Torreón Letargo (Archivo VI)

Recuerdo del primer mensaje :

La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.

  Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia  Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.

  Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.

  Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.

-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.

Eitne se sorprendió a sí mismo al descubrirse en desacuerdo con el Huésped.

—No, tenemos que aprender a prepararnos mi-mientras nos ayudas.

Si el Huesped se iba o se encontraba con una amenaza insuperable, ellos quedarían vendidos. Eitne quería su ayuda, la tregua con Rocavarancolia que les ofrecía en el interior del torreón, pero no quería quedarse atrás. El propio hechizo se lo había dicho: Rocavarancolia les obligaba a crecer rápido para sobreponerse a las amenazas. Eitne lo había terminado de asimilar tras el incidente de hace dos días: estaba aprendiendo magia, saliendo a por comida, había protegido al grupo con el hechizo de su abuela... Incluso sin dormir bien, el niño creía estar poniendo su granito de arena.

Y quería poner más, muchos más.

—¿Cómo puedo ayudarte? —preguntó serio.

Nime miró extrañada a Hyun. No dio ni una explicación, solo quería hablar con Milo. Al menos parecía que no había pasado nada en el torreón, pero costaba imaginarlo siquiera. Para sacar al humano del torreón hacían falta motivos de peso, eso la niña lo tenía claro.
—Qué tontería, hablad dentro —dijo, aunque el comentario cayó en saco roto. Por culpa de las extravagancias del coreano no iban a poder subir el puente cuanto antes, cosa que siempre era de agradecer.

Cuando por fin dejó la cesta en el suelo, la niña se estiró para desentumecer el brazo. Mientras lo hacía, respondió a Guille:
—No lo sé, es un rarito. Aunque tú no te quedas atrás —añadió con mordacidad, todavía sin perdonarle su ingenuidad.

Cuando el humano dio el berrido para llamar a todo el mundo, la libense recordó aquel chocolate que habían encontrado, y se entristeció al recordar que lo tenía Milo. Quería abrir uno de esos paquetitos y ver qué era. En ese momento se dio cuenta de que Eitne había desaparecido, y luego escuchó unos pies descalzos bajando por las escaleras, desde arriba; probablemente era Neil. Nime retrocedió hasta la puerta del torreón, y se asomó para ver si volvían Hyun y Milo. «¿Y si salgo a espiarlos?» se planteó. Pero aquel día había tenido suficiente del exterior. Deseó volver a ser la Nime de hacía no tantos días, pero en aquel momento no se veía capaz.

Guille escucho lo que a su parecer era una broma de Nime, así que la respondió secándole la lengua, de manera burlona, aunque tampoco le molestaba que le llamasen raro, ya estaba acostumbrado que se lo llamaran en el colegio.

Pronto se reunieron  a su alrededor algunos compañeros del Torreón.

-Hemos vuelto todos bien- respondió a Neil- Milo está fuera con Hyun por lo visto tenía que contarle algo importante, y Eitne...-miro a los lados- estaba aquí hace un segundo. Primero conocimos a Moisés, cuando cogimos la comida, bueno estaba en una casa, y después al hada de los dientes que fue muy maja, ¿sabéis que ahora es un fantasma?. Y tenemos chocolate, espera que os enseño alguna tableta- se agachó y busco en la bolsa- las tiene Milo cuando vuelva lo probáis.-dijo todo de corrido y al parar tuvo que tomar aire.

—Sí. Un mal momento.—miró al suelo antes de que Hyun volviera a hablar—. Vale, gracias.

No hizo nada para evitar que su compañero se fuera, más bien todo lo contrario. Agradeció en silencio el mismo momento en el que le perdió de vista, con las extremidades todavía temblando. Tras unos segundos sin moverse del sitio, el coreano se ajustó la camiseta y se levantó, alerta. Tenía demasiadas cosas en las que pensar, y ahora su problema era otro más allá del enfado por un adolescente que quiere ser dios.
Pasó un buen rato hasta que Rox se decidió a vendarse la herida, sin quitarse la camiseta por si alguien más se asomaba sin avisar, parando a cada ruido.

«Esto es ridículo.»

