Torreón Letargo (Archivo VII)

Recuerdo del primer mensaje :

La sinhadre permaneció pensativa cuando varios hicieron notar que la comida solo sabía mal a veces, recordando que ella misma también lo podía corroborar.
—¡Es cierto! Qué extraño… Que hechizo más raro.
Estaba de acuerdo con Milo en que prefería pensar que fuese cosa de magia y no de alguna porquería como la que había sugerido Rox. Además, en ese caso la comida tendría mal aspecto, ¿no?
>>¡Por supuesto que no! —añadió inmediatamente cuando el irrense le dijo a Neil que no era culpa suya, olvidándose de comentar su anterior pensamiento—. Tú eres el mejor cocinero que conozco: es imposible que sea cosa tuya.

Guille, como de costumbre, continuó arrancándole varias risotadas y, poco después, la apreciación de Eitne desmentida inmediatamente por la propia mona del queso le hizo reír aún más. Aunque para ella resultaba todavía más claro que si también las ramitas estaban malas tenía que ser cosa de magia. El daeliciano le respondió a su pregunta entonces y en un principio Adru compuso una expresión levemente alarmada. Tenía un "¡eso sería horrible!" en la punta de la lengua, pero por una vez recordó que no era la mejor idea soltar el primer pensamiento que le había venido a la cabeza. Lo último que necesitaba el niño era entrar en pánico.
—N-no… ¡No te alarmes, Eitne! —Su vacilzación y gestos exagerados posiblemente resultasen menos convincentes de lo que pretendía—. Además no parece que sean muy buenos lanzando maldiciones porque la comida sabe bien a veces —añadió con una risilla.

No siguió pensando en la inquietante posibilidad que el daeliciano había planteado porque volvió a fijarse en el muñeco de Guille. Zob lo había reconocido como un animal de su mundo… Tenía que pertenecer a un nublino.
—¿Se habrán dejado olvidado ese muñeco aquí el grupo de Ellie y Lulú? —se le ocurrió de pronto, aunque olvidando de tener en cuenta que había pasado una cantidad de tiempo considerable desde aquel encuentro como para que fuese probable.

—Yo hace mucho que no veo a mis hermanas pequeñas —murmuró en respuesta a la pregunta de Nime, sin muchas ganas de tener que dar explicaciones al respecto. Las luces en el cielo tenían atrapados a todos, sin embargo, y sus palabras pasaron desapercibidas entre las historias que empezarón a circular entre los letarguinos. Milo guardó silencio la mayor parte de la noche, pero asintió a las palabras del daeliciano cuando solo quedaban ambos despiertos.
—Una pena, si —coincidió, sin saber que responder a su pregunta—. La verdad es que no lo se, pero seguro que seguiremos viendo cosas extraordinarias Eitne. —aseguró, dedicándole una sonrisa antes de que el pequeño se arrebujara entre las mantas.

Aquella noche Milo no durmió en absoluto y vio el amanecer recostado entre el revoltijo que eran sus compañeros, pero cuando Guille dijo que se había encontrado otra figurita entre sus sábanas el irrense no supo decir de donde había salido. El misterio le quitó las ganas de tomar el pelo a Rox por su manera de dormir, pero con el paso de los días dejó de darle demasiada importancia. De vez en cuando pensaba en la llegada de la Luna y en lo que esto les depararía, pero intentaba centrarse en el momento presente cuando eso ocurría. Lo importante era sobrevivir, no tenía sentido preocuparse por algo que no podían controlar estando en la situación en la que estaban.


La mañana de la inesperada visita el norteño también había madrugado, como Adru, pero se había levantado mas tarde que la sinhadre y había subido a la última planta a entrenar con el muñeco de prácticas. No llevaba mucho tiempo allí arriba cuando le llegaron las voces de la edeel por las escaleras, por lo que se apresuró a bajar para reunirse con los demás. Solo había visto a la aprendiz de sacerdotisa una vez y durante un instante fugaz, pero recordaba su cara, y verla flotando dormida era bastante inquietante.
—Buenos días. —saludó el irrense a los demás, incapaz de apartar la mirada de la peliazul. Lo que la muchacha murmuraba no tenía sentido para él, pero prestó atención por si decía algo que indicara que hacía allí.

