Primer sueño de Rubina

Pudo agarrar la silla. Bien, se sentía más segura con su nueva arma-escudo.

Una seguridad que le duro apenas una milésima de segundo. Porque fue coger la silla y fue como si activara alguna especie de sensor invisible de “vamos a hacer que se cague” por que empezó a escuchar murmullos lejanos acercándose.

Voces apresuradas a cercándose a la casa <<¡¡LOS TRES OSOS!!>> exclamó con un grito interno, agarrando con fuerza la silla en sus manos hasta que sus nudillos quedaron casi blancos. Ya había concluido antes que no podría haber osos de verdad, pero el pánico no ayudaba demasiado a pensar con claridad. Se mordió el labio inferior mirando hacia la entrada y hacia el pasillo oscuro, la casa no paraba de tener sonidos que estaba poniéndole la piel de gallina.

Y para variar, las luces comenzaron a parpadear, dándole un susto de muerte. << ¡¡Me cago en…todos los santos!!>> exclamo con el corazón a mil por hora, sostuvo la mini silla frente a ella.

No, ni de coña iba a enfrentarse a un grupo de extraños. La oscuridad no le daba miedo, maldita sea, además tenía que buscar aun a Isak. Con la silla al frente y mirando aun hacia la entrada desconfiad, se adentró en el pasillo con la silla preparada para atizar si era necesario o protegerse, cuidando de intentar ir cerca de la pared, con suerte daría con un interruptor. Aunque ciertamente encender ms luces cuando había gente que se acercaba la cabaña, no le parecia la mejor de las ideas.

<<¡Ojos acostumbraros a la poca luz, acostumbraros a la poca luz, joder!>> pensó su intención no era alejarse demasiado e la cocina, la unica fuente de luz que tenía, sino mantearse oculta a ser posible en la oscuridad. Necesitaba ver quien es eran esas personas que llegaban, con suerte no sería gente peligrosa y valdria la pena contarles su situacion. Esperaba que fuese así.

<<¡COÑO CON LA LUZ!>> exclamó Rua en su mente, pegando un bote en el sitio y alzando la silla instintivamente. Sintió que sus pulmones se descompriman en su pecho tras el susto y como su corazón parecía volver a su sitio.

Ni siquiera le daba miedo la oscuridad, pero poder tenía tan tensión en el cuerpo que estaba con los nervios de punta. Se pegó a la pared mirando con desconfianza a la oscuridad que provenía ahora de la cocina. ¿Habrían entrados los que venía? ¿Y si estaban ahí, silenciosos, viéndola en mitad del pasillo súper iluminado? Sintió un escalofrío recorriéndole la columna, alejándose de la entrada a la cocina pegada a la pared, atenta a cualquier ruido.

<< No, calma, calma si hubiera entrado lo sabrías…todo cruje en esta casa. >> intento calmar el rápido latido de su corazón y su respiración. <<¿¡Quien mierda encendió la luz!? ¡No hay ningún interruptor! ¡No puede ser que haya sensor de movimiento en esta pocilga!>> pensó con una mezcla de rabia y miedo. Parecía que la jodida casa estaba jugando con ella.

No mucho más tranquila, pero sin respirando con mas normalidad, Rua se fijó en más detalle en el pasillo donde estaba, silla en ristre. Y sus ojos se posaron en una fotografía, con absoluto desconcierto, un agujero creciente en su estómago, una mezcla de sorpresa, nostalgia y confusión. <<Son Isak…y mama Ebba y Nora  ¿Por qué están sus fotos aquí? ¿¡Porque no estoy yo!?>> pensó empezando a aponerse cada vez más nerviosa al ver fotos de cuando era pequeño con sus dos madres, pero ella no estaba por ninguna parte. Parecían estar cronológicamente.  Y no solo eso ¿¡porque estaba tan siquiera fotos de su familia allá en una casa en el bosque!?

-¿¡Qué clase de broma es esta!?- exclamo por lo bajo sin poder evitarlo incredulidad obvia al ver como su familia empezaba a mutar en algunas fotos, obteniendo vello facial y corporal, hasta acabar siendo tres osos en una de las últimas. << ¿Qué mierda de Photoshop de coña es este!? >> pensó siendo lo único a lo que podía concluir. Aquello debía ser algún a especie de broma de muy mal gusto, una broma sobradamente inquietante eso sí.

