todos tenían oportunidad de ver cual era el verdadero camino y la senda a seguir. Le encantaba saber que podría existir un hechizo para multiplicar los peces, o convertir el agua en vino. Se preguntó si Kiki creería, pero intuía que no, o al menos no de la misma manera- gracias- musitó con sutileza e intentando recuperar la compostura, habría algo en ella que la chica leía como preocupación- si están juntos nada puede pasarles- dijo de manera automática, aún sabiendo que podía estar equivocada del todo- sí... de acuerdo- ya habían terminado allí. Luego se quedó sospesando si acompañarle o no para finalmente decidir que sí, aunque no quería molestar a Iemai mientras la revisaban no soportaba la idea de quedarse sola. Si veía disgusto se marcharía fingiendo que buscaría ropa más cómoda y rezaría más veces.

Recordó la voz antigua de su tía y lo repitió en su cabeza mirando su colgante.
>>Nunca son suficientes veces<<

-¿Tú crees?- digo ya distraída, Kiki parecía tener un repertorio inagotable de teorías que la mantenían dispersa de sus pensamientos más fatalistas. Lo agradeció en silencio, ella no era una persona muy imaginativa, la verdad es que el convento no cultivaba mucho desarrollo personal. Pero no le sucedía con el baile, aquello le salía simplemente solo. >>¿Será lo que le pasa a ella? ¿Le sale todo eso solo de manera natural?<<- creo que nos lo habrían dicho, si pudieran hacerla- aventuró, aunque no estaba acostumbrada a contrariar a alguien de manera tan directa Fleur sintió que no generaría incomodidad a su compañera- pero me encantaría poder hacerla, debe ser maravilloso- permitió que un suspiro de admiración traspasara su boca para ser emitido sin tapujos- Akeyo parecía capaz de muchas cosas y parecía humana- sí, era cierto. Aunque prefería no pensar en ella como alguien que estuviera metida en ese embrollo turbio y los había traicionado. Fleur se obligaría siempre a pensar que no había malas intenciones en alguien que no conocía, hasta que estuviera lo suficiente claro. Seguro que la chica no tenía idea de lo que iba a pasar en la fuente. >>Escapará de su control<<- Ulmara mencionó que sabía teoría mágica, a lo mejor nos regala su atención- dijo algo más animada.

Fleur no quiso ser tan entrometida como para preguntarle a Kiki por qué era capaz de ayudar a Iemai, aunque se hacía a la idea. Asintió brevemente, sí, la cercana no debía forzarse. A lo mejor los chicos encontraban algo para ayudarla. No creía que hubiera medicinas en las cestas, pero quizás remedios naturales.
-Espero que no se lo haya fastidiado mucho- se limitó a decir, intentando recordar cuál había sido el suceso desencadenante, pero sencillamente no lo sabía o no se acordaba.

El camino de vuelta fue silencioso para el nombrado. Solo mantuvo atención cuando hablaban de cómo llegar o sobre algo realmente relevante para él. Tenía prisa por llegar a sitio seguro, y cada rincón en sombra en las cuevas derruidas le hacía mirad desconfiado hacia los lados.

Por fin, entre unos y otros se aclararon para llegar al refugio, y por suerte pudieron verlo destacar entre las ruinas poco antes de dar con su calle. El hijo de lunas se acercó a la carrera al borde del foso nada más verlo y apresuró a los demás con gestos antes de llamar a gritos. Temía advertir de su presencia a cualquier otra criatura, pero no quedaba otra si no les veían desde dentro. Por eso dejó la cesta en el suelo y preparó el arco. Toda precaución parecía ser poca en aquel mundo.
—¡Abridnos! ¡Somos Pefka y los demás!

Con todo claro, agarró las cestas que le tocaban, e incluso alguna más, y se encamino con algo más de tranquilidad pero a paso rápido hacia su lugar seguro. No habló más que para contestar en la vuelta, sumido en sus pensamientos con la misma seriedad en el rostro y porte de la que había hecho gala la noche anterior mientras meditaba para sí.

