Prisión (Archivo VII)

Recuerdo del primer mensaje :

Fueron los temblores los que terminaron por despertarla. Abrió lentamente los ojos sintiendo un nuevo estremecimiento al tiempo que intentaba cubrirse aun mas con el poncho instintivamente, dándose cuenta que se encontraba sobre una cama. Soñolienta aun y con el frío calando su cuerpo desnudo bajo el poncho miró alrededor. Estaba en un cuarto sin mas luz que la que provenía del pasillo, pues la puerta estaba entre abierta, acostada en una cama que había tenido mejores tiempos, aunque para ella era un pequeño lujo.

Los recuerdos de su breve encuentro con Dama Aroma llegó a la mente de Pam. Frunció el ceño pues aquel sitio no tenia pinta alguna de ser magnifico, parecía un tugurio de mala muerte. Agarro el mango del cuchillo dentro de su delantal para conseguir seguridad antes de bajarse de la cama, sintiendo la piedra bajo sus pies.

<<Que lugar mas extraño>> pensó acercándose despacio a la puerta no habiendo NAda mas que ver allí salvo suelo sucio y una cama incomoda. Empezaba a temer el haberse equivocado por confiar en Dama Aroma ¿y si había sido llevada a otra granja? <<La suerte no puede ser tan cruel...>> inquieta, asomándose un poco por el orificio que permitía que entrara cierta luz en el cuarto. No había nadie fuera, solo un largo pasillo cubierto de piedra. No había ordes alguno fuera y aquello le era extraño. Las granjas siempre estaban cuidadas y vigiladas por los ordeses, pero allí no solo no había nadie sino que tenia un aspecto bastante decadente.

<<Incluso si lo hay, tengo mi cuchillo>> aseguro dándose confianza antes de empujar un poco la puerta con esfuerzo, pues era bastante pesada y abrir un hueco lo suficientemente grande para colar su menudo cuerpo. Ya afuera, vio que tanto a su derecha como a su izquierda el pasillo parecía no tener fin y solo era iluminado por la tenue luz de las antorchas. No solo eso, sino que todo era...grande, el techo, la puerta, la cama donde había despertado y aquello solo añadió otra duda mas a la mente de la mono del queso.

-¿Y ahora que? -se preguntó Pam confundida y frunciendo aun mas el ceño. Sin saber donde estaba ni por donde ir, solo le quedaba una opción: dejad que la suerte la guiara. Cogió una de las agujas de su pulsera y acuclilló en el suelo sintiendo un poco mas de calor llegando a ella al hacerlo, colocando la aguja en vertical sobre una de las losas de piedra, la aguja se mantuvo de pies apenas un par de milésimas de segundo después de que apartara el dedo, cayendo hacia un lado antes de rodar un poco y quedarse quieta- A la izquierda entonces - murmuro Pam, tomando la aguja de vuelta y devolviéndola a su lugar, para seguir el pasillo indicando sin dejar de restregarse un brazo para intentar calentarse un poco y con el cuchillo firmemente agarrado en el bolsillo.

El chico no se despertó y pronto Eriel se aburrió de intentar que se levantase. Escuchó los llantos y se asomó para ver a la pequeña de pelo naranja llorando. <<Me recuerda a mi hermano pequeño, seguro que él también se habría echado a llorar, pobre>> ese pensamiento se le pasó por la cabeza.

Las palabras de Eorlir hicieron que a Eriel le surgieran serias dudas. ¿Era posible que en realidad no supieran nada de Rocavarancolia ni sus habitantes? ¿Qué tipo de religión tendrían en sus mundos? Las palabras además de Sinceridad le llevaron a otro descubrimiento. ¿Podía ser que en algunos mundo renegar de la religión fuese aceptado? Eriel no era quién para criticar ese tipo de vida, si él adoraba a los rocavarancoleses era porque tenían un poder tremendo y porque esperaba convertirse en uno de ellos. Si aquello era cierto quizás el niño les debiera una disculpa al resto.

Ayudó a colocar las cosas dentro de la habitación que estaban acondicionando. Miró extrañado al sinahdre por sus palabras.

-Precisamente por que es de noche ¿cuándo quieres dormir? - preguntó el nublino bastante extrañado, la noche era para dormir ¿no?- No creo que nos vayamos a comer entre nosotros, personalmente yo no tengo buen sabor, exceso de grasa - se empezó a reír por su propio chiste. Después se puso más serio y dijo.- ¿Qué os parece si hacemos un juego? Ahora que todos nos podemos comunicar podemos ir contando por turnos cosas de nuestros mundos y nuestras costumbres y creencias. Así nos conoceremos mejor - explicó.- Empezad con una presentación vuestra y vuestro mundo de origen ¿quién quiere empezar?

Propuso el juego cuando ya estaban todos en la habitación, era una buena forma de conocer a la gente con la que iba a compartir los siguientes meses.

Un sonido de asentimiento ante la respuesta de Siete, aunque el ser menores de edad era a sus ojos irrelevante. Por lo demás todo aquello se reducía a una cuestión de prioridades, y para solucionar las dudas de Sinceridad no disponían de información suficiente. Primaba centrarse en trabajar con lo que tenían a mano.

Chasqueó la lengua molesto cuando le explicaron a la chica colorida que no iban a dormir. Cierto. Aquella estupidez de haberse despertado rayando la noche le iba a trastocar por completo los horarios de sueño, algo que a Sox le gustaba mantener en intervalos muy precisos.
No habían encontrado a la persona extra ni Lorenzo había vuelto, pero ya habían terminado de acarrear la suficiente ropa de cama como para estar todos cómodos, el ruido que harían hablando era fácil de detectar si el primero seguía merodeando por allí y el segundo ya sabía dónde estaban. No había motivo para esperar en silencio incómodo.

Sox sintió el impulso de fruncir el ceño con desagrado al ver el vórtice de entropía que ahora era el suelo, pero supuso que en aquel caso implicaba que habían hecho un buen trabajo. De haber existido colchones en condiciones habrían podido arrastrarlos y que la habitación ofreciera un aspecto un poco más civilizado, pero en fin. Mejor eso que pasar frío.

