Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

El resto de la conversación la pasó escuchando a sus compañeros, no tenía mucho más que decir y además estaba cansada de tanta cháchara. Necesitaba hacer algo productivo de verdad, como limpiar los platos o lo que fuera. Por otro lado le pareció muy bien que sus compañeros mencionaran que allí eran todos iguales. No es que pensara que Nery´s se creyera mejor que ellos, pero no estaba mal dejarlo caer en público.

En cuanto algunos empezaron a levantarse Maila hizo lo mismo y limpió su plato arduamente. Después se dedicó a registrar el torreón en busca de algo que no estuviera del todo limpio y ordenado. Durante todo ese tiempo mantuvo la mente en blanco, dedicada a dichas labores, a excepción de algunos momentos puntuales en los que  la imagen de un caballo siniestro y atroz aparecía en su cabeza. Más tarde hablaría con la francesa, olvidándose de sus temores temporalmente.

En cuanto la noche empezó a descender sobre la ciudad Maila se tomó un baño, se dirigió a la cama y se acurrucó junto a Fleur bocarriba.<<Venga duérmete ya, mañana será otro día...>> Pensaba la chica cada vez que imágenes pesadillescas la atormentaban al cerrar los ojos,  a pesar de ello se sumió en un profundo sueño debido al cansancio acumulado.

Toni vio como el resto se levantaban y clavaban los platos. Los suyos aún estaban en la mesa.
Nerys contesto con un tipo de disculpa algo rara, no por las palabras sino por su actitud. Quería sonar conciliador y se esforzaba en parecerlo. *No se si príncipe pero político seguro que si* pensó.

- A ver, como he dicho somos especies distintas. Tenemos que hablar como si nadie supiera nada de nuestros mundos- dijo como si nadie supiera porque a el no le gustaban que dieran precio cosas de él que no tenían sentido.
- Estamos todos en el mismo barco- carraspeo pensando que lo mismo no sabían lo que era un barco - quiero decir, en el mismo bando, equipo, de la misma parte.

Cogió su plato y cubiertos y se dispuso a lavarlo. En la vida había limpiado platos, ni vasos, ni nada en realidad. Observó tímidamente como lavaban los otros e intento imitarles.

Después de comer, con la sangre en el estomago y el sueño atrasado de la noche anterior a Toni se le cerraban los ojos. Siempre le había molestado los cliché de los andaluces, nunca había dormido siesta pero en aquella ocasión la necesitaba. *Probablemente nadie sepa ni siquiera que es Andalucía por aquí* pensó.

Se dirigió al cuarto y vio que Rua estaba trasteando con la ropa.

(*Inciso)

Cuando abrió los ojos y descubrió el rostro de Rua, le parecía ver la cara de alguien cercano, de una amiga. Cuando estás solo te aferras a cualquier persona que se muestre un poco afable para soportarlo. Esto Toni no los sabía aún,  llegaría a tal reflexión cuando todo terminase.
La conversación con Rua le había movido algo dentro, un clic que no había escuchado; que sin saberlo había iniciado una serie de detonaciones en cadena muy silenciosas.
Por primera vez había conocido a alguien que había sido criado por dos madres y parecía normal. Nada de una persona con taras, ni emocionalmente débil (parecía incluso con más estabilidad de la que él podía presumir). Había tenido cariño y habían sabido hacerle sentir bien (algo de lo que Toni tampoco podía presumir).
Durante el resto de la tarde no fue capaz de quitar de su pensamiento esta reflexión y no paraba de observar a Rúa para buscar la más mínima anomalía, por muy pequeña que fuera.

Ahora que estaba descansado y con el estómago lleno, pretendía empezar a conocer un poco más al resto. Si tenían que sobrevivir, mejor llevarse bien. El miedo había mutado en algo que Toni no supo distinguir. Desde la conversación, durante el almuerzo, junto con su puñetazo (metafórico) en la mesa, había empezado a sentir una extraño valor tamizado con curiosidad. Si esto iba a ser así mejor que llorar a solas, cuando nadie lo viese.
- Ya descubriré algún tipo de tara en Rúa, no puede ser perfecta-  pensó.

