Torreón Maciel (Archivo VIII)
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Rocavarancolia Rol
Lumichen
LEC
alpeca
Léthe0
Leonart
Bellota
Alicia
Dal
Neith2
Aes
Naeryan
Lops
Jack
20 participantes
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/02/16, 09:43 pm
Recuerdo del primer mensaje :
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
11/07/18, 03:38 pm
Dafne se había mostrado de acuerdo con Tayron y se había limpiado las lágrimas con el brazo antes de levantarse de la cama. Recogió su nuevo colgante para ponérselo, ya que había decidido que sería su amuleto de la suerte, y siguió al belga escaleras abajo, donde saludó a Daer y Charlie que ya se encontraban en la cocina.
—Voy a despejarme un poco y traigo un cubo de paso para hacer el desayuno... —le informó al belga antes de dirigir sus pasos hacia el patio.
Dirigió un gesto de saludo también a Sakrilt y Rádar, que se encontraban allí, y fue directa al pozo evitando que se le viera demasiado la cara. Una vez allí recogió un poco de agua con las manos y se la echó en el rostro mientras cogía aire. Ya se sentía mejor.
Justo en ese momento, no obstante, notó como algo se deslizaba por su cuello.
—¡Ah!
Dejó escapar una exclamación al ver como el colgante, al que se le había roto el cordel, se precipitaba hacia delante. Se iba a caer dentro del pozo, así que la chica alargó el brazo para evitarlo. No consiguió recogerlo, pero sí apartarlo para que no se cayese al interior. Eso hizo, no obstante, que se diese un golpe contra el borde del pozo.
>>Mierda, creo que se ha roto... —murmuró Dafne al ver que se habían esparcido varios pedacitos azules alrededor de la piedra que se encontraba en el suelo.
Dafne alzó la piedra para examinarla y descubrió algo que no se esperaba: había otra piedra roja en el interior de lo que en realidad era una cubierta de color azul. Mientras se daba la vuelta para volver a la cocina, aún examinando su colgante y olvidándose de que se suponía que debía llevar un cubo con agua, acercó un dedo al núcleo de la gema para comprobar la diferencia de textura entre el exterior de la misma...
Fue en ese momento, en mitad del patio, cuando ocurrió. La noruega se detuvo de sopetón y sus ojos brillaron de color carmesí durante unos instantes.
—¿Qué...? ¿Qué pasa? —Dijo en voz lo suficientemente alta como para que le escuchasen los que estaban cerca.
Dafne se mareó y tuvo que luchar por mantenerse en pie. La joya se le cayó de las manos. Había tenido una súbita sensación abrumadora difícil de describir. Una especie de subidón de adrenalina. Se llevó las manos a la cabeza tratando de enfocar y de contener las ganas que tenía de tirarse al suelo allí mismo porque apenas podía soportar aquella sensación tan fuerte.
Mientras tanto, Daer y Charlie habían salido al patio para ver qué ocurría.
—Voy a despejarme un poco y traigo un cubo de paso para hacer el desayuno... —le informó al belga antes de dirigir sus pasos hacia el patio.
Dirigió un gesto de saludo también a Sakrilt y Rádar, que se encontraban allí, y fue directa al pozo evitando que se le viera demasiado la cara. Una vez allí recogió un poco de agua con las manos y se la echó en el rostro mientras cogía aire. Ya se sentía mejor.
Justo en ese momento, no obstante, notó como algo se deslizaba por su cuello.
—¡Ah!
Dejó escapar una exclamación al ver como el colgante, al que se le había roto el cordel, se precipitaba hacia delante. Se iba a caer dentro del pozo, así que la chica alargó el brazo para evitarlo. No consiguió recogerlo, pero sí apartarlo para que no se cayese al interior. Eso hizo, no obstante, que se diese un golpe contra el borde del pozo.
>>Mierda, creo que se ha roto... —murmuró Dafne al ver que se habían esparcido varios pedacitos azules alrededor de la piedra que se encontraba en el suelo.
Dafne alzó la piedra para examinarla y descubrió algo que no se esperaba: había otra piedra roja en el interior de lo que en realidad era una cubierta de color azul. Mientras se daba la vuelta para volver a la cocina, aún examinando su colgante y olvidándose de que se suponía que debía llevar un cubo con agua, acercó un dedo al núcleo de la gema para comprobar la diferencia de textura entre el exterior de la misma...
Fue en ese momento, en mitad del patio, cuando ocurrió. La noruega se detuvo de sopetón y sus ojos brillaron de color carmesí durante unos instantes.
—¿Qué...? ¿Qué pasa? —Dijo en voz lo suficientemente alta como para que le escuchasen los que estaban cerca.
Dafne se mareó y tuvo que luchar por mantenerse en pie. La joya se le cayó de las manos. Había tenido una súbita sensación abrumadora difícil de describir. Una especie de subidón de adrenalina. Se llevó las manos a la cabeza tratando de enfocar y de contener las ganas que tenía de tirarse al suelo allí mismo porque apenas podía soportar aquella sensación tan fuerte.
Mientras tanto, Daer y Charlie habían salido al patio para ver qué ocurría.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
11/07/18, 04:24 pm
Desde que sus compañeros se percataron de sus nuevas costumbres alimenticias, Daer sentía que lo miraban raro, que lo juzgaban con el mismo horror que los daelicianos empleaban para analizar los cuadros más feos. Había pasado días cabizbajo, hablando sobre todo con Charlie, a solas. Deprimido y cansado, como si estuviera esforzándose por reprimir al monstruo carnívoro que llevaba dentro. Daer estaba tanto o más horrorizado que ellos, pues en lo más hondo de sus entrañas, sabía que se estaba convirtiendo en una afrenda a su fe.
Esa mañana salió con Charlie al patio por petición del muchacho, que parecía insistir en reintegrarlo y había visto que los más madrugadores se reunían allí. Sakrilt y Rad charlaban distraídos y Dafne parecía estar sacando agua del pozo. Los dos muchachos se acercaron a ella, justo a tiempo para ver el brillo en los ojos de la humana. Charlie y Daer intercambiaron miradas confusas, primero entre sí y luego con Dafne, que parecía ausente, y ambos se agacharon a por la joya que se le había caído.
La suerte quiso que Daer la alcanzara primero. Charlie lo miró a los ojos y encontró lo que buscaba: un fulgor rojizo similar al de Dafne. Para Daer fue una corriente de energía que le sacudió los intestinos y le nubló la vista, luego un instante de intenso dolor y cambio. Su piel se cubrió de parches de escamas fucsias y todo su cuerpo se estiró y se ensanchó, rompiendo la ropa. De su corcusilla nació una cola corta y ancha, mal crecida.
El daeliciano lanzó un grito al aire que mutó en un gorjeo aterrador. Su mandíbula se estiró tanto que no hubo piel suficiente que la cubriera y partes del hueso quedaron al aire. Sus dientes se afilaron y sus manos se volvieron garras robustas. En lo que duró un instante, el monstruo interno de Daer vio la luz del día y el daeliciano no pudo sino dejarse llevar por él. El cambio y el dolor fueron liberadores.
La cara de Charlie se deshizo en una expresión de terror profundo en cuanto entendió lo que ocurría y trató de alcanzar la joya. Sin embargo, la mandíbula de un caimántropo lo alcanzó a él primero y se cerró en torno a su cráneo. Los ojos de Charlie pudieron contemplar la garganta del monstruo durante una eterna décima de segundo, justo antes de que su cabeza se partiera como una sandía en una tarde de verano.
Esa mañana salió con Charlie al patio por petición del muchacho, que parecía insistir en reintegrarlo y había visto que los más madrugadores se reunían allí. Sakrilt y Rad charlaban distraídos y Dafne parecía estar sacando agua del pozo. Los dos muchachos se acercaron a ella, justo a tiempo para ver el brillo en los ojos de la humana. Charlie y Daer intercambiaron miradas confusas, primero entre sí y luego con Dafne, que parecía ausente, y ambos se agacharon a por la joya que se le había caído.
La suerte quiso que Daer la alcanzara primero. Charlie lo miró a los ojos y encontró lo que buscaba: un fulgor rojizo similar al de Dafne. Para Daer fue una corriente de energía que le sacudió los intestinos y le nubló la vista, luego un instante de intenso dolor y cambio. Su piel se cubrió de parches de escamas fucsias y todo su cuerpo se estiró y se ensanchó, rompiendo la ropa. De su corcusilla nació una cola corta y ancha, mal crecida.
El daeliciano lanzó un grito al aire que mutó en un gorjeo aterrador. Su mandíbula se estiró tanto que no hubo piel suficiente que la cubriera y partes del hueso quedaron al aire. Sus dientes se afilaron y sus manos se volvieron garras robustas. En lo que duró un instante, el monstruo interno de Daer vio la luz del día y el daeliciano no pudo sino dejarse llevar por él. El cambio y el dolor fueron liberadores.
La cara de Charlie se deshizo en una expresión de terror profundo en cuanto entendió lo que ocurría y trató de alcanzar la joya. Sin embargo, la mandíbula de un caimántropo lo alcanzó a él primero y se cerró en torno a su cráneo. Los ojos de Charlie pudieron contemplar la garganta del monstruo durante una eterna décima de segundo, justo antes de que su cabeza se partiera como una sandía en una tarde de verano.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
11/07/18, 06:31 pm
-Mierda, ahora vuelvo- maldijo una vez llegó al final de las escaleras, tras un saludo rápido al daeliciano y el estadounidense puso los ojos en blanco- se me ha olvidado la chaqueta- repuso al notar un repentino escalofrío en la nuca. Y giró ciento ochenta grados en dirección contraria con un nudo en el estómago. Diablos, que hambre tenía.
Y allí estaba, su favorita, negra y de cuero debajo de su almohada, tras el accidente con los baúles ya no se fiaba de meter sus prendas más preciadas en ellos así que prefería tenerla cerca. El tacto de las mangas le resultó placenteramente familiar. Andaba pensando en algunos relatos que Dafne le había contado sobre la mitología nórdica- como el árbol Yygdrasil, el cual albergaba cantidad de criaturas- cuando lo escuchó con claridad. “AL SALÓN”.