En la mazmorra ya era difícil distinguir nada, y Sox encendió de nuevo la tarjeta holográfica en el centro del círculo que habían formado para que alumbrase algo. Una vez ya sentados (y en el caso del carabés, arrebujado en un par de sábanas para evitar tiritar) el rubio asintió con la cabeza ante la propuesta del chico gris. Le parecía una forma eficaz, aunque requiriese demorarse un poco más. Si saltaban directamente a explicar cómo habían llegado allí estarían todo el rato parándose mutuamente con preguntas estúpidas. Una explicación resumida de sus orígenes procedía.

Escaneó al grupo con la mirada, y ya que nadie parecía tener ansia especial por empezar tomó él la palabra. Sus palabras fueron concisas y al grano.
—Sox. El lugar de donde vengo se llama Carabás —hizo un nuevo barrido con la vista a los presentes—. No reconozco ninguna de vuestras especies. Todo en mi mundo funciona con magia y no tiene nada que ver con dioses —miró fijamente a los de piel gris para que grabaran ese dato. Se había quedado con aquel detalle—. Nos dijeron que este lugar era una competición de élite, y que el proceso de selección durante ésta era muy estricto.

>>Éste puede corroborar todo lo que digo. Nos captaron a la vez —finalizó con un gesto de cabeza hacia el otro carabés. Tenía conjeturas, pero no era el momento aún para exponerlas.

<<Lo más sensato sería usar a los fanáticos y a los inútiles como alimento, sinceramente>> pensó Sinceridad, pero no lo dijo, aunque sonrió por el chiste mental. Mal momento sería después de haber preguntado ella misma cómo podía saber que podía fiarse de ellos.

—Menores de edad... O sea, que sois crías. No habéis pasado los exámenes siquiera... —<<¿Qué he hecho para que el Cantante me abandone con estos enanos?>>

Si no añadió nada más era porque aquello le parecía absurdo. ¡Eran crías! Crías de criaturas muy raras, pero crías, sin madurez alguna. Si tenía que librarse de alguna no sería difícil pues no parecía que ninguno fuera macho alfa o que fueran hembras protectoras. <<¿Podéis aguantar días a la intemperie sin comer más que insectos o hierbas? ¿Defenderos si os atacan? ¿Volar? Yo sí. ¡Y el enano me habla de sensatez!>>Pero algo le preocupaba y miró al Chamán de reojo: ¿habría pasado sus exámenes? ¿De qué era capaz ese brazo mágico?

Cuando terminaron de montar aquel... "Campamento Mullido", como Sinceridad lo llamaba en su cabeza, se metieron en el cuarto y cada cual se acomodó a su manera. La roquense se sentó con cuidado cerca de una pared desde la que tuviera a la vista tanto la puerta como al Chamán. La situación que siguió quizá le respondería a aquella y otras tantas incógnitas, por lo que se acomodó en su colchón y escuchó. No le hizo ninguna gracia que fuera uno de los fanáticos quien sugiriera aquello, pero se tragó su bilis y miró con curiosidad a Sox... Pero lo que decía no hizo sino empeorarlo todo. ¿Carabás? ¿Mundo en el que todo funciona con magia? ¿Competición de élite? ¿Proceso de selección? <<Al menos en eso último, si es que es cierto y excusaría la desaparición del Cantante, tengo ventaja. ¿Pero todo lo demás? ¿Viene de otro mu... No, imposible, no hay otros mundos...>> O quizás sí, pues realmente le atraía la idea, pero también le asustaba... Le mareaba y desorientaba; aquello le venía demasiado grande así que intentó dejarlo de lado. <<Pero ha venido con otro más de su ciudad... No veo más roquenses por aquí... Bueno, el Cantante dejó bien claro que yo era única así que a lo mejor es por eso>>

En cuanto el macho calló y después de sopesar qué decir, levantó una mano para pedir el turno.

—Primero, gracias Chamán por el aporte de luz —empezó e inclinó la cabeza como agradecimiento—. Segundo... Yo soy Sinceridad. No entiendo eso de otros mundos pero ahora me parece irrelevante... — <<Y demasiado... abismal como para pensar en eso>>—. Yo vengo de Tierra Bruja  —siguió mientras miraba a todos, como escudriñándoles, hasta llegar a los fanáticos—. Allí no tenemos más religión que el respeto a la naturaleza y a la diversidad —hizo una pausa y volvió a mirar a todo el grupo—. Soy líder de un grupo de Cazadores de élite que en secreto nos encargamos de limpiar manchas en la sociedad. Vaya, que a veces aparecen sectas que pretenden hacernos creer en dioses o cosas absurdas similares y nosotros les damos caza. Se nos da bastante bien —explicó con total naturalidad, pero luego se llevó una mano a la espalda y la cintura—. Esto es muy incómodo... Un momento.

Llegada a ese punto, hizo una pausa algo dramática: usó esa excusa para extender las alas todo lo que pudo. Quería intimidar, aunque no se fijó en el resultado. Aquello apenas se prolongó medio minuto. Se sentó y continuó mientras se acomodaba:

—Ahora sí. Hablaba de mis amigos, ¿no? Quizá hasta me encuentren, pero eso ya se verá... ¿Qué más? ¡Ah, sí! También conocemos la magia, pero no es tan avanzada como la del Chamán Sox... y no viene de dioses sino de la naturaleza misma —masculló con cierto desagrado—. Como ya imaginaréis, no he visto a nadie como vosotros en Tierra Bruja. Lo único sin plumas que vive por allí suele acabar en nuestros almacenes de caza y luego en el estómago —terminó entre risas.

Mentiras y verdades a medias. Si había omitido Roca Sagrada había sido por los fanáticos. ¿Cómo iba a defender que su sociedad estaba en contra del Coro si les decía que su lugar de origen se llamaba "Sagrado"? Aquel término era religioso y no saldría de su boca con aquellos seres delante. Y si había hecho hincapié en los Cazadores había sido por dejar caer detalles muy claros. Con suerte los cogerían y dejarían de hablar de dioses en las horas venideras. <<Si mato a alguien, esas dos criaturas empezarán a gritar como locas y esto será un caos>> También pensaba que se la había jugado un poco, pues no tenía la certeza de que aquellas criaturas desconocieran la verdad, pero si se tragaban su presentación... Tendría que mantenerla hasta que les perdiera de vista. Pero ese juego se le daba estupendamente bien, así que no creía que le fuese a dar problemas.