Escuchó en silencio la explicación de Nery's y la respuesta que daba tanto a sus preguntas como a las hechas por Kiki. El tono en que comenzó a responder le enervo un poco, mas bien bastante pero Rua contó hasta veinte para mantener sus genio controlado y centrarse en escuchar toda aquel bombardeo de datos. Era demasiado para digerir en un momento, incluso si en si mismo no echaba mucha luz sobre por que se encontraban allí o que pretendían hacer con ellos en aquel lugar, sino que dejaba aun mas incógnitas. El sentimiento de indignación y frustración se hacían mas y mas fuertes.

Nery's, en vez de responder sus dudas solo estaba incrementándolas. ¿Para que los traerían a ese lugar prometiendo magia?¿Estaban acaso faltos de gente con dicho don y necesitaban sangre nueva para ello? Si ese fuera el caso ¿porque traían gente de mundos donde no existía? Tendría sentido que trajeran a cercanos, del mundo de Ulmara y Iemai, donde si parecía haber la magia ¿pero que pintaban allí todos los humanos, Nery's o Pefka? No iban a poder aportar nada.

Si todo eso se le añadía todo aquello que mencionaba sobre los cambios que habían sufrido esos frivys que había llegado a conocer y que volvieron vivos de aquella ciudad, solo planteaba mas dudas. Rua frunció el ceño saturada por tanta información <<Bueno...al final no hemos sacado una mierda en claro ¿vale la pena comerse la cabeza por esto cuando lo que tenemos son cuatro cosas sueltas sin mucho sentido>> concluyó Rua viendo la explosiva reacción de Tony, que se había mantenido en silencio hasta el momento y que criticaba la forma altiva de hablar de Nery's, que tanto le había chocado también a Rua. Y también añadía algo bastante vital en las circunstancias donde se encontraban. O trabajabann en grupo pese a las posibles discordias que pudieran surgir entre ellos, o iban a acabar siendo almuerzo de cualquier cosa de la ciudad.

-Entonces la conversación acaba aquí por el momento, no hay mucho mas que sacar. Al final haremos lo que pretendíamos hacer desde el inicio porque no hay mas cojones, y eso es sobrevivir. De los demás nos preocuparemos conforme vaya surgiendo, no hay otra -finalizo finalmente Rua mientras se levantaba de su silla y llevaba sus platos ala cocina. No, no iba a darle mas vueltas al asunto de lo estrictamente necesario ¿para que? ¿para no ser capaz de dormir y al final no sacar nada en claro? Innecesario, una perdida de tiempo y una ayuda a sufrir dolores de cabeza. Necesitaba concentrarse en lo que sabia, en lo que podía hacer y en el presente, no le servía de nada elucubrar y darle vueltas a lo mismo en un bucle infinito. Tenía otras cosas con las que lidiar ahora.

Rua decidió no quedarse en la cocina una vez lavó su plato como pudo con una mano, ya que no quería mojarse la venda . Una vez hecho eso, decidió subir al cuarto a dejar sus botas y sus gafas de sol. Necesitaba buscar algo de calzado adecuado para correr, era prioritario. Y si podía rescatar algo de ropa también, pues mejor que mejor. <<Cuando termine con esto iré a ver si puedo darme un baño, realmente lo necesito>> pensó un poco desalentada de saber que; o tendría que bañarse con agua fría o tendría que cargar a saber cuantos cubos con agua caliente, solo para que al final de tanto tiempo perdido, acabase fría igualmente. Cualquiera de las dos opciones le parecían un coñazo, acostumbrada a tener agua caliente cuando quisiera sin esfuerzo.

Estaba pensando mientras gruñía por lo bajo sobre las condiciones insalubres de aquel lugar, cuando al cuarto entró Toni, al que miró por el rabillo del ojos por unos instantes, antes de volver su atención a su búsqueda. No fue mucho tiempo después que Toni comenzó a hablarle (*) mientras Rua seguía tranquilamente con su búsqueda decidió que no estaba de mas conversar con alguien, para variar, sin que estuvieran hablando cinco o seis personas al mismo tiempo.

La conversación duró hasta que Toni empezó a dar señales de sueño y dijo de tomar una siesta, un hecho por demás curioso para Rua, que aunque ya sabia de donde era dada la conversación que habían mantenido le sorprendía aun un poco que el estereotipo se cumpliera. Accedió aun así a despertarle en un rato y mientras tanto siguió con su busqueada. Ya había encontrado no solo unos zapatos adecuados, sino también unos calcetines algo raídos y un pantalón vaquero desgastado y una camiseta que necesitara un par de modificaciones para cuando tuvo que despertarle. Una vez lo hizo, se dispuso a continuar con su siguiente objetivo. Darse un baño.

