Torreón Maciel (Archivo VIII)

Recuerdo del primer mensaje :

-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.

-Te seguimos hermanito.

Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.

Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.

-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges.  -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.

Su media sonrisa apareció de aquella confesión, aunque fuese más para calmar y acercar al coreano que de lo divertido del asunto en sí. -Todos pasamos algún día nublados después de todo. -Sin embargo su mirada se concentraba en su navaja, dudando de si seguir y hacer al inofensivo juguete o al monstro que lo había...

Pinchos extensibles y... ¿creo que me ahogo en relleno de peluche?

Su ceño se frunció mirando a su futura escultura, hundiéndose en cómo debería ser.

La pregunta y respuesta de su hermano lo saco de sus pensamientos. Eriel nunca había hablado de ello ni tampoco lo había mostrado mucho.

-Oh...

En el fondo, que su hermano fuera un poco más parecido a él le hacía muy feliz.

Notó a su hermano más directo de lo normal. Quizás se estaba divirtiendo. -Me alegro de que seáis precavidos, pero aún así podéis hacerlo siempre que tengas muuuucho cuidado. -Dijo mirando a Tay. -Y siempre os quedará el otro.

No esperaba que Sak participara como lo hizo ni que acatara lo que le pusieron. Para ella un reto es un reto supongo. Y se divirtió viendo a su hermano perdiendo sus pantalones entre agua.

-No cojas frío. -La preocupación era sincera pese a su sonrisa.

-Verdad. Por supuesto. -Golpeó su soporte con la navaja para darle más énfasis.

-Oye, si que vas a por todas hoy. -Dijo entre risas al oír la pregunta. -Pero... -Una sonrisa maliciosa se formo mientras la navaja se acomodaba con naturalidad en su mano esta dirigiéndose al final de su camisa. El nublino empezó a levantarla poco a poco, solo para ver qué cara de "no es justo" ponía su hermano. Lentamente, los abdominales del nublino fueron apareciendo mientras sonreía cada vez más hasta dejar paso a su pecho y la nueva cicatriz circular de la que ahora hacía gala.

Cuando la camisa ya le cubría la cara Barael se rio y contestó.

-Sí. -La camisa volvió rápida a su sitio. -Fue su regalo "por todo" hace tiempo... -Barael sonreía con la voz cargada de nostalgia. -Aunque más bien se dedicaron a juguetear conmigo. -Rio. -Agh, fue realmente difícil acostumbrarme a eso para poder vengarme en dos contra uno... Pero valió la pena. -Se echó a reír él solo, lleno de recuerdos.

-En fin, Siete, ¿verdad o reto?

Reto otra vez... Bueno, ya que vamos a por todas que así sea.

Miró a su hermano sin pantalones y se volvió a formar de nuevo aquella sonrisa maliciosa.

-Siéntate encima de Eri de manera sugerente mientras dure el juego.

Siete se sentó más derecho al oir su nombre. Ya había visto por donde iban muchas de las verdades y no le intimidaba igual el prospecto. Podía quitarse algo de ropa, en cualquier caso. Sin embargo, consideró también que era Barael quien preguntaba y que ya llevaban varias preguntas.

- Reto- dijo. Arqueó las cejas y luego las frunció y volvió a arquearlas en una pregunta silenciosa que no había perdido del todo la incredulidad de la primera mueca. Miró a Eriel con media sonrisa y se tomó un instante para decidirse. Se rió en voz baja, para acompañar sus preguntas internas mientras iba hacia el nublino ¿Qué se consideraba sugerente? Como con Tayron, para Siete era seguir las instrucciones que había recibido y hacerlo con guasa, pero le faltaba el tono o la expresión de deseo subyacente. Él pensaba que era evidente y por tanto, se dejaba llevar por el juego mientras que el otro estuviera cómodo de vuelta.

Si Siete encaraba a Eriel, dejaría de poder ver a sus compañeros, por lo que cuando se le sentó en el regazo con las piernas apoyadas a los lados de su cadera y abierto sobre él, se perdió la reacción.
- ¿Todo bien?- preguntó. La voz chivaba que estaba satisfecho con la situación. Era un reto sencillo-. Hyun, ¿verdad o reto? ¿Qué tipo de cambio te gustaría, si te sucede con la Luna?