Rua apretó con fuerza la silla, molesta y asustad a partes iguales, con un peso en la boca del estómago, siguió avanzando, apartando su mirada de las fotos. No, no iba a tomárselas en serio, todo el mundo con conocimientos al respecto podría hacer algo así por ordenador. Le inquietaba mas el hecho que tuvieran fotos de su familia en aquel lugar.

<< ¡Me cago en los muertos de la luz! ¿¡Quieres parar de hacer eso!? >> pensó cuando la luz parpadeo un instante y le vino todo el terror de golpe de pensar que se quedaría totalmente a oscuras.

Iba a terminar dándole un ataque a este ritmo. Volvió a mirar el pasillo. Dos puertas cerradas y unas escaleras que iban segundo piso. Una de las puertas parecía una alacena debajo de las escaleras. Miró esta con desconfianza. La alacena en las películas de miedo siempre era sospechosa, eran también donde te llevabas el susto madre. O donde acababas encerrada cuando la habrías, o te saltaba algo de ella, cosas así.

Pero eso también podría atribuirse a la otra puerta o incluso a las escaleras al segundo piso. <<Vale, vamos a echarle ovarios a la cosa, no puedo irme sin comprobar que mierda hay en estas puertas y que no haya nadie escondido antes de subir…>> pensó con el pulso a mil por hora. Tomo aire profundamente antes de dejarlo escapar, agarrando el pomo de la puerta con una mano y girar el pomo para abrir la alacena. La silla en la otra mano, en alto, más que dispuesta a usarla.

Rua suspiro de alivio cuando nada le salto de la alacena, pero como aprecia ser ya costumbre desde que entró en esa maldita casa, el alivió le duro exactamente eso, un suspiro.

Un crujido proveniente del interior de la cabaña y murmullos que ahora si fueron entendibles para la sueca. La incredulidad naciente, al escuchar la voz infantil de su hermano Isak, que aún no había pasado por el cambio de voz, más ronca de lo que la recordaba. << ¿Qué? ¿¡que!? ¿Viene de la entrada!? ¡También está mama! Pero vienen desde fuera ¿¡quién me estaba pidiendo jugar a la gallinita ciega entonces!? >> sus pensamientos se aturrullaron sin saber que hacer. Era un puñetero foco de luz en medio del pasillo, con una silla en la mano. Invisible no era precisamente. Corre arriba. Escóndete en la alacena. <<Joder, este sería el primer lugar en el que yo mirara si veo la luz del pasillo encendida. ¡Socorro! >> Rua no fue capaz de pensar más que eso, a pesar de saber que ese sitio era el lugar menos seguro, se metió de una en la alacena, con silla incluida, abrazándola con fuerza cual escudo, demasiada influenciad por el temor intento cerrar de la forma más silenciosa posible.

<<¿¡Que cojones está pasando!? Mierda, mierda, ¡no debí meterme aquí, debí subir, me van a encontrar!>> sentía su corazón latiendo con fuerza en sus oídos, contuvo a la respiración cuanto pudo intentando no ser escuchada. No sabía porque no iba sin mas hacia su madre y hermano pero no le gustaba, estaba demasiado nerviosa, no le gustaba un pelo lo que estaba pasando. Y esas fotos, esas fotos donde ella no salía le inquietaban. Y ese maldito photoshop de osos de su familia. Y la jodida voz infantil que le había pedido jugar y que inicialmente habia creido era de Isak, pero no lo era. Nada tenía maldito sentido.

Le dolían el pecho de intentar respirar lo más suavemente que podía sin emitir sonido alguno, intentando escuchar más allá de sonido de su corazón retumbando en sus oídos.

Escucho la puerta abrirse y fue como si aliento se cortase durante un instante, intentando escuchar lo máximo posible en la oscuridad, aferrando tensamente con sus dedos la silla que medio abrazaba como si fuese una especie de escudo contra el mal.

<<¡Si es que lo sabía, lo sabía, la alacena es el primer sitio a donde mirar! ¿¡Ahora se tenía que ir la luz!? ¡Me cago en la luz! >> de ninguna forma iba a dejarse ver. No podía fiarse de esas mamas Nora y mama Ebba, ni de se Isak con voz ronca. Las fotos donde ellos se volvía osos aun rondaba su mente. Juraba que no entendía que pasaba peor de verdad que no se sentía cómoda de presentarse frente a ellos.