Desde el exterior los gritos de los sendarios anunciaron nuevas visitas y Adru se apresuró a abrirles. El hacker la siguió instantes después, no sin antes chasquear los dedos frente al rostro de Erevelin por si obtenía algún resultado, y tras recibir a los compañeros de la sinhadre junto a la capitana les indicaron donde podían encontrarla.
—Esta escaleras arriba. —dijo, dejando que fuera la edeel  la que diera mas detalles al respecto.

Al mirarla fijamente se dio cuenta que no era un fantasma, era Erevelin la chica que apareció dormida en el torreón hace ya un tiempo.
"Pues le han gustado mucho nuestras camas, tampoco son tan comodas la verdad" pensaba mientras la miraba fijamente, escuchando lo que decia, mientras se empezaron a escuchar voces Guillermo se quedo alado de su invitada. Guardando sus figuritas en sus bolsillos.

-Hey- dijo mientras levantaba el brazo para que le chocase el puño a modo de saludo, aunque solo serviria para quedarse un rato con el puño en alto y bajarlo mas tarde despues de un silencio incómodo.

- ¿Que pasa cuando estan soñando? No te he podido escuchar- y se acerco más a Erevelin.

Eitne acabó de subir las escaleras mientras respondía a Adru.

—¡Qué bien! Ho... —Su gozo en un pozo—. Oh, jo. Ojalá despierte...

La miró con los ojos muy abiertos y expresión curiosa y acabó imitando a otros, intentando tocarla. Le hacía mucha gracia ver cómo su mano la traspasaba y la niña se le escurría en el aire. A Eitne le encantaría tener sus hechizos para desplazarse por el torreón sin miedo a caerse.

Cuando oyeron los gritos, Eitne se llevó un pequeño susto, pero se repuso rápido y esperó pacientemente a que los compañeros de la niña flotante subieran. Una vez allí, los examinó a todos de arriba abajo y arrugó un poco el gesto. Le habían dicho que había una criatura diminuta y otra peluda y mala y, ¡sobre todo!, un daeliciano como él; pero los que entraron eran... muy como los otros.

—¡Hola, soy Eitne! —los saludó con efusividad, aun a pesar de todo—. ¿Y vuestro daeliciano? ¿No viene? ¿Está bien?

No pudo evitar mirarse la pierna. ¿Y si a su congénere le había pasado algo igual o peor?

Fue Noah quien respondió a Eitne mientras Granta se ponía en marcha con Miguel siguiéndolo.
—Aldhias no ha podido venir. Esto nos cogió por sorpresa, la mayoría ni se enteraron de que nos fuimos del torreón persiguiendo a Erevelin.

La sinhadre tampoco había ignorado a Guille, sin embargo parecía haber perdido el hilo de lo que intentaba decir antes de haber sido interrumpida.
—Cuando están soñando… cuando duermes nunca estás solo. Todos sueñan, todos caen. Todos sangran.

Diciendo aquello fue como se la encontró Granta al subir las escaleras.
—¡¿Ya estás otra vez?! ¡Despierta de una maldita vez, loca!
—Nos os acerquéis a ella, podría ser peligroso —añadió Miguel. Se notaba que seguía intangible, así era como huía de su torreón y se colaba en otros.

Los gritos de Granta lograron que Erevelin volviese a poner los pies en la tierra, real y figuradamente. La joven miró al asreniano y a Miguel apenas un instante antes de dirigir la vista al suelo, sin decir ni una palabra. Granta la agarró por el antebrazo y tiró de ella para llevársela escaleras abajo.
—No es… es que cada vez lo hace más a menudo. Se pone en peligro, y nos pone en peligro también a los demás. —Miguel trataba de justificar la situación mientras seguía a sus compañeros escaleras abajo. Había varios letarguinos congregados en estas, y los de abajo también podrían escucharle.
—Sentimos todo esto —añadió Noah al verlos volver. A Erevelin ni siquiera la miró, aunque ella seguía sin levantar la vista del suelo—. No os molestaremos más, no son horas.

Granta no se detuvo, simplemente continuó hacia la puerta sin dejar de tirar de Erevelin, a pesar de que esta no se resistía.



