Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Los acontecimientos que se estaban dando en ese anochecer no eran los esperados para la francesa, que contra todo pronóstico contemplaba un poco más allá como Qwara dejaba escapar un bufido y reía como no hacía en semanas. La sudafricana era una de las que más se había aislado y verla en ese estado la hacía sentir aliviada. Pero la cosa no terminó ahí, tanto Pefka como Rúa se unieron a los aullidos, el primero de ellos vestido de manera estrafalaria y la segunda con un grito más seguro que el de ella, dejando que el suyo pareciera el de una cachorra mal amamantada.

Escuchó las palabras de ánimo de Ulmara desde arriba y vio de reojo como Toni se golpeaba la frente de manera exagerada. Definitivamente no estaban muy buenos de la cabeza y cuando su amiga estalló en sonoras carcajadas no pudo contenerse y se le contagió la risa tonta.
—¡Rúa... para... si no paras no puedo parar! —en otras circunstancias se habría cuidado de cortarse justo cuando el hijo de lunas aparecía, pero el no poder parar de reír sumado a que cada vez que andaba se escuchaba un tintineo e iba dejando polvo a su paso fue demasiado. Por suerte la sueca  ya no tenía la taza de té encima, porque Fleur se dejó caer de lado sobre su hombro, con la cabeza echada completamente hacia atrás, lágrimas en los ojos de risa y el cuerpo totalmente flojo y sin fuerzas. No sabía cómo habían tardado tanto tiempo en desquiciarse de esa forma para lo que habían vivido. Pasaría un rato con dolor abdominal y dando palmadas sobre su rodilla cada vez que su risa o la de Rúa sobrealimentara a la otra, cayendo en un pequeño bucle. Menos mal que esta vez no estaba quedando aturdida por tocar a la chica, aquello sería el colmo.

Por un momento, casi le pareció que estaban en la normalidad. Y olvidó que Iemai seguía muerta. O que las costillas que parecía sujetar en ese estado de júbilo se las habían roto hace no tantos meses.

Más aullidos se sumaron al de Fleur y Ulmara se rió con la broma de Nery's sobre la llamada, pero lo que más le sorpendió fue el abrazo repentino. Normalmente la cercana era bastante reacia a compartir su espacio personal, pero en ese instante, llena de la euforia previa a algo tan grande, no solo no le importó el abrazo sino que se lo devolvió con fuerza. Aceptó las gracias de Nery's, pensando con diversión que, en parte, parecía que se las hubiera dado por aullar, y asintió con la cabeza a modo de respuesta, con una sonrisa que amable.

Conforme bajaban las escaleras, se cruzaron a Kiki, pero cuando Ulmara iba a invitarla a bajar con ellos, la humana agachó la cabeza y cruzó en dirección contraria. La cercana miró a Nery's con cara de póker y se cruzó de hombros. Kiki era una chica muy rara y últimamente no estaba muy bien. A Ulmara le costaba entenderla a veces. Por suerte, según llegaban a abajo, les llegaron varias risas cantarinas y aparentemente inacabables. La sonrisa reapareció en su rostro, ensanchada si cabía al ver el ataque de risa que se había apoderado de Fleur y Rua. La mayoría de sus compañeros se encontraban allí. Muchos se habián vestido con la misma ropa con la que llegaron, pero el que más destacaba era Pefka, que se había adornado de una forma más... ¿Salvaje? Parecía que se hubiese vestido de camuflaje, pero lo que más le gustó fueron las plumas.

—Unas cuantas más y te creería si me dices que eres cercano —le dijo con una sonrisa divertida, en parte contagiada por las risas de Rua y Fleur—. Te queda genial —añadió sin un ápice de broma esta vez.

Habían pasado meses duros, habían perdido muchas cosas y a gente importante, pero ese momento de júbilo resultó liberador para Ulmara; una constatación de que también habían ganado algo, un poco de esperanza.