El enfado, el miedo y la inseguridad del coreano se mezclaban al punto de no decidirse en que hacer o como sentirse. Contárselo a todos, o callar el tema. Darle mucha o poca importancia. Sería peor si su compatriota lo contaba por su cuenta, pero llegados a tal punto, a Rox le daba igual. No entendía porqué su género iba a ser mayor problema o más motivo de sorpresa que cualquier otra cosa en una ciudad asesina. Y si lo era... Quizás fuera buen momento para replantearse con que tipo de gente convivía.

Para el momento en el que terminó, las voces de sus compañeros abajo se hicieron de oír. Rox miró a las escaleras desde el marco de la puerta. No tenía prisas por bajar.

Al avistar por fin el torreón en la distancia al irrense se le escapó un leve suspiro de alivio. Aquella salida había sido un éxito, pues el grupo regresaba sin un solo rasguño y cargados de comida, un logro importante si tenían en cuenta la situación actual. Ahora que Letargo estaba tan cerca nada podía salir mal, pero Milo tuvo que ahogar dichos pensamientos cuando reconoció a Hyun frente al puente levadizo. El coreano no había puesto un pie en la calle desde hacía meses, por lo que verlo allí fuera no presagiaba nada bueno, lo que le confirmó el mismo al advertirle por lo bajo que tenían que hablar sobre el muro.
—Id entrando, chicos, ahora os seguimos. —secundó al humano con mas tacto, acompañándole después hasta un edificio ruinoso cercano.

No había que ser muy observador para darse cuenta de que el medio americano estaba nervioso, y por como sujetaba su martillo también estaba asustado. El norteño empezó a balancearse en el sitio contagiado por el nerviosismo de su compañero, cambiando el peso de una pierna a otra mientras esperaba una explicación que tardaba demasiado en llegar.
—¿Qué es lo que ha ocurrido? —inquirió al final con el ceño fruncido por la preocupación, incapaz de alargar más aquella expectación.

Hyun miró hacia los lados un par de veces más, nervioso, ya no solo por quien pudiera escuchar, si no por cualquier peligro acechante que su mente imaginaba. El coreano reajustó en su mano el martillo para volver a apretar con fuerza.

- A ver... El muro me ha empujado por las escaleras.- Una vez en su boca sus palabras mostraban lo ridículo que sonaba. Y aun sabiéndolo, lo último que quería era ser cuestionado. No quería que el irrense se pusiera a elaborar "explicaciones racionales" para lo que él sabía que había pasado. Antes de que Milo pudiera decir nada el coreano continuo, con la esperanza de que al alargar su explicación sonara más creible.

- Le fui a Rena a contar lo del muro por si podía ayudarnos a decidir que hacer «no sirvió de mucho». Cuando volvía de haber hablado con ella, algo me empujo, unas manos, y caí por las escaleras. En el suelo ponía "chivato" escrito por el muro.- Y de nuevo el coreano dejo poco espacio entre sus paradas temiendo que la respuesta de su compañero no fuera a gustarle nada.

- Esto no solo significa que el muro verdaderamente esta por todo el torreón, si no que tampoco es un aliado. Estamos en peligro y debemos abandonar este sitio, no sabemos si quiera que más han hecho los niños por él.-

Aunque Neil se tranquilizó bastante cuando Guille le dijo que todos estaban bien, no pudo evitar que las siguientes palabras del niño le pusieran nervioso otra vez.

- ¿Fantasma? ¿Habéis visto un fantasma?- preguntó con el miedo en sus ojos-. ¿Y quién es ese Moisés? ¿Lo conoces? ¿Es un adulto?- preguntó efusivamente, esperando que no fuera un niño perdido como ellos, ya que le entristecería mucho que hubiera más niños sin poder volver a sus casas. Además, si era un adulto quizás podría sacarles de ahí. Neil esperaba la respuesta con tanta necesidad que ignoró por completo la palabra chocolate a pesar de lo mucho que le gustaba.

-Si, un fantasma y era muy maja, nos dijo que no se nos olvidará cepillarnos los  dientes- dijo Guille alegremente- a partir de ahora no se me va olvidar, no me he limpiado los dientes desde que llegue aquí, jajajajajaja 

-Y cuando se me caiga este- dijo metiéndose el dedo en la boca- se lo voy a dejar debajo de la almohada.

