Torreón Maciel (Archivo VIII)
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Rocavarancolia Rol
Lumichen
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Leonart
Bellota
Alicia
Dal
Neith2
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Naeryan
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20 participantes
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/02/16, 09:43 pm
Recuerdo del primer mensaje :
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/08/17, 12:45 pm
«Yo también me acojono a mí mismo» admitió ante sí. Le daba miedo lo que podía significar esa habilidad, cómo era capaz de hacerlo. Y le daba miedo la extraña sensación de certeza. Lo que tenía claro era que aquello no consistía en un problema personal: alguien o algo le había dado aquel regalo... Y aquello, por supuesto, abría la puerta a que fuera un regalo envenenado.
Rádar escuchó atentamente al humano, aunque casi desearía no haberlo hecho. El miedo y la preocupación se hacían cada vez mayores en él conforme lo escuchaba, preguntándose qué significaba aquello. La única hipótesis que se le ocurría era tan preocupante que, teniendo en aquella aquella ciudad, era probablemente la más correcta.
—Te creo —el carabés no creía que aquellas palabras tranquilizaran a su interlocutor, no con la conmoción que destilaban. Se pasó las manos por el pelo, despeinándose una y otra vez, preguntándose cómo decir lo que era necesario que el otro supiera sin volverlo paranoico perdido—. Escucha, Tay. Hay que decírselo al resto. Yo ya pensaba en contarles lo mío, y... pienso hacerlo hoy, la verdad. Pero lo tuyo también hay que decirlo. No te voy a obligar, pero... —resopló, volviéndose a dar al paseo incansable, con los labios temblando, y no de frío. Los datos que cosechaban era cada vez más preocupante, y por momentos el tipo E se preguntaba si aquello, todo aquello, no sería sino una trampa de la que no podrían escapar—. Hay magia capaz de hacer invisible a alguien. Incluso capaz de cubrir olores y sonidos. Si te despiertas con esa sensación... No sé, quizás sea algo como lo mío o una paranoia extraña que te ha dado, pero... También puede significar que, efectivamente, te vigilan.
Si hubiera tenido sentido, si hubiera habido más luz, Rádar se habría acercado y le habría mirado a los ojos. Aunque de todas formas no habría hecho falta: el tono de su voz era mortalmente serio.
—Y si te vigilan a ti... también nos vigilan al resto.
Rádar escuchó atentamente al humano, aunque casi desearía no haberlo hecho. El miedo y la preocupación se hacían cada vez mayores en él conforme lo escuchaba, preguntándose qué significaba aquello. La única hipótesis que se le ocurría era tan preocupante que, teniendo en aquella aquella ciudad, era probablemente la más correcta.
—Te creo —el carabés no creía que aquellas palabras tranquilizaran a su interlocutor, no con la conmoción que destilaban. Se pasó las manos por el pelo, despeinándose una y otra vez, preguntándose cómo decir lo que era necesario que el otro supiera sin volverlo paranoico perdido—. Escucha, Tay. Hay que decírselo al resto. Yo ya pensaba en contarles lo mío, y... pienso hacerlo hoy, la verdad. Pero lo tuyo también hay que decirlo. No te voy a obligar, pero... —resopló, volviéndose a dar al paseo incansable, con los labios temblando, y no de frío. Los datos que cosechaban era cada vez más preocupante, y por momentos el tipo E se preguntaba si aquello, todo aquello, no sería sino una trampa de la que no podrían escapar—. Hay magia capaz de hacer invisible a alguien. Incluso capaz de cubrir olores y sonidos. Si te despiertas con esa sensación... No sé, quizás sea algo como lo mío o una paranoia extraña que te ha dado, pero... También puede significar que, efectivamente, te vigilan.
Si hubiera tenido sentido, si hubiera habido más luz, Rádar se habría acercado y le habría mirado a los ojos. Aunque de todas formas no habría hecho falta: el tono de su voz era mortalmente serio.
—Y si te vigilan a ti... también nos vigilan al resto.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/08/17, 12:46 pm
Tayron relajó todos los músculos de su cuerpo cuando el carabés aseguró creerle, pero lo siguiente no le alivió en absoluto. Y no poder ver las facciones de su compañero menos aún.
-¿Decírselo al resto?- no había nada que le apeteciera menos. ¿Acaso era necesario?. Solo confundirían a sus amigos, era lo último que necesitaba.
Pero las palabras de Rad le pusieron los pelos de punta, lo cierto es que en momentos como aquel maldecía no saber nada de magia y se alegraba que otros sí tuvieran un mínimo de conocimientos básicos de lo que se podía hacer con ella.
-Gracias- dijo con evidente sarcasmo- es justo lo que necesitaba oír- se encogió de hombros y acompañó al carabés en su paseo incesante por el patio- ¿qué es peor? ¿que lleves razón o que no?- se detuvo entonces, cayendo en la cuenta- hablar con ellos no cambiará mucho, a estas alturas si estás en lo cierto... si...- hizo una pausa para proseguir en voz queda- si nos vigilan, deben saber que lo sabemos. Y a menos que tengan un buen propósito no estamos en nuestro mejor momento ¿eh?- no contó que pensar que los tratarían por locos a ambos corría por sus venas- no puedo prometerte que abriré la boca mañana, pero si tú lo haces contarás con mi apoyo- esperaba ser claro en eso, y en el fondo animar al tipo E a lanzarse. Puede que detrás fuera él. Pero eso ni siquiera lo sabía entonces.
-¿Decírselo al resto?- no había nada que le apeteciera menos. ¿Acaso era necesario?. Solo confundirían a sus amigos, era lo último que necesitaba.
Pero las palabras de Rad le pusieron los pelos de punta, lo cierto es que en momentos como aquel maldecía no saber nada de magia y se alegraba que otros sí tuvieran un mínimo de conocimientos básicos de lo que se podía hacer con ella.
-Gracias- dijo con evidente sarcasmo- es justo lo que necesitaba oír- se encogió de hombros y acompañó al carabés en su paseo incesante por el patio- ¿qué es peor? ¿que lleves razón o que no?- se detuvo entonces, cayendo en la cuenta- hablar con ellos no cambiará mucho, a estas alturas si estás en lo cierto... si...- hizo una pausa para proseguir en voz queda- si nos vigilan, deben saber que lo sabemos. Y a menos que tengan un buen propósito no estamos en nuestro mejor momento ¿eh?- no contó que pensar que los tratarían por locos a ambos corría por sus venas- no puedo prometerte que abriré la boca mañana, pero si tú lo haces contarás con mi apoyo- esperaba ser claro en eso, y en el fondo animar al tipo E a lanzarse. Puede que detrás fuera él. Pero eso ni siquiera lo sabía entonces.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/08/17, 12:47 pm
El carabés estaba mortalmente serio, indeciso sobre si debería dar o no margen a Tay. Él se había callado durante demasiado tiempo, un error lamentable. Aquello debía hablarse, sin duda, pero, con suerte, cuando estuvieran haciéndolo el propio humano sacaría su propio problema.
—Con suerte mi teoría es errónea —deseó, más que admitió. La posibilidad de que no solo estuvieran vigilándolos sino de que se estuvieran colando en el torreón sin que pudieran hacer nada le ponía de los nervios—. Hay otras posibilidades, claro, como que te esté pasando algo parecido a lo mío, pero no voy a callarme los peores escenarios solo para tranquilizar. Cuanto más se sepa más preparado se está. Mantenerse en la ignorancia solo sirve para perder control sobre las circunstancias.
Aquel mantra no lo repetía para convencer al humano, sino para convencerse a sí mismo. Era un intento terco de sobreponerse a su miedo, de seguir con las mismas fórmulas que siempre le habían funcionado. Rad necesitaba agarrarse a la convicción de que, si trabajaba y se informaba y comprendía aquello racionalmente, se salvaría.
—Vale... entonces mañana veremos.
—Con suerte mi teoría es errónea —deseó, más que admitió. La posibilidad de que no solo estuvieran vigilándolos sino de que se estuvieran colando en el torreón sin que pudieran hacer nada le ponía de los nervios—. Hay otras posibilidades, claro, como que te esté pasando algo parecido a lo mío, pero no voy a callarme los peores escenarios solo para tranquilizar. Cuanto más se sepa más preparado se está. Mantenerse en la ignorancia solo sirve para perder control sobre las circunstancias.
Aquel mantra no lo repetía para convencer al humano, sino para convencerse a sí mismo. Era un intento terco de sobreponerse a su miedo, de seguir con las mismas fórmulas que siempre le habían funcionado. Rad necesitaba agarrarse a la convicción de que, si trabajaba y se informaba y comprendía aquello racionalmente, se salvaría.
—Vale... entonces mañana veremos.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/08/17, 12:49 pm
Ya no sabía que pensar, ni que hacer. A pesar de las palabras que se le antojaban como consuelo. Se dejaría llevar por lo que sintiera que debería hacer cuando llegara la hora, como siempre.
-Tienes la puta razón, es mejor contemplarlo todo- añadió con neutralidad y un bostezo- con suerte tu teoría sea un fraude- repitió, sin ahuyentar los demonios que parecían esconderse en cada esquina.