El día siguiente y los posteriores Maila los pasó como en una especie de trance, entre momentos en los que no se creía que Iemai ya no estuviera entre ellos y otros en los que era terriblemente consciente y no paraba de llorar. Habían pasado por muchas cosas pero nunca se hubiera esperado lo que ocurrió aquel día. Tanto ella como los demás le contaron al grupo de Maciel lo que le había hecho Iemai a Nori, la hawaiana solo esperaba que comprendieran que lo hubiera ocultado en su momento. Aún le costaba pensar que la cercana hubiera hecho algo así aunque fuera por llevarse a Lasca con él. El grupo de Maciel obviamente tampoco se lo tomó bien como era de esperar.

Todos podrían ver a una Maila mucho más callada y seria, la situación así lo requería en realidad. La chica colaboraría con el grupo e intercambiaría palabras, pero estaría muy distante. Se acercaba el gran día, y ella solo podía pensar en su familia. Por otro lado una fuerte discusión con Fleur acabó por romper toda su amistad con ella. Se había hartado de su actitud y estaba muy enfadada con ella, sobre todo por las últimas palabras que le dijo. Para todos sería evidente que algo había pasado entre las dos. No fue la única discusión que tuvo, ya que intentó sin éxito que Ulmara saliera allí fuera todas las veces. A su parecer a la cercana se le estaba yendo la cabeza. Sarah estaba más comunicativa por otro lado, y Pefka trajo de algunas excursiones huesos de alimañas para hacer una flauta. La hawaiana se quedaría atenta escuchando cada vez que la tocara, echaba de menos la música.

Entre tantos pensamientos y emociones la hawaiana dejó a un lado los entrenamientos físicos, aunque con la ayuda de Rúa siguió ahondando más en la magia y en lo que era capaz y no de hacer. Cuánto más se acercaba el día de la luna pudo notar cómo hechizos antes imposibles para ella ahora cedían a su voluntad. Sus cuerpos estaban cambiando ante su llegada y la ciudad también. El clima caótico y cambiante, los temblores, esa aura tan perturbadora de la catedral... La hawaiana fue más consciente que nunca de que toda la ciudad giraba en torno a aquel astro, como si fuera un gran reloj y la Luna el núcleo o la batería.

El día por fin llegó y Maila se encontraba acostada en una cama de la habitación, con la mirada perdida en el techo. Habría subido a la azotea, pero creía que por ahí andaba alguien y la hawaiana prefería estar sola. Entonces y de la nada escuchó un aullido proveniente de arriba y aunque al principio se asustó después cayó en la cuenta de quién provenía y se echó a reír allí sola como estaba. Para su sorpresa más aullidos se sumaron y la hawaiana no pudo evitar la tentación de unirse desde allí entre risas. No sabía si la escucharían pero en parte gritaba por el placer de hacerlo, porque sentía que lo habían conseguido y porque necesitaba liberar tensiones. Sobre todo desde que no se hablaba con la francesa. Maila se levantó de la cama y bajó hacia el salón entre risas para ver con sus ojos aquel divertido caos. Iba vestida con la camiseta de tirantes azul y los vaqueros cortos blancos que llevaba en primer día.

-¡Estamos fatal de la cabeza!- Comentó entre risas bajando las escaleras para sentarse en uno de los sillones. Se sentía pletórica en aquellos instantes, de repente el torreón se había llenado de buenas vibraciones y la hawaiana esperaba que no terminaran pronto mientras miraba a sus compañeros reírse.

Con aquellas fuerzas renovadas por toda aquella escena se encaminó hacia sus compañeros. Aunque después de todo lo sucedido no todo podía ser alegría.

Al toparse con Kiki la miró fijamente aunque ella solo pasó de largo mirando al suelo. Recordaba sus palabras de su última discusión y toda su preocupación y tristeza se mezclaban con furia.

—Aún estamos contigo —le recordaría a la finlandesa.

Negó con la cabeza para Ulmara como única respuesta y saludó a Sarah cuando se la toparon.

No quería ahogar aquella euforia con sentimientos desagradables. No quería volver a pararse en la amargura y la agonía. Estaba enfadado. Con todos esos años en los que ni siquiera se recordaba a sí mismo, tan solo una sucesión de obligaciones y sucesos. Con toda la impotencia y frustración que había sentido. Con ver en la humana un reflejo de si mismo tiempo atrás.

¿Por qué es tan difícil mantener esta sensación de paz y felicidad? Nos lo merecemos.

Se sentía tan harto de todo y de sí mismo que tenía ganas de simplemente seguir aullando desafiando a la Luna.

