Torreón Maciel (Archivo VIII)
+16
Kial
Tak
Rocavarancolia Rol
Lumichen
LEC
alpeca
Léthe0
Leonart
Bellota
Alicia
Dal
Neith2
Aes
Naeryan
Lops
Jack
20 participantes
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/02/16, 09:43 pm
Recuerdo del primer mensaje :
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 08:09 pm
Un dolor lacerante le hizo soltar su agarre y Daer lloró como niño y como caimán, emitiendo un chillido lastimero que pronto dio paso a la rabia. Dio un giro de ciento ochenta grados en busca de su atacante y, de una sacudida bestial, sus dientes encontraron carne nueva. Sus mandíbulas se cerraron a la altura del hombro de Sakrilt, cuyo exoesqueleto la salvó de perder el brazo izquierdo. Daer la sacudió enrabietado contra el suelo, se agachó para incorporarse a cuatro patas y se arrastró con ella hacia la entrada. Dejaban tras de sí un rastro de sangre cyan mezclada con hemolinfa, una suerte de cuadro abstracto formado por los degradados de un único gran trazo.
Una vez dentro se incorporó levemente, adoptando una pose encorvada por el peso de Sakrilt, a quien se negaba a soltar. La suerte quiso que pasara cerca, muy cerca de Rádar, y que dirigiera un zarpazo en su dirección. La brusquedad con la que se agitaba sirvió para abrir la carne en su rostro. Cuatro zarpazos cruzaban en diagonal la cara de Rad y su sangre roja pronto dio un nuevo toque de color al suelo.
Cuando estuvo frente a sus compañeros, los buscó con unos ojos que aun guardaban el color ambarino tan característico del daeliciano, unos ojos a medio convertir, con pupilas de diferentes tamaños y una esclerótica teñida de amarillo. Con esos ojos desiguales, arruinados como todo él, los desafiaba henchido de orgullo. Daer no era como ellos, ya no, no había vergüenza en su condición monstruosa; quería que lo vieran comer. Así, apretó con fuerza sus fauces y todos pudieron oír como el exoesqueleto nuevo de Sakrilt se partía.
Una vez dentro se incorporó levemente, adoptando una pose encorvada por el peso de Sakrilt, a quien se negaba a soltar. La suerte quiso que pasara cerca, muy cerca de Rádar, y que dirigiera un zarpazo en su dirección. La brusquedad con la que se agitaba sirvió para abrir la carne en su rostro. Cuatro zarpazos cruzaban en diagonal la cara de Rad y su sangre roja pronto dio un nuevo toque de color al suelo.
Cuando estuvo frente a sus compañeros, los buscó con unos ojos que aun guardaban el color ambarino tan característico del daeliciano, unos ojos a medio convertir, con pupilas de diferentes tamaños y una esclerótica teñida de amarillo. Con esos ojos desiguales, arruinados como todo él, los desafiaba henchido de orgullo. Daer no era como ellos, ya no, no había vergüenza en su condición monstruosa; quería que lo vieran comer. Así, apretó con fuerza sus fauces y todos pudieron oír como el exoesqueleto nuevo de Sakrilt se partía.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 08:26 pm
Sakrilt no gritó, gruñó y resistió el ataque, pero Daer la zarandeó y, durante unos momentos que parecieron interminables, la clinger perdió casi por completo el control de su cuerpo. Solo casi porque había algo que sabía que no podía dejar de aferrar: el machete. Si lo perdía, su mejor baza desaparecería.
La clinger solo tuvo tiempo de arrancar el machete de la carne de Daer antes de que su exoesqueleto crujiese bajo la presión de su mordisco. El dolor fue lo que le dio el impulso suficiente para volver a clavar el arma, esta vez sin poder tomar carrerilla, con el pulso tembloroso, pero con toda la fuerza de quien quiere librarse de una muerte inminente. Sakrilt buscaba hundirla lo más cerca del corazón posible. Sabía que tenía los segundos contados sin la protección de su exoesqueleto.
La clinger solo tuvo tiempo de arrancar el machete de la carne de Daer antes de que su exoesqueleto crujiese bajo la presión de su mordisco. El dolor fue lo que le dio el impulso suficiente para volver a clavar el arma, esta vez sin poder tomar carrerilla, con el pulso tembloroso, pero con toda la fuerza de quien quiere librarse de una muerte inminente. Sakrilt buscaba hundirla lo más cerca del corazón posible. Sabía que tenía los segundos contados sin la protección de su exoesqueleto.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/07/18, 08:43 pm
En esta ocasión el dolor fue mucho más intenso, tanto que Daer cerró las fauces en un acto reflejo. La fuerza de su mordida arrancó definitivamente el brazo de Sakrilt frente a todos sus compañeros. La clinger cayó al suelo e intentó alejarse, pero la ira de un depredador herido cayó sobre ella. Daer la pisó con tanta fuerza que le partió la columna con unas garras tan grandes que habían roto sus zapatillas viejas. El dolor producido por el movimiento le hizo perder el control y el caimántropo rugió, colérico, cegado por todas las sensaciones y pensamientos que bullían en su mente. No contento con el daño que ya le había causado, se agachó para desmenuzarla con uñas y dientes.
Sus ojos no perdían de vista la habitación, ni a sus antiguos compañeros. A quienes fueran que quisieran acercarse, les lanzaría primero las piezas mayores del exoesqueleto, luego los brazos, las piernas y la cabeza... Mientras tanto, disfrutaría del sabor de cada bocado.
Sus ojos no perdían de vista la habitación, ni a sus antiguos compañeros. A quienes fueran que quisieran acercarse, les lanzaría primero las piezas mayores del exoesqueleto, luego los brazos, las piernas y la cabeza... Mientras tanto, disfrutaría del sabor de cada bocado.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/07/18, 12:07 am
Tay no escuchó al mayor de los nublinos dedicándole palabras de apoyo pero sí a su hermano cuando pasó veloz a su lado para reunirse con el resto. “No dejes que esa cosa la agarre”. La visión de Dafne siendo atrapada por aquella cosa entre sus garras fue estremecedora, aquel momento en que el tiempo se para y sabes que se acabó esa persona, que aún no ha pasado nada pero se acabó, va a morir. Como en las pelis.
No, Eriel. No iba a dejar que la tocara, Dafne merecía vivir, como todos ellos, se lo habían currado tanto, lo habían hecho tan bien hasta ahora... para que algo se colara de pronto en el torreón y lo destrozara todo, todas las buenas y malas decisiones que habían tenido en grupo pero que al final desde lo de Nad y los sinhadres nadie había muerto o desaparecido. Y ya hacía un tiempo de eso.
-¿QUÉ?- dijo desesperado cuando Dafne le habló en el aire, tan cerca de entrar por la ventana y a la vez tan lejos de él. Se deshizo de su hechizo de levitación al instante y antes de que pudiera hacer nada la noruega se deslizó por el aire hacia abajo de cabeza al peligro arguyendo que podría hacer algo más- ¡No! ¡DAFNE! ¡No puedes hacer nada sola!- pero no tenía tiempo para convencerla, sabía que no podía, Dafne era más valiente que él, ahora lo comprendía, por eso se había enamorado de ella. Algo le decía que saldría mal, que estaba dejando escapar a la persona que más amaba enfrentar al monstruo. Necesitaba lanzarse por la ventana él también y encontrar una solución juntos.
-¡Mierda Daf! Cabeza loca, ¡Joder!- en cambio, no conjuró sobre sí mismo ni sería el héroe de la historia que siempre se imaginaba que algún día sería. Aquellos sueños se habían alejado de la realidad con los restos de Charlie en el suelo. Tayron corrió hacia abajo lo más rápido que pudo con frustración casi tropezando por las escaleras y teniendo que saltar por encima de Siete que se hallaba apoyado contra el sofá hasta la armería. Nunca había sentido nada igual, la descarga de adrenalina que había en su cuerpo era demasiada, su mente se veía nublada y dividida entre lo que podía, debía y quería hacer. A pesar de todo agarró su lanza con fuerza y temblores debido a los gritos continuos provenientes de arriba. Preciosos segundos, Dafne ya podría estar muerta, quién seguiría vivo cuando subiera en aquellos segundos era un misterio. No estaba dispuesto a dejar pasar más tiempo así que se dirigió hacia el salón únicamente con su arma.
Pensó que la escena de Charlie no podía empeorar. Entender que Daer era el que acababa de morder a Barael y a Sakrilt en el hombro fue aún peor. Todo el tiempo había sido el daeliciano, ¿lo tendría planeado durante todo ese tiempo? ¿Quizás avisar de su nueva condición días antes solo era una despedida a sus presas?. El humano creyó, que jamás lo sabría con certeza. Tragó saliva.
-¡Arriba!- gritaría al que estuviera en el suelo- ¡Por favor coged las armas!- se sentía un cobarde por pedir una formación ahora, cuando Sakrilt se debatía con Daer a duras penas en un duelo a muerte. Pero fue demasiado tarde, todo sucedió deprisa. En un instante la clinger se vio arrastrada por el patio hasta el salón dejando un reguero de sangre tras de sí. Rad cayó con unos zarpazos y el brazo de Sak fue arrancado de cuajo. -¡NO!- alzó la lanza con lágrimas de impotencia cruzando su rostro, aquello no era un brote incontrolable del daeliciano, estaba disfrutando, podía verlo en sus ojos, los ojos inocentes de quien llegó un día al torreón como uno más- ¡Déjala! ¡Para de una puta vez!- pero el sonido de la columna de Sak fue definitivo, su lucha terminó.
A lo lejos, cruzó una mirada desoladora con Dafne, que había curado a Barael, solo él sabía lo desafortunado que se sentía de no poder estar al otro lado. Pero aquella bestia se interponía ante ellos. Tenía miedo hasta de respirar por si él era el siguiente objetivo, de hablarle a Dafne por si lo era ella. Sin embargo Tay seguía con la lanza en pie en alto, en clara posición defensiva ante el cuerpo desmenuzado de su amiga, aún no sabía por qué, seguramente por instinto básico de supervivencia.
-Venid a-a-quí- dijo con voz temblorosa y sin parar de mirar a la noruega deseando que no hiciera una locura. Ahora lo único que podía pensar era que no debían presentar un objetivo claro, si se agrupaban sería más fácil. Ojalá Daer no se diera la vuelta, deseó con todas sus fuerzas- venid- y aún sí lo sabía, se conocía lo suficiente. Sus ojos aún puestos en la noruega, si ella efectuaba un movimiento, Tay lo correspondería desde el otro lado en un santiamén con su lanza. Le temblaban las piernas, pero no podía fallar.