El juego siguió de mal en peor, y después de que la bicho participara, gracias a dios sin ningun reto sexual de ningun tipo, se volvio un poco nauseabundo. En principio la pregunta de Eriel era muy mal rollera tratandose de su hermano. El mero hecho de preguntar nada sobre  la vida sexual de su pariente el manco ya le daba escalofrios al coreano. Pero la respuesta de este era casi peor, por no hablar de su amago de quitarse la camiseta. <<Menudo fantasma>> pensó. En su mente el coreano no pudo evitar repetir la respuesta con retitin "fue su regalo" <<Se cree super deseable el manco. Como si fuera superior a sus parejas>> por no hablar de el hecho que no podía pasar por alto de la perversión e imposibilidad que le resultaba que fueran una pareja de tres, todavía sin saber que uno era un chico. Y por si la pregunta de Eriel a éste no le había suficientes escalofrios, Barael le pidió a Rigel que excitará a su hermano y solo pensar lo que implicaba le daba nauseas <<¿Es que se atraen? ¿Que tipo de enfermos eran en su familia?>> Estaba claro que, por mucho que quisiera mejorar su relación con los del torreón, ese no era el juego para él; por no hablar que había caido en el torreón del orgullo gay. Se preparaba para dejarlo cuando Rigel justo le preguntó a él.

- Verdad, creo.- Pensó que si era su turno no pasaría nada homosexual y que luego podría dejarlo. Pero parecía que el juego volvería decaer, porque la pregunta no le gustaba nada.

- Pues no me gusta pensarlo mucho...Pero solo querría que no me cambiara mucho, quiero volver a casa como nos dijeron que podríamos aunque ya dudo que fuera verdad - La voz era claramente triste. El coreano lo había bordado cortamdo el rollo una vez más. - Bueno, si puedo volver con super poderes de cualquier tipo mejor.- Dijo todavía triste, en un intento de no dejar su respuesta tan mal.

- Tay ¿Verdad o reto? - Dijo intentando cambiar de tono. - Ah, esperaba que fuera verdad... Esto tendré que pensarlo.- Miraba concentrado al suelo mientras golpeaba el suelo con la punta del pie antes de volver a mirar al humano.- Va. Lo tengo. Tienes que estar a la pata coja durante un minuto sin caerte, o si no... Charlie te puede pedir hacer dos cosas más. Si es que se puede.

¿Sakrilt escogiendo reto? Qué raro. Aunque lo que fue extraño de veras es que una vez Dafne mandase su prueba la clinger la acatara sin mover un músculo. Durante los interminables cinco minutos a Tayron no se le ocurrió otra cosa que hacer preguntas tales como si valía hacer cosquillas o solplarle en los párpados, pero terminó por pensar que no era buena idea. ¿Que prenda daría Sak si la hacía perder a posta? ¿Un trozo de piel?
No gracias.

Durante la prueba de Eriel su objetivo principal no se trataba de otra cosa que ponerle nervioso con “Notas como te pesan los brazos...” o “tu cuerpo se abandona al cansanciooo...” como si fuera un hipnotizador. Gracias a su artes místicas o no, el nublino acabó fallando. Y el belga no apagó su alegría.
-¡Tomá! Por cotilla- apostilló en broma sin dejar pasar la visión del chico en calzoncillos.

Prestó especial atención a la respuesta de Barael con ojo avizor y comprobando con alivio que el chico seguía con la línea habitual del juego. Aquella sensación de que todo fuera como antes volvía a acudir a su cabeza pero había algo que no encajaba. Como si una fina cuerda los uniera a ambos pero cada uno tirara en direcciones opuestas. Quería encontrar las tijeras.

Giró la cabeza hacia el coreano con una sonrisa en la cara por la escena de Siete y Eriel. ¿Qué respondería el coreano? Era una pregunta no difícil, pero quizás compleja. Igualmente agradeció que fuera el otro humano el que tuviera que responderla, así conocería más de él que si hubiera sido cualquier otro compañero.
-Superpoderes...- saboreó la palabra el humano, cuando en el fondo solo recordaba la estatua de la araña. Pero no le había gustado un pelo el tono ensombrecido del chico- tú tienes rollo de... no sé- quiso apostar algo guay, se imaginó a Hyun como un mutante de la patrulla x- de conducir la electricidad o cambios de estado en plan transformarte en gas, mola. Y yo podré volar, estoy totalmente convencido. Quién si no.

