Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

El grupo estaba dividido arriba. Por un lado, la puesta en común de información. Por otro, la humana entablillando el brazo a Iemai. Pefka aprobó en silencio la idea de usar flechas (aunque eran unas flechas extrañas) para la tarea, de hecho, pues le gustaban poco las armas y les habían dado un uso muy positivo.

La conversación de los diurnos y nocturnos derivó en el cómo habían llegado allí. A los humanos les había convencido la misma criatura, "Akeyo". Pero la cantidad de información fue tal, que el hijo de lunas consideró sentarse para asimilar todo aquello. Parte de lo que les había dicho coincidía con el discurso de las bestias en la plaza: que estaban allí como parte de un rito de supervivencia durante cierto tiempo sin posibilidad de retorno.

Los demás charlaban y limpiaban, pero para él el salón era perfectamente habitable y no se iba a entretener con minucias. Además, necesitaba sentarse un momento después de la carrera y la tensión reciente por Rua.
—A mí me encontró Dama Diurna. Me dijo que me había elegido, imagino que por las mismas razones que a vosotros. Y también dijo que aquí podría usar la energía superior, que imagino que es eso que llamáis "magia" —hizo una pausa. Después, reflexionó en voz alta—: Imagino también que todo esto es parte de un rito de las lunas. En mi mundo tenemos dos lunas sagradas, Kepryna y Levyna, y aquí hay otra, la Luna Roja, así que tiene sentido.

>>Sobre quedarnos, es obvio que este sitio está bastante bien, en comparación con el centenar de ruinas que hemos visto. Tiene un foso, tiene armas, tenemos cocina y sitio de sobra —y finalmente miró a Nery's—. No sé qué es una "bañera", pero si sabéis reconocer una y llevan provisiones, me apunto a buscarlas.

Cuando terminó de hablar, miró en derredor fugazmente. No tenían comida, no sabían cómo de largos serían los días y no sabía si proponer ir más tarde de expedición o qué. Seguía sin entender tantas cosas de la cueva, la ciudad y el mundo donde se encontraban y esto condicionaba sus decisiones. Y para colmo, pronto necesitaría hidratarse, cosa que haría antes de cualquier otra actividad.

Maila escuchó interesada las descripciones de Nery´sobre su mundo. Por lo que decía su planeta no era muy diferente al suyo, cosa que sorprendió a la hawaiana. Mientras el frivy iba relatando la chica se limitaba a asentir y rebuscar entre las armas. Tropezó con un cuchillo algo desgastado y viejo que estaba en el suelo y se dispuso a guardarlo con el resto del armamento.

-¡Vaya! No esperaba que tu mundo se pareciera tanto al mío-. Dijo sonriendo. -Mi mundo... Bueno... Algo muy importante que hay que mencionar es su diversidad. Hay lagos, océanos, ríos y montañas, si. Pero tambíen desiertos y glaciares. No sé si hay de eso en tu mundo pero son gigantescos terrenos de arena y bloques de hielo. También hay teles, claro... ¡Qué haría la gente sin las teles!-. Exclamó cayendo en la cuenta de lo poco importante que era un televisor cuando tu supervivencia estaba comprometida. <<Algunos luchan por comida mientras otros solo se preocupan por el siguiente movil de última generación que comprar.>> Pensó con aire pesimista.

-Yo preferiría hablarte de mi hogar, porque bueno... estoy enamorada de ese sitio-. Le dijo encogiéndose de hombros a Nery´s mientras intentaba levantar una espada muy grande en vano. -Hace tiempo que mi familia y yo vivimos en un faro, y la verdad sea dicha, no está nada mal. De hecho me encanta. Desde arriba se puede ver todo el océano, los barcos y la gente pasando un buen rato en la playa. El atardecer es de lo más bonito que he visto nunca dándole al agua esos tonos naranjas. Y por las noches se pueden ver las estrellas y la luna recortada en el horizonte. Es realmente precioso-. Es un sitio bonito, con muchas casas de madera en la linde de la costa y gente muy amable. Y además está cerca del club de surf, que lo adoro.




Hablar de su hogar le recordó a sus hermanos y en la situación en la que estarían sin ella. La chica pudo sentir cómo se le formaba un pequeño nudo en la garganta, y el atisbo de unas lágrimas empezaban a asomar. Por suerte la hawaiana encontró algo que la ayudaría a cambiar rápidamente de tema y salir de aquella situación.- ¡Mira eso!-. Exclamó con un leve temblor por lo ocurrido. Se trataba de unos virotes de madera, eran sólidos y podrían servir como cualquier tablilla. Maila cogió unos cuantos en una mano y se acercó al frivy.

-Creo que esto servirá, Nery´s. Deberíamos subir en cuanto antes.- Dijo mientras cogía más virotes aún.