No, Eriel. No iba a dejar que la tocara, Dafne merecía vivir, como todos ellos, se lo habían currado tanto, lo habían hecho tan bien hasta ahora... para que algo se colara de pronto en el torreón y lo destrozara todo, todas las buenas y malas decisiones que habían tenido en grupo pero que al final desde lo de Nad y los sinhadres nadie había muerto o desaparecido. Y ya hacía un tiempo de eso.
-¿QUÉ?- dijo desesperado cuando Dafne le habló en el aire, tan cerca de entrar por la ventana y a la vez tan lejos de él. Se deshizo de su hechizo de levitación al instante y antes de que pudiera hacer nada la noruega se deslizó por el aire hacia abajo de cabeza al peligro arguyendo que podría hacer algo más- ¡No! ¡DAFNE! ¡No puedes hacer nada sola!- pero no tenía tiempo para convencerla, sabía que no podía, Dafne era más valiente que él, ahora lo comprendía, por eso se había enamorado de ella. Algo le decía que saldría mal, que estaba dejando escapar a la persona que más amaba enfrentar al monstruo. Necesitaba lanzarse por la ventana él también y encontrar una solución juntos.
-¡Mierda Daf! Cabeza loca, ¡Joder!- en cambio, no conjuró sobre sí mismo ni sería el héroe de la historia que siempre se imaginaba que algún día sería. Aquellos sueños se habían alejado de la realidad con los restos de Charlie en el suelo. Tayron corrió hacia abajo lo más rápido que pudo con frustración casi tropezando por las escaleras y teniendo que saltar por encima de Siete que se hallaba apoyado contra el sofá hasta la armería. Nunca había sentido nada igual, la descarga de adrenalina que había en su cuerpo era demasiada, su mente se veía nublada y dividida entre lo que podía, debía y quería hacer. A pesar de todo agarró su lanza con fuerza y temblores debido a los gritos continuos provenientes de arriba. Preciosos segundos, Dafne ya podría estar muerta, quién seguiría vivo cuando subiera en aquellos segundos era un misterio. No estaba dispuesto a dejar pasar más tiempo así que se dirigió hacia el salón únicamente con su arma.
Pensó que la escena de Charlie no podía empeorar. Entender que Daer era el que acababa de morder a Barael y a Sakrilt en el hombro fue aún peor. Todo el tiempo había sido el daeliciano, ¿lo tendría planeado durante todo ese tiempo? ¿Quizás avisar de su nueva condición días antes solo era una despedida a sus presas?. El humano creyó, que jamás lo sabría con certeza. Tragó saliva.
-¡Arriba!- gritaría al que estuviera en el suelo- ¡Por favor coged las armas!- se sentía un cobarde por pedir una formación ahora, cuando Sakrilt se debatía con Daer a duras penas en un duelo a muerte. Pero fue demasiado tarde, todo sucedió deprisa. En un instante la clinger se vio arrastrada por el patio hasta el salón dejando un reguero de sangre tras de sí. Rad cayó con unos zarpazos y el brazo de Sak fue arrancado de cuajo. -¡NO!- alzó la lanza con lágrimas de impotencia cruzando su rostro, aquello no era un brote incontrolable del daeliciano, estaba disfrutando, podía verlo en sus ojos, los ojos inocentes de quien llegó un día al torreón como uno más- ¡Déjala! ¡Para de una puta vez!- pero el sonido de la columna de Sak fue definitivo, su lucha terminó.
A lo lejos, cruzó una mirada desoladora con Dafne, que había curado a Barael, solo él sabía lo desafortunado que se sentía de no poder estar al otro lado. Pero aquella bestia se interponía ante ellos. Tenía miedo hasta de respirar por si él era el siguiente objetivo, de hablarle a Dafne por si lo era ella. Sin embargo Tay seguía con la lanza en pie en alto, en clara posición defensiva ante el cuerpo desmenuzado de su amiga, aún no sabía por qué, seguramente por instinto básico de supervivencia.
-Venid a-a-quí- dijo con voz temblorosa y sin parar de mirar a la noruega deseando que no hiciera una locura. Ahora lo único que podía pensar era que no debían presentar un objetivo claro, si se agrupaban sería más fácil. Ojalá Daer no se diera la vuelta, deseó con todas sus fuerzas- venid- y aún sí lo sabía, se conocía lo suficiente. Sus ojos aún puestos en la noruega, si ella efectuaba un movimiento, Tay lo correspondería desde el otro lado en un santiamén con su lanza. Le temblaban las piernas, pero no podía fallar.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/07/18, 04:07 am
El pánico. Hyun hacia un rato que había perdido cabeza. En las pelis, el que más había vivido este tipo de cosas era el más duro, el más valiente. Hyun no. Hyun a veces se engañaba, quería creer que él era así, más aun cuando creía haber dejado margalar atras, no su amor por sus amigos, si no el terror y la desolación por sus muertes. No. Hyun era un cobarde.
- No - Era un gritito lastimoso, sin fuerza, mientras se esforzaba en levantarse del suelo. Detrás suyo Daer acometía contra Barael, luego contra el bicho. Esperaba en cierto modo que se mataran mutuamente que nadie más como Charlie muriera. Pero el bicho tambien cayó. <<Está dentro>> el monstruo se encontraba a pocos metros, durante unos segundos todo se vio borroso, la mente del coreano trataba de apagarse, pero no podía hacerlo si quería sobrevivir. El siguiente en ser atacado fue Rad y luego; luego quien tuviera que ser. Hyun ya no miraba, había ido acelerando y ahora huia como tantos otros, pero no a por armas.
No vomitaba por que sabía que no podía parar. Su corazon sin embargo, seguía tranquilo, invisible, solo encontrable si lo buscaba en su cuello, ya ni seguro de que fuera real, ya ni siquiera suyo. En su mente sin embargo latía una palabra <<No>> las lagrimas caían unas tras otras por sus mejillas y luego al suelo. A Hyun no le quedaba cabeza para nada más que eso. No. No quería morir, no quería sufrir daños, no le importaba nadie si sobrevivía. El chico llegó a las mazmorras agarró la manivela y empezó a hacer fuerza, las manos se resvalaban en su propio sudor, tropezaba al poner todo su peso en la acción, pero avanzaba. El terror se hacia mayor conforme avanzaba. La idea de que Daer hubiera acabado con todos y ahora fuera escaleras abajo dejando al coreano sin salida, iba tomando fuerza en su cabeza. Cada vez con más prisa, cada vez con peor estomago, cada vez con menos aire, menos espacio en un lugar sin ventanas que se cerraba sobre él, cada vez con más ganas de soltar la manivela y salir corriendo. Y eso hizo. Es posible que le hubiera faltado un poco al puente para bajar del todo. Al coreano solo le importaba salir de esa prisión en la que se había convertido el torreón. Iba hacia la puerta, tenía que abrirla, debía sobrevivir.
- No - Era un gritito lastimoso, sin fuerza, mientras se esforzaba en levantarse del suelo. Detrás suyo Daer acometía contra Barael, luego contra el bicho. Esperaba en cierto modo que se mataran mutuamente que nadie más como Charlie muriera. Pero el bicho tambien cayó. <<Está dentro>> el monstruo se encontraba a pocos metros, durante unos segundos todo se vio borroso, la mente del coreano trataba de apagarse, pero no podía hacerlo si quería sobrevivir. El siguiente en ser atacado fue Rad y luego; luego quien tuviera que ser. Hyun ya no miraba, había ido acelerando y ahora huia como tantos otros, pero no a por armas.
No vomitaba por que sabía que no podía parar. Su corazon sin embargo, seguía tranquilo, invisible, solo encontrable si lo buscaba en su cuello, ya ni seguro de que fuera real, ya ni siquiera suyo. En su mente sin embargo latía una palabra <<No>> las lagrimas caían unas tras otras por sus mejillas y luego al suelo. A Hyun no le quedaba cabeza para nada más que eso. No. No quería morir, no quería sufrir daños, no le importaba nadie si sobrevivía. El chico llegó a las mazmorras agarró la manivela y empezó a hacer fuerza, las manos se resvalaban en su propio sudor, tropezaba al poner todo su peso en la acción, pero avanzaba. El terror se hacia mayor conforme avanzaba. La idea de que Daer hubiera acabado con todos y ahora fuera escaleras abajo dejando al coreano sin salida, iba tomando fuerza en su cabeza. Cada vez con más prisa, cada vez con peor estomago, cada vez con menos aire, menos espacio en un lugar sin ventanas que se cerraba sobre él, cada vez con más ganas de soltar la manivela y salir corriendo. Y eso hizo. Es posible que le hubiera faltado un poco al puente para bajar del todo. Al coreano solo le importaba salir de esa prisión en la que se había convertido el torreón. Iba hacia la puerta, tenía que abrirla, debía sobrevivir.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
16/07/18, 02:30 am
Sox terminó de subir las escaleras justo a tiempo para ver cómo la bestia terminaba de masticar el cuerpo del suelo y atrapaba en su lugar a Barael como un guiñapo. Su cerebro no recordó ni maldecir cómo el chico se había puesto en primera línea. Sólo cabía espacio al pánico: en una pesadilla como la que estaba pasando no había culpas que repartir, únicamente víctimas. Sólo tuvo tiempo de desear, en el espacio de un pensamiento, que el nublino no estuviera muerto.
El carabés ahogó un grito con la mano al oír hablar a aquella cosa, conmocionado. La última pieza de la verdad cayó sobre él de la forma certera de una guillotina y se olvidó por completo de las armas que acababa de dejar a sus pies.
Ahora que no miraba desde arriba los rasgos de la bestia eran más nítidos, revestidos de una familiaridad espantosa; parte de la ropa todavía permanecía. Las facciones de Daer estaban allí, estiradas y deformadas por los cambios y el nuevo rictus de crueldad. Eran un reflejo del futuro de todos ellos, el cambio que podían sufrir. La escena del patio tras la puerta cambió por completo ante sus ojos.
El corazón se le paró en el sitio una vez más cuando Rad recibió un zarpazo: su cerebro completó la simulación con un aterrador segundo de adelanto y creyó que iba a haber otra muerte, que las garras iban a abrirle la cabeza de rostro para adentro. Hubo un destello de sangre, pero el cuerpo del otro carabés trastabilló hacia atrás con la torpeza de una persona viva, y no el peso muerto de un cadáver. Gritó de sorpresa y de espanto cuando las fauces de Daer se cerraron sobre la clinger y su voz se perdió en el caos que inundaba el resto del torreón.