-Entonces mañana veremos- afirmó, apoyando una mano en el hombro del carabés y aportando una leve palmadita. Tayron echó un vistazo a la oscuridad que se cernía entorno al patio- es mejor no pensar más en ello hasta que llegue el momento- tragó saliva, con indecisión en su siguiente frase- ¿sabes?, estoy seguro de que saldrá bien- aquello... no se lo creyó ni él, pero tenía que empezar por algo, garantizar que un tema espinoso iría como la seda no solucionaba nada. Pero dar ánimo era gratis- ya verás.
-Tienes la puta razón, es mejor contemplarlo todo- añadió con neutralidad y un bostezo- con suerte tu teoría sea un fraude- repitió, sin ahuyentar los demonios que parecían esconderse en cada esquina.
-Entonces mañana veremos- afirmó, apoyando una mano en el hombro del carabés y aportando una leve palmadita. Tayron echó un vistazo a la oscuridad que se cernía entorno al patio- es mejor no pensar más en ello hasta que llegue el momento- tragó saliva, con indecisión en su siguiente frase- ¿sabes?, estoy seguro de que saldrá bien- aquello... no se lo creyó ni él, pero tenía que empezar por algo, garantizar que un tema espinoso iría como la seda no solucionaba nada. Pero dar ánimo era gratis- ya verás.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/08/17, 12:49 pm
—Sí... Yo también confío en que la charla vaya bien. Quizás a alguien más le ha pasado algo así... con suerte, si salimos, encontraremos información, algo, un hilo del que tirar —eran nuevos intentos de convencerse a sí mismo, un mantra que incluso acababa por no creer seguiría siguiendo. En el fondo aquello era lo único que el carabés sabía hacer—. Creo que me voy a acostar ya. Tú deberías hacer lo mismo.
A Rádar le costó volver a conciliar el sueño. Su mente bullía de actividad, de temores y amenazas, de fantasmas. Cada sombra podía ser un peligro a punto de desvelarse, cada segundo podía ser un nuevo segundo donde algo dentro de él cambiara de forma extraña, ajena.
Cuando por fin se durmió tuvo sueños inquietos, turbadores, de los que no recordaría nada al despertar.
A Rádar le costó volver a conciliar el sueño. Su mente bullía de actividad, de temores y amenazas, de fantasmas. Cada sombra podía ser un peligro a punto de desvelarse, cada segundo podía ser un nuevo segundo donde algo dentro de él cambiara de forma extraña, ajena.
Cuando por fin se durmió tuvo sueños inquietos, turbadores, de los que no recordaría nada al despertar.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/08/17, 06:46 pm
La mirada del nublino podía estar perdida pero sus oídos seguían atentos a lo que decían los otros dos.
-¿Durante cuánto tiempo? - le preguntó a Sox aunque era algo retórico.- No sé cuánto nos durarán las fuerzas para oponernos a la ciudad. Yo cada vez estoy más cansado.
La vista volvió a enfocarse con las palabras de Siete, Eriel lo agarró de la mano apretándola y le dirigió una mirada de miedo.
-No, no me dejéis solo - se apresuró a responder con voz suplicante.- Por favor, no me dejéis solo - repitió con las lágrimas aún bañándole el rostro.
Tras un rato sus sollozos pararon, la mente del nublino se había despejado un tanto y ya no iba dando vueltas alrededor del mismo tema. Poco a poco el miedo se iba quedando en segundo plano pero sin llegar a desaparecer y, cuando levantó la mirada ésta estaba llena de determinación.
-Tenéis razón - les dijo.- No puedo rendirme. Y no por mí, si no por la gente que ha muerto ya, también por todo lo que podría perder aún. No puedo ceder - se mordió el labio ligeramente.- Perdón por la escena - se disculpó.
Dejó irse al carabés y al idrino pero él se quedó aún un rato en la habitación.
Las dos semanas siguientes al nublino se le hicieron muy largas. Se apartó ligeramente del resto, no quería molestarles. Hasta cuando comía lo hacía rápido para pasar el menor tiempo posible con sus compañeros, no quería incomodarlos con su presencia.
Su entrenamiento daba frutos y siguió practicando magia. Con ésta última no conseguía grandes progresos, no aprendió nuevos hechizos. Era como si estos se le escapasen entre los dedos y eso frustraba al chico.
Se desperezó en la cama y bajó con un bostezo.
-Buenos días - saludó a los que estuvieran allí. En silencio empezó a hacerse algo de desayuno.
-¿Durante cuánto tiempo? - le preguntó a Sox aunque era algo retórico.- No sé cuánto nos durarán las fuerzas para oponernos a la ciudad. Yo cada vez estoy más cansado.
La vista volvió a enfocarse con las palabras de Siete, Eriel lo agarró de la mano apretándola y le dirigió una mirada de miedo.
-No, no me dejéis solo - se apresuró a responder con voz suplicante.- Por favor, no me dejéis solo - repitió con las lágrimas aún bañándole el rostro.
Tras un rato sus sollozos pararon, la mente del nublino se había despejado un tanto y ya no iba dando vueltas alrededor del mismo tema. Poco a poco el miedo se iba quedando en segundo plano pero sin llegar a desaparecer y, cuando levantó la mirada ésta estaba llena de determinación.
-Tenéis razón - les dijo.- No puedo rendirme. Y no por mí, si no por la gente que ha muerto ya, también por todo lo que podría perder aún. No puedo ceder - se mordió el labio ligeramente.- Perdón por la escena - se disculpó.
Dejó irse al carabés y al idrino pero él se quedó aún un rato en la habitación.
Las dos semanas siguientes al nublino se le hicieron muy largas. Se apartó ligeramente del resto, no quería molestarles. Hasta cuando comía lo hacía rápido para pasar el menor tiempo posible con sus compañeros, no quería incomodarlos con su presencia.
Su entrenamiento daba frutos y siguió practicando magia. Con ésta última no conseguía grandes progresos, no aprendió nuevos hechizos. Era como si estos se le escapasen entre los dedos y eso frustraba al chico.
Se desperezó en la cama y bajó con un bostezo.
-Buenos días - saludó a los que estuvieran allí. En silencio empezó a hacerse algo de desayuno.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/08/17, 08:35 pm
Sox volvió a apretar los labios mientras buscaba una respuesta.
—Hasta la Luna —y eso fue lo último que dijo. Era consciente de que hasta cierto punto estaban apostando por aquel astro y la leyenda que acarreaba consigo, y de la desazón que estaba por venir si llegados a aquel punto seguían tan atrapados allí como el primer día. Pensaba también en la historia de Hurza y Harex. Si la Luna amplificaba los poderes de aquellos que la veían, ¿qué esperanza podía albergar ninguno de ellos de oponerse a nadie de aquella ciudad, que la habrían visto varias veces?
Sabía que tampoco era el momento de exponer ninguna de aquellas dudas, y por eso no había añadido nada más. Él también se quedó con Eriel hasta que se calmó. El conocimiento de que no se esperaba de él que hiciese nada más ayudó a que la sensación de impotencia desapareciera poco a poco, a medida que lo hacía el llanto de su compañero.
El tiempo transcurría de formas extrañas allí, respaldado por la monotonía del clima y de las calles desiertas. Dos días se hacían eternos a la hora de encontrar formas de pasar el tiempo, pero al echar la vista atrás Sox tendría que admitir que aquellas últimas dos semanas habían pasado para él sin darse cuenta. Llevaban ya más de cuatro meses en Rocavarancolia, constató cuando finalmente hizo las cuentas de nuevo.
Daer le había pedido prestada su tarjeta holográfica para una salida uno de esos días, y había regresado con expresión compungida a decirle que la había perdido. Había estado tonteando con ella, intentando dibujar el mapa del camino que les había llevado hasta allí, cuando una casa se había derrumbado de improviso junto a ellos y Charlie había tirado de él para salir huyendo: de los escombros y de la nube con forma de calavera que había brotado de las ruinas. Daer juró, tras reconocer que había dejado caer la tarjeta al suelo entre el susto y las prisas, que la imagen de la polvareda tenía sonrisa de lobo. No habían querido arriesgarse a que ésta les tocara.
Era un recuerdo de Carabás, el único aparte de su riñonera y de la ropa que había traído; además a Sox le desagradaba profundamente por principio prestar cosas y que no las cuidaran bien. Pero con el material de escritura que habían rescatado de la bolsa de Dana su utilidad había decaído, y la tarjeta pasaba más tiempo olvidada en cualquier parte del torreón que en uso. Sox había superado a aquellas alturas su reticencia a hacer anotaciones en los márgenes de libros, y la ciudad ya había dejado su huella en él: el alivio a que no hubiese habido más pérdidas fue lo que primó al oír el relato de lo sucedido. Cuando le dijo al daeliciano que no tenía importancia el carabés estaba siendo sincero. Sin querer habían apartado de su vista otro recordatorio de que los apuntes de la tarjeta le era ahora tan extranjera en idioma como su mundo natal: otra señal de que a cada día que pasaba pertenecía más a Rocavarancolia.