Escuchó el repiquetear del cuchillo pero al ver que Maila no se quejó por lo que no preguntó si se había hecho daño.

Rió con la exclamación sobre las teles. -Que monis. -Pensó. -Oh, pues superno hay glaciares, al menis no gigantescos. -Atendía más a ella que a la búsqueda pues lo que le había llamado la atención acabó siendo unas palas medio escondidas en la penumbra y no parecía haber tablas en ningún sitio.

Iba a responderle cuando notó como se quedaba un poco pillada en el sitio. Salvo los rary´s en frivo cualquiera se hubiera puesto a tararear o hubiera referido a cómo iba hoy vestido Nery´s o otro CoMo, pero ahí estaba ella. Atragantándose después de habar de su familia y hogar en esta situación... Se preguntó si ella sería una rary´s entre los humanis o si todos eran así, la que se parecía a su hermana también parecía asumirlo y entristecerse....

Él sin embargo no tenía nada que lo atase mucho a Frivowaldanny, más allá de su objetivo, o eso había pensado siempre.

A la llamada de Maila Nery´s se acercó sin perder el tiempo para mirar aunque su porte había cambiado algo, miraba seriamente a la humana, perdido un poco en sus pensamientos. No le duró mucho.

-Hiperdejame ver. -Cogió uno de los que tenía ella en la mano sin verguenza al contacto con está y trato de doblarlo con ambas manos, pero solo se escuchó un leve quejido de la madera. -Sólidos megason. Superpillemolos y a ver qué ultradice Ki. -Cogío unos cuantos en una de sus manos y antes de subir la paró un momento. -Y ey. -Extendió su mano libre y le revolvió el pelo, cualquiera de su mundo seguramente le hubiese gritado por ello si no era antes de meterse con él en la cama. -No te lo guardes mucho, no es bueno. -Automáticamente miró al frente y se encogió de hombros. -O al menis eso me superhan dicho.

Subierón hacia arriba y ante la aprovación de Nieve la dejaron hacer sus cosas y Nery´s volvió abajo a seguir limpiando.

-Holis otra vez. -Le dijo a Fleur al bajar. -¿Superme enseñas porfis?

Prefería que todo fuese hablado después de hacer el sitio mínimamente habitable pero tampoco iba a forzarlo así que se dio por vencido y se unió al intercambio.

-Superes como un cubo muy grande de algún material duro que hiperllenas de agua caliente para meterte en él y megalimpiarte la suciedad, de hechis supertenemos una por allí, aunque las megahay de muchás formas no debería ser problema encontrarlas. -Dijó señalando hacia donde estaba con un trapo. -Y sí la Luna Roja superes... divina para ellos, o algo así. Hiperno estoy seguro del todo pues ultrano nos cuentan casi nadis pero superse la tengo oído a más de uno de los que vienen a mi planeti´zz.

El movimiento ayudaba pero poco a poco se estaba helando. -Oye, ¿cuánto tardaría la ropa en lavarse y secarse? -Preguntó a nadie en particular.

Rua espero a ver que decía, cruzada de brazos mientras jugueteaba con el piercing de su labio, mordisqueandolo insistentemente, un tic que a veces tenia cuando estaba muy pensativa. Algunos respondieron, pese al ajetreo que hubo por el asunto de Kiki que estaba tratando de lidiar con el brazo de Iemai.

Alzo una ceja extrañada cuando escucho a Nery's mencionar quienes debiera ir por la bañeras especialmente tras escuchar de boca del propio Pefka que no sabia que era eso y que también había sido traído por alguien diferente que pareció hablarle de magia. <<Realmente parece venir de un mundo que sigue estancando en la época de las cavernas >> eso tendría sentido para que no supiera tampoco que era una bañera o una puerta. Aunque le sorprendió oír lo de las dos lunas mas no dijo nada.

Las palabras de Maila dirigiéndose a ella indiciando que tal vez estaría bien expresar cada uno lo que sabia parecía buena idea, Rua se encogió de hombros. Ella ya había dicho cual seria la prioridad mas que hablar de magia en si al menos o de si podría o no hacerla. Lo que si veía correcto era saber que habilidades poseía, si sabia usar armas o técnicas de supervivencia o luchar o cosas así, eso si seria interesante saberlo.