Llego a tiempo de escuchar a Nery's mencionar la posibilidad de bañarse de dos en dos para facilitar las cosas, cosa por la que Rua le miró con una mezcla de humor y sarcasmo. <<Tienes pretenciones muy altas amigo, estoy calculando cuanto vas a tardar en llevarse un guantazo con comentarios así >> pensó Rua tras decidirse a echar una mano.

Tuvo que esperar para bañarse igualmente, por lo que volvió al cuarto por la ropa con la que dormía y cuando logró agenciarse la bañera, el agua estaba medio fría para su fastidio, pero igual se resignó. Estar llenando y vaciando cada dos por tres la bañera con agua caliente era un coñazo. <<En este momento si que vendría bien la jodida magia>> pensó cansada, mientras se dirigía ya limpia hacia el cuarto tras colocarse la camisa ancha de dormir del día anterior y su ropa interior.

Todo el estrés de la mañana estaba de nuevo adueñándose de ella. Una vez en su cuarto se recostó en la cama pesadamente, escuchando la voces de aquellos que iban entrando para seguramente ir haciendo lo mismo. Sabía que compartía habitación con parte del grupo, que dormía en las otras camas, pero no se había llegado a fijar realmente en quienes la mañana anterior, adormilada como estaba. Logró medio escuchar los murmullos bajos de Kiki hablando consigo misma en acierto momento, a pesar de no entender nada de lo que decía, pero aquello confirmó su estancia en la habitación. Rua cerros los ojos cansada, acurrucándose bajo la precaria sabana que había rescatado el día anterior de un baúl. No es como si tuviese frio en realidad, pero ver como el cuarto se hacia cada vez mas y mas oscuro y las siluetas del resto de habitantes de la habitación se veían medio reflejadas por los sombríos reflejos de las velas, daba realmente muy mal rollo. Las sabanas eran como su escudo, en cierta forma.

La oscuridad ya llevaba un rato siendo bastante obvia en la habitación y en el resto del edificio. Apenas el sol caía, la oscuridad se hacia casi total, apenas iluminaba por algunas velas que habían conseguido ir colocando y encendiendo el día anterior para, por lo menos, no estar completamente a oscuras e ir tropezándose con todo en su caminos a las camas.

Con un gruñido exasperado pues no lograba dormirse, Rua rodó sobre la cama ligeramente buscando acomodarse mejor en la incomoda superficie con los ojos cerrados. Lentamente comenzó a adormilarse, escuchando vagamente pasos en el silencio que empezó a haber en la habitación, pero Rua no le dio importancia en el momento, suponiendo simplemente que debía de tratarse de algunos de los que dormía en el cuarto que volvía del baño e intentaba no tropezarse con todo. Escucho vagamente el murmullo de voces hablando pero mas dormida que despierta ni les presto atención ni se esforzó en entenderlo. Estaba demasiado cansada.

(*) Inciso

Nery´s sonrió ampliamente al oír que estaba bien y volvió a hablr en voz baja. -Menos mal, ultrame temía que tuviera que bajar de nuevis. -Se adentró en las mantas y sabanas poniéndose de lado de Kyllikki. Según entró ya se podía notar el calor irradiando de su cuerpo. -Brrrr, normalmente super estamos sanísimos que te roksi´x de la total pero aquí hace mucho frio. Extendió uno de sus brazos por debajo de la almohada. -Hiper seguro que funcionan. -Y bostezó.

-Bueno, ven aquí. -Puso voz tonta para las siguientes palabras. -Mega-acepta el castigo del todopoderoso gobernante, tu penitencia, superser cruelmente abrazada toda la noche. -Una risa tonta salió de él mientras que con el brazo libre hacia hueco por las sabanas para que ella se acercase.

La expresión del frivy paso a ser una entre aburrido y decepcionado, deshizo el hueco  en las mantas posando su brazo y simplemente esperó a que acabase de hablar. Cuando habló su voz simplemente era cansada y monótona.

