Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Se interesó por el enteramiento, pero cuando vio a Nery´s no pudo evitar escapar una sutil risa de sorpresa, ese chaval no paraba de sorprenderla. Decidió unirse a quien estuviera calentando sin hacer una clase de fitness. Y deseo que esto fuera solo el calentamiento. Incluso siguió durante unos minutos la clase, pero le recordaban demasiado a las clases de educación física, o de zumba que había dado alguna, todo lo que le recordaba a la tierra de alguna manera le devolvía una sensación vacía y absurda.  

Así que aprovecho uno de los momentos de risas para subir a por un coletero para que el pelo no la molestara, subiendo escuchó los sollozos y murmullos de alguien desde una habitación. No sabía que hacer pero finalmente se acercó,  se dio cuenta que era Kiki, para Sarah era uno de los miembros más útiles, por su inteligencia y sus conocimientos en medicina. Entrando por la puerta, haciendo pasar una pequeña corriente de aire que la acompaño y casi sin hacer ruido comenzó a hablar.

-Hola- dijo Sarah con tono tranquilo y dulce- ¿que estas escribiendo? ¿Tú también te estas escapando de la clase de educación física?

Cuando acabara de hablar con Kiki, volvería al entrenamiento y se uniría de nuevo al calentamiento, y a la clase de Ulmara de manejo de armas, querá aprender a usar la lanza. Al finalizar en entrenamiento. Se acercaría Ulmara para hablar con ella.

Al parar, se rió con Iemai y el resto que lo hicieran. –Nah, sin música supertiene que ser como que muy extrañis. –Una pequeña respiración y su aliento volvió al ritmo normal tras aquella exhibición explosiva.

Ante la pregunta por pura memoria muscular se llevó la mano a la barbila en pose pensativa. –Hmmmm. Bueno la verdad es que hiperes más por estética que otra cosa. Después de todo todo el trabajo más duro se lo dejamos a las máquinas, pero superson bastante necesarios si megaquieres aguantar por las noches en mi mundo. Si megaquieres aguantar a seis o siete frivys en la misma noche o los que sean, a la vez o por separado,  más te vale ultrahaber desarrollado unos buenos músculos y una buena resistencia. –Lo dijo con naturalidad aunque tenía ganas de ver las reacciones a aquello por parte de seres con miedo a la desnudez.

–Todos megaentrenamos dos horas al inicio de las mañanas antes del segundo desayuno y de empezar a trabajar y ultrate puedo asegurar que tenemos la fuerza que parecemos tener. Supersi quieres megate cojo en cuello como a Kiki el primer día. –Sonrió bromeando.

–Eso superme recuerda que megadebería hablar con ella luego de entrenar, gracias por megaintentarlo cuando te lo dije Rua, ultrapensé que… bueno da igual. –Nery´s alzó la mano y con un gesto rápido acarició brevemente la cabeza de la humana. –Venga, a entrenar.

Qwara se apoyó en la pared cerca de donde estaba Iemai para decirle con humor que podía reírse si quería. Quizá Nery’s no pensase lo mismo, pero la cercana no pudo evitar sonreírle tras su comentario.
—El problema es que si pretendo entrenar a base de reírme, no hemos caído en el mejor sitio para eso —bromeó con acidez, aunque mucha menos de la que habría usado normalmente. Haberse echado a reír había conseguido ponerla de buen humor.

El frivy tampoco pareció molesto por su reacción, y a Iemai le agradó que no le importase. Venía de un mundo sumamente diferente, de tener poder y ser alguien importante, pero al menos no se comportaba como un cretino. Narcisista y nudista, pero no cretino.

Nery’s mencionó que tenía que hablar con Kiki para que se uniese, pero no era la única ausente. Aunque miró incluso hacia el interior del torreón, Iemai tampoco veía a Sarah, y no le extrañaba demasiado. Parecía una chica bastante taciturna.

—Ah, es el turno de Ulmara —pensó en voz alta cuando su congénere tomó las riendas. Tal vez eso haría que Qwara pensase que se dirigía a ella, así que añadió—: Nunca he recibido entrenamiento militar, pero creo que esto va a ser interesante.
Aunque Iemai quizá iba a echar de menos observar los ejercicios de antes.