-No veo mal decir si sabemos pelear, rastrear o cosas así técnicamente útiles y practicas, la magia a no ser que alguno sepa aquí hacerla justo ahora, no no es muy útil ahora mismo. Pefka dijo que sabe usar amas ¿alguien mas tiene algún conocimiento al respecto?- por eso había dicho que la prioridad era la comida por si alguno era del tipo soñador mágico y se emocionaba demasiado y perdía las prioridades. La explicación que dio Nery's una vez volvió con la tablilla sobre que eras la bañeras a Pefka le pareció bastante exacta a su manera, por eso le parecía algo tan extraño unir eso a comida. Suponía que terminaría averiguándolo cuando no les quedase otra- Cuando haya que ir por esa comida, pero esta claro tendremos que buscarla ahí afuera de alguna forma, yo quiero ir también, me intriga todo eso de las bañeras del demonio- añadió Rua con calma y seguridad, ademas prefería comprobar por ella misma y con sus propios ojos sobre si de verdad habría comida o si estaría en buen estado- En fin, yo voy a empezar con esta mierda. - añadió bufando masajeandose las sienes ligeramente, sin mas remedio dado que con las habitaciones aun quedaba muchas sin tocar y ella no pensaba dormir entre basura, cogió un par de trapos, un intento de escoba, un cubo y les miró atentamente que seguían en el salón.

-Creo que seria preferible ponerse ya con los cuartos y la cocina, a no ser que queráis dormir en colchones llenos de pulgones, porque me apuesto que estarán hechos polvo. Somos muchos, es cosa de dividirse, quitando a Iemai que tiene su brazo fastidiado. En fin, yo me voy arriba, luego bajo por el abrigo en cuanto adecente un poco algún cuarto. ¿Alguien se viene conmigo para adecentar el segundo piso?- preguntó Rua expectante por unos segundos a ver que harían, antes de finalmente subir con el cubo a la segunda planta para revisar las habitaciones, escogiendo la que parecía en mejor estado, no importándole realmente si alguien la seguía o no realmente o incluso sino decidían limpiar su parte, solo que luego no vinieran con lamentaciones.

La única a la que le perdonaba sino limpiaba era a Iemai. Sería un cabrona pero no iba a hacer que una persona con el brazo jodido se pusiera a trabajar. A lo sumo con eso solo lograría empeorar y entonces ¿que? No tenían medicinas para tratarla si empeoraba <<Qué un enfermo o muerto el primer día es muy gafe, joder. Los de la fuente no cuentan...>> pensó intentando no pensar en ellos o preferiblemente intentar no recordarlos como personan pensantes con emociones y sentimientos o hacia todos peor. Si era mejor y mas sano mentalmente no pensar en ellos de esa forma sentimental,, igual no los conocía de nada era mas bien el shock de la situación en si. Suspiro, chasqueando su lengua.

Una vez se decidió por una de de la habitaciones dobles, se acercó antes que anda a uno de los armarios revisando su contenido y viendo que había algo de ropa. La sacudido librandola de pelusas y alguna que otra araña antes de colocarla en su sitio. Hecho eso asintió, pues ya lo revisaría luego con las cal,a, se quito el abrigo dejándolo en el armario notando el peso del móvil en el bolsillo, lo sacó. << ¿A saber si sigue funcionando>> pensó dudándolo pero para su sorpresa si lo hizo, su batería estaba casi llena ya que lo apago apenas llego al club donde había sido secuestrada y había salido e casa con el totalmente cargado.

Aliviada y contenta lo encendió, descubrirnos de inmediato que no entendía nada de nada. <<Ni siquiera se ha mantenido el conocimiento de la lengua escrita. Así que incluso si escucha música no voy a enterarme. Tche, que fastidio >> aun así lo desbloqueo por suerte se conocía el teclado de sobra y donde guardaba la música. Cuando dio con la música, cogió los auriculares del bolsillo, los conecto y se los puso. No entendía de las voces que se oían, pero haría las amena la limpieza.

Ya sin este, mas libre y fresca, se puso a adecentar un poco la habitación y sacudir el colchón que usaría.

Por fin alguien usaba el sentido común, Rua mencionó la comida. Si no sobrevivimos, nada importa.
Nerys dijo que Qwara, Pefka y él iban a buscar las bañeras de comida que las criaturas del barco flotante mencionaron, si querían sobrevivir deberían hacerlo. Toni, en lo mas profundo de su psique, dió las gracias que fuera Nerys el que se presentase voluntario, así podría dejar de escuchar esa forma de hablar que le sacaba de quicio. Nerys tenía algo que le parecía interesante, pero solo con abrir la boca ya entraba en cortocircuito. Jamás había visto a un chico con esa ropa.

- Servicios comunitarios sé que no, no te estaría contestando si fuera el caso, pero sin saber cómo de protegidos estamos es absurdo pegarnos un maratón de limpieza.- Dijo Toni con la sensación de que algo estaba haciendo mal- Permíteme que yo elija en lo que ayudo y en lo que no- le molestó mucho la aparente calma con la que le contestó Maila - Solo intento dar mi opinión y ahorrarnos un malgasto de energía, al parecer la comida no es muy abundante por aquí..
- Nos conozcamos o no tenemos que sobrevivir, basta con saber quien es nocturno y diurno y quién tiene unas característica especiales para cada tarea- comentó intentando parecer más relajado.

