Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

La contestación que le dio Ulmara sonaba un poco a burla, pero no quería meter la pata así que solo dijo riendo un poco – Pues te lo agradecería mucho.

La pregunta de qué era una cuenta bancaria le sorprendió, pero solo permaneció callado esperando a que otros contestarán a la pregunta. La explicación de Nery´s fue bastante sencilla, pero el simplemente habría dicho es una carpeta donde un señor trajeado te guarda el dinero. La conversación parecía bastante didáctica hasta que Perfka….

-¿Perfka se llamaba?- Pensó Toni

…. hasta que Perfka dijo que ya era mayorcito para defenderse, Toni observó como miraba a Nerys y agradeció que no se lo dijera a él, porque por muy mayor que fuese no sabía defenderse.

Cuando empezaron a hablar de las pastillas de jabón solo hablaban de la función de limpieza, pero ninguno mencionó que había quien lo usaba para perfumar los cajones de la ropa. Así cuando no usabas muy a menudo evitabas el olor a humedad.

-También sirve para perfumar la ropa- dijo Toni en voz baja para no avivar las llamas de lo que parecía el principio de un fuego cruzado.

Todavía le dolía el alma del entrenamiento y, como pudo, subió las escaleras con la sensación de que el día había pasado sin pena ni gloria.
Había sido capaz de conocer algo más a sus compañeros. Los había estado observando durante todo el día intentando no intervenir demasiado. Perfka era uno de los más serios y parecía no querer que le llevasen la contraria. Pese a todo, Nerys parecía un buen chico, un niño pequeño que no sabe relacionarse quizás, como uno de esos elefantes que descubren que tienen una trompa y van correteando por ahí mientras no cesan de girarla una y otra vez. Ulmara parecía ser una de las más tranquilas. Al resto todavía no los había calado del todo, pero sabía que Rua parecía más distante de lo que a primera vista podría parecer. Mientras intentaba poner en claro sus ideas con sus compañeros Toni perdió la conciencia y con ella el hilo de pensamiento.

No fue la única en tratar de calmar un poco la situación, y de hecho era bueno haber dado con compañeros que no estuviesen interesados en crear conflictos. No lo iban a tener fácil para adaptarse unos a otros con sus enormes diferencias culturales, como para además echar leña al fuego.

La conversación terminó volviendo a su cauce. Debido a la interrupción, Iemai terminó por olvidar preguntarle al frivy quién era el tipo que había mencionado. Si tenía tanta información sobre Rocavarancolia, no debía racionarla de aquella manera. Le ponía de los nervios.

Pefka terminó por irse, e Iemai quiso ayudar a recoger la mesa cuando la comida hubo finalizado, aunque no lo tuvo fácil. Durante la tarde tampoco encontró tareas con las que mantener la mente ocupada, ni siquiera demasiadas conversaciones. Aunque la gente del torreón no se llevaba mal, tampoco se conocían apenas, y eso solo enrarecía el ambiente.

Kiki se acercó a ella más tarde para echarle un vistazo a su brazo. Extrañamente parecía de buen humor, pero Iemai se alegraba por la chica. A ella misma le gustaría poder tener su ánimo.
—Yo tampoco creo que salga en una buena temporada —le contestó con una sonrisa irónica—. Pero sí que me alegra no tener que quedarme sola —añadió, siendo honesta. No quería quedarse sola, aunque sabía que si llegase a pasar algo dentro del torreón era indiferente ser una o dos. Ninguna de ellas podía defenderse.

Llegó la noche y cenaron. Las provisiones se veían mermadas con rapidez al ser tantas bocas que alimentar, y eso era algo que les preocupaba. Iemai tenía poca fe en los barcos voladores, pero cuando se fue a dormir no pudo evitar rogarle a Aramara que los Rocavarancoleses les mandasen comida pronto. Lo cierto era que tampoco tenía fe en la propia Aramara, pero encomendarse a los dioses era una vieja costumbre difícil de olvidar.

Cuando se despertó a la mañana siguiente abrió los ojos de repente. Los primeros rayos del sol se colaban en el cuarto y se posaban en su cara. La cercana se irguió y miró alrededor, comprobando que todo seguía en su sitio. Se frotó las sienes, intentando olvidar las pesadillas que habían plagado sus sueños aquella noche.

Fleur observó con creciente alivio que la conversación no llegaba a nada más que un pequeño roce y pensó para sí misma que debía prestar el doble de atención si no el triple a sus compañeros y sus diferencias culturales. Siempre había sido una chica con tacto y prefería callar antes que charlar sobre algo que desconocía, lo cual era de sentido común. Asegurarse de tener que aportar algo bueno antes de alterar el clima del torreón... no podía ser tan difícil. ¿Cómo sabría que mostrar desinterés por las estrellas por ejemplo... podría ser descortés en algun mundo? O que uno de sus compañeros estaría tan conectado a la naturaleza. Para ello debería analizarlos, aunque no saber si volverían todos enteros cada vez que salían o si habría comida al día siguiente no ayudaba en absoluto a estabilizarse mentalmente.
Apreció a Maila explicar como se usaba un jabón y aquello le sacó una sonrisa tímida una vez sintió que no era discordante con la situación, además... era bastante curioso imaginar a Maila aprendiendo a disparar. Puede que tuviera el equilibrio suficiente para sucar las olas de manera majestuosa, pero Dios sabía que no tenía el don de la puntería.