Alguien volvió a avistar a Tuétano en las alturas, para que al día siguiente ya no estuviera allí. Sin embargo aquello no era ya lo único en ensombrecer ánimos.
El ambiente del torreón se enrarecía todavía en ocasiones en presencia de Barael. Sox había reducido sus intercambios con el nublino a lo mínimo que resultase civil, que en su caso consistió principalmente en repartirse los hechizos para traducir. Había uno que se les estaba resistiendo a todos los que habían intentado traducirlo y el carabés, aunque herido en su orgullo, lo había dejado para más tarde. Escalonar los esfuerzos, dejando lo más difícil para el final, solía dar mejores resultados.
Habían quedado en explorar aquel día en una zona más allá de la brecha de huesos, cuyas calles aparentaban estar notablemente más despejadas que al sur: la posibilidad de recorrer más distancia en una sola dirección le resultaba atrayente al carabés. Sox estaba convencido de que la única razón por la que todavía no se habían pateado toda la ciudad era por el recelo a toparse con algo que les viniera grande, y aún así se preguntaba si llegaría el día en que terminaran por hacerlo de todas formas.
Sigue en el Cementerio.
—Hasta la Luna —y eso fue lo último que dijo. Era consciente de que hasta cierto punto estaban apostando por aquel astro y la leyenda que acarreaba consigo, y de la desazón que estaba por venir si llegados a aquel punto seguían tan atrapados allí como el primer día. Pensaba también en la historia de Hurza y Harex. Si la Luna amplificaba los poderes de aquellos que la veían, ¿qué esperanza podía albergar ninguno de ellos de oponerse a nadie de aquella ciudad, que la habrían visto varias veces?
Sabía que tampoco era el momento de exponer ninguna de aquellas dudas, y por eso no había añadido nada más. Él también se quedó con Eriel hasta que se calmó. El conocimiento de que no se esperaba de él que hiciese nada más ayudó a que la sensación de impotencia desapareciera poco a poco, a medida que lo hacía el llanto de su compañero.
-
El tiempo transcurría de formas extrañas allí, respaldado por la monotonía del clima y de las calles desiertas. Dos días se hacían eternos a la hora de encontrar formas de pasar el tiempo, pero al echar la vista atrás Sox tendría que admitir que aquellas últimas dos semanas habían pasado para él sin darse cuenta. Llevaban ya más de cuatro meses en Rocavarancolia, constató cuando finalmente hizo las cuentas de nuevo.
Daer le había pedido prestada su tarjeta holográfica para una salida uno de esos días, y había regresado con expresión compungida a decirle que la había perdido. Había estado tonteando con ella, intentando dibujar el mapa del camino que les había llevado hasta allí, cuando una casa se había derrumbado de improviso junto a ellos y Charlie había tirado de él para salir huyendo: de los escombros y de la nube con forma de calavera que había brotado de las ruinas. Daer juró, tras reconocer que había dejado caer la tarjeta al suelo entre el susto y las prisas, que la imagen de la polvareda tenía sonrisa de lobo. No habían querido arriesgarse a que ésta les tocara.
Era un recuerdo de Carabás, el único aparte de su riñonera y de la ropa que había traído; además a Sox le desagradaba profundamente por principio prestar cosas y que no las cuidaran bien. Pero con el material de escritura que habían rescatado de la bolsa de Dana su utilidad había decaído, y la tarjeta pasaba más tiempo olvidada en cualquier parte del torreón que en uso. Sox había superado a aquellas alturas su reticencia a hacer anotaciones en los márgenes de libros, y la ciudad ya había dejado su huella en él: el alivio a que no hubiese habido más pérdidas fue lo que primó al oír el relato de lo sucedido. Cuando le dijo al daeliciano que no tenía importancia el carabés estaba siendo sincero. Sin querer habían apartado de su vista otro recordatorio de que los apuntes de la tarjeta le era ahora tan extranjera en idioma como su mundo natal: otra señal de que a cada día que pasaba pertenecía más a Rocavarancolia.
Alguien volvió a avistar a Tuétano en las alturas, para que al día siguiente ya no estuviera allí. Sin embargo aquello no era ya lo único en ensombrecer ánimos.
El ambiente del torreón se enrarecía todavía en ocasiones en presencia de Barael. Sox había reducido sus intercambios con el nublino a lo mínimo que resultase civil, que en su caso consistió principalmente en repartirse los hechizos para traducir. Había uno que se les estaba resistiendo a todos los que habían intentado traducirlo y el carabés, aunque herido en su orgullo, lo había dejado para más tarde. Escalonar los esfuerzos, dejando lo más difícil para el final, solía dar mejores resultados.
Habían quedado en explorar aquel día en una zona más allá de la brecha de huesos, cuyas calles aparentaban estar notablemente más despejadas que al sur: la posibilidad de recorrer más distancia en una sola dirección le resultaba atrayente al carabés. Sox estaba convencido de que la única razón por la que todavía no se habían pateado toda la ciudad era por el recelo a toparse con algo que les viniera grande, y aún así se preguntaba si llegaría el día en que terminaran por hacerlo de todas formas.
Sigue en el Cementerio.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
22/08/17, 11:45 pm
Siete asintió, aprentando la mano de Eriel de vuelta, acongojado por la situación. Esperó a que el nublino se recompusiese, con una nota de impaciencia interna. No terminaba de sentirse cómodo allí ni con él, y fue algo que perduró los días siguientes, y que solo olvidaba a ratos. Había tomado la decisión consciente de callarse el incidente con Sirce. Fue algo menos liberador de lo que le habría gustado. Esa tarde, abrazó con sinceridad al nublino antes de irse del cuarto – “no pasa nada, es una reacción natural” le dijo- y después se puso en la cocina a pelar fruta.
Siete evitó a Barael de la forma más discreta que fue capaz. Notaba el cambio que había dado el torreón desde la discusión, y las miradas de algunos al hermano mayor de los nublinos, alerta. Se estableció como un peso en el fondo de su estómago. Con Eriel también trataba menos, en consecuencia. Sin el grupo de los que habían ido a buscar a los sinhadres, y con la división interna del torreón, el avance desde que despertaran en las mazmorras se hacía mas difícil de apreciar. Si se fiaba de los cálculos de sus compañeros, habían pasado casi cuatro meses ya en la ciudad. Parecía simultáneamente mucho y muy poco.
Esa mañana desayunó con tranquilidad en la cocina. Siete no sabía manejar ningún arma, y no tenía nada que recoger antes de la salida. Iba vestido con ropa que habían sacado del palacete; una casaca azul sobre una camisa blanca, y pantalones vaqueros del fondo de un baúl del torreón. A su manera, era una forma supersticiosa de desear que fuera una excursión sin incidentes. Si llevaba buena ropa, parecía más impropio que se manchase. Quizás el mundo estuviera de acuerdo con el.
Sigue en el cementerio
Siete evitó a Barael de la forma más discreta que fue capaz. Notaba el cambio que había dado el torreón desde la discusión, y las miradas de algunos al hermano mayor de los nublinos, alerta. Se estableció como un peso en el fondo de su estómago. Con Eriel también trataba menos, en consecuencia. Sin el grupo de los que habían ido a buscar a los sinhadres, y con la división interna del torreón, el avance desde que despertaran en las mazmorras se hacía mas difícil de apreciar. Si se fiaba de los cálculos de sus compañeros, habían pasado casi cuatro meses ya en la ciudad. Parecía simultáneamente mucho y muy poco.
Esa mañana desayunó con tranquilidad en la cocina. Siete no sabía manejar ningún arma, y no tenía nada que recoger antes de la salida. Iba vestido con ropa que habían sacado del palacete; una casaca azul sobre una camisa blanca, y pantalones vaqueros del fondo de un baúl del torreón. A su manera, era una forma supersticiosa de desear que fuera una excursión sin incidentes. Si llevaba buena ropa, parecía más impropio que se manchase. Quizás el mundo estuviera de acuerdo con el.
Sigue en el cementerio
-
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
23/08/17, 12:01 am
El despertar llegó algo más tarde de lo que era común en él, imaginó que debido a la mala experiencia de la noche. Rádar se giró en la cama, durmiendo, con unos tímidos rayos de claridad colándose entre sus párpados que indicaban que hacía ya rato que había amanecido. «¿Ya son las ocho y diecisiete?» pensó. La facilidad con la que le vino la hora le recorrió la espalda entera con un temblor, y el súbito terror hizo que abriera los ojos por completo.
El tipo E se sentó en su cama, con su cara expresando lo difícil que había sido aquella noche. Sus ojos estaban algo ojerosos, mientras que su pelo parecía más un espachurrado nido de pájaros que un cuero cabelludo. Sus labios temblaban, con todo el recuerdo de la conversación de la noche anterior estallando en su cabeza.
Rad tomó aliento, sabiendo lo que iba en ese momento. En su habitación no había nadie ya, por lo que el carabés confió en que pudiera reunirlos a todos tras el desayuno.
Fue mientras descendía las escaleras cuando recordó que aquel día habían tenido como objetivo cruzar la brecha que partía la ciudad. Maldijo entre dientes y, tras unos segundos, volvió a subir a la habitación. A la hora que era ya iría mejor soltar lo suyo tras volver.