Por fin se empezaban a poner de acuerdo para proteger el sitio, para buscar información, salidas. Para saber si aquel lugar era seguro o no. Por fin estaban todos en movimiento. Cuando se dio cuenta que su reacción había servido para algo a TOni le empezó a entrar sueño. - Oye, ¿las camas por aqui donde estan?

Todavía había criaturas que seguían con lo de la limpieza. Realmente no era una idea tan descabellada, eso de tener la zona limpia, al fin y al cabo, era lo más parecido a un refugio que habían encontrado entre tanta ruina. Las paredes parecían muros y fortificar aquello no parecía muy difícil. Lo mismo si que se debería adecentar aquello.

- ¿Habrá algo de ropa? Quiero ponerme algo sobre este pijama, es muy cómodo pero igual necesito cubrirme algo más - Toni nunca dormía con calzones y empezaba a sentirse incómodo.

- Yo puedo hacer lo que me digáis, pero me gustaría comprobar los muros que dan al exterior y ver cómo podemos mejorarlos.

Aramara, tú lo sabes bien, la escucha es una virtud. Sobre todo cuando descubres que vas a vivir con un puñado de seres de a saber cuántos planos distintos. Así, después de preguntar, escucho a todos, enfoco mi atención en sus palabras y las atesoro con todo el valor que tienen. ¿Cuántos cercanos sabrán lo que Iemai y yo estamos descubriendo ahora? Asiento en silencio ante cada intervención, con mayor intensidad después de que la humana Rua hable de sus gafas tintadas.

Estoy a punto de pedírselas cuando otra humana, Kiki, provoca un grito de dolor en la otra cercana. Las plumas se me erizan y agradezco a mi namitka que las sujete o habría expuesto la tensión que acumulo de fondo. La conversación avanza y me digo a mí misma que lo mejor es aparcar mi curiosidad para luego.

—Descansa —le digo a Iemai cuando se aleja del grupo.

Sobre lo demás que están hablando…

—Yo tengo entrenamiento militar: me manejo con espadas, lanzas y escudos sobre todo —evito decirles que tuve que abandonar, no es un buen momento para regodearse en el drama—. Lo que no sé es si os seré de utilidad de día, los cercanos somos seres nocturnos. Sé algo de teoría mágica también, pero cero práctica; lo siento.

»A mí también me gusta este lugar —admito detrás de Pefka. Sin querer, vuelvo a barrerlo con la mirada, pero no aparto los ojos de él al darme cuenta, no inmediatamente. No hasta que Toni habla—. Arriba tienes ropa vieja en baúles y armarios. Puedes ir desempolvándola.

Prefiero hablarles de la Cercanía más adelante, con Iemai presente para que no se me quede por el camino ningún detalle importante. Mientras espero a las intervenciones del resto, de nuevo a la escucha, aflojo el nudo del namitka y lo dejo caer en torno a mi cuello, liberando las plumas de mi cabeza. Más por costumbre que por necesidad, muevo el cuello a derecha e izquierda y lo hago crujir. Tener una cama propia no es la única cosa indispensable para que una torre vieja se convierta en mi hogar, también tengo que estar cómoda. Y limpiar, claro, también tengo que limpiar. Resoplo.

Aramara, hoy no sé cuándo voy a dormir.

Maila asintió con una sonrisa el consejo de Nery´s de que no se guardara esas emociones, aunque le pilló desprevenida que le revolviera el pelo. Parecía buen chico, y en un sitio como aquel... en la situación en la que estaban... se agradecía cualquier gesto de amabilidad.

Juntos subieron a entregarles los virotes a Kiki y a Iemai y se reunieron con el resto. No había sido buena idea recordar su hogar y ahora estaba pagando el precio, así que decidió que lo mejor para no volverse loca de preocupación era seguir ayudando y distraerse. La hawaiana escuchó con expresión seria las respuestas de Toni y de vez en cuando se rascaba el cuello con expresión ceñuda.

-Oye, te dije que te limitaras a limpiar porque no me gustó tu comentario hacia Nery´s.- Dijo la chica con toda la calma que le era posible. -Es cierto que su forma de hablar es algo liosa para nosotros, los humanos. Pero lo que le dijiste fue innecesario y por eso intervine. ¿ Y saber cómo estamos de protegidos? No creo que ninguno lo sepa seguro... Pero de todos los edificios por los que hemos pasado este es el único que tenía foso, ¿no? Por algún sitio hay que empezar.-

Maila no quería llevarse mal con nadie, ni mucho menos, y no creía que aquella situación fuera a influir negativamente en una relación amistosa con él en el futuro. Pero estaba acostumbrada a ver a gente siendo insultada y humillada y su empatía le impedía quedarse de brazos cruzados ante un comentario como el del andaluz. Maila negó con la cabeza sobre la pregunta de Rua de si sabían pelear. Aunque era algo que estaría bien.