-Los humanis de verdad supertenéis miedo del contacto ¿eh? -Bostezó otra vez, notando como cada vez los parpados le pesaban más por culpa de la pastilla. -Como quieras, pero al menos megaponte a mi espalda o superabrázame tú, hiperhace un friis de muerte. -Nery´s simplemente se dió la vuelta, con un movimiento una tanto torpe y pesado, dádole la espalda a Kiki y abrazandose a sí mismo entre las mantas. Da  igual lo que hiciera la humana, en pocos segundos el efecto de la medicina y el cansancio acumulado noquearían al frivy. El calor de sus cuerpo se extendería rápidamente por la cama.

La mañana siguiente se alzaba trayendo luz de nuevo al torreón, él se encontraba prácticamente en la misma posición en la cual se había dormido, sin embargo, no despertaría, no hasta que alguien o algo lo sacaran de su andar por los mundos oníricos.

La luz del sol se coló entre sus párpados y despertó al nombrado. Los abrió despacio, se cubrió un poco con la mano y miró al cielo. Todavía le maravillaba poder estar en el exterior sin problemas por la temperatura o el resplandor del sol. Se destapó y se estiró, aún tumbado. Si seguía durmiendo así, al aire, quizá se acostumbraría a la duración de los días de aquella ciudad y podría aprovechar mejor las mañanas, pensó. No le costó mucho salir de su refugio de pieles. Tenía varios propósitos en mente para el día y le daban motivación suficiente. Aunque hubiera perdido la rutina de Krabelin, podía hacerse una nueva allí. Empezaría aquella mañana. No sería lo mismo que ir de caza o a recolectar provisiones, o a explorar... Bueno, a por provisiones sí habrían de ir, de hecho.

Amontonó las pieles en un rincón del salón y después procedió a hidratarse y lavarse desnudo en el patio, lo más silenciosamente que pudo. Un poco más tarde, mientras el agua salpicada del patio se secaba, fue a la cocina a por pan y carne. Y con la boca llena, bajó a la armería.

Ahora sí haría ruido, y con ganas, pues no iba a despertarles en persona. Haría ruido al cargarse con arcos y carcajs con sus flechas. Más ruido al subirlos al patio en varios viajes haciendo el mayor jaleo posible. Un poco más de escándalo al subir armas de filo y cerbatanas también. Y, finalmente, más ruido al probar por segunda vez el arco que cogiera el día anterior.

Las dianas del patio le parecían un lujo, aunque estuvieran claramente desmejoradas. En el caso de que hiciera falta repararlas, siempre podrían reutilizar una o dos camas que sobraran.
—¡Buenos días, Rocavarancolia! —exclamó cuando estuvo a punto de acertar en el centro con su primera flecha.

El cansancio acumulado y lo calentita y a gusto que se sentía con las piernas cruzadas con Maila no ayudaban a despertar a la francesa. Pero un rumor lejano provocó que abriera los ojos con pereza, para luego ruborizarse y abandonar la cama con lentitud y no despertar a nadie. Estaba acostumbrada a levantarse temprano en el convento y si no lo lograban  las risas de sus compañeras lo hacía ella como un resorte. Pero al encontrarse tan lejos y liberada de tanta presión se había abandonado a aquel colchón compartido.

Fleur descendió arrastrando los pies por las escaleras con una expresión somnolienta y algo encorvada, todavía un velo de empanamiento cubría sus ojos y aún no había descubierto que continuaba con el camisón de dormir de color salmón de anoche. Procedió a averiguar la procedencia de tanto ruido sin miramientos, sospechaba cierta intención de despertar a sus compañeros pero no se encontraba molesta, más bien agradecía no quedarse pegada a las sábanas.
-Oh- medio bostezó en el umbral del patio, al encontrar a Pefka disparando a las dianas y con varias armas de filo a su alrededor, sin duda debía tratarse de él- buenos días- se limitó a decir, algo incómoda. >>¿Se dirá eso en su mundo?<< para desaparecer luego a lavarse la cara con agua del pozo y escoger una pieza de fruta pequeña. Luego se sintió algo mal y acudió de nuevo a su encuentro- ...¿has pasado bien la noche?-preguntó pretendiendo ser educada, no quería molestarle en lo que podría parecer una rutina del chico, y ahora que lo pensaba tampoco recordaba en qué habitación había dormido.