Cuando  Neil le preguntó de Moisés dijo:

-Si ,es un adulto, que liberó a su pueblo de los egipcios, pues no se si puede ayudarnos no salió de la casa,  supe que era él porque estaba usando su hechizo de crear sangre y salía por debajo de la puerta.-entonces se acordó de la conversación con el Hada.- Pero si se lo preguntamos al Hada, pero no podía, y  que no podíamos dejar la prueba a la mitad, también dijo que nos veríamos esta Luna, no se que se refería, es raro porque aquí no hay ninguna luna, donde yo vengo hay una luna muy bonita.

Nime ignoró el gesto del humano rodando los ojos y bufando. No podía dejar de mirar hacia la calle, pero no por eso dejaba de escuchar las explicaciones de Guille a Neil. De hecho, y como ya esperaba, Guille solo estaba liando más al sinhadre.
—¡No! El hada no era maja, ¡estaba loca! —explotó—. Y no vimos ningún adulto, solo sangre. Y si de verdad había alguien allí haciendo eso, me alegro de que nos marchásemos. ¿Es que ya te has olvidado de… de lo que pasó? —No pudo continuar. Solo pensar en Ain y Drake dolía. Su furia decreció en ese punto, sustituida por lo que verdaderamente la había causado en primer lugar: el miedo—. Deja de decir estupideces y entérate de una vez, este sitio es peligroso.

Nime notó como empezaba a emborronársele la vista. «No, no, nonono». Dio un respingo y se prohibió llorar. Estaba echándole la bronca a Guille, no quería ser ella quien pareciese tonta al final. Haber entrado por fin en el torreón le demostró hasta qué punto había estado tensa realmente allí fuera, y solo había empeorado desde que todo empezó a torcerse.

El sonido de sus compañeros llegando hizo que Pam dejara de prestar momentáneamente atención Zobriel y a si intentaba realizar el hechizo que le había indicado, viendo como se adelantaba hacia el interior Eitne que desapareció hacia la armería casi sin saludar, cosa que hizo que la mona del queso alzara una ceja extrañada. El ver que no entraba Milo, ni Hyun que seguía esperando allí afuera provoco que la mona del queso frunciera ligeramente el ceño , cada vez mas contrariada ante los extraños comportamiento de sus compañeros. <<¿Que demonios motiva a Hyun, cobarde como es, a no entrar en  el único sitio donde no van a comérselo? Aquí hay algo que huele muy mal...¿que se traen esos dos? ¿Y que pasa con Eitne?>> era eso lo que le confundía, que Hyun deseara permanecer tan solo un minuto mas allí afuera en vez de entrar ahora que todos habían llegado y que el irrense, al que consideraba mas cabal, le siguiera la corriente. Así como la actitud del niño daeliciano.

Porque de haber sufrido Milo algún daño, sería muy extraño que el pequeño humano rubio entrara tan enérgico, en vez de en un mar de llantos. Aunque a decir verdad, tampoco podría asegurarlo, ese niño era muy raro para ella y las cosas que decían no tenían tampoco mucho mas sentido << ¿Que puñetas es un hada de lo dientes? ¿¿Quien ceros es Moises?? ¿¡Como que sangre!? ¿Chocolate? >> Pam ante cada cosa que decía sentía mas y mas impulsos de querer levantarse del sofá a riesgo de sufrir un punzada de dolor, para zarandearlo y que respondiera las cosas de forma entendible.

Por suerte Neil, que había bajado por fin del cuarto, pregunto por ella. Aun la respuesta del niño no la satisfacio, pues igual no explicaba gran cosa, salvo que se habían encontrado con esa cosa llamada hada...y que una casa sangraba. Y no sabia que le inquietaba mas de las dos cosas. Que hubieran conocido a otro habitante de la ciudad, hada-fantasma encima al parecer, visto los antecedentes que tenían con los hombres-bicho, o la casa sangrante. No entendía la alegría de Guille, de verdad que no.