- Quizá los que sepáis defenderos deberíais enseñarnos al resto algunos trucos. Así tendremos más posibilidades, ¿verdad?-. Dijo la hawaiana mirando a Pefka y a Ulmara

- ¿Arriba? ¿vienes de allí no? - Toni hizo la última pregunta sabiendo la respuesta, pero le daba miedo ir solo por el torreón, no conocía nada y no sabía cómo era aquello. Si le hablaban criaturas que nunca había visto, lo mismo las paredes cobraban vida y lo engullían. Morir en pijama y sin calzones debería ser muy humillante. - ¿Me podrías acompañar?

Toni nunca había visto a una negra tan negra. Su piel producía a Toni una sensación contradictoria, no podía dejar de mirarle el rostro. Una serie de plumas le formaban una línea sobre los ojos, se iban agrandando según se acercaban a los extremos. Sin hablar del pico. Se acercó un poco más, intentando entablar conversación, si alguien podía ayudarlo era ella, Toni tenía la creencia de que los negros siempre tenían más fuerza.
- Soy Toni, no sé si hemos hablado antes, creo que no. - Pese a las facciones compartidas con un ave, tenía algo que le decía a Toni que podía confiar en ella, pero no iba a hacerlo saber, nunca se sabe cómo podía ir la cosa, no iba a bajar la guardia. - Por cierto, me gusta tu cinturón, yo no tuve tanta suerte con la ropa cuando me trajeron- realmente lo pensaba.

Se giró a Maila que le estaba hablando con una tranquilidad que por el tono se notaba falsa- realmente la seguridad en cuanto al foso es clara, yo me refería más bien dentro, no sabemos nada de este lugar, me quedaría más tranquilo si comprobamos si hay entradas o salidas que no se puedan ver a simple vista.- Toni obvio el rapapolvo que le había caído por el comentario desafortunado sobre el supermegachico, sabía que tenía razón. -En cuanto consiga algo de ropa me pongo con eso- suprimió deliberadamente la palabra interior cuando dijo ropa.

Sarah, escuchó las intervenciones de los demás, miraba todo, pero ya había tenido suficiente y se alejó de toda la situación. El enorme vacío seguía ahí, incluso aquí se adueñaba de ella. Este lugar era un sitio donde podría ser quien quisiera ser, pero aun así un vacío mas grande se cernía sobre ella “¿Quién soy?”.

¿Debía seguir fingiendo hasta que lo descubriera? No sentía nada por ellos, ni siquiera pena, tampoco lo sentía por ella. Cuando terminó de limpiar su parte se fue arriba. Escuchó Ulmara quería aprender, cuando paso ,haciendo su revisión, por el almacén de armas, al llegar al torreón, sintió gran curiosidad, es algo que hubiera sido impensable en su anterior vida, eran armas creadas para matar, pero de alguna manera la atraían, todo está ciudad sin saber por qué de una manera sutil pero constante la atraía, tenía que sobrevivir.

Entró en la habitación que había elegido, dejando sus cosas dentro, y se puso a limpiarla, al menos quería dormir en un colchón limpio. No recordaba haber limpiado tanto tiempo seguido en su casa nunca, no es que ayudase poco en casa, pero tampoco se había tenido que encargar de ordenar y limpiar toda su casa. Cuando se cansó de limpiar, se puso a hacer un descanso y miró entre sus cosas para ver que había traído, en su abrigo encontró su baraja del tarot, no le serviría de mucho, pero al menos la podría entretener. Se sentó en uno de los colchones y volvió a sacar tres cartas.

La sacerdotisa, La Luna y la Muerte, esto es estadísticamente demasiado absurdo pensó, acordándose de su tirada de anoche.

Iemai, centrada en su dolor con los ojos cerrados, se sobresaltó al escuchar la voz de Kiki. Hasta ese momento no había sido consciente de si la habían dejado sola o no en la habitación.
—Claro que ayudaré, en lo que pueda, pero lo haré —le respondió—. No voy a forzar el brazo, te lo aseguro.
Ella era, al fin y al cabo, la más interesada en que sanase bien. Si es que era posible después de haber dado tantos tumbos con él roto.