Al sentir como la española se ponía en pie la belga alzó los ojos para ver qué era lo que pretendía con cierta sospecha “¿no ira a dejarme sola verdad?”. Pero al ver como se quitaba la corona su rostro se iluminó “¡oh! ¡Me va a dar la corona! si es que tiene algo de buena persona en verdad, me dio los zapatos ahora la corona…” hasta que vio que se la volvía a poner “pero será… será… no hay palabras para describir a una persona tan malvada y cruel, es una horrible egoísta, nada simpática y fea…” tanto despotricaba en su mente que no se dio cuenta de lo que hacía Mónica, asintiendo automáticamente a sus palabras. Sólo cuando la vio cruzar el umbral se dio cuenta del horror “¿pero cómo se atreve a dejarme sola? ¿Qué hay de eso de cuidar a los niños y tal? ¡Pero qué mala persona! ¡Me deja sola! Y yo aquí llorando, si es que es una persona horrible…”

Al principio no se movió, aterrada por lo que sabía que había afuera pero estaba igual de asustada por estar sola, lo que creaba un dilema. Al final se puso en pie, temblando tanto por el frio como por el miedo, y ando hasta el umbral de la puerta, donde empezó a dar saltitos (como si tuviese ganas de ir al servicio de señoras) y a mirar de un lado al otro del pasillo para ver si regresaban los demás (y por si venia algo que la pudiese atacar y así de ese modo cerrar la puerta antes de que llegase). Cuando vio a regresar al grupo la niña corrió a su trozo de pared asignado por Mónica y fingió no haberse movido de ahí en ningún momento.

Al ver a la chica del vestido del princesa regresar con unos edredones muy flacuchos, intento sonreírle con lo que parecía ser ánimo y agradecimiento pero que en realidad era un “¡no vuelvas dejarme sola para traer estas cosas, deja que se ocupen los demás o me llevas contigo o me dejas con alguno de estos que parezca normal o…!”. Tuvo que esforzarse demasiado en no reír cuando la vio tropezarse con los que fueron zapatos (que ahora eran de la niña según esta misma) “eso te pasa por no darme la corona…”. Pero cuando le dijo lo de quitarse la ropa para estar más calentito a Nadzieja se le borro del todo la sonrisa y la amabilidad en el rostro, para dibujar en su cara tanto estupor como vergüenza e incredulidad. “¿Qué dice está loca? ¿Quiere que nos desnudemos? ¿Aquí? ¿Ahora? Esta de broma ¿no? ¿Tiene que estarlo?…” Ni si quiera el espantoso frio que estaba pasando le permitía pensar en una situación en la que requiriese desnudarse y más delante de una panda de desconocidos donde había chicos.  En otra situación se hubiese puesto roja solo de imaginarlo, ahora Nadja estaba blanca como la tiza mientras miraba de soslayo a Mónica, por debajo de la manta y sin que esta se diese cuenta, como si fuese el elemento más peligroso de toda aquella ciudad. “Mamá, papá, voy a morir esta noche por culpa de una chica con un vestido de princesa, así debe de sentirse Mario Bros…”. Su mente se puso a divagar con champiñones, plantas carnívoras… y al poco ya estaba pensando de nuevo en su inminente muerte y en posibles monstruos.

Se enrollo en la manta con una ligera abertura para los ojos y ahí se quedó mientras vigilaba y escuchaba al resto. Observó cómo montaban la extraña acampada a su alrededor sin mover un dedo, si acaso se apartaba ligeramente para que lo colocasen mejor pero lo cierto es que lloriqueaba un poco (de mentira) cuando pasaban a su lado para que no se les ocurriese pedirle ayuda, no estaba con ánimos de aparentar ser una niña buena y trabajadora.  

La luz de la súper Nintendo 3D de “ojos rojos” fue una bendición para la niña que dejo de ver en todas y cada una de las zonas oscuras monstruos y bestias, ahora las veía en las sombras que creaba la luz pero eran menos numerosas y más fáciles de controlar con la mirada.

Una vez estuvieron todos y uno de los grises propuso lo del juego, Nadja sacó la cabeza de su envoltorio para poder mirarlos a todos mejor y que la pudiesen ver durante las presentaciones. No se fiaba de ellos pero no quería quedarse sola. “Son un grupo de personas muy raro, unos pocos parecen normales… aunque la más rara de todas es la pájara, sin duda.” La primera presentación fue la de “ojos rojos” que al parecer se llamaba Sox, concisa, breve y le hizo replantearse si la Nintendo, de verdad, era una Nintendo. Por otro lado la presentación de la pájara la dejo ligeramente turbada y algo asustada. “¿Qué clase de nombre es Sinceridad? ¡Eso no es un nombre! ¿Qué significa irrelevante? ¿Tierra bruja? ahí seguro que se comen a los niños…  no tienen religión, eso tenía un nombre, lo dimos en religión, teísmo, anísmo, no, no era eso, el señor Bajart se enfadara cuando se entere de que no me lo sé y se lo dirá a mis padres y me echaran la bronca… ¡espera que sigue hablando! Acaba de decir algo de limpiar manchas… ¿CAZA PERSONAS QUE CREEN EN DIOS? ¡Es una terrorista como las del telediario que ve papá! ¡Lo sabía me va a  matar!” Cuando extendió las alas Sinceridad Nadja miro al resto de presentes para ver si era la única que pensaba que lo mejor era librarse de aquel bicharraco cuanto antes mejor pero no había suficiente luz para ello. Y ya cuando terminó de hablar Sinceridad sólo pudo pensar “Además voy a morir para ser el aperitivo de una paloma…”

Al ver que tras la presentación de la pájara nadie hablaba, Nadja decidió tomar la palabra, después de todo esto en realidad era como lo que había hecho cada año en clase: las presentaciones a principio de curso.