La explosión de Nime la descoloco y Pam se la quedo mirando fijamente, la niña siempre había disfrutado de las aventuras pero en ese momento parecía destrozada y asustada. Pam solo podía ver en ella a una niña que parecía haber sufrido un palazo de realidad, teniendo que madurar en algunos aspectos de golpe, descubrir que aquello no era un juego, que podría morir... y la mona del queso conocía mejor que nadie lo aterrador que era aquello.

-Nime, ¿te importaría echarme una mano?- le pidió a la niña, llamándola con voz suave, extendiéndole su mano y moviendo un poco sus pies aun metidos en el agua fresca- Necesito ir al baño...sin morderme - indico observándola, queriendo sacarla de ali, tanto para que se calmara por un lado como para que mentir, interrogarla un poco, porque sinceramente confiaba mas en la visión de la libense que en la del crio humano. Algo chirriaba con todo eso, ademas, que nos e olvidaba aun de la huida de Eitne hacia la armería o de Milo y Hyung aun afuera. ¿Había ocurrido algo afuera de lo que no estaba enterada y no querían contar? Lo averiguaría de alguna forma.

Nime esperaba cualquier cosa, menos la petición repentina de Pam. Quizá una bronca, como habría pasado de estar su padre delante, por portarse mal con sus compañeros; quizá una respuesta igual de exaltada por parte de Guille, que habría sido lo normal. Pero no. Y lo peor era que parecía haber caído en saco roto.

Nime miró a la mona del queso con el ceño fruncido.
—¿Tiene que ser ahora? —preguntó, de forma borde. Y el comentario de no morder no le gustó ni un poco. Estaba intentando meterle en la cabezota a Guille consejos esenciales para que la próxima vez no se quedase a hablar con un monstruo devora-niños, pero no podía ser. Porque Pam necesitaba ir al baño. Y justo se lo pedía a ella. «Estoy harta, me da todo igual» pensó. Y echó a andar a zancadas hacia la mona del queso—. Está bien —gruñó.

Ayudó a la mona, no demasiado delicadamente, aunque más debido a que ya no era hábil de por sí con aquel tipo de cosas. Juntas salieron al patio, y allí Nime empezó a notar las lágrimas en sus mejillas, empezando a caer por fin sin su permiso. Por lo menos se había aguantado hasta salir del torreón. Al parecer, no le daba todo igual como se había dicho.

La miro sin responder nada ante su evidente tono borde, viéndole igual de fijamente, con una calma aplastante, aun extendiendo su mano hacia ella. Llevaba mucho tiempo lidiando con niños intentando subirsele a la chepa, niños y no tan niños, como para que una voz subidita de borderia fuese a afectarle. Surtía el mismo efecto que salpicarle gotas de agua. Molestaba, pero no producía daño alguno. Menos cuando podía entender parte del motivo de su enojo y frustración.

Conocía lo poco cuidadosa que era la niña desde hacia tiempo, por lo que no le sorprendió ni un ápice su poco cuidado al ayudarla a bajarse del sofá y caminar torpemente hacia el patio. Estaba poniendo en riesgo sus pies por aquello, pues a decir verdad no tenía necesidad alguna de ir al baño.

La mona del queso espero, mientras avanzaban torpemente, hasta que sintió los sollozos de Nime casi vibrando contra su cuerpo, ya cerca del pozo. Con cuidado, se giro para tenerla de frente y estirando sus brazos, aguantándose la molestia de sus plantas contra el suelo, alcanzo la cabeza de Nime atrayendola hacia ella, haciendo que apoyara esta sobre su hombro, acariciando sus cabellos ensortijados.

-Tu frustración la comprendo Nime, pero no conseguirás que Guille vea lo que tu...es pequeño y no hablo de su edad. No ha compartido lo que tu y lo demás con Ain y con Drake...no ve el peligro como tu si lo haces- indico con voz suave acariciando sus cabellos mas que tranquilizadora consoladora, había notado sus intentos de contenerse allí afuera, no era la primera vez ni la ultima que veía a un niño haciendo eso. No importaba sus rasgos, su raza o su especie, eran gestos inconfundibles, iguales al dolor, iguales a intentar ocultar un secreto. Matices que daba igual la raza de la que provinieras, eran inherente e inconfundible en lo niños, y a los que Pam ya fuese por costumbre o por ser algo innato en ella, era tanto capaz de percibir como de intentar solucionarlo.