Estaba tan cansada que Rua tardó tan siquiera en captar el incesante ruido que surgía cada pocos minutos en algún lugar de aquel edificio. Aunque una vez lo hizo, fue totalmente imposible para ella volver a cerrar los ojos. Enfurruñada se sentó en la cama, sus cortos cabellos revueltos, se disparaban en todas direcciones mientras su dueña intentaba devolverlos a su lugar con los dedos <<¿Quien hace tanto ruido? ¿¡No se puede tener una mañana en paz en este lugar!?>> pensó frustrada mientras se levantaba resignada posando sus pies sobre la fría piedra << Como hecho de menos mis calentitas y blanditas pantuflas...me tendré que conformar poniéndome estos calcetines>> pensó mirando hacia la ventana advirtiendo que ya había amanecido y suspiro pesadamente. Un vistazo alrededor le advirtió que sus compañeros aun se encontraba entre sus sabanas así que decidido salir sin despertarles. Total sino lo hacia todo el ruido que venia, ahora si lo notaba, del patio, no lo haría nada.

Bajo las escaleras asomándose al patio, no llegando a salir ante la sorpresa de ver media armería sobre el suelo del patio, a Pefka disparando sus flechas contra una de las dianas de la pared y a Fleur con su camisón rozado que parecía acabar de medio espabilarse con el agua, hablando con el. <<Así que por esto era todo este ruido>> se quejo Rua decidiendo a salir al patio, entrecerrando un poco los ojos ante la molestia de recibir la luz directamente y se dirigió al pozo para adecentarse un poco con el agua.

Ahora que estaba mas despierta y con sus ojos mas abiertos la luz se le hizo aun mas molesta, por lo que frunció el ceño ligeramente. El sol no estaba lo suficientemente fuerte para ser un verdadero problema, pero la sensibilidad al a luz siempre estaba presente de todas formas, especialmente a ciertas horas del día o cuando se acababa de despertar.

-Buenos días - dijo bostezando ligeramente mientras se acercaba curiosa al monto de armas que Pefka había subido consigo- He bajado directamente porque no sabía a que se venía todo ese ruido, que por cierto muy 'sutil' la forma de sacarlo todo de la armería, Pefka...sino se ha enterado todo el mundo es que están sordos, como poco- dijo Rua con ironía mirando hacia Pefka, pero ya sin molestia. Aunque fuese fastidiosos era mejor método que ir a llamar a la gente de uno en uno, no podía negarlo. Ese día se había levantado con relativo buen humor, o al menos aguantable, esperaba que le durase todo el día. Estar de mala ostia todo el tiempo cansaba bastante

- Debí haber supuesto que eran los preparativos para intentar a aprender a defendernos. En fin, no estoy vestida adecuadamente para esto -añadió con énfasis mientras estiraba un poco sus brazos con cero vergüenza en que la camisa se levantarse un poco al desperezarse, pues estaba vestida simplemente con una amplia camiseta que le llegaba a medio muslo escasamente y dejaba descubierto su hombro izquierdo ya que le quedaba bastante grande, con las bragas y calcetines que se puso antes de bajar a modo de pantuflas, pues ni loca iría descalza por ese suelo.

- Subiré a ponerme algo mas adecuado ¿tu también vas a intentar aprender Fleur? Porque si es así dudo que tu camisón sea mas adecuado que mi camiseta para ello- preguntó Rua con una sonrisa juguetona alzando una ceja curiosa por encima del hombro cuando se giró hacia el torreón con intenciones de volver al cuarto. No sabía si Fleur le respondería, al fin de cuentas apenas si la había escuchado hablar en aquellos días, parecía ser realmente tímida.

La hawaiana dormía plácidamente cuando unos ruidos muy fuertes la despertaron, era como metal arrastrado, cosas caerse al suelo. La chica frunció el ceño, confundida por los sonidos y por la ausencia de Fleur. Se levantó pesadamente de la cama pensando aún en cómo era posible todo aquello. <<Sin mi familia... en otro mundo... Aún me cuesta creérmelo...>> Pensó algo angustiada.

Bajó las escaleras apresuradamente, con curiosidad por saber qué pasaba y algo de recelo. En el patio se encontró con Pefka, Fleur y Rua, llegando a tiempo de escuchar las últimas frases de esta. Pero sus ojos se desviaron casi de inmediato a las armas que había en suelo. Desparramadas por  el suelo se encontraban multitud de ellas, algunas las reconoció de cuando fue el día anterior a la armería y otras le eran completamente nuevas.