Él había sido uno de los que habían sugerido visitar aquella parte de Rocavarancolia que desconocían por completo. Estaba motivado por la búsqueda de respuestas, de información que no habían encontrado en ningún lugar de los que ya habían visitado. Era hora de pasar a aquellos sitios que no habían ni pisado.
Salió con el resto, dejando para más tarde la necesaria charla sobre su problema. Cada minuto que pasaba lo sentía como un trago de hormigón armado, pero Rádar estaba demasiado impaciente como para retrasar cualquier acción que pudiera darles respuestas. Quizás, con suerte, pudiera proporcionarlas a sus compañeros en vez de crearles únicamente dudas.
Sigue en el Cementerio.
El tipo E se sentó en su cama, con su cara expresando lo difícil que había sido aquella noche. Sus ojos estaban algo ojerosos, mientras que su pelo parecía más un espachurrado nido de pájaros que un cuero cabelludo. Sus labios temblaban, con todo el recuerdo de la conversación de la noche anterior estallando en su cabeza.
Rad tomó aliento, sabiendo lo que iba en ese momento. En su habitación no había nadie ya, por lo que el carabés confió en que pudiera reunirlos a todos tras el desayuno.
Fue mientras descendía las escaleras cuando recordó que aquel día habían tenido como objetivo cruzar la brecha que partía la ciudad. Maldijo entre dientes y, tras unos segundos, volvió a subir a la habitación. A la hora que era ya iría mejor soltar lo suyo tras volver.
Él había sido uno de los que habían sugerido visitar aquella parte de Rocavarancolia que desconocían por completo. Estaba motivado por la búsqueda de respuestas, de información que no habían encontrado en ningún lugar de los que ya habían visitado. Era hora de pasar a aquellos sitios que no habían ni pisado.
Salió con el resto, dejando para más tarde la necesaria charla sobre su problema. Cada minuto que pasaba lo sentía como un trago de hormigón armado, pero Rádar estaba demasiado impaciente como para retrasar cualquier acción que pudiera darles respuestas. Quizás, con suerte, pudiera proporcionarlas a sus compañeros en vez de crearles únicamente dudas.
Sigue en el Cementerio.
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
25/08/17, 03:36 am
-Ajam. -Fue toda la respuesta que recibieron de él, no le interesaba más aquello, tenía muchas cosas en que pensar.
Bajó a las mazmorras y ahí se quedó, pensando en cuan suyos eran aquellos sentimientos e intenciones, cual era la parte intrínseca de sí mismo y cuál era la imposición de su abuelo. Y por mucho que discurría, nunca hallaba cual era la línea, nunca obtenía una respuesta.
A partir de ese día Barael se volvió mucho más seco y aún así menos frio, cuando hablaba ya no había rapidez por terminar y pese a ello los escasos diálogos terminaban por su propio peso, sus gestos se habían suavizado y se veían más libres pero no había ningún tipo de ánimo o emoción especial en ellos.
El vacio hacia su persona y la incomodidad que provocaba su presencia las tenía bien presente. Su abuelo ya le había advertido que si personas como ellos se quitaban su máscara la gente les huiría y cuando le pregunto por qué la respuesta cayó fulminante sobre aquel crío de ocho años. "Porque somos diferentes. Y la gente le tiene miedo a las cosas que son diferentes." Él mismo lo estaba comprobando ahora. Como Tayron y Rad lo evadían y lo vigilaban, como actuaba Siete cada vez que él asomaba, como Sox recortaba cada palabra para terminar cuanto antes, las miradas titubeantes de Daer, Dafne y Charlie y finalmente como su hermano se apartaba del resto por lo ocurrido. Esto último le molestaba bastante. "Amigos", claro. Sonaba con desdén en su cabeza.
Casi hilarante para el nublino Sakrilt era la única que no había cambiado su actitud hacia él, lo que denotaba que podría ser más parecida a él que al resto y aunque no lo aceptaría, aquello le alegró un poco. Empezó a entrenar solo con ella y al cabo de tres días los entrenamientos se volvieron pura competición, mucho más similares a auténticas peleas. La lanza de la clinger se lanzaba desbocada a herir de cualquier forma y en cualquier parte al nublino mientras el escudo y el estoque de este esperaban pacientes para fulminar sus puntos vitales. Barael solía aflojar debido a donde apuntaba, Sakrilt no, y así los moratones iban y venían del cuerpo del nublino cuyo torso seguía estando al descubierto la mayor parte del tiempo. Le gustaba ese dolor sin embargo, le reconfortaba porque era mucho más corpóreo y nítido que el que producía el anillo, le recordaba que estaba vivo.
Los días pasaban, dolores diferentes y uno que siempre se repetía con ellos, también anhelos de las dos personas a las que llegó a creer querer resignado no obstante a que pasara lo que pasara nunca volvería a estar con ellos como antes, nunca podría volver a aquellos simples tiempos con ellos en los que perdían el tiempo abrazándose y besándose sin nada de lo que preocuparse y no pensaba arrastrarlos a aquella ciudad con él. Lo único que podía hacer ahora era seguir adelante. Y así lo haría.
Pero primero hay que hallar solución a Tuétano.
Otra expedición, otra preparación completa. Ni siquiera opino si si o si no, fue y punto.
Sigue en el Cementerio
Bajó a las mazmorras y ahí se quedó, pensando en cuan suyos eran aquellos sentimientos e intenciones, cual era la parte intrínseca de sí mismo y cuál era la imposición de su abuelo. Y por mucho que discurría, nunca hallaba cual era la línea, nunca obtenía una respuesta.
A partir de ese día Barael se volvió mucho más seco y aún así menos frio, cuando hablaba ya no había rapidez por terminar y pese a ello los escasos diálogos terminaban por su propio peso, sus gestos se habían suavizado y se veían más libres pero no había ningún tipo de ánimo o emoción especial en ellos.
El vacio hacia su persona y la incomodidad que provocaba su presencia las tenía bien presente. Su abuelo ya le había advertido que si personas como ellos se quitaban su máscara la gente les huiría y cuando le pregunto por qué la respuesta cayó fulminante sobre aquel crío de ocho años. "Porque somos diferentes. Y la gente le tiene miedo a las cosas que son diferentes." Él mismo lo estaba comprobando ahora. Como Tayron y Rad lo evadían y lo vigilaban, como actuaba Siete cada vez que él asomaba, como Sox recortaba cada palabra para terminar cuanto antes, las miradas titubeantes de Daer, Dafne y Charlie y finalmente como su hermano se apartaba del resto por lo ocurrido. Esto último le molestaba bastante. "Amigos", claro. Sonaba con desdén en su cabeza.
Casi hilarante para el nublino Sakrilt era la única que no había cambiado su actitud hacia él, lo que denotaba que podría ser más parecida a él que al resto y aunque no lo aceptaría, aquello le alegró un poco. Empezó a entrenar solo con ella y al cabo de tres días los entrenamientos se volvieron pura competición, mucho más similares a auténticas peleas. La lanza de la clinger se lanzaba desbocada a herir de cualquier forma y en cualquier parte al nublino mientras el escudo y el estoque de este esperaban pacientes para fulminar sus puntos vitales. Barael solía aflojar debido a donde apuntaba, Sakrilt no, y así los moratones iban y venían del cuerpo del nublino cuyo torso seguía estando al descubierto la mayor parte del tiempo. Le gustaba ese dolor sin embargo, le reconfortaba porque era mucho más corpóreo y nítido que el que producía el anillo, le recordaba que estaba vivo.
Los días pasaban, dolores diferentes y uno que siempre se repetía con ellos, también anhelos de las dos personas a las que llegó a creer querer resignado no obstante a que pasara lo que pasara nunca volvería a estar con ellos como antes, nunca podría volver a aquellos simples tiempos con ellos en los que perdían el tiempo abrazándose y besándose sin nada de lo que preocuparse y no pensaba arrastrarlos a aquella ciudad con él. Lo único que podía hacer ahora era seguir adelante. Y así lo haría.
Pero primero hay que hallar solución a Tuétano.
Otra expedición, otra preparación completa. Ni siquiera opino si si o si no, fue y punto.
Sigue en el Cementerio
- Equilibrio:
Un blanco mas oscuro que el negro.
Un negro mas claro que el blanco.
El gris se desborda en mil tonos.
Y el arcoiris se hunde en monotonia.
Vivimos caminando el sendero dejado por los muertos.
Mientras brindamos nueva muerte a nuestro paso para extenderlo.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
26/08/17, 12:37 pm
Los muertos continuaron con su letenía incesante y consiguieron intimidar más al belga en forma de sudor frío. Con la mención al abuelo de los nublinos Tayron alzó una ceja, levemente molesto ante la muestra de arrogancia que los cadáveres exudaban. ¿Quiénes eran para creerse que conocían una parte mínima de sus vidas?. Y además, su futuro. Deseaba que fueran claros, sin encriptaciones ni dobles interpretaciones. Pero aquel parecía ser el único lenguaje que entendían. O al menos, el de la violencia, porque las voces se convirtieron en un murmullo cuando Eriel perdió los nervios.