-Yo soy Sikorski Nadzieja, me suelen llamar Nadja, Nadzia o Nad. Vengo de Bélgica un país de la Tierra que es mi mundo “esta es la presentación más rara de mi vida, nunca había tenido que decir mi planeta de origen. Esto parece una peli”… tenemos magia pero está escondida igual que las hadas, los duendes y Harry Potter así que yo nunca la he visto de verdad, pero sé que existe aunque mi papá dice que no “ahora que lo pienso estoy en un nuevo mundo que si tiene magia ¡lo ves papá!”… y tengo 10 años y me dijeron que aquí había magia y no sé dónde estoy y que… y quiero volver a casa con mi papá y mi mamá.

Sakrilt está cansada. Cansada de deambular sin rumbo, cansada de este frío que parece colársele bajo el caparazón hasta alcanzar su piel rosada y, sobre todo, cansada de no encontrarse con nadie. Se siente —y es— estúpida y amargada hasta tal punto que si pillara a quien sea, le estamparía la piedra en la jeta hasta que no le reconociera ni su putísima madre. Por eso, cuando ve una de las extrañas creaciones demiúrgicas, pensando por la poca luz que es un pequeño animal volador, decide perseguirlo con objeto de descargar su furia. Como cuando un mocoso enrabietado mata a una mariposa.

A los pocos segundos de iniciar la carrera, escucha unas voces lejanas. Si bien está algo acobardada por la mala experiencia que tuvo antes con los simios pelados, ahora necesita algo de contacto, alguien que le explique de una puñetera vez qué sucede. Decidida, se encamina hacia donde cree que vienen las voces.

No tiene que recorrer un gran trecho hasta que identifica finalmente que las voces deben venir de detrás de una puerta en bastante mal estado, aunque no tanto como la de la habitación en que despertó. Antes de decidirse a entrar, la idea de qué ahora podría entenderles se le pasa por la cabeza y, curiosamente, acierta. Por lo que consigue adivinar —dos aciertos seguidos, debe ser un récord—, parece que los mamíferos se están presentando entre ellos. Nada que le parezca agresivo y no hablaban mal a sus espaldas. Ahora sí, decidida, abre la puerta y pasa por el umbral olvidando cerrarla detrás de ella.

Su primera reacción es inspeccionar visualmente a los seres que, sorprendidos, se han levantado. No se había fijado antes, pero uno de ellos parecía mucho más un ave que un mamífero. «¿Un ender? Pero si no se parece en nada al que me vino a buscar. Bah, a la porra».

—¿Qué pasa? ¿Es que tengo mierda en el jeto? —«¿Qué coño miran tanto?».

Otra cosa en la que consiguió fijarse es que, excepto por un pequeño mono calvo, todos le superaban en altura. Y no pocos por más de una cabeza. «Jodidos diplodocus».

Mónica escuchó en silencio los reparos a confiar en los demás que ponía doña Plumitas, sintiéndose secretamente de acuerdo con ella, y presenciando la conversación entre ella y Tritón moviendo la cabeza como si estuviera viendo un partido de tenis.

Cuando el chico de pelo azul entró en el cuarto arrastrando detrás a la de pelo rosa y preguntándoles qué estaban haciendo se sorprendió. “Pues buscar un lugar resguardado para pasar la noche, genio” se dijo, pensando que la gente era un poco corta en ese lugar y desentendiéndose de ellos mientras escuchaba de fondo cómo éste le pedía a Tritón agua de su camiseta (“PUAJ”) y se envolvía en la manta-sábana-lo-que-fuera-eso de pies a cabeza, retirándose junto a Zanahoria, tratando de deslizar el vestido mojado hacia el suelo sin que se le viera un solo pedacito de piel (una lucha un tanto infructuosa que Mónica no estaba dispuesta a perder, pensando que lo conseguiría tarde o temprano).

Cuando Cenizo planteó el juego la chica esbozó una sonrisa, preparándose para escuchar las historias de los demás. La de Vampy le llamó la atención (“Así que magia de verdad, ¿eh? ¿Y lugar de élite? Pues menuda mierdecilla de lugar de élite al que nos han traído, sinceramente” se dijo mordiéndose la lengua para no interrumpir las confesiones), y la de doña Plumitas le hizo poner los ojos en blanco, sobre todo cuando esta se puso a fanfarronear extendiendo sus alas. “Será presumida” se sonrió, tratando de no soltar una risita, aunque algo intimidada por su envergadura. La presentación de Zanahoria le pareció una cursilada como una catedral, y no pudo evitar interrumpir nada más cerrar la boca la niña.

-Yo soy Mónica. Soy de la Tierra, como aquí la compañera- señaló con la cabeza a Zanahoria, reacia a sacar una sola extremidad de la “mantábana” ahora que estaba consiguiendo entrar en calor a pesar de no haber logrado bajar más allá de la cintura su vestido. –No vengo del mismo lugar que ella a pesar de tener el mismo planeta de origen, yo soy de España, del centro, aunque probablemente esto no os diga nada. En nuestro planeta la magia no es más que un cuento que se le cuenta a los niños para tratar de hacer que sus vidas no sean tan monótonas y aburridas (lo siento, Zana, es así…), y lo único que se considera como tal son juegos de manos que lo único que requieren es habilidad y astucia, como una especie de engaño. Nunca había visto un lugar como este antes, ni había experimentado algo como lo que hemos visto hoy…

Sin embargo no pudo acabar su relato. Un extraño ser parecido a un insecto gigante, negro y amarillo, había entrado por la puerta, provocándole tal sobresalto a la chica que se puso en pie de un salto, soltando un muy corto y agudo gritito, pero sin soltar la manta (afortunadamente). Agarró a toda prisa los zapatos rosas de pompones y los colocó delante de ella, buscando un modo de protegerse. “MIERDA, MIERDA, UNA HORMIGA GIGANTE. ¿De qué tamaño tiene que ser el zapato que la pueda aplastar?” miró sus zapatos distraídamente, antes de volver a dirigir la mirada hacia el bicho, algo resignada. “Yo con esta mierda de zapatitos no hago nada…”.

Se la quedó mirando en silencio, como el bicho a ellos… hasta que éste dijo algo que hizo que la tensión de Mónica se desinflara como un globo pinchado, haciendo que esta soltara una risita (como siempre que estaba nerviosa). Carraspeó.