La respuesta ácida de Iemai le arrancó una sonrisa, pero decidió dejar las bromas para más tarde y se acercó de nuevo al grupo para prestar atención a la lección de su compatriota. Por suerte solo tenían que correr, algo que a la morena le encantaba, y aprovechó la carrera para pensar en la clase que tenía que darles ella a continuación. Tras ponerse de acuerdo con Ulmara y Pefka habían decidido que fuera la sudafricana la que impartiera la primera lección de defensa personal del grupo, responsabilidad que le ponía algo nerviosa por no estar acostumbrada a enseñar. A Qwara nunca le había interesado instruir a nadie y por eso no tenía experiencia en ello, pero intentó recordar las primeras clases que había recibido de krav maga para seguir las mismas pautas en cuanto le llegara el turno.
—No se si algo de esto nos servirá contra los monstruos que hay ahí fuera, pero pensad que es una forma de ganar tiempo para salir corriendo, porque al final eso es lo único que nos permitirá salvar el culo llegado el momento —dijo en primer lugar mientras la mayoría recuperaba el aliento tras la carrera, dejando claro desde el principio su opinión respecto a enfrentarse cara a cara con los engendros de la ciudad. —. En fin… en el krav maga y en cualquier otro arte marcial lo más importante es tener una buena postura base, una posición en la que estemos estables y podamos atacar o defendernos sin perder el equilibrio… —empezo a continuación, metiéndose de lleno en la lección mientras ilustraba sus palabras con sus propios movimientos.

Durante la siguiente media hora Qwara les instruyó de forma muy básica en nociones de lucha, enseñándoles la forma correcta de golpear, la mejor manera de cubrirse y lo importante que era controlar tu espacio y el de tu rival. Con la ayuda de Nery’s por ser el de mayor envergadura les dejó claro que no era necesario ser más grande para ganar un enfrentamiento.
—Si yo paso por debajo de su golpe e invado su zona pierde la ventaja de su alcance, ¿lo véis? —preguntó en cierto momento, agachándose para esquivar un puñetazo del frivy justo antes de recortar distancias a una velocidad endemoniada para posicionarse junto al torso del CoMo's—. Aquí sus ataques no tienen fuerza y los míos sí —añadió, lanzando tres rápidos toques a sus costillas que aunque carecían de peso de forma intencionada dejaban claro que podían hacer muchísimo daño—. Además no ser un blanco fijo es muy importante, pues no hay que facilitarle el trabajo al rival, pero tampoco es necesario malgastar energías haciendo aspavientos innecesarios —continuó, echándose hacia atrás igual de rápido mientras mantenía las distancias con su compañero—. Si sois capaces de visualizar el espacio que ocupáis en todo momento no tendréis que hacer grandes esfuerzos como saltar a un lado o correr en círculos para evitar ser golpeados. —aclaró, empleando sus manos y antebrazos para desviar los puños de Nerys apenas un centímetros de forma que solo encontraran aire.

Ese y otros pocos ejemplos fue lo que empleo para enriquecer sus explicaciones, animándolos a juntarse de dos en dos para poner en práctica las técnicas que les estaba enseñando. Solo pretendía ser una primera toma de contacto, nada demasiado serio, pero la morena se pasearía entre ellos corrigiendo posturas y movimientos durante un rato más antes de rotar con Pefka.

El hijo de lunas reconocía que se había apresurado. Los demás ni habían tenido tiempo de picotear algo ni de prepararse. Pero tampoco le apetecía entrar a la cocina y meterse en las conversaciones, así que siguió a lo suyo. No obstante, sí que se rió para sus adentros con algunas de las cosas que escuchó del interior. Le gustaba que el grupo se llevara bien, o que al menos lo intentaran, incluso después de la conversación tan extraña que tuvieron con el frivy la tarde anterior. Él también había tenido su dosis de extrañeza con Ulmara, pero no debería afectarle, o eso creía. Tampoco es que hubiera pensado mucho en ello.