Por supuesto el humano no intentó tranquilizarle, tenía todo el derecho a estar enfadado, de hecho acompañó cada golpe de la alabarda con un movimiento brusco de cabeza. Pero no hubo ninguna palmadita en el hombro. Le correspondía a su hermano más que nunca calmarlo. Se daba cuenta que la conversación con Eriel le urgía más conforme los días pasaban, siendo sincero más como una necesidad asfixiante en el pecho que por meros formalismos.
Pero la mayor parte de su atención se concentró en los exámines, dándole más prioridad a los que le habían contestado a él o Rádar. Sintió escalofríos con la invitación a sentarse junto a ellos, o mejor dicho, encima de ellos. No alcanzó a comprender nada más que burlas, que estaban jugando a marear la perdiz desde su posición elevada de conocimiento. Las flores no le decían nada.
-Sí- respondió con alivio una vez entendió que no iban a obtener más información- mejor pirarse.
El trayecto a Maciel de regreso fue extraño a la par que incómodo, Dafne se acomodó en la indiferencia absoluta durante el camino, claramente aturdida y molesta por lo que fuera que él sabía y ella no. No podía reprocharle su actitud, el mismo humano se encontraba disgustado con el carabés. “Mirad hacie el cielo cuando el niño reloj os lo pida y todo vendrá”. ¿Qué faltaba en la ecuación?. Y lo más irritante. ¿Por qué Rad había le había ocultado algo después del intercambio de confesiones?.
Fuera como fuese tanto noruega como belga se quitaron de en medio al llegar al torreón, seguramente aprovechando que alguien contaba a los que se habían quedado el acontecimiento. Sería en las mazmorras dónde Dafne se enteraría de todo.
Por supuesto el humano no intentó tranquilizarle, tenía todo el derecho a estar enfadado, de hecho acompañó cada golpe de la alabarda con un movimiento brusco de cabeza. Pero no hubo ninguna palmadita en el hombro. Le correspondía a su hermano más que nunca calmarlo. Se daba cuenta que la conversación con Eriel le urgía más conforme los días pasaban, siendo sincero más como una necesidad asfixiante en el pecho que por meros formalismos.
Pero la mayor parte de su atención se concentró en los exámines, dándole más prioridad a los que le habían contestado a él o Rádar. Sintió escalofríos con la invitación a sentarse junto a ellos, o mejor dicho, encima de ellos. No alcanzó a comprender nada más que burlas, que estaban jugando a marear la perdiz desde su posición elevada de conocimiento. Las flores no le decían nada.
-Sí- respondió con alivio una vez entendió que no iban a obtener más información- mejor pirarse.
El trayecto a Maciel de regreso fue extraño a la par que incómodo, Dafne se acomodó en la indiferencia absoluta durante el camino, claramente aturdida y molesta por lo que fuera que él sabía y ella no. No podía reprocharle su actitud, el mismo humano se encontraba disgustado con el carabés. “Mirad hacie el cielo cuando el niño reloj os lo pida y todo vendrá”. ¿Qué faltaba en la ecuación?. Y lo más irritante. ¿Por qué Rad había le había ocultado algo después del intercambio de confesiones?.
Fuera como fuese tanto noruega como belga se quitaron de en medio al llegar al torreón, seguramente aprovechando que alguien contaba a los que se habían quedado el acontecimiento. Sería en las mazmorras dónde Dafne se enteraría de todo.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
27/08/17, 06:34 pm
Tuvieron tiempo de sobra para silencios largos y extendidos hasta que volvieron a ver el torreón y atravesaron el foso. El foso le daba mala impresión desde la caída al subterráneo, y Siete caminaba por medio de la madera, tieso, hasta que estaba dentro.
- ¿Que creeis que pasaría si se desterrase a alguno de los muertos del cementerio? - preguntó, continuando en voz alta la serie de cavilaciones que lo habían entretenido en el camino. Después de las preocupaciones que no tenían respuesta inmediata, o las que no tenían respuesta, a secas, el funcionamiento de aquel lugar seguía teniendo un peso en el fondo de su cabeza.
Al vagar con la mirada en busca de respuesta dio con el rostro horrorizado de Sox. Siete dio un pequeño respingo en respuesta y levantó las manos a la defensiva.
- No estoy diciendo que lo hagamos. Solo me pregunto... Que pasaría. Si seguirían hablando o no, y de donde salen sus voces y eso.
- ¿Que creeis que pasaría si se desterrase a alguno de los muertos del cementerio? - preguntó, continuando en voz alta la serie de cavilaciones que lo habían entretenido en el camino. Después de las preocupaciones que no tenían respuesta inmediata, o las que no tenían respuesta, a secas, el funcionamiento de aquel lugar seguía teniendo un peso en el fondo de su cabeza.
Al vagar con la mirada en busca de respuesta dio con el rostro horrorizado de Sox. Siete dio un pequeño respingo en respuesta y levantó las manos a la defensiva.
- No estoy diciendo que lo hagamos. Solo me pregunto... Que pasaría. Si seguirían hablando o no, y de donde salen sus voces y eso.
-
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
27/08/17, 07:53 pm
El camino de vuelta fue incómodo y tenso. Rad mantenía la mano firmemente apretada sobre la espada y miraba hacia todos lados, pero su actitud vigilante no era tal. Estaba demasiado tenso, demasiado distraído, demasiado aterrado como para vigilar de verdad los peligros de Rocavarancolia. Y no era solo el miedo y la incomprensión lo que le sucedía: sus pensamientos eran una vorágine de contradicción. Debía ser más fuerte, más resistente, estar más preparado, no estar al borde de una crisis nerviosa.
«Quizás deberían habernos preparado para sobrevivir en estas condiciones» pensó con una risita mental. En Carabás siempre había sido de los mejores, en Carabás había triunfado. Ahora le daba la sensación de que no sabía hacer nada a derechas.
¿Y cómo podría, cuando Rocavarancolia era literalmente lo opuesto a absolutamente todo lo que en Carabás le habían enseñado como correcto?
Al menos al llegar a Maciel seguía teniendo suficiente raciocinio como para comprender que en aquel momento decir nada sobre lo suyo sería contraproducente en el estado en el que se encontraba. Rádar estaba tenso, ciertamente, y necesitaba relajarse.
Quizás otra persona, de otro mundo, hubiera recurrido a apoyarse a alguien. Él no sabía hacerlo, así que recurrió a otra forma.
En el entrenamiento del tipo E se exteriorizó toda la agresividad y la rabia, todo el miedo y la incomprensión que había estado acumulando en las últimas semanas. No eran solo los movimientos de su cuerpo ni la velocidad que exhibía, sino la mueca espantosa en la que se transformó su cara. Todo el carabés se convirtió en un grito silencioso de ayuda, en una exigencia de que dejaran de cometer con ellos las tropelías a las que estaban siendo sometidos.
El último giro lo dejó mirando frente por frente al reloj que indicaba cuánto quedaba para la Luna Roja. La estrella de diez puntas apuntaba ahora a las nueve menos diez, y Rádar supo qué significaba aquello.
«Quedan ochenta y seis días» pensó, con un pensamiento quebrado. El carabés se apoyó en la pared del patio, escuchando sonidos dentros que indicaba que llegaba la hora de comer. Tampoco es que necesitaba aquello, por supuesto: sabía perfectamente qué hora era, al fin y al cabo.
«Cuando terminemos» pensó, con la mirada dirigiéndose hacia la puerta. Su cara no parecía firme ni decidida, solo distraída. «Cuando terminemos de comer».
Fue de los primeros en terminar su almuerzo y en limpiar su plato. El carabés esperó apoyado en la pared mientras el resto también terminaba, y en la vorágine del trabajo de limpiar los cacharros, antes de que nadie pudiera irse, alzó la voz.
—Cuando terminéis con eso tengo que contaros algo —advirtió—. Y mejor que os sentéis para oírlo.
Una vez todos sentados comenzó a hablar, paseando la mirada entre ellos. En su rostro y su voz se revelaban la seriedad de lo que les iba a contar.
—Como escuchasteis en el cementerio, anoche... Esta madrugada, más bien—se corrigió, queriendo ser completamente fiel a los hechos y, a la vez, animar al humano a decir lo suyo propio—, hablé con Tayron. Hice esa referencia porque, al contrario de lo que parece, no todo lo que dijeron carece de sentido. Hay al menos algo que sí lo tiene... Y que no deberían saber, porque solo se lo he contado a él. Y ni siquiera entero.
»El día de la visita al Palacete sucedió... algo —fue aquí donde poco a poco el tono se hizo dubitativo, aunque sin perder firmeza: una duda no acerca de si le estaba pasando aquello, sino de por qué—. No... no sé cómo describirlo bien. Era como una especie de intuición interior que me decía qué hora era. Al principio me pareció extraño, pero era tan vaga y tan poco afinada que... no sé, pensé que era simplemente que me estaba volviendo bueno en saber eso a partir de la posición del sol. Entonces, con el paso de los días, empezó a afinarse. Ha sido un proceso lento, muy lento y muy gradual, y yo... No sé. Sabía que debía decíroslo, pero cuando se empezó a hacer patente que no era algo normal... bueno, salimos a por las hienas, discutimos... Nunca parecía el momento. No debería haber esperado tanto, y lo siento por ello.