Se apoyo con cuidado en el pozo pues sus pies no soportaban tanto tiempo ahí apoyados, pudiendo así apoyarse apenas en los talones donde no tenia apenas rozadoras.

-Has estado siendo muy fuerte estos días, conteniendote...no es malo llorar, Nime, hazlo hasta que el dolor empiece a menguar poco a poco- murmuro la mona del queso aun suavemente sin dejar de acariciar sus cabellos- Llora por las dos, porque yo ya olvide como hacerlo.- murmuro la niña que aunque no lo demostrara y aunque luciera indiferente ante todo, la muerte de dos compañeros con los que había vivido, a los que había visto a diario, no había sido fácil. Simplemente para ella un golpe mas era algo a lo que se había inmunizado, pero no por ello no sentía en algún rinconcito no helado de su interior...simplemente no era capaz de exteriorizarlo.

-Hablare luego con Guille, no me he olvidado de su poco cuidado...solo quería que salieras- indico la mona del queso.

Pronto se separó el grupo, y se quedó a solas con Neil en el portal. Guille estaba de brazos cruzados y el ceño fruncido.

- Yo no digo estupideces- dijo enfadado- y se que este lugar es peligroso pero a veces es también bonito. Se va a quedar con la boca abierta cuando le de su regalo y se va a disculpar...-miro a Neil con cara de haber hablado de más, no era la primera vez que fastidiase una sorpresa por hablar de más. Entonces una idea pasó por su cabeza "seguro que me puede ayudar, creo sabe hacer cosas con la madera"

Entonces cogió a Neil de la mano y tiro de él, hacia un lugar donde nadie les pudiera escuchar, entonces se puso en cuclillas, he hizo gestos para que el también se agachara.

-¿Sabes guardar un secreto? ¿me puedes ayudar con una cosa?

Eitne asintió.

—Te la traeré en cuanto pueda —prometió.

El niño no siguió con la conversación, cortándola con la misma brusquedad con la que el Huesped se las cortaba a él. Se giró y agarró sus zapatillas con muchos remilgos, para no mancharse, y tomó las escaleras con gesto preocupado. El torreón estaba lleno de gente herida, los niños estaban teniendo que arriesgarse mucho, echaba de menos a dos personas que no volvería a ver y sabía que el número podía incrementar... Un bostezo suyo en plena escalera le recordó que tampoco estaba durmiendo bien. Eitne se sentía abrumado y sabía que solo iría a peor si el hechizo se rompía por culpa de Hyun.

Estaba a punto de llegar a la planta baja cuando escuchó la discusión y frenó de inmediato. Esperó a que Nime y Pam se fueran y luego entró, cabizbajo y en silencio, en dirección al patio. Desde dentro, el niño tiró los zapatos fuera para limpiarlos luego y luego, aun en silencio, se giró hacia la cocina. Tenia miedo tan solo de pensar en qué clase de mentiras estaría contando Hyun y no podía hacer nada salvo esperar a que la tormenta se desatara.

Tenía que darle al Huesped la comida cuanto antes, pero con tanta gente tan cerca le parecía imposible. Tampoco podía contar con Guille o Nime, pues no sabia como alejarles de los mayores sin que ellos sospecharan. <<Si hoy tampoco duermo...>> pensó, y supo qué era lo que tenía que hacer.

Nime se sorprendió al darse cuenta de que Pam intentaba consolarla. Intentó resistirse, malamente, pero fue en vano. Tan pronto sintió el calor de la mona y su mano acariciándole la cabeza, solo consiguió que las lágrimas saliesen con más facilidad. Hacía tanto desde la última vez que había estado así. Había pasado tantas noches echando de menos la cercanía de su familia, y el consuelo de los abrazos de su padre. No importaba ni que fuese Pam, normalmente cortante, quien se hubiese preocupado por ella. No era capaz de moverse. Ni tampoco lo fue de responder al principio, aunque sí escuchó.

Se centró en apaciguar sus sollozos, para lo que la ayuda de la mona del queso fue mejor de lo esperado. Cuando esta terminó de hablar, Nime se secó las lágrimas con el dorso de la mano y se sorbió los mocos energéticamente. No quería ser ridícula durante más tiempo, quería ser fuerte como Pam.