Tanto la garganta como las fosas nasales le dolían ligeramente al contacto con el aire frío de la ciudad y aunque había remitido la sensación de escasez de aire le había agobiado durante el breve reposo después de la carrera. Miraba alrededor, la vida brillaba por su ausencia, no había verde en casi ningún lado y el mar era azul.

Con razón superme ahogo tan rápido, no hay casi minipeloty´zz ocho en el aire, ultradebe ser incluso peor que en la cima de las Montañas Tras la Tele.

Cuando llegaban al torreón Nery´s, que se había dejado guiar por alguien con mejor sentido de la orientación, empezó a reconocer ciertas formas y edificios, ciertos pequeños detalles aquí y allá que les indicaban lo cerca que estaban. Suspiró aliviado, no quería volver a tener que huir o enfrentarse a cualquier otra cosa, no hasta que no se hubiera acostumbrado al clima, cosa que no iba a ser nada fácil.

Nada más dar con el área sin edificios que precedía al torreón Nery´s sonrió victorioso mirándoles a todos y zarandeando las cestas a lo que Pefka echó a correr hacía el foso y empezó a gritar para que les abrieran. Quería unirse a él pero un pequeño pinchazo en la garganta le sugirió que mejor no hacerlo. Había tenido que cuidar su garganta mucho pero era la primera vez que tenía problemas con el frio así que no sabía qué hacer aparte de dejarla reposar.

Hiperno tengo medicina.... bueno, le preguntaré a Nieve como cuidarla, seguro que ella megasabe algo.

Avanzó hasta el foso y se quedó esperando a que aquel "tradicional mecanismo", por llamarlo de alguna manera, bajara.

Iemai no se negó a recibir ayuda de Ulmara. Solo quería que no le impidiesen trabajar, que era lo único con lo que podía pasar el tiempo en ese momento. Avanzó con lentitud pero se encargó de sacarle el polvo a los muebles del cuarto en el que dormían. No era escrupulosa, pero todo tenía una capa de polvo considerable, y si se quitaba aquella suciedad acumulada el torreón era un lugar estupendo para vivir.

Desde allí arriba pudo escuchar los gritos para que se bajara el puente, pero por la ventana del cuarto no se podía ver la entrada al torreón. Dejó el trapo y bajó por las escaleras ágilmente, deseando ver si habían traído comida de algún tipo con ellos y si había ido todo bien.

El puente estaba demasiado duro para subirlo ella con una sola mano, por lo que dejó que fuesen otros quienes se encargasen de eso. Esperó ante la puerta mientras se escuchaba el traqueteo del mecanismo, y cuando pudieron pasar lo primero que vio fueron las cestas que traían algunos. En las caras se fijó después, y una de ellos, Qwara, tenía la ropa polvorienta.
—¿Lo habéis conseguido? —preguntó con cautela.

Por fin, el puente empezó a bajar. Por novena vez en aquella mañana, el nombrado cambió armas por la cesta que llevaba y luego cruzó la superficie de madera hacia la puerta, deprisa. Les recibió Iemai y él respondió mientras entraba hacia la cocina.
—Más o menos, cogimos lo que pudimos —señaló las cestas que sus compañeros cargaban detrás de él. Dejó la suya en la mesa sin dejar de hablar, pues los demás estarían expectantes—. Una bestia nos persiguió. Qwara es la única que no salió indemne, creo, pero gracias a ella pudimos huir —miró a la chica entonces y cayó en que no lo había pensado. Era verdad, su idea les había salvado—. Gracias.

Él también había hecho su parte, y Nery's, pero Qwara había sido determinante. No dijo nada más. En su lugar, por fin, descolgó el carcaj y el arco, y se dejó caer en una silla. La tensión iba remitiendo, y con ella la rojez de sus ojos. Ya podía respirar tranquilo.