Nime, que seguía en la escalera, se quedó boquiabierta con la irrupción del asreniano. Más que con las palabras extrañas de la chica. Para la libense simplemente fue más chocante la forma de tratar a su compañera que tenía aquel chico que se parecía a Drusar. Solo en el exterior. Drusar era mucho mejor persona, y recordarle no ayudó a mejorar su humor en aquel momento.
—¡Eh, oye! ¡No seas bruto! —decía la niña mientras los seguía escaleras abajo—. ¡No le dejes hacer eso, Erevelin!
No la conocía de más que historias, pero de repente se sentía un poco más unida a aquella chica desconocida, aunque solo fuese para animarla a no dejarse dominar por una simple panda de chicos.

—¡Hola! Yo soy Adru —alzó una mano para saludar a aquel grupito que no conocía de nada—. Venid por aquí —les indicó el camino después de la intervención de Milo.
La edeel tenía muchas preguntas para hacerles, pero decidió dejarlas para cuando consiguiesen despertar a Erevelin… Se le olvidaron cuando fue testigo del comportamiento del reptil que se parecía a Drusar y la advertencia del humano, que no entendió en absoluto.
>>Eso, eso —se plantó de brazos cruzados al lado de Nime.
Definitivamente no se parecía a Drusar en el comportamiento.

Atendió a la explicación del humano, todavía mirando de reojo con el ceño fruncido al asreniano.
—No pasa nada, no es culpa suya… —respondió al otro humano cuando se disculpó—. No te preocupes, Erevelin —le dijo al verla cabizbaja—. Oye, ¿cómo es que antes no se te podía tocar? ¡Era muy raro!

Eitne suspiró apenado, pero no se quejó en voz alta. Al menos el otro daeliciano estaba vivo. Quiso seguir preguntando sobre el bichín verde y el ordés malvado, pero la voz de Erevelin sonó ominosa y le produjo un escalofrío. El niño se quedó ojiplático, contemplándola asustado. La reacción de sus compañeros tan solo empeoró la situación. Eitne dió varios pasos hacia atrás tras la intervención del humano.

—¿Por qué dice esas cosas? —le preguntó a este en voz baja.

Lo que más miedo le causaba era la posibilidad de que la niña no estuviera loca, sino muy, muy cuerda. ¿Y si se estaba convirtiendo en lo que la Luna quería de ella? Tal vez por eso conocía magias tan poderosas y por eso decía cosas tan raras. Si podía salir sola de su torreón, no parecía descabellado.

El daeliciano puso todo su empeño en seguirlos con las muletas, tan rápido como daba de sí una sola pierna.

"¿Cuándo sueños no estoy solo?" piensa guille con miedo "¿Puede haber un huésped de los sueños?" Piensa mientras su cabeza va a sus sueños buscando recordar, recuerda la pesadilla de su hermano y el huésped, y no puede evitar sentir miedo, lleva demasiados días soñando con el jardín de brazos "¿y si es algo malos? ¿y si hay alguien más?”. Tenia que hablar con todos y contárselo.

Volvió a la conversación y nada mas enterarse de la conversación se puso del lado de Eitne.

-No tienes que tratar así es tu amiga. Y a los amigos se les trata bien. Y no lo hace apropósito. - y se cruzo de brazos alado de Eitne.

La idea de dormir todos en comuna en al azotea le resulto un tanto estraña a Pam, no porque no hubiese hecho algo así cuando estaba en Ordesta, aunque desde luego en términos menos amigables, sino por el contexto alegre que sus compañeros le daban. Sin contar que dormir allí arriba tan desprotegidos con la de cosas que pasaban últimamente no le aprecia la mejor idea del mundo.

Pero dormir sola en la habitación de noche, pues todos pretendían quedarse allá salvo Mike, que ni siquiera dormía en la misma habitación que ella, tampoco le parecía de  lo mejor. Al final Pam se resignó a la situación por una vez y cuando el lugar estuvo listo con algunas mantas para cubrirse, se tumbo junto al resto admirando los últimos instantes de la aurora boreal blanca hasta que esta desaprecio del cielo para no volver.

<< Incluso si es pedir una suerte imposible, espero que esto sea la señal de que las cosas van a mejorar...incluso si yo misma pienso que es un pensamiento iluso>> pensó Pam antes de finalmente acurrucarse bajo la sabana que había traído para cubrirse, con su espalda pegada a la de alguno de sus compañeros.