En la cena Fleur se permitió hablar con un poquito más de naturalidad, aunque siguió escondiéndose en el refugio que su amiga suponía para ella. Un mundo desconocido con gente desconocida y la persona que mejor le había tratado en la Tierra a su lado... ¿debería sentirse mal por continuar encerrada en su caparazón? Aunque suponía que la mayoría seguía sin mostrarse tal y como era, no era nueva en llegar a entornos ajenos y sabía por experiencia propia que la intención inicial y general era agradar, pero si llegaban a relajarse sacarían a flote otras facetas. Lo cual podía resultar interesante, pensó antes de irse a la cama. ¿Acaso Maila no le resultó más magnética cuando despues de mostrarse amable y protectora resultó ser también un pelín impulsiva?. Se recordó no emplear esa palabra delante suya si pedían que la describiera, resultaría raro.

Con la cabeza guardando cientos de pensamientos y prefiriendo comer poco para no acabar la comida la francesa se fue a la cama agotada y con temblores en las piernas.
Se despertó con suavidad cuando el pelo de Maila le hizo cosquillas en la nariz y estornudó en parte por el polvo. Por mucho que hubieran adecentado... jamás podría parecerse a la limpieza del covento.
>>Hambre<< Fue lo primero que pensó tras el ejercicio del día anterior, seguido de un retortijón. >>Hambre y ganas de dormir dos semanas<< se dijo al notar las agujetas.

Dormir le servía para despejarse. Se "olvidaba" de los roces y los líos que le rondaban la cabeza y volvía a centrarse en el objetivo y la rutina que tenían en aquella ciudad. Sobrevivir. Explorar, recoger cestas y colaborar entre ellos. El nombrado podía lidiar con el malestar (como lo del frivy) o las diferencias (como con Ulmara) y, aun así, cooperar, siempre y cuando los demás pusieran de su parte.

La tarde anterior había ayudado con el baño de los demás después del suyo y tras una cena ligera se había ido a su hueco en el patio. Las armas que había llevado en el Día de la Bestia le acompañaban. Y un poco más allá, su ropa para secarse. Y así, hecho un bulto, cubierto con sus pieles, despertó al día siguiente.

Quería intentar tener su pequeña rutina, aunque fuera hidratarse, picar algo, entrenar, buscar bañeras voladoras... Algo en lo que centrarse y que le fuera familiar. Así que se puso manos a la obra como la mañana anterior. Primero el pozo, luego la cocina y después de vuelta en el patio. Por lo que había visto en las cestas, deberían ir a aprovisionarse de más si volvían a escuchar las bañeras. Propondría formar un grupo de expedición en cuanto se fueran despertando. Le encontrarían en el patio, a lo suyo.

Al despertarse Toni tuvo la sensación de que no había pasado ni dos segundos desde que estaba inmerso en las descripciones de sus compañeros. En un momento estaba ordenando sus pensamientos y al siguiente ya estaba despierto.

-¡Mierda!- Fue la primera palabra que pronuncio mientras pensaba en el entrenamiento.- Bueno, si no hay más remedio habrá que darlo todo, ojala no morir en el intento.

Hoy quería hablar más con el resto, estaba bien conocerlos y saber con quién estaba, pero debería darse a conocer. Toni pensaba que podría ser útil para el buen entendimiento del grupo. No sabía si seria mejor hablar con las humanas primero, con ellas seguro tenía más en común y con Rua ya había tenido una conversación.
Se levantó de un salto sorprendiéndose de la energía que tenia esa mañana, tanto que se paró en seco y pensó que aquella situación le estaba volviendo loco.

-Necesito lavarme la cara- pensó mientras bajaba las escaleras intentando hacer el menor ruido para que el resto no se despertasen por su culpa.
Cuando llegó al patio ya estaba Perfka en él.

-Buenos días, voy a lavarme un poco la cara, antes de nada, ¿cómo has dormido? Te has levantado muy temprano ¿no? -dijo mientras se dirigía al pozo para coger algo de agua.

Ulmara sonrió a Pefka como gesto apreciativo. Agradecía que no quisiese ensañarse más con el frivy para no alimentar lo que podría haber sido una bronca. Normalmente Ulmara no era una apagafuegos, le gustaba que los diálogos siguieran su curso y que las broncas estallaran cuando debían, pero normalmente Ulmara no trataba con seres extraplanares, sino con cercanos que no tardaban mucho en hacer las paces.

Lo primero que hizo, lo más importante, fue llamar la atención de Rua para asegurar sus gafas. Tuvo que romper una camiseta vieja (que total, ya tenía más de un agujero sospechoso) y el resultado no era lo más bonito del mundo, pero así las gafas se mantendrían sobre su pico. Era un apaño funcional.

El resto del día no tuvo problema en charlar sin entrar en temas escabrosos o diferencias que quizás requerirían de más explicaciones.Se mantuvo en la zona segura de las pequeñas conversaciones de a pie de calle, ahondando tan solo cuando habló con sus Dioses. Mantuvo a Aramara al loro de cada detalle nuevo de sus compañeros y sus respectivos planos y no dudó en contarle ciertas impresiones que, incluso sin ella quererlo, condicionaban la opinión que tenía de cada uno.