-No… no… no tienes nada en la cara…- volvió a carraspear, mirando a su alrededor para ver si alguien más decía algo antes de que ella metiera la pata, como hacía siempre que estaba algo nerviosa. Sin embargo no se pudo contener, y volvió a parlotear, ahora con tono despreocupado. -¿También eres parte de nuestro grupo de personas abandonadas a su suerte en este lugar al que te ha atraído alguien prometiéndote algo? ¿Qué eres? ¿De dónde eres? ¿Cómo te llamas? Yo soy Mónica, como les decía a estos- de pronto cayó en la cuenta de que a lo mejor distinguir sexos cuando tu forma era tan distinta era complicada, como le había pasado a doña Plumitas. -Soy una chica (o hembra, como prefieras llamarlo)- volvió a carraspear, pensando que lo mismo se arrepentía de decir lo que estaba a punto de decir, pero ya estaba muy cansada como para ponerse más filtros. –Íbamos a pasar la noche aquí… Fuera hace frío y no sabemos qué hay… ¿Te quedas?

Reflexionó unos instantes antes de añadir otra frase mientras se volvía a sentar, escondiendo los pies bajo la manta y tratando de no retorcerse más para bajar el vestido hasta los pies, al menos no en el momento.

-No nos vas a hacer daño, ¿verdad?

“Si intentas hacernos daño ya… que sea lo que Doce Punto quiera, yo ya paso de estresarme más por esta noche”.

Las palabras de Sinceridad sobre exámenes le llamaron la atención. ¿Tenían una convocatoria única? Sox evaluó en silencio aquella forma de evaluar, y concluyó que aunque la de Carabás le parecía más correcta el sacar máxima puntuación en Tierra Bruja podía significar mayor mérito. Los controles semanales eran un recordatorio constante, al fin y al cabo, y estudiar duro sin ellos podía ser un testimonio de dedicación.

La élite, mencionada de nuevo. Bien, empezaba  a ver puntos comunes. Puede que por fin lograsen sacar algo en claro de todo aquello.
Tal vez todos aquellos mundos tuvieran en común un sistema de puntuación, como Carabás, aunque funcionara de maneras distintas. Tenía sentido al fin y al cabo si aquella reunión se trataba, a fin de cuentas, de una competición. Ante el estado lamentable del sitio y la falta de guías Sox estaba empezando a barajar, sin embargo, que algo en el teletransporte hubiera salido mal y hubiesen acabado en otro lugar... dondequiera que fuese.

Fuese como fuese, si así era le ayudaría a evaluar a sus compañeros improvisados. Le preguntaría a Sinceridad por su puntuación, pero para que aquel intercambio fuese eficiente era importante no salirse por tangentes. Esperaría.  

"Nad", bautizó internamente a la niña, que por fin tenía un nombre bajo el que catalogarla. Su nombre completo era demasiado largo y comprendía por qué querría acortárselo. Su mismo nombre tenía tres letras y Sox veía que cumplían perfectamente su papel.
"¿Vive con sus padres?" Normal que estuviera tan perdida. Había quien decía que los padres constituían una fuente más de presión, pero Sox sospechaba que más bien era una excusa y la mayoría de sus compañeros compartían su opinión. Cuando todas las necesidades te las cubrían mamá y papá uno tenía un estímulo menos para mejorar, no uno más. Era tóxico y creaba dependencia.
Con todo, por lo menos Nad había tenido el buen sentido de aceptar venir a aquel lugar y dejar de ser una niña de papás. Si era así, la niña tenía cojones. Sox decidió postergar su juicio sobre ella. No había tenido culpa de que sus padres fuesen antisistema.
Tachó mentalmente la magia como teoría de punto común ante la tajante declaración de Mónica. Una lástima porque de momento estaba sosteniéndose bastante bien.

No tuvieron tiempo de seguir antes de que una repentina aparición en la puerta les diera un susto de muerte si no a todos, a la mayoría. Sox se había tensado por instinto, alerta, antes de que el ser hablase en su idioma y encajasen las piezas. Debía tratarse del rezagado que habían mencionado.
—No, pero tu jeto nos parece bien raro —dijo sin tapujos. No hacían falta ni dos dedos de frente para entender por qué: salvo Sinceridad todos tenían la misma estructura facial. Detalles como la piel o los rasgos eran diferencias menores. Miró al ser recién llegado con interés. Otro mundo, otro enigma. Ni Nad ni Mónica habían mencionado nada sobre puntuaciones ni exámenes, pero Sox se resistía aún a descartar aquella teoría. La llegada de seres de otros mundos no era más que buenas noticias: sería más fácil detectar los puntos comunes.

La invitación de Mónica le pareció correcta y no tuvo nada que añadir. Miró al ser con ojos inquisitivos.
—Te lo recomiendo, tanto si tienes información sobre este lugar como si no. Estamos intentando sacar cosas en claro mientras vuelve la luz afuera.

Siete alzó la vista hacia Eorlir y le pasó el bulto mojado.
- No sé si encontraremos a la persona que falta, pero a este paso puede que se me quede la camisa sin nada que sacarle. Es mejor que la uses tú.

Él había cogido una sabana para si mismo, ahora que empezaba a notar la falta de ropa en el cuerpo, sentandose después en uno de los camastros, en alto. Cuando la figura de la "persona" restante entró en su campo visual en mitad de las presentaciones, dio un respingo en el sitio y se levantó demasiado rápido. Los primeros intercambios sucedieron mientras él apretaba los labios con fuerza y clavaba los ojos en el rostro de la criatura. Sí, era raro. Los ojos de mosca, grandes como puños, las antenas y las placas negras como de escarabajo en un cuerpo como de niño. Y su voz tenía un algo de chasquido que le ponía nervioso. No ayudaba en absoluto el contenido, o el pedrusco que sostenía.

- Puedes cogerla tú- dijo con un deje nervioso colandose en lo que por otra parte hubiera quedado casi autoritario- Pero suelta eso antes. Parece que nos amenaces, y para eso puedes buscarte otro sitio.

La cara de Siete reflejó un momento de lucha interna, al final de la cual tuvo que rendirse al impulso de intentar sonar agradable:
- Me llamo Rigel. Me suelen llamar Siete.