Se tiro de rodillas en el suelo, con las manos abrazando su estoma y sin poder respirar, hace tiempo que había tirado su lanza al suelo, no era más que un estorbo si no sabía usarla y además había muchas en el torreón. Nunca había corrido tanto.

Consiguió entrar detrás de sus compañeros, aunque hubiera salido de las primeras, su forma física la hizo perder posiciones.

Cuando pudo respirar con mas normalidad se levanto para ir andando a la cocina a beber toda el agua que podía y limpiarse la cara, mientras el pelo se le mojaba sin cuidado.
Volvió con el grupo que ya estaba comenzando a hablar del tema:

-Era un Kelpie típico de mitología celta- dijo sin mirar a ningún sitio en particular. No tenía mucho sentido para ella, había leído sobre la mitología celta. La había desestimado, como todo, no eran más que relatos para que los niños no se acercaran a las aguas. Pero ahora ante ella se mostraban criaturas fantásticas y magia, se había pasado tanto tiempo buscando y no había encontrado nada y ahora todo aparecía de golpe. ¿Qué más podría ser cierto? Se preguntaba, mientras una pequeña sonrisa casi imperceptible e inconsciente se asomaba en su rostro.

Avanzó por el puente no sin antes ir mirando atrás cuidadoso de lo que pudiera haber ahí todavía hasta que pisó por fin tierra segura y el puente comenzó a subir de nuevo.

La pregunta de Iemai provocó que alzara las cestas con la misma sonrisa que les había dedicado a los que salieron pero esta vez para los que se habían quedado. Las posó y estiró el hombro entumecido de llevarlas durante todo el camino.

-Sí, gracias Qwara. Hiperme alegro de supertenerte  por aquí.

Atisbó a Kiki bajando saltarina  a recibirles lo que casi hizo reír, le parecía adorable y aún más cuando empezó a darle golpecitos en el brazo. -Nah. Megaestamos perfectamente. -Miró hacia sus jadeantes compañeros y a Sarah que había estado en el suelo. Su respiración no estaba ni alterada con el ritmo al que habían vuelto. -Bueno, quizás no tan perfectamente. -Sonrió. -No, ultrano era el reptil ese, era un.. em... ¿mamiferi´zz enorme de seis patas y colmillos que corría muchis que te chasquis?

Sarah dio una respuesta precisa a esa pregunta.

-Genial, megase os ha colado una de esas cosis en vuestro planeti´zz en el pasado.

Posó su mano sobre la cabeza de Kiki y le acarició el pelo. -¿Hiperno sabrás cómo cuidar la garganta del frío? En Frivowaldany megasiempre hace calor.

La conversación con Kiki era tan plácida y la tenía tan distraída que cuando al rato escucharon voces reaccionó con torpeza. La francesa siguió atropelladamente a su compañera para reunirse con los demás mientras alguien se encargaba de bajar el puente. Un bocado en el estómago le atenazaba todo el cuerpo y Fleur se deslizó entre los presentes para ver por fin el cabello inconfundible de Maila. Jadeó con las mejillas tintadas de rojo y ojos emocionados.
-Estás bien- dijo sin más, para segundos después abrazarla. Por un segundo se olvidó del resto de compañeros, incluso si hubiera faltado uno de ellos se daría cuenta solo después de ese abrazo sudoroso- ¿queréis agua?- preguntó servicial instantes después mientras lograba reponerse, quería que descansaran, habían corrido peligro ya costa de proporcionarles comidas a todo. No se le ocurría ahora mismo nada más heroico- ¿necesitas sentarte?- le preguntó además a Qwara por ser ella quien según Pefka y Nery´s no había salido indemne.

Rua asistió a todo lo que había ocurrido como si estuviera viendo el suceso en cámara lenta. Qwara consiguiendo la atención del condenado caballo, este embistiendo, el desplome de rocas sobre este y sobre la sudafricana. Rua abrió los ojos con horror ante la visión, la columna de humo que s levanto impidiéndole ver que había pasado tanto con el caballo como con Qwara.