Si se quedaba en la despensa la iban a encontrar, apenas había hueco para ella y la silla, solo hacia la derecha, por donde estaba la parte más alta de las escaleras ¿Pero espacio suficiente para esconderse? ¡Isak-voz-ronca seguro buscaría las velas palmeando en la oscuridad! En cuanto la despensa fuera abierta la encontraría.

<< ¿¡Qué mierdas hago!? ¡Aquí me va a encontrar! ¿¡Me dará tiempo a salir y a subir!? ¿¡Quien mierda me trajo aquí!? ¿¡Ricitos de oro!? ¡Porque por mis madres-no-roncas que la mato!>> NO estaba alterada. ¿Qué podrá salir sin problema? probablemente no, pero con suerte la oscuridad le ayudaría y los crujidos ya existentes en la casa haría que no se la oyera, se estaba arriesgando muchísimo. Quería llorar. Quería llorar mucho.

Con el corazón en la boca y no viendo más que oscuridad absoluta al otro lado de la rendija. No se veía un carajo. No iba a llegar. << ¡Coño, hazlo, ellos tampoco ven! >>

Rua abrió la puerta lo más mas rápido y silenciosamente que pudo, silla por delante cual escudo, sintiendo el sudor frio resbalando por su cuello y recordando hacia donde estaba las escaleras, cerro la alacena con cuidado tras ella y pegada a la pared de las escaleras intento dirige hacia ella lo más rápido y silenciosamente que pudo, totalmente a oscuras.

<< ¡Corre despacio y en silencio, por la santa madre! >>

Apenas encontró la barandilla y sin soltar la silla, movió ligeramente el pie hasta dar con el escalón y con el cuerpo ligeramente curvado para no hacer ruido, agarro el barandal con una mano y la silla con otro e intento subir a oscuras lo más rápida y silenciosamente que pudo.

<< ¡Maldita sea! ¿¡Que mierda pasa con las luces de esta casa!? ¡Deja de alertar de mi presencia! ¿Porque narices se encienden cada vez que entro a algún lugar!?>> la única excepción había sido la alacena, y a saber sino era porque simplemente no tenía bombillas. Andar a oscuras sin saber hacia dónde se dirigía tampoco le hacía mucha gracia, pero que la luz se encendiera de pronto, era casi como una señal de “aquí hay alguien, suban joder”

Aquello solo aumentaba su ansiedad por momentos. Miró a las cuatro puertas intentando averiguar algo, alguna pista de que había tras ellas, sin saber qué hacer. Y la pregunta se arremolinaba en su cabeza una tras otra solapándose, confundiéndose, mientras sus pulmones parecían encogerse en su pecho, no dejándole respirar con normalidad.

¿Debería entrar por una puerta? ¿En cuál de ellas? ¿O tal vez de debería bajar y presentarse frente a su familia?

Escuchó abajo a Izak preguntando por su silla. Rua agarró firmemente aquella con sus manos, nerviosa. ¡Sabían que había alguien! Maldita sea debería haber dejado allí. <<¡Mierda, mierda!>> miro alrededor paralizada en lo alto de las escaleras.

¿Tal vez, no pasaba nada y estaba haciendo el idiota huyendo de su propia familia? ¿Pero…pero porque no estaba ella en las fotos?

<< No estoy ahí… ¿¡Por qué no estoy!?>> no entendía nada llevaba un buen rato sin entender nada. Sentía una presión en el pecho y el estómago por la ansiedad.

Escuchó la voz inconfundible de su mama Ebba alarmándose por la sopa caída. Rua no era capaz de moverse.

¿Porque todos ellos a parecían como osos al final de la línea cronológica de aquellas fotos de abajo? ¿¡Quién era ese Izak que le había pedido jugar a la gallinita ciega y quien era ese Izak con voz ronca que estaba ahora abajo!? ¿¡PORQUE COJONES ESTABA ELLA ALLI!?

La voz de su mama Nora colándose entre el pitido que resonaba en su cabeza, uniéndose al resonar de los cubiertos chocando entre sí.

<< Van a subir >> la certeza golpeó la caótica mente de Rua , dejandola momentaneamente en blanco. Su cuerpo reacción a su temor respondiendo instintivamente, moviendose. 'Huye de aquello que te hace daño y te perturba, no puedes hacerle frente así' más que un pensamiento consciente y racional, era el miedo quien hablaba.

Y Rúa hizo caso a su instinto de preservación de forma automática y avanzo rápido y lo más silenciosamente que pudo por el pequeño corredor, alejándose de las escaleras. Agarró el pomo de la primera puerta a la izquierda, abriéndola intentando no hacer ruido. No soltó la silla en ningun momento.