-Está bien- aseguró lleno de confianza ante su reto sin saber que mirar a un punto fijo en el suelo durante cincuenta y ocho segundos no le serviría de nada puesto que antes de los dos últimos restantes una palmada en la espalda le desequilibró y tuvo que apoyarse en la mesa para no clavar las rodillas en el suelo con fuerza.
-¡Pero Dafne mujer!- se volvió al tiempo que la chica le guiñaba un ojo y sacaba su lengua- ¡No vale, eso no vale! ¡Hyun díselo tú! ES TRAMPA. Además has hecho contar a Rad casi un minuto para nada ¡Eso debe tener alguna sanción!- dijo claramente picado.
-Hyun ha dicho que debías estar un minuto a la pata coja sin caerte, no ha prohibido agentes externos- aclaró la chica.
-¿Ahora eres eso? ¿Un agente externo?.
-Suena bien ¿verdad?.
-Suena cutre, como la prenda que voy a dar, pero te vas a aguantar igual- una sonrisa vil cruzó su rostro al tiempo que desaparecía de la habitación unos segundos. Se iban a enterar.

-Y aquí estoy, recién sacado del horno- se presentó con los pantalones bien amarrados pero una prenda sugerente en la palma de la mano. Se acercó para que todos pudieran contemplarlo mientras sentía un poco de frío en ciertas zonas delicadas. Sus ojos, tentadores, contemplaban al resto- hemos dicho que podíamos dar una prenda, pero no cual de ellas ni el orden- y soltó sus calzoncillos en medio del grupo, dejándolo caer en el centro  junto a los pantalones del nublino y haciendo caso omiso a cualquier tipo de protesta. Observó su ropa interior, eran de color negro y molaban, claro que sí. Quien dijera que no tenía estilo que se operara del ojo.

Le costo elegir en su turno. Paseó la mirada por Barael y se de tuvo en él con expresión neutra. ¿Por qué no?. Solo estaban jugando pero... no no no no. La próxima vez.  A la siguiente sí que sí.
-Eriel ¿atrevimiento o verdad?- se llevó la mano al pelo tras su respuesta, pensativo- di cuales son tus tres posturas sexuales favoritas- podía ser un intercambio cultural sexual interesante. Miró a los carabeses- justifica tu respuesta.

—¿Te rajas? —arqueó una ceja cuando Rad se le unió. Había esperado que se incorporara al juego, y realmente la tarea era de todo menos importante, pero calentó el segundo escudo diminuto igualmente. No era remiso a la compañía—. Casi diría que estoy decepcionado.

Conforme fue avanzando el juego estaba poniendo tanto los ojos en blanco que Sox creyó que iban a terminar mirando al interior de su cráneo. Aun así cuando alguien elegía desafío dejaba un momento de planchar atención para concentrar más su interés. A sus ojos de carabés aquella opción era la que le producía más curiosidad morbosa, la de comprobar quiénes tenían agallas para no dejarse intimidar por los retos.

—Bueno, ¿pero esto qué es? —protestó cuando Eriel le tendió los pantalones pero los secó igualmente. Usaba mucha menos magia desde que estaba allí, así que cualquier práctica era poca. Mientras tanto escuchó la pregunta que le hacían a Hyun, y aunque había dado la misma respuesta categórica que el coreano el día que descubrieron la estatua, esta vez lo pensó de verdad. El día en que sucediera... si sucedía puede que no pudiera permitirse el lujo de no tener que negociar sus límites.

—Yo podría tolerar que me salieran cuernos —comentó con cautela después de que el terrestre diera su respuesta, como si diciéndolo en voz alta la posibilidad se materializara con más certeza. Hizo un gesto ilustrativo sobre su cabeza mirando a los nublinos, recordando una conversación que habían tenido al respecto hacía mucho tiempo—. Como los que dijisteis que tenéis vosotros de mayores. Y creo que si me salieran brazos o cola podría aprender a vivir con ello—admitió no sin esfuerzo titánico—. Mientras no fueran extremidades de araña. No lo sé. No sé si hay formas de mutar que sean...—intentó encontrar las palabras. "Deseables" sonaba demasiado ingenuo—. Algo que me haría voluntariamente. Como tunearme el pelo o los ojos, pero más a lo grande.
Asintió ante el comentario de Tay. Sólo poderes estaba bien. Era seguramente lo mejor, de hecho. El resto no lograba imaginárselo.