Se detuvo cuando la gente se puso en movimiento. Nery's les hizo una demostración de un calentamiento y los demás le siguieron. Era algo distinto de lo que el nombrado conocía, pero le pareció útil. Se dio una pausa con el arco y les imitó brevemente, por probar. Era corto y lo podrían poner en marcha antes de salir a la ciudad, porque seguramente tendrían que correr a menudo. Quizá incluso en ese mismo momento, después de ver el extraño baile del frivy, que bien podría ser parte de un ritual religioso.

La siguiente actividad la llevó Qwara. Al nombrado le daban igual los turnos, pero como nunca había dado una "lección" prefería ir más tarde. La humana les explicó una especie de lucha sin armas que, en efecto, insistía en la idea de ganar tiempo para salir corriendo. Era un fastidio, pero no les quedaba otra dadas las circunstancias. En esta ocasión, Pefka dejó el arco a un lado y se implicó de lleno. Era algo completamente nuevo para él, pero podía llegar a pillarle el truco. Parecía otro baile, otra coreografía, y no le costó mucho imitar a la chica tras varios intentos. Incluso se unió a las parejas que se formaron después para practicar más.

Y pasado el tiempo, finalmente le llegó el turno. Volvió al pozo antes de nada, para limpiarse el sudor e hidratarse de nuevo. Después, se dirigió al grupo con un carraspeo. Se notaba que no solía hablar frente a un grupo grande, porque se cortaba de vez en cuando.
—Eh... bueno. Sé que la mayoría no... no tenéis ni idea, y por eso hoy no haremos tiro, pero para... para ir cogiendo lo básico, fijaos en mis pies y mis brazos... —recogió el arco que usara antes del suelo y ganó cierta confianza—. Hum... No hace falta que cojáis un arco si no hay para todos, de momento solo imitad mi postura y mis gestos.

Con lentitud, exagerando los movimientos, plantó los pies en el suelo y colocó los brazos como le habían enseñado en la ciudad de los seguidores de Lakra. Hizo varias repeticiones, de más despacio a más rápido.
—Ahora, quienes tengáis arco, probad a tensar como haré yo ahora. Luego os turnáis con quienes no tengan.

Repetiría los mismos gestos de antes, desde cero, pero ahora incluyendo llegar hasta la posición de disparar con el arco tenso, pero sin flecha alguna. Varias veces.
—Y más importante para nosotros, defenderos con el arco. Si algo intenta morderos y no podéis alejaros, podéis sacrificar el arco y ponerlo en medio. Es menos arriesgado que plantaros a dos pasos de una bestia e intentar disparar a bocajarro.

Eso último lo había improvisado un poco. Solo había tenido que hacerlo un par de veces en su mundo, corriendo muchos riesgos, y esperaba que los demás no llegaran a tener unas fauces tan cerca de sus cabezas.

Cuando viera que el grupo imitaba bien la postura y los gestos, cambiaría a las cerbatanas. El método sería igual: imitarle, resolver dudas y repetir las veces que hiciera falta, o las que quisieran, pues bastante estaban haciendo para ser el primer día. Y si se veían capaces o se atrevían, podrían practicar a disparar con el arco o la cerbatana más tarde.

Ulmara puso todo su empeño en escuchar a Nery’s, a Qwara y a Pefka, aunque lo hizo en distintos grados. La cercana ya estaba familiarizada con los estiramientos y su pico de atención vino en el momento en el que el frivy comenzó a bailar. Le hizo gracia, aunque procuró que la gracia no se reflejara en su rostro (lo intentó), pero también le llamó la atención lo importante que era la danza dentro de su mundo. Frivowaldany era sin duda un sitio extraño. Quería saber más.

Qwara se llevó toda la atención de Ulmara. En el ejército se centraron mucho en el ejercicio físico y en el manejo de armas, pero apenas se tocaron las artes marciales ni técnicas de defensa personal. Era más importante entender la teoría mágica y conocer las distintas criaturas que peleaban en ambos bandos para que los soldados pudieran maniobrar y defenderse mejor. Ulmara estaba segura de que ahí había un problema, pero ella ya no vivía en la Cercanía y no le correspondía arreglarlo. La cercana escuchó e imitó a Qwara lo mejor que pudo.