Las horas pasaron largas, por desgracia, y cuanto más pensaba en la chapuza que estaba haciendo con su horario de sueño, sentía los minutos más espesos y angustiantes. Fue así hasta que llegó la noche y, con ella, el segundo entrenamiento de aquel día. Se encontró con Sarah en el patio con un par de palos de madera, que utilizaría para enseñarle a la humana las posturas más básicas para manejar una lanza. Fue honesta con ella en tanto que le confirmó que las lanzas nunca habían sido su punto fuerte y subrayó lo que ya había dicho por la mañana (lo importante era tener buen fondo). Pero, aun así, creyó haber sabido trasmitirle algunos conocimientos básicos para iniciarla.

El cansancio acumulado le sirvió para dormirse más rápido y, por consiguiente, para levantarse mejor al día siguiente. Seguía siendo extraño despertar con tanta luz, pero cada día un poco menos. <<Poco a poco>> se dijo, justo antes de escuchar la exclamación de Toni y sonreír en silencio. Se desperezó a su ritmo, mientras se acostumbraba a la claridad, y bajó directa a la cocina a por algo rápido para desayunar. La luz que entraba por la puerta del patio le impidió ver fuera a Pefka ni a Toni.

Sin embargo, cuando escuchó sus voces, no dudó en abandonar la cocina con una pieza de fruta extraplanar en la mano.

—¡Buenos días! —alzó la voz lo justo para no gritar—. Toni, ¿te saco una silla al final o cómo lo ves?

No recibió respuesta alguna de Kiki, ni siquiera le enseño como fregar mejor, así que simplemente siguió su ejemplo sin decir palabra y ayudo a fregar mientras el grupo se dispersaba.

Al acabar se le presentó un gran dilema. «¿Que hiperhago ahora?» Nunca tenía tiempo libre, su vida estaba marcada por un calendario diario recubierto de citas a las que tenía que atender siempre quisiera o no y de repente ahí estaba, solo, sin horarios ni nadie de su mundo para pasar el rato con él, sin fans ni empresarios u obreros con los que hablar.

Ahora que tenía el tiempo vacío, no tenía ni la más mínima idea de qué hacer con él.

La extraña sensación que había tenido al levantarse solo ayer volvió a golpearle, miraba a aquellos toscos muros que ahora conformaban su refugio descansando un rato mientras la comida terminaba de bajarle, simplemente quieto, abrumado por no tener nada que hacer.

En la tarde se levantó de aquel lugar que ahora tendría que llamar habitación por el simple impulso de hacer algo. Bajó y cogiendo un guante un arco y unas flechas de la armería empezó a disparar. Una y otra y otra vez, de manera mecánica. Sumido en sus pensamientos.

Se imaginaba a los otros frivys, a aquellos que él mismo había mandado aquí a su suerte. Al menos él sabía algo, ¿pero el resto? No podía ni imaginarse la impotencia y desolación por la que pasarían al ser arrojados a este páramo feo y despojado de toda tecnología. "Ultrano teníamos otra opción." ¿Acaso valía eso como excusa? No. No para él. Quería ir, ir y disculparse con Seallhy´s Twixy´s y el resto de su raza a los que había arrojado aquí mientras bromeaba con su familia y los Totaldiseñadores. Quería hacerlo tanto como sabía que sería inútil

El sonido de las flechas clavándose en la diana de manera continuó repetitivo marcado por un ritmo fijo durante más de dos horas. Lo que finalmente lo hizo no fue otra cosa que la sensación de rigidez en sus dedos y el leve cansancio de sus brazos.

Tras ello bajo al sótano vacio y espacioso donde se daban la mayoría de las clases y miró a su propio cuerpo. No quería ser un monstruo musculado, pero la situación iba a requerir lo mejor de sí mismo y además, era divertido encontrar donde estaban sus límites. Se pasó otro gran rato entrenando sus piernas y al final repasó su flexibilidad.

Antes de la cena habló con todos para intentar hacer una cadena de baños en la que todos pudieran disfrutar del agua caliente y la mayoría parecían de acuerdo.

Cenó y se fue a su habitación a dormir tomándose su medicina.

El despertar fue igual que el de días anteriores, aquella sensación le golpeaba de nuevo , quizás incluso llegando un poco más hondo.

Al bajar a desayunar lo hizo con un monton de ropa encima y la suerte de bufanda que le había hecho Kiki puesta. -Buenos días. -Soltó de manera totalmente neutra sin ni siquiera mirar a nadie mientras se fue al pozo a sacar agua fresca. Con una sola mano posó el cubo lleno en la mesa como si no le pesara nada y cogió una fruta y un par de asparragacys, poniéndose a desayunar. Su cara sería decía por él que no tenía ganas de hablar con nadie.

Una vez el entrenamiento dio comienzo, Rua se enfrascó en este, no sin antes asegurarse de calentar. Para ella el ejercicio físico no le era ajeno, nunca demasiado brutal, sino de puro mantenimiento, por lo que lo enseñado por Qwara fue relativamente nuevo para ella e interesante. Ella era mas de golpear donde mas dolía sin tantas filigranas y sin muchos remilgos, pero tener un poco de conocimiento no le parecía ni tan malo.