El ambiente de abajo calmó todo aquello. Cada uno vestido para la ocasión y todos riendo unos con otros. La mayoría vistiendo lo que trajeron al principio.


—Estáis todos espectaculares que te rompes. —Había emoción en su voz y sus ojos brillaban en entusiasmo por lo que estaba a punto de pasar.

-Me ofendes Sarah, lanzarme de una torre por mas que estemos en un mundo distante e infernal seria demasiado básico, y hay la pequeña probabilidad de que solo quedara muy lastimada…¿te imaginas que sea malísima hasta para matarme?... en fin, conozco formas de hacerlo mucho mas sencillas e indoloras y menos dramáticas, y otras obviamente mas sorprendentes, de esas que dejan traumas a tus amigos…solo quería estar sola ya abajo hay una pandilla de gente alegre que solo me hace estar mas agria…aunque tampoco esperes que te prometa nada…

Suspiro un momento evaluando que tan mal había sonado eso o si podría tomarse como una confesión. Hasta que un pequeño click se hizo en su mente y su Kiki interna se crispo como un gato para defenderse.

-además además además…te estas contradiciendo. Afirmas que me revuelco condescendientemente en mi conocimiento y que, a la vez, busco valer por lo que puedo hacer…sin embargo el final de todo conocimiento es tener utilidad, a pesar de que personalmente encuentro placer en solo saber y no en hacer todo lo que se, lo normal es que un conocimiento sirva para una o mas situaciones…¡¡por eso es esto!! -volvió a sacudir las hojas que tenia en la mano antes de calmarse un poco- vivir esta bien, pero como seres con consciencia no podemos solo limitarnos a vivir, el valor de todos nosotros esta…¡¡¡no pienso filosofar de eso!!! Te aceptare esa discusión si seguimos aquí para mañana…El caso es que las suposiciones que presentas no son validas en un mundo donde las leyes del tejido de la realidad se cambian con magia. Donde la inteligencia no te salva de dragones voladores…y por mas optimista que quiera ser, la objetividad gana aplastantemente…. -se contuvo de decir algo como “y yo objetivamente soy una carga”, respiro profundamente antes de poder ordenar su mente. – mira…según lo que se, esta noche pueden pasar muchas cosas…supongo que después de que salga la Luna podremos redefinir algunos conceptos….pero te advierto que te vas a aburrir si te quedas aquí conmigo.

Pefka sonreía con los comentarios y risas de los demás, pero lo que llevaba encima pesaba y terminó de llevarlo al patio. Le hacía mucha gracia el ataque de risa de las chicas y a punto estuvo de reírse, pero le hizo perder el equilibrio y tuvo que callarse para seguir.

Haría la hoguera donde siempre la hacía para bailar, pero esta vez esperaba que se le unieran más miembros del torreón. Abrió el manto de piel en el suelo y se puso manos a la obra con la madera, pero apartó a un lado el montoncito de complementos y otros huesos . Les habló mientras preparaba la hoguera, pero la encendería cuando se fuera oscureciendo la tarde.
—No sé qué es un Ent, pero me alegra que se reconozca el árbol —respondió a Rua y luego miró a Ulmara y el resto, y se señaló el círculo plateado de la frente—. Es para representar la Naturaleza y también a mi luna Levyna, que es la que me vio nacer y la que me dio mis dotes y mis rasgos... Voy así como homenaje para que lo vea cuando aparezca en el cielo junto a esa Luna Roja —declaró, y parecía estar plenamente convencido de ello, pero no las tenía todas consigo. Tomó aire y siguió explicando, como si así pudiera alejarse de las sospechas—. Les recibiré bailando y tocando alrededor del fuego. También os he preparado unos huesos que se chocan entre sí como percusión, y otras pulseras y colgantes por si queréis acompañarme con música o más aullidos o simplemente para bailar —terminó, y entonces señaló la pila que había apartado antes. También podían hacer palmas, pero llevaba meses deseando poder hacerles instrumentos. No había podido hacer más flautas porque eran muy laboriosas sin las herramientas adecuadas.