Pefka quizás se llevó la peor parte. Las clases de tiro nunca se le habían dado bien, pero la teoría más básica ya se la sabía. Su mente comenzó a esparcirse, divagaba mentalmente sobre las clases anteriores, se preguntó por su padre y su madre y habló con los dioses para entre sí; todo mientras repetía los mismos gestos que Pefka con cierto aire distraído.

Cuando le llegó su turno, necesitó de unos segundos para volver a la realidad y concentrarse en la tarea. Repartió espadas y escudos de madera entre todos los que quisieron participar y dedicó una buena parte de su tiempo a explicarles la teoría más básica: posición de brazos y pies, correcciones de postura, mejora de la sujeción del arma, etc…

—Ahora quiero que soltéis las armas de práctica y cojáis todas las espadas que hay enfundadas. —En su rostro se dibujó una sonrisa traviesa. Sabía que lo que venía ahora no les iba a gustar, especialmente después de todo el ejercicio que habían hecho antes—. No hay para todos, pero no habrá problema. A mi señal, tomaremos espacio por todo el patio y el salón si hace falta. Aquellos con armas enfundadas, os las echáis a la espalda o al cinturón y comenzaréis a correr. El resto irá al paso. Cuando grite “¡Cambio!”, nos intercambiaremos las armas para que los que corran anden y los que anden corran. ¡Vamos!

La propia Ulmara cogió una de las armas enfundadas y se la llevó a la espalda. No quería ser la típica profesora que daba órdenes desde su asiento, no le parecía ético, pero tampoco quería perderse el ejercicio. Le gustaba correr y no quería oxidarse: no tenía intención de perder una carrera mortal contra el próximo kelpie que se les cruzara.

Como no tenía forma de medir el tiempo, la cercana hizo los cambios cuando los creyó oportunos. Intentaba que los menos ejercitados pudieran descansar un poco, pero alargó la actividad hasta que el cansancio pudiera con ellos. A ojos de Ulmara, el ejercicio era vital para todos.

Una vez comenzó la lección de Qwara ni siquiera lo dudo un instante, levanto la mano con una sonrisa de oreja a oreja y brillo en los ojos para ser el muñeco de pruebas de esa cosa llamada "artes marcialis". Respondía bien a todo lo que decía Qwara y aunque el peso no fuera una díficultad, la flexibilidad del frivy si que era una molestia a la hora de luxarle, pero simplemente se dejaba hacer siguiendo las instrucciones y no dio problemas. Cuando tuvo problemas fue a la hora de ir a fingir que pegaba a alguien, no había tenido que usar la violencia en su vida, cosa completamente tabú en frivo, y había claro miedo no a la hora de que le pegaran si no a la hora de él hacer daño a alguien. Simplemente, no quería hacerlo, ni un poco siquiera, por lo que se movía terriblemente lento y torpe al pegar.

Aunque a la hora de moverse  hacía que aquellos cien kilos parecieran desaparecer. Movía su centro de gravedad de manera endemoniadamente rápida y la postura de sus piernas no molestaba a su equilibrio en lo más mínimo. Nery´s poseía un control casi perfecto de todo su cuerpo gracias al insano entrenamiento frivy y a su versión aún más dura creada por él y los monitores que deseaban más intensidad.

La clase de tiro con arco fue otra historia, y llegado el momento de probar pese a las instrucciones por poco se salía de la diana al disparar, sacudiendo su mano al notar el dolor en la yema de sus dedos.

-Ultranecesito practicar mucho más, y unos guantis.

Lo de sacrificar el arco lo vio como una muy buena opción. Y se le dio bastante mejor la puntería con cerbatana, al menos a primera vista.

Por último agradeció que la clase de Ulmara fueran solo posiciones y correr, pues si fingir que pegaba a alguien le producía miedo, no estaba ni remotamente preparado mentalmente para hacerlo con un arma en la mano. En los descansos de las carreras aprovechó para hacer ejercicios de fuerza ligeros, ligeros para él. -Superno me imitéis. -Dijo bastante serio al respecto. Al principio fueron planchas simples de bíceps y tríceps y sentadillas pero pronto comenzó el espectáculo. Subió el nivel añadiendo palmadas entre medias, saltos, giros sobre sí mismo y finalmente saltos mortales hacia atrás y hacia delante de vez en cuando. Las carreras con armamento pasaron a ser el descanso del frivy.