Tayron se paró en seco a penas dos segundos aún de espaldas a la puerta de su habitación, no dudó en reconocer la voz de Rad, y por supuesto, tampoco obvió su tono alarmante. No hubo tiempo para pensar demasiado, su cuerpo salió disparado por impulso casi antes de saber que estaba haciendo con claridad. ¿Qué pasaba?. Porque la voz del carabés disipaba vacilaciones. Era el mismo tono que podría haberse empleado con la muerte de Nad, con las hienas o la cabra loca. Porque era la misma que avisaba de Tuétano.
Se dirigió a la escaleras pero se permitió pararse antes en la ventana al escuchar gruñidos y voces. Lo que el humano descubrió a continuación fue desolador. Siempre se había considerado bueno reaccionando ante adversidades pero sus músculos no le obedecían al tiempo que un sudor frío se instaló en su nuca. Sus pulmones se quejaban con una sensación de sofoco y asfixia nueva, que se abría paso por su cuerpo.
Charlie estaba muerto, y una bestia de escamas fucsias le acababa de reventar la cabeza. No pudo girar la cabeza ni seguir sus intintos hacia el salón, toda esa sangre, toda esa porquería esparcida en el suelo era su amigo. Charlie estaba muerto. Charlie estaba muerto. Trozos de su cara derramados por el patio, el rojo contra el gris.
Y entonces lo recordó, como un chute de energía, sus manos reaccionaron primero acercándose más al borde de la ventana.
“Voy a despejarme un poco y traigo un cubo de paso para hacer el desayuno”
“¿Nos levantamos y nos lavamos la cara? Así te despejas.”
“Mierda ahora vuelvo”.
Dafne estaba sola, al lado de esa cosa y estaba rara, las muecas faciales del chico se recompusieron en una nueva que hasta ahora jamás habían formado, el horror absoluto.
-¡Sal de ahí joder!- aulló sin darse cuenta con tal fuerza que esperaba sacarla de su trance, la garganta le ardía, pero no importaba, tampoco el ritmo cardiaco por las nubes- ¡DAFNE!- y lanzó el hechizo de levitación sin más, notando el cosquilleo familiar del uso de la magia con más fuerza por la cercanía de la Luna. Por suerte de alguna forma notó el peso familiar de la chica. Comprendió al segundo que la noruega estaba en sus manos. Haciendo acopio de todas sus fuerzas y voluntad, y esperando que toda la práctica que tenía con ese hechizo sirviese para algo, comenzó a elevarla, un metro por encima del suelo al principio. Luego, más alto. Lo suficiente para que esa cosa no la alcanzara, tenía que ser capaz. Quién si no.
-Vamos...- medio salió de su boca, totalmente concentrando y notando un sabor salado en los labios. Se percató entonces que no había parado de llorar desde que contempló a Charlie, de hecho jamás había sentido algo así desde lo de la pequeña.- más alto- se interrumpió intentando alejar a su amigo de sí con todo el dolor. Ahora no podía fallar.
Más, más alto.
Y allí estaba, su favorita, negra y de cuero debajo de su almohada, tras el accidente con los baúles ya no se fiaba de meter sus prendas más preciadas en ellos así que prefería tenerla cerca. El tacto de las mangas le resultó placenteramente familiar. Andaba pensando en algunos relatos que Dafne le había contado sobre la mitología nórdica- como el árbol Yygdrasil, el cual albergaba cantidad de criaturas- cuando lo escuchó con claridad. “AL SALÓN”.
Tayron se paró en seco a penas dos segundos aún de espaldas a la puerta de su habitación, no dudó en reconocer la voz de Rad, y por supuesto, tampoco obvió su tono alarmante. No hubo tiempo para pensar demasiado, su cuerpo salió disparado por impulso casi antes de saber que estaba haciendo con claridad. ¿Qué pasaba?. Porque la voz del carabés disipaba vacilaciones. Era el mismo tono que podría haberse empleado con la muerte de Nad, con las hienas o la cabra loca. Porque era la misma que avisaba de Tuétano.
Se dirigió a la escaleras pero se permitió pararse antes en la ventana al escuchar gruñidos y voces. Lo que el humano descubrió a continuación fue desolador. Siempre se había considerado bueno reaccionando ante adversidades pero sus músculos no le obedecían al tiempo que un sudor frío se instaló en su nuca. Sus pulmones se quejaban con una sensación de sofoco y asfixia nueva, que se abría paso por su cuerpo.
Charlie estaba muerto, y una bestia de escamas fucsias le acababa de reventar la cabeza. No pudo girar la cabeza ni seguir sus intintos hacia el salón, toda esa sangre, toda esa porquería esparcida en el suelo era su amigo. Charlie estaba muerto. Charlie estaba muerto. Trozos de su cara derramados por el patio, el rojo contra el gris.
Y entonces lo recordó, como un chute de energía, sus manos reaccionaron primero acercándose más al borde de la ventana.
“Voy a despejarme un poco y traigo un cubo de paso para hacer el desayuno”
“¿Nos levantamos y nos lavamos la cara? Así te despejas.”
“Mierda ahora vuelvo”.
Dafne estaba sola, al lado de esa cosa y estaba rara, las muecas faciales del chico se recompusieron en una nueva que hasta ahora jamás habían formado, el horror absoluto.
-¡Sal de ahí joder!- aulló sin darse cuenta con tal fuerza que esperaba sacarla de su trance, la garganta le ardía, pero no importaba, tampoco el ritmo cardiaco por las nubes- ¡DAFNE!- y lanzó el hechizo de levitación sin más, notando el cosquilleo familiar del uso de la magia con más fuerza por la cercanía de la Luna. Por suerte de alguna forma notó el peso familiar de la chica. Comprendió al segundo que la noruega estaba en sus manos. Haciendo acopio de todas sus fuerzas y voluntad, y esperando que toda la práctica que tenía con ese hechizo sirviese para algo, comenzó a elevarla, un metro por encima del suelo al principio. Luego, más alto. Lo suficiente para que esa cosa no la alcanzara, tenía que ser capaz. Quién si no.
-Vamos...- medio salió de su boca, totalmente concentrando y notando un sabor salado en los labios. Se percató entonces que no había parado de llorar desde que contempló a Charlie, de hecho jamás había sentido algo así desde lo de la pequeña.- más alto- se interrumpió intentando alejar a su amigo de sí con todo el dolor. Ahora no podía fallar.
Más, más alto.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
11/07/18, 08:17 pm
Hyun agradeció que fuera un cambio de conversación verdadero. Y dejaran al menos un poco atrás el tema anterior.
Iba siendo hora de dormir, y el coreano se fue con el resto arriba. Aunque los primeros días había sido duro, se había acostumbrado a Charlie y sus semi gritos. El hecho era que agradecía ya no dormir solo, sentirse una vez más acompañado. En rocavarancolia le daba una falsa sensación de calidez, de seguridad, y sabía que era una mentira, pero le gustaba engañarse. Además todavía podía salir al patio en el caso de un ataque de pánico; y solo necesitó que tayron le acompañara un par de veces, pues a veces tardaba en salir y le era demasiado tarde, su miedo le bloqueaba, no era ni capaz de moverse sin pedir ayuda. Cuando lo pensaba le parecía irónico que pidiera ayuda a aquel del que al principio huia, aquel que asumió de macarra sin más; aquel, era de los que mejor le caían del torreón.
Desde la charla del muñon, a Hyun le costaba sacarse de la cabeza el día de la luna roja. Dos lineas de pensamiento luchaban por ser aquello que más le aterrorizara. La primera, en que monstruo se transformaría. Le daba miedo su corazón, siempre tranquilo, constante, cada golpe le recordaba que dejaría de ser humano, que no volvería a ver a su familia. La segunda, la fecha de caducidad del torreón, hacia un tiempo que lo pensaba, cuanto más olvidaba a sus amigos de margalar, cuanto menos le hacia sufrir recordarlos, más recordaba que no quería morir. Por eso había dejado de salir con el grupo, llevaba días creciendo una idea en su mente <<¿Por qué tendría que morir?>> ya había olvidado por qué quería morir, y no solo afectaba a las salidas; si se quedaba con Maciel, moriría cuando saliera la luna. Y aunque se entretuviese juntandose con los humanos del torreón, aunque distrajera esa idea, le seguía atormentando al irse a dormir, al aburrirse. Y lo peor era que no creía que hubiera solución. Con ese pensamiento se había despertado esa mañana, había tenido otra pesadilla. La luz de la mañana le salvaba de tener un ataque de pánico.
- Buenos días.- Dijo a nadie en particular, rellenando el silencio, intentando callar su mente. Y efectivamente era a nadie en particular, no quedaban muchos en el dormitorio. Sacó su martillo de debajo de la almohada y bajó en busca del resto de la gente. Algo en su estomago le decía que no bajara. De abajo no llegaban más que murmullos, pero algo en él no quería bajar, imaginaba que era culpa de su pesadilla, así que continuó. Se equivocaba. Había bajado justo a tiempo para cruzarse con tay mientras este volvia a por su chaqueta. Llegó justo a tiempo para ver a Daer mutar. Horrorizado, Hyun dio unos pasos atras, agarrando su martillo con fuerza. Acelerando al ver a la criatura que antes era Daer matar a Charlie. Ya no notaba el revuelto de su estomago ni sus nervios, solo el terror, ese terror que había superado, el del día que perdió a sus amigos de margalar.
- Hay que salir de aquí- La voz apenas le salía, solo quienes quedaran cerca podrían oirle. Hyun llevaba un martillo y cuchillo que nunca había usado, ni sabía, ni quería. Y eso era un monstruo, no era Daer ni era otra cosa. Tenían que huir, Tenía que sobrevivir. Sus pies no tardaron en liarse los unos sobre los otros. Hyun cayo al suelo en su intento de girarse.
Iba siendo hora de dormir, y el coreano se fue con el resto arriba. Aunque los primeros días había sido duro, se había acostumbrado a Charlie y sus semi gritos. El hecho era que agradecía ya no dormir solo, sentirse una vez más acompañado. En rocavarancolia le daba una falsa sensación de calidez, de seguridad, y sabía que era una mentira, pero le gustaba engañarse. Además todavía podía salir al patio en el caso de un ataque de pánico; y solo necesitó que tayron le acompañara un par de veces, pues a veces tardaba en salir y le era demasiado tarde, su miedo le bloqueaba, no era ni capaz de moverse sin pedir ayuda. Cuando lo pensaba le parecía irónico que pidiera ayuda a aquel del que al principio huia, aquel que asumió de macarra sin más; aquel, era de los que mejor le caían del torreón.