Sí que tenía ciertas dudas sobre la aparición de las lunas. ¿Serían solo esas dos? ¿O también la kepryna? Y también le daba miedo equivocarse, haberlo entendido mal, o descubrir que sus lunas no tenían influencia allí y que estaba solo en aquel mundo desconocido. Pero no, la mensajera le había dicho que este era su lugar, así que debía haber algo que se le escapaba. Seguro que sus miedos eran simplemente nervios o miedo por el estado en que se encontraba la ciudad y qué podía ocurrir cuando todo se desatara.

Sonreía. Pero a cada segundo que pasaba cada vez era más algo externo. Había un vacio en el pecho que se agrandaba y tiraba de él. No podía evitar volver su cabeza de nuevo hacia las escaleras. Esa sensación de remordimiento se apoderaba de él gritándole.

No quiero que pase sin ella al lado.

En un momento se excusó y empezó a subir las escaleras. Nervioso, indeciso, pero sin cesar de caminar. Después de aquellas discusiones sabía que se había acabado pasando por el mar humor y por lo inestable que estaba el mismo y aún así seguía enfadado con aquellas palabras hirientes que le dedicó.

Al final se paró en la puerta de la terraza y tomando aire salió a verlas. tan solo escuchando lo último. Parecía que estaban charlando con cierta tranquilidad y que Sarah estaba intentando sacarla del pozo también lo cual le tranquilizó y despertó un poquito un sentimiento que nunca había tenido. Celos.

—Kiki, tienes la objetividad de un artista en pleno estallido creat- —Se paró en seco mientras andaba hacia ellas cerrando los ojos y llevandose las manos a la cabeza. El dolor empezó a surgir de la nada y escaló tan rápidamente que no pudo articular más palabras. Empezó a respirar en pánico notando como la sangre empezaba a caerle de la cabeza y amenazaba con cegarle. Alzó la vista de nuevo solo para ver que Sarah se había derrumbado y Kiki estaba sangrando.

Balbuceó sus nombres pero algo empezó a moverse en su espalda dentro suya y el dolor se intensificó y el frivy cayó de rodillas intentando torpemente quitarse la cazadora entre jadeos y lagrimas empezando a caer.

Qwara negó levemente con la cabeza cuando Rua también se unió al aullido, sonriendo a pesar de todo mientras más de sus compañeros iban llegando al salón. El primero en aparecer fue Pefka, aullando también y eclipsando con sus pintas a todos los presentes, y mientras se dirigía tintineando por todo lo que llevaba encima hacia el patio Toni bajó desde las habitaciones. Fue la sueca la primera en señalar las similitudes del krabeliense con un ent, cosa que tenía bastante gracia, pero en opinión de la sudafricana el chico guardaba más parecido con una especie de chamán del paleolítico.
—A lo mejor tendríamos que habernos disfrazado todos. —comentó con una mueca divertida, saludando a Ulmara, Nery’s y Maila con la mano cuando también se les unieron.

En el sofá a la albina le había dado un ataque de risa gracias al hijo de las lunas, ataque que se le pegó también a la francesa mientras la cercana señalaba las similitudes con los de su pueblo y el susodicho explicaba el porqué de sus ropajes, y temiendo que le alcanzaran aquellas carcajadas contagiosas la morena decidió levantarse para prepararse una infusión.
—¿Alguien quiere té? —preguntó mientras se dirigía a la cocina, rascándose inconscientemente la palma de su mano izquierda.

Aquel gesto se había convertido en una especie de tic para la muchacha, pues la sequedad de su piel en aquella zona era realmente molesta, pero mientras lanzaba unas astillas de madera al fuego para avivarlo no pudo evitar fijarse en las perturberancias que habían aparecido en los talones de sus manos y en la humedad viscosa que sentía entre los dedos. No le dio tiempo a extrañarse, sin embargo, pues el violento fogonazo que salió de la puerta del horno le hizo trastabillar hacia atrás hasta caer de culo.
—¡Joder! —exclamó sobresaltada, buscando algo con lo que sofocar cualquier posible incendio mientras se ponía de pie.