Por fin después de todo aquello gotas de sudor bajaban de su pelo y su aliento era agitado, aún así no parecía siquiera aún del todo cansado.

-Ultrame gustaría que esta superfuera la parte donde ultravamos a ultraducharnos pero en fin de la total, hiperno quiero morir congeladis asi que mejor superpongamonos con la comida. -Echó un vistazo rápido al grupo, apenas quedaba alguien que pudiese con su alma. -Cuando os megareupereis y eso.

Al irse a la cocina que Kiki estuviera allí le facilitó encontrarla y tener una charla con ella volvió para curiosear a los cocineros, no sin antes beber, ir al baño, acicalarse un poco con el agua y volver a cubrirse de ropa para evitar el frío.

Podía distinguir un alimento cocinado a depresión, de uno vaporizado a otro ligeramente ahumado, si se había usado nitrógeno liquido o había sido congelado en un abatidor de temperatura, etc, etc, etc. Sin embargo por mucho de cocina que conociese... nunca había tenido ni la más mínima oportunidad de tocar ni un utensilio de cocina el mismo. Y por eso mismo la oportunidad de poder ver e incluso participar en todo el proceso le fascinaba.

-!Hey! Esto son asparragacy´zs, son de mi mundo y los hiperusamos para un montón de cosas. Megase pueden hacer de casi cualquier forma e incluso se pueden comer crudos. -Para demostrarlo peló uno y le dio un mordisco, sonriendo por tener por fin algo familiar en aquella situación de locos. -También los superusamos para superhacer harina y rebozar o hacer pasta, e incluso postres o con ellos. Megason útiles de la total, seguro que te oxpy´s que les podéis sacar mucho partido.

Aunque no se diera cuenta, sus instintos frivys le hacían obnubilarse dejando atrás los pensamientos complicados y centrandose en las tareas que hacía.

Desde su asiento en el marco de la puerta, Iemai observó con interés las instrucciones más específicas que vinieron tras los calentamientos, que de poco le habían servido a ella. Trataba de, al menos, memorizar las instrucciones. Se sentía un poco inquieta al observar a los demás y no poder hacer nada, así que decidió que cuando su fractura estuviese un poco menos fresca haría estiramientos con cuidado, al menos en sus piernas. No quería anquilosarse entera, porque en su brazo ya iba a ser inevitable.

Durante el ejercicio de Ulmara, Iemai decidió quitarse de en medio de la puerta. Entró en el torreón y observó lo que quedaba de la comida de las cestas, pensando qué se podría cocinar ese día. Si hubiese estado bien, habría empezado a limpiar verduras, pero le resultaba imposible con una sola mano, así que subió arriba a continuar investigando la ropa de los baúles.

Cuando bajó ya había gente empezando a encargarse de hacer la comida. Ayudó como pudo, y cuando estaban acabando vio como el frivy se ponía a mordisquear una verdura de su mundo cruda. Se contuvo para no reñirle, pero no podían andar tomando tentempiés cuando no sabían en qué momento volverían a traerles comida.
—Ten paciencia y no te los comas, o no serán suficientes para hacer ningún plato con ellos —le dijo, intentando que el tono no sonase muy ácido—. Parece un poco duro para comer así, ¿no? —añadió al escuchar los crujidos que salían de su boca mientras masticaba.

-Oh. Si. Hipertienes razón. Yo em... megalo siento. -Habló entrecortado por la sorpresa y miró a la comida en la mano preocupado, no había pensado en ello y no iba a poner excusas para disuadir la culpa. -Megano volverá a pasar. -Dijo en tono serio.

-Nah, simplemente ultraes crujientis. ¿Megaquieres probar? La carne superes algo dulce pero el jugo un poquis salado. -Por mera costumbre le acercó directamente a la boca el asparragacy para que comiera de su mano directamente.