La llamada de Tay, trémula como era, envió un torrente de alivio a través de sus venas. Juntarse, protegerse, hacer piña: nada se le hacía más preferible en aquel momento. Acudió enseguida junto al belga, y sólo de forma tardía se dio cuenta de que el arma que había cogido a toda prisa no era su ballesta. El que había traído consigo ni siquiera era el sable con el que había estado practicando con Rad todos esos días. Rocavarancolia convertía en nada todos sus intentos de prepararse.
Su mente nadaba en un mar de confusión, horror, odio y adrenalina, debatiéndose todavía por asimilar lo que tenía delante. Las cadenas del puente chirriaban abriéndoles una salida pero Dafne y Barael seguían atrapados en el patio. No podían irse.
No tenían que irse. El pensamiento se abrió paso en su mente como el fuego candente. El monstruo era el que tenía que hacerlo.
La imagen de Daer frente a él era como un insulto a voz en grito, imposible de ignorar. Lo que había pasado era un síntoma, era un cambio. No hacía falta la Luna Roja para convertirse en monstruos. Las implicaciones le atronaban en la cabeza pero no lograba pensar en ellas. El miedo, en lugar de desaparecer, prendió en él un irrefrenable deseo de echar culpas; la sangre le hervía con la traición y la injusticia de todo aquello. Si Daer tenía conciencia como para hablar significaba que podía evitar aquello. Podía evitarlo y no quería. Tenía que irse. Merecía ser castigado. Ahora era parte de la ciudad frente a la que tenían que protegerse.
—¡Vete! —le increpó. Le temblaba la voz, le temblaban las manos que sujetaban la espada frente a él. Se le saltaron lágrimas a los ojos de frustración. La mezcla de rabia y terror era enloquecedora—. Se acabó. ¡Fuera de aquí!
El corazón le latía con la fuerza de dos compañeros muertos. Una flecha candente surcó el aire desde el arco de Eriel.
El carabés ahogó un grito con la mano al oír hablar a aquella cosa, conmocionado. La última pieza de la verdad cayó sobre él de la forma certera de una guillotina y se olvidó por completo de las armas que acababa de dejar a sus pies.
Ahora que no miraba desde arriba los rasgos de la bestia eran más nítidos, revestidos de una familiaridad espantosa; parte de la ropa todavía permanecía. Las facciones de Daer estaban allí, estiradas y deformadas por los cambios y el nuevo rictus de crueldad. Eran un reflejo del futuro de todos ellos, el cambio que podían sufrir. La escena del patio tras la puerta cambió por completo ante sus ojos.
El corazón se le paró en el sitio una vez más cuando Rad recibió un zarpazo: su cerebro completó la simulación con un aterrador segundo de adelanto y creyó que iba a haber otra muerte, que las garras iban a abrirle la cabeza de rostro para adentro. Hubo un destello de sangre, pero el cuerpo del otro carabés trastabilló hacia atrás con la torpeza de una persona viva, y no el peso muerto de un cadáver. Gritó de sorpresa y de espanto cuando las fauces de Daer se cerraron sobre la clinger y su voz se perdió en el caos que inundaba el resto del torreón.
La llamada de Tay, trémula como era, envió un torrente de alivio a través de sus venas. Juntarse, protegerse, hacer piña: nada se le hacía más preferible en aquel momento. Acudió enseguida junto al belga, y sólo de forma tardía se dio cuenta de que el arma que había cogido a toda prisa no era su ballesta. El que había traído consigo ni siquiera era el sable con el que había estado practicando con Rad todos esos días. Rocavarancolia convertía en nada todos sus intentos de prepararse.
Su mente nadaba en un mar de confusión, horror, odio y adrenalina, debatiéndose todavía por asimilar lo que tenía delante. Las cadenas del puente chirriaban abriéndoles una salida pero Dafne y Barael seguían atrapados en el patio. No podían irse.
No tenían que irse. El pensamiento se abrió paso en su mente como el fuego candente. El monstruo era el que tenía que hacerlo.
La imagen de Daer frente a él era como un insulto a voz en grito, imposible de ignorar. Lo que había pasado era un síntoma, era un cambio. No hacía falta la Luna Roja para convertirse en monstruos. Las implicaciones le atronaban en la cabeza pero no lograba pensar en ellas. El miedo, en lugar de desaparecer, prendió en él un irrefrenable deseo de echar culpas; la sangre le hervía con la traición y la injusticia de todo aquello. Si Daer tenía conciencia como para hablar significaba que podía evitar aquello. Podía evitarlo y no quería. Tenía que irse. Merecía ser castigado. Ahora era parte de la ciudad frente a la que tenían que protegerse.
—¡Vete! —le increpó. Le temblaba la voz, le temblaban las manos que sujetaban la espada frente a él. Se le saltaron lágrimas a los ojos de frustración. La mezcla de rabia y terror era enloquecedora—. Se acabó. ¡Fuera de aquí!
El corazón le latía con la fuerza de dos compañeros muertos. Una flecha candente surcó el aire desde el arco de Eriel.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
16/07/18, 12:41 pm
Siete se encogió contra el sofá, abrazándose las piernas. El aire salía de su garganta ruidoso, en gimoteos mal contenidos que seguían a cada sonido horrible. Levantó la vista en dos ocasiones y volvió a esconderla entre las rodillas. La confusión había dado paso al terror, congelado en las venas de Siete. Demasiado para actuar y para correr, incluso cuando estaba entero.
Tayron los había llamado, pero Siete seguía al margen.
Entre el caos, distinguió claro el sonido de las cadenas del puente activandolo como un resorte: Siete abrió las piernas y subió un brazo al sillón, intentando ponerse en pie para huir. Pensaba en la puerta abierta cuando Sox alzó la voz y Siete comprendió. Estuvo de acuerdo. Abrió la puerta con las manos frías y se quedó quieto, inseguro de si el monstruo (Daer) les haría caso. Sus piernas estaban preparadas para llevarlo lejos, por si acaso; Siete sabía que echaría a correr una vez más, hasta que le pudieran las fuerzas y se sintiese a salvo. Un hilo de voluntad lo mantenía en Maciel, deseando que Sox consiguiese algo con aquella suplica, o que algo los salvara.
Tayron los había llamado, pero Siete seguía al margen.
Entre el caos, distinguió claro el sonido de las cadenas del puente activandolo como un resorte: Siete abrió las piernas y subió un brazo al sillón, intentando ponerse en pie para huir. Pensaba en la puerta abierta cuando Sox alzó la voz y Siete comprendió. Estuvo de acuerdo. Abrió la puerta con las manos frías y se quedó quieto, inseguro de si el monstruo (Daer) les haría caso. Sus piernas estaban preparadas para llevarlo lejos, por si acaso; Siete sabía que echaría a correr una vez más, hasta que le pudieran las fuerzas y se sintiese a salvo. Un hilo de voluntad lo mantenía en Maciel, deseando que Sox consiguiese algo con aquella suplica, o que algo los salvara.
-
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.
Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
16/07/18, 06:34 pm
Tenía que aguantar hasta que Tay pusiera a salvo a Dafne, distrayéndolo lo suficiente los demás podían formar un muro de lanzas y acabar con aquel reptil deforme o echarlo del torreón, si, solo tenía que
-¿A QUE SABES BARAEL? -Aquello fue el pistoletazo de salida y lo que más tarde confirmó el mayor temor del nublino respecto a la Rocavaragálago.
El primer pisotón de Daer resonó por el patio volviéndolo un proyectil casi borroso y rompiendo la cuerda de tensión que eran los músculos del nublino que interpuso su estoque y disparó su cuerpo hacia la derecha, sin embargo la bestia siguió el esquive con otro pisotón y de un tercero redirigió todo su cuerpo al choque entre ellos dos con las fauces abiertas en un mordisco ascendente.
Mier-
El aire de sus pulmones fue forzado a salir cortando el grito de dolor producido por sentir cada uno de aquellos colmillos deformes atravesando la piel de su torso y levantándolo en el aire. La fuerza de la mordida era tal que sus brazos perdieron toda su fuerza y el estoque cayó a al suelo inútil como había sido el intento de Barael que empezó a ahogarse mientras la lengua de Daer se retorcía en su costado disfrutando del sabor de piel y sangre.
Oyó a Sakrilt y a Tayron pero no procesó lo que decían, no era el dolor, el anillo era mucho peor, era aquella presión extrema que lo ahogaba lo que más estaba haciendo sufrir al nublino.
Y de pronto el dolor se calmó por todo su cuerpo, acompañado de la liberación de sus pulmones. Barael cayó como pudo, sus brazos no recuperaron su fuerza del todo pero amortiguaron parte de la caída junto a su cara, ni siquiera se fijó en aquello pues llenó sus pulmones hasta que le chillaron de dolor y en ese momento el aire le supo a gloria.
Eriel.
El nublino empezó a toser de manera errática y sonora mientras se forzaba a sí mismo a levantarse y observó a su alrededor. Dafne estaba levitando y curándole al mismo tiempo sin problemas y el reptil deforme que era Daer mordiendo el brazo de Sakrilt y llevándosela hacia dentro. También la gema roja que destacaba en el suelo del patio y que se encontraba entre pedazos del colgante de Dafne.
Entonces todo cobró sentido, deformado era la palabra clave pues Daer parecía estar en mitad del proceso de cambio de antropomorfo a animal pero como si algo hubiera salido terriblemente mal. Era igual que las historias de cuando ellos intentaron replicar el don de la Luna. Los ojos del nublino se posaron automáticamente en Dafne con una mezcla de pavor e incertidumbre pues estaba haciendo cosas fuera de su capacidad dado que el hechizo de curación no debería aliviarle todo aquello y había estado extraña la primera vez que la vio. Sin embargo solo era ella, con ojos a punto de llorar por todo lo que estaba pasando y dando lo mejor para intentar curarle.
En estas situaciones el tiempo era su enemigo y ya había tardado mucho en dejar de toser.
-Para, tienes que reservarte e intentar levitar a esa cosa. ¿Vale? Yo estaré bien.
Corrió y recogió su estoque a la par que marchó adentro.
-Mantente detrás de mí.
Ella parecía estar bien pese al don torcido que les había llegado y era su mejor baza contra Daer, no podían permitirse que la llegara a morder.