Desde la charla del muñon, a Hyun le costaba sacarse de la cabeza el día de la luna roja. Dos lineas de pensamiento luchaban por ser aquello que más le aterrorizara. La primera, en que monstruo se transformaría. Le daba miedo su corazón, siempre tranquilo, constante, cada golpe le recordaba que dejaría de ser humano, que no volvería a ver a su familia. La segunda, la fecha de caducidad del torreón, hacia un tiempo que lo pensaba, cuanto más olvidaba a sus amigos de margalar, cuanto menos le hacia sufrir recordarlos, más recordaba que no quería morir. Por eso había dejado de salir con el grupo, llevaba días creciendo una idea en su mente <<¿Por qué tendría que morir?>> ya había olvidado por qué quería morir, y no solo afectaba a las salidas; si se quedaba con Maciel, moriría cuando saliera la luna. Y aunque se entretuviese juntandose con los humanos del torreón, aunque distrajera esa idea, le seguía atormentando al irse a dormir, al aburrirse. Y lo peor era que no creía que hubiera solución. Con ese pensamiento se había despertado esa mañana, había tenido otra pesadilla. La luz de la mañana le salvaba de tener un ataque de pánico.
- Buenos días.- Dijo a nadie en particular, rellenando el silencio, intentando callar su mente. Y efectivamente era a nadie en particular, no quedaban muchos en el dormitorio. Sacó su martillo de debajo de la almohada y bajó en busca del resto de la gente. Algo en su estomago le decía que no bajara. De abajo no llegaban más que murmullos, pero algo en él no quería bajar, imaginaba que era culpa de su pesadilla, así que continuó. Se equivocaba. Había bajado justo a tiempo para cruzarse con tay mientras este volvia a por su chaqueta. Llegó justo a tiempo para ver a Daer mutar. Horrorizado, Hyun dio unos pasos atras, agarrando su martillo con fuerza. Acelerando al ver a la criatura que antes era Daer matar a Charlie. Ya no notaba el revuelto de su estomago ni sus nervios, solo el terror, ese terror que había superado, el del día que perdió a sus amigos de margalar.
- Hay que salir de aquí- La voz apenas le salía, solo quienes quedaran cerca podrían oirle. Hyun llevaba un martillo y cuchillo que nunca había usado, ni sabía, ni quería. Y eso era un monstruo, no era Daer ni era otra cosa. Tenían que huir, Tenía que sobrevivir. Sus pies no tardaron en liarse los unos sobre los otros. Hyun cayo al suelo en su intento de girarse.
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
11/07/18, 10:47 pm
Desde luego no entendía al resto, no había habido una clara reacción al decir que le atraían cosas de muertos pero si espanto al ver uñas degeneradas salir de un muñón. No pudo pensar otra cosa que "deberíais organizar un poco vuestros miedos". No hubo mucha más charla, su hermano lo achacó a la Luna cosa que él ya daba por sentada y los demás simplemente estaban algo en shock. Sakrilt pasaba de ello como de costumbre, aunque la veía algo inquietada.
Pocos días pasaron, más rutina, más cerca de la Luna, más cestas, más entrenar... No tenían nada. Literalmente seguían al borde de la muerte voladora que los acechaba como un insecto molesto al que no alcanzas pero ahí sigue. En algún punto Daer confesó y ya no tuvo que esconder más carne cruda por las mazmorras.
Barael había dormido con su hermano a petición de este y se despertó temprano como siempre, pero no se movió. Seguía dándole vueltas y vueltas a donde ir o que hacer para librarse de Tuétano, repasando la ciudad, las vistas de ella desde las montañas, peligros y recompensas que no eran más que elucubraciones.
Eri lo abrazó acurrucándosele y comenzó a hacerle cosquillas. Barael saltó y comenzó a hacérselas de vuelta a sabiendas de que él mismo no tenía tantas.
-Ahora verás.
Todo estaba bien, hallaría una forma aunque tuviese que dar su propio corazón para invocar a un demonio.
Todo estaba bien.
Aquel grito roto rompió el jugueteo de los hermanos, y el chasquido sumado a los gritos de Rad solo apuró más a Barael.
-NO TE ACERQUES SEA LO QUE SEA. -Le dijo a su hermano. Y estoque en mano bajó apresurado a intentar acabar con lo que pasara.
Bajó a saltos las escaleras solo para encontrarse con todo aquello, Charlie muerto en el suelo sin cabeza, Dafne flotando por Tay pero agarrándose la cabeza como si algo le pasara pese a que parecía ilesa, Hyun muerto de miedo murmurando algo y aquel ser que en sus ropajes solo podía ser uno de ellos... y solo faltaba 1 persona a la vista.
Charlie, Daer. Adiós.
Las lamentaciones tendrían que ser luego y no encontró motivos para vacilar, seguramente Daer hubiera preferido morir a seguir haciéndoles aquello.
-Id a coger las lanzas y el anillo. -Declaró alto mientras se plantaba entre ellos y Daer.
Descansad. Ya habéis hecho los dos suficiente. Descansad...
-Aguanta así Tayron.
Pocos días pasaron, más rutina, más cerca de la Luna, más cestas, más entrenar... No tenían nada. Literalmente seguían al borde de la muerte voladora que los acechaba como un insecto molesto al que no alcanzas pero ahí sigue. En algún punto Daer confesó y ya no tuvo que esconder más carne cruda por las mazmorras.
Barael había dormido con su hermano a petición de este y se despertó temprano como siempre, pero no se movió. Seguía dándole vueltas y vueltas a donde ir o que hacer para librarse de Tuétano, repasando la ciudad, las vistas de ella desde las montañas, peligros y recompensas que no eran más que elucubraciones.
Eri lo abrazó acurrucándosele y comenzó a hacerle cosquillas. Barael saltó y comenzó a hacérselas de vuelta a sabiendas de que él mismo no tenía tantas.
-Ahora verás.
Todo estaba bien, hallaría una forma aunque tuviese que dar su propio corazón para invocar a un demonio.
Todo estaba bien.
Aquel grito roto rompió el jugueteo de los hermanos, y el chasquido sumado a los gritos de Rad solo apuró más a Barael.
-NO TE ACERQUES SEA LO QUE SEA. -Le dijo a su hermano. Y estoque en mano bajó apresurado a intentar acabar con lo que pasara.
Bajó a saltos las escaleras solo para encontrarse con todo aquello, Charlie muerto en el suelo sin cabeza, Dafne flotando por Tay pero agarrándose la cabeza como si algo le pasara pese a que parecía ilesa, Hyun muerto de miedo murmurando algo y aquel ser que en sus ropajes solo podía ser uno de ellos... y solo faltaba 1 persona a la vista.
Charlie, Daer. Adiós.
Las lamentaciones tendrían que ser luego y no encontró motivos para vacilar, seguramente Daer hubiera preferido morir a seguir haciéndoles aquello.
-Id a coger las lanzas y el anillo. -Declaró alto mientras se plantaba entre ellos y Daer.
Descansad. Ya habéis hecho los dos suficiente. Descansad...
-Aguanta así Tayron.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejos
Personajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
12/07/18, 12:57 am
Siete esbozó media sonrisa alentadora para Hyun y asintió para apoyar la frase de Tayron.
- Aprovecharé para limpiar mi ropa esta noche y creo que me daré un baño- aportó.
Con aquellas tareas, terminó el día. No había pasado mucho cuando se encontró con Daer en la cocina, una mañana temprana y le hizo un gesto para hablar. Siete todavía mantenía el deber autoimpuesto de la cocina, y preparaba la gran mayoría de comidas y cenas, así como aperitivos improvisados para las personas que comían a deshora. Tenía tiempo libre y le traía satisfacción. Por tanto, conocía de primera mano sus provisiones. Había descuadre, desde hacía tiempo. Y sartenes limpias.
- Daer, me he fijado en que últimamente no tocas tu plato- dijo Siete tentativo. Puso las palmas de la mano a la vista, apaciguador-. Veo esas cosas.
- No tengo mucho apetito.
Era una mentira visible e incómoda. A Siete no le gustaba llevar la contraria. Encogió la nariz en una mueca un segundo, antes de recolocarse para afrontar la pregunta de forma distinta.
- Queda menos carne - desaparecían piezas rutinariamente, aunque no recordaba ver a nadie comerla o el olor en el torreón. Siete intentó hacerlo sonar casual en vez de acusador-, pensé que quizás no estabas a gusto con la dieta y habías comido al margen. Últimamente he estado probando con las verduras que no son de mi mundo, y si no doy con los sabores que te gustan, solo tendrías que decirlo.
- No es por ti- dijo Daer, y con las palabras le contaba mucho más a Siete. Era un tono bastante sufrido, el cuerpo casi pidiendo una verdad distinta. Siete alargó una mano para darle un apretón consolador al niño en el antebrazo-. No es por... Es que no tengo ganas de nada. Sí que es verdad que me estaba comiendo la carne. No quería que lo vieseis.
- ¿por qué?
- No me gusta cocinada.
- Oh - dijo Siete solamente, con la comprensión en los rasgos. Daer no le miraba.
- Ha ido a más con el tiempo. Me da asco el resto de cosas.
- ¿Es un síntoma también?
- Supongo.
- Será mejor decírselo al resto. Deberías poder comer con nosotros. Dejaré carne a parte para ti y lo tendremos en cuenta- dijo Siete, más recuperado de la sorpresa. Le cogió las manos con cariño-. No tiene porque ser algo malo. Es mejor si estamos preparados.
Pero lo cierto es que le resultaba extraño ver comer a Daer desde entonces. Más voraz, dientes hincados en carne gruesa y roja, sangre resbalando al plato. Notaba la incomodidad que resultaba de ello y se preguntaba si había sido buena idea aconsejar a Daer hacerlo público. Le faltaban recursos para apoyarle emocionalmente. Por no dar pasos equivocados, Siete se mantuvo al margen de la conversación general al respecto.