«Supongo que no está acostumbrado a pasar hambre» pensó Iemai al verlo disculparse por el desliz. Al menos parecía arrepentido de verdad. Sin embargo, como la verdura ya estaba pelada no había marcha atrás, probablemente se estropearía si no se la comían. Pero Iemai habría preferido que la ofreciera de otro modo, porque le desconcertó que se la plantase a un palmo de la cara. Retrocedió para apartarse de la verdura y le dedicó una mirada interrogante al frivy antes de partirle un pedacito al “asparagachis” con su propia mano para probarlo. Estaba crudo y era crujiente, pero no resultaba desagradable al paladar.
—Es verdad, está bueno —admitió, casi sorprendida—. ¿Alguien más quiere probar? —preguntó mirando al resto de los presentes.

A Qwara el tiro con arco le resultó interesante, pero iba a tener que practicar bastante si quería llegar a tener un buen nivel, y aunque estaba más que acostumbrada al ejercicio intenso tuvo que reconocer que la clase de Ulmara había sido la más exigente de todas.
—¡No olvidéis beber agua! —no pudo evitar recordarles a los demás cuando empezaron a retirarse hacia el torreón. No quería que a nadie le diera un vahído por deshidratación.

La sudafricana, tras dedicar unos cuantos minutos a estirar bien, se acercó al pozo para refrescarse y subió a las habitaciones a ponerse ropa cómoda. Después bajó a la cocina y empezó a preparar la comida con la ayuda de sus compañeros, repasando los alimentos que les quedaban en un rápido recuento que no resultó nada halagüeño.
—Puede ser arriesgado, pero deberíamos volver salir mañana o pasado a por más comida o vamos a quedarnos sin nada muy pronto. —comentó en voz alta tras las palabras de Iemai, observando como el frivy masticaba aquella extraña hortaliza. Una sola hortaliza no iba a marcar la diferencia, pero agradecía que la cercana le hubiera llamado la atención al respecto de forma sutil.

Con mano experta picó un par de cebollas y las apartó a un lado, pillando a continuación un trozo del asparagacy que al final estaba haciendo las veces de aperitivo.
—Hmm… —murmuró para sí, masticando con expresión pensativa mientras intentaba asociarlo a algún sabor conocido—. Me recuerda a los espárragos trigueros de mi mundo, pero la textura es más como lo del apio… aunque sin esos hilos tan molestos que tiene el susodicho. La verdad es que está muy bueno, ¡si! A mi padre le encantaría trabajar con este ingrediente... —afirmó sin apartar del todo su atención de los fogones.

Nery´s miró con cara intrigada la mirada interrogante de la cercana, no entendiendo él porque del gesto.

¿Quizás supertambién tienen miedo a supercomer comida de la mano de alguien?

Aún así sonrió cuando tanto ella como Qwara dijeron que les gustaba, orgulloso del éxito de uno de los productos más icónicos de su mundo. Seguro que podría hacer buenos negocios interplanetarios con él.

-¿Tu padre superes  un cocineri´zz? Megame encantaría que te rompi´xx ultra poder conocerle y probar platos de tu mundi´xx. -Nery´s parecía genuinamente entusiasmado con ello, y otro frivy lo hubiera notado por la rápida adición de las "xx".

A pesar de que la forma de hablar del frivy era bastante extraña la sudafricana no tenía problemas para entenderle, por eso sonrió complacida cuando hizo aquel comentario acerca de su padre.
—Lo cierto es que es un cocinero de reconocimiento internacional. En su juventud estudió cocina por todo el mundo y se formó entre fogones de todas las nacionalidades, aprendiendo recetas y costumbres culinarias de un montón de países distintos. Ahora regenta un restaurante en Johannesburg, la ciudad de la que yo vengo, y estoy segura de que le encantaría prepararte alguna cosa especial. —afirmó con seguridad, sintiéndose orgullosa de su padre mientras explicaba en voz alta su vocación de toda la vida.

No era quizás el mejor momento para presumir de aquellas nimiedades, pero Qwara quería mucho a sus padres y siempre le había gustado explicar cómo se ganaban la vida cuando le preguntaban al respecto. Eran su principal modelo a seguir desde niña, pues nunca se habían rendido y ambos habían luchado por sus sueños desde muy jóvenes.

Sarah bajó tras su conversación, volviendo al entrenamiento y estuvo siguiendo atentamente las explicaciones. Probó todas las armas. Con cierta torpeza ,del que nunca ha usado un arma, iba tanteando el terreno, pensando cual sería mejor, pero finalmente siguió prefiriendo la lanza en primer lugar o la espada en segundo.