Apenas si escucho al voz de Nery's y sus pies a su vez, dejaron de obedecerla, quedándose quieta en el sitio como si la hubieran anclado al suelo, sin dejar de mirar en dirección a donde había ocurrido el derrumbe. El nudo en el estomago ante la posibilidad de ver algún miembro de Qwara sobresaliendo de debajo de una roca, aplastada bajo su peso le había bloqueado incluso sus pensamientos.

Ya había visto a alguien morir antes, en al fuente...pero era muy distintos, muy distinto, un total desconocido, a alguien con quien había hablado. Era una bravucona, pero no insensible. Si alguien la llamo para que avanzar ano logro hacerlo, sin escucharles. No hasta ver que Nery's volvía junto a Qwara que se encontraba herida, peor no convertida en tortilla bajo el peso de la piedra.

El aire escapo de sus pulmones con tan fuerza que dolió cuando los vio. La cabeza empezó a dolerle por la tensión y fue incapaz de prestar atención alguna la conversación que se mantuvo. Sus pies siguieron automáticamente al grupo, reactivándose de nuevo y no fue hasta que se encostro dentro del edificio que logro volver medio en si.

Y el primer sentimiento que la embargó cuando eso ocurrió, fue la frustración y la rabia contra si misma. <<Joder, joder... PUTA INUTIL DE MIERDA. ¿¡Que mierdas haces quedándote paralizada en medio de la huida como una jodida piedra, después de que ella arriesgo su vida para que huyéramos!? >> Rua se sentía incompetente, tensa, preocupada y rabiosa, un cúmulo de todo explotando en su interior tras el mayor momento de tensión y terror de su vida.

Con una mala leche que parecía querer comérsela, entró en la cocina tras Pefka dejando las dos cestas que llevaba. Un quejido escapo de sus labios al soltar las cestas y miro las palmas de sus manos. Las había agarrado tan fuerte por los nervios que estaba había dejado heridas en las palmas de sus manos ante el agarre.

-Mierda....esto es una jodida mierda- murmuró con fastidio sintiendo como su mala leche se desinflaba. Apenas realmente, de verdad, se estaba dando cuenta de lo que se estaba jugando en aquel lugar. No era un sueño, ni una alucinación, ni un juego de rol absurdo muy bien logrado ni nada de lo que subsconcientemente se había intentado convencer. No, allí podría acabar herida de verdad. Podría acabar muerta de la forma mas estúpida posible.

Con el malestar aun en el cuerpo, tomo un poco de agua del buco de la cocina y sin miramientos se echo cuanto pudo en la cara, dejando que chorreara por su cuello. Tras eso intento respirar hondo para calmarse y solo entonces, el zumbido interesante que no haba dejado de escuchar por todo el camino, y que había nada mas y nada menos que las voces de sus compañeros, empezó a remitir. Las voces empezaron a ser mas y mas claras.

Salió a encontrarse con ellos, logrando oír la voz preocupada de Kiki preguntando sin cesar sobre si estaban o no heridos, sobre lo sucedido y un sin fin de preguntas preocupadas. Mas su atención estaba puesta en Qwara, a la que había tomado por loca y aun creía que lo estaba, pero al menos había tenido mucho mas coraje que ella misma. No era tan fácil arriesgar tu vida por otros, cuando apenas los conoces ademas.

-Realmente nos acabas de salvar Qwara, sino le hubieras entretenido jamas habríamos llegado hasta aquí tal y como estábamos. Aunque dejamos decirte que estas un poco loca -aseguró Rua terminado con una sonrisa a medias, traviesa. Intentando aliviaran la situación tras tanto susto seguido. Luego miro al resto, mientras se sentaba en una de las sillas tras dejar su machete sobre la mesa, para quitarse las botas, le dolían mucho los pies tras la carrera.