Lo que si la destrozo, fue el correr, no por el simple hecho de hacerlo, porque ella tenia sus rutinas de ejercicio y el correr en la cinta era una de ellas. Pero en nada se parecía a aquello...mucho menos cargando un espada en las manos. Al finalizar, Rua sentía sus brazos tan pesados que estaba segura que le dolerían los brazos al día siguiente. Encima para esa hora el sol quemaba irritantentemente, cegándola y forzándola a colocarse las gafas para no acabar con un enorme dolor de cabeza.

Coger un arco o tan siquiera aprender a tensarlo, con sus uñas y las gafas, ya si fue una tarea que definitivamente se le hizo imposible, pese a su frustración. Estaba claro para ella que esa no iba a ser un arma de su preferencia para ser usada ¿Como podría? Si salia y el sol ya estaba lo suficientemente alto, sus ojos empezaban ver lucecitas por todos lados, irritándose, iluminándola y secándose con facilidad. Apuntar de esa forma se veía bastante difícil, tendría que llevar las gafas de sol para ello, sin contar sus uñas. <<Definitivamente un arco no es un arma para mi, ademas se necesita mas fuerza de la que yo poseo  en los brazos solo para tensarlo...>> sentencio agotada al final de la practica, concluyendo lo que ya había supuesto desde el inicio. Tenia clara sus debilidades y virtudes, el arco no era una de sus .

Una vez termino todo y masajeandose los músculos que usualmente no usaba, se sentó un rato con el reto mientras recuperaba el aliento e hidrataba su pobre cuerpo, cuyo sudor había conseguido que parte de protección solar se fuera al demonio. No es que sudara demasiada, pero lo poco que lo hacia se le hacia desagradable. Le dolía ademas un pocos la cabeza por haber estado mas tiempo de lo acostumbrado bajo el sol haciendo ejercicio, así que cuando la conversación empezó a tomar derroteros confusos, decidió levantarse ir a prepararse una ducha, ignorando la conversación sobre ¿jabones?, que iniciaban los demás.

Con única intención de quitarse el sudor y rastros de protector solar de encima, Rua cargo un par de cubos arriba, medio calentados al fuego, apenas logrando oír como el tono iba subiendo por la discusión que parecían andar manteniendo sobre jabones. <<En serio, que discusión mas estúpida...por un jabón ¡Un jabón!>> pensó chasqueando la lengua para si misma, mientras iba hacia el baño de arriba.

No logró bañarse tan bien como le gustaría, pero si uso buen uso de un trozo de ese jabón por el que discutían mas abajo, sin mas remedio, pues era lo único que tenían para darle un mínimo de limpieza a sus cuerpos. Ya sintiendo medianamente mas limpia y refrescada, volvió al cuarto para vestirse, recorriendo el corto pasillo hasta la habitación prácticamente en ropa interior, pues se había olvidado de la ropa para cambiarse, y una vez estuvo vestida se echó sobre la cama, perezosa y cansada.

<<Este ritmo de ejercicio es nuevo para mi...me duele cada musculo, también me duelen las piernas haber estado corriendo los últimos dos días con las botas. Puta mierda de todo, voy a tener adaptarme al nuevo sistema...no estoy acostumbrada a hacer ejercicio en exteriores>> pensó gruñendo contra su almohada. Definitivamente, salir al día siguiente iba a estar fuera de discusión, por mas comida que faltase.

El día se le paso relativamente rápido y mas improductivo de lo que estaba acostumbrada, a excepción tal vez del pequeño arreglo que termino haciendo a las gafas con ayuda de Ulmara, poniéndoles una tela para que Iemai y Ulmara pudieran usarla.
Aquella noche incluso comió frugalmente sin especial apetito, pero tampoco se quejo. No, aquello se lo guardaba para al amanecer del siguiente día, cuando tras apenas lograr abrir los ojos y levantarse, sintió sus brazos punzar, en clara muestra de las agujetas que iban a a acompañarla durante parte del día. Correr cargando una espada bastante pesada era demasiado nuevo para ella.

Hastiada con eso y sin el mejor humor mañanero, bajo una vez logro ser una persona decente, dirigiéndose a la cocina para tomar algo de agua y enjuagarse la boca, tras eso, lleno una taza de agua caliente y unas hierbas aromáticas que parecía hacer la función del té, antes de ir a la mesa donde ya empezaban a reunirse.

-Buenas...- bostezo, sin muchos miramientos, yendo a sentarse pesadamente, apoyando su barbilla sobre su mano antes de añadir, como quien no quiere la cosa y no fuese evidente.- Apenas queda suficiente para todos en las cestas...- dijo viendo lo que había tomado Nery's de esta para desayunar, sin mucho reparos, no importándole su expresión seria de “no me mires, ni me hables que te muerdy's”- Desde ya aviso que yo no salgo si vais a por esas bañeras...tengo agujetas de ayer- dijo encogiéndose de hombros, sin ningún tipo de pudor en  afirmar que no iba a corretearse la ciudad en esa ocasión. Que otro lo hiciera¿No eran muchos? Pues a repartirse los horarios de salida que a ella no le apetecía volver a encontrarse corriendo delante de alguna bestia loca. No por ese día.- Así que, Ulmara, si al final decidís salir y te apetece ir, mis gafas están arriba, en la mesita junto a mi cama...-le recordó moviendo su té con un cucharilla, recordando que la cercana había comentado su deseo de salir fuera del torreón en cuanto pudiera.