»Pero también hay algo más —tomó respiración y miró por un segundo a Tayron, consciente de que esto sería tan nuevo para él como para el resto—, algo que no le dije a Tayron. Del mismo modo que me estaba sucediendo lo de las horas el día de la discusión... De alguna forma extraña supe que quedaban aproximadamente unos cien días para la Luna Roja. Esa... esa nueva intuición, esa capacidad para saber cuánto queda para su salida... también se me está afinando, aunque de momento sigue siendo un proceso lento.
»Por eso me puse así en el cementerio al hablar con los muertos, porque estos sabían tanto lo que le había dicho a Tayron como lo que no, y... Necesito comprender qué me está pasando, la verdad. Ahora mismo me abalanzaría sobre cualquier fuente de información, por aberrante o críptica que resultara.
«Quizás deberían habernos preparado para sobrevivir en estas condiciones» pensó con una risita mental. En Carabás siempre había sido de los mejores, en Carabás había triunfado. Ahora le daba la sensación de que no sabía hacer nada a derechas.
¿Y cómo podría, cuando Rocavarancolia era literalmente lo opuesto a absolutamente todo lo que en Carabás le habían enseñado como correcto?
Al menos al llegar a Maciel seguía teniendo suficiente raciocinio como para comprender que en aquel momento decir nada sobre lo suyo sería contraproducente en el estado en el que se encontraba. Rádar estaba tenso, ciertamente, y necesitaba relajarse.
Quizás otra persona, de otro mundo, hubiera recurrido a apoyarse a alguien. Él no sabía hacerlo, así que recurrió a otra forma.
En el entrenamiento del tipo E se exteriorizó toda la agresividad y la rabia, todo el miedo y la incomprensión que había estado acumulando en las últimas semanas. No eran solo los movimientos de su cuerpo ni la velocidad que exhibía, sino la mueca espantosa en la que se transformó su cara. Todo el carabés se convirtió en un grito silencioso de ayuda, en una exigencia de que dejaran de cometer con ellos las tropelías a las que estaban siendo sometidos.
El último giro lo dejó mirando frente por frente al reloj que indicaba cuánto quedaba para la Luna Roja. La estrella de diez puntas apuntaba ahora a las nueve menos diez, y Rádar supo qué significaba aquello.
«Quedan ochenta y seis días» pensó, con un pensamiento quebrado. El carabés se apoyó en la pared del patio, escuchando sonidos dentros que indicaba que llegaba la hora de comer. Tampoco es que necesitaba aquello, por supuesto: sabía perfectamente qué hora era, al fin y al cabo.
«Cuando terminemos» pensó, con la mirada dirigiéndose hacia la puerta. Su cara no parecía firme ni decidida, solo distraída. «Cuando terminemos de comer».
-------
Fue de los primeros en terminar su almuerzo y en limpiar su plato. El carabés esperó apoyado en la pared mientras el resto también terminaba, y en la vorágine del trabajo de limpiar los cacharros, antes de que nadie pudiera irse, alzó la voz.
—Cuando terminéis con eso tengo que contaros algo —advirtió—. Y mejor que os sentéis para oírlo.
Una vez todos sentados comenzó a hablar, paseando la mirada entre ellos. En su rostro y su voz se revelaban la seriedad de lo que les iba a contar.
—Como escuchasteis en el cementerio, anoche... Esta madrugada, más bien—se corrigió, queriendo ser completamente fiel a los hechos y, a la vez, animar al humano a decir lo suyo propio—, hablé con Tayron. Hice esa referencia porque, al contrario de lo que parece, no todo lo que dijeron carece de sentido. Hay al menos algo que sí lo tiene... Y que no deberían saber, porque solo se lo he contado a él. Y ni siquiera entero.
»El día de la visita al Palacete sucedió... algo —fue aquí donde poco a poco el tono se hizo dubitativo, aunque sin perder firmeza: una duda no acerca de si le estaba pasando aquello, sino de por qué—. No... no sé cómo describirlo bien. Era como una especie de intuición interior que me decía qué hora era. Al principio me pareció extraño, pero era tan vaga y tan poco afinada que... no sé, pensé que era simplemente que me estaba volviendo bueno en saber eso a partir de la posición del sol. Entonces, con el paso de los días, empezó a afinarse. Ha sido un proceso lento, muy lento y muy gradual, y yo... No sé. Sabía que debía decíroslo, pero cuando se empezó a hacer patente que no era algo normal... bueno, salimos a por las hienas, discutimos... Nunca parecía el momento. No debería haber esperado tanto, y lo siento por ello.
»Pero también hay algo más —tomó respiración y miró por un segundo a Tayron, consciente de que esto sería tan nuevo para él como para el resto—, algo que no le dije a Tayron. Del mismo modo que me estaba sucediendo lo de las horas el día de la discusión... De alguna forma extraña supe que quedaban aproximadamente unos cien días para la Luna Roja. Esa... esa nueva intuición, esa capacidad para saber cuánto queda para su salida... también se me está afinando, aunque de momento sigue siendo un proceso lento.
»Por eso me puse así en el cementerio al hablar con los muertos, porque estos sabían tanto lo que le había dicho a Tayron como lo que no, y... Necesito comprender qué me está pasando, la verdad. Ahora mismo me abalanzaría sobre cualquier fuente de información, por aberrante o críptica que resultara.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
28/08/17, 09:21 pm
Tayron no era bueno leyendo el lenguaje corporal de la gente, siempre había sido incapaz para captar las intenciones de los que le rodean a no ser que fueran demasiado obvias. Por eso su participación en las conversaciones de la comida fue nula, limitándose a contestar si se le preguntaba algo o a cuchichear con Dafne por lo bajo. Y es que a penas probó bocado, constantemente atento a las expresiones de Rad, de sus silencios, de cuando parecía levantarse. Cuando al fin se quedó apoyado en la pared el belga pensó que estaba esperando al momento oportuno. Por una vez no se equivocó.
El humano obedeció como el resto, y a continuación escuchó todo lo que su amigo tenía que decir. Permaneció en absoluto silencio, con el cuerpo tensado y paseando la mirada por los presentes, en especial por aquellos a los que se imaginaba apoyando aquel discurso como los nublinos por su conocimiento sobre “los dones”. Con las menciones a su nombre se encogió en el sitio involuntariamente para luego desviar la vista si alguien se le quedaba mirando más tiempo del necesario. Aquello no le gustaba nada, y no hacía falta ser un genio para averiguarlo.
Sus sospechas fueran confirmadas cuando Rad confesó haber ocultado algo más, algo más grande. Tayron se replegó en el sitio y redobló su atención con el pulso acelerado. ¿La Luna?. Desde luego otro nivel. Se sintió molestó cuando terminó pero no añadiría leña al fuego, no tenía sentido comportarse como un niño porque se callara esa parte tan importante, al fin y al cabo él no era quién para quejarse y el carabés ya tenía suficientes problemas.
Tay no dio oportunidad alguna a que nadie formulara preguntas o reclamaciones. Tomó la palabra casi al tiempo que se hizo el silencio mientras se frotaba las manos. Sabía que por su complicidad en aquello le pertenecía hablar a él.
-Mirad -carraspeó- voy a ser totalmente sincero- lo cierto es que no del todo, pues se reservaría lo suyo dependiendo de la respuesta que diera el grupo. Pero desde luego sería leal, le había adelantado al tipo E su apoyo y lo cumpliría al pie de la letra- no tengo una explicación a esto por mucho que le haya dado vueltas desde esta madrugada- lo miró a él directamente, omitiendo el por qué se encontraron y los miedos que lo llevaron a salir de la habitación en busca de respuestas- pero le creo, y tampoco sé por qué pero es así. Y si tuve alguna duda me lo aclararon... los muertos. Tanto si le creéis como si no hay una verdad en todo esto- hizo una pausa y ahora su cabeza se giró hacia Siete, puede que porque era el que tenía más cerca- y es que los muertos lo sabían, él es el niño reloj. Podrían saber más cosas de nosotros, y si conocen algo tan oculto como esta paranoia quién sabe todas las cosas que perciben- notó la mano de Dafne entorno a la suya una vez más- fueron muchas cosas las que soltaron- afirmó sin pararse a poner ejemplos pues la mayoría no los había memorizado- pero lo que acojona es que algo de todo eso tenía sentido.
El humano obedeció como el resto, y a continuación escuchó todo lo que su amigo tenía que decir. Permaneció en absoluto silencio, con el cuerpo tensado y paseando la mirada por los presentes, en especial por aquellos a los que se imaginaba apoyando aquel discurso como los nublinos por su conocimiento sobre “los dones”. Con las menciones a su nombre se encogió en el sitio involuntariamente para luego desviar la vista si alguien se le quedaba mirando más tiempo del necesario. Aquello no le gustaba nada, y no hacía falta ser un genio para averiguarlo.