Entró en la sala preparado para lo peor, su hermano no le había hecho caso de seguro y aquello hacía moverse al nublino pese a que sus heridas sangraran y llenar sus pulmones de aire fuera como hacerlo de cuchillos.
Barael sintió un alivio inmenso al verlo de pie, disparando contra Daer con su valentía habitual, pero habían llegado tarde, Rad estaba en el suelo con heridas en la cara y Sakrilt estaba siendo despedazada sin gritar siquiera. La clinger ya se había ido y Barael sintió su vacío habitual, aquel producido por pensar en que no sentía nada por ello, irónicamente.
Se giró y con ojos decididos miró a la humana. -Dafne -Pronunció aquel nombre con firmeza, intentando despertarla y que se centrara en lo que había que hacer y no en el horror que estaban viviendo.
-¿A QUE SABES BARAEL? -Aquello fue el pistoletazo de salida y lo que más tarde confirmó el mayor temor del nublino respecto a la Rocavaragálago.
El primer pisotón de Daer resonó por el patio volviéndolo un proyectil casi borroso y rompiendo la cuerda de tensión que eran los músculos del nublino que interpuso su estoque y disparó su cuerpo hacia la derecha, sin embargo la bestia siguió el esquive con otro pisotón y de un tercero redirigió todo su cuerpo al choque entre ellos dos con las fauces abiertas en un mordisco ascendente.
Mier-
El aire de sus pulmones fue forzado a salir cortando el grito de dolor producido por sentir cada uno de aquellos colmillos deformes atravesando la piel de su torso y levantándolo en el aire. La fuerza de la mordida era tal que sus brazos perdieron toda su fuerza y el estoque cayó a al suelo inútil como había sido el intento de Barael que empezó a ahogarse mientras la lengua de Daer se retorcía en su costado disfrutando del sabor de piel y sangre.
Oyó a Sakrilt y a Tayron pero no procesó lo que decían, no era el dolor, el anillo era mucho peor, era aquella presión extrema que lo ahogaba lo que más estaba haciendo sufrir al nublino.
Y de pronto el dolor se calmó por todo su cuerpo, acompañado de la liberación de sus pulmones. Barael cayó como pudo, sus brazos no recuperaron su fuerza del todo pero amortiguaron parte de la caída junto a su cara, ni siquiera se fijó en aquello pues llenó sus pulmones hasta que le chillaron de dolor y en ese momento el aire le supo a gloria.
Eriel.
El nublino empezó a toser de manera errática y sonora mientras se forzaba a sí mismo a levantarse y observó a su alrededor. Dafne estaba levitando y curándole al mismo tiempo sin problemas y el reptil deforme que era Daer mordiendo el brazo de Sakrilt y llevándosela hacia dentro. También la gema roja que destacaba en el suelo del patio y que se encontraba entre pedazos del colgante de Dafne.
Entonces todo cobró sentido, deformado era la palabra clave pues Daer parecía estar en mitad del proceso de cambio de antropomorfo a animal pero como si algo hubiera salido terriblemente mal. Era igual que las historias de cuando ellos intentaron replicar el don de la Luna. Los ojos del nublino se posaron automáticamente en Dafne con una mezcla de pavor e incertidumbre pues estaba haciendo cosas fuera de su capacidad dado que el hechizo de curación no debería aliviarle todo aquello y había estado extraña la primera vez que la vio. Sin embargo solo era ella, con ojos a punto de llorar por todo lo que estaba pasando y dando lo mejor para intentar curarle.
En estas situaciones el tiempo era su enemigo y ya había tardado mucho en dejar de toser.
-Para, tienes que reservarte e intentar levitar a esa cosa. ¿Vale? Yo estaré bien.
Corrió y recogió su estoque a la par que marchó adentro.
-Mantente detrás de mí.
Ella parecía estar bien pese al don torcido que les había llegado y era su mejor baza contra Daer, no podían permitirse que la llegara a morder.
Entró en la sala preparado para lo peor, su hermano no le había hecho caso de seguro y aquello hacía moverse al nublino pese a que sus heridas sangraran y llenar sus pulmones de aire fuera como hacerlo de cuchillos.
Barael sintió un alivio inmenso al verlo de pie, disparando contra Daer con su valentía habitual, pero habían llegado tarde, Rad estaba en el suelo con heridas en la cara y Sakrilt estaba siendo despedazada sin gritar siquiera. La clinger ya se había ido y Barael sintió su vacío habitual, aquel producido por pensar en que no sentía nada por ello, irónicamente.
Se giró y con ojos decididos miró a la humana. -Dafne -Pronunció aquel nombre con firmeza, intentando despertarla y que se centrara en lo que había que hacer y no en el horror que estaban viviendo.
- Equilibrio:
Un blanco mas oscuro que el negro.
Un negro mas claro que el blanco.
El gris se desborda en mil tonos.
Y el arcoiris se hunde en monotonia.
Vivimos caminando el sendero dejado por los muertos.
Mientras brindamos nueva muerte a nuestro paso para extenderlo.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
16/07/18, 08:30 pm
Iba a empezar a ir hacia Barael cuando Daer habló. Rádar trastabilló, horrorizado al escuchar esas palabras. Había pensado que el ser en el que su compañero había mutado era irracional, una bestia carnívora que se había abalanzado instintivamente sobre lo que consideraba comida. La noción de que no era así, o al menos no del todo, llegó a marearlo. Daer seguía poseyendo su conciencia, y aun así no había dudado en hacer algo tan nauseabundo como intentar comérselos. Que eso sucediera tras haber tocado el colgante lo ponía al borde de un abismo de espanto al que el tipo E no quería enfrentarse.
La distracción fue suficiente para que casi no pudiera apartarse del caimántropo cuando se metió en el salón, moviéndose apenas lo suficiente para que no lo arrollara y aplastara. Durante un segundo el carabés miró aquellos ojos brutales e inmisericordiosos, sintiendo a la perfección su frágil equilibrio y el corazón desbocado que tenía en el pecho. Entonces llegaron el dolor y la sangre.
Aunque no sufrió daños en el ojo la herida fue lo suficiente cercana para que la sangre tiñera la mitad de su visión del oscuro color de su propia sangre. Rádar gritó, más por el terror que por sorpresa o dolor. Por suerte para él el pavor que sintió no lo dejó inmóvil, sino que espoleó un subidón de adrenalila que lo llevó a alejarse lo máximo posible de aquel peligro. No escuchó la muerte de Sakrilt ni pensó en sus compañeros, solo en su propio terror y horror, en la repulsión que sentía ante lo que sucedía. En las palabras de Daer.
Un par de segundos después, sin embargo, sí pensó en la clinger, cuando ya alejado de la amenaza pudo darse cuenta de lo que había pasado. Su estómago se revolvió, conteniendo a duras penas la necesidad de vomitar ante aquella escena. Rad temblaba de rabia, de asco y de miedo, sentimientos que no eran en absoluto causados solo por el comportamiento de su antiguo compañero. El destello rojo, la muerte de Nad, la torre de carne muerta, la aberración que suponía el cementerio de aquella ciudad... Todo daba vueltas en su cabeza, llevándolo a una conclusión tan monstruosa que, por primera vez en su vida, lo único que quiso Rádar fue no saber lo que significaba aquello.
Las palabras de Sox lo movieron un poco, aunque estaba lejos de ser el decidido e inflexible carabés que había sido hasta el momento. Lo único que delataba su expresión era la profundidad del espanto que sentía, aunque su firme deseo de sobrevivir no quedaba medrado por las piezas que iban encajándose en su cabeza.
—Estamos armados. No puedes seguir masacrándonos —secundó a Sox al tiempo que cogía una espada del montón que había dejado su compatriota en el suelo. Sin embargo, ni él mismo sabía si aquella frase era una amenaza o una súplica.
La distracción fue suficiente para que casi no pudiera apartarse del caimántropo cuando se metió en el salón, moviéndose apenas lo suficiente para que no lo arrollara y aplastara. Durante un segundo el carabés miró aquellos ojos brutales e inmisericordiosos, sintiendo a la perfección su frágil equilibrio y el corazón desbocado que tenía en el pecho. Entonces llegaron el dolor y la sangre.
Aunque no sufrió daños en el ojo la herida fue lo suficiente cercana para que la sangre tiñera la mitad de su visión del oscuro color de su propia sangre. Rádar gritó, más por el terror que por sorpresa o dolor. Por suerte para él el pavor que sintió no lo dejó inmóvil, sino que espoleó un subidón de adrenalila que lo llevó a alejarse lo máximo posible de aquel peligro. No escuchó la muerte de Sakrilt ni pensó en sus compañeros, solo en su propio terror y horror, en la repulsión que sentía ante lo que sucedía. En las palabras de Daer.
Un par de segundos después, sin embargo, sí pensó en la clinger, cuando ya alejado de la amenaza pudo darse cuenta de lo que había pasado. Su estómago se revolvió, conteniendo a duras penas la necesidad de vomitar ante aquella escena. Rad temblaba de rabia, de asco y de miedo, sentimientos que no eran en absoluto causados solo por el comportamiento de su antiguo compañero. El destello rojo, la muerte de Nad, la torre de carne muerta, la aberración que suponía el cementerio de aquella ciudad... Todo daba vueltas en su cabeza, llevándolo a una conclusión tan monstruosa que, por primera vez en su vida, lo único que quiso Rádar fue no saber lo que significaba aquello.
Las palabras de Sox lo movieron un poco, aunque estaba lejos de ser el decidido e inflexible carabés que había sido hasta el momento. Lo único que delataba su expresión era la profundidad del espanto que sentía, aunque su firme deseo de sobrevivir no quedaba medrado por las piezas que iban encajándose en su cabeza.
—Estamos armados. No puedes seguir masacrándonos —secundó a Sox al tiempo que cogía una espada del montón que había dejado su compatriota en el suelo. Sin embargo, ni él mismo sabía si aquella frase era una amenaza o una súplica.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
16/07/18, 08:42 pm
Daer masticaba, observando de reojo los intentos desesperados de cada uno por deshacerse de una situación que iba más allá de sus posibilidades. ¿Abrir la puerta? ¿Querían huir de alguien potenciado por la luna? La primera pieza del puzle en el que se había convertido Sakrilt voló a hacia el umbral, como advertencia; la segunda hacia Rad, acompañada de una carcajada; ambas piezas eran restos del exoesqueleto. Después se puso en pie y, desde sus nuevos dos metros de altura, clavó sus ojos en Sox.