Siete despertaba temprano, a juego con el sol, y había ido con la fruta de desayuno a observar el pozo mientras pensaba en lo que habían descubierto en los últimos días. Las señales inquietantes de cambio se unían a la perspectiva cada vez más cercana de la Luna, lo suficiente como para que Siete tuviera espacio a preguntarse por el después, por su vida más allá de aquello. Nunca dejaría de ser un fugitivo para su clan, pero sus nuevos compañeros tenían vidas anteriores y lugares que echar de menos, y con ellos, la posibilidad de abandonarle pronto también. Siete se preguntaba si ser monstruos detendría sus marchas, o si sería la forma en la que los perdería. Le daba más miedo que su propio destino. No quería estar solo.
Se cruzó con Dafne cuando está salía al patio. Aunque se giró al oírla exclamar, como Daer y Charlie habían salido a ver que sucedía, Siete no llegó a avanzar.
- ¿Estas bien, Dafne? ¿Sucede algo? - dijo, desde la distancia, con las manos cogidas con preocupación y preparado para ir a por paños fríos o lo que fuera necesario si le dolía la cabeza o le había salido fiebre. Nada lo había preparado para el cambio, y Siete retrocedió rápido antes incluso de procesar lo que veía con los ojos. Se había dado la vuelta para correr, del susto, para cuando sonó el chasquido húmedo y el crujir de hueso. Gritos. Siete se volvió una vez más con ojos desorbitados para ver el cadáver roto caer al suelo, y la sangre. Rad los enviaba dentro, Hyun los quería fuera, Barael quería armas. Siete había gateado de espaldas el último tramo hasta dar con el sofá y que el corazón amenazase con salirle por la boca. Todavía tardaría en alcanzarle la realidad de que era Daer bajo las escamas, el responsable de todo.
- Aprovecharé para limpiar mi ropa esta noche y creo que me daré un baño- aportó.
Con aquellas tareas, terminó el día. No había pasado mucho cuando se encontró con Daer en la cocina, una mañana temprana y le hizo un gesto para hablar. Siete todavía mantenía el deber autoimpuesto de la cocina, y preparaba la gran mayoría de comidas y cenas, así como aperitivos improvisados para las personas que comían a deshora. Tenía tiempo libre y le traía satisfacción. Por tanto, conocía de primera mano sus provisiones. Había descuadre, desde hacía tiempo. Y sartenes limpias.
- Daer, me he fijado en que últimamente no tocas tu plato- dijo Siete tentativo. Puso las palmas de la mano a la vista, apaciguador-. Veo esas cosas.
- No tengo mucho apetito.
Era una mentira visible e incómoda. A Siete no le gustaba llevar la contraria. Encogió la nariz en una mueca un segundo, antes de recolocarse para afrontar la pregunta de forma distinta.
- Queda menos carne - desaparecían piezas rutinariamente, aunque no recordaba ver a nadie comerla o el olor en el torreón. Siete intentó hacerlo sonar casual en vez de acusador-, pensé que quizás no estabas a gusto con la dieta y habías comido al margen. Últimamente he estado probando con las verduras que no son de mi mundo, y si no doy con los sabores que te gustan, solo tendrías que decirlo.
- No es por ti- dijo Daer, y con las palabras le contaba mucho más a Siete. Era un tono bastante sufrido, el cuerpo casi pidiendo una verdad distinta. Siete alargó una mano para darle un apretón consolador al niño en el antebrazo-. No es por... Es que no tengo ganas de nada. Sí que es verdad que me estaba comiendo la carne. No quería que lo vieseis.
- ¿por qué?
- No me gusta cocinada.
- Oh - dijo Siete solamente, con la comprensión en los rasgos. Daer no le miraba.
- Ha ido a más con el tiempo. Me da asco el resto de cosas.
- ¿Es un síntoma también?
- Supongo.
- Será mejor decírselo al resto. Deberías poder comer con nosotros. Dejaré carne a parte para ti y lo tendremos en cuenta- dijo Siete, más recuperado de la sorpresa. Le cogió las manos con cariño-. No tiene porque ser algo malo. Es mejor si estamos preparados.
Pero lo cierto es que le resultaba extraño ver comer a Daer desde entonces. Más voraz, dientes hincados en carne gruesa y roja, sangre resbalando al plato. Notaba la incomodidad que resultaba de ello y se preguntaba si había sido buena idea aconsejar a Daer hacerlo público. Le faltaban recursos para apoyarle emocionalmente. Por no dar pasos equivocados, Siete se mantuvo al margen de la conversación general al respecto.
Siete despertaba temprano, a juego con el sol, y había ido con la fruta de desayuno a observar el pozo mientras pensaba en lo que habían descubierto en los últimos días. Las señales inquietantes de cambio se unían a la perspectiva cada vez más cercana de la Luna, lo suficiente como para que Siete tuviera espacio a preguntarse por el después, por su vida más allá de aquello. Nunca dejaría de ser un fugitivo para su clan, pero sus nuevos compañeros tenían vidas anteriores y lugares que echar de menos, y con ellos, la posibilidad de abandonarle pronto también. Siete se preguntaba si ser monstruos detendría sus marchas, o si sería la forma en la que los perdería. Le daba más miedo que su propio destino. No quería estar solo.
Se cruzó con Dafne cuando está salía al patio. Aunque se giró al oírla exclamar, como Daer y Charlie habían salido a ver que sucedía, Siete no llegó a avanzar.
- ¿Estas bien, Dafne? ¿Sucede algo? - dijo, desde la distancia, con las manos cogidas con preocupación y preparado para ir a por paños fríos o lo que fuera necesario si le dolía la cabeza o le había salido fiebre. Nada lo había preparado para el cambio, y Siete retrocedió rápido antes incluso de procesar lo que veía con los ojos. Se había dado la vuelta para correr, del susto, para cuando sonó el chasquido húmedo y el crujir de hueso. Gritos. Siete se volvió una vez más con ojos desorbitados para ver el cadáver roto caer al suelo, y la sangre. Rad los enviaba dentro, Hyun los quería fuera, Barael quería armas. Siete había gateado de espaldas el último tramo hasta dar con el sofá y que el corazón amenazase con salirle por la boca. Todavía tardaría en alcanzarle la realidad de que era Daer bajo las escamas, el responsable de todo.
-
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
13/07/18, 01:15 am
Su hermano le hizo cosquillas de vuelta y el joven se desternilló. Se desperezó con bastante reticencia. Poco sabía Eriel que aquel día habría sido mejor no salir de la cama nadie. Nada sabía de que era posible que aquel momento fuese el último que tuviese en el torreón.
Salió de la cama y mientras se vestía hubo ruido y gritos en el patio. Reconoció la voz de Rad. Su hermano salió a la carrera estoque en mano diciendo alguna tontería de que se quedase allí. Y un cuerno.
Terminó de vestirse aprisa y corriendo, salió justo a tiempo para ver a Tay, con lágrimas en los ojos y con el esfuerzo bastante evidente en el rostro. Se acercó rápido y miró fuera por la ventana que daba al patio.
El espectáculo era difícil de describir. Sangre por todo el suelo y un monstruo de escamas rosas. Reconoció el cuerpo de Charlie en el suelo.
Las lágrimas estuvieron a punto de asomar a los ojos pero su determinación las empujó hacia dentro. <<Ya habrá tiempo de llorar, la amenaza primero>>.
-Tay intenta llevarla a la parte delantera del torreón, no dejes que esa cosa la agarre - dijo precipitándose escaleras abajo.- Atrancad la puerta del patio - les gritó a los de la planta baja mientras él mismo saltaba escaleras.
Salió de la cama y mientras se vestía hubo ruido y gritos en el patio. Reconoció la voz de Rad. Su hermano salió a la carrera estoque en mano diciendo alguna tontería de que se quedase allí. Y un cuerno.
Terminó de vestirse aprisa y corriendo, salió justo a tiempo para ver a Tay, con lágrimas en los ojos y con el esfuerzo bastante evidente en el rostro. Se acercó rápido y miró fuera por la ventana que daba al patio.
El espectáculo era difícil de describir. Sangre por todo el suelo y un monstruo de escamas rosas. Reconoció el cuerpo de Charlie en el suelo.
Las lágrimas estuvieron a punto de asomar a los ojos pero su determinación las empujó hacia dentro. <<Ya habrá tiempo de llorar, la amenaza primero>>.
-Tay intenta llevarla a la parte delantera del torreón, no dejes que esa cosa la agarre - dijo precipitándose escaleras abajo.- Atrancad la puerta del patio - les gritó a los de la planta baja mientras él mismo saltaba escaleras.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 03:02 am
Barael, descubrieron en los días siguientes, no era el único portador de malas noticias. Daer confesó días después que últimamente sólo era capaz de comer carne cruda.
Aquella vez Sox se obligó a tener paciencia. No dijo nada y tenía el visaje de quien estaba pasando por una enorme migraña, pero se quedó en la mesa escuchando mientras sentía que el desasosiego se lo comía por dentro. No sabía qué pensar. No sabía ya qué conclusiones sacar. Si seguía aquel hilo sólo iba a llegar a la conclusión de que el daeliciano iba a convertirse en un animal, que iba a perder su conciencia y convertirse en vete a saber qué que devoraba presas crudas, ¿y quería de verdad estar seguro de algo así? ¿Convencerse de que ésa era la teoría más probable?
Terminaron por no hacer nada al respecto, porque ¿qué había que pudiera hacerse? La Luna Roja se había filtrado al interior del torreón mucho antes de aparecer en el cielo.
Aquel bramido inhumano, sobrenatural, llegó perfectamente a los dormitorios del segundo piso. Sox había estado rebuscando en un baúl en busca de un jersey y se detuvo en seco, con el corazón bombeándole en los oídos con tanta fuerza que podría haber enmascarado un segundo reclamo. Se levantó despacio y de la misma forma avanzó hacia la ventana como si temiera provocar, incluso a distancia, a lo que fuese que estaba allí fuera.
A la primera a la que vio fue a Dafne, flotando a cierta distancia enfrente de él. Su expresión le conmocionó hasta el mismo tuétano pero los gritos abajo reclamaron enseguida su atención. Sox había pretendido preguntar algo, lo que fuera, pero el horror le evaporó las palabras en los labios.
