Primer sueño de Fleur

Aunque entendió que al menos la chica parecía comprender algo de su mensaje... su mundo se vino abajo cuando no pareció reconocerla. Aceptó el baile encantada con la esperanza de que con un acercamiento recordara quién era, aunque lo cierto es que tampoco podía negarse. Cada vez que Maila la miraba con algo de fascinación Fleur le devolvía la mirada con intensidad, pero sobre todo demostrando una expresión afligida. Estaba aterrada y no podía ni describir lo que sentía cuando su amiga le tocaba la piel, y más en un momento en el que su proximidad podía ser su salvación.

Pero las cosas se torcieron pues Akeyo Kau volvió a hacer acto de presencia. Sin poder decir ni una palabra gritó internamente mientras sus ojos volvían a anegarse de lágrimas. La malvada mujer que la había maldecido se encontraba allí de nuevo. ¿Y si le hacía algo malo a Maila?. Con sus movimientos intentó advertirle del peligro, pero la presencia de la tercera bailarina la intimidaba y su concentración no era la misma de antes así que solo compuso una amalgama de gestos confusos. >>¡Huye, aléjate de ella!<<.

Maila se interpuso entre ambas aunque la francesa no se sintió ni una pizca más segura por ello. Luego escuchó atentamente con asombro las palabras de la bruja y cómo de alguna manera se había segurado de que la maldición solo tuviera una escapatoria.

La oscuridad las separó y Fleur anheló estar lejos, muy lejos de allí con Maila y sus hermanos en el faro, y no siendo víctima de algún embrujo. La voz de su amiga fue perdíendose en la lejanía junto con las esperanzas de encontrar una solución y Fleur intentaría zafarse de las manos de Akeyo mientras contemplaba sus rasgos entre aquella neblina a duras penas. >>Puede que ella no me recuerde, pero me niego a olvidarla<<. Si podía, intentaría buscar de nuevo a la hawaiana entre la negrura. Akeyo quería que se alejara de ella por alguna razón, y eso la impulsó a hacer precisamente lo contrario.

La oscuridad dio paso a otro lugar y Fleur cisne se encontraba volando por lo alto de unos grandes jardines. Al principio pensó que se trataba de los suyos pero segundos después un gran castillo con una apariencia claramente familiar asombró sus ojos. >>Es el faro... verdaderamente lo parece<<.

El bullicio de la gente y las claras palabras del emisario calaron hondo en su interior y con su vuelo la joven se apresura entre aleteos hasta posarse en una de las cristaleras con cortinas abiertas. >>Un compromiso... escoger pareja entre los invitados. ¡Pero Maila no quiere casarse, y no está preparada para tener pareja. Debo impedirlo, no puede ocurrir!<<. Y además, ¿qué pasaba con ella?. Quizás el Rey Arthur pudiera ayudarla, o tuviera algún hechicero capaz de romper su maldición mediante un método alternativo. >>Maila...<<. Miró una vez más al cielo de la tarde girando su largo cuello antes de intentar colarse en el castillo. Y por Dios, esperaba que aquella mujer no volviera a parecer, quizás no se atreviera a la luz de tantos invitados.

Maila y su padre estaban allí vestidos de forma elegante y confirmando que se encontraba en una ceremonia de alto calibre. Fleur pudo reparar en lo forzado de las sonrisas de la chica además de en lo guapa que estaba. Se entristeció enormemente mientras pensaba en lo injusto de la situación. ¿Qué podía hacer para evitarlo y a la vez recuperar su verdadera forma por siempre?. Mientras el sol estuviera en lo alto no mucho.

Cuando escuchó las palabras del emisario y vio al guardia apuntarla con la ballesta huyó despavorida entre los invitados para intentar escabullirse y que no se atreviera a disparar con ellos de por medio. Con sus nuevas patas se consideraba torpe y tampoco creía muy inteligente echar a volar en ese momento así que se dedicó a zigzaguear entre los presentes con su largo cuello danzando por la velocidad de su movimiento. >>¡Esto es horrible!<<. ¿Quizás alguien se apiadara de ella?. Después de todo solo necesitaba tiempo hasta que anocheciera.

El truco pareció funcionar, al menos para no quedar ensartada por un virote de ballesta. Lo que todavía no podía solucionar era como entrar en el castillo y sencillamente no poseía ideas porque atravesar una ventana no sería lo más discreto.

Pero las palabras del emisario llegaron a sus oídos y Fleur se giró, con solo escuchar su apellido Camus y ver una copia de sí misma comenzó a temblar. Pero lo que verdaderamente la aterraba era la presencia de su madre, tan digna e implacable como siempre. >>”Lobos y corderos”<<. Ella era una loba, sin duda.

Quería huir, alejarse del castillo y llorar, porque ahora mismo se sentía más acobardada que nunca como si fuera insignificante, era la sensación que tenía cada vez que su madre entraba en su campo de visión. Pero una idea más oscura la asoló por completo, ¿Y si aquella Fleur falsa de tutú oscuro deseaba algo más que simplemente presentarse?. No permitiría que engañara a Maila. >>No puedo<<. Así que siguiendo la misma fórmula de antes quiso escabullirse entre los invitados pero esta vez para entrar a la estancia principal. Graznó fuerte una y otra vez y si era necesario aletearía para llamar la atención de Maila. ¡Estaba segura de que si veía a un cisne en medio de todo aquello la reconocería!. Y rezó por ella, por su vida, porque no se merecía nada de lo que le estaba pasando y porque el sol cayera pronto. La impotencia la impulsaba a hablar y gritar pero de su pico no salía ni una palabra, únicamente graznidos repetitivos. >>¡Maila, Maila, soy yo!<<. Es lo que quería decir.