La sobresaltó el ruido que hicieron los zapatos de Eitne al caer en algún punto a sus espaldas, pero cuando se giró, no vio a nadie. Sabiendo que estaban solas, y sintiéndose más calmada, habló por fin.
—Guille es idiota —sentenció, con la voz entrecortada, que poco a poco fue recuperando la normalidad—. Se para a hablar con quien sea. ¿Te acuerdas del día que escuchásteis a un monstruo en aquella casa helada…? Él se habría parado a hablar con él. A lo mejor se lo querría quedar de mascota. Y el monstruo se lo habría comido. Como siga siendo así de idiota no puede salir del torreón.
«Y por su culpa podría comerse a todo el mundo, encima» añadió para sí misma.

Entonces recordó para lo que habían ido al patio. El comentario de la mona solo le había dado a entender el motivo por el que la había elegido a ella, así que decidió asegurarse antes de seguir hablando.
—¿No ibas a la letrina?

La mona del queso espero pacientemente que Nime se calmase, apoyando buena parte de su cuerpo contra el pozo para que sus pies no sufriesen todo el tiempo. Al menos el aire exterior aliviaba un poco el escozor.

Pam logro escuchar el sonido de unos zapatos tras Nime, pero debido ala mayor altura de la niña por sobre ella, no logro identificar al dueño, peor si vio los zapatos en el se lo que reconoció como los e Eitne. << Dejando ropa por ahí tirada...como luego no recoja me va a oír...>> pensó la niña frunciendo ligeramente el ceño sin poder evitarlo. El desorden le disgustaba,  pero en esos momentos tenía otras cosas en las que pensar, pues la libense parecía al fin haberse desahogado y sus primeras palabras fueron sobre Guille.

La niña no le corrigió sus primeras palabras sobre Guille, pues ella también lo pensaba, el niño muy normal no era, desde luego.

-Hasta que no intenten comérselo realmente no parece que vaya cambiar...aunque quien sabe, capaz le realiza una inspección dental al ser en cuestión mientras tanto- dijo la niña observando a la libense entendiendo su frustración sobre el niño. Era un riesgo que saliera si su pensamiento era hablar con todo el mundo y acercarse a todo. Pam también era curiosa y le gustaba investigar, pero dentro de unos limites y si antes sospechaba de los habitantes de la ciudad, ahora directamente preferirira evitarlos. Que Zobriel le hubiese dicho que esos 'dioses' había sido antes niños como ellos no le aliviaba mucho, pues d ella os habitante de la ciudad que había conocido hasta ahora, todos y cada uno parecía entonces haber olvidado lo que era estar en sus pellejos...eso o le importabas un reverendo cero. Y si les importaba una mierda, no eran de fiar, punto.

-Sino es capaz de no ponerse en riesgo a el mismo o a vosotros, no es conveniente que salga. Hay gente que puede salir- acepto Pam, que lo que le faltaba era que salieran y mataran al crío o a cualquiera del grupo por algún imprudencia que podría haberse evitado con un poquito de sentido del peligro. Pam suspiro hastiada, mirando sus pies, pues le frustraba enormemente no ser capaz de salir del torreón.

-Se me fueron las ganas- respondió la niña con pasividad a la ultima pregunta de Nime, mirándolo de forma atenta, calmada- Hoy todo el mundo parece estar un poco...irascible y comportándose un tanto fuera de lo normal. Como Hyun, que parece que ha perdido su cobardía de buenas a primeras queriendo mantenerse mas tiempo fuera del necesario, cuando jamas ha querido ir ni por las cestas. Me resulta un cambio repentino un poco extraño ¿paso algo con el que yo no sepa?- pregunto Pam suavemente mirando a la niña de forma penetrante- Porque esto es un grupo, como empecemos con secretismos  y malos rollos, atraeremos a la mala suerte y esto no funcionara.- indico la niña con calma, sin sonar que la regañaba simplemente se sentía confundida y contrariada. A ella podía caerle gordo Hyun porque lo consideraba inútil, pero se guardaba su antipatía contra el para si. Nada le convenía menos para su supervivencia que el grupo empezara a desconfiar y se desintegrarse.