Un monstruo se había colado, había saltado el muro o salido del pozo o lo había conducido Tuétano hasta allí o vete a saber qué posibilidad espantosa se les había echado encima. Estaba allí, estaba en el patio, y aquella certeza era un taladro tan estridente en su mente que Sox sintió ganas de gritar. Tenía las fauces empapadas de sangre, y cerca de aquella cosa había ropas rotas y un montón de-
Sox se quedó un momento muy largo con la mirada fija en aquel amasijo, tratando de entenderlo. Correspondía a alguien, uno de ellos ya no estaba y ya no había que contarlo; ido sin más como un insecto aplastado bajo un pisotón. Las matemáticas se cumplieron en su cabeza con escalofriante rapidez, pero no así todo el peso que arrastraban.
Oía voces de alarma en el piso de abajo de gente a la que no veía, pero en aquel estado de estupor todas parecían indistintas. Podría ser cualquiera el que estaba hecho pedazos ahí abajo. En aquella confusión afable de ropa en la que todos compartían la mayoría de las prendas de los baúles, aquel cadáver roto en el suelo era de un anonimato aterrador y el vacío en la cabeza de Sox olvidó por completo que no todos sangraban del mismo color.
Oyó a alguien gritar "al salón" y de la forma mareante de un bofetón en la cara el mundo volvió a tener sentido. Sox trastabilló lejos de la ventana por las prisas de llegar a la escalera, de ver qué pasaba, de comprobar... ¿el qué? La que pensaba así era una parte obsoleta de él, el conocimiento académico e inútil de que a la segunda vez las cosas se entendían mejor. Como si la imagen allí abajo fuese a mejorar, sus detalles a perfilarse a algo más procesable solamente por mirarlos dos veces.
Cuando llegó abajo respiraba a bocanadas y con ellas también inhaló a pulso el pánico en la habitación. Peleó con todas sus fuerzas contra él, con la fiereza ciega de a quien se le ha echado algo encima en la oscuridad. Se habría resistido a cualquier cosa que le hiciera sentir más miedo todavía.
Era Barael el que pedía en voz alta que alguien trajera lanzas, y la idea sobre vacío le supo a gloria. Hacer algo, aguijonear a aquella cosa, hostigarla hasta que se fuera, hasta que desapareciera de allí como fuese. Eriel decía que atrancasen la puerta pero seguía habiendo gente fuera. Ahora empezaba a enterarse mejor, a identificar las voces. El mundo todavía se movía más rápido que él.
Avanzó lo más rápido que pudo pegado a la pared, incapaz de retirar la mirada del monstruo pero sin lograr hacer más que vigilarlo. La ansiedad y la incomprensión aún le prendían el pecho, pero al menos estaba consiguiendo moverse. El hechizo se rompió cuando por fin logró darle la espalda al salón y bajó corriendo las escaleras a la armería, casi huyendo.
Armas. Armas. ¿Qué cogía? Su ballesta. El arco de Eriel. El resto lo cogió sin reconocer nada porque en aquel pánico ciego apenas recordaba a quién pertenecía cada cosa.
Aquella vez Sox se obligó a tener paciencia. No dijo nada y tenía el visaje de quien estaba pasando por una enorme migraña, pero se quedó en la mesa escuchando mientras sentía que el desasosiego se lo comía por dentro. No sabía qué pensar. No sabía ya qué conclusiones sacar. Si seguía aquel hilo sólo iba a llegar a la conclusión de que el daeliciano iba a convertirse en un animal, que iba a perder su conciencia y convertirse en vete a saber qué que devoraba presas crudas, ¿y quería de verdad estar seguro de algo así? ¿Convencerse de que ésa era la teoría más probable?
Terminaron por no hacer nada al respecto, porque ¿qué había que pudiera hacerse? La Luna Roja se había filtrado al interior del torreón mucho antes de aparecer en el cielo.
-
Aquel bramido inhumano, sobrenatural, llegó perfectamente a los dormitorios del segundo piso. Sox había estado rebuscando en un baúl en busca de un jersey y se detuvo en seco, con el corazón bombeándole en los oídos con tanta fuerza que podría haber enmascarado un segundo reclamo. Se levantó despacio y de la misma forma avanzó hacia la ventana como si temiera provocar, incluso a distancia, a lo que fuese que estaba allí fuera.
A la primera a la que vio fue a Dafne, flotando a cierta distancia enfrente de él. Su expresión le conmocionó hasta el mismo tuétano pero los gritos abajo reclamaron enseguida su atención. Sox había pretendido preguntar algo, lo que fuera, pero el horror le evaporó las palabras en los labios.
Un monstruo se había colado, había saltado el muro o salido del pozo o lo había conducido Tuétano hasta allí o vete a saber qué posibilidad espantosa se les había echado encima. Estaba allí, estaba en el patio, y aquella certeza era un taladro tan estridente en su mente que Sox sintió ganas de gritar. Tenía las fauces empapadas de sangre, y cerca de aquella cosa había ropas rotas y un montón de-
Sox se quedó un momento muy largo con la mirada fija en aquel amasijo, tratando de entenderlo. Correspondía a alguien, uno de ellos ya no estaba y ya no había que contarlo; ido sin más como un insecto aplastado bajo un pisotón. Las matemáticas se cumplieron en su cabeza con escalofriante rapidez, pero no así todo el peso que arrastraban.
Oía voces de alarma en el piso de abajo de gente a la que no veía, pero en aquel estado de estupor todas parecían indistintas. Podría ser cualquiera el que estaba hecho pedazos ahí abajo. En aquella confusión afable de ropa en la que todos compartían la mayoría de las prendas de los baúles, aquel cadáver roto en el suelo era de un anonimato aterrador y el vacío en la cabeza de Sox olvidó por completo que no todos sangraban del mismo color.
Oyó a alguien gritar "al salón" y de la forma mareante de un bofetón en la cara el mundo volvió a tener sentido. Sox trastabilló lejos de la ventana por las prisas de llegar a la escalera, de ver qué pasaba, de comprobar... ¿el qué? La que pensaba así era una parte obsoleta de él, el conocimiento académico e inútil de que a la segunda vez las cosas se entendían mejor. Como si la imagen allí abajo fuese a mejorar, sus detalles a perfilarse a algo más procesable solamente por mirarlos dos veces.
Cuando llegó abajo respiraba a bocanadas y con ellas también inhaló a pulso el pánico en la habitación. Peleó con todas sus fuerzas contra él, con la fiereza ciega de a quien se le ha echado algo encima en la oscuridad. Se habría resistido a cualquier cosa que le hiciera sentir más miedo todavía.
Era Barael el que pedía en voz alta que alguien trajera lanzas, y la idea sobre vacío le supo a gloria. Hacer algo, aguijonear a aquella cosa, hostigarla hasta que se fuera, hasta que desapareciera de allí como fuese. Eriel decía que atrancasen la puerta pero seguía habiendo gente fuera. Ahora empezaba a enterarse mejor, a identificar las voces. El mundo todavía se movía más rápido que él.
Avanzó lo más rápido que pudo pegado a la pared, incapaz de retirar la mirada del monstruo pero sin lograr hacer más que vigilarlo. La ansiedad y la incomprensión aún le prendían el pecho, pero al menos estaba consiguiendo moverse. El hechizo se rompió cuando por fin logró darle la espalda al salón y bajó corriendo las escaleras a la armería, casi huyendo.
Armas. Armas. ¿Qué cogía? Su ballesta. El arco de Eriel. El resto lo cogió sin reconocer nada porque en aquel pánico ciego apenas recordaba a quién pertenecía cada cosa.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 12:33 pm
Rádar posó la vista en la humana, que se encontraba manipulando su colgante, cuando vio aquel destello rojo en los ojos. Su cuerpo envió un espasmo por toda su columna, aunque el tipo E no supo ni por qué. Ni siquiera ubicó el lugar donde había visto aquel tono particular de rojo, aunque eso no evitó que supiera que aquello no le gustaba nada.
Había dado un par de pasos hacia la humana para preguntarle cómo estaba cuando Charlie cogió el colgante. Y entonces el mundo entero se convirtió en un pozo de horror. El destello rojo se repitió una vez más, y en esta ocasión Rádar sí se dio cuenta de dónde había visto antes aquel tono: era el color de Rocavaragálago. El color de la Luna Roja.
El carabés, sin embargo, no pudo pensar en qué significaba aquello. Contempló, asqueado, el proceso que estaba sufriendo Daer. Su estómago dio una voltereta ante aquel cambio, ante aquella cola deforme y aquellos huesos que ahora quedaban a la vista, ante aquel grito y gorgoteo repulsivo que había inundado todo el lugar. Su cerebro había quedado completamente bloqueado, incapaz de comprender qué había pasado, el significado del destello rojo ni la perturbadora mutación de su compañero de torreón. A pesar de que la respuesta estaba ante sus propios ojos el horror, la repulsión y las ganas de vomitar acaparaban demasiado la atención para que Rádar comprendiera el significado de lo que estaba pasando (lo que había pasado) justo delante de él.
—Aléjate de él —advirtió a Charlie, en una voz que no era un grito pero que, decididamente, sí era alta. Podía no saber lo que estaba pasando, pero la mutación de Daer era lo suficientemente horripilante para que no quisiera arriesgarse a nada.
La muerte del humano lo dejó congelado en aquel lugar. Rad contempló con una expresión de espanto cómo la cabeza de Charlie era aprisionada dentro de la boca de aquella... cosa. Oyó, más que vio, la rotura de aquellos huesos, la aniquilación de aquella vida. Dio un par de pasos hacia atrás, tambaleándose, incapaz de procesar lo que había visto y oído. En aquella décima de segundo, en la cual vio al cadáver decapitado de Charlie caer al suelo, con la cabeza convertida en una pulpa de hueso, carne y sangre, su mente se ralentizó. Era como si hubiera contemplato algo tan espantoso (como, de hecho, había pasado) que ya no fuera capaz de trabajar. La noción del fin de Charlie, de que Daer (o algo que había sido Daer) lo había matado, había extinguido su vida, había eliminado todo su futuro, lo había dejado incapaz de hacer nada.
Luego miró hacia Daer, imposible de reconocer, y más atrás: hacia Dafne. Y el shock no pasó, pero la adrenalina producto del más primitivo pavor que podía sentir un animal se hizo cargo de la situación.