Kiki empezó a levantar polvo mientras Iemai descansaba, pero en ese momento aquella era una molestia insignificante. Sabía que tendría que levantarse pronto de aquel colchón para que pudiese ser sacudido, así que cuando la humana empezó a hablarle de nuevo se incorporó con lentitud. Kiki quería saber más sobre su cosecha, pero solo de recordarla Iemai frunció el ceño.
—Me engañaron completamente —admitió con voz cansada—, como parece que nos ha pasado a todos, ¿no? No me explicaron nada útil, solo sé que tenemos que vivir en este lugar, que es una especie de prueba y que tenemos un potencial latente, lo que quiera que sea. ¿Cuáles son esas promesas locas que te han hecho a ti?
A veces le costaba escuchar lo que decía la humana por lo bajo que pronunciaba, pero esperaba haber entendido todo correctamente o sería muy raro citarla con las palabras equivocadas.

Nery's le explicó qué era una bañera. No sabía para qué querrían calentar agua, pero le servía la definición. Quizá podría probar a hidratarse allí, podría ser más cómodo que hacerlo cogiendo del pozo. Sobre su llegada a Rocavarancolia, en cambio... El hijo de lunas parecía el único conforme con estar allí? El ambiente olía a que se sentían engañados o que estaban confusos, y su hipótesis de un ritual divino había caído en saco roto, por mucho que para él fuera tan suficiente como esperanzador.

La conversación volvió a derivar, esta vez al refugio y su supervivencia. Toni hablaba de las características defensivas de la cueva, Ulmara y Maila sobre enseñarse unos a otros a pelear. Rua se había escabullido a solas y la curandera y Iemai hacía rato que se habían ausentado a descansar.

Pefka creía que podía aportar poco, la verdad, pero se esforzaría.
—Yo no sé luchar. Sé cazar. En mi mundo, además, los de mi especie tenemos un instinto divino que nos ayuda a domar bestias. Tuve que dejar allí a mi Karane—enseñó el silbato-collar con su colmillo— y mis armas, pero puedo apañarme con lo que tenemos abajo. Puedo enseñaros a usar el arco, machetes y dagas, así como a seguir rastros, lidiar con fieras y sobrevivir a la intemperie si nos adentramos demasiado.

Sí, podía parecer mucho, pero para él era insuficiente. No solo no conocía nada de ese mundo, sino que lo que más echaba en falta era saber sobre sus criaturas y su confinamiento con esos animales inteligentes de otros mundos. No podía aislarse. Tendrían que aprender todos de todos, salir a explorar y enfrentarse a lo desconocido. <<Parece una oportunidad para que las lunas se enorgullezcan de mí>> pensó. ¿Una oportunidad para resarcirse por el fracaso de su rito enfrentándose a retos completamente nuevos?
—Suena bien, ¿no? La pega es que no sabemos nada de la ciudad, así que propongo salir en cuanto amanezca. A por esas bañeras y a explorar. Os explicaré sobre las armas al alba y en el camino.

Tras el primer estornudo a causa de la polvareda que se estaba levantando la sudafricana se vio obligada a improvisar una mascarilla con el pañuelo que tenía anudado en su muñeca, y tras recogerse los rizos con una goma de pelo continuó limpiando por la planta baja con eficiencia y sin riesgo de ahogarse. Mientras barría prestaba atención a las conversaciones, pero con semejante población de humanos se le antojaba redundante repetir las mismas cosas que los demás y dejó que fueran los otros los que compartieran la identidad de su secuestradora, las promesas imposibles y el malestar que sentían por haber sido engañados. A pesar de todo se sentía incómoda, pues no estaba participando de forma activa y no estaba en su naturaleza el ser taciturna. «Deberías integrarte, Qwara» pensó para si, observando las idas y venidas de los que iban a ser sus compañeros durante tanto tiempo sin decidirse a intervenir.

El comentario de Toni acerca de la seguridad del torreón le había empujado a responder algo al respecto, pero sus palabras defendiendo la robustez de aquellos muros se habían perdido bajo los gritos de la finlandesa pidiéndole al frivy algo con lo que entablillar a la cercana herida. No insistió en el tema, sin embargo, y dejó que la conversación siguiera su curso mientras poco a poco se iban dispersando por Sendar.
—Yo se defenderme, pero lo mio son los puños y nunca he utilizado armas —comentó acerca de sus habilidades cuando surgió la cuestión—. Bueno, no es del todo cierto porque tengo nociones sobre el uso de cuchillos en combate, pero no soy experta en el tema... —añadió, su voz perdiendo algo de fuerza al haber atraído su atención una mancha del suelo.

Con el ceño fruncido la morena se acuclilló y extendió la mano hacia la pequeña roncha marrón que había detectado sobre las baldosas, rascando la mugre con la uña y observándola con mas detenimiento. Ahora que se fijaba había mas de aquellas manchas repartidas por la estancia además de restos de trazos de tiza que el polvo había ocultado en gran medida.
—Parece sangre seca... —murmuró para si en un susurro que el pañuelo ahogó en gran medida. Si su suposición era cierta la seguridad de aquel sitio quedaba en entredicho, pero por otro lado las marcas tenían bastante tiempo. ¿Debía decir entonces algo al respecto?