Sus sospechas fueran confirmadas cuando Rad confesó haber ocultado algo más, algo más grande. Tayron se replegó en el sitio y redobló su atención con el pulso acelerado. ¿La Luna?. Desde luego otro nivel. Se sintió molestó cuando terminó pero no añadiría leña al fuego, no tenía sentido comportarse como un niño porque se callara esa parte tan importante, al fin y al cabo él no era quién para quejarse y el carabés ya tenía suficientes problemas.
Tay no dio oportunidad alguna a que nadie formulara preguntas o reclamaciones. Tomó la palabra casi al tiempo que se hizo el silencio mientras se frotaba las manos. Sabía que por su complicidad en aquello le pertenecía hablar a él.
-Mirad -carraspeó- voy a ser totalmente sincero- lo cierto es que no del todo, pues se reservaría lo suyo dependiendo de la respuesta que diera el grupo. Pero desde luego sería leal, le había adelantado al tipo E su apoyo y lo cumpliría al pie de la letra- no tengo una explicación a esto por mucho que le haya dado vueltas desde esta madrugada- lo miró a él directamente, omitiendo el por qué se encontraron y los miedos que lo llevaron a salir de la habitación en busca de respuestas- pero le creo, y tampoco sé por qué pero es así. Y si tuve alguna duda me lo aclararon... los muertos. Tanto si le creéis como si no hay una verdad en todo esto- hizo una pausa y ahora su cabeza se giró hacia Siete, puede que porque era el que tenía más cerca- y es que los muertos lo sabían, él es el niño reloj. Podrían saber más cosas de nosotros, y si conocen algo tan oculto como esta paranoia quién sabe todas las cosas que perciben- notó la mano de Dafne entorno a la suya una vez más- fueron muchas cosas las que soltaron- afirmó sin pararse a poner ejemplos pues la mayoría no los había memorizado- pero lo que acojona es que algo de todo eso tenía sentido.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
29/08/17, 03:35 pm
Eriel se dejó calmar por su hermano, tenía razón. A su abuelo no podía pasarle nada malo, gozaba de buena salud. Qué era lo peor que podía pasarle, ¿que lo pisase un linac? Estaba bien, tenía que estarlo.
Aún así el nublino no soltó la alabarda y la sujetó con fuerza en todo su camino al torreón. Sólo cuando Maciel entró en su línea de visión aflojó el agarre sobre el arma y se relajó ligeramente.
-No creo que pasase nada, Siete - le respondió una vez dentro.- Quiero decir, son sólo huesos aunque puedan hablar, ¿cómo iban a moverse? - se encongió de hombros.
El joven nublino se pasó el tiempo hasta la comida leyendo el libro de historia que habían encontrado el día de las hienas. Estaba tan enfrascado en la historia de un tal Varago Tay que comió leyendo sin prestar atención a su alrededor o a lo que comía, bien podrían haber sido piedras que no se habría dado cuenta hasta el primer mordisco.
La cosa es que el nombre del demiurgo le sonaba de algo pero no ubicaba de qué. Y la palabra demiurgo le hacía fruncir el ceño, ¿qué rayos era un demiurgo? Por más que buscaba en sus historias esa palabra no obtenía resultados.
Levantó la vista del trozo que relataba la defensa de la ciudad de Ataxia cuando Rad anunció que tenía algo que contar. Al nublino le fastidiaba dejar el libro en tan buen momento pero supuso que aquello podía esperar.
Escuchó atentamente todo lo que tenía que decir y también esperó al fin de la intervención de Tay.
-A riesgo de traer de vuelta la discusión de la otra vez... - empezó el nublino con cierta incomodidad.- ¿Recordáis que el otro día os dije que habíamos cambiado? No me refería sólo a algo metafórico. Poco a poco nosotros mismos vamos cambiando. ¿Alguien más ha notado algo raro? - preguntó en general.
-Si yo tuviera que aportar algo a esto... diría que hace unos meses tuve un sueño muy raro y lo peor es que no se me va de la cabeza - confesó por primera vez.- No fue como los típicos sueños que poco a poco se desvanecen y luego ya no te acuerdas. Lo tengo grabado a fuego en mi memoria, recuerdo cada detalle, cada sensación. Y lo peor de todo es que parecía completamente real.
Aún así el nublino no soltó la alabarda y la sujetó con fuerza en todo su camino al torreón. Sólo cuando Maciel entró en su línea de visión aflojó el agarre sobre el arma y se relajó ligeramente.
-No creo que pasase nada, Siete - le respondió una vez dentro.- Quiero decir, son sólo huesos aunque puedan hablar, ¿cómo iban a moverse? - se encongió de hombros.
El joven nublino se pasó el tiempo hasta la comida leyendo el libro de historia que habían encontrado el día de las hienas. Estaba tan enfrascado en la historia de un tal Varago Tay que comió leyendo sin prestar atención a su alrededor o a lo que comía, bien podrían haber sido piedras que no se habría dado cuenta hasta el primer mordisco.
La cosa es que el nombre del demiurgo le sonaba de algo pero no ubicaba de qué. Y la palabra demiurgo le hacía fruncir el ceño, ¿qué rayos era un demiurgo? Por más que buscaba en sus historias esa palabra no obtenía resultados.
Levantó la vista del trozo que relataba la defensa de la ciudad de Ataxia cuando Rad anunció que tenía algo que contar. Al nublino le fastidiaba dejar el libro en tan buen momento pero supuso que aquello podía esperar.
Escuchó atentamente todo lo que tenía que decir y también esperó al fin de la intervención de Tay.
-A riesgo de traer de vuelta la discusión de la otra vez... - empezó el nublino con cierta incomodidad.- ¿Recordáis que el otro día os dije que habíamos cambiado? No me refería sólo a algo metafórico. Poco a poco nosotros mismos vamos cambiando. ¿Alguien más ha notado algo raro? - preguntó en general.
-Si yo tuviera que aportar algo a esto... diría que hace unos meses tuve un sueño muy raro y lo peor es que no se me va de la cabeza - confesó por primera vez.- No fue como los típicos sueños que poco a poco se desvanecen y luego ya no te acuerdas. Lo tengo grabado a fuego en mi memoria, recuerdo cada detalle, cada sensación. Y lo peor de todo es que parecía completamente real.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
29/08/17, 08:05 pm
El regreso transcurrió por parte de Sox en un silencio hosco. Había puesto esfuerzo activo en bloquear las voces de los muertos a su alrededor, de modo que a la vuelta no pensaba en lo que habían dicho. En su lugar era incapaz de dejar de darle vueltas a su misma existencia.
La tragedia de aquellos desgraciados era ahora la suerte del grupo, porque el que estuvieran bajo tierra implicaba que al menos no podían seguirles. Aun así aquel pensamiento fallaba en hacerle sentir mejor. No podía dejar de pensar en toda aquella gente enloqueciendo bajo tierra hasta convertirse en lo que habían visto. También en que esa noche tendría que dormir sabiendo que a una hora de camino de allí estaba eso: que había sucedido, que a nadie le importaba y que ya era tarde para poner solución a nada.
Precisamente por haber estado pensando en todo eso su cara de espanto cuando miró a Siete fue más patente todavía.
—No lo sé —terció en cuanto salió de su estupor, sacudiendo la cabeza—, ni quiero saberlo.
El resto de la mañana hasta el almuerzo lo dejó pasar sin hacer nada relevante, satisfecho meramente con mirar por la ventana con desánimo y pensar. Podría haber cogido el libro de historia y haber buscado alguna pista sobre el cementerio aquel, pero era lo último de lo que tenía ganas en aquel momento. No quería que le dieran una explicación a aquel lugar, ahora no. No quería saber a qué alma enferma se le había ocurrido ni por qué.
La convivencia había moldeado también los horarios de sus comidas. Sox se había acostumbrado a hacer una comida más fuerte poco después de que almorzaran los demás, y así de paso lavaba los platos sucios que hubieran quedado. Ante la petición de Rad negó con la cabeza haciendo un gesto de cabeza a la pila. Escucharía mientras limpiaba y ya se sentaría con el resto luego. Aprovechó para ir al patio a llenar el cubo de agua y no tener que volver en mitad de lo que se estuviera diciendo.
Mantuvo el oído aguzado mientras su compañero hablaba, procurando lavar los cacharros haciendo el menor ruido posible. Frunció el ceño ante la mención a que los muertos sabían algo que no deberían, pausando momentáneamente y luego reanudando su tarea con un mal presentimiento creciente. A su pesar aquello había captado su plena atención.
—¿Cuántos días exactos apostarías a que faltan? —saltó automáticamente cuando el carabés terminó. Era algo fácil de comprobar en ese mismo momento. Precisamente por ello era también algo falseable con facilidad si uno se molestaba en echar un ojo a los cálculos que había hecho con el reloj del patio, pero si algo sabía de (y compartía con) su compatriota era que odiaba perder el tiempo. No les habría reunido allí para gastarles una broma.