—¡AL SALÓN!
Rádar no tenía armas ni magia. Era incapaz de matar a aquella cosa, y por contra era muy probable que muriera si se enfrentaba a eso. Y tenía claro que no quería morir.
Así que se dio la vuelta y corrió hacia el salón. Sin la más mínima posibilidad de defenderse (de que ninguno de ellos se defendiera) solo podían intentar poner todas las barreras posibles entre ellos y el ser que había aparecido en el patio. Luego ya podrían pensar en cómo matarlo, cuando no fuera una amenaza aterradoramente peligrosa.
Cuando llegó al salón se giró, esperando ver a Dafne y Sakrilt entrando tras él. No solo no lo vio, sino que contempló, con consternación, cómo el mayor de los nublinos se adelantaba y salía al patio, diciendo cosas que apenas entendió. El carabés no comprendía cómo podía querer que hicieran nada cuando aquel monstruo estaba en mitad del patio, completamente capaz de acceder a ellos y abrirles las tripas.
—¡¿ESTÁS LOCO?!
A Rádar le habría gustado hacer algo. Echarse para adelante, quizás, y arrastrar a Barael hacia el salón. Para bien o para mal, sin embargo, no tuvo tiempo de moverse antes que quienes se encontraban en el patio.
Había dado un par de pasos hacia la humana para preguntarle cómo estaba cuando Charlie cogió el colgante. Y entonces el mundo entero se convirtió en un pozo de horror. El destello rojo se repitió una vez más, y en esta ocasión Rádar sí se dio cuenta de dónde había visto antes aquel tono: era el color de Rocavaragálago. El color de la Luna Roja.
El carabés, sin embargo, no pudo pensar en qué significaba aquello. Contempló, asqueado, el proceso que estaba sufriendo Daer. Su estómago dio una voltereta ante aquel cambio, ante aquella cola deforme y aquellos huesos que ahora quedaban a la vista, ante aquel grito y gorgoteo repulsivo que había inundado todo el lugar. Su cerebro había quedado completamente bloqueado, incapaz de comprender qué había pasado, el significado del destello rojo ni la perturbadora mutación de su compañero de torreón. A pesar de que la respuesta estaba ante sus propios ojos el horror, la repulsión y las ganas de vomitar acaparaban demasiado la atención para que Rádar comprendiera el significado de lo que estaba pasando (lo que había pasado) justo delante de él.
—Aléjate de él —advirtió a Charlie, en una voz que no era un grito pero que, decididamente, sí era alta. Podía no saber lo que estaba pasando, pero la mutación de Daer era lo suficientemente horripilante para que no quisiera arriesgarse a nada.
La muerte del humano lo dejó congelado en aquel lugar. Rad contempló con una expresión de espanto cómo la cabeza de Charlie era aprisionada dentro de la boca de aquella... cosa. Oyó, más que vio, la rotura de aquellos huesos, la aniquilación de aquella vida. Dio un par de pasos hacia atrás, tambaleándose, incapaz de procesar lo que había visto y oído. En aquella décima de segundo, en la cual vio al cadáver decapitado de Charlie caer al suelo, con la cabeza convertida en una pulpa de hueso, carne y sangre, su mente se ralentizó. Era como si hubiera contemplato algo tan espantoso (como, de hecho, había pasado) que ya no fuera capaz de trabajar. La noción del fin de Charlie, de que Daer (o algo que había sido Daer) lo había matado, había extinguido su vida, había eliminado todo su futuro, lo había dejado incapaz de hacer nada.
Luego miró hacia Daer, imposible de reconocer, y más atrás: hacia Dafne. Y el shock no pasó, pero la adrenalina producto del más primitivo pavor que podía sentir un animal se hizo cargo de la situación.
—¡AL SALÓN!
Rádar no tenía armas ni magia. Era incapaz de matar a aquella cosa, y por contra era muy probable que muriera si se enfrentaba a eso. Y tenía claro que no quería morir.
Así que se dio la vuelta y corrió hacia el salón. Sin la más mínima posibilidad de defenderse (de que ninguno de ellos se defendiera) solo podían intentar poner todas las barreras posibles entre ellos y el ser que había aparecido en el patio. Luego ya podrían pensar en cómo matarlo, cuando no fuera una amenaza aterradoramente peligrosa.
Cuando llegó al salón se giró, esperando ver a Dafne y Sakrilt entrando tras él. No solo no lo vio, sino que contempló, con consternación, cómo el mayor de los nublinos se adelantaba y salía al patio, diciendo cosas que apenas entendió. El carabés no comprendía cómo podía querer que hicieran nada cuando aquel monstruo estaba en mitad del patio, completamente capaz de acceder a ellos y abrirles las tripas.
—¡¿ESTÁS LOCO?!
A Rádar le habría gustado hacer algo. Echarse para adelante, quizás, y arrastrar a Barael hacia el salón. Para bien o para mal, sin embargo, no tuvo tiempo de moverse antes que quienes se encontraban en el patio.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 02:33 pm
La bestia masticó y tragó los restos de su amigo y el sabor que llenó su boca le supo a gloria, como si alcanzara de forma retorcida el mundo del Demiurgo. La baba sobresalía por los restos de las fauces que quedaron al descubierto, asomando junto a hilachas de carne y algún fragmento de hueso que quedaron atrapados en sus colmillos. Daer sabía que ya no había vuelta atrás, que su esencia era la de un monstruo, era antiestética y aberrante; jamás volvería a casa. Asumido esto, supo que Maciel tampoco era su casa. Que sus compañeros, en lo más profundo de su ser, en aquel lugar de su mente que se regía por el instinto, no eran más que carne. Y ahora que había probado el sabor de aquel manjar, quería más.
Gastó varios segundos saboreando su premio, suficientes para que todos huyeran de él y para que Barael se acercara peligrosamente. Esbozó una sonrisa pérfida, arruinada como todo él, y se relamió, enseñando al nublino una lengua inusualmente larga. Emitió un lloro salvaje.
—¿A QUÉ SABES, BARAEL? —le dijo con una voz gutural que poco recordaba al habla dulce de su yo reprimido.
En ese mismo instante, Daer echó a correr. El daeliciano no pudo sino maravillarse de sus nuevas piernas, de la fuerza con la que lo impulsaban y la velocidad que alcanzaron. Recortó la distancia en tan poco espacio de tiempo que Barael no podría responderle. El caimántropo hizo una finta, rodeó al nublino y se agachó con las mandíbulas por delante. Aquellos colmillos recién estrenados se hundieron en el costado derecho y atravesaron la carne. El tacto viscoso de la lengua de Daer acarició la piel desde el interior del bocado para probar a su presa. Si la carne sabía mejor cruda, Barael sabría mejor antes de matarlo.
Aunque Daer se contuvo, la fuerza del mordisco sería suficiente para que Barael soltara su arma.
Gastó varios segundos saboreando su premio, suficientes para que todos huyeran de él y para que Barael se acercara peligrosamente. Esbozó una sonrisa pérfida, arruinada como todo él, y se relamió, enseñando al nublino una lengua inusualmente larga. Emitió un lloro salvaje.
—¿A QUÉ SABES, BARAEL? —le dijo con una voz gutural que poco recordaba al habla dulce de su yo reprimido.
En ese mismo instante, Daer echó a correr. El daeliciano no pudo sino maravillarse de sus nuevas piernas, de la fuerza con la que lo impulsaban y la velocidad que alcanzaron. Recortó la distancia en tan poco espacio de tiempo que Barael no podría responderle. El caimántropo hizo una finta, rodeó al nublino y se agachó con las mandíbulas por delante. Aquellos colmillos recién estrenados se hundieron en el costado derecho y atravesaron la carne. El tacto viscoso de la lengua de Daer acarició la piel desde el interior del bocado para probar a su presa. Si la carne sabía mejor cruda, Barael sabría mejor antes de matarlo.
Aunque Daer se contuvo, la fuerza del mordisco sería suficiente para que Barael soltara su arma.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 07:18 pm
Sakrilt no sabía si tenía miedo. No necesitaba saberlo para defender su propia vida o la de sus compañeros, y en su mundo de origen había visto animales mucho más grandes y traicioneros que aquel. Hacía unos minutos había estado intentando acelerar su proceso de muda con un machete modesto, que todavía estaba tirado a sus pies. La clinger perdió tiempo recogiéndolo, el suficiente para no poder interponerse entre Daer y Barael antes de que el segundo fuese mordido en el costado.
Pero Sakrilt no retrocedió ni cambió sus planes. Ella también corrió hacia el monstruo; sus manos no temblaron mientras dirigían el machete al hueco entre dos costillas de Daer con todas sus fuerzas.
—¡Mejor prueba metal, cabronazo! —le gritó. Ella tampoco pensaba dejar en paz a su presa. Su reciente aumento de tamaño le había proporcionado más confianza en sí misma de la que ya tenía.
Pero Sakrilt no retrocedió ni cambió sus planes. Ella también corrió hacia el monstruo; sus manos no temblaron mientras dirigían el machete al hueco entre dos costillas de Daer con todas sus fuerzas.
—¡Mejor prueba metal, cabronazo! —le gritó. Ella tampoco pensaba dejar en paz a su presa. Su reciente aumento de tamaño le había proporcionado más confianza en sí misma de la que ya tenía.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 07:32 pm
Dafne, todavía mareada asimilando el torrente de energía que había comenzado a fluir por todo su cuerpo, en principio se dejó levitar hasta alcazar la ventana. Abajo todo transcurría muy rápido, y cuando la chica empezó a ser consciente de lo que estaba sucediendo empezó a agitarse. Apenas se había enterado de lo que había ocurrido con Charlie, pero vio claramente como el monstruo atacaba a Barael.
—¡No, espera, Tayron! ¡Tengo que...! ¡Tengo que hacer algo, puedo hacer algo! ¡De algún modo... lo sé!
Dafne usó su propio hechizo de levitación. El de Tayron se desvaneció instantáneamente y ella tomó el control. Descendió rápidamente, justo cuando Sakrilt se lanzaba al ataque. Ella se dirigió hacia el nublino herido y comenzó a conjurar el hechizo de sanación superficial. A pesar de lo débil que era aquel sortilegio, tuvo un efecto mucho mayor de lo que cabría esperar. No bastó, ni mucho menos, para curar la herida por completo; pero desde luego Barael podría notar una mejoría considerble teniendo en cuenta que se suponía que tan solo servía para curar arañazos.