-Buenos días-. Dijo como saludo mientras el inicio de un bostezo empezaba a asomar.- Veo que tienes ganas de enseñar, Pefka. Pero esta de aquí no lo hace sin comer algo antes.- Bromeó mientras se dirigía a coger una fruta del salón. Cuando volvió lo hacía con una manzana en la mano, se acercó a la francesa y la abrazó muy fuerte, antes de soltarla con afecto.

-¿ Y bien? ¿ Qué nos tienes preparado? Antes de nada te advierto de que una vez fui a un campamento y me prohibieron participar en tiro con arco por ser un peligro público-. Dijo sonriendo la chica. Aquella mañana se sentía algo mejor, aquel caballo aún seguía en sus pensamientos,  pero era un nuevo amanecer y aunque seguía asustada  ahora estaba sobretodo aliviada de seguir respirando. Maila se abrazó a esa sensación de felicidad como un flotador. Solo esperaba que durara lo sufuciente.

Toni amaneció con el sonido de los compañeros levantandose de la cama, los crujidos de estas. Se había levantado con una extraña sensación de bienestar que no supo responder.
De un salto se levantó y camino escaleras abajo.

Cuando llegó al patio vio que estaban Fleur y Rua hablando con la criatura de aspecto raro de cuyo nombre no se acordaba.

- Buenas días chicos- dijo Toni con una sonrisa.

- ¿Vamos a entrenar? Seria buena idea desayunar algo antes ¿no?- Toni miró a Fleu- ¿Creeis que habrá café por algún lado? O algo parecido- esta vez se dirigió a todos.

La sensación de haber descansado le daba a todo aquello un aire de aventura que le apetecía llevar a cabo. Si han sido capaces de sobrevivir dos días ¿porque no sobrevivir todo el tiempo?

- ¿Y si preparamos algo de desayuno y llamamos al resto?

El bostezo sorprendió al nombrado, que había perdido la noción del tiempo practicando con el arco. Necesitaba ese ratito a solas antes de ser el foco de atención, pues ese era el lado negativo de entrenar. Paró un momento para saludar a la chica.
—Buenos días, Fleur. Dormí genial, la verdad.

Iba a sugerir que desayunara algo o buscara ropa más adecuada cuando apareció Rua. No supo interpretar si era una queja o no lo que decía, así que se limitó a encogerse de hombros. También fue ella quien habló sobre la ropa que llevaban.
—Sí, mejor será que podáis moveros bien.

Maila llegó poco después, y Toni la siguió. «Tendremos que hacer turnos con las dianas y los demás mientras podrían aprender lo básico de las armas de filo... Sería raro que acierten algo con las flechas hoy, de hecho» Los dos humanos coincidieron en comer algo primero y después la chica le preguntó sobre sus planes.
—Espero que hayáis tenido buena noche. Y a ver... Tenemos que turnarnos con los arcos, pues solo hay tres dianas. Cuando baje Ulmara, nos repartimos. Uno arco, otro metal, y podemos turnarnos con vosotros.

>>Cuando comáis algo y os pongáis ropa para ejercicio, y bajen los demás, lo explicamos todo.

Mientras se preparaban, él seguiría. Probaría varios arcos, eso sí, para comprobar que estaban en condiciones adecuadas.

Antes de que pudiera responderle a Pefka que se alegraba de que pasara una buena noche llegó Rua saludándoles a ambos, Fleur le respondió con neutralidad hasta que la sueca desveló las intenciones del hijo de lunas. >>¡A eso se refería Pefka el día anterior con aprender a defenserse!<<. Qué tonta había sido, debió entenderlo antes, ahora aquel puzzle de armas todas dispuestas y las dianas encajaban mejor en su cabeza.
Fleur reparó en su vestido con asombro cuando Rua hizo mención a ello con una sonrisa juguetona que no supo interpretar. El camisón de un color salmón apagado le tapaba hasta más abajo de las rodillas y sus brazos estaban ocultos por dos grandes mangas hasta la muñeca, sin duda no era la vestimenta adecuada para ningún tipo de ejercicio o entrenamiento pero ni siquiera lo había recordado antes de bajar las escaleras.