Se hizo con un trapo que descansaba sobre la encimera con bastante rapidez, aunque por suerte no había llamas descontroladas a la vista, pero al rozar la tela con la punta de los dedos un siseo de dolor se le escapó entre los dientes. Con expresión de incredulidad la sudafricana vio como una de sus uñas se desprendía, dejándole una sensación de quemazón en el hueco en carne viva, y para su horror personal no tardó en percatarse de que las demás no parecían muy estables.
—¿Q-qué está pasando… ? —balbuceó, volviendo hacia el salón con cara de circunstancias mientras buscaba a sus compañeros con la mirada.

Antes de que se adentrara mucho en la estancia un dolor intenso la dejó clavada en el sitio y le hizo llevarse las manos a la cabeza, jadeando de la impresión mientras algo que solo podía ser sangre empezaba a correrle desde la frente.

Maila sonrió con la explicación del krabelinense sobre su vestimenta. Lo cierto es que era muy gracioso y con tanta risa por lo anterior tuvo que aguantarse un poco para no soltar una carcajada, ya que parecía una especie de chamán. Pefka acabó por irse al patio y la hawaiana pensó que quizás podrían ir todos más tarde con él a bailar.

La chica estaba a punto de aceptar la invitación del té de Qwara cuando escuchó su grito y se levantó sobresaltada del sillón. Se había convertido en una suerte de acto reflejo ponerse alerta cuando algo no iba bien y los balbuceos de la sudafricana no hicieron más que asustarla. Maila fue a acercarse rápidamente mientras la veía llevarse las manos a la cabeza y emanar sangre de su frente.

-¡Qwara! ¿Qué te ocurre?- Preguntó con un tono asustadizo y preocupado mientras le tocaba el hombro con una mano e intentaba ver el origen de la herida. Sin embargo de repente y sin previo aviso algo cambió en el rostro de la hawaiana. Una expresión de curiosidad y desconcierto. Algo la estaba llamando, desde el patio. Y ella quería descubrir qué era.-Yo... yo tengo que ir al patio un momento...-Comentó visiblemente confundida mientras se apartaba de su compañera rápidamente. -Yo... encargaos de ella, ¿vale? Lo siento, es que t-tengo que comprobar algo, no sé qué ocurre ahí fuera.- Pidió mirando intermitentemente a su amiga y al resto sabiendo lo raro que sonaba todo aquello.

Y sin más dilación fue hacia el patio con paso apresurado y sin mirar lo confusos que podrían estar o lo dolorida que estaría la sudafricana. Maila salió a la noche, al exterior. Acudía a la llamada.

Fleur estaba tan a gusto revoleada en el sofá contra el cuerpo de Rúa sin parar de reír que por una vez a penas atendía a lo que pasaba a su alrededor. Le costó unos minutos más tranquilizarse hasta que dejara de perder fuerza por la boca y asentir a la proposición de Pefka, era bonito por su parte que hubiera pensado en todos ellos. Se uniría a él ante el fuego y bailando con sus colgantes pero quizás solo un poco más tarde, cuando pudiera quitarse la tontería y estuviera más mentalizada.

Lo bueno en cambio duró poco, y la francesa pegó un pequeño saltito en el sofá cuando escuchó el fogonazo del horno y la consecuente caída de Qwara. Maila fue la primera en acudir y al principio creyó que no había sido más que un susto pero no tardó en descubrir que se trataba de algo más.
—¿Estás bien? —se había incorporado con torpeza con un repentino dolor de cuello, seguramente por la postura tan incómoda que había tomado contra Rúa, se dijo. Al acercarse pudo ver que de la frente de la sudafricana corría sangre, palideció un poco tras la hawaiana—. ¿Te has dañado la cabeza? —por lo menos ella solo había atinado a ver que cayó de culo—. Pero qué... —fue su única respuesta ante la huida de Maila, sabía que las cosas entre ambas estaban mal, pero no hasta el punto que por su acercamiento se marchara de esa manera tan extraña. ¿Qué estaba ocurriendo?—. ¡Espera, voy a por paños! —dijo con urgencia, si se había hecho una brecha en la cabeza no les convenía que se desangrara. Trasteando en la cocina se le ocurrió que quizá tendrían que llamar a Kiki, pero algo la interrumpió al pasarse las manos por el cabello con nerviosismo. Con sus dedos había palpado unos bultos en la línea del pelo que picaban mucho, y sentía un cosquilleo en las mejillas. Fleur no lo sabía pero estaba perdiendo las pestañas.