<<Aguanta, Sak...>> pensaba mientras se aseguraba de que Barael no corría peligro y su mente discurría a toda velocidad tratando de pensar cómo podría detener a la bestia en la que se había convertido Daer con el poco arsenal del que disponía.
—¡No, espera, Tayron! ¡Tengo que...! ¡Tengo que hacer algo, puedo hacer algo! ¡De algún modo... lo sé!
Dafne usó su propio hechizo de levitación. El de Tayron se desvaneció instantáneamente y ella tomó el control. Descendió rápidamente, justo cuando Sakrilt se lanzaba al ataque. Ella se dirigió hacia el nublino herido y comenzó a conjurar el hechizo de sanación superficial. A pesar de lo débil que era aquel sortilegio, tuvo un efecto mucho mayor de lo que cabría esperar. No bastó, ni mucho menos, para curar la herida por completo; pero desde luego Barael podría notar una mejoría considerble teniendo en cuenta que se suponía que tan solo servía para curar arañazos.
<<Aguanta, Sak...>> pensaba mientras se aseguraba de que Barael no corría peligro y su mente discurría a toda velocidad tratando de pensar cómo podría detener a la bestia en la que se había convertido Daer con el poco arsenal del que disponía.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 08:09 pm
Un dolor lacerante le hizo soltar su agarre y Daer lloró como niño y como caimán, emitiendo un chillido lastimero que pronto dio paso a la rabia. Dio un giro de ciento ochenta grados en busca de su atacante y, de una sacudida bestial, sus dientes encontraron carne nueva. Sus mandíbulas se cerraron a la altura del hombro de Sakrilt, cuyo exoesqueleto la salvó de perder el brazo izquierdo. Daer la sacudió enrabietado contra el suelo, se agachó para incorporarse a cuatro patas y se arrastró con ella hacia la entrada. Dejaban tras de sí un rastro de sangre cyan mezclada con hemolinfa, una suerte de cuadro abstracto formado por los degradados de un único gran trazo.
Una vez dentro se incorporó levemente, adoptando una pose encorvada por el peso de Sakrilt, a quien se negaba a soltar. La suerte quiso que pasara cerca, muy cerca de Rádar, y que dirigiera un zarpazo en su dirección. La brusquedad con la que se agitaba sirvió para abrir la carne en su rostro. Cuatro zarpazos cruzaban en diagonal la cara de Rad y su sangre roja pronto dio un nuevo toque de color al suelo.
Cuando estuvo frente a sus compañeros, los buscó con unos ojos que aun guardaban el color ambarino tan característico del daeliciano, unos ojos a medio convertir, con pupilas de diferentes tamaños y una esclerótica teñida de amarillo. Con esos ojos desiguales, arruinados como todo él, los desafiaba henchido de orgullo. Daer no era como ellos, ya no, no había vergüenza en su condición monstruosa; quería que lo vieran comer. Así, apretó con fuerza sus fauces y todos pudieron oír como el exoesqueleto nuevo de Sakrilt se partía.
Una vez dentro se incorporó levemente, adoptando una pose encorvada por el peso de Sakrilt, a quien se negaba a soltar. La suerte quiso que pasara cerca, muy cerca de Rádar, y que dirigiera un zarpazo en su dirección. La brusquedad con la que se agitaba sirvió para abrir la carne en su rostro. Cuatro zarpazos cruzaban en diagonal la cara de Rad y su sangre roja pronto dio un nuevo toque de color al suelo.
Cuando estuvo frente a sus compañeros, los buscó con unos ojos que aun guardaban el color ambarino tan característico del daeliciano, unos ojos a medio convertir, con pupilas de diferentes tamaños y una esclerótica teñida de amarillo. Con esos ojos desiguales, arruinados como todo él, los desafiaba henchido de orgullo. Daer no era como ellos, ya no, no había vergüenza en su condición monstruosa; quería que lo vieran comer. Así, apretó con fuerza sus fauces y todos pudieron oír como el exoesqueleto nuevo de Sakrilt se partía.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 08:26 pm
Sakrilt no gritó, gruñó y resistió el ataque, pero Daer la zarandeó y, durante unos momentos que parecieron interminables, la clinger perdió casi por completo el control de su cuerpo. Solo casi porque había algo que sabía que no podía dejar de aferrar: el machete. Si lo perdía, su mejor baza desaparecería.
La clinger solo tuvo tiempo de arrancar el machete de la carne de Daer antes de que su exoesqueleto crujiese bajo la presión de su mordisco. El dolor fue lo que le dio el impulso suficiente para volver a clavar el arma, esta vez sin poder tomar carrerilla, con el pulso tembloroso, pero con toda la fuerza de quien quiere librarse de una muerte inminente. Sakrilt buscaba hundirla lo más cerca del corazón posible. Sabía que tenía los segundos contados sin la protección de su exoesqueleto.
La clinger solo tuvo tiempo de arrancar el machete de la carne de Daer antes de que su exoesqueleto crujiese bajo la presión de su mordisco. El dolor fue lo que le dio el impulso suficiente para volver a clavar el arma, esta vez sin poder tomar carrerilla, con el pulso tembloroso, pero con toda la fuerza de quien quiere librarse de una muerte inminente. Sakrilt buscaba hundirla lo más cerca del corazón posible. Sabía que tenía los segundos contados sin la protección de su exoesqueleto.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 08:43 pm
En esta ocasión el dolor fue mucho más intenso, tanto que Daer cerró las fauces en un acto reflejo. La fuerza de su mordida arrancó definitivamente el brazo de Sakrilt frente a todos sus compañeros. La clinger cayó al suelo e intentó alejarse, pero la ira de un depredador herido cayó sobre ella. Daer la pisó con tanta fuerza que le partió la columna con unas garras tan grandes que habían roto sus zapatillas viejas. El dolor producido por el movimiento le hizo perder el control y el caimántropo rugió, colérico, cegado por todas las sensaciones y pensamientos que bullían en su mente. No contento con el daño que ya le había causado, se agachó para desmenuzarla con uñas y dientes.
Sus ojos no perdían de vista la habitación, ni a sus antiguos compañeros. A quienes fueran que quisieran acercarse, les lanzaría primero las piezas mayores del exoesqueleto, luego los brazos, las piernas y la cabeza... Mientras tanto, disfrutaría del sabor de cada bocado.
Sus ojos no perdían de vista la habitación, ni a sus antiguos compañeros. A quienes fueran que quisieran acercarse, les lanzaría primero las piezas mayores del exoesqueleto, luego los brazos, las piernas y la cabeza... Mientras tanto, disfrutaría del sabor de cada bocado.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/07/18, 12:07 am
Tay no escuchó al mayor de los nublinos dedicándole palabras de apoyo pero sí a su hermano cuando pasó veloz a su lado para reunirse con el resto. “No dejes que esa cosa la agarre”. La visión de Dafne siendo atrapada por aquella cosa entre sus garras fue estremecedora, aquel momento en que el tiempo se para y sabes que se acabó esa persona, que aún no ha pasado nada pero se acabó, va a morir. Como en las pelis.
No, Eriel. No iba a dejar que la tocara, Dafne merecía vivir, como todos ellos, se lo habían currado tanto, lo habían hecho tan bien hasta ahora... para que algo se colara de pronto en el torreón y lo destrozara todo, todas las buenas y malas decisiones que habían tenido en grupo pero que al final desde lo de Nad y los sinhadres nadie había muerto o desaparecido. Y ya hacía un tiempo de eso.
-¿QUÉ?- dijo desesperado cuando Dafne le habló en el aire, tan cerca de entrar por la ventana y a la vez tan lejos de él. Se deshizo de su hechizo de levitación al instante y antes de que pudiera hacer nada la noruega se deslizó por el aire hacia abajo de cabeza al peligro arguyendo que podría hacer algo más- ¡No! ¡DAFNE! ¡No puedes hacer nada sola!- pero no tenía tiempo para convencerla, sabía que no podía, Dafne era más valiente que él, ahora lo comprendía, por eso se había enamorado de ella. Algo le decía que saldría mal, que estaba dejando escapar a la persona que más amaba enfrentar al monstruo. Necesitaba lanzarse por la ventana él también y encontrar una solución juntos.
-¡Mierda Daf! Cabeza loca, ¡Joder!- en cambio, no conjuró sobre sí mismo ni sería el héroe de la historia que siempre se imaginaba que algún día sería. Aquellos sueños se habían alejado de la realidad con los restos de Charlie en el suelo. Tayron corrió hacia abajo lo más rápido que pudo con frustración casi tropezando por las escaleras y teniendo que saltar por encima de Siete que se hallaba apoyado contra el sofá hasta la armería. Nunca había sentido nada igual, la descarga de adrenalina que había en su cuerpo era demasiada, su mente se veía nublada y dividida entre lo que podía, debía y quería hacer. A pesar de todo agarró su lanza con fuerza y temblores debido a los gritos continuos provenientes de arriba. Preciosos segundos, Dafne ya podría estar muerta, quién seguiría vivo cuando subiera en aquellos segundos era un misterio. No estaba dispuesto a dejar pasar más tiempo así que se dirigió hacia el salón únicamente con su arma.
Pensó que la escena de Charlie no podía empeorar. Entender que Daer era el que acababa de morder a Barael y a Sakrilt en el hombro fue aún peor. Todo el tiempo había sido el daeliciano, ¿lo tendría planeado durante todo ese tiempo? ¿Quizás avisar de su nueva condición días antes solo era una despedida a sus presas?. El humano creyó, que jamás lo sabría con certeza. Tragó saliva.
-¡Arriba!- gritaría al que estuviera en el suelo- ¡Por favor coged las armas!- se sentía un cobarde por pedir una formación ahora, cuando Sakrilt se debatía con Daer a duras penas en un duelo a muerte. Pero fue demasiado tarde, todo sucedió deprisa. En un instante la clinger se vio arrastrada por el patio hasta el salón dejando un reguero de sangre tras de sí. Rad cayó con unos zarpazos y el brazo de Sak fue arrancado de cuajo. -¡NO!- alzó la lanza con lágrimas de impotencia cruzando su rostro, aquello no era un brote incontrolable del daeliciano, estaba disfrutando, podía verlo en sus ojos, los ojos inocentes de quien llegó un día al torreón como uno más- ¡Déjala! ¡Para de una puta vez!- pero el sonido de la columna de Sak fue definitivo, su lucha terminó.