Porque le preocupaban los aires agresivos del bicho y quería resultar conciliador cuanto antes.

A Siete no se le escapó que Salkrit no soltaba su arma, y se envaró ligeramente en el sitio antes de seguir.
- Yo soy de Idris. Allí conocemos y practicamos la magia, pero no sé nada de una competición- Siete se pasó la mano por el brazo y esperó que leyeran su nerviosismo como parte de la frase y no por otros motivos (su falta con Sirce,  la presencia de Salkrit, el inicio del hambre)-. No siento que tenga que competir con nadie. Al contrario, prefiero contribuir a un grupo organizado, porque es lo que conozco. Trabajar duro, pero no trabajar solo. Yo soy parte de un clan en la costa. Somos nomadas, auque hay otras sociedades idrinas establecidas en el interior. Somos muy diferentes en lo que refiere a costumbres.
Se recolocó la sábana, observando los rasgos azulados de la gente bajo la luz mágica de Sox y recogió las piernas en el camastro.

Eriel contempló con alegría y cierta satisfacción personal como la idea les parecía bien a la mayoría y se iban presentando. Miró con asombro el holograma de Sox pero borró esa expresión rápido. La presentación de Sinceridad le llamó la atención al nublino aunque la parte del estiramiento de alas lo dejó indiferente, no sabía lo que trataba de hacer la "brujense" pero si era dar miedo con el chico no había funcionado.

Se fue quedando con todos los nombres, algunos más fáciles y otros más difíciles pero con todos. La entrada de la clinger puso al nublino en tensión, no por él mismo sino por si su hermano hacía otra tontería. Le puso la mano en el hombro a Barael y le dirigió una mirada de advertencia, su hermano era listo y práctico pero eso no evitaba que se metiera en líos por las cosas más tontas. Se quedó con el nombre del bicho y del idrino y al oír que era nómada Eriel se levantó y se desperezó.

-Me toca - anunció con una sonrisa.- Me llamo Eriel y tanto mi hermano como yo venimos del mundo llamado Nubla, también somos nómadas - dijo dando un cabezazo de reconocimiento a Siete.

-Quizá yo pueda arrojar un poco de luz sobre el lugar en que estamos - se aclaró la garganta dando una pausa dramática antes de continuar.- Nos encontramos en Rocavarancolia, ciudad capital del mundo llamado La Roca - miró esta vez a Sinceridad antes de pasar su mirada por el resto.- Todos me habéis oído hablar de dioses antes, os lo aclararé. Cuando digo dios no me refiero a un ente invisible e intangible, me refiero a gente, gente como nosotros, elegidos. Gente que ha sido tocada por la magia de la Luna Roja y ha cambiado, se ha transformado - explicó con una sonrisa en los labios.- Hay personas a las que le salen alas, otras que tienen cola, algunos se convierten en guerreros invencibles, otros en magos capaces de realizar magias impensables. Material de leyendas, a esa gente es a la que yo llamo dioses. Yo estoy viviendo mi sueño - su sonrisa se agrandó mostrando todos sus dientes.- Y permíteme que te diga Sinceridad que si tus amigos logran llegar a este lugar encontrando el portal yo mismo les daré un premio a todos ellos. - le dijo a sabiendas que aquello era más que imposible.

Sólo tras haber dicho todo eso se sentó en el suelo esperando a ver la reacción del resto.

Coincidía con Sakrilt en la rasca que hacía: no había pensado que en el lugar adonde pudieran llevarle no hubiera cúpula climática. Otro error de previsión, uno de demasiados. Buscando arrebujarse en sus propias sábanas de forma discreta para que los demás no se dieran cuenta, Sox estaba cada vez más molesto consigo mismo por no haber hecho preguntas antes de acceder a nada. ¿Por qué no las había hecho?

—En Carabás la gente se modifica con magia y siguen sin ser dioses —le dijo a Eriel. Se señaló a sí mismo a continuación—. ¿Ves estos ojos? Teñidos. A los que tenemos magia en nuestros mundos no nos habrían traído aquí por esa razón.
Aunque la mayoría de lo que había dicho le sonaba a morralla teísta, lo cierto era que al menos había sabido dar un nombre a aquel lugar. Más de lo que sabían cualquiera de los demás, él incluido. Miró al nublino inquisitivo.
—¿Qué más sabes?

Hubo una pausa natural en aquel ruedo de presentaciones. Tras reflexionar un momento con el ceño fruncido, Sox la rompió.
—A todos nos han contado cosas diferentes —concluyó—. Como mínimo esto no se trata de ningún experimento —elaboraría en ello si alguien le preguntaba por qué. Diferentes mundos de origen suponían una variable independiente, diferentes instrucciones de partida eran otra. Dividir los resultados en atribuibles a un factor u otro se convertía en un galimatías dentro de un mismo experimento, algo que era fácilmente evitable llevándolos a cabo por separado. Vistas sus circunstancias actuales, aquél no era el objetivo de reunir a toda aquella gente.

—Puede que tampoco una competición en el sentido estricto de la palabra —aceptó a regañadientes. La base de cualquier concurso era una equidad de oportunidades iniciales para poder medir el desempeño durante éste. No darles unas reglas claras a todos ni controlar su desarrollo contrariaba aquella posibilidad—. Aparecemos en un sitio abandonado, nadie nos sale al paso a explicarnos nada, la ciudad parece deshabitada... ¿Alguien comprende qué sentido tiene todo esto? —se le coló frustración en la voz. No lograba encontrar un nexo común. No le gustaban las cosas que no tenían sentido—. ¿Qué os dijeron antes de despertar aquí?

Aunque descartar posibilidades, aunque fuese de forma precaria, estaba bien, dejaba paso a algo más inquietante. Si no les habían traído allí para ninguna de las dos opciones más evidentes... ¿cuál diablos era el objetivo?

Cayó entonces en la cuenta de algo, y al hablar ya no lo hizo con la seguridad de antes sino a media voz.
—No recuerdo haberme dormido —fue lo que dijo, conmocionado.