—Soy atrevido, no temerario —replicó Rad a las palabras del otro carabés. Lo cierto era que no terminaba de fiarse que en el ambiente del juego acabaran olvidando dónde estaban. No necesitaba repetir otro error como el del Palacete.

Su habilidad, cómo no, acabó saliendo a colación. Al tipo E no le extrañaba, ya que estaba clara su utilidad, aunque todavía no se habituaba del todo a ella. No se le escapaba la ironía de ser incapaz de decidir cuál de las dos habilidades que ahora poseía era más útil o la más inquietante.

—Si empezáis a usar mi habilidad para cocinar que conste que pediré comida como pago —era una broma a medias irónica y a medias en serio. Rad había hecho menos esfuerzos que Sox en adaptarse al horario de comidas de los demás, por lo que era más común que él mismo se hiciera algo. A pesar de su habilidad con el tiempo, sin embargo, sus platos tendían a serle insípidos: en Carabás había funcionado mucho mediante comedores comunales y buenos precocinados, así que le quedaba mucho por pulir en aquel campo.

Luego llegó la pregunta que lo aplacó algo más. La estatua de la araña se coló en su cabeza, provocándole un escalofrío. Todavía era algo que no sabía cómo encajar: alguna cosa más era algo que podía asumir, algún añadido. No era su gran deseo, pero Rocavarancolia les había hecho cosas peores. ¿Pero deformidades, cambios extremos, perder por completo la propia apariencia? Ni había aceptado ni aceptaría jamás aquello.

—No tengo problemas con los añadidos. O no demasiados, al menos —comenzó a añadir tras Sox, vacilante—. Prefiero solo poderes, pero también prefiero los añadidos, como cuernos o cola, a muchas cosas que nos han pasado. Quizás unas alas no estarían mal, al menos si son útiles y me hacen volar —aunque alas... ¿Alas solas servirían? No era el mejor en biología, pero creía recordar que los animales alados necesitaban más cosas para poder levantar el vuelo—, aunque prefiero algo que me ayude a nadar más y mejor, o a aguantar la respiración —terminó una camiseta con la que llevaba un rato mientras soltaba aquellos pensamientos recién hilvanados. Había habilidades muy interesantes que podía desarrollar esa Luna, pero al carabés le daba mucho miedo que estas tuvieran como pago algo que él no desearía vivir ni en sus peores pesadillas—. Supongo que cualquier cosa está bien si no quedas deforme. Además, si, por ejemplo, te salen cuernos y no te gusta quizás te los puedas quitar, seguro que hay quien se dedica a eso, pero convertirse en una araña o algo así... Dudo que para eso haya solución, así mejor que no.

-Unos pantalones mojados, Sox - le respondió con una sonrisa burlona a su pregunta retórica.

Por un momento odió a su hermano pero luego no pudo más que reírse.

-Por favor no te muevas mucho - le pidió a Siete en voz baja. Pero como buen adolescente en plena revolución de hormonas no pudo evitar lo que seguramente era lo que su hermano buscaba.- Perdona - se disculpó ante el idrino con un tono de gris más fuerte en sus mejillas.

Eriel se desternilló con la caída de Tay y las respuestas de Dafne. La prenda que dio el belga le hizo arquear ligeramente las cejas, no sabía que se podía hacer eso.

-Verdad - respondió, el nublino más joven había tenido ya suficientes retos y lo cierto es que le daba vergüenza levantarse.- Pues no te sabría decir Tay, nunca he tenido oportunidad de probar cosas. Puedo cambiarlo por las tres que me gustaría probar...

El nublino las detalló de forma precisa y luego se rió. El juego siguió durante un rato y todos se lo pasaron bien. Había sido una forma de distraerse rara pero efectiva, a todos se les había pasado el tiempo volando.

Eriel se encontraba sentado en el sofá releyendo por tercera vez el libro de la historia de la ciudad, esta vez con pantalones y después de cenar. El viento aullaba fuera del torreón pero eso era como música para los oído del joven nublino.

El juego continuo un rato, Hyun más o menos en la mitad se quitó de en medio, pues no lo soportaba mucho más. "En que tipo de torreón me he metido" era uno de los pensamientos que le pasaron por la cabeza repetidas veces el resto de la mañana y parte de la tarde. Tanto por los hermanos tan asquerosamente sexuales el uno con el otro, y el hecho de que a nadie le asqueara o como poco flipara con ellos, como por toda la homosexualidad, que superaron con creces la capacidad de soportarla que que creía haber desarrollado en margalar. La segunda idea que le rondaba la cabeza desde hacia un tiempo era mudarse de vuelta arriba; esta vez junto a los humanos con los que ahora se relacionaba y lejos de Salkrit que ahora dormia en el otro cuarto en el que antes estubo el coreano. Pero si lo hacía sabía que sería mejor que les contara sus problemas con el sonambulismo.