A lo lejos, cruzó una mirada desoladora con Dafne, que había curado a Barael, solo él sabía lo desafortunado que se sentía de no poder estar al otro lado. Pero aquella bestia se interponía ante ellos. Tenía miedo hasta de respirar por si él era el siguiente objetivo, de hablarle a Dafne por si lo era ella. Sin embargo Tay seguía con la lanza en pie en alto, en clara posición defensiva ante el cuerpo desmenuzado de su amiga, aún no sabía por qué, seguramente por instinto básico de supervivencia.
-Venid a-a-quí- dijo con voz temblorosa y sin parar de mirar a la noruega deseando que no hiciera una locura. Ahora lo único que podía pensar era que no debían presentar un objetivo claro, si se agrupaban sería más fácil. Ojalá Daer no se diera la vuelta, deseó con todas sus fuerzas- venid- y aún sí lo sabía, se conocía lo suficiente. Sus ojos aún puestos en la noruega, si ella efectuaba un movimiento, Tay lo correspondería desde el otro lado en un santiamén con su lanza. Le temblaban las piernas, pero no podía fallar.
No, Eriel. No iba a dejar que la tocara, Dafne merecía vivir, como todos ellos, se lo habían currado tanto, lo habían hecho tan bien hasta ahora... para que algo se colara de pronto en el torreón y lo destrozara todo, todas las buenas y malas decisiones que habían tenido en grupo pero que al final desde lo de Nad y los sinhadres nadie había muerto o desaparecido. Y ya hacía un tiempo de eso.
-¿QUÉ?- dijo desesperado cuando Dafne le habló en el aire, tan cerca de entrar por la ventana y a la vez tan lejos de él. Se deshizo de su hechizo de levitación al instante y antes de que pudiera hacer nada la noruega se deslizó por el aire hacia abajo de cabeza al peligro arguyendo que podría hacer algo más- ¡No! ¡DAFNE! ¡No puedes hacer nada sola!- pero no tenía tiempo para convencerla, sabía que no podía, Dafne era más valiente que él, ahora lo comprendía, por eso se había enamorado de ella. Algo le decía que saldría mal, que estaba dejando escapar a la persona que más amaba enfrentar al monstruo. Necesitaba lanzarse por la ventana él también y encontrar una solución juntos.
-¡Mierda Daf! Cabeza loca, ¡Joder!- en cambio, no conjuró sobre sí mismo ni sería el héroe de la historia que siempre se imaginaba que algún día sería. Aquellos sueños se habían alejado de la realidad con los restos de Charlie en el suelo. Tayron corrió hacia abajo lo más rápido que pudo con frustración casi tropezando por las escaleras y teniendo que saltar por encima de Siete que se hallaba apoyado contra el sofá hasta la armería. Nunca había sentido nada igual, la descarga de adrenalina que había en su cuerpo era demasiada, su mente se veía nublada y dividida entre lo que podía, debía y quería hacer. A pesar de todo agarró su lanza con fuerza y temblores debido a los gritos continuos provenientes de arriba. Preciosos segundos, Dafne ya podría estar muerta, quién seguiría vivo cuando subiera en aquellos segundos era un misterio. No estaba dispuesto a dejar pasar más tiempo así que se dirigió hacia el salón únicamente con su arma.
Pensó que la escena de Charlie no podía empeorar. Entender que Daer era el que acababa de morder a Barael y a Sakrilt en el hombro fue aún peor. Todo el tiempo había sido el daeliciano, ¿lo tendría planeado durante todo ese tiempo? ¿Quizás avisar de su nueva condición días antes solo era una despedida a sus presas?. El humano creyó, que jamás lo sabría con certeza. Tragó saliva.
-¡Arriba!- gritaría al que estuviera en el suelo- ¡Por favor coged las armas!- se sentía un cobarde por pedir una formación ahora, cuando Sakrilt se debatía con Daer a duras penas en un duelo a muerte. Pero fue demasiado tarde, todo sucedió deprisa. En un instante la clinger se vio arrastrada por el patio hasta el salón dejando un reguero de sangre tras de sí. Rad cayó con unos zarpazos y el brazo de Sak fue arrancado de cuajo. -¡NO!- alzó la lanza con lágrimas de impotencia cruzando su rostro, aquello no era un brote incontrolable del daeliciano, estaba disfrutando, podía verlo en sus ojos, los ojos inocentes de quien llegó un día al torreón como uno más- ¡Déjala! ¡Para de una puta vez!- pero el sonido de la columna de Sak fue definitivo, su lucha terminó.
A lo lejos, cruzó una mirada desoladora con Dafne, que había curado a Barael, solo él sabía lo desafortunado que se sentía de no poder estar al otro lado. Pero aquella bestia se interponía ante ellos. Tenía miedo hasta de respirar por si él era el siguiente objetivo, de hablarle a Dafne por si lo era ella. Sin embargo Tay seguía con la lanza en pie en alto, en clara posición defensiva ante el cuerpo desmenuzado de su amiga, aún no sabía por qué, seguramente por instinto básico de supervivencia.
-Venid a-a-quí- dijo con voz temblorosa y sin parar de mirar a la noruega deseando que no hiciera una locura. Ahora lo único que podía pensar era que no debían presentar un objetivo claro, si se agrupaban sería más fácil. Ojalá Daer no se diera la vuelta, deseó con todas sus fuerzas- venid- y aún sí lo sabía, se conocía lo suficiente. Sus ojos aún puestos en la noruega, si ella efectuaba un movimiento, Tay lo correspondería desde el otro lado en un santiamén con su lanza. Le temblaban las piernas, pero no podía fallar.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/07/18, 04:07 am
El pánico. Hyun hacia un rato que había perdido cabeza. En las pelis, el que más había vivido este tipo de cosas era el más duro, el más valiente. Hyun no. Hyun a veces se engañaba, quería creer que él era así, más aun cuando creía haber dejado margalar atras, no su amor por sus amigos, si no el terror y la desolación por sus muertes. No. Hyun era un cobarde.
- No - Era un gritito lastimoso, sin fuerza, mientras se esforzaba en levantarse del suelo. Detrás suyo Daer acometía contra Barael, luego contra el bicho. Esperaba en cierto modo que se mataran mutuamente que nadie más como Charlie muriera. Pero el bicho tambien cayó. <<Está dentro>> el monstruo se encontraba a pocos metros, durante unos segundos todo se vio borroso, la mente del coreano trataba de apagarse, pero no podía hacerlo si quería sobrevivir. El siguiente en ser atacado fue Rad y luego; luego quien tuviera que ser. Hyun ya no miraba, había ido acelerando y ahora huia como tantos otros, pero no a por armas.
No vomitaba por que sabía que no podía parar. Su corazon sin embargo, seguía tranquilo, invisible, solo encontrable si lo buscaba en su cuello, ya ni seguro de que fuera real, ya ni siquiera suyo. En su mente sin embargo latía una palabra <<No>> las lagrimas caían unas tras otras por sus mejillas y luego al suelo. A Hyun no le quedaba cabeza para nada más que eso. No. No quería morir, no quería sufrir daños, no le importaba nadie si sobrevivía. El chico llegó a las mazmorras agarró la manivela y empezó a hacer fuerza, las manos se resvalaban en su propio sudor, tropezaba al poner todo su peso en la acción, pero avanzaba. El terror se hacia mayor conforme avanzaba. La idea de que Daer hubiera acabado con todos y ahora fuera escaleras abajo dejando al coreano sin salida, iba tomando fuerza en su cabeza. Cada vez con más prisa, cada vez con peor estomago, cada vez con menos aire, menos espacio en un lugar sin ventanas que se cerraba sobre él, cada vez con más ganas de soltar la manivela y salir corriendo. Y eso hizo. Es posible que le hubiera faltado un poco al puente para bajar del todo. Al coreano solo le importaba salir de esa prisión en la que se había convertido el torreón. Iba hacia la puerta, tenía que abrirla, debía sobrevivir.
- No - Era un gritito lastimoso, sin fuerza, mientras se esforzaba en levantarse del suelo. Detrás suyo Daer acometía contra Barael, luego contra el bicho. Esperaba en cierto modo que se mataran mutuamente que nadie más como Charlie muriera. Pero el bicho tambien cayó. <<Está dentro>> el monstruo se encontraba a pocos metros, durante unos segundos todo se vio borroso, la mente del coreano trataba de apagarse, pero no podía hacerlo si quería sobrevivir. El siguiente en ser atacado fue Rad y luego; luego quien tuviera que ser. Hyun ya no miraba, había ido acelerando y ahora huia como tantos otros, pero no a por armas.
No vomitaba por que sabía que no podía parar. Su corazon sin embargo, seguía tranquilo, invisible, solo encontrable si lo buscaba en su cuello, ya ni seguro de que fuera real, ya ni siquiera suyo. En su mente sin embargo latía una palabra <<No>> las lagrimas caían unas tras otras por sus mejillas y luego al suelo. A Hyun no le quedaba cabeza para nada más que eso. No. No quería morir, no quería sufrir daños, no le importaba nadie si sobrevivía. El chico llegó a las mazmorras agarró la manivela y empezó a hacer fuerza, las manos se resvalaban en su propio sudor, tropezaba al poner todo su peso en la acción, pero avanzaba. El terror se hacia mayor conforme avanzaba. La idea de que Daer hubiera acabado con todos y ahora fuera escaleras abajo dejando al coreano sin salida, iba tomando fuerza en su cabeza. Cada vez con más prisa, cada vez con peor estomago, cada vez con menos aire, menos espacio en un lugar sin ventanas que se cerraba sobre él, cada vez con más ganas de soltar la manivela y salir corriendo. Y eso hizo. Es posible que le hubiera faltado un poco al puente para bajar del todo. Al coreano solo le importaba salir de esa prisión en la que se había convertido el torreón. Iba hacia la puerta, tenía que abrirla, debía sobrevivir.
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