El detalle que añadió Tay a la conversación le puso los pelos como escarpias. Independientemente de que lo de Rad fuese una percepción verdadera o estuviese alucinando, si los muertos habían hablado de ello a Sox aquello de repente no le gustaba nada de nada. Menos aún lo que añadió Eriel, porque aquella mezcla de inquietante y plausible parecía el inicio perfecto para una cuesta resbaladiza.
—Nada —declaró con rotundidad en respuesta al nublino, como desafiando a la anormalidad que iba surgiendo a su alrededor. Colocó la vajilla en su sitio y se sentó con los demás.
—Puede ser algo que les pase a todos a los que traen aquí, si la Luna es tan poderosa como en el capítulo que leímos —aventuró después, algo aliviado en su fuero interno al encontrar esa explicación. De ser
cierta, significaría que había una causa razonable para el que los muertos lo supieran—. Rad podría ser el primero.
La tragedia de aquellos desgraciados era ahora la suerte del grupo, porque el que estuvieran bajo tierra implicaba que al menos no podían seguirles. Aun así aquel pensamiento fallaba en hacerle sentir mejor. No podía dejar de pensar en toda aquella gente enloqueciendo bajo tierra hasta convertirse en lo que habían visto. También en que esa noche tendría que dormir sabiendo que a una hora de camino de allí estaba eso: que había sucedido, que a nadie le importaba y que ya era tarde para poner solución a nada.
Precisamente por haber estado pensando en todo eso su cara de espanto cuando miró a Siete fue más patente todavía.
—No lo sé —terció en cuanto salió de su estupor, sacudiendo la cabeza—, ni quiero saberlo.
El resto de la mañana hasta el almuerzo lo dejó pasar sin hacer nada relevante, satisfecho meramente con mirar por la ventana con desánimo y pensar. Podría haber cogido el libro de historia y haber buscado alguna pista sobre el cementerio aquel, pero era lo último de lo que tenía ganas en aquel momento. No quería que le dieran una explicación a aquel lugar, ahora no. No quería saber a qué alma enferma se le había ocurrido ni por qué.
La convivencia había moldeado también los horarios de sus comidas. Sox se había acostumbrado a hacer una comida más fuerte poco después de que almorzaran los demás, y así de paso lavaba los platos sucios que hubieran quedado. Ante la petición de Rad negó con la cabeza haciendo un gesto de cabeza a la pila. Escucharía mientras limpiaba y ya se sentaría con el resto luego. Aprovechó para ir al patio a llenar el cubo de agua y no tener que volver en mitad de lo que se estuviera diciendo.
Mantuvo el oído aguzado mientras su compañero hablaba, procurando lavar los cacharros haciendo el menor ruido posible. Frunció el ceño ante la mención a que los muertos sabían algo que no deberían, pausando momentáneamente y luego reanudando su tarea con un mal presentimiento creciente. A su pesar aquello había captado su plena atención.
—¿Cuántos días exactos apostarías a que faltan? —saltó automáticamente cuando el carabés terminó. Era algo fácil de comprobar en ese mismo momento. Precisamente por ello era también algo falseable con facilidad si uno se molestaba en echar un ojo a los cálculos que había hecho con el reloj del patio, pero si algo sabía de (y compartía con) su compatriota era que odiaba perder el tiempo. No les habría reunido allí para gastarles una broma.
El detalle que añadió Tay a la conversación le puso los pelos como escarpias. Independientemente de que lo de Rad fuese una percepción verdadera o estuviese alucinando, si los muertos habían hablado de ello a Sox aquello de repente no le gustaba nada de nada. Menos aún lo que añadió Eriel, porque aquella mezcla de inquietante y plausible parecía el inicio perfecto para una cuesta resbaladiza.
—Nada —declaró con rotundidad en respuesta al nublino, como desafiando a la anormalidad que iba surgiendo a su alrededor. Colocó la vajilla en su sitio y se sentó con los demás.
—Puede ser algo que les pase a todos a los que traen aquí, si la Luna es tan poderosa como en el capítulo que leímos —aventuró después, algo aliviado en su fuero interno al encontrar esa explicación. De ser
cierta, significaría que había una causa razonable para el que los muertos lo supieran—. Rad podría ser el primero.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
31/08/17, 12:45 am
Siete aceptó las respuestas vagas de sus compañeros por dejarlos tranquilos, pero no saciaron su curiosidad. Suponía que eran preguntas morbosas. ¿Pasaría con todos los que enterraran allí? ¿Era algo del suelo? Si hubieran sabido antes que estaba allí, quizás habrían hecho algo distinto con Nad después de su muerte. Se alegraba un poco de que la voz de la niña no saliese de al lado del río. Pensó que él prefería que lo quemasen, como Barael, y luego se arrepintió de pensar en su propia muerte.
El libro de historia estaba ocupado, así que Siete acabó retrocediendo a la cocina después de vagabundear por la primera planta, sin terminar de sentarse. Daer se había colocado en un taburete y estaba comiendo miel directamente del bote, sumergiendo trozos de queso a base de cuchara. Al principio de la cosecha la miel había dado malas reacciones a algunos del torreón, y ahora solo el chico de color azul la comía.
- ¿Que ha pasado?- preguntó el daeliciano, relamiendose. Cada vez que hablaban, Siete no podía evitar fijarse en lo dulce de la voz. Era suave y con timbre de niñez todavía, semejante a mirar algo bonito. Siete imaginaba que eso pesaba de alguna forma en su opinión de él.
Sacó las manos del cubo de agua que había traido para ayudarse y se volvió hacia el niño momentaneamente. Le explicó de forma resumida qué habían encontrado, y qué aspecto tenía, y que habían oido las voces bajo tierra de muertos.
- ¿Por qué meterías a toda la gente en un único jardín?- comentó, troceando carne y especiandola a su gusto. Engrasó la sarten para freírla a fuego alto.
Ese mediodía sirvió la carne con los bollos ya hechos de las cestas. Había cortado la verdura que estaba buena cruda para hacer una ensalada de acompañamiento, usando una olla como bol.
La voz de Rad cuando todos hubieron terminado lo puso sobreaviso. Hay un tono especial en los anuncios importantes y los asuntos graves. Siete obedeció y tomó asiento de nuevo, con una mezcla de curiosidad y precaución en los ojos. Intentó después recordar qué más habían dicho los muertos. Se había llevado una impresión general, pero lo inconexo de la conversación le hacía más dificil recordar detalles exactos. Brazos muertos y uñas negras, seguro. Y Alas, y cuernos, y otros cambios fisicos. Algo sobre ser de fíar. Algo sobre el abuelo de Eriel y Barael, que había enfadado mucho al primero.
Interrumpió su recolección para escuchar las otras aportaciones.
- Yo creo que no he sentido nada extraño- dijo. Las palabras de Sox eran como un mal presagio-. Las voces dijeron que habrían algunos uniendoseles pronto, ¿Creeis que deberíamos fiarnos? ¿Sobre que era tu sueño, Eriel?
El libro de historia estaba ocupado, así que Siete acabó retrocediendo a la cocina después de vagabundear por la primera planta, sin terminar de sentarse. Daer se había colocado en un taburete y estaba comiendo miel directamente del bote, sumergiendo trozos de queso a base de cuchara. Al principio de la cosecha la miel había dado malas reacciones a algunos del torreón, y ahora solo el chico de color azul la comía.
- ¿Que ha pasado?- preguntó el daeliciano, relamiendose. Cada vez que hablaban, Siete no podía evitar fijarse en lo dulce de la voz. Era suave y con timbre de niñez todavía, semejante a mirar algo bonito. Siete imaginaba que eso pesaba de alguna forma en su opinión de él.
Sacó las manos del cubo de agua que había traido para ayudarse y se volvió hacia el niño momentaneamente. Le explicó de forma resumida qué habían encontrado, y qué aspecto tenía, y que habían oido las voces bajo tierra de muertos.
- ¿Por qué meterías a toda la gente en un único jardín?- comentó, troceando carne y especiandola a su gusto. Engrasó la sarten para freírla a fuego alto.
Ese mediodía sirvió la carne con los bollos ya hechos de las cestas. Había cortado la verdura que estaba buena cruda para hacer una ensalada de acompañamiento, usando una olla como bol.
La voz de Rad cuando todos hubieron terminado lo puso sobreaviso. Hay un tono especial en los anuncios importantes y los asuntos graves. Siete obedeció y tomó asiento de nuevo, con una mezcla de curiosidad y precaución en los ojos. Intentó después recordar qué más habían dicho los muertos. Se había llevado una impresión general, pero lo inconexo de la conversación le hacía más dificil recordar detalles exactos. Brazos muertos y uñas negras, seguro. Y Alas, y cuernos, y otros cambios fisicos. Algo sobre ser de fíar. Algo sobre el abuelo de Eriel y Barael, que había enfadado mucho al primero.
Interrumpió su recolección para escuchar las otras aportaciones.
- Yo creo que no he sentido nada extraño- dijo. Las palabras de Sox eran como un mal presagio-. Las voces dijeron que habrían algunos uniendoseles pronto, ¿Creeis que deberíamos fiarnos? ¿Sobre que era tu sueño, Eriel?
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