-Em... yo...- ¿deseaba usar armas? No se veía empuñando nada de aquellos objetos peligrosos. No no y no. Si ni siquiera era capaz de nombrar la mayoría de ellas. ¿Por qué no podía quedarse tras los muros de aquel torreón?. No había aceptado para esto. Y Dios no querría que lo hiciera, defender a los demás era el trabajo de los chicos y solo de las chicas más valientes. Si fuera una carrera Pefka o Nerys serían los participantes que lograban llegar a la meta y ella simplemente sería la que les ofrecía el agua durante el trayecto. ¿No?. De momento le había ido bien así y siempre había estado protegida si no se salía del camino. Sentía que romper ese esquema mental solo podía alejarla de Dios. ¿Y qué sería de ellos sin su protección?- ...claro- murmuró al fin tras algunas palabras atropelladas. Fleur se dio la vuelta en silencio y completamente colorada por los estiramientos de Rua. Pensaba que era una mala idea y sin embargo no había contradecido a nadie. Se maldijo, evidenciar su camisón delante de Pefka había sido suficiente para que subiera directamente a cambiarse. No se sentía así en el faro con Maila.

Fue al llegar Maila cuando se sintió reconfortada con su abrazo, aunque se despegó rápida de ella para que no notara su mal aliento mezclado con la fruta. Antes de poder escuchar el resto salió disparada hacia arriba dirigiendo un asentimiento a Tony (quién parecía más amable esa mañana) con respecto a desayunar y un leve saludo a Kiki. ¿Qué podía ponerse? Ahora mismo encontraba más urgente rebuscar entre baúles que llenar el estómago, y eso que se moría por probar un poco de pan.

Bajaría poco después mirando de reojo a Rua con una camiseta de tirantes blancas y un pantalón corto verdecito que le quedaba algo ancho en la cintura. Se sentó disimuladamente por la cocina esperando que nadie le dijera nada por sus sandalias y decidió escoger dos trozos de pan y un vaso medio lleno de leche.

La respuesta a su preguntan por parte de Fleur tardo en llegar y no parecía muy convencida de todas formas, Rua la miro por unos instante pero se encogió de hombros dirigiéndose hacia el interior del torreón de nuevo justo cuando bajaba Maila que saludo afectuosamente a Fleur, seguida de Kiki y Toni que menciono sin perder tiempo lo de desayunar. Rua no se quedo hablando allí sino que subió hacia la habitación para cambiarse, no importándole que aun hubiera gente y tomo algo de la ropa que había rescatado durante esos dos días. Se puso un poco de su protección solar especialmente en rostro, brazos y piernas y se vistió  con sus pantalones cortos, una camiseta top de un gris desteñido que dejaba parte de su estomago al descubierto y con ello su piercing, y el mayor tesoro que había logrado encontrar, unos botines muy hechos polvo mas adecuados para correr que sus propias botas. Una vez vestida cogió sus gafas de sol, se la engancho canalillo del top y bajo, sintiéndose ciertamente enérgica ese día a pesar de abrupto despertar ruidoso.

No sabría si tendría que usarlas si practicaba fuera, pero prefería se precavida,  pronto seria las horas de mayor sol y erna una molestia. Se encontró en su camino de vuelta a Fleur subiendo también para cambiarse   una vez abajo se dirigió a la cocina a ver que había, pillando un par de frutas que comenzó a cortar en trocitos sobre un plato para empezar a comérsela relajadamente mientra se veía al resto desayunar también. Pudo sentir la mirada de Fleur sobre ella cuando bajo ya cambiada y la miro de vuelta, dirigiéndole una ligera sonrisa despreocupada y traviesa por haberla pillado mirándola. No podía negar que Fleur era bastante mona, aunque excepcionalmente tímida, demasiado. Tras aquel breve intercambio de miradas Rua miro al resto, recordando vagamentente algo al ver como todos se iba sirviendo sus desayunos.

-Por cierto ¿habéis escuchado alguno a los pregoneros de las bañeras? Por saber si también han pasado hoy, aun tenemos comida, pero por tener un registro de cuando pasan y cada cuanto, como hablamos ayer- no había estado atenta, así que no estaba segura si ya habrían pasado o aun no era la hora en si, pero estar al tanto de eso por saber rutas o cuando pasaban no estaba de mas. Porque otra cosa no, pero salir iban a tener que salir sin mas remedio en algún momento, ya que era la única forma de obtener comida, por eso era que necesitaba empezar a saber cuidarse ellos mismo.