-Ese kelpie de los huevos no los ha puesto difícil. Vamos a tener que salir armados, y sabiendo usar lo que llevemos cuando salgamos. - no es como aun sabiendo usar lo que tenia hubieran podido hacer gran cosa con el kelpie, pero era mas seguro que ir con un arma que no sabían usar ¿no? Ahora al menos que tenia la mente mas fría tras echarse agua podía pensar con algo mas de claridad- No podemos estar siempre que salgamos dejando a gente atrás para que distraiga a los monstruos. ¡Auch! - se quejo cuando intento sacarse la bota y se raspo aun mas las palmas de las manos. Iba a tener que ponerse alguna venda improvisad,a al menos para evitar el roce contante contra todo. No sangraba pero dolía de todas formas.

-Ahora...alguien que tenga manita cocinando lo que sea. ¿Podría preparar algo por todo lo que mas queráis? - preguntó Rua tras quitarse las botas y suspirar aliviada de descansar sus pies adoloridos. Con todo su estomago estaba rugiendo, ahora que se sentía medianamente mas protegida dentro de la torre, recordaba que seguían sin comer desde hacia ya tiempo- Podemos seguir charlando sobre esa cosa o que haremos, mientras comemos algo. Os aseguro que yo misma me cocinaría, pero creo que me he echo polvo las manos llevando las cestas- dijo mostrando sus palmas enrojecidas y con la piel un tanto resquebrajada por sostener demasiado fuerte las asas en todo el trayecto. Ni se había dado cuenta de ello hasta que las había soltado, en realidad.

El nombrado se levantó gruñendo. Con las prisas se había olvidado de algo importante, así que cogió su silla y salió al pozo mientras los demás hablaban. No quería perderse lo que dijeran, así que llenó el cubo y lo puso en el umbral de la puerta. Se sentó ahí para hidratarse y evadirse un poco.

Le hizo gracia que Rua llamara "loca" a Qwara, pero también le sirvió para sobreentender que, quizá, en su mundo no estaban acostumbrados a estar en peligro como hoy. También le pareció curioso que en ese mismo mundo tuvieran un nombre para la bestia que habían dejado atrás. ¿Dónde vivirían realmente, allí en su mundo años atrás y traídos aquí, o quizá alguno de aquí se había perdido allí? O, peor... ¿Y si eran inteligentes y habían sido traídos como el nombrado y sus compañeros? No podía saberlo. «Demasiadas preguntas...»

Demasiadas incógnitas y demasiadas frases y palabras colándose en su cabeza. Echaba de menos sus días a solas, con Karane y la vida salvaje. Necesitaba buscarse un rincón donde estar a sus anchas, tranquilo, sin tantas voces. Pero, sin embargo, a la vez tenía mucha curiosidad y quería saber todo lo posible. Ya se había lanzado a ciegas una vez y lo había pagado caro.

Una de las terrícolas le sacó de sus pensamientos cuando estaba acabando de lavarse. Lavó el cubo y lo llenó de nuevo para llevarlo a la cocina para que pudieran beber.
—Traigo agua y voy a cocinar algo de carne.

Recogió el cubo y se fue hacia las cestas. En cuanto metió la mano, le llegó un olor familiar: especias aromáticas y picantes de su mundo. No solía tener ese lujo cuando pasaba días a la intemperie, pues tenía que buscarlas y tratarlas mejor que a sí mismo, tarea poco fácil sin las comodidades de la ciudad. Agradeció en silencio el gesto a quien hubiera preparado esas provisiones. Después, cogió las bolsitas con disimulo y se fue para el fuego. No les diría lo que haría. Sería sorpresa y esperaba que les gustase.

También sacó algo de lo verde, pero lo dejó a un lado con un cuchillo listo para cortarlas. Hasta ahí llegaba su conocimiento de recetas no carnívoras... Y su conocimiento de los artefactos de la cocina, también. No sabía usar nada de lo que veía. Por suerte, Qwara se le unió para cocinar y resolvió las dudas del nombrado.
—Estoy haciendo una receta de mi mundo —le dijo a la chica.

Poca sorpresa sería, no obstante, porque el aroma y el pique pronto se desprenderían de la carne.