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Despertar con alarmas en el torreón por pesadillas apariciones extrañas, ruidos salidos de ningún lado y cosas asi, llevaba alguna tiempo sin pasar, peor no el suficiente para que la mona del queso no viera esa situaciones como cotidianas. Incluso el hecho de ver allí a Erevelin, aquella muchacha del otro torreón no le sorprendió tanto como debería, no era la primera vez que la pillaban por allí. << Ademas, aquí se cuela todo el mundo tengamos puerta abierta o no >> pensó con fastidio, al notar al muchacha que era seguida por la sorprendida Adru, no pasando desapercibido para la mona del queso que con tanto alarma había salido de la habitación rápidamente para presenciar el espectáculo de la chica, el momento exacto en el que Adru fue a intentar tocar a Erevelin y la atravesó.

Los ojos de Pam se abrieron como platos ante aquello, sufriendo un débil escalofrió por su espalda ante el pensamiento de que estuviesen ante un fantasma y lo que eso podía significar, porque por norma general,  no era normal el poder atravesar el cuerpo de alguien de carne y hueso y vivo ya que estábamos, como si fuese puro aire.

No tuvo tiempo de preguntar, pues apenas se percataron todos de la aparición de Erevelin en el torreón, también aparecieron allí los compañeros de la chica, estando entre ellos solo dos que Pam reconociera. Con la aparición de estos y los gritos de aquel asreniano que nunca aprecia estar de buen humor precisamente, Erevelin volvió ala realidad y también, a volver a ser de carne hueso, hecho que confundió a Pam, porque eso dejaba claro que no estaba muerta, sino que posiblemente había usado algún tipo de magia sobre ella que le permitía acabar en aquel estado intocable, que seguramente también era lo que le había permitido atravesar el torreón aun estando la puerta cerrada.

<< ¿Pero por que a vuelto aquí de nuevo? ¿Y dormida otra vez? Vienen nos da un susto, nos dejan con mas preguntas y ninguna respuesta...y a saber cuando vuelven>> pensó Pam osbervandolos y se adelanto un poco hacia ellos que ya estaban en la entrada.

-¿Y si vamos nosotros en esta ocasión? -preguntó Pam observando atentamente a Noah al decir eso sin consultar de inmediato a sus compañeros, pues parecía el mas tratable y político entre le resto, sin contar a Erevelin. Era necesario conocer cuanta magia hubiesen averiguado, como la habían conseguido o donde, y no podían simplemente esperar a que Erevelin quisiera de nuevo darse un paseo en dirección a su torreón. También ellos debían moverse para encontrar lo que necesitaban- Ya habéis visto que somos de fiar y ante todo, no sabemos cuando ocurrirá de nuevo la oportunidad de que podáis venir, y necesitamos esos hechizos...ya habréis notados que también hemos tenido perdidas de mas de una forma- indico haciendo un leve gesto hacia donde se encontraba Eitne y su obvia herida, así como la evidente falta de Drusar entre ellos - Cada vez que salís es un riesgo para vosotros, por lo que veo justo que ya que somos nosotros los que queremos algo en esta ocasión, seamos también los nos arriesguemos. Tenéis bastante cosas con las que lidiar como para añadir esta también- añadió Pam osbervandolos con atención sin ápice de duda en su voz esperando el que aceptasen aquello, aunque no las tuviera todas consigo, pero no perdía nada probando suerte.

La expresión de Adru cambió por completo ante el reproche de Granta y pasó de tener una actitud medio desafiante y protectora, a una mucho más culpable.
—Yo nos puse en peligro más de una vez —respondió al asreniano sin pensárselo dos veces—. Y Guille tiene razón. Al menos Erevelin no tiene control sobre lo que hace.

No le sorprendió que la respuesta a su pregunta hubiese sido “magia”, pero la sinhadre había perdido parcialmente el interés en la conversación. Dejó que Pelusa tomase las riendas de aquello y permaneció mucho más silenciosa, aunque pendiente de lo que se decía y mirando de reojo a la otra edeel de tanto en cuanto.

La respuesta de Miguel lo dejó descolocado y Eitne siguió a los sendarios esperando oír alguna explicación mejor. Sin embargo, las palabras de Granta le hicieron fruncir el ceño levemente y, finalmente, que Pam lo señalara tan abiertamente le dio un disgusto. Eitne hizo un mohín, porque sentía que le señalaban como culpable de lo que ocurrió, en lugar de como víctima, y se ayudó de sus muletas para esconderse en la cocina. Le habría gustado despedirse, o darle la razón a Guille y Adru, o incluso añadir que él también quería ir a visitarles, pero en ese momento solo existían él y su berrinche. Él no había hecho nada ni similar a Erevelin, se decía, se había portado bien. En ese momento no recordaba al Huésped.