Recordó también la explicación de Pefka diciendo que se dividirían un poco entre el patio y adentro, imaginaba, ya que era la zona mas amplia. ¿Ulmara era la que les enseñaría a usaras las espadas y demás armas irreconocibles que había subido Pefka y que se amontonaban en el patio? Al pensar en ello observo sus uñas, mientras pinchaba un trozo de fruta con su dedo indice y se la llevaba a la boca relamiéndose, pensativa <<Aprender a usar un arma con estas niñas, va a ser una dificultad añadida. El arco no parece muy adecuado para mi. Ademas en el momento que haya mucha luz y no lleves las gafas de sol, apuntar va a ser un problema>> no conocía los manejos de ningún arma, pero lo de arco parecía sentido común.

-Sobre la practica, yo imagino empezare con lo que enseñe Ulmara, ya que estas pequeñas no son muy útiles para tensar un arco y el que parece saber de eso es Pefka...espero que no den problemas para coger cualquier otra arma, porque creo que dedicarme a rasguñar a los bichos de este lugar no parece muy eficiente- añadió sonriendo divertida e irónica buscando ponerle un poco de humor al asunto que les esperaba, mostrando sus uñas con tranquilidad mientras pinchaba otro trozo de fruta y se lo llevaba a la boca. Eran filosas si, pero no tenían mayor utilidad en un enfrentamiento. Y dudaba que fueran a servirle de algo contra una criatura como el kelpie que habían visto el día anterior.

Ulmara se despertó por la luz, que ya atravesaba sus párpados y la incomodaba. Se tapó brevemente con la sábana, respiró hondo. El cuerpo le pedía quedarse ahí durante todo el día, bajo la seguridad y el calor de las mantas, pero la cercana sabía que no podía. La conversación que había mantenido con Pefka había reafirmado la necesidad que tenían de comenzar los entrenamientos y, sinceramente, a Ulmara le aterraba la idea de que alguien se muriera frente a ella. Era un pensamiento que jamás la había atormentado en su hogar, pero aquí las cosas eran mucho más diferentes de lo que se había planteado: ellos no volvían. Ni siquiera estaba segura de si ella o Iemai podrían pasar a la Lejanía desde Rocavarancolia, pero aquella duda quedó rapidamente aparcada. Ya habría tiempo para descubrirlo.

Hizo acopio de energía y se levantó. Se acicaló las plumas y se vistió con un par de prendas viejas, de un blanco amarillento. Eran feas a matar, pero eran las más cómodas para realizar ejercicio y con eso bastaba. Antes de bajar, intentó asomarse por la ventana con los ojos achinados y la mano a modo de visera, distinguió a duras penas todo lo que habían subido desde la armería y esbozó una sonrisa divertida. A ojos de la cercana, habían sobrestimado lo que podrían hacer hoy.

Se calzó con las sandalias, las abrochó con brío y se aferró levemente a su amuleto. Respiró el aroma que invocaba con los ojos apretados, deleitándose justo en las mezclas extrañas que revelaban las muchas cosas que añoraba en ese instante. Irónicamente, al soltar el colgante se sintió renovada de improviso. No tenía nada que ver con la magia, sino con su propio ánimo y la necesidad de seguir adelante.

Bajó directamente a la cocina. Había mucha gente allí ya, lo que quería decir que no tendrían que tirar de nadie para participar en el entrenamiento matutino, y por lo que había oído por el camino, parecían bastante entusiasmados. Un alivio para la cercana, que no tenía tanta paciencia como sus antiguos entrenadores.

—No desayunéis muy fuerte —les recomendó, a modo de buenos días—. U os pesará el culo como una losa ahí fuera.

Lo sabía por experiencia. Ella misma se agenció tan solo una pieza de fruta y fue directamente hacia Rua. El día anterior había mencionado sus gafas para el sol, algo que podría ser muy útil para la cercana en determinadas circunstancias, al menos hasta que se adaptara a los nuevos horarios diurnos..

—Hola, Rua. ¿Puedo hablar contigo un momento? Quería preguntarte por tus lentes protectoras.

Se plantó de pie frente a ella, su lenguaje corporal no transmitía ningún tipo de inseguridad para interactuar. Ulmara no tenía problemas en reconocer que necesitaba ayuda, ni en pedirla, sus dificultades formaban parte de ella y no pasaba nada.