Era inútil, la guardia suponía un muro infranqueable y tendría que arriesgar demasiado hasta lograr ser vista, pues la música y los bailes impedían hacerse escuchar. Al menos para Maila, la única que podía detener aquello.
¿Qué podía hacer? Ningún invitado le sería de mucha ayuda porque evidentemente no era más que un cisne intentado colarse por una razón desconocida. Y Aunque lo consiguiera perdería demasiado tiempo. ¡No podía hablar! Y aquello la molestaba tanto como aquel instante en que se vio a sí misma haciendo una reverencia. ¿Que pretendía la impostora? ¿Y qué pretendía madre? >>Es capaz de cualquier cosa<<.

>>Las ventanas<<. Se dijo, alejándose de la entrada y alzando el vuelo. La discreción no había servido de nada y se sentía como una verdadera boba. Entrar rompiendo los cristales... no era una opción que le gustase, quedaría desorientada por unos segundos e incluso aturdida. ¡Pero Maila tenía que verlo, quizás antes de que los guardias reaccionaran!. Además aquello los pillaría por sorpresa hasta a ellos. >>Tú puedes<<. Se dio ánimos.
Así que haciendo acopio de la poca valentía que poseía cogió impulso y propulsándose todo de lo que fuera capaz se lanzaría contra la cristalera con un último graznido en el aire.

La última visión antes de estamparse contra la cristalera resultó un aliciente para cometer el acto más arriesgado de su vida. Sus decisiones nunca implicaban valentía, aunque bien sabía que aquel podía ser un plan más estúpido que otra cosa. ¿Pero cómo permitir que la impostora bailara con Maila y su madre charlara con el Rey Arthur?. No saldría nada bueno de aquello, el único motor de su madre era el interés más egoísta que podía existir, era su forma de moverse entre las personas.

Todo pareció apagarse a su alrededor por unos instantes y Fleur se precipitó hacia el salón de baile acompañada de una lluvia de cristales y amortiguada por las cortinas, si no el golpe habría sido mucho más duro. De igual forma quedó aturdida y con un rumor sordo por unos instantes, por lo que a penas fue consciente cuando recuperó su forma humana. Lograr incorporarse fue un espectáculo pero ignoró las miradas de todos los presentes. Aquella fue la primera vez que sintió ganas de abofetear a alguien. >>¿Rua?... ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto?<< Y su madre resultó ser de nuevo la bruja, debió habérselo imaginado aunque el asco y el miedo en ella no disminuyeron, más bien aumentaron.

Contempló el engaño, la decepción y de nuevo danzando intentó acercarse al lugar con dolores como agujas clavadas en su cuerpo. Querían que se marchara pero deseaba reunirse con su amiga aunque sin saber qué poder hacer. >>¿Se había comprometido conmigo?<<. Volvió a llorar con un baile melancólico mientras miraba a Rua con profundo dolor. No parecía estar obligada en absoluto.

Fleur observó como Rua se interpuso entre ambasy como Maila pareció dudar antes de decidir empujarla, un acto que sencillamente no esperaba. La tristeza y tensión acumuladas estaban tan insertadas en su cuerpo que cuando la joven le tendió la mano con urgencia para que se marchara con ella le costó dos segundos reaccionar por completo. Tomó su mano echándole una última mirada significativa mientras el corazón parecía salírsele del pecho. >>No hay nada que perdonar<<. Después se dispondría a echar a correr con ella ¿De veras iban a marcharse juntas? ¿Para empezar qué? >>Me ha elegido a mí<< Pero no había tiempo para reflexiones, aún no había nada hecho.

¡Lo consiguieron! Tras huir del peligro habían logrado llegar hasta el lago en que se conocieron, o al menos en el que su amiga la conoció. Fleur resopló, no solo sobrepasada por cuestiones físicas si no emocionales, no sabía que sentir ni cómo encontrarse pues la velocidad a la que se sometía a situaciones nuevas era mayor que su capacidad para procesarlas.

Fleur contempló a Maila disculparse y también comenzó a lagrimear, sus palabras implicaban algo para lo que mentalmente no estaba preparada aún, y sin embargo su cuerpo si parecía estar listo pues a pesar de todo sus ojos la miraron maravillada y con una emoción más profunda que parecía sobreponerse a todo. >>Me has salvado, dos veces<< La primera de ellas en la Tierra.

Por un instante vaciló, fue la primera vez desde que el habla se le había privado que no podría haber dicho nada. Terminó por sonrojarse y mostrar una sonrisa leve, luego extendió su mano con indecisión hasta tocar la de Maila. En aquel momento estaba segura de que encontrarían cualquier otra solución aunque según Akeyo la maldición ya no pudiera romperse. Aceptó el baile, haría como siempre y lo que no expresara en forma de palabras lo haría con el cuerpo.