-¿Maila? -llamó en voz queda, pero tras descubrir que la chica estaba completamente inconsciente la dejó hacer. Fleur se incorporó de la cama con sigilo casi felino y la observó con un nudito en la garganta antes de querer encontrarse con el resto de sus compañeros. En realidad, el motivo principal por el que deseaba bajar juntas no era más que no tener que saludar sola, le resultaba algo tenso con algunas personas todavía y con la personalidad de Maila, a buen gusto ella solía robarse la atención. Pero no se perdonaría sacarle de esa pose fetal tan graciosa, aunque curiosa, pues siempre dormía desparramada y si no te percatabas, acababas con medio cuerpo suyo encima. >>Es como si necesitara estar protegida<<. Se dijo por cómo dormía, algo paranoica. Aunque quizás no lo estuviera tanto, solo ella la conocía bien como para afirmar que se mostraba retraída, que en su caso era imperceptible, pues no conocía persona más abierta y sociable.

La francesa descendió ya vestida de manera más presentable, pues consideraba algo descortés hacerlo con el pijama puesto, por muy cómodo que le resultara. Así que lo hizo con un jersey fino de color azul pastel y unos pantalones largos y cómodos, se puso su pañuelo blanco de la suerte en el cuello como una azafata y se colocó uno de sus colgantes con la cruz por dentro de la ropa, cuántas menos preguntas mejor. No se recogió el pelo en un moño hasta que se enjuagó la cara y se mojó el cabello para mayor facilidad, aunque antes saludó a sus compañeros con una sonrisa medio fingida.

Se sentó en la mesa con un trozo de fruta y jugueteó con él en la mano como si albergara los misterios del universo, luego clavó sus ojos azules en Nery´s mientras este no mirara. >>Vaya, parece que no soy la única que no espera este día con los brazos abiertos<<.
Desconocía lo que podía pasar por la cabeza del frivy y en realidad no era de su incumbencia, pero sí sabía lo que le pasaba a ella.
Aunque Fleur se encogió en su sitio tras las palabras de Rua, no hacía falta que nadie mencionara la escasez de comida. Aquel tema rondaba por su cabeza últimamente con mayor urgencia de lo esperado y tras ello varias sombras de preocupación la acosaban. Maila querría salir. >>¿Y si esta vez no vuelve?<<. Aunque la misma pregunta impertinente llevaba el nombre de todos. No podría probar bocado hasta entonces y eso que esa misma mañana se moría de hambre, ahora en cambio se le estaba cerrando el estómago.
Y luego estaba el hecho de quién salia para explorar, no había percibido ningún reproche por quedarse la última vez pero se preguntó si siempre sería así. Y en aquellos muros se le ocurría más de una persona que a lo mejor le cantaba las cuarenta al respecto si conocieran su plan: No salir nunca jamás de los jamáses. Por la sencilla razón que lo dominaba todo en ella. El miedo.

Fleur dio un bocado entonces más por disimulo que otra cosa y su estómago rugió como si hubiera olvidado sus modales en Francia, así que se hizo lo más diminuta posible mientras escuchaba el detalle de las gafas. >>Debe llevarlas por sus ojos<<. Aunque como siempre decidió guardar silencio, resaltar el albinismo más que evidente de alguien no entraba en sus planes y en su lugar continuó observando al frivy como si le fuera la vida en ello. Aquel tono apagado en contraste con su personalidad risueña la mayor parte del tiempo la incomodaba y su poca disposición para hablar impidió preguntarle que tal había dormido.
-¿Quieres? -preguntó demasiado bajo y ronca, incluso para su voz, más parecida a una campana de navidad- ¿quieres? -repitió, sintiéndose algo estúpida, y alargó la mano para ofrecerle la pieza, pues se había sentado cerca de él. Total, quedaba claro que ella no se lo comería.

La comida desapareció de sus manos, era demasiado poco para él que tenía que mantener un cuerpo como el suyo pero tenía que conformarse. Ya le habían regañado ayer por comer algo de más así que debían ir muy mal en ese aspecto. «Las cestis ultraduran demasiado poco con tanta gente.» Sus ojos estaban clavados en la piel mal pelada que había dejado tras de si de la fruta, pensativo hasta que la débil voz de Fleur llego hacia él. Sus ojos de irires prácticamente blancos se clavaron en los de ella. No era solo su expresión, su cuerpo tambien estaba más tenso, su espalda más recta para ganar imponer con su altura y cuerpo, hábitos que había adquirido en las reuniones para que no se atrevieran a tratarle como a un crío. Al mirarla sentimientos encontrados chocaron unos con otros dentro suya. Por una parte algo dentro de él se llenaba al verla, quizás podría llamarse esperanza o alegría. Por otra sus memorias lo asaltaban acompañadas de tristeza, miedo, ira e impotencia. Pasaron unos segundos con su mirada completamente clavada en la de ella sin dejarla escapar, sin decir nada, tan solo pensando.

-Hiperno hay demasiada comida, y tú también supernecesitas recuperar los nutrientes de ayer. -Con un gesto cuidadoso alzó su mano hacia la de ella y con suavidad la empujó hacia su boca, volviendo a sumergirse en ese mar de emociones al tocar su mano. Se moría por hincarle el diente a la fruta, pero debían comer todos. Él estomago le gruño en ese momento y el hizo una mueca de desagrado hacia sí mismo. Cien kilos de persona no se mantenían solos.