Abrió uno de los cajones, sacó un bote de miel empezado y mojó los dedos para después chuparlos.

Granta empezaba a impacientarse. Para él, aquellos desconocidos no estaban en posición de juzgarlos. No tenían ni idea de las cosas por las que habían pasado, y la confesión de Adru o el gesto de Pam no le dijeron demasiado. El niño cojo al menos estaba perfectamente vivo.

El primero en tomar la palabra fue Noah.
—Ya hemos venido hasta aquí solo para buscarla, y no creo que necesite descansar —respondió a Zob con cierta inseguridad.
—¿Puedes, verdad? —le preguntó Miguel a Erevelin, que estaba a su lado, sin alzar demasiado la voz. La chica asintió.

Aunque quería irse cuanto antes, Granta trató de relajar su postura, cambiando el peso de su cuerpo de un pie a otro. La forma en que agarraba a Erevelin también había cambiado.
—Pues venid vosotros entonces —concedió a Pam—. Es más fácil para nosotros. —Miró a sus compañeros para buscar la aprobación en su mirada antes de continuar—. Si vais hacia el este después de cruzar la grieta de huesos encontraréis una edificación muy grande, lo llaman anfiteatro, seguro que algunos sabéis lo que es. Desde allí siguiendo hacia el sureste debería verse el torreón, es tan alto como este.


Entre tanto, Nime había permanecido cerca de sus compañeros, los que habían defendido a Erevelin. Aquellos chicos le caían mal. No eran para nada como lo que habían contado de la primera visita, habría preferido poder conocer a los simpáticos del grupo. Incluso notó por el rabillo del ojo como Eitne se apartaba, pero no le prestó demasiada atención por estar centrada en las palabras que se estaban intercambiando. Le parecía justo ir a visitarlos, así podrían hablar con calma con los compañeros buenos. El único problema era que implicaba volver a la ciudad y explorar zonas nuevas. Aquel simple pensamiento la dejó sin muchas ganas de seguir hablando.

Guille dejo que hablaran los mayores hablar sobre lo que deberían hacer a continuación, aunque él también quería salir sabía que sería un estorbo, mejor quedarse protegiendo el torreón.
Eitne se alejó a la cocina, Guillermo al ver que se iba se fue tras él, y se puso a su lado. Mientras este comía su miel.
- ¿Me puedo sentar contigo? ¿me pregunto porque yo no puedo comer esa miel es raro verdad? -dijo al ver que parecía un poco triste, así que Guille intento buscar alguna manera de tranquilizarle-  pues, llevo unos días soñando una cosa muy rara- y le relato sus sueños de brazos mientras hacia el tonto y fingía que era uno de esos brazos moviendo su cuerpo como si fuera un alga- es un poco raro la verdad, ¿has visto one piece?, es una serie muy guay donde hay una chica que hace aparecer brazos del suelo, como si fueran flores.

El hecho de que las teorías de sus compañeros y los ánimos de Milo y Adru le quitaran la culpa sobre el mal sabor de la comida alivió en parte a Neil. Todavía se sentía algo culpable por no poder evitar que el sabor de la comida fuera malo, ya que el era el encargado de cocinar, pero estaba bastante claro que se la razón era algo ajeno a él y probablemente debido a algún tipo de magia.

Pronto comienzan a hablar sobre otras cosas, como cuánto tiempo llevan en aquella ciudad, lo que hubiera sido una conversación bastante pasajera, sino fuera porque Rox aprovechó el momento para confesar que no era un chico, como siempre había parecido. A Neil esa confesión le dejó bastante confuso. No es que él se hubiera planteado nunca si sus compañeros eran chicos o chicas, a diferencia de si eran edeels o aurvas, pero tampoco había esperado que alguno de sus compañeros terminara describiéndose como algo tan complejo como "género fluido".  A pesar de las explicaciones, Neil no había acabado de entenderlo bien, pero, al igual que sus compañeros, consideraba que mientras Rox se sintiera bien con ella misma y fuera su decisión, no habría nada de malo en ello.