—De aquí no se va nadie —sentenció, y durante un instante, el mismo en el que Eriel encantaba la flecha, el menor de los nublinos supo que le estaban viendo.
La cabeza arrancada de Sakrilt golpeó con fuerza su arco a la vez que él tensaba la cuerda. La flecha encantada cayó bajo la mesa y el arma se partió. Tras la cabeza, el propio Daer saltó sobre el nublino; lo placó con tal fuerza que lo derribó y cayó sobre él. El peso de su cuerpo fue suficiente para aprisionarlo contra el suelo, pero el caimántropo afianzó su agarre, sujetando la cabeza de Eriel con su mano engarrada. Dicha extremidad cubría prácticamente toda la cara del nublino salvo por un solo ojo, el cual le obligó a mantener abierto con índice y pulgar. Daer parecía excitado, su baba y los restos de hemolinfa y sangre chorreaban por su boca arruinada y caían sobre su nueva presa.
Acto seguido, su garra libre eclipsó la vista de Eriel y el nublino no vio nada más. Sin emgargo, sí que pudo sentir cómo las uñas se hundían en su globo ocular.
—¿Qué crees que pasará cuando me lo coma?
Daer había recordado el libro que guardaban en Maciel y en aquel momento creyó entender mejor que nunca las historias que se contaban en él. Como todos los que habían venido antes que el daeliciano, Daer solo quería trascender a la miseria que le había acompañado durante los últimos meses. Trascender y liberarse; alimentarse por fin.
—De aquí no se va nadie —sentenció, y durante un instante, el mismo en el que Eriel encantaba la flecha, el menor de los nublinos supo que le estaban viendo.
La cabeza arrancada de Sakrilt golpeó con fuerza su arco a la vez que él tensaba la cuerda. La flecha encantada cayó bajo la mesa y el arma se partió. Tras la cabeza, el propio Daer saltó sobre el nublino; lo placó con tal fuerza que lo derribó y cayó sobre él. El peso de su cuerpo fue suficiente para aprisionarlo contra el suelo, pero el caimántropo afianzó su agarre, sujetando la cabeza de Eriel con su mano engarrada. Dicha extremidad cubría prácticamente toda la cara del nublino salvo por un solo ojo, el cual le obligó a mantener abierto con índice y pulgar. Daer parecía excitado, su baba y los restos de hemolinfa y sangre chorreaban por su boca arruinada y caían sobre su nueva presa.
Acto seguido, su garra libre eclipsó la vista de Eriel y el nublino no vio nada más. Sin emgargo, sí que pudo sentir cómo las uñas se hundían en su globo ocular.
—¿Qué crees que pasará cuando me lo coma?
Daer había recordado el libro que guardaban en Maciel y en aquel momento creyó entender mejor que nunca las historias que se contaban en él. Como todos los que habían venido antes que el daeliciano, Daer solo quería trascender a la miseria que le había acompañado durante los últimos meses. Trascender y liberarse; alimentarse por fin.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
16/07/18, 08:58 pm
—¡No, Sak!
Dafne gritó horrorizada al ver a su compañera siendo despedazada como si fuese una vulgar hormiga en lugar de una clinger. No había podido actuar lo suficientemente rápido. Ver al monstruo que era Daer entrar al salón hizo que la chica entrase en pánico: allí dentro era mucho más difícil hacer algo sin poner en peligro a los demás. Rádar fue herido de inmediato y por un instante pensó en correr a curarle, pero cuando el enorme caimántropo se abalanzó sobre Eriel supo que no podía esperar más. Ya sabía lo que tenía que hacer: no había ninguna otra opción.
—Eso es precisamente lo que voy a hacer —le respondió a Barael cuando habló acerca de levitar—. Pero no detrás de ti —añadió—. Corre hacia dentro en cuanto sea posible o no podré hacer nada sin el riesgo de dañarte.
Dafne se empezaría a elevar de nuevo y lo siguiente que haría sería conjurar un segundo hechizo de levitación. Sobre Daer en esa ocasión. No acostumbrada a utilizarlo con algo tan pesado, le costó un poco manejarlo al principio, pero el caimántropo pronto se vio atraído irremediablemente hacia atrás. Cuando estuvo segura de que no había nadie entre el monstruo y ella, Dafne se elevó todavía más alto y tiró bruscamente de Daer hasta sacarlo al patio por la fuerza. Con la mandíbula apretada y un gesto de esfuerzo, la noruega comenzó a agitar al enorme ser como si se tratase de un pelele de paja. Los gritos y maldiciones del caimántropo resonaban por todo el patio mientras ella lo hacía golpearse contra las paredes y el suelo. Lo hizo una y otra y otra vez. La sangre cián salpicó el patio. Se coló por la puerta. Aterrizó sobre una de las piernas de Dafne. Ella no se detuvo. Cada vez le costaba más, pero no podía parar hasta asegurarse de que...
Lentamente Dafne comenzó a descender mientras los ojos se le cerraban. El cráneo de Daer había chocado una última vez contra el suelo. El sonido del cráneo partido fue lo último que se escuchó antes del golpe seco que produjo el cuerpo de la noruega al caer. La caída no había sido de suficiente altura como para matarla, pero...
En un instante todo había cesado. Junto al cadáver ensangrentado y hecho un guiñapo de Daer, Dafne luchaba por respirar.
—Ya... ya estáis... A salvo... Sabía que... podía...
Dafne gritó horrorizada al ver a su compañera siendo despedazada como si fuese una vulgar hormiga en lugar de una clinger. No había podido actuar lo suficientemente rápido. Ver al monstruo que era Daer entrar al salón hizo que la chica entrase en pánico: allí dentro era mucho más difícil hacer algo sin poner en peligro a los demás. Rádar fue herido de inmediato y por un instante pensó en correr a curarle, pero cuando el enorme caimántropo se abalanzó sobre Eriel supo que no podía esperar más. Ya sabía lo que tenía que hacer: no había ninguna otra opción.
—Eso es precisamente lo que voy a hacer —le respondió a Barael cuando habló acerca de levitar—. Pero no detrás de ti —añadió—. Corre hacia dentro en cuanto sea posible o no podré hacer nada sin el riesgo de dañarte.
Dafne se empezaría a elevar de nuevo y lo siguiente que haría sería conjurar un segundo hechizo de levitación. Sobre Daer en esa ocasión. No acostumbrada a utilizarlo con algo tan pesado, le costó un poco manejarlo al principio, pero el caimántropo pronto se vio atraído irremediablemente hacia atrás. Cuando estuvo segura de que no había nadie entre el monstruo y ella, Dafne se elevó todavía más alto y tiró bruscamente de Daer hasta sacarlo al patio por la fuerza. Con la mandíbula apretada y un gesto de esfuerzo, la noruega comenzó a agitar al enorme ser como si se tratase de un pelele de paja. Los gritos y maldiciones del caimántropo resonaban por todo el patio mientras ella lo hacía golpearse contra las paredes y el suelo. Lo hizo una y otra y otra vez. La sangre cián salpicó el patio. Se coló por la puerta. Aterrizó sobre una de las piernas de Dafne. Ella no se detuvo. Cada vez le costaba más, pero no podía parar hasta asegurarse de que...
Lentamente Dafne comenzó a descender mientras los ojos se le cerraban. El cráneo de Daer había chocado una última vez contra el suelo. El sonido del cráneo partido fue lo último que se escuchó antes del golpe seco que produjo el cuerpo de la noruega al caer. La caída no había sido de suficiente altura como para matarla, pero...
En un instante todo había cesado. Junto al cadáver ensangrentado y hecho un guiñapo de Daer, Dafne luchaba por respirar.
—Ya... ya estáis... A salvo... Sabía que... podía...
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
17/07/18, 02:22 am
Todo fue demasiado rápido.
No hubo piedad para los muchachos allí presentes, Daer se presentó como una realidad deslumbrante, superior a todos ellos, incuestionable en la muerte. En el asesinato implacable de sus amigos, silenciados para siempre.
Y en unos segundos, en lo que Tayron creyó insuficiente para poder hacer algo, el daeliciano, el caimántropo al que alguna vez pudo llamar amigo, cayó sobre Eriel. Ni siquiera tuvo tiempo de sospesar qué era peor, si el hecho de que hubierra arrojado la cabeza de Sak, su compañera de hace meses como si fuera un melón o que no tuviera valor para acercarse.
-¡No!- fue lo único capaz de decir, levantando la lanza solo para no ser el siguiente, para que no posara su mirada amarillenta en él y fuera en otro. Y sin embargo, quería moverse, su mente viajaba a través del salón y ensartaba a Daer en el cuello pero su cuerpo se quejaba, paralizado. Ni siquiera sentía la lanza en su mano pues le hormigueba el cuerpo- ¡Basta! ¡Por favor!- suplicó cuando vio con completa nitidez como el globo ocular de su amigo se teñía de rojo, pensando que lo había matado en el acto. Tay lo daba por perdido, les quedaba escapar, huir lejos, al faro. Pero tampoco podían hacer eso, jamás se perdonaría llevarles el peligro a sus otros amigos y continuar la masacre en otro lugar. Tenían que matar a Daer pero lo cierto es que el belga se percató demasiado tarde, aquel día solo continuaría vivo quién Daer quisiera vivo, puede que para alimentarse más tarde.
Cuánto se equivocaba el humano, quizás habría deseado llevar razón.
-Qué...- empezó a alarmarse en cuanto vio a Barael entrar pero no a la noruega, su cuerpo debía estar detrás del caimántropo arruinado. No lo comprendió al instante, eso fue lo peor de todo, que no lo comprendió a tiempo. El cuerpo de Daer, dos metros de escamas y horror se vio empujado por una fuerza hacia atrás, salvando la vida del nublino, y probablemente a todos los allí presentes. Tay pudo contemplar como Dafne se elevaba en el aire con facilidad y hacía lo propio con el asesino de Sak y Charlie. No se hizo preguntas, todo él, llorando desconsoladamente e hincándose las uñas en los brazos por la tensión se quedo asombrado, con las venas marcadas en el cuello y sin poder parar de mirarla ni un segundo, a ella intermitentemente, y al engendro, volando en todas direcciones con estrepitosa fuerza. Cada vez que el cuerpo del daeliciano impactaba contra el suelo el muchacho apretaba los puños con una satisfacción interior incomparable y una rabia ardiente que jamás había sentido. Merecía aquello, merecía la muerte más dolorosa de todas, disfrutó con su indefensión, la misma de Charlie y Sakrilt antes de desaparecer. El crujido final del cráneo de Daer solo fue el principio, el principio de su fin.