El bicho, tras un intercambio de palabras con Vampy entró en el cuarto, dejando claro con un lenguaje que a Mon encandiló que tenía un frío que se moría. “Bueno, a ver, hace fresco, sí, pero tampoco tanto, qué exagerada” pensó esta, que ahora estaba ya con el vestido por las rodillas y bien envueltita en la sábana, temblando ligeramente por el nerviosismo. Sorbió por la nariz mientras Tritón se presentaba, y se revolvió en el sitio presenciando silenciosamente los curiosos intercambios de palabras entre el bicho y Tritón… y el cómo le indicaba a Krit (como por ahora iba a llamar a la hormiga gigante) que podía coger la manta ella solita. (“¿O él? Por Dios, que alguien me dé una guía de géneros que me pierdo”).

Cuando Cenizo comenzó a hablar con una sonrisa que a la chica le pareció algo petulante resopló por lo bajo, resistiendo la tentación de poner los ojos en blanco, pero escuchó con atención. “Así que Rocavarancolia. Me mola el nombre. Ya decía yo que era algo de roca, tendría que haber prestado más atención a Doce Punto…”. Sin embargo, al escuchar la parte de gente que cambiaba, frunció el ceño.

-¿Perdón?- preguntó, sintiéndose algo más enferma de lo que ya se encontraba antes ante la idea de que la gente “cambiaba”. -¿Llamáis dioses a gente normal que simplemente cambia? ¿Y cómo que cambia, con colas y todo eso? ¿No es algo biológicamente imposible?- carraspeó. –A mí nadie me dijo nada de que al llegar aquí iba a “cambiar”, me dijeron muchas cosas, pero no eso. Además, ¿qué tiene que ver la luna con cambiar?- preguntó, sinceramente desconcertada. -¿Como si fuéramos hombres lobo?

“A mí no me apetece cambiar. Además, ni que esto fuera una peli de serie B, ¿de qué narices habla Cenizo? ¿Y cómo nos van a reconocer en casa, si no? Seguro que se equivoca”.

Las palabras de Vampy también la sorprendieron. -¿Tus ojos son producto de un tinte? Jo, tío, con lo que molan. ¿Van a volver a su color natural?- le preguntó en un susurro curioso, tratando de distraerse de los pensamientos funestos, y se calló en cuanto éste siguió hablando, prestando atención a las preguntas que se hacía, claramente incómodo por la situación. Mónica asintió, de acuerdo con él.

-Pues… la verdad es que a mí sólo me dijo que pertenecía aquí. Me prometió magia, posibilidades, oportunidades. Me prometió…- tosió con suavidad. –Bueno, vale, a mí me gustó mucho el chico que me vino a buscar. Y en parte vine aquí para seguirle. Suena tonto, lo sé. Pero no sé explicar lo que pasó en ese momento.- carraspeó de nuevo, muy incómoda. No sabía cómo explicarles que además de haberse encaprichado del demiurgo, el pensamiento de que la necesitaran, de vivir aventuras, vivir cosas distintas, la había invadido de pronto, haciendo que realmente necesitase ir con él a donde fuera que iba. –Vale, a ver, voy a intentarlo. Me sentí feliz, de que alguien me necesitara… cuando me lo dijo, y me prometió magia, ser lo que estoy destinada a ser, no pude negarme. Además, me miraba con esos ojos tan bonitos mientras fumaba y me estaba poniendo tonta…

Resistió el impulso de esconder la cabeza en la manta por miedo a ver cómo la mirarían los demás. “Jonás se habría reído de mí para siempre. Habría dicho que soy una estúpida. Una incauta. Pero… pero era Doce Punto… y…”. En lugar de ocultarse, irguió más el cuerpo, con las mejillas muy encendidas y conteniendo un puchero a duras penas, a sabiendas de que probablemente la mirarían como si fuera una boba. Esperaba que no lo hicieran, pero no tenía mucha esperanza. Ya sabía cómo era la gente, por desgracia.

-Me hizo sentir bien después de estar pasando una tarde-noche bastante mala, y además ese humo olía tan bien… Puede que parezca que actué como una inconsciente, pero de verdad que no sé cómo explicarlo. Apareció y todo cambió. Me prometió… da igual, lo que estoy diciendo suena estúpido y... Pero bueno, así es como fue todo. Y no recuerdo nada después de haber firmado un papel con una pluma que daba calambre.

Cerró los ojos, esperando que no la juzgaran demasiado. Aunque sabía que si Jonás estuviera ahí la habría regañado, y que probablemente ellos tampoco lo entendieran. “Sara lo habría entendido”. Sin embargo… “Es Doce Punto. No me ha traído a este lugar para ser desgraciada, sino para ser lo que tengo que ser. Y para que tenga una cita con él. Más le vale ir de picnic conmigo al menos, estoy pasando una vergüenza…” se dijo con lealtad, tratando de convencerse a sí misma, tratando de ignorar que estaba sentada entre gente a la que no conocía, envuelta en una manta sucia, sentada en un suelo sucio, con un vestido mojado y el pelo frío y húmedo.

La presentación de Mónica indigno a la pequeña belga que por debajo de las mantas la miro con ultraje. “¿Pero esta de que va? ¿Cómo que no existe la magia, tontaina? ¡Y aburrida será tu vida y monoto… mono-lo-que-sea! ¡Me estas dejando como una estúpida, cuando aquí la única muy estúpida eres tú! ¡No soy tonta! ¡Eres tú la tonta! ¡Fea y tonta y… ¡OH DIOS MÍO, UN BICHO! (pensó dando un grito ahogado al ver al Clinger mientras del susto se apartaba hacia atrás todo lo que podía en un solo movimiento, dándose un coscorrón contra la pared) ¡Mi cabeza! ¡Ay que dolor! (se agarró con ambas manos la cabeza) ¡que nadie te oiga Nadzia y que alguien mate al bichejo ese! ¡¿Dónde están los zapatitos?! ¡Hay que lanzárselos! ¿Por qué la tonta esta tiene MIS zapatitos de princesa y por qué no se los está tirando a esa cosa? ¡OH MADRE MIA, ESTE BICHO TAMBIÉN HABLA! ¡Y ha dicho una palabra fea! ¡No! ¿Sox? ¡Sox no le digas eso que se va a enfadar! ¡Ya está, nos va a matar! ¡Quiero volver a cas-Oh no… Ya está otra vez esta tonta haciendo amiguitos con las personas raras estas… ¡pero no le invites a quedarse! ¿¡Tú también Sox!?... ¡Y claro que nos va a hacer daño es un bicho gigantesco y lleva una piedra!” La respuesta de la Clinger no mejoro la percepción de Nadzieja sobre ella en lo más mínimo. “¡Está diciendo un montón de palabras malas!” Se giró hacia Mónica mientras el sireno  parecía estar echandole la bronca al bicho:

-Ha dicho dos malas palabras, jo-y-lo-que-sigue y pu-y-lo-que-sigue.- El susurro alterado acompañado por su mano enseñando dos dedos complementaban a la perfección el rostro alarmado de la pequeña, pero no pudo escuchar respuesta alguna porque la presentación de Rigel “¿siete? ¿De verdad? JAJAJAJAJAJAJA….” y del bicho malo la sacaron de la burbuja. Y se obligó a si misma a escuchar al resto con más atención. Luego le toco a Eriel y a su discurso “¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Nos vamos a transformar? ¿estás de broma? Seguro que nos convierten en monstruos horriblos como frankestein o… ¿ha dicho alas? ¡A lo mejor me dan alitas de mariposa! ¿Guerreros? ¿Magos? ¡Esto es un poco como las Winx! Pero… ¿Dónde está la luna esa y la magia? Además esto es demasiado bonito para ser verdad… seguro  que es una trampa… ¿esto es tu sueño? ¿Unas frías mazmorras con un montón de desconocidos altamente peligrosos? Dirás  pesadilla ¿no?” Después cuando volvió a hablar Sox la niña se perdió, siendo incapaz de seguir el hilo argumental de su pensamiento “¿experimento? ¿Competición?” pero no para sentirse más tonta de lo que ya se sentía (por culpa de Mónica) decidió responder a sus preguntas y palabras de la forma más inteligente y madura posible porque ella ya es una niña mayor según sus estándares. Se le adelantó Mónica de cuya revelación solo pudo sacar en claro “¡pero que cursi y boba es! ¡Buaagggh! ha venido por un chico ¡Un chico! ¡Qué asco! Seguro que se dan besos y esas cosas, ugh…” Nada mas acabar la española hablo ella:

-Puede que se hayan equivocado, nos han dejado aquí sin querer cuando deberíamos estar en otro sitio… o se han olvidado de que llegábamos hoy o de que nos habían traído aquí, aunque a mí nunca se me olvidan los deberes, nunca y los hago todos muy bien.- Esto último lo dijo con una sonrisa tímida pero llena de orgullo por el trabajo bien hecho, su madre la mataría como no llevase todos los días al colegio los deberes como dios manda. Pero después añadió:

-Y lo que me dijeron antes de venir… era… que había magia en este sitio y que yo necesitaba venir y la ciudad me necesitaba a mí. Y que el viaje era gratis. Y yo tampoco recuerdo como me dormí, pero recuerdo que había mucho humo verde y como Mónica, yo estaba bien, feliz creo, era como estar soñando, no tenía miedo “al principio un poquitín pero no tienen por qué saberlo…”, y… ah, yo también firme el papel ese y el hombre que se me llevo y que fumaba estaba en mi ventana y vivo en un quinto piso, oh…- y calló sumida en sus pensamientos sobre escaleras muy largas que llegan hasta ventanas, globos aerostáticos amarrados a ventanas y ascensores con globos tipo la casa de la película “Up”.

—Lo harían si no me renovara la inyección —le explicó a Mónica—. Pero para eso tienen que pasar meses —y no iba a pasar tanto tiempo sin pisar Carabás.
O eso era lo que habia creído inicialmente, al menos. La incapacidad de recordar cómo había llegado allí, la migraña que le impedía hacer magia, promesas demasiado buenas para ser verdad procedentes de un tipo que había venido solo y les había abordado sin credenciales. Todo aquello, unido a la historia que iba contando la humana, pintaba un cuadro. Un patrón común que, unido a los relatos de los demás, iba emergiendo por fin.

—Yo también creía que eso era lo más probable—coincidió con la hipótesis de Nad—. Un hechizo de teletransporte a tanta gente suele revisarse muchas veces, pero si lo que dice Eriel de portales entre mundos es verdad... eso es tecnología mágica que no conozco. Un error entra dentro de lo posible.

Sin embargo aquella ya no le parecía la opción más probable. No añadió nada más aún, esperando a que la niña terminara de hablar. La propia humana fue la que lo expuso de una forma más inocente, pero también más cruda. Promesas bonitas, sentirse raro. Acceder a todo.

(Sox esbozó una media sonrisa aprobatoria ante lo de hacer todos sus deberes, no obstante)

(Se le borró ante la mención de un humo verde que él también recordaba)

—Alguien nos promete cosas, nos droga y despertamos en un sitio desconocido que no es lo que nos dijeron—dijo a media voz—. ¿No os suena muy mal?
A él le sonaba a ilegal. A peligro. Las criaturas que había creído responsables de chequeos médicos adquirieron ahora un tinte más siniestro.

El rostro de Siete se fue agravando con los intercambios. No parecía que nadie excepto él hubiera hecho algo imperdonable, lo que hacía más fácil confiar en ellos, y más dificil esperar que disculpasen su arranque de pánico en la playa. Había huido a ese sitio. Hubiera huido con droga o sin ella.

- No se si repetirían un error de transporte tantas veces. Cada uno viene de un lugar, y luego estan todos los chicos dormidos... - contribuyó serio- Pero yo no se nada de portales o teletransporte. Si Eriel conoce este mundo de antes y la misma lengua de la fuente antes de beberla, ¿cabe la posibilidad de que el error este en otra parte? Puede que...- Siete se retorció las manos, no queriendo asustar innecesariamente al grupo- ¿puede que ya hayan cogido lo que necesitaban y nos hayan abandonado sin más?

Al poco de formularlo, él mismo quiso dar una opción más llevadera y bonita, en la que solo creía a medias.
- Puede que estemos en el sitio correcto y falte por hacer algo. O esperar a algo. Mañana podemos buscar respuestas.