- Tay ¿Me ayudarías a subir el colchón arriba? -  Le pidió al humano antes de añadir dirigiendose a todos los que todavia se encontraban en el salon. - Os tengo que contar algo; si puede ser os lo cuento arriba.-

Aquel día las sonrisas de Tay fueron más recurrentes conforme pasaban los turnos en el juego. Estaba contento con la aceptación que había tenido, incluso aunque algunos como Sakrilt o el coreano acabaron abandonando varias personas se mantenían alrededor del evento. Había resultado ser una buena forma de conocerse más entre todos en aspectos más cotidianos y entre tanto divertirse con las ocurrencias de carácter sexual.
Le costaba decirlo si pensaba en Nad y los sinhadres, pero se sentía un poco como en casa. Porque aquella situación no distaba mucho de su grupo de amigos y Dafne en la Tierra, de ser aceptado y poder hablar sin tapujos. Quizás no fuera el mejor hogar... pero si lograban sobrevivir sin incidentes... era un grupo con el que le gustaría contar.

-¡Claro!- le contestó al coreano de forma alegre cuando la noche estaba cayendo- ¿y eso? ¿qué te ha dado para mudarte arriba?- aunque lo prefería ahora que Hyun se relacionaba más con él.- oh, vale- quedó en silencio extrañado con el anuncio del chico. No pudo evitar sentir un cosquilleo en las entrañas cuando depositaron el colchón en su lugar. Después de todo... ¿Se sinceraría ahora sobre por qué le encontraron manchado de sangre?. Tay se sentó en el filo de su cama con ojos expectantes- Dispara.

Agradeció a Tay haberle ayudado, y sin llegar a sentarse esperó a que vinieran todos los que estuvieran interesados.

- A ver, es muy probable que lo supierais todos o al menos los de mi cuarto cuando llegue aquí, y gracias por tampoco comentarlo mucho. Por las noches soy sonambulo y saco ropa de los baules, por eso até los baules el último día que dormí arriba. Y bueno abajo no parezco ser capaz de encontrarlos por lo que yo que se... El caso es que se que es algo de chalados, pero ya que me iba a volver a subir pues pense que quizás sería lo mejor decirlo. Porque atar los baules queda más de loco si no os digo nada. Así que eso. - Cogió aire lentamente. Con charlie hablando en sueños desde hacía un tiempo esperaba que lo entendieran mejor.

El día siguió, y con él también siguió el juego. Rádar fue perdiendo parte del interés, aunque todavía había momentos graciosos y curiosos. En su interior, sin embargo, la pregunta a la que habían contestado los propios carabeses había borrado algo de aquel juego. No por preocupación o temor, sino porque el recordar aquel astro le hizo ser más consciente de lo que llevaba aparejada. En el fondo de su alma la Luna Roja había hincado algo, algo que le revelaba su existencia; su presencia; y el movimiento inexorable que realizaba, movimiento que la acercaba a Rocavarancolia cada día, cada minuto y cada segundo.

Tras comer algo decidió bañarse, y cuando salió al patio a por el agua su mirada se posó en el reloj. La estrella de diez puntas, que Rádar empezaba a teorizar que podría simbolizar de alguna forma a la Emisaria, había llegado ya a las alturas de las diez. Un escalofrío lo recorrió, sabiendo desde antes de mirar qué significaba eso. Cuánto quedaba para que aquel astro lo cambiara todo.

El baño fue más placentero que otros días, ayudándole a relajar unos calambres que se le habían formado durante la tarde. El joven se quedó mirando al techo con una mueca indescifrable, empezando a asumir en su interior el auténtico vuelco que había dado su vida. Su boca quedaba abierta de forma, quizás, cómica, aunque a él no se lo habría parecido.

«No voy a volver. Ni estudiaré. Ni me graduaré. Ni trabajaré. Ni iré a bailar, ni a comprar, ni a la biblioteca, ni a los exámenes. Ni les volveré a ver». Era algo que sabía desde hace mucho, por supuesto, pero saber algo de forma racional era una cosa y asumirlo era otra. Fue en aquellos instantes, sumergido en agua, con su corazón tamborileando al sentir cómo se acercaba la Luna Roja, cuando Rádar empezó a asumir en lo más hondo de su mente la realidad. No con la lógica ni con la fría razón, sino con la convicción certera de lo que uno sabe cierto y evidente.