La luz de nuevo estaba encendiéndose por sí sola, Rua no entendía nada. Un baño, una ventana pequeña sobre el baño y…había alguien más en aquel baño, aquella fue la primera impresión de la sueca al ver el reflejo en el espejo. Solo un segundo.

Alterada su primer gesto fue querer girar e intentar cerrar, meterse en otro cuarto. Un baño no era la mejor jodida opción. Pero un movimiento por el rabillo del ojo la sobresalto frenando en seco todo movimiento. El reflejo se había movido con ella.

Nerviosa, giro la cabeza y allí estaba, aquella extraña persona en cuarto de baño, una chica rubia de perfectos rizos, devolviéndole la mirada desde el espejo. No había nadie más. <<¿Q-que…?>> un movimiento brillante por el rabillo del ojo. Rua se sobresaltó, llevando su mano a sus cabellos atrapo un largo mechon, lo vio, entre sus dedos un mecho rubio se enredaba entre sus dedos.

El reflejo la imito. Rua empezó a respirar con dificultad, de nuevo. <<¿¡Qué pasa con mi pelo!?>> Ella nunca había tenido ese color pelo casi parecido al oro. Una peluca tenía que ser una jodida peluca <<Rizos de oro>> ¿¡Qué clase de broma era aquella!? Una mirada de nuevo al espejo. Ahí estaba movimientos inversos a los suyos devolviéndole una mirada alterada de ojos rosados.

Y entonces lo notÓ y con ello sus ojos se abrieron, su respiración se cortó. El reflejo extraño de ella misma que le devolvía la mirada poseía algo extraño. <<No…no>> llevo sus manos a sus mejillas y un tacto extraño la recibió. <<¡No, no!>> nerviosa se miró sus hombros y brazos, aquello de nuevo, su piel blanca y casi sin vello corporal, pues era fino corto y casi invisible a la vista, había sido sustituido por un espeso vello tan dorado y rizado como el pelo que ahora cubría su cabeza.

Rua recordó las imágenes de abajo, lo cuadros de sus mamas y de Isak, como sus píeles se empezaban lentamente con cada avance en el tiempo, llenándose de aquel vello corporal, por rostro, por brazos, su rostro mutando hasta obtener hocico…hasta que el final llegaba. Osos. ¡OSOS!

Perdió la noción de donde estaba, de que debía guardar silencio, de que se estaba escondiendo. Pues una verdad aterradora y sin sentido la golpeaba. Ella estaba pasando por lo mismo. No habia forma que fuese verdad. ¿Como no se habia dado cuenta antes? Rua no lo soportó mas.

-¡NO! ¡YA BASTA! – fuera de toda razón, Rua grito con el ahogo apretando en su estómago, tirando de aquello extraños cabellos que no era suyos, con ansiedad, sus dedos clavándose con tal fuerza en la silla que perdía todo rastro de color y que usaba como un soporte. Ese reflejo no era el suyo. ¡No lo era! ¡Ella no era un jodido oso! ¡Ella era humana! ¡Esa no era su casa, no era su familia, esa no era ella! Se repitio de nuevo. La incomprensión, la angustia y las primeras lagrimas se adueñaron de ella. Y con ello también una rabia impotente. Sin poder mas y claramente no pensando las cosas, lanzó la silla que había estado con ella casi desde el inicio contra ese maldito espejo.

No había pensado las consecuencias de sus actos, claramente no lo había hecho. La rabia explosiva se había apoderado de ella en aquellos segundos y aquel era el resultado. Esperable por otro lado.

El cristal del espejo estallo con un ruido sordo, sus fragmentos volando, fragmentos que no dejaba de reflejar esa apariencia que no era la suya, como si se burlaran de ella. Rua no tuvo tiempo ni de protegerse adecuadamente. El ardor inundo su rostro y uno de sus hombros, haciendo que se mordiera el labio ahogando un gemido de dolor. Las lágrimas ya descendían, dolorosas y angustiadas.