Se giró para mirar a Rua. -Como superveas. Hipersalir en malas condicionis ultraes muy peligroso ahí fueris. -Su tono era mucho más calmado y neutro que el del día anterior, aunque carecía de la potencia con la que había hablado cuando se presentó como gobernante de su mundo. -Meganecesitamos mochilas. Con una bien grandis yo superpuedo cargar bastante más que hiperllevando las incomodas cestas en mis manos. ¿Superhabeis visto alguna por los baúles o en el sotano?

Le costó, pero Iemai se hizo a la idea de que tenía que levantarse cuando el resto lo fueron haciendo uno tras otro. Sentía el brazo algo hinchado de dormir con él en la misma postura toda la noche, pero no había mucho que pudiese hacer al respecto.

Llegó abajo masajeándose el brazo a la altura del codo, con la misma ropa de los baúles que había usado para dormir. La gente que desayunaba parecía preocupada por la escasez de víveres, y eso los llevaba a cortarse a la hora de escoger lo que iban a comer. Ella cogió una fruta, que además parecía ya demasiado madura para estar realmente rica, y se ciñó a ella. No iba a salir a buscar víveres o entrenar, no necesitaba tanta energía como los que sí lo harían, que además eran esenciales para su supervivencia.

—Tenemos que pensar en alternativas para conseguir comida, ni siquiera sabemos si va a haber más cestas o cuándo. Esperar que siga cayendo comida del cielo es un poco iluso —dijo sin poder evitarlo. Era un pozo de negatividad, pero estaba siendo realista. Tenían que explorar la ciudad, buscar alimañas que se pudiesen cazar… Y ni siquiera podía ayudarles.
»Arriba no vi nada cuando revisé los baúles —respondió a la pregunta de Nery’s—, pero si tampoco hay nada abajo podemos improvisar algo usando la ropa.

Aquello le recordó que no había explorado el sótano a fondo. Aunque sí lo habían hecho sus compañeros, quería ver por sí misma qué había entre toda la chatarra que se guardaba allí. «Ya bajaré después del desayuno» pensó, pero no llegó a hacerlo. Como para contradecir sus propias palabras negativas sobre el abastecimiento de comida, el viento trajo consigo la canción de los espantapájaros, todavía lejana, pero reconocible por el hecho de que era la única música que se podía oír en las calles de aquella ciudad.
—Parece que no va a haber tiempo para buscar mochilas hoy —dijo, conteniéndose para no apremiar al grupo.

La conversación por suerte acabó suavizándose, cosa que la hawaiana agradeció. Cuando terminaron de comer Maila ayudó en todo lo que pudo a lavar los platos y a ordenar lo que hiciera falta. Mientras hacía dichas tareas su mente divagaba entre los recuerdos. La mayoría de ellos de su hogar, pero también otros sobre lo que había ocurrido en Rocavarancolia.

Más tarde en la cena la conversación careció de la tensión anterior, y Maila decidió olvidarse de sus agobios por un rato y dejarse llevar por ese ambiente más positivo, aunque no le sirvió mucho. Nunca había sido una chica reservada o tímida, y quizás aquella ciudad estaba sacando la versión más cerrada de sí misma.

Cuando terminó de comer Maila se despidió de todos y se acostó junto a Fleur. Le dio a la francesa una distancia para que pudiera dormir cómodamente, aunque era consciente de que acabaría invadiendo la cama entera probablemente. Por otro lado cayó rendida pocos minutos de poner la cabeza en la almohada.

La luz de un nuevo día la despertó de sus sueños. Maila se desesperezó con lentitud y giró la cabeza en busca de la francesa. Pero esta no se encontraba ya en la cama. <<Pequeña pero traidora...>> Pensó sonriendo mientras visualizaba su cara en su mente. La hawaiana bajó las escaleras tras cambiarse de ropa, pantalones y una camiseta de mangas largas de color beige. Cuando estaba terminando de bajar los escalones escuchó la música de las bañeras, cargada de comida.

-Esta gente no da tregua,¿eh?- Dijo a modo de saludo. Después se acercó a la francesa, la cual estaba sentada, y le dio un beso en la cabeza. -Yo en cuanto me asee y coja una fruta acompaño a quien sea.- Dijo la chica a la vez que miraba preocupada al frivy y a Fleur. <<Parece que no soy la única de capa caída.>> Pensó Maila. Sabía que algo preocupaba a Fleur, pero preguntárselo delante del resto sería una mala idea, por experiencia sabía que lo más apropiado sería cogerla a solas. En cambio le agarró la mano con fuerza y la miró.

- Cuando volvamos de coger la comida me gustaría hablar contigo, ¿vale?. Dijo intentando sonar despreocupada y que no tenía gravedad lo que quería decirle. Sin embargo no le salió muy bien. Maila nunca había sido buena escondiendo sentimientos. Y lo cierto es que el “asunto” tenía urgencia, la chica sentía que iba a explotar con todo aquello. Su padre, sus hermanos, la culpabilidad... y necesitaba desahogarse con ella, y algo le decía que Fleur también necesitaba hablar.

-¿Te vienes a por las cestas, Nery´s? Vas a hacernos falta si o sí.- Dijo para intentar sacarlo de aquel estado de soledad.