Todo lo que había luchado, amado, disfrutado, sufrido, odiado, anhelado, dejado indiferente o provocado cualquier otra emoción en sus primeros diecisiete años de vida se había ido, y hacerlo regresar sería imposible.

Algunas pocas lágrimas salieron, aunque no muchas. Sabía que ya no podía postergar mucho el luto que merecía toda su vida anterior, pero precisamente era esa misma vida la que le decía que no era el momento. Todavía había cosas que hacer, problemas que solucionar, metas que cumplir. No podía sentarse a llorar sin hacer nada.

Se puso ropas más gruesas que antes mientras fuera el viento iba calmándose. La temperatura, sin embargo, estaba descendiendo bastante, y al tipo E no le sorprendería que aquella noche se formara rocío.

Llegó a su cuarto poco antes de que Hyun comenzara a explicarse. Las palabras del coreano, en parte, le decepcionaron, porque al principio había tenido la esperanza de que iba a contar su historia. Cuando calló, sin embargo, aprovechó para hablar.

—¿Eres sonámbulo desde siempre o empezó en Rocavarancolia? —no habló muy alto, su tono en aquel momento podía calificarse incluso de algo apagado.

Si bien Rad no estaba precisamente convencido de que aquello de ser sonámbulo pudiera ser un "síntoma" de la transformación, tampoco podía cerrar la puerta por completo a aquella posibilidad si había empezado hacía poco. De ser así el carabés tenía claro que el coreano había tenido mucha suerte. El sonambulismo era, al menos, infinitamente más mundano que la percepción aumentada de Tay o su propia habilidad de convertirse en un reloj andante.

El juego siguió durante un tiempo más, pero al no tener que estar atento Sox se encontró en más de una ocasión rumiando los comentarios que se habían hecho sobre los cambios, haciendo correcciones mentales sobre su propia opinión. Ahora que lo había dicho en voz alta parecía como si no pudiera retirarlo, como si hubiera tomado una decisión precipitada. El carabés sabía de sobras que a la Luna no podría importarle menos lo que él opinara pero no lograba sacudirse la sensación de encima.

Al caer la noche Hyun anunció que se mudaba a dormir al cuarto donde dormían la mayoría. Tenía otro anuncio que hacer, y cuando por fin reveló que era sonámbulo Sox se sintió decepcionado por el contraste entre la verdadera noticia y el bombo que le había dado.
—Está bien saberlo —reconoció. Se masajeó la mandíbula abstraídamente; hacía poco había bostezado y le había crujido de forma desagradable—. ¿Sólo abres baúles o hay peligro de que te caigas por las escaleras?

No fue hasta que Rad preguntó que Sox cayó en la cuenta de por qué podía ser importante. Volvió a mirar a Hyun con renovado interés, pero también renovada cautela. Recordaba la conversación que habían tenido el día en que volvió Barael, cómo el coreano había dicho que ya sentía algo extraño en sí mismo.

- Desde rocavarancolia. - Respondió. Claro que desde rocavarancolia, con todo lo que había pasado no era raro que hubiera perdido la chota, sobre todo siendo él. - Desde que...- Profundizar en ello no le era dificil. Era desde la muerte de sus amigos. Su pausa era casi fingida ¿Como podía pensar en ello con tanta facilidad? Unas imagenes que creía que le torturarían de por vida, que aunque siguieran siendo desagradables, siguiera sintiendo la perdida de todos, ya no eran las pesadillas que significaban. En su cabeza jugaba con esos pensamientos, más preocupado de que los chicos que le rodeaban notaran el asqueroso sociopata en el que se había convertido, el hecho de que en un mes hubiera superado lo que le había pasado. - Desde que...- repitio de forma falsa, que creyeran que le costaba mencionar el dia más de lo que lo hacía de verdad. - ... El dia que me encontrasteis.- Terminó el coreano. La frase no conectaba bien con la anterior y lo sabia. Al mismo tiempo sus ojos se humedecían. No le costaba que se le saltaran las lagrimas, pues en el fondo eran sinceras, siempre quería llorar.