Instintivamente con dedos temblorosos alcanzaron su rostro que punzaba, un espeso liquido deslizándose por sus dedos. Profundo, una marca que seguramente dejaría mella. << ¡No, no! !Mi cara¡ ¡MI CARA!>> quiso gritar con horror, desesperada, pero la voz se agolpaba en la garganta sin emitir sonido. Un punzante dolor atravesó su cuerpo, llegando desde su hombro y nerviosa lo miro. Un cristal allí, enterrado en su blanca piel como si la acusara por sus niveles de idiotez. Dolía, su rostro ahora destrozado, su hombro. No hay dolor en lo sueños.
<<Duele, duele…no debería doler ¿¡POR QUÉ DUELE!? ¡ESTO NO ES DE VERDAD!>> pensó con un terror con sus respiracion desacompasada, su mente casi nublada por el dolor por un instante, la adrenalina haciendo que se volviera un dolor sordo. Hasta que lo vio y la situación, se volvío aun mas confusa y surrealista de lo que ya era.

Su hombro y mejillas sangraban. Una sangre espesa, dorada era visible en donde el cristal aun seguia clavado sin atreverse a sacarlo sin mas. Rua era incapaz de creerlo, nerviosa, llevo sus dedos manchaos de aquel espeso líquido a su boca. Miel. <<¡No puede ser real! ¡Alguien me drogó, esto tiene que ser una alucinación! ¡La gente no se convierte en osos, la gente no sangra miel! ¡Joder, joder, joder!>> Porque ella no era un oso, su familia no eran osos. No era rubia. Y su sangre, ante todo, era roja. Sabia eso, tenía la certeza absoluta de eso.

El grito de su mama Nora o de quien fuese que imitase su voz, resonó, amenazante y Rua se asustó. Todo su cuerpo reacciono moviendo antes de que su mente pudiera racionalizar sus actos. Rua pisos los cristales del baño al entrar rapidamente, agarrando una de la desencajada pata de la silla cual arma y una toalla para apretarla contra su mejilla y hombro. Sin sacarse aun el cristal o mas...lo que fuese, brotaria sin cesar. Sin querer ver aquella sangre espesa y extraña saliendo de ella.

<<¡Una ventana de un cuarto, necesito una ventana y a algo para bajar! ¡Debo de salir de esta locura!>> No habia nada mas en su mente que intentar huir a pesar del dolor, de su aspecto, de la angustia por las marcas sobre su piel siempre perfecta. Salió rápidamente hacia la habitación de enfrente, buscando una salida, porque bajar en su alteración actual, ya no era opción y no sabia cuanto tiempo tardarian sus "mamas" y "Isak" en subir.

Estar asustada era quedarse muy corta con cómo se sentía en ese momento. Estaba de los nervios y hasta la jodida madre de todo. Si, eso sería más cercano a su sentimiento ansioso actual.

Rua a esas alturas ignoró el parpadeo de la luz, e inconfundible acto de que se apagasen cuando salieran y se encendiera cuando entraba a cualquier habitación. Ese fenómeno no tenía sentido, porque ella juraba y perjuraba que en esa cochina casa no podía haber sensores de luz, que encima además mágicamente solo se activaban cuando ella pasaba y no cuando lo hacia sus mamas y Isak << Un puto sensor de luz discriminador de posibles osos ¡No me jodas!>>. Buscarle un sentido lógico iba a termina volviendo más loca de lo que ya se sentía por la surrealista situación, así que dejo de intentarlo.

Apenas entro al cuarto cerró tras ella intentando hacer poco ruido, aunque de poco le valiera ya con el escandalo montado en el baño. Apretó con fuerza la pata de la silla en su mano y vio como el cuarto de iluminaba con estrellas gracias al proyector, que como no, se encendió solo. No dejaba de ser malditamente escalofriante.

Se mordió el labio inferior, adolorida, le escocia la mejilla, le dolí el cristal aun clavado. Tenía miedo de sacárselo, pero no podía seguir dejándolo ahí. ¿Y si se clavaba más aun y cortaba algo que no debia? Le inquietaba una herida tan cerca de su cuello.

<<Joder, mierda, maldita sea>> unas sartas de maldiciones surcaron su mente mientras se llevaba un extremo de la toalla a la boca para morderla con fuerza y agarró el cristal con su mano envuelto en el otro extremo de la toalla, presionando lo mejor que podía mientras intentaba sacar el cristal con cuidado. Sentía el sudor, las lágrimas y aquella sangre melosa sin sentido saliendo de ella.

Un punzante dolor la atravesó cuando el cristal logro salir despacio, intento no mirar el desastre de aquella extraña sangre que no era suya impregnasen la toalla y en su hombro, pero era algo difícil. << ¡Mierda!>> Rua tuvo ganas de llorar ante la inquietante visión. Soltó el cristal en el suelo.