Fleur frunció el ceño, ligeramente confusa por la mirada extraña de Nery´s. Puede que no fuera la persona más intuitiva del planeta, pero definitivamente algo pasaba por la mente de aquel chico, y tenía que ver con ella. Se sintió tan incómoda por unos segundos que hasta miró a Rua con expresión nerviosa, como si hubiese hecho algo malo o le hubiera molestado. Pero segundos después Nery´s abrió la boca con aquella manera extraña de hablar suya y rechazó la oferta. Después realizó un gesto tocándole la mano para instarla a que comiera.
No fue particumente invasivo pero la chica se mordió el labio, algo contrariada, y no volvió a insistir. Si algo tenía claro es que no molestaría a nadie del torreón.
-Ninguna- fue lo único que respondió al tema mochila, aunque Iemai llevaba razón, podrían improvisar algo.

Para su alivio Kiki se presentó y logró desvanecer parte de la tensión con su humor. No pudo evitar sonreír un poco con la denominación “damisela” y aquel tinte de novela caballeresca. Con sus palabras, se vio animada a volver a intentarlo, de lo contrario, habría permanecido en su lugar en absoluto silencio.
-Ya me la devolverás cuando volváis- le dijo con su vocecilla, esta vez dejando la fruta a su lado en la mesa, aunque no le importaba lo más mínimo si se la comía o no. En cambio hizo más hincapié en el tono con el que habló, que quería decir claramente “regresad”.

Maila apareció tras el sonido de las bañeras, al cual le costaría acostumbrarse por escupir sapos y culebras. Con el beso en la cabeza se removió inquieta en su asiento, había sido demasiado corto teniendo en cuenta que se marcharían en breve. Pero cuando le agarró la mano con fuerza y la miró se sintió desvanecer, apreció su intento por no preocuparla, más notó su gravedad subyaciente.
-Emm... esto... cla-claro- ¡Hablar con ella! ¿A solas? ¿De qué?. No sería... >>Justo lo que necesitaba antes de que desaparezcas por horas en una ciudad plagada de criaturas, que alberguemos una conversación pendiente<<.
Fleur asintió con un rostro plagado de incertidumbre incluso para ser ella y sus mejillas se tiñeron de rojo junto con un nerviosismo en la tripa. Maila parecía una bomba apunto de estallar, de aquello no saldría nada bueno. Aunque imaginaba de qué iba la cosa tenía pinta de que le explotaría en la cara.

Cuando llegó la hora se acercó a su amiga y sin mediar palabra se quitó su pañuelo favorito del cuello y lo deslizó por su antebrazo con mimo para hacerle un nudo no muy fuerte. Tragó saliva.
-Quédatelo, os traerá suerte - le aventuró, sin ser capaz de mirarla a los ojos por más de un segundo. Puede que el acto fuera un poco dramático, pero se sentía más segura si lo llevaba consigo, ninguna actuación le había salido mal con aquel trozo de tela blanco- y ten cuidado, porfa.

Rua tomó un sorbo a su té mientras observaba a sus compañeros de mesa, con no perdiéndose la forma en la que Nery's miro a Fleur apenas la vio parecer y el gesto casi sutil que tuvo con ella a tocar su mano. No era la primera vez que medio notaba la forma extraña en la que el frivy observaba a la chica o la forma casi suave con la que la trataba, forma que le recordaba a como lo hacia con Kiki. <<Este tipo parece tener debilidad por la chicas que se ven aparentemente “fragiles”...>> a ella en ningún momento la había tratado de esa forma. Y dios gracias, porque de haberlo hecho, Rua no habría podido ocultar su expresión de fastidio y su ceño fruncido.

-Ya había llegado también a esa conclusión, si. Aunque espero que en esta salida no tengáis que correr tantísimo como tuvimos que hacerlo la vez anterior, estaría bien poder salir sin tener que hacer una jodida maratón en cada ocasión- se encogió de hombros como respuesta ante la obvie dad que Nery's, y aunque sus palabras sonara desinteresadas y sarcásticas, realmente lo deseaba. Que no les tuviera el suficiente aprecio aun, no significaba que quisiera que uno menos llegase tras la excursión porque se lo hubiera comido alguna flor gigante o algo así. No era tan desalmada.

La idea de Nery's de buscar alguna mochila no llego a ningún lugar, porque como bien dijo Iemai, ya había sonado por todo el lugar el escopetazo de salida en forma de voz de espantapájaros conductor de bañeras. Rua no tuvo pelos en la lengua para meterles algo de prisa en esta ocasión, no importaba si despertaba animadversión, la cosa ya estaba seria con escasa comida para todos. No estaba para sutilezas.

-Mejor coger las armas y marcharos, con suerte veis alguna bañera mas que la condenada que cae en el acantilado, y que no va a parar a un sitio tan peligroso. Si os dais prisa tal vez hay suerte y no encontráis nada queriendo os robar las cestas...- dijo Rua con seriedad, esperando que no remolonearan demasiado mas con charlas superfluas cuando ya debería coger las armas que fuesen a llevar y salir de allí. Extender el tiempo en el que salían solo haría que tuvieran mas posibilidades de encontrarse con alguna alimaña. Especialmente porque estaba segura que ese  kelpie no era lo único que la ciudad podía ofrecerles como un peligro para su supervivencia.