- Baules por ahora. Pero si los ato no pasa nada siquiera y nunca lo hice en la otra habitación así que no salgo de la que estoy. Asi que si me dejais los ato y ya esta.

El belga apoyó los codos en sus rodillas y posteriormente la barbilla en las manos en actitud reflexiva, aunque su mirada atenta no se desvió en ningún momento del coreano. A medida que Hyun se explicaba Tayron cruzó varias miradas de incertidumbre con la noruega, la cual tampoco despegaba su atención del muchacho.
-Yo no estaba al tanto- admitió sin reproche al resto de sus compañeros pero con la clara duda de por qué nadie lo había mencionado hasta ahora. Se acarició la perilla- y no es de chalados.- aunque sí perturbador, pero eso, decidió guardárselo para sí.
-Coño- masculló en voz baja, levemente fastidiado por el comentario de Rad. ¿Acaso no era demasiado pensar que aquello también era algo extraño como lo del carabés?. Solo sonámbulo, es lo que había dicho. Por una vez quería creer que algo de todo aquello era normal.
Sin embargo, la respuesta posterior no tenía desperdicio. Tay se aclaró la garganta, a la espera de poder sacar algo entendible de entre las pausas e incoherencias de Hyun. Pensó que debía haber una tecla clave por la que el humano no encontraba las palabras adecuadas... o no quería encontrarlas, como filtrando información. Sintió lástima por él al notar sus ojos humedecerse- tampoco sabes si eres tú. Podría ser cualquiera de tu anterior habitación. ¿Nadie le ha visto hacerlo? ¿O si ha vuelto a pasar desde que se fue?.

Se incorporó con rapidez y al pasar por el lado del coreano le dio una palmada en el hombro de ánimo. Contempló los baúles con expresión seria.
-Vamos- soltó con suavidad- voy a ayudarte.

Sox hizo las otras preguntas importantes, por lo que Rádar cayó. No estaba seguro de si aquel chaval sabía lo de los síntomas, ni si debería explicárselo o era más feliz permaneciendo en la ignorancia. Luego pensó que él, en el fondo, prefería saberlo a llegar a aquella noche y encontrarse con dolor inimaginable y el mundo derrumbándose sin saber qué pasaba.

—La Luna Roja nos está cambiando —sus palabras no fueron dichas en voz muy alta, como si quisiera evitar el despertar de las pesadillas que podían ser sus propios futuros—. No sabemos en qué consiste esto, pero cosas que antes ni hacíamos ni podíamos hacer ahora sí. Lo tuyo parece mundano, pero quizás sea algo de ese estilo —en especial porque apareció algo después que lo del propio carabés y en las mismas fechas que la extraña intuición de Eriel que les llevó a la aurora aquella.

Cuando habló Tay se encogió de hombros.

—Es tan fácil como preguntarles. Si lo de los baúles empezó cuando llegó y terminó cuando se fue pues...

Un bostezo marcó la señal para prepararse para dormir. Rad se encontraba ya cansado, a pesar de no haber hecho nada destacable en el día. El tipo E, sin embargo, no pensó en eso, sino en que necesitaba una noche de sueño reparadora.

En ponerse el pijama estaba cuando algo empezó a sonar en el exterior del torreón.

—¿Eso es una nana? —preguntó a sus compañeros, con la extrañeza pintada en el rostro.

A él le sonaba como tal, desde luego, aunque era incapaz de comprender qué decía la letra.

Barael miró complacido el resultado de su reto y volvió a lo suyo, como era costumbre. Las preguntas y los retos fueron y vinieron mientras se iban formando las espinas de la versión pesadillesca de Mihmi.

Entrenar, pelear, rutina y más rutina entre aquellas paredes...

Una suerte de grito en la lejanía lo sacó de sus ensoñaciones en el patio. Miró confundido al cielo y se encaminó dentro del torreón mientras varios murmullos comenzaban a sonar a su alrededor.

-A mi me ha parecido oír un grito a lo lejos en el patio. -Barael ya llevaba su nuevo estoque enfundado en su mano, desde la última salida nunca se alejaba más de cinco pasos de él. Se acercó apresuradamente al ventanuco más cercano y entrecerró los ojos. -Hay... ¿Luces? Luces moviéndose de un lado al otro. -No era difícil verlas entre toda aquella oscuridad. -Quizás deberíamos prepararnos. -El nublino sonaba alarmado, después de todo ya no se fiaba de nada en la ciudad.