Aquella noche, mientras hablaban de estrellas y de la Luna Roja, Zob les contó que en su mundo se creía que dicha luna les iba a convertir en dioses o demonios. Aquello alarmó bastante a todos, especialmente a Neil quien por nada del mundo quería cambiar su apariencia por mucha magia que esto le diera. La posibilidad de que le salieran cuernos, cola o alas asustaba bastante al aurva, aunque, por otro lado, las palabras de su edeel le tranquilizaron bastante. La idea de transformarse todavía le asustaba, pero quizás si se transformaban en algo bonito sería menos terrible.

Mientras Neil intentaba imaginarse a sí mismo con algún apéndice monstruoso, Mike llegó corriendo a donde todos se encontraban gritando algo sobre auroras boreales. El aurva no sabía a qué se refería, pero no pudo evitar contagiarse de la emoción del grupo y, siguiendo las instrucciones de Adru, subió a la azotea mientras vigilaba que su edeel no tirara a Eitne en el intento de llevarlo sobre sus hombros, aunque dados los gritos y risas de este, parecía más divertido que preocupado por su propia seguridad. La verdad era que aquel fenómeno que los humanos habían llamado aurora boreal era realmente bonito, tanto que Neil quedó embobado mirándolo durante tanto tiempo que ni siquiera fue consciente cuando quedó dormido entre las mantas que Adru había traído, con las historias de sus compañeros de fondo. "Ojalá pudiera plasmarlo en una escultura" pensó suavemente mientras se quedaba dormido.

Si bien no volvió a repetirse, aquel bonito espectáculo en el cielo había dejado una sensación dulce en el sinhadre que se había mantenido en su ánimo durante los próximos días, a pesar de que las marcas de las sábanas que cada día se mantenían en su cara y cuerpo le molestaban cada vez más. ¿Qué tan fuerte podía estarse presionando contra la cama mientras dormía para que esas marcas se mantuvieran durante todo el día? Neil era consciente que aquello no era muy normal, pero quizás la misma magia que hacía que la comida no supiera del todo bien, hacía también que su piel estuviera más blanda de lo normal, o al menos eso creía él.

Aquella mañana se había levantado con los gritos de Guille y, aunque no había entendido muy bien lo que decía, le habían alarmado lo suficiente como para intentar levantarse rápidamente para estar alerta, pero consiguiendo solo enredar los pies en las sábanas y terminando golpeándose fuertemente el culo en el suelo. Con un gemido de dolor, Neil se levantó frotándose la cara con las manos para despejarse, notando las ya comunes marcas de las sábanas en sus mejillas. Adolorido, se arrastró de nuevo a la cama, pensando en castigar a Guille sin desayuno por haberle despertado a base de gritos, pero en seguida se arrepintió. Ya era suficientemente malo que no fueran capaces de conseguir que la comida supiera bien, como para dejarle sin ella. Arrepentido por sus feos pensamientos, Neil decidió levantarse en ese momento para comenzar cuanto antes a hacer el desayuno, pero en cuanto puso los pies en el suelo, un pinchazo en sus nalgas le recordó el golpe que se había dado y volvió a gemir de dolor. Con la intención de calmar la molestia, Neil se dispuso a frotarse la zona, pero al ir a tocarlo no pudo evitar sorprenderse. Su culo se había hundido, literalmente. El agudo chillido de terror que lanzó en aquel momento resonó en todo el torreón.

Alzó la cabeza al escuchar la propuesta del nublino, sonriendo.
—Esa es una buena idea, Zob.
Estaba segura de que Erevelin se iba a sentir mejor quedándose con ellos un rato y no yéndose con aquel asreniano desagradable. Por desgracia el otro grupo no parecía estar de acuerdo en absoluto, aunque convinieron que ellos irían a su torreón de visita para intercambiar más conocimientos sobre magia.
>>Nosotros tenemos ahora un hechizo que cura mucho más potente: seguro que os ayudara mucho —añadió mientras ya se despedían.

La sinhadre había bajado corriendo a subir el puente levadizo y no llegó a escuchar la conversación entre Eitne y Guille, que de otro modo sin duda habría captado su interés. Lo que sí oyó mientras subía a la planta baja de nuevo fue el chillido de su aurva.
—¡Neil! ¿Qué pasa?
Esprintando todo lo que pudo, la edeel subió las escaleras a una velocidad vertiginosa, siendo casi milagroso que no hubiese tenido ningún accidente en el intento. Jadeando por la falta de aire debido al esfuerzo llegó hasta Neil y le colocó las manos sobre los hombros, repitiendo su pregunta.