Vio a las chicas ofrecerles sus desayunos a los que estaban por irse pero no dijo nada, apoyando su barbilla sobre la palma de su mano mientras daba otro trago a su especiado té. No llenaba pero al menos el fuerte sabor engañaba a su estomago al menos por un rato mas. El decidir no desayunar nada que eso, era pura elección propia, no andaba culpando a nadie por ello, peor no significa por eso que no se sintiera un tanto impaciente porque salieran y volvieran con las cesta a poder ser todos y enteros. <<Tch, sino fuera por estas agujetas y el cansancio acumulado de no haber dejado de correr los ultimo día abajo el puto sol iría yo también. Al menos siento mas seguridad de que volveremos con algo que manteniéndome aquí esperando...pero ya habrá otros momentos para ser imprudente que no implique arriesgar el cuello>> pensó Rua mirando atentamente al grupo que había decidido salir en persecución de las bañeras.

-Con algo de hilo y agujas megapodría hacer algo pero hiperno estoy demasiado acostumbrado a coser sin maquinas y tampoco es que hipertuviera tiempis para superhacerlo mucho. -Parecía hablar más consigo mismo que estar respondiéndole a Iemai o Fleur.

Observó de reojo la llegada de Maila y el cariño hacia Fleur, en su cabeza ellas dos estaban claramente saliendo juntas y eso, por mucho que le confundiera aquella visión, lo alegraba por dentro. -Ojalá supersea así. -Respondió otra vez de manera seca a Rua. Aunque automáticamente después giró la cabeza ante la llegada de Kiki dando saltitos hasta apoyarse en él. Este simplemente la miraba con la cabeza torcida lo mejor que podía. «¿Como ultrapuede estar tan animada?» El sonido de su voz junto a su peculiar forma de hablar y las tonterías que estaba diciendo acabaron por arrancarle una sonrisa y una risa suave. De repente tenía ganas de simplemente echar su cabeza hacia atrás y reposarla sobre el cuerpo de ella. Odiaba admitirlo pero empezaba a echar muchísimo de menos el contacto físico en el que tanto se había refugiado en su mundo. Lo calmaba y lo alejaba de andar hundiéndose en sus recuerdos y pensamientos negativos. -Ultrame temo que superencontrarnos con esas cosis está muy muy fuera de mi potestad. -Su tono ya era un poco más alegre que antes. -Pero si os puedo prometer que hiperregresaremos a salvis. -Su sonrisa se volvió una de calma. No es como si creyera en lo último pero no iba a permitir que le pasara nada grave a nadie, costara lo que costara.

Cuando Kiki se apartató de él hubo un pequeño momento en el que su cuerpo entero se movió hacia atrás, rehuyendo de quedarse solo otra vez.

Miró de nuevo a Fleur fijamente y acabó por coger la fruta, mordiéndola sin ningún problema donde esta había mordido antes. Después de tragar sonrió otra vez y habló. -Gracias. -La fruta desapareció prácticamente en dos bocados más. Claramente él comía bastante más de normal.


Cuando empezó a sonar la música se levantó y empezó a quitarse la ropa enfrente de todos. -Hiperno lo dudes. -Respondió mientras a Maila. Primero dejó la "bufanda" de kiki en la silla y luego se quitó el jersey en dos segundos, revelando que debajo llevaba lo que parecía una camisa de cuello alto negra desgastada que quedándole un poco pequeña le marcaba todos los brazos. Después se desabrochó el pantalón y al bajárselo había otro debajo, de aspecto más medieval y holgado y color marron. -¡Fluxy´s! -Maldijo. -Ultradebería haber preparado mi equipo ayer. Megaencargaos de mi ropis y mi plato porfis. -Y desapareció corriendo hacia la armería.

Cuando subió lo hizo equipado con unos guantes de cuero para el arco y las cestas, el propio arco, un carcaj típico con veinte flechas y una espada bastarda. También unas coderas y unas rodilleras por si tenía que tirarse o se caía por ahí.

Miró hacia atrás mientras el puente bajaba y a los presentes volvió a sonreirles para calmarlos. -Nos ultravemos ahoris. -Y con esa despedida empezó a caminar a buen ritmo.

Sigue en Fumadero abandonado.

Viendo que había quien escogía ceder la comida, Iemai se preguntó si el hecho de haberse hecho con aquella fruta demasiado madura se podría ver cómo egoísta. Lo cierto es que no se lo había planteado, había comida para repartir aunque fuese poca, y de momento nadie estaba desnutrido. No se iba a sentir mal por ello, pero la imagen que daba a los demás sí le importaba.

No tardó en formarse el grupo de quienes sí iban a salir. Perder las bañeras de vista podría ser nefasto, y sabiendo que había más alimañas dispuestas a pelearse por aquella comida no había tiempo que perder.
—Tened mucho cuidado ahí fuera, no os metáis en sitios peligrosos por la comida. Es preferible que volváis con las manos vacías incluso. No me parecería ni raro que siguiendo la comida os llevasen a algún tipo de trampa, así que abrid bien los ojos —les dijo. Le preocupaba que saliesen a explorar la ciudad solos, que pudiesen no volver, pero era algo a lo que tendría que acostumbrarse. Incluso aunque estuviese en condiciones de ir con ellos no iba a marcar una gran diferencia, pero se sentía enjaulada no pudiendo hacer nada por sus nuevos compañeros.