Aún agachada observó a los demás con cuidado, no muy segura de que nadie mas se hubiera dado cuenta, pero decidida a no ser ella la que hiciera cundir el pánico sin una razón de peso decidió guardar silencio y se enderezó de nuevo.
—Con respecto a lo de la comida a mi no me importa ir con vosotros —le respondió a Nery's bajándose el pañuelo al cuello—, pero Pefka tiene razón: deberíamos esperar a mañana porque esta empezando a hacerse tarde. Salir por ahí sin saber que estamos buscando exactamente es mala idea si no tenemos suficientes horas de luz. —añadió, apoyándose en el mango de la escoba con expresión pensativa.

Justo en ese momento su estómago se quejó alegremente recordándole que llevaba al menos un día sin probar bocado, pero Qwara se limitó a esbozar una sonrisa de resignación y volvió al trabajo. Iban a tener que pasar hambre un poco más, aquello era un hecho, y quejarse no iba a servir para nada.

Nadie respondió su pregunta lo cual le molestó bastante. Un "no sé" hubiera bastado. Por ende el frivy paso de manera serena a concentrarse en sus tareas ignorando muchas de las conversaciones a su alrededor, no estaba nada acostumbrado a que no se le hiciera caso. Decidió pues comerse el frio y no volver a mencionarlo aunque con el leve mosqueo lo aguantó bastante mejor.

No fue sino hasta que Depis mencionó que se hacía tarde que se giró para comprobarlo.

Si que superpasa el tiempis cuando hiperno tienes nada que ultraatender...

Con el paso del tiempo la sensación de hambre fue empeorando y empezó a sentirse enfermo y con ganas de vomitar. Tenía que conformarse con el agua hervida por otros pues aún no sabía cómo encender aquella primitiva cocina. Se quitó también sus ropas y se desmaquilló, desnudándose en el proceso con la puerta del cuarto abierta, le importaba más bien poco que le vieran. Lo único que le dolió fue las tiras holográficas que no iban a poder ponerse bien otra vez una vez despegadas y dejadas por el suelo.




La única luz que iluminaba la sala era la tenue de un par de antorchas prendidas, la misma que marcaba sombras extrañas por todo el lugar y por el rostro del frivy. Nery´s se encontraba sentado en un sillón desempolvado viejo y con arreglos y rasguños, tenía las piernas cruzadas y apoyaba su cara en su puño derecho mientras que su mirada cargada de seriedad se clavaba en los objetos que había depositado sobre la mesa común. Un vaso grande con agua, sus cinco anillos, su brazalete y sus medicinas conformadas por dos cajas blancas una bastante más grande que la otra con un grabado único en ellas que debía traer Nery´s pero que ahora no podía leer. Tampoco podía dejar de pensar en el asesinato, en la sangre. ¿Cuántos de los elegidos habrán muerto de forma tan horrible? Nunca había pensado en ello, es decir, algunos como Sealhy’ volvían triunfales pero...

¿Y el resto...?

El mismo ayudaba muchas veces a preparar las excusas en los debates, entre risas, comidas y apuestas de a ver quién daba la mejor o/y más loca idea.

La escena de la fuente le asaltó de nuevo.

Su mano izquierda le temblaba ligeramente, miró hacia afuera en un intento de distraerse pero aquella noche sin estrellas dejaba un paraje tan negro como su sangre. Finalmente se rindió, necesitaba dormir. Tomó la caja grande y con soltura saco una de las cápsulas de su envoltorio llevándosela a la boca junto a un trago de agua para dejar que entrara en su cuerpo. Tras ello, volvió a quedarse mirando a la mesa.

Iemai asintió con comprensión ante la explicación de la humana. Los Rocavarancoleses se tomaban demasiadas molestias, lo que sin duda debía darles algo que pensar.
—Si no era totalmente cierto entonces es que a lo mejor tampoco era una mentira completa.
No podía concretar mucho más aunque quisiera y, engañados o no, no cambiaban los retos que tenían por delante. Enseguida se dio cuenta de que Kiki estaba demasiado cansada hasta para charlar. Y ella también, si era honesta consigo misma.
—Échate donde quieras, aún no se ha pedido nadie ninguna cama —le dijo. No respondió a si compartiría habitación con Ulmara, aunque lo suponía, porque la otra cercana no estaba allí para confirmarlo.