Jamás olvidaría los ojos de la noruega, cerrándose antes de que la gravedad reclamara lo que era suyo. Tayron, aún desde el salón y tras meses de una sensación de invulnerabilidad absoluta por fin se vio tocado, de cerca. Lo comprendió, y tanto que lo entendió. El golpe seco contra el suelo marcó el momento, el momento en el que la realidad de Tay se vino abajo, destrozada en mil pedazos que amenazaban con impedir que se moviera. Sus ojos se anegaron de lágrimas al instante. Era terrible ver como algo que amas se destruye así mismo, como se viene abajo. Siempre había creído que el desastre afectaba a otros, a otra gente, en otro sitio. Que en el fondo sabía que nunca llegaría a su puerta. Hasta que no le tocaba directamente... no se daba cuenta de lo frágiles que eran. Y aquello era real, estaba pasando. Dafne en el suelo, ella. Y supo que no estaba bien, claro que no estaba bien- ¡DAFNE! ¡TRAED EL ANILLO!- fue su yo interior el que traspasó su mudez hablando sin permiso, cortándose la garganta con la fuerza de quien sabe que puede perderlo todo.
Echó a correr, sin importar la sangre cian, ni los cadáveres, porque ella no era un cadáver y nunca lo sería. Estaba viva. Llegó al suelo derrapando con la rodilla obviando el dolor y pudo entenderlo de veras.
-Daf... Daf- su voz rota, el alma aprisionada queriendo salir a gritos, y todos los músculos de su cara expresando el único elemento que se mantenía vigente con ellos dos, dolor. El dolor, y una expresión tan profunda de amor... Un amor tan grande que no había desierto para explicarlo- Oh, Dafne- tan hermosa, contempló sus ojos, los que siempre había admirado y redobló el llanto dejando que todo fluyera por él de verdad por primera vez en su vida, todo la agonía y el sufrimiento en unas notas desgarradas, como un niño recién nacido que lucha por respirar- ¡El puto anillo! ¡Por favor, tenemos que salvarla!.
-Tenía... tenía que... tay... hacerlo.
Tay le cogió la mano, consciente de que la chica presentaba dificultades para respirar.
-No no no no no no- ella, no, "nosotros no". Casi se golpeó en la cara para quitarse las lágrimas, si no era suficiente, si nadie llegaba a tiempo con el anillo no podía dejar que le viera así- no te puedes morir ¿lo entiendes?, Daf- pero sus mocos se mezclaban con la saliva y sonaba inintengible, a penas la noruega había caído y ya sentía que se le escapaba la vida entre sus manos, incapaz de agarrarla como agua helada y mortal entre sus dedos, solo que si Dafne fuera agua, sería la más templada y dulce del mundo- porque si te mueres me muero contigo- lloró, con la nariz taponada y aferrado a su cuerpo, sintiendo su calor, su aliento. Era la verdad más grande del mundo- simplemente, me muero.
No hubo piedad para los muchachos allí presentes, Daer se presentó como una realidad deslumbrante, superior a todos ellos, incuestionable en la muerte. En el asesinato implacable de sus amigos, silenciados para siempre.
Y en unos segundos, en lo que Tayron creyó insuficiente para poder hacer algo, el daeliciano, el caimántropo al que alguna vez pudo llamar amigo, cayó sobre Eriel. Ni siquiera tuvo tiempo de sospesar qué era peor, si el hecho de que hubierra arrojado la cabeza de Sak, su compañera de hace meses como si fuera un melón o que no tuviera valor para acercarse.
-¡No!- fue lo único capaz de decir, levantando la lanza solo para no ser el siguiente, para que no posara su mirada amarillenta en él y fuera en otro. Y sin embargo, quería moverse, su mente viajaba a través del salón y ensartaba a Daer en el cuello pero su cuerpo se quejaba, paralizado. Ni siquiera sentía la lanza en su mano pues le hormigueba el cuerpo- ¡Basta! ¡Por favor!- suplicó cuando vio con completa nitidez como el globo ocular de su amigo se teñía de rojo, pensando que lo había matado en el acto. Tay lo daba por perdido, les quedaba escapar, huir lejos, al faro. Pero tampoco podían hacer eso, jamás se perdonaría llevarles el peligro a sus otros amigos y continuar la masacre en otro lugar. Tenían que matar a Daer pero lo cierto es que el belga se percató demasiado tarde, aquel día solo continuaría vivo quién Daer quisiera vivo, puede que para alimentarse más tarde.
Cuánto se equivocaba el humano, quizás habría deseado llevar razón.
-Qué...- empezó a alarmarse en cuanto vio a Barael entrar pero no a la noruega, su cuerpo debía estar detrás del caimántropo arruinado. No lo comprendió al instante, eso fue lo peor de todo, que no lo comprendió a tiempo. El cuerpo de Daer, dos metros de escamas y horror se vio empujado por una fuerza hacia atrás, salvando la vida del nublino, y probablemente a todos los allí presentes. Tay pudo contemplar como Dafne se elevaba en el aire con facilidad y hacía lo propio con el asesino de Sak y Charlie. No se hizo preguntas, todo él, llorando desconsoladamente e hincándose las uñas en los brazos por la tensión se quedo asombrado, con las venas marcadas en el cuello y sin poder parar de mirarla ni un segundo, a ella intermitentemente, y al engendro, volando en todas direcciones con estrepitosa fuerza. Cada vez que el cuerpo del daeliciano impactaba contra el suelo el muchacho apretaba los puños con una satisfacción interior incomparable y una rabia ardiente que jamás había sentido. Merecía aquello, merecía la muerte más dolorosa de todas, disfrutó con su indefensión, la misma de Charlie y Sakrilt antes de desaparecer. El crujido final del cráneo de Daer solo fue el principio, el principio de su fin.
Jamás olvidaría los ojos de la noruega, cerrándose antes de que la gravedad reclamara lo que era suyo. Tayron, aún desde el salón y tras meses de una sensación de invulnerabilidad absoluta por fin se vio tocado, de cerca. Lo comprendió, y tanto que lo entendió. El golpe seco contra el suelo marcó el momento, el momento en el que la realidad de Tay se vino abajo, destrozada en mil pedazos que amenazaban con impedir que se moviera. Sus ojos se anegaron de lágrimas al instante. Era terrible ver como algo que amas se destruye así mismo, como se viene abajo. Siempre había creído que el desastre afectaba a otros, a otra gente, en otro sitio. Que en el fondo sabía que nunca llegaría a su puerta. Hasta que no le tocaba directamente... no se daba cuenta de lo frágiles que eran. Y aquello era real, estaba pasando. Dafne en el suelo, ella. Y supo que no estaba bien, claro que no estaba bien- ¡DAFNE! ¡TRAED EL ANILLO!- fue su yo interior el que traspasó su mudez hablando sin permiso, cortándose la garganta con la fuerza de quien sabe que puede perderlo todo.
Echó a correr, sin importar la sangre cian, ni los cadáveres, porque ella no era un cadáver y nunca lo sería. Estaba viva. Llegó al suelo derrapando con la rodilla obviando el dolor y pudo entenderlo de veras.
-Daf... Daf- su voz rota, el alma aprisionada queriendo salir a gritos, y todos los músculos de su cara expresando el único elemento que se mantenía vigente con ellos dos, dolor. El dolor, y una expresión tan profunda de amor... Un amor tan grande que no había desierto para explicarlo- Oh, Dafne- tan hermosa, contempló sus ojos, los que siempre había admirado y redobló el llanto dejando que todo fluyera por él de verdad por primera vez en su vida, todo la agonía y el sufrimiento en unas notas desgarradas, como un niño recién nacido que lucha por respirar- ¡El puto anillo! ¡Por favor, tenemos que salvarla!.
-Tenía... tenía que... tay... hacerlo.
Tay le cogió la mano, consciente de que la chica presentaba dificultades para respirar.
-No no no no no no- ella, no, "nosotros no". Casi se golpeó en la cara para quitarse las lágrimas, si no era suficiente, si nadie llegaba a tiempo con el anillo no podía dejar que le viera así- no te puedes morir ¿lo entiendes?, Daf- pero sus mocos se mezclaban con la saliva y sonaba inintengible, a penas la noruega había caído y ya sentía que se le escapaba la vida entre sus manos, incapaz de agarrarla como agua helada y mortal entre sus dedos, solo que si Dafne fuera agua, sería la más templada y dulce del mundo- porque si te mueres me muero contigo- lloró, con la nariz taponada y aferrado a su cuerpo, sintiendo su calor, su aliento. Era la verdad más grande del mundo- simplemente, me muero.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
18/07/18, 09:07 am
Las escaleras no parecían lo suficiente cortas, el mundo del coreano se cerraba a su espalda y no corría tan rapido como necesitaba. Delante tambíen se iba quedando sin espacio, a pocos metros estaba lo que quedaba de Daer sobre el nublino, agarrandole la cabeza. El tamaño que había ganado el niño hacía el espacio más estrecho de lo que debería. Casi se cae de espaldas al verlo. Salió corriendo de nuevo. Lo que durara la vida del nublino sería lo que tendría para huir. Ya pensaría después, ya se sentiría mal, pero ahora debía seguir con vida.
Al llegar a la puerta se giró una última vez, pero detrás ya no estaba el monstruo que en su mente imaginaba justo a su espalda.
El ser que solía ser daeleciano había sido succionado por la puerta del patio. Eriel seguía con vida.
Al principio Hyun no quería andar más de la cuenta, no sabiendo a donde había ido. Pero luego oyó el grito de Tayron, y salió con todos. Pasando por el cadaver de Salkrit, y descubriendo el del monstruo, posando la mirada en Charlie unos segundos, lamentando por primera vez su muerte. Y luego a Tayron, pobre. Hyun se mantuvo a unos metros, no podía ni sabía como ayudar, él no era bueno en estas situaciones. Las lagrimas que derramaba por su propia vida hace segundos, se transformaron en lagrimas quizás no tanto por sus amigos si no el impacto que tendrían las perdidas en sus vidas. <<Pobre Tay>> y pobre de si mismo también pensaba, que había perdido a uno de los que más le importaban del torreón, y ahora perdía a otra, y solo le quedaría Tayron, un Tayron deprimido, si no se suicidaba. Y su reflejo, su vergüenza, una vez más el que había huido, el cobarde. Todo para que en unas semanas incluso dejara de ser ese su reflejo y pasara a ser el de otro monstruo como Daer. Todo para que en unas semanas le mataran igualmente, ya fuera la quebrantahuesos, o la ciudad si se quedaba solo.