Había aceptado tan rápido que esta era su nueva y anhelada realidad que ya casi no pensaba en su otra vida, aunque solo hubiera pasado pocos días en esta ciudad.

Cuando acabo el entrenamiento, se quedó con ganas de más, no soportaba su torpeza al portar armas, no soportaba no saber.

Antes de ir a por la comida, se acercó un segundo a Ulmara con una sonrisa y agradable caminar.

-Ulmara, estaba pensado seguir entrenando antes de dormir, si vamos a salir pronto, pienso que debo empezar a mejorar cuando antes aunque sea para mantenerme alejada del peligro. ¿Me recomiendas algún ejercicio para repetir?- Dijo esperando atentamente la respuesta.

La comida fue tranquila, comió su planto con tranquilidad y lentamente, como si en su cabeza estuvieran pasando profundos pensamientos, ausente de las conversaciones de la mesa.

Acabada su parte, Ulmara les hizo correr por turnos. La dinámica le pareció interesante, y se metió de lleno. Le vendría bien correr, ya que solía hacerlo más a menudo a lomos de Karane mientras que en la ciudad les iba a hacer mucha falta hacerlo a pie.

Falta le hacía también darse un buen remojón al acabar la sesión mañanera. Se pusieron de acuerdo para darlo por finalizada y algunos se pusieron con la comida. El nombrado, en cambio, se excusó para poder hidratarse en el pozo. También había sudado la camiseta, así que la remojó en el cubo varias veces y se la puso de nuevo una vez más o menos seca. Ni conocía otra forma ni lo veía necesario.

Así, tardó bastante en entrar a la cocina, pero había aprovechado para estirar y relajarse a su ritmo. No podía parar de golpe y sentarse a comer. Se reunió con el grupo y se acercó a las verduras nuevas.
—Nosotros conocemos pocas de estas y tenemos pocas recetas... —cogió un tallo y le dio un bocado—. No está mal, pero siempre me saben extrañas. Casi toda nuestra dieta es carne, pero está bien cambiar un poco.

De hecho, si no tenían pensado cocinar algo de carne, se haría él un poco. ¿O quizá para desayunar mañana antes de salir? O quizá a lo largo del día. Husmeó en las cestas, pensativo.
—Podríamos salir mañana si racionamos esto bien, ¿no? Y hoy podríamos... no sé...

Había pensado en decir "ayer Ulmara y yo tuvimos una conversación interesante sobre nuestros mundos" pero... Mejor no. Lo más duro de dicha charla seguía fresco y le daba vueltas la cabeza solo de recordarlo, así que no quería ni imaginarse cómo serían esos detalles en sus otros mundos. Salvó la sugerencia con lo primero que se le ocurrió que podía ir bien para una tarde sin planes en el exterior.
—¿Qué hacéis en vuestro tiempo libre en vuestros mundos?

Iemai asintió al escuchar las palabras de Qwara sobre salir a por comida. Ella misma habría insistido en que se saliese ese día si hubiesen escuchado las bañeras. Por supuesto, no había garantías de que al día siguiente fuesen a darles comida; en ese caso probablemente se opondría a que se alejasen mucho del torreón.

Qwara después mencionó a su padre y habló con Nery’s sobre su profesión. Iemai podría haberse puesto a pensar en cómo sería la comida de su mundo, pero en lugar de eso se puso a pensar en su propio padre. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, y apartó la mirada hacia el suelo. No quería pensar en Anaide. Ya no podía hacer nada por él. Tal vez convertirse en lejano era lo menos malo que le podría haber pasado.

La llegada de Pefka logró sacarla de sus pensamientos. Venía con su ropa empapada, como si la hubiese lavado y solamente la hubiese escurrido con las manos antes de ponérsela. Lo miró con una sonrisa desconcertada mientras hablaba y cuando terminó le dijo:
—Pefka, hay ropa arriba, ¿por qué no te cambias y pones eso a secar? —le preguntó. No quería cortar su intento de conversar, pero no acababa de entender por qué estaba así—. ¿A lo mejor lavar de forma normal la ropa es una de las cosas con las que no pasáis el tiempo en vuestro mundo? —bromeó.