Sin darse cuenta, Iemai terminó echando una cabezada breve, marcada por la incomodidad. Cuando se despertó todavía era de día, aunque quedaba poco tiempo de luz a juzgar por el color de esta. Se incorporó de golpe, asustada por un momento, hasta que miró alrededor y recordó dónde estaba. Soltó un largo suspiro y salió del cuarto para buscar algo con lo que distraerse. Aun si la gente no quería dejarle llevar peso, nadie podría impedirle coger un trapo para sacarle el polvo a los muebles de las habitaciones que fuesen a usarse esa noche.


Al oscurecer tuvieron que encender velas y candiles para que los diurnos pudiesen ver, aunque no tardaron en descubrir que no solo no había lunas, sino que tampoco estrellas. La noche cayó como un telón sobre la ciudad, y ni Ulmara ni Iemai podían ver mucho más allá que los humanos, ya que no había nada que iluminase las calles. En aquel lugar salir de noche era una completa locura.

El viento soplaba con fuerza y la cercana no quiso salir del torreón ni para observar aquel cielo nocturno. Ya sabía cómo podían ser las noches más negras, en su mundo también solían serlo si se salía de las poblaciones. La caída de la noche le causaba una inquietud que nunca había sentido en la Cercanía, y dudaba que fuese a poder dormir mucho aunque lo intentase. Tampoco se lo iba a permitir el dolor constante del brazo.

Su estómago también empezaba a reclamar comida, y lo único que tenía para engañarlo brevemente era agua. Se acercó a la cocina a llenarse un vaso y vio que el frivy estaba allí sentado como un pasmarote. Pensó que tal vez era mejor no molestarlo, ya que todo el mundo necesitaría tiempo a solas para asimilar en qué habían terminado metidos. Sin embargo tras hundir el vaso en la olla con agua, le dijo:
—Deberías descansar en una cama.
Aunque imaginaba que aquello era obvio hasta para él, no creyó que fuese a ofenderle que mostrase un poco de preocupación por sus compañeros. Quería integrarse con ellos, aunque no supiese muy bien cómo.

Con la propuesta de salir al día siguiente, el grupo se fue dispersando. Pefka siguió a los que dijeron ir a las camas, por la curiosidad. Así, confirmó que era el mismo mueble donde despertara horas antes en la Cueva Iniciática. Después, recordó que habían hablado de que había ropa en algunos muebles de almacenamiento y husmeó. Camisetas, pantalones, trozos de tela, otras prendas sin identificar, algunas con agujeros en la espalda, otras sin mangas... Algunas sí estaban sucias, pero la mayoría le parecían bien. <<¿Qué concepto de suciedad tiene esta gente?>> se preguntaba, confuso.

La cama era cómoda, casi tanto como dormir con Karane. Y le hacía recordar al kerlax y echarle de menos, por la misma razón, así que no se acostó todavía. Le faltaba cueva por explorar, además, así que se encaminó a la escalera. Descubrió la ubicación de la bañera y le recordó que debía hidratarse antes de acostarse, que con el frenesí y las conversaciones lo había olvidado. Tampoco habían comido nada, pero el hijo de lunas estaba acostumbrado a sufrir penurias y su cuerpo aguantaría.

Lo que no aguantó fue asomarse a la azotea. Nunca había presenciado algo así. Tanta altura. Ni tan siquiera se le había ocurrido que le pudiera dar semejante sensación de mareo y miedo, o no habría subido. Tuvo que retirarse a la escalera a pensar. Había podido ver la ciudad elevarse a su alrededor, y puntos de luz aquí y allá, como las antorchas o "velas" que habían encendido ellos en su cueva. Pero no aguantó más. ¿Qué era ese miedo? ¿A caerse? Había piedra de sobra para mantener el equilibrio y estar de pie sin problema, así que no lo entendía. ¿Y el mareo? ¿Quizá por lo enorme de la ciudad y lo alto que se encontraba? Era cierto que nunca había subido tanto, ni había visto nada tan grande, además de las montañas de su mundo y Bakaiar. Pero lo peor era la negrura del cielo, sin lunas ni estrellas. Quizá había sido eso el detonante, el vacío oscuro que tenían sobre sus cabezas. ¿Les habían abandonado las lunas mientras durase el rito? ¿Pero y las estrellas? No se imaginaba cabalgando de noche por aquel mundo sin la compañía de sus diosas. Tanta oscuridad le provocaba congoja. Y cierto abandono.

Se obligó para dejar de pensar en aquello. Su rito estaba en el suelo, en la ciudad, y no podía cuestionar a las lunas. Volvería a subir y a enfrentarse al miedo recién descubierto, pero no esa noche. En su lugar, se dirigió de vuelta al interior. Su intención era ir al pozo a remojarse en silencio con el cubo, pero oyó voces cerca.

Descubrió a Iemai y Nery's.
—¿No dormís? Yo he bajado a por agua, que necesito remojarme o me agrietaré cual hoja seca —bromeó, pero iba en serio.