Hyun lloraba, estaba destinado a perderlo todo, no había esscapatoria. Dafne y Charlie eran solo un dolor más en su cabeza antes de perderla del todo.
Al llegar a la puerta se giró una última vez, pero detrás ya no estaba el monstruo que en su mente imaginaba justo a su espalda.
El ser que solía ser daeleciano había sido succionado por la puerta del patio. Eriel seguía con vida.
Al principio Hyun no quería andar más de la cuenta, no sabiendo a donde había ido. Pero luego oyó el grito de Tayron, y salió con todos. Pasando por el cadaver de Salkrit, y descubriendo el del monstruo, posando la mirada en Charlie unos segundos, lamentando por primera vez su muerte. Y luego a Tayron, pobre. Hyun se mantuvo a unos metros, no podía ni sabía como ayudar, él no era bueno en estas situaciones. Las lagrimas que derramaba por su propia vida hace segundos, se transformaron en lagrimas quizás no tanto por sus amigos si no el impacto que tendrían las perdidas en sus vidas. <<Pobre Tay>> y pobre de si mismo también pensaba, que había perdido a uno de los que más le importaban del torreón, y ahora perdía a otra, y solo le quedaría Tayron, un Tayron deprimido, si no se suicidaba. Y su reflejo, su vergüenza, una vez más el que había huido, el cobarde. Todo para que en unas semanas incluso dejara de ser ese su reflejo y pasara a ser el de otro monstruo como Daer. Todo para que en unas semanas le mataran igualmente, ya fuera la quebrantahuesos, o la ciudad si se quedaba solo.
Hyun lloraba, estaba destinado a perderlo todo, no había esscapatoria. Dafne y Charlie eran solo un dolor más en su cabeza antes de perderla del todo.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
19/07/18, 02:21 am
El repentino sonido de la puerta a sus espaldas le infundió un temor irracional, como si por ella estuviese entrando otra desgracia para masacrarlos a todos. Sox luchó con todas sus fuerzas contra el impulso de darse la vuelta.
A su pesar, se le puso la carne de gallina cuando el monstruo volvió a hablar y el carabés aferró con más fuerza la empuñadura de la espada hasta blanquearse los nudillos. El nudo en la garganta que le había llevado lágrimas de rabia a los ojos le estranguló aún más al oír la réplica de Daer: la impotencia de saber que tenía razón, que no podían obligarlo a nada. Quería gritar, la garganta le quemaba por hacerlo hasta lograr que se marchara, pero saber que era inútil lo empeoraba todo; su propia incapacidad le aceleraba el pulso hasta hacerlo insoportable, le bombeaba tanta sangre al cerebro que se mareaba. Se sintió momentáneamente más fuerte al oír a Rad apoyándolo en voz alta y la presencia muda de algunos de sus compañeros a su alrededor.
La siguiente explosión de movimiento, como la anterior, también le pilló por sorpresa. Daer se abalanzó sobre ellos y Sox se apartó por instinto. Gritó al ver la cabeza de Eriel aprisionada bajo las garras del monstruo, su cabeza de nuevo ocupándose en completar la escena por él. Con la brevedad de un relámpago su mente superpuso sobre la escena la imagen del cadáver decapitado del patio.
Creía que había gritado "no", pero más tarde no estaría seguro. Tal vez había sido otra persona. Había hecho algo con la espada, un movimiento al azar imbuido de reflejo más que de valor, pero ésta había hendido aire. El carabés, sintiendo el sudor frío en cada poro de su piel, asistió mudo e hipnotizado a la nueva carnicería que tenía lugar en el patio: el crujido húmedo del hueso y carne contra la piedra, los estremecedores impactos contra el muro, los bramidos de dolor, las salpicaduras de azul que empezaron a empapar los muros, la entrada del salón. Petrificado en el sitio como una estatua, Sox no movió un solo músculo durante lo que duraron los esfuerzos de Dafne. Era una parálisis primaria, animal: el miedo irracional y profundo, que su mente no formulaba en palabras, a que si daba un solo paso más en cualquier dirección la masacre lo alcanzaría a él. Aquel minuto se estiró hasta hacerse eterno; una eternidad suficiente para que Sox olvidase quién aullaba realmente de aquella manera, para que durante un instante de aterrador blanco mental olvidase qué era y qué estaba pasando y deseara que parara.
El momento llegó y pasó, y ahora otra cosa mantenía clavado a Sox al suelo: el repentino regreso de un recuerdo que volvía demasiado tarde para ser útil. La culpabilidad y el horror le invadían con frialdad las venas. En algún momento de toda la refriega, y hasta mucho más allá del punto donde podría haber marcado una diferencia, cualquiera, Sox había olvidado por completo que él también podía hacer magia.
El ruido rítmico de monstruo contra piedra se detuvo, cuando creía que no iba a hacerlo nunca. Dio un respingo cuando vio a Tay prácticamente lanzarse a través de la puerta abierta. Sox no le siguió inmediatamente, temiendo a cada paso lento y corto lo que pudiera encontrar al otro lado. El belga gritaba por el anillo, y el carabés entendía la frase pero era incapaz de relacionarla con darse la vuelta, bajar las escaleras, cogerlo y subir. Dafne desmadejada en el patio en brazos de Tay era una imagen que tiraba de él sin remedio.
—Yo puedo, la magia, yo —se trabó varias veces con las palabras, como si hubiera olvidado de un momento a otro cómo hablar. Oírse a sí mismo deslavazado de aquella manera avivó su pánico—. El hechizo.
Sintió un pánico innombrable a que las chispas de la sanación superficial no acudieran a él, a que hubiera olvidado eso también. El suyo fue un intento torpe, fruto de recitar las sílabas una a una despacio y mecánico porque no le cabía más de una a la vez en la cabeza. Temblaba de conmoción sin darse cuenta cuando se arrodilló junto a la sangre azul y roja, empapándose las perneras de los pantalones. El sonido que hacía Tay al llorar era aterrador de una forma que excavaba un vacío espantoso en el pecho, como si obligase a todo el que lo escuchase a gritar también.
A su pesar, se le puso la carne de gallina cuando el monstruo volvió a hablar y el carabés aferró con más fuerza la empuñadura de la espada hasta blanquearse los nudillos. El nudo en la garganta que le había llevado lágrimas de rabia a los ojos le estranguló aún más al oír la réplica de Daer: la impotencia de saber que tenía razón, que no podían obligarlo a nada. Quería gritar, la garganta le quemaba por hacerlo hasta lograr que se marchara, pero saber que era inútil lo empeoraba todo; su propia incapacidad le aceleraba el pulso hasta hacerlo insoportable, le bombeaba tanta sangre al cerebro que se mareaba. Se sintió momentáneamente más fuerte al oír a Rad apoyándolo en voz alta y la presencia muda de algunos de sus compañeros a su alrededor.
La siguiente explosión de movimiento, como la anterior, también le pilló por sorpresa. Daer se abalanzó sobre ellos y Sox se apartó por instinto. Gritó al ver la cabeza de Eriel aprisionada bajo las garras del monstruo, su cabeza de nuevo ocupándose en completar la escena por él. Con la brevedad de un relámpago su mente superpuso sobre la escena la imagen del cadáver decapitado del patio.
Creía que había gritado "no", pero más tarde no estaría seguro. Tal vez había sido otra persona. Había hecho algo con la espada, un movimiento al azar imbuido de reflejo más que de valor, pero ésta había hendido aire. El carabés, sintiendo el sudor frío en cada poro de su piel, asistió mudo e hipnotizado a la nueva carnicería que tenía lugar en el patio: el crujido húmedo del hueso y carne contra la piedra, los estremecedores impactos contra el muro, los bramidos de dolor, las salpicaduras de azul que empezaron a empapar los muros, la entrada del salón. Petrificado en el sitio como una estatua, Sox no movió un solo músculo durante lo que duraron los esfuerzos de Dafne. Era una parálisis primaria, animal: el miedo irracional y profundo, que su mente no formulaba en palabras, a que si daba un solo paso más en cualquier dirección la masacre lo alcanzaría a él. Aquel minuto se estiró hasta hacerse eterno; una eternidad suficiente para que Sox olvidase quién aullaba realmente de aquella manera, para que durante un instante de aterrador blanco mental olvidase qué era y qué estaba pasando y deseara que parara.
El momento llegó y pasó, y ahora otra cosa mantenía clavado a Sox al suelo: el repentino regreso de un recuerdo que volvía demasiado tarde para ser útil. La culpabilidad y el horror le invadían con frialdad las venas. En algún momento de toda la refriega, y hasta mucho más allá del punto donde podría haber marcado una diferencia, cualquiera, Sox había olvidado por completo que él también podía hacer magia.
El ruido rítmico de monstruo contra piedra se detuvo, cuando creía que no iba a hacerlo nunca. Dio un respingo cuando vio a Tay prácticamente lanzarse a través de la puerta abierta. Sox no le siguió inmediatamente, temiendo a cada paso lento y corto lo que pudiera encontrar al otro lado. El belga gritaba por el anillo, y el carabés entendía la frase pero era incapaz de relacionarla con darse la vuelta, bajar las escaleras, cogerlo y subir. Dafne desmadejada en el patio en brazos de Tay era una imagen que tiraba de él sin remedio.
—Yo puedo, la magia, yo —se trabó varias veces con las palabras, como si hubiera olvidado de un momento a otro cómo hablar. Oírse a sí mismo deslavazado de aquella manera avivó su pánico—. El hechizo.
Sintió un pánico innombrable a que las chispas de la sanación superficial no acudieran a él, a que hubiera olvidado eso también. El suyo fue un intento torpe, fruto de recitar las sílabas una a una despacio y mecánico porque no le cabía más de una a la vez en la cabeza. Temblaba de conmoción sin darse cuenta cuando se arrodilló junto a la sangre azul y roja, empapándose las perneras de los pantalones. El sonido que hacía Tay al llorar era aterrador de una forma que excavaba un vacío espantoso en el pecho, como si obligase a todo el que lo escuchase a gritar también.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
19/07/18, 04:50 pm
-¡ERI! -Las dagas en sus pulmones se volvieron fuego alimentando la ira del hermano mayor y todo ello chocó de frente con las palabras de Dafne creando confusión. Había algo mal en ellas, euforia tal vez, pero Barael no podía más que confiar en aquello para salvar a su pequeño.