No sabía si quería llorar, reír o ponerse histérica…o todo a la vez, la situación era de por si demasiado anormal. Estaba agotado y adolorida. Ni sabia de donde sacaba fuerzas para seguir intentando mantenerse en pie y huir. Respiro un poco pesadamente, apretando los dientes dirigiendo por fin una mirada al lugar donde se encontraba.

Aquel debía ser el cuarto del “Izak” de esa casa, porque en nada se parecía a la habitación de su hermano pequeño. Una cama pequeña, tal vez demasiado y un enorme baúl en una esquina que hizo que une escalofrío recorriera su espalda cuando vio aquellos pequeños ojos de plástico observándola. Muñecos con forma humana.

<<Joder ¿Qué mierda? Mi hermano no tendría una cosa tan jodida creepy en su cuarto. ¡Es un miedoso!>> pensó adolorida, intentando apartar sus ojos de aquellos ojos vacíos que las muñecas le devolvían. Le inquietaba que hubiese muñecos humanos de peluches, no perritos, gatitos. No, humanos. ¿No era un tanto irónico? << La gente no suele tener aterradores muñecos humanos de peluche sino, sino ositos de…peluche >> sus ojos se abrieron ante la surrealista, absurda pero inquietante comprensión.

En esa casa vivía una familia de osos, que tenía muñecos de peluches humanos. No al revés, como sería lo normal.

Definitivamente la droga que le había dado era fuertísima para estar teniendo alucinaciones tan bestiales, que volvía el mundo el mundo patas arriba, hacía que las luces se encendiesen haya por donde pasaba o que a ella le saliera jodido vello corporal como un animal, que sangrase miel y que tuviera perfectos rizos rubios, que ni en la peluquería con permanente. La droga era de la buena, tan buena que iba a matar al hijo de sus santísimos progenitores que se la había dado, cuando descubriese quien era.

Su mirada vagó apurada rápidamente por el cuarto, ya desesperada, viendo con una suerte de salvación la ventana, lo bastante grande para que ella pudiera salir. Pero seguía en el segundo piso. <<¡Necesito algo para bajar!>> solo le faltaba romperse algo por bajar a las bravas ¿Qué pasaría si lo hiciera? <<No quiero averiguarlo>> su sangre parecia hecha de miel ¿de que estarían hecho sus huesos en esas jodidas alucinaciones? Se alejó de la puerta para ir a coger la colga de la cama, itnentaria ahcera un intento de liana para bajar, cuando ella voz aterrorizada de su ‘mama Nora’, resonó en el aire, más cerca que antes, sobresaltandola.

Se escuchaba asustada, debía haber descubierto el desastre del baño. Rua se giró hacia la puerta, la pata de la silla en su mano, la otra sosteniendo la toalla contra su hombro, mordiéndose el labio inferior, alterada, nerviosa, paralizada en el lugar lejos de la puerta, entre la cama y la ventana.

¿Qué hacía? ¿¡Qué demonios hacia!? Si era cierto que la habían drogado, entonces estaba en una casa ajena destruyendo todo a su paso. Y aquellas no eran ni sus madres ni Izak, sino una familia cualquiera. ¿Podría salir y disculparse por lo sucedido sin más? Pero tenía un cuchillo ¿Y si le atacaban sin más por el miedo? ¿Podría salir por la ventana sin hacerse daño y salir corriendo? ¡Joder, le dolía el hombro, la cara y había un bosque oscuro allá afuera! ¡Y no tenía idea de donde se encontraba!

Su mente no lograba pensar con claridad, histérica, su ansiedad nuevamente volviendo de un plumazo, saturada por información, por incoherencias, por falta de respuestas. <<¿QUE MIERDA HAGO!?>>

Y antes de llegar a alguna respuesta concreta su voz se adelantó a sus pensamientos, respondiendo por ella.

-Yo...e-estoy aquí… -su voz fue clara, nerviosa pero audible, dirigida a la puerta, dirigida a quien sea que fuese dueño de esa casa a quien ella, en su drogada mente, veía como osos. El dolor recorria su cuerpo mezclando con el sudor y la sangre, sentia los lados del corazon casi ensodeciendo sus oido.

<<¡No! ¿¡que carajo estoy haciendo!?>> penso cuando se dio cuenta de como su voz la habia traicionado. En un instante, actuó y agarró la colcha de la cama tirando de ella con fuerza sin darle la espalda a la puerta, queriendosela llevar y seguir el plan original. ¡Tenia que huir!