Entró corriendo y esquivó al reptil de dos metros volando para colocarse de lado de su hermano. Respiró aliviado, solo era un ojo, estaba bien, no estaba muerto. Recostó a su pequeño para sí mientras comenzaba la orquesta de la maga.
El anillo.
Miró alrededor, armas, caras asustadas y confusas, huesos rompiéndose y sangre salpicando... Pero el anillo no estaba aún por ahí. Entonces se dio cuenta. ¿Dafne? ¿Porque hacía eso? Solo tenía que levitarlo mientras los demás...
-Dafne... -Empezó a preocuparse, sabía muy bien lo que podía pasar si usabas magia sin control.
-Dafne. -Pronunció, más alto, pero la humana no lo escuchaba.
-¡DAFNE! -Gritó, se iba a matar, sabía que algo andaba mal, su don también estaba torcido.
La humana paró y comenzó a descender pálida y somnolienta y el nublino sabía lo que hacer. Apretó los dientes y se maldijo por dejar a su hermano solo. Y corrió, corrió como nunca lo había hecho con sus pulmones ardiendo y sin mirar atrás. Las escaleras llegaron y él las saltó tropezándose y rompiéndose varias de las uñas de su muñón para recuperarse sin perder tiempo. Y siguió, corrió hasta el anillo y chocando con la mesa lo cogió con toda la delicadeza que pudo para que la curación no se activase con él y corrió de vuelta, subiendo las escaleras de tres en tres usando su muñón como apoyo. Y llegó, prácticamente se estrelló contra el suelo al lado de los amantes y el anillo tocó por fin la mejilla de Dafne. El nublino lloraba lagrimas de puro dolor y comenzó a toser contra el suelo de manera brusca.
Entró corriendo y esquivó al reptil de dos metros volando para colocarse de lado de su hermano. Respiró aliviado, solo era un ojo, estaba bien, no estaba muerto. Recostó a su pequeño para sí mientras comenzaba la orquesta de la maga.
El anillo.
Miró alrededor, armas, caras asustadas y confusas, huesos rompiéndose y sangre salpicando... Pero el anillo no estaba aún por ahí. Entonces se dio cuenta. ¿Dafne? ¿Porque hacía eso? Solo tenía que levitarlo mientras los demás...
-Dafne... -Empezó a preocuparse, sabía muy bien lo que podía pasar si usabas magia sin control.
-Dafne. -Pronunció, más alto, pero la humana no lo escuchaba.
-¡DAFNE! -Gritó, se iba a matar, sabía que algo andaba mal, su don también estaba torcido.
La humana paró y comenzó a descender pálida y somnolienta y el nublino sabía lo que hacer. Apretó los dientes y se maldijo por dejar a su hermano solo. Y corrió, corrió como nunca lo había hecho con sus pulmones ardiendo y sin mirar atrás. Las escaleras llegaron y él las saltó tropezándose y rompiéndose varias de las uñas de su muñón para recuperarse sin perder tiempo. Y siguió, corrió hasta el anillo y chocando con la mesa lo cogió con toda la delicadeza que pudo para que la curación no se activase con él y corrió de vuelta, subiendo las escaleras de tres en tres usando su muñón como apoyo. Y llegó, prácticamente se estrelló contra el suelo al lado de los amantes y el anillo tocó por fin la mejilla de Dafne. El nublino lloraba lagrimas de puro dolor y comenzó a toser contra el suelo de manera brusca.
- Equilibrio:
Un blanco mas oscuro que el negro.
Un negro mas claro que el blanco.
El gris se desborda en mil tonos.
Y el arcoiris se hunde en monotonia.
Vivimos caminando el sendero dejado por los muertos.
Mientras brindamos nueva muerte a nuestro paso para extenderlo.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
19/07/18, 10:51 pm
Rádar apenas evitó el trozo del exoesqueleto que le tiró Daer, sintiendo cómo poco a poco la repugnancia era sustituida por la rabia. Ni siquiera estaba seguro de si era contra la ciudad, contra Daer o contra el maldito collar que lo había desatado todo, pero tenía claro que aquel monstruo debía ser detenido. Sus últimas palabras habían sido dichas con la esperanza de hacerle huir, pero ahora el carabés tenía claro que tenían que ser reales. Ciertas.
Por eso cuando el caimántropo saltó sobre Eriel el terror lo inundó como una sensación viscosa. «No, otro no» pensó, no queriendo aceptar una tercera muerte en el torreón. Eriel podía no ser el compañero favorito de Rad, pero el tipo E tenía claro que no quería volver a ver cómo el más joven macielero era asesinado... Y por alguien que, a todas luces, era ya más rocavarancolés que cosechado.
No había dado ni dos pasos, sin embargo, cuando Dafne lanzó la levitación. La escena siguiente, sin embargo, no fue sino una fuente de horror. La forma en la que el cuerpo del caimántropo chocaba contra el suelo del patio le provocaba apenas menos repugnancia que las muertes de Charlie y Sakrilt. Rádar no podía evitar saber que aquel monstruo era Daer, y en aquel momento su mayor deseo era que aquello no hubiera sucedido. No solo por Charlie y Sakrilt, sino por el propio Daer: el niño joven, agradable, de piel rosa, no el monstruo carnívoro que había querido matarlos a todos. Haber visto a alguien que le importaba, en quien había confiado, comportarse así era algo que solo podía horrorizarle.
Y aquello, pensaba, era sin contar con la monstruosa verdad que empezaba a sospechar.
Cuando Dafne cayó al suelo, sin embargo, su corazón volvió a encogerse. La lejanía del peligro empezaba ya a tranquilizarlo, y aquello tuvo otros efectos. Una aflicción que se enrrollaba en su garganta, como una piedra viscosa que le impidiera respirar y tragar. Un dolor que le traspasaba la cara, en forma de cuatro heridas que le latían con vergüenza y culpa por no haber hecho más. Y también había que contar la sangre que manaba de las marcas de las garras, que caía sobre su ojo izquierdo, convirtiendo la mitad de su visión en una borrosa mancha oscura.
Su propio sinsabor por cómo había acabado aquello parecía un débil eco de la aflicción que embargaba a Tayron. Rádar se quedó en silencio en medio del patio, incapaz de saber cómo hacer frente al monstruo vivo que invadía su pecho, su garganta, sus ojos. A su alrededor la gente corría a por anillos, bramaba su sufrimiento, balbuceaba su turbación. Él no hizo nada, incapaz de saber qué hacer, incapaz de saber cómo hacerlo.
El tipo E solo quería gritar y huir, fingir que nada de aquello había pasado. Fingir que no tenía que ver cómo una amiga consumía su vida por haber usado demasiada magia, porque los demás (incluido él) habían sido demasiado lentos para hacer algo útil.
Por eso cuando el caimántropo saltó sobre Eriel el terror lo inundó como una sensación viscosa. «No, otro no» pensó, no queriendo aceptar una tercera muerte en el torreón. Eriel podía no ser el compañero favorito de Rad, pero el tipo E tenía claro que no quería volver a ver cómo el más joven macielero era asesinado... Y por alguien que, a todas luces, era ya más rocavarancolés que cosechado.
No había dado ni dos pasos, sin embargo, cuando Dafne lanzó la levitación. La escena siguiente, sin embargo, no fue sino una fuente de horror. La forma en la que el cuerpo del caimántropo chocaba contra el suelo del patio le provocaba apenas menos repugnancia que las muertes de Charlie y Sakrilt. Rádar no podía evitar saber que aquel monstruo era Daer, y en aquel momento su mayor deseo era que aquello no hubiera sucedido. No solo por Charlie y Sakrilt, sino por el propio Daer: el niño joven, agradable, de piel rosa, no el monstruo carnívoro que había querido matarlos a todos. Haber visto a alguien que le importaba, en quien había confiado, comportarse así era algo que solo podía horrorizarle.
Y aquello, pensaba, era sin contar con la monstruosa verdad que empezaba a sospechar.
Cuando Dafne cayó al suelo, sin embargo, su corazón volvió a encogerse. La lejanía del peligro empezaba ya a tranquilizarlo, y aquello tuvo otros efectos. Una aflicción que se enrrollaba en su garganta, como una piedra viscosa que le impidiera respirar y tragar. Un dolor que le traspasaba la cara, en forma de cuatro heridas que le latían con vergüenza y culpa por no haber hecho más. Y también había que contar la sangre que manaba de las marcas de las garras, que caía sobre su ojo izquierdo, convirtiendo la mitad de su visión en una borrosa mancha oscura.
Su propio sinsabor por cómo había acabado aquello parecía un débil eco de la aflicción que embargaba a Tayron. Rádar se quedó en silencio en medio del patio, incapaz de saber cómo hacer frente al monstruo vivo que invadía su pecho, su garganta, sus ojos. A su alrededor la gente corría a por anillos, bramaba su sufrimiento, balbuceaba su turbación. Él no hizo nada, incapaz de saber qué hacer, incapaz de saber cómo hacerlo.
El tipo E solo quería gritar y huir, fingir que nada de aquello había pasado. Fingir que no tenía que ver cómo una amiga consumía su vida por haber usado demasiada magia, porque los demás (incluido él) habían sido demasiado lentos para hacer algo útil.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
20/07/18, 02:05 am
A Dafne le costaba cada vez más no dejarse llevar a donde se le estaba reclamando tras el esfuerzo sobrehumano que había hecho. Quería quedarse junto a Tayron solo un poco más, pero sus energías, lo poco que quedaba de estas, se drenaban a cada vez mayor velocidad. No fue consciente de que le hubiesen puesto el anillo, pues de nada servía contra el exceso que la maga arruinada había llevado a cabo. Le dio fuerzas, no obstante, para alzar el brazo hacia el rostro de su amado y abrir levemente los ojos.
—Tienes... que vivir... Vive por mí —le respondió débilmente—. Tay... Me gustan... tus nuevos ojos...
Dafne cerró entonces los suyos mientras su brazo volvía a deslizarse hacia el suelo. La chica ya los había dejado.
—Tienes... que vivir... Vive por mí —le respondió débilmente—. Tay... Me gustan... tus nuevos ojos...
Dafne cerró entonces los suyos mientras su brazo volvía a deslizarse hacia el suelo. La chica ya los había dejado.
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